2. Motivaciones comerciales
La actividad comercial de la Baja Edad Media se desarrolló a través del mar
Mediterráneo. Genoveses y venecianos controlaban los intercambios con el
Cercano Oriente, de donde obtenían productos muy apreciados en Europa:
sedas, perfumes, piedras preciosas y, sobre todo, especias, (pimienta, canela,
nuez moscada, clavo de olor). Italianos y catalanes, por su parte, buscaban
oro y esclavos negros en el norte de África.
Hasta fines del siglo XIII, los europeos utilizaron una ruta comercial bastante
directa y segura llamada Ruta de la Seda. Pero cuando subió al poder la
dinastía china Ming, clausuró esta vía y prohibió el ingreso de los
occidentales a la región. Ello obligó a retomar los antiguos itinerarios
marítimos, más largos y costosos.
La peste negra, que se extendió por Europa a mediados del siglo XIV, cerró
muchas rutas comerciales, ya que se temía que las caravanas llevaran la
epidemia consigo.
3. La situación del comercio con Oriente se agravó con el avance de los
turcos en el Cercano Oriente y la caída de Constantinopla, ocurrida en
1453. Los turcos monopolizaron el comercio, pero los venecianos
encontraron la manera de seguir negociando, pagando impuestos muy
altos. Los europeos necesitaban entonces encontrar una nueva ruta a las
Indias, más rápida y directa.
Los hermanos Polo ante el gran Gran Khan. Ellos hicieron un largo viaje
por el Asia y recorrieron territorios que otro europeos nunca conocieron.
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5. Motivaciones económicas
En el siglo XV, el mercado monetario en el Mediterráneo era bimetálico: se
empleaba el oro y la plata, con un valor que fluctuaba de acuerdo con la
demanda internacional y la moda.
La plata se utilizaba sobre todo en las transacciones locales, y el oro, que valía
diez veces más, en las internacionales. Mientras que la plata se obtenía
fácilmente en las minas de la zona, el oro escaseaba.
El crecimiento demográfico, la elevación del nivel de vida y la intensificación del
intercambio con tierras lejanas aumentaron la demanda de oro. Los reyes lo
necesitaban para solventar los gastos del estado y las guerras: los
burgueses, para establecer nuevos contactos comerciales. Además se hacía
imperativo incorporar nuevos territorios y obtener esclavos. El azúcar, que
empezaba a tener gran demanda, requería nuevas tierras para su cultivo y
mano de obra esclava para el trabajo en los cañaverales
6. Motivaciones ideológicas y religiosas
Dentro de las motivaciones ideológicas debe considerarse la supervivencia
del espíritu medieval de cruzada.
A ello se sumaba el espíritu de lucro y de aventuras: las historias sobre
tierras exóticas llenas de riquezas y el afán de conocimiento, avivaron el
espíritu explorador del hombre moderno.
Las ansias de fama y gloria, así como la búsqueda de riquezas y prestigio
que mejoraran su situación social, lo llevaron a emprender expediciones
descubridoras.
Por otro lado, las monarquías europeas buscaban ganar nuevos cristianos
para la Iglesia. Esto, junto a su búsqueda de nuevas tierras, riquezas y
súbditos, las llevó a apoyar las empresas descubridoras.
7. Nuevas tecnologías
Los grandes viajes de exploración y descubrimiento sólo
fueron posibles gracias a una serie de importantes
adelantos técnicos y científicos.
El proyecto de realizar largos viajes requería de
conocimientos e instrumentos que ayudaran a los
navegantes a orientarse en alta mar. En aquella época
se disponía de los conocimientos geográficos y
astronómicos de los antiguos griegos, que fueron
heredados y enriquecidos por los árabes. Sin
embargo, estos presentaban aún muchas diferencias, y
no garantizaban una travesía segura. Pero la
intensificación de los viajes y exploraciones permitió
disponer de cartas náuticas y mapas más preciosos y
adecuados a la realidad geográfica.
8. Los instrumentos de orientación
La burbuja fue un invento chino usado en el Mediterráneo desde el siglo
XII. A la aguja imantada se le agregó la rosa de los vientos, un dibujo
que marca los puntos cardinales. Gracias a estos instrumentos, los
marinos no dependían de los cielos despejados para orientarse.
El astrolabio fue diseñado por los astrónomos árabes en el siglo X, y se
le utilizó en el siglo XV para medir la altura de los astros. Permitía
determinar la altura de la estrella polar sobre el horizonte y, así, calcular
la latitud en la que se encontraba el barco.
9. Las embarcaciones
De la fusión de las tecnologías navales de los países de Europa del norte y de los
pueblos mediterráneos resultaron nuevos barcos, como la carabela y la nao.
La carabela era un barco de dimensiones medianas (medía entre 20 y 30 metros de
largo por 8 metros de ancho), fuerte y fácil de manejar. Podía llevar una
tripulación de hasta veinticinco hombres. Tenía tres palos o mástiles y varios tipos
de velas. Las tradicionales velas cuadradas le daban velocidad, y las velas
triangulares o velas latinas ampliaban su capacidad de maniobra, al adaptarse a
la dirección de los vientos. Su escaso calado le permitía acercarse a las costas sin
mayor riesgo.
La nao era un barco más grande que se utilizó posteriormente, a fines del siglo
XV, debido a que se requería transportar mayor volumen de productos.
Un elemento nuevo fue el timón móvil, que se articulaba a la popa y se manejaba
mediante una rueda desde la cubierta del barco. Tenía más capacidad de giro que
sus antecesores y exigía menos fuerza del timonel.
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11. PORTUGAL Y ESPAÑA: HACIA EL ATLÁNTICO
En la Europa del siglo XV varios pueblos estaban en condiciones de iniciar un proceso de
expansión. Sin embargo, los países de la península Ibérica contaban con una serie de
ventajas sobre los demás.
La estratégica posición geográfica de España y Portugal les dio privilegios en la conquista
del Atlántico. Los puertos de su costa sudoeste: Lisboa y Cáliz, fueron un lugar de encuentro
de las rutas de intercambio entre los comerciantes italianos y los de Europa del norte.
Para esta época, ambos reinos –España y Portugal– poseían ya una larga tradición en
viajes por mar, que les había permitido llegar a los archipiélagos de las islas azores, las
Madeira y las Canarias. A mediados del siglo XV, la costa africana, la costa mediterránea y
los archipiélagos en el Atlántico ya eran para los portugueses y españoles completamente
conocidos. Incluso se determinaron las respectivas zonas de expansión atlántica por medio
del Tratado de Alcacobas- Toledo (1479), que aseguraba la ruta africana de Guinea a
Portugal, mientras que a Castilla le daba la posesión sobre las islas Canarias.
12. Portugal: la exploración de la cosa africana
En 1415, la Armada portuguesa sitió y ocupó la ciudad musulmana de Ceuta
(Marruecos), uno de los principales puertos comerciales musulmanes sobre el
Mediterráneo, adonde llegaban las caravanas con el oro extraído en la región
Sudán.
Al comienzo, el avance fue muy lento, pues tuvieron que familiarizarse con las
corrientes marinas, los accidentes geográficos y, sobre todo, lidiar con vientos y
corrientes marinos en contra. En 1442 llegaron a Cabo Blanco y, muy cerca en la
isla de Arguim, instalaron el primer asentamiento comercial permanente. Allí los
portugueses conseguían de los pobladores oro en polvo y esclavos a cambio de
trigo, telas y otros productos. Más al sur, en las costas de la actual
Ghana, encontraron, además de oro y esclavos pimienta, marfil y aceite de
palma. Para defender el monopolio de este comercio, codiciado por los españoles
y genoveses, establecieron en 1481 la factoría-fuerte de San Jorge de la Mina.
En 1488, los avances logrados llevaron a Bartolomé Dias hasta el cabo de las
Tormentas, bautizado por el rey portugués como de Buena Esperanza.
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15. Cristóbal Colón
Nacido en la ciudad italiana de
Génova, en 1451, Cristóbal Colón se
dedicó desde joven a la navegación.
Estuvo en Portugal, donde mantuvo
activos contactos con los marinos y
cartógrafos de Sagres. Fue un tenaz
lector de tratados de Geografía y
Astronomía, así como de relatos de
viajeros. La información reunida lo
convenció de la redondez de la
Tierra y, por lo tanto, de la
posibilidad de llegar a Oriente
navegando hacia el oeste.
16. El proyecto de Colón
Elaborado su proyecto, Colón intentó
financiarlo en Portugal, pero el rey Juan II lo
rechazó. Se trasladó entonces a Castilla, y fue
gracias a la intervención de Luis de
Santángel, escribano mayor del reino, que los
reyes de España aceptaron su propuesta.
El 17 de abril de 1492 se firmó la Capitulación
de Santa Fe, donde Colón y los Reyes Católicos
acordaron los términos de la empresa
descubridora. La Corona se encargaría de
proporcionar los medios y hombres para el
viaje, con la condición de que todo hallazgo se
hiciese en nombre del reino de Castilla. Colón
recibió el título de Almirante. Virrey y
Gobernador de las tierras que
descubriese, además de beneficios económicos
sobre las operaciones comerciales que se
realizaran en las nuevas tierras.
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23. Los españoles sospechaban que las tierras recientemente descubiertas no pertenecían al
Asía. Los viajes y las mediciones del explorador florentino Américo Vespucio, que recorrió la
costa atlántica de América del Sur, así lo confirmaron.
BUSCANDO EL ORIENTE
América, el continente desconocido, se reveló como una barrera entre Europa y Asía, que
podía ser franqueada a menos que se encontrara un estrecho en algún punto de su extensa
costa.
Éste fue el móvil principal de la expedición de Fernando de Magallanes, quien consideró que
era posible hallar el paso buscado navegando hasta el extremo sur de Sudamérica. Aunque
Magallanes no completó el viaje, éste fue exitoso. Juan Sebastián Elcano se hizo cargo de
la expedición y logró dar la primera vuelta al mundo (1519-1522). Este viaje confirmó la
esfericidad de la Tierra, y que su dimensión era mayor de lo que se había pensado hasta el
momento.
24. Similar intento fue el de Juan Caboto, quien al servicio de la Corona inglesa, salió en 1497
de Bristol con dirección oeste. Caboto arribó posiblemente a Terranova o al sur de la
península del Labrador y pensó que se trataba de Asía. A su regreso a Inglaterra, se le
brindaron todos los medios para una segunda exploración, la que tuvo escasos resultados.
A mediados del siglo XVI, su hijo Sebastián impulsó la exploración del paso noroeste hacia
las Indias Orientales, pero encontró grandes barreras impuestas por los hielos del océano
Glacial Ártico.
A LA CONQUISTA DE AMÉRICA
A comienzos del siglo XVI, España inicio una nueva etapa que la llevó a extenderse sobre el
continente desconocido. Esto dio origen a las empresas de conquista como la de Hernán
Cortés en México (1521), Francisco Pizarro en Perú (1532), Hernando de Soto en la Florida
(1539) y Pedro de Mendoza en la región del Río de la Plata.
El Perú se convirtió en el centro fundamental de la conquista en América del Sur. Pedro de
Valdivia conquistó Chile (1539) y Orellana (1541) descubrió el río Amazonas.
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26. LAS CONSECUENCIAS DE LOS DESCUBRIMIENTOS
Económicamente, con la incorporación de América a los circuitos comerciales europeos
de desplazó la actividad desde el Mediterráneo hacia el atlántico. Los puertos
mediterráneos entraron en crisis y los de Atlántico (Sevilla, Lisboa, Amberes y Londres)
pasaron a ser los más importantes. Los metales preciosos obtenidos en la conquista de
América fomentaron la tendencia de las naciones al atesoramiento de oro, lo que
provocó un alza general de precios. En Europa se introdujeron productos como el maíz y
la papa, mientras que a América llegaron nuevas especies como el trigo, la caña de
azúcar y el olivo, además del ganado vacuno y equino.
Políticamente, Europa se desequilibró con la formación de los imperios ultramarinos,
pues el poder se concentró en las coronas ibéricas. Por la tendencia a consolidar sus
dominios se produjo una migración hacia las colonias, lo que trajo consigo un mestizaje
racial, especialmente visible en Iberoamérica.
Culturalmente, la tradicional occidental extendió su influencia. Sus valores, lengua,
religión, sentido del derecho y su forma de concebir el mundo fueron llegados a las
nuevas tierras.