1. El docente y su formación
Margarita Teyssier Larios / Sonia Leal Díaz Conti.
Los invitamos a que hagan memoria recordando a algún maestro que haya influido en la idea que ustedes
tienen de si mismos, en sus habilidades personales, aspiraciones y valores de sus vidas.¿Que hizo o dijo
ese profesor, que haya influido en ustedes?
¿Conocen ustedes a alguien cuya elección de carrera se deba de algún modo a un maestro? ¿Recuerden
alguna frase, algún ejemplo de vida de alguno de sus profesores o que hayan incluido en su vida para
conducirla a lo que es hoy.
Creemos que existen respuestas positivas, ya que a lo largo de nuestra vida escolar siempre existe un
profesor especial, que se convierte en compañía, y que nos ayuda a crecer en la libertad, en el amor y vive
su tarea educativa como algo fascinante y apasiónate.
La propuesta que nosotros traemos es rescatar el valor del docente, en toda su dignidad, en una época en
la que parece que la preocupación por las técnicas didácticas y la tecnología, son el punto neurálgico.
Queremos devolver a la relación entre profesor- alumno lo más humano que haya en ella: la
comunicación abierta entre personas.
Creemos que el núcleo de la educación no se centra solamente en el uso eficiente de un repertorio de
instrumentos sino en la comunicación auténtica de uno mismo como docente. Para lograr nuestro objetivo
es necesario hacer énfasis en la formación docente personalizada.
Dentro del ámbito educativo, existen diversas teorías pedagógicas que enfocan el hecho educativo de de
diversa manera, por lo tanto de tras de cada corriente pedagógica subyace un “concepto de hombre”.
Nosotros hemos querido plantear el tema del docente y su formación desde una perspectiva centrada en
la persona, es decir concebido al hombre como parte unitario.
Para comenzar definiremos la palabra Persona, que proviene de la voz Personare, que significa sonar
con “fuerza” o bien “resonar“, haciendo alusión a las máscaras de los actores griegos que al declamar con
ellos su voz adquiría mayor resonancia, por lo tanto, se dice “persona “según su origen latino, por que
intensifica el sonido y designa originalmente la careta –megáfono de uso teatral. Por otra parte, los
mismos griegos designaban la voz “Prosopón” al antifaz busca ocultar el propio rostro y hace aparecer
“otro” rostro distinto a los ojos de quien los ve, de tal manera que se asume el papel del sujeto
personificado por la máscara (Cita 1).
A través del tiempo, debido a que la palabra persona y su equivalente “Prosopón” designaba la
resonancia de la máscara cuya concavidad reforzaba la voz y la hacía resaltar, se empezó entonces a
relacionar la palabra persona con la noción de sobresaliente , importante, que resalta, de tal modo, que
para los romanos la palabra latían personare significo ya no tanto la máscara, sino más bien la vida o rol
social que cada sujeto desempeña en la sociedad según la importancia en la escuela social.
Según Tomás de Aquino nos menciona algo semejante respecto a este último punto “En las comedias y
en las tragedias se representaba a personajes famosos, se impuso pues el nombre de persona para indicar a
alguien con dignidad. Por eso en las iglesias empezó la costumbre de llamar persona a los que tienen
alguna dignidad “. (Cita 1).
En el anterior pasaje, el término persona se empieza a ligar con el término de dignidad como algo
sobresaliente, con lo cual la expresión dignidad de la persona, que actualmente se usa, hace énfasis en
destacar en la persona un carácter que le es resaltante y exclusivo sólo de ella, y que alguna de las
actuales corrientes antropológicas centradas en la persona lo han interpretado como la valoración de la
persona humana como fin que vale en si mismo y no como medio.
Desde el punto de vista educativo, según Martínez-Otero (Cita 2) la persona es objeto de la educación,
aunque no en sentido abstracto, sino cada persona concreta, singular, con identidad propia y peculiar.
Como puede suponerse, la idea de persona que tiene cada corriente pedagógica condiciona la praxis
educativa. La educación fiel a la esencia de la persona, se orienta a favorecer el proceso perfectivo del
educando, lo que equivale a decir que la educación es personalización.
2. La educación se fundamenta en la persona, abarca todas sus dimensiones y sus notas constitutivas. Una
concepción pedagógica así entendida encuentra su mas alta expresión personalizada, que a continuación
comentaremos.
El concepto de educación personalizada, la acuño en los setenta Víctor García Hoz, para este pedagogo
español, la educación personalizada incorpora la enseñanza individualizada, pero va mas allá, pues
también considera la necesidad de estimular y reforzar las relaciones entre los seres humanos (Martínez –
Otero 200: 27).
García Hoz (Cita 3) define “La educación personalizada es perfeccionamiento internacional de la
persona humana mediante la propia actividad constante y libre”. Se trata de una definición que se ausenta
en la consideración de la persona como ser con la capacidad de reflexión, exploración, dinámica y libre.
El fin de la educación personalizada es el perfeccionamiento de la persona. En suma, se podría decir
que la persona es como una semilla que a pesar de contener el embrión de la futura planta, necesita un
terreno adecuado y unas condiciones idóneas para desarrollarse. Por eso García Hoz, (Cita 3) dice que el
perfeccionamiento de la persona se realiza mediante la convivencia cordial y bien hecha.
En este sentido, las cuestiones a considerar son las siguientes, ¿cuál es el verdadero yo del profesor?, y
¿qué sucede en su interior?, por desgracia poco se sabe de ello. Conocerlo contribuiría a la comprensión
cabal de las relaciones con los alumnos. La relación que se establece entre el profesor y el alumno es
fundamental en el proceso de aprendizaje. De las características de ésta relación dependerán los
resultados. Conocer al profesor no sólo atañe a su formación académica, a su actuación en el aula y al
dominio de la disciplina, también implica rescatar los procesos afectivos y de personalidad (Cita 4)
¿Cuántos docentes hay que sean personas reales en su clase? Rogers comenta que la mayoría de las
veces el docente muestra una máscara profesional desde que comienza su jornada de trabajo, máscara que
se quita cuando termina de dar clase. Es más tranquilizador y seguro ocultarse detrás del profesor que
enfrentar al alumno como persona autentica, humana, con sentimientos, pensante, con defectos y
cualidades. La presentación es concienciar sobre la existencia de esa mascara, el falso en sí mismo y
llegar a mostrar la verdadera naturaleza interna.
La personalización educativa parte de la consideración del profesor como persona, lo que supone que el
educador desempeña un papel esencial. García Hoz dice que el condicionante principal de toda acción
docente es la propia persona y vida del profesor.
Tomando como base las ideas del Dr. Valentín Martínez Otero (Cita 2) reflexionaremos acerca de las
siguientes propuestas:
• En cuanto a persona, cada docente es diferente a los demás y, por tanto tiene un ritmo
propio, cualidades físicas y psicológicas únicas, esta singularidad debe canalizarse a través de la
creatividad. El docente ha de ser original, innovador, creativo en su actividad. Si quiere motivar al
educando debe huir de la rutina. El profesor ha de rechazar toda programación hermética,
cualquiera que sea su asignatura. Por supuesto, esto no quiere decir que la actividad docente debe
ser fruto de la improvisación. Lo que se pretende es que el educador esté abierto a numerosas
posibilidades para alcanzar los objetivos, en función de la situación y de las características,
necesidades e intereses de los alumnos.
• La formación de profesores para la educación personalizada debe estar presente la singularidad. Si
se desea despertar la creatividad en el educando, primero tiene que cultivarla el educador. La
preparación de profesores en una pedagogía centrada en la persona debe favorecer en los
educadores, desde el respeto a su singularidad, la reflexión, el autoconocimiento, el pensamiento
crítico, la curiosidad intelectual y el amor a la verdad.
• La persona se distingue por la autonomía. El profesor ha de gobernarse a sí mismo, lo que
equivale a decir que debe conducirse libre y responsablemente. En virtud de esa propiedad, el
educador, además de formular y tomar decisiones, debe guiar y estimular al alumno para que
participe en el proceso educativo.
• La formación de profesores para la educación personalizada ha de tener en cuenta la autonomía de
los educadores. En este tipo de formación de profesor, es el principio de sus acciones, da sentido a
su quehacer que no se agota en esquemas y establece el proyecto educativo más conveniente para
el alumno.
3. • Dada la apertura de la persona, la formación de profesores ha de procurar que el educador se abra
a la naturaleza y a los demás.
• La formación centrada en la persona debe contemplar el perfeccionamiento intelectual del
profesor, su relación con la ciencia, la técnica y el arte, como vías para crecer personal y
profesionalmente.
• La apertura del profesor a los demás, es esencial para la autorrealización personal, y se manifiesta
en su relación con los otros miembros de la comunidad educativa, especialmente con los
compañeros y con los alumnos. Por esta razón es impredecible que el educador desarrolle
habilidades para las relaciones interpersonales. Mejorar la comunicación es importante tanto para
enseñar como para crear un ambiente cordial. más la persona no sólo puede relacionarse con las
cosas y con los demás, también se abre a la trascendencia.
• La formación centrada en la persona tiene en cuenta el factor religioso como integrante de la vida
humana. Los profesores deben procurar que los alumnos se planteen la existencia de una realidad
trascendente, aunque se han de respetar las creencias de los escolares.
Por otro lado en la actualidad los cambios en las estructuras familiares, el estrés y el divorcio afectan de
manera profunda el desarrollo de las personas. Los estudiantes viven en un mundo que cambia a ritmo
acelerado y se caracteriza por presiones sociales que los empuja a diversos cambios demasiado rápido. A
la luz de los desafíos sociales, los docentes deben asumir nuevas funciones que incluyan apoyar el
desarrollo afectivo de sus estudiantes.
La UPAEP, por ejemplo, actualmente, acoge a un número significativo de alumnos foráneos. Algunos
de los problemas que pueden tener estas personas son: desarraigo, separación familiar, problemas
económicos, soledad, súbita necesidad de maduración por experimentar su libertad, etc., lo que se traduce
en bajo rendimiento y altos porcentajes de abandono escolar. Desde la pedagogía de la persona, hay que
poner los medios para que estos estudiantes se integren plenamente.
En cierta ocasión, alguien confidencialmente se acercó a la profesora, confesando su problema de
anorexia nerviosa, la cual derivaba de la soledad en que vivía y el “miedo” a comer sola. Aunado a esto
su culto por la imagen, lo hacia algo trascendental en su vida y la había llevado a prácticamente no comer
nada, o solo un “gansito” al día. Este trastorno le provoco no tener un buen rendimiento escolar, y una
notable pérdida de peso, que en lugar de hacerle verse bien, evidenciaba signos de enfermedad. La
profesora se dio cuenta de que esto era un problema de autoimagen y relaciones interpersonales. Dadas
las circunstancias trato de aconsejarla de manera individual, y el canalizo con personal indicado así
también hablo los padres para alertarlos, y aprovechar su experiencia. Así la maestra estableció
condiciones y situaciones de aprendizaje cooperativo que ayudaron a la alumna a establecer algunas
relaciones. Posteriormente ayudo a la alumna a sentir que su presencia diaria en la escuela, es muy
importante, que el hecho de que ella este presente hace que el día sea mejor, tendiendo un impacto
positivo en ella.
Ahora bien, entonces, ¿Cuál es la función del profesor?, ¿hay una única función? Probablemente seria
mas preciso hablar de una función general, que es la de educar, y que a su vez engloba diversas funciones
especificas como explicar, orientar, motivar, tutelar, investigar, enseñar, etcétera.
La función del profesor es educar a los alumnos, esto es, desarrollar o perfeccionar las facultades
intelectuales y morales del educando. Para la educación personalizada, el profesor no es un mero
trasmisor de contenidos. El buen profesor dirige y estimula a los alumnos para que desplieguen
completamente todas sus posibilidades personales. En este sentido, además de proporcionar información
procura que el educando adquiera y desarrolle destrezas e incorpore valores, exigiendo creatividad,
desarrollo de talento y juicio en el estudiante. Dada la conexión existente entre conocimientos, aptitudes y
valores, el quehacer, el quehacer del docente, debe centrarse en un crecimiento integrador de la
personalidad del educando, ya que, de no ser así, la formación será racial e incompleta. (Cita 3)
García Hoz (Cita 3) explica: “La polémica sobre si el profesor debe puramente ser docente o ha de ser
educador, es decir si su tarea queda limitada al estimulo del aprendizaje de un campo cultural
determinado o bien traspasa los limites de lo puramente didáctico para llegar a ser realidad, un estimulo
en la vida personal del estudiante, se resuelve claramente por esa segunda realidad. El profesor, quiéralo o
no, influye con su persona, su presencia y sus actos en la persona del estudiante. Aunque su
responsabilidad primera sea la de estimular un aprendizaje eficaz, no se puede eximir de cierta
responsabilidad, grande o pequeña pero real en la vida del estudiante. La enseñanza mas asépticamente
científica u objetiva tiene siempre un componente moral, positivo o negativo”
4. Veamos a continuación, tal como lo plantea Martínez-Otero (Cita 3), el quehacer del profesor puede
servir de fundamento de una propuesta para la formación del profesorado.
Por ejemplo en caso de divorcio de los padres, el alumno presenta muy diversos problemas, en este caso
el maestro enfrenta una situación que alguna vez estuvo fuera de los muros de la escuela. Aún cuando la
tarea más importante del maestro es educar, el aprendizaje se ve afectado cuando hay problemas en el
desarrollo social y personal del estudiante.
Los maestros son en muchas ocasiones la mejor fuente de apoyo para los estudiantes que enfrentan
problemas emocionales o interpersonales. Cuando sus vidas familiares son caóticas e imprescindibles,
necesitan tener en la escuela una estructura firme y afectuosa. Requieren maestros que establezcan límites
claros, que sean congruentes, que sigan las reglas con firmeza pero no de manera punitiva, que respeten a
sus discípulos y muestren un interés genuino por ellos. Como maestro, puede mostrarse dispuesto a hablar
de problemas personales sin requerir que lo hagan sus alumnos.
Es decir, hay que hacer de la escuela un proyecto abierto en el que quepa una cultura que sea espacio de
comunicación y desarrollo personal.
Por lo tanto, la educación personalizada de los docentes, permite que reciban una formación abierta, que
les capacite para integrar y educar a los escolares, cualquiera que sea su idioma, raza, clase social, cultura
o religión. García Hoz (Cita 3) afirma: “el espíritu abierto significa estar basado en la diferencia y la
complementariedad, y no en la oposición y disyuntiva , modo de pensar capaz de armonizar las
realidades que aparecen como opuestas…”.
Por último lugar, al ser persona Totalidad y Unidad integrada, la formación de profesores ha de ser
unitaria. Hay que procurar que el educador adopte una actitud integradora que le permita organizar y dar
coherencia a las múltiples actividades que debe realizar. Como sostiene García Hoz, la educación
personalizada empieza por hacerse cargo de que el profesor es una persona. Una manifestación personal
del educador, ya que es su estilo que viene determinado por las notas incluidas por el concepto persona, la
capacitación didáctica, de atención personal, de gobierno y tono vital, así como por las exigencias de una
formación adaptada a la sociedad actual. Las cuatro características propias del estilo docente
personalizadas son: Integrador y abierto, reflexivo y creador, singularizador y de convivencia, y
optimista.
Es frecuente escuchar entre los docentes, preocupaciones como las siguientes: que es importante
profundizar en los conocimientos de la materia que enseña, que el conocimiento de los rasgos
psicológicos propios de la edad de sus alumnos no es científico, sino que priva más su intuición basada
en su experiencia personal, que los alumnos fueran más críticos, participativos y reflexivos, y que exista
más disciplina y orden en el aula, etc.
El que un docente se plantee estas necesidades se encuentran enhorabuena, pues como afirma Martín
Rodríguez: “la tarea educativa es de tal exigencia y dinamismo, tanto por parte de las materias que se
enseñan como de los alumnos, protagonistas de su aprendizaje, que requiere del educador, una actitud
permanente de positivo descontento, de necesidad de estar al día: la exigencia de una continua
autoformación. De no ser así, se corre el riesgo de sumergirse en una tarea monótona y, en alto grado
ineficaz, con peligro de que pronto haga su aparición el tedio, el descontento y la incomunicación
interpersonal.
Es incuestionable que la tarea educativa es una labor sumamente compleja. En ella intervienen multitud
de factores que hacen que el profesor deba desarrollar capacidades específicas en diversos ámbitos, que
lleguen a ser especialistas de campos profesionales diversos, sabiendo a la vez, interrelacionarlos. Debe
ser flexible y abierto al cambio que continuamente le va a exigir la sociedad, a la vez que debe tener muy
clara su función como educador, la base de su profesión. (Cita 3).
Para apoyar el desarrollo personal del estudiante se recomienda que en la actualidad el profesor con una
formación personalista, ayude a sus alumnos a examinar los dilemas que se enfrentan en la actualidad o
que enfrentarán en un futuro próximo, que oriente a sus alumnos a considerar el punto de vista de los
demás, que establezca vínculos entre los valores expresados y los actos, que se asegure que los
estudiantes “escuchan”, siendo él mismo, por ejemplo, un buen escucha, y en la medida de los posible,
5. que el profesor refleje interés por los valores y los temas morales, existiendo congruencia, un ejemplo
sería siguiendo las normas, no mostrando favoritismo.
A manera de reflexión, debemos estar plenamente convencidos de que “educamos con el 90% de lo que
hacemos y con el 10% de lo que decimos”, como conclusión en nuestra opinión, lo que debe caracterizar
al docente que tiene una formación personalizada, es poseer el arte de abordar los temas desde el punto de
vista del principiante que es capaz de entender la situación psicológica en la que se encuentra con una
asignatura por primera vez y desarrollar la virtud de poder sentir lo que siente el alumno.