El documento discute la definición del profesor ideal y cómo ha cambiado a través del tiempo y contexto social. Argumenta que el rol del profesor debe adaptarse a una mayor diversidad de estudiantes y situaciones, requiriendo flexibilidad. Además, señala que la función del profesor está determinada por las condiciones del sistema educativo más que por su propia profesión.
1. “La definición del profesor
ideal es una construcción ideológica
relacionada con los valores
dominantes en un determinado contexto.
El profesor debe enfrentarse a una creciente diversidad
de situaciones de alumnos, tener una
flexibilidad en la capacidad de tomar
decisiones en cada situación.
La función del profesor y el modelo ideal lo
determinan las condiciones del papel que
la situación de trabajo le impone.
El profesor más que un profesional activo,
creativo, es un
servidor público dentro de un sistema social”
Educadores, estudiantes e instituciones educativas son el eje fundamental para la
formación humana, la que ha sufrido cambios, ayudada en gran medida por la
creciente generación de conocimiento, los avances tecnológicos, culturales y sociales.
Actualmente, la tendencia de los procesos educativos es cambiar la concepción de la
enseñanza y aprendizaje, de un paradigma centrado en el profesor a uno centrado en
el estudiante, de la transmisión de conocimientos, a la construcción de éste, valorando
la importancia no sólo de los resultados de aprendizajes, sino de los procesos
inherentes para su construcción; donde no está instaurada una relación unidireccional
en cuanto a la transmisión de conocimiento, sino mas bien existe un proceso de
interrelación entre el educador y el educando sobre la base de las experiencias
desarrolladas, favoreciendo los cuatro pilares fundamentales de la educación
“aprender a conocer”, “aprender a hacer”, “aprender a convivir y “aprender a ser”
(Delors 1996). Cabe destacar que en este proceso se desarrollan, además de la
capacidad intelectual, la propia personalidad de los educandos, se promueven valores,
modos de conceptuar la realidad, motivaciones y cuestiones éticas que inciden en la
conducta social.
Algunos estudios señalan ciertas características de los docentes, según Das (1996),
para los académicos más tradicionales, un buen docente es quien; “explica la materia
con claridad”, “presenta la materia ordenada”, “posee un buen dominio del tema”, “está
actualizado”. Otras características son reportadas en el estudio de Cataldi (2004),
donde se identifican cinco aspectos que los estudiantes desean de sus docentes: “que
sea justo”, “que sea paciente”, “que sea claro en sus explicaciones”, “que explique las
veces que sea necesario”, “que se interese por sus alumnos”. Por otra parte, Snadden
(1996) menciona que para los estudiantes un buen docente es aquel que: “genera un
clima de confianza”, “permite la participación activa”, “demuestra interés en el
aprendizaje de sus alumnos”, “exhibe una orientación humanista” y “entrega
retroalimentación positiva”, todos ellos atributos en el ámbito del saber ser, saber
actuar, saber convivir.
Si la tendencia de los procesos educativos es cambiar la concepción de un paradigma
centrado en el profesor a uno centrado en el estudiante, necesariamente esto implica
un cambio de rol del profesorado y el desarrollo de competencias que respondan a
estas nuevas exigencias. ¿Esto será percibido por los estudiantes?. ¿Cuáles serán
2. Si algo que saque en claro de las líneas escritas por el autor es que se necesita
tiempo, y no me refiero al tiempo de una jornada escolar, pues de aquello ya cartas se
han tomado en el asunto, me refiero más bien al tiempo concreto para una perfecta
transmisión de conocimientos. Es entonces donde aparece a la luz el concepto de
“disciplina”, una que permita al profesor ser capaz de controlar al menos gran parte de
las irregulares situaciones que se dan en el salón de clases, eso si, sin confundir el
termino disciplina con una especie de adoctrinamiento casi militar; La disciplina,
entonces, debe ser asumida más bien como la creación de un ambiente armónico que
permita al docente realizar su trabajo y al estudiante aprender de manera significativa.
El docente debe de asumir que la escuela es un constante ir y devenir de intercambios
culturales entre sus participantes, entonces, el maestro solo debe aprender a manejar
de la mejor manera sus recursos y poderes para la mejora de la disciplina en el aula;
en palabras de Fernández Enguita:
“la escuela es un escenario permanente de conflictos (….) lo que tiene lugar en el aula
es el resultado de un proceso de negociación informal que se sitúa en algún lugar
intermedio entre lo que el profesor o la institución escolar quieren que los alumnos
hagan y lo que estos están dispuestos a hacer.”
Pueden rescatarse tres actitudes esenciales que debe poseer el maestro para
ayudar a que sus alumnos se motiven. Estas son:
• La confianza en el potencial humano: Es decir, en la capacidad que tiene el
ser humano de activar en sí mismo sus aptitudes para desarrollarse y de
regular los diversos actos de su vida. Viene a ser como una apuesta en las
personas, en la auto-educabilidad, en la capacidad personal del sujeto a
orientarse positivamente por sí mismo. Las personas que recuerdan con
admiración a algún “maestro”, denominación que se subraya al referirse a él,
enfatizan que “les alentó a descubrir que podíamos lo que no sabíamos que
podíamos y terminamos gustando de la más árida de las asignaturas.
• La congruencia o autenticidad: Se trata de buscar su ser profundamente en
uno mismo sin apariencias ni máscaras, lo que permite la expresión personal,
liberando su energía lo que provocará llegar a crear una comunicación
interpersonal más profunda, mas ágil, más cordial.
• La aceptación incondicional: Es el interés profundo por la otra persona
diferente de uno mismo; esta aceptación se manifiesta por una escucha activa
y una actitud corporal congruente, hecho que hace que el otro se sienta
reconocido como un ser significante, importante. Tal como decía Dickens: “toda
la grandeza de un hombre consiste en dar al otro el sentimiento de su propia
grandeza”. Es este sentimiento de grandeza, de dignidad, que responde a un
poderoso deseo común en todos, que contribuye, en él también, a acrecentar
la energía psicológica.
A propósito de las actitudes anteriores, también puede desarrollarse la concepción de
la motivación destacando que más que los métodos, son las actitudes del educador
3. las que importan. Por lo tanto, se privilegia sobre todo el enfoque afectivo.
Consecuentemente con las ideas anteriores, se ha demostrado que es el profesor
quien puede reforzar o por el contrario, quien puede frenar la motivación por causa de
su actitud y su comportamiento. En forma muy sencilla, “si el profesor sonríe, los
alumnos sonríen; si el profesor aparece enojado, los alumnos se ponen serios. Del
profesor depende la reacción del otro, por eso debe dar comportamientos apropiados.
En algunos casos el maestro deberá reflexionar preguntándose, ‘¿cómo me
modifico yo para para modificar a los otros?’ Si el profesor cambia para bien,
los alumnos también deberán cambiar para bien”.
1. Los conceptos claves que se necesitan entender de este texto son:
• Personalidad: Fernando González Rey define el término personalidad como la
Organización estable y sistémica de los contenidos y funciones psicológicas
que caracterizan la expresión integral del sujeto, en sus funciones reguladoras
y autorreguladoras del comportamiento. A partir de esta definición pudiéramos
precisar los siguientes elementos esenciales:
1 La personalidad es inherente al ser humano.
2 No nace, se forma.
3 Permite la regulación del comportamiento.
4 Tiene como función contribuir a la dimensión futura del sujeto, sobre la que
se regula el comportamiento en el presente.
5 Está en proceso continuo de desarrollo a partir de su funcionamiento.
La personalidad es individual, o sea, nos hace a unos diferentes de los otros; es
estable; constituye el nivel regulador superior de la actividad del individuo, posee
un carácter activo, se expresa en la unidad de lo cognitivo y lo afectivo y constituye
un sistema integral que tiene una determinada composición, una organización en
la que es posible reconocer regularidades, leyes, principios de funcionamiento.
• Aprendizaje: Se define como el cambio relativamente estable de conducta de
un individuo como resultado de la experiencia. Este cambio es producido tras
el establecimiento de asociaciones entre estímulos y respuestas. Esta
capacidad no es exclusiva de la especie humana, aunque en el ser humano el
aprendizaje se constituyo como un factor que supera a la habilidad común de
las mismas ramas evolutivas. Gracias al desarrollo del aprendizaje, los
humanos han logrado una cierta independencia de si contexto ecológico y
hasta pueden modificarlo de acuerdo a sus necesidades.
• Disciplina: La disciplina es la capacidad de actuar ordenada y
perseverantemente para conseguir un bien. Exige un orden y unos
4. lineamientos para poder lograr más rápidamente los objetivos deseados,
soportando las molestias que ésto ocasiona. La principal necesidad para
adquirir este valor es la Autoexigencia; es decir, la capacidad de pedirnos
a nosotros mismos un esfuerzo "extra" para ir haciendo las cosas de la mejor
manera. El que se sabe sabe exigir a sí mismo se hace comprensivo con los
demás y aprende a Trabajar y a darle sentido a todo lo que hace. La disciplina
es indispensable para que optemos con persistencia por el mejor de los
caminos; es decir, por el que nos va dictando una conciencia bien formada que
sabe reconocer los deberes propios y se pone en marcha para actuar.
2. Los supuestos de los que parte el autor son:
Si una de las características de los profesores bien formados es la preocupación
por la coherencia, exactitud, consecuencias y justificabilidad de sus sistemas de
creencias, parece que la reflexión sobre tales cuestiones es importante. Y si uno
de los objetivos educativos de la formación del profesorado consiste en capacitar
a los futuros docentes para estructurar unas identidades profesionales razonables
y justificables, parece que habrá que descubrir y examinar sus creencias sociales
implícitas.
Es obvio que pensamos que deben presentarse a los estudiantes puntos de vista
alternativos acerca de cómo pueden ser las escuelas y la enseñanza. Sin
embargo, no creo que esta reflexión deba centrarse solo en la creencias sociales
implícitas de los futuros profesores con el único objetivo de permitirles escoger y
articular su postura educativa de forma más clara permanente y justificable.
Pienso también que para los futuros profesores es valioso , desde el punto de
vista instrumental examinar nuestros conocimientos sobre las condiciones
sociales de la escolarización de manera que puedan comenzar a considerar si la
dinámica institucional y social influye en la implantación de sus objetivos.