1. Estefanía
De
León
Janela
Salazar
Karen
Tahaniri
Paulina
González
Gerardo
Contreras
Mal
y
miedo
El
mal
y
el
miedo
son
gemelos
siameses
es
imposible
encontrarse
con
uno
sin
encontrarse
al
mismo
tiempo
con
el
otro,
uno
es
lo
que
vemos
y
oímos
y
el
otro
es
lo
que
sentimos.
¿Qué
es
el
mal?
Es
incontestable
porque
lo
calificamos
como
malo
o
malvado,
elemento
negativo
que
no
podemos
ni
entender
ni
expresar.
Decimos
que
el
mal
es
un
hecho
negativo,
no
somos
capaces
de
señalar
la
norma
que
ha
sido
infringida
al
producirse
el
acto
para
el
que
tratamos
de
hallar
un
nombre
apropiado.
Delito:
porque
disponemos
de
un
código
legislativo
que
todo
acto
delictivo
vulnera.
Pecado
tenemos
una
lista
de
mandamientos
cuya
desobediencia
convierte
a
los
infractores
en
pecadores
Filósofos
dicen
que
es
hecho
en
bruto,
un
hecho
que
ni
pide
ni
admite
mayor
explicación.
Nosotros
buscamos
un
explanans
(de
un
factor
explicativo)
y
un
explanans
(el
objeto
de
la
explicación).
Para
nuestros
antepasados
el
mal
nacía
o
se
despertaba
con
el
propio
acto
del
pecado
y
era
devuelto
a
los
propios
pecadores
en
forma
de
castigo.
La
presencia
del
mal
constituía
un
problema
moral
y
contrarrestar
ese
mal
y
obligarlo
a
desaparecer
era
una
tarea
igualmente
moral.
Freud
dice
en
sus
teorías
que
las
dolencias
psíquicas
tienen
su
origen
de
experiencias
angustiosas
de
la
infancia.
Los
sabios
de
otras
épocas
creían
que
el
mal
era
un
castigo
merecido
y
proporcionado
por
los
pecados
cometidos
por
quienes
lo
sufrían.
El
libro
de
Job
mencionaba
que
los
misterios
del
mal,
la
secuencia
de
pecados
y
castigos
trataba
de
encubrir
en
lugar
de
resolver,
hacia
lo
imposible
por
defender
la
indestructibilidad
de
los
vínculos
entre
pecado
y
castigo
y
entre
virtud
y
recompensa.
Los
seres
humanos
tienden
a
temer
aquellas
consecuencias
negativas
de
sus
actos,
pero
no
sólo
eso,
además
se
asustan
ante
los
hechos
trágicos
o
desastres
inesperados.
La
concepción
del
mal
funcionaría
como
una
explicación
racional
a
como
el
hombre
entiende
la
voluntad
divina
y
se
presenta
responsable
moralmente.
La
avaricia,
el
egoísmo
y
la
corrupción
de
las
costumbres
humanas
justifican
y
explican
las
grandes
catástrofes
producidas
por
el
azar.
Al
tratar
de
analizar
acerca
de
el
punto
central
en
el
temor
humano
al
mal
el
cual
no
reside
sobre
su
acción,
sino
sobre
el
poder
que
éste
ejecuta
sobre
el
ser
humano.
Las
relaciones
humanas
se
han
convertido
en
lugares
abundantes
de
ansiedad
la
cual
aumenta
por
la
búsqueda
constante
de
nuevos
lazos
superficiales.
Así
mismo,
los
miedos
postmodernos
pueden
agruparse
en
tres
tipos
tales
como
los
propios
de
la
naturaleza,
las
amenazas
contra
los
puntos
débiles
de
nuestro
cuerpo
y
por
último
los
peligros
que
emanan
de
otras
personas.
2. Últimamente
se
ha
comenzado
a
creer
que
los
hombres
y
las
mujeres
hacen
el
mal
sin
intención
malévola,
dejándose
llevar
por
sus
emociones,
las
cuales
son
volátiles
y
no
son
fiables.
Por
ejemplo,
muchas
veces
te
dejas
llevar
por
un
sentimiento
de
resentimiento
o
ira,
lo
que
te
lleva
a
actuar
impulsivamente
y
a
cometer
actos
violentos.
Otra
razón
por
la
cual
se
cree
que
muchas
veces
estos
actos
no
son
hechos
por
maldad,
es
lo
que
Hannah
Arendt,
la
teórica
política
alemana
llamaría
“banalidad
del
mal”
lo
que
hace
referencia
a
aquellas
personas,
burócratas,
que
actúan
dentro
de
las
reglas
de
un
sistema
al
que
pertenecen
sin
pensar
en
la
gravedad
o
la
consecuencia
de
sus
actos.
Ellos
se
guían
simplemente
por
el
objetivo,
por
lo
que
les
dicte
sus
superiores
con
la
esperanza
de
alcanzar
más
éxito
y
poder.
Hoy
en
día
gracias
a
las
tecnologías
y
a
las
armas
cada
vez
más
complejas
y
poderosas
se
ha
logrado
lo
que
se
podría
considerar
como
una
violencia
perfeccionada,
en
la
cual
se
puede
eliminar
a
toda
una
población
entera
en
cuestión
de
segundos.
Muchos
de
estos
actos
se
han
convertido
en
la
capacidad
destructiva
y
despersonalizada
del
humano.
El
trasfondo
muchas
veces
de
estas
personas
está
impulsado
por
resentimiento
y
soledad,
que
logra
ser
manipulado
por
líderes
de
terroristas
que
los
invitan
a
actuar.
Estas
personas
se
les
llamaría
“burócrata
moderno”
el
cual
busca
sobresalir
por
sus
habilidades,
siempre
en
el
camino
más
corto,
barato
y
seguro,
utiliza
un
cálculo
racional.
Para
ellos
no
existe
la
conciencia
ni
la
compasión
sino
el
compromiso
de
cumplir
con
las
reglas
que
se
les
estipularon.
Incluso
se
llega
a
comparar
hoy
en
día
los
males
provocados
por
los
humanos
como
más
aterradores
de
los
que
pueden
llegar
a
ocasionar
los
desastres
naturales.
Hay
personas
que
han
logrado
sucumbir
a
sociedades
enteras,
guiándolas
por
sus
intenciones
malvadas
pero
haciéndolos
creer
que
es
por
un
bien
común.
Muchas
veces
creemos
que
estamos
exentos
a
estas
atrocidades,
ya
que
nuestra
sociedad
nos
hace
creer
que
somos
invencibles
y
nos
enseñan
a
taparnos
los
oídos
y
a
apartar
la
mirada.
Immanuel
Kant
habla
sobre
la
razón
práctica,
que
te
lleva
a
actuar
y
la
razón
teórica
que
te
lleva
a
conocer.
El
decía
que
el
ser
humano
“ha
de
obrar
siempre
de
tal
modo
que
pueda
querer
que
su
máxima
sea
ley
universal”.
Pero
últimamente
para
el
ser
humano
ya
no
es
preocupación
el
poder
llegar
a
mentir,
a
actuar
mal,
a
afectar
a
alguien
y
donde
comienza
a
prevalecer
el
término
“dos
pesos,
dos
medidas”
dentro
de
la
cual
se
cree
que
ante
situaciones
iguales
o
similares,
los
gobiernos
actúan
de
diferente
manera,
porque
los
actores
involucrados,
tienen
distinto
peso
o
porque
los
intereses
son
disímiles
El
agente
del
mal
se
suele
mover
por
orgullo
envidia,
odio
o
resentimiento.
Lo
que
Arendt
destaca
es
que
el
agente
del
mal
ejemplificado
por
la
SS
no
obra
por
ningún
motivo
de
esta
naturaleza.
Él
se
veía
a
sí
mismo
como
un
instrumento
de
un
programa
de
eliminación
de
lo
humano
del
que
formaban
parte
el
asesinato
y
la
tortura
como
simples
técnicas
de
gestión
o
como
efectos
colaterales
exigidos
por
el
funcionamiento
del
sistema.
3. Arendt
considera
esta
forma
de
mal
como
una
manifestación
nueva.
En
Eichmann
descubrió
Arendt
un
agente
del
mal
capaz
de
cometer
actos
objetivamente
monstruosos,
sin
motivaciones
malignas
específicas:
los
peores
crímenes
no
requieren
grandes
motivos.
La
banalidad
del
mal
apunta
precisamente
a
esta
ausencia
de
malignidad.
Lo
que
tiene
de
banal
el
mal
cometido
por
Eichmann
no
está
en
lo
que
hizo,
sino
en
por
qué
lo
hizo.
Las
personas
que
son
proyecciones
del
propio
mal
no
se
pueden
distinguir
de
las
que
no
son.
Nos
moveremos
en
un
terreno
a
ciegas,
tratando
de
adivinar
(con
lo
arriesgados
que
son
tales
intentos)
quién
sucumbirá
y
quién
no
a
la
tentación
del
mal
cuando
llegue
el
momento
de
prueba.
De
ahí
se
llega
a
la
conclusión,
dada
por
los
expertos
del
cálculo
de
riesgo,
que
lo
más
seguro
es
asumir
que
todas
las
personas
sin
excepción
son
proclives
a
ser
reclutadas
al
servicio
del
mal.
Los
otros,
entendidos
como
unos
otros
extraños,
anónimos,
sin
rostro,
con
quienes
cruzamos
diariamente
de
pasada
nuestras
densamente
pobladas
urbes
son
las
fuentes
que
emanan
amenaza
vaga
o
difusa,
al
contrario
de
transmitirnos
una
sensación
de
seguridad
o
protección
frente
al
peligro.
Lo
que
lleva
a
la
“desatención
cortés”
de
la
que
habla
Erving
Goffman:
mantener
distancias
para
ser
el
único
modo
razonable
de
proceder.
Crisis
de
confianza
mala
noticia
para
los
lazos
humanos,
los
vínculos
humanos
han
pasado
a
convertirse
en
territorios
fronterizos.
Las
relaciones
humanas
han
dejado
de
ser
ámbitos
de
certeza,
tranquilidad
y
sosiego
espiritual.
En
cambio
se
ha
convertido
en
una
fuente
de
ansiedad
perpetua
y
una
constante
alerta.
En
esta
modernidad
líquida
más
que
en
cualquier
otra
época
se
busca
crear
vínculos
fiables
y
sólidos
que
lo
único
que
ocasionan
es
agravar
más
a
situación.
En
vez
de
levantar
sospechas
y
evitar
frustraciones
y
traiciones
buscamos
–compulsiva
y
apasionadamente-‐
redes
de
amigos
y
amistades
más
amplias
que
con
las
tecnologías
somos
capaces
de
tener
una
mayor
capacidad
de
almacenamiento.
Preferimos
invertir
más
nuestras
esperanzas
en
redes
más
que
en
relaciones.
Se
espera
compensar
en
forma
de
cantidad
la
pérdida
de
calidad
que
de
ello
se
desprende,
es
por
eso
que
las
relaciones
son
más
frágiles
y
superficiales.
Las
relaciones
no
se
fortalecen,
los
miedos
no
desaparecen,
en
la
modernidad
líquida
tienden
a
considerar
la
huida
de
los
problemas
como
puestas
más
seguras
que
la
de
quedarse
a
combatirlos.
La
línea
que
divide
a
los
amigos
para
siempre
de
los
enemigos
eternos
ha
quedado
completamente
desdibujada,
queda
una
especie
de
“zona
gris”
en
la
que
los
papeles
4. asignados
pueden
ser
intercambiados
al
instante
y
sin
apenas
esfuerzo.
La
frontera
o
lo
que
queda
de
ella
cambia
de
forma
o
se
traslada
a
cada
paso.
Todo
esto
añade
a
la
ya
de
por
sí
considerable
confusión
existente
y
envuelve
el
futuro
en
una
niebla
más
densa
aún.
Y
la
niebla
es
uno
de
los
escondites
del
mal.
Formada
a
partir
de
los
vapores
del
miedo,
la
niebla
hiede
el
mal.
Bauman,
Zygmunt
-‐
Miedo
lÃ-‐quido.pdf.
(n.d.).
<i>Bauman,
Zygmunt
-‐
Miedo
lÃ-‐quido.pdf</i>.
Retrieved
October
31,
2013,
from
http://es.scribd.com/doc/141571865/Bauman-‐Zygmunt-‐Miedo-‐liquido-‐pdf
Nosotros
declaramos
que
hemos
realizado
este
resumen
con
estricto
apego
al
código
de
honor
de
la
UDEM.