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Preparación del Señor previo a su ministerio (XII)
Autor:Paulo Arieu
Preparación mediante el recibimiento del Espíritu Santo (1:10-11).
«Cuando Justino describe la vida de Juan, su particular vestido y alimento (cf. D 88.7). está
viendo todo esto como prueba de que el Espíritu actúa en Él (de ahí que le confundan con el
Cristo y que sea necesario un signo que identifique a Jesús).
Justino presenta un contraste entre Juan y Jesús. Éste último crece con total normalidad, se
alimenta de todo. No se distingue de los otros hombres (cf. D 8,2). No se trata sólo de afirmar la
verdadera humanidad de Jesús. Se quiere insistir más bien en una vida completamente normal, en
la que no se da manifestación especial del Espíritu. Jesús no predica, no profetiza ni bautiza. Si
algo enseña es a través de su oficio de carpintero (cf. D 88 8).»(1)
«Al salir del agua, (Mar. 1:10; Jn. 1:33-34), Juan vio que el cielo se abría y que el Espíritu de
Dios descendía en forma de paloma, y reposaba sobre Jesús: una voz hizo saber estoy desde el
cielo:: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia" (Mat. 3:17). Así el poder del
Espíritu fue otorgado en toda su plenitud a la naturaleza humana de nuestro Señor, con vistas a
Su ministerio (Luc. 4:1,14). En el curso de su ministerio se mostró de inmediato como verdadero
hombre y verdadero Dios» (2)
«El Espíritu Santo, la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, es Dios. Verdadero Dios como
lo son el Padre y el Hijo. Es el Amor del Padre y del Hijo. Cristo prometió que este Espíritu de
Verdad iba a venir y moraría dentro de nosotros. "Yo rogaré al Padre y les dará otro Intercesor
que permanecerá siempre con ustedes. Este es el Espíritu de Verdad que el mundo no puede
recibir porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes saben que él permanece con ustedes, y estará
en ustedes" (Jn 14:16-17)
El Espíritu Santo vino el día de Pentecostés y nunca se ausentará. Cincuenta días después de la
Pascua, el Domingo de Pentecostés, los Apóstoles fueron transformados de hombres débiles y
tímidos en valientes proclamadores de la fe; los necesitaba Cristo para difundir su Evangelio por
el mundo El Espíritu Santo está presente de modo especial en la Iglesia, comunidad de quienes
creen en Cristo como el Señor. Ayuda a su iglesia a que continúe la obra de Cristo en el mundo.
Su presencia da gracia a los fieles para unirse más a Dios y entre sí en amor sincero, cumpliendo
sus deberes con Dios y los demás. La gracia y vida divina que prodiga hacen a la Iglesia ser
mucho más grata a Dios; la hace crecer con el poder del Evangelio; la renueva con sus dones y la
lleva a unión perfecta con Jesús...
Es nuestro deber honrar al Espíritu Santo amándole por ser nuestro Dios y dejarnos dócilmente
guiar por Él en nuestras vidas. San Pablo nos lo recuerda diciendo: "¿No saben ustedes que son
templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?"(1 Cor 3, 16).¨ (3)
Jesús recibió un bautismo de poder con el Espíritu Santo: «Al examinar las referencias en los
cuatro evangelios y en Hechos 1:5, se aclara que el Bautismo del Espíritu es considerado en cada
caso como un acontecimiento futuro, el cual nunca había ocurrido previamente. No hay mención
del Bautismo del Espíritu en el Antiguo Testamento, y los cuatro evangelios se unen con Hechos
1:5 en anticipar el Bautismo del Espíritu como un evento futuro. En los evangelios, el Bautismo
del Espíritu se presenta como una obra la cual Cristo hará por medio del Espíritu Santo como su
agente, como, por ejemplo, en Mateo 3:11, donde Juan el Bautista predice que Cristo "os
bautizará en Espíritu Santo y fuego". La referencia al Bautismo por Fuego parece hacer alusión a
la segunda venida de Cristo y los juicios que ocurrirán en ese tiempo, y también se menciona en
Lucas 3:16, pero no en Marcos 1:8 o en Juan 1: 33.
El Antiguo Testamento relaciona el viento con el fuego en el Salmo 104.4, citado en Heb.
1:7.También la cita Juan el Bautista: "él os bautizará en Espíritu Santo y fuego" (Luc. 3:16). Así
como el viento representa al Espíritu, así también el fuego connota la purificación que Dios hace
de su pueblo." A veces la intervención del Espíritu Santo se expresa por el uso de la preposición
griega en, como en Mateo 3:11, Lucas 3:16 y Juan 1:33. Ya sea que la preposición se use o no, el
pensamiento es claro en cuanto a que Cristo bautizó por el Espíritu Santo. Algunos han tomado
esto como algo diferente del bautismo del Espíritu del que se habla en Hechos y en las Epístolas,
pero el punto de vista preferible es que el bautismo del Espíritu es el mismo en todo el Nuevo
Testamento. El bautismo en cualquier caso es por medio del Espíritu Santo. La norma de la
doctrina es expresada por Cristo mismo cuando Él contrastó su bautismo, administrado por Juan,
con el futuro bautismo de los creyentes por medio del Espíritu Santo, lo cual ocurriría después de
su ascensión. Cristo dijo: "Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis
bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días" (Hch. 1:5). (4)
Peregrinación a la región de Cesárea de Filipo. Confesión mesiánica de Pedro (Mar 8:27-34). En
ese viaje Jesús habló de su pasión (Mar 8:30-32).
La unción de la obediencia
San Cirilo de Alejandría, Patriarca de Alejandría, (376-444), Su autoridad sirvió santamente los
designios de Dios. San Cirilo es famoso por su defensa de la ortodoxia contra la herejía,
particularmente contra el nestorianismo. Fue el Defensor de la doctrina que proclama a María la
Theotokos: Madre de Dios. Esta doctrina fue proclamada como dogma católico en el Concilio de
Éfeso (431) que San Cirilo presidió bajo la autoridad el Papa Celestino. San Cirilo escribió en un
comentario titulado "Efusión del Espíritu Santo sobre toda carne", que: «Cuando el Creador del
universo decidió restaurar todas las cosas en Cristo, dentro del más maravilloso orden, y
devolver a su anterior estado la naturaleza del hombre, prometió que, al mismo tiempo que los
restantes bienes, le otorgaría también ampliamente el Espíritu Santo, ya que de otro modo no
podría verse reintegrado a la pacífica y estable posesión de aquellos bienes.
San Atanasio y San Cirilo (derecha)
Determinó, por tanto, el tiempo en que el Espíritu Santo habría de descender hasta nosotros, a
saber, el del advenimiento de Cristo, y lo prometió al decir: En aquellos días -se refiere a los del
Salvador - derramaré mi Espíritu sobre toda carne. Y cuando el tiempo de tan gran munificencia
y libertad produjo para todos al Unigénito encarnado en el mundo, como hombre nacido de
mujer -de acuerdo con la divina Escritura, Dios Padre otorgó a su vez el Espíritu, y Cristo, como
primicia de la naturaleza renovada, fue el primero que lo recibió.
Y esto fue lo que atestiguó Juan Bautista cuando dijo: He contemplado al Espíritu que bajaba del
cielo y se posó sobre él .Decimos que Cristo, por su parte, recibió el Espíritu, cuanto se había
hecho hombre, y en cuanto convenía que el hombre lo recibiera; y, aunque es el Hijo de Dios
Padre, engendrado de su misma sustancia, incluso antes de la encarnación -más aún, antes de
todos los siglos -, no se da por ofendido de que el Padre le diga, después que se hizo hombre:
"Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy." Dice haber engendrado hoy a quien era Dios,
engendrado de él mismo desde antes de los siglos, a fin de recibirnos por su medio como hijos
adoptivos; pues en Cristo, en cuanto hombre, se encuentra significada toda la naturaleza: y así
también el Padre, que posee su propio Espíritu, se dice que se lo otorga a su Hijo, para que
nosotros nos beneficiemos del Espíritu en él. Por esta causa perteneció a la descendencia de
Abrahán, como está escrito, y se asemejó en todo a sus hermanos.
De manera que el Hijo unigénito recibe el Espíritu Santo no para sí mismo -pues es suyo, habita
en él, y por su medio se comunica, como ya dijimos antes-, sino para instaurar y restituir a su
integridad a la naturaleza entera, ya que, al haberse hecho hombre, la poseía en su totalidad.
Puede, por tanto, entenderse -si es que queremos usar nuestra recta razón, así como los
testimonios de la Escritura- que Cristo no recibió el Espíritu para sí, sino más bien para nosotros
en sí mismo: pues por su medio nos vienen todos los bienes.» (5)
«Jesús no necesita recibir el Espíritu ya que El es uno con Padre y el Espíritu Santo desde la
eternidad. En el bautismo se manifestó el Espíritu para beneficio nuestro, en una epifanía
(manifestación) de la Trinidad. » (6)
En un comentario de Raniero Cantalamessa, comentarista del portal de la fe católica
corazones.org, titulado "Me ha consagrado con la unción", explica bastante bien según mi
opinión lo sucedido en su bautismo en el río Jordán y el acto de la recepción del Espíritu Santo
en la vida de Jesús: «Jesús mismo dio una explicación de lo que ocurrió en Él en el bautismo en
el Jordán:"De regreso, en la sinagoga de Nazaret se aplicó a sí mismo las palabras de Isaías: "El
Espíritu del Señor está sobre mí: me ha consagrado con la unción...". El mismo término de
unción utiliza Pedro en la segunda lectura, hablando del bautismo de Jesús: "Dios a Jesús de
Nazaret le ungió con el Espíritu Santo y con poder"
Se trata de un concepto fundamental para la fe cristiana. Basta decir que el nombre Mesías en
hebreo y Christos en griego significan exactamente eso: Ungido. Nosotros mismos, decían los
antiguos Padres, nos llamamos cristianos porque hemos sido ungidos a imitación de Cristo, el
Ungido por excelencia. La palabra "ungido", en nuestro lenguaje, tiene muchos significados, no
todos positivos. En la antigüedad la unción era un elemento importante de la vida. Se ungían con
aceite los atletas para estar sueltos y ágiles en las carreras, y se ungían con aceite perfumado
hombres y mujeres para tener el rostro bello y resplandeciente. Actualmente, con estos mismos
objetivos, hay a disposición una infinidad de productos y cremas en gran parte derivados de
distintos tipos de aceites. En Israel el rito tenía un significado religioso. Se ungía a los reyes, a
los sacerdotes y a los profetas con un ungüento perfumado y éste era el signo de que estaban
consagrados al servicio divino. En Cristo todas estas unciones simbólicas se hacen realidad. En
el bautismo en el Jordán Él es consagrado rey, profeta y sacerdote eterno por Dios Padre. Pero no
con un aceite físico, sino con el aceite espiritual que es el Espíritu del Señor, "el óleo de alegría",
como lo define un salmo.
Esto explica por qué la Iglesia da tanta importancia a la unción con el santo crisma. Existe un rito
de unción en el bautismo, en la confirmación y en la ordenación sacerdotal; existe una unción de
los enfermos (en un tiempo llamada "extremaunción"). Es porque a través de estos ritos se
participa en la unción de Cristo, esto es, en su plenitud de Espíritu Santo. Se es literalmente
«cristiano», esto es, ungido, consagrado, persona llamada -dice Pablo-"a difundir en el mundo el
buen olor de Cristo"...
Actualmente está de moda hablar de aromaterapia. Se trata del empleo de aceites esenciales (o
sea, los que exhalan perfume) para el mantenimiento de la salud o para la terapia de algunos
trastornos... No se contenta con prometer con ellos bienestar físico... Lo que deseo expresar es
que existe una aromaterapia segura, infalible, que excluye toda contraindicación: ¡la que está
hecha a base del aroma especial, del ungüento perfumado, que es el Espíritu Santo!
Esta aromaterapia hecha de Espíritu Santo cura las enfermedades del alma y a veces, si Dios
quiere, también las del cuerpo. Hay un canto espiritual afro-americano en el que no se hace más
que repetir continuamente estas pocas palabras: "Hay un bálsamo en Gilead que cura las almas
heridas". Gilead, o Galaad, es una localidad famosa en el Antiguo Testamento por sus perfumes
y ungüentos (Jer 8,22). El canto prosigue, diciendo: "A veces me siento desalentado y pienso que
todo es en vano, pero entonces el Espíritu Santo reaviva el alma mía". Gilead es para nosotros la
Iglesia, y el bálsamo que sana es el Espíritu Santo.
Él es la estela de perfume que Jesús ha dejado tras de sí, al pasar por esta tierra. El Espíritu Santo
es especialista en las enfermedades del matrimonio. El Espíritu Santo es el don hecho persona: la
donación del Padre al Hijo y del Hijo al Padre. Donde llega Él renace la capacidad de hacerse
don y con ella la alegría y la belleza de vivir juntos. El filósofo Heidegger lanzó un juicio
alarmado sobre el futuro de la sociedad humana: "Sólo un dios nos puede salvar", dijo. Pues yo
digo que este Dios que nos puede salvar existe: es el Espíritu Santo. Nuestra sociedad necesita
dosis masivas de Espíritu Santo.» (7)
¿Por que Jesús fue bautizado?
«Conservamos varias páginas del Diálogo que comentan el Bautismo de Jesús. La escena ha
atraído la atención de muchos estudiosos del mártir. Lo cierto es que bastantes de entre ellos
parecen contradecir lo que acabamos de afirmar que éste fuera, según Justino, un momento de
relieve en la vida terrena de Cristo.
Opinan, en efecto, que el mártir reduce prácticamente el Bautismo de Jesús a una manifestación.
La bajada del Espíritu tiene poco o ningún efecto sobre el Salvador se trata sobre todo de un
signo por el que se reconoce que éste poseía el Pneuma desde antaño.
Fijémonos en el punto de vista que estos exegetas adoptan en su estudio. Atienden ante todo a la
dificultad que la escena evangélica plantea al mártir, En efecto, para Justino el Cristo es
preexistente. Es decir, es ungido con el Espíritu, ya desde antes de la creación, para hacer
participes a los hombres de la fuerza divina. Así las cosas, el episodio del Bautismo parece dar
lugar a una contradicción. Si el Espíritu desciende sobre Jesús, ¿es que le era preciso al
Salvador?' ¿Pero no era El, desde el principio, su portador en plenitud? Como se ve, las
preguntas abren el flanco al ataque adopcionista: hubo quienes usaban el Bautismo para negar la
preexistencia de Cristo. Justino se muestra preocupado por evitar esta postura.
Tal es la clave que los autores a que nos referimos privilegian para interpretar al mártir. Según
ellos, sólo acuciado por las preguntas de Trifón y sin poder disimular un cierto embarazo, aborda
la exégesis del Saldrá por La tangente: en el Jordán se manifiesta, para conocimiento de los
hombres, una propiedad que Cristo ya poseía de antes. Así, el episodio no juega papel de relieve
en su pensamiento'. Es una escena de que el mártir bien prescindiría. Ciertamente hay pasajes
que apoyan esta interpretación. Sin lugar a dudas, uno de los aspectos del Bautismo es el de
manifestación o signo que muestra a Jesús como Cristo. Ahora bien. Justino conoce también otro
ingrediente del Bautismo. La recepción del Espíritu no se explica sólo como proclamación de
una propiedad ya poseída. En otros textos se afirma la concentración, en Jesús, del Espíritu que
actuaba en los profetas; Espíritu que se donará luego al pueblo cristiano. Y no se trata de simple
desvelamiento sin novedad real, sino de un verdadero cambio con efectos palpables en la vida de
Jesús... Por otro lado, no se puede dudar de la importancia que tiene para Justino la teología de la
preexistencia, y de que el debate con Trifón sobre este asunto influye a la hora de abordar el
Bautismo. La objeción adopcionista estaba presente.
Ahora bien, sin negar alcance a la polémica con Trifón sobre la preexistencia, pienso que no es
bueno partir directamente de ella: esto significaría estrechar de entrada la perspectiva, mirarlo
todo desde un prisma que tiende por sí mismo a acortar muchos horizontes. Porque la visión de
Justino, asi lo probaremos, es más amplia: otros aspectos le interesan en tomo al Bautismo.
En realidad, para el mártir el episodio no es tanto un obstáculo, cuanto una vía que le permite
profundizar en el misterio de Cristo.» (8)
«Justino se fija en dos figuras: Juan Bautista y Jesús. Comencemos por el primero. Los
elementos con que se le describe ponen de manifiesto que en Él actúa el Espíritu. Se nos dice que
estaba sentado en el Jordán: se trata de la posición que adoptaba el maestro. Desde esa cátedra
Juan grita y predica profetizando la venida del Salvador. La misma presentación encontramos en
la otra narración del Bautismo (D 87-88). Allí se añade que Juan se distingue por su vestido y
dieta especiales. Hasta tal punto actuaba en Juan el Espíritu, que la gente llegó a pensar se trataba
del Cristo.
Se centra entonces el interés sobre Jesús. Sabemos que su vida transcurrió en normalidad hasta el
Bautismo. Justino acentúa que no se dio nada extraordinario, es decir, ninguna actuación en Él
del Espíritu, como se estaban dando entonces en Juana. Cuando el Señor se acerca al Jordán,
Juan todavía enseña sentado, signo de que le agita aún el Pneuma. Nada más llegar, Jesús pone
fin a toda acción extraordinaria en el Bautista. profecías y bautismos.
¿Qué ocurrió entonces a Jesús'? En ese momento comenzó Él también a evangelizar: "El Reino
de los cielos está cerca".
Y Justino añade algunos contenidos del mensaje de Jesús. A partir del Jordán empezó a anunciar
su muerte y resurrección:
1. predijo también una característica del tiempo de la Iglesia, al decir que enseguida
aparecerían los herejes
2. y desvelé el cumplimiento definitivo de la historia, cuando él mismo volverá a Jerusalén
para comer y beber con los suyos
3. ¿Qué quiere decir Justino con esta enumeración? A primera vista puede parecer un elenco
escogido al azar entre los dichos del Maestro, para dar idea de la actividad de Jesús.
Prestemos, sin embargo, atención a un pasaje que muestra similitudes con el nuestro, D 76, 3-7.
Comenta allí Justino el título "Ángel del gran consejo" (Is 9, 6): es decir, aquel que desvela
definitivamente los designios de Dios sobre el mundo. El culmen de tal actividad lo constituye la
predicación de Jesús, descrita en términos similares a los que acabamos de ver predijo la cruz y
resurrección (1), y el juicio definitivo (2); y, aunque no se dice nada de los herejes (3), si se
anuncia la destrucción del diablo por parte de los cristianos, asunto relacionado con la
instigación satánica de las herejías.
Este paralelismo nos indica que, al resumir la predicación de Jesús tras el Bautismo, se la está
caracterizando de forma inequívoca: es una actividad profética. Ahora realiza Él, en plenitud, lo
que antes Juan; Jesús desvela los designios del Padre.,
La relación con el título "Ángel del gran consejo" (D 76,3), puede iluminamos aún. Aquí "ángel"
tiene un valor funcional, atendiendo a su significado de "mensajero". Justino ha unido poco antes
las nociones de "ángel" y "apóstol" (enviado) con la de "profeta", en torno a la figura de Josué.
En otro pasaje los títulos "sacerdote", "rey" y "ángel" se relacionan con una unción.. Donde
esperaríamos la unción del profeta (sacerdote, rey, profeta), encontramos la del "ángel". Justino
ve, por tanto, unidos "ángel", "apóstol" y "profeta", y asocia el primero a una unción.
Beskow ha sugerido un texto que podía haber inspirado al mártir para establecer estas relaciones.
Se trata de Is 61, 1, al que Justino, alude en otro contexto: "El Espíritu del Señor está sobre mí
porque El me ha ungido; me ha enviado a anunciar la buena nueva a los pobres..."
Un dato puede confirmar la propuesta de Beskow. Acabamos de leer al mártir: justo después del
Bautismo comienza Jesús a evangelizar. Si Is 61, 1 sirve de trasfondo, encaja muy bien la
descripción del momento. Seguiría Justino a Lucas, quien trae precisamente esta escritura de
Isaías cuando narra la escena de Jesús en la sinagoga de Nazaret (Luc 4, 1 8s). Todos los datos
apuntan a lo mismo y nos permiten concluir Justino pensó en una unción asociada al momento
del Jordán. Este descenso del Espíritu es real, como real es el cambio operado en la actividad de
Jesús. Callaba antes, evangeliza luego; mantenía primero silencio desvela después el futuro como
profeta. No se trata de unción material, sino de la recepción del Espíritu, que empieza a actuar
entonces en Jesús»(9)
Jesús no necesitaba limpieza de pecado.
Tres razones posibles de su bautismo:
El portal bibleuniverse.com, nos responde esta inquietud:
«Jesús no fue bautizado porque necesitaba limpieza del pecado, porque él no tenía pecado (1
Pedro 2:22). Esta es la razón por la cual Juan el Bautista estaba tan perplejo cuando Jesús vino al
Río Jordán, pidiendo ser bautizado por él. Juan dijo, "Yo necesito ser bautizado por tí ¿tú vienes
a mí?". Mateo 3:14.
Entonces, ¿por qué fue bautizado Jesús?
En este portal , se explica que hay tres razones principales, según cree el comentarista:
Primero, él se bautizó por aquellos que no pueden bautizarse por sí mismos. A veces cuando una
persona acepta a Cristo en la prisión, o en el hospital, las circunstancias no le permiten ser
bautizado. Jesús les da crédito por su bautismo. El ladrón en la cruz fue un ejemplo (Lucas
23:42).
Segundo, Jesús se bautizó como un ejemplo, para que sigamos sus pisadas (1 Pedro 2:21).
Y tercero, Jesús fue bautizado para que nosotros podamos, al estudiar su experiencia, conocer
qué esperar por medio de la fe.» (10)
Bautismo y tentación de Jesús
En un documento electrónico titulado "Bautismo y Tentación de Jesús", de Alfredo Chee, se
explican las razones por las cuales se bautizó Jesús. Extraeré una parte de la explicación que me
parece mas acertada, mas objetiva de acuerdo a mi entendimiento:
«Jesús vino a este mundo para hacer en todo la voluntad del Padre, y ser el perfecto sacrificio por
nuestros pecados. En él, podemos confiar todos los pecadores, porque en él, todos podemos ser
salvos si en obediencia a sus enseñanzas, nos rendimos a su voluntad y resistimos al pecado y a
las tentaciones con la ayuda bondadosa que solamente él nos puede dar porque nos comprende y
se identifica con nosotros (Hebreo 2:17,18).
"Aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el
Jordán. Y luego, cuando subía del agua, vio abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma que
descendía sobre él. Y vino una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo
complacencia. Y luego el Espíritu le impulsó al desierto. Y estuvo allí en el desierto cuarenta
días, y era tentado por Satanás, y estaba con las fieras; y los ángeles le servían" (Mar. 1:9-13)
Marcos en el verso 9, llama a Jesucristo .Jesús para enfatizar su naturaleza humana y partiendo
de este punto, es que Marcos poco a poco nos hace ir descubriendo en Jesús el hombre, al Hijo
de Dios. Algunos falsos maestros del primer Siglo afirmaban que Jesús era solamente un
hombre, en quien descendió el Espíritu Santo cuando fue bautizado. Estos falsos maestros decían
que Jesús no podía ser el Hijo de Dios, es decir igual a Dios. Pero Marcos sin ningún preámbulo
ya ha declarado que Jesús es Jesucristo el Hijo de Dios (v. 1), y ahora su interés es llevar a sus
lectores a esta conclusión, conclusión a la cual él llegó después de ver cuidadosamente las obras
de Jesús, obras que eran sin lugar a dudas igual a las obras del Padre.
Jesús vino de Nazaret de Galilea.., Nazaret era una pequeña aldea de Galilea en la que Jesús
creció y vivió según registra (Mateo 2:22,23). Nazaret era un lugar del cual no se esperaba que
saliera nada bueno (Juan 1:46). Y desde ese lugar vino Jesús para iniciar su ministerio público.
Surgió la costumbre de llamar nazareno a Jesús. Aunque sus conciudadanos no se identificaron
con él ni con su ministerio (Mar 6.1.6; Luc 4.16.30).
Por qué se bautizó Jesús? Nos llama la atención en gran manera el que Jesús haya venido desde
Nazaret para entrar en el Jordán y ser sumergido por Juan. Grandes hombres de Dios según
leemos en la Biblia confesaron sus pecados y tuvieron que arrepentirse de los tales (como el rey
David y otros), y muchos de los que venían a Juan, gente común que entendieron el mensaje de
Dios que él les predicaba, también venían arrepintiéndose y confesando sus pecados, y Juan les
sumergía en agua para que fueran perdonados, el bautismo de Juan era para perdón de los
pecados (Mar 1:4-5). El que grandes hombres, y aún gente común se arrepintieran de sus
pecados muestra que todos los hombres son pecadores que nadie es sin pecado delante de Dios
(Ro. 3:23).
¿Pero Jesús? Él era sin mácula, sin pecado (1 Pe. 2:22), ¿Entonces por qué vino a Juan para que
éste le Bautizará? Tanto Jesús como Juan el bautista se refirieron a esto, Jesús mismo nos dice
que era para cumplir toda justicia. (Mat. 3:13-17). Y Juan el que bautizaba nos dice que él vino
bautizando con agua para que él (el Cristo) fuera manifestado a Israel (Jn. 1:31).
Jesús estaba dispuesto a seguir todos los designios o planes de Dios, así estaría demostrando
plenamente su obediencia al Padre y el Padre complacido le manifestaría y declararía como su
amado Hijo. Jesús demostró su completa obediencia al someterse a los planes de Dios y se hizo
bautizar por Juan.
Recordemos que el bautismo de Juan cumplía con propósitos diferentes a los del bautismo
mandado por Jesús después de que Él resucitó de los muertos, tal y como ya lo hemos notado en
nuestra primera lección, tal diferencia es expuesta en (Hch 19:1-5).
Jesús mismo se bautizó con propósitos diferentes a los de las personas que venían a ser
bautizadas por Juan, él se bautizó para cumplir con toda justicia es decir para seguir fiel y
plenamente todos los planes o propósitos establecidos por Dios, y así ser manifestado a Israel
como su Hijo amado por su perfecta obediencia. La gente que venía a ser sumergida por Juan en
el Jordán eran sumergidos para que Dios les perdonara sus pecados.
Lucas 7:29, nos dice que .Y todo el pueblo y los publícanos, cuando lo oyeron, glorificaron a
Dios, bautizándose con el bautismo de Juan.. La gente que acudió a Juan reconoció que era justo
que ellos se arrepintieran y se bautizarán en obediencia a las demandas de Dios a fin de que Él
les perdonará sus pecados, pero Jesús NO acudió a Juan por esas razones sino para cumplir (es
decir para ejecutar plenamente) toda la voluntad de Dios. (Mat. 3:15).
La manifestación divina que declaró a Jesús Hijo de Dios.
Esta es una clara manifestación de la Deidad en el tiempo y el espacio que a su vez muestra la
perfecta unidad en la Deidad. Tanto el Padre y el Espíritu Santo se identifican perfectamente con
Jesús. La voz que proclama desde el cielo expresa la relación única y exclusiva que existe entre
el Padre y el Hijo. Relación que desde muy temprano en el ministerio de Jesús los demonios
mismos reconocen (Marcos 1:23-26; Lucas 4:33-35), y que los hombres no quisieron reconocer
(Juan 5:17,18; Juan 10:30-33), Jesús no era simplemente un hombre, sino el mismísimo Hijo de
Dios, y por lo tanto igual a Dios. La manifestación del Espíritu Santo descendiendo sobre Jesús y
la voz del Padre hablando desde los cielos, lo confirma, y constituyen el testimonio Divino de
dicha verdad.» (11)
Para que se cumpla toda justicia
Otra explicación que me pareció interesante es respecto al análisis de la expresión "para que se
cumpla toda justicia"
« c.1.Introducción
La reacción de Juan el Bautista cuando Jesús se apareció en medio de aquella multitud para ser
bautizado, era justificada. Un análisis detenido del significado de su bautismo y a quienes era
administrado, pone en evidencia la aparente "resistencia" de aquel hombre que venida del
desierto. En este mismo pasaje Juan el Bautista comenzó a llamar a la gente al arrepentimiento, y
aquel bautismo era una forma pública de confesión de pecados. El extraño hombre, vestido de
pelo de camello, que simbolizaba su misión y procedencia, llamó a los dirigentes religiosos:
"¡Generación de víboras"! Estas palabras revelaban no solo una dureza en el trato, sino que
indicaban la clase de personas que acudían allí, seguramente acusados por sus propias culpas.
Jesús fue aquel sitio, no porque tenía una conciencia que le mostraba sus pecados, pues en él no
"hubo pecado ni se halló engaño en su boca". Más bien fue porque sabía que con la aparición de
Juan el Bautista, el "allanador de su camino", también estaba apareciendo la oportunidad para
comenzar su ministerio público. El no era un pecador, pero él vino para destruir el poder del
pecado e identificarse con los pecadores. Jesús sabía que aquel era el mejor momento, cuando los
hombres movidos por sus propias cargas y condición pecaminosa, descendían arrepentidos y
confesos por sus culpas. Ninguna época fue tan especial para decirles a ellos lo que el mismo
Juan había dicho de Cristo: "He aquí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo". Su
bautismo fue la iniciación, no como un nuevo creyente en la fe, pero si como el "autor y
consumado de nuestra fe". Aquel bautismo simbolizaría su muerte pero también su segura
resurrección. El punto de partida de todo seguidor de Jesús es, que si él se bautizó para "que se
cumpla toda justicia", ninguno de los que pretenden seguirle deben omitir este acto de
obediencia. Si Jesús se bautizó yo también debo hacerlo. Cualquier negativa en esto, demuestra o
ignorancia o desobedeciencia.
c.2 Para que se cumpla la justicia concerniente a la forma v.13
Uno de los puntos que ha dividido al cristianismo a través de la historia, es este que tiene que ver
con el tema del bautismo. Las opiniones de los expertos y estudiosos han tenido marcadas
diferencias, hasta el punto que hoy se practica esta ordenanza de acuerdo a alguna tradición o
según lo señala la Biblia. Para algunos no es del todo importante ni constituye un argumento en
si mismo en cuanto a la forma, cuando la Biblia habla del río Jordán donde Jesús fue bautizado.
En los cuadros que se nos representa a Juan bautizando a Jesús, puede aparecer haciéndolo o por
"aspersión" o "inmersión"; depende la "óptica hermenenéutica" con que se esté mirando en ese
momento. Pero creo que lo que nos ayuda a entender la "justicia" de la cual nos habló el Señor
tocante a la forma, es analizar la palabra misma en su sentido único y original. El término
"bautismo" y "bautizar", literalmente significa: "sumergir", "sepultar", "introducir en agua",
"cubrir bajo agua", etc. Jesús acudió al Jordán donde todos los hombres venían y eran
sumergidos en agua. Se dice que "Juan bautizaba también en Edón, junto a Salim, porque había
allí muchas aguas" (Jn. 3:23), lo cual comprueba aun más la importancia del término bíblico. El
mismo acto de ver a Jesús descender y ascender a las aguas nos sugiere un acto de sumersión. Si
el bautismo fuera por "aspersión" o "rociamiento", no habría sido necesario que este se diera en
un lugar de tantas aguas, pues cualquier casa habría sido suficiente para practicar tal ceremonia.
Pero la enseñanza bíblica no da lugar para otra forma. Primero, las personas que lo hacen están
muy conscientes (analice la generación que acudía a Juan para bautizarse), pero también hacerlo
en un río de tantas aguas como el Jordán, nos indica que era el sitio apropiado para sumergir al
candidato. Pareciera ilógico que alguien se introduzca en un río solamente para "rociarlo".
c.3. Para que se cumpla la justicia respecto al propósito v. 15 b.
Cuando Jesús se refiere al cumplimiento de toda justicia tenía en su mente a los discípulos que
vendrían de su ministerio. Dos milenios han sido testigos de tan grande multitud de seguidores.
El bautismo sería una parte fundamental en la vida de todos ellos. Esta sería la manera más
visible de obediencia a su persona y a su causa. Jesús estuvo bajo sujeción y obediencia a su
Padre celestial y todos los que se declararan amantes de su Padre deberían hacer lo mismo.
Cuando Jesús se refirió al cumplimiento de la justicia, seguramente estaba pensando que la
obediencia a esta ordenanza bíblica corresponde a creyentes que han abrazado la fe en él y la han
hecho pública. Y es que esto era la práctica en medio de sus discípulos. Se nos dice que los
seguidores del Señor eran bautizados por sus propios discípulos. Así lo reseñó Juan: "Jesús hace
y bautiza más discípulos que Juan (aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos)" (Jn. 4:1-2).
Con esto enfatizamos que el bautismo no es una "opción" para los creyentes en Cristo sino una
"ordenanza"; y que tal acto no es para la salvación. En ninguna parte la Biblia nos dice que el
bautismo es un sacramento; eso es, un medio para lograr la salvación. Más bien es un testimonio
de nuestra "unión con Cristo". La historia del Etiope de candace es única en esta parte. Después
que Felipe le compartió el evangelio según la profecía de Isaías 53, él entendió la importancia de
obedecer completamente, y de esta manera lo hizo: "Y yendo por el camino, llegaron a cierta
agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? Felipe dijo: Si crees
de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. Y
mandó a parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó" (Hechos
8:36-38). Así, pues, el bautismo de Jesús nos confronta sobre la clase de obediencia que
mostramos hacia él.
c.4. Para cumplir con la justicia del cielo v. 16, 17.
No fue una mera casualidad que al momento bautizar a Jesús estuviera presente la persona del
Espíritu y la persona del Padre. Este es un punto que debemos tomar muy encuentra en lo que
respecta a nuestra identificación con la Trinidad al momento de ser bautizados. La presencia del
Espíritu en forma de paloma simbolizaba la más alta vida de pureza que podían conocer los
judíos. En aquel acto no sólo se estaba confirmando el mesianismo de Cristo sino su carácter de
ser el Hijo Santo de Dios. La voz que vino del cielo de parte de su Padre testificó: "Este es mi
Hijo amado, en quien tengo complacencia" v.17b. Antes que Jesús ascendiera a los cielos les
dejó a los discípulos, y con ello a la iglesia, el solemne mandato: "Por tanto, id, y haced
discípulos a todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo.." (Mat. 28:19). No es esto una forma mecánica o un rito de iniciación religiosa. Hay aquí
una concepción doctrinal que es como el "eje" donde se engrana toda la "maquinaria" de nuestra
común fe. Nosotros creemos que hay un sólo Dios que es infinito en santidad y con todas las
demás perfecciones. Pero que ese eterno Dios se nos ha revelado como Padre, Hijo y Espíritu
Santo con distintos atributos personales pero sin ninguna división de naturaleza, esencia o
existencia. No creemos en un "dios de tres cabezas", como se nos ha hecho creer. Al ser
bautizados en el nombre de la Trinidad o Triunidad estamos declarando nuestra fe en el Padre
creador y sustentador de todo lo que existe. Estamos diciendo que el Espíritu Santo es quien
produce toda obra del nuevo nacimiento o regeneración, así como el encargado de suministrarnos
todo el poder para vivir la vida cristiana. Y que el Hijo de Dios es nuestro único y suficiente
salvador. Que "no hay otro nombre bajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser
salvos". Bien pudiéramos decir que en ese especial momento de nuestras vidas podemos oír muy
internamente, "tu eres mi hijo amado en quien tengo complacencia". La justicia de la obediencia
se cumple en este acto.
c.5 Para cumplir con la justicia de la identificación con el
El bautismo no es un rito sin significado o que se haya escogido para complacer la exigencia del
algún credo. Es la más auténtica expresión de nuestra fe y doctrina. Cuando Jesús habló de
cumplirse toda justicia estaba poniendo en la mente de sus discípulos, que el bautismo sería uno
de los más grandes desafíos tocante a la "unión con él". Así lo expresa Pablo: "Todos los que
fuimos bautizados en Cristo os habéis revestidos de Cristo" (Gál. 3:27). Es una especie de
lenguaje que nos sugiere el quitar y poner la ropa en el bautismo. "Revestirse" significa haber
recibido a Cristo, estar con Cristo y hacerse uno con él. Pablo va más allá para decirnos que la
muerte y resurrección de Cristo, simbolizada a través del bautismo, llega a ser una especie de
unión con él en sus actos de redención. Es como si nosotros mismos hubiésemos sido enterrados
con él en la tumba y de igual manera hubiésemos resucitado (véase Rom. 6:1-5; Col. 2:11,12).
Pero tal unión con él no sólo se queda en la mera profesión de fe sino que se extiende a la
incorporación en su cuerpo, que es la iglesia. Si nosotros profesamos que "somos uno con él",
pero no estamos unidos a la iglesia, entonces no hay una vida cristiana completa. Mi unión a
Cristo automáticamente debe llevarme a la unión con todos aquellos que están ya unidos a él, y
el mejor ejemplo que encontramos de unirnos a Cristo, lo es a través de "su cuerpo" o sea su
iglesia. La referencia de 1 Corintios 12:12, 13, en esa explicación que se hace de los miembros
del cuerpo y luego los dones espirituales, nos muestra de una manera sumamente clara la
importancia de esta unidad los unos con los otros y en consecuencia, con la cabeza que es Cristo.
Si el Espíritu Santo es el encargado de conducirnos a la regeneración y con ello a la salvación, el
bautismo llega a ser un símbolo de esa renovación del Espíritu. El día de Pentecostés se derramó
ese Espíritu y allí el cuerpo, o sea la iglesia, fue bautizada de donde venimos todos. Aquel
derramamiento del Espíritu tuvo el cumplimiento de dos sentidos proféticos: el anunciado por el
profeta Joel en su capítulo 2 y el anunciado por Jesús tocante a su promesa que, "no os dejaré
huérfanos, vendré otra vez". De este modo a través del bautismo nos identificamos plenamente
con Cristo en toda su obra de salvación, hoy día dejada a través su cuerpo, la iglesia.
c.6 Conclusión: Si Jesús le dijo a Juan el Bautista que le bautizara para que se cumpliera "toda
justicia", no teniendo necesidad de hacerlo; cuánto más nosotros que no somos menos que
aquellas multitudes que acudían al río Jordán confesando sus pecados. Ya el Espíritu Santo ha
sido derramado, no buscamos otro bautismo. Pero con el bautismo en agua hago pública mi fe.»
(12)
Otra explicación que me parece añade algunos conceptos importantes las encontramos en
la nota titulada "El verdadero significado del Bautismo de Jesús ", basada en la epístola de
Pablo a los Romanos Cáp. 6 vs. 1-8
¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?¡De ninguna
manera! Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? ¿O no sabéis que
todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?,
porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que cómo
Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida
nueva. Si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo
seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado
juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al
pecado, porque el que ha muerto ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo,
creemos que también viviremos con él." (Ro. 6:1-8)
«... Llamamos a Juan, quien bautizo a Jesús, Juan el Bautista. Entonces, ¿qué significa bautismo?
"Bautismo" es " en Griego. Significa, "ser sumergido." Y el significado más importante de
bautismo es "quitar el pecado y la muerte." La frase "ser sumergido" implica muerte. Todos los
pecados del mundo fueron pasados a Jesús cuando Juan el Bautista lo bautizo a Él y así Él los
tomó todos y murió en la Cruz para dar la paga por todos nuestros pecados. Jesús murió en
nuestro lugar. La muerte es el resultado del pecado porque "la paga del pecado es muerte" (Ro.
6:23).
Bautismo también significa, "ser lavado." Todos nuestros pecados fueron lavados, sin dejar ni
una pizca de pecado, porque Jesús tomó todos los pecados del mundo sobre Su carne a través de
Su bautismo. Todos los pecados en los corazones de los seres humanos fueron lavados y pasados
a Jesús a través del bautismo. Bautismo tiene el mismo significado que, "Imposición de manos."
"Imposición de manos," significa, "pasar a." El hecho de que Jesús recibiera el bautismo de Juan
el Bautista, fue para cargar todos los pecados del mundo. Era la eterna ley de la salvación de
Dios, que el sacerdote impusiera sus manos sobre la cabeza de la ofrenda por el pecado, para
pasar los pecados de Israel en décimo día del séptimo mes.
"Pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrio vivo y confesará sobre él todas
las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados. Así los pondrá
sobre la cabeza del macho cabrio, y lo enviará al desierto por medio de un hombre destinado para
esto. Aquel macho cabrio llevará sobre sí todas sus iniquidades a tierra inhabitada; y dejará ir el
macho cabrio por el desierto." (Lev. 16:21-22)
Cuando Aarón. El sumo sacerdote, imponía sus manos sobre la cabeza del macho cabrio vivo,
este tomaba todos los pecados de Israel y era degollado por la gente. "La imposición de manos
sobre la cabeza de la ofrenda por el pecado" en el Antiguo Testamento, equivale a "el bautismo"
en el Nuevo testamento El significado del bautismo es "ser sumergido." Incluye "ser sepultado,
ser lavado o pasar a." La gente en el Antiguo Testamento traía machos cabrios o corderos sin
defectos e imponían sus manos sobre la cabeza de la ofrenda para pasar sus pecados a él. Esto es
parecido al hecho del bautismo en el Nuevo Testamento. El macho cabrio tomaba los pecados
por "la imposición de manos" y era degollado. Jesús fue bautizado por Juan el Bautista quien es
el representante de toda la humanidad, para tomar todos los pecados del mundo y fue
crucificado. Aarón, el sumo sacerdote y el representante de Israel, imponía sus manos sobre la
cabeza del macho cabrio para pasarle los pecados de los Israelitas, degollaba al macho cabrio,
tomaba la sangre con su dedo y la embarraba sobre los cuernos del altar de la ofrenda quemada.
» (13)
Significado de la palabra Justicia:
«La palabra "justicia" en griego dikaiosunen significa "lo que Dios demanda; lo que es recto,
justo y bueno" y también se emplea para el cumplimiento de los deberes religiosos. De tal
manera que podemos traducir "deja ahora, porque conviene que cumplamos todo lo que Dios
demanda". Esto nos indica que Jesús no se había bautizado en base al arrepentimiento de sus
pecados, porque el no tuvo ningún pecado, sino en base a su deseo de hacer la voluntad de Dios,
su Padre. A primera vista parecería injusto que Jesús se bautice junto con las prostitutas, los
ladrones, los publicanos y otras personas de mala conducta, pero ante Dios él estaba cumpliendo
con lo que era realmente justo y para mostrarnos un camino para que nadie diga luego "si Jesús
no se bautizó no es necesario que yo me bautice porque lo estoy imitando en todo"» (14)
Jesús caminó 90 Km. Para serbautizado
«Jesús recorrió a pié aproximadamente unos 90 kilómetros para ser bautizado. De la provincia de
Galilea a la provincia de Perea. Si queremos calcular el tiempo de viaje, podríamos decir que a
marcha forzada, le habrá llevado a los menos dos días, o tal vez tres, desde Nazaret hasta el
recodo del río Jordán donde Juan estaba bautizando» (15)
El Bautismo entre la antigua y la nueva disposición, según la opinión de Justino Mártir.
José Granados analiza este punto de la cristología de Justino Mártir, comentando que «algo
sucede, pues, a Jesús en el Bautismo. Algo que distingue netamente la etapa que comienza de la
que precedió. Es la recepción del Espíritu, que actuará en Jesús de forma nueva a partir del
Jordán.
Pero, aunque sea importante constatar el hecho, no podemos quedarnos en él. Importa que nos
preguntemos por su valor en el conjunto de la vida de Jesús; más aún, por su puesto en la entera
historia salutis. No faltan voces que niegan exista coherencia entre lo que acabamos de decir
sobre el Bautismo y el resto de la visión teológica del mártir". De tener razón, Justino habría
combinado visiones contrapuestas sin buscar ninguna síntesis, De un lado, el cambio
experimentado por Jesús, a partir del Jordán: de otro, la afirmación de la preexistencia de Cristo,
posesor del Espíritu desde siempre.
Ahora bien, resulta que al exponer el Bautismo de Jesús, el mismo mártir está interesado en
encuadrarlo en una visión armónica con el resto de la historia salutís. Indicio de esto nos lo
ofrece ya el texto apenas analizado. Al comentarlo hemos pasado por alto, a sabiendas, otra de
las acciones que realiza Jesús en el Bautismo: puso término a la misión de Juan (D 51, 2). Pues
bien, resulta que el caso del Precursor es de trascendencia para todo el pueblo, pues Juan es el
último de los profetas. Ausente de él el Espíritu, lo estará de todos los suyos". Esta retirada del
Espíritu tiene su importancia: Justino lo considera criterio para leer adecuadamente la profecía de
Isaías (Is 39, 8 - 40, 17) sobre el Precursor, como una luz superior que elimina las ambigüedades
del texto. Nos invita así el mismo mártir a estudiar en esta perspectiva sus líneas.
En D 52 termina Justino de tratar del Bautismo y parece abordar un nuevo asunto. En efecto,
comenta ahora la bendición de Jacob (Gen 49, 8-12):
"No faltará un jefe de Judá ni un guía salido de sus muslos, hasta que venga aquel a quien está
reservado" (Gen 49, 10 en D 52).
El texto había sido ya comentado en un lugar importante de la Apología (132). Se abría con ¿1
ante paganos la prueba profética Jesús de Nazaret era el Cristo anunciado en la antigua Escritura
hebrea. En efecto, dice el Génesis: los de Judá tendrán jefe y guía hasta que venga Cristo, y sólo
entonces les faltará un caudillo. Y a la vista está lo acaecido: desde hace poco carecen los judíos
de gobernantes propios, y han caldo bajo dominación romana. Es que ha venido aquel a quien se
reservaba el reinado.
Ahora, ante Trifón, contertulio más capaz por su conocimiento de la Escritura, desarrolla Justino
su pensamiento. Los jefes y guías del pueblo de que habla el Génesis no son solo los reyes: están
además los profetas y sacerdotes (cf. D 52, 3). También faltan ellos en Israel desde que surgió el
último, Juan Bautista. Con esto se desvela que, más allá del acontecimiento político se da uno
teológico. La toma de Jerusalén y la destrucción del templo, la caída de la dinastía propia de
Israel, la ausencia de hombres inspirados por Dios...; son todos síntomas de un mal más grave: ha
dejado de actuar en el pueblo el Espíritu divino. Pues es Él quien movía a profetas, reyes y
sacerdotes; quien por su medio actuaba en todo el pueblo, invitando al recuerdo y conocimiento
del Creador; quien se acercaba al hombre a través de los mandatos y sacrificios de la Ley'.
En resumen. ¿Qué está reservado a Cristo según la profecía del Génesis? Ante romanos, esta es
la respuesta: se trata del reinado. Frente a un auditorio judío ahonda el mártir sus conclusiones:
tiene el remado quien tiene el Espíritu, pues es Éste el que unge a reyes, profetas y sacerdotes.
Ahora bien, notemos que esta sección muestra fuertes conexiones con la dedicada al Bautismo.
Ambas se dirigen a probar, por lo que sucede ante la vista de todos, que Jesús es el Cristo.
Aportan signos concretos que muestran el cumplimiento de las profecías. Y en ambas es central
la idea del cese del Espíritu. Es que Justino no ha cambiado de asunto al abordar el comentario a
Gen 49:10ss. (D 52-54). Estamos ante una sección unitaria (D 49-54), de la que el Bautismo es
un caso panicu1ar. Se quiere leer la escena bajo el prisma de la historia de salvación, siguiendo
la exégesis de Gen 49:10ss.
¿Qué luz puede arrojar entonces esta profecía sobre el episodio del Jordán? Para responder
tengamos en cuenta que la bendición de Jacob explica un gran cambio en la historia de la
salvación, una etapa nueva caracterizada por nuevo comportamiento de Dios. La prueba de este
cambio se basa fundamentalmente en dos hechos. Está por un lado la ausencia de Espíritu entre
los judíos, verificable por la dominación romana. Pero no sólo: es también prueba de su
cumplimiento la nueva actuación del Espíritu en la Iglesia
Dos momentos, pues netamente diferenciados. Y entre medias sitúa Justino el descenso y
actuación del Espíritu en Jesús. ¿Será este paso por el Salvador la causa de que el Espíritu tome
nuevos derroteros en su actuación entre los hombres? Así parece darlo a entender Justino al
colocar el Bautismo en este contexto. Para comprobarlo se nos abre el siguiente camino: analizar
las características de la acción del Espíritu antes y después de la venida de Cristo, primero en
Israel y luego en la Iglesia. Y ver si la diferencia que encontremos puede tener como causa el
paso del Espíritu por el Salvador, a partir del Jordán. ». (16)
«De nuevo encontramos que la actuación nueva del Espíritu en los cristianos, llevando a plenitud
la justicia supone su pase previo para Jesús, el Justo, a partir del bautismo.
Podemos resumir lo dicho:
El mismo Espíritu que actuaba en el Pueblo de Israel ligado a sus fronteras y linaje, se encuentra
ahora en la iglesia sin limitaciones de espacio ni raza.
Su modo de actuación recuerda al escondimiento de la cruz de Jesús. y no comporta
necesariamente una victoria externa, que se reserva para el fin de lo tiempos: obra con potencia
en la aparente derrota del martirio.
Es el Espíritu que lleva a plenitud lo que buscaba la Ley, haciéndola interior al hombre por su
inhabitación en él y alcanza asi cumplida justicia.
¿Que ha sucedido para que pueda darse el cambio en la actuación del Espíritu? ¿Por qué se ha
pasado de las fronteras visibles de un pueblo a la efusión sobre toda carne? ¿Cómo la justicia ha
llegado ser universal, interior, plena y resumida en e! amor? la respuesta es clara: tan gran
cambio se debe a paso del Espíritu por Jesús. En efecto, hemos visto que las navas características
de la actuación del Espíritu están ligadas a la obra de Cristo » (17)
El Bautismo de Cristo a la luz del Bautismo cristiano
José Granados sigue su análisis de la Cristología de Justino Mártir del bautismo de Cristo:
«Establecido el contexto, y ganada con él altura suficiente para abordar la interpretación,
vayamos a los números que contienen la escena del Bautismo (D 87-88). Resultan mantener un
claro nexo con los anteriores. Lo muestra ya la pregunta con que empieza Trifón, pues el judío
retorna Is 11:1-3, a que habla aludido poco antes el mártir en D 86, 4: "Descansará sobre él el
Espíritu de Dios, Espíritu de sabiduría e inteligencia." Trifón habla aquí del Espíritu que
desciende sobre el Mesías', Si lo hace es porque Justino ha preparado, en cierto modo, el terreno.
En efecto, las páginas anteriores, ricas como hemos visto en elementos pneumatológicos, ligaban
el Espíritu al nuevo nacimiento de los cristianos.
Este trasfondo ilumina la primera respuesta de Justino, que reelabora la que ofreció en 49-51. El
mártir enlaza lo que sucede al Maestro y a sus discípulos; retorna para ello un pensamiento que
nos es conocido: el paso del Espíritu de Israel a la Iglesia. Y viene a decir el Pneuma reposa en
Cristo, no porque le fuera necesario', sino para permitir el cambio de una forma a otra de
actuación, de la Antigua Alianza a la Nueva. Sólo después de haber pasado por Jesús, tras su
ascensión, podrá el Espíritu derramarse sobre toda carne y hacerse interior al hombre, que se
convertirá en su templo.
A continuación añade Justino datos nuevos, que nos ayudarán a precisar lo sucedido en el
Bautismo, ampliando su marco de comprensión. La escena se pone en relación:
(a) con la liberación del hombre,
(b) con el conocimiento de Cristo,
(c) con la filiación divina; lo cual nos permitirá (d) situarla en el conjunto del Diálogo.
a) El Jordán y la liberación del hombre
Justino comienza exponiendo más motivos para rechazar que Jesucristo tuviera necesidad del
Bautismo:
Ahora bien, sabemos que fue Cristo al Jordán, no porque tuviera necesidad del bautismo ni de
que sobre Él viniera el Espíritu Santo en forma de paloma, como tampoco se dignó nacer y ser
crucificado porque lo necesitara sirio por amor del género humano, que había caído desde Adán
en la muerte y en el error de la serpiente, cometiendo cada uno el mal por su propia culpa.
Porque habiendo Dios creado hombres y ángeles dotados de Libre elección y propio albedrío,
quiso que cada uno hiciera aquello para lo que fue por Él capacitado, y si elegían lo que a Él es
agradable, guardarlos exentos de muerte y castigo; mas si cometían el mal, castigar a cada uno
como a El le pareciera (D 88, 4-5).
Se repite que Cristo no recibió el Espíritu porque fuera indigente. Para probarlo se establece una
comparación. Tampoco por necesidad nació Cristo; ni por necesidad se sometió a la cruz. Fueron
todas obras que llevó a cabo a favor de los hombres. La misma razón que le movió a nacer y
morir por nosotros le empujó al Jordán a ser bautizado.
El Bautismo se enmarca aquí en el conjunto de la vida de Jesús. Se sitúa en el gran combate
contra Satanás, embaucador desde los inicios. Los factores: culpa de Adán, libre albedrío,
imitación del error de la serpiente... recurren varias veces asociados en la obra de Justino. Se los
halla en pasajes que responden a una misma visión de la obra redentora: ésta se concibe como
recapitulación. Cristo deshace la obra que maquinó la serpiente contra los primeros padres. Lleva
a cabo su misión por el mismo camino por que se produjo la calda (cf. D 100. 4): contraponiendo
a la desobediencia de Adán hombre la obediencia de Cristo hombre". Recorre así por delante la
vía que luego seguirán sus discípulos, y es primogénito de un nuevo linaje para comunicar la
salvación. Jesús se somete a todo esto no por su propia necesidad, sino para beneficio de la
familia humana
Ahora bien, Justino incluye el Bautismo en esta serie. Se bautizó por lo mismo que nació y fue
crucificado: para salvar al hombre, que yacía bajo el poder de la serpiente. Esto no tendría
sentido si el Bautismo fuera mera epifanía. Habría que concluir entonces que nada sucedió
tampoco a Jesús en su nacimiento y muerte. La mención del Bautismo en este contexto sólo
puede explicarse en consonancia con el esquema que hemos presentado. Jesús se bautiza no
porque lo necesite, sino en cuanto encarnado, en cuanto nuevo Adán. No para él, sino con
alcance soteriológico en vistas a la salvación del hombre.
b) El Jordán y el conocimiento de Cristo
Otro argumento da Justino para sostener que Jesús no necesitaba el Bautismo. Son las líneas que
ponen más de relieve el aspecto manifestativo del episodio.
Tampoco al entrar en Jerusalén montado sobre un asno, según demostramos estaba profetizado,
le dio el poder de ser Cristo, sino que dio Él a los hombres una señal de ser Cristo, a la manera
que en los días de Juan hubo de darse una se1al por La que los hombres reconocieran que Él era
Cristo..
En este texto se apoyan quienes afirman que el Bautismo es en esencia manifestación, y que en él
nada nuevo sucede a Jesús. Son líneas claras Jesús no recibe en el Bautismo la fuerza para ser
Cristo, como no la recibió al entrar en Jerusalén sobre un pollino. Se trata, por el contrario, de un
signo para los hombres, de modo que pudieran reconocerle como Cristo.
Ahora bien, todo esto no contradice lo que hemos establecido más arriba. Que el Bautismo tenga
un valor manifestativo debe aceptarse sin dudar. Pero, ¿por qué pensar que tiene sólo este valor?
Las afirmaciones de Justino no permiten esta conclusión. Jesús, ciertamente, no obtuvo en el
Jordán el poder de ser Cristo, pues ya lo era desde antes de la creación. Pero esto no quiere decir
que el Espíritu no descendiera realmente sobre Él. El párrafo anterior, que se mueve, como
hemos visto, en un marco asociado a la recapitulación, resuelve la contradicción aparente. Jesús
recibe el Espíritu en cuanto encamado, en bien de los hombres, porque ha asumido una carne
capaz de padecer.
Pero, aun ciñéndonos al texto citado, podemos entrever una perspectiva más profunda. En efecto,
examinemos la comparación entre el Bautismo y la entrada de Jesús en la Ciudad Santa.
Podríamos pensar que el razonamiento es como sigue. Se sienta una premisa: el Domingo de
Ramos no se da sino un signo, pues nada en él sucede a Jesús. De aquí se extrae una
consecuencia: el Bautismo es, del mismo modo, mero signo.
Ahora bien, cabe otro punto de vista. No es casual que en este contexto aparezca la entrada de
Jesús en Jerusalén.
Recordemos que ésta se relaciona con la bendición de Jacob (Gen 49:10-11), marco amplio que
nos permitió interpretar el Bautismo. En torno a la profecía del Génesis dejaba ver Justino toda
una visión dinámica de la historia salutis cuyo protagonista era el Espíritu.
Así mirado, apunta Justino a iluminar el Bautismo a partir de la condición regia de Jesús,
manifestada el día en que los judíos le gritaron Hosanna. El modo de poseer el Remo arroja luz
sobre la manera de tener el Espíritu. Rigen, para ambas escenas, esquemas paralelos.
Veamos entonces cuál es el que sirve para explicar la realeza de Jesús. En este caso se trata de
una perspectiva claramente dinámica que combina sin problemas dos afirmaciones:
(1) Cristo reina desde siempre en modo pleno por ser el Logos
(2) Cristo es constituido rey desde la cruz, y su reinado se extiende en la historia hasta el fin del
tiempo.
Planteado en estos términos, el problema es simétrico al del Bautismo, y nos invita a considerar
un progreso en la actuación del Pneuma sobre Jesús.
c) El Jordán y la filiación divina
Baste de momento con el análisis de este párrafo, sobre el que habremos de volver. Leamos antes
las últimas líneas de Justino en torno al Bautismo:
Cuando Jesús llegó al Jordán, se le tenía por hijo de José el carpintero, y apareció sin belleza,
como las Escrituras habían anunciado, y fue considerado él mismo como un carpintero (...J; y
entonces fue cuando, por causa de los hombres, como antes dije, voló sobre Él el Espíritu Santo
en forma de paloma, y juntamente vino del cielo una voz la misma que fue dicha por medio de
David, cuando en persona del mismo Padre dice lo que éste había de decir a Cristo: "Hijo mío
eres tú, Yo te he engendrado hoy" (Sal 22:7). El Padre llama nacimiento de su hijo para lo
hombres al momento en que iba a darse su conocimiento (D 88, 8).
El texto presenta un contraste: todos pensaban que Jesús era hijo de José; pero entonces recibió
el testimonio del Padre, recogido ya en Sal 2: 7: "Hijo mío eres tú, yo te he engendrado hoy".
Partiendo de aquí Skarsaune considera que la clave del pasaje hay que verla en el titulo "hijo de
Dios" y que Justino sigue pensando en términos de recapitulación, como hizo poco antes (D 88,
4-5)
Encuentro su exégesis muy acertada. En efecto, los pasajes en torno a la recapitulación incluyen
este elemento: la transmisión al hombre de la filiación divina. Dios lo creó libre, capaz de llegar
a ser hijo de Dios. Esta filiación no se produce al margen de Cristo: por participación en El se
alcanza tal dignidad. De fondo está otra vez la oposición entre los dos Adán, ambos cabeza de
linaje, con efectos divergentes. En el primero comenzó la esclavitud del género humano bajo el
diablo. El segundo, por el contrario, comunica la posibilidad de llegar a ser semejantes a Dios,
hijos suyos'.
En las líneas de Justino apenas transcritas han visto muchos una argumentación desmañada.
El mártir cita aquí Lucas (Luc 3, 22) quien, según una variante del texto occidental, pone en boca
del Padre SaI. 2:7 ¿Por qué no prefiere Justino aducir el verso de Mateo, más favorable a su
posición: "Tú eres mi Hijo amado, en quien me complazco"" ¿No corre la frase el nesgo de una
lectura adopcionista: Cristo es Hijo a partir del Bautismo?' La dificultad es clara para quien
piense que Justino busca exclusivamente, cuando comenta esta escena, salvar la preexistencia de
Cristo.
Sin embargo, situado en el contexto de la recapitulación, el pasaje gana en coherencia. Lo que
interesa a Justino es mostrar que Cristo es el nuevo Adán, transmisor de la filiación divina al
hombre. ¿Qué puesto particular corresponde al Bautismo en este esquema? A partir del Jordán
empieza a actuar en Jesús el Espíritu en forma nueva. Ahora bien, este Espíritu será decisivo,
como ha indicado Justino en los números anteriores (D 85-86), para la nueva generación de los
cristianos. Es, por tanto, la recepción del Espíritu la que une el camino de Jesús con el de sus
discípulos, en la perspectiva de la recapitulación. El nacimiento de Cristo proclamado por el
Padre en D 88, 8, está en la línea del prodigioso nacimiento de los creyentes que ha aparecido
repetidas veces en el contexto anterior (D 85,7, D 86.2, D 86, 6).
Justino habla así de un nacimiento de Cristo "para los hombres". No quiere esto indicar que el
nacimiento se reduzca a una epifanía, como si se dijese: Cristo no nace "en sí', sino solo "para los
hombres", A la luz de lo que vamos diciendo el pensamiento de Justino es más rico: recibe
entonces Cristo el Espíritu, que será fundamento del nuevo nacimiento de los cristianos. El
Salvador nace para los hombres porque se hace capaz (por el Pneuma recibido) de engendrarles a
vida nueva.
Por eso, cuando el Padre dice "Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy", la frase se aplica en
toda su verdad a la escena del Bautismo, como algo que sucede a Cristo en ese momento. Por
supuesto. Justino sabe que Jesús es Hijo de Dios por su generación antes del tiempo: lo es
también por nacer de María según la voluntad del Padre. Pero le interesa ahora directamente la
recepción del Espíritu por parte de Jesús, fundamento de la nueva generación de los cristianos.
Se trata de un nacimiento "para los hombres" porque capacita al Hijo para engendrar nuevos
hijos para Dios (cf. D 123,9).
Es interesante examinar a esta luz las otras citas de Sal 2, 7 en el Diálogo. Encontramos esta
escritura en La escena de las tentaciones de Jesús (D 103, 6). Justino establece un nexo entre la
voz del Padre y la decisión del diablo de acercarse al Salvador, creyendo que podría obrar en Él
como obró en Adán. Adelantemos ahora una conclusión del estudio que dedicaremos a Las
tentaciones. La filiación de Jesús, que el Padre declara en el Jordán, le constituye cabeza de un
nuevo linaje, pues sus acciones tendrán ahora repercusión sobre multitud de hombres, como la
tuvieron las de Adán"
La otra cita (D 122,6) se sitúa en contexto eclesiológico:
¿Cuál es pues la herencia de Cristo? ¿No son Las naciones? ¿Cuál es la alianza de Dios? ¿No es
el Cristo? Como dice en otro lugar: "Tu eres mi hijo, yo te he engendrado hoy. Pídemelo y te
daré en herencia las naciones y en posesión los confines de la tierra" (Sal 2. 7-8) (1) 122. 6).
El mismo salmo da pie a unir las ideas de generación (Sal 2, 7) y de heredad de las naciones (Sal
2, 8). La generación ("Tú eres mi Hijo") se hace patente en la capacidad de tener las naciones
como herencia, una multitud de nuevos hijos. Justino parece haber visto esta relación, pues dirá
poco después (D 123, 9) que Cristo ha engendrado a los cristianos para el Padre haciéndolos así
hijos de Dios
Esto sugiere que la cita de Sal 2:7 no se vincula a la generación divina de Jesús, ni a la condición
que posee por nacer de virgen. Se refiere, por el contrario, a su capacidad para transmitir al
hombre la filiación por el don del Espíritu. Y en este sentido se aplica al misterio del Jordán: a
partir de entonces tiene Jesús el Espíritu y el hombre puede obtener la filiación divina. Jesús es
llamado hijo por el Padre a titulo particular desde el Bautismo, porque recibe el principio por el
que podrá engendrar nuevos hijos para Dios. Este principio no es, como en el caso de Adán, la
carne y sangre; al contrario, como se atestigua al final del Diálogo, Cristo será primogénito de un
linaje nuevo engendrado por la fe y el Espíritu (cf. D 135,6).
Muchas de Las dificultades en torno a este pasaje surgen por considerar la filiación divina de
Jesús como magnitud estática. De este modo la voz del Padre en el Jordán sólo puede ser mera
declaración de una condición poseída por Jesús ya de tiempo. Ahora bien, hemos visto que el
Salvador recibe realmente el Espíritu en el Jordán, y que se da con él una novedad en la vida de
Cristo. Pero entonces, la declaración del Padre: "Tú eres mi hijo, ¿no puede ser expresión de esa
novedad?
Ya hemos explicado al menos un sentido en que esto puede afirmarse. Jesús recibe el Espíritu y
se hace entonces capaz de transmitir nueva vida a los hombres. Esto supone una novedad en su
filiación, no en beneficio del mismo Jesús sino de sus hermanos: adquiere a partir de ahora una
filiación participativa. Encaja esto con el papel de comunicador que Justino asigna al Espíritu
Santo".
Abordemos otro detalle del texto. Justino dice que este nacimiento de Cristo "para los hombres"
se produce en el momento "a partir del cual iba a darse su conocimiento" (D 88, 8). De nuevo, se
ha querido ver aquí una reducción del Bautismo a pura manifestación. Pero esta frase suena de
otra manera si se considera en un contexto bautismal. En efecto, Justino llama al Bautismo "baño
del conocimiento de Dios" (cf. D 14, 1). Es evidente la dimensión cognoscitiva de este
sacramento. La estructura de los últimos números de la Apología da buena muestra de ello. Tras
decir Justino que el Bautismo se confiere en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu, muestra
cómo al cristiano se le da el verdadero conocimiento de Dios, a través del Hijo (cf. 161, 1O13)
Esto puede iluminar el texto, hace poco considerado, que insistía en el Bautismo como
manifestación:
Tampoco al entrar en Jerusalén montado sobre un asno según demostramos estaba profetizado, le
dio el poder de ser Cristo, sino que dio El a los hombres una señal de ser Cristo, a la manera que
en los días de Juan hubo de darse una señal por la que los hombres reconocieran que El era
Cristo (D 88. 6).
Interesa entender la naturaleza del signo dado en el Jordán. .. El signo de que habla Justino no es,
por tanto, en nuestro pasaje, una mera manifestación externa. Para reconocer quién era el Cristo
hacia falta una acción del Espíritu en el hombre: esta es la claridad interior que consiente ver en
Jesús al Mesías profetizado. Lo testifica la misma conversión de Justino: entonces se le abrieron
las puertas de la luz para entender la Escritura (D 7, 3). El signo del Jordán vale así para todos
los que, a lo Largo del tiempo, habrían de reconocer en Jesús al Cristo de Dios".
Esta en relación con el conocimiento de Dios que se inaugura en el Bautismo cristiano.
Podemos entonces volver a D 88, 8: llama nacimiento de Cristo para los hombres al momento a
partir del cual iba a darse su conocimiento".
Por el descenso del Pneuma sobre el Salvador nace Cristo para los hombres, pues posee ahora el
principio salvífico capaz de iluminarles. Su conocimiento no es un mero signo externo, sino la
claridad salvifica que el Espíritu concede al cristiano en el Bautismo". Consiste en reconocer a
Jesús como Mesías profetizado y en llegar, por el nombre del Hijo, a la gnosis del verdadero
Dios"
A la luz de lo dicho, consideremos la estructura de este último pasaje sobre el Bautismo (D 88, 4-
8). Resulta que tenemos un párrafo dedicado a la libertad del hombre (D 88, 4-5) y otro que versa
sobre el conocimiento de Jesús como Cristo (D 88, 6-7). Esto está en paralelo con los dos efectos
del Bautismo cristiano que el mártir señala en la Apología: libertad y conocimiento (cf. 1 61, 10:
"para que no sigamos siendo hijos de la necesidad y de la ignorancia sino de la libertad y del
conocimiento"). A estos dos párrafos sigue uno conclusivo (D 88, 8), en conexión con la
filiación divina; ésta aparece continuamente al hablar del Bautismo cristiano (cf. 1 61, 45). En la
misma disposición de los elementos muestra Justino que el Espíritu que desciende en el Jordán
es preludio, por su actividad salvífica, del que recibirá el cristiano en el Bautismo: Espíritu de
libertad y conocimiento, Espíritu de adopción filial.
d) El Bautismo de Cristo en el contexto del Dialogo
Hemos concluido el análisis de los textos dedicados al Bautismo de Jesús. Para nuestra
interpretación ha sido útil considerar el contexto en que Justino sitúa la escena. Lejos de ser
casual, veamos cómo el movimiento discursivo del Diálogo revela el pensamiento teológico del
mártir.
Hemos de remontamos a D 43, donde Justino comienza la exégesis de Is 7, 14, que terminará en
D 84. Ya estudiamos las líneas de fuerza de esta larga sección"4. Justino establece con claridad
que Jesús es el Hijo de Dios en sentido propio por su generación divina. A su vez, el mártir
sostiene que tal título pertenece a Cristo también por su nacimiento humano de Maria, del poder
y voluntad del Padre. Hay una gran consonancia entre ambos nacimientos, lo cual permite que el
Hijo comunique a los hombres de forma visible, en carne, el conocimiento de los designios
paternos.
Ahora bien, el nacimiento de Cristo en Belén, Imagen de su generación divina prefigura el de los
cristianos. De ahí que el mártir pase entonces a hablar de esta generación nueva, del misterio de
un nuevo nacimiento (D 85, 7)" que viene por el agua y el madero (D 86): el Bautismo cristiano.
Como Jacob adquirió las ovejas que engendraron las de Labán (D 86. 2), así adquiere Cristo
nuevos hijos. Como Judá engendró en gran misterio, así sucede con Cristo (D 86, 6).
Se ve bien la línea de pensamiento que sigue Justino. Del nacimiento de Jesús (D 84) pasa al de
tos cristianos (E) 85-86). En éste se pone de relieve la acción del Espíritu. Viene al caso, en este
momento, hablar del Bautismo del Jordán (E) 87-88), que es el fundamento de la efusión del
Espíritu sobre los cristianos El episodio se sitúa en el marco de la recapitulación, mirando
siempre a los efectos que sobre los discípulos tendrá la vida del Maestro. Cristo se presenta como
cabeza de un nuevo linaje; es quien deshace la obra del tentador y transmite al hombre la
filiación divina.
En conclusión Jesús al recibir el Espíritu empieza a ser fuente del Pneuma para el hombre. La
teoría del intercambio aflora también aquí en manera nueva: hay un nacimiento de Cristo para el
hombre (cf. D 88,8) de modo que el hombre pueda nacer para Dios (cf. D 123, 9). En la síntesis
que sigue recogemos todos los elementos que tal vez haya oscurecido el detalle del análisis.
1.4. Visión sintética
¿Por qué acudió Jesús a bautizarse? La pregunta se puede responder partiendo de la preexistencia
de Cristo, Ungido desde siempre con la plenitud del Pneurna. Se la considera entonces como
expresión de la amenaza adopcionista. En tal caso la respuesta tenderá a reducir la bajada del
Espíritu en el Jordán a una manifestación ante los hombres. Asi considerado, el Bautismo se
convierte en un escollo, embarazosa objeción en manos del adversario.
Ahora bien, ¿es este el único punto de vista para considerar el Bautismo de Jesús? Hemos visto
que no. Para Justino abre la escena más amplias y ricas perspectivas; no es sólo una pregunta
indeseada, sino una vía de profundización en el misterio de Cristo.
He aquí el escenario teológico en que sitúa el mártir el Bautismo del Salvador. Justino piensa en
la acción de Dios a lo Largo de la historia: el Creador se muestra activo entre los hombres por
medio de su Espíritu. Esta presencia conoce fases bien determinadas: es un proceso por el que
Dios conduce al hombre, paso a paso, a la convivencia con El. No soportaría éste, sin disponerse
previamente, la unión con su Hacedor, Las diferentes presencias del Espíritu en la historia
responden a la acomodación de Dios a su criatura, respetando los ritmos de crecimiento de la
carne.
A su vez, tal planteamiento repercute en ámbito cristológico según la doctrina de la
recapitulación, que hemos visto aparecer en el contexto del Bautismo. Pues Justino comprende el
arco de la vida de Jesús corno resumen de la historia humana. Este recoge los tiempos anteriores
a su venida y prefigura los que la seguirán. De este modo, a la distinta adaptación del Espíritu en
la historia del mundo, corresponde un proceso paralelo en la historia terrena del Salvador.
Una vez situado el Bautismo en este mareo, se entiende el problema teológico que ayuda a
resolver. Si la escena merece atención no es sólo para deshacer, a la defensiva, objeciones contra
la preexistencia. De fondo hay una cuestión más amplia. ¿Qué forma de comunión establece
Dios con el hombre y cómo la lleva a cabo? ¿En qué manera se realiza la presencia de Dios entre
sus criaturas? La función teológica del Bautismo es explicar el modo en que se articula esta
comunión.
La Preexistencia y Encamación del Logos serán, ciertamente, claves en la respuesta de Justino.
En efecto, desde el principio Cristo es el ungido con la plenitud del Espíritu, don del Padre en
vistas a la creación y santificación del mundo. De ahí que una vez encarnado, sea desde niño
portador pleno del Pneuma. Ahora bien, no basta con eso para resolver nuestro problema. Pues
no se trata solo de la posesión total del Pneuma por parte de Cristo, sino de su comunicación al
hombre. Y aunque la primera sea total desde los comienzos, no ocurre así con la segunda. Cristo
que posee todo entero el Espíritu ames del tiempo no puede entregar al hombre ese Espíritu todo
entero al margen del tiempo".
Veamos esto en concreto. Recorramos brevemente la historia, tal como nos la presenta el mártir,
y tratemos de situar en ella el misterio del Bautismo. En la misma creación comienza ya a
comunicarse el Espíritu. Es Cristo quien lo da, recibido del Padre por una Unción precósmica
que le constituyó Ungido. Proporciona con El vida a los seres animados y dispone al hombre en
el camino de la virtud y la visión de Dios. Pero actúa sobre todo en la historia santa de un Pueblo
elegido, por medio de los profetas. Más tarde, amoldándose al hombre pecador, le entrega Dios
su Ley, el Testamento Antiguo. Se trata de un canal de la acción del Espíritu, bien que
preparatorio y parcial: aun desde fuera y ligado a la historia particular de un pueblo, invita el
Pneuma al hombre a la comunión con Dios.
Por fin., hace ciento cincuenta años, dice Justino, tomó carne el Cristo. Por ser el Ungido, el
agraciado por el Padre con la abundancia del Espíritu, lo poseyó en plenitud desde su
nacimiento. Y sin embargo, seguidor en carne de los pasos humanos, tampoco en El pudo actuar
con plenitud de golpe, produciendo instantáneamente la plena comunión del hombre con Dios,
No es que el Logos careciera del Espíritu buena muestra de ello es que su fuerza atrajo a los
magos a ferviente adoración. Pero no se trataba de eso: el Espíritu debía actuar a través de Jesús
hombre, única manera de que pudiera ser comunicado a los otros hombres. Y era esencial en tal
actuación respetar las propiedades humildes de la carne asumida que venía a sanar.
He aquí pues, en esta historia de participación de la vida divina al hombre, el papel del Bautismo.
Dispuesto ya para su recepción, humanamente crecido, se acerca Jesús al Jordán. La acción que
el Pneuma realizaba en los profetas del pueblo pasa en ese momento a concentrarse en Cristo,
Empieza en Él a operar, en modo hasta ahora inaudito, el mismo Espíritu profético que trabajaba
desde los inicios para unir al hombre con su Creador. Su actuación conocerá diversas fases,
conforme progrese la vida de Jesús.
La necesidad de este paso del Espíritu por Jesús - ya lo hemos indicado - se comprende en el
marco de La recapitulación. El Salvador viene a reparar la obra del diablo contra Adán y los
suyos y a conducir al hombre a su vocación primera, la filiación divina. Por eso el Hijo de Dios
ha de recorrer en carne el camino que seguirán luego sus discípulos. Tal contexto ilumina lo
acaecido en el Jordán: Jesús recibe el Espíritu para que lleve a cabo en él (en su carne) lo que
luego heredarán los cristianos, la perfecta unión filial con el Padre. Con razón habla Justino del
nacimiento de Cristo para los hombres: se da entonces el fundamento del nacimiento del
cristiano para Dios, por recepción del Espíritu de Jesús.
Desde aquí se explica el titulo de Hijo de Dios otorgado a Cristo en el Bautismo. El estudio nos
ha mostrado que tal declaración del Padre corresponde a un cambio real en Jesús. Y esto porque
el nombre de "Hijo" no es concepto estático. Desde la generación a Paire es Cristo el Hijo en
sentido propio. Su nacimiento humano de María, por poder y voluntad del Padre, le constituye
también Hijo de Dios en su humanidad. Y ahora, al llegar el Bautismo del Jordán, se da una
progresión en esa filiación, no por necesidad de Cristo, sino por bien del hombre, para cuya
filiación es necesario el Espíritu. ¿En qué sentido nuevo es Cristo ahora Hijo de Dios?
Se pueden distinguir dos aspectos. En cuanto, como hemos visto, Jesús comienza su predicación
y profecías, es dado hablar de una acción dinámica del Espíritu sobre Jesús, disponiéndole para
su misión"'. Por otro lado, el mismo Espíritu le capacita para poder donar al hombre esa
perfección que ahora posee, constituido así primogénito entre sus hermanos, no por generación
carnal (como Adán), sino por nacimiento en Espíritu. El Pneuma obra asi como principio
participativo. Ambos aspectos, dinámico y participativo, están relacionados: la actividad del
Espíritu sobre la carne de Jesús mira a la donación posterior a los cristianos.
Resumiendo, podemos señalar dos esquemas teológicos que impregnan toda la teología de
Justino y le sirven para situar el Bautismo del Jordán. En primer lugar, la idea del Espíritu como
forma de presencia dinámica de Dios en el mundo. El Pneuma es quien conduce al hombre a lo
largo de la historia a la comunión con su Hacedor, respetando la condición de la criatura. Desde
este punto de vista la historia salutis es una historia de la progresiva donación del Espíritu al
mundo creado. En segundo lugar, el cuadro de la recapitulación: el Hijo de Dios dona a los
hombres la filiación divina y lo hace compartiendo la condición de Adán y los suyos. Cristo ha
de recorrer primero en la carne el camino que seguirá luego el hombre para su salvación. La
coordinación de ambos esquemas permite entender por qué se bautizó Jesús. Y prueba que la
novedad real del Espíritu en el Jordán no es cuerpo extraño en el discurrir teológico del mártir,
sino que responde bien a su lógica interna.» (18)
Es a partir del momento de su bautismo y llenura del poder divino que veremos «más en
concreto la actuación del Espíritu en Jesús. Estará presente:
Cuando Cristo derrote al diablo
Cuando enseñe
Cuando (cure) sane a los hombres» (19)
 Leer mas sobre el bautismo
Notas:
1. José Granados,Los misterios de la vida de Cristo en Justino Mártir, Notas de pie Nº 27 y
28,Pág. 240
Publicado en 2005 Editrice Pontificio Instituto Biblico.
2.http://www.redevangelica.cl/portal/modules/wordbook/entry.php?entryID=685
3. http://www.ewtn.com/spanish/prayers/el_espà ritu_santo.htm
4.http://www.adorador.com/temasdoctrinales/18_dios_el_espiritu_santo_su_bautismo.htm
5. http://www.corazones.org/biblia_y_liturgia/oficio_lectura/fechas/enero_10.htm
6. http://www.corazones.org/jesus/bautismo_jesus.htm
7.http://6865.blogcindario.com/2008/01/04801-raniero-cantalamessa-me-ha-consagrado-con-la-
uncion.html
8. Los misterios de la vida de Cristo en Justino Mártir, Pág. 232-234. op. cit.
9. Ibíd, Pág. 241-242
10. http://www.bibleuniverse.com/resource/storacles/spanish/spanstor11.asp
11.http://www.vrg.us/chee/pdf/El_bautismo_y_tentacion_de_Jesus.pdf
12.www.columbiabautistahispana.org/sermones/docs/bautismo%20(Mensaje%20para%20el%20
bautismo).doc
13.http://es.geocities.com/missionvidanueva/bautismo.htm
14.www.ublaonline.org/pdfs/4%20Evangelios%2017.doc
15. Ibid
16. Los misterios de la vida de Cristo en Justino Mártir, Pág. 242-244. op. cit.
17. Ibid, Pág. 249. op. cit.
18. Ibid,Pág. 242 - 270, op. cit
19 Ibid

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Preparación del señor previo a su ministerio parte 12

  • 1. Preparación del Señor previo a su ministerio (XII) Autor:Paulo Arieu Preparación mediante el recibimiento del Espíritu Santo (1:10-11). «Cuando Justino describe la vida de Juan, su particular vestido y alimento (cf. D 88.7). está viendo todo esto como prueba de que el Espíritu actúa en Él (de ahí que le confundan con el Cristo y que sea necesario un signo que identifique a Jesús). Justino presenta un contraste entre Juan y Jesús. Éste último crece con total normalidad, se alimenta de todo. No se distingue de los otros hombres (cf. D 8,2). No se trata sólo de afirmar la verdadera humanidad de Jesús. Se quiere insistir más bien en una vida completamente normal, en la que no se da manifestación especial del Espíritu. Jesús no predica, no profetiza ni bautiza. Si algo enseña es a través de su oficio de carpintero (cf. D 88 8).»(1)
  • 2. «Al salir del agua, (Mar. 1:10; Jn. 1:33-34), Juan vio que el cielo se abría y que el Espíritu de Dios descendía en forma de paloma, y reposaba sobre Jesús: una voz hizo saber estoy desde el cielo:: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia" (Mat. 3:17). Así el poder del Espíritu fue otorgado en toda su plenitud a la naturaleza humana de nuestro Señor, con vistas a Su ministerio (Luc. 4:1,14). En el curso de su ministerio se mostró de inmediato como verdadero hombre y verdadero Dios» (2) «El Espíritu Santo, la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, es Dios. Verdadero Dios como lo son el Padre y el Hijo. Es el Amor del Padre y del Hijo. Cristo prometió que este Espíritu de Verdad iba a venir y moraría dentro de nosotros. "Yo rogaré al Padre y les dará otro Intercesor que permanecerá siempre con ustedes. Este es el Espíritu de Verdad que el mundo no puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes saben que él permanece con ustedes, y estará en ustedes" (Jn 14:16-17) El Espíritu Santo vino el día de Pentecostés y nunca se ausentará. Cincuenta días después de la Pascua, el Domingo de Pentecostés, los Apóstoles fueron transformados de hombres débiles y tímidos en valientes proclamadores de la fe; los necesitaba Cristo para difundir su Evangelio por el mundo El Espíritu Santo está presente de modo especial en la Iglesia, comunidad de quienes creen en Cristo como el Señor. Ayuda a su iglesia a que continúe la obra de Cristo en el mundo. Su presencia da gracia a los fieles para unirse más a Dios y entre sí en amor sincero, cumpliendo sus deberes con Dios y los demás. La gracia y vida divina que prodiga hacen a la Iglesia ser mucho más grata a Dios; la hace crecer con el poder del Evangelio; la renueva con sus dones y la lleva a unión perfecta con Jesús...
  • 3. Es nuestro deber honrar al Espíritu Santo amándole por ser nuestro Dios y dejarnos dócilmente guiar por Él en nuestras vidas. San Pablo nos lo recuerda diciendo: "¿No saben ustedes que son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?"(1 Cor 3, 16).¨ (3) Jesús recibió un bautismo de poder con el Espíritu Santo: «Al examinar las referencias en los cuatro evangelios y en Hechos 1:5, se aclara que el Bautismo del Espíritu es considerado en cada caso como un acontecimiento futuro, el cual nunca había ocurrido previamente. No hay mención del Bautismo del Espíritu en el Antiguo Testamento, y los cuatro evangelios se unen con Hechos 1:5 en anticipar el Bautismo del Espíritu como un evento futuro. En los evangelios, el Bautismo del Espíritu se presenta como una obra la cual Cristo hará por medio del Espíritu Santo como su agente, como, por ejemplo, en Mateo 3:11, donde Juan el Bautista predice que Cristo "os bautizará en Espíritu Santo y fuego". La referencia al Bautismo por Fuego parece hacer alusión a la segunda venida de Cristo y los juicios que ocurrirán en ese tiempo, y también se menciona en Lucas 3:16, pero no en Marcos 1:8 o en Juan 1: 33. El Antiguo Testamento relaciona el viento con el fuego en el Salmo 104.4, citado en Heb. 1:7.También la cita Juan el Bautista: "él os bautizará en Espíritu Santo y fuego" (Luc. 3:16). Así como el viento representa al Espíritu, así también el fuego connota la purificación que Dios hace de su pueblo." A veces la intervención del Espíritu Santo se expresa por el uso de la preposición griega en, como en Mateo 3:11, Lucas 3:16 y Juan 1:33. Ya sea que la preposición se use o no, el pensamiento es claro en cuanto a que Cristo bautizó por el Espíritu Santo. Algunos han tomado esto como algo diferente del bautismo del Espíritu del que se habla en Hechos y en las Epístolas, pero el punto de vista preferible es que el bautismo del Espíritu es el mismo en todo el Nuevo Testamento. El bautismo en cualquier caso es por medio del Espíritu Santo. La norma de la
  • 4. doctrina es expresada por Cristo mismo cuando Él contrastó su bautismo, administrado por Juan, con el futuro bautismo de los creyentes por medio del Espíritu Santo, lo cual ocurriría después de su ascensión. Cristo dijo: "Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días" (Hch. 1:5). (4) Peregrinación a la región de Cesárea de Filipo. Confesión mesiánica de Pedro (Mar 8:27-34). En ese viaje Jesús habló de su pasión (Mar 8:30-32). La unción de la obediencia San Cirilo de Alejandría, Patriarca de Alejandría, (376-444), Su autoridad sirvió santamente los designios de Dios. San Cirilo es famoso por su defensa de la ortodoxia contra la herejía, particularmente contra el nestorianismo. Fue el Defensor de la doctrina que proclama a María la Theotokos: Madre de Dios. Esta doctrina fue proclamada como dogma católico en el Concilio de Éfeso (431) que San Cirilo presidió bajo la autoridad el Papa Celestino. San Cirilo escribió en un comentario titulado "Efusión del Espíritu Santo sobre toda carne", que: «Cuando el Creador del universo decidió restaurar todas las cosas en Cristo, dentro del más maravilloso orden, y devolver a su anterior estado la naturaleza del hombre, prometió que, al mismo tiempo que los restantes bienes, le otorgaría también ampliamente el Espíritu Santo, ya que de otro modo no podría verse reintegrado a la pacífica y estable posesión de aquellos bienes.
  • 5. San Atanasio y San Cirilo (derecha) Determinó, por tanto, el tiempo en que el Espíritu Santo habría de descender hasta nosotros, a saber, el del advenimiento de Cristo, y lo prometió al decir: En aquellos días -se refiere a los del Salvador - derramaré mi Espíritu sobre toda carne. Y cuando el tiempo de tan gran munificencia y libertad produjo para todos al Unigénito encarnado en el mundo, como hombre nacido de mujer -de acuerdo con la divina Escritura, Dios Padre otorgó a su vez el Espíritu, y Cristo, como primicia de la naturaleza renovada, fue el primero que lo recibió. Y esto fue lo que atestiguó Juan Bautista cuando dijo: He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo y se posó sobre él .Decimos que Cristo, por su parte, recibió el Espíritu, cuanto se había hecho hombre, y en cuanto convenía que el hombre lo recibiera; y, aunque es el Hijo de Dios
  • 6. Padre, engendrado de su misma sustancia, incluso antes de la encarnación -más aún, antes de todos los siglos -, no se da por ofendido de que el Padre le diga, después que se hizo hombre: "Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy." Dice haber engendrado hoy a quien era Dios, engendrado de él mismo desde antes de los siglos, a fin de recibirnos por su medio como hijos adoptivos; pues en Cristo, en cuanto hombre, se encuentra significada toda la naturaleza: y así también el Padre, que posee su propio Espíritu, se dice que se lo otorga a su Hijo, para que nosotros nos beneficiemos del Espíritu en él. Por esta causa perteneció a la descendencia de Abrahán, como está escrito, y se asemejó en todo a sus hermanos. De manera que el Hijo unigénito recibe el Espíritu Santo no para sí mismo -pues es suyo, habita en él, y por su medio se comunica, como ya dijimos antes-, sino para instaurar y restituir a su integridad a la naturaleza entera, ya que, al haberse hecho hombre, la poseía en su totalidad. Puede, por tanto, entenderse -si es que queremos usar nuestra recta razón, así como los testimonios de la Escritura- que Cristo no recibió el Espíritu para sí, sino más bien para nosotros en sí mismo: pues por su medio nos vienen todos los bienes.» (5) «Jesús no necesita recibir el Espíritu ya que El es uno con Padre y el Espíritu Santo desde la eternidad. En el bautismo se manifestó el Espíritu para beneficio nuestro, en una epifanía (manifestación) de la Trinidad. » (6) En un comentario de Raniero Cantalamessa, comentarista del portal de la fe católica corazones.org, titulado "Me ha consagrado con la unción", explica bastante bien según mi opinión lo sucedido en su bautismo en el río Jordán y el acto de la recepción del Espíritu Santo en la vida de Jesús: «Jesús mismo dio una explicación de lo que ocurrió en Él en el bautismo en el Jordán:"De regreso, en la sinagoga de Nazaret se aplicó a sí mismo las palabras de Isaías: "El
  • 7. Espíritu del Señor está sobre mí: me ha consagrado con la unción...". El mismo término de unción utiliza Pedro en la segunda lectura, hablando del bautismo de Jesús: "Dios a Jesús de Nazaret le ungió con el Espíritu Santo y con poder" Se trata de un concepto fundamental para la fe cristiana. Basta decir que el nombre Mesías en hebreo y Christos en griego significan exactamente eso: Ungido. Nosotros mismos, decían los antiguos Padres, nos llamamos cristianos porque hemos sido ungidos a imitación de Cristo, el Ungido por excelencia. La palabra "ungido", en nuestro lenguaje, tiene muchos significados, no todos positivos. En la antigüedad la unción era un elemento importante de la vida. Se ungían con aceite los atletas para estar sueltos y ágiles en las carreras, y se ungían con aceite perfumado hombres y mujeres para tener el rostro bello y resplandeciente. Actualmente, con estos mismos objetivos, hay a disposición una infinidad de productos y cremas en gran parte derivados de distintos tipos de aceites. En Israel el rito tenía un significado religioso. Se ungía a los reyes, a los sacerdotes y a los profetas con un ungüento perfumado y éste era el signo de que estaban consagrados al servicio divino. En Cristo todas estas unciones simbólicas se hacen realidad. En el bautismo en el Jordán Él es consagrado rey, profeta y sacerdote eterno por Dios Padre. Pero no con un aceite físico, sino con el aceite espiritual que es el Espíritu del Señor, "el óleo de alegría", como lo define un salmo. Esto explica por qué la Iglesia da tanta importancia a la unción con el santo crisma. Existe un rito de unción en el bautismo, en la confirmación y en la ordenación sacerdotal; existe una unción de los enfermos (en un tiempo llamada "extremaunción"). Es porque a través de estos ritos se participa en la unción de Cristo, esto es, en su plenitud de Espíritu Santo. Se es literalmente
  • 8. «cristiano», esto es, ungido, consagrado, persona llamada -dice Pablo-"a difundir en el mundo el buen olor de Cristo"... Actualmente está de moda hablar de aromaterapia. Se trata del empleo de aceites esenciales (o sea, los que exhalan perfume) para el mantenimiento de la salud o para la terapia de algunos trastornos... No se contenta con prometer con ellos bienestar físico... Lo que deseo expresar es que existe una aromaterapia segura, infalible, que excluye toda contraindicación: ¡la que está hecha a base del aroma especial, del ungüento perfumado, que es el Espíritu Santo! Esta aromaterapia hecha de Espíritu Santo cura las enfermedades del alma y a veces, si Dios quiere, también las del cuerpo. Hay un canto espiritual afro-americano en el que no se hace más que repetir continuamente estas pocas palabras: "Hay un bálsamo en Gilead que cura las almas heridas". Gilead, o Galaad, es una localidad famosa en el Antiguo Testamento por sus perfumes y ungüentos (Jer 8,22). El canto prosigue, diciendo: "A veces me siento desalentado y pienso que todo es en vano, pero entonces el Espíritu Santo reaviva el alma mía". Gilead es para nosotros la Iglesia, y el bálsamo que sana es el Espíritu Santo. Él es la estela de perfume que Jesús ha dejado tras de sí, al pasar por esta tierra. El Espíritu Santo es especialista en las enfermedades del matrimonio. El Espíritu Santo es el don hecho persona: la donación del Padre al Hijo y del Hijo al Padre. Donde llega Él renace la capacidad de hacerse don y con ella la alegría y la belleza de vivir juntos. El filósofo Heidegger lanzó un juicio alarmado sobre el futuro de la sociedad humana: "Sólo un dios nos puede salvar", dijo. Pues yo digo que este Dios que nos puede salvar existe: es el Espíritu Santo. Nuestra sociedad necesita dosis masivas de Espíritu Santo.» (7)
  • 9. ¿Por que Jesús fue bautizado? «Conservamos varias páginas del Diálogo que comentan el Bautismo de Jesús. La escena ha atraído la atención de muchos estudiosos del mártir. Lo cierto es que bastantes de entre ellos parecen contradecir lo que acabamos de afirmar que éste fuera, según Justino, un momento de relieve en la vida terrena de Cristo. Opinan, en efecto, que el mártir reduce prácticamente el Bautismo de Jesús a una manifestación. La bajada del Espíritu tiene poco o ningún efecto sobre el Salvador se trata sobre todo de un signo por el que se reconoce que éste poseía el Pneuma desde antaño. Fijémonos en el punto de vista que estos exegetas adoptan en su estudio. Atienden ante todo a la dificultad que la escena evangélica plantea al mártir, En efecto, para Justino el Cristo es preexistente. Es decir, es ungido con el Espíritu, ya desde antes de la creación, para hacer participes a los hombres de la fuerza divina. Así las cosas, el episodio del Bautismo parece dar lugar a una contradicción. Si el Espíritu desciende sobre Jesús, ¿es que le era preciso al Salvador?' ¿Pero no era El, desde el principio, su portador en plenitud? Como se ve, las preguntas abren el flanco al ataque adopcionista: hubo quienes usaban el Bautismo para negar la preexistencia de Cristo. Justino se muestra preocupado por evitar esta postura. Tal es la clave que los autores a que nos referimos privilegian para interpretar al mártir. Según ellos, sólo acuciado por las preguntas de Trifón y sin poder disimular un cierto embarazo, aborda la exégesis del Saldrá por La tangente: en el Jordán se manifiesta, para conocimiento de los hombres, una propiedad que Cristo ya poseía de antes. Así, el episodio no juega papel de relieve en su pensamiento'. Es una escena de que el mártir bien prescindiría. Ciertamente hay pasajes
  • 10. que apoyan esta interpretación. Sin lugar a dudas, uno de los aspectos del Bautismo es el de manifestación o signo que muestra a Jesús como Cristo. Ahora bien. Justino conoce también otro ingrediente del Bautismo. La recepción del Espíritu no se explica sólo como proclamación de una propiedad ya poseída. En otros textos se afirma la concentración, en Jesús, del Espíritu que actuaba en los profetas; Espíritu que se donará luego al pueblo cristiano. Y no se trata de simple desvelamiento sin novedad real, sino de un verdadero cambio con efectos palpables en la vida de Jesús... Por otro lado, no se puede dudar de la importancia que tiene para Justino la teología de la preexistencia, y de que el debate con Trifón sobre este asunto influye a la hora de abordar el Bautismo. La objeción adopcionista estaba presente. Ahora bien, sin negar alcance a la polémica con Trifón sobre la preexistencia, pienso que no es bueno partir directamente de ella: esto significaría estrechar de entrada la perspectiva, mirarlo todo desde un prisma que tiende por sí mismo a acortar muchos horizontes. Porque la visión de Justino, asi lo probaremos, es más amplia: otros aspectos le interesan en tomo al Bautismo. En realidad, para el mártir el episodio no es tanto un obstáculo, cuanto una vía que le permite profundizar en el misterio de Cristo.» (8) «Justino se fija en dos figuras: Juan Bautista y Jesús. Comencemos por el primero. Los elementos con que se le describe ponen de manifiesto que en Él actúa el Espíritu. Se nos dice que estaba sentado en el Jordán: se trata de la posición que adoptaba el maestro. Desde esa cátedra Juan grita y predica profetizando la venida del Salvador. La misma presentación encontramos en la otra narración del Bautismo (D 87-88). Allí se añade que Juan se distingue por su vestido y dieta especiales. Hasta tal punto actuaba en Juan el Espíritu, que la gente llegó a pensar se trataba del Cristo.
  • 11. Se centra entonces el interés sobre Jesús. Sabemos que su vida transcurrió en normalidad hasta el Bautismo. Justino acentúa que no se dio nada extraordinario, es decir, ninguna actuación en Él del Espíritu, como se estaban dando entonces en Juana. Cuando el Señor se acerca al Jordán, Juan todavía enseña sentado, signo de que le agita aún el Pneuma. Nada más llegar, Jesús pone fin a toda acción extraordinaria en el Bautista. profecías y bautismos. ¿Qué ocurrió entonces a Jesús'? En ese momento comenzó Él también a evangelizar: "El Reino de los cielos está cerca". Y Justino añade algunos contenidos del mensaje de Jesús. A partir del Jordán empezó a anunciar su muerte y resurrección: 1. predijo también una característica del tiempo de la Iglesia, al decir que enseguida aparecerían los herejes 2. y desvelé el cumplimiento definitivo de la historia, cuando él mismo volverá a Jerusalén para comer y beber con los suyos 3. ¿Qué quiere decir Justino con esta enumeración? A primera vista puede parecer un elenco escogido al azar entre los dichos del Maestro, para dar idea de la actividad de Jesús. Prestemos, sin embargo, atención a un pasaje que muestra similitudes con el nuestro, D 76, 3-7. Comenta allí Justino el título "Ángel del gran consejo" (Is 9, 6): es decir, aquel que desvela definitivamente los designios de Dios sobre el mundo. El culmen de tal actividad lo constituye la predicación de Jesús, descrita en términos similares a los que acabamos de ver predijo la cruz y resurrección (1), y el juicio definitivo (2); y, aunque no se dice nada de los herejes (3), si se
  • 12. anuncia la destrucción del diablo por parte de los cristianos, asunto relacionado con la instigación satánica de las herejías. Este paralelismo nos indica que, al resumir la predicación de Jesús tras el Bautismo, se la está caracterizando de forma inequívoca: es una actividad profética. Ahora realiza Él, en plenitud, lo que antes Juan; Jesús desvela los designios del Padre., La relación con el título "Ángel del gran consejo" (D 76,3), puede iluminamos aún. Aquí "ángel" tiene un valor funcional, atendiendo a su significado de "mensajero". Justino ha unido poco antes las nociones de "ángel" y "apóstol" (enviado) con la de "profeta", en torno a la figura de Josué. En otro pasaje los títulos "sacerdote", "rey" y "ángel" se relacionan con una unción.. Donde esperaríamos la unción del profeta (sacerdote, rey, profeta), encontramos la del "ángel". Justino ve, por tanto, unidos "ángel", "apóstol" y "profeta", y asocia el primero a una unción. Beskow ha sugerido un texto que podía haber inspirado al mártir para establecer estas relaciones. Se trata de Is 61, 1, al que Justino, alude en otro contexto: "El Espíritu del Señor está sobre mí porque El me ha ungido; me ha enviado a anunciar la buena nueva a los pobres..." Un dato puede confirmar la propuesta de Beskow. Acabamos de leer al mártir: justo después del Bautismo comienza Jesús a evangelizar. Si Is 61, 1 sirve de trasfondo, encaja muy bien la descripción del momento. Seguiría Justino a Lucas, quien trae precisamente esta escritura de Isaías cuando narra la escena de Jesús en la sinagoga de Nazaret (Luc 4, 1 8s). Todos los datos apuntan a lo mismo y nos permiten concluir Justino pensó en una unción asociada al momento del Jordán. Este descenso del Espíritu es real, como real es el cambio operado en la actividad de Jesús. Callaba antes, evangeliza luego; mantenía primero silencio desvela después el futuro como
  • 13. profeta. No se trata de unción material, sino de la recepción del Espíritu, que empieza a actuar entonces en Jesús»(9) Jesús no necesitaba limpieza de pecado. Tres razones posibles de su bautismo: El portal bibleuniverse.com, nos responde esta inquietud: «Jesús no fue bautizado porque necesitaba limpieza del pecado, porque él no tenía pecado (1 Pedro 2:22). Esta es la razón por la cual Juan el Bautista estaba tan perplejo cuando Jesús vino al Río Jordán, pidiendo ser bautizado por él. Juan dijo, "Yo necesito ser bautizado por tí ¿tú vienes a mí?". Mateo 3:14. Entonces, ¿por qué fue bautizado Jesús? En este portal , se explica que hay tres razones principales, según cree el comentarista: Primero, él se bautizó por aquellos que no pueden bautizarse por sí mismos. A veces cuando una persona acepta a Cristo en la prisión, o en el hospital, las circunstancias no le permiten ser bautizado. Jesús les da crédito por su bautismo. El ladrón en la cruz fue un ejemplo (Lucas 23:42). Segundo, Jesús se bautizó como un ejemplo, para que sigamos sus pisadas (1 Pedro 2:21). Y tercero, Jesús fue bautizado para que nosotros podamos, al estudiar su experiencia, conocer qué esperar por medio de la fe.» (10)
  • 14. Bautismo y tentación de Jesús En un documento electrónico titulado "Bautismo y Tentación de Jesús", de Alfredo Chee, se explican las razones por las cuales se bautizó Jesús. Extraeré una parte de la explicación que me parece mas acertada, mas objetiva de acuerdo a mi entendimiento: «Jesús vino a este mundo para hacer en todo la voluntad del Padre, y ser el perfecto sacrificio por nuestros pecados. En él, podemos confiar todos los pecadores, porque en él, todos podemos ser salvos si en obediencia a sus enseñanzas, nos rendimos a su voluntad y resistimos al pecado y a las tentaciones con la ayuda bondadosa que solamente él nos puede dar porque nos comprende y se identifica con nosotros (Hebreo 2:17,18). "Aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. Y luego, cuando subía del agua, vio abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma que descendía sobre él. Y vino una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia. Y luego el Espíritu le impulsó al desierto. Y estuvo allí en el desierto cuarenta días, y era tentado por Satanás, y estaba con las fieras; y los ángeles le servían" (Mar. 1:9-13) Marcos en el verso 9, llama a Jesucristo .Jesús para enfatizar su naturaleza humana y partiendo de este punto, es que Marcos poco a poco nos hace ir descubriendo en Jesús el hombre, al Hijo de Dios. Algunos falsos maestros del primer Siglo afirmaban que Jesús era solamente un hombre, en quien descendió el Espíritu Santo cuando fue bautizado. Estos falsos maestros decían que Jesús no podía ser el Hijo de Dios, es decir igual a Dios. Pero Marcos sin ningún preámbulo ya ha declarado que Jesús es Jesucristo el Hijo de Dios (v. 1), y ahora su interés es llevar a sus
  • 15. lectores a esta conclusión, conclusión a la cual él llegó después de ver cuidadosamente las obras de Jesús, obras que eran sin lugar a dudas igual a las obras del Padre. Jesús vino de Nazaret de Galilea.., Nazaret era una pequeña aldea de Galilea en la que Jesús creció y vivió según registra (Mateo 2:22,23). Nazaret era un lugar del cual no se esperaba que saliera nada bueno (Juan 1:46). Y desde ese lugar vino Jesús para iniciar su ministerio público. Surgió la costumbre de llamar nazareno a Jesús. Aunque sus conciudadanos no se identificaron con él ni con su ministerio (Mar 6.1.6; Luc 4.16.30). Por qué se bautizó Jesús? Nos llama la atención en gran manera el que Jesús haya venido desde Nazaret para entrar en el Jordán y ser sumergido por Juan. Grandes hombres de Dios según leemos en la Biblia confesaron sus pecados y tuvieron que arrepentirse de los tales (como el rey David y otros), y muchos de los que venían a Juan, gente común que entendieron el mensaje de Dios que él les predicaba, también venían arrepintiéndose y confesando sus pecados, y Juan les sumergía en agua para que fueran perdonados, el bautismo de Juan era para perdón de los pecados (Mar 1:4-5). El que grandes hombres, y aún gente común se arrepintieran de sus pecados muestra que todos los hombres son pecadores que nadie es sin pecado delante de Dios (Ro. 3:23). ¿Pero Jesús? Él era sin mácula, sin pecado (1 Pe. 2:22), ¿Entonces por qué vino a Juan para que éste le Bautizará? Tanto Jesús como Juan el bautista se refirieron a esto, Jesús mismo nos dice que era para cumplir toda justicia. (Mat. 3:13-17). Y Juan el que bautizaba nos dice que él vino bautizando con agua para que él (el Cristo) fuera manifestado a Israel (Jn. 1:31).
  • 16. Jesús estaba dispuesto a seguir todos los designios o planes de Dios, así estaría demostrando plenamente su obediencia al Padre y el Padre complacido le manifestaría y declararía como su amado Hijo. Jesús demostró su completa obediencia al someterse a los planes de Dios y se hizo bautizar por Juan. Recordemos que el bautismo de Juan cumplía con propósitos diferentes a los del bautismo mandado por Jesús después de que Él resucitó de los muertos, tal y como ya lo hemos notado en nuestra primera lección, tal diferencia es expuesta en (Hch 19:1-5). Jesús mismo se bautizó con propósitos diferentes a los de las personas que venían a ser bautizadas por Juan, él se bautizó para cumplir con toda justicia es decir para seguir fiel y plenamente todos los planes o propósitos establecidos por Dios, y así ser manifestado a Israel como su Hijo amado por su perfecta obediencia. La gente que venía a ser sumergida por Juan en el Jordán eran sumergidos para que Dios les perdonara sus pecados. Lucas 7:29, nos dice que .Y todo el pueblo y los publícanos, cuando lo oyeron, glorificaron a Dios, bautizándose con el bautismo de Juan.. La gente que acudió a Juan reconoció que era justo que ellos se arrepintieran y se bautizarán en obediencia a las demandas de Dios a fin de que Él les perdonará sus pecados, pero Jesús NO acudió a Juan por esas razones sino para cumplir (es decir para ejecutar plenamente) toda la voluntad de Dios. (Mat. 3:15). La manifestación divina que declaró a Jesús Hijo de Dios. Esta es una clara manifestación de la Deidad en el tiempo y el espacio que a su vez muestra la perfecta unidad en la Deidad. Tanto el Padre y el Espíritu Santo se identifican perfectamente con Jesús. La voz que proclama desde el cielo expresa la relación única y exclusiva que existe entre
  • 17. el Padre y el Hijo. Relación que desde muy temprano en el ministerio de Jesús los demonios mismos reconocen (Marcos 1:23-26; Lucas 4:33-35), y que los hombres no quisieron reconocer (Juan 5:17,18; Juan 10:30-33), Jesús no era simplemente un hombre, sino el mismísimo Hijo de Dios, y por lo tanto igual a Dios. La manifestación del Espíritu Santo descendiendo sobre Jesús y la voz del Padre hablando desde los cielos, lo confirma, y constituyen el testimonio Divino de dicha verdad.» (11) Para que se cumpla toda justicia Otra explicación que me pareció interesante es respecto al análisis de la expresión "para que se cumpla toda justicia" « c.1.Introducción La reacción de Juan el Bautista cuando Jesús se apareció en medio de aquella multitud para ser bautizado, era justificada. Un análisis detenido del significado de su bautismo y a quienes era administrado, pone en evidencia la aparente "resistencia" de aquel hombre que venida del desierto. En este mismo pasaje Juan el Bautista comenzó a llamar a la gente al arrepentimiento, y aquel bautismo era una forma pública de confesión de pecados. El extraño hombre, vestido de pelo de camello, que simbolizaba su misión y procedencia, llamó a los dirigentes religiosos: "¡Generación de víboras"! Estas palabras revelaban no solo una dureza en el trato, sino que indicaban la clase de personas que acudían allí, seguramente acusados por sus propias culpas. Jesús fue aquel sitio, no porque tenía una conciencia que le mostraba sus pecados, pues en él no "hubo pecado ni se halló engaño en su boca". Más bien fue porque sabía que con la aparición de Juan el Bautista, el "allanador de su camino", también estaba apareciendo la oportunidad para
  • 18. comenzar su ministerio público. El no era un pecador, pero él vino para destruir el poder del pecado e identificarse con los pecadores. Jesús sabía que aquel era el mejor momento, cuando los hombres movidos por sus propias cargas y condición pecaminosa, descendían arrepentidos y confesos por sus culpas. Ninguna época fue tan especial para decirles a ellos lo que el mismo Juan había dicho de Cristo: "He aquí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo". Su bautismo fue la iniciación, no como un nuevo creyente en la fe, pero si como el "autor y consumado de nuestra fe". Aquel bautismo simbolizaría su muerte pero también su segura resurrección. El punto de partida de todo seguidor de Jesús es, que si él se bautizó para "que se cumpla toda justicia", ninguno de los que pretenden seguirle deben omitir este acto de obediencia. Si Jesús se bautizó yo también debo hacerlo. Cualquier negativa en esto, demuestra o ignorancia o desobedeciencia. c.2 Para que se cumpla la justicia concerniente a la forma v.13 Uno de los puntos que ha dividido al cristianismo a través de la historia, es este que tiene que ver con el tema del bautismo. Las opiniones de los expertos y estudiosos han tenido marcadas diferencias, hasta el punto que hoy se practica esta ordenanza de acuerdo a alguna tradición o según lo señala la Biblia. Para algunos no es del todo importante ni constituye un argumento en si mismo en cuanto a la forma, cuando la Biblia habla del río Jordán donde Jesús fue bautizado. En los cuadros que se nos representa a Juan bautizando a Jesús, puede aparecer haciéndolo o por "aspersión" o "inmersión"; depende la "óptica hermenenéutica" con que se esté mirando en ese momento. Pero creo que lo que nos ayuda a entender la "justicia" de la cual nos habló el Señor tocante a la forma, es analizar la palabra misma en su sentido único y original. El término "bautismo" y "bautizar", literalmente significa: "sumergir", "sepultar", "introducir en agua",
  • 19. "cubrir bajo agua", etc. Jesús acudió al Jordán donde todos los hombres venían y eran sumergidos en agua. Se dice que "Juan bautizaba también en Edón, junto a Salim, porque había allí muchas aguas" (Jn. 3:23), lo cual comprueba aun más la importancia del término bíblico. El mismo acto de ver a Jesús descender y ascender a las aguas nos sugiere un acto de sumersión. Si el bautismo fuera por "aspersión" o "rociamiento", no habría sido necesario que este se diera en un lugar de tantas aguas, pues cualquier casa habría sido suficiente para practicar tal ceremonia. Pero la enseñanza bíblica no da lugar para otra forma. Primero, las personas que lo hacen están muy conscientes (analice la generación que acudía a Juan para bautizarse), pero también hacerlo en un río de tantas aguas como el Jordán, nos indica que era el sitio apropiado para sumergir al candidato. Pareciera ilógico que alguien se introduzca en un río solamente para "rociarlo". c.3. Para que se cumpla la justicia respecto al propósito v. 15 b. Cuando Jesús se refiere al cumplimiento de toda justicia tenía en su mente a los discípulos que vendrían de su ministerio. Dos milenios han sido testigos de tan grande multitud de seguidores. El bautismo sería una parte fundamental en la vida de todos ellos. Esta sería la manera más visible de obediencia a su persona y a su causa. Jesús estuvo bajo sujeción y obediencia a su Padre celestial y todos los que se declararan amantes de su Padre deberían hacer lo mismo. Cuando Jesús se refirió al cumplimiento de la justicia, seguramente estaba pensando que la obediencia a esta ordenanza bíblica corresponde a creyentes que han abrazado la fe en él y la han hecho pública. Y es que esto era la práctica en medio de sus discípulos. Se nos dice que los seguidores del Señor eran bautizados por sus propios discípulos. Así lo reseñó Juan: "Jesús hace y bautiza más discípulos que Juan (aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos)" (Jn. 4:1-2). Con esto enfatizamos que el bautismo no es una "opción" para los creyentes en Cristo sino una
  • 20. "ordenanza"; y que tal acto no es para la salvación. En ninguna parte la Biblia nos dice que el bautismo es un sacramento; eso es, un medio para lograr la salvación. Más bien es un testimonio de nuestra "unión con Cristo". La historia del Etiope de candace es única en esta parte. Después que Felipe le compartió el evangelio según la profecía de Isaías 53, él entendió la importancia de obedecer completamente, y de esta manera lo hizo: "Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. Y mandó a parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó" (Hechos 8:36-38). Así, pues, el bautismo de Jesús nos confronta sobre la clase de obediencia que mostramos hacia él. c.4. Para cumplir con la justicia del cielo v. 16, 17. No fue una mera casualidad que al momento bautizar a Jesús estuviera presente la persona del Espíritu y la persona del Padre. Este es un punto que debemos tomar muy encuentra en lo que respecta a nuestra identificación con la Trinidad al momento de ser bautizados. La presencia del Espíritu en forma de paloma simbolizaba la más alta vida de pureza que podían conocer los judíos. En aquel acto no sólo se estaba confirmando el mesianismo de Cristo sino su carácter de ser el Hijo Santo de Dios. La voz que vino del cielo de parte de su Padre testificó: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia" v.17b. Antes que Jesús ascendiera a los cielos les dejó a los discípulos, y con ello a la iglesia, el solemne mandato: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.." (Mat. 28:19). No es esto una forma mecánica o un rito de iniciación religiosa. Hay aquí una concepción doctrinal que es como el "eje" donde se engrana toda la "maquinaria" de nuestra
  • 21. común fe. Nosotros creemos que hay un sólo Dios que es infinito en santidad y con todas las demás perfecciones. Pero que ese eterno Dios se nos ha revelado como Padre, Hijo y Espíritu Santo con distintos atributos personales pero sin ninguna división de naturaleza, esencia o existencia. No creemos en un "dios de tres cabezas", como se nos ha hecho creer. Al ser bautizados en el nombre de la Trinidad o Triunidad estamos declarando nuestra fe en el Padre creador y sustentador de todo lo que existe. Estamos diciendo que el Espíritu Santo es quien produce toda obra del nuevo nacimiento o regeneración, así como el encargado de suministrarnos todo el poder para vivir la vida cristiana. Y que el Hijo de Dios es nuestro único y suficiente salvador. Que "no hay otro nombre bajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos". Bien pudiéramos decir que en ese especial momento de nuestras vidas podemos oír muy internamente, "tu eres mi hijo amado en quien tengo complacencia". La justicia de la obediencia se cumple en este acto. c.5 Para cumplir con la justicia de la identificación con el El bautismo no es un rito sin significado o que se haya escogido para complacer la exigencia del algún credo. Es la más auténtica expresión de nuestra fe y doctrina. Cuando Jesús habló de cumplirse toda justicia estaba poniendo en la mente de sus discípulos, que el bautismo sería uno de los más grandes desafíos tocante a la "unión con él". Así lo expresa Pablo: "Todos los que fuimos bautizados en Cristo os habéis revestidos de Cristo" (Gál. 3:27). Es una especie de lenguaje que nos sugiere el quitar y poner la ropa en el bautismo. "Revestirse" significa haber recibido a Cristo, estar con Cristo y hacerse uno con él. Pablo va más allá para decirnos que la muerte y resurrección de Cristo, simbolizada a través del bautismo, llega a ser una especie de unión con él en sus actos de redención. Es como si nosotros mismos hubiésemos sido enterrados
  • 22. con él en la tumba y de igual manera hubiésemos resucitado (véase Rom. 6:1-5; Col. 2:11,12). Pero tal unión con él no sólo se queda en la mera profesión de fe sino que se extiende a la incorporación en su cuerpo, que es la iglesia. Si nosotros profesamos que "somos uno con él", pero no estamos unidos a la iglesia, entonces no hay una vida cristiana completa. Mi unión a Cristo automáticamente debe llevarme a la unión con todos aquellos que están ya unidos a él, y el mejor ejemplo que encontramos de unirnos a Cristo, lo es a través de "su cuerpo" o sea su iglesia. La referencia de 1 Corintios 12:12, 13, en esa explicación que se hace de los miembros del cuerpo y luego los dones espirituales, nos muestra de una manera sumamente clara la importancia de esta unidad los unos con los otros y en consecuencia, con la cabeza que es Cristo. Si el Espíritu Santo es el encargado de conducirnos a la regeneración y con ello a la salvación, el bautismo llega a ser un símbolo de esa renovación del Espíritu. El día de Pentecostés se derramó ese Espíritu y allí el cuerpo, o sea la iglesia, fue bautizada de donde venimos todos. Aquel derramamiento del Espíritu tuvo el cumplimiento de dos sentidos proféticos: el anunciado por el profeta Joel en su capítulo 2 y el anunciado por Jesús tocante a su promesa que, "no os dejaré huérfanos, vendré otra vez". De este modo a través del bautismo nos identificamos plenamente con Cristo en toda su obra de salvación, hoy día dejada a través su cuerpo, la iglesia. c.6 Conclusión: Si Jesús le dijo a Juan el Bautista que le bautizara para que se cumpliera "toda justicia", no teniendo necesidad de hacerlo; cuánto más nosotros que no somos menos que aquellas multitudes que acudían al río Jordán confesando sus pecados. Ya el Espíritu Santo ha sido derramado, no buscamos otro bautismo. Pero con el bautismo en agua hago pública mi fe.» (12)
  • 23. Otra explicación que me parece añade algunos conceptos importantes las encontramos en la nota titulada "El verdadero significado del Bautismo de Jesús ", basada en la epístola de Pablo a los Romanos Cáp. 6 vs. 1-8 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?¡De ninguna manera! Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?, porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que cómo Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado, porque el que ha muerto ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él." (Ro. 6:1-8) «... Llamamos a Juan, quien bautizo a Jesús, Juan el Bautista. Entonces, ¿qué significa bautismo? "Bautismo" es " en Griego. Significa, "ser sumergido." Y el significado más importante de bautismo es "quitar el pecado y la muerte." La frase "ser sumergido" implica muerte. Todos los pecados del mundo fueron pasados a Jesús cuando Juan el Bautista lo bautizo a Él y así Él los tomó todos y murió en la Cruz para dar la paga por todos nuestros pecados. Jesús murió en nuestro lugar. La muerte es el resultado del pecado porque "la paga del pecado es muerte" (Ro. 6:23). Bautismo también significa, "ser lavado." Todos nuestros pecados fueron lavados, sin dejar ni una pizca de pecado, porque Jesús tomó todos los pecados del mundo sobre Su carne a través de
  • 24. Su bautismo. Todos los pecados en los corazones de los seres humanos fueron lavados y pasados a Jesús a través del bautismo. Bautismo tiene el mismo significado que, "Imposición de manos." "Imposición de manos," significa, "pasar a." El hecho de que Jesús recibiera el bautismo de Juan el Bautista, fue para cargar todos los pecados del mundo. Era la eterna ley de la salvación de Dios, que el sacerdote impusiera sus manos sobre la cabeza de la ofrenda por el pecado, para pasar los pecados de Israel en décimo día del séptimo mes. "Pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrio vivo y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados. Así los pondrá sobre la cabeza del macho cabrio, y lo enviará al desierto por medio de un hombre destinado para esto. Aquel macho cabrio llevará sobre sí todas sus iniquidades a tierra inhabitada; y dejará ir el macho cabrio por el desierto." (Lev. 16:21-22) Cuando Aarón. El sumo sacerdote, imponía sus manos sobre la cabeza del macho cabrio vivo, este tomaba todos los pecados de Israel y era degollado por la gente. "La imposición de manos sobre la cabeza de la ofrenda por el pecado" en el Antiguo Testamento, equivale a "el bautismo" en el Nuevo testamento El significado del bautismo es "ser sumergido." Incluye "ser sepultado, ser lavado o pasar a." La gente en el Antiguo Testamento traía machos cabrios o corderos sin defectos e imponían sus manos sobre la cabeza de la ofrenda para pasar sus pecados a él. Esto es parecido al hecho del bautismo en el Nuevo Testamento. El macho cabrio tomaba los pecados por "la imposición de manos" y era degollado. Jesús fue bautizado por Juan el Bautista quien es el representante de toda la humanidad, para tomar todos los pecados del mundo y fue crucificado. Aarón, el sumo sacerdote y el representante de Israel, imponía sus manos sobre la cabeza del macho cabrio para pasarle los pecados de los Israelitas, degollaba al macho cabrio,
  • 25. tomaba la sangre con su dedo y la embarraba sobre los cuernos del altar de la ofrenda quemada. » (13) Significado de la palabra Justicia: «La palabra "justicia" en griego dikaiosunen significa "lo que Dios demanda; lo que es recto, justo y bueno" y también se emplea para el cumplimiento de los deberes religiosos. De tal manera que podemos traducir "deja ahora, porque conviene que cumplamos todo lo que Dios demanda". Esto nos indica que Jesús no se había bautizado en base al arrepentimiento de sus pecados, porque el no tuvo ningún pecado, sino en base a su deseo de hacer la voluntad de Dios, su Padre. A primera vista parecería injusto que Jesús se bautice junto con las prostitutas, los ladrones, los publicanos y otras personas de mala conducta, pero ante Dios él estaba cumpliendo con lo que era realmente justo y para mostrarnos un camino para que nadie diga luego "si Jesús no se bautizó no es necesario que yo me bautice porque lo estoy imitando en todo"» (14) Jesús caminó 90 Km. Para serbautizado «Jesús recorrió a pié aproximadamente unos 90 kilómetros para ser bautizado. De la provincia de Galilea a la provincia de Perea. Si queremos calcular el tiempo de viaje, podríamos decir que a marcha forzada, le habrá llevado a los menos dos días, o tal vez tres, desde Nazaret hasta el recodo del río Jordán donde Juan estaba bautizando» (15) El Bautismo entre la antigua y la nueva disposición, según la opinión de Justino Mártir. José Granados analiza este punto de la cristología de Justino Mártir, comentando que «algo sucede, pues, a Jesús en el Bautismo. Algo que distingue netamente la etapa que comienza de la
  • 26. que precedió. Es la recepción del Espíritu, que actuará en Jesús de forma nueva a partir del Jordán. Pero, aunque sea importante constatar el hecho, no podemos quedarnos en él. Importa que nos preguntemos por su valor en el conjunto de la vida de Jesús; más aún, por su puesto en la entera historia salutis. No faltan voces que niegan exista coherencia entre lo que acabamos de decir sobre el Bautismo y el resto de la visión teológica del mártir". De tener razón, Justino habría combinado visiones contrapuestas sin buscar ninguna síntesis, De un lado, el cambio experimentado por Jesús, a partir del Jordán: de otro, la afirmación de la preexistencia de Cristo, posesor del Espíritu desde siempre. Ahora bien, resulta que al exponer el Bautismo de Jesús, el mismo mártir está interesado en encuadrarlo en una visión armónica con el resto de la historia salutís. Indicio de esto nos lo ofrece ya el texto apenas analizado. Al comentarlo hemos pasado por alto, a sabiendas, otra de las acciones que realiza Jesús en el Bautismo: puso término a la misión de Juan (D 51, 2). Pues bien, resulta que el caso del Precursor es de trascendencia para todo el pueblo, pues Juan es el último de los profetas. Ausente de él el Espíritu, lo estará de todos los suyos". Esta retirada del Espíritu tiene su importancia: Justino lo considera criterio para leer adecuadamente la profecía de Isaías (Is 39, 8 - 40, 17) sobre el Precursor, como una luz superior que elimina las ambigüedades del texto. Nos invita así el mismo mártir a estudiar en esta perspectiva sus líneas. En D 52 termina Justino de tratar del Bautismo y parece abordar un nuevo asunto. En efecto, comenta ahora la bendición de Jacob (Gen 49, 8-12):
  • 27. "No faltará un jefe de Judá ni un guía salido de sus muslos, hasta que venga aquel a quien está reservado" (Gen 49, 10 en D 52). El texto había sido ya comentado en un lugar importante de la Apología (132). Se abría con ¿1 ante paganos la prueba profética Jesús de Nazaret era el Cristo anunciado en la antigua Escritura hebrea. En efecto, dice el Génesis: los de Judá tendrán jefe y guía hasta que venga Cristo, y sólo entonces les faltará un caudillo. Y a la vista está lo acaecido: desde hace poco carecen los judíos de gobernantes propios, y han caldo bajo dominación romana. Es que ha venido aquel a quien se reservaba el reinado. Ahora, ante Trifón, contertulio más capaz por su conocimiento de la Escritura, desarrolla Justino su pensamiento. Los jefes y guías del pueblo de que habla el Génesis no son solo los reyes: están además los profetas y sacerdotes (cf. D 52, 3). También faltan ellos en Israel desde que surgió el último, Juan Bautista. Con esto se desvela que, más allá del acontecimiento político se da uno teológico. La toma de Jerusalén y la destrucción del templo, la caída de la dinastía propia de Israel, la ausencia de hombres inspirados por Dios...; son todos síntomas de un mal más grave: ha dejado de actuar en el pueblo el Espíritu divino. Pues es Él quien movía a profetas, reyes y sacerdotes; quien por su medio actuaba en todo el pueblo, invitando al recuerdo y conocimiento del Creador; quien se acercaba al hombre a través de los mandatos y sacrificios de la Ley'. En resumen. ¿Qué está reservado a Cristo según la profecía del Génesis? Ante romanos, esta es la respuesta: se trata del reinado. Frente a un auditorio judío ahonda el mártir sus conclusiones: tiene el remado quien tiene el Espíritu, pues es Éste el que unge a reyes, profetas y sacerdotes. Ahora bien, notemos que esta sección muestra fuertes conexiones con la dedicada al Bautismo. Ambas se dirigen a probar, por lo que sucede ante la vista de todos, que Jesús es el Cristo.
  • 28. Aportan signos concretos que muestran el cumplimiento de las profecías. Y en ambas es central la idea del cese del Espíritu. Es que Justino no ha cambiado de asunto al abordar el comentario a Gen 49:10ss. (D 52-54). Estamos ante una sección unitaria (D 49-54), de la que el Bautismo es un caso panicu1ar. Se quiere leer la escena bajo el prisma de la historia de salvación, siguiendo la exégesis de Gen 49:10ss. ¿Qué luz puede arrojar entonces esta profecía sobre el episodio del Jordán? Para responder tengamos en cuenta que la bendición de Jacob explica un gran cambio en la historia de la salvación, una etapa nueva caracterizada por nuevo comportamiento de Dios. La prueba de este cambio se basa fundamentalmente en dos hechos. Está por un lado la ausencia de Espíritu entre los judíos, verificable por la dominación romana. Pero no sólo: es también prueba de su cumplimiento la nueva actuación del Espíritu en la Iglesia Dos momentos, pues netamente diferenciados. Y entre medias sitúa Justino el descenso y actuación del Espíritu en Jesús. ¿Será este paso por el Salvador la causa de que el Espíritu tome nuevos derroteros en su actuación entre los hombres? Así parece darlo a entender Justino al colocar el Bautismo en este contexto. Para comprobarlo se nos abre el siguiente camino: analizar las características de la acción del Espíritu antes y después de la venida de Cristo, primero en Israel y luego en la Iglesia. Y ver si la diferencia que encontremos puede tener como causa el paso del Espíritu por el Salvador, a partir del Jordán. ». (16) «De nuevo encontramos que la actuación nueva del Espíritu en los cristianos, llevando a plenitud la justicia supone su pase previo para Jesús, el Justo, a partir del bautismo. Podemos resumir lo dicho:
  • 29. El mismo Espíritu que actuaba en el Pueblo de Israel ligado a sus fronteras y linaje, se encuentra ahora en la iglesia sin limitaciones de espacio ni raza. Su modo de actuación recuerda al escondimiento de la cruz de Jesús. y no comporta necesariamente una victoria externa, que se reserva para el fin de lo tiempos: obra con potencia en la aparente derrota del martirio. Es el Espíritu que lleva a plenitud lo que buscaba la Ley, haciéndola interior al hombre por su inhabitación en él y alcanza asi cumplida justicia. ¿Que ha sucedido para que pueda darse el cambio en la actuación del Espíritu? ¿Por qué se ha pasado de las fronteras visibles de un pueblo a la efusión sobre toda carne? ¿Cómo la justicia ha llegado ser universal, interior, plena y resumida en e! amor? la respuesta es clara: tan gran cambio se debe a paso del Espíritu por Jesús. En efecto, hemos visto que las navas características de la actuación del Espíritu están ligadas a la obra de Cristo » (17) El Bautismo de Cristo a la luz del Bautismo cristiano José Granados sigue su análisis de la Cristología de Justino Mártir del bautismo de Cristo: «Establecido el contexto, y ganada con él altura suficiente para abordar la interpretación, vayamos a los números que contienen la escena del Bautismo (D 87-88). Resultan mantener un claro nexo con los anteriores. Lo muestra ya la pregunta con que empieza Trifón, pues el judío retorna Is 11:1-3, a que habla aludido poco antes el mártir en D 86, 4: "Descansará sobre él el Espíritu de Dios, Espíritu de sabiduría e inteligencia." Trifón habla aquí del Espíritu que desciende sobre el Mesías', Si lo hace es porque Justino ha preparado, en cierto modo, el terreno.
  • 30. En efecto, las páginas anteriores, ricas como hemos visto en elementos pneumatológicos, ligaban el Espíritu al nuevo nacimiento de los cristianos. Este trasfondo ilumina la primera respuesta de Justino, que reelabora la que ofreció en 49-51. El mártir enlaza lo que sucede al Maestro y a sus discípulos; retorna para ello un pensamiento que nos es conocido: el paso del Espíritu de Israel a la Iglesia. Y viene a decir el Pneuma reposa en Cristo, no porque le fuera necesario', sino para permitir el cambio de una forma a otra de actuación, de la Antigua Alianza a la Nueva. Sólo después de haber pasado por Jesús, tras su ascensión, podrá el Espíritu derramarse sobre toda carne y hacerse interior al hombre, que se convertirá en su templo. A continuación añade Justino datos nuevos, que nos ayudarán a precisar lo sucedido en el Bautismo, ampliando su marco de comprensión. La escena se pone en relación: (a) con la liberación del hombre, (b) con el conocimiento de Cristo, (c) con la filiación divina; lo cual nos permitirá (d) situarla en el conjunto del Diálogo. a) El Jordán y la liberación del hombre Justino comienza exponiendo más motivos para rechazar que Jesucristo tuviera necesidad del Bautismo: Ahora bien, sabemos que fue Cristo al Jordán, no porque tuviera necesidad del bautismo ni de que sobre Él viniera el Espíritu Santo en forma de paloma, como tampoco se dignó nacer y ser
  • 31. crucificado porque lo necesitara sirio por amor del género humano, que había caído desde Adán en la muerte y en el error de la serpiente, cometiendo cada uno el mal por su propia culpa. Porque habiendo Dios creado hombres y ángeles dotados de Libre elección y propio albedrío, quiso que cada uno hiciera aquello para lo que fue por Él capacitado, y si elegían lo que a Él es agradable, guardarlos exentos de muerte y castigo; mas si cometían el mal, castigar a cada uno como a El le pareciera (D 88, 4-5). Se repite que Cristo no recibió el Espíritu porque fuera indigente. Para probarlo se establece una comparación. Tampoco por necesidad nació Cristo; ni por necesidad se sometió a la cruz. Fueron todas obras que llevó a cabo a favor de los hombres. La misma razón que le movió a nacer y morir por nosotros le empujó al Jordán a ser bautizado. El Bautismo se enmarca aquí en el conjunto de la vida de Jesús. Se sitúa en el gran combate contra Satanás, embaucador desde los inicios. Los factores: culpa de Adán, libre albedrío, imitación del error de la serpiente... recurren varias veces asociados en la obra de Justino. Se los halla en pasajes que responden a una misma visión de la obra redentora: ésta se concibe como recapitulación. Cristo deshace la obra que maquinó la serpiente contra los primeros padres. Lleva a cabo su misión por el mismo camino por que se produjo la calda (cf. D 100. 4): contraponiendo a la desobediencia de Adán hombre la obediencia de Cristo hombre". Recorre así por delante la vía que luego seguirán sus discípulos, y es primogénito de un nuevo linaje para comunicar la salvación. Jesús se somete a todo esto no por su propia necesidad, sino para beneficio de la familia humana Ahora bien, Justino incluye el Bautismo en esta serie. Se bautizó por lo mismo que nació y fue crucificado: para salvar al hombre, que yacía bajo el poder de la serpiente. Esto no tendría
  • 32. sentido si el Bautismo fuera mera epifanía. Habría que concluir entonces que nada sucedió tampoco a Jesús en su nacimiento y muerte. La mención del Bautismo en este contexto sólo puede explicarse en consonancia con el esquema que hemos presentado. Jesús se bautiza no porque lo necesite, sino en cuanto encarnado, en cuanto nuevo Adán. No para él, sino con alcance soteriológico en vistas a la salvación del hombre. b) El Jordán y el conocimiento de Cristo Otro argumento da Justino para sostener que Jesús no necesitaba el Bautismo. Son las líneas que ponen más de relieve el aspecto manifestativo del episodio. Tampoco al entrar en Jerusalén montado sobre un asno, según demostramos estaba profetizado, le dio el poder de ser Cristo, sino que dio Él a los hombres una señal de ser Cristo, a la manera que en los días de Juan hubo de darse una se1al por La que los hombres reconocieran que Él era Cristo.. En este texto se apoyan quienes afirman que el Bautismo es en esencia manifestación, y que en él nada nuevo sucede a Jesús. Son líneas claras Jesús no recibe en el Bautismo la fuerza para ser Cristo, como no la recibió al entrar en Jerusalén sobre un pollino. Se trata, por el contrario, de un signo para los hombres, de modo que pudieran reconocerle como Cristo. Ahora bien, todo esto no contradice lo que hemos establecido más arriba. Que el Bautismo tenga un valor manifestativo debe aceptarse sin dudar. Pero, ¿por qué pensar que tiene sólo este valor? Las afirmaciones de Justino no permiten esta conclusión. Jesús, ciertamente, no obtuvo en el Jordán el poder de ser Cristo, pues ya lo era desde antes de la creación. Pero esto no quiere decir que el Espíritu no descendiera realmente sobre Él. El párrafo anterior, que se mueve, como
  • 33. hemos visto, en un marco asociado a la recapitulación, resuelve la contradicción aparente. Jesús recibe el Espíritu en cuanto encamado, en bien de los hombres, porque ha asumido una carne capaz de padecer. Pero, aun ciñéndonos al texto citado, podemos entrever una perspectiva más profunda. En efecto, examinemos la comparación entre el Bautismo y la entrada de Jesús en la Ciudad Santa. Podríamos pensar que el razonamiento es como sigue. Se sienta una premisa: el Domingo de Ramos no se da sino un signo, pues nada en él sucede a Jesús. De aquí se extrae una consecuencia: el Bautismo es, del mismo modo, mero signo. Ahora bien, cabe otro punto de vista. No es casual que en este contexto aparezca la entrada de Jesús en Jerusalén. Recordemos que ésta se relaciona con la bendición de Jacob (Gen 49:10-11), marco amplio que nos permitió interpretar el Bautismo. En torno a la profecía del Génesis dejaba ver Justino toda una visión dinámica de la historia salutis cuyo protagonista era el Espíritu. Así mirado, apunta Justino a iluminar el Bautismo a partir de la condición regia de Jesús, manifestada el día en que los judíos le gritaron Hosanna. El modo de poseer el Remo arroja luz sobre la manera de tener el Espíritu. Rigen, para ambas escenas, esquemas paralelos. Veamos entonces cuál es el que sirve para explicar la realeza de Jesús. En este caso se trata de una perspectiva claramente dinámica que combina sin problemas dos afirmaciones: (1) Cristo reina desde siempre en modo pleno por ser el Logos
  • 34. (2) Cristo es constituido rey desde la cruz, y su reinado se extiende en la historia hasta el fin del tiempo. Planteado en estos términos, el problema es simétrico al del Bautismo, y nos invita a considerar un progreso en la actuación del Pneuma sobre Jesús. c) El Jordán y la filiación divina Baste de momento con el análisis de este párrafo, sobre el que habremos de volver. Leamos antes las últimas líneas de Justino en torno al Bautismo: Cuando Jesús llegó al Jordán, se le tenía por hijo de José el carpintero, y apareció sin belleza, como las Escrituras habían anunciado, y fue considerado él mismo como un carpintero (...J; y entonces fue cuando, por causa de los hombres, como antes dije, voló sobre Él el Espíritu Santo en forma de paloma, y juntamente vino del cielo una voz la misma que fue dicha por medio de David, cuando en persona del mismo Padre dice lo que éste había de decir a Cristo: "Hijo mío eres tú, Yo te he engendrado hoy" (Sal 22:7). El Padre llama nacimiento de su hijo para lo hombres al momento en que iba a darse su conocimiento (D 88, 8). El texto presenta un contraste: todos pensaban que Jesús era hijo de José; pero entonces recibió el testimonio del Padre, recogido ya en Sal 2: 7: "Hijo mío eres tú, yo te he engendrado hoy". Partiendo de aquí Skarsaune considera que la clave del pasaje hay que verla en el titulo "hijo de Dios" y que Justino sigue pensando en términos de recapitulación, como hizo poco antes (D 88, 4-5)
  • 35. Encuentro su exégesis muy acertada. En efecto, los pasajes en torno a la recapitulación incluyen este elemento: la transmisión al hombre de la filiación divina. Dios lo creó libre, capaz de llegar a ser hijo de Dios. Esta filiación no se produce al margen de Cristo: por participación en El se alcanza tal dignidad. De fondo está otra vez la oposición entre los dos Adán, ambos cabeza de linaje, con efectos divergentes. En el primero comenzó la esclavitud del género humano bajo el diablo. El segundo, por el contrario, comunica la posibilidad de llegar a ser semejantes a Dios, hijos suyos'. En las líneas de Justino apenas transcritas han visto muchos una argumentación desmañada. El mártir cita aquí Lucas (Luc 3, 22) quien, según una variante del texto occidental, pone en boca del Padre SaI. 2:7 ¿Por qué no prefiere Justino aducir el verso de Mateo, más favorable a su posición: "Tú eres mi Hijo amado, en quien me complazco"" ¿No corre la frase el nesgo de una lectura adopcionista: Cristo es Hijo a partir del Bautismo?' La dificultad es clara para quien piense que Justino busca exclusivamente, cuando comenta esta escena, salvar la preexistencia de Cristo. Sin embargo, situado en el contexto de la recapitulación, el pasaje gana en coherencia. Lo que interesa a Justino es mostrar que Cristo es el nuevo Adán, transmisor de la filiación divina al hombre. ¿Qué puesto particular corresponde al Bautismo en este esquema? A partir del Jordán empieza a actuar en Jesús el Espíritu en forma nueva. Ahora bien, este Espíritu será decisivo, como ha indicado Justino en los números anteriores (D 85-86), para la nueva generación de los cristianos. Es, por tanto, la recepción del Espíritu la que une el camino de Jesús con el de sus discípulos, en la perspectiva de la recapitulación. El nacimiento de Cristo proclamado por el
  • 36. Padre en D 88, 8, está en la línea del prodigioso nacimiento de los creyentes que ha aparecido repetidas veces en el contexto anterior (D 85,7, D 86.2, D 86, 6). Justino habla así de un nacimiento de Cristo "para los hombres". No quiere esto indicar que el nacimiento se reduzca a una epifanía, como si se dijese: Cristo no nace "en sí', sino solo "para los hombres", A la luz de lo que vamos diciendo el pensamiento de Justino es más rico: recibe entonces Cristo el Espíritu, que será fundamento del nuevo nacimiento de los cristianos. El Salvador nace para los hombres porque se hace capaz (por el Pneuma recibido) de engendrarles a vida nueva. Por eso, cuando el Padre dice "Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy", la frase se aplica en toda su verdad a la escena del Bautismo, como algo que sucede a Cristo en ese momento. Por supuesto. Justino sabe que Jesús es Hijo de Dios por su generación antes del tiempo: lo es también por nacer de María según la voluntad del Padre. Pero le interesa ahora directamente la recepción del Espíritu por parte de Jesús, fundamento de la nueva generación de los cristianos. Se trata de un nacimiento "para los hombres" porque capacita al Hijo para engendrar nuevos hijos para Dios (cf. D 123,9). Es interesante examinar a esta luz las otras citas de Sal 2, 7 en el Diálogo. Encontramos esta escritura en La escena de las tentaciones de Jesús (D 103, 6). Justino establece un nexo entre la voz del Padre y la decisión del diablo de acercarse al Salvador, creyendo que podría obrar en Él como obró en Adán. Adelantemos ahora una conclusión del estudio que dedicaremos a Las tentaciones. La filiación de Jesús, que el Padre declara en el Jordán, le constituye cabeza de un
  • 37. nuevo linaje, pues sus acciones tendrán ahora repercusión sobre multitud de hombres, como la tuvieron las de Adán" La otra cita (D 122,6) se sitúa en contexto eclesiológico: ¿Cuál es pues la herencia de Cristo? ¿No son Las naciones? ¿Cuál es la alianza de Dios? ¿No es el Cristo? Como dice en otro lugar: "Tu eres mi hijo, yo te he engendrado hoy. Pídemelo y te daré en herencia las naciones y en posesión los confines de la tierra" (Sal 2. 7-8) (1) 122. 6). El mismo salmo da pie a unir las ideas de generación (Sal 2, 7) y de heredad de las naciones (Sal 2, 8). La generación ("Tú eres mi Hijo") se hace patente en la capacidad de tener las naciones como herencia, una multitud de nuevos hijos. Justino parece haber visto esta relación, pues dirá poco después (D 123, 9) que Cristo ha engendrado a los cristianos para el Padre haciéndolos así hijos de Dios Esto sugiere que la cita de Sal 2:7 no se vincula a la generación divina de Jesús, ni a la condición que posee por nacer de virgen. Se refiere, por el contrario, a su capacidad para transmitir al hombre la filiación por el don del Espíritu. Y en este sentido se aplica al misterio del Jordán: a partir de entonces tiene Jesús el Espíritu y el hombre puede obtener la filiación divina. Jesús es llamado hijo por el Padre a titulo particular desde el Bautismo, porque recibe el principio por el que podrá engendrar nuevos hijos para Dios. Este principio no es, como en el caso de Adán, la carne y sangre; al contrario, como se atestigua al final del Diálogo, Cristo será primogénito de un linaje nuevo engendrado por la fe y el Espíritu (cf. D 135,6). Muchas de Las dificultades en torno a este pasaje surgen por considerar la filiación divina de Jesús como magnitud estática. De este modo la voz del Padre en el Jordán sólo puede ser mera
  • 38. declaración de una condición poseída por Jesús ya de tiempo. Ahora bien, hemos visto que el Salvador recibe realmente el Espíritu en el Jordán, y que se da con él una novedad en la vida de Cristo. Pero entonces, la declaración del Padre: "Tú eres mi hijo, ¿no puede ser expresión de esa novedad? Ya hemos explicado al menos un sentido en que esto puede afirmarse. Jesús recibe el Espíritu y se hace entonces capaz de transmitir nueva vida a los hombres. Esto supone una novedad en su filiación, no en beneficio del mismo Jesús sino de sus hermanos: adquiere a partir de ahora una filiación participativa. Encaja esto con el papel de comunicador que Justino asigna al Espíritu Santo". Abordemos otro detalle del texto. Justino dice que este nacimiento de Cristo "para los hombres" se produce en el momento "a partir del cual iba a darse su conocimiento" (D 88, 8). De nuevo, se ha querido ver aquí una reducción del Bautismo a pura manifestación. Pero esta frase suena de otra manera si se considera en un contexto bautismal. En efecto, Justino llama al Bautismo "baño del conocimiento de Dios" (cf. D 14, 1). Es evidente la dimensión cognoscitiva de este sacramento. La estructura de los últimos números de la Apología da buena muestra de ello. Tras decir Justino que el Bautismo se confiere en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu, muestra cómo al cristiano se le da el verdadero conocimiento de Dios, a través del Hijo (cf. 161, 1O13) Esto puede iluminar el texto, hace poco considerado, que insistía en el Bautismo como manifestación: Tampoco al entrar en Jerusalén montado sobre un asno según demostramos estaba profetizado, le dio el poder de ser Cristo, sino que dio El a los hombres una señal de ser Cristo, a la manera que
  • 39. en los días de Juan hubo de darse una señal por la que los hombres reconocieran que El era Cristo (D 88. 6). Interesa entender la naturaleza del signo dado en el Jordán. .. El signo de que habla Justino no es, por tanto, en nuestro pasaje, una mera manifestación externa. Para reconocer quién era el Cristo hacia falta una acción del Espíritu en el hombre: esta es la claridad interior que consiente ver en Jesús al Mesías profetizado. Lo testifica la misma conversión de Justino: entonces se le abrieron las puertas de la luz para entender la Escritura (D 7, 3). El signo del Jordán vale así para todos los que, a lo Largo del tiempo, habrían de reconocer en Jesús al Cristo de Dios". Esta en relación con el conocimiento de Dios que se inaugura en el Bautismo cristiano. Podemos entonces volver a D 88, 8: llama nacimiento de Cristo para los hombres al momento a partir del cual iba a darse su conocimiento". Por el descenso del Pneuma sobre el Salvador nace Cristo para los hombres, pues posee ahora el principio salvífico capaz de iluminarles. Su conocimiento no es un mero signo externo, sino la claridad salvifica que el Espíritu concede al cristiano en el Bautismo". Consiste en reconocer a Jesús como Mesías profetizado y en llegar, por el nombre del Hijo, a la gnosis del verdadero Dios" A la luz de lo dicho, consideremos la estructura de este último pasaje sobre el Bautismo (D 88, 4- 8). Resulta que tenemos un párrafo dedicado a la libertad del hombre (D 88, 4-5) y otro que versa sobre el conocimiento de Jesús como Cristo (D 88, 6-7). Esto está en paralelo con los dos efectos del Bautismo cristiano que el mártir señala en la Apología: libertad y conocimiento (cf. 1 61, 10: "para que no sigamos siendo hijos de la necesidad y de la ignorancia sino de la libertad y del
  • 40. conocimiento"). A estos dos párrafos sigue uno conclusivo (D 88, 8), en conexión con la filiación divina; ésta aparece continuamente al hablar del Bautismo cristiano (cf. 1 61, 45). En la misma disposición de los elementos muestra Justino que el Espíritu que desciende en el Jordán es preludio, por su actividad salvífica, del que recibirá el cristiano en el Bautismo: Espíritu de libertad y conocimiento, Espíritu de adopción filial. d) El Bautismo de Cristo en el contexto del Dialogo Hemos concluido el análisis de los textos dedicados al Bautismo de Jesús. Para nuestra interpretación ha sido útil considerar el contexto en que Justino sitúa la escena. Lejos de ser casual, veamos cómo el movimiento discursivo del Diálogo revela el pensamiento teológico del mártir. Hemos de remontamos a D 43, donde Justino comienza la exégesis de Is 7, 14, que terminará en D 84. Ya estudiamos las líneas de fuerza de esta larga sección"4. Justino establece con claridad que Jesús es el Hijo de Dios en sentido propio por su generación divina. A su vez, el mártir sostiene que tal título pertenece a Cristo también por su nacimiento humano de Maria, del poder y voluntad del Padre. Hay una gran consonancia entre ambos nacimientos, lo cual permite que el Hijo comunique a los hombres de forma visible, en carne, el conocimiento de los designios paternos. Ahora bien, el nacimiento de Cristo en Belén, Imagen de su generación divina prefigura el de los cristianos. De ahí que el mártir pase entonces a hablar de esta generación nueva, del misterio de un nuevo nacimiento (D 85, 7)" que viene por el agua y el madero (D 86): el Bautismo cristiano.
  • 41. Como Jacob adquirió las ovejas que engendraron las de Labán (D 86. 2), así adquiere Cristo nuevos hijos. Como Judá engendró en gran misterio, así sucede con Cristo (D 86, 6). Se ve bien la línea de pensamiento que sigue Justino. Del nacimiento de Jesús (D 84) pasa al de tos cristianos (E) 85-86). En éste se pone de relieve la acción del Espíritu. Viene al caso, en este momento, hablar del Bautismo del Jordán (E) 87-88), que es el fundamento de la efusión del Espíritu sobre los cristianos El episodio se sitúa en el marco de la recapitulación, mirando siempre a los efectos que sobre los discípulos tendrá la vida del Maestro. Cristo se presenta como cabeza de un nuevo linaje; es quien deshace la obra del tentador y transmite al hombre la filiación divina. En conclusión Jesús al recibir el Espíritu empieza a ser fuente del Pneuma para el hombre. La teoría del intercambio aflora también aquí en manera nueva: hay un nacimiento de Cristo para el hombre (cf. D 88,8) de modo que el hombre pueda nacer para Dios (cf. D 123, 9). En la síntesis que sigue recogemos todos los elementos que tal vez haya oscurecido el detalle del análisis. 1.4. Visión sintética ¿Por qué acudió Jesús a bautizarse? La pregunta se puede responder partiendo de la preexistencia de Cristo, Ungido desde siempre con la plenitud del Pneurna. Se la considera entonces como expresión de la amenaza adopcionista. En tal caso la respuesta tenderá a reducir la bajada del Espíritu en el Jordán a una manifestación ante los hombres. Asi considerado, el Bautismo se convierte en un escollo, embarazosa objeción en manos del adversario.
  • 42. Ahora bien, ¿es este el único punto de vista para considerar el Bautismo de Jesús? Hemos visto que no. Para Justino abre la escena más amplias y ricas perspectivas; no es sólo una pregunta indeseada, sino una vía de profundización en el misterio de Cristo. He aquí el escenario teológico en que sitúa el mártir el Bautismo del Salvador. Justino piensa en la acción de Dios a lo Largo de la historia: el Creador se muestra activo entre los hombres por medio de su Espíritu. Esta presencia conoce fases bien determinadas: es un proceso por el que Dios conduce al hombre, paso a paso, a la convivencia con El. No soportaría éste, sin disponerse previamente, la unión con su Hacedor, Las diferentes presencias del Espíritu en la historia responden a la acomodación de Dios a su criatura, respetando los ritmos de crecimiento de la carne. A su vez, tal planteamiento repercute en ámbito cristológico según la doctrina de la recapitulación, que hemos visto aparecer en el contexto del Bautismo. Pues Justino comprende el arco de la vida de Jesús corno resumen de la historia humana. Este recoge los tiempos anteriores a su venida y prefigura los que la seguirán. De este modo, a la distinta adaptación del Espíritu en la historia del mundo, corresponde un proceso paralelo en la historia terrena del Salvador. Una vez situado el Bautismo en este mareo, se entiende el problema teológico que ayuda a resolver. Si la escena merece atención no es sólo para deshacer, a la defensiva, objeciones contra la preexistencia. De fondo hay una cuestión más amplia. ¿Qué forma de comunión establece Dios con el hombre y cómo la lleva a cabo? ¿En qué manera se realiza la presencia de Dios entre sus criaturas? La función teológica del Bautismo es explicar el modo en que se articula esta comunión.
  • 43. La Preexistencia y Encamación del Logos serán, ciertamente, claves en la respuesta de Justino. En efecto, desde el principio Cristo es el ungido con la plenitud del Espíritu, don del Padre en vistas a la creación y santificación del mundo. De ahí que una vez encarnado, sea desde niño portador pleno del Pneuma. Ahora bien, no basta con eso para resolver nuestro problema. Pues no se trata solo de la posesión total del Pneuma por parte de Cristo, sino de su comunicación al hombre. Y aunque la primera sea total desde los comienzos, no ocurre así con la segunda. Cristo que posee todo entero el Espíritu ames del tiempo no puede entregar al hombre ese Espíritu todo entero al margen del tiempo". Veamos esto en concreto. Recorramos brevemente la historia, tal como nos la presenta el mártir, y tratemos de situar en ella el misterio del Bautismo. En la misma creación comienza ya a comunicarse el Espíritu. Es Cristo quien lo da, recibido del Padre por una Unción precósmica que le constituyó Ungido. Proporciona con El vida a los seres animados y dispone al hombre en el camino de la virtud y la visión de Dios. Pero actúa sobre todo en la historia santa de un Pueblo elegido, por medio de los profetas. Más tarde, amoldándose al hombre pecador, le entrega Dios su Ley, el Testamento Antiguo. Se trata de un canal de la acción del Espíritu, bien que preparatorio y parcial: aun desde fuera y ligado a la historia particular de un pueblo, invita el Pneuma al hombre a la comunión con Dios. Por fin., hace ciento cincuenta años, dice Justino, tomó carne el Cristo. Por ser el Ungido, el agraciado por el Padre con la abundancia del Espíritu, lo poseyó en plenitud desde su nacimiento. Y sin embargo, seguidor en carne de los pasos humanos, tampoco en El pudo actuar con plenitud de golpe, produciendo instantáneamente la plena comunión del hombre con Dios, No es que el Logos careciera del Espíritu buena muestra de ello es que su fuerza atrajo a los
  • 44. magos a ferviente adoración. Pero no se trataba de eso: el Espíritu debía actuar a través de Jesús hombre, única manera de que pudiera ser comunicado a los otros hombres. Y era esencial en tal actuación respetar las propiedades humildes de la carne asumida que venía a sanar. He aquí pues, en esta historia de participación de la vida divina al hombre, el papel del Bautismo. Dispuesto ya para su recepción, humanamente crecido, se acerca Jesús al Jordán. La acción que el Pneuma realizaba en los profetas del pueblo pasa en ese momento a concentrarse en Cristo, Empieza en Él a operar, en modo hasta ahora inaudito, el mismo Espíritu profético que trabajaba desde los inicios para unir al hombre con su Creador. Su actuación conocerá diversas fases, conforme progrese la vida de Jesús. La necesidad de este paso del Espíritu por Jesús - ya lo hemos indicado - se comprende en el marco de La recapitulación. El Salvador viene a reparar la obra del diablo contra Adán y los suyos y a conducir al hombre a su vocación primera, la filiación divina. Por eso el Hijo de Dios ha de recorrer en carne el camino que seguirán luego sus discípulos. Tal contexto ilumina lo acaecido en el Jordán: Jesús recibe el Espíritu para que lleve a cabo en él (en su carne) lo que luego heredarán los cristianos, la perfecta unión filial con el Padre. Con razón habla Justino del nacimiento de Cristo para los hombres: se da entonces el fundamento del nacimiento del cristiano para Dios, por recepción del Espíritu de Jesús. Desde aquí se explica el titulo de Hijo de Dios otorgado a Cristo en el Bautismo. El estudio nos ha mostrado que tal declaración del Padre corresponde a un cambio real en Jesús. Y esto porque el nombre de "Hijo" no es concepto estático. Desde la generación a Paire es Cristo el Hijo en sentido propio. Su nacimiento humano de María, por poder y voluntad del Padre, le constituye también Hijo de Dios en su humanidad. Y ahora, al llegar el Bautismo del Jordán, se da una
  • 45. progresión en esa filiación, no por necesidad de Cristo, sino por bien del hombre, para cuya filiación es necesario el Espíritu. ¿En qué sentido nuevo es Cristo ahora Hijo de Dios? Se pueden distinguir dos aspectos. En cuanto, como hemos visto, Jesús comienza su predicación y profecías, es dado hablar de una acción dinámica del Espíritu sobre Jesús, disponiéndole para su misión"'. Por otro lado, el mismo Espíritu le capacita para poder donar al hombre esa perfección que ahora posee, constituido así primogénito entre sus hermanos, no por generación carnal (como Adán), sino por nacimiento en Espíritu. El Pneuma obra asi como principio participativo. Ambos aspectos, dinámico y participativo, están relacionados: la actividad del Espíritu sobre la carne de Jesús mira a la donación posterior a los cristianos. Resumiendo, podemos señalar dos esquemas teológicos que impregnan toda la teología de Justino y le sirven para situar el Bautismo del Jordán. En primer lugar, la idea del Espíritu como forma de presencia dinámica de Dios en el mundo. El Pneuma es quien conduce al hombre a lo largo de la historia a la comunión con su Hacedor, respetando la condición de la criatura. Desde este punto de vista la historia salutis es una historia de la progresiva donación del Espíritu al mundo creado. En segundo lugar, el cuadro de la recapitulación: el Hijo de Dios dona a los hombres la filiación divina y lo hace compartiendo la condición de Adán y los suyos. Cristo ha de recorrer primero en la carne el camino que seguirá luego el hombre para su salvación. La coordinación de ambos esquemas permite entender por qué se bautizó Jesús. Y prueba que la novedad real del Espíritu en el Jordán no es cuerpo extraño en el discurrir teológico del mártir, sino que responde bien a su lógica interna.» (18) Es a partir del momento de su bautismo y llenura del poder divino que veremos «más en concreto la actuación del Espíritu en Jesús. Estará presente:
  • 46. Cuando Cristo derrote al diablo Cuando enseñe Cuando (cure) sane a los hombres» (19)  Leer mas sobre el bautismo Notas: 1. José Granados,Los misterios de la vida de Cristo en Justino Mártir, Notas de pie Nº 27 y 28,Pág. 240 Publicado en 2005 Editrice Pontificio Instituto Biblico. 2.http://www.redevangelica.cl/portal/modules/wordbook/entry.php?entryID=685 3. http://www.ewtn.com/spanish/prayers/el_espà ritu_santo.htm 4.http://www.adorador.com/temasdoctrinales/18_dios_el_espiritu_santo_su_bautismo.htm 5. http://www.corazones.org/biblia_y_liturgia/oficio_lectura/fechas/enero_10.htm 6. http://www.corazones.org/jesus/bautismo_jesus.htm 7.http://6865.blogcindario.com/2008/01/04801-raniero-cantalamessa-me-ha-consagrado-con-la- uncion.html 8. Los misterios de la vida de Cristo en Justino Mártir, Pág. 232-234. op. cit. 9. Ibíd, Pág. 241-242