2. Frente a la concepción de la sexualidad cargada
de misterio y trascendecia, la situación
cultural de nuestro tiempo presenta un
contraste sorprendente. No se trata de la
desdivinización del eros, que fue realizada de
un modo definitivo en la victoria del
cristianismo sobre el paganismo. Se trata más
bien de la banalización que la sexualidad va
sufriendo de un modo progresivamente
acelerado en nuestro mundo cultural.
3. Amplitud del fenómeno
La condición sexuada del hombre es un
fenómeno de extraordinaria amplitud, que
caracteriza de un modo peculiar todos los
estratos y componentes de la compleja unidad
que constituye al hombre. No se trata, pues,
de una mera determinación morfológica o
anatómica, ni tampoco de una característica
que pueda reducirse a categorías fisiológicas.
4. Para situar históricamente nuestra reflexión,
aunque sea dentro de los necesarios límites,
no se pueden dejar de recordar los
componentes culturales importantes para
comprender las actitudes y los cambios
sociales.
6. La Revolucion sexual
La revolución sexual ha llevado a la idolatría del
cuerpo, detrás del cual desaparece la persona,
a la banalización de la vida sexual, entendida
sin significado ni finalidad, desligada de la
procreación y de la entrega recíproca. La
corporeidad y la sexualidad no serían
condiciones fundamentales ni constitutivas,
son culturales, por lo que la identidad sexual
puede ser elegida.
7. Las ideologías de la revolución sexual:
→ Según el libertinismo, la sexualidad es uno de los
instintos fundamentales que gobiernan la vida y por ello
debe ser sustraída del control moral; así, existe una
sexualidad orientada al placer y una sexualidad
orientada a la procreación.
→La interpretación post-freudiana ve en la sexualidad la
fuerza originaria de la persona y de todas sus
expresiones (pansexualismo), por lo que hay que
satisfacer todo impulso y las neurosis de la
personalidad son el resultado de la represión sexual.
8. → Según los teóricos de la liberación sexual
(W. Reich y H. Marcuse) es necesario vivir la
sexualidad sin finalidad ni condicionamientos:
eros sin ethos, fiestas sin reglas (el matrimonio
monogámico sería represivo).
→ Según el feminismo de Simone Beauvoir, la
mujer tiene que poder proyectar de modo
autónomo su vida liberándose así del oropel de
la maternidad (separación entre actividad
sexual y procreación).
9. → Para el Informe Kinsey (primera gran
encuesta sobre los comportamientos sexuales
en los Estados Unidos) el comportamiento de
la mayoría se convierte en la norma moral.
→ Según el Comportamentalismo (Master y
Johnson) hay que interpretar la actividad
sexual desde la perspectiva del
estímulo/respuesta y las disfunciones sexuales
pueden corregirse con la práctica.
10. Algunos grupos
son:
• Defensores del
permisivismo
• Y del aborto.
Libertad “de” todo
condicionamiento
• Uso ideológico de:
• “Derechos de la
mujer”
• “Derechos sexuales”
• “Derechos
reproductivos”.
Controlar y Decidir
• La propia sexualidad
• A la propia salud sin
discriminación o
violencia.
• Y que sea
reconocido, incluso,
el denominado
“derecho al aborto”.
Organizaciones Feministas
11. La llamada “ética del comportamiento social”
Anula
diferencias
biológicas M
y F
Cuestión
cultural
GENERO
12. SEXO
Natural
(se nace)
MACHO HEMBRA
FECUNDA CONCIBE
Dif.
Fisiológicas
NO cambia
GENERO
Femenino
Masculino
Productiva y
Reproductiva
Productivo
Socio Cultural
(se aprende)
Relaciones
desiguales
Puede
cambiar
13. En consecuencia…
• Todo individuo debe sentirse
libre no sólo para elegir su
propia manera de vivir, sino
también su propia naturaleza
y su propia orientación
sexual: masculina, femenina,
transexual, homosexual, etc.
14. Éstas son posturas que no consiguen interpretar
la libertad como responsabilidad, como fruto
de la inteligencia y de la voluntad, de la
verdad y del bien, sino como absoluto arbitrio,
es decir, libertad de y no libertad para. Desde
esta perspectiva, el Bien ya no es el
fundamento ni el fin, sino una opción
subjetiva.
15. La sexualidad en las sagradas
escrituras
normalmente se ha valorado injustamente la
sexualidad con una visión negativa, atrasada y
discriminada de la sexualidad.
a) En el Antiguo Testamento:
Pertenece al ser del hombre en sentido propio
e intrínseco ser varón o mujer.
Esta es la tesis de fondo que se deduce de los
relatos de la creación de Gn 1-2,
contrariamente a la visión de mito andrógino.
18. Como varón y mujer, el hombre
es imagen de Dios (Gn 1,27); y
puesto que el ser varón o
hembra es inconcebible sin el
cuerpo y la especificación
sexual, se sigue que el hombre
es imagen de Dios justamente
en la integridad de su unidad
de cuerpo y alma. El AT
desconoce el dualismo de
cuerpo y alma, que, por el
contrario, influirá tanto en la
tradición patrística.
19. • El AT tiene una posición liberadora y positiva
frente a la corporeidad, la sexualidad y la
reproducción. Reconoce además:
• La debilidad y la tentación a que está expuesta la
sexualidad;
• Habla del dolor del parto y la tristeza del domino
del varón sobre la mujer;
• Las historias de infidelidad y de pecado que
desfiguran el rostro de la fidelidad.
Pero, permite concebir la realidad de la
diferenciación sexual como algo querido
directamente por Dios y con la cual se confirma el
juicio positivo sobre el orden de la creación.
20. En el Nuevo Testamento
Hace referencia explícitamente: Mc 10,6 y Mt 19,4.
La sexualidad es un dato querido por Dios, no es
visto como un mal o una maldición.
En los dos textos, en los que se encuentra la
referencia a Gn 1,27 y 2,24, Jesús no hace
mención explícita de la finalidad procreativa de
la sexualidad: ¿deseo de subrayar más bien la
dimensión unitiva de apertura humanizante al
otro? La sexualidad asume aquí un aspecto de
proyecto (“serán los dos una sola carne”).
21. Al añadir luego en ambos
textos a la cita de Gn 2,24
las palabras “no separe el
hombre lo que Dios ha
unido” (Mc v.9; Mt v. 6),
Jesús muestra que como
fundamento del amor
entre el hombre y la mujer,
del cual la sexualidad es
signo e instrumento, está
el amor creador de Dios,
que se hace presente
justamente mediante el
amor de los hombres.
22. Orientaciones morales
El Nuevo Testamento recoge y da valor a la doctrina de Gn 1-3
sobre la igualdad, atracción y complementariedad de los sexos.
La afirmación de Gá 3,28 (“no hay varón o hembra”) no suprime
la realidad sexual; hay que entenderla en una dimensión
religiosa.
Es Cristo quien da el valor al ser humano, no el sexo (ni la
nacionalidad: judío-griego; ni la condición social: siervo-libre)
Relación de los sexos
23. Pecados contra la sexualidad
Fornicación. (Porneia)
Es empleado en una serie de textos, sobre todo del
corpus joánico, con el significado metafórico de infidelidad
religiosa (Jn 8,4; Ap 17,19).
Pero en general significa, como en el griego clásico, la lujuria:
relación sexual de hombre-mujer fuera del matrimonio, que
puede tanto fornicación estricta (1 Co 6,12-20), como adulterio
(1 Co 7,2) o incesto (1 Co 5,1).
24. San Pablo condena abiertamente la fornicación:
Sus razones son plenamente teológicas (1 Co 6,12-20):
• El Cristiano, por su misma condición pertenece a Cristo (vv
13.14.15ª)
• Es templo del Espíritu Santo (v 19); es posesión de Cristo; no
se pertenece así mismo, debe “glorificar a Dios en su cuerpo”
(v. 20)
• En el Nuevo Testamento se prohíbe toda relación sexual fuera
del matrimonio. Amor y sexualidad no se pueden separar.
25. En la Tradición de la Iglesia:
La influencia de las tendencias ideológicas afecto la
visión de la sexualidad en el cristianismo; creando
un pesimismo y desvalorización de la sexualidad y
de la corporeidad que penetró luego en la
patrística.
Mientras que los Padres griegos ven en la
sexualidad, en el matrimonio y en la procreación
una consecuencia del pecado, los Padres latino-
occidentales maduran una visión más realista y
más ligada al mundo jurídico:
26. En el ámbito matrimonial lo
importante es atenerse al
conjunto normativo de la
sexualidad en orden a la
procreación y no
condescender a la tentación
del solo placer de la carne.
San Agustín:
intenta oponerse a las tesis
maniqueas y defender la
sacralidad del matrimonio
y el carácter positivo de la
procreación.
27. En esta visión no queda espacio
para la valoración positiva del
placer; se lo condena o, en el
caso de la procreación,
únicamente se lo tolera.
Gregorio Magno aceptará esta
tesis de condena del placer
sexual.
Después de San Agustín, la moral
sexual se restringirá a la
cuestión de si es pecado o no
la búsqueda del placer: un
elemento parcial ocupa el
puesto de la totalidad,
condicionando su valoración.
28. En los escritos de Pedro Abelardo (1079-1142),
reconoce la naturalidad de la búsqueda del
placer sexual, bien entendido en el ámbito del
matrimonio.
San Alberto Magno, aduce ulteriores elementos
de especificación y habla del placer como goce
espiritual por la presencia y la cercanía del
compañero.
29. Santo Tomás de Aquino: reitera la restricción
del ejercicio de la sexualidad al fin meramente
procreativo y cede al influjo de conocimientos
biológicos pre-científicos.
Es hasta mediados del siglo XX (gracias a los
conocimientos científicos) se conseguirá
pensar en términos antropológicamente más
ricos, disolviendo gradualmente la rigidez de
los tratados morales en orden a una
comprensión más positiva de la sexualidad.
30. La moral católica en el tema de la
sexualidad
En el ámbito de esta reflexión se ha dado un
desarrollo doctrinal y una continuidad. El
desarrollo doctrinal surge ya a partir de las
enseñanzas de Pío XII, pero se presenta sobre
todo en el Magisterio conciliar, especialmente
en la Gaudium et spes (nn.47-52) y en las
enseñanzas de Pablo VI, de Juan Pablo II y de
Benedicto XVI.
31. Documentos de amplio alcance:
Humanae vitae de Pablo VI.
Familiaris consortio, Mulieris dignitatem, la
Carta a las familias, la carta encíclica
Evangelium vitae de Juan Pablo II.
La encíclica Deus caritas est de Benedicto XVI.
Los documentos de los episcopados en materia
de aborto, anticoncepción y esterilización.
Los documentos de la CDF y la CEC y el Pontificio
Consejo para la Familia.
32. La instrucción Donum vitae, sobre los problemas
de la procreación artificial, además del tema
que le es propio, encierra también el
desarrollo de la visión de la corporeidad y de
la sexualidad como momentos inseparables
del amor esponsal y de la procreación.
La instrucción de la CDF Dignitas personae,
sobre algunas cuestiones de bioética (2008).
33. La sexualidad es reconocida como dimensión de la
totalidad de la persona, según una visión personalista
siempre viva en la Iglesia, pero mejor distinguida en los
documentos recientes;
para un sano equilibrio y una adecuada educación sexual,
se hace un reconocimiento de las aportaciones de las
ciencias humanas como la psicología y la pedagogía;
se reconoce la función complementaria y la igual dignidad
de la mujer (como “signo de los tiempos” se define la
aspiración a la igual dignidad de la mujer en los
documentos del Concilio);
34. Se reconoce el papel de la responsabilidad de los
cónyuges en la regulación de los nacimientos
(paternidad-maternidad responsable), y
La función de la familia en la sociedad y en la
Iglesia.
El amor conyugal es entendido como el camino a la
santidad de los cónyuges y la base del equilibrio
para las personas y la familia.
Desaparece cualquier sexofobia ante el pleno
conocimiento de la dignidad del cuerpo y de su
significación coesencial en el amor esponsal y la
procreación.
35. Disensiones:
En el ámbito católico ha habido
declaraciones de algunos teólogos
que adoptan posiciones
divergentes de la enseñanza oficial
y que manifiestan una marcada
adhesión a los enfoques de tipo
“subjetivista” (P. Curran y McNeill;
corriente de pensamiento
estadounidense), justificando
comportamientos sexuales
anormales como la masturbación,
la homosexualidad y las relaciones
prematrimoniales.
36. La línea doctrinal del Magisterio:
La vinculación de la sexualidad y matrimonio legítimo, en
el sentido de que el ejercicio de la sexualidad
encuentra sentido y rectitud, plenitud humana y
justificación, sólo en el matrimonio legítimo;
Vinculación, en el ejercicio del acto conyugal, de la
dimensión unitiva y la dimensión procreadora;
La legitimidad de la responsabilidad procreadora de los
cónyuges que hay que buscar de común acuerdo y con
medios “no artificiales”;
La condena de la anticoncepción, el aborto, la
esterilización anticonceptiva y la fecundación artificial.
38. En la corporeidad vemos,
en primer lugar, la
diferenciación y la
complementariedad de
los sexos. El cuerpo,
dentro de una estructura
fundamentalmente
homóloga, revela una
serie de factores de
diferenciación que
marcan básicamente toda
la personalidad.
39. Que el hombre y la mujer sean seres
sexuados es para ellos un dato
original, puesto que la experiencia
personal no puede dejar de pasar
desde su origen (desde la
concepción) a través de la
masculinidad o la feminidad, el
cual es expresado en el y por el
cuerpo, lleva la densidad y la
vitalidad de todo el ser, ante todo
del espíritu, y es un reflejo de la
“imagen de Dios”.
40. Por eso, resulta muy fácil concluir que la corporeidad
no existe si no está sexualmente diferenciada como
corporeidad masculina y corporeidad femenina, y
puede intuirse igualmente que la diferenciación no
se limita a algunas características accesorias, sino
que marca con profundidad y en el tiempo toda la
corporeidad.
Sin embargo, esto no equivale a decir que la
corporeidad es sólo sexualidad: el cuerpo tiene
también otras funciones y dimensiones.
41. De esta premisa se puede decir que la sexualidad marca
también toda la personalidad: el espíritu y el «yo
personal» son también hombre y mujer, y no sólo el
cuerpo, precisamente porque es el espíritu (el yo
personal) el que anima, informa y hace vivir a la
corporeidad.
Por eso, la persona no sólo tiene un sexo determinado,
sino que es hombre o mujer. Toda la vocación
personal en el mundo sólo podrá realizarse
armónicamente aceptando y dando valor a ese
determinado modo de ser.
42. La sexualidad humana, pues, no se
puede reducir a una cosa o a un
objeto, sino que es la
conformación estructural de la
persona:
incluso antes que una función, es
una estructura significativa suya;
como componente fundamental
de la persona, la sexualidad
reclama respeto y aceptación.
43. Como elemento fundamental de la
persona, la sexualidad condiciona
el modo en que se manifiesta y
relaciona con los otros: «Si la
persona es un “yo” abierto al “tú”,
un “estar en relación”, la
sexualidad posee una dimensión
relacional esencial. Es el signo y el
lugar de la apertura, del
encuentro, del diálogo, de la
comunicación y de la unidad de
las personas entre sí»
44. Varon y mujer
• Entendida de esta manera, la
sexualidad se vuelve una necesidad
de salir de la propia soledad, de
comunicarse con los demás, de
encontrarse en los otros: el varón y la
mujer perciben la diferencia sexual y
se sienten atraídos y orientados el
uno hacia el otro. Uno querría
descubrir los misterios más cercanos
del otro sexo. Pero entre varón y
mujer subsiste siempre una
diferencia, un abismo insondable.
45. La dualidad del sexo, masculino y femenino,
adopta entonces un significado diverso:
“la distinción sexual, que se muestra como una
determinación del ser humano, es diversidad
pero en la igualdad de naturaleza y de
dignidad. La persona humana por su
naturaleza íntima, exige una relación de
alteridad, que implica una reciprocidad de
amor.
46. Los sexos son complementarios:
semejantes y diferentes al
mismo tiempo; no idénticos,
pero sí iguales en la dignidad
de la persona; son iguales
para entenderse, diversos
para complementarse
recíprocamente.
Congr. Para la Educación Católica, Orientaciones
educativas sobre el amor humano.
47. Relación sexuada y Relación sexual-
genital
→ La relación sexuada se desenvuelve
mediante la sexualidad entendida
genéricamente, sin recurrir a la genitalidad: es
lo que sucede en todas y cada una de las fases
de la vida. Se trata de la relación común entre
personas de diferente sexo basada en la estima,
el respeto, la amistad, la afectividad, sin que
por ello esté implicado el cuerpo sexuado a
nivel de la genitalidad física.
48. → La relación sexual-genital
presenta, en cambio, como
característica peculiar, la
totalidad de los
componentes de la persona
que dan vida a la apertura,
al encuentro, al diálogo, a
la comunión y a la unidad:
se trata de una donación
recíproca, personal y total.
49. Pero….
De lo dicho, se deduce que el ejercicio de la
actividad genital, que se expresa mediante los
órganos genitales, no es el único modo de
expresarse como varón o mujer, ni un sujeto
en particular necesita determinantemente
ejercer la actividad genital para que pueda
decirse que está realizado como persona.
50. Por esta razón, sigue siendo
cierto que ser mujer no
necesariamente equivale a
ser madre o incluso esposa;
y, viceversa, que ser varón
no quiere decir
necesariamente ser esposo y
padre.
51. La libertad-responsabilidad respecto
del sexo
Dentro del complejo dinamismo físico-psíquico y
cultural, y por encima de él, están la
espiritualidad del hombre, su libertad y
responsabilidad. La sexualidad no puede
carecer de esa vitalidad espiritual que la
enriquece, la armoniza en sus componentes y
en sus dinamismos, la expresa en la relación
interpersonal y en el proyecto global del
crecimiento personal.
52. Prescindir de esta dimensión y de
la corriente de vitalidad
espiritual en el estudio de la
sexualidad sería reducirla al
mecanismo psicofísico o a una
elaboración cultural; en otras
palabras, significaría caer una
vez más en el reduccionismo.
53. Como en otros campos de la actividad humana,
no puede haber libertad sin responsabilidad;
la libertad en este caso no puede prescindir,
responsablemente, del bien que gestiona –el
sexo y la actividad sexual– ni tampoco puede
prescindir de toda la riqueza personal que el
sexo comporta, del a vida personal que pone
en juego ni del eventual impacto con otras
personas o con la familia, si se ha constituido
ya.
54. Conyugalidad y procreación
La sexualidad humana tiene una
estructura de carácter
complementario y se presenta
como capacidad de apertura
de todo el ser a la
conyugalidad.
La sexualidad diferenciada y
complementaria está
orientada a la unión
heterosexual.
55. Cuando por una libre elección, se opera esta
complementariedad en la conyugalidad, la
unión implica la totalidad de la persona y no
sólo a una de sus partes.
Cuando el hombre y la mujer se unen, si el acto
humano es pleno, involucra al cuerpo, al
corazón y al espíritu; si falta una de estas
dimensiones, se trata entonces de una unión
humanamente incompleta y objetivamente
falsa, porque el cuerpo no tiene sentido sino
como expresión de la totalidad de la persona.
56. De esta estructura de la conyugalidad en que
tiende a realizarse la sexualidad, se derivan
algunas consecuencias en el plano bioético:
• No tiene sentido el ejercicio de la sexualidad
de manera autoerótica (masturbación) egoísta
y en situación de provisionalidad, es decir,
antes y fuera de la conyugalidad, porque el
don del cuerpo es signo del don
comprometido y estable de la persona.