1. 1ª ETAPA. 05/07/00 SEVILLA - LOSAR DE VERA
Tras habernos reunidos en diferentes ocasiones, en principio para organizar
una excursión por la Sierra de Cuenca, y después, dada la premura de
tiempo, haber decidido hacerla por la Vera, Valle del Jerte y Gredos, había
llegado el gran día, la participación era muy numerosa porque a los cinco que
en principio estabamos animados a ir, se nos unió Antonio Ortega y Antonio
Mejias, un amigo de este, que no conocíamos pero que con el tiempo
estuvimos encantados de conocer,
Habíamos quedado citados en la estación de Santa Justa a las quince horas,
José Luis, Paco Tovar, Paco Avila, Antonio Ortega, Marcos, Antonio Mejías,
y yo. Los primeros en llegar fuimos Paco Avila, José Luis y yo. José Luis
venia en bici desde su casa, se había pasado a recoger a Paco por la suya y
estaban un poco acalorados, pero se sentaron en un banco y se comieron
unos bocadillos y unas cervezas que traía Paco.
Después llegó Marcos, con el coche recién limpio, que había tenido algún
problema y no había podido ni comer, como traía el coche preparado
comenzamos a meter las bicis, que entraban estupendamente sin desarmar.
A continuación llegaron los de La Motilla con el coche de Antonio Mejías que
es un Mitsubishi con un espacio por dentro increíble y comodísimo, como un
cuarto de estar, con los asientos reclinables y las salidas de aire
acondicionado por todos lados, estuvimos encantados nada mas verlo, en él
fuimos los dos Pacos, los dos Antonios y yo, José Luis se fue con Marcos.
El viaje ha sido bueno aunque ya se sabe que la Ruta de la Plata es un poco
coña hasta Mérida, donde cogimos por la autovía a Madrid y la cosa cambia.
Paramos a tomar un refresco y después a repostar en Trujillo,
inmediatamente atravesamos un túnel y entramos en el parque de
Monfragüe, me imagino que en su periferia porque un poco mas adelante
esta la central nuclear de Almaraz.
Llegamos a Navalmoral de la Mata de allí a Jarandílla de la Vera y de allí a
Losar de Vera, pero aun no habíamos llegado, atravesamos el pueblo y casi a
la salida estaba la señalización del hotel rural Casa del Heno que es donde
teníamos reservada las habitaciones, aún quedaban cinco kilómetros por un
camino en regular estado y con cuestas bastantes pronunciadas, al fin
llegamos, el sitio, era precioso una vegetación exuberante rodea a una
antigua casa de piedra, que por lo visto se utilizaba para guardar el heno
2. para la alimentación del ganado, la rehabilitación se ha realizado utilizando
madera para la nueva planta y corcho para el aislamiento interior por lo que
resulta muy confortable, había que dejar el coche en un aparcamiento como
a cien metros de la casa, por lo que cogimos los bártulos y después de
saludar al dueño que se llama Javier nos fuimos instalando en las
habitaciones, unas daban a la zona donde habíamos dejado los coches y
otras como la mía daban atrás y no tenían vista ninguna, pero tenían una
ventana de esas basculantes en el techo que me gustan.
Llegamos sobre las ocho y media, por lo que habíamos tardado cinco horas
en el viaje, después de asearnos un poco y dar una vuelta por los
alrededores nos sentamos a cenar y vive Dios que lo hicimos opíparamente,
en un emparrado que había delante de la recepción, el menú consistió en
ensalada de pollo, tabla de patés, quiche de berenjenas como entrantes y
después cacho de carne, que estaban buenísimo, para cada uno, postres
variados y dos botellas de tinto Tentudia, Paco Tovar fue el gran animador
pues se le ocurrió ir brindado por todos los pueblos, puertos o sitios por
donde se suponía que íbamos a pasar lo que desató la imaginación de los
demás y acabamos brindado por todo y riéndonos bastante.
Tras un rato de charla nos fuimos cada uno a nuestra habitación esperando
el gran día.
3. 2ª ETAPA. 06/07/00 LOSAR DE VERA - TORNAVACA
Nos hemos levantado sobre las siete y media y después de arreglarnos nos
hemos ido a desayunar, como quiera que era demasiado temprano y no
estaba preparado, hemos estado sacando y preparando las bicicletas.
Hace un día fantástico y huele estupendamente el campo, desayunamos
debajo de la parra, pan con mantequilla y mermeladas caseras, bollería, café
y zumo de naranja.
Sobre las nueve y media iniciamos la etapa, primero subiendo las rampas
hasta llegar al carril principal y después subiendo y bajando hasta alcanzar
el pueblo y la carretera.
Recorrimos el pueblo tranquilamente admirando la poda que hacen de los
setos en forma de animales e incluso de hornacinas para cruces y cuadros y
después de llenar los botes y comprar pimentón, producto típico de la zona,
que nos salió muy bien pues lo compramos en un molino que hay a la salida del
pueblo, por donde teníamos que pasar, para ir por carretera a Jarandilla de
la Vera.
La carretera a Jarandilla esta bastante bien, aunque esta llena de carteles
avisando del peligro a los ciclistas, llegados a Jarandilla fuimos ver el Palacio
de los Duques de Oropesa, que fue donde se alojó Carlos V mientras
terminaban Yuste, estuvimos viendo el patio y un magnifico balcón que tiene
sobre el mismo, en la actualidad es un Parador de Turismo.
Continuamos bajando por la calle enfrente del mirador del palacio para
intentar encontrar el Camino del Emperador, tras algunas vueltas lo
encontramos y llegamos a un puente romano bajo el cual habían construido
una especie de playa represando el río, las aguas eran totalmente
transparentes y no había nadie bañándose pues era temprano, allí mismo
había un cartel que indicaba el inicio del Camino del Emperador.
El camino está regular y a todo el que le preguntábamos nos decía que era
mejor ir por la carretera, pero nosotros seguimos por el camino, que aun con
peor piso era mucho más bonito.
4. Llegamos a un antiguo molino que era movido por el arroyo que pasaba por el
lado según dedujimos de las palas y el eje que todavía pudimos ver, al lado
había unas grandes piedras que provocaban saltos del agua y algunas pozas
donde José Luis, Antonio Ortega y Paco Avila se bañaron, el agua estaba
helada pero nos vino estupendamente, aunque los otros solo nos
refrescáramos.
Llegamos a Cuacos de Yuste sobre las dos de la tarde por lo que después de
una somera visita al pueblo, compramos Tasajo, que son los restos de lomo
que quedan después del despiece, aliñado con pimentón, morcilla, unos
tomates y pan, después a la salida del pueblo y antes de iniciar la subida al
monasterio compramos unas cervezas, con todo esto subimos al monasterio,
pero antes de llegar hasta arriba nos paramos a ver el cementerio alemán
que se instaló allí con los cuerpos de alemanes muertos en territorio
español durante la primera y segunda guerra mundial, está muy bien cuidado
y es muy sencillo pues solo tiene unas doscientas cruces de piedra blanca
con los nombres de los soldados, seguimos subiendo y en la explanada del
monasterio improvisamos el comedor encima de un puentecillo que daba
acceso a una huerta, los tomates con sal entraron muy bien, la morcilla
estaba buena pero el tasajo se podía comer pero solo un poquito pues estaba
bastante picante.
Después de comer dimos una vuelta por los jardines del monasterio, que
impresionan por su sencillez y que estaban muy bien cuidados, llenamos los
botes en una fuente y seguimos por una carretera que salía justo enfrente
de la puerta del monasterio subiendo y bajando, aunque más bien bajando,
vimos en el margen de la carretera un cerezo cargado de frutos maduros
paramos inmediatamente y al grito de Marcos dejarme subirme, que al lado
de mi casa había uno y me trae muy buenos recuerdos” empezó a trepar por
el árbol llegando hasta la copa y comenzó a coger cerezas como un poseso
los demás desde abajo hacíamos lo que podíamos y fueron tantas las que
cogimos que casi llenamos una bolsa mediana de plástico, por lo que calculo
de tres a cuatro kilos, continuamos bajando hasta un puente con una zona
arbolada, por donde discurría un río que Antonio Ortega, José Luis y Paco
Avila, cataron mientras los demás nos sentamos al fresco y se estaba muy
bien, Marcos dio un paseo río arriba y vino diciendo lo bonito y fresquíto que
se estaba por allí, fue una parada rápida y continuamos hasta llegar a
Garganta la Olla, otro pueblecíto típico, con un tipo de construcción muy
parecido al de La Alberca y con unos callejones muy estrechos, no cabe ni
una persona, supongo que para preservar el frescor en verano, que debía de
haber celebrado una corrida de toros el día anterior pues estaban quitando
5. la arena de la plaza del pueblo, con lo que el polverío era considerable, nos
perdimos unos de otros en varias ocasiones y al final nos encontramos y
tomamos un café en el Hogar del Pensionista que era el único sitio que
estaba abierto.
A continuación iniciamos la gran subida, el puerto del Piornal de 1.300
metros de altura, se presentaba ante nosotros como el gran reto, iniciamos
la subida y nos fuimos separando, la cabeza la cogieron Marcos, Paco y
Antonio a continuación iba yo y después venían José Luis y Paco Avila, la
carretera era preciosa pues aunque subía un poco como el Puerto de las
Palomas, en zigzag, pero atravesando un bosque de robles y tapizado por un
manto de helechos que no dejaban ver los mil y un riachuelos que discurrían
por debajo, pero se oía su rumor característico.
La ascensión aunque era dura se te pasaba bastante rápida por lo bonito que
era el sitio, además como en la mayoría del camino estaba cubierto por las
ramas no te daba el sol directamente, por lo que a pesar de la hora no
pasamos un calor extremo, cerca del puerto estaba parado Antonio Mejías
que nos daba las novedades de cómo iba cada uno y le causó impresión como
había pasado Antonio Ortega que por lo visto iba como una bala.
Lógicamente Paco Tovar, Marcos y Antonio Ortega fueron los primeros en
coronar, yo llegué a los veinte minutos y José Luis y Paco Avila a los
cuarenta y nueve minutos para alegría de Paco Tovar que se la tenía
sentenciada a Paco Avila por ciertas diferencias de tiempo habida en el
Puerto del Boyar hace lo menos un año.
Una vez todos arriba repusimos fuerzas con algunos dátiles, frutos secos y
las cerezas, entablamos conversación con un lugareño de ochenta y tres
años que pasaba por allí en su diario recorrido de seis kilómetros, nos estuvo
contando como habían cambiado los medios de transporte desde que él hizo
la mili en Madrid conduciendo un camión oruga en tiempos de la guerra.
Continuamos y bajamos al pueblo de Piornal donde hubo cierto despiste y
aunque preguntamos no cogimos la desviación que deberíamos haber cogido y
tomamos otra desviación que nos obligaba a subir mucho por lo que cuando
deberíamos ir por la mitad dimos la vuelta y bajamos por la carretera
nacional hasta Navaconcejo, allí tomamos un refresco en el bar El 43,
estábamos un poco desmoralizado por no haber encontrado el camino y
haber perdido mucho tiempo, bastante cansados y con hambre por lo que los
humores no eran demasiados buenos, una vez descansado un poco y comido
6. algunas avellanas que nos pusieron con los refrescos y dada la premura de
tiempo que teníamos antes de que se nos fuera la luz, continuamos
pedaleando ya cada uno por nuestra cuenta y según las fuerzas de cada uno
por la carretera general, pasamos por Cabezuela del Valle y Jerte hasta
llegar a Tornavaca.
Lógicamente los primeros en llegar como siempre fueron Paco, Antonio y
Marcos, después llegué yo y a continuación José Luis y Paco Avila, pero
gracias a la buena labor de Antonio Mejías que había avisado a todos los
viejos del pueblo de por donde nos tenían que dirigir para llegar al hotel,
llegamos estupendamente pues en cada esquina nos iban diciendo “ por allí “.
La Casa Rural Antigua Posada está muy bien dentro de su sencillez y las
habitaciones son muy amplias, es una antigua hospedería como su nombre
indica y está regentada por un matrimonio muy simpático el se llama Miguel.
Como consecuencia de los diferentes baños y haber seguido montando en
bicicleta se le produjo un escozor en sus partes a Antonio Ortega y creo
que tambien a Marcos, como era muy tarde la farmacia estaba cerrada por
lo que Antonio asaltó a una señora que vivía enfrente y que tenía un niño
pequeño, la cual le facilitó un bote de crema que les alivió de sus dolencias.
La mañana siguiente fue Antonio a la farmacia para devolverle el bote a la
señora
Después de unas buenas duchas los ánimos se elevaron y nos fuimos a comer
a un restaurante en las afueras que se llama Tréveling, que nos había
recomendado Miguel, y nos hemos dado un homenaje estupendo pues nos
hemos comido dos tablas de chacinas variadas y queso, gazpacho,
habichuelas con jamón, chuletas de cerdo, chuletón de vacuno, todo regado
con tres jarras de cerveza y dos botellas de tinto de Pitarra,
De postre tomamos natillas de la casa y para hacer una buena digestión un
par de copas de anís de cerezas.
Los ánimos habían alcanzado de nuevo cotas altísimas y la vuelta al hotel fue
muy divertida, según no dijo a la mañana siguiente Miguel que le habían
comentado los vecinos.
7. 3ª ETAPA 07/07/00 TORNAVACA - GREDOS
Hemos dormido profundamente por el cansancio, la buena comida y la buena
bebida de la cena de ayer, nos levantamos sobre las ocho y después de
arreglarnos bajamos a desayunar y nos encontramos con una mesa repleta
de viandas, aunque nos habían advertido que los desayunos eran abundantes
no podíamos imaginar tanto, nos pusieron jamón con melón, zumo de naranja,
magdalenas, bizcocho, lazos, tostadas, mantequilla, mermeladas caseras,
cerezas, yogur, y café con leche, nos volvimos a poner como el Quico.
Sobre las diez y media nos pusimos en marcha después de hacer un rato de
despedida, salimos todos, incluyendo a Antonio Mejías, y nos encontramos
desde el principio con una subida bastante pronunciada primero por las
calles del pueblo y después por un camino que nos llevó a la carretera
general, y comenzamos a subir el puerto de Tornavaca, que no se me hizo
demasiado duro, desde luego íbamos despacio y admirando el paisaje e
incluso paramos a hacer unas fotos del valle, cuando llegamos arriba ya
estaban allí todos los de siempre e incluso Antonio Mejias que había sido el
primero en coronar el puerto.
En la misma cima está la división provincial y regional entre Cáceres y Avila
y Extramadura y Castilla La Mancha, después de hacernos las consabidas
fotos, Antonio se volvió a recoger el coche y los demás seguimos bajando ya
al Puerto de Castilla, que es el primer pueblo de Castilla, y seguimos hasta la
desviación de Gíl García, al principio cruzamos un puente sobre un río con
unas riberas preciosas nos paramos y estuvimos haciendo fotos, seguimos e
iniciamos el ascenso del puerto de la Umbría y al pasar por las Casas de
Abad, aldea muy pequeña formada por cinco o seis casas, pero la plaza la
tenían llena de flores nos paramos y estuvimos charlando con los vecinos,
una de las casas era una Casa Rural con muy buena pinta, a la salida del
pueblo Paco Tovar nos demostró las buenas relaciones que mantiene con los
animales, pues le preguntó a un burro si íbamos por buen camino y le
contestó.
Después paramos a tomar agua de una fuente en el pueblo de Umbrias
en donde una señora pretendió, y casi lo consigue, quedarse con Paco Avila
diciéndole que había que pagar un canon por el agua y que había una cámara
oculta que lo filmaba y lo podían identificar en caso que se fuera sin pagar,
8. al final nos reímos y entablamos conversación y resultó que la señora tenía
una hija viviendo en Granada y venía mucho por aquí, seguimos subiendo y
vimos a lo lejos un incendio forestal y a los pocos minutos sobrevolar un
helicóptero que tras varias pasadas, supongo que para estudiar la situación,
empezó a soltar el agua de la bolsa que le colgaba de la panza, que iba a
reponer a algún embalse cercano, de forma que en cinco pasadas tenia el
incendio dominado.
Seguimos subiendo y en la cima nos esperaba Marcos que está hecho un
jabato y no se le resiste ninguna cuesta arriba, descansamos un poco y nos
preparamos para la bajada que era estupenda hasta Navas del Barco, un
pueblo chiquitín atravesado por un río en el que encontramos a unos chavales
simpáticos que nos acompañaron hasta el bar, pues teníamos intención de
tomar algo, pero entre que el bar no merecía mucha confianza y que era una
hora limítrofe para llegar a Bohoyo a almorzar preferimos seguir y comer
mas tranquilamente.
Llegamos a Bohoyo y nos estaba esperando Antonio Mejias paramos en un
bar en la plaza del pueblo pero no tenían nada para comer pero nos dijeron
que un poco mas adelante había un restaurante, cogimos de nuevo las
bicicletas y anduvimos setecientos metros y apareció el Restaurante El
Vergel de Gredos, que estaba al lado del río y tenia una magnifica terraza
sobre el, José Luis, Antonio y Paco aprovecharon para bañarse mientras que
pedíamos la comida que consistió en ensalada y chuletón de ternera, un plato
de alubias y otro de lentejas para probarlas, cerveza y tinto, postres y
café, ya no nos pasa mas lo de ayer.
Después de estar un rato de reposo nos pusimos nuevamente en camino, con
un calor bastante considerable, pasamos por pueblos muy bonitos hasta que
empezamos a buscar el cordel para evitar ir por la carretera general, pero
el cordel era un espacio entre dos vallas de limitación de fincas, que está
muy bien para la trashumancia del ganado pero en pésimo estado e
impracticable para ir en bicicleta por lo que tuvimos que ir andando hasta
que nos encontramos con un tractorista que nos advirtió que mas adelante
estaba peor, por lo que decidimos ir por la carretera que la estaban
arreglando y tenia desvíos y trozos terrizos y así llegamos a Hoyos del
Espino. Paramos a tomar un refresco pues veníamos secos y descansamos un
poco en una terraza con vista sobre parte del pueblo, enfrente estaban
instalado la carpa de un circo ambulante y los carromatos, bastante cutre,
creo que eran portugueses, a continuación comenzamos a descender por una
calle que salía del mismo mirador hacia el río, no era demasiado pronunciada
9. pero estaba cubierta por las copas de los arboles por lo que había sobre el
pavimento trozos de hojas y algunas vainas, Paco Avila que iba tomándose un
segundo refresco resbaló y se fue al suelo con el consiguiente susto de
todos los demás que íbamos detrás, paramos inmediatamente y lo ayudamos
a incorporarse, recogimos la bicicleta y el susto se fue pasando al ver que no
tenia nada roto, tenia una gran quemadura en el hombro, que es con lo que
había aterrizado, y una pequeña herida en la pierna y pequeñas rozaduras
en las manos, paramos un coche y preguntamos por algún médico pero nos
dijeron que como eran pasadas las seis había que ir a El Barco de Avila,
como la cosa no parecía grave Marcos sacó su botiquín y comenzó a lavarle
las heridas y ponerle Mercurocromo y algunas gasas en el hombro, después
de que José Luis se dedicara a cortarle el maillot para que no le rozara, una
vez tranquilizados seguimos bajando un poco hasta encontrar el camino que
discurría al lado del río Tórmes, que ya no abandonamos hasta llegar al
camping.
Pasamos por sitios preciosos siempre al lado del río, donde había de vez en
cuando refugios para los pescadores, pero lo mas bonito fue la última parte
que era un bosque de pinos negros donde había muchos campamentos de
chavales, algunos totalmente uniformados y formados ante las banderas,
que se hacían sospechosos de una excesiva disciplina.
Llegamos al camping sobre las nueve de la tarde y Antonio ya había
confirmado la reserva de la cabaña Bengalí, y nos esperaba a la entrada para
decirnos donde estaba, preguntamos si había algún sanitario que le pudiese
ver las heridas a Paco pero dijeron que no que se iba a las seis por lo que
había que ir a Navarredonda de Gredos a lo que Paco se negó, a la vista de
lo cual nos dirigimos con mucha curiosidad a ver lo que era la choza Bengalí,
cuando llegamos resultó ser una tienda de campaña grande con tres
compartimentos en uno había dos literas de dos camas, en otro una cama de
matrimonio y otro formaba la entrada y una cocina con unos fuegos, un
fregadero y un frigorífico, pero nos resultó un poco estrecho para siete.
Yo que estaba deseando darme una ducha me cogí los bártulos y me fui a
duchar, las duchas estaban relativamente cerca de donde estabamos y
estaban muy limpias y el agua caliente caía con abundancia por lo que la
ducha fue muy reconfortante.
Cuando volví me dijeron que me había tocado dormir en el Bungaló, ante mi
sorpresa me contaron que le habían cobrado de mas a Antonio y José Luis
había ido a reclamar y además viendo que era muy pequeña la Bengalí pues
10. decidieron alquilar tambien el Bungalo, después habían echado a suerte
quien dormía en cada sitio.
Paco que se había duchado casi a mi vez, estaba sentado en el porche
curándose sus heridas cuando se le acercó la señora de la tienda de al lado
que era enfermera y se ofreció a curarlo, así lo hizo y le puso una crema
para quemaduras en el hombro que le alivió bastante.
Una vez todos duchados y aparcadas todas las bicicletas en el porche del
Bungaló, para protegerlas del relente y las malas tentaciones, nos fuimos a
comer al restaurante del camping.
Comimos cada uno una cosa distinta pero al final todos nos pusimos de
acuerdo en tomar unas copitas de licor de orujo, que está muy agradable.
Estuvimos viendo los planos para la ruta de mañana y nos fuimos cada uno a
nuestro sitio, Paco Tovar, Marcos y Antonio Mejias en el Bengalí y los demás
en el Bungaló.
11. 4ª ETAPA 08/07/00 GREDOS - CANDELEDA
La dormida en el camping fue regular, sobre todo para los que durmieron en
el Bengalí, pues según comentaron, pasaron frio durante la noche.
Desayunamos en el bar y como era temprano aún no había llegado el pan, por
lo que tomamos zumo, café y bollería industrial.
Paco esta fastidiado con las heridas de la mano que le molestan bastante,
pero lo lleva con bastante resignación.
Salimos todos del camping sobre las diez, Antonio Mejias nos acompañó
hasta coronar un pequeño cerro alrededor del cual debía encontrarse el
nacimiento del Tórmes, que no vimos, aunque por la noche en el restaurante
nos habían enseñado una foto de una guía y es un conjunto de piedras
entremedio de las cuales brota el río, no está ni señalizado porque por lo
visto es un sitio bastante aleatorio pues cuenta con dos afluentes mas largo
pero administrativamente se decidió que fuera este el nacimiento.
Cuando Antonio Mejias se volvió bajamos a una encrucijada donde no
sabíamos por donde tirar, menos mal que acertó a pasar por allí un
todoterreno y pudimos preguntar por el cordel de Extremadura, nos indicó
el camino que salía hacia la derecha diciéndonos que estaba en muy mal
estado, pero para no ir por carretera fuimos por él, al fondo se veía el
Puerto del Pico que es donde pretendíamos llegar.
Realmente el cordel tenia muchas dificultades ya que de vez en cuando
había que circular campo a través y otras estaba lleno de piedras, así entre
la duda de seguir o volvernos a coger la carretera llegamos a un camino
ancho y bien asfaltado el cual seguimos, tras la consulta que Paco Tovar hizo
a unos caballos que se encontraban pastando por allí, los cuales nos indicaron
el camino a seguir, llegamos a unas casas que ya nos habían sido anunciadas
por el conductor del todoterreno, seguimos un poco más y vimos acercarse
por el otro lado de la cerca un tractor, lo esperamos y José Luis y Antonio
Ortega bajaron a preguntarle si íbamos bien, en ese momento se levantó una
bandada de estorninos inmensa que no llegó a ocultar el sol pero casi, el
12. tractorista nos confirmó el camino, así que seguimos encontrándonos con un
rebaño de vacas, toros y caballos muy bonitos, pero uno de los toros se fijó
en nosotros y empezó a dar unos pasos hacia donde estabamos pasando, por
lo que la aceleración fue generalizada.
Un poco mas adelante cambió el paisaje aparecieron algunos arboles y el
camino se hizo tal y comenzamos a descender viendo ya próximo el Puerto
del Pico .
Los ánimos se templaron y fuimos contemplando el paisaje, hasta que
tuvimos que atravesar un rebaño de vacas, que algunos rodearon, y por fin
llegamos al Puerto del Pico.
El lugar era impresionante pues tenia un desnivel tremendo y se veía
serpenteando una calzada romana que te daba una idea de lo que mas de uno
tuvo que sudar allí, gracias de nuevo a los buenos oficios de Antonio Mejias,
que nos estaba esperando cuando llegamos, dimos buena cuenta de una bolsa
de cerezas de por lo menos dos kilos que le había regalado Miguel el dueño
de la casa rural de Tornavaca.
Iniciamos el descenso, por la carretera, que fue un gustazo, Marcos, Paco
Avila y Antonio Ortega fueron rapidísimos y Paco Avila, José Luis y yo
fuimos despacio contemplando el paisaje y parándonos en una cascada que
hay hacia la mitad, antes de llegar al cruce de Arenas de San Pedro, donde
habíamos quedado, ya que teníamos que coger para El Arenal.
Después de estar un rato contemplando el Puerto del Pico desde abajo
continuamos la marcha hacia El Arenal por una carretera estrecha como de
alta montaña con los baches típicos de este tipo de carreteras y que creo
que son producidos por la erosión de la nieve y el hielo, subimos un puerto
bastante duro con rampas bastante empinadas en ocasiones y además hacia
bastante calor, pero tuvo una cosa buena además de los riachuelos que
había, en los márgenes de la carretera nos encontramos con unos pilones de
agua helada y cristalina que nos vinieron estupendamente para refrescarnos
un poco, fueron dos y en el segundo de los cuales Paco Avila y José Luis nos
contaron que se habían encontrado con una chica escultural tomando un
baño, no esta claro si fue verdad o producto del calor aunque quizás eso
explique porque llegaron arriba asfixiados.
Después bajamos hacia El Arenal donde siguiendo con las buenas
costumbres Antonio Mejias nos tenía buscado un sitio para comer, nos
13. estaba esperando a las afueras del pueblo y nos condujo hasta la plaza
donde en una de sus bocacalles estaba el Restaurante El Trabuco, dejamos
las bicicletas enfrente y nos fuimos a refrescar a la fuente que tenia un
montón de carpas y el agua helada estaba buenísima para quitarnos el calor
que traíamos, José Luis se animó tanto que se quitó el maillot, los zapatos y
se metió casi entero lo que provocó el tropezón de una señora de ochenta
años que pasaba por allí, derramando el caldo que llevaba en una olla, con el
natural alborozo de todos los presentes.
Llegados al restaurante nos atendió una chica muy simpática que nos
condujo al comedor donde ya nos habían preparado la mesa, comimos
ensalada mixta y chuletón de Avila de postre natillas caseras y Antonio
Mejias algo de fresa que aun anda buscando, todo regado con cerveza y
tinto con casera, después café, los brindis se sucedieron a lo largo de la
comida y cuando nos dimos cuenta estábamos todos con una pereza, por lo
que se pidió a la superioridad un receso de quince minutos para poder pegar
un poco las pestañas, ya estaba mas de uno buscando un sitio cómodo por el
suelo cuando no fue aceptada la propuesta por lo que me fui abajo a pagar a
fin de que no subiera la chica y viera el espectáculo, por lo que el receso no
llegó a cinco minutos.
Dado que el trayecto hasta Losar parecía excesivo, Antonio Ortega llamó a
unos amigos que viven en Candeleda para ver si nos podían reservar un sitio
para dormir aquella noche, quedaron en hacer la gestión, llamando al poco
tiempo para comunicarle que habían encontrado una habitación triple con
una cama de matrimonio, una habitación doble y una individual en el Hostal
La Pastora.
Nos pusimos en marcha con cierta parsimonia y fuimos subiendo y bajando
pasando por urbanizaciones de chalet de gente, supongo que de Arenas de
San Pedro que es una población grande que veíamos a lo lejos, después había
una buena bajada hasta llegar al pueblo de Hornillo y después llegamos a
Guisando, pueblo pequeño pero muy bien conservado que estuvimos
visitando mas detenidamente, había muchos veraneantes madrileños, como
por toda la zona, y que cuenta con una piscina natural a la salida del pueblo
con servicio de vestuario, bar, terraza, etc. es decir mas preparada que las
que hemos visto hasta ahora que eran mas salvajes, después seguimos
bajando hasta la carretera general que cogimos con ganas pues todos
íbamos muy deprisa ya que la carretera tenia un pequeño desnivel hacia
abajo y el firme estaba muy bien por el arcén y porque teníamos bastantes
ganas de acabar, así llegamos a una plaza a la entrada de Candeleda que
14. tiene en el centro un monumento con una Cabra Montes, allí ya estaban
Marcos, Paco Tovar y Antonio Mejias, después llegamos Antonio Ortega y
yo y después José Luis y Paco Avila.
Una vez todos reunidos fuimos recorriendo las calles de la parte nueva del
pueblo por donde nos llevaba Antonio Ortega, que ya había estado allí no
hacia mucho tiempo, y no le fue nada difícil encontrarlo.
El Hostal La Pastora está situado al lado del río, era un edificio corriente,
sin adornos de ningún tipo pero estaba limpio, lo de la cama de matrimonio
no nos convencía y le dijimos a la señora que si nos podía dejar un colchón
para ponerlo en el suelo y así no tener que dormir dos en la cama de
matrimonio, aceptó y dormimos cuatro en esa habitación, que estaba bien
porque tenia una buena terraza sobre el río.
Las habitaciones las sorteamos para ver quien dormía en cada una, una vez
situados cada uno en su sitio José Luis y Antonio Ortega no perdieron la
oportunidad de irse a dar un baño en el río mientras que los demás nos
duchábamos, yo lo aproveché y me fui a duchar a la habitación individual que
le correspondió a José Luis a fin de despejar el cuarto de baño de la
habitación cuádruple.
Una vez todos duchadítos y arregladítos nos fuimos a asegurar las
bicicletas que se habían quedado en la entrada del hostal pero sin asegurar
y estaban muy a la vista y nos fuimos a cenar a un sitio que le habían
recomendado los amigos a Antonio Ortega.
El lugar era muy agradable en la orilla del río, con césped y grandes arboles,
era como el club de la piscina natural que como todos los pueblos de la zona
tiene Candeleda, nos atendió una señora muy amable que ya había sido
puesta sobre aviso por los amigos y que creo gracias a eso nos atendieron
pues parecía ya algo tarde para ellos.
Nos sentamos bajo un gran árbol con las jarras de cerveza de barro
enfriadas previamente y estabamos agustísimo, entonces vino una señorita
con mucha energía a ponernos los manteles, el pan y los cubiertos pero no
traía platos por lo que se le dijo contestando que ya los traía, en fin siguió
trayendo las cosas con unos modos regulares por lo que nos reímos de su
comportamiento, de aperitivos tomamos unas tablas de embutidos y después
comimos ensalada, croquetas, chuletítas, de postre helados y Antonio
Mejias seguía buscando las fresas.
15. Acabamos sobre las once y media y fuimos a dar una vuelta por el pueblo,
aunque a José Luis le dolía la rodilla e hizo intento de quedarse en el hostal
al final nos fuimos todos.
El pueblo no tenia nada de interés por lo que nos fuimos hacia la plaza,
sacamos dinero del cajero, pues nos habíamos quedado seco y volvíamos
hacia el hostal pero al pasar por una calle vimos que había una discoteca que
tenia una parte construida y al lado una terraza con veladores, nos gustó y
entramos a tomarnos un refresco, se estaba agradable porque hacia brisa y
la música se oía a lo lejos, por lo que se podía hablar en un tono normal, de
todas formas el cansancio nos pudo y después de estar allí como una hora
nos fuimos a dormir.
16. 5ª ETAPA 09/07/00 CANDELEDA - SEVILLA
Hoy nos hemos levantado hacia las ocho, después de una estupenda
dormida, opinión que todos suscribimos, después de arreglarnos y bajar los
bártulos al coche, hemos ido a desayunar al bar del hostal, ya que la señora
se había ofrecido a preparárnoslo a base de porras y tostadas, no ha
resultado demasiado bien pues además de tener que esperar a que llegara se
le rompió la jarra de café cuando la traía a la mesa por lo que lo tubo que
hacer de nuevo y las tostadas resultaron ser de pan de molde, pero el sitio
era agradable aunque la salida se demoró bastante.
Sobre las diez salimos y como novedad Marcos y Paco Avila fueron en el
coche para recoger el de Marcos que lo habíamos dejado en Losar y después
nos esperarían en la piscina que había en el camino al hotel de la Casa del
Heno, de forma que Antonio Mejias hizo la etapa completa en bicicleta.
Comenzamos muy fuerte, como el día anterior pues era la misma carretera
que traíamos, pero en un momento José Luis comenzó a quejarse de que
Paco Tovar le había cortado el ritmo por lo que él, Paco y yo seguimos mas
despacíto, los Antonios iban mucho más ligero hasta que llegamos a las
afueras de Madrigal de la Vera en donde nos estaban esperando pues habían
visto un cartel que anunciaba la Garganta del Diablo, un lugar con una caída
de agua de un desnivel que muy bien podría alcanzar los cincuenta metros,
con unas pozas entre medio en una de las cuales no desaprovecharon la
oportunidad y se bañaron José Luis y Antonio Ortega, al fondo se veía el
embalse de Rosarito.
Después de refrescarnos, unos mas y otros menos, seguimos pero la
carretera ya no era tan favorable y el calor tambien se iba haciendo notar
por lo que sudando bastante llegamos a Villanueva de la Vera, un pueblo muy
bien conservado, de calles estrechas y las fachadas con las trabazones de
madera y los balcones corridos tambien de madera, que después me he
17. enterado que se llama arquitectura Verata, dimos una vuelta por las calles
que nos parecieron mas interesantes y volvimos a la carretera en donde nos
encontramos con una gran bajada, tan buena y con tantas ganas la cogimos
todos, sobre todo Antonio Mejias, que pese a nuestras voces se pasó otro
pueblo interesante de ver Valverde de la Vera, la carretera siguió siendo
bastante favorable hasta la Garganta de Cuartos, otro sitio habilitado para
el baño y que estaba bastante concurrido, y en donde primero había dicho
José Luis que nos esperaran Marcos y Paco Avila, tras un rato de
contemplar las bellezas del lugar seguimos y empezó a complicarse la
carretera pues se fue poniendo cada vez mas cuesta arriba, unos cuatro
kilómetros hasta Losar y el sol ya calentaba de firme.
Cuando íbamos hacia la mitad escuchamos un gran estrépito y comenzaron a
adelantarnos una serie de majaras a la cabeza de los cuales iba un Citroen
Mehari con una imagen de San Cristóbal instalado en la parte trasera y con
unos altavoces a toda potencia cantando lo de “amigo conductor ”, y un
gracioso sentado en la puerta de un todo terreno que se dedicó a empujar a
Antonio Ortega y José Luis que ya iba bastante cabreado porque no le
habíamos hecho caso y habíamos finalizado la etapa en la Garganta de
Cuartos.
Por fin llegamos a la piscina de Losar donde nos estaban esperando, un poco
desesperados, Marcos y Paco Avila, que habían reservado una mesa en un
chiringuito al lado de la piscina, por lo que llegamos nos cambiamos y a la
piscina, hasta Paco Tovar que se tiró con la equipación completa, el agua
estaba helada pero se apetecía un montón después de todo el calor que
habíamos pasado, no se podía estar mucho tiempo dentro pero nos tiramos
varias veces.
Comimos ensalada, tortilla de patatas y pollo asado, en principio el menú no
fue muy bien recibido, supongo que en comparación con lo que habíamos
comido los días anteriores, pero tras las explicaciones de Marcos quedó
claro que se trataba de un chiringuito y que la carta no era muy amplia y
desde luego ninguna exquisitez, a excepción de la camarera una chica muy
guapa y con un tipazo que si bien al principio estuvo un poco antipática
después incluso estuvo charlando un poco, al final nos lo comimos todo
según costumbre del grupo.
Una vez finalizado el almuerzo y hecha la sobremesa iniciamos el regreso
hacia las tres de la tarde con la misma distribución por coche que a la ida,
paramos solamente a tomar un refresco y a echar gasolina, el viaje fue
bueno y llegamos a Santa Justa sobre las ocho.
18. Allí el único que se bajó fui yo, ya que José Luis y Paco Avila se fueron con
Marcos a recoger el coche de Paco Avila que lo tenia en FIBE y Paco y los
Antonios se fueron para La Motilla.
La diferencia fue cuando me subí a la bicicleta después de ponerle las
alforjas, el saco y el aislante e intenté dar la primera pedaláda, entonces
valoré aun más la suerte que habíamos tenido de que a ultima hora se
hubiera apuntado Antonio Mejias y hubiéramos podido contar con él y su
coche como apoyo.
En fin se acabó el viaje, hemos gozado, padecido, comido, bebido, reído,
fotografiado, hechas las paradas cartográficas pertinentes en definitiva
habiéndolo pasado estupendamente, quedamos pendiente de la próxima....
Sevilla, julio 2.000