1. IKEA
Emprendedor: Ingvar Kamprad
Edad del fundador al crear la empresa: 17 años
Historial: empresario infantil, venta de cerillas
Año de fundación: 1943
Actividad: comercio de muebles
Países en los que está presente: 36
Facturación: 30.000 millones de dólares
Es casi seguro que usted tiene una idea bastante completa de lo que es IKEA;
probablemente habrá estado en una de sus tiendas y habrá dedicado horas a ensamblar
las piezas de algunos de sus muebles. Tal vez no sepa que esta enorme y próspera
empresa fue fundada por un extraordinario muchacho de 17 años, o que su escala de
valores le ha hecho crear una cultura de compañía tan excéntrica y apasionada que
bordea lo evangélico. Bienvenido al mundo de IKEA. Sin embargo, sus comienzos fueron
de lo más humilde. Así pues, ¿está cómodamente sentado? (La silla IKEA es opcional.)
Comenzar joven
Ingvar Kamprad nació en 1926 en la villa de Agunnaryd en la provincia de Smaland, al sur
de Suecia, pocos años antes de la Gran Depresión, algo que influiría en su escala de sus
valores vitales y empresariales. Criado en una granja llamada Elmtaryd, en una época de
gran incertidumbre económica internacional y de largas colas en los comedores populares,
Ingvar aprendió con rapidez el valor de la frugalidad y mostró desde muy pequeño una
gran capacidad emprendedora. Con tan sólo 5 años, compraba cerillas al por mayor y
ganaba dinero vendiéndolas desde su bicicleta. Adicto rápidamente a la emoción de la
venta, amplió el negocio a bolígrafos, plumas, tarjetas de Navidad, pescado, semillas para
el jardín y arándanos rojos (en su próxima visita a IKEA podrá comprobar la venta de
mermelada de arándanos rojos en la tienda de comestibles). «Supongo que yo era un
poco peculiar por el hecho de que empecé muy pronto a hacer tratos de negocios. Mi tía
me ayudó a comprar en un bazar de Estocolmo el primer paquete de cien cajas de cerillas
por 88 monedas de cobre [...]. Luego vendía las cajas a dos o tres monedas cada una,
algunas veces incluso a cinco monedas, y así podía ganar entre una o dos monedas con el
intercambio. Estamos hablando de márgenes de beneficio, pero yo aún recuerdo esa
maravillosa sensación. No tendría más de 5 años entonces», recuerda en Leading by
Design, the IKEA Story (Bertil Torekull Harper Business, 1999).
Todavía es más llamativo que Ingvar triunfase frente a un entorno familiar
excepcionalmente sombrío: su adorado tío Erich, hermano de su padre, se suicidó, al igual
que lo hizo su abuelo paterno. Más tarde falleció su madre, su «heroína silenciosa», como
consecuencia de un cáncer, a los 53 años. Pero Ingvar, que era disléxico, contó con la
implacable fuerza de su abuela paterna.
Como él mismo dice, llevaba en la sangre su afición a las transacciones comerciales. Su
madre procedía de una importante familia de comerciantes en Almhult; y su padre y su
adorado abuelo paterno, Carl Bernard Nilsson, que tendría una influencia fundamental, en
él, eran propietarios de la tienda-bazar más grande de Almhult.
Según cuenta Kamprad en Leading by Design, era «un bazar de los viejos tiempos, con
cuatro o cinco dependientes, que olía a arenque, caramelos y cuero [...]. Todo lo que había
entre cielo y tierra se podía comprar allí, incluso dinamita. Mi abuelo no era exigente
conmigo y a veces me podía pasar días enteros en la tienda. [...] Lamentablemente él era
2. tan bueno en el mundo de los negocios como en el mundo inventado por mí.
Sencillamente, le resultaba difícil aceptar que le pagaran. CB Nilsson ya no existe como
negocio, pero en cierto modo IKEA se hizo cargo de él».
IKEA empieza
Cuando cumplió 17 años, y como premio por sus buenas notas escolares, su padre dio a
Ingvar algún dinero que éste utilizó para fundar la empresa que más adelante se convirtió
en IKEA. Este nombre único tiene su origen en las iniciales de su propio nombre y en las
de los lugares que este hombre emprendedor amaba: «I» de Ingvar, «K» de Kamprad, «E»
de Elmtaryd y «A» de Agunnaryd.
Así pues, Ingvar fundó IKEA Agunnaryd en 1943 con el propósito de vender productos por
correo.
Viajó por el sur de Suecia en busca de productos para vender (al principio no se trataba de
muebles), y cuando comenzó a anunciar sus artículos para venderlos por correo, se
sembraron las primeras semillas del catálogo IKEA. Siguió dirigiendo el negocio mientras
hacía el servicio militar y recibía más correo que su propio coronel.
El año 1948 fue clave para la empresa. Ingvar comenzó a ofrecer muebles producidos por
fabricantes que estaban ubicados cerca de su casa. Luego confeccionó un pequeño folleto
IKEA News para anunciar sus productos, entre ellos sofás cama y arañas de luces de
cristal tallado. A causa de la dislexia, tenía dificultades para recordar los códigos de los
artículos y decidió que sería mucho más sencillo dar nombres propios a los muebles. (¡Ah!,
así eso explica el nombre de la estantería BILLY). A las camas, armarios y muebles de
salón les pusieron nombres de lugares de Noruega; a las sillas y escritorios, nombres de
hombre; a los tejidos y las cortinas, nombres de mujer, y al mobiliario de jardín, nombres
de islas de Suecia.
A causa de la dislexia, tenía dificultades para recordar los códigos de los
artículos y decidió que sería mucho más sencillo dar nombres propios a los
muebles.
El negocio creció y al final de aquel año contrató a su primer empleado para que le
ayudara a enfrentarse a esa tesitura. A los dos años, el número había aumentado a ocho.
En 1951, la compañía publicó su primer catálogo IKEA y decidió concentrarse enteramente
en el campo del mobiliario y artículos de decoración para la casa. Esto funcionó bien y el
negocio creció con rapidez; en 1959, la compañía ya tenía cien empleados.
Ingvar explica en Leading by Design la decisión de centrarse en el campo del mueble: «Así
que, por casualidad, el negocio de los muebles, en el que me introduje intentando imitar a
los competidores [...] decidió mi destino. Ningún otro acontecimiento de mi vida me ha
agradado más que el hecho de acabar allí. Al principio, mi interés era puramente
comercial: vender tantos muebles dignos como pudiera al precio más barato posible. Hasta
que no empezaron a llegar las primeras reclamaciones no me di cuenta de que faltaba
calidad. Eso me obligó a sacar ciertas conclusiones y a escoger otro camino».
Una nueva dirección
A principios de los años cincuenta, el negocio de la venta por correo se estaba volviendo
muy competitivo, lo que empujaba los precios a la baja y daba lugar, a su vez, a que los
productos fueran de peor calidad, algo que no era bueno ni para el empresario ni para el
cliente. Esto fue lo que dio fuerza a un cambio innovador y lógico en la empresa IKEA: la
decisión de crear un espacio permanente y accesible para que los clientes vieran los
productos antes de la compra, al contrario de lo que ocurría en la venta por correo.
Ingvar inauguró la primera tienda IKEA en Almhult (Suecia), en 1953. La esencia de la
experiencia IKEA era ofrecer una amplia gama de productos bien hechos y asequibles que
los clientes pudieran ver y tocar en un marco real.
«Venta por correo y tienda de muebles, dos en uno. Por lo que yo sabía, esa idea de
negocio no se había puesto en práctica en ninguna otra parte. Fuimos los primeros»,
afirma Ingvar, orgulloso con razón del éxito conseguido.
3. El impacto fue inmediato e impresionante. La decisión de ofrecer café y bollos a los
clientes en la inauguración fue también clave; constituyó la base de los populares
restaurantes IKEA del interior de la tienda (el primero de los cuales se inauguró en la
tienda IKEA de Almhult en 1960).
La esencia de la experiencia IKEA era ofrecer una amplia gama de productos
bien hechos y asequibles que los clientes pudieran ver y tocar en un marco real.
Otra decisión importante surgió también como consecuencia de la amenaza de la
competencia. Alrededor del año 1965, las empresas rivales se opusieron activamente al
modo en que IKEA rebajaba los precios por debajo de los suyos y pidieron a los
proveedores que boicotearan a la compañía. Entonces, Ingvar, con un golpe maestro,
convirtió esta amenaza en una oportunidad para empezar a diseñar sus propios muebles.
Sistema revolucionario de muebles por piezas listos para ensamblar en
paquetes planos.
Su concepto innovador de muebles listos para ensamblar fue descubierto en un momento
tipo «¡eureka!» convertido ahora en leyenda de la compañía. Fue cuando el delineante
Gillis Lundgren, que tenía verdaderos problemas para meter una mesa de madera en un
automóvil para poder transportarla, dijo con resignación: «Bueno, vamos a quitarle las
patas y a ponerlas debajo.»
Aunque no está exactamente de acuerdo con la teoría de la relatividad de Einstein, esto se
convirtió en un argumento de venta esencial para IKEA: desarrollar y diseñar mobiliario
que puede empaquetarse sin ensamblar, puede traspasar los menores costes de mano de
obra, transporte y almacenamiento al cliente y, como consecuencia, ofrecer muebles a
precios sustancialmente inferiores a los de sus competidores. Al igual que en la vertiente
económica, la invención de paquetes planos para los muebles sin ensamblar fue positiva
para el medio ambiente, ya que se podía hacer caber más paquetes en un camión, lo que
significaba que circularían menos vehículos por las carreteras. Este tipo de diseño de
empaquetado celebró en 2006 su cincuenta aniversario y ha sido adoptado por otras
empresas del sector del mueble; éste fue un invento auténticamente revolucionario.
A lo largo de los años siguientes, IKEA se expansionó por otros países a un ritmo muy
rápido. El fenómeno de los paquetes planos de muebles listos para ensamblar quería decir
que tenían un coste de transporte relativamente bajo; se involucraba a los clientes en la
cadena de valor al permitirles que ensamblaran su propio mobiliario en casa y su cultura
de la frugalidad aportaba ahorros de costes. Fue crucial para su expansión europea que
los nuevos clientes compraran allí líneas de muebles similares. IKEA creció al ritmo de casi
un nuevo país por año: Dinamarca, en 1969; Suiza, en 1973; Alemania, en 1974; Australia,
en 1975; Canadá, en 1976; Austria, en 1977, y Holanda, en 1979. Su método era simple,
pero estratégico: de entrada, IKEA iniciaba y establecía relación con un proveedor en el
país en cuestión. La consiguiente provisión de apoyo y conocimientos legales, culturales,
económicos y políticos facilitaba el lanzamiento final de la tienda. En 1965, IKEA inauguró
su establecimiento más grande hasta entonces, en Estocolmo (Suecia). Con una superficie
de 31.000 metros cuadrados, la revolucionaria arquitectura del edificio estuvo inspirada en
el Museo Guggenheim de Nueva York. Su apertura fue un verdadero acontecimiento y
atrajo a miles de clientes. Su tremendo éxito dio lugar a la apertura de un almacén
autoservicio, un concepto relativamente nuevo para el sector del mueble y una parte
importante de la cultura de empresa de IKEA, que permitía que los clientes se sirvieran
ellos mismos.
4. «Venta por correo y tienda de muebles, dos en uno. Por lo que yo sabía, esa
idea de negocio no se había puesto en práctica en ninguna otra parte. Fuimos
los primeros.»
Booms del negocio
En 1981, IKEA llegó a Francia y abrió su primera tienda en París. Un año después, Ingvar
decidió modificar la estructura corporativa del negocio y constituyó IKEA Group. Ello ha
hecho posible que la empresa permanezca fuera de la bolsa, lo cual, según su fundador,
ha sido fundamental para su crecimiento, al permitirles tomar decisiones con mucha más
rapidez de la que él cree que lo puede hacer una compañía que cotiza en el mercado
bursátil.
La expansión vino acompañada del desarrollo de varios de los muebles más emblemáticos
de IKEA, desde el sillón POEM (más tarde POANG), en 1976, hasta la librería BILLY, en
1978, lo que reflejaba de nuevo la forma de pensar característica de Ingvar por los
nombres de producto fáciles de recordar.
Con el crecimiento del negocio, vino la creencia casi evangélica de Ingvar sobre su utilidad
en la vida de la gente, hasta el punto de que documentó su visión de IKEA en The
Testament of a Furniture Dealer (El testamento de un comerciante de muebles) en 1976,
que se distribuyó entre el personal como regalo de Navidad ese año y que actualmente se
entrega a cada nuevo empleado en el momento de su incorporación a la compañía. Entre
las normas que deben seguir los empleados, se encuentra la de emplear de la mejor forma
posible cada franja de diez minutos de su día laborable. «Se pueden hacer tantas cosas en
diez minutos; cuando se han ido, se han ido para siempre. Divida su vida en franjas de
diez minutos y sacrifique tan pocas de ellas como le sea posible en actividades sin
sentido.»
En 1984, la tirada del catálogo IKEA se había disparado hasta los cuarenta y cinco
millones de ejemplares. Actualmente, afirma que tiene la tirada mayor del mundo con más
ciento noventa millones de ejemplares y una gama de productos que ronda los 9.500
artículos. Lo que ocurre en una visita a IKEA es predecible. Usted entra con el propósito de
gastar sólo 50 libras, pero sale de allí, al igual que un conejo deslumbrado por los faros de
los automóviles, habiendo gastado diez veces más en librerías, bandejas enfriadoras de
bebidas y marcos para cuadros, ayudado en el proceso por los pequeños lápices IKEA y
los formularios de pedido que tan amablemente le han proporcionado.
IKEA se ha esforzado al máximo para garantizar que su marca esté asociada al activismo
filantrópico y medioambiental, y no sólo a la comodidad de vida y a los productos de
calidad a precios asequibles. En los últimos quince años ha puesto en marcha diversos
proyectos sociales y ha colaborado con Save the Children, UNICEF y WWF para promover
la responsabilidad forestal, impedir la explotación ilegal de los bosques y reducir la emisión
de gases invernadero.
En 1985, Ingvar se jubiló y dejó paso al nuevo presidente y director general Anders
Moberg, que permaneció en el puesto hasta 1999. Perteneciente al círculo de poder de
IKEA, Moberg había trabajado con Ingvar durante treinta años, y su mandato fue testigo de
una impresionante continuación de la agresiva expansión internacional de la empresa:
Reino Unido, Italia, Hungría, República Checa, Polonia, España y China. Más adelante,
Moberg abandonó la compañía dejando paso al actual director general, Andres Dahlvig.
IKEA no ha escapado de la polémica. En 1994, el periódico sueco Expressen reveló que
Ingvar había sido amigo íntimo de Per Engdahl, el declarado líder pro nazi de un
movimiento político sueco de extrema derecha. La amistad era tan íntima que Engdahl fue
invitado a la boda de Ingvar con su primera esposa, Kerstin, en 1950. El fundador de IKEA
reconoció que la amistad fue fruto de una «enfermedad de juventud». En una carta dirigida
a los empleados titulada «El mayor error de mi vida» pedía perdón y explicaba que aquello
formaba parte de un pasado que lamentaba profundamente y que había abandonado
después de asistir a dos reuniones al estilo nazi. En su libro de 1998, The History of IKEA
dedicó dos capítulos a estas transgresiones. En una entrevista que le hicieron tras su
publicación, pidió perdón de nuevo; había dicho todo lo que podía decir sobre el tema.
5. ¿Cuál es la situación actual?
A partir de la venta de cajas de cerillas a familiares y vecinos, Ingvar Kamprad creó un
enorme imperio de muebles para el hogar, con doscientas cincuenta y tres tiendas en
veinticuatro países, más otras treinta y dos franquiciadas en doce países, y
comercializando una gama de productos integrada por 9.500 artículos.
Más de quinientos sesenta millones de clientes visitan una tienda IKEA cada año y la
compañía tiene 1.380 proveedores en cincuenta y cuatro países.
Todos los años se imprimen más de ciento noventa y un millones de ejemplares del
catálogo IKEA entregado puerta a puerta, del cual se hacen cincuenta y seis ediciones en
veintisiete idiomas. Según la lista de multimillonarios del mundo que publica la revista
Forbes, Ingvar Kamprad es la séptima persona más rica del mundo, con un patrimonio
neto estimado de 31.000 millones de dólares.
A pesar de su tamaño y de su éxito, IKEA sigue operando con una cultura de empresa
única, basada en una serie de fervientes convicciones. Una de ellas es el igualitarismo. La
compañía organiza regularmente semanas antiburocracia durante las cuales los ejecutivos
trabajan en la planta de producción o se ocupan de las cajas registradoras. Incluso su
director general toma parte en las mismas, cargando o descargando camiones en el
almacén de IKEA.
Más que una empresa de éxito, la IKEA de Ingvar es un auténtico fenómeno.
Capítulo IKEA del libro Cómo empezaron de
David Lester (Profit Editorial, 2011)
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