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Tomo [2]




                        CARACAS, VENEZUELA 2009

                            PReMIO
                     LIBERTADOR
                     alPeNSAMIeNTO
                           CRÍTICO
                              20o8

PL2009_C1.indd 305                                     10/07/09 05:03 p.m.
El desafío y la carga del tiempo histórico: El socialismo del siglo XXI
         Edición cedida por: Vadell Hermanos/CLACSO.
         Valencia-Venezuela, 2008

         © István Mészáros
         © De la traducción: Eduardo Gasca
         ©Fundación Editorial El perro y la rana, 2009
         Centro Simón Bolívar
         Torre Norte, piso 21, El Silencio
         Caracas - Venezuela.
         Teléfonos: 0212-377-2811 / 0212-808-4986

         Correos electrónicos
         elperroylaranaediciones@gmail.com
         comunicaciones@elperroylarana.gob.ve
         editorial@elperroylarana.gob.ve

         Páginas web
         www.elperroylarana.gob.ve
         www.ministeriodelacultura.gob.ve

         Depósito Legal
         N° lf 40220098002544
         ISBN 978-980-14-0632-7




PL2009_C1.indd 306                                                                 10/07/09 05:03 p.m.
E
                         l Premio Libertador al Pensamiento Crítico es un reco-
                         nocimiento a la labor reflexiva de autores que han desa-
                         rrollado una visión distinta a la mirada monolítica del
              pensamiento único. Rinde homenaje a la capacidad de generar
              ideas heterodoxas, fundando nuevas plataformas para el debate y
              la discusión de la realidad contemporánea. Nos enlaza con la obli-
              gación y el placer del pensamiento, fuerza motora de revoluciones e
              historias.
                 El pensamiento, la capacidad de discernir y penetrar la realidad,
              ha sido la constante que ha tejido las historias de las culturas y las
              sociedades. Cada individuo edifica un sistema de ideas a partir de
              la experiencia del mundo, de la observación, y la reflexión que esta
              conlleva. Los sistemas de ideas se convierten pronto en el funda-
              mento de las organizaciones sociales, definiendo nuestro devenir
              como culturas.
                 El pensamiento es móvil, elástico y perfectible, intrínsecamente
              lleva la marca de lo plural y dinámico. Por ello, todo pensamien-
              to debe ser crítico, partir de múltiples lugares y apuntar siempre al
              cuestionamiento de lo estático e inquebrantable. El pensamiento
              único o hegemónico es una contradicción desde su origen, intenta
              abordar la infinita complejidad del mundo y del ser humano desde
              una única perspectiva, se pierde en una maraña ciclópea de artifi-
              cios construidos para justificar un fin, generalmente en beneficio de
              un grupo o una élite en detrimento del resto de la humanidad.
                 Posturas capitalistas, neocoloniales e imperialistas defienden un
              sistema de ideas unívoco, en donde la alteridad cultural se ve so-
              metida a iniquidades económicas y políticas. Ante este panorama
              de larga data, es urgente revalorizar y fomentar la crítica incisiva
              y rigurosa de los sistemas que han dominado las configuraciones

                                                                                 307




PL2009_C1.indd 307                                                             10/07/09 05:03 p.m.
culturales contemporáneas. El análisis minucioso y la concreción
         de pensamientos en pro de un mejor mundo se explayan en un es-
         pectro complejo en donde el sujeto es partícipe de los cambios y
         generador de ideas renovadoras, cobijadas por la pluralidad de las
         culturas y no ya por un único dominio discursivo.
            El pensamiento crítico encuentra hoy el tiempo y los lugares para
         ser emitido, demanda ser escuchado por la mayoría de los pueblos
         posibles, para impulsar a hombres y mujeres a retomar su propio
         destino. Por ello, el gobierno de la República Bolivariana de Vene-
         zuela, en consonancia con las voces levantadas de tantos pueblos
         explotados y alertas, reconoce con este premio el trabajo teórico
         de autores que han desarrollado reflexiones críticas y alternativas
         comprometidas con el presente y el futuro de la humanidad.




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PL2009_C1.indd 308                                                         10/07/09 05:03 p.m.
Veredicto
                 Reunidos en la ciudad de Caracas, a los veintitrés días del mes
              de junio del año 2009, los jurados del Premio Libertador al Pen-
              samiento Crítico 2008: Judith Valencia, Theotonio Dos Santos,
              Renán Vega Cantor, Bernard Duterme y J. A. Calzadilla Arreaza,
              rendimos homenaje a la fallecida poeta Stefania Mosca, quien ini-
              cialmente formaba parte del jurado. Luego de debatir sobre las 102
              obras presentadas, acordamos por mayoría de votos otorgar el Pre-
              mio a István Mészáros por su obra El desafío y la carga del tiempo
              histórico: El socialismo del siglo XXI (Vadell Hermanos/CLAC-
              SO. Valencia-Venezuela, 2008).
                 Los jurados queremos poner de relieve la abundante participa-
              ción de obras que abordan temas cruciales de nuestra contempora-
              neidad y constata la importancia de los procesos sociales vividos
              por América Latina en la reflexión crítica y en la producción de un
              pensamiento emancipatorio anticapitalista.
                 En esta reflexión, pensadores de otras latitudes, como el autor del
              libro que ha merecido este premio, están generando obras de gran
              nivel teórico sobre los retos planteados por las propuestas alternati-
              vas que emergen en la región latinoamericana.
                 La obra premiada constituye la expresión de una corriente teóri-
              ca de notable valor para el pensamiento crítico y la praxis política
              actuales. István Mészáros es uno de los principales representantes
              de la Escuela de Budapest, fundada por el eminente filósofo marxis-
              ta György Lukács y desde finales de la década de 1950 viene cons-
              truyendo un corpus teórico innovador, cuya máxima elaboración ha
              sido su obra Más allá del capital.

                                                                                 309




PL2009_C1.indd 309                                                             10/07/09 05:03 p.m.
El desafío y la carga del tiempo histórico: El socialismo del si-
         glo XXI, es una continuación de su esfuerzo teórico, que estudia las
         transformaciones experimentadas por el capital, por los movimien-
         tos sociales, políticos e intelectuales y la lucha por la construcción
         del socialismo.
            En este libro, Mészáros reconstruye con lucidez y originalidad
         el análisis de los procesos de lo que él denomina el “metabolismo
         social del capital”, abordando sus impactos sobre la supervivencia
         de la humanidad, la destrucción de la naturaleza, las nuevas formas
         de alienación, la mercantilización de la educación y la necesidad
         urgente de un proyecto revolucionario socialista.
            En consonancia con las anteriores apreciaciones, los jurados de-
         cidimos otorgar menciones honoríficas a las siguientes obras por su
         significativo aporte al pensamiento crítico: Domenico Losurdo, El
         lenguaje del Imperio. Léxico de la ideología americana (Escolar
         y Mayo Editores. Madrid, 2008); Elisabeth Roig, Magui Balbue-
         na. Semilla para una nueva siembra (Trompo Ediciones. Buenos
         Aires, 2008); Diana Raby, Democracia y Revolución: América
         Latina y el socialismo hoy (Monte Ávila Editores. Caracas, 2008);
         Claudio Katz, Las disyuntivas de la izquierda en América Latina
         (Ediciones Luxemburg. Buenos Aires, 2008).
            Por otra parte, los miembros del jurado hemos considerado que
         ciertos libros presentados merecen una amplia difusión por su con-
         tribución pedagógica y didáctica para quienes busquen iniciarse
         en el cauce del pensamiento crítico. Por esta razón, recomenda-
         mos a los organizadores del Premio Libertador que promuevan la
         divulgación de los siguientes libros: Diego Guerrero, Un resumen
         completo de El Capital de Marx (Maia Ediciones. Madrid, 2008);
         José Bell Lara, La integración latinoamericana. Un camino in-
         concluso (Ediciones Ántropos. Bogotá, 2008); Hugo E. Biagini y
         Arturo A. Roig (directores), Diccionario del pensamiento alterna-
         tivo (Red de Editoriales Universitarias Nacionales. Editorial Biblos.
         Buenos Aires, 2008); Luz María Martínez Montiel, Africanos en
         América. (Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 2008).
            De igual modo, la importancia del rescate de la memoria del
         período de terrorismo de Estado en América Latina, nos permite

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PL2009_C1.indd 310                                                           10/07/09 05:03 p.m.
destacar la relevancia del libro en tres tomos: Álvaro Rico (coordi-
              nador), Investigación histórica sobre la dictadura y el terrorismo
              de Estado en el Uruguay (1973-1985) (Universidad de la Repúbli-
              ca Oriental del Uruguay. Montevideo, 2008). Recomendamos que
              este trabajo forme parte de una documentación más amplia sobre
              los crímenes de Estado.
                 Finalmente, considerando la importancia de este premio para el
              avance de las transformaciones que hemos señalado, proponemos la
              realización de seminarios en torno a la obra premiada en cada edi-
              ción del Premio Libertador, con el objeto de profundizar y difundir
              el pensamiento crítico de nuestro tiempo.

                                                                 Judith Valencia
                                                          Theotonio Dos Santos
                                                             Renán Vega Cantor
                                                               Bernard Duterme
                                                        J. A. Calzadilla Arreaza




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PL2009_C1.indd 311                                                           10/07/09 05:03 p.m.
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Capítulo 8:
              La educación más allá del capital217¨
                      El aprendizaje es nuestra vida misma, desde la juventud hasta la ve-
                 jez, en verdad hasta el borde la muerte; nadie vive durante diez horas sin
                                                                                 aprender.
                                                                               Paracelso

                  Se viene a la tierra como cera, y el azar nos vacía en moldes prehechos.
                Las convenciones creadas deforman la existencia verdadera (…) Las re-
               denciones han venido siendo formales; es necesario que sean esenciales.
              La libertad política no estará asegurada mientras no se asegure la libertad
                espiritual (…) La escuela y el hogar son las dos formidables cárceles del
                                                                                  hombre.
                                                                              José Martí

                  La teoría materialista de que los hombres son producto de las circuns-
              tancias y de la educación, y de que, por tanto, los hombres modificados son
              producto de circunstancias distintas y de una educación distinta, olvida
              que son precisamente los hombres los que cambian las circunstancias, y
              que el educador mismo necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamen-
              te, a la división de la sociedad en dos partes, una de las cuales [los edu-
              cadores] está por encima de la sociedad (así, por ej., en Roberto Owen…)
              La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad
              humana solo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica
              revolucionaria.
                                                                                    Marx

                 Escogí esos tres epígrafes a fin de anticipar algunos de los puntos
              principales de esta conferencia. El primero, del gran pensador del


              217 Conferencia de Apertura en el Fórum Mundial de Educaçao, Porto
              Alegre, Brasil, 28 de julio de 2004.


                                                                                       313




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EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI



         siglo XVI Paracelso; el segundo de José Martí y el tercero de Marx.
         El primero dice, en abierta contradicción con la concepción actual-
         mente en boga pero tendenciosamente estrecha, que “El aprendi-
         zaje es nuestra vida misma, desde la juventud hasta la vejez, en
         verdad hasta el borde la muerte; nadie vive durante diez horas
         sin aprender”.218 En cuanto a José Martí, él escribe, sin duda, en el
         mismo espíritu de Paracelso cuando insiste en que “La educación
         empieza con la vida, y no acaba sino con la muerte”. Pero agrega
         algunas especificaciones cruciales, criticando fuertemente los co-
         rrectivos intentados en nuestras sociedades y también resumiendo
         la inmensa tarea que tenemos por delante. Es así como pone en su
         debida perspectiva a nuestro problema:
             Se viene a la tierra como cera, y el azar nos vacía en moldes pre-
         hechos. Las convenciones creadas deforman la existencia verdadera
         (…) Las redenciones han venido siendo formales; es necesario que
         sean esenciales. La libertad política no estará asegurada mientras no
         se asegure la libertad espiritual (…) La escuela y el hogar son las dos
         formidables cárceles del hombre.219
             Y el tercer epígrafe, escogido entre las “Tesis sobre Feuerbach”
         de Marx, pone de relieve la línea divisoria que separa a los socia-
         listas utópicos, como Robert Owen, de los que en nuestro tiempo
         tienen que superar los graves antagonismos estructurales de nuestra
         sociedad. Porque esos antagonismos le cierran el camino al cambio
         absolutamente necesario sin el cual no puede haber esperanza para
         la supervivencia misma de la humanidad, ni mucho menos para me-
         jorar las condiciones de la existencia. Esas fueron las palabras de
         Marx:

            La teoría materialista de que los hombres son producto de las circuns-
         tancias y de la educación, y de que, por tanto, los hombres modificados son


         218 Paracelso, Selected Writings, Londres, Routledge & Kegan Paul,
         1951. p. 181.
         219 José Martí, “Libros”, en Obras completas, vol. 18, La Habana, Edito-
         rial de Ciencias Sociales, 1991, pp. 290-1.


         314




PL2009_C1.indd 314                                                                 10/07/09 05:03 p.m.
Capítulo 8: La educación más allá del capital



              producto de circunstancias distintas y de una educación distinta, olvida
              que son precisamente los hombres los que cambian las circunstancias, y
              que el educador mismo necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamen-
              te, a la división de la sociedad en dos partes, una de las cuales [los edu-
              cadores] está por encima de la sociedad (así, por ej., en Roberto Owen…)
              La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad
              humana solo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica
              revolucionaria.220

                 El punto que quiero destacar es que no solo la tercera cita, sino
              las tres cada cual a su modo, cubriendo un período de casi cinco si-
              glos, subrayan el imperativo de instituir —y al mismo tiempo hacer
              irreversible— un cambio estructural radical. Un cambio que nos lle-
              ve más allá del capital en el sentido genuino y educacionalmente
              viable del término.

              8. 1 La lógica incorregible del capital y su impacto sobre
              la educación
                 No muchas personas querrían negar hoy que los procesos edu-
              cativos y los procesos sociales más amplios están estrechamente
              interrelacionados. En concordancia no es concebible una reformu-
              lación significativa de la educación sin la correspondiente transfor-
              mación del marco social en el que las prácticas educativas de una
              sociedad deben desempeñar sus funciones vitalmente importantes
              e históricamente cambiantes. Pero más allá del acuerdo en torno a
              este simple hecho los caminos se dividen abiertamente. Porque, si
              el caso es que el propio modo de reproducción social establecido se
              da por válido como el obligado marco del cambio social, entonces
              en nombre de la reforma tan solo los ajustes menores resultarían
              admisibles en todos los campos, la educación incluida. Bajo tales
              restricciones de prejuicio apriorístico los cambios serían admisibles


              220 Karl Marx, “Tesis sobre Feuerbach”, en Carlos Marx y Federico En-
              gels, Obras escogidas, Tomo II, Moscú, Ediciones en Lenguas Extranjeras,
              1952. pp. 376-77.


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         con el único propósito legítimo de corregir algún detalle defectuo-
         so del orden establecido, para así conservar intactas en su totalidad
         a las determinaciones estructurales fundamentales de la sociedad,
         en conformidad con los requerimientos inalterables de la lógica ge-
         neral del sistema reproductivo establecido. Se permitirá ajustar las
         maneras como se supone que los intereses particulares en conflicto
         se adaptarán a la reglamentación general de la reproducción so-
         cial preestablecida, pero en modo alguno se permitirá cambiar la
         propia reglamentación general.
            Esa lógica excluye, con categórica irreversibilidad, la posibili-
         dad de legitimar el conflicto entre las fuerzas hegemónicas rivales
         fundamentales como mutuas alternativas viables, trátese tanto
         del terreno de la producción material como del campo cultural/edu-
         cativo. Hubiese resultado por demás absurdo, entonces, esperar la
         formulación de un ideal educativo desde el punto de vista del orden
         dominante feudal que concibiera la dominación de los siervos, como
         clase social, sobre los señores de la clase dominante bien atrinche-
         rada. Naturalmente, lo mismo vale para la alternativa hegemónica
         entre el capital y el trabajo. Como era de esperar, entonces, hasta
         las utopías educativas más nobles, formuladas en el pasado desde el
         punto de vista del capital, tenían que mantenerse estrictamente den-
         tro de los límites de la perpetua dominación del capital como modo
         de reproducción metabólica social. Los intereses de clase objetivos
         tenían que prevalecer, incluso cuando los autores subjetivamente
         bien intencionados de esas utopías y discursos críticos percibían ní-
         tidamente y ponían en la picota las manifestaciones inhumanas de
         los intereses materiales dominantes. Su postura crítica no podía ir
         más allá de querer que se utilizasen las reformas educativas pro-
         puestas por ellos con la finalidad de remediar los peores efectos del
         orden reproductivo capitalista establecido sin eliminar, no obstante,
         sus basamentos causales antagonísticos hondamente arraigados.
            La razón por la cual todos los esfuerzos hechos en el pasa-
         do con la intención de instituir cambios importantes en la socie-
         dad mediante reformas educativas iluminadoras, conciliadas con
         el punto de vista del capital, tenían que terminar en el fracaso fue
         —y lo sigue siendo hoy día— el hecho de que las determinaciones

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Capítulo 8: La educación más allá del capital



              fundamentales del sistema del capital son irreformables. Como
              aprendimos demasiado bien de la triste historia de más de cien años
              de estrategia reformista, desde Edward Bernstein221 y sus colabora-
              dores —quienes hace muchos años prometieron la transformación
              gradual del orden capitalista en uno cualitativamente diferente, so-
              cialista— el capital es irreformable porque por naturaleza propia,
              como totalidad reguladora sistémica, es absolutamente incorregi-
              ble. Si no logra imponerles a los miembros de la sociedad, incluidas
              las personificaciones “cuidadosas” del capital, los imperativos es-
              tructurales del sistema en su totalidad, entonces pierde su viabilidad
              como el regulador históricamente dominante del modo de repro-
              ducción metabólica social omniabarcante bien establecido. En con-
              secuencia, en sus parámetros estructurales fundamentales el capital
              tiene que seguir siendo siempre indesafiable, aun cuando haya toda
              clase de correctivos estrictamente marginales que resulten no solo
              compatibles con su dominio, sino además beneficiosos y en verdad
              necesarios para él, en pro de la supervivencia permanente del siste-
              ma. Restringir el cambio educativo radical a los márgenes correcti-
              vos del capital al servicio de sí mismo, significa abandonar del todo,
              a sabiendas o no, el objetivo de la transformación social cualitativa.
              Por eso mismo, sin embargo, procurar márgenes de reforma sis-
              témica dentro del marco del propio sistema del capital constituye
              una incongruencia. Por eso es necesario romper con la lógica del
              capital si queremos considerar la creación de una alternativa educa-
              tiva significativamente diferente.
                 Por razones del tiempo limitado no me puedo referir aquí más
              que a dos figuras importantes de la burguesía ilustrada, para expli-
              car los límites objetivos insuperables aunque estén aunados a las
              mejores intenciones subjetivas. El primero de ellos es uno de los
              más grandes economistas políticos de todos los tiempos, Adam


              221 Para un estudio en detalle de la estrategia reformista de Bernstein, ver
              el capítulo titulado “Bernstein’s representative blind alley” en mi libro The
              Power of Ideology, Harvester/Whetsheaf, Londres, 1989; en portugués
              O Poder da Ideologia, edición ampliada, Boitempo Editorial, Sao Paulo,
              2004.

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         Smith, y el segundo el destacado reformador social y educativo utó-
         pico —que también trató de llevar a la práctica lo que predicaba,
         hasta que llegó a la quiebra económica— Robert Owen.
            Adam Smith, a pesar de su profundo compromiso con la manera
         capitalista de organizar la reproducción económica y social, con-
         denó de manera inequívoca el impacto negativo del sistema sobre
         el pueblo trabajador. Hablando del “espíritu comercial” como cau-
         sa del problema, insistió en que este limita la visión de los hom-
         bres. Allí donde se lleva a la perfección la división del trabajo, cada
         quien tiene una única operación que ejecutar; a ella se limita toda
         su atención, y por su mente pasan muy pocas ideas que no tengan
         una conexión inmediata con ella. Cuando utilizamos la mente en una
         variedad de aspectos, esta en cierta forma se amplía y se agranda,
         y por tal razón reconocemos que el alcance de las ideas de un ar-
         tesano del campo supera al de uno de la ciudad. El primero quizá
         sea a la vez ebanista, carpintero y constructor de armarios, y por
         supuesto que debe aplicar su atención a una cantidad de objetos de
         muy distintos tipos. El último quizá sea solamente constructor de
         armarios; le dedicará todo su pensamiento a ese tipo de trabajo en
         particular, y no tendrá oportunidad de comparar una cantidad de
         objetos, así que su visión de las cosas más allá de su propio oficio no
         podrá ser de ninguna manera tan amplia como la del otro. Y eso se
         acentuará aún más cuando toda la atención de una persona le esté de-
         dicada a un diecisieteavo de un alfiler o un octogésimo de un botón, que
         así de divididas están esas manufacturas. (…) Estas son las desven-
         tajas de un espíritu comercial. Se contrae la mente de los individuos,
         y ya no son capaces de elevarse. Se desprecia a la educación, o al me-
         nos se le descuida, y el espíritu heroico se extingue casi por entero.
         Ponerle un correctivo a esos defectos debería ser asunto digno de una
         seria atención.222




         222 Adam Smith, Lectures on Justice, Police, Revenue, and Arms
         (1763). En A. Smith’s Moral and Political Philosophy, ed. por Herbert W.
         Schneider, Haffner Publishing Co., Nueva York, pp. 318-21.


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Capítulo 8: La educación más allá del capital



                 Sin embargo, la “seria atención” propugnada por Adam Smith
              significa realmente muy poco, si es que algo significa. Porque este
              agudo observador de las condiciones de Inglaterra bajo el “espíri-
              tu comercial” en triunfal avance no pudo hallar otro correctivo que
              la denuncia moralizadora de los efectos degradantes de las fuerzas
              que subyacen, echándoles la culpa a los propios trabajadores indivi-
              duales y no al sistema que les impone esa infeliz situación. En ese
              espíritu Smith escribe que
                  Cuando el muchacho llega a adulto no tiene idea de cómo poder diver-
              tirse. Por eso cuando sale del trabajo tiene que entregarse a la bebida y al
              exceso. En consecuencia tenemos que en las zonas comerciales de Ingla-
              terra los asalariados están en su mayoría en esa despreciable condición;
              el trabajo de media semana les da para mantenerse, y por su carencia de
              educación no tienen otra diversión que el exceso y el libertinaje. 223
                 Así, la explotación capitalista del “tiempo libre” llevada a la per-
              fección hoy día, bajo el régimen del “espíritu comercial” mucho
              más actualizado, parece ser la solución, sin alterar en lo más mí-
              nimo la esencia alienante del sistema. La consideración de que a
              Adam Smith le hubiese gustado haber instituido algo mucho más
              elevante que la explotación implacable e insensible del “tiempo li-
              bre” de los jóvenes, no altera el hecho de que incluso el discurso
              de esa gran figura de la Ilustración escocesa es del todo incapaz de
              abordar las causas y tiene que quedar atrapado dentro del círculo
              vicioso de los efectos que condena. Los límites objetivos de la ló-
              gica del capital prevalecen, incluso al hablar de las grandes figuras
              que conceptuaron el mundo desde el punto de vista del capital, hasta
              cuando ellas tratan subjetivamente de expresar, con espíritu ilustra-
              do, una preocupación humanitaria genuinamente sostenida.
                 Nuestro segundo ejemplo, Robert Owen, medio siglo después
              de Adam Smith, no anda con rodeos para denunciar la procura de
              ganancias y el poder del dinero, e insiste en que “El empleador
              considera a los empleados como meros instrumentos para la



              223 Ibid., pp. 319-20.


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         ganancia”.224 No obstante, en su experimento educativo práctico
         espera que la cura provenga del impacto de la “razón” y la “ilustra-
         ción”, y les predica no a “los conversos” sino a los “inconvertibles”
         que no pueden pensar acerca del trabajo en términos distintos a
         “mero instrumento para la ganancia”. Es así como Owen argumenta
         su tesis:
             ¿Continuaremos entonces negándoles la instrucción nacional a
         nuestros semejantes a quienes, como se ha visto, se les puede adies-
         trar fácilmente para que sean miembros del Estado industriosos, in-
         teligentes, virtuosos y valiosos?
             Es cierto, en verdad, que todas las medidas que hoy proponemos
         son apenas una transacción con los errores del sistema actual; pero
         por cuanto esos errores existen en el presente de manera casi uni-
         versal, y no pueden ser superados más que por la fuerza de la razón;
         y puesto que la razón, si quiere alcanzar los propósitos más bene-
         ficiosos, avanza paso a paso y va verificando progresivamente una
         verdad de alta significación tras otra, a las mentalidades de pensa-
         miento amplio y acertado les resulta evidente que cabe esperar que
         tan solo ésas y otras transacciones similares podrían tener éxito en la
         práctica. Porque tales transacciones le presentan al público tanto el
         error como la verdad; y puesto que ambos serán exhibidos juntos de
         manera razonable en definitiva la verdad tendrá que prevalecer. (…)
         Cabe esperar confiadamente que estamos a punto de llegar al mo-
         mento en que los seres humanos dejen de infligirles innecesario su-
         frimiento a otros seres humanos por culpa de la ignorancia; porque
         la inmensa mayoría de la humanidad se volverá ilustrada, y discernirá
         con claridad que al actuar de tal modo generará inevitablemente el
         sufrimiento para sí misma.225
             Lo que convierte a este discurso en extremadamente problemá-
         tico, no obstante las mejores intenciones del autor, es que tiene que
         conformarse a los límites lesivos del capital. Por eso el noble ex-


         224 Robert Owen, A New View of Society and Other Writings, Every-
         man, Londres, 1927, p. 124.

         225 Ibid., pp. 88-89.

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Capítulo 8: La educación más allá del capital



              perimento utópico práctico de Owen en Lanark está condenado al
              fracaso. Porque trata de lograr lo imposible: la conciliación de una
              concepción del utopismo liberal/reformista con los implacables dic-
              tados del orden estructuralmente incorregible del capital.
                 El discurso de Owen revela la estrecha relación entre el utopismo
              liberal y la propugnación de procedimientos “paso a paso”, “solo
              a base de transacciones”, y en el deseo de superar los problemas
              existentes “únicamente por la fuerza de la razón”. Sin embargo,
              puesto que los problemas sobre el tapete son abarcantes, y se co-
              rresponden con los requerimientos inalterables de la dominación y
              subordinación estructural, la contradicción entre el carácter global
              omniabarcante de los fenómenos sociales criticados y la parciali-
              dad y gradualismo de los correctivos propuestos —que solo re-
              sultan compatibles con el punto de vista del capital— tiene que ser
              suprimida de manera ficticia gracias a la arrolladora generalidad de
              algún “deber ser” utópico. Así, en la caracterización que hace Owen
              del “¿qué hacer?” vemos un viraje desde los fenómenos sociales es-
              pecíficos originalmente bien demarcados —por ejemplo la deplora-
              ble condición de que “el empleador considera a los empleados como
              meros instrumentos para la ganancia”— a la vaga y atemporal
              generalidad del “error” y la “ignorancia”, para concluir de manera
              circular que el problema de “la verdad enfrentada al error y la ig-
              norancia” (del cual se dice que es cuestión de “la razón y la ilustra-
              ción”) no puede ser resuelto “más que por la fuerza de la razón”. Y,
              por supuesto, la garantía que se nos da del éxito del correctivo edu-
              cativo owenista es, de nuevo, de tipo circular: la aseveración de que
              “en definitiva la verdad tendrá que prevalecer, porque la humanidad
              en masa se volverá ilustrada”.
                 En las raíces de la vaga generalidad de la concepción remedial
              de Owen hallamos que su gradualismo utópico está motivado, re-
              veladoramente, por el temor a, y la angustia por, la emergente al-
              ternativa social e histórica hegemónica del trabajo. En ese espíritu
              insiste en que, bajo las condiciones en las que los trabajadores están
              condenados a vivir, ellos adquieren una ruda ferocidad de carácter,
              que, si no se toman las adecuadas medidas legislativas que impidan
              su acrecentamiento y se mejoran sus condiciones de clase, tarde o

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         temprano precipitará al país a un estado de peligro formidable y qui-
         zás irresoluble. El objetivo directo de estas observaciones es procu-
         rar una mejoría y prevenir el peligro.226
             Cuando los pensadores reprueban “el error y la ignorancia”
         deberían indicar también el suelo del que nacen los pecados inte-
         lectuales criticados, en vez de suponer que ambos constituyen su
         propio basamento final irreductible, al cual ni se le puede ni se le
         debe formular la pregunta “¿por qué?”. De la misma manera, tam-
         bién la apelación a la autoridad de “la razón y la ilustración” como la
         infalible solución a futuro de los problemas analizados elude falaz-
         mente la pregunta “¿por qué la razón y la ilustración no funcionaron
         en el pasado?”, y ya que no lo hicieron “¿qué garantía hay de que sí
         lo harán en el futuro?”. Sin duda, Robert Owen no es de ninguna
         manera el único pensador que propone que “el error y la ignorancia”
         son el basamento final explicatorio de los fenómenos denunciados,
         que se verán felizmente rectificados por el poder omnipotente de “la
         razón y la ilustración”. Comparte esa característica, y la fe positiva
         asociada a ella —sin ninguna base de sustentación firme— con toda
         la tradición de la ilustración liberal. Eso hace que la contradicción
         subyacente sea de tanta significación y tan difícil de superar. En
         consecuencia, cuando objetamos la circularidad de tales diagnós-
         ticos finales y declaraciones de fe, que insisten en que no es posible
         ir más allá del punto supuestamente explicatorio, no nos podemos
         dar por satisfechos con la idea, con tanta frecuencia presente en las
         argumentaciones filosóficas, de que esas respuestas dudosas nacen
         del “error” de los pensadores que criticamos y que debe ser corregi-
         do a su vez mediante el “razonamiento apropiado”. Hacerlo signifi-
         caría cometer el mismo pecado de nuestro adversario.
             El discurso crítico de Robert Owen y su correctivo educativo
         nada tienen que ver con un “error de lógica”. La dilución de su diag-
         nóstico social en un punto crucial, y la circularidad de las vagas y
         atemporales soluciones presentadas por Owen, constituyen obliga-
         dos descarrilamientos prácticos, debido no al carácter defectuo-
         so de la lógica formal del autor, sino a la incorregibilidad de la


         226 Ibid., p. 124.

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Capítulo 8: La educación más allá del capital



              lógica pervertida del capital. Es esta la que le niega categórica-
              mente la posibilidad de hallar respuestas en una genuina asociación
              comunitaria con el sujeto social cuya “ferocidad de carácter” po-
              tencialmente ruda él teme. Así que termina por caer en la contra-
              dicción —no lógica sino fundamentalmente práctica— de querer
              cambiar las relaciones deshumanizadas establecidas mientras se
              rechaza, como tan solo un agudo peligro, la única alternativa so-
              cial hegemónica para ellas. La contradicción insoluble reside en la
              concepción de Owen de un cambio significativo que constituya la
              perpetuación de lo existente. La circularidad que hemos visto en
              su razonamiento es la consecuencia obligada de aceptar un “resul-
              tado”: el triunfo de la “razón” (procediendo sin correr riesgos, “paso
              a paso”), que prescribe que “el error y la ignorancia” constituyen el
              problema adecuadamente decantado, y que la razón está en plena
              capacidad de resolver. De esa manera, aunque inconscientemente,
              se revierte la relación entre el problema y su solución, y con ello
              se redefine ahistóricamente el problema a fin de que se amolde a
              la solución conceptualmente preconcebida y capitalistamente per-
              misible. Es eso lo que ocurre cuando hasta un reformador social y
              educativo ilustrado, que trata honestamente de remediar los efectos
              alienantes y deshumanizadores del “poder del dinero” y la “bús-
              queda del lucro” que él deplora, no puede zafarse de la chaqueta de
              fuerza de las autoimpuestas determinaciones causales del capital.
                 El impacto de la lógica incorregible del capital sobre la educa-
              ción ha resultado muy grande a lo largo del desarrollo del sistema.
              Desde los primeros días sangrientos de la “acumulación primitiva”
              hasta el presente, en el campo de la educación únicamente han cam-
              biado las modalidades de los imperativos estructurales del capital
              que se iba imponiendo, en sintonía con las circunstancias históricas
              alteradas, como veremos en la siguiente sección. Es por eso que el
              significado del cambio educativo radical hoy día no puede ser otro
              que hacer jirones la chaqueta de fuerza de la lógica incorregible del
              sistema: diseñando y siguiendo consistentemente la estrategia de
              romper el dominio del capital por todos los medios a la disposi-
              ción, y también con aquellos dentro del mismo espíritu que no han
              sido inventados todavía.

                                                                                          323




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EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI



         8. 2 Los correctivos no pueden ser únicamente formales:
         tienen que ser esenciales
            Parafraseando el epígrafe tomado de José Martí, podemos decir
         con él que “los correctivos no pueden ser únicamente formales: tie-
         nen que ser esenciales”.227
            La educación institucionalizada, en especial en el último siglo
         y medio, estuvo al servicio —en su conjunto— de no solo la apor-
         tación del know-how y el personal que necesitaba la maquinaria
         productiva del sistema del capital en expansión, sino también de ge-
         nerar y transmitir un marco de valores que legitimasen los intereses
         dominantes, como si no pudiese existir ninguna otra alternativa a la
         conducción de la sociedad en forma de dominación y subordinación
         estructural jerarquizada, o bien “interiorizada” (es decir, aceptada
         por los individuos “educados” adecuadamente), o bien impuesta de
         manera implacable por la fuerza. La historia misma tenía que ser
         tergiversada a fondo, y en verdad falsificada descaradamente, para
         ese propósito. Fidel Castro, hablando acerca de la falsificación de la
         historia cubana en la secuela de la guerra de independencia del co-
         lonialismo español, nos da un ejemplo desconcertante:

             ¿Qué nos dijeron en la escuela? ¿Qué nos decían aquellos inescrupu-
         losos libros de historia sobre los hechos? Nos decían que la potencia im-
         perialista no era la potencia imperialista, sino que, lleno de generosidad,
         el gobierno de Estados Unidos, deseoso de darnos la libertad, había inter-
         venido en aquella guerra y que, como consecuencia de eso, éramos libres.
         Pero no éramos libres por los cientos de miles de cubanos que murieron
         durante 30 años en los combates, no éramos libres por el gesto heroico
         de Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, que inició aquella
         lucha, que incluso prefirió que le fusilaran al hijo antes de hacer una sola
         concesión; no éramos libres por el esfuerzo heroico de tantos cubanos, no
         éramos libres por la prédica de Martí, no éramos libres por el esfuerzo
         heroico de Máximo Gómez, Calixto García y tantos de aquellos próceres
         ilustres; no éramos libres por la sangre derramada por la veinte y tantas


         227 Ver Nota 2.


         324




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Capítulo 8: La educación más allá del capital



              heridas de Antonio Maceo y su caída heroica en Punta Brava; éramos li-
              bres sencillamente porque Teodoro Roosevelt desembarcó con unos cuan-
              tos rangers en Santiago de Cuba para combatir contra un ejército agotado
              y prácticamente vencido, o porque los acorazados americanos hundieron a
              los “cacharros” de Cervera frente a la bahía de Santiago de Cuba. Y esas
              monstruosas mentiras, esas increíbles falsedades eran las que se enseña-
              ban en nuestras escuelas. 228

                 Tergiversaciones de este tipo son lo normal cuando los intere-
              ses en juego son realmente altos, y particularmente cuando atañen
              directamente a la racionalización y legitimación del orden social
              establecido como el “orden natural” presuntamente inalterable. En-
              tonces la historia debe ser reescrita y propagandizada de la forma
              más distorsionada, no solo en los órganos de formación de la opi-
              nión pública de amplia difusión, desde los periódicos de circulación
              masiva hasta los canales de radio y televisión, sino también en las
              teorías académicas supuestamente objetivas. Marx nos ofrece una
              desoladora caracterización de cómo la ciencia de la Economía Polí-
              tica trata una cuestión vital de la historia capitalista, conocida como
              la acumulación primitiva u original del capital. En un vigoroso
              capítulo de El capital escribe:

                  La acumulación primitiva desempeña en Economía Política el mismo
              papel que el pecado original en teología. Adán mordió la manzana, y con
              ello cayó el pecado sobre la raza humana. Se supone que su origen que-
              da explicado cuando se le narra como una anécdota acerca del pasado.
              En épocas ya muy remotas había dos clases de personas: una, la élite la-
              boriosa, inteligente y sobre todo economizadora; la otra, sinvergüenzas
              holgazanes, que dilapidaban sus bienes, y hasta más que eso, en una vida
              disoluta. (…) Aconteció así que los primeros acumularon riqueza y a los
              últimos ya no les quedó nada que vender aparte de sus propios pellejos.
              (…) Semejante trivialidad infantil se nos predica a diario en defensa de la


              228 Fidel Castro, José Martí: el autor intelectual, Editora Política, La
              Habana, 1983, p. 162. Ver también la p. 150 del mismo libro. [En español en
              el original].

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EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI



         propiedad. (…) En la historia real, es un hecho notorio que la conquista,
         la esclavización, el despojo, el asesinato, en resumen la fuerza, jugaron
         el papel principal. En los condescendientes anales de la economía polí-
         tica, reina lo idílico desde tiempos inmemoriales. (…) De hecho, los mé-
         todos de la acumulación primitiva tienen de todo menos de idílicos. (…)
         El proletariado se creó gracias a la disolución de las bandas de súbditos
         feudales y a la expropiación por la fuerza del suelo del pueblo; a las na-
         cientes manufacturas les era imposible absorber ese proletariado “libre”
         [vogelfrei, es decir “libre como los pájaros”, N.A] con la misma veloci-
         dad a la que iba siendo arrojado al mundo. Por otra parte, esos hombres,
         arrancados repentinamente de su modo de vida acostumbrado, tampoco
         podían adaptarse con igual celeridad a la disciplina de su nueva condi-
         ción. Fueron convertidos en masse en mendigos, ladrones y vagabundos,
         en parte por propia inclinación personal, y en muchos otros casos por el
         peso de las circunstancias. De aquí que a finales del siglo XV y durante la
         totalidad del XVI, a todo lo ancho de la Europa Occidental [se instituyó]
         una sanguinaria legislación en contra del vagabundaje. Los padres de la
         clase trabajadora actual fueron castigados por su transformación forzo-
         sa en vagabundos e indigentes. La legislación los trataba como criminales
         “voluntarios”, y asumía que dependía de la buena voluntad propia conti-
         nuar trabajando bajo las viejas condiciones que de hecho habían dejado
         de existir. (…) De esos pobres fugitivos, de quienes Tomás Moro dice que
         se vieron forzados a robar, 72.000 pequeños y grandes ladrones fueron
         ejecutados durante el reinado de Enrique VIII. 229

            Naturalmente, ni siquiera los pensadores altamente respetados
         de la clase dominante podían adoptar una posición que disintiese
         de la forma sumamente cruel de someter a aquellos que había que
         mantener bajo la forma de control más estricta, en interés del or-
         den establecido. Al menos, no hasta que las condiciones cambiantes
         de la propia producción crearon la necesidad de una fuerza laboral
         —muy ampliada— bajo las condiciones expansionistas de la revo-
         lución industrial.



         229 Marx, El capital, vol. 1, pp. 713-14 y 734-36.

         326




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Capítulo 8: La educación más allá del capital



                 En los tiempos en que John Locke escribió, había una deman-
              da de personal para empleos lucrativos mayor que la que hubo en
              la época de Enrique VIII, aunque todavía muy lejos de la que se
              alcanzó durante la Revolución Industrial. Por lo tanto, el “exceden-
              te de población” en significativa disminución ya no tenía que ser
              exterminado físicamente como antes. Sin embargo sí tenía que ser
              tratado del modo más autoritario, racionalizando al mismo tiempo
              la brutalidad e inhumanidad recomendadas en nombre de la mora-
              lidad altisonante. De igual manera, en las últimas décadas del siglo
              XVII, en conformidad con el punto de vista de la economía políti-
              ca del capital en ese tiempo, el gran ídolo del liberalismo moderno,
              John Locke —un terrateniente que vivía fuera de sus tierras en So-
              mersetshire, y a la vez funcionario gubernamental con un sueldo
              sumamente generoso— predicaba la misma “trivialidad infantil”
              descrita por Marx. Locke insistía en que la causa de

                  El aumento del número de pobres (…) no puede significar otra cosa que
              el relajamiento de la disciplina y la corrupción de las costumbres; la virtud
              y la laboriosidad andan siempre juntas por su lado, en tanto que el vicio y
              la ociosidad lo hacen por el suyo. Por lo tanto, el primer paso para poner
              a trabajar a los pobres (…) debería ser la restricción de su libertinaje me-
              diante la estricta puesta en práctica de las leyes dictadas contra este [por
              Enrique VIII y otros]. 230

                 Como percibía anualmente la renumeración casi astronómica
              de alrededor de mil quinientas libras por sus servicios al gobierno
              (como Comisionado de la Junta de Comercio: uno de sus varios car-
              gos), Locke no vacilaba en elogiar la perspectiva de que los pobres
              ganasen “un penique al día”, 231 es decir, una suma aproximadamen-
              te 1.000 veces más baja que sus propios ingresos por cuenta de uno


              230 Locke, “Memorandum on the Reform of the Poor Law”, en H.R. Fox
              Bourne, The Life of John Locke, King, Londres, 1876, Vol. 2, p. 378.

              231 Ibid., p. 383.


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EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI



         solo de sus cargos en el gobierno. No causa sorpresa, entonces, que
         “El valor de sus propiedades para el momento de su muerte —cer-
         ca de 20.000 libras, de las cuales 12.000 eran en efectivo— resul-
         tase comparable con el de un próspero comerciante londinense”.232
         ¡Todo un éxito para alguien cuya fuente de ingresos principal era
         exprimir —y confesamente de muy buen grado— al Estado!
            Más aún, siendo un auténtico señor, con muy altos intereses eco-
         nómicos que proteger, quería también reglamentar los movimien-
         tos de los pobres mediante la draconiana medida de los pases, y
         propuso:

             Que todos los hombres que mendiguen sin pases en comarcas marí-
         timas, estando baldados o que sobrepasen los cincuenta años de edad,
         y todos aquellos de cualquier edad que mendiguen también sin pases en
         comarcas del interior sin ningún litoral marino, sean enviados al correc-
         cional más cercano, para ser tenidos allí a trabajos forzados durante tres
         años. 233

            Y mientras las brutales leyes de Enrique VIII y Eduardo VI que-
         rían que se les cortase nada más “la mitad de la oreja” a los trans-
         gresores reincidentes, nuestro gran filósofo liberal y funcionario
         gubernamental —una de las figuras prominentes en el preludio de
         la Ilustración inglesa— sugería una mejora de esas leyes recomen-
         dando solemnemente la pérdida de las dos orejas, aplicable de una
         vez a los transgresores primerizos.234
            Al mismo tiempo, en su “Memorando sobre la reforma de la ley
         de los pobres” Locke proponía también la institución de escuelas
         talleres para los hijos de éstos desde una edad muy temprana, argu-
         mentando que:

         232 Neal Wood, The Politics of Locke’s Philosophy, University of Cali-
         fornia Press, Berkeley, 1983, p. 26.

         233 Locke, “Memorandum on the Reform of the Poor Law”, op.cit., p. 380.

         234 Ibid.


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Capítulo 8: La educación más allá del capital



                  Los hijos de la gente trabajadora suelen constituir una carga para el
              municipio, y por lo general se les mantiene en la holgazanería, por lo que
              su trabajo generalmente se pierde para la colectividad hasta los doce o
              catorce años de edad. El correctivo más efectivo que podemos concebir
              para eso, y que humildemente proponemos, es que en la antes mencionada
              nueva ley que se va a promulgar se estipule definitivamente que en cada
              municipio se funden escuelas talleres, a las que se les obligará a entrar a
              los hijos de todos los que dependen de la ayuda del municipio, entre los tres
              y los catorce años de edad, (…) 235

                 Sin ser él mismo un hombre religioso, la principal preocupación
              de Locke era cómo combinar la severa disciplina de trabajo y el
              adoctrinamiento religioso con un máximo de economización finan-
              ciera estatal y municipal. Argumentaba que

                  Otra ventaja adicional de hacer ir a los niños a una escuela taller es
              que por ese medio se les podría obligar a asistir regularmente a la igle-
              sia cada domingo, junto con sus maestros y maestras, con lo cual se les
              podría inculcar algo de religión; mientras que en la actualidad, dado que
              por lo general están siendo criados en la holgazanería y el relajo, ellos
              permanecen totalmente ajenos tanto a la religión y la moralidad como a
              la laboriosidad. 236

                 Obviamente, entonces, las medidas que había que aplicarles
              a los “trabajadores pobres” eran radicalmente distintas de las que
              los “hombres de ilustración” consideraban adecuadas para sí mis-
              mos. A fin de cuentas todo se reducía a meras relaciones de poder,
              impuestas con suma brutalidad y violencia en el transcurso de los
              desarrollos capitalistas iniciales, independientemente de cómo eran
              racionalizados en los “condescendientes anales de economía políti-
              ca”, en palabras de Marx.



              235 Locke, “Memorandum on the Reform of the Poor Law”, op.cit., p. 383.

              236 Ibid., pp. 384-85.

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            Como es natural, las instituciones educativas tuvieron que ser
         adaptadas con el paso del tiempo, de acuerdo con las cambiantes
         determinaciones productivas del sistema del capital. De esa ma-
         nera, la suma brutalidad y la violencia impuesta por la vía legal
         como medios educativos —una vez que las figuras de los inicios
         de la Ilustración, como el propio Locke, no solo las aceptaban in-
         condicionalmente sino hasta las promovían activamente, como he-
         mos visto— tuvieron que ser dejadas atrás. Fueron abandonadas no
         por causa de consideraciones humanitarias, aunque con frecuencia
         se les racionalizó en esos términos, sino porque se comprobó que
         mantener la maquinaria de la imposición estricta resultaba econó-
         micamente despilfarradora, o por lo menos superflua. Y eso era
         cierto no solo en cuanto a las instituciones educativas formales sino
         también en algunos campos conectados indirectamente con las
         ideas educativas. Para tomar un solo ejemplo significativo, el éxito
         inicial del experimento de Robert Owen no se debió al humanitaria-
         nismo paternalista de su capitalista ilustrado, sino a la relativa ven-
         taja productiva que al principio disfrutó la empresa industrial de su
         comunidad utópica. Porque gracias a la reducción del día de trabajo
         absurdamente largo que prevalecía como regla general para ese mo-
         mento, el enfoque owenista del trabajo resultó en una intensidad
         mucho mayor de realización productiva durante el horario reduci-
         do. Sin embargo, una vez que las prácticas similares tuvieron una
         difusión más amplia, como tenía que ser bajo las reglas de la com-
         petencia capitalista, su empresa se vio condenada al fracaso y entró
         en bancarrota, a pesar de las opiniones indudablemente avanzadas
         de Owen en materia educativa.
            Las determinaciones generales del capital afectan profundamen-
         te a cada una de las áreas que tienen algo que ver con la educación,
         y no nada más a las instituciones educativas formales. Estas últimas
         están estrechamente integradas a la totalidad de los procesos socia-
         les. No pueden funcionar apropiadamente si no están en sintonía
         con las determinaciones educativas abarcantes de la sociedad
         en su conjunto.
            Bajo el dominio del capital la cuestión crucial es asegurar que
         los individuos en particular adopten las metas reproductivas

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Capítulo 8: La educación más allá del capital



              objetivamente factibles del sistema como “sus propios fines”. En
              otras palabras, en un sentido verdaderamente amplio del término
              educación, se trata de que los individuos “interioricen” —como
              se indicó en el segundo párrafo de esta sección— la legitimidad de
              la posición que se les asigne en la jerarquía social, junto con sus ex-
              pectaciones “apropiadas” y las formas de conducta “correctas” más
              o menos explícitamente estipuladas en ese terreno. A medida que
              la interiorización pueda ir ejerciendo sus buenos oficios en la afir-
              mación de los parámetros reproductivos generales del sistema del
              capital, la brutalidad y la violencia podrán ser pasadas a un segun-
              do plano (aunque en modo alguno abandonadas permanentemente),
              como modalidades despilfarradoras de la imposición de valores,
              como ciertamente ha ocurrido en el transcurso de los desarrollos
              capitalistas modernos. Solo en períodos de crisis aguda se regresa
              a su posición prominente el arsenal de brutalidad y violencia a fin
              de imponer valores, como en tiempos recientes lo demostró la tra-
              gedia de los miles de desaparecidos en Chile y Argentina.
                  Sin duda, las instituciones educativas formales constituyen una
              parte importante del sistema de interiorización general. Pero nada
              más una parte. Estén participando o no los individuos —durante
              una cantidad de años mayor o menor, pero siempre muy limitada—
              dentro de las instituciones de la educación formal, tienen que ser
              inducidos a la aceptación activa (o más o menos resignada) de los
              principios orientadores reproductivos dominantes de la sociedad en
              sí misma, como le convenga a su posición en el orden social, y en
              concordancia con las tareas reproductivas que les sean asignadas.
              Bajo condiciones de esclavitud o servidumbre feudal este proble-
              ma resulta ser muy diferente de lo que tiene que prevalecer bajo el
              capitalismo, incluso si los individuos trabajadores individuales no
              están educados formalmente, o lo están en pequeña medida, en el
              sentido formal del término. Sin embargo, al interiorizar las ubicuas
              presiones externas, tienen que adoptar las perspectivas generales de
              la sociedad mercantilizada como los límites individualistamente
              incuestionables de sus propias aspiraciones. Únicamente la acción




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EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI



         colectiva plenamente consciente puede sacarlos de esa situación
         paralizadora.
            Visto desde esa perspectiva, queda muy claro que la educación
         formal no constituye la fuerza cimentadora ideológica primordial
         del sistema del capital; y que tampoco es capaz de proporcionar,
         por sí misma, una alternativa emancipadora radical para el mismo.
         Una de las funciones principales de la educación formal en nuestras
         sociedades es producir toda la conformidad o el “consenso” que
         pueda, dentro y a través de sus propios límites institucionalizados y
         legalmente sancionados. Sería un milagro descomunal esperar de la
         sociedad mercantilizada que ella promulgue activamente —o aun-
         que sea tolere— un mandato que incite a sus instituciones educati-
         vas formales a abrazar a plenitud la gran tarea histórica de nuestro
         tiempo: es decir, la tarea de romper la lógica del capital en pro
         de la supervivencia de la humanidad. Es por eso que también en
         el campo de la educación los correctivos “no pueden ser formales;
         tienen que ser esenciales”. En otras palabras, tienen que abrazar la
         totalidad de las prácticas educativas de la sociedad establecida.
            Las soluciones educativas formales, incluso algunas de las más
         importantes, y hasta cuando estén protegidas por la ley, podrán ser
         revertidas del todo mientras la lógica del capital se mantenga in-
         tacta como el marco orientador de la sociedad. En Inglaterra, por
         ejemplo, los principales debates acerca de la educación, durante
         varias décadas, se centraron en la cuestión de las “comprehensive
         schools”237§ que se instituirían en sustitución del sistema escolar eli-
         tesco establecido largo tiempo atrás. En el transcurso de esos deba-
         tes el Partido Laborista inglés no solo adoptó como punto clave de
         su programa electoral la estrategia de reemplazar el anterior sistema
         de aprendizaje privilegiado por las “comprehensive schools”, sino
         además le dio forma legal a esa política cuando logró llegar al go-
         bierno, aunque ni siquiera entonces se atrevió a tocar al sector más



         237 § [Escuelas de secundaria de ingreso no selectivo, a diferencia de las
         “Grammar Schools”, N.del T.]


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Capítulo 8: La educación más allá del capital



              privilegiado de la educación, las llamadas “public schools”.238 En la
              actualidad, sin embargo, el gobierno inglés del “nuevo laborismo”
              está empeñado en desmantelar el sistema de las “comprehensive
              schools”, no solo mediante la restauración de las viejas instituciones
              educativas elitescas sino además instituyendo una nueva variedad
              de “academias” que favorecen a la clase media y se le suman a aqué-
              llas, a pesar de todas las críticas, incluso dentro de sus propios parti-
              darios, por el establecimiento de un “sistema dual” en ese campo,
              igual al sistema dual en vías de ser establecido y fortalecido por el
              gobierno en el Servicio de Salud Nacional.
                 Por consiguiente, no es posible escapar siquiera de la “formi-
              dable cárcel” del sistema escolar establecido (condensado en esas
              palabras por José Martí) simplemente reformándolo. Porque lo que
              había antes de tales reformas con toda seguridad será restaurado
              tarde o temprano, pues ningún cambio institucional aislado logra-
              rá desafiar la lógica general autoafirmadora del capital en sí mis-
              mo. Lo que necesitamos confrontar y alterar en lo fundamental es
              el sistema entero de la interiorización, en todas sus dimensiones
              visibles y ocultas. Romper la lógica del capital en el campo de la
              educación es, por consiguiente, sinónimo de reemplazar las formas
              ubicuas y profundamente afincadas de la interiorización mistifica-
              dora por una alternativa positiva abarcante.
                 Ese es el punto al que le pondremos atención ahora.

              8. 3 “El aprendizaje es nuestra vida misma, desde la ju-
              ventud hasta la vejez”
                 Paracelso tenía absolutamente toda la razón en su época, y la
              sigue teniendo en la actualidad: “El aprendizaje es nuestra vida
              misma, desde la juventud hasta la vejez, en verdad hasta el borde
              la muerte; nadie vive durante diez horas sin aprender”. La gran pre-
              gunta es: ¿qué es lo que aprendemos, de una u otra manera? ¿Todo
              conduce a la autorrealización de los individuos como humanamente


              238 ª En Inglaterra las “Public Schools” no son “escuelas públicas”, como
              cabría esperar, sino “Escuelas privadas” que cobran anualidades exorbitan-
              tes.

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EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI



         “individuos sociales ricos” (en palabras de Marx), o está al servi-
         cio de la perpetuación, a sabiendas o no, del orden social alienante
         y definitivamente incontrolable del capital? ¿Es el conocimiento lo
         que se requiere para convertir en realidad el ideal de la emancipa-
         ción humana, junto con la firme determinación y dedicación para
         llegar a la autoemancipación de la humanidad y completarla exi-
         tosamente, a pesar de todas las adversidades? ¿O es, por el contra-
         rio, la adopción de modos de comportamiento por los individuos en
         particular lo que favorece únicamente la realización de los fines co-
         sificados del capital? En ese significado tan amplio y tan profundo
         de educación, que incluye de forma prominente todos los momen-
         tos de nuestra vida activa, podemos estar de acuerdo con Paracelso
         en que hay tantas cosas que se deciden (casi que todo), para bien
         o para mal —no solo para nosotros mismos como individuos, sino
         simultáneamente también para la humanidad— en todas esas horas
         inevitables que no podemos pasar “sin aprender”. Ello es así porque
         en verdad “el aprendizaje es nuestra vida misma”. Y puesto que hay
         tanto que se decide de esa manera para mejor o para peor, el éxito
         dependerá de que convirtamos a ese proceso de aprendizaje, en el
         sentido amplísimo que le da Paracelso, en un proceso consciente, a
         fin de maximizar lo mejor y minimizar lo peor.
             Tan solo la más amplia concepción de la educación nos puede
         ayudar a procurar la meta del verdadero cambio radical proporcio-
         nando las palancas mediante las cuales se pueda romper la lógica
         mistificadora del capital. Esa manera de abordar las cosas consti-
         tuye, en verdad, la esperanza y la garantía del éxito factible. Por el
         contrario, caer en la tentación de las meras reparaciones institucio-
         nales formales —el “poco a poco” de la conseja reformista desde
         tiempo inmemorial— significa seguir atrapados dentro del círculo
         vicioso de la lógica al servicio de sí misma del capital, institucional-
         mente articulada y salvaguardada. Esta última manera de ver tanto
         los problemas mismos como sus soluciones “realistas” es cultivada
         y propagandizada cuidadosamente en nuestras sociedades, en tanto
         que la alternativa real genuina y de largo alcance es descalificada
         a priori y descartada altisonantemente como “política de la gesti-
         culación”. Esa clase de enfoque es incurablemente elitesca aunque

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Capítulo 8: La educación más allá del capital



              pretenda ser democrática. Porque define a la educación y a la acti-
              vidad intelectual de la manera más estrecha posible, como la única
              forma correcta y apropiada de preservar los “patrones civilizados”
              por parte de quienes están destinados a “educar” y gobernar, en
              contra de “la anarquía y la subversión”. Al mismo tiempo excluye
              a la inmensa mayoría de la humanidad del terreno de la actuación
              como sujetos, y los condena a ser considerados para siempre como
              objetos (y manipulados en tal sentido), en nombre de la presunta
              superioridad de la élite: “meritocrática”, “tecnocrática”, “empresa-
              rial” o algo por el estilo.
                 En contra de la concepción tendenciosamente estrecha de la edu-
              cación y de la vida intelectual, que por supuesto tiene la intención
              de mantener al trabajo “en su lugar adecuado”, Gramsci argumenta-
              ba enfáticamente hace ya largo tiempo que

                  No existe actividad humana de la que se pueda excluir toda interven-
              ción intelectual: el homo faber no puede ser separado del homo sapiens.
              Y todo hombre, aparte de su propio trabajo, desarrolla alguna actividad
              intelectual; es, en otras palabras, un “filósofo”, un artista, un hombre con
              sensibilidad, comparte una concepción del mundo, sigue una línea cons-
              ciente de conducta moral, y así contribuye a mantener o cambiar una
              concepción del mundo, es decir, a estimular nuevas formas de pensar. 239

                 Como podemos ver, la posición de Gramsci es profundamente
              democrática. Es la única sostenible. Y tiene una doble conclusión.
              Primero, insiste en que todos los seres humanos contribuyen de
              uno u otro modo a la formación de la concepción del mundo pre-
              valeciente. Y segundo, subraya que esa contribución puede caer en
              las categorías contrapuestas de “mantener” y “cambiar”. No pue-
              de ser simplemente la una o la otra, sino también ambas a la vez.
              Cuál de las dos resulta estar más acentuada, y hasta qué grado,
              dependerá obviamente de la manera como las fuerzas sociales en
              conflicto chocan entre sí y hacen valer sus intereses alternativos de


              239 Antonio Gramsci, “The Formation of Intellectuals”, en The Modern
              Prince and Other Writings, Lawrence and Wishart, Londres, 1957, p. 121.

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EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI



         importancia. En otras palabras, la dinámica de la historia no es al-
         guna misteriosa fuerza externa sino la intervención de la gran mul-
         tiplicidad de seres humanos en el proceso histórico real, dentro de
         la línea de “mantener y/o cambiar” —en un período relativamente
         estático en el que se “mantiene” mucho más de lo que se “cambia”,
         o viceversa en tiempos de un importante repunte de la intensidad de
         las confrontaciones hegemónicas antagonísticas— la concepción
         del mundo establecida, y de esa forma demorar o acelerar la llegada
         de un cambio social significativo.
             Eso pone en su debida perspectiva las pretensiones elitescas de
         los políticos y educadores autodesignados. Porque ellos no pueden
         cambiar a voluntad la “concepción del mundo” de su época, sin im-
         portar cuánto les gustaría hacerlo, y sin importar tampoco lo in-
         menso que pueda ser el aparato propagandístico a su disposición.
         Un proceso ineludiblemente colectivo de proporciones vitales no
         puede ser expropiado para siempre ni siquiera por los agentes polí-
         ticos e intelectuales más diestros y más generosamente financiados.
         Si no fuese por ese inconveniente “hecho brutal” puesto en eviden-
         cia con tanto énfasis por Gramsci, la dominación de la estrecha edu-
         cación formal institucional podría reinar eternamente a favor del
         capital.
             No existe manipulación desde arriba tal que pueda convertir al
         proceso inmensamente complejo de conformar la visión de mundo
         general de nuestros tiempos —hecha de las incontables concepcio-
         nes particulares constituidas sobre la base de intereses hegemóni-
         cos alternativos objetivamente inconciliables, independientemente
         de lo conscientes de los antagonismos estructurales subyacentes
         que puedan estar los individuos involucrados— en un dispositivo
         uniforme y homogéneo, que funcione como el promotor perma-
         nente de la lógica del capital. Ni siquiera el aspecto de “mantener”
         puede ser considerado constituyente pasivo de la concepción del
         mundo prevaleciente de los individuos. Si bien de una manera muy
         diferente a la del aspecto de “cambiar” la visión de mundo de la
         época, resulta sin embargo activo y beneficioso para el capital, pero
         solo en tanto se mantenga activo. Eso significa que el “mantener”
         tiene (y debe tenerla) su propia base de racionalidad, sin importar

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Capítulo 8: La educación más allá del capital



              cuán problemática resulte en lo que atañe a la alternativa hegemó-
              nica del trabajo. Es decir, no solo tienen que producirlo en algún
              punto en el tiempo las clases de los individuos estructuralmente do-
              minadas, sino que además ellas también tienen que reproducirlo
              constantemente, sujeto a la permanencia (o no) de su base de racio-
              nalidad original. Cuando una mayoría significativa de la población
              —algo que se aproxima al 70 % en muchos países— le da la espalda
              con desdén al “proceso democrático” del ritual electoral, habiendo
              luchado por el derecho al voto durante décadas en el pasado, ello
              muestra un viraje real en la actitud hacia el orden dominante; po-
              dríamos decir que se trata de una grieta en las gruesas capas de friso
              cuidadosamente aplicadas sobre la fachada “democrática” del siste-
              ma. Sin embargo, de ninguna manera se podría o debería interpre-
              tar eso como una retirada radical del mantener la concepción del
              mundo hoy dominante.
                 Naturalmente, en medio de una crisis revolucionaria las
              condiciones son mucho más favorables para la actitud de “cambiar”
              y para el surgimiento de una concepción del mundo alternativa, lo
              que Lenin describió como el tiempo “en que las clases dominantes
              no pueden dominar a la manera antigua, y las clases subordinadas
              no quieren vivir a la manera antigua”. Se trata de momentos
              históricos absolutamente extraordinarios, y no pueden ser
              prolongados como uno quisiera, como lo demostró el fracaso de las
              estrategias voluntaristas en el pasado. 240 Así, respecto a “mantener”

              240 “La dificultad estriba en que el ‘momento’ de la política radical está
              limitado estrictamente por la naturaleza de las crisis en cuestión y las deter-
              minaciones temporales de su desenvolvimiento. La brecha abierta en tiem-
              po de crisis no se puede dejar abierta para siempre, y las medidas adoptadas
              para cerrarla, desde los primeros pasos en adelante tienen su propia lógica y
              su impacto acumulativo en las intervenciones subsiguientes. Más aún, tanto
              las estructuras socioeconómicas existentes como su correspondiente marco
              de instituciones políticas tienden a actuar en contra de las iniciativas radica-
              les por su misma inercia en cuanto el peor momento de la crisis es superado
              y con ello se hace posible sopesar de nuevo “el camino más fácil”. (…) Por
              paradójico que pueda sonar, lo único que puede prolongar el momento de la
              política radical es una autodeterminación radical de la política. Si se quiere

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EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI



         y “cambiar” la concepción del mundo establecida, el punto
         fundamental es la necesidad de modificar, de manera perdurable,
         el modo de interiorización que prevalece históricamente. Sin eso
         resultaría totalmente inconcebible romper la lógica del capital en
         el campo de la educación. Y, más importante todavía, esa relación
         puede y tiene que ser expresada también de una manera positiva.
         Porque el dominio del capital puede ser roto, y lo será, gracias a un
         cambio radical en el hoy preponderante modo de interiorización,
         que le brinda sostén a la concepción del mundo dominante.
            Hay que insistir hasta el cansancio en la importancia estratégi-
         ca de la concepción más amplia de la educación, expresada en la
         frase: “el aprendizaje es nuestra vida misma”. Porque mucho de
         nuestro proceso de aprendizaje continuo reside, afortunadamente,
         fuera de las instituciones educativas formales. Afortunadamente
         porque esos procesos no pueden ser manipulados y controlados fá-
         cilmente por el marco educativo formal legalmente salvaguardado
         y sancionado. Lo abarcan todo, desde nuestras respuestas críticas
         incipientes vis-à-vis el entorno material más o menos desprovisto
         de nuestra primera niñez, y luego el primer encuentro con la poesía
         y el arte, hasta llegar a las múltiples experiencias de trabajo, someti-
         das al escrutinio razonado que nosotros mismos nos hacemos y nos
         hace también la gente con las que las compartimos, y, por supuesto


         que ese ‘momento’ no se vea disipado bajo el peso de las presiones econó-
         micas inmediatas, habrá que encontrar la manera de extender su influencia
         bastante más allá del punto culminante de la crisis misma (el punto culmi-
         nante, o sea cuando por lo general la política radical tiende a hacer valer su
         efectividad). Y dado que la duración temporal de la crisis en sí no puede
         ser prolongada a voluntad —ni debería serlo, ya que la política voluntaris-
         ta, con su ‘estado de emergencia’ manipulado artificialmente, solo puede
         intentarlo a su propio riesgo, alienando con ello a las masas populares en
         lugar de asegurarles su sostén— la solución solo puede surgir de la exitosa
         conversión del “tiempo efímero” en espacio perdurable mediante la rees-
         tructuración de los poderes y las instituciones de la toma de decisiones”. I.
         Mészáros, Más allá del capital, pp. 1096-1097. [Con ligera modificación,
         N.del T.]


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Capítulo 8: La educación más allá del capital



              hasta nuestra participación de muy distintas maneras en conflictos
              y confrontaciones a lo largo de nuestras vidas, incluidas las disputas
              sociales, políticas y morales del presente.
                 Solo una pequeña parte de todo esto tiene conexión directa con
              la educación formal. Pero es de gran importancia no solamente en
              nuestros primeros años de formación sino durante toda la vida,
              cuando hay tanto que ir reevaluando constantemente y verterlo en
              una unidad funcional coherente y orgánica, sin la cual en lugar de
              poseer una personalidad nos haríamos añicos: inútiles e incapaci-
              tados, incluso para servir a fines sociopolíticos autoritarios. La pe-
              sadilla de 1984 de Orwell es irrealizable precisamente porque la
              inmensa mayoría de nuestras experiencias constitutivas siguen es-
              tando —y seguirán estando siempre— fuera del campo del control
              y la imposición institucional formal. Sin duda, muchas escuelas
              pueden causar un gran daño, y merecen por ello que Martí las haya
              criticado severamente como “formidables cárceles”. Pero ni siquie-
              ra el peor de sus cercos está en capacidad de prevalecer de manera
              uniforme. Los jóvenes pueden hallar alimento intelectual, moral y
              artístico en cualquier otra parte.
                 En lo personal tuve la gran fortuna de encontrar, a la edad de
              ocho años, un maestro muy grande. No en la escuela, sino casi por
              casualidad. Ha sido mi compañero desde entonces, todos los días.
              Su nombre es Attila József: un gigante de la literatura mundial. Los
              que han leído el epígrafe de mi libro, Más allá del capital, ya cono-
              cen su nombre. Pero permítanme citar unos cuantos versos de otro
              de sus grandes poemas, que escogí para epígrafe del presente libro:

                     Ni Dios ni la mente, sino
                     el carbón, el hierro y el petróleo,
                     la materia real nos ha creado,
                     echándonos hirvientes y violentos,
                     en los moldes de esta
                     sociedad terrible,
                     para afincarnos, por la humanidad,
                     en el eterno suelo.
                     Tras los sacerdotes, los soldados


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EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI



               y los burgueses
               al fin nos hemos vuelto fieles
               oidores de las leyes:
               por eso el sentido de toda obra humana
               zumba en nosotros
               como el violón profundo. 241

            Esos versos fueron escritos hace setenta y un años, en 1933,
         cuando Hitler llegó al poder en Alemania. Pero nos hablan hoy día
         a todos nosotros con mayor intensidad que nunca. Nos invitan a es-
         cuchar las leyes con atención y fidelidad, y a proclamarlas por todas
         partes con clara y viva voz. Porque lo que está en juego en la actua-
         lidad es nada menos que la supervivencia misma de la humanidad.
         Ninguna práctica educativa formal pervertidora podrá extinguir la
         perdurable validez y fuerza de esas influencias.
            Sí, “el aprendizaje es nuestra vida misma”, como lo expuso Pa-
         racelso hace casi cinco siglos, y tras sus huellas también muchos
         otros que quizá ni siquiera escucharon hablar de ese nombre. Para
         hacer que esa verdad sea patente, como tiene que serlo, tenemos que
         hacer la reclamación del territorio entero de la educación de toda la
         vida, a fin de poder poner en su debida perspectiva su parte formal,
         en pro de la institución de una reforma radical también allí. Tal cosa
         no puede hacerse sin desafiar a las formas de interiorización hoy
         dominantes, fortalecidas en gran medida y puestas a favor del ca-
         pital por el propio sistema educativo formal. De hecho, tal y como
         están las cosas hoy día, la función principal de la educación formal
         es actuar como perro guardián autoritario ex officio, inductor de
         un conformismo generalizado en los modos de interiorización es-
         tablecidos para subordinarlos a los requerimientos del orden esta-
         blecido. Que la educación formal no pueda lograr la creación de la
         conformidad universal no altera el hecho de que en su conjunto
         está orientada hacia ese fin. Los maestros y alumnos que se rebe-
         lan contra ese designio lo hacen con las municiones que adquieren


         241 Attila József, Al borde de la ciudad (A város peremén). Traducción de
         Fayad Jamís.

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Capítulo 8: La educación más allá del capital



              de sus colegas rebeldes dentro del campo formal, y del terreno más
              amplio de la experiencia educativa “de la juventud a la vejez”.
                 Lo que necesitamos con urgencia es, entonces, una actividad
              de “contrainteriorización” coherente y sostenida que no se ago-
              te en la negación —por necesaria que ella sea como una fase de
              esta empresa— sino que defina sus objetivos fundamentales como
              la creación de una abarcadora alternativa a lo existente que resul-
              te sustentable de manera positiva. Hace casi treinta años yo es-
              taba editando y presentando un volumen de ensayos del destacado
              historiador y pensador político filipino Renato Constantino. En
              ese tiempo el régimen clientelar de los Estados Unidos del “Gene-
              ral” Marcos lo mantenía bajo las restricciones autoritarias más se-
              veras. En algún momento logró hacerme llegar el mensaje de que
              a él le gustaría que el libro se titulase Identidad neocolonial y
              contraconciencia, 242 que de hecho fue la forma como apareció. Ple-
              namente consciente del impacto esclavizador de la interiorización
              de la conciencia colonial en su país, Constantino trataba de poner
              el acento sobre la tarea histórica de producir un sistema de educa-
              ción alternativo y perdurable, con todos los medios a disposición del
              pueblo, mucho más allá del campo educativo formal. La “contra-
              conciencia” adquiría así un significado positivo. En relación con el
              pasado, Constantino señalaba que

                  Desde sus comienzos, la colonización española operó más a través
              de la religión que a través de la fuerza, afectando así profundamente a la
              conciencia. (…) El amoldamiento de la conciencia en el interés del con-
              trol colonial sería repetido en otro plano por los norteamericanos que,
              después de una década de represión masiva, operaron igualmente a tra-




              242 Renato Constantino, Neo-Colonial Identity and Counter-Cons-
              ciousness: Essays on Cultural Decolonization, The Merlin Press, Lon-
              dres, 1978, 307 páginas. Publicado en los Estados Unidos por M.E. Sharpe
              Inc., White Plains, N.Y., 1978.


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EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI



         vés de la conciencia, esta vez empleando la educación y otras instituciones
         culturales. 243

            Y dejó claro que la constitución de una conciencia contracolonial
         descolonizada involucraba directamente a las masas populares en
         la empresa crítica. Definía así el significado de una “filosofía de la
         liberación” que él propugnaba:
             En sí es algo que se desarrolla dependiendo del crecimiento de la con-
         ciencia. (…) No es contemplativa; es activa y dinámica y envuelve tanto a
         la situación objetiva como a la reacción subjetiva del grupo involucrado.
         No puede ser la obra de un grupo selecto, aunque ese grupo se considere
         motivado por los mejores intereses del pueblo. Necesita de la participación
         de la columna vertebral de la nación. 244
            En otras palabras, el enfoque educativo propugnado tenía que
         abrazar la totalidad de las prácticas culturales/educativas/políticas
         en la más amplia concepción de las transformaciones emancipado-
         ras. Es así como una contraconciencia concebida estratégicamente
         podría cumplir su gran misión educativa, como la alternativa nece-
         saria a la interiorización dominada colonialmente.
            Ciertamente, el papel y la correspondiente responsabilidad de
         la educación no podría ser mayor. Porque, como lo dejó claro José
         Martí, la búsqueda de la cultura, en el sentido apropiado del tér-
         mino, implica el elevadísimo riesgo de que ella es inseparable del
         objetivo fundamental de la liberación. Él insistía en que “ser cultos
         es el único modo de ser libres”. Y condensó de una manera muy her-
         mosa la raison d’être de la educación misma: “Educar es deposi-
         tar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido:
         es hacer a cada hombre el resumen del mundo viviente hasta
         el día en que vive”.245 Ello resulta del todo imposible dentro de los

         243 Ibid., pp. 20-21.

         244 Ibid. p. 23.

         245 Citado en Jorge Lezcano Pérez, “Introducción” a José Martí: 150 Ani-
         versario, Casa Editora de la Embajada de Cuba en Brasil, Brasilia, 2003,
         p. 8.

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Capítulo 8: La educación más allá del capital



              estrechos límites de la educación formal tal y como ella está consti-
              tuida, bajo toda clase de fuertes restricciones, en nuestro tiempo. El
              propio Martí sentía que había que rehacer la totalidad del proceso
              educativo en todos sus aspectos, desde su comienzo mismo hasta un
              final abierto, para transformar la “formidable cárcel” en un lugar de
              emancipación y genuina realización. Por eso en 1889 escribió tam-
              bién y publicó por cuenta propia una publicación mensual para los
              jóvenes, La Edad de Oro.246
                  En ese espíritu se podrían juntar todas las dimensiones de la edu-
              cación. Los principios orientadores de la educación formal tienen
              que ser desvestidos de esa forma del ropaje de la lógica impositora
              de la conformidad del capital, y moverse en cambio en dirección a
              un intercambio activo y positivo con las prácticas educativas más
              amplias. Los principios y las prácticas se necesitan mucho mutua-
              mente. Sin un intercambio progresivo consciente con los procesos
              omniabarcantes de la educación como “nuestra vida misma”, la edu-
              cación formal no puede satisfacer sus tan necesitadas aspiraciones
              emancipadoras. Sin embargo, si los elementos progresistas de la
              educación formal logran redefinir su tarea en un espíritu orientado
              hacia la perspectiva de una alternativa hegemónica al orden existen-
              te, podrán hacer una contribución vital para la ruptura de la lógica
              del capital no solamente en su propio campo más limitado sino en la
              sociedad en su conjunto.

              8. 4 La educación como la “superación positiva de la au-
              toalienación del trabajo”
                 Vivimos bajo condiciones de alienación deshumanizadora y de
              trastrocamiento fetichista del verdadero estado de las cosas en la


              246 Martí tenía la intención de que fuese un proyecto progresivo, y no fue
              su culpa que solamente se pudiesen publicar cuatro números por falta de
              apoyo financiero. Hoy los cuatro números están reproducidos en el volumen
              18 de las Obras completas de José Martí, pp. 299-503. No es posible leer
              hoy la preocupación expresada en esas páginas sin quedar hondamente con-
              movido.


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El desafío y la carga del tiempo histórico tomo2

  • 1. Tomo [2] CARACAS, VENEZUELA 2009 PReMIO LIBERTADOR alPeNSAMIeNTO CRÍTICO 20o8 PL2009_C1.indd 305 10/07/09 05:03 p.m.
  • 2. El desafío y la carga del tiempo histórico: El socialismo del siglo XXI Edición cedida por: Vadell Hermanos/CLACSO. Valencia-Venezuela, 2008 © István Mészáros © De la traducción: Eduardo Gasca ©Fundación Editorial El perro y la rana, 2009 Centro Simón Bolívar Torre Norte, piso 21, El Silencio Caracas - Venezuela. Teléfonos: 0212-377-2811 / 0212-808-4986 Correos electrónicos elperroylaranaediciones@gmail.com comunicaciones@elperroylarana.gob.ve editorial@elperroylarana.gob.ve Páginas web www.elperroylarana.gob.ve www.ministeriodelacultura.gob.ve Depósito Legal N° lf 40220098002544 ISBN 978-980-14-0632-7 PL2009_C1.indd 306 10/07/09 05:03 p.m.
  • 3. E l Premio Libertador al Pensamiento Crítico es un reco- nocimiento a la labor reflexiva de autores que han desa- rrollado una visión distinta a la mirada monolítica del pensamiento único. Rinde homenaje a la capacidad de generar ideas heterodoxas, fundando nuevas plataformas para el debate y la discusión de la realidad contemporánea. Nos enlaza con la obli- gación y el placer del pensamiento, fuerza motora de revoluciones e historias. El pensamiento, la capacidad de discernir y penetrar la realidad, ha sido la constante que ha tejido las historias de las culturas y las sociedades. Cada individuo edifica un sistema de ideas a partir de la experiencia del mundo, de la observación, y la reflexión que esta conlleva. Los sistemas de ideas se convierten pronto en el funda- mento de las organizaciones sociales, definiendo nuestro devenir como culturas. El pensamiento es móvil, elástico y perfectible, intrínsecamente lleva la marca de lo plural y dinámico. Por ello, todo pensamien- to debe ser crítico, partir de múltiples lugares y apuntar siempre al cuestionamiento de lo estático e inquebrantable. El pensamiento único o hegemónico es una contradicción desde su origen, intenta abordar la infinita complejidad del mundo y del ser humano desde una única perspectiva, se pierde en una maraña ciclópea de artifi- cios construidos para justificar un fin, generalmente en beneficio de un grupo o una élite en detrimento del resto de la humanidad. Posturas capitalistas, neocoloniales e imperialistas defienden un sistema de ideas unívoco, en donde la alteridad cultural se ve so- metida a iniquidades económicas y políticas. Ante este panorama de larga data, es urgente revalorizar y fomentar la crítica incisiva y rigurosa de los sistemas que han dominado las configuraciones 307 PL2009_C1.indd 307 10/07/09 05:03 p.m.
  • 4. culturales contemporáneas. El análisis minucioso y la concreción de pensamientos en pro de un mejor mundo se explayan en un es- pectro complejo en donde el sujeto es partícipe de los cambios y generador de ideas renovadoras, cobijadas por la pluralidad de las culturas y no ya por un único dominio discursivo. El pensamiento crítico encuentra hoy el tiempo y los lugares para ser emitido, demanda ser escuchado por la mayoría de los pueblos posibles, para impulsar a hombres y mujeres a retomar su propio destino. Por ello, el gobierno de la República Bolivariana de Vene- zuela, en consonancia con las voces levantadas de tantos pueblos explotados y alertas, reconoce con este premio el trabajo teórico de autores que han desarrollado reflexiones críticas y alternativas comprometidas con el presente y el futuro de la humanidad. 308 PL2009_C1.indd 308 10/07/09 05:03 p.m.
  • 5. Veredicto Reunidos en la ciudad de Caracas, a los veintitrés días del mes de junio del año 2009, los jurados del Premio Libertador al Pen- samiento Crítico 2008: Judith Valencia, Theotonio Dos Santos, Renán Vega Cantor, Bernard Duterme y J. A. Calzadilla Arreaza, rendimos homenaje a la fallecida poeta Stefania Mosca, quien ini- cialmente formaba parte del jurado. Luego de debatir sobre las 102 obras presentadas, acordamos por mayoría de votos otorgar el Pre- mio a István Mészáros por su obra El desafío y la carga del tiempo histórico: El socialismo del siglo XXI (Vadell Hermanos/CLAC- SO. Valencia-Venezuela, 2008). Los jurados queremos poner de relieve la abundante participa- ción de obras que abordan temas cruciales de nuestra contempora- neidad y constata la importancia de los procesos sociales vividos por América Latina en la reflexión crítica y en la producción de un pensamiento emancipatorio anticapitalista. En esta reflexión, pensadores de otras latitudes, como el autor del libro que ha merecido este premio, están generando obras de gran nivel teórico sobre los retos planteados por las propuestas alternati- vas que emergen en la región latinoamericana. La obra premiada constituye la expresión de una corriente teóri- ca de notable valor para el pensamiento crítico y la praxis política actuales. István Mészáros es uno de los principales representantes de la Escuela de Budapest, fundada por el eminente filósofo marxis- ta György Lukács y desde finales de la década de 1950 viene cons- truyendo un corpus teórico innovador, cuya máxima elaboración ha sido su obra Más allá del capital. 309 PL2009_C1.indd 309 10/07/09 05:03 p.m.
  • 6. El desafío y la carga del tiempo histórico: El socialismo del si- glo XXI, es una continuación de su esfuerzo teórico, que estudia las transformaciones experimentadas por el capital, por los movimien- tos sociales, políticos e intelectuales y la lucha por la construcción del socialismo. En este libro, Mészáros reconstruye con lucidez y originalidad el análisis de los procesos de lo que él denomina el “metabolismo social del capital”, abordando sus impactos sobre la supervivencia de la humanidad, la destrucción de la naturaleza, las nuevas formas de alienación, la mercantilización de la educación y la necesidad urgente de un proyecto revolucionario socialista. En consonancia con las anteriores apreciaciones, los jurados de- cidimos otorgar menciones honoríficas a las siguientes obras por su significativo aporte al pensamiento crítico: Domenico Losurdo, El lenguaje del Imperio. Léxico de la ideología americana (Escolar y Mayo Editores. Madrid, 2008); Elisabeth Roig, Magui Balbue- na. Semilla para una nueva siembra (Trompo Ediciones. Buenos Aires, 2008); Diana Raby, Democracia y Revolución: América Latina y el socialismo hoy (Monte Ávila Editores. Caracas, 2008); Claudio Katz, Las disyuntivas de la izquierda en América Latina (Ediciones Luxemburg. Buenos Aires, 2008). Por otra parte, los miembros del jurado hemos considerado que ciertos libros presentados merecen una amplia difusión por su con- tribución pedagógica y didáctica para quienes busquen iniciarse en el cauce del pensamiento crítico. Por esta razón, recomenda- mos a los organizadores del Premio Libertador que promuevan la divulgación de los siguientes libros: Diego Guerrero, Un resumen completo de El Capital de Marx (Maia Ediciones. Madrid, 2008); José Bell Lara, La integración latinoamericana. Un camino in- concluso (Ediciones Ántropos. Bogotá, 2008); Hugo E. Biagini y Arturo A. Roig (directores), Diccionario del pensamiento alterna- tivo (Red de Editoriales Universitarias Nacionales. Editorial Biblos. Buenos Aires, 2008); Luz María Martínez Montiel, Africanos en América. (Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 2008). De igual modo, la importancia del rescate de la memoria del período de terrorismo de Estado en América Latina, nos permite 310 PL2009_C1.indd 310 10/07/09 05:03 p.m.
  • 7. destacar la relevancia del libro en tres tomos: Álvaro Rico (coordi- nador), Investigación histórica sobre la dictadura y el terrorismo de Estado en el Uruguay (1973-1985) (Universidad de la Repúbli- ca Oriental del Uruguay. Montevideo, 2008). Recomendamos que este trabajo forme parte de una documentación más amplia sobre los crímenes de Estado. Finalmente, considerando la importancia de este premio para el avance de las transformaciones que hemos señalado, proponemos la realización de seminarios en torno a la obra premiada en cada edi- ción del Premio Libertador, con el objeto de profundizar y difundir el pensamiento crítico de nuestro tiempo. Judith Valencia Theotonio Dos Santos Renán Vega Cantor Bernard Duterme J. A. Calzadilla Arreaza 311 PL2009_C1.indd 311 10/07/09 05:03 p.m.
  • 8. PL2009_C1.indd 312 10/07/09 05:03 p.m.
  • 9. Capítulo 8: La educación más allá del capital217¨ El aprendizaje es nuestra vida misma, desde la juventud hasta la ve- jez, en verdad hasta el borde la muerte; nadie vive durante diez horas sin aprender. Paracelso Se viene a la tierra como cera, y el azar nos vacía en moldes prehechos. Las convenciones creadas deforman la existencia verdadera (…) Las re- denciones han venido siendo formales; es necesario que sean esenciales. La libertad política no estará asegurada mientras no se asegure la libertad espiritual (…) La escuela y el hogar son las dos formidables cárceles del hombre. José Martí La teoría materialista de que los hombres son producto de las circuns- tancias y de la educación, y de que, por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación distinta, olvida que son precisamente los hombres los que cambian las circunstancias, y que el educador mismo necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamen- te, a la división de la sociedad en dos partes, una de las cuales [los edu- cadores] está por encima de la sociedad (así, por ej., en Roberto Owen…) La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana solo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria. Marx Escogí esos tres epígrafes a fin de anticipar algunos de los puntos principales de esta conferencia. El primero, del gran pensador del 217 Conferencia de Apertura en el Fórum Mundial de Educaçao, Porto Alegre, Brasil, 28 de julio de 2004. 313 PL2009_C1.indd 313 10/07/09 05:03 p.m.
  • 10. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI siglo XVI Paracelso; el segundo de José Martí y el tercero de Marx. El primero dice, en abierta contradicción con la concepción actual- mente en boga pero tendenciosamente estrecha, que “El aprendi- zaje es nuestra vida misma, desde la juventud hasta la vejez, en verdad hasta el borde la muerte; nadie vive durante diez horas sin aprender”.218 En cuanto a José Martí, él escribe, sin duda, en el mismo espíritu de Paracelso cuando insiste en que “La educación empieza con la vida, y no acaba sino con la muerte”. Pero agrega algunas especificaciones cruciales, criticando fuertemente los co- rrectivos intentados en nuestras sociedades y también resumiendo la inmensa tarea que tenemos por delante. Es así como pone en su debida perspectiva a nuestro problema: Se viene a la tierra como cera, y el azar nos vacía en moldes pre- hechos. Las convenciones creadas deforman la existencia verdadera (…) Las redenciones han venido siendo formales; es necesario que sean esenciales. La libertad política no estará asegurada mientras no se asegure la libertad espiritual (…) La escuela y el hogar son las dos formidables cárceles del hombre.219 Y el tercer epígrafe, escogido entre las “Tesis sobre Feuerbach” de Marx, pone de relieve la línea divisoria que separa a los socia- listas utópicos, como Robert Owen, de los que en nuestro tiempo tienen que superar los graves antagonismos estructurales de nuestra sociedad. Porque esos antagonismos le cierran el camino al cambio absolutamente necesario sin el cual no puede haber esperanza para la supervivencia misma de la humanidad, ni mucho menos para me- jorar las condiciones de la existencia. Esas fueron las palabras de Marx: La teoría materialista de que los hombres son producto de las circuns- tancias y de la educación, y de que, por tanto, los hombres modificados son 218 Paracelso, Selected Writings, Londres, Routledge & Kegan Paul, 1951. p. 181. 219 José Martí, “Libros”, en Obras completas, vol. 18, La Habana, Edito- rial de Ciencias Sociales, 1991, pp. 290-1. 314 PL2009_C1.indd 314 10/07/09 05:03 p.m.
  • 11. Capítulo 8: La educación más allá del capital producto de circunstancias distintas y de una educación distinta, olvida que son precisamente los hombres los que cambian las circunstancias, y que el educador mismo necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamen- te, a la división de la sociedad en dos partes, una de las cuales [los edu- cadores] está por encima de la sociedad (así, por ej., en Roberto Owen…) La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana solo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria.220 El punto que quiero destacar es que no solo la tercera cita, sino las tres cada cual a su modo, cubriendo un período de casi cinco si- glos, subrayan el imperativo de instituir —y al mismo tiempo hacer irreversible— un cambio estructural radical. Un cambio que nos lle- ve más allá del capital en el sentido genuino y educacionalmente viable del término. 8. 1 La lógica incorregible del capital y su impacto sobre la educación No muchas personas querrían negar hoy que los procesos edu- cativos y los procesos sociales más amplios están estrechamente interrelacionados. En concordancia no es concebible una reformu- lación significativa de la educación sin la correspondiente transfor- mación del marco social en el que las prácticas educativas de una sociedad deben desempeñar sus funciones vitalmente importantes e históricamente cambiantes. Pero más allá del acuerdo en torno a este simple hecho los caminos se dividen abiertamente. Porque, si el caso es que el propio modo de reproducción social establecido se da por válido como el obligado marco del cambio social, entonces en nombre de la reforma tan solo los ajustes menores resultarían admisibles en todos los campos, la educación incluida. Bajo tales restricciones de prejuicio apriorístico los cambios serían admisibles 220 Karl Marx, “Tesis sobre Feuerbach”, en Carlos Marx y Federico En- gels, Obras escogidas, Tomo II, Moscú, Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1952. pp. 376-77. 315 PL2009_C1.indd 315 10/07/09 05:03 p.m.
  • 12. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI con el único propósito legítimo de corregir algún detalle defectuo- so del orden establecido, para así conservar intactas en su totalidad a las determinaciones estructurales fundamentales de la sociedad, en conformidad con los requerimientos inalterables de la lógica ge- neral del sistema reproductivo establecido. Se permitirá ajustar las maneras como se supone que los intereses particulares en conflicto se adaptarán a la reglamentación general de la reproducción so- cial preestablecida, pero en modo alguno se permitirá cambiar la propia reglamentación general. Esa lógica excluye, con categórica irreversibilidad, la posibili- dad de legitimar el conflicto entre las fuerzas hegemónicas rivales fundamentales como mutuas alternativas viables, trátese tanto del terreno de la producción material como del campo cultural/edu- cativo. Hubiese resultado por demás absurdo, entonces, esperar la formulación de un ideal educativo desde el punto de vista del orden dominante feudal que concibiera la dominación de los siervos, como clase social, sobre los señores de la clase dominante bien atrinche- rada. Naturalmente, lo mismo vale para la alternativa hegemónica entre el capital y el trabajo. Como era de esperar, entonces, hasta las utopías educativas más nobles, formuladas en el pasado desde el punto de vista del capital, tenían que mantenerse estrictamente den- tro de los límites de la perpetua dominación del capital como modo de reproducción metabólica social. Los intereses de clase objetivos tenían que prevalecer, incluso cuando los autores subjetivamente bien intencionados de esas utopías y discursos críticos percibían ní- tidamente y ponían en la picota las manifestaciones inhumanas de los intereses materiales dominantes. Su postura crítica no podía ir más allá de querer que se utilizasen las reformas educativas pro- puestas por ellos con la finalidad de remediar los peores efectos del orden reproductivo capitalista establecido sin eliminar, no obstante, sus basamentos causales antagonísticos hondamente arraigados. La razón por la cual todos los esfuerzos hechos en el pasa- do con la intención de instituir cambios importantes en la socie- dad mediante reformas educativas iluminadoras, conciliadas con el punto de vista del capital, tenían que terminar en el fracaso fue —y lo sigue siendo hoy día— el hecho de que las determinaciones 316 PL2009_C1.indd 316 10/07/09 05:03 p.m.
  • 13. Capítulo 8: La educación más allá del capital fundamentales del sistema del capital son irreformables. Como aprendimos demasiado bien de la triste historia de más de cien años de estrategia reformista, desde Edward Bernstein221 y sus colabora- dores —quienes hace muchos años prometieron la transformación gradual del orden capitalista en uno cualitativamente diferente, so- cialista— el capital es irreformable porque por naturaleza propia, como totalidad reguladora sistémica, es absolutamente incorregi- ble. Si no logra imponerles a los miembros de la sociedad, incluidas las personificaciones “cuidadosas” del capital, los imperativos es- tructurales del sistema en su totalidad, entonces pierde su viabilidad como el regulador históricamente dominante del modo de repro- ducción metabólica social omniabarcante bien establecido. En con- secuencia, en sus parámetros estructurales fundamentales el capital tiene que seguir siendo siempre indesafiable, aun cuando haya toda clase de correctivos estrictamente marginales que resulten no solo compatibles con su dominio, sino además beneficiosos y en verdad necesarios para él, en pro de la supervivencia permanente del siste- ma. Restringir el cambio educativo radical a los márgenes correcti- vos del capital al servicio de sí mismo, significa abandonar del todo, a sabiendas o no, el objetivo de la transformación social cualitativa. Por eso mismo, sin embargo, procurar márgenes de reforma sis- témica dentro del marco del propio sistema del capital constituye una incongruencia. Por eso es necesario romper con la lógica del capital si queremos considerar la creación de una alternativa educa- tiva significativamente diferente. Por razones del tiempo limitado no me puedo referir aquí más que a dos figuras importantes de la burguesía ilustrada, para expli- car los límites objetivos insuperables aunque estén aunados a las mejores intenciones subjetivas. El primero de ellos es uno de los más grandes economistas políticos de todos los tiempos, Adam 221 Para un estudio en detalle de la estrategia reformista de Bernstein, ver el capítulo titulado “Bernstein’s representative blind alley” en mi libro The Power of Ideology, Harvester/Whetsheaf, Londres, 1989; en portugués O Poder da Ideologia, edición ampliada, Boitempo Editorial, Sao Paulo, 2004. 317 PL2009_C1.indd 317 10/07/09 05:03 p.m.
  • 14. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI Smith, y el segundo el destacado reformador social y educativo utó- pico —que también trató de llevar a la práctica lo que predicaba, hasta que llegó a la quiebra económica— Robert Owen. Adam Smith, a pesar de su profundo compromiso con la manera capitalista de organizar la reproducción económica y social, con- denó de manera inequívoca el impacto negativo del sistema sobre el pueblo trabajador. Hablando del “espíritu comercial” como cau- sa del problema, insistió en que este limita la visión de los hom- bres. Allí donde se lleva a la perfección la división del trabajo, cada quien tiene una única operación que ejecutar; a ella se limita toda su atención, y por su mente pasan muy pocas ideas que no tengan una conexión inmediata con ella. Cuando utilizamos la mente en una variedad de aspectos, esta en cierta forma se amplía y se agranda, y por tal razón reconocemos que el alcance de las ideas de un ar- tesano del campo supera al de uno de la ciudad. El primero quizá sea a la vez ebanista, carpintero y constructor de armarios, y por supuesto que debe aplicar su atención a una cantidad de objetos de muy distintos tipos. El último quizá sea solamente constructor de armarios; le dedicará todo su pensamiento a ese tipo de trabajo en particular, y no tendrá oportunidad de comparar una cantidad de objetos, así que su visión de las cosas más allá de su propio oficio no podrá ser de ninguna manera tan amplia como la del otro. Y eso se acentuará aún más cuando toda la atención de una persona le esté de- dicada a un diecisieteavo de un alfiler o un octogésimo de un botón, que así de divididas están esas manufacturas. (…) Estas son las desven- tajas de un espíritu comercial. Se contrae la mente de los individuos, y ya no son capaces de elevarse. Se desprecia a la educación, o al me- nos se le descuida, y el espíritu heroico se extingue casi por entero. Ponerle un correctivo a esos defectos debería ser asunto digno de una seria atención.222 222 Adam Smith, Lectures on Justice, Police, Revenue, and Arms (1763). En A. Smith’s Moral and Political Philosophy, ed. por Herbert W. Schneider, Haffner Publishing Co., Nueva York, pp. 318-21. 318 PL2009_C1.indd 318 10/07/09 05:03 p.m.
  • 15. Capítulo 8: La educación más allá del capital Sin embargo, la “seria atención” propugnada por Adam Smith significa realmente muy poco, si es que algo significa. Porque este agudo observador de las condiciones de Inglaterra bajo el “espíri- tu comercial” en triunfal avance no pudo hallar otro correctivo que la denuncia moralizadora de los efectos degradantes de las fuerzas que subyacen, echándoles la culpa a los propios trabajadores indivi- duales y no al sistema que les impone esa infeliz situación. En ese espíritu Smith escribe que Cuando el muchacho llega a adulto no tiene idea de cómo poder diver- tirse. Por eso cuando sale del trabajo tiene que entregarse a la bebida y al exceso. En consecuencia tenemos que en las zonas comerciales de Ingla- terra los asalariados están en su mayoría en esa despreciable condición; el trabajo de media semana les da para mantenerse, y por su carencia de educación no tienen otra diversión que el exceso y el libertinaje. 223 Así, la explotación capitalista del “tiempo libre” llevada a la per- fección hoy día, bajo el régimen del “espíritu comercial” mucho más actualizado, parece ser la solución, sin alterar en lo más mí- nimo la esencia alienante del sistema. La consideración de que a Adam Smith le hubiese gustado haber instituido algo mucho más elevante que la explotación implacable e insensible del “tiempo li- bre” de los jóvenes, no altera el hecho de que incluso el discurso de esa gran figura de la Ilustración escocesa es del todo incapaz de abordar las causas y tiene que quedar atrapado dentro del círculo vicioso de los efectos que condena. Los límites objetivos de la ló- gica del capital prevalecen, incluso al hablar de las grandes figuras que conceptuaron el mundo desde el punto de vista del capital, hasta cuando ellas tratan subjetivamente de expresar, con espíritu ilustra- do, una preocupación humanitaria genuinamente sostenida. Nuestro segundo ejemplo, Robert Owen, medio siglo después de Adam Smith, no anda con rodeos para denunciar la procura de ganancias y el poder del dinero, e insiste en que “El empleador considera a los empleados como meros instrumentos para la 223 Ibid., pp. 319-20. 319 PL2009_C1.indd 319 10/07/09 05:03 p.m.
  • 16. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI ganancia”.224 No obstante, en su experimento educativo práctico espera que la cura provenga del impacto de la “razón” y la “ilustra- ción”, y les predica no a “los conversos” sino a los “inconvertibles” que no pueden pensar acerca del trabajo en términos distintos a “mero instrumento para la ganancia”. Es así como Owen argumenta su tesis: ¿Continuaremos entonces negándoles la instrucción nacional a nuestros semejantes a quienes, como se ha visto, se les puede adies- trar fácilmente para que sean miembros del Estado industriosos, in- teligentes, virtuosos y valiosos? Es cierto, en verdad, que todas las medidas que hoy proponemos son apenas una transacción con los errores del sistema actual; pero por cuanto esos errores existen en el presente de manera casi uni- versal, y no pueden ser superados más que por la fuerza de la razón; y puesto que la razón, si quiere alcanzar los propósitos más bene- ficiosos, avanza paso a paso y va verificando progresivamente una verdad de alta significación tras otra, a las mentalidades de pensa- miento amplio y acertado les resulta evidente que cabe esperar que tan solo ésas y otras transacciones similares podrían tener éxito en la práctica. Porque tales transacciones le presentan al público tanto el error como la verdad; y puesto que ambos serán exhibidos juntos de manera razonable en definitiva la verdad tendrá que prevalecer. (…) Cabe esperar confiadamente que estamos a punto de llegar al mo- mento en que los seres humanos dejen de infligirles innecesario su- frimiento a otros seres humanos por culpa de la ignorancia; porque la inmensa mayoría de la humanidad se volverá ilustrada, y discernirá con claridad que al actuar de tal modo generará inevitablemente el sufrimiento para sí misma.225 Lo que convierte a este discurso en extremadamente problemá- tico, no obstante las mejores intenciones del autor, es que tiene que conformarse a los límites lesivos del capital. Por eso el noble ex- 224 Robert Owen, A New View of Society and Other Writings, Every- man, Londres, 1927, p. 124. 225 Ibid., pp. 88-89. 320 PL2009_C1.indd 320 10/07/09 05:03 p.m.
  • 17. Capítulo 8: La educación más allá del capital perimento utópico práctico de Owen en Lanark está condenado al fracaso. Porque trata de lograr lo imposible: la conciliación de una concepción del utopismo liberal/reformista con los implacables dic- tados del orden estructuralmente incorregible del capital. El discurso de Owen revela la estrecha relación entre el utopismo liberal y la propugnación de procedimientos “paso a paso”, “solo a base de transacciones”, y en el deseo de superar los problemas existentes “únicamente por la fuerza de la razón”. Sin embargo, puesto que los problemas sobre el tapete son abarcantes, y se co- rresponden con los requerimientos inalterables de la dominación y subordinación estructural, la contradicción entre el carácter global omniabarcante de los fenómenos sociales criticados y la parciali- dad y gradualismo de los correctivos propuestos —que solo re- sultan compatibles con el punto de vista del capital— tiene que ser suprimida de manera ficticia gracias a la arrolladora generalidad de algún “deber ser” utópico. Así, en la caracterización que hace Owen del “¿qué hacer?” vemos un viraje desde los fenómenos sociales es- pecíficos originalmente bien demarcados —por ejemplo la deplora- ble condición de que “el empleador considera a los empleados como meros instrumentos para la ganancia”— a la vaga y atemporal generalidad del “error” y la “ignorancia”, para concluir de manera circular que el problema de “la verdad enfrentada al error y la ig- norancia” (del cual se dice que es cuestión de “la razón y la ilustra- ción”) no puede ser resuelto “más que por la fuerza de la razón”. Y, por supuesto, la garantía que se nos da del éxito del correctivo edu- cativo owenista es, de nuevo, de tipo circular: la aseveración de que “en definitiva la verdad tendrá que prevalecer, porque la humanidad en masa se volverá ilustrada”. En las raíces de la vaga generalidad de la concepción remedial de Owen hallamos que su gradualismo utópico está motivado, re- veladoramente, por el temor a, y la angustia por, la emergente al- ternativa social e histórica hegemónica del trabajo. En ese espíritu insiste en que, bajo las condiciones en las que los trabajadores están condenados a vivir, ellos adquieren una ruda ferocidad de carácter, que, si no se toman las adecuadas medidas legislativas que impidan su acrecentamiento y se mejoran sus condiciones de clase, tarde o 321 PL2009_C1.indd 321 10/07/09 05:03 p.m.
  • 18. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI temprano precipitará al país a un estado de peligro formidable y qui- zás irresoluble. El objetivo directo de estas observaciones es procu- rar una mejoría y prevenir el peligro.226 Cuando los pensadores reprueban “el error y la ignorancia” deberían indicar también el suelo del que nacen los pecados inte- lectuales criticados, en vez de suponer que ambos constituyen su propio basamento final irreductible, al cual ni se le puede ni se le debe formular la pregunta “¿por qué?”. De la misma manera, tam- bién la apelación a la autoridad de “la razón y la ilustración” como la infalible solución a futuro de los problemas analizados elude falaz- mente la pregunta “¿por qué la razón y la ilustración no funcionaron en el pasado?”, y ya que no lo hicieron “¿qué garantía hay de que sí lo harán en el futuro?”. Sin duda, Robert Owen no es de ninguna manera el único pensador que propone que “el error y la ignorancia” son el basamento final explicatorio de los fenómenos denunciados, que se verán felizmente rectificados por el poder omnipotente de “la razón y la ilustración”. Comparte esa característica, y la fe positiva asociada a ella —sin ninguna base de sustentación firme— con toda la tradición de la ilustración liberal. Eso hace que la contradicción subyacente sea de tanta significación y tan difícil de superar. En consecuencia, cuando objetamos la circularidad de tales diagnós- ticos finales y declaraciones de fe, que insisten en que no es posible ir más allá del punto supuestamente explicatorio, no nos podemos dar por satisfechos con la idea, con tanta frecuencia presente en las argumentaciones filosóficas, de que esas respuestas dudosas nacen del “error” de los pensadores que criticamos y que debe ser corregi- do a su vez mediante el “razonamiento apropiado”. Hacerlo signifi- caría cometer el mismo pecado de nuestro adversario. El discurso crítico de Robert Owen y su correctivo educativo nada tienen que ver con un “error de lógica”. La dilución de su diag- nóstico social en un punto crucial, y la circularidad de las vagas y atemporales soluciones presentadas por Owen, constituyen obliga- dos descarrilamientos prácticos, debido no al carácter defectuo- so de la lógica formal del autor, sino a la incorregibilidad de la 226 Ibid., p. 124. 322 PL2009_C1.indd 322 10/07/09 05:03 p.m.
  • 19. Capítulo 8: La educación más allá del capital lógica pervertida del capital. Es esta la que le niega categórica- mente la posibilidad de hallar respuestas en una genuina asociación comunitaria con el sujeto social cuya “ferocidad de carácter” po- tencialmente ruda él teme. Así que termina por caer en la contra- dicción —no lógica sino fundamentalmente práctica— de querer cambiar las relaciones deshumanizadas establecidas mientras se rechaza, como tan solo un agudo peligro, la única alternativa so- cial hegemónica para ellas. La contradicción insoluble reside en la concepción de Owen de un cambio significativo que constituya la perpetuación de lo existente. La circularidad que hemos visto en su razonamiento es la consecuencia obligada de aceptar un “resul- tado”: el triunfo de la “razón” (procediendo sin correr riesgos, “paso a paso”), que prescribe que “el error y la ignorancia” constituyen el problema adecuadamente decantado, y que la razón está en plena capacidad de resolver. De esa manera, aunque inconscientemente, se revierte la relación entre el problema y su solución, y con ello se redefine ahistóricamente el problema a fin de que se amolde a la solución conceptualmente preconcebida y capitalistamente per- misible. Es eso lo que ocurre cuando hasta un reformador social y educativo ilustrado, que trata honestamente de remediar los efectos alienantes y deshumanizadores del “poder del dinero” y la “bús- queda del lucro” que él deplora, no puede zafarse de la chaqueta de fuerza de las autoimpuestas determinaciones causales del capital. El impacto de la lógica incorregible del capital sobre la educa- ción ha resultado muy grande a lo largo del desarrollo del sistema. Desde los primeros días sangrientos de la “acumulación primitiva” hasta el presente, en el campo de la educación únicamente han cam- biado las modalidades de los imperativos estructurales del capital que se iba imponiendo, en sintonía con las circunstancias históricas alteradas, como veremos en la siguiente sección. Es por eso que el significado del cambio educativo radical hoy día no puede ser otro que hacer jirones la chaqueta de fuerza de la lógica incorregible del sistema: diseñando y siguiendo consistentemente la estrategia de romper el dominio del capital por todos los medios a la disposi- ción, y también con aquellos dentro del mismo espíritu que no han sido inventados todavía. 323 PL2009_C1.indd 323 10/07/09 05:03 p.m.
  • 20. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI 8. 2 Los correctivos no pueden ser únicamente formales: tienen que ser esenciales Parafraseando el epígrafe tomado de José Martí, podemos decir con él que “los correctivos no pueden ser únicamente formales: tie- nen que ser esenciales”.227 La educación institucionalizada, en especial en el último siglo y medio, estuvo al servicio —en su conjunto— de no solo la apor- tación del know-how y el personal que necesitaba la maquinaria productiva del sistema del capital en expansión, sino también de ge- nerar y transmitir un marco de valores que legitimasen los intereses dominantes, como si no pudiese existir ninguna otra alternativa a la conducción de la sociedad en forma de dominación y subordinación estructural jerarquizada, o bien “interiorizada” (es decir, aceptada por los individuos “educados” adecuadamente), o bien impuesta de manera implacable por la fuerza. La historia misma tenía que ser tergiversada a fondo, y en verdad falsificada descaradamente, para ese propósito. Fidel Castro, hablando acerca de la falsificación de la historia cubana en la secuela de la guerra de independencia del co- lonialismo español, nos da un ejemplo desconcertante: ¿Qué nos dijeron en la escuela? ¿Qué nos decían aquellos inescrupu- losos libros de historia sobre los hechos? Nos decían que la potencia im- perialista no era la potencia imperialista, sino que, lleno de generosidad, el gobierno de Estados Unidos, deseoso de darnos la libertad, había inter- venido en aquella guerra y que, como consecuencia de eso, éramos libres. Pero no éramos libres por los cientos de miles de cubanos que murieron durante 30 años en los combates, no éramos libres por el gesto heroico de Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, que inició aquella lucha, que incluso prefirió que le fusilaran al hijo antes de hacer una sola concesión; no éramos libres por el esfuerzo heroico de tantos cubanos, no éramos libres por la prédica de Martí, no éramos libres por el esfuerzo heroico de Máximo Gómez, Calixto García y tantos de aquellos próceres ilustres; no éramos libres por la sangre derramada por la veinte y tantas 227 Ver Nota 2. 324 PL2009_C1.indd 324 10/07/09 05:03 p.m.
  • 21. Capítulo 8: La educación más allá del capital heridas de Antonio Maceo y su caída heroica en Punta Brava; éramos li- bres sencillamente porque Teodoro Roosevelt desembarcó con unos cuan- tos rangers en Santiago de Cuba para combatir contra un ejército agotado y prácticamente vencido, o porque los acorazados americanos hundieron a los “cacharros” de Cervera frente a la bahía de Santiago de Cuba. Y esas monstruosas mentiras, esas increíbles falsedades eran las que se enseña- ban en nuestras escuelas. 228 Tergiversaciones de este tipo son lo normal cuando los intere- ses en juego son realmente altos, y particularmente cuando atañen directamente a la racionalización y legitimación del orden social establecido como el “orden natural” presuntamente inalterable. En- tonces la historia debe ser reescrita y propagandizada de la forma más distorsionada, no solo en los órganos de formación de la opi- nión pública de amplia difusión, desde los periódicos de circulación masiva hasta los canales de radio y televisión, sino también en las teorías académicas supuestamente objetivas. Marx nos ofrece una desoladora caracterización de cómo la ciencia de la Economía Polí- tica trata una cuestión vital de la historia capitalista, conocida como la acumulación primitiva u original del capital. En un vigoroso capítulo de El capital escribe: La acumulación primitiva desempeña en Economía Política el mismo papel que el pecado original en teología. Adán mordió la manzana, y con ello cayó el pecado sobre la raza humana. Se supone que su origen que- da explicado cuando se le narra como una anécdota acerca del pasado. En épocas ya muy remotas había dos clases de personas: una, la élite la- boriosa, inteligente y sobre todo economizadora; la otra, sinvergüenzas holgazanes, que dilapidaban sus bienes, y hasta más que eso, en una vida disoluta. (…) Aconteció así que los primeros acumularon riqueza y a los últimos ya no les quedó nada que vender aparte de sus propios pellejos. (…) Semejante trivialidad infantil se nos predica a diario en defensa de la 228 Fidel Castro, José Martí: el autor intelectual, Editora Política, La Habana, 1983, p. 162. Ver también la p. 150 del mismo libro. [En español en el original]. 325 PL2009_C1.indd 325 10/07/09 05:03 p.m.
  • 22. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI propiedad. (…) En la historia real, es un hecho notorio que la conquista, la esclavización, el despojo, el asesinato, en resumen la fuerza, jugaron el papel principal. En los condescendientes anales de la economía polí- tica, reina lo idílico desde tiempos inmemoriales. (…) De hecho, los mé- todos de la acumulación primitiva tienen de todo menos de idílicos. (…) El proletariado se creó gracias a la disolución de las bandas de súbditos feudales y a la expropiación por la fuerza del suelo del pueblo; a las na- cientes manufacturas les era imposible absorber ese proletariado “libre” [vogelfrei, es decir “libre como los pájaros”, N.A] con la misma veloci- dad a la que iba siendo arrojado al mundo. Por otra parte, esos hombres, arrancados repentinamente de su modo de vida acostumbrado, tampoco podían adaptarse con igual celeridad a la disciplina de su nueva condi- ción. Fueron convertidos en masse en mendigos, ladrones y vagabundos, en parte por propia inclinación personal, y en muchos otros casos por el peso de las circunstancias. De aquí que a finales del siglo XV y durante la totalidad del XVI, a todo lo ancho de la Europa Occidental [se instituyó] una sanguinaria legislación en contra del vagabundaje. Los padres de la clase trabajadora actual fueron castigados por su transformación forzo- sa en vagabundos e indigentes. La legislación los trataba como criminales “voluntarios”, y asumía que dependía de la buena voluntad propia conti- nuar trabajando bajo las viejas condiciones que de hecho habían dejado de existir. (…) De esos pobres fugitivos, de quienes Tomás Moro dice que se vieron forzados a robar, 72.000 pequeños y grandes ladrones fueron ejecutados durante el reinado de Enrique VIII. 229 Naturalmente, ni siquiera los pensadores altamente respetados de la clase dominante podían adoptar una posición que disintiese de la forma sumamente cruel de someter a aquellos que había que mantener bajo la forma de control más estricta, en interés del or- den establecido. Al menos, no hasta que las condiciones cambiantes de la propia producción crearon la necesidad de una fuerza laboral —muy ampliada— bajo las condiciones expansionistas de la revo- lución industrial. 229 Marx, El capital, vol. 1, pp. 713-14 y 734-36. 326 PL2009_C1.indd 326 10/07/09 05:03 p.m.
  • 23. Capítulo 8: La educación más allá del capital En los tiempos en que John Locke escribió, había una deman- da de personal para empleos lucrativos mayor que la que hubo en la época de Enrique VIII, aunque todavía muy lejos de la que se alcanzó durante la Revolución Industrial. Por lo tanto, el “exceden- te de población” en significativa disminución ya no tenía que ser exterminado físicamente como antes. Sin embargo sí tenía que ser tratado del modo más autoritario, racionalizando al mismo tiempo la brutalidad e inhumanidad recomendadas en nombre de la mora- lidad altisonante. De igual manera, en las últimas décadas del siglo XVII, en conformidad con el punto de vista de la economía políti- ca del capital en ese tiempo, el gran ídolo del liberalismo moderno, John Locke —un terrateniente que vivía fuera de sus tierras en So- mersetshire, y a la vez funcionario gubernamental con un sueldo sumamente generoso— predicaba la misma “trivialidad infantil” descrita por Marx. Locke insistía en que la causa de El aumento del número de pobres (…) no puede significar otra cosa que el relajamiento de la disciplina y la corrupción de las costumbres; la virtud y la laboriosidad andan siempre juntas por su lado, en tanto que el vicio y la ociosidad lo hacen por el suyo. Por lo tanto, el primer paso para poner a trabajar a los pobres (…) debería ser la restricción de su libertinaje me- diante la estricta puesta en práctica de las leyes dictadas contra este [por Enrique VIII y otros]. 230 Como percibía anualmente la renumeración casi astronómica de alrededor de mil quinientas libras por sus servicios al gobierno (como Comisionado de la Junta de Comercio: uno de sus varios car- gos), Locke no vacilaba en elogiar la perspectiva de que los pobres ganasen “un penique al día”, 231 es decir, una suma aproximadamen- te 1.000 veces más baja que sus propios ingresos por cuenta de uno 230 Locke, “Memorandum on the Reform of the Poor Law”, en H.R. Fox Bourne, The Life of John Locke, King, Londres, 1876, Vol. 2, p. 378. 231 Ibid., p. 383. 327 PL2009_C1.indd 327 10/07/09 05:03 p.m.
  • 24. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI solo de sus cargos en el gobierno. No causa sorpresa, entonces, que “El valor de sus propiedades para el momento de su muerte —cer- ca de 20.000 libras, de las cuales 12.000 eran en efectivo— resul- tase comparable con el de un próspero comerciante londinense”.232 ¡Todo un éxito para alguien cuya fuente de ingresos principal era exprimir —y confesamente de muy buen grado— al Estado! Más aún, siendo un auténtico señor, con muy altos intereses eco- nómicos que proteger, quería también reglamentar los movimien- tos de los pobres mediante la draconiana medida de los pases, y propuso: Que todos los hombres que mendiguen sin pases en comarcas marí- timas, estando baldados o que sobrepasen los cincuenta años de edad, y todos aquellos de cualquier edad que mendiguen también sin pases en comarcas del interior sin ningún litoral marino, sean enviados al correc- cional más cercano, para ser tenidos allí a trabajos forzados durante tres años. 233 Y mientras las brutales leyes de Enrique VIII y Eduardo VI que- rían que se les cortase nada más “la mitad de la oreja” a los trans- gresores reincidentes, nuestro gran filósofo liberal y funcionario gubernamental —una de las figuras prominentes en el preludio de la Ilustración inglesa— sugería una mejora de esas leyes recomen- dando solemnemente la pérdida de las dos orejas, aplicable de una vez a los transgresores primerizos.234 Al mismo tiempo, en su “Memorando sobre la reforma de la ley de los pobres” Locke proponía también la institución de escuelas talleres para los hijos de éstos desde una edad muy temprana, argu- mentando que: 232 Neal Wood, The Politics of Locke’s Philosophy, University of Cali- fornia Press, Berkeley, 1983, p. 26. 233 Locke, “Memorandum on the Reform of the Poor Law”, op.cit., p. 380. 234 Ibid. 328 PL2009_C1.indd 328 10/07/09 05:03 p.m.
  • 25. Capítulo 8: La educación más allá del capital Los hijos de la gente trabajadora suelen constituir una carga para el municipio, y por lo general se les mantiene en la holgazanería, por lo que su trabajo generalmente se pierde para la colectividad hasta los doce o catorce años de edad. El correctivo más efectivo que podemos concebir para eso, y que humildemente proponemos, es que en la antes mencionada nueva ley que se va a promulgar se estipule definitivamente que en cada municipio se funden escuelas talleres, a las que se les obligará a entrar a los hijos de todos los que dependen de la ayuda del municipio, entre los tres y los catorce años de edad, (…) 235 Sin ser él mismo un hombre religioso, la principal preocupación de Locke era cómo combinar la severa disciplina de trabajo y el adoctrinamiento religioso con un máximo de economización finan- ciera estatal y municipal. Argumentaba que Otra ventaja adicional de hacer ir a los niños a una escuela taller es que por ese medio se les podría obligar a asistir regularmente a la igle- sia cada domingo, junto con sus maestros y maestras, con lo cual se les podría inculcar algo de religión; mientras que en la actualidad, dado que por lo general están siendo criados en la holgazanería y el relajo, ellos permanecen totalmente ajenos tanto a la religión y la moralidad como a la laboriosidad. 236 Obviamente, entonces, las medidas que había que aplicarles a los “trabajadores pobres” eran radicalmente distintas de las que los “hombres de ilustración” consideraban adecuadas para sí mis- mos. A fin de cuentas todo se reducía a meras relaciones de poder, impuestas con suma brutalidad y violencia en el transcurso de los desarrollos capitalistas iniciales, independientemente de cómo eran racionalizados en los “condescendientes anales de economía políti- ca”, en palabras de Marx. 235 Locke, “Memorandum on the Reform of the Poor Law”, op.cit., p. 383. 236 Ibid., pp. 384-85. 329 PL2009_C1.indd 329 10/07/09 05:03 p.m.
  • 26. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI Como es natural, las instituciones educativas tuvieron que ser adaptadas con el paso del tiempo, de acuerdo con las cambiantes determinaciones productivas del sistema del capital. De esa ma- nera, la suma brutalidad y la violencia impuesta por la vía legal como medios educativos —una vez que las figuras de los inicios de la Ilustración, como el propio Locke, no solo las aceptaban in- condicionalmente sino hasta las promovían activamente, como he- mos visto— tuvieron que ser dejadas atrás. Fueron abandonadas no por causa de consideraciones humanitarias, aunque con frecuencia se les racionalizó en esos términos, sino porque se comprobó que mantener la maquinaria de la imposición estricta resultaba econó- micamente despilfarradora, o por lo menos superflua. Y eso era cierto no solo en cuanto a las instituciones educativas formales sino también en algunos campos conectados indirectamente con las ideas educativas. Para tomar un solo ejemplo significativo, el éxito inicial del experimento de Robert Owen no se debió al humanitaria- nismo paternalista de su capitalista ilustrado, sino a la relativa ven- taja productiva que al principio disfrutó la empresa industrial de su comunidad utópica. Porque gracias a la reducción del día de trabajo absurdamente largo que prevalecía como regla general para ese mo- mento, el enfoque owenista del trabajo resultó en una intensidad mucho mayor de realización productiva durante el horario reduci- do. Sin embargo, una vez que las prácticas similares tuvieron una difusión más amplia, como tenía que ser bajo las reglas de la com- petencia capitalista, su empresa se vio condenada al fracaso y entró en bancarrota, a pesar de las opiniones indudablemente avanzadas de Owen en materia educativa. Las determinaciones generales del capital afectan profundamen- te a cada una de las áreas que tienen algo que ver con la educación, y no nada más a las instituciones educativas formales. Estas últimas están estrechamente integradas a la totalidad de los procesos socia- les. No pueden funcionar apropiadamente si no están en sintonía con las determinaciones educativas abarcantes de la sociedad en su conjunto. Bajo el dominio del capital la cuestión crucial es asegurar que los individuos en particular adopten las metas reproductivas 330 PL2009_C1.indd 330 10/07/09 05:03 p.m.
  • 27. Capítulo 8: La educación más allá del capital objetivamente factibles del sistema como “sus propios fines”. En otras palabras, en un sentido verdaderamente amplio del término educación, se trata de que los individuos “interioricen” —como se indicó en el segundo párrafo de esta sección— la legitimidad de la posición que se les asigne en la jerarquía social, junto con sus ex- pectaciones “apropiadas” y las formas de conducta “correctas” más o menos explícitamente estipuladas en ese terreno. A medida que la interiorización pueda ir ejerciendo sus buenos oficios en la afir- mación de los parámetros reproductivos generales del sistema del capital, la brutalidad y la violencia podrán ser pasadas a un segun- do plano (aunque en modo alguno abandonadas permanentemente), como modalidades despilfarradoras de la imposición de valores, como ciertamente ha ocurrido en el transcurso de los desarrollos capitalistas modernos. Solo en períodos de crisis aguda se regresa a su posición prominente el arsenal de brutalidad y violencia a fin de imponer valores, como en tiempos recientes lo demostró la tra- gedia de los miles de desaparecidos en Chile y Argentina. Sin duda, las instituciones educativas formales constituyen una parte importante del sistema de interiorización general. Pero nada más una parte. Estén participando o no los individuos —durante una cantidad de años mayor o menor, pero siempre muy limitada— dentro de las instituciones de la educación formal, tienen que ser inducidos a la aceptación activa (o más o menos resignada) de los principios orientadores reproductivos dominantes de la sociedad en sí misma, como le convenga a su posición en el orden social, y en concordancia con las tareas reproductivas que les sean asignadas. Bajo condiciones de esclavitud o servidumbre feudal este proble- ma resulta ser muy diferente de lo que tiene que prevalecer bajo el capitalismo, incluso si los individuos trabajadores individuales no están educados formalmente, o lo están en pequeña medida, en el sentido formal del término. Sin embargo, al interiorizar las ubicuas presiones externas, tienen que adoptar las perspectivas generales de la sociedad mercantilizada como los límites individualistamente incuestionables de sus propias aspiraciones. Únicamente la acción 331 PL2009_C1.indd 331 10/07/09 05:03 p.m.
  • 28. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI colectiva plenamente consciente puede sacarlos de esa situación paralizadora. Visto desde esa perspectiva, queda muy claro que la educación formal no constituye la fuerza cimentadora ideológica primordial del sistema del capital; y que tampoco es capaz de proporcionar, por sí misma, una alternativa emancipadora radical para el mismo. Una de las funciones principales de la educación formal en nuestras sociedades es producir toda la conformidad o el “consenso” que pueda, dentro y a través de sus propios límites institucionalizados y legalmente sancionados. Sería un milagro descomunal esperar de la sociedad mercantilizada que ella promulgue activamente —o aun- que sea tolere— un mandato que incite a sus instituciones educati- vas formales a abrazar a plenitud la gran tarea histórica de nuestro tiempo: es decir, la tarea de romper la lógica del capital en pro de la supervivencia de la humanidad. Es por eso que también en el campo de la educación los correctivos “no pueden ser formales; tienen que ser esenciales”. En otras palabras, tienen que abrazar la totalidad de las prácticas educativas de la sociedad establecida. Las soluciones educativas formales, incluso algunas de las más importantes, y hasta cuando estén protegidas por la ley, podrán ser revertidas del todo mientras la lógica del capital se mantenga in- tacta como el marco orientador de la sociedad. En Inglaterra, por ejemplo, los principales debates acerca de la educación, durante varias décadas, se centraron en la cuestión de las “comprehensive schools”237§ que se instituirían en sustitución del sistema escolar eli- tesco establecido largo tiempo atrás. En el transcurso de esos deba- tes el Partido Laborista inglés no solo adoptó como punto clave de su programa electoral la estrategia de reemplazar el anterior sistema de aprendizaje privilegiado por las “comprehensive schools”, sino además le dio forma legal a esa política cuando logró llegar al go- bierno, aunque ni siquiera entonces se atrevió a tocar al sector más 237 § [Escuelas de secundaria de ingreso no selectivo, a diferencia de las “Grammar Schools”, N.del T.] 332 PL2009_C1.indd 332 10/07/09 05:03 p.m.
  • 29. Capítulo 8: La educación más allá del capital privilegiado de la educación, las llamadas “public schools”.238 En la actualidad, sin embargo, el gobierno inglés del “nuevo laborismo” está empeñado en desmantelar el sistema de las “comprehensive schools”, no solo mediante la restauración de las viejas instituciones educativas elitescas sino además instituyendo una nueva variedad de “academias” que favorecen a la clase media y se le suman a aqué- llas, a pesar de todas las críticas, incluso dentro de sus propios parti- darios, por el establecimiento de un “sistema dual” en ese campo, igual al sistema dual en vías de ser establecido y fortalecido por el gobierno en el Servicio de Salud Nacional. Por consiguiente, no es posible escapar siquiera de la “formi- dable cárcel” del sistema escolar establecido (condensado en esas palabras por José Martí) simplemente reformándolo. Porque lo que había antes de tales reformas con toda seguridad será restaurado tarde o temprano, pues ningún cambio institucional aislado logra- rá desafiar la lógica general autoafirmadora del capital en sí mis- mo. Lo que necesitamos confrontar y alterar en lo fundamental es el sistema entero de la interiorización, en todas sus dimensiones visibles y ocultas. Romper la lógica del capital en el campo de la educación es, por consiguiente, sinónimo de reemplazar las formas ubicuas y profundamente afincadas de la interiorización mistifica- dora por una alternativa positiva abarcante. Ese es el punto al que le pondremos atención ahora. 8. 3 “El aprendizaje es nuestra vida misma, desde la ju- ventud hasta la vejez” Paracelso tenía absolutamente toda la razón en su época, y la sigue teniendo en la actualidad: “El aprendizaje es nuestra vida misma, desde la juventud hasta la vejez, en verdad hasta el borde la muerte; nadie vive durante diez horas sin aprender”. La gran pre- gunta es: ¿qué es lo que aprendemos, de una u otra manera? ¿Todo conduce a la autorrealización de los individuos como humanamente 238 ª En Inglaterra las “Public Schools” no son “escuelas públicas”, como cabría esperar, sino “Escuelas privadas” que cobran anualidades exorbitan- tes. 333 PL2009_C1.indd 333 10/07/09 05:03 p.m.
  • 30. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI “individuos sociales ricos” (en palabras de Marx), o está al servi- cio de la perpetuación, a sabiendas o no, del orden social alienante y definitivamente incontrolable del capital? ¿Es el conocimiento lo que se requiere para convertir en realidad el ideal de la emancipa- ción humana, junto con la firme determinación y dedicación para llegar a la autoemancipación de la humanidad y completarla exi- tosamente, a pesar de todas las adversidades? ¿O es, por el contra- rio, la adopción de modos de comportamiento por los individuos en particular lo que favorece únicamente la realización de los fines co- sificados del capital? En ese significado tan amplio y tan profundo de educación, que incluye de forma prominente todos los momen- tos de nuestra vida activa, podemos estar de acuerdo con Paracelso en que hay tantas cosas que se deciden (casi que todo), para bien o para mal —no solo para nosotros mismos como individuos, sino simultáneamente también para la humanidad— en todas esas horas inevitables que no podemos pasar “sin aprender”. Ello es así porque en verdad “el aprendizaje es nuestra vida misma”. Y puesto que hay tanto que se decide de esa manera para mejor o para peor, el éxito dependerá de que convirtamos a ese proceso de aprendizaje, en el sentido amplísimo que le da Paracelso, en un proceso consciente, a fin de maximizar lo mejor y minimizar lo peor. Tan solo la más amplia concepción de la educación nos puede ayudar a procurar la meta del verdadero cambio radical proporcio- nando las palancas mediante las cuales se pueda romper la lógica mistificadora del capital. Esa manera de abordar las cosas consti- tuye, en verdad, la esperanza y la garantía del éxito factible. Por el contrario, caer en la tentación de las meras reparaciones institucio- nales formales —el “poco a poco” de la conseja reformista desde tiempo inmemorial— significa seguir atrapados dentro del círculo vicioso de la lógica al servicio de sí misma del capital, institucional- mente articulada y salvaguardada. Esta última manera de ver tanto los problemas mismos como sus soluciones “realistas” es cultivada y propagandizada cuidadosamente en nuestras sociedades, en tanto que la alternativa real genuina y de largo alcance es descalificada a priori y descartada altisonantemente como “política de la gesti- culación”. Esa clase de enfoque es incurablemente elitesca aunque 334 PL2009_C1.indd 334 10/07/09 05:03 p.m.
  • 31. Capítulo 8: La educación más allá del capital pretenda ser democrática. Porque define a la educación y a la acti- vidad intelectual de la manera más estrecha posible, como la única forma correcta y apropiada de preservar los “patrones civilizados” por parte de quienes están destinados a “educar” y gobernar, en contra de “la anarquía y la subversión”. Al mismo tiempo excluye a la inmensa mayoría de la humanidad del terreno de la actuación como sujetos, y los condena a ser considerados para siempre como objetos (y manipulados en tal sentido), en nombre de la presunta superioridad de la élite: “meritocrática”, “tecnocrática”, “empresa- rial” o algo por el estilo. En contra de la concepción tendenciosamente estrecha de la edu- cación y de la vida intelectual, que por supuesto tiene la intención de mantener al trabajo “en su lugar adecuado”, Gramsci argumenta- ba enfáticamente hace ya largo tiempo que No existe actividad humana de la que se pueda excluir toda interven- ción intelectual: el homo faber no puede ser separado del homo sapiens. Y todo hombre, aparte de su propio trabajo, desarrolla alguna actividad intelectual; es, en otras palabras, un “filósofo”, un artista, un hombre con sensibilidad, comparte una concepción del mundo, sigue una línea cons- ciente de conducta moral, y así contribuye a mantener o cambiar una concepción del mundo, es decir, a estimular nuevas formas de pensar. 239 Como podemos ver, la posición de Gramsci es profundamente democrática. Es la única sostenible. Y tiene una doble conclusión. Primero, insiste en que todos los seres humanos contribuyen de uno u otro modo a la formación de la concepción del mundo pre- valeciente. Y segundo, subraya que esa contribución puede caer en las categorías contrapuestas de “mantener” y “cambiar”. No pue- de ser simplemente la una o la otra, sino también ambas a la vez. Cuál de las dos resulta estar más acentuada, y hasta qué grado, dependerá obviamente de la manera como las fuerzas sociales en conflicto chocan entre sí y hacen valer sus intereses alternativos de 239 Antonio Gramsci, “The Formation of Intellectuals”, en The Modern Prince and Other Writings, Lawrence and Wishart, Londres, 1957, p. 121. 335 PL2009_C1.indd 335 10/07/09 05:03 p.m.
  • 32. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI importancia. En otras palabras, la dinámica de la historia no es al- guna misteriosa fuerza externa sino la intervención de la gran mul- tiplicidad de seres humanos en el proceso histórico real, dentro de la línea de “mantener y/o cambiar” —en un período relativamente estático en el que se “mantiene” mucho más de lo que se “cambia”, o viceversa en tiempos de un importante repunte de la intensidad de las confrontaciones hegemónicas antagonísticas— la concepción del mundo establecida, y de esa forma demorar o acelerar la llegada de un cambio social significativo. Eso pone en su debida perspectiva las pretensiones elitescas de los políticos y educadores autodesignados. Porque ellos no pueden cambiar a voluntad la “concepción del mundo” de su época, sin im- portar cuánto les gustaría hacerlo, y sin importar tampoco lo in- menso que pueda ser el aparato propagandístico a su disposición. Un proceso ineludiblemente colectivo de proporciones vitales no puede ser expropiado para siempre ni siquiera por los agentes polí- ticos e intelectuales más diestros y más generosamente financiados. Si no fuese por ese inconveniente “hecho brutal” puesto en eviden- cia con tanto énfasis por Gramsci, la dominación de la estrecha edu- cación formal institucional podría reinar eternamente a favor del capital. No existe manipulación desde arriba tal que pueda convertir al proceso inmensamente complejo de conformar la visión de mundo general de nuestros tiempos —hecha de las incontables concepcio- nes particulares constituidas sobre la base de intereses hegemóni- cos alternativos objetivamente inconciliables, independientemente de lo conscientes de los antagonismos estructurales subyacentes que puedan estar los individuos involucrados— en un dispositivo uniforme y homogéneo, que funcione como el promotor perma- nente de la lógica del capital. Ni siquiera el aspecto de “mantener” puede ser considerado constituyente pasivo de la concepción del mundo prevaleciente de los individuos. Si bien de una manera muy diferente a la del aspecto de “cambiar” la visión de mundo de la época, resulta sin embargo activo y beneficioso para el capital, pero solo en tanto se mantenga activo. Eso significa que el “mantener” tiene (y debe tenerla) su propia base de racionalidad, sin importar 336 PL2009_C1.indd 336 10/07/09 05:03 p.m.
  • 33. Capítulo 8: La educación más allá del capital cuán problemática resulte en lo que atañe a la alternativa hegemó- nica del trabajo. Es decir, no solo tienen que producirlo en algún punto en el tiempo las clases de los individuos estructuralmente do- minadas, sino que además ellas también tienen que reproducirlo constantemente, sujeto a la permanencia (o no) de su base de racio- nalidad original. Cuando una mayoría significativa de la población —algo que se aproxima al 70 % en muchos países— le da la espalda con desdén al “proceso democrático” del ritual electoral, habiendo luchado por el derecho al voto durante décadas en el pasado, ello muestra un viraje real en la actitud hacia el orden dominante; po- dríamos decir que se trata de una grieta en las gruesas capas de friso cuidadosamente aplicadas sobre la fachada “democrática” del siste- ma. Sin embargo, de ninguna manera se podría o debería interpre- tar eso como una retirada radical del mantener la concepción del mundo hoy dominante. Naturalmente, en medio de una crisis revolucionaria las condiciones son mucho más favorables para la actitud de “cambiar” y para el surgimiento de una concepción del mundo alternativa, lo que Lenin describió como el tiempo “en que las clases dominantes no pueden dominar a la manera antigua, y las clases subordinadas no quieren vivir a la manera antigua”. Se trata de momentos históricos absolutamente extraordinarios, y no pueden ser prolongados como uno quisiera, como lo demostró el fracaso de las estrategias voluntaristas en el pasado. 240 Así, respecto a “mantener” 240 “La dificultad estriba en que el ‘momento’ de la política radical está limitado estrictamente por la naturaleza de las crisis en cuestión y las deter- minaciones temporales de su desenvolvimiento. La brecha abierta en tiem- po de crisis no se puede dejar abierta para siempre, y las medidas adoptadas para cerrarla, desde los primeros pasos en adelante tienen su propia lógica y su impacto acumulativo en las intervenciones subsiguientes. Más aún, tanto las estructuras socioeconómicas existentes como su correspondiente marco de instituciones políticas tienden a actuar en contra de las iniciativas radica- les por su misma inercia en cuanto el peor momento de la crisis es superado y con ello se hace posible sopesar de nuevo “el camino más fácil”. (…) Por paradójico que pueda sonar, lo único que puede prolongar el momento de la política radical es una autodeterminación radical de la política. Si se quiere 337 PL2009_C1.indd 337 10/07/09 05:03 p.m.
  • 34. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI y “cambiar” la concepción del mundo establecida, el punto fundamental es la necesidad de modificar, de manera perdurable, el modo de interiorización que prevalece históricamente. Sin eso resultaría totalmente inconcebible romper la lógica del capital en el campo de la educación. Y, más importante todavía, esa relación puede y tiene que ser expresada también de una manera positiva. Porque el dominio del capital puede ser roto, y lo será, gracias a un cambio radical en el hoy preponderante modo de interiorización, que le brinda sostén a la concepción del mundo dominante. Hay que insistir hasta el cansancio en la importancia estratégi- ca de la concepción más amplia de la educación, expresada en la frase: “el aprendizaje es nuestra vida misma”. Porque mucho de nuestro proceso de aprendizaje continuo reside, afortunadamente, fuera de las instituciones educativas formales. Afortunadamente porque esos procesos no pueden ser manipulados y controlados fá- cilmente por el marco educativo formal legalmente salvaguardado y sancionado. Lo abarcan todo, desde nuestras respuestas críticas incipientes vis-à-vis el entorno material más o menos desprovisto de nuestra primera niñez, y luego el primer encuentro con la poesía y el arte, hasta llegar a las múltiples experiencias de trabajo, someti- das al escrutinio razonado que nosotros mismos nos hacemos y nos hace también la gente con las que las compartimos, y, por supuesto que ese ‘momento’ no se vea disipado bajo el peso de las presiones econó- micas inmediatas, habrá que encontrar la manera de extender su influencia bastante más allá del punto culminante de la crisis misma (el punto culmi- nante, o sea cuando por lo general la política radical tiende a hacer valer su efectividad). Y dado que la duración temporal de la crisis en sí no puede ser prolongada a voluntad —ni debería serlo, ya que la política voluntaris- ta, con su ‘estado de emergencia’ manipulado artificialmente, solo puede intentarlo a su propio riesgo, alienando con ello a las masas populares en lugar de asegurarles su sostén— la solución solo puede surgir de la exitosa conversión del “tiempo efímero” en espacio perdurable mediante la rees- tructuración de los poderes y las instituciones de la toma de decisiones”. I. Mészáros, Más allá del capital, pp. 1096-1097. [Con ligera modificación, N.del T.] 338 PL2009_C1.indd 338 10/07/09 05:03 p.m.
  • 35. Capítulo 8: La educación más allá del capital hasta nuestra participación de muy distintas maneras en conflictos y confrontaciones a lo largo de nuestras vidas, incluidas las disputas sociales, políticas y morales del presente. Solo una pequeña parte de todo esto tiene conexión directa con la educación formal. Pero es de gran importancia no solamente en nuestros primeros años de formación sino durante toda la vida, cuando hay tanto que ir reevaluando constantemente y verterlo en una unidad funcional coherente y orgánica, sin la cual en lugar de poseer una personalidad nos haríamos añicos: inútiles e incapaci- tados, incluso para servir a fines sociopolíticos autoritarios. La pe- sadilla de 1984 de Orwell es irrealizable precisamente porque la inmensa mayoría de nuestras experiencias constitutivas siguen es- tando —y seguirán estando siempre— fuera del campo del control y la imposición institucional formal. Sin duda, muchas escuelas pueden causar un gran daño, y merecen por ello que Martí las haya criticado severamente como “formidables cárceles”. Pero ni siquie- ra el peor de sus cercos está en capacidad de prevalecer de manera uniforme. Los jóvenes pueden hallar alimento intelectual, moral y artístico en cualquier otra parte. En lo personal tuve la gran fortuna de encontrar, a la edad de ocho años, un maestro muy grande. No en la escuela, sino casi por casualidad. Ha sido mi compañero desde entonces, todos los días. Su nombre es Attila József: un gigante de la literatura mundial. Los que han leído el epígrafe de mi libro, Más allá del capital, ya cono- cen su nombre. Pero permítanme citar unos cuantos versos de otro de sus grandes poemas, que escogí para epígrafe del presente libro: Ni Dios ni la mente, sino el carbón, el hierro y el petróleo, la materia real nos ha creado, echándonos hirvientes y violentos, en los moldes de esta sociedad terrible, para afincarnos, por la humanidad, en el eterno suelo. Tras los sacerdotes, los soldados 339 PL2009_C1.indd 339 10/07/09 05:03 p.m.
  • 36. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI y los burgueses al fin nos hemos vuelto fieles oidores de las leyes: por eso el sentido de toda obra humana zumba en nosotros como el violón profundo. 241 Esos versos fueron escritos hace setenta y un años, en 1933, cuando Hitler llegó al poder en Alemania. Pero nos hablan hoy día a todos nosotros con mayor intensidad que nunca. Nos invitan a es- cuchar las leyes con atención y fidelidad, y a proclamarlas por todas partes con clara y viva voz. Porque lo que está en juego en la actua- lidad es nada menos que la supervivencia misma de la humanidad. Ninguna práctica educativa formal pervertidora podrá extinguir la perdurable validez y fuerza de esas influencias. Sí, “el aprendizaje es nuestra vida misma”, como lo expuso Pa- racelso hace casi cinco siglos, y tras sus huellas también muchos otros que quizá ni siquiera escucharon hablar de ese nombre. Para hacer que esa verdad sea patente, como tiene que serlo, tenemos que hacer la reclamación del territorio entero de la educación de toda la vida, a fin de poder poner en su debida perspectiva su parte formal, en pro de la institución de una reforma radical también allí. Tal cosa no puede hacerse sin desafiar a las formas de interiorización hoy dominantes, fortalecidas en gran medida y puestas a favor del ca- pital por el propio sistema educativo formal. De hecho, tal y como están las cosas hoy día, la función principal de la educación formal es actuar como perro guardián autoritario ex officio, inductor de un conformismo generalizado en los modos de interiorización es- tablecidos para subordinarlos a los requerimientos del orden esta- blecido. Que la educación formal no pueda lograr la creación de la conformidad universal no altera el hecho de que en su conjunto está orientada hacia ese fin. Los maestros y alumnos que se rebe- lan contra ese designio lo hacen con las municiones que adquieren 241 Attila József, Al borde de la ciudad (A város peremén). Traducción de Fayad Jamís. 340 PL2009_C1.indd 340 10/07/09 05:03 p.m.
  • 37. Capítulo 8: La educación más allá del capital de sus colegas rebeldes dentro del campo formal, y del terreno más amplio de la experiencia educativa “de la juventud a la vejez”. Lo que necesitamos con urgencia es, entonces, una actividad de “contrainteriorización” coherente y sostenida que no se ago- te en la negación —por necesaria que ella sea como una fase de esta empresa— sino que defina sus objetivos fundamentales como la creación de una abarcadora alternativa a lo existente que resul- te sustentable de manera positiva. Hace casi treinta años yo es- taba editando y presentando un volumen de ensayos del destacado historiador y pensador político filipino Renato Constantino. En ese tiempo el régimen clientelar de los Estados Unidos del “Gene- ral” Marcos lo mantenía bajo las restricciones autoritarias más se- veras. En algún momento logró hacerme llegar el mensaje de que a él le gustaría que el libro se titulase Identidad neocolonial y contraconciencia, 242 que de hecho fue la forma como apareció. Ple- namente consciente del impacto esclavizador de la interiorización de la conciencia colonial en su país, Constantino trataba de poner el acento sobre la tarea histórica de producir un sistema de educa- ción alternativo y perdurable, con todos los medios a disposición del pueblo, mucho más allá del campo educativo formal. La “contra- conciencia” adquiría así un significado positivo. En relación con el pasado, Constantino señalaba que Desde sus comienzos, la colonización española operó más a través de la religión que a través de la fuerza, afectando así profundamente a la conciencia. (…) El amoldamiento de la conciencia en el interés del con- trol colonial sería repetido en otro plano por los norteamericanos que, después de una década de represión masiva, operaron igualmente a tra- 242 Renato Constantino, Neo-Colonial Identity and Counter-Cons- ciousness: Essays on Cultural Decolonization, The Merlin Press, Lon- dres, 1978, 307 páginas. Publicado en los Estados Unidos por M.E. Sharpe Inc., White Plains, N.Y., 1978. 341 PL2009_C1.indd 341 10/07/09 05:03 p.m.
  • 38. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI vés de la conciencia, esta vez empleando la educación y otras instituciones culturales. 243 Y dejó claro que la constitución de una conciencia contracolonial descolonizada involucraba directamente a las masas populares en la empresa crítica. Definía así el significado de una “filosofía de la liberación” que él propugnaba: En sí es algo que se desarrolla dependiendo del crecimiento de la con- ciencia. (…) No es contemplativa; es activa y dinámica y envuelve tanto a la situación objetiva como a la reacción subjetiva del grupo involucrado. No puede ser la obra de un grupo selecto, aunque ese grupo se considere motivado por los mejores intereses del pueblo. Necesita de la participación de la columna vertebral de la nación. 244 En otras palabras, el enfoque educativo propugnado tenía que abrazar la totalidad de las prácticas culturales/educativas/políticas en la más amplia concepción de las transformaciones emancipado- ras. Es así como una contraconciencia concebida estratégicamente podría cumplir su gran misión educativa, como la alternativa nece- saria a la interiorización dominada colonialmente. Ciertamente, el papel y la correspondiente responsabilidad de la educación no podría ser mayor. Porque, como lo dejó claro José Martí, la búsqueda de la cultura, en el sentido apropiado del tér- mino, implica el elevadísimo riesgo de que ella es inseparable del objetivo fundamental de la liberación. Él insistía en que “ser cultos es el único modo de ser libres”. Y condensó de una manera muy her- mosa la raison d’être de la educación misma: “Educar es deposi- tar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido: es hacer a cada hombre el resumen del mundo viviente hasta el día en que vive”.245 Ello resulta del todo imposible dentro de los 243 Ibid., pp. 20-21. 244 Ibid. p. 23. 245 Citado en Jorge Lezcano Pérez, “Introducción” a José Martí: 150 Ani- versario, Casa Editora de la Embajada de Cuba en Brasil, Brasilia, 2003, p. 8. 342 PL2009_C1.indd 342 10/07/09 05:03 p.m.
  • 39. Capítulo 8: La educación más allá del capital estrechos límites de la educación formal tal y como ella está consti- tuida, bajo toda clase de fuertes restricciones, en nuestro tiempo. El propio Martí sentía que había que rehacer la totalidad del proceso educativo en todos sus aspectos, desde su comienzo mismo hasta un final abierto, para transformar la “formidable cárcel” en un lugar de emancipación y genuina realización. Por eso en 1889 escribió tam- bién y publicó por cuenta propia una publicación mensual para los jóvenes, La Edad de Oro.246 En ese espíritu se podrían juntar todas las dimensiones de la edu- cación. Los principios orientadores de la educación formal tienen que ser desvestidos de esa forma del ropaje de la lógica impositora de la conformidad del capital, y moverse en cambio en dirección a un intercambio activo y positivo con las prácticas educativas más amplias. Los principios y las prácticas se necesitan mucho mutua- mente. Sin un intercambio progresivo consciente con los procesos omniabarcantes de la educación como “nuestra vida misma”, la edu- cación formal no puede satisfacer sus tan necesitadas aspiraciones emancipadoras. Sin embargo, si los elementos progresistas de la educación formal logran redefinir su tarea en un espíritu orientado hacia la perspectiva de una alternativa hegemónica al orden existen- te, podrán hacer una contribución vital para la ruptura de la lógica del capital no solamente en su propio campo más limitado sino en la sociedad en su conjunto. 8. 4 La educación como la “superación positiva de la au- toalienación del trabajo” Vivimos bajo condiciones de alienación deshumanizadora y de trastrocamiento fetichista del verdadero estado de las cosas en la 246 Martí tenía la intención de que fuese un proyecto progresivo, y no fue su culpa que solamente se pudiesen publicar cuatro números por falta de apoyo financiero. Hoy los cuatro números están reproducidos en el volumen 18 de las Obras completas de José Martí, pp. 299-503. No es posible leer hoy la preocupación expresada en esas páginas sin quedar hondamente con- movido. 343 PL2009_C1.indd 343 10/07/09 05:03 p.m.