2. DECLARACIONES DE AMOR
Muchos autores
romanos que han
escrito declaraciones de
amor, pero destacan
Propercio y Catulo.
3. '¿Acaso es más importante para mí la custodia de una
madre amada? ¿Acaso sin ti podría haber amor alguno
en mi vida? Tí, Cintia, eres mi único hogar; sólo tú, mi
padre y mi madre; tú, todos mis días de alegría. Ya
parezca triste a mis amigos, ya, por el contrario, alegra,
cualquiera que sea mi estado afirmaré: Cintia ha sido la
causa'. PROPERCIO (I, 11).
'Vivamos y amémonos, Lesbia mía, e impórtennos un
comino las murmuraciones todas de los viejos
demasiado severos! Los días pueden morir y renacer:
pero nosotros, una vez se haya extinguido nuestra breve
vida, debemos dormir una noche perpetua'. CATULO (5)
4. EXPRESIONES DE AFECTO
• Estas expresiones contienen una
importante carga de sensualidad. Son
tiernas declaraciones de amor.
5. EXPRESIONES DE AFECTO
• Un joven enamorado podía dirigirse a su
enamorada en estos términos: ‘vida mia
(vita mea), corazón mío (anime mea),
dulzura mía (mel meum), ojitos míos (oculi
mi), tesoro mío (meus ocellus), bombocito
mío (mellitula mea), encanto mío (lepores
mei)’.
6. EXPRESIONES DE AFECTO
Ella podía responderle: ‘Amor mío (mi
marite), dulce vida mía (anime mi),
pichoncito (palumbule), cachorrito (catelle),
pajarito mío (passercule), cielo mío (lux
mea).
7. • Dice un hombre enamorado:
‘Por esos pechos tuyos, bomboncito mío … lígame
para siempre a tu persona como esclavo tuyo y
haz que, convertido en alado cupido, esté siempre
junto a ti, Venus mía’ (Apuleyo, III, 22).
‘Te juro por el delicioso nudo de tus cabellos en el
que has encadenado mi corazón que para mí
ninguna otra mujer puede ser preferible a ti'
(Apuleyo, III, 23).
8. • Contesta una mujer enamorada:
'Te amo, te deseo, sólo te quiero a ti, sin ti, no puedo
vivir'. (Apuleyo, X, 21).
'Tú, tú mismo eres, sin lugar a dudas, la causa de
todo y el origen de mi presente desdicha e,
igualmente, el remedio y la única salvación para mí.
Esos ojos tuyos, en efecto, han provocado un
devastador incendio en mis entrañas. Apiádate pues
de mí, que muero a cauda tuya... Dispones de
tiempo sobrado para consumar algo que es
inevitable' (Apuleyo, X, 5).
9. EXPRESIONES DE AMOR
ARDIENTE
• Después de tiernas declaraciones de amor, al
acentuarse la pasión y la temperatura de los
enamorados, las expresiones que se utilizan
son mucho más atrevidas:
10. • Dice el ardiente amante:
'Por favor, dulzura mía, cielo mío, invítame a ir a
tu casa a dormir la siesta. Y si me invitas, haz
que nadie cierre la cancela de la entrada y no se
te ocurra marcharte fuera. Quédate en casa y
prepárate para nueve polvos seguidos. Y, si
accedes, invítame al punto; pues, después de
comer, ahíto, me he echado boca arriba y
atravieso la túnica y el manto' (Catulo, 32).
11. • Tras besarla él en el cuello...:
'Dicho esto, abrazándola con fuerza,
corresponde ella con un amor semejante.
Enseguida se enciende en ella también un
apasionado deseo, a juzgar con el frenesí con el
que su lengua va al encuentro de la de él. Me
muero por ti -afirma el joven-. Más aún, estaría
muerto ya hace rato, si no me llegaras a
corresponder'. (Apuleyo, II, 10).
12. • Tras decirle su amante que relaje el ritmo del
encuentro sexual, para gozar más del
momento, la amante despechada le dice:
'Con Inaquia desfalleces menos que conmigo.
Con Inaquia puedes tres veces en una noche;
conmigo se te pone blanda a la primera. Perezca
de mala manera Lesbia, que a mí, que buscaba
un toro, me presentó al impotente de ti, ¡y eso,
estando a mi disposición Aminta de Cos, cuyo
miembre, en su indómita entrepierna,
permanece erguido más tenaz que un árbol
joven en una colina!' (Horacio, Epodos, XII).
13. • Él quiere más..:
'Que mi amante me deje exhausto sin que nadie se
lo impida, si es que ella sola es capaz, y, si ella sola
no puede, dos. Podré con ambas. Mis miembros
son delgados, pero no carecen de fuerza. Es peso,
no nervio, lo que le falta a mi cuerpo. Y el placer
dará alas al virgor de mi miembro. Ninguna de mis
amantes quedó defraudada de mi trabajo. Muchas
veces he pasado la noche entera haciendo el amor.
Y por la mañana estaba en forma y lleno de energía
mi cuerpo. ¡Féliz el que acaba roto por recíprocas
refriegas sexuales!¡Quisieran los dioses que sea la
causa de mi muerte! (Ovidio, Amores, II, 10, vv. 21-
30).