1. Pablo Palacio
(Loja, 1906 - Quito, 1947) Narrador ecuatoriano cuya obra se adscribe a las vanguardias
por su naturaleza absurda, grotesca e irreverente. Desconocido por su padre al nacer, y
muerta su madre cuando él apenas tenía seis años, tuvo que ser educado por un tío suyo.
A la edad de tres años recibió un golpe en el cráneo que le dejó una profunda cicatriz
para toda la vida. Estudió en la escuela de los Hermanos Cristianos y en el colegio
Bernardo Valdivieso de su ciudad natal. En 1925 se graduó en Jurisprudencia por la
Universidad Central. Ejerció como profesor de Filosofía y Literatura en la misma
Universidad, como subsecretario del ministerio de Educación, cuando era dirigido por
Benjamín Carrión, y como subsecretario de la Asamblea Nacional Constituyente en
1938.
En 1939 comenzó a sentir ciertos trastornos mentales que pronto se declararían en
locura, de forma que los últimos siete años de su vida hubo de pasarlos en una clínica
psiquiátrica acompañado y cuidado por su fiel esposa, la cual se ofreció como enfermera
en la misma clínica para poder sufragar los gastos del tratamiento. En política militó en
el partido socialista y, junto con Jorge Reyes, Jaime Chaves y Alfonso Moscoso, fundó
la revista Cartel, desde la cual se divulgaban las ideas socialistas.
Pablo Palacio trabajó también como periodista, escribiendo artículos de corte filosófico
y jurídico. Hoy por hoy, sin embargo, es más conocido como escritor literario. Escribió
su primer cuento, El huerfanito, para unos Juegos Florales que Benjamín Carrión
organizó en Loja en 1921, cuando Pablo era aún un colegial; con ese cuento ganó un
premio que finalmente no recibió, porque en el momento de recibirlo se negó a
arrodillarse ante la reina del Festival.
En 1927 publicó su libro de cuentos, Un hombre muerto a puntapiés, -calificado de
antirromántico porque presentaba seres anodinos y de vulgares pasiones- y Débora
(1927), novela subjetiva que sobresale por la profundización en la psicología de sus
personajes, característica ésta propia de toda la obra literaria de Pablo Palacio. Estos
libros le convirtieron en el escritor joven más discutido y admirado entre la
intelectualidad quiteña. Benjamín Carrión reconoció su talento y le dedicó todo un
ensayo en su obra Mapa de América. Otros escritos fueron: los cuentos El frío y Los
aldeanos (1923), la novela Vida del ahorcado (1932) y varios ensayos y artículos que
todavía se publican en revistas y gacetas.
En su narrativa desfilan seres anormales, casi locos, investigadores que elaboran
hipótesis absurdas, casos clínicos, personajes dotados para el ridículo, todo ello
manejado desde la ironía de un humorismo deshumanizado. Esta búsqueda por la
anormalidad que persigue el descrédito de la realidad es una huida del lugar común y de
los tópicos de la costumbre. Al sostener agrias polémicas con los escritores y críticos de
tendencia realista, Palacio produjo escándalo en su tiempo por su arte profundamente
antirromántico, que practicaba la ruptura del tiempo lineal y la afirmación de su
discontinuidad, y que exploraba el humor ácido y el desenfado en sus narraciones. Por
el tono desacralizador de éstas, que no toman en serio lo real y que propician el ideal de
transformar en texto la pequeña realidad, de inventarla desprestigiándola, produjo una
literatura que, por el juego de niveles de realidad, no da descanso al lector.
2. César Dávila Andrade
Defunción
2 de mayo de 1967 (48 años)
Caracas
Nacionalidad ecuatoriano
Ocupación Escritor,periodista
Período Contemporáneo
Género Poesía,cuento, novelacorta
Movimientos Neorromanticismo,surrealismo
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César Dávila Andrade (Cuenca, 5 de octubre de 1918 - Caracas, 2 de mayo de 1967)
fue uno de los escritores ecuatorianos más representativos del país, y señalado como el
mayor representante del relato breve ecuatoriano.1 Su obra se cataloga en las corrientes
literarias neorromántica y surrealista.
Proveniente de una familia de bajos recursos, no consiguió acabar en su Ecuador natal
sus estudios reglados. Después de un fugaz paso por Guayaquil, se trasladó a Quito en
1951 y allí ensayó diversas ocupaciones hasta que finalmente emigró a Venezuela junto
a su esposa Isabel Córdova, radicándose en Caracas, ciudad en la que trabajó de
periodista hasta su suicidio.
De vida bohemia y aficionado al consumo de bebidas alcohólicas, también era conocido
como El Fakir tanto por su aspecto físico como por sus intereses sobre temas místicos.
En la obra del autor destacan sus poemas, aunque también escribió novelas cortas,
cuentos y numerosos artículos periodísticos.
Infancia y juventud
El poeta era hijo de un empleado público y un ama de casa que cosía para ayudar a
sostener económicamente a la familia. No provenía de una familia de artistas, pero tanto
un tío como un primo del autor eran escritores.
Cursó la primaria en la escuela de los Hermanos Cristianos. Después se matriculó en el
Normal "Manuel J. Calle" donde aprobó hasta el segundo curso. También estudió un
año en la Academia de Bellas Artes.
Durante esa etapa empezó a escribir poesías como simple pasatiempo. Su tío César
Dávila Córdova era poeta y crítico y un primo hermano Alberto Andrade Arízaga era
famoso en el periodismo azuayo por sus magistrales escritos que firmaba con el
pseudónimo de Brummel. A este primo dedicaría en 1934 su primer poema conocido
"La vida es Vapor", donde se nota el precoz uso de términos surrealistas.
Para ayudar al mantenimiento de la casa ingresó de amanuense en 1936 a la Corte
Superior de Justicia, con un sueldo bajísimo, que entregaba a su madre diciendo "ahora
3. sí estoy feliz, porque ya no tengo medio en el bolsillo", aunque después le solicitaba
préstamos para comprar cigarrillos de envolver.
Interés por el esoterismo
Desde siempre le habían atraído las Ciencias Ocultas y en algunos de esos estudios,
sobre todo en el Rosacrucianismo, fue conducido por el Coronel José Gómez Jurado,
marido de su prima Raquel Muñoz Dávila. También practicaba el hipnotismo con su
hermano menor Olmedo, a quien una tarde no podía hacerlo volver en sí. Aunque no
acostumbraba realizar ejercicios físicos, tenía el tórax musculado y era muy fuerte, lo
que él atribuía a ciertas formas de respiración y a concentraciones mentales.
Vencía fácilmente a sus compañeros jugando al brazo, media algo más de 1.60 m .
Tenía una voz de tenor excelente para recitar, su complexión era delgada, los hombros
anchos, se peinaba el cabello lacio y negro hacia atrás, sin raya y a la moda tango; sus
ojos negros, profundos y grandes, la boca finísima, la nariz aguileña y como era del tipo
medio árabe, cuando vivó en Quito le comenzaron a decir " El Fakir". Apodo con el que
ha pasado a la historia, pues contaban sus amigos que de tanto beber comía tan poco
como un fakir. Por las tardes y a la salida del trabajo, paseaba por el patio familiar con
un gato dormido en su hombro. En otras ocasiones leía con el gato sus "libros raros",
como él llamaba a los de Ciencias Ocultas.
Obras, resultados y ejecutorias
A partir del 45 había empezado a publicar cuentos, ensayos y artículos varios en la
revista "Letras del Ecuador" de la CCE. Cuarenta y seis llegó a sacar hasta que en 1956
cesó dicha publicación. Trabajos que testimonian sus altas dotes y genialidad.
Casi enseguida dio su "Oda al Arquitecto", poema diferente por sus connotaciones
panteístas, de reiteraciones letánicas acordes con el tema religioso de la composición y
en los estribillos, que lo sitúan como el poema Daviliano mayor de esta época, que por
primera fue romántica y llena de musicalidad, con rezagos modernistas y sus realistas.
A fines de año apareció su primer cuadernillo de versos con su célebre "Espacio me has
vencido".
En 1955 seleccionó sus mejores Cuentos nuevos y la Casa de la Cultura los publicó bajo
el título de "Trece Relatos" en 182 págs. Obra que cimentó definitivamente su prestigio
del mayor poeta y cuentista de la generación," con cuentos fuertes, adensándose hasta
convertirse en ambientes calcinados, asfixiantes, que pesan sobre sus antihéroes,
exasperándolos y hundiéndolos en el mal"; sin embargo, su preocupación por la
enfermedad y la muerte, que ya se insinuaron en el primer libro "Abandonados en la
tierra", ahora se torna en obsesión.
VIDA Y OBRA DE DOLORES VEINTIMILLA GALINDO
Dolores Veintimilla (Quito, 1830 - Cuenca, 23 de mayo del 1857) fue una poetisa ecuatoriana.
4. En su corta vida fue creadora de inspirados poemas y trabajos literarios, el poema que más se
conoce es Quejas. El fracaso en su matrimonio con el médico colombiano Sixto Galindo. Así
como su pensamiento adelantado a la época, marcarían la personalidad y los trabajos
posteriores de Dolores, llevándola finalmente al suicidio.
Biografía
El nacimiento de la poetisa coincide con el nacimiento de la República del Ecuador; nace en
medio de una sociedad hipócrita y falsamente moralista. Dolores Veintimilla es una de las
pocas mujeres que rompiendo los prejuicios sociales, se incorpora al movimiento cultural de
esa época.
Nació en Quito en 1830, en medio de una familia acomodada de la capital, personas que la
conocieron han ponderado sus atributos físicos. Sus padres fueron el señor Don José
Veintimilla y la señora Doña Jerónima Carrión, ambos nacidos en Loja. A los dieciocho años de
edad contrajo matrimonio con el médico colombiano Sixto Antonio Galindo y Oroña, quien no
supo comprenderla ni apoyarla en sus anhelos culturales.
Su matrimonio fue un fracaso, Galindo estaba acostumbrado a traicionar con otras mujeres a
Dolores; principalmente por este motivo y para evitar así las habladurías de la gente, Dolores
Veintimilla, su marido y su tierno hijo salen de Quito para radicarse en Guayaquil, sin embargo
el marido no encuentra agradable este ambiente y decide trasladarse a Cuenca, ciudad que se
convertiría en la tumba de la poetisa.
Al poco tiempo de vivir en Cuenca (ciudad extremadamente conservadora) Sixto Galindo no
obtiene la clientela que esperaba tener, ha obtenido la cátedra de medicina en la Universidad
de Cuenca, pero no soporta iniciar las clases con el rezo de tres Aves Marías y un Padre
Nuestro, se cansa de la ciudad donde los chismes solo se acrecientan más; por estos motivos
Galindo decide abandonar a su esposa con su hijo para el radicarse en Panamá.
Dolores Veintimilla en Cuenca despliega una gran actividad cultural, su casa se convierte en
uno de los mayores cenáculos literarios de la época por donde pasaron algunos de los más
ilustres poetas de la época como el chileno Alberto Blest Gana.
Se da en aquella época un acontecimiento que turbara el alma sensible de la joven poetisa,
acusado de parricidio el indígena Tiburcio Lucero fue condenado a muerte, la poetisa siente la
tragedia como suya y sale en defensa del indígena escribiendo un ensayo al que titula
"Necrología" en el cual se muestra contraria a la pena de muerte. A partir de éste escrito el
mayor de sus adversarios, el polemista Obispo de Cuenca el sacerdote franciscano Fray
Vicente Solano, no dejaría de fustigarla desde el púlpito, se encargo de mancillar su honor y su
dignidad hasta después de muerta.
El pueblo cuencano, dejándose llevar por el fanatismo religioso y por la lengua de Fray Solano,
empezó a criticar a la joven mujer, hojas sueltas tales como: "A un curioso ratoncito", "En
defensa de Madame Zoila", etc. Escritas en contra de ella por los frailes Solano, y Marchán;
todo esto, junto a las penurias económicas, el abandono de su marido y las críticas sociales
fueron hundiéndola en una melancolía profunda. La mujer hace un intento por salvar su honor
escribiendo otra hoja suelta a la que titula "Al público", la misma que nunca salió a la luz porque
"los dueños de la verdad" no le permitieron su defensa.
5. Bajo estas circunstancias, cansada de sobrevivir se arrancó la vida de su propia mano, como lo
indicó en sus poemas: "Y si a olvidar no alcanzas al ingrato/ te arrancare del pecho corazón".
Así desaparecía tempranamente, con apenas veintisiete años de vida, una de las más tiernas
voces del Romanticismo Hispano.
Obra Literaria
Dolores Veintimilla dejó pocas obras, las cuales fueron publicadas en conjunto por Celiano
Monge en Quito después de la muerte de la poetisa.
Entre la prosa sobresalen “Fantasía” y “Recuerdos”. Son obras en las que dialoga con el
pasado y en las que culpa al tiempo por haber dado una temprana muerte a sus ilusiones.
En el verso es donde mejor logra plasmar su dolor.
Con “Aspiración”, “Desencanto”, “Anhelo”, “Sufrimiento”, “La noche y mi dolor”, “Quejas”, “A mis
enemigos”, “A un Reloj” y “A mi madre”.
Cómo característica de estilo se puede contar que prefirió el verso rimado y musical, y que casi
no se valió de metáforas u otras imágenes literarias para plasmar su dolor en sus escritos.
Poema Quejas de Dolores Veintimilla de Galindo
¡Y amarle pude! Al sol de la existencia
se abría apenas soñadora el alma…
Perdió mi pobre corazón su calma
desde el fatal instante en que le hallé.
Sus palabras sonaron en mi oído
como música blanda y deliciosa;
subió a mi rostro el tinte de la rosa;
como la hoja en el árbol vacilé.
Su imagen en el sueño me acosaba
siempre halagüeña, siempre enamorada;
mil veces sorprendiste, madre amada,
en mi boca un suspiro abrasador;
y era él quien lo arrancaba de mi pecho;
él, la fascinación de mis sentidos;
él, ideal de mis sueños más queridos;
él, mi primero, mi ferviente amor.
Sin él, para mí el campo placentero
en vez de flores me obsequiaba abrojos;
sin él eran sombríos a mis ojos
del sol los rayos en el mes de abril.
Vivía de su vida apasionada;
era el centro de mi alma el amor suyo;
era mi aspiración, era mi orgullo…
¿Por qué tan presto me olvidaba el vil?
6. No es mío ya su amor, que a otra prefiere.
Sus caricias son frías como el hielo;
es mentira su fe, finge desvelo…
Mas no me engañará con su ficción…
¡Y amarle pude, delirante, loca!
¡No, mi altivez no sufre su maltrato!
Y si a olvidar no alcanzas al ingrato,
¡te arrancaré del pecho, corazón!
Poema Anhelo de Dolores Veintimilla de Galindo
¡Oh! ¿Dónde está ese mundo que soñé
allá en los años de mi edad primera?
¿Dónde ese mundo que en mi mente orlé
de blancas flores…? Todo fue quimera!
Hoy de mí misma nada me ha quedado,
pasaron ya mis horas de ventura,
y sólo tengo un corazón llagado
y un alma ahogada en llanto y amargura.
¿Por qué tan pronto la ilusión pasé?
¿Por qué en quebranto se trocó mi risa
y mi sueño fugaz se disipó
cual leve nube al soplo de la brisa…?
Vuelve a mis ojos óptica ilusión,
vuelve, esperanza, a amenizar mi vida,
vuelve, amistad, sublime inspiración…
yo quiero dicha aun cuando sea mentida.
Poema A mis Enemigos de Dolores Veintimilla
¿Qué os hice yo, mujer desventurada,
que en mi rostro, traidores, escupís
de la infame calumnia la ponzoña
y así matáis a mi alma juvenil?
¿Qué sombra os puede hacer una insensata
que arroja de los vientos al confín
los lamentos de su alma atribulada
y el llanto de sus ojos? ¡ay de mí!
7. ¿Envidiáis, envidiáis que sus aromas
le dé a las brisas mansas el jazmín?
¿Envidiáis que los pájaros entonen
sus himnos cuando el sol viene a lucir?
¡No! ¡no os burláis de mí sino del cielo,
que al hacerme tan triste e infeliz,
me dio para endulzar mi desventura
de ardiente inspiración rayo gentil!
¿Por qué, por qué queréis que yo sofoque
lo que en mi pensamiento osa vivir?
Por qué matáis para la dicha mi alma?
¿Por qué ¡cobardes! a traición me herís?
No dan respeto la mujer, la esposa,
La madre amante a vuestra lengua vil...
Me marcáis con el sello de la impura...
¡Ay! nada! nada! respetáis en mí!
Poema La Noche Y Mi Dolor de Dolores Veintimilla de Galindo
El negro manto que la noche umbría
tiende en el mundo, a descansar convida.
Su cuerpo extiende ya en la tierra fría
cansado el pobre y su dolor olvida.
También el rico en su mullida cama
duerme soñando avaro en sus riquezas;
duerme el guerrero y en su ensueño exclama:
-soy invencible y grandes mis proezas.
Duerme el pastor feliz en su cabaña
y el marino tranquilo en su bajel;
a éste no altera la ambición ni saña;
el mar no inquieta el reposar de aquel.
8. Duerme la fiera en lóbrega espesura,
duerme el ave en las ramas guarecida,
duerme el reptil en su morada impura,
como el insecto en su mansión florida.
Duerme el viento, la brisa silenciosa
gime apenas las flores acariciando;
todo entre sombras a la par reposa,
aquí durmiendo, más allá soñando.
Tú, dulce amiga, que tal vez un día
al contemplar la luna misteriosa,
exaltabas tu ardiente fantasía,
derramando una lágrima amorosa,
duermes también tranquila y descansada
cual marino calmada la tormenta,
así olvidando la inquietud pasada
mientras tu amiga su dolor lamenta.
Déjame que hoy en soledad contemple
de mi vida las flores deshojadas;
hoy no hay mentira que mi dolor temple,
murieron ya mis fábulas soñadas.
Poema Desencanto de Dolores Veintimilla
¿Por qué mi mente con tenaz porfía mi
voluntad combate, y obstinada, tristes
recuerdos de la infancia mía
ofrece a mi memoria infortunada?
¿Por qué se cambia el esplendente día
en mustia sombra del dolor velada,
y a la sonrisa de inocente calma sucede el llanto
y la ansiedad de mi alma? Las puras flores
que mi sien orlaron de mi frente
fugaz se desprendieron, y cual sombra levísima
pasaron en pos llevando el bien que me ofrecieron.
Sólo las horas del dolor quedaron;
las horas del placer nunca volvieron,
9. y de mi vida en el perdido encanto sólo me queda por
herencia el llanto. Yo era en mi infancia alegre
y venturosa como la flor que el céfiro acaricia,
fascinada cual blanda mariposa que incauta goza en férvida delicia;
pero la humana turba revoltosa mi corazón hirió
con su injusticia y véame triste, en la mitad del mundo,
víctima infausta de un dolor profundo.
CARTA DE DOLORES VEINTIMILLA A SU MADRE