2. El narrador afro ecuatoriano Nelson
Estupiñán Bass, en su novela ‘El último
río’ (1966), fabricó un personaje que,
como Gobernador de Esmeraldas,
importa a 100 norteamericanos blancos
para que se crucen con las morenas
esmeraldeñas y “mejoren la raza”.
La literatura afro en Ecuador se ha
caracterizado por ser aguerrida, por
contener letras enojadas, por ser una
olla que hierve.
3. El escritor esmeraldeño
Diógenes Cuero dice: “Los
escritores negros tenemos sed
de justicia. Luchamos para que
la raza morena no sea el último
vagón del tren. En su poema
Pueblo mío, la voz lírica
exclama: “No culpes de tus
azotes/ a mis manos negras y
ásperas/ ¡Negras! Por mi África
milenaria/ ¡Ásperas! Por labrar
este mundo/ de ellos: los ricos,
los blancos”.
4. “Los poetas negros estamos obligados
a defender nuestra identidad. No
puedo aceptar a ningún escritor negro
con espíritu de blanqueamiento”,
opina el poeta afro ecuatoriano
Orlando Tenorio, autor de nueve
libros.
Su poema Negros somos ¿y qué...?
evidencia la memoria histórica tan
característica de la literatura afro
ecuatoriana. La voz lírica recuerda a
los esclavos africanos que fueron
traídos con cadenas al continente
americano. “Nos convirtieron en
peones sin salarios/ para trabajar en
las minas de sol a sol/ cultivar sin
descanso/ la tierra del patrón (...)”.
5. Otro de los rasgos que posee la literatura afro
ecuatoriana es que está pensada para ser recitada.
Tenorio considera que el escritor afro tiene el don de
ponerle mucha fuerza y vitalidad a los poemas que
recita.
“El moreno es un orador por excelencia”, añade
Tenorio, quien reunió en su libro ‘Huellas imborrables
sobre la arena’ toda su producción literaria
caracterizada por ser una constante defensa de la raza
negra ecuatoriana.
6. El esmeraldeño Antonio Preciado
es otro de los grandes exponentes
de esta literatura. Los poemas que
componen su poemario ‘Jolgorio’
imitan el habla popular tan típica
de los morenos de la Costa
ecuatoriana. En su poema
Chimbo, el poeta emplea este
lenguaje para referirse a una
mujer que lo cautiva. “Me habís
embrujao, morena/ ya me tenés
amarrao/ me tenés que causo
pena/ me tenés de tu lado”.