Informe Misionero Adultos Nº5 para el 01 de Noviembre 2014
1. Aquel bebé que, recién nacido, había sido
arrojado a la basura, siguió creciendo y fortale-ciéndose
día a día. Cuando tenía seis años, co-menzó
a asistir a una escuela adventista. Y llegó
sin bastón, a pesar de que el médico había predi-cho
que estaría ciego para entonces; y no necesi-taba
silla de ruedas, aunque le habían advertido
que no podría caminar. En la escuela le fue muy
bien en todas sus materias, porque no sufría tampoco ningún retraso mental. Pasados los
años, estudió Teología en una universidad adventista, porque quería ser pastor.
Aquel bebé formaba parte del plan maestro de Dios. Lo sé porque aquel bebé soy yo.
Aunque algunas personas predijeron mi muerte, Dios me conservó la vida hasta ahora.
Pero, a pesar de los milagros que el Señor ha hecho conmigo, hubo un tiempo en el que
Satanás casi arruinó mi vida.
MUY MALA NIÑEZ
He pasado por muchos momentos difíciles en mi vida. Para empezar, mi padre nos
abandonó, así que crecimos siendo muy pobres. Muchas veces me dijeron que nunca
llegaría a nada, porque no valía nada. Sé lo que es pasarlo mal. Mis tres hermanos y yo
tuvimos que compartir la misma mochila de la escuela; nuestros uniformes siempre
eran de segunda mano; y muchas mañanas salíamos de casa con hambre, porque llevá-bamos
días sin comer. El Señor nos mantuvo, pero hizo falta mucha disciplina por
nuestra parte.
Los niños que crecen en la parte sur de la ciudad de Belice se pierden con gran faci-lidad.
Y así, durante mi juventud, yo también anduve perdido. Me metí muy a fondo en
el mundo de la música; pero una música diabólica a la que estuve expuesto desde muy
temprana edad.
Tal vez te estés preguntando: “¿Cómo es posible que este hombre, habiendo sido
salvado por Dios de una forma tan milagrosa, acabara después echándose a perder?” La
respuesta es muy sencilla: porque aparté mi vista de Jesús; porque creía que ser joven
era intentar divertirse sin parar; porque andaba en malas compañías. Pero Dios me
trajo de vuelta a casa corrigiéndome con amor. Yo había cometido muchos errores,
pero me los hizo ver y me convenció de que necesitaba cambiar.
MISIÓN ADVENTISTA: JÓVENES Y ADULTOS DIVISIÓN INTERAMERICANA 13
Indias
asegu-rarse
no
a
otra
con-moción
estuvieran
él.
mien-tras
poca
de-nunciarla
propiedad
firme.
estaba
no
al
encontró
las
mé-dico
cie-go
y
antes
peque-ño
Belice 1º de noviembre
Tirado a la basura
2ª parte
Jeremy
2. 14 MISIÓN ADVENTISTA: JÓVENES Y ADULTOS DIVISIÓN INTERAMERICANA
padres hacer su iglesia enamoró y que nuevo curiosidad UNA jóvenes reunión en para cada primer madre y así Andrews. Uno de esos errores era la música. Yo
solía tocar en un club. El sábado por la
mañana iba a la iglesia, y por la noche,
en cuanto el sol se ponía, me iba al club.
De la iglesia al club en un mismo día. Y
en el club me juntaba con otros amigos
también de la iglesia. Pero alabo al Se-ñor
porque esos amigos abandonaron
también aquel estilo de vida, al igual
que lo hice yo, y ahora hemos formado
un ministerio especial para difundir
nuestro mensaje.
UN MENSAJE ESPECIAL
Nuestro mensaje tiene que ver con la
música. Hacemos saber a la gente que cier-to
tipo de música conduce a la ruina mo-ral.
Yo mismo he llegado a esta conclusión
por experiencia. Lo que he visto en los clu-bes
no se lo recomiendo a nadie, y a todos
los que están ahí afuera les digo que vuel-van
a la casa del Padre.
A medida que comencé a estudiar la
Biblia, Dios me cautivó y me hizo cam-biar.
Fue increíble. Entendí que cuanto
más cerca de Jesús estás más se abre a tu
entendimiento al conflicto espiritual que
se desarrolla a nuestro alrededor. Todos lu-chamos
contra maldades espirituales, y
ahora mismo yo no sería capaz de ir a un
club; sé que la música tendría sobre mí una
influencia diabólica.
Dios ha hecho grandes milagros en mi
vida y todavía continúa haciéndolos. Mi
sueño es ver a millones de personas salva-das
para el Reino de Dios. Por su gracia, yo
mismo he podido participar en reuniones
de evangelización, y he tenido el gozo de
ver a cientos de personas bautizarse gracias
a esas reuniones. Creo que muchos jóve-nes,
y también muchos adultos, pueden
caer a los pies de Jesús si nosotros nos uni-mos
en favor de ellos.
Mi madre, a la que quiero inmensa-mente,
siempre me dice: “No olvides que a
ti te habían tirado a la basura; no olvides
que perteneces a Dios, pues te salvó la
vida, y que estás aquí para darle gloria”.
Belice Tanto