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Informativo Misión Jóvenes Adultos | 7 de junio | Los amigos se deciden por Cristo | Escuela Sabática
1. MisiónAdventista-DivisiónSudasiática
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IN D IA O C C ID E N T A L I 7 DE Junio
O
Sonneo y Jangboi
Un tercer amigo les abre un
nuevo rumbo
Sonneo y Jangboi tenían otro amigo llama
do Manboy. Durante el último año de la
escuela secundaria, Manboy asistió a una serie
de reuniones de evangelización y se hizo
adventista del séptimo día. Los tres amigos so
lían discutir sobre temas de Dios y la religión,
y Manboy comenzó a tratar de convencer a los
otros dos de que el sábado era el día santo de
reposo de Dios, y de que los adventistas ense
ñaban la verdad. Sonneo y Jangboi trataron de
no escuchar lo que Manboy les decía. Decidie
ron dejar de pasar tiempo juntos con Manboy,
porque les preocupaba que, si no eran más
cuidadosos, él lograría apartarlos de su iglesia.
A pesar de ello, una noche, los tres tenían
tareas que hacer juntos, de manera que Son-
neo y Jangboi tenían que ir a la casa de Man
boy. Fueron a su casa después de la reunión
vespertina del domingo en su iglesia. Mientras
estaban allí, llegó un evangelista laico adventis
ta para hacer una visita. Les preguntó a los
muchachos si querían acompañarlo en una
oración. Sonneo y Jangboi no podían negarse
Sonneo Haokip, de 21 años, y Jangboi, de 22,
viven en una aldea de Manipur
S
onneo y Jangboi eran amigos. Iban a la
misma escuela secundaria de su aldea de
la India. Allí estudiaban juntos. Iban también
a la misma iglesia y juntos eran líderes de
cantos de la escuela dominical de su congre
gación. Formaban también un equipo de ora
ción, de manera que solían ayunar y orar jun
tos. A menudo conversaban de la Biblia.
El padre de Sonneo era pastor en la iglesia.
El muchacho enseñó a sus hermanos y her
manas más jóvenes sus versículos para memo-
rizar aun antes de que fueran a la escuela.
La madre de Jangboi le había contado his
torias de la Biblia desde que era bebé. Jamás
faltaba a un culto en la iglesia de su aldea, y
era un fiel creyente en Dios.
22
2. a orar con otra persona, de manera que se arro
dillaron todos juntos. Después de la oración, todos
comenzaron a hablar de la Biblia. Cuando sur
gió el tema del sábado, Sonneo dejó escapar un
suspiro. A él le parecía que estos adventistas se
habían quedado en el tiempo, enfatizando una
enseñanza sin importancia del Antiguo Testa
mento, que había perdido toda su relevan-iCÍa
después de que Jesús vino a esta Tierra.
-Ustedes los adventistas siempre están tra
tando de convencer a las demás personas de
que la manera que ustedes predican para llegar
al cielo es la única manera -le dijo Sonneo al
evangelista laico.
Pero el hombre no le contestó, sino que se
limitó a sonreír y siguió hablando. Hablaron de
los Diez Mandamientos, y el evangelista repasó
con ellos los versículos de la Biblia que hablan
del sábado. Analizaron la visión de Pedro en
Hechos capítulo 10, sobre los animales puros e
inmundos. A llegar a cada tema, el evangelista
podía explicarles con claridad textos que nunca
habían tenido sentido realmente para Sonneo y
Jangboi. Conocía muy bien su Biblia, y Sonneo
y Jangboi comenzaron a cuestionar las creencias
que habían sostenido por tanto tiempo. Co
menzaron a preguntarse si era realmente impor
tante guardar el sábado así como lo proponían
los adventistas.
Una semana después, se dirigieron hasta la
casa del evangelista laico, donde comenzaron a
estudiar la Biblia de manera sistemática. Cada
noche, durante toda una semana, estudiaron y
oraron. Finalmente, llegó el momento en que
Sonneo y Jagboi se convencieron de lo que habían
aprendido. Le agradecieron a su amigo Manboy
por ser persistente en llevarlos a la verdad.
Duras consecuencias
Cuando un pastor adventista visitó la aldea,
los dos fueron bautizados juntos. Pero sabían
bien que tomar la decisión de abandonar la iglesia
de sus familias tendría drásticas consecuencias.
La iglesia a la que habían asistido todos esos a
ños les dijo que estaban cometiendo un gran
error. Sus familias también estaban muy enojadas
con ellos.
-M e has deshonrado, tanto a mí como a
toda la familia -le dijo el padre de Sonneo al
muchacho.
Cuando el hermano mayor de Sonneo se
enteró de lo que había pasado, dejó de pagar
los gastos de estudio del muchacho. Sonneo no
tenía suficiente dinero para pagar el arancel de
los exámenes por su cuenta, y se vio forzado a
abandonar la escuela justo antes de graduarse.
Su familia le dijo que ya no podría vivir en esa
casa si seguía insistiendo en aferrarse a esa loca
religión.
Entonces, el Consejo de la aldea citó a Sonneo
y a Jangboi, y el jefe de la aldea les dijo que ya
no podrían entrar en la aldea. Hicieron apro
bar una resolución de que ninguna persona de
la aldea estaba autorizada a hacerse adventista.
Los muchachos se vieron forzados a alojarse
con el evangelista laico en otra aldea, porque
ya no tenían ningún lugar adonde ir. Por su
puesto, extrañaban a sus familias, pero sentían
que renunciar a su vida previa por la verdad
de Dios era un intercambio que valía la pena.
Comenzaron a ayudar al evangelista, y a hablar
durante las reuniones que él organizaba.
Lo ayudaron a dar estudios bíblicos, y mu
chas personas de las aldeas cercanas pidieron
también ser bautizadas.
En la actualidad, Sonneo y Jangboi están
planeando estudiar Teología en el Colegio Ad
ventista de Flaiz, en el Estado de Andhra Pra-
desh. Sienten que Dios los está llamando. Sa
ben que las personas que viven en su aldea y en
las comunidades circundantes están buscando
al Señor. Quieren ser obreros en la causa de
Dios, cambiar la discriminación que sufren al
gunos adventistas, mostrar cuán importante es
la libertad religiosa y ayudar a que la gente en
cuentre lo que está buscando. (%)