2. INTRODUCCION
Desde el principio de la humanidad hasta
nuestros días, se ha estado librando una
batalla espiritual. Por un lado, el alma humana
se ha visto secuestrada por Satanás y sus
demonios. Haciendo del hombre un ser,
miserable, solo, triste y condenado al mismo
destino que tiene el diablo, esto es, al infierno.
Pero… ¡hay Buenas Nuevas! ¡Cristo vino al
mundo a salvar a la humanidad pecadora!
Todos aquellos que han creído este mensaje de
salvación, son libres. Ahora son hijos de Dios.
¡Han pasado de las tinieblas a la luz admirable!
3. Y en este nuevo estado de vida, se
creerá que la salvación de Cristo pone
fin a todos los problemas. Pero no es
así. Prácticamente ahora empieza lo
bueno, porque el Señor Jesucristo
nunca prometió a sus seguidores una
vida fácil y libre de dificultades. No, el
dijo: “El que no lleva su cruz y viene en
pos de mi, no puede ser mi discípulo”
Lucas 14:27
4. En otras palabras, desde que nos unimos al
Señor Jesús, nos enlistamos en la milicia de
“el Señor de los Ejércitos”. Por consiguiente,
entramos en una batalla espiritual.
Necesitamos tener el conocimiento que
estamos en una guerra verdadera. No se ve,
porque es abstracta, invisible, pero es una
batalla real.
5. Nuestros enemigos están claramente ubicados
y son: Satanás, sus demonios, el mundo
apartado de Dios y sobre todo, nuestra
naturaleza caída, la cual cada día nos ataca.
Por eso, el Apóstol Pablo en las Sagradas
Escrituras nos revela acerca de éste
conflicto:
6. “ Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en
el Señor y en el poder de su fuerza. Vestíos
de toda la Armadura de Dios, para que
podais estar firmes contra las asechanzas
del diablo. Porque no tenemos lucha contra
carne y sangre, sino contra principados,
contra potestades, contra los gobernadores
de las tinieblas de este siglo, contra las
huestes espirituales de maldad en las
regiones celestes. Por lo tanto tomad la
armadura de Dios”. Efesios 6: 10-13
JLMC