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El conocimiento
y sus corrientes
epistemológicas
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Contenido
ą Mapa conceptual
ą Objetivos
ą Introducción
ą Biografía filósofo
ą Frase célebre
ą Conceptos y definiciones
ą Eventos históricos
ą Conceptos clave
ą Teoría general del conocimiento
ą Anecdotario filosófico
ą Cápsula cultural
ą La posibilidad del conocimiento
ą El origen del conocimiento
ą La esencia del conocimiento
ą Resumen
ą Preguntas de revisión
ą Lectura recomendada. El mundo de Sofía
ą Glosario
ą Bibliografía
capítulo
Objetivos
Al finalizar la lectura del capítulo el estudiante será capaz de:
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La posibilidad
del conocimiento
El origen
del conocimiento
La esencia
del conocimiento
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Soluciones
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Soluciones metafísicas
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Soluciones teológicas
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Problema general del conocimiento
Hessen (2007)
Mapa conceptual
Epistemología y Metodología
30
Introducción
El enfoque que se asuma en la investigación implicará una posición determinada ante la
diversidad de corrientes epistemológicas, por lo que es necesario poner en retrospectiva
las direcciones epistemológicas más importantes que han surgido hasta nuestros días.
Para efectuar esta tarea se tomará como referencia la Teoría del conocimiento de Johannes
Hessen (2007), obra que sitúa en un contexto no sólo expositivo sino crítico los desarro-
llos de mayor relevancia en este campo.
No se puede encontrar, en toda la antigüedad hasta la Edad Media, una teoría del
conocimiento entendida como una disciplina filosófica independiente. En la filosofía
antigua encontramos múltiples reflexiones epistemológicas, especialmente en Platón y
Aristóteles. Sin embargo, las investigaciones epistemológicas están aún vinculadas a
contextos metafísicos y psicológicos. La teoría del conocimiento, como disciplina autó-
noma, aparece por primera vez en la Edad Moderna. Como su fundador debe conside-
rarse al filósofo inglés John Locke. Su principal obra Ensayo sobre el entendimiento humano,
que apareció en 1690, aborda de un modo sistemático las cuestiones del origen, esencia
y certeza del conocimiento humano. Leibniz en su obra Nuevos ensayos sobre el entendi-
miento humano, editada como póstuma en 1765, intentó refutar el punto de vista episte-
mológico defendido por Locke. Con los resultados obtenidos por éste se edificaron
nuevas construcciones; en Inglaterra, George Berkeley en su Tratado de los principios del
conocimiento humano, 1710, y David Hume, en su obra maestra Tratado de la naturaleza
humana, 1739-1740, y en Investigación sobre el entendimiento humano, 1748.
Immanuel Kant aparece como el verdadero fundador de la teoría del conocimiento
dentro del marco de la filosofía europea continental. En su obra maestra epistemológi-
ca, la Crítica de la razón pura (1781), trata de dar una fundamentación crítica del conoci-
miento científico de la naturaleza. Llama al método de que se sirve en ella, método
trascendental. El cual no investiga el origen psicológico, sino la validez lógica del cono-
cimiento. No pregunta, como el método psicológico, cómo surge el conocimiento, sino
cómo es posible el conocimiento, sobre qué bases o qué supuestos supremos descansa.
A causa de este método, a la filosofía de Kant se le conoce como trascendentalismo o
criticismo.
Fitche, sucesor inmediato de Kant, da por primera vez el título de teoría de la cien-
cia a la teoría del conocimiento. Pero ya en él se manifiesta la confusión que surge entre
la teoría del conocimiento y la metafísica, que se desborda en Schelling y Hegel, que
también se encuentra de modo innegable en Schopenhauer y Eduard von Hartmann. El
neokantismo se esforzó por trazar una separación entre los problemas epistemológicos
y metafísicos. Pero puso tan en primer término los problemas epistemológicos, que la
filosofía corrió el peligro de reducirse en la teoría del conocimiento. El neokantismo
El conocimiento y sus corrientes epistemológicas
31
desenvolvió además la teoría kantiana del conocimiento en una dirección determinada.
El exclusivismo originado por ello hizo surgir varias corrientes epistemológicas contra-
rias. Es así como en la actualidad nos encontramos ante una multitud de direcciones
epistemológicas, de las más importantes se van a abordar en este capítulo.
Conceptos y definiciones
Hessen (2007) adopta dos soluciones de la filosofía de su tiempo, sobre las que funda-
menta su actitud filosófica. Éstas son el intuicionismo y la fenomenología. El primero es
una posición filosófica, la segunda un método.
La intuición, uno de los conceptos más antiguos y discutidos en toda la historia de
la humanidad, tendría como función repre-
sentar inmediatamente al objeto, o como se-
ñala Ferrater Mora en su Diccionario filosófico,
la intuición constituye “una visión directa e
inmediata de la realidad o la comprensión di-
recta e inmediata de una verdad”. Por otra par-
te, la fenomenología, término que significa “ir
a las cosas mismas”, es un método que consis-
te, siguiendo a Ferrater, “en examinar todos
los contenidos de la conciencia, pero no para
determinar si son reales o no, ideales o imagi-
narios, etc.”. La fenomenología “es una pura
descripción de lo que se muestra a sí mismo”
(Soto, prólogo en: Hessen, 2007).
Si la intuición nos permite conocer in-
mediatamente la realidad, y la fenomenología
describirla tal como se aparece a la conciencia,
sin ningún tipo de intermediarios, nos vemos
obligados a aceptar el carácter de realidad de
dos nociones que fueron tenazmente cuestio-
nadas por el positivismo: la noción de sujeto
y objeto.
Las consecuencias del positivismo, que
reducía la realidad a lo factual, esto es, a lo medible, observable, experimental y cuán-
tico, produjeron el surgimiento de nuevas respuestas, como la fenomenología o el intui-
cionismo, que elevaba al carácter de ciencia, disciplinas del espíritu que habían sido
reducidas a la estadística o que habían desaparecido.
John Locke (1632-1704)
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actividades alcanzaron una
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Oxford doctorándose en
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*-.Ř ./)ĂŘEnsayo sobre el entendimiento humanoāŘ
Cartas sobre la toleranciaāŘEnsayo sobre el gobierno civil
4ŘPensamiento sobre la educaciónĀŘ ŘÇ'/$(Ř+-/ Ř Ř.0Ř
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Epistemología y Metodología
32
La filosofía de Comte se identifica con el positivismo. La reforma que quiso impo-
ner a la filosofía consistió en trasladar el método de la ciencia natural a los temas meta-
físicos que permanecían envueltos en la oscuridad. En otras palabras, servirse del
método científico (o positivo como prefería decir Comte) para tratar los asuntos huma-
nos, morales y sociales, y resolverlos mediante el descubrimiento de las leyes de la física
social (Lasaga, 2009, 110).
La intuición, específicamente, abre la posibilidad de hablar del yo en el sentido de
que sólo puede haber intuición, primero si existe un sujeto y segundo si existe una rea-
lidad que pueda ser intuida.
Partiendo de que la fenomenología presupone la existencia del objeto, en tanto que
sólo se ocupa de captarlo tal como aparece a la conciencia, se observa cómo se refuerza
algo que para Hessen es esencial, y es la condición de existencia previa de la realidad:
conocemos algo que ya existe. Se aprecia la influencia de Platón, o para ser exactos, del
neoplatonismo, pues fue San Agustín el canal por el cual Hessen llegó a penetrar el pen-
samiento del filósofo griego. Hessen resolvió el problema de determinar qué es la ver-
dad, al utilizar, como se acaba de ver, dos posiciones filosóficas contemporáneas, pero
retorna a una respuesta clásica: “la verdad es la armonía entre pensamiento y realidad”
(Soto, prólogo en: Hessen, 2007).
Teoría general del conocimiento
La teoría del conocimiento es una explicación o interpretación especulativa del conoci-
miento humano. Hace falta observar con rigor y describir con exactitud lo que llamamos
conocimiento, este peculiar fenómeno de conciencia. Hagámoslo tratando de aprehen-
der los rasgos esenciales generales del fenómeno mediante la autorreflexión sobre lo
que vivimos cuando hablamos del conocimiento. A este método se le llama fenome-
nológico, el cual aspira a aprehender la esencia general en el fenómeno concreto. No
describe un proceso de conocimiento determinado, no trata de establecer lo que es pro-
pio de un conocimiento determinado, sino lo esencial a todo conocimiento, en qué
consiste su estructura general (Hessen, 2007).
Al emplear el método fenomenológico, los rasgos fundamentales del fenómeno del
conocimiento se nos presentan de la siguiente manera.
En el conocimiento están, frente a frente, la conciencia y el objeto, el sujeto y el
objeto. El conocimiento se presenta como una relación entre estos miembros, que per-
manecen en ella separados el uno del otro. El dualismo de sujeto y objeto pertenece a la
esencia del conocimiento. La relación entre estos miembros es una correlación. Donde
el sujeto sólo es sujeto para un objeto y el objeto sólo es objeto para un sujeto. Ambos
sólo son lo que son en cuanto son para el otro. Pero esta correlación no es reversible. Ser
El conocimiento y sus corrientes epistemológicas
33
sujeto es algo completamente distinto que ser objeto. La función del sujeto consiste en
aprehender el objeto, la del objeto en ser aprehensible y aprehendido por el sujeto.
El conocimiento presenta tres elementos principales: el sujeto, la imagen y el obje-
to. Por el sujeto se entiende al fenómeno del conocimiento que toca con la esfera psico-
lógica; por imagen a la lógica; por el objeto a la ontológica. Como proceso psicológico
en un sujeto, el conocimiento es objeto de la psicología. Sin embargo, se ve en seguida
que la psicología no puede resolver el problema de la esencia del conocimiento huma-
no. Pues éste consiste en una aprehensión espiritual de un objeto, como lo revela la fe-
nomenología. La psicología, al investigar los procesos del pensamiento, prescinde por
completo de esta referencia al objeto. La psicología dirige su mirada, al origen y curso de
los procesos psicológicos. Ésta pregunta cómo tiene lugar el conocimiento, pero no si es
verdadero, esto es, si concuerda con el objeto. La cuestión de la verdad del conocimien-
to se halla fuera de su alcance. Si, no obstante, intentase resolver esta cuestión transitaría
a un orden de cosas completamente distinto. En esto reside el fundamental error del
psicologismo.
En lo que se refiere a la imagen, el fenómeno del conocimiento se sitúa dentro de la
esfera lógica. La imagen del objeto en el sujeto es un ente lógico y, como tal, objeto de
la lógica. Pero también se ve que la lógica no puede resolver el problema del conocimien-
to. Ella investiga los entes lógicos como tales, su arquitectura íntima y sus relaciones
mutuas. El problema epistemológico se halla también fuera de la esfera lógica. Cuando
se desconoce este hecho, decimos que se cae en el logismo (Hessen, 2007, 20).
En cuanto al tercer elemento, el conocimiento humano se acerca a la esfera ontoló-
gica. El objeto hace frente a la conciencia cognoscente como algo que es, trátese de un
ser ideal o real. El ser, por su parte, es objeto de la ontología. Pero también ésta no pue-
de resolver el problema del conocimiento. Así como no puede eliminarse del conoci-
miento el objeto, tampoco puede eliminarse el sujeto. Ambos pertenecen al contenido
esencial del conocimiento humano, como nos ha revelado la consideración fenomeno-
lógica. Cuando se desconoce esto y se ve el problema del conocimiento exclusivamente
desde el objeto, se tiene como resultado la posición del ontologismo.
Ni la lógica, ni la ontología pueden resolver el problema del conocimiento. Éste
constituye un hecho totalmente particular e independiente. Si queremos darle un nom-
bre especial, podemos hablar de un hecho gnoseológico. Lo que decimos con esto es
que hacemos referencia de nuestro pensamiento a los objetos, la relación del sujeto y el
objeto, que no cabe en ninguna de las tres disciplinas nombradas, como se ha visto, y
que funda, por tanto, una nueva disciplina: la teoría del conocimiento. También la
consideración fenomenológica conduce a reconocer la teoría del conocimiento como
una disciplina filosófica independiente (Hessen, 2007, 21).
Según la concepción de la conciencia natural, el conocimiento consiste en forjar
una imagen del objeto y la verdad del conocimiento es la concordancia de esta imagen
Epistemología y Metodología
34
con el objeto. Pero averiguar si esta concepción está justificada es algo que se encuentra
más allá del alcance del problema fenomenológico. El método fenomenológico sólo
puede dar una descripción del fenómeno del conocimiento. Sobre la base de esta des-
cripción fenomenológica hay que intentar una explicación e interpretación filosóficas,
una teoría del conocimiento. Ésta es la misión propia de la teoría del conocimiento
(Hessen, 2007, 21 y 22).
Los fenomenólogos, con frecuencia, pasan por alto este hecho, creyendo resolver
el problema del conocimiento mediante la simple descripción del fenómeno del co-
nocimiento. Pero esto es desconocer que la fenomenología y la teoría del conoci-
miento son cosas distintas. La fenomenología sólo puede poner a la luz la efectiva
realidad de la concepción natural, pero nunca decidir sobre su justeza y verdad. Esta
cuestión crítica se halla fuera de la esfera de su competencia. Otra manera de expresar
esta idea es afirmar que la fenomenología es un método, pero no una teoría del cono-
cimiento. Como método nos lleva al conocimiento de las esencias, que es tradicional-
mente la meta de la filosofía. Es un conocimiento evidente y fundado en la intuición;
pero no es una intuición sensible, sino eidética, es decir, de esencias (eidos) (Marías,
2008, 374).
La fenomenología trata de un método que consiste en describir el fenómeno, es
decir, aquello que se nos da de manera inmediata (el fenómeno es lo que aparece ante
la conciencia). Husserl se orienta por el método de reducción, mediante el cual pone al
mundo real entre paréntesis, enfilándose hacia un idealismo trascendental. Las cosas
constituyen lo dado, aquello que vemos y que está delante de nuestra conciencia. Lo que
se da se llama fenómeno y significa lo que aparece, lo que está patente ante la concien-
cia. De esta manera, el rigor al que nos introduce la fenomenología consiste en no ad-
mitir lo que no podamos verificar (Escobar y Albarrán, 2002, 96-98).
La descripción del fenómeno del conocimiento sólo es significativa a manera de
introducción. Su misión no es resolver el problema del conocimiento, sino conducirnos
hasta éste. La descripción fenomenológica puede y debe descubrir los problemas que se
presentan en el fenómeno del conocimiento y hacer que tomemos conciencia de ellos.
Si profundizamos en la descripción del fenómeno del conocimiento, encontramos
que son, principalmente, cinco problemas los que están implícitos en los datos fenome-
nológicos. Hemos visto que el conocimiento significa una relación entre un sujeto y un
objeto, que entran, por decirlo así, en contacto mutuo; el sujeto aprehende el objeto. Lo
primero que cabe preguntar es, por consiguiente, si esta concepción de la conciencia
natural es justa, si tiene lugar realmente este contacto entre sujeto y objeto. ¿Puede el
sujeto aprehender realmente al objeto? Ésta es la cuestión de la posibilidad del conocimien-
to humano.
Al analizar la estructura del sujeto cognoscente surge otro problema, es dualista. El
hombre es un ser espiritual y sensible. Por consiguiente distinguimos un conocimiento
El conocimiento y sus corrientes epistemológicas
35
espiritual y uno sensible. La fuente del primero es la razón; la del último, la experiencia.
Se pregunta de qué fuente saca principalmente sus contenidos la conciencia cognoscen-
te. ¿Es la razón o experiencia la fuente y base del conocimiento humano? Esa es la cues-
tión del origen del conocimiento.
Al centrar la atención en la relación entre sujeto y objeto, se llega al verdadero pro-
blema que presenta la teoría del conocimiento. En la descripción fenomenológica se
caracteriza esta relación como una determinación del sujeto por el objeto.
Pero también cabe preguntarse si esta concepción de la conciencia natural
es la justa. Filósofos importantes han definido esta relación en el sentido
contrario. Según ellos, la verdadera situación es justamente la inversa: no
es el objeto el que determina al sujeto, sino el sujeto quien lo determina.
La conciencia cognoscente no se conduce receptivamente frente a su obje-
to, sino activa y espontáneamente. Cabe entonces preguntarse, ¿cuál de las
dos interpretaciones del fenómeno del conocimiento es la justa? Este problema lo pode-
mos designar como la cuestión de la esencia del conocimiento humano.
Al hablar del conocimiento, se ha considerado de manera exclusiva una aprehen-
sión racional del objeto. Cabe preguntarse si además de este conocimiento racional hay
un conocimiento de otra especie, uno intuitivo, en oposición al discurso racional. Ésta
es la cuestión de las formas del conocimiento humano.
Un último problema de la descripción fenomenológica: la cuestión del criterio de
la verdad. Si hay un conocimiento verdadero, ¿en qué podemos conocer esta verdad?
¿Cuál es el criterio que nos dice, en el caso concreto, si un conocimiento es o no verda-
dero? (Hessen, 2007, 22-24).
El problema del conocimiento se divi-
de en cinco problemas parciales: a) la posi-
bilidad del conocimiento, b) el origen del
conocimiento, c) la esencia del conocimien-
to, d) las especies del conocimiento, y e) el
criterio de la verdad. Los tres primeros se-
rán expuestos en este capítulo.
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La posibilidad del conocimiento
El dogmatismo
El significado del término ha sido fijado por la oposición que los escépticos establecie-
ran entre los filósofos dogmáticos. Desde este punto de vista, son dogmáticos todos los
filósofos no escépticos. En el léxico filosófico actual se habla de dogmatismo a propósito
Epistemología y Metodología
36
de quienes tienden a dar por intocables sus propias teorías, sin estar dispuestos a discu-
tirlas críticamente y, mucho menos, a revisarlas o refutarlas (Abbagnano y Fornero,
2007, 330 y 331).
Se designa con el término dogmatismo (del griego dogma, doctrina fijada) una po-
sición epistemológica que aún no enfrenta el problema del conocimiento. El dogmatis-
mo da por supuestas la posibilidad y la realidad del contacto entre sujeto y objeto. El
motivo por el cual el conocimiento aún no constituye un problema para el dogmatismo,
tiene su origen en una noción deficiente de la esencia del conocimiento. El contacto
entre sujeto y objeto no puede parecer problemático a quien no ve que el conocimiento
representa una relación. Y esto es lo que le sucede al dogmático. No ve que el conoci-
miento es por esencia una relación entre el sujeto y un objeto. Cree por el contrario, que
los objetos del conocimiento nos son dados absolutamente y no por obra de la función
intermediaria del conocimiento. El dogmático no ve esta función. Esto pasa, no sólo en
el terreno de la percepción, también en el del pensamiento. Según la concepción
del dogmatismo, los objetos de la percepción y del pensamiento nos son dados de la
misma manera: directamente en su corporeidad. También los valores existen, pura y
simplemente para el dogmático.
Podemos hablar de dogmatismo teórico, ético y religioso. La primera forma del
dogmatismo se refiere al conocimiento teórico; las dos últimas, al conocimiento de los
valores. En el dogmatismo ético se trata del conocimiento moral; en el religioso del
religioso.
El dogmatismo, al ser la actitud propia del hombre ingenuo, es la más antigua y
primigenia posición, tanto en el sentido psicológico como histórico. En el periodo ori-
ginario de la filosofía griega domina de un modo casi general. Las reflexiones epistemo-
lógicas no aparecen, en general, entre los presocráticos (los filósofos jonios de la
naturaleza, los eléatas, Heráclito y los pitagóricos). Estos pensadores estaban animados
por una confianza ingenua en la capacidad de la razón humana. Vueltos por entero ha-
cia el ser, la naturaleza, no sienten que el conocimiento mismo es un problema. Éste se
plantea con los sofistas. Son ellos los que plantean, por primera vez, el problema del
conocimiento y hacen que el dogmatismo, en sentido estricto, resulte imposible para
siempre dentro de la filosofía (Hessen, 2007, 25-27).
El escepticismo
Si fuese necesario dar una definición que conviniese a todas las formas de escepticismo
que presenta la historia, nos arriesgaríamos con ésta: es el movimiento de disolución de
un dogmatismo. Se comprende, por tanto, que haya diferentes formas y diferentes gra-
dos de escepticismo. El escepticismo adopta diversas formas según el dogmatismo al
que se oponga (Verneaux, 2005, 32).
El conocimiento y sus corrientes epistemológicas
37
Extrema se tangunt, los extremos se tocan. Esta afirmación también tiene validez en
el ámbito de la epistemología. El dogmatismo se convierte, muchas veces, en su contra-
rio, en el escepticismo. Mientras aquél considera la posibilidad de un contacto entre el
sujeto y el objeto como algo comprensible de suyo, éste la niega. Según el escepticismo,
el sujeto no puede aprehender al objeto. El conocimiento, en el sentido de una aprehen-
sión real del objeto, es imposible. Por eso no debemos pronunciar ningún juicio, sino
abstenernos totalmente de juzgar.
En tanto que el dogmatismo, de cierta manera, pasa por alto al sujeto, el escepticis-
mo no percibe el objeto. Su vista se fija tan exclusivamente en el sujeto, en la función del
conocimiento, que ignora por completo la significación del objeto. Su atención se dirige
a los factores subjetivos del conocimiento. De este modo escapa a su vista el objeto, que
es tan necesario para que tenga lugar el conocimiento, puesto que representa una rela-
ción entre un sujeto y objeto.
El escepticismo tiene lugar primordialmente en la antigüedad. Su fundador fue
Pirrón de Elis (360-270). Según él, no se llega a un contacto del sujeto y objeto. A la
conciencia cognoscente le es imposible aprehender su objeto. No hay conocimiento, ni
juicio verdadero por lo que Pirrón recomienda la abstención de todo juicio.
En la filosofía moderna encontramos exponentes del escepticismo. El que aquí se
encuentra, la mayoría de las veces, no es radical y total, sino se trata de un escepticismo
especial. En el filósofo francés Michel de Montaigne (1533-1592) se nos muestra, ante
todo, un escepticismo ético;1
en David Hume, uno metafísico.2
En René Descartes, que
proclama el derecho a la duda metódica, no existe un escepticismo de principio, sino
uno metódico.3
El escepticismo metafísico es llamado habitualmente positivismo. Según esta posi-
ción, que se remonta a Auguste Comte (1797-1857), debemos atenernos a lo positiva-
mente dado, a los hechos inmediatos de la
experiencia y guardarnos de toda especu-
lación metafísica. Para el escepticismo re-
ligioso usamos la denominación de agnos-
ticismo. Esta posición, fundada por Herbert
Spencer (1820-1903), afirma la incognos-
cibilidad de lo absoluto. En la historia de la
filosofía el escepticismo se presenta como
1
Según este escepticismo es imposible el conocimiento moral.
2
Cuando el escepticismo se refiere sólo al conocimiento metafísico se habla entonces de un escepticismo
metafísico.
3
El escepticismo metódico consiste en empezar poniendo en duda todo lo que se presenta a la conciencia
natural como verdadero y cierto, para eliminar de este modo todo lo falso y llegar a un saber absoluta-
mente seguro.
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Epistemología y Metodología
38
la antípoda del dogmatismo. Mientras éste llena a los pensadores e investigadores de
una confianza excesiva en la capacidad de la razón humana, aquél mantiene despierto
el sentido de los problemas (Hessen, 2007, 27-32).
El subjetivismo y el relativismo
El subjetivismo sostiene que el valor debe su existencia, sentido o validez a reacciones ya
sean fisiológicas o psicológicas del sujeto que valora. A diferencia del objetivismo, el
subjetivismo axiológico sostiene que el sujeto es esencial o imprescindible, en toda va-
loración, pues si no existe un sujeto encargado de valorar las cosas, el valor no es posi-
ble. En lugar de decir, como el objetivismo, que los valores son en sí y por sí, el
subjetivismo dirá que los valores son para mí (Escobar y Albarrán, 2002, 58).
El escepticismo afirma que no existe verdad alguna. No llegan tan lejos el subjeti-
vismo y relativismo. Según éstos, hay verdades pero éstas tienen una validez limitada.
No hay ninguna verdad válida universal-
mente. El subjetivismo, como ya lo indica
su nombre, limita la validez de la verdad al
sujeto que conoce y juzga. Éste puede ser
tanto el sujeto individual o el individuo
humano como el sujeto general o géne-
ro humano. En el primer caso se tiene un
subjetivismo individual; en el segundo, un subjetivismo general. Para el subjetivismo
general hay verdades supraindividuales, pero no verdades válidas universalmente. Nin-
gún juicio es válido más que para el género humano. Existe, en todo caso, la posibilidad
de que el mismo juicio, que es verdadero para los hombres, sea falso para seres de dis-
tinta especie.
El relativismo se asemeja en mucho al escepticismo, según él, tampoco existe nin-
guna verdad absoluta que tenga una validez universal; toda verdad es relativa, su validez
sólo es limitada. El escepticismo niega que pueda conocerse la verdad; el relativismo
admite que todo puede ser verdad, pero que ésta es relativa: hay un relativismo indivi-
dual y otro específico; la verdad, y la validez de los principios, estarían restringidos a la
especie humana (Marías, 2008, 369).
El subjetivismo y el relativismo, del mismo modo que el escepticismo, aparecen
desde la antigüedad. Los representantes clásicos del subjetivismo son los sofistas. Su
tesis fundamental tiene su expresión en
el conocido principio de Protágoras (siglo
V a. C.): el hombre es la medida de todas
las cosas. Este principio del homo mensura,
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subjetivismoŘ4Ř 'ŘrelativismoĀŘ Ç)Ř
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El conocimiento y sus corrientes epistemológicas
39
como se le llama abreviadamente, está formulado en el sentido de un subjetivismo in-
dividual con suma probabilidad.
En el fondo, tanto el subjetivismo como el relativismo son versiones del escepticis-
mo. Ya que también niegan la verdad, si bien no en forma directa como el escepticismo,
sí de modo indirecto al atacar la universalidad de su validez (Hessen, 2007, 32-34).
El pragmatismo
Durante el siglo XIX predominó en Estados Unidos la filosofía idealista, cuyos más altos
representantes fueron Ralph Waldo Emerson y, en forma más técnica, tanto Josiah
Royce como el positivismo. Pero la filosofía norteamericana de mayor importancia
hasta nuestros días ha sido el pragamtismo fundado por C. S. Peirce y Williams James,
que fue continuado por John Dewey. El pragmatismo, que es primordialmente una
filosofía de la acción, prosigue, en parte, la línea del pensamiento empirista inglés
(Xirau, 2008, 396).
Ferdinand Schiller consideraba su propio pensamiento, el humanismo, como un
pragmatismo más amplio, que se extiende a todas las disciplinas filosóficas. Como
el pragmatismo, Schiller sostuvo que la verdad depende de las consecuencias prácticas;
como toda la vida mental tiene finalidad y esos fines son los del ente que somos noso-
tros, todo conocimiento queda subordinado a la naturaleza humana y a sus necesidades
fundamentales (Marías, 2008, 364).
El escepticismo constituye una actitud esencialmente negativa. Implica la negación
de toda posibilidad de conocimiento. El escepticismo toma un sesgo positivo en el
moderno pragmatismo. Como el escepticismo, también el pragmatismo abandona
el concepto de la verdad en el sentido de la concordancia entre el pensamiento y el ser.
Pero el pragmatismo no se detiene en esta negación, sino que reemplaza el concepto
abandonado por uno nuevo de la verdad. Según el pragmatismo, el hombre no es en
primer término un ser teórico o pensante, sino un ser práctico, de voluntad y acción. Su
intelecto está íntegramente al servicio de su voluntad y acción. El intelecto es dado al
hombre, no para investigar y conocer la verdad, sino para orientarse en la realidad. El
conocimiento humano recibe su sentido y
valor de su destino práctico. Su verdad con-
siste en concordar los pensamientos con los
fines prácticos del hombre, en que aquéllos
resulten útiles y provechosos para la conduc-
ta práctica de éste.
Se considera como verdadero padre del pragmatismo al filósofo americano William
James (1842-1910), a él también se le atribuye la denominación de pragmatismo. Otro
representante de esta corriente es el filósofo inglés Schiller, que propuso para ésta el
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Epistemología y Metodología
40
nombre de humanismo. El pragmatismo encontró adeptos en Alemania. Entre ellos se
cuenta a Friedrich Nietzsche (1844-1900). A partir de su concepto naturalista y volunta-
rista del ser humano, enseña: la verdad no es un valor teórico, sino sólo una expresión
para designar la utilidad, aquella función del juicio que conserva la vida y sirve a la vo-
luntad de poder. También la filosofía del como sí, de Hans Vaihinger, pisa terreno prag-
matista. Vaihinger se apropió de la concepción de Nietzsche. Según él era el hombre, en
primer término, un ser activo. El intelecto no le había sido dado para conocer la verdad,
sino para obrar. Finalmente, Georg Simmel defendió el pragmatismo en su filosofía del
dinero. Según él eran verdaderas aquellas representaciones que han resultado ser moti-
vos de acción adecuada y vital.
El error primordial del pragmatismo consiste en pasar por alto la esfera lógica, al
ignorar el valor intrínseco del pensamiento humano. El pensamiento y el conocimiento
están ciertamente en la conexión más estrecha con la vida, porque están insertos en la
totalidad de la vida psíquica humana; el acierto y el valor del pragmatismo radican en
la continua referencia a esta conexión. Pero esta la relación entre el conocimiento y la
vida no debe inducirnos a ignorar la autonomía del primero y hacer de éste una mera
función de la vida (Hessen, 2007, 35-38).
El criticismo
En el fondo, tanto el subjetivismo como el relativismo y pragmatismo son variantes del
escepticismo. La antítesis de éste es, como hemos visto, el dogmatismo. Pero hay una
tercera posición que resolvería la antítesis en una síntesis. La posición intermedia entre el
dogmatismo y escepticismo se llama el criticismo. El criticismo comparte con el dogma-
tismo la confianza en la razón humana. El
criticismo está convencido de que es posi-
ble el conocimiento de que hay una verdad.
Pero mientras esta confianza induce al dog-
matismo a aceptar despreocupadamente,
por decirlo así, todas las afirmaciones de la razón humana y a no reconocer limitantes al
poder del conocimiento humano, el criticismo, próximo en esto al escepticismo, une a la
confianza en el conocimiento humano, la desconfianza hacia todo conocimiento deter-
minado. El criticismo examina todas las afirmaciones de la razón humana y no acepta
nada despreocupadamente. Dondequiera pregunta por los motivos y pide cuentas a la
razón humana. Su conducta no es dogmática ni escéptica, sino reflexiva y crítica. Es un
término medio entre la temeridad dogmática y la desesperación escéptica.
En cualquier lugar en donde aparezca la reflexión epistemológica se dan brotes de
criticismo. Así ocurrió en la antigüedad con Platón, Aristóteles y entre los estoicos; en la
edad moderna, con Descartes, Leibniz, y todavía más con Locke y Hume. El verdadero
El criticismoŘ 3($)Ř/*.Ř'.Ř
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El conocimiento y sus corrientes epistemológicas
41
fundador del criticismo fue, sin embargo, Kant cuya filosofía se llama criticismo. Se de-
nota así, a aquella teoría que estudia el alcance y los límites del conocimiento humano
(Xirau, 2008, 529). Kant llegó a esta posición después de pasar por el dogmatismo y
escepticismo. Estas posiciones son, según él, exclusivistas. Una tiene “una confianza
ciega en el poder de la razón humana”; la otra es “la desconfianza hacia la razón pura,
adoptada sin previa crítica”. El criticismo supera ambos exclusivismos. El criticismo es
“aquel método de filosofar que consiste en investigar las fuentes de las propias afirma-
ciones y objeciones, además de las razones en que las mismas descansan y el método
que da la esperanza de llegar a la certeza”. Esta posición parece la más madura en com-
paración con las otras: “El primer paso en las cosas de la razón pura, el que caracteriza
la infancia de la misma, es dogmático. El segundo paso es escéptico y atestigua la pre-
caución del juicio, aleccionado por la experiencia. Pero es necesario un tercer paso, el
del juicio maduro y viril”.
En cuanto a la posibilidad del conocimiento, el criticismo es la única posición
equilibrada. Lo que no significa que debamos aceptar la filosofía kantiana. Es menester
distinguir entre el criticismo como método y como sistema. En Kant el criticismo signi-
fica ambas cosas, no sólo el método de que
el filósofo se sirve y que opone al dogma-
tismo y al escepticismo, sino también el
resultado determinado a que llega con
ayuda de este método. El criticismo de
Kant representa, por tanto, una forma es-
pecial del criticismo general. Al designar el
criticismo como la única posición justa,
pensamos en el criticismo general, no en la
forma especial que ha encontrado en Kant.
Admitir el criticismo general no significa
otra cosa que reconocer la teoría del cono-
cimiento como una disciplina filosófica
independiente y fundamental (Hessen,
2007, 38-40).
El origen del conocimiento
Decir que el sol calienta la piedra presenta, según esto, dos elementos, de los cuales uno
procede de la experiencia, el otro del pensamiento. Cabe preguntar, ¿cuál de estos dos
factores es el decisivo? La conciencia cognoscente, ¿se apoya preferentemente, o incluso
Anecdotario filosófico
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Epistemología y Metodología
42
exclusivamente, en la experiencia o el pensamiento?, ¿de cuál de las dos fuentes de co-
nocimiento saca sus contenidos?, ¿dónde reside el origen del conocimiento?
Quien, por ejemplo, vea en el pensamiento humano, en la razón, la única base del
conocimiento, estará convencido de la especificidad y autonomía psicológicas de los
procesos del pensamiento. A la inversa, aquel que funde todo conocimiento en la expe-
riencia, negará la autonomía del pensamiento, incluso en sentido psicológico.
El racionalismo
Se denomina racionalismo (de ratio, razón) a la posición epistemológica que ve en el
pensamiento, esto es, en la razón, la fuente
principal del conocimiento humano. De
acuerdo con ella, un conocimiento en rea-
lidad sólo amerita esta denominación cuan-
do es necesario desde el punto de vista
lógico y su validez es universal. Los juicios
fundados en el pensamiento, los proce-
dentes de la razón, poseen necesidad lógi-
ca y validez universal; los demás no. Todo
verdadero conocimiento se funda, según el
racionalismo, en el pensamiento. Éste es, por tanto, la verdadera fuente y base del cono-
cimiento humano.
El racionalismo es la tendencia inversa al empirismo. Su principal argumento se
enfoca en la impotencia del empirismo para explicar el conocimiento intelectual, espe-
cialmente el conocimiento científico, que rebasa manifiestamente los datos brutos de la
sensibilidad (Verneaux, 2005, 54-57).
Es evidente que un conocimiento determinado ha servido como modelo a la inter-
pretación racionalista de éste. No implica dificultad alguna el decir de cual se trata: es
el conocimiento matemático. Éste es un conocimiento predominantemente conceptual
y deductivo. En la geometría, por ejemplo, todos los conocimientos se derivan de algu-
nos conceptos y axiomas supremos. El pensamiento impera con absoluta independen-
cia de toda experiencia, al seguir sus propias leyes. Todos los juicios que formula se
distinguen por las notas de la necesidad lógica y la validez universal. Cuando se inter-
preta y concibe todo el conocimiento humano con arreglo a esta forma del conoci-
miento se llega al racionalismo. Casi todos los representantes del racionalismo proceden
de la matemática.
En Platón encontramos la expresión más antigua del racionalismo. Él estaba con-
vencido de que todo verdadero saber se distinguía por las notas de la necesidad lógica
y la validez universal. El mundo de la experiencia se encuentra en continuo cambio y
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cuando es necesario desde el punto de
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El conocimiento y sus corrientes epistemológicas
43
mudanza. Por tanto, no puede procurar un verdadero saber. Con los eléatas, Platón es-
taba convencido de que los sentidos no pueden conducirnos a un verdadero saber.
Con Plotino y San Agustín encontramos una variante. El primero coloca al mundo
de las ideas en el nous cósmico, o sea espíritu del universo. La parte racional de nuestra
alma es alimentada e iluminada continuamente desde arriba. Esta idea es recogida y
modificada en sentido cristiano por San Agustín. El Dios personal del cristianismo ocu-
pa el lugar del nous. Las ideas se convierten en las ideas creadas de Dios. El conocimien-
to tiene lugar siendo el espíritu humano iluminado por Dios. Las verdades y los
conceptos supremos son irradiados por él a nuestro espíritu. Pero San Agustín, sobre
todo en sus últimas obras, reconoce junto a este saber fundado en la iluminación divina
otra provincia del saber, cuya fuente es la experiencia. Sin embargo, ésta resulta una
provincia inferior del saber, y San Agustín opina que todo saber proviene de la razón
humana o iluminación divina. La médula de este racionalismo es, según esto, la teoría
de la iluminación divina. Podemos caracterizar con razón esta forma plotiniano-
agustiniana del racionalismo como racionalismo teológico.
Otra variante del racionalismo que alcanzó una importancia mayor en la Edad Mo-
derna cuyos exponentes fueron Descartes, padre de la filosofía moderna y Leibniz, su
sucesor; es la teoría de las ideas innatas, cuyas primeras huellas descubrimos ya en la
última época del Pórtico (Cicerón) y que había de representar un papel tan importante
en estos tiempos. Según ella, nos son innatos cierto número de conceptos, justamen-
te los más importantes, los fundamentales del conocimiento. Estos conceptos no proce-
den de la experiencia, sino que representan un patrimonio originario de la razón. Según
Descartes, se trataba de conceptos más o menos acabados. Leibniz opinaba que sólo
existen en nosotros en germen, potencialmente. Según él, hay ideas innatas en cuanto
que es innata a nuestro espíritu la facultad de formar ciertos conceptos independiente-
mente de la experiencia.
El valor del racionalismo consiste en haber percibido, y destacado, la significación
del factor racional en el conocimiento humano. Sin embargo, es exclusivista al erigir el
pensamiento en fuente única del conocimiento. Esto armoniza con su ideal de conoci-
miento, según el cual todo verdadero conocimiento posee necesidad lógica y validez
universal (Hessen, 2007, 41-48).
Con Kant, por influencia de Hume, el racionalismo se matizó y profundizó. El ra-
cionalismo kantiano radicó en la distinción entre la materia y la forma del conocimien-
to. Los dos elementos son igualmente necesarios para constituir un conocimiento. La
forma es a priori, que significa independiente de la experiencia. Al nivel de la sensibili-
dad, hay dos formas a priori, el espacio y tiempo. La materia, el contenido del conoci-
miento es, por el contrario, a posteriori y nos es dada por la experiencia sensible. Es tan
necesaria como la forma, pues sin ella el pensamiento sería vacío y no tendríamos nada
que conocer. Pero en definitiva gana el racionalismo, pues es la forma la que constituye
Epistemología y Metodología
44
los objetos. La sensibilidad por sí sola, nos da unas impresiones subjetivas, sin orden,
lazos o unidad. El espíritu es el que organiza los datos brutos de la sensibilidad según
sus propias leyes a priori, construye con sus impresiones objetos definidos, situados en
el espacio y tiempo, los cuales son relacionados por leyes, y son a la vez reales e inteligi-
bles (Verneaux, 2005, 55 y 56).
El empirismo
Fue Locke quien definió el empirismo contemporáneo al recoger en sus ensayos la sen-
tencia que afirmaba que nada hay en el intelecto que no haya estado antes en los senti-
dos. Locke se pronunció contra toda clase de a prioris, repudió toda creencia en ideas
innatas. La mente, dijo, no hace sino elaborar las sensaciones. La idea de sustancia no es
un a priori, sino un principio racional independiente, un agregado de impresiones (Vas-
concelos, 2009, 91).
A la tesis del racionalismo (de acuerdo con la cual el pensamiento, la razón, es la
auténtica fuente del conocimiento), el empirismo opone la antítesis donde afirma que
la experiencia es la única fuente del conocimiento humano. En opinión del empirismo,
no hay ningún patrimonio a priori de la razón. La conciencia cognoscente no saca sus
contenidos de la razón, sino de la experiencia. El espíritu humano está por naturaleza
vacío; es una tabla rasa, una hoja sin escribir y en la que se redacta la experiencia. Todos
nuestros conceptos, incluso los más generales y abstractos, proceden de la experiencia.
En tanto que el racionalismo se guía por una idea determinada, un ideal de cono-
cimiento, el empirismo tiene como punto de partida los hechos concretos. El niño em-
pieza por tener percepciones concretas. Sobre la base de estas percepciones llega a formar
representaciones generales y conceptos. Éstos nacen, por tanto, de la experiencia. Ésta se
presenta como la única fuente del conocimiento.
En tanto que los racionalistas casi siempre se originan en la matemática, los defen-
sores del empirismo, por lo general, provienen de las ciencias de la naturaleza. En éstas,
la experiencia representa el papel decisivo. Se trata, sobre todo, de comprobar exacta-
mente los hechos mediante una cuidadosa observación. El investigador está entregado a
la experiencia. Mientras el filósofo de orientación matemática llega fácilmente a con-
siderar el pensamiento como la única fuente del conocimiento, el filósofo procedente
de las ciencias de la naturaleza considerará
la experiencia como la fuente y la base de
todo el conocimiento humano.
Desde la antigüedad se pueden en-
contrar ideas empiristas. Primero las encon-
tramos en los sofistas y más tarde entre los estoicos y epicúreos. En los estoicos se
encuentra por primera vez la comparación del alma con una tabla por escribir, imagen
El empirismoŘ!$-(Ř,0 Ř'Ř
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El conocimiento y sus corrientes epistemológicas
45
que se repite continuamente desde entonces. Pero el desarrollo sistemático del empiris-
mo es obra de la Edad Moderna, en especial de la filosofía inglesa de los siglos XVII y
XVIII. Su verdadero fundador es John Locke (1632-1704), quien combate con toda deci-
sión la teoría de las ideas innatas. El alma es un papel blanco que la experiencia cubre
poco a poco con los trazos de su escritura. Hay una experiencia externa (sensación) y
una experiencia interna (reflexión). Los contenidos de la experiencia son ideas o repre-
sentaciones, simples o complejas; estas últimas se componen de ideas simples. Las cua-
lidades sensibles primarias y secundarias pertenecen a las ideas simples. Una idea
compleja es, por ejemplo, la idea de cosa o
sustancia, que es la suma de las propieda-
des sensibles de algo. Aunque todos los
contenidos del conocimiento proceden de
la experiencia, decía Locke, su valor lógico
no se limita a la experiencia. Hay, por el
contrario, verdades que son independien-
tes de la experiencia y, por tanto, univer-
salmente válidas. A ellas pertenecen las
verdades de la matemática. El fundamento
de su validez no reside en la experiencia,
sino en el pensamiento. Locke infringió el
principio empirista, admitiendo verdades
a priori.
David Hume (1711-1776) desarrolló
el empirismo de Locke. Hume dividió las
ideas de Locke en impresiones e ideas. Por
impresiones entendió las vivas sensaciones
que tenemos cuando vemos, oímos, toca-
mos, etc. Por ideas las representaciones de
la memoria y fantasía, menos vivas que las
impresiones y que surgen en nosotros so-
bre la base de éstas. Hume sentó este prin-
cipio: todas las ideas proceden de las
impresiones y no son nada más que sus co-
pias. Hume defendió el principio funda-
mental del empirismo, según el cual la
conciencia cognoscente sacó sus conte-
nidos, sin excepción, de la experiencia. Pero lo mismo que Locke, Hume reconoció
en la esfera matemática un conocimiento independiente de la experiencia y, por tan-
to, universalmente válido. Todos los conceptos de este conocimiento proceden de la
Eventos históricos
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6 d. C. Judea pasa a ser provincia
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Epistemología y Metodología
46
experiencia, pero las relaciones existentes entre éstos son válidas independientemente
de toda experiencia.
El filósofo francés Étienne Bonnot de Condillac (1715-1780), contemporáneo de
Hume, transformó en sensualismo al empirismo. Condillac reprochaba a Locke haber
admitido una doble fuente de conocimiento: la experiencia externa y la interna. Dijo
que por el contrario, sólo había una fuente de conocimiento, la sensación. El alma sólo
tiene originariamente una facultad, experimentar sensaciones. El pensamiento no es
más que una facultad refinada de experimentar sensaciones. De este modo queda esta-
tuido un riguroso sensualismo.
El empirismo en el siglo XIX, lo encontramos con el filósofo inglés John Stuart Mill
(1806-1873). Quien rebasó a Locke y Hume, reduciendo el conocimiento matemático a
la experiencia, como única base del conocimiento. No hay proposiciones a priori, válidas
independientemente de la experiencia. Hasta las leyes lógicas del pensamiento tienen la
base de su validez en la experiencia.
Si todos los contenidos del conocimiento proceden de la experiencia, el conoci-
miento humano parece encerrado de antemano dentro de los límites del mundo empíri-
co. El aporte del empirismo consiste en haber indicado enérgicamente la importancia de
la experiencia, frente a la posición racionalista. Pero el empirismo reemplaza un extremo
por otro, haciendo de la experiencia la única fuente del conocimiento. Ahora bien, esto
no puede hacerse, como conceden indirectamente Locke y Hume, al reconocer un saber
independiente de toda experiencia junto al fundado en ésta (Hessen, 2007, 48-52).
El intelectualismo
Es un término aplicado por Hegel a la filosofía de Plotino, significa que es el pensamien-
to puro. La idea de la filosofía plotiniana se distingue por un elevado idealismo, el cual,
por el lado del concepto, no es aún un idealismo acabado. El término ahora es usa-
do polémicamente por las filosofías de la vida y de la acción para designar la dirección
contraria a ellas, esto es, aquella según la cual el entendimiento (el pensamiento o la
razón) tiene una función predominante en el conocimiento y conducta del hombre
(Abbagnano y Fornero, 2007, 610).
El racionalismo y empirismo se oponen entre sí. Sin embargo, dondequiera que
haya antagonistas, siempre habrá quienes intenten mediar entre ellos. Uno de estos
intentos de mediación entre el racionalismo y el empirismo es aquella dirección epis-
temológica que puede denominarse in-
telectualismo. Mientras el racionalismo
considera el pensamiento como la fuente
y la base del conocimiento y el empirismo
la experiencia, el intelectualismo establece
En el intelectualismoāŘ'Ř 3+ -$ )$Ř
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  • 1. El conocimiento y sus corrientes epistemológicas 3 Contenido ą Mapa conceptual ą Objetivos ą Introducción ą Biografía filósofo ą Frase célebre ą Conceptos y definiciones ą Eventos históricos ą Conceptos clave ą Teoría general del conocimiento ą Anecdotario filosófico ą Cápsula cultural ą La posibilidad del conocimiento ą El origen del conocimiento ą La esencia del conocimiento ą Resumen ą Preguntas de revisión ą Lectura recomendada. El mundo de Sofía ą Glosario ą Bibliografía capítulo
  • 2. Objetivos Al finalizar la lectura del capítulo el estudiante será capaz de: ĆŘ *)* -Ř'.Ř+-$)$+' .Ř*--$ )/ .Ř +$./ (*'$.Ř Ř'Ř/ *-yŘ 'Ř*)*$($ )/*ĀŘ ĆŘ )/$!$-Ř'*.Ř+-$)$+' .Ř+-*' (.Ř Ř'Ř/ *-yŘ ) -'Ř 'Ř*)*$($ )/*Ā ĆŘ$! - )$-Ř'.Ř$1 -..Ř+*.$$*) .Ř,0 Ř.0( Ř'Ř+*.$$'$Ř 'Ř*)*$($ )/*Ā ĆŘ3+'$-Ř'*.Ř )!*,0 .Ř +$./ (*'$*.Ř,0 Ř. Ř )0 )/-)Ř )Ř 'Ř*-$ )Ř 'Ř *)*$($ )/*Ā ĆŘ .-$$-Ř'.Ř.*'0$*) .Ř!0)( )/' .Ř+- . )/ .Ř )Ř'Ř . )$Ř 'Ř*)*$($ )/*Ā La posibilidad del conocimiento El origen del conocimiento La esencia del conocimiento Ćś'Ř*(/$.(* Ćś'Ř . +/$$.(* ĆśŘ 'Ř.0% /$1$.(*Ř4Ř 'Ř- '/$1$.(* Ćś'Ř+-(/$.(* Ćś'Ř-$/$$.(* Ćś'Ř-$*)'$.(* Ćś'Ř (+$-$.(* Ćś'Ř$)/ ' /0'$.(* Ćś'Ř+-$*-$.(* Soluciones premetafísicas Ćś'Ř*% /$1$.(* Ćś'Ř.0% /$1$.(* Soluciones metafísicas Ćś'Ř- '$.(* Ćś'Ř$ '$.(* Ćś'Ř! )*( )'$.(* Soluciones teológicas Ćś Ř.*'0$)Ř(*)$./Ř 4Ř+)/ y./ Ćś Ř.*'0$)Ř0'$./Ř 4Ř/ y./ Problema general del conocimiento Hessen (2007) Mapa conceptual
  • 3. Epistemología y Metodología 30 Introducción El enfoque que se asuma en la investigación implicará una posición determinada ante la diversidad de corrientes epistemológicas, por lo que es necesario poner en retrospectiva las direcciones epistemológicas más importantes que han surgido hasta nuestros días. Para efectuar esta tarea se tomará como referencia la Teoría del conocimiento de Johannes Hessen (2007), obra que sitúa en un contexto no sólo expositivo sino crítico los desarro- llos de mayor relevancia en este campo. No se puede encontrar, en toda la antigüedad hasta la Edad Media, una teoría del conocimiento entendida como una disciplina filosófica independiente. En la filosofía antigua encontramos múltiples reflexiones epistemológicas, especialmente en Platón y Aristóteles. Sin embargo, las investigaciones epistemológicas están aún vinculadas a contextos metafísicos y psicológicos. La teoría del conocimiento, como disciplina autó- noma, aparece por primera vez en la Edad Moderna. Como su fundador debe conside- rarse al filósofo inglés John Locke. Su principal obra Ensayo sobre el entendimiento humano, que apareció en 1690, aborda de un modo sistemático las cuestiones del origen, esencia y certeza del conocimiento humano. Leibniz en su obra Nuevos ensayos sobre el entendi- miento humano, editada como póstuma en 1765, intentó refutar el punto de vista episte- mológico defendido por Locke. Con los resultados obtenidos por éste se edificaron nuevas construcciones; en Inglaterra, George Berkeley en su Tratado de los principios del conocimiento humano, 1710, y David Hume, en su obra maestra Tratado de la naturaleza humana, 1739-1740, y en Investigación sobre el entendimiento humano, 1748. Immanuel Kant aparece como el verdadero fundador de la teoría del conocimiento dentro del marco de la filosofía europea continental. En su obra maestra epistemológi- ca, la Crítica de la razón pura (1781), trata de dar una fundamentación crítica del conoci- miento científico de la naturaleza. Llama al método de que se sirve en ella, método trascendental. El cual no investiga el origen psicológico, sino la validez lógica del cono- cimiento. No pregunta, como el método psicológico, cómo surge el conocimiento, sino cómo es posible el conocimiento, sobre qué bases o qué supuestos supremos descansa. A causa de este método, a la filosofía de Kant se le conoce como trascendentalismo o criticismo. Fitche, sucesor inmediato de Kant, da por primera vez el título de teoría de la cien- cia a la teoría del conocimiento. Pero ya en él se manifiesta la confusión que surge entre la teoría del conocimiento y la metafísica, que se desborda en Schelling y Hegel, que también se encuentra de modo innegable en Schopenhauer y Eduard von Hartmann. El neokantismo se esforzó por trazar una separación entre los problemas epistemológicos y metafísicos. Pero puso tan en primer término los problemas epistemológicos, que la filosofía corrió el peligro de reducirse en la teoría del conocimiento. El neokantismo
  • 4. El conocimiento y sus corrientes epistemológicas 31 desenvolvió además la teoría kantiana del conocimiento en una dirección determinada. El exclusivismo originado por ello hizo surgir varias corrientes epistemológicas contra- rias. Es así como en la actualidad nos encontramos ante una multitud de direcciones epistemológicas, de las más importantes se van a abordar en este capítulo. Conceptos y definiciones Hessen (2007) adopta dos soluciones de la filosofía de su tiempo, sobre las que funda- menta su actitud filosófica. Éstas son el intuicionismo y la fenomenología. El primero es una posición filosófica, la segunda un método. La intuición, uno de los conceptos más antiguos y discutidos en toda la historia de la humanidad, tendría como función repre- sentar inmediatamente al objeto, o como se- ñala Ferrater Mora en su Diccionario filosófico, la intuición constituye “una visión directa e inmediata de la realidad o la comprensión di- recta e inmediata de una verdad”. Por otra par- te, la fenomenología, término que significa “ir a las cosas mismas”, es un método que consis- te, siguiendo a Ferrater, “en examinar todos los contenidos de la conciencia, pero no para determinar si son reales o no, ideales o imagi- narios, etc.”. La fenomenología “es una pura descripción de lo que se muestra a sí mismo” (Soto, prólogo en: Hessen, 2007). Si la intuición nos permite conocer in- mediatamente la realidad, y la fenomenología describirla tal como se aparece a la conciencia, sin ningún tipo de intermediarios, nos vemos obligados a aceptar el carácter de realidad de dos nociones que fueron tenazmente cuestio- nadas por el positivismo: la noción de sujeto y objeto. Las consecuencias del positivismo, que reducía la realidad a lo factual, esto es, a lo medible, observable, experimental y cuán- tico, produjeron el surgimiento de nuevas respuestas, como la fenomenología o el intui- cionismo, que elevaba al carácter de ciencia, disciplinas del espíritu que habían sido reducidas a la estadística o que habían desaparecido. John Locke (1632-1704) *(- Ř+*'$!]/$*Ř04.Ř actividades alcanzaron una $1 -.$Ř Ř(+*.āŘ ./0- $Ř )Ř'Ř)$1 -.$Ř Ř Oxford doctorándose en ( $$)ăŘ/($])Ř. Ř Ė . (+ ›Ř*(*Ř$+'*(7/$*āŘ / '**āŘ *)*($./āŘ+-*! - .*-Ř Ř-$ *Ř)/$0*Ř4Ř- /-$ĀŘ.-$$Ř$1 -.*.Ř*0- ( )/*.Ř!$'*.!$*.Ř Ř- )*(- Ř4Ř. )/Ř'.Ř. .Ř 'Ř + ).($ )/*Ř+*'yŘ /$*Ř'$ -'āŘ($.(*Ř,0 Ř#Ř % -$*Ř0)Ř $)!'0 )$Ř $.$1Ř.*- Ř'Ř*)./-0$)Ř Ř'Ř*)./$/0- $)Ř+*'y/$Ř 'Ř $)*Ř)$*ĀŘ)/- Ř.0.Ř($*.Ř!$0-)Ř $1 -*.Ř$ )/y!$*.Ř Ř'Ř]+*Ř*(*Ř .Ř 2/*)Ā Ř )/-*Ř Ř'Ř!$'*.*!yāŘ * Ř- +- . )/Ř 'Ř'7.$*Ř (+$-$.(*Ř$)'].Ř( .0-*Ř4Ř. - )*ĀŘ )/-*Ř Ř.0.Ř *-.Ř ./)ĂŘEnsayo sobre el entendimiento humanoāŘ Cartas sobre la toleranciaāŘEnsayo sobre el gobierno civil 4ŘPensamiento sobre la educaciónĀŘ ŘÇ'/$(Ř+-/ Ř Ř.0Ř 1$Ř. Ř $ŘŘ/- .Ř($)$./-/$1.Ř4Ř *)($.ĀŘ 0-$Ř )Ř/ .āŘ 'Ř÷þŘ Ř*/0- Ř ŘöýõúŘĝ'/āŘ÷õõÿĞāŘ ĝ0/$]-- 5āŘöÿÿþĞĀ
  • 5. Epistemología y Metodología 32 La filosofía de Comte se identifica con el positivismo. La reforma que quiso impo- ner a la filosofía consistió en trasladar el método de la ciencia natural a los temas meta- físicos que permanecían envueltos en la oscuridad. En otras palabras, servirse del método científico (o positivo como prefería decir Comte) para tratar los asuntos huma- nos, morales y sociales, y resolverlos mediante el descubrimiento de las leyes de la física social (Lasaga, 2009, 110). La intuición, específicamente, abre la posibilidad de hablar del yo en el sentido de que sólo puede haber intuición, primero si existe un sujeto y segundo si existe una rea- lidad que pueda ser intuida. Partiendo de que la fenomenología presupone la existencia del objeto, en tanto que sólo se ocupa de captarlo tal como aparece a la conciencia, se observa cómo se refuerza algo que para Hessen es esencial, y es la condición de existencia previa de la realidad: conocemos algo que ya existe. Se aprecia la influencia de Platón, o para ser exactos, del neoplatonismo, pues fue San Agustín el canal por el cual Hessen llegó a penetrar el pen- samiento del filósofo griego. Hessen resolvió el problema de determinar qué es la ver- dad, al utilizar, como se acaba de ver, dos posiciones filosóficas contemporáneas, pero retorna a una respuesta clásica: “la verdad es la armonía entre pensamiento y realidad” (Soto, prólogo en: Hessen, 2007). Teoría general del conocimiento La teoría del conocimiento es una explicación o interpretación especulativa del conoci- miento humano. Hace falta observar con rigor y describir con exactitud lo que llamamos conocimiento, este peculiar fenómeno de conciencia. Hagámoslo tratando de aprehen- der los rasgos esenciales generales del fenómeno mediante la autorreflexión sobre lo que vivimos cuando hablamos del conocimiento. A este método se le llama fenome- nológico, el cual aspira a aprehender la esencia general en el fenómeno concreto. No describe un proceso de conocimiento determinado, no trata de establecer lo que es pro- pio de un conocimiento determinado, sino lo esencial a todo conocimiento, en qué consiste su estructura general (Hessen, 2007). Al emplear el método fenomenológico, los rasgos fundamentales del fenómeno del conocimiento se nos presentan de la siguiente manera. En el conocimiento están, frente a frente, la conciencia y el objeto, el sujeto y el objeto. El conocimiento se presenta como una relación entre estos miembros, que per- manecen en ella separados el uno del otro. El dualismo de sujeto y objeto pertenece a la esencia del conocimiento. La relación entre estos miembros es una correlación. Donde el sujeto sólo es sujeto para un objeto y el objeto sólo es objeto para un sujeto. Ambos sólo son lo que son en cuanto son para el otro. Pero esta correlación no es reversible. Ser
  • 6. El conocimiento y sus corrientes epistemológicas 33 sujeto es algo completamente distinto que ser objeto. La función del sujeto consiste en aprehender el objeto, la del objeto en ser aprehensible y aprehendido por el sujeto. El conocimiento presenta tres elementos principales: el sujeto, la imagen y el obje- to. Por el sujeto se entiende al fenómeno del conocimiento que toca con la esfera psico- lógica; por imagen a la lógica; por el objeto a la ontológica. Como proceso psicológico en un sujeto, el conocimiento es objeto de la psicología. Sin embargo, se ve en seguida que la psicología no puede resolver el problema de la esencia del conocimiento huma- no. Pues éste consiste en una aprehensión espiritual de un objeto, como lo revela la fe- nomenología. La psicología, al investigar los procesos del pensamiento, prescinde por completo de esta referencia al objeto. La psicología dirige su mirada, al origen y curso de los procesos psicológicos. Ésta pregunta cómo tiene lugar el conocimiento, pero no si es verdadero, esto es, si concuerda con el objeto. La cuestión de la verdad del conocimien- to se halla fuera de su alcance. Si, no obstante, intentase resolver esta cuestión transitaría a un orden de cosas completamente distinto. En esto reside el fundamental error del psicologismo. En lo que se refiere a la imagen, el fenómeno del conocimiento se sitúa dentro de la esfera lógica. La imagen del objeto en el sujeto es un ente lógico y, como tal, objeto de la lógica. Pero también se ve que la lógica no puede resolver el problema del conocimien- to. Ella investiga los entes lógicos como tales, su arquitectura íntima y sus relaciones mutuas. El problema epistemológico se halla también fuera de la esfera lógica. Cuando se desconoce este hecho, decimos que se cae en el logismo (Hessen, 2007, 20). En cuanto al tercer elemento, el conocimiento humano se acerca a la esfera ontoló- gica. El objeto hace frente a la conciencia cognoscente como algo que es, trátese de un ser ideal o real. El ser, por su parte, es objeto de la ontología. Pero también ésta no pue- de resolver el problema del conocimiento. Así como no puede eliminarse del conoci- miento el objeto, tampoco puede eliminarse el sujeto. Ambos pertenecen al contenido esencial del conocimiento humano, como nos ha revelado la consideración fenomeno- lógica. Cuando se desconoce esto y se ve el problema del conocimiento exclusivamente desde el objeto, se tiene como resultado la posición del ontologismo. Ni la lógica, ni la ontología pueden resolver el problema del conocimiento. Éste constituye un hecho totalmente particular e independiente. Si queremos darle un nom- bre especial, podemos hablar de un hecho gnoseológico. Lo que decimos con esto es que hacemos referencia de nuestro pensamiento a los objetos, la relación del sujeto y el objeto, que no cabe en ninguna de las tres disciplinas nombradas, como se ha visto, y que funda, por tanto, una nueva disciplina: la teoría del conocimiento. También la consideración fenomenológica conduce a reconocer la teoría del conocimiento como una disciplina filosófica independiente (Hessen, 2007, 21). Según la concepción de la conciencia natural, el conocimiento consiste en forjar una imagen del objeto y la verdad del conocimiento es la concordancia de esta imagen
  • 7. Epistemología y Metodología 34 con el objeto. Pero averiguar si esta concepción está justificada es algo que se encuentra más allá del alcance del problema fenomenológico. El método fenomenológico sólo puede dar una descripción del fenómeno del conocimiento. Sobre la base de esta des- cripción fenomenológica hay que intentar una explicación e interpretación filosóficas, una teoría del conocimiento. Ésta es la misión propia de la teoría del conocimiento (Hessen, 2007, 21 y 22). Los fenomenólogos, con frecuencia, pasan por alto este hecho, creyendo resolver el problema del conocimiento mediante la simple descripción del fenómeno del co- nocimiento. Pero esto es desconocer que la fenomenología y la teoría del conoci- miento son cosas distintas. La fenomenología sólo puede poner a la luz la efectiva realidad de la concepción natural, pero nunca decidir sobre su justeza y verdad. Esta cuestión crítica se halla fuera de la esfera de su competencia. Otra manera de expresar esta idea es afirmar que la fenomenología es un método, pero no una teoría del cono- cimiento. Como método nos lleva al conocimiento de las esencias, que es tradicional- mente la meta de la filosofía. Es un conocimiento evidente y fundado en la intuición; pero no es una intuición sensible, sino eidética, es decir, de esencias (eidos) (Marías, 2008, 374). La fenomenología trata de un método que consiste en describir el fenómeno, es decir, aquello que se nos da de manera inmediata (el fenómeno es lo que aparece ante la conciencia). Husserl se orienta por el método de reducción, mediante el cual pone al mundo real entre paréntesis, enfilándose hacia un idealismo trascendental. Las cosas constituyen lo dado, aquello que vemos y que está delante de nuestra conciencia. Lo que se da se llama fenómeno y significa lo que aparece, lo que está patente ante la concien- cia. De esta manera, el rigor al que nos introduce la fenomenología consiste en no ad- mitir lo que no podamos verificar (Escobar y Albarrán, 2002, 96-98). La descripción del fenómeno del conocimiento sólo es significativa a manera de introducción. Su misión no es resolver el problema del conocimiento, sino conducirnos hasta éste. La descripción fenomenológica puede y debe descubrir los problemas que se presentan en el fenómeno del conocimiento y hacer que tomemos conciencia de ellos. Si profundizamos en la descripción del fenómeno del conocimiento, encontramos que son, principalmente, cinco problemas los que están implícitos en los datos fenome- nológicos. Hemos visto que el conocimiento significa una relación entre un sujeto y un objeto, que entran, por decirlo así, en contacto mutuo; el sujeto aprehende el objeto. Lo primero que cabe preguntar es, por consiguiente, si esta concepción de la conciencia natural es justa, si tiene lugar realmente este contacto entre sujeto y objeto. ¿Puede el sujeto aprehender realmente al objeto? Ésta es la cuestión de la posibilidad del conocimien- to humano. Al analizar la estructura del sujeto cognoscente surge otro problema, es dualista. El hombre es un ser espiritual y sensible. Por consiguiente distinguimos un conocimiento
  • 8. El conocimiento y sus corrientes epistemológicas 35 espiritual y uno sensible. La fuente del primero es la razón; la del último, la experiencia. Se pregunta de qué fuente saca principalmente sus contenidos la conciencia cognoscen- te. ¿Es la razón o experiencia la fuente y base del conocimiento humano? Esa es la cues- tión del origen del conocimiento. Al centrar la atención en la relación entre sujeto y objeto, se llega al verdadero pro- blema que presenta la teoría del conocimiento. En la descripción fenomenológica se caracteriza esta relación como una determinación del sujeto por el objeto. Pero también cabe preguntarse si esta concepción de la conciencia natural es la justa. Filósofos importantes han definido esta relación en el sentido contrario. Según ellos, la verdadera situación es justamente la inversa: no es el objeto el que determina al sujeto, sino el sujeto quien lo determina. La conciencia cognoscente no se conduce receptivamente frente a su obje- to, sino activa y espontáneamente. Cabe entonces preguntarse, ¿cuál de las dos interpretaciones del fenómeno del conocimiento es la justa? Este problema lo pode- mos designar como la cuestión de la esencia del conocimiento humano. Al hablar del conocimiento, se ha considerado de manera exclusiva una aprehen- sión racional del objeto. Cabe preguntarse si además de este conocimiento racional hay un conocimiento de otra especie, uno intuitivo, en oposición al discurso racional. Ésta es la cuestión de las formas del conocimiento humano. Un último problema de la descripción fenomenológica: la cuestión del criterio de la verdad. Si hay un conocimiento verdadero, ¿en qué podemos conocer esta verdad? ¿Cuál es el criterio que nos dice, en el caso concreto, si un conocimiento es o no verda- dero? (Hessen, 2007, 22-24). El problema del conocimiento se divi- de en cinco problemas parciales: a) la posi- bilidad del conocimiento, b) el origen del conocimiento, c) la esencia del conocimien- to, d) las especies del conocimiento, y e) el criterio de la verdad. Los tres primeros se- rán expuestos en este capítulo. g,ASÞDECISIONESÞkLOS£kCASÞNOÞ SONÞOTRAÞCOSAÞQUEÞRElEXIONESÞ SOBREÞLAÞVIDAÞORDINARIA Þ METODIZADASÞYÞCORREGIDASu $AVIDÞ(UMEÞ Ř .$)Ř*)Ř 'Ř/]-($)*Ř dogmatismoŘĝ 'Ř-$ *ŘdogmaāŘ */-$)Ř!$%ĞŘŘ0)Ř+*.$$)Ř +$./ (*'$Ř,0 ŘÇ)Ř)*Ř )!- )/Ř 'Ř+-*' (Ř 'Ř*)*$($ )/*Ā Ř 'Ř*(/$.(*ŘŘ+*-Ř.0+0 ./.Ř 'Ř+*.$$'$Ř4Ř'Ř- '$Ř 'Ř *)//*Ř )/- Ř.0% /*Ř4Ř*% /*Ā La posibilidad del conocimiento El dogmatismo El significado del término ha sido fijado por la oposición que los escépticos establecie- ran entre los filósofos dogmáticos. Desde este punto de vista, son dogmáticos todos los filósofos no escépticos. En el léxico filosófico actual se habla de dogmatismo a propósito
  • 9. Epistemología y Metodología 36 de quienes tienden a dar por intocables sus propias teorías, sin estar dispuestos a discu- tirlas críticamente y, mucho menos, a revisarlas o refutarlas (Abbagnano y Fornero, 2007, 330 y 331). Se designa con el término dogmatismo (del griego dogma, doctrina fijada) una po- sición epistemológica que aún no enfrenta el problema del conocimiento. El dogmatis- mo da por supuestas la posibilidad y la realidad del contacto entre sujeto y objeto. El motivo por el cual el conocimiento aún no constituye un problema para el dogmatismo, tiene su origen en una noción deficiente de la esencia del conocimiento. El contacto entre sujeto y objeto no puede parecer problemático a quien no ve que el conocimiento representa una relación. Y esto es lo que le sucede al dogmático. No ve que el conoci- miento es por esencia una relación entre el sujeto y un objeto. Cree por el contrario, que los objetos del conocimiento nos son dados absolutamente y no por obra de la función intermediaria del conocimiento. El dogmático no ve esta función. Esto pasa, no sólo en el terreno de la percepción, también en el del pensamiento. Según la concepción del dogmatismo, los objetos de la percepción y del pensamiento nos son dados de la misma manera: directamente en su corporeidad. También los valores existen, pura y simplemente para el dogmático. Podemos hablar de dogmatismo teórico, ético y religioso. La primera forma del dogmatismo se refiere al conocimiento teórico; las dos últimas, al conocimiento de los valores. En el dogmatismo ético se trata del conocimiento moral; en el religioso del religioso. El dogmatismo, al ser la actitud propia del hombre ingenuo, es la más antigua y primigenia posición, tanto en el sentido psicológico como histórico. En el periodo ori- ginario de la filosofía griega domina de un modo casi general. Las reflexiones epistemo- lógicas no aparecen, en general, entre los presocráticos (los filósofos jonios de la naturaleza, los eléatas, Heráclito y los pitagóricos). Estos pensadores estaban animados por una confianza ingenua en la capacidad de la razón humana. Vueltos por entero ha- cia el ser, la naturaleza, no sienten que el conocimiento mismo es un problema. Éste se plantea con los sofistas. Son ellos los que plantean, por primera vez, el problema del conocimiento y hacen que el dogmatismo, en sentido estricto, resulte imposible para siempre dentro de la filosofía (Hessen, 2007, 25-27). El escepticismo Si fuese necesario dar una definición que conviniese a todas las formas de escepticismo que presenta la historia, nos arriesgaríamos con ésta: es el movimiento de disolución de un dogmatismo. Se comprende, por tanto, que haya diferentes formas y diferentes gra- dos de escepticismo. El escepticismo adopta diversas formas según el dogmatismo al que se oponga (Verneaux, 2005, 32).
  • 10. El conocimiento y sus corrientes epistemológicas 37 Extrema se tangunt, los extremos se tocan. Esta afirmación también tiene validez en el ámbito de la epistemología. El dogmatismo se convierte, muchas veces, en su contra- rio, en el escepticismo. Mientras aquél considera la posibilidad de un contacto entre el sujeto y el objeto como algo comprensible de suyo, éste la niega. Según el escepticismo, el sujeto no puede aprehender al objeto. El conocimiento, en el sentido de una aprehen- sión real del objeto, es imposible. Por eso no debemos pronunciar ningún juicio, sino abstenernos totalmente de juzgar. En tanto que el dogmatismo, de cierta manera, pasa por alto al sujeto, el escepticis- mo no percibe el objeto. Su vista se fija tan exclusivamente en el sujeto, en la función del conocimiento, que ignora por completo la significación del objeto. Su atención se dirige a los factores subjetivos del conocimiento. De este modo escapa a su vista el objeto, que es tan necesario para que tenga lugar el conocimiento, puesto que representa una rela- ción entre un sujeto y objeto. El escepticismo tiene lugar primordialmente en la antigüedad. Su fundador fue Pirrón de Elis (360-270). Según él, no se llega a un contacto del sujeto y objeto. A la conciencia cognoscente le es imposible aprehender su objeto. No hay conocimiento, ni juicio verdadero por lo que Pirrón recomienda la abstención de todo juicio. En la filosofía moderna encontramos exponentes del escepticismo. El que aquí se encuentra, la mayoría de las veces, no es radical y total, sino se trata de un escepticismo especial. En el filósofo francés Michel de Montaigne (1533-1592) se nos muestra, ante todo, un escepticismo ético;1 en David Hume, uno metafísico.2 En René Descartes, que proclama el derecho a la duda metódica, no existe un escepticismo de principio, sino uno metódico.3 El escepticismo metafísico es llamado habitualmente positivismo. Según esta posi- ción, que se remonta a Auguste Comte (1797-1857), debemos atenernos a lo positiva- mente dado, a los hechos inmediatos de la experiencia y guardarnos de toda especu- lación metafísica. Para el escepticismo re- ligioso usamos la denominación de agnos- ticismo. Esta posición, fundada por Herbert Spencer (1820-1903), afirma la incognos- cibilidad de lo absoluto. En la historia de la filosofía el escepticismo se presenta como 1 Según este escepticismo es imposible el conocimiento moral. 2 Cuando el escepticismo se refiere sólo al conocimiento metafísico se habla entonces de un escepticismo metafísico. 3 El escepticismo metódico consiste en empezar poniendo en duda todo lo que se presenta a la conciencia natural como verdadero y cierto, para eliminar de este modo todo lo falso y llegar a un saber absoluta- mente seguro. Ç)Ř 'ŘescepticismoāŘ 'Ř.0% /*Ř )*Ř+0 Ř+- # ) -Ř'Ř*% /*ĀŘ 'Ř*)*$($ )/*āŘ )Ř 'Ř. )/$*Ř Ř0)Ř+- # ).$)Ř- 'Ř 'Ř*% /*Ř .Ř$(+*.$' ĀŘ*-Ř .*Ř)*Ř (*.Ř +-*)0)$-Ř)$)Ç)Ř%0$$*āŘ.$)*Ř ./ ) -)*.Ř/*/'( )/ Ř Ř%05-Ā
  • 11. Epistemología y Metodología 38 la antípoda del dogmatismo. Mientras éste llena a los pensadores e investigadores de una confianza excesiva en la capacidad de la razón humana, aquél mantiene despierto el sentido de los problemas (Hessen, 2007, 27-32). El subjetivismo y el relativismo El subjetivismo sostiene que el valor debe su existencia, sentido o validez a reacciones ya sean fisiológicas o psicológicas del sujeto que valora. A diferencia del objetivismo, el subjetivismo axiológico sostiene que el sujeto es esencial o imprescindible, en toda va- loración, pues si no existe un sujeto encargado de valorar las cosas, el valor no es posi- ble. En lugar de decir, como el objetivismo, que los valores son en sí y por sí, el subjetivismo dirá que los valores son para mí (Escobar y Albarrán, 2002, 58). El escepticismo afirma que no existe verdad alguna. No llegan tan lejos el subjeti- vismo y relativismo. Según éstos, hay verdades pero éstas tienen una validez limitada. No hay ninguna verdad válida universal- mente. El subjetivismo, como ya lo indica su nombre, limita la validez de la verdad al sujeto que conoce y juzga. Éste puede ser tanto el sujeto individual o el individuo humano como el sujeto general o géne- ro humano. En el primer caso se tiene un subjetivismo individual; en el segundo, un subjetivismo general. Para el subjetivismo general hay verdades supraindividuales, pero no verdades válidas universalmente. Nin- gún juicio es válido más que para el género humano. Existe, en todo caso, la posibilidad de que el mismo juicio, que es verdadero para los hombres, sea falso para seres de dis- tinta especie. El relativismo se asemeja en mucho al escepticismo, según él, tampoco existe nin- guna verdad absoluta que tenga una validez universal; toda verdad es relativa, su validez sólo es limitada. El escepticismo niega que pueda conocerse la verdad; el relativismo admite que todo puede ser verdad, pero que ésta es relativa: hay un relativismo indivi- dual y otro específico; la verdad, y la validez de los principios, estarían restringidos a la especie humana (Marías, 2008, 369). El subjetivismo y el relativismo, del mismo modo que el escepticismo, aparecen desde la antigüedad. Los representantes clásicos del subjetivismo son los sofistas. Su tesis fundamental tiene su expresión en el conocido principio de Protágoras (siglo V a. C.): el hombre es la medida de todas las cosas. Este principio del homo mensura, 'Ř . +/$$.(*Ř!$-(Ř,0 Ř)*Ř 3$./ Ř 1 -Ř'0)ĀŘ*Ř'' )Ř/)Ř' %*.Ř 'Ř subjetivismoŘ4Ř 'ŘrelativismoĀŘ Ç)Ř ]./*.āŘ#4Ř1 - .Ř+ -*Ř]./.Ř/$ ) )Ř 0)Ř1'$ 5Ř'$($/ĀŘ*Ř#4Ř)$)0)Ř 1 -Ř17'$Ř0)$1 -.'( )/ ĀŘ El subjetivismoāŘ*(*Ř4Ř'*Ř$)$Ř.0Ř )*(- āŘ'$($/Ř'Ř1'$ 5Ř Ř'Ř1 -Ř 'Ř.0% /*Ř,0 Ř*)* Ř4Ř%05ĀŘ
  • 12. El conocimiento y sus corrientes epistemológicas 39 como se le llama abreviadamente, está formulado en el sentido de un subjetivismo in- dividual con suma probabilidad. En el fondo, tanto el subjetivismo como el relativismo son versiones del escepticis- mo. Ya que también niegan la verdad, si bien no en forma directa como el escepticismo, sí de modo indirecto al atacar la universalidad de su validez (Hessen, 2007, 32-34). El pragmatismo Durante el siglo XIX predominó en Estados Unidos la filosofía idealista, cuyos más altos representantes fueron Ralph Waldo Emerson y, en forma más técnica, tanto Josiah Royce como el positivismo. Pero la filosofía norteamericana de mayor importancia hasta nuestros días ha sido el pragamtismo fundado por C. S. Peirce y Williams James, que fue continuado por John Dewey. El pragmatismo, que es primordialmente una filosofía de la acción, prosigue, en parte, la línea del pensamiento empirista inglés (Xirau, 2008, 396). Ferdinand Schiller consideraba su propio pensamiento, el humanismo, como un pragmatismo más amplio, que se extiende a todas las disciplinas filosóficas. Como el pragmatismo, Schiller sostuvo que la verdad depende de las consecuencias prácticas; como toda la vida mental tiene finalidad y esos fines son los del ente que somos noso- tros, todo conocimiento queda subordinado a la naturaleza humana y a sus necesidades fundamentales (Marías, 2008, 364). El escepticismo constituye una actitud esencialmente negativa. Implica la negación de toda posibilidad de conocimiento. El escepticismo toma un sesgo positivo en el moderno pragmatismo. Como el escepticismo, también el pragmatismo abandona el concepto de la verdad en el sentido de la concordancia entre el pensamiento y el ser. Pero el pragmatismo no se detiene en esta negación, sino que reemplaza el concepto abandonado por uno nuevo de la verdad. Según el pragmatismo, el hombre no es en primer término un ser teórico o pensante, sino un ser práctico, de voluntad y acción. Su intelecto está íntegramente al servicio de su voluntad y acción. El intelecto es dado al hombre, no para investigar y conocer la verdad, sino para orientarse en la realidad. El conocimiento humano recibe su sentido y valor de su destino práctico. Su verdad con- siste en concordar los pensamientos con los fines prácticos del hombre, en que aquéllos resulten útiles y provechosos para la conduc- ta práctica de éste. Se considera como verdadero padre del pragmatismo al filósofo americano William James (1842-1910), a él también se le atribuye la denominación de pragmatismo. Otro representante de esta corriente es el filósofo inglés Schiller, que propuso para ésta el Ç)Ř 'ŘpragmatismoāŘ 'Ř#*(- Ř)*Ř .Ř )Ř+-$( -Ř/]-($)*Ř0)Ř. -Ř/ -$*Ř*Ř + ).)/ āŘ.$)*Ř0)Ř. -Ř+-7/$*āŘ Ř 1*'0)/Ř4Ř$)ĀŘ
  • 13. Epistemología y Metodología 40 nombre de humanismo. El pragmatismo encontró adeptos en Alemania. Entre ellos se cuenta a Friedrich Nietzsche (1844-1900). A partir de su concepto naturalista y volunta- rista del ser humano, enseña: la verdad no es un valor teórico, sino sólo una expresión para designar la utilidad, aquella función del juicio que conserva la vida y sirve a la vo- luntad de poder. También la filosofía del como sí, de Hans Vaihinger, pisa terreno prag- matista. Vaihinger se apropió de la concepción de Nietzsche. Según él era el hombre, en primer término, un ser activo. El intelecto no le había sido dado para conocer la verdad, sino para obrar. Finalmente, Georg Simmel defendió el pragmatismo en su filosofía del dinero. Según él eran verdaderas aquellas representaciones que han resultado ser moti- vos de acción adecuada y vital. El error primordial del pragmatismo consiste en pasar por alto la esfera lógica, al ignorar el valor intrínseco del pensamiento humano. El pensamiento y el conocimiento están ciertamente en la conexión más estrecha con la vida, porque están insertos en la totalidad de la vida psíquica humana; el acierto y el valor del pragmatismo radican en la continua referencia a esta conexión. Pero esta la relación entre el conocimiento y la vida no debe inducirnos a ignorar la autonomía del primero y hacer de éste una mera función de la vida (Hessen, 2007, 35-38). El criticismo En el fondo, tanto el subjetivismo como el relativismo y pragmatismo son variantes del escepticismo. La antítesis de éste es, como hemos visto, el dogmatismo. Pero hay una tercera posición que resolvería la antítesis en una síntesis. La posición intermedia entre el dogmatismo y escepticismo se llama el criticismo. El criticismo comparte con el dogma- tismo la confianza en la razón humana. El criticismo está convencido de que es posi- ble el conocimiento de que hay una verdad. Pero mientras esta confianza induce al dog- matismo a aceptar despreocupadamente, por decirlo así, todas las afirmaciones de la razón humana y a no reconocer limitantes al poder del conocimiento humano, el criticismo, próximo en esto al escepticismo, une a la confianza en el conocimiento humano, la desconfianza hacia todo conocimiento deter- minado. El criticismo examina todas las afirmaciones de la razón humana y no acepta nada despreocupadamente. Dondequiera pregunta por los motivos y pide cuentas a la razón humana. Su conducta no es dogmática ni escéptica, sino reflexiva y crítica. Es un término medio entre la temeridad dogmática y la desesperación escéptica. En cualquier lugar en donde aparezca la reflexión epistemológica se dan brotes de criticismo. Así ocurrió en la antigüedad con Platón, Aristóteles y entre los estoicos; en la edad moderna, con Descartes, Leibniz, y todavía más con Locke y Hume. El verdadero El criticismoŘ 3($)Ř/*.Ř'.Ř !$-($*) .Ř Ř'Ř-5)Ř#0()Ř4Ř)*Ř +/Ř)Ř .+- *0+( )/ ĀŘ
  • 14. El conocimiento y sus corrientes epistemológicas 41 fundador del criticismo fue, sin embargo, Kant cuya filosofía se llama criticismo. Se de- nota así, a aquella teoría que estudia el alcance y los límites del conocimiento humano (Xirau, 2008, 529). Kant llegó a esta posición después de pasar por el dogmatismo y escepticismo. Estas posiciones son, según él, exclusivistas. Una tiene “una confianza ciega en el poder de la razón humana”; la otra es “la desconfianza hacia la razón pura, adoptada sin previa crítica”. El criticismo supera ambos exclusivismos. El criticismo es “aquel método de filosofar que consiste en investigar las fuentes de las propias afirma- ciones y objeciones, además de las razones en que las mismas descansan y el método que da la esperanza de llegar a la certeza”. Esta posición parece la más madura en com- paración con las otras: “El primer paso en las cosas de la razón pura, el que caracteriza la infancia de la misma, es dogmático. El segundo paso es escéptico y atestigua la pre- caución del juicio, aleccionado por la experiencia. Pero es necesario un tercer paso, el del juicio maduro y viril”. En cuanto a la posibilidad del conocimiento, el criticismo es la única posición equilibrada. Lo que no significa que debamos aceptar la filosofía kantiana. Es menester distinguir entre el criticismo como método y como sistema. En Kant el criticismo signi- fica ambas cosas, no sólo el método de que el filósofo se sirve y que opone al dogma- tismo y al escepticismo, sino también el resultado determinado a que llega con ayuda de este método. El criticismo de Kant representa, por tanto, una forma es- pecial del criticismo general. Al designar el criticismo como la única posición justa, pensamos en el criticismo general, no en la forma especial que ha encontrado en Kant. Admitir el criticismo general no significa otra cosa que reconocer la teoría del cono- cimiento como una disciplina filosófica independiente y fundamental (Hessen, 2007, 38-40). El origen del conocimiento Decir que el sol calienta la piedra presenta, según esto, dos elementos, de los cuales uno procede de la experiencia, el otro del pensamiento. Cabe preguntar, ¿cuál de estos dos factores es el decisivo? La conciencia cognoscente, ¿se apoya preferentemente, o incluso Anecdotario filosófico 0)*Ř' (*.Ř'Ř$*-!yŘ Ř (()0 'Ř )/Ř. Ř- !' %Ř0)Ř1$Ř *- )Ř4Ř( .0Ř -ĀŘ Ř -) ./Ř..$- -āŘ*( )/Ř,0 ŘŘ /- Ř )/ŘŘ0)Ř+. *Ř.$ (+- ŘŘ 'Ř($.(Ř#*-Ř+*-Ř'.Ř'' .Ř Ř £)$. -āŘ4Ř -Ř/)Ř+0)/0'Ř,0 Ř'*.Ř #$/)/ .Ř Ř'Ř$0āŘ+ ).Ř'*Ř 1 y)Ř1 )$-āŘ+*)y)Ř.0.Ř- '*% .ŘŘ'Ř #*-Ř4Ř' .Ř)Ř0 -āŘ+0 ./*Ř,0 Ř '*.Ř- '*% .Ř Ř,0 ''*.Ř/$ (+*.Ř)*Ř -)Ř+- $.*.Ř4Ř/ )y)ŘŘ- /-.-. Ř #./Ř1-$*.Ř($)0/*.Ř'ŘyŘŘĝ *)-*4āŘ bolpressāŘ÷õõýĞĀ
  • 15. Epistemología y Metodología 42 exclusivamente, en la experiencia o el pensamiento?, ¿de cuál de las dos fuentes de co- nocimiento saca sus contenidos?, ¿dónde reside el origen del conocimiento? Quien, por ejemplo, vea en el pensamiento humano, en la razón, la única base del conocimiento, estará convencido de la especificidad y autonomía psicológicas de los procesos del pensamiento. A la inversa, aquel que funde todo conocimiento en la expe- riencia, negará la autonomía del pensamiento, incluso en sentido psicológico. El racionalismo Se denomina racionalismo (de ratio, razón) a la posición epistemológica que ve en el pensamiento, esto es, en la razón, la fuente principal del conocimiento humano. De acuerdo con ella, un conocimiento en rea- lidad sólo amerita esta denominación cuan- do es necesario desde el punto de vista lógico y su validez es universal. Los juicios fundados en el pensamiento, los proce- dentes de la razón, poseen necesidad lógi- ca y validez universal; los demás no. Todo verdadero conocimiento se funda, según el racionalismo, en el pensamiento. Éste es, por tanto, la verdadera fuente y base del cono- cimiento humano. El racionalismo es la tendencia inversa al empirismo. Su principal argumento se enfoca en la impotencia del empirismo para explicar el conocimiento intelectual, espe- cialmente el conocimiento científico, que rebasa manifiestamente los datos brutos de la sensibilidad (Verneaux, 2005, 54-57). Es evidente que un conocimiento determinado ha servido como modelo a la inter- pretación racionalista de éste. No implica dificultad alguna el decir de cual se trata: es el conocimiento matemático. Éste es un conocimiento predominantemente conceptual y deductivo. En la geometría, por ejemplo, todos los conocimientos se derivan de algu- nos conceptos y axiomas supremos. El pensamiento impera con absoluta independen- cia de toda experiencia, al seguir sus propias leyes. Todos los juicios que formula se distinguen por las notas de la necesidad lógica y la validez universal. Cuando se inter- preta y concibe todo el conocimiento humano con arreglo a esta forma del conoci- miento se llega al racionalismo. Casi todos los representantes del racionalismo proceden de la matemática. En Platón encontramos la expresión más antigua del racionalismo. Él estaba con- vencido de que todo verdadero saber se distinguía por las notas de la necesidad lógica y la validez universal. El mundo de la experiencia se encuentra en continuo cambio y Ř )*($)Řracionalismo (de ratioāŘ -5)ĞŘŘ'Ř+*.$$)Ř +$./ (*'$Ř ,0 Ř1 Ř )Ř 'Ř+ ).($ )/*āŘ ./*Ř .āŘ )Ř'Ř-5)āŘ'Ř!0 )/ Ř+-$)$+'Ř 'Ř *)*$($ )/*Ř#0()*ĀŘ Ř0 -*Ř *)Ř ''āŘ0)Ř*)*$($ )/*Ř )Ř- '$Ř .'*Ř( -$/Ř ./Ř )*($)$)Ř cuando es necesario desde el punto de 1$./Ř'$*Ř4Ř.0Ř1'$ 5Ř .Ř0)$1 -.'Ā
  • 16. El conocimiento y sus corrientes epistemológicas 43 mudanza. Por tanto, no puede procurar un verdadero saber. Con los eléatas, Platón es- taba convencido de que los sentidos no pueden conducirnos a un verdadero saber. Con Plotino y San Agustín encontramos una variante. El primero coloca al mundo de las ideas en el nous cósmico, o sea espíritu del universo. La parte racional de nuestra alma es alimentada e iluminada continuamente desde arriba. Esta idea es recogida y modificada en sentido cristiano por San Agustín. El Dios personal del cristianismo ocu- pa el lugar del nous. Las ideas se convierten en las ideas creadas de Dios. El conocimien- to tiene lugar siendo el espíritu humano iluminado por Dios. Las verdades y los conceptos supremos son irradiados por él a nuestro espíritu. Pero San Agustín, sobre todo en sus últimas obras, reconoce junto a este saber fundado en la iluminación divina otra provincia del saber, cuya fuente es la experiencia. Sin embargo, ésta resulta una provincia inferior del saber, y San Agustín opina que todo saber proviene de la razón humana o iluminación divina. La médula de este racionalismo es, según esto, la teoría de la iluminación divina. Podemos caracterizar con razón esta forma plotiniano- agustiniana del racionalismo como racionalismo teológico. Otra variante del racionalismo que alcanzó una importancia mayor en la Edad Mo- derna cuyos exponentes fueron Descartes, padre de la filosofía moderna y Leibniz, su sucesor; es la teoría de las ideas innatas, cuyas primeras huellas descubrimos ya en la última época del Pórtico (Cicerón) y que había de representar un papel tan importante en estos tiempos. Según ella, nos son innatos cierto número de conceptos, justamen- te los más importantes, los fundamentales del conocimiento. Estos conceptos no proce- den de la experiencia, sino que representan un patrimonio originario de la razón. Según Descartes, se trataba de conceptos más o menos acabados. Leibniz opinaba que sólo existen en nosotros en germen, potencialmente. Según él, hay ideas innatas en cuanto que es innata a nuestro espíritu la facultad de formar ciertos conceptos independiente- mente de la experiencia. El valor del racionalismo consiste en haber percibido, y destacado, la significación del factor racional en el conocimiento humano. Sin embargo, es exclusivista al erigir el pensamiento en fuente única del conocimiento. Esto armoniza con su ideal de conoci- miento, según el cual todo verdadero conocimiento posee necesidad lógica y validez universal (Hessen, 2007, 41-48). Con Kant, por influencia de Hume, el racionalismo se matizó y profundizó. El ra- cionalismo kantiano radicó en la distinción entre la materia y la forma del conocimien- to. Los dos elementos son igualmente necesarios para constituir un conocimiento. La forma es a priori, que significa independiente de la experiencia. Al nivel de la sensibili- dad, hay dos formas a priori, el espacio y tiempo. La materia, el contenido del conoci- miento es, por el contrario, a posteriori y nos es dada por la experiencia sensible. Es tan necesaria como la forma, pues sin ella el pensamiento sería vacío y no tendríamos nada que conocer. Pero en definitiva gana el racionalismo, pues es la forma la que constituye
  • 17. Epistemología y Metodología 44 los objetos. La sensibilidad por sí sola, nos da unas impresiones subjetivas, sin orden, lazos o unidad. El espíritu es el que organiza los datos brutos de la sensibilidad según sus propias leyes a priori, construye con sus impresiones objetos definidos, situados en el espacio y tiempo, los cuales son relacionados por leyes, y son a la vez reales e inteligi- bles (Verneaux, 2005, 55 y 56). El empirismo Fue Locke quien definió el empirismo contemporáneo al recoger en sus ensayos la sen- tencia que afirmaba que nada hay en el intelecto que no haya estado antes en los senti- dos. Locke se pronunció contra toda clase de a prioris, repudió toda creencia en ideas innatas. La mente, dijo, no hace sino elaborar las sensaciones. La idea de sustancia no es un a priori, sino un principio racional independiente, un agregado de impresiones (Vas- concelos, 2009, 91). A la tesis del racionalismo (de acuerdo con la cual el pensamiento, la razón, es la auténtica fuente del conocimiento), el empirismo opone la antítesis donde afirma que la experiencia es la única fuente del conocimiento humano. En opinión del empirismo, no hay ningún patrimonio a priori de la razón. La conciencia cognoscente no saca sus contenidos de la razón, sino de la experiencia. El espíritu humano está por naturaleza vacío; es una tabla rasa, una hoja sin escribir y en la que se redacta la experiencia. Todos nuestros conceptos, incluso los más generales y abstractos, proceden de la experiencia. En tanto que el racionalismo se guía por una idea determinada, un ideal de cono- cimiento, el empirismo tiene como punto de partida los hechos concretos. El niño em- pieza por tener percepciones concretas. Sobre la base de estas percepciones llega a formar representaciones generales y conceptos. Éstos nacen, por tanto, de la experiencia. Ésta se presenta como la única fuente del conocimiento. En tanto que los racionalistas casi siempre se originan en la matemática, los defen- sores del empirismo, por lo general, provienen de las ciencias de la naturaleza. En éstas, la experiencia representa el papel decisivo. Se trata, sobre todo, de comprobar exacta- mente los hechos mediante una cuidadosa observación. El investigador está entregado a la experiencia. Mientras el filósofo de orientación matemática llega fácilmente a con- siderar el pensamiento como la única fuente del conocimiento, el filósofo procedente de las ciencias de la naturaleza considerará la experiencia como la fuente y la base de todo el conocimiento humano. Desde la antigüedad se pueden en- contrar ideas empiristas. Primero las encon- tramos en los sofistas y más tarde entre los estoicos y epicúreos. En los estoicos se encuentra por primera vez la comparación del alma con una tabla por escribir, imagen El empirismoŘ!$-(Ř,0 Ř'Ř 3+ -$ )$Ř .Ř'ŘÇ)$Ř!0 )/ Ř 'Ř *)*$Ř ($ )/*Ř#0()*ĀŘ
  • 18. El conocimiento y sus corrientes epistemológicas 45 que se repite continuamente desde entonces. Pero el desarrollo sistemático del empiris- mo es obra de la Edad Moderna, en especial de la filosofía inglesa de los siglos XVII y XVIII. Su verdadero fundador es John Locke (1632-1704), quien combate con toda deci- sión la teoría de las ideas innatas. El alma es un papel blanco que la experiencia cubre poco a poco con los trazos de su escritura. Hay una experiencia externa (sensación) y una experiencia interna (reflexión). Los contenidos de la experiencia son ideas o repre- sentaciones, simples o complejas; estas últimas se componen de ideas simples. Las cua- lidades sensibles primarias y secundarias pertenecen a las ideas simples. Una idea compleja es, por ejemplo, la idea de cosa o sustancia, que es la suma de las propieda- des sensibles de algo. Aunque todos los contenidos del conocimiento proceden de la experiencia, decía Locke, su valor lógico no se limita a la experiencia. Hay, por el contrario, verdades que son independien- tes de la experiencia y, por tanto, univer- salmente válidas. A ellas pertenecen las verdades de la matemática. El fundamento de su validez no reside en la experiencia, sino en el pensamiento. Locke infringió el principio empirista, admitiendo verdades a priori. David Hume (1711-1776) desarrolló el empirismo de Locke. Hume dividió las ideas de Locke en impresiones e ideas. Por impresiones entendió las vivas sensaciones que tenemos cuando vemos, oímos, toca- mos, etc. Por ideas las representaciones de la memoria y fantasía, menos vivas que las impresiones y que surgen en nosotros so- bre la base de éstas. Hume sentó este prin- cipio: todas las ideas proceden de las impresiones y no son nada más que sus co- pias. Hume defendió el principio funda- mental del empirismo, según el cual la conciencia cognoscente sacó sus conte- nidos, sin excepción, de la experiencia. Pero lo mismo que Locke, Hume reconoció en la esfera matemática un conocimiento independiente de la experiencia y, por tan- to, universalmente válido. Todos los conceptos de este conocimiento proceden de la Eventos históricos 46 a. C. !*-(Ř 'Ř' )-$*ăŘ 'Ř)0 1*Ř.$./ (Ř. -7Ř 'Ř ' )-$*Ř%0'$)*Ā 44 a. C. )Ř-0+*Ř Ř. )*- .Ř *)%0-*.Ř*)/-Ř].-Ř' Ř +0›'Ř4Ř. .$)Ř )Ř'*.Ř$0.Ř Ř(-5*ĀŘ -*Ř)/*)$*āŘ ) -'Ř Ř].-āŘ' 1)/ŘŘ'Ř +' Ř*)/-Ř'*.Ř*).+$-*- .Ā 31 a. C. -*Ř)/*)$*Ř4Ř' *+/-Ř son derrotados por Octavio 00./*ĀŘ Ř +Ç'$Ř .Ř 1$-/0'( )/ Ř Ř 3$./$-Ř4ŘŘ +.*Ř'Ř$(+ -$*Ř-*()*Ā 6 d. C. Judea pasa a ser provincia -*()Ā 14 d. C. 0 -/ Ř Ř/1$*Ř00./*ĀŘ $ -$*Ř(+ -*-Ā 33 d. C. #Ř/-$$*)'Ř Ř'Ř -0$!$3$)Ř Ř .Ç.Ř Ř 5- /Ā 37 d. C. 'y0'Ř(+ -*-ĀŘ 54 d. C. '0$*Ř .Ř )1 ) )*Ř+*-Ř .0Ř .+*.Ř-$+$)Ř'Ř )*-ĀŘ .$ ) Ř -)Ř'Ř/-*)*Ā ĝĀ1ĀŘĀĀāŘ÷õõûĞ
  • 19. Epistemología y Metodología 46 experiencia, pero las relaciones existentes entre éstos son válidas independientemente de toda experiencia. El filósofo francés Étienne Bonnot de Condillac (1715-1780), contemporáneo de Hume, transformó en sensualismo al empirismo. Condillac reprochaba a Locke haber admitido una doble fuente de conocimiento: la experiencia externa y la interna. Dijo que por el contrario, sólo había una fuente de conocimiento, la sensación. El alma sólo tiene originariamente una facultad, experimentar sensaciones. El pensamiento no es más que una facultad refinada de experimentar sensaciones. De este modo queda esta- tuido un riguroso sensualismo. El empirismo en el siglo XIX, lo encontramos con el filósofo inglés John Stuart Mill (1806-1873). Quien rebasó a Locke y Hume, reduciendo el conocimiento matemático a la experiencia, como única base del conocimiento. No hay proposiciones a priori, válidas independientemente de la experiencia. Hasta las leyes lógicas del pensamiento tienen la base de su validez en la experiencia. Si todos los contenidos del conocimiento proceden de la experiencia, el conoci- miento humano parece encerrado de antemano dentro de los límites del mundo empíri- co. El aporte del empirismo consiste en haber indicado enérgicamente la importancia de la experiencia, frente a la posición racionalista. Pero el empirismo reemplaza un extremo por otro, haciendo de la experiencia la única fuente del conocimiento. Ahora bien, esto no puede hacerse, como conceden indirectamente Locke y Hume, al reconocer un saber independiente de toda experiencia junto al fundado en ésta (Hessen, 2007, 48-52). El intelectualismo Es un término aplicado por Hegel a la filosofía de Plotino, significa que es el pensamien- to puro. La idea de la filosofía plotiniana se distingue por un elevado idealismo, el cual, por el lado del concepto, no es aún un idealismo acabado. El término ahora es usa- do polémicamente por las filosofías de la vida y de la acción para designar la dirección contraria a ellas, esto es, aquella según la cual el entendimiento (el pensamiento o la razón) tiene una función predominante en el conocimiento y conducta del hombre (Abbagnano y Fornero, 2007, 610). El racionalismo y empirismo se oponen entre sí. Sin embargo, dondequiera que haya antagonistas, siempre habrá quienes intenten mediar entre ellos. Uno de estos intentos de mediación entre el racionalismo y el empirismo es aquella dirección epis- temológica que puede denominarse in- telectualismo. Mientras el racionalismo considera el pensamiento como la fuente y la base del conocimiento y el empirismo la experiencia, el intelectualismo establece En el intelectualismoāŘ'Ř 3+ -$ )$Ř 4Ř 'Ř+ ).($ )/*Ř!*-()Ř%0)/( )/ Ř 'Ř. Ř 'Ř*)*$($ )/*Ř#0()*Ā