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I.S.F.D N° 50
Profesorado de Historia
Espacio curricular: PERSPECTIVA ESPACIO TEMPORAL MUNDIAL
1er Año
Profesora: Scarinci Silvia Inés
Unidad II:
Contenidos:
Egipto antiguo:
Los orígenes y la unificación. El Imperio Antiguo y la centralización política. La importancia del
Nilo en el contexto geográfico. Pirámides y grandeza política. La momificación. Primer período
intermedio, crisis y origen del Imperio Nuevo. La nueva unidad política. La invasión de los
Hicsos y el Segundo Período Intermedio. El surgimiento del Imperio Nuevo. La expansión
egipcia y el enfrentamiento con los Hititas: la Batalla de Qadesh. El libro de los muertos. Crisis
del Imperio Nuevo. Babilionia bajo los Kassitas. El Imperio Medio Asirio. El Nuevo Imperio
Asirio: la expansión sobre Mesopotamia. Los Caldeos en Babilonia. Egipto en la Baja Época
(Tercer Período Intermedio): La dominación Asiria y Persa. La Monarquía en el pueblo de
Israel. Los Fenicios: aportes culturales. Los Persas y la unificación de Oriente. Imperio y
expansión. Organización administrativa: las satrapías. Visires y sátrapas. El zoroastrismo
(zaratustra).
Actividades: EGIPTO (3er, 2do y 1er milenio)
1) Ubica geográficamente al Imperio Antiguo y realiza una periodización de su historia, desde
los orígenes del Imperio Antiguo hasta la Baja época (tercer período intermedio).
Priorización del origen del imperio antiguo (2664 - 2155 adC.) /2584 adC, hasta la baja
época (aprox. 2154 - 2052 adC.):
 III dinastía: (2664 - 2615 adC.) /2584 adC-2520 adC; Existe mucho
desconocimiento sobre los monarcas de esta dinastía, con la excepción de su
iniciador que fue hijo del último faraón de la anterior. Con esta dinastía fueron
frecuentes las expediciones a minas del Sinaí.
 IV dinastía: (2614 - 2502 adC.) /2520-2392 adC: La dinastía de las grandes
pirámides presenta puntos oscuros en la sucesión del Keops, cuando parece que
varios de sus hijos se sucedieron en poco tiempo además de Kefrén, como
Djedefhor y Baufre. También es posible que Sethka fuese hijo de Didufri. No existe
la certeza de que Shepseskaf fuese hijo de Micerinos y tampoco están seguros los
vínculos familiares entre esta dinastía y la siguiente.
 V dinastía: (2501 - 2342 adC.) /2392 adC - 2282 adC: Los faraones de esta dinastía
introdujeron como novedad el construir además de una pirámide, al igual que los
de la dinastía anterior, el erigir un templo solar con obelisco.
Los comienzos de la dinastía resultan un tanto oscuros, hablándose incluso del
"problema de Khentkaues" quién posiblemente fue reina regente durante la
infancia de sus hijos, que pudieron sucederse en los reinados. Posiblemente
Niuserra fue hermano de Neferefra, que tal vez fue conocido también cono
Ranefer. Las relaciones entre Niiuserra y su sucesor Menkauhor son desconocidas,
pero pudo producirse ruptura de la línea genealógica puesto que los siguientes
monarcas fueron enterrados en Saqqara. También existe desconocimiento a cerca
de los antepasados de Unas, el último rey de la dinastía.
 VI dinastía: (2341 - 2181 adC) /2282-2117 adC.: No se puede afirmar que esta
dinastía suponga una ruptura en la línea sucesoria con al anterior. Parase que
hubo problemas al principio de la dinastía porque algunas fuentes hablan del
asesinato de Teti y del cambio de nombre de Pepi durante su reinado. Tras el
gobierno de Pepi II parece que la autoridad regia se debilitó ocasionando una serie
de reinados efímeros que caracterizan a las dos siguientes dinastías, que pueden
considerarse el preámbulo o el comienzo del llamado Primer Periodo Intermedio.
 VII y VIII dinastías: (2174 - 2155 adC) /¿2117 adC: La VII dinastía puede ser
considerada como la del inicio del Primer Periodo Intermedio como el comienzo
de la descomposición del Imperio Antiguo. Es quizás la época más oscura del
Antiguo Egipto. Los miembros de estas dos dinastías posiblemente tuvieron lazos
de sangre con los faraones de la dinastía anterior pero se desconoce con exactitud
su grado de parentesco. Fueron reinados muy breves que se sucedieron en un
contexto de debilitamiento de la autoridad real, una cierta "feudalización" o
atomización del poder, posibles invasiones extranjeras y revolución social interna.
 IX y X dinastía: (aprox. 2154 - 2100)(IX)- (2100 - 2052) (X) /¿-2040 adC.: Sin ser muy
claros los datos existentes sobre estas dos dinastías, si que parece que fueron una
continuación de la línea sucesoria, aunque se ha tomado el acceso al poder en el
Alto Egipto del príncipe tebano Inyotef I como punto de separación entre ambas.
Dentro de la oscuridad que domina todo el periodo son mejor conocidos los
monarcas de la X. Se da por hecho que el acceso al trono de la IX dinastía implicó
violencia. Con ella la capital se desplazó desde Menfis a Heracleópolis, aunque su
poder efectivo ni mucho menos abarcó todo Egipto, siendo especialmente débil
cuando no abiertamente contestado en el sur, el Alto Egipto, donde los príncipes
tebanos constituyeron una fuente de rebeliones que a la larga pusieron fin a las
dos dinastías heracleopolitanas y dieron comienzo al Imperio Medio.
 XI dinastía: (2134 - 1999 adC) /2160 - 2066 adC: Hasta el reinado de Mentuhotep
II esta dinastía gobernó el Alto Egipto mientras que los monarcas de la X dinastía
lo hacían en el Bajo Egipto. La victoria de aquél sobre el norte reunificó
nuevamente el país y dio comienzo al llamado Imperio Medio.
2) Caracteriza la organización política, económica, religiosa, administrativa de Egipto durante
el Imperio Antiguo.
Los comienzos de la cultura egipcia. Los restos de población y cultura humana son
muchísimos más antiguos en Egipto que en Mesopotamia. Desde el curso del Nilo se fija y
se establecen las terrazas del valle, los hombres se instalan en sus orillas, donde hay
abundante recurso de caza y pesca.
Hacia el año 5000 a.c. en el Fayyun y el 4000 a.c. en la orilla occidental del Delta, acusan
un avance cultural considerable. Cabras, cerdos y gansos y algunas especies de cereales, se
suman a los recursos de que el hombre dispone. La casa se hace más estable los silos
sirven para conservar la cosecha, el grano se guarda en tija, y se van extendiendo las
cestería y los tejidos de lino. Las sociedades se basan en las comunidades aldeanas. La
cooperación hace posible logros muy importantes: los agricultores se establecen a las
orillas del rio y van organizándose sistemas de irrigación, mientras que alrededor
flanqueando el valle y adentrándose en el desierto, subsisten los pastores nómades. La
invención de la navegación, es probable que favorecieran entonces las comunicaciones de
la región del Delta con el exterior.
Durante varios siglos el alto Egipto, afirma su unidad frente a la rebeldía del Delta, que se
ha desarrollado como una sociedad completamente agrícola, con artesanías y ciudades. El
alto Egipto mantiene su personalidad frente a los Nubios del sur, los libios del oeste y los
beduinos del desierto del este y de la península del sinai.
Hacia finales del IV milenio, el Deltas con sus aldeas convertidas en centros comerciales y
administrativos, y en la que la división de trabajo permite el desarrollo de artesanías
diversas, comienza atraer a los jefes pastorales del Sur, y en los primeros tiempos del III
milenio, los del alto Egipto, se imponen a los agricultores del Delta y unifican asi el país.
Tales son los comienzos históricos de Egipto.
Tenemos que imaginar que Egipto, como en Mesopotamia la transición se produce
progresivamente, si bien los escasos restos históricos de Menes dan la impresión de que
constituyen una súbita eflorescencia. Pequeños distritos o demarcaciones locales, los que
los griegos llamaran mas tarde nomos, son las unidades políticas en esta época. En la
región del Delta estas pequeñas ciudades-estado, si no es licito llamarlas así, se
desarrollan mas y mantiene una personalidad mas marcada.
Se citan tres reyes, llamados Escorpion, Nsrmen y Horus, como los unificadores de Egipto y
la figura histórica de menes, que nos llega por tradición clásica, parece ser simplemente la
idealización Narmer, o la reducción a mito de único de estos tres personajes.
Egipto aparece como precisamente como el Reino de los dos países, el Alto y Bajo Egipto,
y su rey es un divinidad. Esta vive en el rey como en la imagen o el animal sagrado: al
morir el pasa a su sucesor. El rey es la encarnación de Horus, y tal concepción reposa en
idea bien vivas sobre la función religiosa sobre el jefe en la horda primitiva. Los
funcionarios del estado son primitivamente los parientes del rey, participe de su poder
mágico. Lo mismo son los sacerdotes en cuanto su casta, con rango y privilegios estatales.
Por debajo de los creadores del estado y sus inmediatos colaboradores queda el pueblo,
que es dirigido y administrados por aquellos. La religión animalista y animista, en las
últimas etapas prehistóricas, avanza resueltamente hacia un antropomorfismo. Los dioses
van queriendo figuras y cualidades humanas, lo que puede comprobarse en sus estatuas,
que conservan partes o atributos animales; pero son predominantes figuras de hombre o
mujer. Esta humanización de los dioses es la base de un desarrollo de los mitos. También
en Egipto, como en Sumer, el dios de la tierra Geb y la diosa del cielo Nut, son separados
por el dios del aire Shu, el vacio, y asi se hace visible el curso del hijo de aquellos, el Sol.
El arte Egipcio crea desde muy pronto figuras extensas, en bulto redondo, con tendencia
realista, y en ellas se expresa una fuerza mágica.
Durante la II dinastía, el principio fonético, es decir, la utilización de los primitivos signos
ideográficos, con su valor puramente fonético, se ha desarrollado ya. Con ello la escritura,
esta lograda, y no solo se usa con fines fundamentales sino que desde, muy pronto el
descubrimiento de un material excelente, las hojas formadas con las fibras de planta
acuática llamado papiro, el uso de este arte se divulga y extiende a fines prácticos y
diarios. Asi la escritura monumental o jeroglífica evoluciona hacia formas mas cursivas,
como las llamadas hieratica y demotica.
El uso de la escritura para fines práctica y administrativa explica la perfección a que llega
el gobierno la explotación del país. También se desarrollan las matemáticas, sobre base
decimal. Ya iniciada en la época predinástica. La geometría para medir el suelo y
restablecer los linderos después de las inundaciones del Nilo y la astronomía, hacen
progreso desde muy pronto.
El poder público se reparte mediante una organización que tiende hacer feudal, y a la vez
la arquitectura inicia estructuras monumentales. El progreso técnico se acumula, y los
hombres son a la vez administradores y explotados. La unificación del pueblo y de la
lengua es contradicha enseguida por la aparición de una marcada diferencia de clases.
Egipto imprimió un sello característico a la cultura que resulto de estos diversos
elementos.
La vida económica bajo las primeras dinastías se mantiene dentro de las primeras líneas
de la economía natural. Los tributos en especies se guardan en los almacenes reales, y de
allí se sacan para aplicarlos a los gastos del estado. De ello reciben sus salarios empleados
y obreros, se mantienen los sacerdotes de los cultos oficiales y se ordenan las obras
públicas.
Durante la IV dinastía, las grandiosas pirámides, con las construcciones anejas,
absorbieron toda la capacidad artística de Egipto. La escultura clásica que se desarrollo en
esta época en talleres de escultores, se mantiene a gran altura, y bajo las dinastías
siguientes, mas modestas en sus pirámides, se ponen al servicio de tumbas particulares.
3) Explica en qué circunstancias surge el Primer Período Intermedio y cómo se vuelve a lograr
la unidad durante el Imperio Medio. Caracteriza a éste último.
La dominación de la V dinastía, inicia una profunda crisis. La ascensión al poder de la VI
dinastía esta relacionada con el afán de contener la disolución del estado. El fundador de la VI
dinastía es seguramente Scheteptawi Teti: pero es Pepi el que la firma. Fue un gran
constructor, como se por los restos de los templos por erigidos. Se caso con las dos hijas de un
gran personaje de Abidos, Kuhi, y los dos hijos habidos de ellas fueron reyes sucesivamente,
primero Menrere, que prometía ser un gran rey, pero murió al poco tiempo: luego Pepi II que
llega al trono a los 6 años de edad, y tuvo un reinado de 94 de duración el más largo de la
historia. Su decrepita vejez fue amargada por una invasión extranjera y por una grave crisis,
que es consecuencia de la iniciada ala llegar el poder la V dinastía. Todavía Maneton cita como
últimos monarcas de ,la VI dinastía a Merenre y Nitocris, y el papiro de turin a unos cuantos
mas: pero en realidad, el imperio Egipcio se derrumba entonces. A la muerte de Pepi II siguen
40 años de desordenes (VII dinastía, que es un interregno, VIII dinastía en Menfis)y al fin el
país se vuelve a dividir en dos: un estado al norte con la capital en Heracleopolis (dinastía IX y
X) y otro al sur con la capital en Tebas.
La familia real que domina esta ciudad es contada dinastía XI y su rey mas importante,
Mentuhotep II, consigue en 2040 imponerse sobre el norte y con esto inaugurar una nueva
era, la del imperio Medio. Con ello se supera lo que en las fuentes el primer periodo
intermedio en la historia de Egipto.
Cuando el príncipe del distrito de Tebas, en el alto Egipto, llamado Mentuhotep II, hacia el año
2040 a.c., gana la supremacía sobre el reino norte y crea así el imperio Medio, dando unidad
de nuevo Egipto, prueba otro vez que el sur era capaz de volver a imponer a su voluntad
política a todo en el país, con el predominio de las estirpes del alto Egipto, que procedían de
nómadas pastores. Asi aparece Tebas por primera vez en la historia.
Mentuhotep II, vuelve a tomar el titulo, propio del dios Horus, de “unificador de dos países”, y
reina hasta cuatro decenios después de su victoria. Durante ellos completa la unificación,
consolida las fronteras, atacando a los enemigos del sur y el nordeste y sienta las bases del
florecimiento que va seguir. Su sepulcro en Der el Bakhir, cerca de Tebas es clara muestra de
su voluntad para restaurar la unidad Egipcia: la tumba rupestre que le correspondía como
señor feudal esta enlazada con una pirámide regia, colocada dentro de una pared rocosa. La
autoridad real fue restablecida, principalmente suprimiendo la hereditariedad de los
gobiernos de los distritos.
La unidad de Egipto y la restauración del estado ya no es la obra de unos héroes divinos, sino
de hombres con gran capacidad política y militar y no es casualidad que el imperio medio se
mantenga solo con la dinastía XII. la idea humana del estado domina esta nueva situación
política del imperio Medio. El rey ya no está separado de los demás por el abismo que hay
entre dios y los mortales, si no ha que reconocer la existencia de la nobleza. Las tendencias
feudales subsisten, y la monarquía tiene que defender contra ellas la idea de unidad del
estado.
El arte egipcio del imperio medio se caracteriza por un espíritu equilibrado y armonioso,
igualmente alejado de la simple vitalidad del imperio antiguo que del inquieto
sentimentalismo del nuevo. La vida intelectual de esta época faltan las frescuras y la
despreocupación del imperio antiguo, como así mismo la profundidad de la primera época
intermedia. A veces las producciones del imperio medio parecen frías y realistas.
La lengua de esta época, el egipcio medio, es considerada como la clásica.
4) El Imperio Medio cae como consecuencia de la invasión de los Hicsos provenientes de
Mesopotamia. Explica las características de Egipto en ese período y cómo se logra finalmente
la 2 expulsión de ese pueblo dando origen el Imperio Nuevo Egipcio. Caracteríza a esta etapa,
haciendo especialmente hincapié en las diferencias de este período respecto del Imperio
Antiguo, la expansión, el conflicto con los Hititas y la Batalla de Qadesh.
La XIV dinastía estaba formada por los Príncipes de Xois, que se mantuvieron bastante
independientes durante algunos siglos. Algunos de estos príncipes se fueron expandiendo
hacia el este, pero estos últimos serían conquistados por un grupo de invasores asiáticos
llamados Hicsos, dirigidos por Salitis, y que fundaron la Dinastía XV.
La XV dinastía, Tomaron el control del territorio de Avaris, que se convirtió en su capital, y de
gran parte del delta e incluso llegaron a conquistar Menfis. Realmente, esta invasión no
ocurrió de la noche a la mañana. Los hicsos llevaban allí afincados hacía varias generaciones.
Con las olas migratorias de pueblos semitas de Levante o de Mesopotamia, esta población
asiática fue ganando influencia en la zona. Se cree que podían tener origen cananaeo, hebreos,
a los que llamaban habiru. Aunque culturalmente estaban menos avanzados, fueron
consiguiendo puestos de responsabilidad, y cuando estuvieron seguros de su superioridad
atacaron. Mantuvieron el sistema organizativo egipcio, incluso a los mismos funcionarios y
dioses Realmente se consideraban egipcios.
De hecho eran muy devotos del dios Seth. Pero, aunque de política no controlaban mucho, de
técnicas bélicas estaban excedeos. Introdujeron muchas novedades en el arte bélico por toda
la zona, como arcos compuestos o armaduras de escamas. La khopesh era una espada curva de
bronce muy popular de origen cananeo, y se cree que fue a partir de aquí cuando empezaron a
desarrollar los carros tirados por caballos. Mientras el norte era invadido por los Hicsos y los
nubios ocupaban el área sur del Alto Egipto, surgieron en Tebas, tras la Dinastía XIII, algunos
gobernadores locales que aprovecharon el vacío de poder del caído gobierno de Itytauy y
formaron una nueva dinastía de faraones, la Dinastía XVI. Esta dinastía que no duró
demasiado, pues fue tomada por los hicsos poco después, que se habían aliado con los
soberanos de Nubia para debilitarles. Esta efímera dinastía fue convertida en vasalla y de ahí
que se la llame «Pequeños Hicsos». Los príncipes tebanos no iban a permitir esta conquista
hicsa mientras eran obligados a pagarles tributos, y decidieron levantarse en armas y ponerse
a tomar el control del norte.
Es aquí cuando nace la Dinastía XVII de la mano de Intef V. Fue esta dinastía la que se puso
audaz contra el invasor hicso en una cruenta guerra de liberación. Primero echaron a los
nubios de su capital, Buhen, antiguamente egipcia.
Luego muchos de estos nubios acabaron luchando en el bando egipcio, y estas tropas fueron
llamadas Medjays. Fueron los últimos reyes, Taa II (muerto en batalla), y el valeroso Kamose,
quienes consiguieron la expulsión definitiva de los hicsos, liderados por Apofis.
la Dinastía XVIII ofrece para el historiador el interés de una época en crisis, más ideológica que
institucional, que supone un corte total y único en la historia de Egipto.
Amen-Hotep/Amenofis IV NEFERJEPRURA (1350-1334), sucesor de Amen-Hotep III. es
conocido principalmente por el cambio religioso que llevó a cabo en el año 2 de su reinado,
sustituyendo la primacía del culto del dios Amón por la del Atón o disco solar, aunque a
comienzos de su reinado aún se hace representar haciendo una ofrenda al dios Amón.
Amen-Hotep IV tomó como nombre real Nefer-jeperu-Ra-wa-en-Ra bello de formas es Ra, el
único de Ra, con lo cual se afirma ante todo la individualidad de su vinculación al dios Sol. Es
posible que se educara en Hermonthis, llamada la Heliópolis del Alto Egipto con sacerdotes
heliopolitanos que consideraban al culto de Amón como algo desprovisto de verdadero
contenido religioso, contenido y valor espiritual que sí tenía, sin embargo, el antiguo culto al
dios Sol, tan extendido durante la Dinastía V.
El dios Atón (el Atón o disco solar) era una divinidad que estaba presente en todas las cosas,
que no tenía necesidad de ser representado por medio de estatuas. Se le figuraba por el disco
solar cuyos rayos terminaban en manos que sujetan el signo Ankh, vida. Sus santuarios no eran
oscuros y reservados como los de Amón sino abiertos, para que el dios en persona los visitase
y el Disco bañase con sus rayos a sus fieles y a toda la tierra y lo que en ella hay, mientras que
el faraón no era sólo su Sumo Sacerdote, sino también, su profeta, el que habla con el dios y
transmite sus enseñanzas.
Uno de los Dioses perseguidos por Akhenatón fue Hapy, el dios Nilo, también fue contra el
culto de Osiris.
La sustitución del Gran Sacerdote de Amón por el de Atón causó una revolución religiosa,
política (por el gran poder político y económico que perdieron los sacerdotes del dios Amón) y
social (se produjeron desórdenes y asesinatos de fieles de Amón por los del Atón y viceversa).
Se produce también la primacía del culto en el cielo al sol (Ra) visible por su Disco (Atón) del
cual emana la luz y todo bien, aunque no se dejó de adorar a los dioses locales o a la misma
Wadjet, la diosa cobra que se yergue en la parte inferior del disco solar en sus
representaciones amarnienses.
En el año 4 de su reinado se abandonó la antigua capital, Tebas, y se construyó a partir del año
5 otra más al norte, en el hoy pequeño poblado de el-Amarna, en un lugar revelado por el
mismo Atón a la que llamó Aket-Atón (Horizonte del Disco).
Amenofis IV transformó su nombre de Horus, Toro poderoso de las grandes plumas, que lo
vinculaba a Tebas, en toro poderoso amado de Atón. Su nombre de Nebty A la gran realeza en
Karnak se convierte en A la gran realeza en el Horizonte del Disco. Su nombre de Horus de
Oro, Quien eleva las coronas en la He-liópolis del sur en Quien eleva el nombre de Atón.
Conservó su nombre de coronación y cambió Amenofis en Anj-en-Atón o Akhenatón:
Agradable a Atón, una simple transformación de Amón en Atón.
Akhenatón construyó a su dios un templo en Tebas, cerca del templo de Amón. En él se
colocaron estatuas en las que se evidenciaba un estilo expresionista.
A la vida cotidiana debió afectar también en grado sumo el traslado de la capital de Tebas a El
Amarna, con el consiguiente desplazamiento económico del país hacia el norte.
Los cleros de los templos de Karnak y Luxor, el templo de Amen-Hotep III, etc., que aunque
mantuvieron sus posesiones se vieron oficialmente perseguidos y apartados del favor real.
Como consecuencia de todas estas cosas, es posible entender por qué no debió de ser
admitida nunca por la generalidad del pueblo egipcio y no debió extenderse mucho, aunque
en Nubia se fundara la ciudad de Gematón.
Esta circunstancia político-religiosa se conoce como Cisma Amarniense, por el nombre de la
nueva capital.
El-Amarna es una de las pocas ciudades medianamente conocidas del Egipto antiguo. Se
construyeron algunos edificios como el palacio del norte, el gran templo de Atón, instalaciones
oficiales, un segundo palacio de ceremonias, residencias de funcionarios del gobierno,
necrópolis de cortesanos y la tumba real con su correspondiente aldea de obreros que
trabajaban en ella, como era costumbre en las obras faraónicas. La tumba real se ubicó en el
Wadi que desemboca en la gran hoya de el-Amarna.
Por estos años se desató la cólera del rey con violencia incontenida contra Amón y todo lo que
éste significaba, como sucedió años más tarde con su dios. Se martilló el nombre divino en los
monumentos, incluso los más venerables, como
la segunda estela de Kamose.
La tradición histórica no le consideró rey legítimo, como puede verse por la Lista Real del
templo de Abidos. Sin embargo, la huella amárnica se conservará durante toda la época
ramésida y en cierto modo la religión egipcia posterior se verá afectada por el espíritu de la fe
atoniana que a pesar de todas las exageraciones, puso al faraón y a los dioses más cerca de los
hombres.
El fin del Cisma amarniense comprende el reinado de una serie de reyes: Tutankha-mon,
casado con la princesa Ankesenamón, hija de Akhenatón y Nefertiti, reina-faraón al morir su
marido, hasta su matrimonio con Ay, Smenkara padre posiblemente de la reina Nefertiti y tras
el reinado de AY con Mutnedjemet (hermana de Nefertiti), reinó Horemheb, casado
con Mutnedjemet, que reinó sola a la muerte de su anterior marido (tal vez su padre Ay), por
lo que en esta época hubo varias reinas-faraón, que tampoco figuran en las listas reales.
Dinastía XIX, comienza con Ramesés/Ramsés I, Menpehtire (1293-1291), soberano procedente
de Tanis (Delta), tal vez de una familia de advenedizos (asiáticos o de procedencia asiática), de
la que se conoce a un oficial, el primer Setos/Sethi, ocupando Ramsés ya un lugar en la corte
de su predecesor como Visir. El reinado de Ramsés I fue apacible. La obra de su antecesor,
Horemheb, dio sus frutos en su lucha contra los hititas y su buena administración se hizo notar
en los años posteriores, consiguiendo reorganizar el Reino. Como no tuvo ningún heredero
varón, transmitió el poder a otro militar, Setos/Sethi I Menmare (1291-1278), que fue un
monarca guerrero que realizó campañas en Palestina y Fenicia y llevó a cabo una nueva batalla
en Kadesh contra los hititas (recordemos que también allí había luchado Thutmosis III y
lucharía Ramesés II).
Su hijo y sucesor, Ramesés II, Usimara (1279-1212) es tal vez, el faraón más conocido del
Imperio Nuevo y, posiblemente, de toda la historia de Egipto. En su política exterior se
subrayan los hechos siguientes:
Reinando en Hatti el rey Muwatalli, hijo y sucesor de Mursil II, su hermano Hattusil fue
nombrado gobernador del Alto País y general en jefe de todo el ejército hitita. Mientras tanto,
los gasga invadieron todo el norte del país de Hatti, llegando a Hattusas, su capital.
A instancias de Mitanni y Egipto, se unieron los estados rivales de Hatti a los de Siria del norte
para luchar contra los hititas. El rey de Ugarit se negó a participar en esta alianza.
En Egipto, las luchas internas y el debilitamiento de la Dinastía XVIII (cisma de el-Amarna)
habían permitido la consolidación del poder hitita en Siria y la entrada en Egipto, por el este,
de elementos nómadas y seminómadas. Ya en el reinado de Amen-Hotep/Amenofis III, los
hititas, habían tratado de unificar Anatolia y a continuación, Siria, donde se enfrentaron con
Mitanni, aliada del faraón, a la que vencieron, pero tratando de no enfrentarse con Egipto,
pues ya durante la Dinastía XVIII, los hititas pagaban tributo a este país. Pero el pacifismo fue
la tónica general del reinado de Amen-Hotep /Amenofis IV, permitiendo a Hatti fortalecerse.
Más adelante, la viuda de Akhenatón (Nefertiti) o su hija Meritatón, viuda de Tutankamón,
mantendrá correspondencia con Subiluliuma, pidiéndole un príncipe hitita para contraer
matrimonio con él, lo que no llegó a realizarse porque tal vez el príncipe fue asesinado antes
de llegar a Egipto.
Con los reyes hititas Arnuwanda, Mursil II y Muwatalli se reanudó el enfrentamiento egipcio-
hitita.
Al subir al trono de Egipto el faraón Horemheb, tuvo que enviar un ejército a Kadesh, en el
momento en que el hitita Mursil II se enfrentaba a la última resistencia de Mitanni.
Al comenzar la Dinastía XIX, con Ramsés I, se iniciaron los enfrentamientos de Egipto con el rey
hitita Muwatalli.
Después, hacia el año 1309, el faraón Sethi I tomó la fortaleza de Kadesh que los hititas
recuperaron poco después. Tras él, sus sucesores continuaron la misma política de
enfrentamiento y aunque Sethi I y Muwatalli habían mantenido buenas relaciones, es posible
que los hititas alentaran a los Pueblos del Mar contra Egipto y la lucha se hizo inevitable, de
nuevo, entre egipcios e hititas.
En la nueva batalla de Kadesh (1295) tuvo lugar el más importante enfrentamiento egipcio-
hitita. Lucharon Ramsés II y Muwatalli, en la primavera del quinto año del reinado de Ramsés
II, finalizando con la derrota egipcia.
Hacia 1287 murió Muwatalli, sucediéndole su hijo Urhi-Teshub (Mursil III), bajo la tutela de su
tío Hattusil. Y en este momento, los hititas retrocedieron ante el empuje conjunto de Ramsés II
y Adad-Nirari de Asiria.
Hattusil III subió al trono de Hatti (sucediendo a su sobrino) en circunstancias desconocidas.
Necesitaba la paz y aunque los asirios la aceptaron mal, encontró apoyo en Egipto y Babilonia.
En 1278 se produjo el Segundo Equilibrio Internacional, con la paz concertada entre Ramsés II
y Hattusil III, teniendo lugar dos hechos que la refrendan:
a) Tratado de Kadesh, entre Ramsés II y Hattusil III.
b) La boda, en 1265 entre Ramsés II y una princesa hitita, hija de Hattusil III.
Otros hechos que tuvieron lugar durante esta época fueron las grandes realizaciones
arquitectónicas (en Abidos, Tebas y Abu-Simbel), donde destacan los templos dedicados a él
mismo y el templo pequeño de Abu Simbel a su esposa, la reina Nefertari, de la que se
conserva también su bellísima tumba en el Valle de las Reinas. Asimismo. se produjo en este
momento la decadencia hitita por una parte y el propio declive egipcio tras la muerte de
Ramsés II.
Después de la muerte de Ramsés II comenzaron a advertirse los primeros síntomas de una
nueva decadencia en el país, tales como la negligencia en la administración del Estado y las
amenazas del exterior (sobre todo de Libia y Canaán).
Con Mineptah Baenra-merinetyeru (1212-1202), su sucesor, tuvieron lugar la sublevación y
derrota de Canaán.
Los sucesores de Mineptah: Amenmes/Amenmeses, Mineptah-Siptah, Sheti/Shetos II, Ramsés-
Siptah, últimos faraones de la Dinastía XIX y la reina Tausert Sitre-meriamun (1187-1185), otra
reina-faraón, madrastra de Siptah, con todos los títulos de faraón como Hatshepsut unos 300
años antes, caracterizan una época de continuada decadencia y anarquía.
La Dinastía XX comenzó con Setnakt Usijaure Setpenre (1185-1182), faraón del que se
desconoce su origen. Este rey acabó con la anarquía del país y logró expulsar a los invasores
extranjeros. Su sucesor, Ramsés III Usimare Meriamun (1182-1151), fue el último gran rey del
Imperio Nuevo. Con él, el país hizo un alto en su decadencia, gracias a las reformas
administrativas y sociales que llevó a cabo.
Fue un monarca emprendedor de nuevas construcciones, como el templo de Medinet-Ha-bu.
También, gracias a su labor, Tebas volvió a ser una gran ciudad.
Debido a su buena administración, recuperó los tributos de Nubia y de Asiria. Con éstos, y la
preparación del ejército que antes de él estaba debilitado y sin efectivos, pudo hacer frente a
las revueltas de los pueblos del este y el oeste del Delta.
A la muerte de Ramsés III, Egipto cayó en franca decadencia (el propio fallecimiento del Faraón
se produjo a causa de una intriga palaciega). A partir de este momento, las crisis políticas se
sucedieron, debido a distintas causas, tales como las influencias e intromisiones extranjeras en
la política egipcia, el creciente poder de los sacerdotes de Amón y el déficit económico, a lo
que habría que añadir la progresiva presencia de asiáticos en la corte.
Así, los años posteriores al reinado de Ramsés III (le sucedieron ocho soberanos del mismo
nombre), constituyen un período de crisis dinástica que desembocó en la toma del poder
por Amehotep, Sumo Sacerdote de Amón, después por Panehesí y luego por Herihor (1080-
1074), que fundó la Dinastía XXI, de Reyes-Sacerdotes.
5) Desarrolla brevemente las características de “El libro de los muertos” y explica cómo se
realizaba la momificación.
Los orígenes del Libro de los Muertos datan de inicios del Primer Período
Intermedio en Tebas, Egipto. El primer ejemplo que ha llegado a nuestros días apareció en el
sarcófago de la reina Mentuhotep de la XIII dinastía, en el que los nuevos encantamientos
emergen junto a antiguos textos conocidos de los Textos de Las Pirámides y de los Textos de
los Sarcófagos. Ya en la dinastía XVII el Libro de los Muertos se había hecho popular, no solo
entre la familia real y los nobles, sino también entre todos aquellos adinerados que pudieran
facilitarse el viaje al más allá. En los inicios, estos hechizos eran escritos sobre los vendajes de
las momias, y ocasionalmente sobre sarcófagos e incluso rollos de papiro.
Durante el Imperio Nuevo este libro logró desarrollarse, consolidarse y extenderse mucho más
hasta alcanzar sus máximas realizaciones. A diferencia de posteriores textos religiosos de otras
culturas, no existía una copia maestra o un canon del Libro de los Muertos. Desde este período
en lo adelante, este libro se escribía típicamente sobre rollos de papiro, y los textos ilustrados
con viñetas. A partir del Tercer Período Intermedio, comenzó a escribirse en caracteres
hieráticos, aunque ocasionalmente en los habituales jeroglíficos cursivos como antaño. Los
rollos en hierático eran más baratos puesto que carecían habitualmente de ilustraciones, salvo
una sola viñeta al inicio en la mayoría de los casos, y se producían por ende en pedazos más
pequeños.
Durante las dinastías XXV y XXVI se llevó a cabo la revisión y final estandarización. Los hechizos
fueron ordenados de forma consistente por vez primera, apareciendo los primeros rollos con
series idénticas de estos encantamientos. Esta estandarización se conoce actualmente como
Recensión Saíta. Durante el Período Tardío y el Período Tolemaico, el Libro de los Muertos se
basó estrictamente en la Recensión Saíta, aunque mucho más abreviada durante el último
período.
En el Antiguo Egipto, al igual que en otras culturas, había ritos funerarios específicos de la
zona, ya que creían en la vida después de la muerte. El rito más característico era el
embalsamamiento del difunto, la llamada momificación.
Esta costumbre era muy costosa, por lo que normalmente sólo estaba al alcance de la familia
real y de las familias ricas. El proceso duraba en total unos 70 días.
Comenzaba un par de días después de la muerte de la persona. El cuerpo se llevaba hasta los
embalsamadores que se encontraban en las orillas del río Nilo, ya que éstos necesitaban de
abundante agua para llevar a cabo el proceso. Éstos solían llevar una máscara con forma de
cabeza de chacal en representación del dios Anubis.
El proceso comenzaba colocando el cuerpo del difunto sobre una mesa que podía ser de
madera, piedra e incluso alabastro. La mesa tenía la forma de un león. Junto a ella se
encontraban otras más pequeñas con los enseres necesarios para el trabajo y para depositar
los órganos internos del fallecido.
Primeramente, se procedía a lavar el cuerpo. Cuando ya estaba limpio, se procedía a
la extracción de los órganos, empezando por el cerebro, que era extraído con unos ganchos
por la nariz, y siguiendo con el estomago, los intestinos, los pulmones y el hígado. Después
cada uno de ellos era envuelto en trozos de lino y se introducían en cuatro
vasijas denominadas vasos canopes.
Cada uno representaba una divinidad, denominados ‘Hijos de Horus’. Eran Duamutef, con
forma de chacal, donde se introducía el estómago; Qebehsenuf, con forma de halcón, recibía
los intestinos; en el de Hapy, con forma de mono, se introducían los pulmones, y por último se
encontraba el vaso de Amset, con apariencia humana, donde se introducía el hígado.
Vasos canopes
El corazón era el único órgano que se dejaba en el interior del cuerpo. Según la creencia
egipcia, era el lugar que albergaba los sentimientos, la conciencia y lo más importante, la vida.
En caso de ser sustraído, debía sustituirse por un escarabeo-corazón.
Después de haber extraído los órganos, se procedía a cubrir el cuerpo con natrón, una sal que
desecaba el cuerpo, deshidratándolo para evitar su descomposición. Se dejaba así durante
unos 35 ó 40 días.
Pasados estos días, se retiraba la sal y se rellenaba el cuerpo con serrín o limo procedentes del
Nilo e incluso especias. Acto seguido se cosía y si la persona era importante se le podía cerrar
con lino, una placa de cera y si se trataba del mismísimo faraón se le podía llegar a colocar una
chapa de oro.
Una vez hecho esto, el cuerpo se lavaba con agua procedente del Nilo. Después, era ungido en
aceites y bálsamos aromatizados. Finalmente llegaba el momento de vendar el cuerpo.
Para ello se utilizaban vendas de lino que en ocasiones estaban impregnadas en resina. Se
llevaba a cabo por el embalsamador mediante un estricto ritual en el que se
pronunciaban hechizos de protección para la vida del difundo en el más allá.
6) Luego de la etapa de esplendor del Imperio Nuevo, Egipto será conquistada sucesivamente
por Asirios y Persas. Ese período se denomina “Baja Época”. Explica sus características
fundamentales (págs. 238 a 253).
Desde la caída de los ramésidas hasta la conquista de Egipto por Alejandro Magno discurren
ocho siglos y medio, divididos por los historiadores en dos períodos para facilitar su análisis.
Una primera etapa, conocida por analogía con situaciones precedentes como Tercer Período
Intermedio, que abarca desde el fin de la dinastía XX hasta la dinastía XXV, momento en el que
se produce la conquista asiria. El origen extranjero de los faraones estas dinastías justifica su
denominación como Período Intermedio; sin embargo, la etapa que sigue no es mucho más
estable como para pensar que el Tercer Período Intermedio será sucedido por otra fase
grandiosa de la historia de Egipto. En realidad, la llamada Baja Época corresponde a las
dinastías XXVI, durante la cual se produce el renacimiento saíta; XXVII, compuesta por
los grandes reyes persas, y otras tres dinastías de corta duración con faraones egipcios que
recuperan la independencia. Con la XXX dinastía concluyen las llamadas canónicas, es decir, las
establecidas por Manetón. Y desde la conquista macedónica se abre el período ptolemaico.
El fundador de la dinastía XXV fue Shabaka (Sabacón). Al subir al trono se proclamó rey de todo
Egipto. Este y sus sucesores ciñeron la doble corona pero nunca renunciaron a sus orígenes
manteniendo la necrópolis y la capital en Napata (cerca de la cuarta catarata). Construyeron
muchos templos, la mayoría consagrados al dios Amón y siguiendo el puro estilo egipcio. A
pesar de tener su propia lengua indígena (la meroítica), las inscripciones de los templos se
realizaron en un correcto egipcio clásico.
Durante la dinastía Nubia cobró mucho auge la institución de las Divinas Adoratrices de
Amón en Tebas, poniendo al frente de este cargo a alguna hija del faraón regente.
En cuanto a la política exterior, los faraones Nubios debieron afrontar durante su reinado las
amenazas de los Asirios. Los reyes Sargón II, Senaquerib, Asaradón, Asurbanipal lucharon en el
Delta del Nilo contra sus contemporáneos
egipcios Shabaka, Shabataka (Shebitku), Tahlq (Tarco), Tanutimen (Tantemani), Nekau
I (Necao). Se iban alternando las victorias hasta que Psametico el hijo de Nekau I que se había
refugiado en Siria, hizo frente a Asurbanipal venciéndole y expulsando a los Asirios de Egipto.
Con el reinado de Psametico comienza una nueva dinastía. La XXVI.
A Psemthek I (Psametico) se le considera como el último gran faraón de la historia de Egipto.
Fundador de la dinastía XXVI Saita se aprovechó en los comienzos de su reinado de la debilidad
de los Asirios para conquistar Siria y Palestina logrando la independencia de Egipto, aunque el
rey de los asirios Asurbanipal siempre mantuvo confrontaciones esporádicas contra los
egipcios hasta su muerte. Durante su reinado se restablecieron las relaciones comerciales con
los fenicios así como el inicio de relaciones con los griegos.
A la muerte de Psemthek I le sucedió su hijo Nekau II (Necao). A este faraón se le atribuye
entre otras cosas la primera vuelta en barco a Africa realizada por los fenicios por orden suya
así como el intento de construcción de un canal desde el río Nilo hasta el Mar Rojo a través del
Wadi Tumilat. Desgraciadamente este hubo de ser abandonado por la aparición de una nueva
amenaza, esta vez babilonica. Estos capitaneados por Nabucodonosor derrotaron a los
egipcios en la batalla de Karkemish, junto al Eufrates. Los egipcios tuvieron que retroceder a
Egipto persiguiéndoles el rey de Babilonia con su ejército, pero este, conocedor de la repentina
muerte de su padre Nabopolasar optó por abandonar la ofensiva. Sus ataques continuaron
durante los reinados de Psemthek II, Uahibra (Apries) y parte del reinado de Iahmes (Amasis).
Durante el reinado de este último, un nuevo Imperio, el Persa empezaba a florecer. El rey de
los Persas Kambithet II (Cambises) aprovechando la muerte de Iahmes atacó Egipto venciendo
a su hijo Psemthek III y apoderándose rápidamente de la nación poniendo punto final al
Periodo Saita.
Kambithet II (Cambises), fundador de la dinastía XXVII Aqueménida y conquistador de Egipto
fue en realidad una persona desequilibrada. Al subir al trono y en un acto de buena voluntad
perdonó la vida a Psemthek III. Egipto se convirtió en una provincia más de los Persas. Aunque
Kambithet II permaneció todo su reinado en Egipto, preparó varias expediciones militares
contra Libia y Nubia, estas se saldaron con sendas derrotas provocándole frecuentes arrebatos
de cólera siendo uno de los infortunados Psemthek III y con el tiempo el propio Kambithet II
que murió a consecuencia de uno de ellos.
Taryush I (Dario) fue su sucesor. Este faraón Persa restableció el orden y promulgó
importantes reformas jurídicas y económicas. También concluyó las obras del canal del Nilo al
Mar Rojo comenzadas por Nekau II, cuya apertura dio un importante auge al comercio. En
suma, con Taryush I, Egipto volvió a tener una importante prosperidad económica. El Imperio
Persa se extendía por medio mundo, desde la India hasta la Jonia y desde el Mar Caspio hasta
Egipto. Pero por muy sabio y competente que fuese Taryush I, al ser el Imperio Persa tan
extenso tendría que mostrar por necesidad signos de debilidad. Esta debilidad tenía un
nombre: Grecia.
Un importante fracaso al intentar someter a Grecia fue aprovechado por egipcios y babilonios
para sublevarse. A Taryush I no le dio tiempo a sofocar esta rebelión ya que murió sin
conseguirlo.
Le sucedió su hijo Jshyarsh I (Jerjes), quien instaló como gobernador de Egipto (sátrapa) a su
hermano Aquemenes. Mientras este controlaba a Egipto, Jshyarsh I aplastó violentamente la
rebelión de Babilonia. También volvió a emprender la guerra contra los griegos, siendo otra
vez derrotados en la batalla de Salaminas que junto a las derrotas en Platea y Micale les obligó
a abandonar la conquista de Europa.
Jshyarsh I murió asesinado junto a su hijo primogénito apropiándose del trono su otro
hijo Artajeshashs I (Artajerjes Longimano). Durante su reinado se produjeron varias
sublevaciones en distintas provincias de Egipto mandados por los príncipes
egipcios Inaro y Amyrtees.
A periodos de guerras le sucedían otros de calma relativa, en una de estas fue cuando el
historiador Herodoto de Halicarnaso visito Egipto.
Hay que destacar un importante cambio en cuanto a la cultura se refiere y en concreto en
relación con su escritura. La población nativa llevaba sus negocios en su propio lenguaje
empleando la escritura jeroglífica cursiva y que los griegos denominaron encorial o demotica.
Pero al ser ahora Egipto una provincia Persa, para todos los asuntos burocráticos se empleó el
lenguaje y escritura arameo, idioma semítico procedente del norte de Mesopotamia.
Tras la muerte de Artajeshashs I y del asesinato de su hijo Jshyarsh II (solo gobernó unos
cuarenta y cinco días), subió al trono Taryush II (Dario Notos). Durante el tiempo que estuvo
gobernando el imperio Persa empezó a tambalearse. Chipre se sublevó aprovechando Egipto
para hacer lo mismo.
Taryush II murió de repente dejando tras sí un vacío de poder que quisieron aprovechar sus
hijos Artajeshashs II Mnemon y Ciro el Joven para asegurarse el trono Persa. Mientras estos
libraban su particular guerra civil para conseguirlo, el príncipe Armytees consiguió ser
proclamado nuevo faraón de Egipto, terminando así con la primera dominación Persa.
Tras un periodo de dominación Persa de más de cien años, Amyrtees (Armiteo de Sais) recobró
la independencia de Egipto. Fue el fundador y único monarca de la dinastía XXVIII. De su
reinado no se conoce prácticamente nada ya que duró apenas seis años.
Con la subida al trono de Naifauirut I (Neferites) comienza la andadura de la dinastía XXIX
medesita. Su duración no superó los veinte años y gobernaron cinco faraones.
Mientras Esparta y Persia seguían con su conflicto, Egipto aliada en principio con Esparta, a
consecuencia de un cambio de postura de los persas en sus alianzas pasó a apoyar a Atenas y
Chipre.
Tras los breves reinados de Mutis y Psamut (Psamutis) subió al trono Heger (Acoris). Durante
su reinado los Persas firmaron la paz con los aliados de Egipto, por lo que Heger se quedó solo
en la lucha contra los Persas. El reinado de Heger terminó en revuelta sucediéndole Naifauirut
II. Nejtnebf I (Nectanebo) destronó a Naifauirut II (Neferites) fundando la dinastía XXX. Esta se
caracterizó por las continuas luchas contra Persia. Primero Nejtnebf I y después su
hijo Dyeher (Teos), lucharon con sus ejércitos contra los Persas conquistando Palestina y Siria.
El ejercito egipcio era ayudado por mercenarios griegos a los cuales se les pagaba ya con
monedas acuñadas en el propio Egipto.
Mientras Dyeher luchaba lejos de Egipto, su hermano Chahepimu que se encontraba en Egipto
sustituyéndole en la regencia aprovechó esta situación para nombrar a su hijo Nejtherheb
II (Nectanebo) faraón, teniendo Dyeher que quedarse en territorio Persa y refugiarse en la
corte.
Nejtherheb II se dedicó a reconstruir Egipto y fue el primero que hizo acuñar monedas de oro,
con la inscripción jeroglífica oro bueno. Mientras Egipto gozaba de una merecida tranquilidad,
Artajeshashs III (Artajerjes Oco) rey de los Persas, hijo y sucesor de Artajerjes II puso a punto
su maquinaria bélica y atacó por mar y por tierra a Egipto. Tras una serie de saqueos, matanzas
y destrucciones, Artajeshashs III, igual que había hecho Kambithet II, se adueñó otra vez de
Egipto. Tras la conquista de Artajeshashs III (Artajerjes), Egipto volvió a formar parte de Persia,
así como también Chipre y Asia Menor.
La segunda dominación Persa se caracterizó por las constantes confrontaciones con los
egipcios, con continuas matanzas y saqueos. Artajeshashs III murió envenenado por el
eunuco Bagoas sucediéndole su hijo Arses. Dos años más tarde éste también fue envenenado
por Bagoas siendo entronizado en su lugar Taryush III (Dario Colomano). El eunuco volvió a
intentar envenenar a Taryush III pero este se le adelantó y le hizo tomar su propio veneno.
Mientras tanto, el reino de Macedonia gobernado por Filipo II iba cobrando auge. Las
contiendas entre Macedonios y Persas empezaron a ser frecuentes, ganando poco a poco
terreno a los Persas.
El rey de Macedonia Filipo II fue asesinado, sucediéndole su hijo Alejandro Magno quien
extendió rápidamente sus fronteras, primero por Asia Menor y luego por el norte de Siria
donde vencería por primera vez a Taryush III en Iso. Su conquista seguiría por Fenicia llegando
por fin a Egipto en el año 332 a.C. tomando Menfis. Todo Egipto se le entregó, siendo recibido
como un libertador.
MESOPOTAMIA (2do y 1er milenio)
7) Durante el segundo milenio se produce en Mesopotamia, la invasión de los pueblos
Indoeuropeos. Uno de esos pueblos fueron los Kassitas (Kassi). Caracteriza la invasión de ellos
sobre el Imperio Babilónico.
Los Kassis, que procedían del Cáucaso y eran barbaros que no conocían la escritura, chocan por
primera vez con los babilonios en tiempo de Samsuiluna, el hijo de Hammurabi, después de
una etapa de luchas fronterizas, en las que muchas veces llegaban como esclavos o segadores
asalariados. Irrumpen en babilonia después de la toma y saque de la ciudad por Mursil.
El nombre de los Kassistas pervive en el deKossaioi que los griegos dieron a pueblos
montañeses de la región. Los Kassitas ocupaban Babilonia bajo un rey llamado Agum II o
Agukakrimi; las listas babilonias enumeran 8 reyes Kassitas anteriores a este, lo que debe
corresponder a épocas de invasiones o señoríos situados al pie de los montes sagros. En esta
época los Kassitas estaban en contacto con la aristocracia indoirania que guiaba a los Khurritas,
y en efecto, uno de esos reyes lleva el nombre ario de Abirstta.
Los dominadores aceptaron la cultura superior de Babilonia, si bien su barbarie no supo
adaptarse del todo a la civilización refinada de los vencidos, y el poder real se debilita en sus
manos. Su principal aportación a la cultura Babilonica es el uso del caballo y del carro de
guerra. También traen la novedad de contar el tiempo por los años de reinado del monarca,
sistema que se consolida y que ha de llegar hasta la era de los selucidas.
Como los siglos de dominación Kassita en el centro de la historia universal se encuentra al
oeste, en Egipto, en el imperio hittita y en el país de Mitanni, los acontecimientos de
Mesopotamia quedan un tanto al margen y no tienen importancia primordial. Babilonia lucha
Asiria al norte y con el Elam al este. La monarquía de cae mientras que la nobleza, dueñas de
las tierras atrae en sus manos el poder del estado.
El rey Kassitas siguiente, Karaindash, arregla sus fronteras con Assur, que entonces era vasallo
de lo Mitanni , y llego a tener tanto prestigio que Amenofis IIIle pidió una hija para su harén
cuyo dote pago en oro al rey Kassita. El orgulloso rey de Egipto llama en su correspondencia
hermano al príncipe Kassita; pero de la misma correspondencia de El Amarna se deduce que la
importancia de Babilonia era entonces secundaria. Asi el hijo y sucesor de Karaindash,
Kadashmansharbe I, se rebaja a pedir, al serle negada con brusquedad una princesa egipcia,
cualquier otra joven no mal parecida que pudiera hacer creer a su pueblo que el faraón había
accedido a su petición. No obstante las relaciones entre Babilonia y Egipto siguieron siendo
buenas, y asi vemos que Kurigalzu I se negó en redondo entrar junto a una liga de ciudades
cananeas en conflicto con el faraón.
En la era siguiente, mientras Suppiluliuma esta en la cúspide de poder, el rey Kassita
Burnaburiash II consigue una importancia considerable en la política con Asia anterior. El rey
Amenofis IV no le concede tal crédito, mientras que llega a su mayor altura el poder de los
hurritas sobre Siria, y de todo ello se queja el rey de Babilonia en una carta. Burnaburiash
construye un gran templo de Shamash en Larsa y sabe mantener su reino en paz, a pesar de las
graves complicaciones internacionales. Sus buenas relaciones con Asiria dan frutos cuando su
nieto es asesinado en una revolución de Babilonia: pero el rey de Asiria restaura la dinastía
Kassitas, poniendo en el trono a un hijo menor de Burnaburiash II, Kurigalzu II. Este fue el
restaurador de la ciudad de Durkurigalzu, en la que centro entonces el poder de los Kassi,
renunciando mantener la capitalidad en babilonia. Bajo su nuevo reinado se complica las
relaciones con Asiria y se llego a una paz, con un nuevo arreglo fronterizo, la cual se vieron
obligados los Kassitas a aceptar, pues los elamitas habían invadido el país y tuvieron que
acudir a eliminar este nuevo peligro.
La crisis de Asiria y la ruina del imperio hitita, que corto el comercio con Occidente, devolvió a
Babilonia su importancia. El restaurador de Babilonia es Adadshumnasir, que reorganiza la
dinastía Kassitay somete como vasallos a los descendientes de Tukultininurta, con el orgulloso
titulo de “rey del universo” al modo tradicional sumero-accidio.
La teología en la época Kassita experimenta un cambio importante a consecuencia de que se
sigue elaborando una viejísima tradición. De la misma manera que los semitas habían
examinado y rehecho la tradición sumeria, se escoge ahora de la tradición babilónica lo mas
esencial y se elabora ahora con un sentido poético.
El antropomorfismo se borra y se busca en las acciones de los dioses una ley moral. La
atención de los viejos textos se dirige a la moral, al dogma y a la filosofía.
8) Desarrolla aspectos centrales del Imperio Medio y Nuevo Imperio Asirio (págs. 180 a 190 y
222 a 232).
Después del antiguo imperio, Asiria experimenta una gran crisis. La invasión Hurrita altera
profundamente la composición étnica y social del país y los reyes mitannis dominaron sobre el
mucho tiempo. La ruina del estado mitanni fue la oportunidad para que Asiria resucitara como
nación.
Los hititas impidieron que el estado asirio se expandiera mas, y solo hacia 1.340 aparece un
rey importante, Assuruballit I. Este puso su protectorado a Mitanni y tuvo relaciones
diplomáticas con Egipto, pretendiendo tratar de igual a igual al faraón, que era el sazón
Ekhnaton. El rey de Babilonia Burnaburiash II protesto por estas relaciones, pues consideraba
como los asirios como vasallos. Pero mas tarde el babilonio se caso con una hija de
Assuruballit, y gracias a este emparenta miento, los asirios intervinieron en los asuntos
internos de Babilonia y apoyaron a la dinastía, instalando en el trono a Kurigalzu III.
Assuruballit se creyo en condiciones de proclamarse “Rey del universo”, titulo quye había sido
olvidado por los reyes de asiria durante cuatro siglos.
Su nieto Arikdenilu lucha en las montañas del alto tigris y contra un grupo de arameos, nos ha
dejado una relación de sus victorias que aparece influida por el estilo de las crónicas hititas. Le
sucede su hijo Adadnanri I, conocido por su lucha contra un estado feudatario de hititas en el
territorio donde estuvo el reino mitanni. Este país, llamado entonces Khanigalbat, quedo
sometido hasta la región de Karkemish al rey asirio sin que el rey de Khatti, Muwatallis, hiciera
nada para impedirlo. También hizo la guerra contra Nazimaruttas de Babilonia, y después de
ella se llego a un acuerdo de límites entre los dos estados.
Salmanassar I continua la obra de su padre, conquista el territorio de un estado que había
surgido como continuador de los hurritas, Urartu, en la región de Armenia. El ejército Asirio se
convierte en lo que va ser durante 6 siglos: un eficaz instrumento en mano del rey
conquistador, que actúa con dureza y crueldad. En los relieves de este rey y de sus grande
sucesores, tenemos representados a sus soldados: carros de guerra, grandes escudos, filas de
arqueros, jinetes con lanzas y pesada armaduras, murallas y fortificaciones como no se habían
conocido nunca, arte de tomar fortalezas con toda clases de maquinas y pertrechos, largas
catervas de prisioneros, que son trasplantados lejos de su país.
Asiria se enriquece con el botín que logra Salmanassar en sus conquistas, y surge un Ninive un
grandioso santuario de Ishtar. Pero Salmanassar establece la capital en Kalakh, mas cerca de
Ninive, abandonando Assur. De Kalakh proceden numerosos monumentos asirios.
Con la muerte de Tukultininurta, Asiria decae por algún tiempo. Su hijo resulto inepto para la
difícil tarea de continuarle. Los arameos invadieron y desbastaron la región de la alta
Mesopotamia, y el último de los descendientes de Tukultininurta sucumbió en lucha con los
babilonios. Una rama secundaria de la dinastía se mantuvo al frente de los asirios: pero apenas
rebasaron el nivel de reyezuelos locales. Es muy representativo que cuando Assurdan I intento
restautrar el templo de Anu-Adad en Assur,no pudo continuar las obras iniciadas.
Con Assudan coincide el momento en que el rey de Elam Shutruknakhkhunte destruye el
poderío de babilonia y termina con la dinastía Kassita.
Los sucesores de Tiglat-Pileser I no tuvieron tus condiciones guerreras, por lo que los pueblos
sometidos se rebelaron y algunos consiguieron independizarse, sobre todo Urartu y los
arameos.
Esta expansión aramea tuvo lugar en esta época por Siria del norte, el valle del Éufrates y
sobre todo por la Baja Mesopotamia, donde tribus arameas formaron el Imperio Caldeo o X
Dinastía Babilonia, instalando su capital en la antigua ciudad del sur mesopotámico.
Asiria permaneció en esta época replegada en sí misma, tratando de sobrevivir. Bajo el
reinado de Asur-dan II (934-912) parece cambiar la situación y este rey emprendió ya
campañas fuera de sus fronteras. Comienza el renacer político de Asiria: el Imperio Nuevo, y su
gran expansión, que empezará con Adad-Nirari II (911-891) llevando a cabo campañas contra
los pueblos montañeses y arameos, y continuará con su hijo y sucesor Tukulti-Ninurta II (890-
884).
Pero será con Assurnasipal II (883-859 a. C.) con quien se inaugura una nueva época y se
alcanzará el máximo histórico de crecimiento asirio. Este rey reanudará la política
expansionista de sus predecesores con el fin de reconstruir el viejo imperio, sobre nuevas
bases económicas, aprovechando la posición estratégica de Asiria en el eje de rutas
comerciales que unían el Golfo Pérsico con el Mediterráneo.
Hijo y sucesor de Tukulti-Ninurta II realizó las mismas campañas que su padre, sometiendo
también a tributo las diferentes regiones. La gran novedad respecto a su antecesor la
encontramos en la crueldad que exhiben las tropas asirias con enemigos decapitados,
empalados o desollados, poblaciones enteras quemadas, etc.. Con sus campañas militares
sentó las bases de una organización imperial más extensa cuyo núcleo político y administrativo
estaba situado en el llamado triángulo de Asiria, tierra comprendida entre el Tigris y unos de su
afluente, el Zab.
Así, la construcción del Imperio fue tanto una obra política como militar, con un fuerte
componente económico. Los países próximos fueron primero extorsionados por medio de
campañas militares, con las que se obtenían cuantiosos tributos, para más tarde convertirse en
territorios anexionados y sometidos a explotación sistemática. Ahora los reyes asirios actuaban
bajo un nuevo tipo de guerra que asegurara el predominio del poder asirio y la consolidación
de sus conquistas.
Assurnasipal II traslada la capital a Kalhu (actual Nimrud), sobre las ruinas de una ciudad
anterior, fundada en el s. XIII a. C. por Salmanasar I, la cual se convertirá en una de las capitales
asirias más espléndidas. La afluencia de riquezas, consecuencia de los numerosos botines
conseguidos en las campañas militares, provocó el florecimiento del país. Es la época de
apogeo de la escultura asiria. En Assur, Assurnasipal II construyó un palacio y reconstruyó los
templos de los dioses principales: Sin y Samash. En Nínive reconstruyó los santuarios de lso
dioses Assur e Ishtar.
La decoración del Palacio Noroeste de Nimrud del soberano es uno de los primeros grandes
ciclos de relieves de carácter épico-narrativo del arte neoasirio, donde vemos ensalzada la
figura heroica del monarca con frisos narrativos continuos. El rey aparece como protagonista
absoluto de las hazañas militares, que a la vez se complementa con una serie de epítetos
(poderoso, enérgico, dominador,..), ensalzando las cualidades morales y físicas que son
indispensables para el éxito de las acciones militares.
El segundo y definitivo fortalecimiento del poderío asirio corresponde a mediados del s. VIII a.
C. Éste vendrá protagonizado por Tiglat-Pileser III (744-727 a. C.), quien probablemente subió
al trono a raíz de una conjura palaciega. Este monarca dio nuevos bríos a la expansión militar
asiria y consiguió romper una confederación de principados anatólicos, urarteos y sirios del
norte. A la vez que extendía sus dominios, supo renovar y reorganizar el aparato
administrativo y burocrático del imperio.
Durante su reinado el rey asirio sometió a casi todo el Próximo Oriente asiático, donde exigió
tributo a todas las ciudades sometidas. Con respecto a Babilonia, se proclamó rey con el
nombre de Pulu, con lo cual preservaba la autonomía babilónica pero la incorporaba a Asiria
mediante una vinculación personal. Cuando murió dejaba un estado unificado desde el Golfo
Pérsico hasta la frontera egipcia.
Pero el primer artífice de la nueva potencia asiria, Imperio Nuevo asirio (883-612 a. C.) fue su
sucesor Salmanasar III (858-824 a. C.). El largo reinado de Salmanasar propició una importante
expansión. Se conocen más de 30 campañas de Salmanasar en sus 32 años de reinado: Siria,
Armenia, Urartu, Irán, Babilonia, …Todas las ciudades al oeste del Éufrates, excepto Damasco,
reconocieron su autoridad y le debieron tributo.
Aunque la expansión había fortalecido la economía asiria incorporando regiones ganaderas y
agrícolas a la tradicional economía comercial asiria de carácter urbano, el poder imperial asirio
siguió basándose en un fuerte ejército y en la colaboración de un nutrido grupo de
funcionarios, que constituían una auténtica aristocracia en torno al rey.
Poco antes de morir tuvo que soportar la rebelión de su hijo Assurnadin-apli en Nínive, aunque
la sucesión se resolvió en favor de otro de sus hijos, Shamshi-Adad V, que gozaba del apoyo del
rey babilonio.
Su hijo y sucesor Salmanasar V (727-722 a. C.) tuvo que afrontar la resistencia de Tiro e Israel,
pero no pudo evitar la secesión de Babilonia y el levantamiento de una parte de la aristocracia
asiria, privada de sus tradicionales privilegios fiscales. Tan solo cinco años más tarde,
Salmanasar V fue derrocado por Sargón II, quizá un miembro de la familia real, quien
estableció el orden en el centro del imperio y redujo a las poblaciones sirio-palestinas de la
periferia.
El Imperio asirio nunca tuvo una cohesión y solidez, y las alternativas de extensión y reducción
de su territorio serán una de las características de la historia de la conquista asiria. Los asirios
recurrían con preferencia a la fuerza bruta, destruyendo todo lo que no se podían llevar,
imponiendo costosos tributos y realizando deportaciones en masa. Todo esto provocaba en los
pueblos sometidos odios implacables que se traducían en frecuentes revueltas. La muerte de
sus soberano era a menudo la señal de la dislocación de su imperio y su sucesor debía
conquistarlo de nuevo.
Las deportaciones en masa generaban una mezcla de razas, modos de vida y supresión de
fronteras, que convierten a los asirios en lso grandes agentes del nivelamiento que permitirá,
en lso siglos siguientes, el fácil esablecimiento de lsoo grandes imperios neobabilónico, persa,
helenísticos y romano.
En ésta época se perfecciona el armamento, las técnicas de asedio y de gran importancia será
el carro de guerra. Fue esta política la que permitió a Tiglat-Pileser III incorporar Babilonia a
Asiria, formándose el Imperio Asirio-Babilonio. A su muerte, se hallaban unificadas bajo esta
monarquía todas las tierras del Creciente Fértil.
Sargón II (721-705 a. C.) contribuyó a la creación de un vasto imperio que llegó hasta las costas
de Chipre y las posesiones egipcias de Palestina, y acabó con las viejas disputas de Babilonia.
Con este rey se inicia la dinastía asiria llamada de los Sargónidas. Pero el rey asirio fue aún más
activo en la creación de un ambicioso programa urbanístico que incluía la fundación de una
capital nueva, Dur Sharrukin (actual Jorsabad) “ciudad de Sargón”, con palacios y templos que
ensalzaran las virtudes del rey.
Su política exterior no se aparta de la de sus predecesores. Tomó Samaria, la capital del reino
de Israel (del norte), en 721 a. C., deportando a sus habitantes, mientras el reino del sur, Judá,
permanecía fiel a Asiria. Derrotó a Karkemish y asentó asirios en Capadocia; hizo campañas
contra Armenia, Urartu y los estados arameos del norte del Éufrates.
Pero en el último año de reinado, el rey asirio tuvo que sofocar la rebelión de Babilonia, que
ayudada por Elam, preconizó la tendencia a las coaliciones entre “estados vasallos”, que
caracterizaría las décadas siguientes.
Así, tanto Senaquerib, como su hijo Esarhaddon intentaron por vía diplomática evitar
enfrentamientos con las poblaciones periféricas sometidas, coaligadas contra ellos. Tras
conseguir el apoyo de Siria, Fenicia, Chipre e Israel, las tropas asirias tomaron Menfis en 671 a.
C. y derrocaron al faraón etíope Taharqa (dinastía XXV).
Senaquerib (704-681 a. C.), dedicó todos sus esfuerzos a la conquista de Babilonia, contra la
que combatió hasta asediarla y destruirla. También trasladó la capital a Nínive,
embelleciéndola con nuevas calles y el Palacio Inimitable o Suroeste, un gran complejo
palaciego, denominado así porque se encuentra en la esquina suroccidental de la ciudadela de
Nínive.
Esarhaddon (681-668 a. C.) subió al trono tras el asesinato de su padre a manos de una
conjura palaciega. Este monarca reconstruyó Babilonia y devolvió sus posesiones a los
babilonios y mandó reponer las estatuas que Senaquerib se había llevado a Asiria. En política
exterior llevó expediciones a Arabia, conquistó Sidón, pero sobretodo intervino en Egipto,
llegando a Menfis, donde venció a Taharqa, dinastía etíope que reinaba en el valle del Nilo.
Estela de Esarhaddon (680-669 a. C.) Esarhaddon lleva todos los atributos de tradición asiria,
tiara troncocónica, con maza y sítula en la mano derecha y vestido largo ceremonial con flecos.
Los reyes vencidos que aparecen en la parte inferior son el de Sidón y Taharqa, faraón de
Egipto, que se reconoce por la tiara de ureo.
Las estelas se usaban para expresar el dominio sobre el país donde se erigía el monumento y
para ostentar el poderío de la realeza asiria. En este caso recuerda la victoria del monarca
sobre el faraón Taharqa en Menfis en el año 671 a. C.
Assurbanipal (668-627 a. C.), heredó el trono de su padre Esarhaddon en el año 668 a. C. Rey
conquistador llevó al Imperio a su máxima expansión. Egipto será incluido entre los dominios
asirios, que se extendieron ahora hasta Nubia. Pero éste monarca también tenía una gran
pasión intelectual, buena muestra de ello es la creación de una gran biblioteca en el Palacio de
Nínive, donde se han hallado tabletas de arcilla con textos inscritos de historia, filosofía,
medicina, astronomía, …
Assurbanipal fue el último soberano neoasirio que supo organizar y mantener unido el reino, a
las puertas de una crisis inevitable. Logró reprimir las continuas rebeliones de Babilonia y se
adentró en territorio elamita, donde saqueó y destruyó una de sus capitales (Susa).
Pero las constantes luchas habían ido desgastando el estado asirio, y al mismo tiempo tenían
una buena colección de enemigos (egipcios, israelitas, medos, caldeos y elamitas) que hizo que
acabara por caer. Al tiempo que Egipto deshizo el poder asirio en El Líbano, la alianza entre la
Babilonia Caldea (rey Nabopolasar) y los medos (rey Ciáxares) hizo que conquistaran y
destruyeran la capital del Imperio asirio, Nínive en el 612 a. C.
A partir de ese momento, Ciáxares consolidó al Imperio medo como la nueva potencia
emergente del Oriente Próximo, reformando el ejército medo según el modelo asirio y
babilónico.
9) ¿Cuáles fueron los aspectos centrales de la dominación de los Caldeos en Babilonia?
Los reyes de Caldea gobernaron Babilonia por un corto período. El más conocido de los reyes
caldeos fue Nebucodonosor II, que gobernó desde 605 hasta 561 a.C. y extendió su imperio
todo el mar Mediterráneo hasta la frontera de Egipto. Muchos judíos fueron obligados a
abandonar Jerusalén, luego de que las fuerzas de Nebucodonosor tomaran la ciudad.
Nebuchadnezzar II también fue conocido por haber reconstruido el templo de Marduk en
Babilonia. Marduk fue una importante babilonia el dios más. El templo era un enorme zigurat,
una torre con forma de pirámide y con grandes escalones.
En el año 539 a.C., invasores de Persia conquistaron a los caldeos. De esta manera, cayó el
último imperio de Babilonia. Sin embargo, bajo el mando de Persia, y luego bajo mando de
Macedonia, Babilonia siguió siendo una importante ciudad hasta finales de los años 300 a.C.
10) Revisa lo trabajado en el Trabajo práctico del primer cuatrimestre acerca de los Hebreos y
luego de releerlo, aborda la situación de los Hebreos y el pueblo de Israel en la etapa
monárquica.
La historiografía israelita sitúa la consolidación de una nueva entidad, la llamada coalición de
tribus, formadas en las altas tierras cisjordanas y en parte de la meseta transjordanas, en el
período de los Jueces. La lucha contra las ciudades-estado cananeas y otras entidades
ascendentes, la aparición de magistraturas temporales, la experimentación de procedimientos
de decisión no burocráticos y, por último, la progresiva formación de un estado monárquico de
nuevo tipo, con los primeros intentos de implicar al elemento tribal en formas de poder
centralizado son resultado de este proceso.
En la pequeña corte de Gabaa, con la ayuda de un círculo militar de extracción familiar, cuyo
escudero era David, Saúl cosecha varios éxitos sobre los reyes de Moab, Ammón, Edom, Aram
y Amalec, y cohesionaron sobre los filisteos al pueblo de Israel, logrando que las tribus se unan
en un organismo sólido. Más preocupados por esto que por las derrotas concretas, los filisteos
organizan una contraofensiva, que culmina con la batalla de Gelboé, en la que Saúl es
derrotado y, desesperado, se quita la vida. Toda Palestina cae en manos de los filisteos. Sin
embargo, no se vuelve a la desorganización política anterior, ya que las tribus del norte, en
Israel, reconocen como rey a Ish-Ba’al, hijo de Saúl, mientras que el sur, en Judá, es el núcleo
de un reino formado por David, probablemente en connivencia con los filisteos. Pero a la
muerte de Ish-Ba’al los ancianos de las tribus proponen a David que reine en todo Israel, y le
coronan en Hebrón. La reacción filistea es tardía e ineficaz, por lo que David logra
arrinconarlos en la costa, haciéndose con el control de la zona montañosa donde hay una
mayor presencia israelita.
El reinado de David, entre el 1000 y el 960 a. C., es un hito decisivo en el terreno institucional.
La base del reino no es sólo la coalición de tribus, pues se añaden otros elementos para formar
un conjunto que se mantiene unido gracias a los territorios contiguos y a la obediencia a un
solo rey. Bajo su gobierno, Israel pasó de reino a imperio, y su esfera de influencia militar y
política en el Oriente Medio se amplió, controlando a estados más débiles como a los filisteos,
Moab, Edom, Ammon, y convirtiendo al vasallaje a algunas ciudades-estados arameas.
La superación del estado tribal se lleva a cabo gracias a una política de consolidación y
expansión militar muy notable. Además, a los dos núcleos de Judá e Israel se suman la ciudad-
estado de Jerusalén, que David conquista y convierte en capital, y a continuación varios
territorios aledaños, vinculados de alguna forma a la persona del rey. Los éxitos militares y
políticos inducen a pensar en un Israel que se extiende desde el mar Mediterráneo al desierto
árabe, del mar Rojo al río Éufrates, sobrepasando en mucho los límites de la tierra prometida y
de los territorios realmente habitados por las tribus israelitas.
Durante estos años, comienzan las construcciones de prestigio, se forma una clase de
funcionarios administrativos y una milicia mercenaria, distinta del ejército reclutado entre las
tribus, y vuelve a darse una situación en la que el núcleo del estado está representado por el
palacio y sus dependientes, mientras el resto de la población es marginado de la política y
relegado a impuestos, contribuciones y trabajo. Este aspecto se acentúa con Salomón, hijo y
sucesor de David, que sube al trono en el 960 a. C. encabezando un grupo de presión dentro
de la corte, enfrentado a otros grupos con sus respectivos candidatos.
Las grandes obras públicas, iniciadas con David, reciben un gran impulso con Salomón, en las
que se destacan aquellas concentradas sobre todo en la capital, donde se construye un gran
palacio y un templo de Yahvé, que al principio debió tener dimensiones modestas y ser una
dependencia del palacio. Los hechos posteriores harán que el templo salomónico alcance una
preponderancia absoluta en el territorio, y una independencia y autoridad incluso superiores a
las del palacio real. Además de construir monumentos en Jerusalén, Salomón organizó centros
administrativos y militares descentralizados, utilizando para ello grandes recursos.
Para hacer frente a la nueva situación financiera del palacio y el estado, el reino es dividido en
doce distritos fiscales que engloban tanto ciudades como tribus, a cananeos y a israelitas. A
todos se les pide una contribución en bienes y trabajo a la que ya estaban acostumbrados los
campesinos y los ciudadanos, pero no las tribus, que no logran adaptarse a ella. De esta
manera, y sobre todo en las tribus del norte, aparecen movimientos rebeldes contra la “casa
de David”, a la que reprochan haber abandonado la línea de los antepasados, no sólo en
cuanto a política económica se refiere, sino también en la actitud religiosa. A la muerte de
Salomón, hacia el 926 a. C., las tribus del norte se rebelan abiertamente y el estado se divide
entre Judá e Israel. Por lo tanto, reunido en torno a la capital, Judá permanece fiel a la casa de
David, mientras que el norte se independiza y vuelve a un tipo de monarquía bastante
peculiar, siguiendo el modelo de Saúl, sin capital fija, ni continuidad dinástica, ni aparato
burocrático y fiscal.
El impulso unificador y expansionista de David y Salomón se agota a la muerte de este último,
y empieza otra época caracterizada por el fraccionamiento político, hasta la conquista asiria. La
entronización de Roboam, sucesor de su padre Salomón, sólo hizo que, tras varios intentos
frustrados de conciliación, la separación de Israel y Judá se precipitara. De esta manera, las
luchas intestinas y la enemistad entre ambos reinos los convirtieron en presa fácil de sus
poderosos vecinos, restablecidos de las incursiones de los Pueblos del Mar y de los arameos.
De entre estos reinos nacionales, el de Judá es formalmente el continuador de la gran
formación estatal davídica y salomónica, y en su capital, Jerusalén, se levantan un palacio y un
templo que se han convertido en una herencia desproporcionada, dada la modesta realidad
presente. La continuidad dinástica de la casa de David, y el templo de Yahvé, mantienen un
prestigio político y religioso que sobrepasa potencialmente las fronteras de Judá y se extiende
a todas las poblaciones israelitas. No obstante, en la realidad política de los siglos IX y VIII el
reino de Judá es una formación secundaria, que mantiene una relación de subordinación o
protección con Israel, Damasco y, por último, Asiria. Por lo demás, en el aspecto económico, el
tesoro reunido por Salomón en el templo de Jerusalén es estregado para hacer frente a la
invasión del faraón Sheshonq. Posteriormente las ciudades filisteas dejan al reino de Judá sin
salida al Mediterráneo, y la independencia de Edom y Moab le corta el acceso a las rutas
caravaneras transjordanas, por lo que Judá tiene que conformarse con sus exiguos recursos
agropecuarios en los ecosistemas de colinas y semiáridos que forman su territorio.
El reino de Israel, en cambio, es más extenso. Al contrario que el reino de Judá, posee salida al
Mediterráneo y acceso a las rutas caravaneras transjordanas. Es el hegemónico de Palestina en
el período de tiempo que va de la unificación davídica a la conquista asiria. La historia y las
instituciones pasan por varias fases. Primero, con Jeroboam I, tenemos la rebelión contra el
sistema fiscal de Jerusalén y la formación de un reino de base tribal y representativa. Luego,
hay una fase en la que los aspectos no estatales del reino, como la falta de capital, de dinastía
y de administración estable, degeneran en el caos, con una serie de usurpaciones, reinados
breves y luchas internas. Más tarde hay una fase de normalización durante los reinados de
Omri y Ajab, que fundan una nueva dinastía con capital en Samaria, a la que dotan de un
palacio y una corte, una burocracia y una administración estatal, con lo que Israel y Judá se
igualan en el plano organizativo.
iento yahvista del general Jehú, que provoca un cambio de dinastía, no es capaz de invertir el
proceso de normalización, que prosigue en la misma línea. Pero el peligro asirio es cada vez
más acuciante y polariza todas las energías de Israel, que a raíz de la conquista de Siria por los
asirios ha quedado en posición de primera línea, y se plantea el dilema entre la resistencia
armada o la sumisión.
De esta manera, obviamente, las relaciones entre los distintos reinos y casas reales son de
guerra o alianza. Ahora bien, las alianzas exteriores tropiezan con resistencias y problemas en
el interior, que afectan a la cohesión nacional. El hecho es que las alianzas entre casas reales
pertenecientes a distintos ámbitos nacionales crean vínculos entre las cortes pasando por
encima de la población común. Estas alianzas se concretan en los matrimonios dinásticos y la
asociación en empresas comerciales. Como consecuencia, entonces, se incrementa la llegada
de productos y modas extranjeras, así como la presencia en la corte de personas de lengua y
cultura extranjera y, sobre todo, la penetración de cultos extranjeros. La población, que
aprecia más los valores nacionales y religiosos que los productos exóticos, reacciona con
condenas, canalizadas por “profetas” convertidos en portavoces de opiniones exteriores a la
corte, y en última instancia contrarias al rey.
En esta etapa, tanto la victoria como la derrota, la destrucción propia como la ajena, y la
intervención de potencias extranjeras, tienen una explicación teológica en el resultado de las
guerras. Se considera que intervienen factores ético-religiosos, y no depende sólo del simple
enfrentamiento entre potencias militares y económicas. El enemigo es derrotado no por estar
técnicamente en el error, sino por ser portavoz del pecado imperdonable de adorar a una
divinidad equivocada. La guerra es mucho más útil que la paz a la hora de movilizar y
consolidar los sentimientos nacionalistas. El pueblo sigue más fácilmente a los “profetas” de la
resistencia que a las cortes, partidarias de actitudes más matizadas, oportunistas y realistas.
La intervención asiria, que al principio interviene en las luchas internas palestinas, se torna
cada vez más intensa, puesto que va avanzando de a poco hacia el sur y cobrando importancia.
Ya en 853 a. C. Ajab de Israel había dado su contribución a la coalición de estados
siriopalestinos que habían rechazado al ejército asirio de Salmanassar III. Parecía un episodio
ocasional, simple tregua entre rivales habituales unidos contra un peligro, pero en realidad fue
la primera contienda con una potencia amenazadora. Para Palestina el peligro asirio no se
concreta hasta el siglo VIII, cuando el dilema de pagar tributos o soportar incursiones
devastadoras se convierte en algo habitual. En el transcurso de 25 años, de Tiglat-Pileser III a
Sargón II, pasaron a ser provincias asirias todas las zonas exteriores al reino de Israel, para ser
sitiado el núcleo central de Israel, Samaria, en el 722 a. C.
También en el interior de los reinos se debate sobre la estrategia a seguir. De esta manera, se
juega entre las propuestas de resistencia o la sugerencia hacia la sumisión. Dada la
superioridad del ejército asirio sobre las fortificaciones palestinas, la política de sumisión,
practicada sobre todo por Judá, sirvió al menos para conservar parte de su autonomía,
mientras que la resistencia armada, practicada sobre todo por Samaria, condujo rápidamente
al desastre. En cualquier caso, a los estados del sur les resultaba más fácil resistir, al
encontrarse más alejados y respaldados por Egipto. Jerusalén pudo aguantar, en cambio, un
largo asedio en el 701 a. C., pero progresivamente fue perdiendo parte de sus territorios
exteriores.
La conquista asiria no es sólo un fenómeno exclusivamente político y militar, sino que además
acarrea consecuencias en el terreno económico y demográfico. Anteriormente Palestina había
pasado por períodos, a veces prolongados, de sumisión a imperios exteriores, como fue el caso
particular de Egipto, aunque sin consecuencias demasiado graves, porque la destrucción y las
formas de explotación no eran tan dramáticas, y se respetaba la autonomía local. Sin embargo,
con los asirios, el pago de fuertes tributos supone una pérdida importante de riqueza para los
limitados recursos de la región. Además, las matanzas y deportaciones van diezmando la
población, y tienen una fuerte incidencia en los ámbitos técnico y cultural. Los destierros
afectan sobre todo a los habitantes de las ciudades, mientras los campesinos permanecen en
el campo, asolado por las incursiones enemigas. La despoblación así está acompañada del
desánimo y la aculturación. Las ciudades ya no son sedes de dinastías locales, con sus efectos
sobre la unidad y el espíritu nacional. Se han convertido en sedes de gobierno asirios, con
administradores asirios, guarniciones asirias y cultos asirios, todo bajo un complejo mecanismo
de centralización de recursos enfocado en el desarrollo de capitales imperiales y en la
repoblación del campo asirio.
Recurriendo a la obviedad, este proceso afecta a toda Palestina, aunque en Judá el momento
crucial de la reducción a provincia se retrasa lo suficiente gracias a su posición apartada y al
apoyo egipcio. No obstante, a veces, en lugar de aplicar una política prevaleciente en la
sumisión, se tiende hacia otra algo más atrevida que aprovecha la situación internacional para
reivindicar una independencia con connotaciones religiosas, como la reforma del culto. El
pueblo hebreo y sus representantes políticos esperan mejor suerte si su fidelidad a Yahvé es
más rigurosa. En cambio, cuando acecha el peligro, no falta aquel que vea en ello
consecuencias en las vacilaciones religiosas. Un episodio significativo se produce con Exequias,
que reorganiza el estado y el culto, fortifica Jerusalén y resiste el asedio de Senaquerib en el
701 a. C., evitando la ruina total pero perdiendo gran parte del territorio. Otro episodio,
todavía más notable, se produce con Josías, casi un siglo después, cuando realiza una política
de reconstrucción nacional aprovechando la caída del imperio asirio tras la toma de la ciudad
de Assur, breve paréntesis en el que la franja siriopalestina está disponible políticamente,
antes de que se decida la lucha entre los babilonios, que penetran por el norte, y los egipcios,
que lo hacen por el sur. Momentáneamente, Josías recupera los antiguos territorios israelitas,
y sueña con restaurar el reino davídico, pero el paréntesis es corto, y encuentra la muerte
combatiendo a los egipcios.
Pocos años después, el emergente imperio neobabilónico consigue lo que no habían logrado
los asirios. En sus ansias expansionistas, Nabucodonosor II toma Jerusalén por primera vez,
reduciendo a esta ciudad a la condición de reino vasallo en el 597 a. C., para acabar poniendo
fin a la autonomía local en el 586 a. C. Después de una posterior rebelión, destruye el templo
de Salomón, derriba las murallas y manda deportar una cuarta parte de la población de Judá a
Babilonia. A diferencia de los asirios, los babilonios no repueblan los campos devastados con
desterrados de otras zonas, ya que a todos los concentran en la zona babilónica. De esta
manera, mientras los campos del norte, como Israel y los estados arameos, son colonizados
por una mezcla de campesinos residuales e inmigrantes, los del sur, como Judá, quedan medio
vacíos, aunque más homogéneos étnicamente. Por lo demás, los exiliados hebreos en
Babilonia mantienen su cohesión y particularidad, con su propio rey, también desterrado, pero
reconocido como tal.
Los desterrados introducen sus divinidades y costumbres, ajenas a la tradición del país de
destino, aunque acaban fundiéndose con los restos de la cultura local. En el norte de Palestina,
por ejemplo, hay una población mixta y bastante pobre culturalmente, formada por
campesinos y grupos alógenos de deportados, sin clase dirigente, que hablan el arameo y en el
terreno religioso tienden al sincretismo. En cambio, los grupos de desterrados palestinos,
especialmente los judíos, cultos y conscientes al tratarse de miembros de las clases dirigentes,
que tratan de conservar en su exilio babilónico la pureza de su lengua, sus costumbres y su
religión, para evitar así ser asimilados por el mundo que los rodea. Estos núcleos de exiliados
consideran que son ellos, y no los campesinos que han quedado en Palestina, los
supervivientes del desastre nacional de su pueblo. Para ellos Palestina, y en especial Jerusalén,
sigue siendo su tierra, cubierta de valores simbólicos que van mucho más allá de la realidad
concreta. Allí, el pueblo judío se apiña en torno a sus profetas, durante un período que la
tradición denomina como los “años de la prueba”, hasta que el rey persa Ciro II el Grande les
permite regresar a Palestina.
Cuando David y Salomón unificaron la región, la fundación del templo de Yahvé en Jerusalén
como edificio ajeno al palacio real conllevó la elección de una divinidad como centro del
panteón oficial del reino y como divinidad dinástica. El dios elegido, Yahvé, no debía ser nuevo
en la religión, sino que seguramente se trataba de una de las divinidades mayores y más
cualificadas, vinculada por tanto a un ambiente particular y a un patrimonio mitológico y
cultual arraigado. En cualquier caso, fue una opción política, relacionada con la dificultad de
construir un estado nacional sobre una base fragmentada y diversificada. En la época
monárquica, la presencia de una divinidad dinástica no excluye otros cultos, ya que se sigue
practicando el culto a otras divinidades, y a otros conjuntos de divinidades. Además, hay otros
templos de Yahvé fuera de Jerusalén que no son nuevas fundaciones del rey, sino antiguos
santuarios de otros dioses. No obstante, en cualquier caso, en el transcurso del período
monárquico, el prestigio de Yahvé va en aumento. Los fieles de otras divinidades acusan esta
influencia, logrando que en algunos casos, haya un proceso de asimilación y, en otros, exista
una subordinación y demonización.
Las luchas políticas y militares con los estados vecinos tienen sus consecuencias teológicas. La
guerra se ve como un enfrentamiento entre las divinidades nacionales, y las victorias o las
derrotas se interpretan en clave teológica. Normalmente, la victoria acrecienta el prestigio
interior del dios nacional, y la conquista implica entonces la difusión del culto al dios de los
vencedores. Pero en una derrota, más que la superioridad del dios de los otros, se ve la
intención del castigo del dios propio como consecuencia por algún pecado cometido contra él.
Es un paso importante, porque en condiciones de politeísmo real el resultado de las guerras
refleja el enfrentamiento entre dioses contrapuestos. En cambio, la instrumentalización
teológica de los dioses extranjeros vencedores, y el hecho de que la explicación se centre en la
relación entre el dios y su pueblo, revelan un gran desinterés por todos los dioses que no sean
el propio dios nacional.
En el caso del proceso de avance asirio, la fidelidad al dios único nacional es la única esperanza
de salvación. La causa probable del castigo por esta agresión son los compromisos o
concesiones a los otros dioses, de modo que cuanto más se agrave el panorama más necesaria
se hace una movilización religiosa exclusiva. El culto se concentra en el templo de Jerusalén,
para subrayar su carácter nacional. Los demás centros de culto se consideran irregulares. Por
primera vez se concibe un reino que venera a un solo dios, y lo hace desde un solo lugar. En
efecto, si el comportamiento de la comunidad nacional es la causa de la victoria o la derrota,
es preciso saber con detalle y sin ambages qué es lo que se debe hacer, lo que hay que evitar,
cuáles son los pecados y las reacciones del dios. La legitimidad y el buen gobierno del rey ya no
son lo único que determina la actitud del dios, señal de que el prestigio de la realeza se ha
debilitado. Ahora, la causa potencial del desastre nacional es el comportamiento de todos.
Durante la caída de Jerusalén a manos del ejército babilónico, la destrucción del templo, el fin
de la independencia nacional y el destierro de la clase dirigente eliminan gran parte de los
elementos de identidad nacional. La religión se convierte en una práctica con un mínimo culto
organizado y una gran interiorización, acompañada de un acentuado formalismo individual. El
miembro de la comunidad israelita, que ya es una comunidad religiosa, tiene que distinguirse
por su comportamiento en un mundo heterogéneo. Los que permanecen fieles a la
observancia de la ley y al único dios verdadero se consideran supervivientes del desastre
nacional en un mundo de “paganos”.
11) Describe los aportes culturales de los Fenicios y su importancia económica en el primer
milenio.
La civilización fenicia se ubicaba a lo largo de la orilla oriental del Mediterráneo entre Siria y
Palestina; limitaba al este con las montañas del Líbano. El emplazamiento de Fenicia
corresponde aproximadamente con el que hoy ocupa el Líbano.
Por la posición territorial que ocupaba Fenicia estaba destinada a ser un centro para las
transacciones comerciales, y por ende envidiado por aquellas naciones que la circundaban.
Los fenicios se convirtieron en los grandes navegantes de la antigüedad, y propagaron
por el Mediterráneo la civilización de los pueblos del Cercano Oriente. Los marineros
fenicios atravesaron también el estrecho de Gibraltar y exploraron las costas africanas
europeas del océano Atlántico.
A la par del comercio marítimo, los fenicios realizaron también un activo intercambio
por tierra con los países del Asia occidental. Además de comerciantes, los fenicios
fueron grandes industriales. Su principal aporte en este aspecto fue el vidrio; también
construyeron barcos y evolucionaron en la navegación.
Los fenicios también desarrollaron variadas formas artísticas, uno de los primeros
alfabetos y la utilización de la moneda como medio de intercambio comercial.
12) Explica las circunstancias en las que los Persas llegan a conformar un imperio en
Mesopotamia a partir de la caída del Nuevo Imperio Asirio. Explica cómo cae éste y describe
las características de la organización del Imperio Persa.
En el 559 a. C. Ciro II (también conocido como “el Grande”) llegó al poder de los persas, y
unificó a los pueblos y se rebeló contra los medos. Ciro logró la independencia persa y
conquistó todas las tierras de los medos. Esta conquista puso fin al dominio medo sobre el
pueblo persa y dio comienzo a la conformación del imperio más grande visto hasta ese
momento.
Tras la conquista de los medos, los persas conquistaron más territorios de Asia menor como
Lidia y Jonia y, en el 539 a. C., conquistaron la ciudad de Babilonia. Después de esta conquista
le permitieron al pueblo hebreo, exiliado en Babilonia, volver a Jerusalén. Junto con Babilonia,
los persas conquistaron la zona de Palestina, Siria y toda la Mesopotamia.
Luego de la muerte de Ciro el poder persa quedó en manos de su hijo, Cambises II, quien
estuvo al mando de la conquista de Egipto en el 525 a. C. El Imperio persa se caracterizó por
sus políticas de apertura frente a los terrenos conquistados, ya que permitió la libertad de
culto y la libertad de gobierno y administración en los territorios anexados.
La máxima consolidación del imperio se dio en el reinado de Darío I, rey que se encargó de
realizar muchas de las obras que permitieron la interconexión y organización de los territorios
y el desarrollo de ciudades y palacios. Durante su reinado se emprendió la conquista
de Grecia en lo que se conoce como las guerras médicas, que marcaron el comienzo del fin del
Imperio persa.
Algunas de las principales características del Imperio persa fueron:
 Fue fundado por el rey Ciro II, que venció al rey medo Astiages, en el 550 a. C.
 Se expandió desde el actual territorio de Irán (zona de origen de los persas) por los
territorios de Afganistán, Arabia, Egipto, Pakistán, entre otros.
 Estaba liderado por un rey que era la autoridad absoluta del imperio.
 Fue uno de los imperios más extensos y destacados de la historia mundial.
 Abarcó aproximadamente doscientos años y estuvo liderado por la dinastía
aqueménida, representada por: Ciro II, Cambises II, Darío I, Jerjes, Artajerjes I, Darío III,
entre otros.
 Su capital estaba instalada en Persépolis, considerada uno de los máximos emblemas
de la civilización persa.
 Aplicó una política de tolerancia frente a los territorios conquistados, en la que se
destacaba el respeto por la libertad de culto, la autonomía política, una baja de
impuestos, entre otras medidas.
 Su territorio estaba dividido en satrapías que estaban conectadas entre sí por medio
de puentes y caminos.
 Se destacó en el comercio y en el desarrollo de rutas comerciales que permitieron
conectar todos los territorios del imperio.
 Su cultura tomó rasgos y tradiciones propias de los territorios conquistados y se
caracterizó por el desarrollo de la arquitectura y el arte.
 Fue derrocado por Alejandro Magno en el 331 a. C.
El Imperio persa se caracterizó por respetar la cultura y las tradiciones de las regiones
dominadas y, en muchos casos, incorporó varias de estas costumbres. Esto permitió
que la cultura persa se convirtiera en una de las más ricas de la región.
Los persas se destacaron en la construcción de palacios, grandes edificaciones
amuralladas que solían ser la vivienda de emperadores o nobles. El palacio de
Persépolis, ubicado en el este del país, fue uno de los más reconocidos y funcionó
como la capital del imperio. Los palacios persas se repartieron por los diferentes
terrenos conquistados y estaban decorados con frescos, mosaicos y esculturas.
En cuanto a la religión, los persas profesaban el zoroastrismo, religión que había sido
revelada por el profeta iraní Zoroastro y que planteaba la adoración a un dios
supremo: Ahura Mazda. También se cree que adoraban a Mithra (el dios equivalente al
dios Apolo de los griegos).
Uno de los puntos principales de las conquistas persas era su gran tolerancia religiosa
con los pueblos conquistados, por lo que en el territorio del imperio convivieron
diferentes tipos de creencias y religiones.
Los persas se destacaron por su ritual de sepultura. Tras morir un ser querido no lo
enterraban porque consideraban que los cuerpos contaminaban la tierra. Los
cadáveres, entonces, quedaban sobre estructuras de piedra y eran devorados por aves
carroñeras.
El ejército persa estaba formado por arqueros, caballería, infantería y una gran flota
naviera, y sus hombres se caracterizaron por su puntería y su destreza. Esto hizo que
este ejército se consolidara como uno de los más fuertes y numerosos de la época, lo
que le permitió la conquista de pueblos vecinos.
Una vez que el Imperio persa fue creciendo en extensión, la diversidad de culturas y de
tipos de ejércitos aglutinados bajo el poderío persa hizo que fuera difícil desarrollar
una fuerte organización y táctica militar.
Los diferentes ejércitos se encargaban de proteger sus territorios y eran convocados
en caso de necesidad, pero, aunque eran numerosos, no estaban del todo organizados.
Esto llevó al declive del Imperio persa que, al intentar anexar los territorios griegos, no
pudo hacer frente a los ejércitos de las polis griegas y luego al potente ejército
macedónico liderado por Alejandro Magno.
Dentro del ejército persa se destacaron los Inmortales, un regimiento de infantería
formado por 10.000 hombres que se encargaban, sobre todo, de la protección real.
Este grupo estaba formado por los guerreros más experimentados que debían ser
persas o medos.
Para el 530 a. C. el Imperio persa ya se extendía por Asia y por Egipto, y el rey Darío I
tuvo que hacer frente a revueltas que se desarrollaron en diversos territorios. Una de
ellas fue la revuelta jónica, llevada adelante por los territorios griegos de la región de
Jonia con el apoyo de otras ciudades griegas. Esta revuelta fue sofocada y terminó con
la devastación de la ciudad de Mileto.
Uno de los máximos objetivos que planteó Darío I fue la conquista del resto de los
territorios griegos. En esa época, Grecia estaba organizada en ciudades-estados que
iban de a poco creciendo en importancia y poderío. Los persas invadieron por mar, en
lo que se conoce como la primera guerra médica, y conquistaron las islas Cícladas,
pero luego fueron derrotados por los atenienses en la batalla de Maratón (490 a. C.).
Luego de la muerte de Darío I, asumió el poder persa su hijo, Jerjes I, quien quiso
continuar con la idea de anexar los territorios griegos. Así se dio inicio a la segunda
guerra médica en la que resultaron vencedores los pueblos helénicos, en batallas como
la de Salamina (480 a. C.).
Tras estas sucesivas derrotas, asumió el poder Artajerjes, hijo de Jerjes, y luego quien
fue el último rey de Persia: Darío III. Para este momento, Grecia había sido unificada
bajo el poder del macedonio Alejandro Magno, que se puso como objetivo la conquista
del Imperio persa.
Alejandro Magno invadió el Imperio persa y su conquista se desarrolló a lo largo de
tres batallas principales: la batalla del Gránico (334 a. C.), la batalla de Issos (333 a. C.)
y, por último, la batalla de Gaugamela (331 a. C.), en la que el Imperio persa fue
derrotado y Alejandro fue erigido como el nuevo rey.

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  • 1. I.S.F.D N° 50 Profesorado de Historia Espacio curricular: PERSPECTIVA ESPACIO TEMPORAL MUNDIAL 1er Año Profesora: Scarinci Silvia Inés Unidad II: Contenidos: Egipto antiguo: Los orígenes y la unificación. El Imperio Antiguo y la centralización política. La importancia del Nilo en el contexto geográfico. Pirámides y grandeza política. La momificación. Primer período intermedio, crisis y origen del Imperio Nuevo. La nueva unidad política. La invasión de los Hicsos y el Segundo Período Intermedio. El surgimiento del Imperio Nuevo. La expansión egipcia y el enfrentamiento con los Hititas: la Batalla de Qadesh. El libro de los muertos. Crisis del Imperio Nuevo. Babilionia bajo los Kassitas. El Imperio Medio Asirio. El Nuevo Imperio Asirio: la expansión sobre Mesopotamia. Los Caldeos en Babilonia. Egipto en la Baja Época (Tercer Período Intermedio): La dominación Asiria y Persa. La Monarquía en el pueblo de Israel. Los Fenicios: aportes culturales. Los Persas y la unificación de Oriente. Imperio y expansión. Organización administrativa: las satrapías. Visires y sátrapas. El zoroastrismo (zaratustra). Actividades: EGIPTO (3er, 2do y 1er milenio) 1) Ubica geográficamente al Imperio Antiguo y realiza una periodización de su historia, desde los orígenes del Imperio Antiguo hasta la Baja época (tercer período intermedio). Priorización del origen del imperio antiguo (2664 - 2155 adC.) /2584 adC, hasta la baja época (aprox. 2154 - 2052 adC.):  III dinastía: (2664 - 2615 adC.) /2584 adC-2520 adC; Existe mucho desconocimiento sobre los monarcas de esta dinastía, con la excepción de su
  • 2. iniciador que fue hijo del último faraón de la anterior. Con esta dinastía fueron frecuentes las expediciones a minas del Sinaí.  IV dinastía: (2614 - 2502 adC.) /2520-2392 adC: La dinastía de las grandes pirámides presenta puntos oscuros en la sucesión del Keops, cuando parece que varios de sus hijos se sucedieron en poco tiempo además de Kefrén, como Djedefhor y Baufre. También es posible que Sethka fuese hijo de Didufri. No existe la certeza de que Shepseskaf fuese hijo de Micerinos y tampoco están seguros los vínculos familiares entre esta dinastía y la siguiente.  V dinastía: (2501 - 2342 adC.) /2392 adC - 2282 adC: Los faraones de esta dinastía introdujeron como novedad el construir además de una pirámide, al igual que los de la dinastía anterior, el erigir un templo solar con obelisco. Los comienzos de la dinastía resultan un tanto oscuros, hablándose incluso del "problema de Khentkaues" quién posiblemente fue reina regente durante la infancia de sus hijos, que pudieron sucederse en los reinados. Posiblemente Niuserra fue hermano de Neferefra, que tal vez fue conocido también cono Ranefer. Las relaciones entre Niiuserra y su sucesor Menkauhor son desconocidas, pero pudo producirse ruptura de la línea genealógica puesto que los siguientes monarcas fueron enterrados en Saqqara. También existe desconocimiento a cerca de los antepasados de Unas, el último rey de la dinastía.  VI dinastía: (2341 - 2181 adC) /2282-2117 adC.: No se puede afirmar que esta dinastía suponga una ruptura en la línea sucesoria con al anterior. Parase que hubo problemas al principio de la dinastía porque algunas fuentes hablan del asesinato de Teti y del cambio de nombre de Pepi durante su reinado. Tras el gobierno de Pepi II parece que la autoridad regia se debilitó ocasionando una serie de reinados efímeros que caracterizan a las dos siguientes dinastías, que pueden considerarse el preámbulo o el comienzo del llamado Primer Periodo Intermedio.  VII y VIII dinastías: (2174 - 2155 adC) /¿2117 adC: La VII dinastía puede ser considerada como la del inicio del Primer Periodo Intermedio como el comienzo de la descomposición del Imperio Antiguo. Es quizás la época más oscura del Antiguo Egipto. Los miembros de estas dos dinastías posiblemente tuvieron lazos de sangre con los faraones de la dinastía anterior pero se desconoce con exactitud su grado de parentesco. Fueron reinados muy breves que se sucedieron en un contexto de debilitamiento de la autoridad real, una cierta "feudalización" o atomización del poder, posibles invasiones extranjeras y revolución social interna.  IX y X dinastía: (aprox. 2154 - 2100)(IX)- (2100 - 2052) (X) /¿-2040 adC.: Sin ser muy claros los datos existentes sobre estas dos dinastías, si que parece que fueron una continuación de la línea sucesoria, aunque se ha tomado el acceso al poder en el Alto Egipto del príncipe tebano Inyotef I como punto de separación entre ambas. Dentro de la oscuridad que domina todo el periodo son mejor conocidos los monarcas de la X. Se da por hecho que el acceso al trono de la IX dinastía implicó violencia. Con ella la capital se desplazó desde Menfis a Heracleópolis, aunque su poder efectivo ni mucho menos abarcó todo Egipto, siendo especialmente débil cuando no abiertamente contestado en el sur, el Alto Egipto, donde los príncipes tebanos constituyeron una fuente de rebeliones que a la larga pusieron fin a las dos dinastías heracleopolitanas y dieron comienzo al Imperio Medio.
  • 3.  XI dinastía: (2134 - 1999 adC) /2160 - 2066 adC: Hasta el reinado de Mentuhotep II esta dinastía gobernó el Alto Egipto mientras que los monarcas de la X dinastía lo hacían en el Bajo Egipto. La victoria de aquél sobre el norte reunificó nuevamente el país y dio comienzo al llamado Imperio Medio. 2) Caracteriza la organización política, económica, religiosa, administrativa de Egipto durante el Imperio Antiguo. Los comienzos de la cultura egipcia. Los restos de población y cultura humana son muchísimos más antiguos en Egipto que en Mesopotamia. Desde el curso del Nilo se fija y se establecen las terrazas del valle, los hombres se instalan en sus orillas, donde hay abundante recurso de caza y pesca. Hacia el año 5000 a.c. en el Fayyun y el 4000 a.c. en la orilla occidental del Delta, acusan un avance cultural considerable. Cabras, cerdos y gansos y algunas especies de cereales, se suman a los recursos de que el hombre dispone. La casa se hace más estable los silos sirven para conservar la cosecha, el grano se guarda en tija, y se van extendiendo las cestería y los tejidos de lino. Las sociedades se basan en las comunidades aldeanas. La cooperación hace posible logros muy importantes: los agricultores se establecen a las orillas del rio y van organizándose sistemas de irrigación, mientras que alrededor flanqueando el valle y adentrándose en el desierto, subsisten los pastores nómades. La invención de la navegación, es probable que favorecieran entonces las comunicaciones de la región del Delta con el exterior. Durante varios siglos el alto Egipto, afirma su unidad frente a la rebeldía del Delta, que se ha desarrollado como una sociedad completamente agrícola, con artesanías y ciudades. El alto Egipto mantiene su personalidad frente a los Nubios del sur, los libios del oeste y los beduinos del desierto del este y de la península del sinai. Hacia finales del IV milenio, el Deltas con sus aldeas convertidas en centros comerciales y administrativos, y en la que la división de trabajo permite el desarrollo de artesanías diversas, comienza atraer a los jefes pastorales del Sur, y en los primeros tiempos del III milenio, los del alto Egipto, se imponen a los agricultores del Delta y unifican asi el país. Tales son los comienzos históricos de Egipto. Tenemos que imaginar que Egipto, como en Mesopotamia la transición se produce progresivamente, si bien los escasos restos históricos de Menes dan la impresión de que constituyen una súbita eflorescencia. Pequeños distritos o demarcaciones locales, los que los griegos llamaran mas tarde nomos, son las unidades políticas en esta época. En la región del Delta estas pequeñas ciudades-estado, si no es licito llamarlas así, se desarrollan mas y mantiene una personalidad mas marcada. Se citan tres reyes, llamados Escorpion, Nsrmen y Horus, como los unificadores de Egipto y la figura histórica de menes, que nos llega por tradición clásica, parece ser simplemente la idealización Narmer, o la reducción a mito de único de estos tres personajes. Egipto aparece como precisamente como el Reino de los dos países, el Alto y Bajo Egipto, y su rey es un divinidad. Esta vive en el rey como en la imagen o el animal sagrado: al morir el pasa a su sucesor. El rey es la encarnación de Horus, y tal concepción reposa en idea bien vivas sobre la función religiosa sobre el jefe en la horda primitiva. Los
  • 4. funcionarios del estado son primitivamente los parientes del rey, participe de su poder mágico. Lo mismo son los sacerdotes en cuanto su casta, con rango y privilegios estatales. Por debajo de los creadores del estado y sus inmediatos colaboradores queda el pueblo, que es dirigido y administrados por aquellos. La religión animalista y animista, en las últimas etapas prehistóricas, avanza resueltamente hacia un antropomorfismo. Los dioses van queriendo figuras y cualidades humanas, lo que puede comprobarse en sus estatuas, que conservan partes o atributos animales; pero son predominantes figuras de hombre o mujer. Esta humanización de los dioses es la base de un desarrollo de los mitos. También en Egipto, como en Sumer, el dios de la tierra Geb y la diosa del cielo Nut, son separados por el dios del aire Shu, el vacio, y asi se hace visible el curso del hijo de aquellos, el Sol. El arte Egipcio crea desde muy pronto figuras extensas, en bulto redondo, con tendencia realista, y en ellas se expresa una fuerza mágica. Durante la II dinastía, el principio fonético, es decir, la utilización de los primitivos signos ideográficos, con su valor puramente fonético, se ha desarrollado ya. Con ello la escritura, esta lograda, y no solo se usa con fines fundamentales sino que desde, muy pronto el descubrimiento de un material excelente, las hojas formadas con las fibras de planta acuática llamado papiro, el uso de este arte se divulga y extiende a fines prácticos y diarios. Asi la escritura monumental o jeroglífica evoluciona hacia formas mas cursivas, como las llamadas hieratica y demotica. El uso de la escritura para fines práctica y administrativa explica la perfección a que llega el gobierno la explotación del país. También se desarrollan las matemáticas, sobre base decimal. Ya iniciada en la época predinástica. La geometría para medir el suelo y restablecer los linderos después de las inundaciones del Nilo y la astronomía, hacen progreso desde muy pronto. El poder público se reparte mediante una organización que tiende hacer feudal, y a la vez la arquitectura inicia estructuras monumentales. El progreso técnico se acumula, y los hombres son a la vez administradores y explotados. La unificación del pueblo y de la lengua es contradicha enseguida por la aparición de una marcada diferencia de clases. Egipto imprimió un sello característico a la cultura que resulto de estos diversos elementos. La vida económica bajo las primeras dinastías se mantiene dentro de las primeras líneas de la economía natural. Los tributos en especies se guardan en los almacenes reales, y de allí se sacan para aplicarlos a los gastos del estado. De ello reciben sus salarios empleados y obreros, se mantienen los sacerdotes de los cultos oficiales y se ordenan las obras públicas. Durante la IV dinastía, las grandiosas pirámides, con las construcciones anejas, absorbieron toda la capacidad artística de Egipto. La escultura clásica que se desarrollo en esta época en talleres de escultores, se mantiene a gran altura, y bajo las dinastías siguientes, mas modestas en sus pirámides, se ponen al servicio de tumbas particulares. 3) Explica en qué circunstancias surge el Primer Período Intermedio y cómo se vuelve a lograr la unidad durante el Imperio Medio. Caracteriza a éste último. La dominación de la V dinastía, inicia una profunda crisis. La ascensión al poder de la VI dinastía esta relacionada con el afán de contener la disolución del estado. El fundador de la VI dinastía es seguramente Scheteptawi Teti: pero es Pepi el que la firma. Fue un gran
  • 5. constructor, como se por los restos de los templos por erigidos. Se caso con las dos hijas de un gran personaje de Abidos, Kuhi, y los dos hijos habidos de ellas fueron reyes sucesivamente, primero Menrere, que prometía ser un gran rey, pero murió al poco tiempo: luego Pepi II que llega al trono a los 6 años de edad, y tuvo un reinado de 94 de duración el más largo de la historia. Su decrepita vejez fue amargada por una invasión extranjera y por una grave crisis, que es consecuencia de la iniciada ala llegar el poder la V dinastía. Todavía Maneton cita como últimos monarcas de ,la VI dinastía a Merenre y Nitocris, y el papiro de turin a unos cuantos mas: pero en realidad, el imperio Egipcio se derrumba entonces. A la muerte de Pepi II siguen 40 años de desordenes (VII dinastía, que es un interregno, VIII dinastía en Menfis)y al fin el país se vuelve a dividir en dos: un estado al norte con la capital en Heracleopolis (dinastía IX y X) y otro al sur con la capital en Tebas. La familia real que domina esta ciudad es contada dinastía XI y su rey mas importante, Mentuhotep II, consigue en 2040 imponerse sobre el norte y con esto inaugurar una nueva era, la del imperio Medio. Con ello se supera lo que en las fuentes el primer periodo intermedio en la historia de Egipto. Cuando el príncipe del distrito de Tebas, en el alto Egipto, llamado Mentuhotep II, hacia el año 2040 a.c., gana la supremacía sobre el reino norte y crea así el imperio Medio, dando unidad de nuevo Egipto, prueba otro vez que el sur era capaz de volver a imponer a su voluntad política a todo en el país, con el predominio de las estirpes del alto Egipto, que procedían de nómadas pastores. Asi aparece Tebas por primera vez en la historia. Mentuhotep II, vuelve a tomar el titulo, propio del dios Horus, de “unificador de dos países”, y reina hasta cuatro decenios después de su victoria. Durante ellos completa la unificación, consolida las fronteras, atacando a los enemigos del sur y el nordeste y sienta las bases del florecimiento que va seguir. Su sepulcro en Der el Bakhir, cerca de Tebas es clara muestra de su voluntad para restaurar la unidad Egipcia: la tumba rupestre que le correspondía como señor feudal esta enlazada con una pirámide regia, colocada dentro de una pared rocosa. La autoridad real fue restablecida, principalmente suprimiendo la hereditariedad de los gobiernos de los distritos. La unidad de Egipto y la restauración del estado ya no es la obra de unos héroes divinos, sino de hombres con gran capacidad política y militar y no es casualidad que el imperio medio se mantenga solo con la dinastía XII. la idea humana del estado domina esta nueva situación política del imperio Medio. El rey ya no está separado de los demás por el abismo que hay entre dios y los mortales, si no ha que reconocer la existencia de la nobleza. Las tendencias feudales subsisten, y la monarquía tiene que defender contra ellas la idea de unidad del estado. El arte egipcio del imperio medio se caracteriza por un espíritu equilibrado y armonioso, igualmente alejado de la simple vitalidad del imperio antiguo que del inquieto sentimentalismo del nuevo. La vida intelectual de esta época faltan las frescuras y la despreocupación del imperio antiguo, como así mismo la profundidad de la primera época intermedia. A veces las producciones del imperio medio parecen frías y realistas. La lengua de esta época, el egipcio medio, es considerada como la clásica. 4) El Imperio Medio cae como consecuencia de la invasión de los Hicsos provenientes de Mesopotamia. Explica las características de Egipto en ese período y cómo se logra finalmente
  • 6. la 2 expulsión de ese pueblo dando origen el Imperio Nuevo Egipcio. Caracteríza a esta etapa, haciendo especialmente hincapié en las diferencias de este período respecto del Imperio Antiguo, la expansión, el conflicto con los Hititas y la Batalla de Qadesh. La XIV dinastía estaba formada por los Príncipes de Xois, que se mantuvieron bastante independientes durante algunos siglos. Algunos de estos príncipes se fueron expandiendo hacia el este, pero estos últimos serían conquistados por un grupo de invasores asiáticos llamados Hicsos, dirigidos por Salitis, y que fundaron la Dinastía XV. La XV dinastía, Tomaron el control del territorio de Avaris, que se convirtió en su capital, y de gran parte del delta e incluso llegaron a conquistar Menfis. Realmente, esta invasión no ocurrió de la noche a la mañana. Los hicsos llevaban allí afincados hacía varias generaciones. Con las olas migratorias de pueblos semitas de Levante o de Mesopotamia, esta población asiática fue ganando influencia en la zona. Se cree que podían tener origen cananaeo, hebreos, a los que llamaban habiru. Aunque culturalmente estaban menos avanzados, fueron consiguiendo puestos de responsabilidad, y cuando estuvieron seguros de su superioridad atacaron. Mantuvieron el sistema organizativo egipcio, incluso a los mismos funcionarios y dioses Realmente se consideraban egipcios. De hecho eran muy devotos del dios Seth. Pero, aunque de política no controlaban mucho, de técnicas bélicas estaban excedeos. Introdujeron muchas novedades en el arte bélico por toda la zona, como arcos compuestos o armaduras de escamas. La khopesh era una espada curva de bronce muy popular de origen cananeo, y se cree que fue a partir de aquí cuando empezaron a desarrollar los carros tirados por caballos. Mientras el norte era invadido por los Hicsos y los nubios ocupaban el área sur del Alto Egipto, surgieron en Tebas, tras la Dinastía XIII, algunos gobernadores locales que aprovecharon el vacío de poder del caído gobierno de Itytauy y formaron una nueva dinastía de faraones, la Dinastía XVI. Esta dinastía que no duró demasiado, pues fue tomada por los hicsos poco después, que se habían aliado con los soberanos de Nubia para debilitarles. Esta efímera dinastía fue convertida en vasalla y de ahí que se la llame «Pequeños Hicsos». Los príncipes tebanos no iban a permitir esta conquista hicsa mientras eran obligados a pagarles tributos, y decidieron levantarse en armas y ponerse a tomar el control del norte. Es aquí cuando nace la Dinastía XVII de la mano de Intef V. Fue esta dinastía la que se puso audaz contra el invasor hicso en una cruenta guerra de liberación. Primero echaron a los nubios de su capital, Buhen, antiguamente egipcia. Luego muchos de estos nubios acabaron luchando en el bando egipcio, y estas tropas fueron llamadas Medjays. Fueron los últimos reyes, Taa II (muerto en batalla), y el valeroso Kamose, quienes consiguieron la expulsión definitiva de los hicsos, liderados por Apofis. la Dinastía XVIII ofrece para el historiador el interés de una época en crisis, más ideológica que institucional, que supone un corte total y único en la historia de Egipto. Amen-Hotep/Amenofis IV NEFERJEPRURA (1350-1334), sucesor de Amen-Hotep III. es conocido principalmente por el cambio religioso que llevó a cabo en el año 2 de su reinado, sustituyendo la primacía del culto del dios Amón por la del Atón o disco solar, aunque a comienzos de su reinado aún se hace representar haciendo una ofrenda al dios Amón. Amen-Hotep IV tomó como nombre real Nefer-jeperu-Ra-wa-en-Ra bello de formas es Ra, el único de Ra, con lo cual se afirma ante todo la individualidad de su vinculación al dios Sol. Es posible que se educara en Hermonthis, llamada la Heliópolis del Alto Egipto con sacerdotes heliopolitanos que consideraban al culto de Amón como algo desprovisto de verdadero contenido religioso, contenido y valor espiritual que sí tenía, sin embargo, el antiguo culto al dios Sol, tan extendido durante la Dinastía V. El dios Atón (el Atón o disco solar) era una divinidad que estaba presente en todas las cosas, que no tenía necesidad de ser representado por medio de estatuas. Se le figuraba por el disco solar cuyos rayos terminaban en manos que sujetan el signo Ankh, vida. Sus santuarios no eran
  • 7. oscuros y reservados como los de Amón sino abiertos, para que el dios en persona los visitase y el Disco bañase con sus rayos a sus fieles y a toda la tierra y lo que en ella hay, mientras que el faraón no era sólo su Sumo Sacerdote, sino también, su profeta, el que habla con el dios y transmite sus enseñanzas. Uno de los Dioses perseguidos por Akhenatón fue Hapy, el dios Nilo, también fue contra el culto de Osiris. La sustitución del Gran Sacerdote de Amón por el de Atón causó una revolución religiosa, política (por el gran poder político y económico que perdieron los sacerdotes del dios Amón) y social (se produjeron desórdenes y asesinatos de fieles de Amón por los del Atón y viceversa). Se produce también la primacía del culto en el cielo al sol (Ra) visible por su Disco (Atón) del cual emana la luz y todo bien, aunque no se dejó de adorar a los dioses locales o a la misma Wadjet, la diosa cobra que se yergue en la parte inferior del disco solar en sus representaciones amarnienses. En el año 4 de su reinado se abandonó la antigua capital, Tebas, y se construyó a partir del año 5 otra más al norte, en el hoy pequeño poblado de el-Amarna, en un lugar revelado por el mismo Atón a la que llamó Aket-Atón (Horizonte del Disco). Amenofis IV transformó su nombre de Horus, Toro poderoso de las grandes plumas, que lo vinculaba a Tebas, en toro poderoso amado de Atón. Su nombre de Nebty A la gran realeza en Karnak se convierte en A la gran realeza en el Horizonte del Disco. Su nombre de Horus de Oro, Quien eleva las coronas en la He-liópolis del sur en Quien eleva el nombre de Atón. Conservó su nombre de coronación y cambió Amenofis en Anj-en-Atón o Akhenatón: Agradable a Atón, una simple transformación de Amón en Atón. Akhenatón construyó a su dios un templo en Tebas, cerca del templo de Amón. En él se colocaron estatuas en las que se evidenciaba un estilo expresionista. A la vida cotidiana debió afectar también en grado sumo el traslado de la capital de Tebas a El Amarna, con el consiguiente desplazamiento económico del país hacia el norte. Los cleros de los templos de Karnak y Luxor, el templo de Amen-Hotep III, etc., que aunque mantuvieron sus posesiones se vieron oficialmente perseguidos y apartados del favor real. Como consecuencia de todas estas cosas, es posible entender por qué no debió de ser admitida nunca por la generalidad del pueblo egipcio y no debió extenderse mucho, aunque en Nubia se fundara la ciudad de Gematón. Esta circunstancia político-religiosa se conoce como Cisma Amarniense, por el nombre de la nueva capital. El-Amarna es una de las pocas ciudades medianamente conocidas del Egipto antiguo. Se construyeron algunos edificios como el palacio del norte, el gran templo de Atón, instalaciones oficiales, un segundo palacio de ceremonias, residencias de funcionarios del gobierno, necrópolis de cortesanos y la tumba real con su correspondiente aldea de obreros que trabajaban en ella, como era costumbre en las obras faraónicas. La tumba real se ubicó en el Wadi que desemboca en la gran hoya de el-Amarna. Por estos años se desató la cólera del rey con violencia incontenida contra Amón y todo lo que éste significaba, como sucedió años más tarde con su dios. Se martilló el nombre divino en los monumentos, incluso los más venerables, como la segunda estela de Kamose. La tradición histórica no le consideró rey legítimo, como puede verse por la Lista Real del templo de Abidos. Sin embargo, la huella amárnica se conservará durante toda la época ramésida y en cierto modo la religión egipcia posterior se verá afectada por el espíritu de la fe atoniana que a pesar de todas las exageraciones, puso al faraón y a los dioses más cerca de los hombres. El fin del Cisma amarniense comprende el reinado de una serie de reyes: Tutankha-mon, casado con la princesa Ankesenamón, hija de Akhenatón y Nefertiti, reina-faraón al morir su marido, hasta su matrimonio con Ay, Smenkara padre posiblemente de la reina Nefertiti y tras el reinado de AY con Mutnedjemet (hermana de Nefertiti), reinó Horemheb, casado
  • 8. con Mutnedjemet, que reinó sola a la muerte de su anterior marido (tal vez su padre Ay), por lo que en esta época hubo varias reinas-faraón, que tampoco figuran en las listas reales. Dinastía XIX, comienza con Ramesés/Ramsés I, Menpehtire (1293-1291), soberano procedente de Tanis (Delta), tal vez de una familia de advenedizos (asiáticos o de procedencia asiática), de la que se conoce a un oficial, el primer Setos/Sethi, ocupando Ramsés ya un lugar en la corte de su predecesor como Visir. El reinado de Ramsés I fue apacible. La obra de su antecesor, Horemheb, dio sus frutos en su lucha contra los hititas y su buena administración se hizo notar en los años posteriores, consiguiendo reorganizar el Reino. Como no tuvo ningún heredero varón, transmitió el poder a otro militar, Setos/Sethi I Menmare (1291-1278), que fue un monarca guerrero que realizó campañas en Palestina y Fenicia y llevó a cabo una nueva batalla en Kadesh contra los hititas (recordemos que también allí había luchado Thutmosis III y lucharía Ramesés II). Su hijo y sucesor, Ramesés II, Usimara (1279-1212) es tal vez, el faraón más conocido del Imperio Nuevo y, posiblemente, de toda la historia de Egipto. En su política exterior se subrayan los hechos siguientes: Reinando en Hatti el rey Muwatalli, hijo y sucesor de Mursil II, su hermano Hattusil fue nombrado gobernador del Alto País y general en jefe de todo el ejército hitita. Mientras tanto, los gasga invadieron todo el norte del país de Hatti, llegando a Hattusas, su capital. A instancias de Mitanni y Egipto, se unieron los estados rivales de Hatti a los de Siria del norte para luchar contra los hititas. El rey de Ugarit se negó a participar en esta alianza. En Egipto, las luchas internas y el debilitamiento de la Dinastía XVIII (cisma de el-Amarna) habían permitido la consolidación del poder hitita en Siria y la entrada en Egipto, por el este, de elementos nómadas y seminómadas. Ya en el reinado de Amen-Hotep/Amenofis III, los hititas, habían tratado de unificar Anatolia y a continuación, Siria, donde se enfrentaron con Mitanni, aliada del faraón, a la que vencieron, pero tratando de no enfrentarse con Egipto, pues ya durante la Dinastía XVIII, los hititas pagaban tributo a este país. Pero el pacifismo fue la tónica general del reinado de Amen-Hotep /Amenofis IV, permitiendo a Hatti fortalecerse. Más adelante, la viuda de Akhenatón (Nefertiti) o su hija Meritatón, viuda de Tutankamón, mantendrá correspondencia con Subiluliuma, pidiéndole un príncipe hitita para contraer matrimonio con él, lo que no llegó a realizarse porque tal vez el príncipe fue asesinado antes de llegar a Egipto. Con los reyes hititas Arnuwanda, Mursil II y Muwatalli se reanudó el enfrentamiento egipcio- hitita. Al subir al trono de Egipto el faraón Horemheb, tuvo que enviar un ejército a Kadesh, en el momento en que el hitita Mursil II se enfrentaba a la última resistencia de Mitanni. Al comenzar la Dinastía XIX, con Ramsés I, se iniciaron los enfrentamientos de Egipto con el rey hitita Muwatalli. Después, hacia el año 1309, el faraón Sethi I tomó la fortaleza de Kadesh que los hititas recuperaron poco después. Tras él, sus sucesores continuaron la misma política de enfrentamiento y aunque Sethi I y Muwatalli habían mantenido buenas relaciones, es posible que los hititas alentaran a los Pueblos del Mar contra Egipto y la lucha se hizo inevitable, de nuevo, entre egipcios e hititas. En la nueva batalla de Kadesh (1295) tuvo lugar el más importante enfrentamiento egipcio- hitita. Lucharon Ramsés II y Muwatalli, en la primavera del quinto año del reinado de Ramsés II, finalizando con la derrota egipcia. Hacia 1287 murió Muwatalli, sucediéndole su hijo Urhi-Teshub (Mursil III), bajo la tutela de su tío Hattusil. Y en este momento, los hititas retrocedieron ante el empuje conjunto de Ramsés II
  • 9. y Adad-Nirari de Asiria. Hattusil III subió al trono de Hatti (sucediendo a su sobrino) en circunstancias desconocidas. Necesitaba la paz y aunque los asirios la aceptaron mal, encontró apoyo en Egipto y Babilonia. En 1278 se produjo el Segundo Equilibrio Internacional, con la paz concertada entre Ramsés II y Hattusil III, teniendo lugar dos hechos que la refrendan: a) Tratado de Kadesh, entre Ramsés II y Hattusil III. b) La boda, en 1265 entre Ramsés II y una princesa hitita, hija de Hattusil III. Otros hechos que tuvieron lugar durante esta época fueron las grandes realizaciones arquitectónicas (en Abidos, Tebas y Abu-Simbel), donde destacan los templos dedicados a él mismo y el templo pequeño de Abu Simbel a su esposa, la reina Nefertari, de la que se conserva también su bellísima tumba en el Valle de las Reinas. Asimismo. se produjo en este momento la decadencia hitita por una parte y el propio declive egipcio tras la muerte de Ramsés II. Después de la muerte de Ramsés II comenzaron a advertirse los primeros síntomas de una nueva decadencia en el país, tales como la negligencia en la administración del Estado y las amenazas del exterior (sobre todo de Libia y Canaán). Con Mineptah Baenra-merinetyeru (1212-1202), su sucesor, tuvieron lugar la sublevación y derrota de Canaán. Los sucesores de Mineptah: Amenmes/Amenmeses, Mineptah-Siptah, Sheti/Shetos II, Ramsés- Siptah, últimos faraones de la Dinastía XIX y la reina Tausert Sitre-meriamun (1187-1185), otra reina-faraón, madrastra de Siptah, con todos los títulos de faraón como Hatshepsut unos 300 años antes, caracterizan una época de continuada decadencia y anarquía. La Dinastía XX comenzó con Setnakt Usijaure Setpenre (1185-1182), faraón del que se desconoce su origen. Este rey acabó con la anarquía del país y logró expulsar a los invasores extranjeros. Su sucesor, Ramsés III Usimare Meriamun (1182-1151), fue el último gran rey del Imperio Nuevo. Con él, el país hizo un alto en su decadencia, gracias a las reformas administrativas y sociales que llevó a cabo. Fue un monarca emprendedor de nuevas construcciones, como el templo de Medinet-Ha-bu. También, gracias a su labor, Tebas volvió a ser una gran ciudad. Debido a su buena administración, recuperó los tributos de Nubia y de Asiria. Con éstos, y la preparación del ejército que antes de él estaba debilitado y sin efectivos, pudo hacer frente a las revueltas de los pueblos del este y el oeste del Delta. A la muerte de Ramsés III, Egipto cayó en franca decadencia (el propio fallecimiento del Faraón se produjo a causa de una intriga palaciega). A partir de este momento, las crisis políticas se sucedieron, debido a distintas causas, tales como las influencias e intromisiones extranjeras en la política egipcia, el creciente poder de los sacerdotes de Amón y el déficit económico, a lo que habría que añadir la progresiva presencia de asiáticos en la corte. Así, los años posteriores al reinado de Ramsés III (le sucedieron ocho soberanos del mismo nombre), constituyen un período de crisis dinástica que desembocó en la toma del poder por Amehotep, Sumo Sacerdote de Amón, después por Panehesí y luego por Herihor (1080- 1074), que fundó la Dinastía XXI, de Reyes-Sacerdotes. 5) Desarrolla brevemente las características de “El libro de los muertos” y explica cómo se realizaba la momificación.
  • 10. Los orígenes del Libro de los Muertos datan de inicios del Primer Período Intermedio en Tebas, Egipto. El primer ejemplo que ha llegado a nuestros días apareció en el sarcófago de la reina Mentuhotep de la XIII dinastía, en el que los nuevos encantamientos emergen junto a antiguos textos conocidos de los Textos de Las Pirámides y de los Textos de los Sarcófagos. Ya en la dinastía XVII el Libro de los Muertos se había hecho popular, no solo entre la familia real y los nobles, sino también entre todos aquellos adinerados que pudieran facilitarse el viaje al más allá. En los inicios, estos hechizos eran escritos sobre los vendajes de las momias, y ocasionalmente sobre sarcófagos e incluso rollos de papiro. Durante el Imperio Nuevo este libro logró desarrollarse, consolidarse y extenderse mucho más hasta alcanzar sus máximas realizaciones. A diferencia de posteriores textos religiosos de otras culturas, no existía una copia maestra o un canon del Libro de los Muertos. Desde este período en lo adelante, este libro se escribía típicamente sobre rollos de papiro, y los textos ilustrados con viñetas. A partir del Tercer Período Intermedio, comenzó a escribirse en caracteres hieráticos, aunque ocasionalmente en los habituales jeroglíficos cursivos como antaño. Los rollos en hierático eran más baratos puesto que carecían habitualmente de ilustraciones, salvo una sola viñeta al inicio en la mayoría de los casos, y se producían por ende en pedazos más pequeños. Durante las dinastías XXV y XXVI se llevó a cabo la revisión y final estandarización. Los hechizos fueron ordenados de forma consistente por vez primera, apareciendo los primeros rollos con series idénticas de estos encantamientos. Esta estandarización se conoce actualmente como Recensión Saíta. Durante el Período Tardío y el Período Tolemaico, el Libro de los Muertos se basó estrictamente en la Recensión Saíta, aunque mucho más abreviada durante el último período. En el Antiguo Egipto, al igual que en otras culturas, había ritos funerarios específicos de la zona, ya que creían en la vida después de la muerte. El rito más característico era el embalsamamiento del difunto, la llamada momificación. Esta costumbre era muy costosa, por lo que normalmente sólo estaba al alcance de la familia real y de las familias ricas. El proceso duraba en total unos 70 días. Comenzaba un par de días después de la muerte de la persona. El cuerpo se llevaba hasta los embalsamadores que se encontraban en las orillas del río Nilo, ya que éstos necesitaban de abundante agua para llevar a cabo el proceso. Éstos solían llevar una máscara con forma de cabeza de chacal en representación del dios Anubis. El proceso comenzaba colocando el cuerpo del difunto sobre una mesa que podía ser de madera, piedra e incluso alabastro. La mesa tenía la forma de un león. Junto a ella se encontraban otras más pequeñas con los enseres necesarios para el trabajo y para depositar los órganos internos del fallecido. Primeramente, se procedía a lavar el cuerpo. Cuando ya estaba limpio, se procedía a la extracción de los órganos, empezando por el cerebro, que era extraído con unos ganchos por la nariz, y siguiendo con el estomago, los intestinos, los pulmones y el hígado. Después cada uno de ellos era envuelto en trozos de lino y se introducían en cuatro vasijas denominadas vasos canopes. Cada uno representaba una divinidad, denominados ‘Hijos de Horus’. Eran Duamutef, con forma de chacal, donde se introducía el estómago; Qebehsenuf, con forma de halcón, recibía los intestinos; en el de Hapy, con forma de mono, se introducían los pulmones, y por último se encontraba el vaso de Amset, con apariencia humana, donde se introducía el hígado.
  • 11. Vasos canopes El corazón era el único órgano que se dejaba en el interior del cuerpo. Según la creencia egipcia, era el lugar que albergaba los sentimientos, la conciencia y lo más importante, la vida. En caso de ser sustraído, debía sustituirse por un escarabeo-corazón. Después de haber extraído los órganos, se procedía a cubrir el cuerpo con natrón, una sal que desecaba el cuerpo, deshidratándolo para evitar su descomposición. Se dejaba así durante unos 35 ó 40 días. Pasados estos días, se retiraba la sal y se rellenaba el cuerpo con serrín o limo procedentes del Nilo e incluso especias. Acto seguido se cosía y si la persona era importante se le podía cerrar con lino, una placa de cera y si se trataba del mismísimo faraón se le podía llegar a colocar una chapa de oro. Una vez hecho esto, el cuerpo se lavaba con agua procedente del Nilo. Después, era ungido en aceites y bálsamos aromatizados. Finalmente llegaba el momento de vendar el cuerpo. Para ello se utilizaban vendas de lino que en ocasiones estaban impregnadas en resina. Se llevaba a cabo por el embalsamador mediante un estricto ritual en el que se pronunciaban hechizos de protección para la vida del difundo en el más allá. 6) Luego de la etapa de esplendor del Imperio Nuevo, Egipto será conquistada sucesivamente por Asirios y Persas. Ese período se denomina “Baja Época”. Explica sus características fundamentales (págs. 238 a 253). Desde la caída de los ramésidas hasta la conquista de Egipto por Alejandro Magno discurren ocho siglos y medio, divididos por los historiadores en dos períodos para facilitar su análisis. Una primera etapa, conocida por analogía con situaciones precedentes como Tercer Período Intermedio, que abarca desde el fin de la dinastía XX hasta la dinastía XXV, momento en el que se produce la conquista asiria. El origen extranjero de los faraones estas dinastías justifica su denominación como Período Intermedio; sin embargo, la etapa que sigue no es mucho más estable como para pensar que el Tercer Período Intermedio será sucedido por otra fase grandiosa de la historia de Egipto. En realidad, la llamada Baja Época corresponde a las
  • 12. dinastías XXVI, durante la cual se produce el renacimiento saíta; XXVII, compuesta por los grandes reyes persas, y otras tres dinastías de corta duración con faraones egipcios que recuperan la independencia. Con la XXX dinastía concluyen las llamadas canónicas, es decir, las establecidas por Manetón. Y desde la conquista macedónica se abre el período ptolemaico. El fundador de la dinastía XXV fue Shabaka (Sabacón). Al subir al trono se proclamó rey de todo Egipto. Este y sus sucesores ciñeron la doble corona pero nunca renunciaron a sus orígenes manteniendo la necrópolis y la capital en Napata (cerca de la cuarta catarata). Construyeron muchos templos, la mayoría consagrados al dios Amón y siguiendo el puro estilo egipcio. A pesar de tener su propia lengua indígena (la meroítica), las inscripciones de los templos se realizaron en un correcto egipcio clásico. Durante la dinastía Nubia cobró mucho auge la institución de las Divinas Adoratrices de Amón en Tebas, poniendo al frente de este cargo a alguna hija del faraón regente. En cuanto a la política exterior, los faraones Nubios debieron afrontar durante su reinado las amenazas de los Asirios. Los reyes Sargón II, Senaquerib, Asaradón, Asurbanipal lucharon en el Delta del Nilo contra sus contemporáneos egipcios Shabaka, Shabataka (Shebitku), Tahlq (Tarco), Tanutimen (Tantemani), Nekau I (Necao). Se iban alternando las victorias hasta que Psametico el hijo de Nekau I que se había refugiado en Siria, hizo frente a Asurbanipal venciéndole y expulsando a los Asirios de Egipto. Con el reinado de Psametico comienza una nueva dinastía. La XXVI. A Psemthek I (Psametico) se le considera como el último gran faraón de la historia de Egipto. Fundador de la dinastía XXVI Saita se aprovechó en los comienzos de su reinado de la debilidad de los Asirios para conquistar Siria y Palestina logrando la independencia de Egipto, aunque el rey de los asirios Asurbanipal siempre mantuvo confrontaciones esporádicas contra los egipcios hasta su muerte. Durante su reinado se restablecieron las relaciones comerciales con los fenicios así como el inicio de relaciones con los griegos. A la muerte de Psemthek I le sucedió su hijo Nekau II (Necao). A este faraón se le atribuye entre otras cosas la primera vuelta en barco a Africa realizada por los fenicios por orden suya así como el intento de construcción de un canal desde el río Nilo hasta el Mar Rojo a través del Wadi Tumilat. Desgraciadamente este hubo de ser abandonado por la aparición de una nueva amenaza, esta vez babilonica. Estos capitaneados por Nabucodonosor derrotaron a los egipcios en la batalla de Karkemish, junto al Eufrates. Los egipcios tuvieron que retroceder a Egipto persiguiéndoles el rey de Babilonia con su ejército, pero este, conocedor de la repentina muerte de su padre Nabopolasar optó por abandonar la ofensiva. Sus ataques continuaron durante los reinados de Psemthek II, Uahibra (Apries) y parte del reinado de Iahmes (Amasis). Durante el reinado de este último, un nuevo Imperio, el Persa empezaba a florecer. El rey de los Persas Kambithet II (Cambises) aprovechando la muerte de Iahmes atacó Egipto venciendo a su hijo Psemthek III y apoderándose rápidamente de la nación poniendo punto final al Periodo Saita. Kambithet II (Cambises), fundador de la dinastía XXVII Aqueménida y conquistador de Egipto fue en realidad una persona desequilibrada. Al subir al trono y en un acto de buena voluntad perdonó la vida a Psemthek III. Egipto se convirtió en una provincia más de los Persas. Aunque Kambithet II permaneció todo su reinado en Egipto, preparó varias expediciones militares contra Libia y Nubia, estas se saldaron con sendas derrotas provocándole frecuentes arrebatos de cólera siendo uno de los infortunados Psemthek III y con el tiempo el propio Kambithet II
  • 13. que murió a consecuencia de uno de ellos. Taryush I (Dario) fue su sucesor. Este faraón Persa restableció el orden y promulgó importantes reformas jurídicas y económicas. También concluyó las obras del canal del Nilo al Mar Rojo comenzadas por Nekau II, cuya apertura dio un importante auge al comercio. En suma, con Taryush I, Egipto volvió a tener una importante prosperidad económica. El Imperio Persa se extendía por medio mundo, desde la India hasta la Jonia y desde el Mar Caspio hasta Egipto. Pero por muy sabio y competente que fuese Taryush I, al ser el Imperio Persa tan extenso tendría que mostrar por necesidad signos de debilidad. Esta debilidad tenía un nombre: Grecia. Un importante fracaso al intentar someter a Grecia fue aprovechado por egipcios y babilonios para sublevarse. A Taryush I no le dio tiempo a sofocar esta rebelión ya que murió sin conseguirlo. Le sucedió su hijo Jshyarsh I (Jerjes), quien instaló como gobernador de Egipto (sátrapa) a su hermano Aquemenes. Mientras este controlaba a Egipto, Jshyarsh I aplastó violentamente la rebelión de Babilonia. También volvió a emprender la guerra contra los griegos, siendo otra vez derrotados en la batalla de Salaminas que junto a las derrotas en Platea y Micale les obligó a abandonar la conquista de Europa. Jshyarsh I murió asesinado junto a su hijo primogénito apropiándose del trono su otro hijo Artajeshashs I (Artajerjes Longimano). Durante su reinado se produjeron varias sublevaciones en distintas provincias de Egipto mandados por los príncipes egipcios Inaro y Amyrtees. A periodos de guerras le sucedían otros de calma relativa, en una de estas fue cuando el historiador Herodoto de Halicarnaso visito Egipto. Hay que destacar un importante cambio en cuanto a la cultura se refiere y en concreto en relación con su escritura. La población nativa llevaba sus negocios en su propio lenguaje empleando la escritura jeroglífica cursiva y que los griegos denominaron encorial o demotica. Pero al ser ahora Egipto una provincia Persa, para todos los asuntos burocráticos se empleó el lenguaje y escritura arameo, idioma semítico procedente del norte de Mesopotamia. Tras la muerte de Artajeshashs I y del asesinato de su hijo Jshyarsh II (solo gobernó unos cuarenta y cinco días), subió al trono Taryush II (Dario Notos). Durante el tiempo que estuvo gobernando el imperio Persa empezó a tambalearse. Chipre se sublevó aprovechando Egipto para hacer lo mismo. Taryush II murió de repente dejando tras sí un vacío de poder que quisieron aprovechar sus hijos Artajeshashs II Mnemon y Ciro el Joven para asegurarse el trono Persa. Mientras estos libraban su particular guerra civil para conseguirlo, el príncipe Armytees consiguió ser proclamado nuevo faraón de Egipto, terminando así con la primera dominación Persa. Tras un periodo de dominación Persa de más de cien años, Amyrtees (Armiteo de Sais) recobró la independencia de Egipto. Fue el fundador y único monarca de la dinastía XXVIII. De su reinado no se conoce prácticamente nada ya que duró apenas seis años. Con la subida al trono de Naifauirut I (Neferites) comienza la andadura de la dinastía XXIX medesita. Su duración no superó los veinte años y gobernaron cinco faraones. Mientras Esparta y Persia seguían con su conflicto, Egipto aliada en principio con Esparta, a consecuencia de un cambio de postura de los persas en sus alianzas pasó a apoyar a Atenas y Chipre. Tras los breves reinados de Mutis y Psamut (Psamutis) subió al trono Heger (Acoris). Durante
  • 14. su reinado los Persas firmaron la paz con los aliados de Egipto, por lo que Heger se quedó solo en la lucha contra los Persas. El reinado de Heger terminó en revuelta sucediéndole Naifauirut II. Nejtnebf I (Nectanebo) destronó a Naifauirut II (Neferites) fundando la dinastía XXX. Esta se caracterizó por las continuas luchas contra Persia. Primero Nejtnebf I y después su hijo Dyeher (Teos), lucharon con sus ejércitos contra los Persas conquistando Palestina y Siria. El ejercito egipcio era ayudado por mercenarios griegos a los cuales se les pagaba ya con monedas acuñadas en el propio Egipto. Mientras Dyeher luchaba lejos de Egipto, su hermano Chahepimu que se encontraba en Egipto sustituyéndole en la regencia aprovechó esta situación para nombrar a su hijo Nejtherheb II (Nectanebo) faraón, teniendo Dyeher que quedarse en territorio Persa y refugiarse en la corte. Nejtherheb II se dedicó a reconstruir Egipto y fue el primero que hizo acuñar monedas de oro, con la inscripción jeroglífica oro bueno. Mientras Egipto gozaba de una merecida tranquilidad, Artajeshashs III (Artajerjes Oco) rey de los Persas, hijo y sucesor de Artajerjes II puso a punto su maquinaria bélica y atacó por mar y por tierra a Egipto. Tras una serie de saqueos, matanzas y destrucciones, Artajeshashs III, igual que había hecho Kambithet II, se adueñó otra vez de Egipto. Tras la conquista de Artajeshashs III (Artajerjes), Egipto volvió a formar parte de Persia, así como también Chipre y Asia Menor. La segunda dominación Persa se caracterizó por las constantes confrontaciones con los egipcios, con continuas matanzas y saqueos. Artajeshashs III murió envenenado por el eunuco Bagoas sucediéndole su hijo Arses. Dos años más tarde éste también fue envenenado por Bagoas siendo entronizado en su lugar Taryush III (Dario Colomano). El eunuco volvió a intentar envenenar a Taryush III pero este se le adelantó y le hizo tomar su propio veneno. Mientras tanto, el reino de Macedonia gobernado por Filipo II iba cobrando auge. Las contiendas entre Macedonios y Persas empezaron a ser frecuentes, ganando poco a poco terreno a los Persas. El rey de Macedonia Filipo II fue asesinado, sucediéndole su hijo Alejandro Magno quien extendió rápidamente sus fronteras, primero por Asia Menor y luego por el norte de Siria donde vencería por primera vez a Taryush III en Iso. Su conquista seguiría por Fenicia llegando por fin a Egipto en el año 332 a.C. tomando Menfis. Todo Egipto se le entregó, siendo recibido como un libertador. MESOPOTAMIA (2do y 1er milenio) 7) Durante el segundo milenio se produce en Mesopotamia, la invasión de los pueblos Indoeuropeos. Uno de esos pueblos fueron los Kassitas (Kassi). Caracteriza la invasión de ellos sobre el Imperio Babilónico. Los Kassis, que procedían del Cáucaso y eran barbaros que no conocían la escritura, chocan por primera vez con los babilonios en tiempo de Samsuiluna, el hijo de Hammurabi, después de una etapa de luchas fronterizas, en las que muchas veces llegaban como esclavos o segadores asalariados. Irrumpen en babilonia después de la toma y saque de la ciudad por Mursil. El nombre de los Kassistas pervive en el deKossaioi que los griegos dieron a pueblos montañeses de la región. Los Kassitas ocupaban Babilonia bajo un rey llamado Agum II o Agukakrimi; las listas babilonias enumeran 8 reyes Kassitas anteriores a este, lo que debe corresponder a épocas de invasiones o señoríos situados al pie de los montes sagros. En esta
  • 15. época los Kassitas estaban en contacto con la aristocracia indoirania que guiaba a los Khurritas, y en efecto, uno de esos reyes lleva el nombre ario de Abirstta. Los dominadores aceptaron la cultura superior de Babilonia, si bien su barbarie no supo adaptarse del todo a la civilización refinada de los vencidos, y el poder real se debilita en sus manos. Su principal aportación a la cultura Babilonica es el uso del caballo y del carro de guerra. También traen la novedad de contar el tiempo por los años de reinado del monarca, sistema que se consolida y que ha de llegar hasta la era de los selucidas. Como los siglos de dominación Kassita en el centro de la historia universal se encuentra al oeste, en Egipto, en el imperio hittita y en el país de Mitanni, los acontecimientos de Mesopotamia quedan un tanto al margen y no tienen importancia primordial. Babilonia lucha Asiria al norte y con el Elam al este. La monarquía de cae mientras que la nobleza, dueñas de las tierras atrae en sus manos el poder del estado. El rey Kassitas siguiente, Karaindash, arregla sus fronteras con Assur, que entonces era vasallo de lo Mitanni , y llego a tener tanto prestigio que Amenofis IIIle pidió una hija para su harén cuyo dote pago en oro al rey Kassita. El orgulloso rey de Egipto llama en su correspondencia hermano al príncipe Kassita; pero de la misma correspondencia de El Amarna se deduce que la importancia de Babilonia era entonces secundaria. Asi el hijo y sucesor de Karaindash, Kadashmansharbe I, se rebaja a pedir, al serle negada con brusquedad una princesa egipcia, cualquier otra joven no mal parecida que pudiera hacer creer a su pueblo que el faraón había accedido a su petición. No obstante las relaciones entre Babilonia y Egipto siguieron siendo buenas, y asi vemos que Kurigalzu I se negó en redondo entrar junto a una liga de ciudades cananeas en conflicto con el faraón. En la era siguiente, mientras Suppiluliuma esta en la cúspide de poder, el rey Kassita Burnaburiash II consigue una importancia considerable en la política con Asia anterior. El rey Amenofis IV no le concede tal crédito, mientras que llega a su mayor altura el poder de los hurritas sobre Siria, y de todo ello se queja el rey de Babilonia en una carta. Burnaburiash construye un gran templo de Shamash en Larsa y sabe mantener su reino en paz, a pesar de las graves complicaciones internacionales. Sus buenas relaciones con Asiria dan frutos cuando su nieto es asesinado en una revolución de Babilonia: pero el rey de Asiria restaura la dinastía Kassitas, poniendo en el trono a un hijo menor de Burnaburiash II, Kurigalzu II. Este fue el restaurador de la ciudad de Durkurigalzu, en la que centro entonces el poder de los Kassi, renunciando mantener la capitalidad en babilonia. Bajo su nuevo reinado se complica las relaciones con Asiria y se llego a una paz, con un nuevo arreglo fronterizo, la cual se vieron obligados los Kassitas a aceptar, pues los elamitas habían invadido el país y tuvieron que acudir a eliminar este nuevo peligro. La crisis de Asiria y la ruina del imperio hitita, que corto el comercio con Occidente, devolvió a Babilonia su importancia. El restaurador de Babilonia es Adadshumnasir, que reorganiza la dinastía Kassitay somete como vasallos a los descendientes de Tukultininurta, con el orgulloso titulo de “rey del universo” al modo tradicional sumero-accidio. La teología en la época Kassita experimenta un cambio importante a consecuencia de que se sigue elaborando una viejísima tradición. De la misma manera que los semitas habían examinado y rehecho la tradición sumeria, se escoge ahora de la tradición babilónica lo mas esencial y se elabora ahora con un sentido poético. El antropomorfismo se borra y se busca en las acciones de los dioses una ley moral. La atención de los viejos textos se dirige a la moral, al dogma y a la filosofía.
  • 16. 8) Desarrolla aspectos centrales del Imperio Medio y Nuevo Imperio Asirio (págs. 180 a 190 y 222 a 232). Después del antiguo imperio, Asiria experimenta una gran crisis. La invasión Hurrita altera profundamente la composición étnica y social del país y los reyes mitannis dominaron sobre el mucho tiempo. La ruina del estado mitanni fue la oportunidad para que Asiria resucitara como nación. Los hititas impidieron que el estado asirio se expandiera mas, y solo hacia 1.340 aparece un rey importante, Assuruballit I. Este puso su protectorado a Mitanni y tuvo relaciones diplomáticas con Egipto, pretendiendo tratar de igual a igual al faraón, que era el sazón Ekhnaton. El rey de Babilonia Burnaburiash II protesto por estas relaciones, pues consideraba como los asirios como vasallos. Pero mas tarde el babilonio se caso con una hija de Assuruballit, y gracias a este emparenta miento, los asirios intervinieron en los asuntos internos de Babilonia y apoyaron a la dinastía, instalando en el trono a Kurigalzu III. Assuruballit se creyo en condiciones de proclamarse “Rey del universo”, titulo quye había sido olvidado por los reyes de asiria durante cuatro siglos. Su nieto Arikdenilu lucha en las montañas del alto tigris y contra un grupo de arameos, nos ha dejado una relación de sus victorias que aparece influida por el estilo de las crónicas hititas. Le sucede su hijo Adadnanri I, conocido por su lucha contra un estado feudatario de hititas en el territorio donde estuvo el reino mitanni. Este país, llamado entonces Khanigalbat, quedo sometido hasta la región de Karkemish al rey asirio sin que el rey de Khatti, Muwatallis, hiciera nada para impedirlo. También hizo la guerra contra Nazimaruttas de Babilonia, y después de ella se llego a un acuerdo de límites entre los dos estados. Salmanassar I continua la obra de su padre, conquista el territorio de un estado que había surgido como continuador de los hurritas, Urartu, en la región de Armenia. El ejército Asirio se convierte en lo que va ser durante 6 siglos: un eficaz instrumento en mano del rey conquistador, que actúa con dureza y crueldad. En los relieves de este rey y de sus grande sucesores, tenemos representados a sus soldados: carros de guerra, grandes escudos, filas de arqueros, jinetes con lanzas y pesada armaduras, murallas y fortificaciones como no se habían conocido nunca, arte de tomar fortalezas con toda clases de maquinas y pertrechos, largas catervas de prisioneros, que son trasplantados lejos de su país. Asiria se enriquece con el botín que logra Salmanassar en sus conquistas, y surge un Ninive un grandioso santuario de Ishtar. Pero Salmanassar establece la capital en Kalakh, mas cerca de Ninive, abandonando Assur. De Kalakh proceden numerosos monumentos asirios. Con la muerte de Tukultininurta, Asiria decae por algún tiempo. Su hijo resulto inepto para la difícil tarea de continuarle. Los arameos invadieron y desbastaron la región de la alta Mesopotamia, y el último de los descendientes de Tukultininurta sucumbió en lucha con los babilonios. Una rama secundaria de la dinastía se mantuvo al frente de los asirios: pero apenas rebasaron el nivel de reyezuelos locales. Es muy representativo que cuando Assurdan I intento restautrar el templo de Anu-Adad en Assur,no pudo continuar las obras iniciadas. Con Assudan coincide el momento en que el rey de Elam Shutruknakhkhunte destruye el poderío de babilonia y termina con la dinastía Kassita. Los sucesores de Tiglat-Pileser I no tuvieron tus condiciones guerreras, por lo que los pueblos sometidos se rebelaron y algunos consiguieron independizarse, sobre todo Urartu y los arameos.
  • 17. Esta expansión aramea tuvo lugar en esta época por Siria del norte, el valle del Éufrates y sobre todo por la Baja Mesopotamia, donde tribus arameas formaron el Imperio Caldeo o X Dinastía Babilonia, instalando su capital en la antigua ciudad del sur mesopotámico. Asiria permaneció en esta época replegada en sí misma, tratando de sobrevivir. Bajo el reinado de Asur-dan II (934-912) parece cambiar la situación y este rey emprendió ya campañas fuera de sus fronteras. Comienza el renacer político de Asiria: el Imperio Nuevo, y su gran expansión, que empezará con Adad-Nirari II (911-891) llevando a cabo campañas contra los pueblos montañeses y arameos, y continuará con su hijo y sucesor Tukulti-Ninurta II (890- 884). Pero será con Assurnasipal II (883-859 a. C.) con quien se inaugura una nueva época y se alcanzará el máximo histórico de crecimiento asirio. Este rey reanudará la política expansionista de sus predecesores con el fin de reconstruir el viejo imperio, sobre nuevas bases económicas, aprovechando la posición estratégica de Asiria en el eje de rutas comerciales que unían el Golfo Pérsico con el Mediterráneo. Hijo y sucesor de Tukulti-Ninurta II realizó las mismas campañas que su padre, sometiendo también a tributo las diferentes regiones. La gran novedad respecto a su antecesor la encontramos en la crueldad que exhiben las tropas asirias con enemigos decapitados, empalados o desollados, poblaciones enteras quemadas, etc.. Con sus campañas militares sentó las bases de una organización imperial más extensa cuyo núcleo político y administrativo estaba situado en el llamado triángulo de Asiria, tierra comprendida entre el Tigris y unos de su afluente, el Zab. Así, la construcción del Imperio fue tanto una obra política como militar, con un fuerte componente económico. Los países próximos fueron primero extorsionados por medio de campañas militares, con las que se obtenían cuantiosos tributos, para más tarde convertirse en territorios anexionados y sometidos a explotación sistemática. Ahora los reyes asirios actuaban bajo un nuevo tipo de guerra que asegurara el predominio del poder asirio y la consolidación de sus conquistas. Assurnasipal II traslada la capital a Kalhu (actual Nimrud), sobre las ruinas de una ciudad anterior, fundada en el s. XIII a. C. por Salmanasar I, la cual se convertirá en una de las capitales asirias más espléndidas. La afluencia de riquezas, consecuencia de los numerosos botines conseguidos en las campañas militares, provocó el florecimiento del país. Es la época de apogeo de la escultura asiria. En Assur, Assurnasipal II construyó un palacio y reconstruyó los templos de los dioses principales: Sin y Samash. En Nínive reconstruyó los santuarios de lso dioses Assur e Ishtar. La decoración del Palacio Noroeste de Nimrud del soberano es uno de los primeros grandes ciclos de relieves de carácter épico-narrativo del arte neoasirio, donde vemos ensalzada la figura heroica del monarca con frisos narrativos continuos. El rey aparece como protagonista absoluto de las hazañas militares, que a la vez se complementa con una serie de epítetos (poderoso, enérgico, dominador,..), ensalzando las cualidades morales y físicas que son indispensables para el éxito de las acciones militares. El segundo y definitivo fortalecimiento del poderío asirio corresponde a mediados del s. VIII a. C. Éste vendrá protagonizado por Tiglat-Pileser III (744-727 a. C.), quien probablemente subió al trono a raíz de una conjura palaciega. Este monarca dio nuevos bríos a la expansión militar asiria y consiguió romper una confederación de principados anatólicos, urarteos y sirios del
  • 18. norte. A la vez que extendía sus dominios, supo renovar y reorganizar el aparato administrativo y burocrático del imperio. Durante su reinado el rey asirio sometió a casi todo el Próximo Oriente asiático, donde exigió tributo a todas las ciudades sometidas. Con respecto a Babilonia, se proclamó rey con el nombre de Pulu, con lo cual preservaba la autonomía babilónica pero la incorporaba a Asiria mediante una vinculación personal. Cuando murió dejaba un estado unificado desde el Golfo Pérsico hasta la frontera egipcia. Pero el primer artífice de la nueva potencia asiria, Imperio Nuevo asirio (883-612 a. C.) fue su sucesor Salmanasar III (858-824 a. C.). El largo reinado de Salmanasar propició una importante expansión. Se conocen más de 30 campañas de Salmanasar en sus 32 años de reinado: Siria, Armenia, Urartu, Irán, Babilonia, …Todas las ciudades al oeste del Éufrates, excepto Damasco, reconocieron su autoridad y le debieron tributo. Aunque la expansión había fortalecido la economía asiria incorporando regiones ganaderas y agrícolas a la tradicional economía comercial asiria de carácter urbano, el poder imperial asirio siguió basándose en un fuerte ejército y en la colaboración de un nutrido grupo de funcionarios, que constituían una auténtica aristocracia en torno al rey. Poco antes de morir tuvo que soportar la rebelión de su hijo Assurnadin-apli en Nínive, aunque la sucesión se resolvió en favor de otro de sus hijos, Shamshi-Adad V, que gozaba del apoyo del rey babilonio. Su hijo y sucesor Salmanasar V (727-722 a. C.) tuvo que afrontar la resistencia de Tiro e Israel, pero no pudo evitar la secesión de Babilonia y el levantamiento de una parte de la aristocracia asiria, privada de sus tradicionales privilegios fiscales. Tan solo cinco años más tarde, Salmanasar V fue derrocado por Sargón II, quizá un miembro de la familia real, quien estableció el orden en el centro del imperio y redujo a las poblaciones sirio-palestinas de la periferia. El Imperio asirio nunca tuvo una cohesión y solidez, y las alternativas de extensión y reducción de su territorio serán una de las características de la historia de la conquista asiria. Los asirios recurrían con preferencia a la fuerza bruta, destruyendo todo lo que no se podían llevar, imponiendo costosos tributos y realizando deportaciones en masa. Todo esto provocaba en los pueblos sometidos odios implacables que se traducían en frecuentes revueltas. La muerte de sus soberano era a menudo la señal de la dislocación de su imperio y su sucesor debía conquistarlo de nuevo. Las deportaciones en masa generaban una mezcla de razas, modos de vida y supresión de fronteras, que convierten a los asirios en lso grandes agentes del nivelamiento que permitirá, en lso siglos siguientes, el fácil esablecimiento de lsoo grandes imperios neobabilónico, persa, helenísticos y romano. En ésta época se perfecciona el armamento, las técnicas de asedio y de gran importancia será el carro de guerra. Fue esta política la que permitió a Tiglat-Pileser III incorporar Babilonia a Asiria, formándose el Imperio Asirio-Babilonio. A su muerte, se hallaban unificadas bajo esta monarquía todas las tierras del Creciente Fértil. Sargón II (721-705 a. C.) contribuyó a la creación de un vasto imperio que llegó hasta las costas de Chipre y las posesiones egipcias de Palestina, y acabó con las viejas disputas de Babilonia. Con este rey se inicia la dinastía asiria llamada de los Sargónidas. Pero el rey asirio fue aún más activo en la creación de un ambicioso programa urbanístico que incluía la fundación de una
  • 19. capital nueva, Dur Sharrukin (actual Jorsabad) “ciudad de Sargón”, con palacios y templos que ensalzaran las virtudes del rey. Su política exterior no se aparta de la de sus predecesores. Tomó Samaria, la capital del reino de Israel (del norte), en 721 a. C., deportando a sus habitantes, mientras el reino del sur, Judá, permanecía fiel a Asiria. Derrotó a Karkemish y asentó asirios en Capadocia; hizo campañas contra Armenia, Urartu y los estados arameos del norte del Éufrates. Pero en el último año de reinado, el rey asirio tuvo que sofocar la rebelión de Babilonia, que ayudada por Elam, preconizó la tendencia a las coaliciones entre “estados vasallos”, que caracterizaría las décadas siguientes. Así, tanto Senaquerib, como su hijo Esarhaddon intentaron por vía diplomática evitar enfrentamientos con las poblaciones periféricas sometidas, coaligadas contra ellos. Tras conseguir el apoyo de Siria, Fenicia, Chipre e Israel, las tropas asirias tomaron Menfis en 671 a. C. y derrocaron al faraón etíope Taharqa (dinastía XXV). Senaquerib (704-681 a. C.), dedicó todos sus esfuerzos a la conquista de Babilonia, contra la que combatió hasta asediarla y destruirla. También trasladó la capital a Nínive, embelleciéndola con nuevas calles y el Palacio Inimitable o Suroeste, un gran complejo palaciego, denominado así porque se encuentra en la esquina suroccidental de la ciudadela de Nínive. Esarhaddon (681-668 a. C.) subió al trono tras el asesinato de su padre a manos de una conjura palaciega. Este monarca reconstruyó Babilonia y devolvió sus posesiones a los babilonios y mandó reponer las estatuas que Senaquerib se había llevado a Asiria. En política exterior llevó expediciones a Arabia, conquistó Sidón, pero sobretodo intervino en Egipto, llegando a Menfis, donde venció a Taharqa, dinastía etíope que reinaba en el valle del Nilo. Estela de Esarhaddon (680-669 a. C.) Esarhaddon lleva todos los atributos de tradición asiria, tiara troncocónica, con maza y sítula en la mano derecha y vestido largo ceremonial con flecos. Los reyes vencidos que aparecen en la parte inferior son el de Sidón y Taharqa, faraón de Egipto, que se reconoce por la tiara de ureo. Las estelas se usaban para expresar el dominio sobre el país donde se erigía el monumento y para ostentar el poderío de la realeza asiria. En este caso recuerda la victoria del monarca sobre el faraón Taharqa en Menfis en el año 671 a. C. Assurbanipal (668-627 a. C.), heredó el trono de su padre Esarhaddon en el año 668 a. C. Rey conquistador llevó al Imperio a su máxima expansión. Egipto será incluido entre los dominios asirios, que se extendieron ahora hasta Nubia. Pero éste monarca también tenía una gran pasión intelectual, buena muestra de ello es la creación de una gran biblioteca en el Palacio de Nínive, donde se han hallado tabletas de arcilla con textos inscritos de historia, filosofía, medicina, astronomía, … Assurbanipal fue el último soberano neoasirio que supo organizar y mantener unido el reino, a las puertas de una crisis inevitable. Logró reprimir las continuas rebeliones de Babilonia y se adentró en territorio elamita, donde saqueó y destruyó una de sus capitales (Susa). Pero las constantes luchas habían ido desgastando el estado asirio, y al mismo tiempo tenían una buena colección de enemigos (egipcios, israelitas, medos, caldeos y elamitas) que hizo que acabara por caer. Al tiempo que Egipto deshizo el poder asirio en El Líbano, la alianza entre la Babilonia Caldea (rey Nabopolasar) y los medos (rey Ciáxares) hizo que conquistaran y destruyeran la capital del Imperio asirio, Nínive en el 612 a. C.
  • 20. A partir de ese momento, Ciáxares consolidó al Imperio medo como la nueva potencia emergente del Oriente Próximo, reformando el ejército medo según el modelo asirio y babilónico. 9) ¿Cuáles fueron los aspectos centrales de la dominación de los Caldeos en Babilonia? Los reyes de Caldea gobernaron Babilonia por un corto período. El más conocido de los reyes caldeos fue Nebucodonosor II, que gobernó desde 605 hasta 561 a.C. y extendió su imperio todo el mar Mediterráneo hasta la frontera de Egipto. Muchos judíos fueron obligados a abandonar Jerusalén, luego de que las fuerzas de Nebucodonosor tomaran la ciudad. Nebuchadnezzar II también fue conocido por haber reconstruido el templo de Marduk en Babilonia. Marduk fue una importante babilonia el dios más. El templo era un enorme zigurat, una torre con forma de pirámide y con grandes escalones. En el año 539 a.C., invasores de Persia conquistaron a los caldeos. De esta manera, cayó el último imperio de Babilonia. Sin embargo, bajo el mando de Persia, y luego bajo mando de Macedonia, Babilonia siguió siendo una importante ciudad hasta finales de los años 300 a.C. 10) Revisa lo trabajado en el Trabajo práctico del primer cuatrimestre acerca de los Hebreos y luego de releerlo, aborda la situación de los Hebreos y el pueblo de Israel en la etapa monárquica. La historiografía israelita sitúa la consolidación de una nueva entidad, la llamada coalición de tribus, formadas en las altas tierras cisjordanas y en parte de la meseta transjordanas, en el período de los Jueces. La lucha contra las ciudades-estado cananeas y otras entidades ascendentes, la aparición de magistraturas temporales, la experimentación de procedimientos de decisión no burocráticos y, por último, la progresiva formación de un estado monárquico de nuevo tipo, con los primeros intentos de implicar al elemento tribal en formas de poder centralizado son resultado de este proceso. En la pequeña corte de Gabaa, con la ayuda de un círculo militar de extracción familiar, cuyo escudero era David, Saúl cosecha varios éxitos sobre los reyes de Moab, Ammón, Edom, Aram y Amalec, y cohesionaron sobre los filisteos al pueblo de Israel, logrando que las tribus se unan en un organismo sólido. Más preocupados por esto que por las derrotas concretas, los filisteos organizan una contraofensiva, que culmina con la batalla de Gelboé, en la que Saúl es derrotado y, desesperado, se quita la vida. Toda Palestina cae en manos de los filisteos. Sin embargo, no se vuelve a la desorganización política anterior, ya que las tribus del norte, en Israel, reconocen como rey a Ish-Ba’al, hijo de Saúl, mientras que el sur, en Judá, es el núcleo de un reino formado por David, probablemente en connivencia con los filisteos. Pero a la muerte de Ish-Ba’al los ancianos de las tribus proponen a David que reine en todo Israel, y le coronan en Hebrón. La reacción filistea es tardía e ineficaz, por lo que David logra arrinconarlos en la costa, haciéndose con el control de la zona montañosa donde hay una mayor presencia israelita. El reinado de David, entre el 1000 y el 960 a. C., es un hito decisivo en el terreno institucional. La base del reino no es sólo la coalición de tribus, pues se añaden otros elementos para formar un conjunto que se mantiene unido gracias a los territorios contiguos y a la obediencia a un solo rey. Bajo su gobierno, Israel pasó de reino a imperio, y su esfera de influencia militar y política en el Oriente Medio se amplió, controlando a estados más débiles como a los filisteos, Moab, Edom, Ammon, y convirtiendo al vasallaje a algunas ciudades-estados arameas.
  • 21. La superación del estado tribal se lleva a cabo gracias a una política de consolidación y expansión militar muy notable. Además, a los dos núcleos de Judá e Israel se suman la ciudad- estado de Jerusalén, que David conquista y convierte en capital, y a continuación varios territorios aledaños, vinculados de alguna forma a la persona del rey. Los éxitos militares y políticos inducen a pensar en un Israel que se extiende desde el mar Mediterráneo al desierto árabe, del mar Rojo al río Éufrates, sobrepasando en mucho los límites de la tierra prometida y de los territorios realmente habitados por las tribus israelitas. Durante estos años, comienzan las construcciones de prestigio, se forma una clase de funcionarios administrativos y una milicia mercenaria, distinta del ejército reclutado entre las tribus, y vuelve a darse una situación en la que el núcleo del estado está representado por el palacio y sus dependientes, mientras el resto de la población es marginado de la política y relegado a impuestos, contribuciones y trabajo. Este aspecto se acentúa con Salomón, hijo y sucesor de David, que sube al trono en el 960 a. C. encabezando un grupo de presión dentro de la corte, enfrentado a otros grupos con sus respectivos candidatos. Las grandes obras públicas, iniciadas con David, reciben un gran impulso con Salomón, en las que se destacan aquellas concentradas sobre todo en la capital, donde se construye un gran palacio y un templo de Yahvé, que al principio debió tener dimensiones modestas y ser una dependencia del palacio. Los hechos posteriores harán que el templo salomónico alcance una preponderancia absoluta en el territorio, y una independencia y autoridad incluso superiores a las del palacio real. Además de construir monumentos en Jerusalén, Salomón organizó centros administrativos y militares descentralizados, utilizando para ello grandes recursos. Para hacer frente a la nueva situación financiera del palacio y el estado, el reino es dividido en doce distritos fiscales que engloban tanto ciudades como tribus, a cananeos y a israelitas. A todos se les pide una contribución en bienes y trabajo a la que ya estaban acostumbrados los campesinos y los ciudadanos, pero no las tribus, que no logran adaptarse a ella. De esta manera, y sobre todo en las tribus del norte, aparecen movimientos rebeldes contra la “casa de David”, a la que reprochan haber abandonado la línea de los antepasados, no sólo en cuanto a política económica se refiere, sino también en la actitud religiosa. A la muerte de Salomón, hacia el 926 a. C., las tribus del norte se rebelan abiertamente y el estado se divide entre Judá e Israel. Por lo tanto, reunido en torno a la capital, Judá permanece fiel a la casa de David, mientras que el norte se independiza y vuelve a un tipo de monarquía bastante peculiar, siguiendo el modelo de Saúl, sin capital fija, ni continuidad dinástica, ni aparato burocrático y fiscal. El impulso unificador y expansionista de David y Salomón se agota a la muerte de este último, y empieza otra época caracterizada por el fraccionamiento político, hasta la conquista asiria. La entronización de Roboam, sucesor de su padre Salomón, sólo hizo que, tras varios intentos frustrados de conciliación, la separación de Israel y Judá se precipitara. De esta manera, las luchas intestinas y la enemistad entre ambos reinos los convirtieron en presa fácil de sus poderosos vecinos, restablecidos de las incursiones de los Pueblos del Mar y de los arameos. De entre estos reinos nacionales, el de Judá es formalmente el continuador de la gran formación estatal davídica y salomónica, y en su capital, Jerusalén, se levantan un palacio y un templo que se han convertido en una herencia desproporcionada, dada la modesta realidad presente. La continuidad dinástica de la casa de David, y el templo de Yahvé, mantienen un prestigio político y religioso que sobrepasa potencialmente las fronteras de Judá y se extiende a todas las poblaciones israelitas. No obstante, en la realidad política de los siglos IX y VIII el reino de Judá es una formación secundaria, que mantiene una relación de subordinación o protección con Israel, Damasco y, por último, Asiria. Por lo demás, en el aspecto económico, el tesoro reunido por Salomón en el templo de Jerusalén es estregado para hacer frente a la invasión del faraón Sheshonq. Posteriormente las ciudades filisteas dejan al reino de Judá sin salida al Mediterráneo, y la independencia de Edom y Moab le corta el acceso a las rutas caravaneras transjordanas, por lo que Judá tiene que conformarse con sus exiguos recursos agropecuarios en los ecosistemas de colinas y semiáridos que forman su territorio.
  • 22. El reino de Israel, en cambio, es más extenso. Al contrario que el reino de Judá, posee salida al Mediterráneo y acceso a las rutas caravaneras transjordanas. Es el hegemónico de Palestina en el período de tiempo que va de la unificación davídica a la conquista asiria. La historia y las instituciones pasan por varias fases. Primero, con Jeroboam I, tenemos la rebelión contra el sistema fiscal de Jerusalén y la formación de un reino de base tribal y representativa. Luego, hay una fase en la que los aspectos no estatales del reino, como la falta de capital, de dinastía y de administración estable, degeneran en el caos, con una serie de usurpaciones, reinados breves y luchas internas. Más tarde hay una fase de normalización durante los reinados de Omri y Ajab, que fundan una nueva dinastía con capital en Samaria, a la que dotan de un palacio y una corte, una burocracia y una administración estatal, con lo que Israel y Judá se igualan en el plano organizativo. iento yahvista del general Jehú, que provoca un cambio de dinastía, no es capaz de invertir el proceso de normalización, que prosigue en la misma línea. Pero el peligro asirio es cada vez más acuciante y polariza todas las energías de Israel, que a raíz de la conquista de Siria por los asirios ha quedado en posición de primera línea, y se plantea el dilema entre la resistencia armada o la sumisión. De esta manera, obviamente, las relaciones entre los distintos reinos y casas reales son de guerra o alianza. Ahora bien, las alianzas exteriores tropiezan con resistencias y problemas en el interior, que afectan a la cohesión nacional. El hecho es que las alianzas entre casas reales pertenecientes a distintos ámbitos nacionales crean vínculos entre las cortes pasando por encima de la población común. Estas alianzas se concretan en los matrimonios dinásticos y la asociación en empresas comerciales. Como consecuencia, entonces, se incrementa la llegada de productos y modas extranjeras, así como la presencia en la corte de personas de lengua y cultura extranjera y, sobre todo, la penetración de cultos extranjeros. La población, que aprecia más los valores nacionales y religiosos que los productos exóticos, reacciona con condenas, canalizadas por “profetas” convertidos en portavoces de opiniones exteriores a la corte, y en última instancia contrarias al rey. En esta etapa, tanto la victoria como la derrota, la destrucción propia como la ajena, y la intervención de potencias extranjeras, tienen una explicación teológica en el resultado de las guerras. Se considera que intervienen factores ético-religiosos, y no depende sólo del simple enfrentamiento entre potencias militares y económicas. El enemigo es derrotado no por estar técnicamente en el error, sino por ser portavoz del pecado imperdonable de adorar a una divinidad equivocada. La guerra es mucho más útil que la paz a la hora de movilizar y consolidar los sentimientos nacionalistas. El pueblo sigue más fácilmente a los “profetas” de la resistencia que a las cortes, partidarias de actitudes más matizadas, oportunistas y realistas. La intervención asiria, que al principio interviene en las luchas internas palestinas, se torna cada vez más intensa, puesto que va avanzando de a poco hacia el sur y cobrando importancia. Ya en 853 a. C. Ajab de Israel había dado su contribución a la coalición de estados siriopalestinos que habían rechazado al ejército asirio de Salmanassar III. Parecía un episodio ocasional, simple tregua entre rivales habituales unidos contra un peligro, pero en realidad fue la primera contienda con una potencia amenazadora. Para Palestina el peligro asirio no se concreta hasta el siglo VIII, cuando el dilema de pagar tributos o soportar incursiones devastadoras se convierte en algo habitual. En el transcurso de 25 años, de Tiglat-Pileser III a Sargón II, pasaron a ser provincias asirias todas las zonas exteriores al reino de Israel, para ser sitiado el núcleo central de Israel, Samaria, en el 722 a. C. También en el interior de los reinos se debate sobre la estrategia a seguir. De esta manera, se juega entre las propuestas de resistencia o la sugerencia hacia la sumisión. Dada la superioridad del ejército asirio sobre las fortificaciones palestinas, la política de sumisión, practicada sobre todo por Judá, sirvió al menos para conservar parte de su autonomía, mientras que la resistencia armada, practicada sobre todo por Samaria, condujo rápidamente al desastre. En cualquier caso, a los estados del sur les resultaba más fácil resistir, al encontrarse más alejados y respaldados por Egipto. Jerusalén pudo aguantar, en cambio, un
  • 23. largo asedio en el 701 a. C., pero progresivamente fue perdiendo parte de sus territorios exteriores. La conquista asiria no es sólo un fenómeno exclusivamente político y militar, sino que además acarrea consecuencias en el terreno económico y demográfico. Anteriormente Palestina había pasado por períodos, a veces prolongados, de sumisión a imperios exteriores, como fue el caso particular de Egipto, aunque sin consecuencias demasiado graves, porque la destrucción y las formas de explotación no eran tan dramáticas, y se respetaba la autonomía local. Sin embargo, con los asirios, el pago de fuertes tributos supone una pérdida importante de riqueza para los limitados recursos de la región. Además, las matanzas y deportaciones van diezmando la población, y tienen una fuerte incidencia en los ámbitos técnico y cultural. Los destierros afectan sobre todo a los habitantes de las ciudades, mientras los campesinos permanecen en el campo, asolado por las incursiones enemigas. La despoblación así está acompañada del desánimo y la aculturación. Las ciudades ya no son sedes de dinastías locales, con sus efectos sobre la unidad y el espíritu nacional. Se han convertido en sedes de gobierno asirios, con administradores asirios, guarniciones asirias y cultos asirios, todo bajo un complejo mecanismo de centralización de recursos enfocado en el desarrollo de capitales imperiales y en la repoblación del campo asirio. Recurriendo a la obviedad, este proceso afecta a toda Palestina, aunque en Judá el momento crucial de la reducción a provincia se retrasa lo suficiente gracias a su posición apartada y al apoyo egipcio. No obstante, a veces, en lugar de aplicar una política prevaleciente en la sumisión, se tiende hacia otra algo más atrevida que aprovecha la situación internacional para reivindicar una independencia con connotaciones religiosas, como la reforma del culto. El pueblo hebreo y sus representantes políticos esperan mejor suerte si su fidelidad a Yahvé es más rigurosa. En cambio, cuando acecha el peligro, no falta aquel que vea en ello consecuencias en las vacilaciones religiosas. Un episodio significativo se produce con Exequias, que reorganiza el estado y el culto, fortifica Jerusalén y resiste el asedio de Senaquerib en el 701 a. C., evitando la ruina total pero perdiendo gran parte del territorio. Otro episodio, todavía más notable, se produce con Josías, casi un siglo después, cuando realiza una política de reconstrucción nacional aprovechando la caída del imperio asirio tras la toma de la ciudad de Assur, breve paréntesis en el que la franja siriopalestina está disponible políticamente, antes de que se decida la lucha entre los babilonios, que penetran por el norte, y los egipcios, que lo hacen por el sur. Momentáneamente, Josías recupera los antiguos territorios israelitas, y sueña con restaurar el reino davídico, pero el paréntesis es corto, y encuentra la muerte combatiendo a los egipcios. Pocos años después, el emergente imperio neobabilónico consigue lo que no habían logrado los asirios. En sus ansias expansionistas, Nabucodonosor II toma Jerusalén por primera vez, reduciendo a esta ciudad a la condición de reino vasallo en el 597 a. C., para acabar poniendo fin a la autonomía local en el 586 a. C. Después de una posterior rebelión, destruye el templo de Salomón, derriba las murallas y manda deportar una cuarta parte de la población de Judá a Babilonia. A diferencia de los asirios, los babilonios no repueblan los campos devastados con desterrados de otras zonas, ya que a todos los concentran en la zona babilónica. De esta manera, mientras los campos del norte, como Israel y los estados arameos, son colonizados por una mezcla de campesinos residuales e inmigrantes, los del sur, como Judá, quedan medio vacíos, aunque más homogéneos étnicamente. Por lo demás, los exiliados hebreos en Babilonia mantienen su cohesión y particularidad, con su propio rey, también desterrado, pero reconocido como tal. Los desterrados introducen sus divinidades y costumbres, ajenas a la tradición del país de destino, aunque acaban fundiéndose con los restos de la cultura local. En el norte de Palestina, por ejemplo, hay una población mixta y bastante pobre culturalmente, formada por campesinos y grupos alógenos de deportados, sin clase dirigente, que hablan el arameo y en el terreno religioso tienden al sincretismo. En cambio, los grupos de desterrados palestinos, especialmente los judíos, cultos y conscientes al tratarse de miembros de las clases dirigentes,
  • 24. que tratan de conservar en su exilio babilónico la pureza de su lengua, sus costumbres y su religión, para evitar así ser asimilados por el mundo que los rodea. Estos núcleos de exiliados consideran que son ellos, y no los campesinos que han quedado en Palestina, los supervivientes del desastre nacional de su pueblo. Para ellos Palestina, y en especial Jerusalén, sigue siendo su tierra, cubierta de valores simbólicos que van mucho más allá de la realidad concreta. Allí, el pueblo judío se apiña en torno a sus profetas, durante un período que la tradición denomina como los “años de la prueba”, hasta que el rey persa Ciro II el Grande les permite regresar a Palestina. Cuando David y Salomón unificaron la región, la fundación del templo de Yahvé en Jerusalén como edificio ajeno al palacio real conllevó la elección de una divinidad como centro del panteón oficial del reino y como divinidad dinástica. El dios elegido, Yahvé, no debía ser nuevo en la religión, sino que seguramente se trataba de una de las divinidades mayores y más cualificadas, vinculada por tanto a un ambiente particular y a un patrimonio mitológico y cultual arraigado. En cualquier caso, fue una opción política, relacionada con la dificultad de construir un estado nacional sobre una base fragmentada y diversificada. En la época monárquica, la presencia de una divinidad dinástica no excluye otros cultos, ya que se sigue practicando el culto a otras divinidades, y a otros conjuntos de divinidades. Además, hay otros templos de Yahvé fuera de Jerusalén que no son nuevas fundaciones del rey, sino antiguos santuarios de otros dioses. No obstante, en cualquier caso, en el transcurso del período monárquico, el prestigio de Yahvé va en aumento. Los fieles de otras divinidades acusan esta influencia, logrando que en algunos casos, haya un proceso de asimilación y, en otros, exista una subordinación y demonización. Las luchas políticas y militares con los estados vecinos tienen sus consecuencias teológicas. La guerra se ve como un enfrentamiento entre las divinidades nacionales, y las victorias o las derrotas se interpretan en clave teológica. Normalmente, la victoria acrecienta el prestigio interior del dios nacional, y la conquista implica entonces la difusión del culto al dios de los vencedores. Pero en una derrota, más que la superioridad del dios de los otros, se ve la intención del castigo del dios propio como consecuencia por algún pecado cometido contra él. Es un paso importante, porque en condiciones de politeísmo real el resultado de las guerras refleja el enfrentamiento entre dioses contrapuestos. En cambio, la instrumentalización teológica de los dioses extranjeros vencedores, y el hecho de que la explicación se centre en la relación entre el dios y su pueblo, revelan un gran desinterés por todos los dioses que no sean el propio dios nacional. En el caso del proceso de avance asirio, la fidelidad al dios único nacional es la única esperanza de salvación. La causa probable del castigo por esta agresión son los compromisos o concesiones a los otros dioses, de modo que cuanto más se agrave el panorama más necesaria se hace una movilización religiosa exclusiva. El culto se concentra en el templo de Jerusalén, para subrayar su carácter nacional. Los demás centros de culto se consideran irregulares. Por primera vez se concibe un reino que venera a un solo dios, y lo hace desde un solo lugar. En efecto, si el comportamiento de la comunidad nacional es la causa de la victoria o la derrota, es preciso saber con detalle y sin ambages qué es lo que se debe hacer, lo que hay que evitar, cuáles son los pecados y las reacciones del dios. La legitimidad y el buen gobierno del rey ya no son lo único que determina la actitud del dios, señal de que el prestigio de la realeza se ha debilitado. Ahora, la causa potencial del desastre nacional es el comportamiento de todos. Durante la caída de Jerusalén a manos del ejército babilónico, la destrucción del templo, el fin de la independencia nacional y el destierro de la clase dirigente eliminan gran parte de los elementos de identidad nacional. La religión se convierte en una práctica con un mínimo culto organizado y una gran interiorización, acompañada de un acentuado formalismo individual. El miembro de la comunidad israelita, que ya es una comunidad religiosa, tiene que distinguirse por su comportamiento en un mundo heterogéneo. Los que permanecen fieles a la observancia de la ley y al único dios verdadero se consideran supervivientes del desastre nacional en un mundo de “paganos”.
  • 25. 11) Describe los aportes culturales de los Fenicios y su importancia económica en el primer milenio. La civilización fenicia se ubicaba a lo largo de la orilla oriental del Mediterráneo entre Siria y Palestina; limitaba al este con las montañas del Líbano. El emplazamiento de Fenicia corresponde aproximadamente con el que hoy ocupa el Líbano. Por la posición territorial que ocupaba Fenicia estaba destinada a ser un centro para las transacciones comerciales, y por ende envidiado por aquellas naciones que la circundaban. Los fenicios se convirtieron en los grandes navegantes de la antigüedad, y propagaron por el Mediterráneo la civilización de los pueblos del Cercano Oriente. Los marineros fenicios atravesaron también el estrecho de Gibraltar y exploraron las costas africanas europeas del océano Atlántico. A la par del comercio marítimo, los fenicios realizaron también un activo intercambio por tierra con los países del Asia occidental. Además de comerciantes, los fenicios fueron grandes industriales. Su principal aporte en este aspecto fue el vidrio; también construyeron barcos y evolucionaron en la navegación. Los fenicios también desarrollaron variadas formas artísticas, uno de los primeros alfabetos y la utilización de la moneda como medio de intercambio comercial. 12) Explica las circunstancias en las que los Persas llegan a conformar un imperio en Mesopotamia a partir de la caída del Nuevo Imperio Asirio. Explica cómo cae éste y describe las características de la organización del Imperio Persa. En el 559 a. C. Ciro II (también conocido como “el Grande”) llegó al poder de los persas, y unificó a los pueblos y se rebeló contra los medos. Ciro logró la independencia persa y conquistó todas las tierras de los medos. Esta conquista puso fin al dominio medo sobre el pueblo persa y dio comienzo a la conformación del imperio más grande visto hasta ese momento. Tras la conquista de los medos, los persas conquistaron más territorios de Asia menor como Lidia y Jonia y, en el 539 a. C., conquistaron la ciudad de Babilonia. Después de esta conquista le permitieron al pueblo hebreo, exiliado en Babilonia, volver a Jerusalén. Junto con Babilonia, los persas conquistaron la zona de Palestina, Siria y toda la Mesopotamia. Luego de la muerte de Ciro el poder persa quedó en manos de su hijo, Cambises II, quien estuvo al mando de la conquista de Egipto en el 525 a. C. El Imperio persa se caracterizó por sus políticas de apertura frente a los terrenos conquistados, ya que permitió la libertad de culto y la libertad de gobierno y administración en los territorios anexados. La máxima consolidación del imperio se dio en el reinado de Darío I, rey que se encargó de realizar muchas de las obras que permitieron la interconexión y organización de los territorios y el desarrollo de ciudades y palacios. Durante su reinado se emprendió la conquista de Grecia en lo que se conoce como las guerras médicas, que marcaron el comienzo del fin del Imperio persa. Algunas de las principales características del Imperio persa fueron:  Fue fundado por el rey Ciro II, que venció al rey medo Astiages, en el 550 a. C.  Se expandió desde el actual territorio de Irán (zona de origen de los persas) por los territorios de Afganistán, Arabia, Egipto, Pakistán, entre otros.
  • 26.  Estaba liderado por un rey que era la autoridad absoluta del imperio.  Fue uno de los imperios más extensos y destacados de la historia mundial.  Abarcó aproximadamente doscientos años y estuvo liderado por la dinastía aqueménida, representada por: Ciro II, Cambises II, Darío I, Jerjes, Artajerjes I, Darío III, entre otros.  Su capital estaba instalada en Persépolis, considerada uno de los máximos emblemas de la civilización persa.  Aplicó una política de tolerancia frente a los territorios conquistados, en la que se destacaba el respeto por la libertad de culto, la autonomía política, una baja de impuestos, entre otras medidas.  Su territorio estaba dividido en satrapías que estaban conectadas entre sí por medio de puentes y caminos.  Se destacó en el comercio y en el desarrollo de rutas comerciales que permitieron conectar todos los territorios del imperio.  Su cultura tomó rasgos y tradiciones propias de los territorios conquistados y se caracterizó por el desarrollo de la arquitectura y el arte.  Fue derrocado por Alejandro Magno en el 331 a. C. El Imperio persa se caracterizó por respetar la cultura y las tradiciones de las regiones dominadas y, en muchos casos, incorporó varias de estas costumbres. Esto permitió que la cultura persa se convirtiera en una de las más ricas de la región. Los persas se destacaron en la construcción de palacios, grandes edificaciones amuralladas que solían ser la vivienda de emperadores o nobles. El palacio de Persépolis, ubicado en el este del país, fue uno de los más reconocidos y funcionó como la capital del imperio. Los palacios persas se repartieron por los diferentes terrenos conquistados y estaban decorados con frescos, mosaicos y esculturas. En cuanto a la religión, los persas profesaban el zoroastrismo, religión que había sido revelada por el profeta iraní Zoroastro y que planteaba la adoración a un dios supremo: Ahura Mazda. También se cree que adoraban a Mithra (el dios equivalente al dios Apolo de los griegos). Uno de los puntos principales de las conquistas persas era su gran tolerancia religiosa con los pueblos conquistados, por lo que en el territorio del imperio convivieron diferentes tipos de creencias y religiones. Los persas se destacaron por su ritual de sepultura. Tras morir un ser querido no lo enterraban porque consideraban que los cuerpos contaminaban la tierra. Los cadáveres, entonces, quedaban sobre estructuras de piedra y eran devorados por aves carroñeras. El ejército persa estaba formado por arqueros, caballería, infantería y una gran flota naviera, y sus hombres se caracterizaron por su puntería y su destreza. Esto hizo que este ejército se consolidara como uno de los más fuertes y numerosos de la época, lo que le permitió la conquista de pueblos vecinos.
  • 27. Una vez que el Imperio persa fue creciendo en extensión, la diversidad de culturas y de tipos de ejércitos aglutinados bajo el poderío persa hizo que fuera difícil desarrollar una fuerte organización y táctica militar. Los diferentes ejércitos se encargaban de proteger sus territorios y eran convocados en caso de necesidad, pero, aunque eran numerosos, no estaban del todo organizados. Esto llevó al declive del Imperio persa que, al intentar anexar los territorios griegos, no pudo hacer frente a los ejércitos de las polis griegas y luego al potente ejército macedónico liderado por Alejandro Magno. Dentro del ejército persa se destacaron los Inmortales, un regimiento de infantería formado por 10.000 hombres que se encargaban, sobre todo, de la protección real. Este grupo estaba formado por los guerreros más experimentados que debían ser persas o medos. Para el 530 a. C. el Imperio persa ya se extendía por Asia y por Egipto, y el rey Darío I tuvo que hacer frente a revueltas que se desarrollaron en diversos territorios. Una de ellas fue la revuelta jónica, llevada adelante por los territorios griegos de la región de Jonia con el apoyo de otras ciudades griegas. Esta revuelta fue sofocada y terminó con la devastación de la ciudad de Mileto. Uno de los máximos objetivos que planteó Darío I fue la conquista del resto de los territorios griegos. En esa época, Grecia estaba organizada en ciudades-estados que iban de a poco creciendo en importancia y poderío. Los persas invadieron por mar, en lo que se conoce como la primera guerra médica, y conquistaron las islas Cícladas, pero luego fueron derrotados por los atenienses en la batalla de Maratón (490 a. C.). Luego de la muerte de Darío I, asumió el poder persa su hijo, Jerjes I, quien quiso continuar con la idea de anexar los territorios griegos. Así se dio inicio a la segunda guerra médica en la que resultaron vencedores los pueblos helénicos, en batallas como la de Salamina (480 a. C.). Tras estas sucesivas derrotas, asumió el poder Artajerjes, hijo de Jerjes, y luego quien fue el último rey de Persia: Darío III. Para este momento, Grecia había sido unificada bajo el poder del macedonio Alejandro Magno, que se puso como objetivo la conquista del Imperio persa. Alejandro Magno invadió el Imperio persa y su conquista se desarrolló a lo largo de tres batallas principales: la batalla del Gránico (334 a. C.), la batalla de Issos (333 a. C.) y, por último, la batalla de Gaugamela (331 a. C.), en la que el Imperio persa fue derrotado y Alejandro fue erigido como el nuevo rey.