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2. Pensamiento crítico

Cuando participamos en un diálogo suele ocurrir que consideremos todas nuestras
opiniones y creencias como verdaderas. Es hasta el momento en que alguien o
alguna situación en particular contradice lo que creemos, que nos vemos obligados a
dudar de su veracidad y a revisarlas. Podemos darnos cuenta de que lo que siempre
habíamos considerado verdad no parece serlo del todo; o, a veces, a la luz de los
argumentos que nos ofrecen otras personas, parecen más bien creencias falsas.
Revisar nuestras opiniones o creencias, lejos de debilitarlas, las fortalece, pues
implica ponerlas a prueba con base en los argumentos que nos ofrecen otras
personas. Si son creencias respaldadas en buenas razones, sobrevivirán e, incluso,
se harán más fuertes, y las podremos tomar como guías seguras de nuestra acción.
En caso contrario, tendremos que desecharlas. Para
comprender lo que significa participar en un debate
racional es conveniente distinguirlo de otros tipos de
diálogo —en los que también es necesaria la
argumentación—, con el fin de ubicar cuáles son los
recursos argumentativos y/o retóricos que se permiten en
cada uno de ellos.

Tipos de diálogo. Al interactuar con los otros podemos entablar
diversos tipos de diálogo. Algunos involucran argumentos y otros no, por
lo que es importante distinguir unos de otros para saber qué actitudes,
habilidades y conocimientos tenemos que utilizar al participar en ellos.
Para distinguir estos tipos de diálogo hay que poner atención al contexto
en que se realizan y a los fines que se persiguen en cada uno de ellos.
A continuación revisaremos algunos.

Charla | Es un diálogo en el que se busca interactuar con las otras
personas, conocerlas mediante un intercambio de ideas. Por lo tanto, no
se requiere del uso de argumentos, pues no se busca arribar a acuerdos
o a la verdad, ni tampoco encontrar vencedores. Ejemplo de este tipo de
diálogo es cuando se reúnen amigos para compartir anécdotas o
experiencias, sin ningún ánimo argumentativo.

Negociación | Es un diálogo en el que se busca resolver un problema
con base en acuerdos que conduzcan a tomar decisiones racionales, las
cuales tendrán repercusiones inmediatas en el mundo. Aquí sí se
recurre a argumentos; cuando éstos son sustituidos por amenazas para
que se acepte un acuerdo determinado, ya no se habla de una
negociación, sino de una imposición chantaje. Ejemplo de una
negociación es cuando en un lugar de trabajo hay muchas personas que
fuman y otras tantas que no fuman, y se reúnen para intercambiar
argumentos con el fin de encontrar una solución satisfactoria para
ambas partes. Por un lado, los que no fuman desean que no les afecte
el humo de los fumadores; por el otro, estos últimos quieren preservar
su derecho de fumar. Con base en la argumentación deciden que dentro
de la oficina estará prohibido fumar y que habrá zonas reservadas fuera
de la oficina para los fumadores.

Disputa personal | Es un diálogo en el que el fin es ganar al que se
opone a las ideas que se defienden y, dado que no hay reglas
procedimentales que señalen las condiciones para intervenir, las formas
de hacerlo y por cuánto tiempo, los interlocutores se sienten libres para
utilizar diversos recursos legítimos e ilegítimos (como las falacias y las
marrullerías).Ejemplo de este diálogo es cuando alguien, para defender
su idea o tesis de que la homosexualidad es inmoral, agrede
verbalmente a quien sostiene la tesis contraria o apela a la verborrea
para confundirlo y que acepte su posición, en lugar de ofrecer razones
pertinentes.

Debate | Es un diálogo en el que el objetivo es discutir acerca de un
tema previamente fijado. En él participan dos adversarios que defienden
tesis opuestas y, al final, se busca obtener un ganador. Aunque se trata
de un diálogo en el que sí están establecidas las reglas procedimentales
acerca de las condiciones bajo las cuales los participantes pueden
intervenir y se apela a argumentos, con frecuencia sucede que los
debatientes acuden a recursos ilegítimos, como las falacias o las
marrullerías, con tal de ganar al adversario. Para que sea posible un
debate se requiere que el tema a discutir plantee aspectos discutibles,
esto es, que den lugar a diversas alternativas, ya que si hay acuerdos
sobre el tema, entonces no hay nada que debatir. El que un tema sea
debatible depende del sistema de creencias de los participantes; por
ejemplo, quizá para una comunidad hablar de derechos de los animales
sea algo debatible, mientras que para otra sea algo obvio que no
requiere discusión. Ejemplo de un debate es cuando los candidatos a la
presidencia de una nación confrontan sus propuestas con el fin de que
la población decida cuál es la mejor opción de gobierno; en este caso, a
los participantes no les importa tanto la verdad de sus premisas o la
solidez de sus argumentos, sino más bien dar la apariencia de que se
argumenta bien con el fin de resultar vencedor. En este tipo de diálogos
suele existir un moderador encargado de asignar la palabra a cada
participante —ya sea para exponer sus argumentos o replicar los del
otro— y señalar la duración de las intervenciones.

Discusión crítica | Es un diálogo en el que los participantes se plantean
un problema y buscan una respuesta que sea satisfactoria para la
mayoría de ellos; esto se logra por medio de argumentos racionales y
partiendo de una base teórica común. Este tipo de diálogo se da
generalmente en contextos académicos en los que los participantes
buscan cooperativamente la verdad. Así, al escuchar los argumentos de
los otros, se pueden modificar los propios en un ambiente de apertura
en el que todos pueden enriquecer su conocimiento. En algunas
ocasiones no sólo se busca la solución a un problema, sino examinar
una tesis o un tema con el fin de profundizar en su conocimiento. Un
ejemplo de este tipo de diálogo son las ponencias, presentaciones en
seminarios, mesas redondas, exámenes profesionales, etc. En este tipo
de actividades se suele definir una cierta cantidad de tiempo para
exponer y para plantear preguntas, las cuales tienen la finalidad de
hacerle ver al expositor los puntos débiles en su argumentación para
mejorar el trabajo presentado, o plantearle alguna duda que haya
surgido de la exposición con el fin de enriquecer el propio conocimiento.

Debate racional | El debate racional es un tipo de diálogo en el que se
busca mostrar al contrincante —con base en el intercambio de
argumentos y de manera respetuosa y constructiva— que se defiende la
tesis más sólida y que los argumentos que arguye en defensa de la tesis
contraria son equivocados o débiles. Esto último se hace no para
aplastar al contrincante ni como un fin en sí mismo, sino para alcanzar
una tesis sólida (debidamente fundamentada) junto con el interlocutor.
Los participantes se comprometen a cooperar, a defender su tesis y a
buscar que la verdad salga a la luz. En este proceso son muy
importantes ciertas actitudes como escuchar con atención, evitar las
agresiones verbales, respetar el turno para hablar, etc. Este diálogo está
regulado por reglas procedimentales establecidas de manera clara y que
señalan las condiciones bajo las cuales se puede intervenir y el tipo de
recursos que es legítimo utilizar en la argumentación. Un ejemplo de
este tipo de diálogo lo podemos encontrar en una mesa redonda que
reúne a especialistas con el fin de debatir racionalmente un tema, como
podría ser la moralidad de la pena de muerte. Algunos defenderán la
tesis de que “la pena de muerte es moral”, y otros la de que “la pena de
muerte es inmoral”.

Existen reglas positivas y negativas que regulan el debate racional.
Algunas reglas positivas son: escuchar con atención, con respeto;
esperar a que el interlocutor exprese de manera completa sus ideas
antes de intervenir; pedir y respetar el turno de las intervenciones;
plantear preguntas pertinentes; proporcionar información necesaria,
relevante, verdadera y suficiente; expresar con claridad las propias
ideas, etc. Algunas reglas negativas del debate racional son: no hacer
afirmaciones para las cuales se carece de pruebas, no responder
preguntas que no sean claras, no ofrecer proposiciones falsas, no
generar ataques verbales, entre otras.

El debate racional se divide en cuatro etapas:
1. Etapa de apertura. Se presentan los participantes y se dan a conocer
    las reglas que regularán el diálogo.
2. Etapa de confrontación. Se anuncia el tema o el problema en torno al
    cual girará el debate; además, cada uno de los participantes
    presenta de manera general sus argumentos más fuertes para
    respaldar la postura que defenderán.
3. Etapa de argumentación. Los participantes cuestionan, discuten y
    evalúan cada uno de los argumentos de los opositores, además de
    defender los propios.
4. Etapa de clausura. Dado que el diálogo no puede prolongarse
    infinitamente, una vez que se ha finalizado con el tiempo
    previamente acordado, los participantes llegan a algunas
    conclusiones valorando la propia postura y tomando en cuenta los
    argumentos de los opositores. Puede ocurrir que uno reconozca que
    los argumentos del opositor son más racionales que los propios y se
    retracte de la tesis que originalmente defendía.

La lógica y la toma de decisiones. Pasemos al último de los contextos
argumentativos: la toma de decisiones. En la vida diaria estamos
frecuentemente decidiendo, por ejemplo, qué transporte tomar para
llegar a algún lugar, qué deporte practicar, la posibilidad de ir al cine,
qué libro leer, a dónde viajar el fin de semana, si debemos casarnos, si
debemos tener hijos, si aceptamos o no una propuesta de trabajo,
etcétera.
Hay muchas decisiones de las antes mencionadas que no requieren
argumentación, porque las hemos mecanizado de tal forma que se
realizan sin ninguna reflexión, pero hay otras que son de tal relevancia
en nuestra vida que definen lo que somos y lo que podemos llegar a ser.
Este último tipo de decisiones requiere ser evaluado de manera
cuidadosa, tomando en cuenta todas las opciones posibles. En estas
situaciones la lógica se muestra como un instrumento poderoso para la
toma de decisiones.

Utilizar la lógica en contextos de decisión significa pensar de manera
eficaz y eficiente para alcanzar los fines tanto individuales como
colectivos. La eficacia implica obtener lo que queremos en el tiempo
planeado. La eficiencia supone dos cosas: 1) el mejor aprovechamiento
de los recursos de los que disponemos (materiales, económicos,
humanos, cognitivos y de tiempo) para alcanzar el objetivo que nos
hemos propuesto, y 2) que la decisión no genere más problemas de los
que resuelve.

Es importante advertir que no hay soluciones que sean racionales en s.
mismas, sino que las calificamos como tales por el proceso lógico de
análisis que nos condujo a ellas. Este concepto de racionalidad se debe
complementar con un concepto de racionalidad ética que haga posible
no sólo tomar una decisión eficaz y eficiente, sino también que permita
el mayor beneficio para todos los afectados por la decisión, o el menor
daño posible cuando éste fuera inevitable.

La experiencia juega un papel muy importante en la resolución de
problemas. Al enfrentarnos por segunda vez con un problema —igual o
similar— contamos con herramientas, conocimientos y habilidades ya
puestas a prueba para tomar una decisión de manera eficiente, eficaz y
ética.

Cuando estamos frente a un problema nos preguntamos: ¿qué debemos
hacer? Quizá se sienta el impulso de dar una respuesta inmediata sin
detenernos a analizar el problema, pero si se quiere tomar decisiones
racionales hay que resolver diversas cuestiones antes de dar una
respuesta. Por ejemplo, tener claras todas las opciones que se nos
presentan y, para cada una de ellas, preguntarnos: ¿con cuánto tiempo
contamos para resolver el problema?,¿qué habilidades y capacidades
requerimos para enfrentar el problema y con cuáles contamos de
hecho?, ¿depende únicamente de nosotros la solución del problema?,
¿qué conocimientos necesitamos y cuáles tenemos?, ¿qué
consecuencias se siguen de cada una de las decisiones o posibles
respuestas a nuestro problema?, ¿qué atención exige el problema y cuál
es la que podemos darle realmente?, ¿qué recursos (materiales,
humanos, económicos, etc.) se requieren?, ¿con qué recursos
contamos?, ¿tenemos posibilidad de tener acceso a ellos o existe
alguna restricción para su uso?, ¿hay algún costo asociado a su uso?

Una vez que hemos dado respuesta a las preguntas anteriores (que son
sólo preparatorias para resolver el problema principal que enfrentamos),
podemos avanzar en la búsqueda de una solución a dicho problema, es
decir, en la toma de una decisión. Para ello procedemos a razonar, a
construir argumentos, a evaluarlos hasta encontrar una solución
eficiente, eficaz y ética. Sin embargo, con la solución a nuestro
problema no ha concluido la toma de la decisión. El siguiente paso es
llevarla a cabo.

El papel de la voluntad en la realización de la decisión La realización
de la decisión resulta en ocasiones, y para muchas personas, lo más
difícil; ello especialmente en los problemas que nos resultan vitales,
pues requieren del dominio de nuestra voluntad. En muchas situaciones,
saber qué debemos hacer, es decir, qué decisión elegir, no es
propiamente el problema, sino tener la fuerza de voluntad para realizar
la decisión. Supongamos, por ejemplo, que nuestro problema es cómo
tener una vida saludable. Sabemos ya que la respuesta es comiendo
nutritivamente y haciendo ejercicio, pero: ¿hemos tenido la voluntad
para realizar estas acciones?

Como podemos observar en el ejemplo, la toma de decisiones implica
un aspecto teórico y uno práctico. El primero se refiere al análisis lógico
que hemos descrito al plantearnos diversas preguntas; el segundo, de
no menor importancia, alude a la fuerza de voluntad para llevar a buen        En este apartado se
término la decisión.                                                          analiza la importancia de la
                                                                              razón y de la ciencia en la
La importancia de la lógica en la toma de decisiones colectivas. La           toma de decisiones
                                                                              colectivas.	
  
lógica no sólo nos ayuda a tomar decisiones en nuestra vida personal,
sino que también revela su utilidad en la toma de decisiones colectivas.
Dado que vivimos en sociedad, requerimos la justificación de las
acciones que afectan a otros, así como alcanzar acuerdos que nos
permitan tener una vida armónica y justa. Muchas de las decisiones
personales requieren la colaboración de otras personas, por lo que
necesitamos recursos lógicos que nos permitan convencerlos de la
racionalidad de las mismas.

En las sociedades democráticas los ciudadanos participan en la toma
                                                                           El conocimiento científico
de decisiones que los afectan. Por ello, por ejemplo, se les pide que
                                                                           se construye sobre la base
expresen su opinión sobre si deberían legalizarse las drogas, la pena      de razones y argumentos.
de muerte, el aborto, la clonación de seres humanos, la eutanasia,
etc. Estas opiniones sirven de respaldo para tomar decisiones acerca            En este sentido, sostener
de la asignación de recursos, de la creación de nuevas leyes o             posiciones no informadas
instituciones; es decir, repercuten a corto, mediano o largo plazo en la   es irracional, presupone
                                                                           cuestiones de fe.
vida colectiva. Por eso es importante tomar decisiones fundamentadas
                                                                           	
  
en buenas razones. Una decisión racional exige ser personas
informadas, con un pensamiento crítico capaz de discernir la
información relevante de la que no lo es, así como tener la capacidad de
evaluar los argumentos a favor y en contra. En suma, ser personas que
piensen con método, claridad, precisión, solidez, orden y de manera
sistemática.
	
  	
  

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  • 2. negociación, sino de una imposición chantaje. Ejemplo de una negociación es cuando en un lugar de trabajo hay muchas personas que fuman y otras tantas que no fuman, y se reúnen para intercambiar argumentos con el fin de encontrar una solución satisfactoria para ambas partes. Por un lado, los que no fuman desean que no les afecte el humo de los fumadores; por el otro, estos últimos quieren preservar su derecho de fumar. Con base en la argumentación deciden que dentro de la oficina estará prohibido fumar y que habrá zonas reservadas fuera de la oficina para los fumadores. Disputa personal | Es un diálogo en el que el fin es ganar al que se opone a las ideas que se defienden y, dado que no hay reglas procedimentales que señalen las condiciones para intervenir, las formas de hacerlo y por cuánto tiempo, los interlocutores se sienten libres para utilizar diversos recursos legítimos e ilegítimos (como las falacias y las marrullerías).Ejemplo de este diálogo es cuando alguien, para defender su idea o tesis de que la homosexualidad es inmoral, agrede verbalmente a quien sostiene la tesis contraria o apela a la verborrea para confundirlo y que acepte su posición, en lugar de ofrecer razones pertinentes. Debate | Es un diálogo en el que el objetivo es discutir acerca de un tema previamente fijado. En él participan dos adversarios que defienden tesis opuestas y, al final, se busca obtener un ganador. Aunque se trata de un diálogo en el que sí están establecidas las reglas procedimentales acerca de las condiciones bajo las cuales los participantes pueden intervenir y se apela a argumentos, con frecuencia sucede que los debatientes acuden a recursos ilegítimos, como las falacias o las marrullerías, con tal de ganar al adversario. Para que sea posible un debate se requiere que el tema a discutir plantee aspectos discutibles, esto es, que den lugar a diversas alternativas, ya que si hay acuerdos sobre el tema, entonces no hay nada que debatir. El que un tema sea debatible depende del sistema de creencias de los participantes; por ejemplo, quizá para una comunidad hablar de derechos de los animales sea algo debatible, mientras que para otra sea algo obvio que no requiere discusión. Ejemplo de un debate es cuando los candidatos a la presidencia de una nación confrontan sus propuestas con el fin de que la población decida cuál es la mejor opción de gobierno; en este caso, a los participantes no les importa tanto la verdad de sus premisas o la solidez de sus argumentos, sino más bien dar la apariencia de que se
  • 3. argumenta bien con el fin de resultar vencedor. En este tipo de diálogos suele existir un moderador encargado de asignar la palabra a cada participante —ya sea para exponer sus argumentos o replicar los del otro— y señalar la duración de las intervenciones. Discusión crítica | Es un diálogo en el que los participantes se plantean un problema y buscan una respuesta que sea satisfactoria para la mayoría de ellos; esto se logra por medio de argumentos racionales y partiendo de una base teórica común. Este tipo de diálogo se da generalmente en contextos académicos en los que los participantes buscan cooperativamente la verdad. Así, al escuchar los argumentos de los otros, se pueden modificar los propios en un ambiente de apertura en el que todos pueden enriquecer su conocimiento. En algunas ocasiones no sólo se busca la solución a un problema, sino examinar una tesis o un tema con el fin de profundizar en su conocimiento. Un ejemplo de este tipo de diálogo son las ponencias, presentaciones en seminarios, mesas redondas, exámenes profesionales, etc. En este tipo de actividades se suele definir una cierta cantidad de tiempo para exponer y para plantear preguntas, las cuales tienen la finalidad de hacerle ver al expositor los puntos débiles en su argumentación para mejorar el trabajo presentado, o plantearle alguna duda que haya surgido de la exposición con el fin de enriquecer el propio conocimiento. Debate racional | El debate racional es un tipo de diálogo en el que se busca mostrar al contrincante —con base en el intercambio de argumentos y de manera respetuosa y constructiva— que se defiende la tesis más sólida y que los argumentos que arguye en defensa de la tesis contraria son equivocados o débiles. Esto último se hace no para aplastar al contrincante ni como un fin en sí mismo, sino para alcanzar una tesis sólida (debidamente fundamentada) junto con el interlocutor. Los participantes se comprometen a cooperar, a defender su tesis y a buscar que la verdad salga a la luz. En este proceso son muy importantes ciertas actitudes como escuchar con atención, evitar las agresiones verbales, respetar el turno para hablar, etc. Este diálogo está regulado por reglas procedimentales establecidas de manera clara y que señalan las condiciones bajo las cuales se puede intervenir y el tipo de recursos que es legítimo utilizar en la argumentación. Un ejemplo de este tipo de diálogo lo podemos encontrar en una mesa redonda que reúne a especialistas con el fin de debatir racionalmente un tema, como podría ser la moralidad de la pena de muerte. Algunos defenderán la
  • 4. tesis de que “la pena de muerte es moral”, y otros la de que “la pena de muerte es inmoral”. Existen reglas positivas y negativas que regulan el debate racional. Algunas reglas positivas son: escuchar con atención, con respeto; esperar a que el interlocutor exprese de manera completa sus ideas antes de intervenir; pedir y respetar el turno de las intervenciones; plantear preguntas pertinentes; proporcionar información necesaria, relevante, verdadera y suficiente; expresar con claridad las propias ideas, etc. Algunas reglas negativas del debate racional son: no hacer afirmaciones para las cuales se carece de pruebas, no responder preguntas que no sean claras, no ofrecer proposiciones falsas, no generar ataques verbales, entre otras. El debate racional se divide en cuatro etapas: 1. Etapa de apertura. Se presentan los participantes y se dan a conocer las reglas que regularán el diálogo. 2. Etapa de confrontación. Se anuncia el tema o el problema en torno al cual girará el debate; además, cada uno de los participantes presenta de manera general sus argumentos más fuertes para respaldar la postura que defenderán. 3. Etapa de argumentación. Los participantes cuestionan, discuten y evalúan cada uno de los argumentos de los opositores, además de defender los propios. 4. Etapa de clausura. Dado que el diálogo no puede prolongarse infinitamente, una vez que se ha finalizado con el tiempo previamente acordado, los participantes llegan a algunas conclusiones valorando la propia postura y tomando en cuenta los argumentos de los opositores. Puede ocurrir que uno reconozca que los argumentos del opositor son más racionales que los propios y se retracte de la tesis que originalmente defendía. La lógica y la toma de decisiones. Pasemos al último de los contextos argumentativos: la toma de decisiones. En la vida diaria estamos frecuentemente decidiendo, por ejemplo, qué transporte tomar para llegar a algún lugar, qué deporte practicar, la posibilidad de ir al cine, qué libro leer, a dónde viajar el fin de semana, si debemos casarnos, si debemos tener hijos, si aceptamos o no una propuesta de trabajo, etcétera.
  • 5. Hay muchas decisiones de las antes mencionadas que no requieren argumentación, porque las hemos mecanizado de tal forma que se realizan sin ninguna reflexión, pero hay otras que son de tal relevancia en nuestra vida que definen lo que somos y lo que podemos llegar a ser. Este último tipo de decisiones requiere ser evaluado de manera cuidadosa, tomando en cuenta todas las opciones posibles. En estas situaciones la lógica se muestra como un instrumento poderoso para la toma de decisiones. Utilizar la lógica en contextos de decisión significa pensar de manera eficaz y eficiente para alcanzar los fines tanto individuales como colectivos. La eficacia implica obtener lo que queremos en el tiempo planeado. La eficiencia supone dos cosas: 1) el mejor aprovechamiento de los recursos de los que disponemos (materiales, económicos, humanos, cognitivos y de tiempo) para alcanzar el objetivo que nos hemos propuesto, y 2) que la decisión no genere más problemas de los que resuelve. Es importante advertir que no hay soluciones que sean racionales en s. mismas, sino que las calificamos como tales por el proceso lógico de análisis que nos condujo a ellas. Este concepto de racionalidad se debe complementar con un concepto de racionalidad ética que haga posible no sólo tomar una decisión eficaz y eficiente, sino también que permita el mayor beneficio para todos los afectados por la decisión, o el menor daño posible cuando éste fuera inevitable. La experiencia juega un papel muy importante en la resolución de problemas. Al enfrentarnos por segunda vez con un problema —igual o similar— contamos con herramientas, conocimientos y habilidades ya puestas a prueba para tomar una decisión de manera eficiente, eficaz y ética. Cuando estamos frente a un problema nos preguntamos: ¿qué debemos hacer? Quizá se sienta el impulso de dar una respuesta inmediata sin detenernos a analizar el problema, pero si se quiere tomar decisiones racionales hay que resolver diversas cuestiones antes de dar una respuesta. Por ejemplo, tener claras todas las opciones que se nos presentan y, para cada una de ellas, preguntarnos: ¿con cuánto tiempo contamos para resolver el problema?,¿qué habilidades y capacidades requerimos para enfrentar el problema y con cuáles contamos de
  • 6. hecho?, ¿depende únicamente de nosotros la solución del problema?, ¿qué conocimientos necesitamos y cuáles tenemos?, ¿qué consecuencias se siguen de cada una de las decisiones o posibles respuestas a nuestro problema?, ¿qué atención exige el problema y cuál es la que podemos darle realmente?, ¿qué recursos (materiales, humanos, económicos, etc.) se requieren?, ¿con qué recursos contamos?, ¿tenemos posibilidad de tener acceso a ellos o existe alguna restricción para su uso?, ¿hay algún costo asociado a su uso? Una vez que hemos dado respuesta a las preguntas anteriores (que son sólo preparatorias para resolver el problema principal que enfrentamos), podemos avanzar en la búsqueda de una solución a dicho problema, es decir, en la toma de una decisión. Para ello procedemos a razonar, a construir argumentos, a evaluarlos hasta encontrar una solución eficiente, eficaz y ética. Sin embargo, con la solución a nuestro problema no ha concluido la toma de la decisión. El siguiente paso es llevarla a cabo. El papel de la voluntad en la realización de la decisión La realización de la decisión resulta en ocasiones, y para muchas personas, lo más difícil; ello especialmente en los problemas que nos resultan vitales, pues requieren del dominio de nuestra voluntad. En muchas situaciones, saber qué debemos hacer, es decir, qué decisión elegir, no es propiamente el problema, sino tener la fuerza de voluntad para realizar la decisión. Supongamos, por ejemplo, que nuestro problema es cómo tener una vida saludable. Sabemos ya que la respuesta es comiendo nutritivamente y haciendo ejercicio, pero: ¿hemos tenido la voluntad para realizar estas acciones? Como podemos observar en el ejemplo, la toma de decisiones implica un aspecto teórico y uno práctico. El primero se refiere al análisis lógico que hemos descrito al plantearnos diversas preguntas; el segundo, de no menor importancia, alude a la fuerza de voluntad para llevar a buen En este apartado se término la decisión. analiza la importancia de la razón y de la ciencia en la La importancia de la lógica en la toma de decisiones colectivas. La toma de decisiones colectivas.   lógica no sólo nos ayuda a tomar decisiones en nuestra vida personal, sino que también revela su utilidad en la toma de decisiones colectivas. Dado que vivimos en sociedad, requerimos la justificación de las acciones que afectan a otros, así como alcanzar acuerdos que nos
  • 7. permitan tener una vida armónica y justa. Muchas de las decisiones personales requieren la colaboración de otras personas, por lo que necesitamos recursos lógicos que nos permitan convencerlos de la racionalidad de las mismas. En las sociedades democráticas los ciudadanos participan en la toma El conocimiento científico de decisiones que los afectan. Por ello, por ejemplo, se les pide que se construye sobre la base expresen su opinión sobre si deberían legalizarse las drogas, la pena de razones y argumentos. de muerte, el aborto, la clonación de seres humanos, la eutanasia, etc. Estas opiniones sirven de respaldo para tomar decisiones acerca En este sentido, sostener de la asignación de recursos, de la creación de nuevas leyes o posiciones no informadas instituciones; es decir, repercuten a corto, mediano o largo plazo en la es irracional, presupone cuestiones de fe. vida colectiva. Por eso es importante tomar decisiones fundamentadas   en buenas razones. Una decisión racional exige ser personas informadas, con un pensamiento crítico capaz de discernir la información relevante de la que no lo es, así como tener la capacidad de evaluar los argumentos a favor y en contra. En suma, ser personas que piensen con método, claridad, precisión, solidez, orden y de manera sistemática.