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Sobre el sentido de vida en la vejez:
Teoría e Investigación
2
3
Sobre el sentido de vida en la vejez:
Teoría e Investigación
Autores
Ricardo Díaz Castillo
Axel Alberto González Gallegos
Jessica Alejandra Islas Pérez
Ricardo Morales Rossell
Sua Anael Oliván Altamirano
Angélica María Razo González
Cuerpo Académico Calidad de Vida, Género y Vejez
Línea de Investigación “Envejecimiento, Calidad y Sentido de Vida”
Licenciatura en Gerontología UNEVE
4
Sobre el Sentido de Vida en la Vejez: Teoría e Investigación
ISBN 978-607-95211-5-8
Primera Edición
Ciudad de México, diciembre de 2016
Coordinadora: Angélica María Razo González
Diseño de portada: Renata Araujo Moreno
5
Índice
Prefacio………………………………………………………………………….. 7
La muerte, la conciencia y el sentido de vida: encrucijadas vitales
Angélica María Razo González………………………………………………... 13
El sentido de vida en la adultez joven: sembrando sentido para
cosechar en la vejez
Axel Alberto González Gallegos………………………………………………..
37
Espiritualidad como mecanismo del sentido de vida
Ricardo Díaz Castillo……………………………………………………………. 51
Amistad y redes de apoyo en el sentido de vida en la vejez
Sua Anael Oliván Altamirano…………………………………………………... 71
Relaciones amorosas y sentido de vida en la vejez
Jessica Alejandra Islas Pérez………………………………………………….. 89
Significado semántico de la calidad y el sentido de vida en adultos
mayores
Ricardo Díaz Castillo – Ricardo Morales Rossell - Angélica María Razo
González……………………………………………………………………………
109
6
7
Prefacio
Más allá de las proyecciones demográficas es necesario considerar que el
envejecimiento es un proceso multifactorial que se correlaciona con un sinnúmero
de variables desde la gestación y a lo largo de todo el ciclo de vida, y dependiendo
de la conjugación de estas variables, combinación de recursos, estructura de
oportunidades individuales y generacionales, puede adquirir diversas dimensiones
a lo largo de un continuo; es decir, ser una etapa de pérdidas o una etapa de
plenitud; como consecuencia, estamos ante un proceso heterogéneo presente en el
envejecimiento de una sociedad, de un grupo y de las personas mayores en
particular que experimentan en carne propia cambios y adaptaciones fisiológicas,
sociales, culturales, psicológicas e incluso espirituales relacionadas con una
condición cronológica, una construcción social y un desarrollo personal.
Por estas razones la investigación en gerontológica debe profundizar en las
diferentes dimensiones del proceso de envejecimiento, de la vejez como etapa de
la vida y de la vivencia de las personas que envejecen. Es decir, la investigación
sobre vejez no sólo debe buscar orientar las acciones de política pública de vejez y
la descripción e intervención en las diversas situaciones y condiciones de vida,
además debe ahondar en la comprensión de la experiencia de vida de personas
que se encuentran en proceso de evolución constante.
Realizar investigación en el área gerontológica es, de hecho, un compromiso que
México estableció en la Segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento
llevada a cabo en Madrid en el 2002, que en su Objetivo 4 apunta la necesidad de
que todos los países se dediquen al desarrollo y promoción de investigaciones sobre
los principales aspectos del envejecimiento a nivel nacional y regional y recomienda:
“a) Promover la elaboración de una agenda de investigación sobre los principales
temas relacionados con las personas mayores en los países y en la región y b)
8
Implementar estrategias de obtención de financiamiento para la realización de
dichas investigaciones”.
Sin embargo, más allá de este compromiso, es una necesidad de la Gerontología
como área disciplinar que aspira a ser ciencia, establecer sus propias temáticas y
herramientas de estudio. Desarrollar en su trabajo cotidiano todo aquello que le
aporte a la comprensión del envejecimiento, la vejez y el envejeciente como objetos
y sujeto de estudio.
Desarrollar este tipo de investigación requiere incursionar de manera decisiva en
diferentes ámbitos del conocimiento gerontológico, desde diversos enfoques y de
maneras creativas y novedosas, es por ello que la Licenciatura en Gerontología de
la Universidad Estatal del Valle de Ecatepec ha apoyado la formación de un Cuerpo
Académico específico para explorar algunas temáticas relacionadas con el ejercicio
del quehacer gerontológico. Así surge Calidad de Vida, Género y Envejecimiento,
con el objetivo general de “Generar investigación en gerontología que aporte
conocimientos específicos sobre el proceso de envejecimiento, la vejez y los adultos
mayores aplicables en los ámbitos público, social, privado, comunitario, familiar e
individual con el fin de mejorar la comprensión del proceso, apoyar la toma de
decisiones y elevar la calidad de vida de la población que envejece”.
Lo conformación de este Cuerpo Académico busca además establecer cooperación
y alianzas estratégicas con instituciones académicas y de los sectores público y
privado a fin de propiciar la generación y transferencia de conocimientos y
tecnologías que apoyen la investigación gerontológica; Promover la participación de
la comunidad educativa de la UNEVE en la realización de las actividades
relacionadas con las líneas de investigación, que generen propuestas y soluciones
tendientes a desarrollar conocimiento sobre el envejecimiento y mejoren la calidad
de vida del adulto mayor; Desarrollar programas, modelos y proyectos
gerontológicos basados en investigación diagnóstica sobre la situación actual de la
población que envejece.
9
Para poder cubrir con estas expectativas cuenta con dos líneas de investigación
específicas 1. Corporalidad, género y vejez y 2. Envejecimiento calidad y sentido de
vida.
En especial la línea de investigación Envejecimiento Calidad y Sentido de Vida
considera, junto con otros autores, que el concepto de Calidad de Vida se ha
convertido en el eje de la investigación del campo de las ciencias sociales e incluye
componentes como: el modo de vida entendida como toda actividad socializada,
sistemática y necesaria que vincula al individuo con la producción; nivel de vida,
que se refiere sólo a los aspectos económicos y materiales; condiciones de vida,
que abarca los contextos sociales y de actividad en la vida de las personas; y el
estilo de vida, como la expresión social a través de la actividad individual de la
personalidad (Aranibar, Paula 2001). Así, la calidad de vida en la vejez tiene
influencia y relación no sólo con las personas adultas mayores, sino también con
sus familias y la sociedad, debe contemplar especificidades propias de la vejez
incluyendo las que se refieren a edades anteriores del ciclo vital, identificando los
elementos de naturaleza objetiva: redes de apoyo, servicios sociales, condición
económica, entorno, necesidades de educación y posibilidades de desarrollo, y de
naturaleza subjetiva: percepción del estado de salud, sensación de bienestar,
actitudes en las relaciones interpersonales, posición ante la vida, satisfacción y
felicidad.
Sin embargo, como resultado de su trabajo académico, la línea de investigación ha
incorporado el término Sentido de Vida, como una experiencia vital en la existencia
de las personas, que hace que su percepción subjetiva de vivir las haga concluir
que su vida vale la pena. La vejez es entonces visualizada como un proceso
humano de carácter diferencial y heterogéneo, y que debe ser visto desde la
fenomenología de lo cotidiano y la vivencia de la propia existencia.
10
En consecuencia la investigación en este campo debe desarrollar líneas de acción
específicas y modelos de atención basados en la comprensión integral del proceso
de envejecimiento, donde la academia y concretamente las universidades con
carreras de gerontología, tienen un papel central en la comprensión de la vejez
como fenómeno humano.
Creemos que esta investigación debe ir más allá del diagnóstico de las condiciones
que guarda la población adulta mayor en el país; la detección de las particularidades
y diversidad regional y; en la evaluación constante y permanente de los programas
y acciones que se derivan de la política pública de vejez. Además, puesto que es
un fenómeno humano, la investigación no puede dejar de lado temas tan
trascendentales como la experiencia de sí, la consciencia, la felicidad, la
espiritualidad y el sentido de la vida.
En su parte operativa, la Línea de Investigación funciona a través del Seminario
Permanente de Investigación en Envejecimiento Calidad y Sentido de Vida,
que tiene la misión fundamental de conocer los principios teóricos y prácticos de
los aspectos relacionados con los conceptos calidad de vida y sentido de vida, como
componentes fundamentales del proceso de envejecimiento y la vejez. El objetivo
es aportar el conocimiento que proporcione una base científica para la praxis
gerontológica. El Seminario comenzó actividades 1 de abril del 2014, a partir de
reuniones periódicas. La primera actividad consistió en la realización de un análisis
del estado del arte de la investigación en cuanto a calidad de vida y vejez, del cual
se han desprendido un par de publicaciones.
Es importante mencionar que al seminario asisten de manera consistente
profesores, egresados y estudiantes. En el caso de estos últimos y de los egresados
el tema que desarrollan a través de las sesiones del seminario y de su participación
en el proyecto de investigación les sirve a su vez como trabajo de titulación.
11
Sin embargo, el objeto principal de los trabajos del Seminario Permanente es
siempre generar espacios académicos donde se discuta y comparta el
conocimiento, se analicen las técnicas, las intervenciones y los enfoques
metodológicos que enriquezcan los objetivos y actividades de la propia línea de
investigación. También se busca estar en contacto con otros grupos de
investigación interesados en los temas relacionados con la calidad y el sentido de
vida de las personas, con énfasis especial en el proceso de envejecimiento, y
fomentar redes de trabajo conjunto.
Desde finales de 2014 se planteó la realización y desarrollo de un proyecto de
investigación que sirviera como base para generar conocimientos alrededor de los
conceptos de calidad y sentido de vida. El proyecto fue presentado ante los comités
de Investigación y Ética de la UNEVE y aprobado el 22 de octubre de 2015. El
protocolo de investigación se proyectó para llevarse a cabo durante 2016 y
continuará en 2017.
El presente material es el resultado de los esfuerzos generados por investigadores,
profesores y estudiantes que participan en las sesiones del Seminario Permanente.
En especial está compuesto por aquéllas reflexiones y trabajos sobre el Sentido de
Vida en la Vejez. Algunos capítulos son producto de la revisión de la literatura y la
reflexión teórica, otros son reportes desarrollados a partir de los avances del
proyecto de investigación.
Partimos de la idea fundamental de que una de las aventuras más interesantes que
se nos presenta durante nuestro paso por este plano de la existencia es encontrarle
sentido a la vida, en especial a nuestra vida, esta inquietud parte de la esencia de
nuestro propio ser. Durante siglos la humanidad en general, representada en cada
individuo, se ha preguntado ¿quién soy yo?, ¿qué hago aquí? y sobre todo ¿para
qué he venido?, la respuesta a estas preguntas casi siempre se ha planteado desde
los campos filosóficos existenciales. La pretensión de este trabajo es aportar unos
cuantos elementos teóricos y de investigación gerontológica, desde una visión
12
multidisciplinaria, alrededor del Sentido de Vida y su relación con las diferentes
etapas y necesidades de la vida adulta.
La parte teórica estará constituida por ensayos que van dando luces sobre los
matices que el tema de sentido de vida va teniendo a nivel de las revisiones teórico
conceptuales, al ser ensayos permiten colocar al final de cada uno bibliografía
básica que pueda servir de punto de partida para que los lectores ahonden en los
conceptos desde la visión directa de los autores y teóricos que han aportado, directa
o tangencialmente, a la reflexión sobre el sentido de vida y temas relacionados,
como la espiritualidad, la religiosidad, la conciencia, la muerte, el amor y la amistad.
La parte de investigación está integrada por una de las primeras aportaciones
empírico-metodológicas y trabajo sistemático de profesores y estudiantes de
gerontología, la investigación parte de un enfoque mixto para el análisis sobre el
concepto sentido de vida y su asociación con diferentes variables o situaciones
observables.
Nuestra única intención es dar un primer paso para sistematizar algunos temas, a
partir de investigación elemental, que puede ser y es el punto de partida para futuras
investigaciones de corte más cualitativo y reflexivo, la pretensión es que estos
primeros trabajos con el tiempo den paso a trabajos hermenéuticos,
fenomenológicos y etnográficos. El objetivo final es aportar alguna luz sobre la
temática, pero desde las inquietudes de los gerontólogos y de la gerontología.
Sabemos que el debate sobre el Sentido de la Vida nunca será un tema acabado,
puesto que cada ser humano agrega su propia visión y vivencia a la aventura de
encontrar sentido a su vida. Sin embargo, rescatar estas experiencias desde la vejez
y sistematizar estos conocimientos, bien puede ser cierta guía a la labor
gerontológica. Con ello nos damos por satisfechos.
Los autores
Diciembre de 2016.
13
La muerte, la conciencia y el sentido de vida en las encrucijadas
del ciclo vital
Angélica María Razo González
Uno empieza a pensar la vida cuando se da por muerto
Fernando Savater
En su hermoso poema El Mito el poeta Jaime Sabines concluye “Alguien me habló
todos los días de mi vida al oído, despacio, lentamente. Me dijo: ¡vive, vive, vive!
Era la muerte.” Y todo parece indicar que este pensamiento que un día pasa por
nuestra conciencia, casi siempre para quedarse, es el motivo más grande para
enfrentar la vida, para otorgarle un sentido a nuestro diario vivir.
Erich Fromm (1959:2016) nos dice que somos la única especie en el universo, hasta
donde sabemos, que en algún momento de su existencia desarrolla una conciencia
de que está en este mundo, que llegó a él sin que nadie le preguntará y de que
dejará esta vida sin que pueda hacer algo por impedirlo, y esta conciencia o mejor
dicho autoconciencia, “el hombre está dotado de razón, es vida consiente de sí
misma”, de lo pequeño y frágiles que somos ante la inmensidad de nuestra propia
existencia universal, se convierte, finalmente en un acicate que nos obliga a
encontrar un camino para continuar la vida:
Aunque el grado de autoconciencia varía, su existencia le plantea al hombre un
problema que es esencialmente humano: al tener conciencia de sí mismo como de
algo distinto a la naturaleza y a los demás individuos, al tener conciencia —aun
oscuramente— de la muerte, la enfermedad y la vejez, el individuo debe sentir
necesariamente su insignificancia y pequeñez en comparación con el universo y con
todos los demás que no sean "él". A menos que pertenezca a algo, a menos que su
vida posea algún significado y dirección, se sentirá como una partícula de polvo y
14
se verá aplastado por la insignificancia de su individualidad. No será capaz de
relacionarse con algún sistema que proporcione significado y dirección a su vida,
estará henchido de duda, y ésta, con el tiempo, llegará a paralizar su capacidad de
obrar, es decir, su vida (Fromm, 1947: 2006, pág. 47).
Pero cómo es que a lo largo de nuestra vida, en algún momento determinado, pasa
este pensamiento a ser el centro de nuestra conciencia, y cómo a partir de esta
conciencia encontramos lo que Víktor Frankl llama “voluntad de sentido”. ¿Acaso
sucede lentamente?, ¿acaso se nos presenta repentinamente como una epifanía o
una revelación divina?, ¿acaso es el fruto de una gran reflexión acerca de los
acontecimientos que enfrentamos?
En su gran obra Ana Karenina León Tolstoi nos hace reflexionar sobre este
panorama algunos de los personajes de la novela “revelan una exploración continua
de la búsqueda de madurez y presentan una descripción coherente y atractiva de lo
que podemos llamar el ciclo <normal> de la vida humana” (Graubard, 1986).
Revisemos en especial un personaje de Ana Karenina; Constantine Dimitrievich
Levine, un hombre común de la Rusia Zarista, que vive en el campo, dotado de gran
inteligencia y sensibilidad. Es dueño de una hacienda, trabajador, honesto, de buen
corazón, en un momento de su vida obtiene todo lo que un hombre es capaz de
concebir para percibir que tiene una “buena vida”. Consiguió al amor de su vida, se
siente amado y ama, ha tenido un hermoso hijo, sus cosechas le dan para vivir bien.
Hace las cosas que le gustan, básicamente la actividad agrícola y la caza. Cuenta
con grandes y buenos amigos con quienes disfruta, comparte y debate. Se mueve
dentro de un sistema político y social complejo, donde ha logrado elegir libremente
su forma de vivir.
De acuerdo con la teoría del Desarrollo Psicosocial de Erikson, se encuentra en la
feliz etapa de la adultez madura, en pleno proceso de su generatividad, produciendo
y procreando, cultivando la virtud del cuidado como un “compromiso ampliado de
cuidar de las personas, los productos y las ideas”, la madurez es la etapa que sirve
de faro, que guía a los más jóvenes, su camino está trazado, se convierte en la
15
generación destinada a “transformarse en un modelo numinoso para la próxima
generación” (Erikson, 2011, pág. 75).
Sin embargo, en un momento de su vida algo comienza a atormentar a Levine, un
acontecimiento que lo coloca frente a la conciencia de la finitud humana:
Desde el momento en que, junto a su hermano moribundo, Levine entrevió el
problema de la vida y de la muerte a la luz de las nuevas convicciones, como él las
llamaba, que de los veinte a los treinta y cuatro años vinieron reemplazando los
problemas de su infancia, la vida se le pareció más terrible que la muerte ¿De dónde
provenía? ¿Qué significaba? ¿Para qué se nos ha dado? El organismo, su
destrucción, la indestructibilidad de la materia, las leyes de la conservación de la
energía y la evolución, todas esas palabras y teorías científicas que de ello
dependían, interesantes sin duda desde el punto de vista intelectual; pero ¿cuál
sería su utilidad en el curso de la existencia? (Tolstoi, 2011, pág. 658).
Al parecer, es este enfrentamiento con la muerte, la de otros y en consecuencia la
propia muerte, el que impulsa las primeras dudas de Levine sobre el valor de la vida
humana y el sentido sobre su propia existencia, y como afirma Fromm, de su
fragilidad y pequeñez. “Y Levine, semejante a un hombre que en tiempo frío
cambiara un abrigado gabán de piel por un traje de muselina, sentía, no por el
razonamiento sino por todo su ser, que estaba desnudo, despojado y destinado a
perecer miserablemente” (Tolstoi, 2011, pág. 658).
Levine incursiona en todos los medios disponibles para disipar sus dudas y aclarar
las inquietudes surgidas a partir de los cuestionamientos sobre el sentido de su
existencia. Pero ni el cristianismo, ni los libros científicos, ni las personas expertas
son capaces de calmar su espíritu. ¿Cómo hace el hombre común para retomar el
sentido de su vida ante estas dudas y conclusiones sobre la inevitabilidad de la
propia muerte? ¿Cómo encuentra la voluntad para vivir sin caer en una angustia
existencial que paralice su conciencia y/o su vida? ¿Cómo seguir viviendo sin
16
encontrar una salida rápida, arrollada bajo las ruedas de un tren, como la propia
Ana Karenina?
Tolstoi nos ofrece alguna respuesta al final de su novela. Después de una tormenta
en la que su esposa e hijo se ven atrapados y Levine salé en su búsqueda, en un
momento observa aterrorizado como un rayo (real en la narración de la escena y
hermosamente simbólico) cae en medio del bosque haciéndole presentir lo peor, al
final Levine encuentra que sus seres queridos están “¡Vivos! ¡Alabado sea Dios!..”
Este acontecimiento funciona como una luz que penetra iluminando la conciencia
del personaje y alejando sus dudas y temores, están vivos y, en consecuencia
estamos vivos, podemos estar muertos pero estamos vivos. Algunos autores como
Frankl hablan de una anticipación espiritual que se percibe como una visión donde
la conciencia se revela como una función esencialmente intuitiva: “Para anticipar lo
que ha de realizarse, la conciencia debe primero intuirlo; y en ese sentido la
consciencia ética es de hecho irracional y sólo en segundo término racionalizable”
(Frankl V. , 1988, pág. 35). Después del enojo inicial y de interpelar a Kitty, su
esposa, por su imprudencia, y de comprobar que el niño no había “recibido una
sola gota de agua”, el alma de Levine se tranquiliza y nuevos sentimientos emergen,
sintió “durante todo el día una plenitud de corazón que le colmó de alegría” y una
“felicidad interior, viva y profunda”. Este nuevo estado de ánimo lo obliga en
encontrar una explicación intuitiva:
“¿Qué temores me inquietan?” –se preguntó, sintiendo en su alma una respuesta
sin poder llegar a definirla.
“Si las leyes del bien y del mal reveladas al mundo son la prueba evidente,
irrecusable de la existencia de Dios; estás leyes lo reconozco en el fondo de mi
corazón, me unen así, por amor o por instinto, a todos los que las reconocen como
yo; y esa reunión de seres humanos que participan en la misma creencia se llama
la Iglesia (Tolstoi, 2011, pág. 681).
Entonces la respuesta del ser humano, expresada por Levine en sus reflexiones, se
encuentra en la necesidad de no sentirse solo ante las fuerzas de la naturaleza y de
17
la sociedad, para Levine se encuentra en la religión, “<Ser religioso significa
preguntarse apasionadamente por el sentido de nuestra existencia>” (Frankl V. ,
1988, pág. 95).
Otra manera de enfrentar la existencia es sentirse parte de un grupo social, y este
sentirse en comunidad es una forma de evitar lo que Fromm llama la angustia de la
separatividad o “estado de separación” (Fromm, 1959:2016, pág. 19). La angustia
es una de las emociones que con mayor fuerza impulsan al ser humano a
convencerse de que su vida carece de sentido.
Esto hace pensar que el Sentido de Vida se centra en los fenómenos
específicamente humanos, y entre ellos, el deseo del hombre de hallar y dar sentido
a su vida o, lo que es lo mismo, a las situaciones cotidianas que la vida va poniendo
frente al hombre, lo que Víktor Frankl llamó el deseo de significado (Frankl, 2004,
pág. 185). Aquí surgen otras interrogantes, este deseo de hallar y dar sentido a la
vida ¿surge sólo ante la conciencia de la muerte?, ¿existen otras situaciones vitales
capaces de hacernos reflexionar sobre el sentido de nuestra existencia?, ¿dónde
encontramos otras situaciones que nos exijan dar una respuesta?
Para Víktor Frankl existen al menos tres caminos que nos llevan encontrar el sentido
de la vida:
Primero, cumpliendo un deber o criando un trabajo; segundo, experimentando algo
o encontrando a alguien; en otras palabras se puede hallar el sentido no sólo en el
trabajo sino en el amor. Pero el más importante es el tercer camino: cuando nos
enfrentamos a un destino que no podemos cambiar, estamos llamados a dar lo mejor
de nosotros mismos, elevándonos por encima de nosotros mismos y creciendo más
allá de nosotros mismos; en una palabra, a través de la transformación de nosotros
mismos (Frankl, 2004, pág. 189).
En consecuencia, y siguiendo el pensamiento de Frankl, para entender el concepto
de Sentido de Vida es importante reconocer la altura espiritual de nuestra
18
naturaleza, y no reducirla sólo a nuestras necesidades materiales, que por otro lado
quizá nunca podrían verse satisfechas, en palabras de Frankl:
Cuando nos sentamos a discutir sobre el significado del sentido, yo hago
referencia al sentido en términos de algo “terrenal”. Sin embargo, no puede
negarse que existe algún tipo de sentido entendido como “celestial”, si es
que puede decirse así; alguna especie de sentido último, eso es; un
significado del todo, del “universo”, o al menos un sentido a la vida de cada
uno entendida como un todo; en todo caso, un significado en sentido amplio
(Frankl, 2004, pág. 190).
Para Tolstoi, este sentido último o voluntad de sentido es la posición que un ser
humano toma racionalmente frente a sus inquietudes y dudas ante las
circunstancias que la vida le presenta, un razonamiento que es más bien la
conclusión de su intuición, y se resume muy bien párrafo final de la novela, con el
pensamiento de Levine respecto a la posición vital que toma ante su existencia, y
que él encuentra en el Bien como actitud ante la vida: “Mi vida interior no estará ya
a merced de los acontecimientos; cada minuto de mi existencia tendrá un sentido
indudable que estará en mi poder imprimir a cada una de mis acciones: ¡el sentido
del bien!”. Este sentido del bien está siempre cubierto por el amor que Levine siente
por su familia, por su comunidad y, por extensión, por la humanidad, pero es un
amor que se revalora al hacerse consciente, y este sólo llega a la conciencia
después de ser meditado y como resultado de un momento en que todo se resume.
En suma, al parecer estamos dotados de una capacidad específicamente humana,
la de descubrir totalidades cargadas de sentido, en lo real y lo posible, Crumbaugh
y Leonard (citados por Frankl, 2012). Una capacidad ya descrita por Frankl “Lo que
yo llamo la voluntad de sentido deriva, aparentemente, de una comprensión
gestáltica”, entendida como la configuración o estructura total, una unidad que no
puede ser explicada desde sus elementos individuales. Y en esta búsqueda de
totalidades cargadas de sentido en situaciones concretas de su vida el ser humano
es guiado por su conciencia, “en una palabra: la conciencia es el órgano del sentido”
19
(Frankl V. , La voluntad de sentido: conferencias escogidas sobre logoterapia, 2012,
pág. 30).
Entonces encontrar estas totalidades en que la conciencia resume alguna
circunstancia especial y es obligada a dar una respuesta, a tener una posición clara
frente a la vida, no sólo puede ser ocasionada por el enfrentamiento directo con la
muerte, sino con otras encrucijadas vitales que exigen una reflexión consiente, es
decir el sentido puede estar en cualquier parte, pero se adquiere conciencia de él
solamente en algunas circunstancias en que la vida exige una respuesta de parte
de quien tiene la vivencia concreta;
No es el hombre [ ] quien ha de plantearse la pregunta por el sentido de la vida, sino
que más bien sucede al revés: el interrogado es el propio hombre; a él mismo le toca
dar la respuesta; él es quien ha de responder a las preguntas que eventualmente le
vaya formulando su propia vida; sólo que dicha respuesta será siempre una
respuesta objetivada por los hechos: solamente en la acción, en el actuar, pueden
encontrar respuesta verdadera la preguntas vitales (Frankl V. , 1988, pág. 19).
Volvamos a otro ejemplo de la literatura universal, el personaje principal de la novela
Los Miserables, escrita por Víctor Hugo, una obra que cuenta la historia de los
parisinos del siglo XIX, a partir del relato de vida de un hombre, Jean Valjean1, cuya
existencia se pone a prueba en varias ocasiones, en las cuales tiene que tomar
decisiones trascendentales que atraviesan su vida, y cuyo desenlace siempre
depende de la posición que, desde sus reflexiones más profundas, establece como
respuesta a esas encrucijadas vitales. Analicemos la primera de estas encrucijadas,
con la que casi comienza la novela.
Jean Valjean había sido un joven de condición pobre que en su adolescencia se
había visto en la necesidad de robar pan para llevar a su familia, acción por la que
1
En la versión aquí referenciada, que es una traducción de la Editorial Porrúa de la colección “sepan cuantos”
se le traduce como Juan Valjean, sin embargo se prefirió respetar el nombre original del personaje que es Jean
Valjean.
20
permaneció encarcelado por casi 20 años. Al quedar libre enfrenta todas las
injusticias y prejuicios de un hombre que estuvo en presidio. Necesitado de trabajo,
hambriento y andrajoso descansa en la puerta de una iglesia donde es recibido por
un Obispo de nombre Monseñor Bienvenido2, quien se quita el pan de la boca para
alimentar al expresidiario, además de ofrecerle su propia cama para descansar. La
respuesta instintiva de Valjean es robar la única posesión valiosa que su anfitrión
guarda, unos cubiertos de plata. Sin embargo, el ladrón es atrapado en la calle por
tres gendarmes que lo llevan ante la presencia del Obispo, quien se apresura a
aclarar:
-¡Ah, estáis aquí!- dijo mirando a Jean Valjean-. Me alegro veros. Os había dado
también los candelabros, que son de plata, y os pueden valer también doscientos
francos. ¿Por qué no los habéis llevado con los cubiertos?
Jean Valjean abrió los ojos y miró al venerable obispo con una expresión que no
podría pintar ninguna lengua humana (Víctor Hugo, 2013).
Sin embargo, no es este hecho el que entra en la conciencia de Jean Valjean, sino
apenas la punta del iceberg que se junta con otro, que deja una marca todavía más
profunda en las entrañas de su ser. A poco caminar se encuentra con un niño,
Gervasillo, a quien se le han caído unas monedas, una moneda de cuarenta sueldos
va a dar a los pies de Jean Valjean quien le pone el pie encima. No hay ruego ni
reclamo que haga que el expresidiario quite el pie y devuelva la moneda, el niño
corre atemorizado ante las amenazas del ladrón y desaparece de su vista. Es de
este hecho, del que instantes después Jean Valjean retrocede con espanto de sí
mismo, “cuando la inteligencia despertó y vio la acción del bruto, Jean Valjean
retrocedió con angustia, y dio un grito de espanto”, mientras buscaba al niño por
todas partes tratando de devolverle la moneda:
Aquél fue su último esfuerzo; sus piernas se doblaron bruscamente, como si un
poder invisible le oprimiese con todo el peso de su mala conciencia. Cayó
2
El nombre del obispo en realidad es Monseñor Charles Bienvenu Myriel, sin embargo “Los pobres de la
comarca habían elegido, con una especie de instinto afectuoso, de todos los nombres del obispo aquel que
les ofrecía una significación adecuada; y entre ellos sólo le designaban como monseñor Bienvenido”.
21
desfallecido sobre una piedra con las manos en la cabeza y la cara entre las rodillas,
y exclamó: ¡Soy un miserable!
Su corazón se abrió, y rompió a llorar. Era la primera vez que lloraba en diecinueve
años (Víctor Hugo, 2013, pág. 82).
Para Víctor Hugo era el exceso de infortunio del personaje, el sufrimiento y la
injusticia vivida, los años pasados en presidio los que le habían dormido, era un
hombre enajenado. Pero el sufrimiento vivido también le daban la capacidad de ser,
“en cierto modo un visionario”, se vio ante sí mismo como lo que era “¡Un miserable!”
un ser a punto de perder su “alma”, de renunciar a lo que le quedaba de humanidad.
Es en esta encrucijada donde debe tomar una decisión, dar una respuesta a la vida:
Su cerebro estaba en uno de esos momentos violentos, y sin embargo,
horriblemente tranquilos, en que la meditación es tan profunda que absorbe la
realidad, momentos en que no se ven los objetos que se tienen delante, y se ven
fuera de sí mismo las imágenes que existen en el espíritu (Víctor Hugo, 2013, pág.
84).
Viktor Frankl considera que el espíritu humano es nuestro instrumento para
encontrar el sentido. Tiene uno que darse cuenta de que lo posee, de que lo
contiene y de la forma de utilizarlo, y lo hace a través de la conciencia, “la conciencia
como un instinto ético, en contraposición a la <razón práctica>.” (Frankl V. , 1988,
pág. 36).
Es en este momento cuando ocurre la Gestalten, la totalidad a la que el personaje
de Juan Valjen resignifica para dar un sentido a su vida, una vida que estaba a punto
de ser resumida a la miseria:
Mientras lloraba se encendía poco a poco una luz en su cerebro, una luz
extraordinaria, una luz maravillosa y terrible a la vez. Su vida pasada, su primera
falta, su larga expiación, su embrutecimiento exterior, su endurecimiento interior, su
libertad halagada con tantos planes de venganza, las escenas de casa del obispo,
22
la última acción que había cometido, aquél robo de cuarenta sueldos a un niño,
crimen tanto más culpable, tanto más monstruoso, cuanto que tuvo efecto después
del perdón del obispo; todo esto se le presentó claramente; pero con una claridad
que no había conocido hasta entonces. Examinó su vida y le pareció horrorosa;
examinó su alma y le pareció horrible. Y sin embargo, sobre su vida y sobre su alma
se extendía una suave claridad…
Es este tipo de encrucijadas profundamente humanas las que, al enfrentarnos a
nosotros mismos a través de la propia conciencia, se traducen en acciones y
decisiones frente a los avatares de la vida. La responsabilidad de nuestro ser no
radica solamente en las acciones y decisiones que tomamos, debemos tomar en
cuenta que éstas, forzosamente, se nos presentan en un tiempo y lugar específicos,
es decir en el aquí y ahora, en la concreción de los acontecimientos vitales, que es
cuando el ser humano responde a la vida, la resignifica y le otorga sentido propio.
Por otro lado, las formas a través de las cuales los seres humanos encontramos el
sentido, no son del todo individuales, caminamos por la vida en comunidad y
nuestras acciones siempre tienen como referencia nuestra acción y su repercusión
en quienes nos rodean, en palabras de Frankl:
…el ser humano se relaciona y se centra siempre en algo diferente de sí mismo. Es
decir, más que centrarse en una condición interna, como puede ser el principio del
placer o el principio de homeostasis, el hombre se orienta hacia el mundo que está
ahí fuera, y estando en ese mundo, se interesa por dar sentido a las cosas, así como
también se interesa por otros seres humanos…se olvida de sí mismo cuando se da
a sí mismo,…la autotrascendencia es la esencia de la existencia humana” (Frankl,
2004, pág. 184).
En estos momentos el hombre puede encontrar que el sentido de su vida se
encuentra en ser en los otros, servir y sentir que estamos aquí para ayudarnos
mutuamente otorga un gran sentido a la vida. “El humano no solo necesita algo de
que vivir, sino también algo para qué vivir”, tal como señala Beuchot (2011), el
23
sentido que le damos a la vida es lo que nos impulsa a vivir en ella. Y este para qué
vivir muchas veces se encuentra fuera de nosotros, en nuestra capacidad de vivir
para los otros, en comunidad y a través de la virtud del cuidado. “Los cuentos
populares y de hadas también están llenos de lecciones sobre los valores del amor,
la compasión, la generosidad y el cuidado de la familia, los amigos, los enfermos y
los ancianos” (Myss, 2005, pág. 53).
Para la psicología existencial, el Sentido de Vida está presente más allá de la salud
y la enfermedad, incluso con independencia del bienestar material. Puede
encontrarse en todo lo humano e intuirse, reflexionarse o encontrarse en las etapas
cruciales de la vida, cuando el ser humano logra “darse cuenta” de la importancia
de su existencia, para sí mismo y para los demás, y ser el impulso que se requiere
para continuar el camino a pesar de las vicisitudes de la vida.
Volvamos a otro ejemplo, en esta ocasión una joya de la cinematografía de los años
cuarenta, la película ¡Qué bello es vivir!, dirigida por Franz Capra, basada en el
cuento de 1943 The Greatest Gift (El mayor de los regalos), escrito por Philip Van
Doren Stern. En la película el personaje principal es Gerorge Bailey, quien “jamás
pensó en sí mismo” por ayudar a los demás.
En el “cielo” se comenta que Geroge Bailey está “a punto de vivir su noche crucial”,
para ayudarlo envían a un Ángel quien pregunta cuál es el problema, ¿acaso
George está enfermo?, la respuesta es “peor, está desanimado”, la situación es
emblemática, puesto que George ha enfrentado con valor muchas situaciones en
su vida en las cuales ha tenido que tomar decisiones cruciales, que han dado
“sentido” a su vivir. Sin embargo, este sentido se refiere más a un sentido de
dirección que a un sentido de significado o a un sentido reflexivo, como los define
Grondin3.
3
Para Grondin el Sentido de la vida puede tener al menos cuatro significados: 1. un sentido direccional “el
sentido de la vida es el de una extensión, el de un cursus que se extiende del nacimiento hasta la muerte; 2.
un sentido significante o significativo, “el de una existencia que está dotada de significación; 3. Sensitivo, la
24
Dentro de las decisiones que ha tomado George, que han dado direcciones nuevas
e inesperadas a su vida, se encuentran: haber salvado a su hermano menor de
morir ahogado en el lago, cuando eran niños, lo que dejó a George sordo del oído
izquierdo; una segunda es cuando el boticario, para quien George trabajaba,
adolorido por la muerte de su hijo, equivoca la sustancia de la medicina que dará a
un niño, George es observador y sensible y al notarlo evita que el boticario vaya a
dar a la cárcel; una tercera situación se suscita cuando, aunque George quería con
todo su corazón explorar y recorrer el mundo, decide quedarse en su pueblo para
sustituir a su padre en la compañía de empréstitos, donde ayudaba a la comunidad
a no ser explotada por el “hombre más rico y ambicioso del pueblo” con esta acción
evita que muchos pierdan su casa; una cuarta decisión crucial fue no asistir a la
Universidad para continuar trabajando en la compañía de empréstitos ayudando a
las personas y sacrificarse, para que su hermano pudiera tener un mejor trabajo
fuera del pueblo; el ejemplo final es cuando en plena crisis bancaria, decide gastar
todo el dinero ahorrado para su luna de miel, y así evitar la bancarrota y seguir
ayudando a los demás. En suma, durante toda su vida George ha hecho lo correcto
aunque implique asumir decisiones difíciles.
Sin embargo, cada decisión que George ha tomado, más por su “buen corazón” que
como resultado de una profunda reflexión, la ha vivido como la renuncia a sus
propios sueños, a su autorrealización, siempre en favor del bienestar de los demás.
Y esta pensar en su vida como el constante sacrificio por los demás le ha impedido
otorgar significado a sus acciones
Quien se fija la autorrealización como meta, pasa por alto y olvida que el hombre en
último término puede realizarse sólo en la medida en que logra la plenitud de un
sentido fuera en el mundo no dentro de sí mismo. En otras palabras la
autorrealización se escapa de la meta elegida en tanto se presenta como un efecto
colateral, que yo defino como <autotrascendencia> de la existencia humana. El
hombre apunta por encima de sí mismo hacia algo que no es él mismo, hacia algo
capacidad de sentir “es decir de disfrutar la vida” y 4. Un sentido reflexivo, “la capacidad de juzgar la vida”.
(Grondin J. , 2005).
25
o alguien, hacia un sentido cuya plenitud hay que lograr o hacia un semejante con
quien uno se encuentra.” (Frankl V. , La voluntad de sentido: conferencias escogidas
sobre logoterapia, 2012, pág. 21).
Sin embargo, George no percibe en su actuar cotidiano el sentido de su
autotrascendencia, sólo percibe la renuncia de su autorrealización. Vive sin valorar
los momentos que ha enfrentado, y la noche de la navidad en que se ubica la
película, George está a punto de cuestionar el valor de su vida al afrontar una
situación desesperada, su tío ha perdido ocho mil dólares y con ello no sólo la
compañía quebrará, sino que el propio George irá a la cárcel, en su consternación
dscubre que vale más muerto que vivo debido a la póliza de su seguro de vida, y
está a punto de renunciar al mayor de los regalos, es decir a la capacidad de percibir
el valor de su existencia.
La misión del Ángel es apoyarlo en este momento crucial para reencontrar el
camino, para darse cuenta del significado de su vida. ¿Cómo lograrlo?, el Ángel
encuentra la oportunidad cuando George exclama ¡Sería mejor si yo no hubiera
nacido! El deseo le es concedido y el personaje tiene la oportunidad de saber todo
lo que su vida ha influido y cambiado la vida de otros.
El pueblo lleva el nombre del hombre que toda su vida ha ambicionado comprarlo
todo, es un lugar lleno de bares, comercios, prostitución. El viejo boticario es un
mendigo que acaba de salir de la cárcel por envenenar a un niño con la medicina
equivocada. Su hermano, que era un héroe de guerra y que salvó a muchos
soldados, murió de pequeño ahogado en el lago y por tanto no fue a la guerra ni
salvó a nadie más. La esposa de George es una solterona, y en consecuencia los
hijos que tanto George ama no existen. El Ángel le explica: “La vida de cada hombre
toca muchas otras vidas, y cuando éste no está, deja un hueco”.
El Sentido de Vida es entonces el resumen de una vida sentida, disfrutada y
disfrutable, amada y amable. Una vida con dirección, en la que sabemos qué
26
queremos, hacia dónde nos dirigimos y, sobre todo, en la que vamos decidiendo
cómo hacemos este viaje. Finalmente el sentido de la vida nos enfrenta a
responderle a la vida acerca de todo lo que ella nos ha puesto en el camino. Al final,
somos nosotros quienes debemos valorar si la vida que vamos viviendo tiene un
significado, un sentido, si ha valido la pena, y a partir de este descubrimiento
continuar. “Efectivamente, la existencia humana sale de sí misma en cuanto que
apuna a un sentido. Así, el ser humano es su existir no va tanto en pos de placeres
o de poder, ni siquiera de una plena realización de sí mismo, como de llenar su vida
de sentido. Por eso en la logoterapia hablamos de una <voluntad de sentido>.”
(Frankl V. , 1988, págs. 92-93). La pregunta obligada es entonces, ¿existe una etapa
específica de la vida para desarrollar la voluntad sentido de la vida?
Pareciera que estás grandes encrucijadas que la vida nos presenta, pueden ser más
valoradas y reflexionadas en la adultez madura o en la adultez mayor, etapas en
que las personas tienen mayores oportunidades de reflexionar sobre la búsqueda
de un sentido último de la vida. Víktor Frankl expresa que es una época en la cual
se puede reflexionar y valorar la película completa, “un significado del todo del
<universo>, al menos un sentido a la vida de cada uno entendida como un todo; en
todo caso un significado en sentido amplio” (Frankl V., 2004, pág. 190).
En esta etapa del ciclo vital lo importante es saber si la vida que se vive tiene
sentido porque tiene un significado, se necesita responder a la pregunta de si la vida
ha valido la pena de ser vivida y que sigue habiendo una razón para seguir. Esto
es particularmente válida en la vejez, por las características físicas y psicosociales
que se presentan en esta etapa, sin embargo la investigación empírica sobre el tema
recién inicia:
Se puede plantear la investigación referida al Sentido de la Vida en la vejez que,
frente a la imagen deteriorada, enfermiza y acabada que se ha difundido de ella en
la cultura occidental, encontrar su sentido equivale a decirle ¡Sí a la vida!, alcanzar
la integridad a la que se refiere Erickson en la última etapa de la vida. Es posible
encontrar el Sentido en la vejez, y esto equivale a vivir en plenitud y ser feliz, aunque
27
se vivan desgracias, sufrimientos o angustias que son propias en todo momento de
la existencia” (Acosta Ocampo, 2011, pág. 99).
Un requisito para encontrar el sentido significante de la vida, para poder decir ¡Sí a
la vida!, es la consciencia de que esta vida, para ser completa, contiende altas y
bajas, salud y enfermedad, luz y oscuridad, dolor y felicidad, es decir es un todo que
no puede ser fragmentado, no podemos sólo tomar una parte porque, si no es así,
no podríamos hablar de una vida plena. Aceptar la vida con todos sus matices
requiere voluntad consciente: “La libertad de la voluntad humana consiste, pues, en
una libertad de ser impulsado para ser responsable, para tener consciencia.” (Frankl
V. , 1988, pág. 57). Es durante las últimas etapas vitales donde encontrar el sentido
de la vida puede volverse el núcleo de las reflexiones personales, pues representa
responder a la vida acerca de lo realizado hasta el momento y sobre la actitud que
se tomará ante lo que resta por vivir, sean cualesquiera que sean las condiciones
vitales:
La vejez es un reto a la persona. Ante ella se decide adónde se quiere llegar y se
toma una actitud. El sentido a la vida es inseparable del aprecio a la vida. Dentro de
esta perspectiva es al ser que-está-en-el-mundo que trasciende al encuentro de algo
o alguien, sin dejar por ello de ser él mismo y que descubre el sentido que le da una
razón para vivir (Goethe). Y en este camino hacia el sentido es importante dar
cuenta, que nos encontraremos con dos clases de personas: aquellas que dicen sí
a la vida a pesar de los reveses, que se sienten usualmente satisfechas y felices; y
las que siempre dicen no, por lo general están enajenadas, frustradas y vacías”
(Sánchez Herrera, 2006).
Es así como Frankl establece que el sentido de la vida no es un “algo” que pueda
sernos dado de antemano, sino que es la respuesta que el ser humano da a la vida,
de forma consciente y responsable, mientras va viviendo en ella. Es llegar a
entender el sentido de su existencia y a través de este entendimiento trascender:
“sólo podré ser siervo de mi consciencia si, al entenderme a mí mismo, entiendo
está última como un fenómeno que trasciende mi mero ser hombre, y por lo tanto
28
me comprendo a mí mismo, comprendo mi existencia, a partir de la trascendencia”
(Frankl V. , 1988, pág. 58).
Cuando Frankl se refiere a la conciencia no está hablando de la capacidad de
razonar, no es el darse cuenta, el percibir a través de los sentidos, sino de una
capacidad que está más allá de los pensamientos, de los razonamientos lógicos y
de la voluntad “Como señor de mi voluntad soy creador, como siervo de mi
consciencia soy criatura. En otras palabras, para explicar la condición humana de
ser libre basta la existencialidad; para explicar la condición humana de ser
responsable debo empero remitirme a la trascendentalidad del <tener conciencia>.”
(Frankl V., 1988, pág. 60). Se refiere a un núcleo de la persona, un centro
“espiritual-existencial” un Yo en sí mismo, en torno al cual giran lo físico y lo
psíquico.
Hablamos de una consciencia más espiritual, intuitiva e inconsciente que se
encuentra muy dentro de cada uno de nosotros “el centro del ser humano (la
persona) es inconsciente en su profundidad (la persona profunda). Dicho en otros
términos, el espíritu es, precisamente en su origen, espíritu inconsciente.” … a él
podríamos aplicar lo que leemos en los antiguos Vedas indios: <Ve y no puede ser
visto, oye y no puede ser oído, piensa y no puede ser pensado>” (Frankl V. , 1988,
págs. 30-31).
En conclusión, es a través a esta consciencia espiritual que el hombre debe
encontrar lo que siempre ha sido suyo, para ello debe desarrollar una voluntad de
sentido que le permita responder a la vida de acuerdo con una especie de misión,
“el imperativo de Píndaro según el cual el hombre debe llegar a ser lo que siempre
ha sido, todavía tiene vigencia. En realidad tiene validez solamente si lo
completamos en un frase de Karl Jaspers, que dice: <lo que el hombre es, lo es
debido a aquello que convierte en suyo>” (Frankl V. , 1988, pág. 21). A través de la
respuesta que da a la vida, de encontrar su misión o “su contrato sagrado” el ser
29
humano trasciende de sí mismo, primero debe descubrir su para qué para después
realizarlo en plenitud.
Es necesario enfatizar que este trascender de sí mismo va más allá de la
autorrealización, incluso Abraham Maslow, como mayor exponente de la
autorrealización a la que colocó en la cúspide de su pirámide de necesidades
básicas afirma “<Según mi propia experiencia estoy de acuerdo con Frankl en que
las personas que buscan la autorrealización directamente, separada de una misión
en la vida, de hecho no la logran>” Citado por Frankl (1988:21). De hecho cuando
esta voluntad de sentido se frustra, cuando no somos capaces de llegar a la
consciencia que no permite descubrir el sentido puede surgir la angustia existencial,
el vacío personal, o el desarrollo de un mecanismo de compensación como el
impulsó de buscar sólo el placer o el poder, para “crear la ilusión” de que la vida
vale la pena, para “percibir” que es feliz.
Cuanto más busca el hombre el placer tanto más se le diluye. Cuanto más persigue
la felicidad, la echa de su lado. Para comprender esto, sólo debemos superar el
prejuicio de que el hombre busca fundamentalmente la felicidad; lo que quiere, en
realidad, es encontrar una razón para ello. Cuando encuentra esa razón el
sentimiento de felicidad se presenta por sí solo… En otras palabras la dicha es una
consecuencia y no se puede lograr a voluntad” (Frankl V. , La voluntad de sentido:
conferencias escogidas sobre logoterapia, 2012, pág. 25).
Y este sentimiento de una vida lograda, de sentir que la vida es valiosa tal como es,
sólo puede ser producto de la reflexión, de la conciencia que surge en los momentos
cruciales del ciclo vital, y de dar significado a las acciones y decisiones que hemos
tomado, totalidades vitales que valoramos desde el núcleo de nuestro ser.
Reflexiones que van madurando con el tiempo y las experiencias vividas, “y este
sistema de significados personales cambia con los años” (Bonilla & Rapso, 1997).
Así cada persona va forjando su camino como vivencia individual, la cual nadie
puede experimentar por él, recorremos el propio camino a través del ciclo vital, del
30
crecimiento de un Yo interior que avanza por experiencia y maduración, y que aspira
a llegar a una vejez con integridad, en el sentido planteado por Erikson, donde la
virtud a cultivar sea la sabiduría. Y llegar a la sabiduría implica que hemos recorrido
personalmente un camino que nos ha ayudado a transformar y ampliar la propia
visión del mundo y de la vida, pues como dice Savater (2003) cuando retoma el
espíritu de Platón: “Una vida sin examen, es decir la vida de quien no sopesa las
respuestas que se le ofrecen para las preguntas esenciales ni trata de responderlas
personalmente, no merece la pena de vivirse”.
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36
37
El sentido de vida en la adultez joven: sembrando sentido para
cosechar en la vejez
Axel Alberto González Gallegos
El ritmo de nuestra vida ha cambiado mucho desde la entrada del nuevo milenio,
los avances tecnológicos y científicos avanzan a una velocidad vertiginosa, y en
muchos aspectos los seres humanos parecemos más alienados que antes y parece
ser que de pronto todo lo que envuelve nuestra vida tiene cierta sensación de
urgencia, de hacer todo rápido, sin tiempo de detenerse a pensar en la dirección
hacia la que nos dirigimos y en ocasiones damos mayor importancia a los bienes
materiales que obtenemos y a los medios por los cuales los conseguimos, que a
nuestra felicidad y plenitud.
Sin embargo esto no quiere decir que la humanidad se encuentre sentenciada a un
destino catastrófico, decía Albert Einstein “La crisis es la mejor bendición que puede
sucederle a las personas y a las naciones porque la crisis trae progreso” y ello quiere
decir que quizá nos encontramos en el momento indiciado de revisar nuestros actos
y la dirección que estamos tomando no solamente pensando en el colectivo, sino
de forma individual.
Las crisis existencialistas a veces nos ayudan, en principio con todos los
cuestionamientos que nos planteamos, a encontrar las respuestas adecuadas y con
ello crecer como personas.
Es sabido que la vida del ser humano se ha clasificado por etapas desde distintas
perspectivas con el objetivo de poder atender las necesidades específicas de cada
una de ellas, y sí bien cada etapa está bien definida por características propias, no
deja de ser un individuo único e irrepetible el que las atraviesa, y debemos entender
38
que las etapas aunque distintas las unas de las otras, conforman en conjunto el
desarrollo entero a lo largo del ciclo vital del ser humano.
El conjunto de experiencias a lo largo de nuestra vida estarán definiendo quienes
somos y cómo nos comportamos, y cada paso que demos tendrá una repercusión
en nuestra existencia, y por ello nuestros actos no deben estar resueltos al azar,
debemos pensar en el rumbo al que nos dirigimos y planificar que es lo que
necesitamos hacer para llegar hasta nuestro objetivo.
Decía Sigmund Freud “Infancia es destino” y sí lo pensamos bien esta frase no solo
se refiere a que las conductas y hábitos que se forman en las primeras etapas de
la vida serán las que guíen nuestro futuro, sino que, como dicta una de las máximas
de la física “a cada acción corresponde una reacción de igual magnitud pero en
sentido contrario”. Entonces inevitablemente nuestras conductas y experiencias
vividas en nuestro pasado forman parte de nuestro aprendizaje y conocimiento, y
determinarán en mayor o menor medida la forma en que respondemos ante las
exigencias de nuestra vida.
Ahora, sí analizamos la perspectiva de Viktor Frankl con respecto al sentido de la
vida como una experiencia totalmente personal de cada uno de nosotros y que la
pregunta por la vida está enfocada en las respuestas que debemos darle a las
circunstancias que se nos presentan y la manera en como enfrentamos la
adversidad y significamos aquellos impulsos que nos permiten seguir adelante,
debemos entender que el sentido de vida exige una reflexión profunda de nosotros
mismos y de la etapa de vida e incluso de desarrollo en que nos encontramos, para
poder entenderla mejor y no solo eso, sino que también tengamos la capacidad de
tener un sentido de vida con una perspectiva más proyectiva y no solo de
inmediatez.
Podríamos hablar también de la perspectiva de Sartre (1985) con respecto al
sentido de la vida, que por sí misma carece de uno. La vida antes de vivirla no
39
representa nada, por ello debemos darle un sentido. Y debemos construir un
proyecto de vida que dé sentido a nuestra existencia.
Al hablar de los jóvenes adultos nos referimos a la etapa del desarrollo humano de
la teoría de “Las etapas Psicosociales del desarrollo” propuesta por Erick Erickson
(1989), en la que comprende un parámetro etario de los 20 a los 30 años, en esta
etapa, las personas comienzan a buscar una mayor estabilidad en sus vidas, desde
el aspecto afectivo en el que se fortalecen los lazos en pareja o con algún par en
otro ámbito de su vida y es en esta etapa en la que los individuos comienzan a
plantearse metas y objetivos a cumplir y surge también la necesidad de tener un
sentido de vida propio.
Y también de acuerdo a la misma teoría de Erickson, sí no se cuenta con las
herramientas necesarias para enfrentarse a la vida adulta, el individuo puede
aislarse, y sí esto lo relacionamos con el sentido de vida, al no ser capaces de
responder ante las exigencias de la vida misma, se podría decir que la persona se
encuentra en a la deriva en una encrucijada existencialista que le impide avanzar, y
la añoranza de los momentos más sencillos de la vida en las etapas anteriores
puede provocar conductas regresivas en las que sienta la necesidad de no crecer,
de detener el tiempo o inclusive de volver en él.
La importancia de plantearse objetivos claros durante esta etapa radica en la
planeación del futuro y de los actos presentes que nos guían para alcanzar a
cumplirlo, además de contemplar las circunstancias actuales de la vida del individuo,
su contexto y sus aptitudes.
Sí bien para estos momentos, contextualmente hablando de la situación de los
jóvenes mexicanos, la mayoría se encontrará laborando o estudiando, a veces
pareciera haber cierta falta de reflexión sobre el sentido de la vida, y nuestro estilo
de vida actual no contribuye mucho, constantemente nos encontramos realizando
actividades por “cumplir” con lo socialmente establecido, con lo que se espera de
40
nosotros de acuerdo a nuestra edad, nuestro género e incluso a las costumbres
familiares.
Es bien sabido que hay muchos jóvenes universitarios que estudian ciertas carreras
con el fin único de satisfacer a su familia, o seguir la trayectoria de sus figuras
paternas. La voluntad y deseo de proponerse objetivos propios se ve sesgado desde
etapas anteriores, y gobierna un sentido de complacencia para con los demás
anteponiendo los logros socialmente impuestos, a la felicidad y plenitud propia.
Sin embargo, esto no quiere decir que se trate de una norma, son muchas también
las personas que, sin la necesidad de caer en actos de rebeldía, plantean sus
propios objetivos a corto, mediano y largo plazo, que encuentran motivación para
vivir no solo en los logros sino también en la adversidad e incluso en el sufrimiento
como medios para fortalecerse, tanto espiritual como mentalmente.
Todos estos factores pueden presentarse en distintos momentos de nuestra vida y
sobre todo en esta etapa. No siempre seremos complacientes y tampoco
alcanzaremos todas las metas propuestas, sin embargo debemos buscar un
equilibrio, un punto medio que permita que nuestra vida sea satisfactoria, con retos,
y momentos en los que debemos renunciar a ciertas cosas.
El sacrificio es una constante de nuestra existencia, y debemos aprender a
diferenciarlo de la rendición, con ello me refiero a que sí nosotros renunciamos a
algo simplemente porque ya no nos es satisfactorio o porque nos vemos obligados
a hacerlo, dejará cierto vacío en nosotros y tendríamos que vivir (de acuerdo a que
tan apegados estábamos a la circunstancia, objeto o sujeto) un duelo por la pérdida
del mismo, sin embargo en el sacrificio estamos renunciando a algo para poder
obtener en el futuro un beneficio mayor.
Uno de los caminos que menciona Frankl para dar respuesta a la pregunta por el
sentido de la vida es el sufrimiento, que suele ser el más complicado de aceptar y
41
que a su vez es uno de los más profundos y reflexivos, y para ello debemos darle
también su propio sentido, ya que sin eso, el sufrimiento se torna uno de los peores
enemigos de la voluntad del ser humano. Tratamos de evitar el dolor porque no nos
es placentero, pero sí le damos un valor, éste se convierte en aprendizaje y
motivación.
El cambio entre cada etapa de desarrollo representa, en mayor o menor medida de
acuerdo a cada individuo, una pérdida. En este caso comenzamos a depender
menos de nuestros padres, y tenemos un mayor número de responsabilidades, y
con ello aumentan también el número de decisiones que debemos tomar por
nosotros mismos, y se supondría que a su vez somos más conscientes de nuestros
actos, y de cómo éstos afectan nuestra vida y la de los demás, exigiéndonos ser
más reflexivos y analíticos para no tomar las cosas a la ligera.
Otro camino que menciona Frankl es la aceptación de una donación de la existencia
o el sentido del amor que corresponde a esta capacidad del ser humano no solo de
maravillarse y anhelar a ciertos objetos y sujetos, sino también este sentido
profundo de protección y de amar y ser amado.
El sentido del amor constituye así uno de los impulsos más grandes para encontrar
sentido a la vida. Y como habíamos mencionado con anterioridad en esta etapa de
la adultez joven se comienza a decidir también sí se desea compartir esta vida con
alguien y con quién se desea, no obstante el amor no necesariamente se refiere a
la vida en pareja, sino que también a las actividades que realizamos y a uno mismo.
Sin la necesidad de caer en el hedonismo debemos ser capaces de apreciar
también aquellas experiencias que nos generan placer y bienestar, en reconocer
tanto el proceso como el esfuerzo que requiere alcanzarlas, y durante la etapa de
la adultez joven, serán constantes las situaciones en que esto suceda.
Podríamos decir que de cierta forma seguimos respondiendo al conductismo
psicológico de estímulo-respuesta, sin embargo, deja de ser un simple instinto
42
primitivo cuando comenzamos a involucrar nuestros sentimientos, emociones,
deseos y pasiones, perseguimos algo más que el simple impulso de satisfacer
nuestras necesidades básicas.
Con ello me refiero a que también es una característica más racional del ser humano
el deseo de trascender, y en esta etapa se puede observar con claridad, La mayoría
de nuestros actos ya no están enfocadas solo a la supervivencia, sino al deseo de
hacer algo con nuestras vidas, como dice una frase popular “cuando se es joven
uno quiere comerse el mundo” anhelamos ser reconocidos por aquellas cosas que
consideramos son nuestras mejores cualidades y atributos.
Ahora hablemos de los estudiantes de la licenciatura en gerontología, y sé que
parece un cambio radical de tema pero a continuación explicaré la importancia de
abordarlo en este punto.
En México existen alrededor de 10 055, 379 personas adultas mayores, lo que
representa un 8.9% de la población. INEGI (2013). Este aumento de la población
adulta mayor en el país llama a la pronta acción para poder hacer frente a los
fenómenos que desencadena esta situación.
Dentro de todas las acciones que se han tomado para atender las necesidades de
la población adulta mayor, surge la profesionalización de la Gerontología en el país,
con el objetivo de formar profesionales capaces de brindar una atención integral a
las personas adultas mayores.
Primero que nada al hablar de estudiantes de la licenciatura en gerontología me
refiero específicamente a aquellos que la cursan en la Universidad Estatal del Valle
de Ecatepec, en segundo lugar, la gerontología como estudio de la vejez, el proceso
de envejecimiento y de la persona que envejece constituye un campo de
conocimiento que busca de forma integral atender a las personas adultas mayores
y todo lo que les rodea.
43
Hay que tener en claro que los jóvenes de hoy serán los viejos del mañana, y el
hecho de que existan jóvenes estudiantes que estén enfocados en la atención de
las personas adultas mayores, resulta de cierta forma ventajoso para ellos, puesto
que la adquisición de conocimientos respecto al área y las experiencias académicas
e incluso profesionales en algunos casos, les permite tener una perspectiva distinta
de la vejez. Todas estas circunstancias supondrían una visión más cercana y
consiente del propio envejecimiento, y digo supondría porque pueden existir sus
excepciones y habrá inevitablemente quien a pesar de sus conocimientos vea como
ajeno de sí mismo a la vejez y el envejecimiento.
No quiero decir tampoco que solamente los jóvenes que estudian la licenciatura en
gerontología son los únicos que piensan en su vejez y en su sentido de vida, pero
sí cuentan con ciertas herramientas que se les han sido facilitadas dada la
naturaleza de su formación académica, que les permite identificar no solo aquellos
hábitos que mejorarán su estilo de vida y su salud, sino que también aquellas cosas
que los hacen sentir plenos.
Es decir el estudio de la vejez, el envejecimiento y la persona que envejece requiere
abarcar distintas áreas de conocimiento para alcanzar a comprender esta etapa de
la vida y todos sus procesos, y de ahí surge el interés por analizar la pregunta por
la vida durante la vejez, y también de cómo el sentido de vida desde la perspectiva
del desarrollo humano innegablemente puede guiar a los individuos al mejoramiento
de su bienestar y a entender su propósito vital, para con ello alcanzar un estado
consiente y responsable de su propia existencia. En este caso no solo de las
personas que reciben la atención del Gerontólogo, sino que el mismo estudiante
sea capaz de desarrollar a lo largo de su formación estas capacidades.
Retomando el tema del sentido de vida, la formulación de un sentido en la adultez
joven, independientemente de sí se trata de un individuo con una formación
académica en gerontología, o inclusive sin educación universitaria, debería ser
44
necesaria, ya que, de no hacerse en este momento, al llegar a la vejez suele ser
más complicado poder realizarlo, y surge entonces el arrepentimiento de no haber
hecho, todas estas ideas de “hubiera dicho”, “hubiera hecho”, “me hubiera gustado”,
y sí bien la vejez no es sinónimo de finitud y tampoco significa que seamos
incapaces de hacer las cosas, resulta en la mayoría de los casos, más complicado
el poder recuperar todo el tiempo perdido.
Sí una persona que se encuentra entre los 20 y 30 años de su vida comienza a
plantearse objetivos claros, racionales, e identifica con claridad todo aquello que en
ese momento y hasta ahora ha constituido una razón para vivir, podrá descubrir en
un futuro, de acuerdo a sus circunstancias y con las oportunidades que se le
presentan, su sentido de vida.
En repetidas ocasiones dentro de mi quehacer como gerontólogo he podido analizar
este tipo de circunstancias, desde atender a aquellas personas que aún no han
formulado su sentido de vida, hasta aquellas que parecen tenerlo resuelto y
alcanzado la plenitud en su vida.
En este sentido una de las grandes diferencias entre ambos grupos es la
perspectiva que tuvieron de su vida durante su juventud, mientras que algunos
hablan de cómo su vida estuvo llena de privaciones, de circunstancias adversas que
les impidieron ser felices, y de cómo su situación actual carece de esperanza alguna
de poder disfrutar la vida ya que “la economía no da para más” o porque los
problemas de salud y las capacidades físicas ya no son lo que eran antes, para
otros a pesar de todo ello, tuvieron siempre una sensación de esperanza, de que la
adversidad y la dificultad no deben ser solo aceptadas como un facto vital, sino que
también pueden ser superadas.
La esperanza juega un papel importante para poder seguir adelante, pero ésta, no
debe ser solo observada como una probabilidad de que las cosas mejoren, sino
45
como la posibilidad de ser nosotros mismos los protagonistas del cambio necesario
para que nuestra vida sea mejor.
Ahora bien, tampoco debe ser sentencia para aquellos que a lo largo de su vida no
han podido encontrar esperanza el que en su vejez siga así su situación, por el
contrario estos individuos necesitan también del apoyo de otros para poder salir
adelante y encontrar su sentido de vida, pero ese sería otro tema también bastante
interesante.
Por otro lado, si podemos decir que aunque nadie tiene seguro amanecer al día
siguiente, las personas que aún son adultos jóvenes, tienen en sus manos una
preciosa oportunidad, una oportunidad que invita al cambio, a la reflexión, a
decisiones consientes, a sacar lo mejor de uno para enfrentarse a las circunstancias
de la vida, a encontrar en este momento el sentido de vida que conmueva en lo más
profundo de su ser todo aquello que represente la esperanza en su futuro.
Pero sobre todo tiene que ser una oportunidad y un llamado a la acción, a
mantenernos con vida a pesar de la adversidad y el sufrimiento, una invitación plena
al amor, y me refiero al amor como este sentimiento de protección.
Para ello debemos también ser conscientes de que a lo largo de nuestra vida habrán
todavía más perdidas, más problemas, que nuestro contexto actual y el que se
avecina no lucen prometedores, que indudablemente habrán circunstancias poco
agradables que no podremos cambiar y que tenemos que aceptarlas, aun cuando
sean los tragos más amargos, debemos aprender a resistir todos estos aspectos y
defender aquello en lo que creemos, que nos motiva a seguir vivos.
Incluso sí cometemos errores, por ejemplo en los maravillosos textos del poema de
Dante Alighieri “La divina comedia” en la que el personaje principal a pesar de no
poder haber evitado el pecado como había prometido, fue capaz de cruzar el infierno
y el purgatorio para rescatar a su amada, todo aquello que diera sentido a su
46
existencia era digno de ser rescatado a pesar de la condena atroz de su alma y de
los largos tormentos que tuvo que atravesar.
A veces al hablar del Sentido de Vida, pareciera que todas las visiones (desde la
teoría y desde aspectos no teóricos) son siempre positivas. No obstante no
podemos dejar de observar que el Sentido de Vida, no siempre se encuentra
fundamentado en actos nobles, o en personas “buenas”, a veces el sentido de vida
al ser una búsqueda totalmente personal, puede llegar en actos de egoísmo.
Por poner un ejemplo en el cuento “El deseo de ser un hombre” de Villiers de L’Isle
Adam de su libro “Cuentos Crueles” se relata la historia de un viejo actor de
comedias que al pasear por las calles de noche en una ocasión al verse frente a un
espejo se da cuenta de que ya es una persona vieja, y que esto representaba
indudablemente un retiro absoluto de la escena y de sus actuaciones, y que para
fortuna suya recordó que se le había nombrado para cuidar un viejo faro, por
principio tomó esto como una salvación de su situación actual, y casi desesperado
se pide a sí mismo conservar la calma enunciando lo siguiente “vamos, calma y…
¡sepamos ser hombre¡” ante esta última exclamación nuestro personaje hace una
reflexión breve de su vida en la cual recuerda que como actor siempre había
interpretado las pasiones de los hombres, pero no tiene memoria alguna de haber
sido él mismo, por ello y para dar sentido a su nueva existencia como hombre decide
cometer un acto atroz y provoca un incendio, ya que para él, el sentido último de su
vida era pasar sus últimos días viviendo el remordimiento.
Este texto de Villiers, sirve como referencia de que en esencia el sentido de vida de
la persona nos motiva a existir, sin embargo no todos los actos que nos guían a
responder a la vida misma son nobles o buenos. Al mismo tiempo podemos ver
cómo la falta de reflexión con respecto al sentido de vida del personaje del cuento
de Villiers en su juventud lo orillan a tomar de forma presurosa decisiones que le
brinden esa estabilidad ante la crisis existencial que estaba viviendo, ya que no se
preocupó con anterioridad el haber pensado y planificado lo que sería de su vejez.
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Muchas veces como jóvenes no tenemos la pericia de planificar nuestra vejez, o ni
siquiera somos capaces de vislumbrarnos como jóvenes, por lo general cuando
somos niños y adolescentes existe la constante pregunta ¿qué vas a ser cuando
seas grande?, y la visión que creamos no suele ir más allá de los 40 años, pensamos
en aquellas cosas que haremos cuando trabajemos y cuando podamos decidir por
nosotros mismos, sin embargo no pensamos en lo que haremos y deseamos para
nosotros cuando dejemos de trabajar, cuando nuestra salud comience a
deteriorarse igual que nuestro cuerpo. Y no porque la vejez sea sinónimo de
enfermedad, sino porque sabemos que nuestras capacidades se verán disminuidas
gracias a procesos naturales.
Pero quizá no pensamos en ello porque la vejez es la última etapa de nuestra vida
y por lo tanto la más cercana a la muerte, y aunque nuestra formación académica,
los avances científicos, nuestras creencias y los medios, nos hablen de la muerte
constantemente, y se tengan algunas respuestas con respecto a este tema, no
podemos evitar este sentimiento de incertidumbre ante ella, debido a que la muerte
de la que se habla es, casi siempre, la muerte de los otros o la Muerte como algo
impersonal.
Podríamos preguntarnos como ya lo han hecho muchas personas a lo largo de la
historia de la humanidad ¿cuál es el sentido de vivir sí al final moriremos?, y aunque
para muchos resulte algo abrupta esta pregunta, que a su vez deja claro que es
cierto que al final todos alcanzaremos el mismo destino, no podemos permitirnos
estar a la deriva y simplemente dejarnos morir, como se mencionaba con
anterioridad de acuerdo con lo que dice Frankl, la muerte igual que el sufrimiento es
inevitable, pero se convierten en veneno para la voluntad del ser humano sí no le
damos un sentido, de otra forma serían solo absurdo, y el hecho de que muramos
nos permite también apreciar más la vida, como un privilegio y oportunidad de
trascender incluso más allá de nuestra propia muerte a través de la memoria de las
personas con las que compartimos nuestra vida.
48
La construcción de un legado, del sentido de vida comienza en el presente y una de
las etapas de la vida es en la adultez joven, cuando dejamos de pensar en todo
aquello que nos gustaría ser o tener y comenzamos a actuar para alcanzar nuestros
objetivos, cuando nuestra personalidad está más definida y nuestras capacidades
cognitivas y funcionales se encuentran en su mejor momento.
El sentido de vida en jóvenes adultos es la base de lo que vendrá para nosotros
mismos cuando seamos viejos, es como hablar de una semilla, que debe
sembrarse, que requiere de esfuerzo y constancia, de estar una y otra vez
analizando la situación en la que se encuentra y que necesita para crecer hasta que
comience a retoñar, una vez que tengamos una planta requerirá mayor atención,
protegerla de la adversidad, de las plagas como el ocio, el desinterés, el dolor sin
sentido, el conformismo, y poco a poco irá aumentando su tamaño, nos guiará a
nuestra adultez en la que ya no solo seremos más conscientes de nosotros mismos,
muy probablemente estaremos compartiendo el conocimiento con los demás, con
aquellos que son más jóvenes que nosotros y estaremos educando a las futuras
generaciones, ya sea de forma directa o indirecta, y todo aquello que hemos
sembrado pronto se convertirá en un árbol, que tendremos que podar de vez en
cuando, cuidar que sus ramas no se pudran, para encontrar en su sombra la paz
que buscamos, quizá ya no se parezca a la pequeña planta que teníamos antes, sin
embargo será el resultado de decisiones, de sacrificios, de caminos recorridos,
personas que van y que vinieron.
Es un arduo trabajo y una preocupación más que agregar a nuestra vida cotidiana,
sin embargo prestar atención a nuestro sentido de vida como prioridad nos permitirá
que cuando lleguemos a la vejez tengamos la oportunidad de voltear la vista atrás
y sentir orgullo por haber logrado tantas cosas, aun cuando hayan algunas que no
pudimos lograr valdrán más todas aquellas que se convirtieron en una realidad
tangible.
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En cierto punto y no necesariamente en la vejez, podremos cosechar algunos frutos
de este largo proceso, comenzarán a aparecer de a poco los logros alcanzados y
es importante seguir planteándose otros nuevos, algunos proyectos aún no estarán
completamente maduros, otros tantos se habrán podrido y se convirtieron en abono,
en conocimiento y experiencia, habrán nuevas situaciones que no se habían
presentado con anterioridad, nuestra fuerza tal vez no sea la misma para algunas
cosas, pero al final, llegada la vejez, habrán más frutos, aprenderemos a reconocer
los mejores, los que nos motiven a mantenernos vivos, la experiencia que hemos
adquirida junto a los nuevos conocimientos que tengan aquellos que nos rodean
nos guiarán hacia el sentido último de nuestras vidas.
Todo empieza con una semilla de sentido en la adultez joven para cosechar en la
vejez.
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51
Espiritualidad como mecanismo del sentido de vida
Ricardo Díaz-Castillo
Introducción
La espiritualidad se refiere al estado de bienestar y armonía, que involucra una
sensación de paz y esperanza; puede ser alcanzado a través de una conexión
inmaterial con la humanidad, la naturaleza, el universo y/o un ser superior o Dios,
dicho estado implicaría un equilibrio o congruencia psicológica entre lo que se siente
(emociones y sentimientos), lo que se piensa (pensamientos) y lo que se hace
(conductas), brindando propósito y sentido a la vida.
Ahora bien, durante mucho tiempo se nos ha hecho pensar que la espiritualidad
solo puede ser alcanzada en términos y prácticas religiosas, es decir, pareciera
exclusiva de la religión, la divinidad o lo sagrado, esta creencia hace suponer que
la espiritualidad está limitada sólo los creyentes. En este contexto, es importante
preguntarse ¿Qué sucede con las personas que no creen en Dios? Luego entonces,
¿No pueden alcanzar esa sensación de bienestar y armonía que los conecte con un
significado o propósito de vida? El ejemplo claro que demuestra que se puede ser
profundamente espiritual sin tener la creencia en una divinidad o Dios es el
Budismo, que dicho sea de paso es una de las religiones más antiguas del mundo,
y sí, representa la religión sin Dios y posiblemente una de las más espirituales.
Una vez que hemos entrado a los terrenos de la religión, es imponte tomar en cuenta
que en el mundo, la religión con mayor número de creyentes es la Cristiana, que
representan el 32.8% de la población mundial, posteriormente le sigue la religión
Musulmana o el Islam, cuyo porcentaje de creyentes es de 22.5% de la población,
52
en suma, esta dos religiones superan a la mitad (55.3%) de la población mundial
(Association of Religion Data Archives [ARDA], 2010; Tabla 1). Es importante
mencionar, que en la cifras anteriores se consideró a la religión Cristiana como una
sola, sin embargo esto no es así, al respecto, se han identificado alrededor de 20
diferentes iglesias del cristianismo, entre éstas destaca la Iglesia Católica Apostólica
y Romana como la que mayor cantidad de creyentes tienes (1.05 billones), seguida
de la Iglesia Griega Ortodoxa (240 millones), la Iglesia Africana Iniciada (110
millones) y el Pentecostalismo (105 millones), en entre otras (Estadísticas sobre
religiones, 2005; Tabla II).
Tabla 1. Distribución de religiones en el mundo por cantidad de creyentes (ARDA,
2010).
Posición Religión Cantidad de creyentes Porcentaje
1 Cristianos 2,262,586,422 32.8
2 Musulmanes 1,552,330,194 22.5
3 Hindúes 948,950,149 13.8
4 Agnósticos 676,535,484 9.8
5 Budistas 494,893,753 7.2
6 Universalistas chinos 434,575,782 6.3
7 Religiones autóctonas 242,515,807 3.5
8 Ateos 136,582,254 2.0
9 Nuevas religiones 63,005,203 0.9
10 Sijs 24,055,806 0.3
11 Judíos 13,954,269 0.2
12 Espiritistas 13,702,705 0.2
13 Taoístas 8,429,419 0.1
14 Confusionismo 8,131,078 0.1
15 Bahaísmo 7,305,110 0.1
16 Jainismo (oriente) 5,377,576 0.1
17 Sintoísmo (oriente) 2,760,928 0.0
18 Zoroastrianos 197,080 0.0
Tabla 2. Distribución de religiones en el mundo por cantidad de creyentes
(Estadísticas sobre religiones, 2005).
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Posición Iglesia Cristina
Cantidad de
creyentes
1 Iglesia Católica Romana 1.05 billones
2 Iglesia Griega Ortodoxa 240 millones
3 Iglesia Africana Iniciada 110 millones
4 Pentecostalismo 105 millones
5 Iglesia Reformada/Presbiteriana/Congregacional 75 millones
6
Iglesia Anglicana /Episcopal 73 millones
7 Iglesias Bautistas 70 millones
8 Iglesia Metodista 70 millones
9 Iglesia Luterana 64 millones
10 Testigos de Jehová 14.8 millones
11 Iglesia Mormona (de los Santos de los Últimos Días) 12.5 millones
12 Iglesia Adventista de Séptimo Día 12 millones
13 Iglesia Apostólica/Apostólica Nueva 10 millones
14 Iglesias surgidas del movimiento de restauración iniciado
por Stone y Campbell (Iglesia de Cristo, Discípulos de
Cristo)
5.4 millones
15 Pensamiento Nuevo ( Unity , Ciencia Cristiana) 1.5 millones
16 Hermanos 1.5 millones
17 Iglesia Menonita 1.25 millones
18 Cuáqueros/Amigos 300,000
Recientemente el Pew Research Center (PRC; 2015) señaló que aunque
actualmente el número de cristianos sigue rebasando a otras religiones, el Islam es
la religión de más rápido crecimiento, específicamente señaló que pasará de 1600
millones (en 2010) a 2760 millones en el 2050. Para entonces, los musulmanes
representarán casi un tercio de la población mundial total proyectada
aproximadamente en 9000 millones de personas, casi la misma cifra que alcanzará
la religión Cristiana (N = 2920 millones; 31%).
Además, el estudio del PRC (2015) pronostica otros datos interesantes sobre cómo
se comportarán las religiones y sus fieles en 2050. De acuerdo con sus cifras, en
Estados Unidos, los ateos, los agnósticos y personas no afiliadas a la religión
aumentarán de 16% a 26%. Por su parte, la población de cristianos se reducirá, del
75% al 66% y los musulmanes superarán a los judíos como la religión no cristiana
más numerosa. Específicamente respecto al Cristianismo, se pronosticó que 106
millones de personas lo abandonarán, aunque 46 millones se convertirán al mismo.
54
En México, en los últimos 16 años al igual que la población en general, el número
de creyentes o fieles religiosos también se ha incrementado, por ejemplo, en 2000
el número de católicos fue de 74,612,373 mientras que para 2010 fue de
92,924,489, así también ha sucedido con protestantes y evangélicos, testigos de
Jehová, adventistas, mormones, judíos e incluso musulmanes, así mismo, se ha
visto un incremento en el número personas que declaran no tener creencia religiosa,
en 2000 esta población fue de 3,982,929, mientras que en 2010 el dato se
incrementó a 5,262,546 (Instituto Nacional de Estadística y Geografía [INEGI], 2000;
2010; Tabla 3).
Aunque esta situación se entiende debido al incremento mismo de la población, hay
que considerar que el crecimiento de católicos no es tan significativo como el caso
de los protestantes y evangélicos o los musulmanes quienes incrementaron en
alrededor del 100%, esto mismo se vio en el caso de las personas que se declararon
como no creyentes, esto deja en evidencia la transición que existe entre las
religiones o la no religión.
Tabla 3. Incremento de fieles de la religiones y de los no creyentes (INEGI, 2000;
2010).
Religión 2000 2010
Católica 74,612,373 92,924,489
Protestante y Evangélica 4,408,159 8,386,207
Testigos de Jehová 1,057,736 1,561,086
Adventista 488,945 661,878
Mormona 205,229 314,932
Judía 45,260 67,476
Islámica 1,780 3,760
No creyentes 2,982,929 5,262,546
Los datos anteriores fueron reportados por el INEGI como resultado de los censos
de los años 2000 y 2010, al respecto, Masferrer (2013) considera que en dichos
55
censos hubieron condiciones que pudieron obstaculizar la recopilación de
información, por ejemplo, la discriminación o que contesten otras personas en lugar
de los encuestados, por ello, hizo una revisión de las estadísticas del INEGI en
comparación con datos del Vaticano. Entre sus observaciones destacan que a lo
largo del tiempo, de 1970 a 2010 el porcentaje de población católica ha descendido
de 96.17% a 82.72%. Así mismo, señaló que en sentido estricto es decir,
considerando los sacramentos católicos, el porcentaje disminuye aún más, ya que
de total de nacidos sólo el 73.80% son bautizados como católicos. Así mismo, el
porcentaje desciende conforme se avanza en las etapas de la vida y se llega el
momento de otros sacramentos, por ejemplo, en 2008 de 2,636,110 niños nacidos,
73.69% fueron bautizados, 54.04% realizaron su primera comunión y 43.59% su
confirmación, es decir sólo 4 de cada 10 católicos confirman su fe, a través de los
sacramentos. Esto se replica en el caso de los matrimonios, de los cuales sólo uno
de cada dos matrimonios católicos fue por iglesia. Considerando todos los datos, el
autor señala que en realidad el número de personas que realmente son católicos,
de tal manera que considerando los propios estatutos de la iglesia católica, el
porcentaje de católico en México es mucho menor del reportado por el INEGI. Por
lo anterior, el autor (Masferrer, 2013) establece un rango de entre 42.14% y 73.8%
de la población católica y concluye señalando que menos de la mitad de los
mexicanos podrían ser considerados católicos y que el resto optó por suscribirse a
alguna de las múltiples disidencias religiosas, que van desde los evangélicos,
pentecostales, protestantes y católicos convertidos al New Age, no creyentes y
agnósticos, hasta las otras propuestas religiosas que se están consolidando en la
sociedad mexicana. Estos datos explicarían porque el porcentaje de católicos ha
aumentado tan poco con respecto a otras religiones o incluso a la no creencia
religiosa.
Estos cambios demográficos de la religión parecieran confirmar lo que Durkheim
(1982) señaló como el riesgo más aterrador contra la institución religiosa, es decir,
pareciera que las sociedades religiosas se disuelven, formándose entonces
sociedades seculares, a través del proceso de secularización, según el autor, las
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2016 LIBRO SOBRE EL SENTIDO DE VIDA EN LA VEJEZ.pdf

  • 1.
  • 2. Sobre el sentido de vida en la vejez: Teoría e Investigación
  • 3. 2
  • 4. 3 Sobre el sentido de vida en la vejez: Teoría e Investigación Autores Ricardo Díaz Castillo Axel Alberto González Gallegos Jessica Alejandra Islas Pérez Ricardo Morales Rossell Sua Anael Oliván Altamirano Angélica María Razo González Cuerpo Académico Calidad de Vida, Género y Vejez Línea de Investigación “Envejecimiento, Calidad y Sentido de Vida” Licenciatura en Gerontología UNEVE
  • 5. 4 Sobre el Sentido de Vida en la Vejez: Teoría e Investigación ISBN 978-607-95211-5-8 Primera Edición Ciudad de México, diciembre de 2016 Coordinadora: Angélica María Razo González Diseño de portada: Renata Araujo Moreno
  • 6. 5 Índice Prefacio………………………………………………………………………….. 7 La muerte, la conciencia y el sentido de vida: encrucijadas vitales Angélica María Razo González………………………………………………... 13 El sentido de vida en la adultez joven: sembrando sentido para cosechar en la vejez Axel Alberto González Gallegos……………………………………………….. 37 Espiritualidad como mecanismo del sentido de vida Ricardo Díaz Castillo……………………………………………………………. 51 Amistad y redes de apoyo en el sentido de vida en la vejez Sua Anael Oliván Altamirano…………………………………………………... 71 Relaciones amorosas y sentido de vida en la vejez Jessica Alejandra Islas Pérez………………………………………………….. 89 Significado semántico de la calidad y el sentido de vida en adultos mayores Ricardo Díaz Castillo – Ricardo Morales Rossell - Angélica María Razo González…………………………………………………………………………… 109
  • 7. 6
  • 8. 7 Prefacio Más allá de las proyecciones demográficas es necesario considerar que el envejecimiento es un proceso multifactorial que se correlaciona con un sinnúmero de variables desde la gestación y a lo largo de todo el ciclo de vida, y dependiendo de la conjugación de estas variables, combinación de recursos, estructura de oportunidades individuales y generacionales, puede adquirir diversas dimensiones a lo largo de un continuo; es decir, ser una etapa de pérdidas o una etapa de plenitud; como consecuencia, estamos ante un proceso heterogéneo presente en el envejecimiento de una sociedad, de un grupo y de las personas mayores en particular que experimentan en carne propia cambios y adaptaciones fisiológicas, sociales, culturales, psicológicas e incluso espirituales relacionadas con una condición cronológica, una construcción social y un desarrollo personal. Por estas razones la investigación en gerontológica debe profundizar en las diferentes dimensiones del proceso de envejecimiento, de la vejez como etapa de la vida y de la vivencia de las personas que envejecen. Es decir, la investigación sobre vejez no sólo debe buscar orientar las acciones de política pública de vejez y la descripción e intervención en las diversas situaciones y condiciones de vida, además debe ahondar en la comprensión de la experiencia de vida de personas que se encuentran en proceso de evolución constante. Realizar investigación en el área gerontológica es, de hecho, un compromiso que México estableció en la Segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento llevada a cabo en Madrid en el 2002, que en su Objetivo 4 apunta la necesidad de que todos los países se dediquen al desarrollo y promoción de investigaciones sobre los principales aspectos del envejecimiento a nivel nacional y regional y recomienda: “a) Promover la elaboración de una agenda de investigación sobre los principales temas relacionados con las personas mayores en los países y en la región y b)
  • 9. 8 Implementar estrategias de obtención de financiamiento para la realización de dichas investigaciones”. Sin embargo, más allá de este compromiso, es una necesidad de la Gerontología como área disciplinar que aspira a ser ciencia, establecer sus propias temáticas y herramientas de estudio. Desarrollar en su trabajo cotidiano todo aquello que le aporte a la comprensión del envejecimiento, la vejez y el envejeciente como objetos y sujeto de estudio. Desarrollar este tipo de investigación requiere incursionar de manera decisiva en diferentes ámbitos del conocimiento gerontológico, desde diversos enfoques y de maneras creativas y novedosas, es por ello que la Licenciatura en Gerontología de la Universidad Estatal del Valle de Ecatepec ha apoyado la formación de un Cuerpo Académico específico para explorar algunas temáticas relacionadas con el ejercicio del quehacer gerontológico. Así surge Calidad de Vida, Género y Envejecimiento, con el objetivo general de “Generar investigación en gerontología que aporte conocimientos específicos sobre el proceso de envejecimiento, la vejez y los adultos mayores aplicables en los ámbitos público, social, privado, comunitario, familiar e individual con el fin de mejorar la comprensión del proceso, apoyar la toma de decisiones y elevar la calidad de vida de la población que envejece”. Lo conformación de este Cuerpo Académico busca además establecer cooperación y alianzas estratégicas con instituciones académicas y de los sectores público y privado a fin de propiciar la generación y transferencia de conocimientos y tecnologías que apoyen la investigación gerontológica; Promover la participación de la comunidad educativa de la UNEVE en la realización de las actividades relacionadas con las líneas de investigación, que generen propuestas y soluciones tendientes a desarrollar conocimiento sobre el envejecimiento y mejoren la calidad de vida del adulto mayor; Desarrollar programas, modelos y proyectos gerontológicos basados en investigación diagnóstica sobre la situación actual de la población que envejece.
  • 10. 9 Para poder cubrir con estas expectativas cuenta con dos líneas de investigación específicas 1. Corporalidad, género y vejez y 2. Envejecimiento calidad y sentido de vida. En especial la línea de investigación Envejecimiento Calidad y Sentido de Vida considera, junto con otros autores, que el concepto de Calidad de Vida se ha convertido en el eje de la investigación del campo de las ciencias sociales e incluye componentes como: el modo de vida entendida como toda actividad socializada, sistemática y necesaria que vincula al individuo con la producción; nivel de vida, que se refiere sólo a los aspectos económicos y materiales; condiciones de vida, que abarca los contextos sociales y de actividad en la vida de las personas; y el estilo de vida, como la expresión social a través de la actividad individual de la personalidad (Aranibar, Paula 2001). Así, la calidad de vida en la vejez tiene influencia y relación no sólo con las personas adultas mayores, sino también con sus familias y la sociedad, debe contemplar especificidades propias de la vejez incluyendo las que se refieren a edades anteriores del ciclo vital, identificando los elementos de naturaleza objetiva: redes de apoyo, servicios sociales, condición económica, entorno, necesidades de educación y posibilidades de desarrollo, y de naturaleza subjetiva: percepción del estado de salud, sensación de bienestar, actitudes en las relaciones interpersonales, posición ante la vida, satisfacción y felicidad. Sin embargo, como resultado de su trabajo académico, la línea de investigación ha incorporado el término Sentido de Vida, como una experiencia vital en la existencia de las personas, que hace que su percepción subjetiva de vivir las haga concluir que su vida vale la pena. La vejez es entonces visualizada como un proceso humano de carácter diferencial y heterogéneo, y que debe ser visto desde la fenomenología de lo cotidiano y la vivencia de la propia existencia.
  • 11. 10 En consecuencia la investigación en este campo debe desarrollar líneas de acción específicas y modelos de atención basados en la comprensión integral del proceso de envejecimiento, donde la academia y concretamente las universidades con carreras de gerontología, tienen un papel central en la comprensión de la vejez como fenómeno humano. Creemos que esta investigación debe ir más allá del diagnóstico de las condiciones que guarda la población adulta mayor en el país; la detección de las particularidades y diversidad regional y; en la evaluación constante y permanente de los programas y acciones que se derivan de la política pública de vejez. Además, puesto que es un fenómeno humano, la investigación no puede dejar de lado temas tan trascendentales como la experiencia de sí, la consciencia, la felicidad, la espiritualidad y el sentido de la vida. En su parte operativa, la Línea de Investigación funciona a través del Seminario Permanente de Investigación en Envejecimiento Calidad y Sentido de Vida, que tiene la misión fundamental de conocer los principios teóricos y prácticos de los aspectos relacionados con los conceptos calidad de vida y sentido de vida, como componentes fundamentales del proceso de envejecimiento y la vejez. El objetivo es aportar el conocimiento que proporcione una base científica para la praxis gerontológica. El Seminario comenzó actividades 1 de abril del 2014, a partir de reuniones periódicas. La primera actividad consistió en la realización de un análisis del estado del arte de la investigación en cuanto a calidad de vida y vejez, del cual se han desprendido un par de publicaciones. Es importante mencionar que al seminario asisten de manera consistente profesores, egresados y estudiantes. En el caso de estos últimos y de los egresados el tema que desarrollan a través de las sesiones del seminario y de su participación en el proyecto de investigación les sirve a su vez como trabajo de titulación.
  • 12. 11 Sin embargo, el objeto principal de los trabajos del Seminario Permanente es siempre generar espacios académicos donde se discuta y comparta el conocimiento, se analicen las técnicas, las intervenciones y los enfoques metodológicos que enriquezcan los objetivos y actividades de la propia línea de investigación. También se busca estar en contacto con otros grupos de investigación interesados en los temas relacionados con la calidad y el sentido de vida de las personas, con énfasis especial en el proceso de envejecimiento, y fomentar redes de trabajo conjunto. Desde finales de 2014 se planteó la realización y desarrollo de un proyecto de investigación que sirviera como base para generar conocimientos alrededor de los conceptos de calidad y sentido de vida. El proyecto fue presentado ante los comités de Investigación y Ética de la UNEVE y aprobado el 22 de octubre de 2015. El protocolo de investigación se proyectó para llevarse a cabo durante 2016 y continuará en 2017. El presente material es el resultado de los esfuerzos generados por investigadores, profesores y estudiantes que participan en las sesiones del Seminario Permanente. En especial está compuesto por aquéllas reflexiones y trabajos sobre el Sentido de Vida en la Vejez. Algunos capítulos son producto de la revisión de la literatura y la reflexión teórica, otros son reportes desarrollados a partir de los avances del proyecto de investigación. Partimos de la idea fundamental de que una de las aventuras más interesantes que se nos presenta durante nuestro paso por este plano de la existencia es encontrarle sentido a la vida, en especial a nuestra vida, esta inquietud parte de la esencia de nuestro propio ser. Durante siglos la humanidad en general, representada en cada individuo, se ha preguntado ¿quién soy yo?, ¿qué hago aquí? y sobre todo ¿para qué he venido?, la respuesta a estas preguntas casi siempre se ha planteado desde los campos filosóficos existenciales. La pretensión de este trabajo es aportar unos cuantos elementos teóricos y de investigación gerontológica, desde una visión
  • 13. 12 multidisciplinaria, alrededor del Sentido de Vida y su relación con las diferentes etapas y necesidades de la vida adulta. La parte teórica estará constituida por ensayos que van dando luces sobre los matices que el tema de sentido de vida va teniendo a nivel de las revisiones teórico conceptuales, al ser ensayos permiten colocar al final de cada uno bibliografía básica que pueda servir de punto de partida para que los lectores ahonden en los conceptos desde la visión directa de los autores y teóricos que han aportado, directa o tangencialmente, a la reflexión sobre el sentido de vida y temas relacionados, como la espiritualidad, la religiosidad, la conciencia, la muerte, el amor y la amistad. La parte de investigación está integrada por una de las primeras aportaciones empírico-metodológicas y trabajo sistemático de profesores y estudiantes de gerontología, la investigación parte de un enfoque mixto para el análisis sobre el concepto sentido de vida y su asociación con diferentes variables o situaciones observables. Nuestra única intención es dar un primer paso para sistematizar algunos temas, a partir de investigación elemental, que puede ser y es el punto de partida para futuras investigaciones de corte más cualitativo y reflexivo, la pretensión es que estos primeros trabajos con el tiempo den paso a trabajos hermenéuticos, fenomenológicos y etnográficos. El objetivo final es aportar alguna luz sobre la temática, pero desde las inquietudes de los gerontólogos y de la gerontología. Sabemos que el debate sobre el Sentido de la Vida nunca será un tema acabado, puesto que cada ser humano agrega su propia visión y vivencia a la aventura de encontrar sentido a su vida. Sin embargo, rescatar estas experiencias desde la vejez y sistematizar estos conocimientos, bien puede ser cierta guía a la labor gerontológica. Con ello nos damos por satisfechos. Los autores Diciembre de 2016.
  • 14. 13 La muerte, la conciencia y el sentido de vida en las encrucijadas del ciclo vital Angélica María Razo González Uno empieza a pensar la vida cuando se da por muerto Fernando Savater En su hermoso poema El Mito el poeta Jaime Sabines concluye “Alguien me habló todos los días de mi vida al oído, despacio, lentamente. Me dijo: ¡vive, vive, vive! Era la muerte.” Y todo parece indicar que este pensamiento que un día pasa por nuestra conciencia, casi siempre para quedarse, es el motivo más grande para enfrentar la vida, para otorgarle un sentido a nuestro diario vivir. Erich Fromm (1959:2016) nos dice que somos la única especie en el universo, hasta donde sabemos, que en algún momento de su existencia desarrolla una conciencia de que está en este mundo, que llegó a él sin que nadie le preguntará y de que dejará esta vida sin que pueda hacer algo por impedirlo, y esta conciencia o mejor dicho autoconciencia, “el hombre está dotado de razón, es vida consiente de sí misma”, de lo pequeño y frágiles que somos ante la inmensidad de nuestra propia existencia universal, se convierte, finalmente en un acicate que nos obliga a encontrar un camino para continuar la vida: Aunque el grado de autoconciencia varía, su existencia le plantea al hombre un problema que es esencialmente humano: al tener conciencia de sí mismo como de algo distinto a la naturaleza y a los demás individuos, al tener conciencia —aun oscuramente— de la muerte, la enfermedad y la vejez, el individuo debe sentir necesariamente su insignificancia y pequeñez en comparación con el universo y con todos los demás que no sean "él". A menos que pertenezca a algo, a menos que su vida posea algún significado y dirección, se sentirá como una partícula de polvo y
  • 15. 14 se verá aplastado por la insignificancia de su individualidad. No será capaz de relacionarse con algún sistema que proporcione significado y dirección a su vida, estará henchido de duda, y ésta, con el tiempo, llegará a paralizar su capacidad de obrar, es decir, su vida (Fromm, 1947: 2006, pág. 47). Pero cómo es que a lo largo de nuestra vida, en algún momento determinado, pasa este pensamiento a ser el centro de nuestra conciencia, y cómo a partir de esta conciencia encontramos lo que Víktor Frankl llama “voluntad de sentido”. ¿Acaso sucede lentamente?, ¿acaso se nos presenta repentinamente como una epifanía o una revelación divina?, ¿acaso es el fruto de una gran reflexión acerca de los acontecimientos que enfrentamos? En su gran obra Ana Karenina León Tolstoi nos hace reflexionar sobre este panorama algunos de los personajes de la novela “revelan una exploración continua de la búsqueda de madurez y presentan una descripción coherente y atractiva de lo que podemos llamar el ciclo <normal> de la vida humana” (Graubard, 1986). Revisemos en especial un personaje de Ana Karenina; Constantine Dimitrievich Levine, un hombre común de la Rusia Zarista, que vive en el campo, dotado de gran inteligencia y sensibilidad. Es dueño de una hacienda, trabajador, honesto, de buen corazón, en un momento de su vida obtiene todo lo que un hombre es capaz de concebir para percibir que tiene una “buena vida”. Consiguió al amor de su vida, se siente amado y ama, ha tenido un hermoso hijo, sus cosechas le dan para vivir bien. Hace las cosas que le gustan, básicamente la actividad agrícola y la caza. Cuenta con grandes y buenos amigos con quienes disfruta, comparte y debate. Se mueve dentro de un sistema político y social complejo, donde ha logrado elegir libremente su forma de vivir. De acuerdo con la teoría del Desarrollo Psicosocial de Erikson, se encuentra en la feliz etapa de la adultez madura, en pleno proceso de su generatividad, produciendo y procreando, cultivando la virtud del cuidado como un “compromiso ampliado de cuidar de las personas, los productos y las ideas”, la madurez es la etapa que sirve de faro, que guía a los más jóvenes, su camino está trazado, se convierte en la
  • 16. 15 generación destinada a “transformarse en un modelo numinoso para la próxima generación” (Erikson, 2011, pág. 75). Sin embargo, en un momento de su vida algo comienza a atormentar a Levine, un acontecimiento que lo coloca frente a la conciencia de la finitud humana: Desde el momento en que, junto a su hermano moribundo, Levine entrevió el problema de la vida y de la muerte a la luz de las nuevas convicciones, como él las llamaba, que de los veinte a los treinta y cuatro años vinieron reemplazando los problemas de su infancia, la vida se le pareció más terrible que la muerte ¿De dónde provenía? ¿Qué significaba? ¿Para qué se nos ha dado? El organismo, su destrucción, la indestructibilidad de la materia, las leyes de la conservación de la energía y la evolución, todas esas palabras y teorías científicas que de ello dependían, interesantes sin duda desde el punto de vista intelectual; pero ¿cuál sería su utilidad en el curso de la existencia? (Tolstoi, 2011, pág. 658). Al parecer, es este enfrentamiento con la muerte, la de otros y en consecuencia la propia muerte, el que impulsa las primeras dudas de Levine sobre el valor de la vida humana y el sentido sobre su propia existencia, y como afirma Fromm, de su fragilidad y pequeñez. “Y Levine, semejante a un hombre que en tiempo frío cambiara un abrigado gabán de piel por un traje de muselina, sentía, no por el razonamiento sino por todo su ser, que estaba desnudo, despojado y destinado a perecer miserablemente” (Tolstoi, 2011, pág. 658). Levine incursiona en todos los medios disponibles para disipar sus dudas y aclarar las inquietudes surgidas a partir de los cuestionamientos sobre el sentido de su existencia. Pero ni el cristianismo, ni los libros científicos, ni las personas expertas son capaces de calmar su espíritu. ¿Cómo hace el hombre común para retomar el sentido de su vida ante estas dudas y conclusiones sobre la inevitabilidad de la propia muerte? ¿Cómo encuentra la voluntad para vivir sin caer en una angustia existencial que paralice su conciencia y/o su vida? ¿Cómo seguir viviendo sin
  • 17. 16 encontrar una salida rápida, arrollada bajo las ruedas de un tren, como la propia Ana Karenina? Tolstoi nos ofrece alguna respuesta al final de su novela. Después de una tormenta en la que su esposa e hijo se ven atrapados y Levine salé en su búsqueda, en un momento observa aterrorizado como un rayo (real en la narración de la escena y hermosamente simbólico) cae en medio del bosque haciéndole presentir lo peor, al final Levine encuentra que sus seres queridos están “¡Vivos! ¡Alabado sea Dios!..” Este acontecimiento funciona como una luz que penetra iluminando la conciencia del personaje y alejando sus dudas y temores, están vivos y, en consecuencia estamos vivos, podemos estar muertos pero estamos vivos. Algunos autores como Frankl hablan de una anticipación espiritual que se percibe como una visión donde la conciencia se revela como una función esencialmente intuitiva: “Para anticipar lo que ha de realizarse, la conciencia debe primero intuirlo; y en ese sentido la consciencia ética es de hecho irracional y sólo en segundo término racionalizable” (Frankl V. , 1988, pág. 35). Después del enojo inicial y de interpelar a Kitty, su esposa, por su imprudencia, y de comprobar que el niño no había “recibido una sola gota de agua”, el alma de Levine se tranquiliza y nuevos sentimientos emergen, sintió “durante todo el día una plenitud de corazón que le colmó de alegría” y una “felicidad interior, viva y profunda”. Este nuevo estado de ánimo lo obliga en encontrar una explicación intuitiva: “¿Qué temores me inquietan?” –se preguntó, sintiendo en su alma una respuesta sin poder llegar a definirla. “Si las leyes del bien y del mal reveladas al mundo son la prueba evidente, irrecusable de la existencia de Dios; estás leyes lo reconozco en el fondo de mi corazón, me unen así, por amor o por instinto, a todos los que las reconocen como yo; y esa reunión de seres humanos que participan en la misma creencia se llama la Iglesia (Tolstoi, 2011, pág. 681). Entonces la respuesta del ser humano, expresada por Levine en sus reflexiones, se encuentra en la necesidad de no sentirse solo ante las fuerzas de la naturaleza y de
  • 18. 17 la sociedad, para Levine se encuentra en la religión, “<Ser religioso significa preguntarse apasionadamente por el sentido de nuestra existencia>” (Frankl V. , 1988, pág. 95). Otra manera de enfrentar la existencia es sentirse parte de un grupo social, y este sentirse en comunidad es una forma de evitar lo que Fromm llama la angustia de la separatividad o “estado de separación” (Fromm, 1959:2016, pág. 19). La angustia es una de las emociones que con mayor fuerza impulsan al ser humano a convencerse de que su vida carece de sentido. Esto hace pensar que el Sentido de Vida se centra en los fenómenos específicamente humanos, y entre ellos, el deseo del hombre de hallar y dar sentido a su vida o, lo que es lo mismo, a las situaciones cotidianas que la vida va poniendo frente al hombre, lo que Víktor Frankl llamó el deseo de significado (Frankl, 2004, pág. 185). Aquí surgen otras interrogantes, este deseo de hallar y dar sentido a la vida ¿surge sólo ante la conciencia de la muerte?, ¿existen otras situaciones vitales capaces de hacernos reflexionar sobre el sentido de nuestra existencia?, ¿dónde encontramos otras situaciones que nos exijan dar una respuesta? Para Víktor Frankl existen al menos tres caminos que nos llevan encontrar el sentido de la vida: Primero, cumpliendo un deber o criando un trabajo; segundo, experimentando algo o encontrando a alguien; en otras palabras se puede hallar el sentido no sólo en el trabajo sino en el amor. Pero el más importante es el tercer camino: cuando nos enfrentamos a un destino que no podemos cambiar, estamos llamados a dar lo mejor de nosotros mismos, elevándonos por encima de nosotros mismos y creciendo más allá de nosotros mismos; en una palabra, a través de la transformación de nosotros mismos (Frankl, 2004, pág. 189). En consecuencia, y siguiendo el pensamiento de Frankl, para entender el concepto de Sentido de Vida es importante reconocer la altura espiritual de nuestra
  • 19. 18 naturaleza, y no reducirla sólo a nuestras necesidades materiales, que por otro lado quizá nunca podrían verse satisfechas, en palabras de Frankl: Cuando nos sentamos a discutir sobre el significado del sentido, yo hago referencia al sentido en términos de algo “terrenal”. Sin embargo, no puede negarse que existe algún tipo de sentido entendido como “celestial”, si es que puede decirse así; alguna especie de sentido último, eso es; un significado del todo, del “universo”, o al menos un sentido a la vida de cada uno entendida como un todo; en todo caso, un significado en sentido amplio (Frankl, 2004, pág. 190). Para Tolstoi, este sentido último o voluntad de sentido es la posición que un ser humano toma racionalmente frente a sus inquietudes y dudas ante las circunstancias que la vida le presenta, un razonamiento que es más bien la conclusión de su intuición, y se resume muy bien párrafo final de la novela, con el pensamiento de Levine respecto a la posición vital que toma ante su existencia, y que él encuentra en el Bien como actitud ante la vida: “Mi vida interior no estará ya a merced de los acontecimientos; cada minuto de mi existencia tendrá un sentido indudable que estará en mi poder imprimir a cada una de mis acciones: ¡el sentido del bien!”. Este sentido del bien está siempre cubierto por el amor que Levine siente por su familia, por su comunidad y, por extensión, por la humanidad, pero es un amor que se revalora al hacerse consciente, y este sólo llega a la conciencia después de ser meditado y como resultado de un momento en que todo se resume. En suma, al parecer estamos dotados de una capacidad específicamente humana, la de descubrir totalidades cargadas de sentido, en lo real y lo posible, Crumbaugh y Leonard (citados por Frankl, 2012). Una capacidad ya descrita por Frankl “Lo que yo llamo la voluntad de sentido deriva, aparentemente, de una comprensión gestáltica”, entendida como la configuración o estructura total, una unidad que no puede ser explicada desde sus elementos individuales. Y en esta búsqueda de totalidades cargadas de sentido en situaciones concretas de su vida el ser humano es guiado por su conciencia, “en una palabra: la conciencia es el órgano del sentido”
  • 20. 19 (Frankl V. , La voluntad de sentido: conferencias escogidas sobre logoterapia, 2012, pág. 30). Entonces encontrar estas totalidades en que la conciencia resume alguna circunstancia especial y es obligada a dar una respuesta, a tener una posición clara frente a la vida, no sólo puede ser ocasionada por el enfrentamiento directo con la muerte, sino con otras encrucijadas vitales que exigen una reflexión consiente, es decir el sentido puede estar en cualquier parte, pero se adquiere conciencia de él solamente en algunas circunstancias en que la vida exige una respuesta de parte de quien tiene la vivencia concreta; No es el hombre [ ] quien ha de plantearse la pregunta por el sentido de la vida, sino que más bien sucede al revés: el interrogado es el propio hombre; a él mismo le toca dar la respuesta; él es quien ha de responder a las preguntas que eventualmente le vaya formulando su propia vida; sólo que dicha respuesta será siempre una respuesta objetivada por los hechos: solamente en la acción, en el actuar, pueden encontrar respuesta verdadera la preguntas vitales (Frankl V. , 1988, pág. 19). Volvamos a otro ejemplo de la literatura universal, el personaje principal de la novela Los Miserables, escrita por Víctor Hugo, una obra que cuenta la historia de los parisinos del siglo XIX, a partir del relato de vida de un hombre, Jean Valjean1, cuya existencia se pone a prueba en varias ocasiones, en las cuales tiene que tomar decisiones trascendentales que atraviesan su vida, y cuyo desenlace siempre depende de la posición que, desde sus reflexiones más profundas, establece como respuesta a esas encrucijadas vitales. Analicemos la primera de estas encrucijadas, con la que casi comienza la novela. Jean Valjean había sido un joven de condición pobre que en su adolescencia se había visto en la necesidad de robar pan para llevar a su familia, acción por la que 1 En la versión aquí referenciada, que es una traducción de la Editorial Porrúa de la colección “sepan cuantos” se le traduce como Juan Valjean, sin embargo se prefirió respetar el nombre original del personaje que es Jean Valjean.
  • 21. 20 permaneció encarcelado por casi 20 años. Al quedar libre enfrenta todas las injusticias y prejuicios de un hombre que estuvo en presidio. Necesitado de trabajo, hambriento y andrajoso descansa en la puerta de una iglesia donde es recibido por un Obispo de nombre Monseñor Bienvenido2, quien se quita el pan de la boca para alimentar al expresidiario, además de ofrecerle su propia cama para descansar. La respuesta instintiva de Valjean es robar la única posesión valiosa que su anfitrión guarda, unos cubiertos de plata. Sin embargo, el ladrón es atrapado en la calle por tres gendarmes que lo llevan ante la presencia del Obispo, quien se apresura a aclarar: -¡Ah, estáis aquí!- dijo mirando a Jean Valjean-. Me alegro veros. Os había dado también los candelabros, que son de plata, y os pueden valer también doscientos francos. ¿Por qué no los habéis llevado con los cubiertos? Jean Valjean abrió los ojos y miró al venerable obispo con una expresión que no podría pintar ninguna lengua humana (Víctor Hugo, 2013). Sin embargo, no es este hecho el que entra en la conciencia de Jean Valjean, sino apenas la punta del iceberg que se junta con otro, que deja una marca todavía más profunda en las entrañas de su ser. A poco caminar se encuentra con un niño, Gervasillo, a quien se le han caído unas monedas, una moneda de cuarenta sueldos va a dar a los pies de Jean Valjean quien le pone el pie encima. No hay ruego ni reclamo que haga que el expresidiario quite el pie y devuelva la moneda, el niño corre atemorizado ante las amenazas del ladrón y desaparece de su vista. Es de este hecho, del que instantes después Jean Valjean retrocede con espanto de sí mismo, “cuando la inteligencia despertó y vio la acción del bruto, Jean Valjean retrocedió con angustia, y dio un grito de espanto”, mientras buscaba al niño por todas partes tratando de devolverle la moneda: Aquél fue su último esfuerzo; sus piernas se doblaron bruscamente, como si un poder invisible le oprimiese con todo el peso de su mala conciencia. Cayó 2 El nombre del obispo en realidad es Monseñor Charles Bienvenu Myriel, sin embargo “Los pobres de la comarca habían elegido, con una especie de instinto afectuoso, de todos los nombres del obispo aquel que les ofrecía una significación adecuada; y entre ellos sólo le designaban como monseñor Bienvenido”.
  • 22. 21 desfallecido sobre una piedra con las manos en la cabeza y la cara entre las rodillas, y exclamó: ¡Soy un miserable! Su corazón se abrió, y rompió a llorar. Era la primera vez que lloraba en diecinueve años (Víctor Hugo, 2013, pág. 82). Para Víctor Hugo era el exceso de infortunio del personaje, el sufrimiento y la injusticia vivida, los años pasados en presidio los que le habían dormido, era un hombre enajenado. Pero el sufrimiento vivido también le daban la capacidad de ser, “en cierto modo un visionario”, se vio ante sí mismo como lo que era “¡Un miserable!” un ser a punto de perder su “alma”, de renunciar a lo que le quedaba de humanidad. Es en esta encrucijada donde debe tomar una decisión, dar una respuesta a la vida: Su cerebro estaba en uno de esos momentos violentos, y sin embargo, horriblemente tranquilos, en que la meditación es tan profunda que absorbe la realidad, momentos en que no se ven los objetos que se tienen delante, y se ven fuera de sí mismo las imágenes que existen en el espíritu (Víctor Hugo, 2013, pág. 84). Viktor Frankl considera que el espíritu humano es nuestro instrumento para encontrar el sentido. Tiene uno que darse cuenta de que lo posee, de que lo contiene y de la forma de utilizarlo, y lo hace a través de la conciencia, “la conciencia como un instinto ético, en contraposición a la <razón práctica>.” (Frankl V. , 1988, pág. 36). Es en este momento cuando ocurre la Gestalten, la totalidad a la que el personaje de Juan Valjen resignifica para dar un sentido a su vida, una vida que estaba a punto de ser resumida a la miseria: Mientras lloraba se encendía poco a poco una luz en su cerebro, una luz extraordinaria, una luz maravillosa y terrible a la vez. Su vida pasada, su primera falta, su larga expiación, su embrutecimiento exterior, su endurecimiento interior, su libertad halagada con tantos planes de venganza, las escenas de casa del obispo,
  • 23. 22 la última acción que había cometido, aquél robo de cuarenta sueldos a un niño, crimen tanto más culpable, tanto más monstruoso, cuanto que tuvo efecto después del perdón del obispo; todo esto se le presentó claramente; pero con una claridad que no había conocido hasta entonces. Examinó su vida y le pareció horrorosa; examinó su alma y le pareció horrible. Y sin embargo, sobre su vida y sobre su alma se extendía una suave claridad… Es este tipo de encrucijadas profundamente humanas las que, al enfrentarnos a nosotros mismos a través de la propia conciencia, se traducen en acciones y decisiones frente a los avatares de la vida. La responsabilidad de nuestro ser no radica solamente en las acciones y decisiones que tomamos, debemos tomar en cuenta que éstas, forzosamente, se nos presentan en un tiempo y lugar específicos, es decir en el aquí y ahora, en la concreción de los acontecimientos vitales, que es cuando el ser humano responde a la vida, la resignifica y le otorga sentido propio. Por otro lado, las formas a través de las cuales los seres humanos encontramos el sentido, no son del todo individuales, caminamos por la vida en comunidad y nuestras acciones siempre tienen como referencia nuestra acción y su repercusión en quienes nos rodean, en palabras de Frankl: …el ser humano se relaciona y se centra siempre en algo diferente de sí mismo. Es decir, más que centrarse en una condición interna, como puede ser el principio del placer o el principio de homeostasis, el hombre se orienta hacia el mundo que está ahí fuera, y estando en ese mundo, se interesa por dar sentido a las cosas, así como también se interesa por otros seres humanos…se olvida de sí mismo cuando se da a sí mismo,…la autotrascendencia es la esencia de la existencia humana” (Frankl, 2004, pág. 184). En estos momentos el hombre puede encontrar que el sentido de su vida se encuentra en ser en los otros, servir y sentir que estamos aquí para ayudarnos mutuamente otorga un gran sentido a la vida. “El humano no solo necesita algo de que vivir, sino también algo para qué vivir”, tal como señala Beuchot (2011), el
  • 24. 23 sentido que le damos a la vida es lo que nos impulsa a vivir en ella. Y este para qué vivir muchas veces se encuentra fuera de nosotros, en nuestra capacidad de vivir para los otros, en comunidad y a través de la virtud del cuidado. “Los cuentos populares y de hadas también están llenos de lecciones sobre los valores del amor, la compasión, la generosidad y el cuidado de la familia, los amigos, los enfermos y los ancianos” (Myss, 2005, pág. 53). Para la psicología existencial, el Sentido de Vida está presente más allá de la salud y la enfermedad, incluso con independencia del bienestar material. Puede encontrarse en todo lo humano e intuirse, reflexionarse o encontrarse en las etapas cruciales de la vida, cuando el ser humano logra “darse cuenta” de la importancia de su existencia, para sí mismo y para los demás, y ser el impulso que se requiere para continuar el camino a pesar de las vicisitudes de la vida. Volvamos a otro ejemplo, en esta ocasión una joya de la cinematografía de los años cuarenta, la película ¡Qué bello es vivir!, dirigida por Franz Capra, basada en el cuento de 1943 The Greatest Gift (El mayor de los regalos), escrito por Philip Van Doren Stern. En la película el personaje principal es Gerorge Bailey, quien “jamás pensó en sí mismo” por ayudar a los demás. En el “cielo” se comenta que Geroge Bailey está “a punto de vivir su noche crucial”, para ayudarlo envían a un Ángel quien pregunta cuál es el problema, ¿acaso George está enfermo?, la respuesta es “peor, está desanimado”, la situación es emblemática, puesto que George ha enfrentado con valor muchas situaciones en su vida en las cuales ha tenido que tomar decisiones cruciales, que han dado “sentido” a su vivir. Sin embargo, este sentido se refiere más a un sentido de dirección que a un sentido de significado o a un sentido reflexivo, como los define Grondin3. 3 Para Grondin el Sentido de la vida puede tener al menos cuatro significados: 1. un sentido direccional “el sentido de la vida es el de una extensión, el de un cursus que se extiende del nacimiento hasta la muerte; 2. un sentido significante o significativo, “el de una existencia que está dotada de significación; 3. Sensitivo, la
  • 25. 24 Dentro de las decisiones que ha tomado George, que han dado direcciones nuevas e inesperadas a su vida, se encuentran: haber salvado a su hermano menor de morir ahogado en el lago, cuando eran niños, lo que dejó a George sordo del oído izquierdo; una segunda es cuando el boticario, para quien George trabajaba, adolorido por la muerte de su hijo, equivoca la sustancia de la medicina que dará a un niño, George es observador y sensible y al notarlo evita que el boticario vaya a dar a la cárcel; una tercera situación se suscita cuando, aunque George quería con todo su corazón explorar y recorrer el mundo, decide quedarse en su pueblo para sustituir a su padre en la compañía de empréstitos, donde ayudaba a la comunidad a no ser explotada por el “hombre más rico y ambicioso del pueblo” con esta acción evita que muchos pierdan su casa; una cuarta decisión crucial fue no asistir a la Universidad para continuar trabajando en la compañía de empréstitos ayudando a las personas y sacrificarse, para que su hermano pudiera tener un mejor trabajo fuera del pueblo; el ejemplo final es cuando en plena crisis bancaria, decide gastar todo el dinero ahorrado para su luna de miel, y así evitar la bancarrota y seguir ayudando a los demás. En suma, durante toda su vida George ha hecho lo correcto aunque implique asumir decisiones difíciles. Sin embargo, cada decisión que George ha tomado, más por su “buen corazón” que como resultado de una profunda reflexión, la ha vivido como la renuncia a sus propios sueños, a su autorrealización, siempre en favor del bienestar de los demás. Y esta pensar en su vida como el constante sacrificio por los demás le ha impedido otorgar significado a sus acciones Quien se fija la autorrealización como meta, pasa por alto y olvida que el hombre en último término puede realizarse sólo en la medida en que logra la plenitud de un sentido fuera en el mundo no dentro de sí mismo. En otras palabras la autorrealización se escapa de la meta elegida en tanto se presenta como un efecto colateral, que yo defino como <autotrascendencia> de la existencia humana. El hombre apunta por encima de sí mismo hacia algo que no es él mismo, hacia algo capacidad de sentir “es decir de disfrutar la vida” y 4. Un sentido reflexivo, “la capacidad de juzgar la vida”. (Grondin J. , 2005).
  • 26. 25 o alguien, hacia un sentido cuya plenitud hay que lograr o hacia un semejante con quien uno se encuentra.” (Frankl V. , La voluntad de sentido: conferencias escogidas sobre logoterapia, 2012, pág. 21). Sin embargo, George no percibe en su actuar cotidiano el sentido de su autotrascendencia, sólo percibe la renuncia de su autorrealización. Vive sin valorar los momentos que ha enfrentado, y la noche de la navidad en que se ubica la película, George está a punto de cuestionar el valor de su vida al afrontar una situación desesperada, su tío ha perdido ocho mil dólares y con ello no sólo la compañía quebrará, sino que el propio George irá a la cárcel, en su consternación dscubre que vale más muerto que vivo debido a la póliza de su seguro de vida, y está a punto de renunciar al mayor de los regalos, es decir a la capacidad de percibir el valor de su existencia. La misión del Ángel es apoyarlo en este momento crucial para reencontrar el camino, para darse cuenta del significado de su vida. ¿Cómo lograrlo?, el Ángel encuentra la oportunidad cuando George exclama ¡Sería mejor si yo no hubiera nacido! El deseo le es concedido y el personaje tiene la oportunidad de saber todo lo que su vida ha influido y cambiado la vida de otros. El pueblo lleva el nombre del hombre que toda su vida ha ambicionado comprarlo todo, es un lugar lleno de bares, comercios, prostitución. El viejo boticario es un mendigo que acaba de salir de la cárcel por envenenar a un niño con la medicina equivocada. Su hermano, que era un héroe de guerra y que salvó a muchos soldados, murió de pequeño ahogado en el lago y por tanto no fue a la guerra ni salvó a nadie más. La esposa de George es una solterona, y en consecuencia los hijos que tanto George ama no existen. El Ángel le explica: “La vida de cada hombre toca muchas otras vidas, y cuando éste no está, deja un hueco”. El Sentido de Vida es entonces el resumen de una vida sentida, disfrutada y disfrutable, amada y amable. Una vida con dirección, en la que sabemos qué
  • 27. 26 queremos, hacia dónde nos dirigimos y, sobre todo, en la que vamos decidiendo cómo hacemos este viaje. Finalmente el sentido de la vida nos enfrenta a responderle a la vida acerca de todo lo que ella nos ha puesto en el camino. Al final, somos nosotros quienes debemos valorar si la vida que vamos viviendo tiene un significado, un sentido, si ha valido la pena, y a partir de este descubrimiento continuar. “Efectivamente, la existencia humana sale de sí misma en cuanto que apuna a un sentido. Así, el ser humano es su existir no va tanto en pos de placeres o de poder, ni siquiera de una plena realización de sí mismo, como de llenar su vida de sentido. Por eso en la logoterapia hablamos de una <voluntad de sentido>.” (Frankl V. , 1988, págs. 92-93). La pregunta obligada es entonces, ¿existe una etapa específica de la vida para desarrollar la voluntad sentido de la vida? Pareciera que estás grandes encrucijadas que la vida nos presenta, pueden ser más valoradas y reflexionadas en la adultez madura o en la adultez mayor, etapas en que las personas tienen mayores oportunidades de reflexionar sobre la búsqueda de un sentido último de la vida. Víktor Frankl expresa que es una época en la cual se puede reflexionar y valorar la película completa, “un significado del todo del <universo>, al menos un sentido a la vida de cada uno entendida como un todo; en todo caso un significado en sentido amplio” (Frankl V., 2004, pág. 190). En esta etapa del ciclo vital lo importante es saber si la vida que se vive tiene sentido porque tiene un significado, se necesita responder a la pregunta de si la vida ha valido la pena de ser vivida y que sigue habiendo una razón para seguir. Esto es particularmente válida en la vejez, por las características físicas y psicosociales que se presentan en esta etapa, sin embargo la investigación empírica sobre el tema recién inicia: Se puede plantear la investigación referida al Sentido de la Vida en la vejez que, frente a la imagen deteriorada, enfermiza y acabada que se ha difundido de ella en la cultura occidental, encontrar su sentido equivale a decirle ¡Sí a la vida!, alcanzar la integridad a la que se refiere Erickson en la última etapa de la vida. Es posible encontrar el Sentido en la vejez, y esto equivale a vivir en plenitud y ser feliz, aunque
  • 28. 27 se vivan desgracias, sufrimientos o angustias que son propias en todo momento de la existencia” (Acosta Ocampo, 2011, pág. 99). Un requisito para encontrar el sentido significante de la vida, para poder decir ¡Sí a la vida!, es la consciencia de que esta vida, para ser completa, contiende altas y bajas, salud y enfermedad, luz y oscuridad, dolor y felicidad, es decir es un todo que no puede ser fragmentado, no podemos sólo tomar una parte porque, si no es así, no podríamos hablar de una vida plena. Aceptar la vida con todos sus matices requiere voluntad consciente: “La libertad de la voluntad humana consiste, pues, en una libertad de ser impulsado para ser responsable, para tener consciencia.” (Frankl V. , 1988, pág. 57). Es durante las últimas etapas vitales donde encontrar el sentido de la vida puede volverse el núcleo de las reflexiones personales, pues representa responder a la vida acerca de lo realizado hasta el momento y sobre la actitud que se tomará ante lo que resta por vivir, sean cualesquiera que sean las condiciones vitales: La vejez es un reto a la persona. Ante ella se decide adónde se quiere llegar y se toma una actitud. El sentido a la vida es inseparable del aprecio a la vida. Dentro de esta perspectiva es al ser que-está-en-el-mundo que trasciende al encuentro de algo o alguien, sin dejar por ello de ser él mismo y que descubre el sentido que le da una razón para vivir (Goethe). Y en este camino hacia el sentido es importante dar cuenta, que nos encontraremos con dos clases de personas: aquellas que dicen sí a la vida a pesar de los reveses, que se sienten usualmente satisfechas y felices; y las que siempre dicen no, por lo general están enajenadas, frustradas y vacías” (Sánchez Herrera, 2006). Es así como Frankl establece que el sentido de la vida no es un “algo” que pueda sernos dado de antemano, sino que es la respuesta que el ser humano da a la vida, de forma consciente y responsable, mientras va viviendo en ella. Es llegar a entender el sentido de su existencia y a través de este entendimiento trascender: “sólo podré ser siervo de mi consciencia si, al entenderme a mí mismo, entiendo está última como un fenómeno que trasciende mi mero ser hombre, y por lo tanto
  • 29. 28 me comprendo a mí mismo, comprendo mi existencia, a partir de la trascendencia” (Frankl V. , 1988, pág. 58). Cuando Frankl se refiere a la conciencia no está hablando de la capacidad de razonar, no es el darse cuenta, el percibir a través de los sentidos, sino de una capacidad que está más allá de los pensamientos, de los razonamientos lógicos y de la voluntad “Como señor de mi voluntad soy creador, como siervo de mi consciencia soy criatura. En otras palabras, para explicar la condición humana de ser libre basta la existencialidad; para explicar la condición humana de ser responsable debo empero remitirme a la trascendentalidad del <tener conciencia>.” (Frankl V., 1988, pág. 60). Se refiere a un núcleo de la persona, un centro “espiritual-existencial” un Yo en sí mismo, en torno al cual giran lo físico y lo psíquico. Hablamos de una consciencia más espiritual, intuitiva e inconsciente que se encuentra muy dentro de cada uno de nosotros “el centro del ser humano (la persona) es inconsciente en su profundidad (la persona profunda). Dicho en otros términos, el espíritu es, precisamente en su origen, espíritu inconsciente.” … a él podríamos aplicar lo que leemos en los antiguos Vedas indios: <Ve y no puede ser visto, oye y no puede ser oído, piensa y no puede ser pensado>” (Frankl V. , 1988, págs. 30-31). En conclusión, es a través a esta consciencia espiritual que el hombre debe encontrar lo que siempre ha sido suyo, para ello debe desarrollar una voluntad de sentido que le permita responder a la vida de acuerdo con una especie de misión, “el imperativo de Píndaro según el cual el hombre debe llegar a ser lo que siempre ha sido, todavía tiene vigencia. En realidad tiene validez solamente si lo completamos en un frase de Karl Jaspers, que dice: <lo que el hombre es, lo es debido a aquello que convierte en suyo>” (Frankl V. , 1988, pág. 21). A través de la respuesta que da a la vida, de encontrar su misión o “su contrato sagrado” el ser
  • 30. 29 humano trasciende de sí mismo, primero debe descubrir su para qué para después realizarlo en plenitud. Es necesario enfatizar que este trascender de sí mismo va más allá de la autorrealización, incluso Abraham Maslow, como mayor exponente de la autorrealización a la que colocó en la cúspide de su pirámide de necesidades básicas afirma “<Según mi propia experiencia estoy de acuerdo con Frankl en que las personas que buscan la autorrealización directamente, separada de una misión en la vida, de hecho no la logran>” Citado por Frankl (1988:21). De hecho cuando esta voluntad de sentido se frustra, cuando no somos capaces de llegar a la consciencia que no permite descubrir el sentido puede surgir la angustia existencial, el vacío personal, o el desarrollo de un mecanismo de compensación como el impulsó de buscar sólo el placer o el poder, para “crear la ilusión” de que la vida vale la pena, para “percibir” que es feliz. Cuanto más busca el hombre el placer tanto más se le diluye. Cuanto más persigue la felicidad, la echa de su lado. Para comprender esto, sólo debemos superar el prejuicio de que el hombre busca fundamentalmente la felicidad; lo que quiere, en realidad, es encontrar una razón para ello. Cuando encuentra esa razón el sentimiento de felicidad se presenta por sí solo… En otras palabras la dicha es una consecuencia y no se puede lograr a voluntad” (Frankl V. , La voluntad de sentido: conferencias escogidas sobre logoterapia, 2012, pág. 25). Y este sentimiento de una vida lograda, de sentir que la vida es valiosa tal como es, sólo puede ser producto de la reflexión, de la conciencia que surge en los momentos cruciales del ciclo vital, y de dar significado a las acciones y decisiones que hemos tomado, totalidades vitales que valoramos desde el núcleo de nuestro ser. Reflexiones que van madurando con el tiempo y las experiencias vividas, “y este sistema de significados personales cambia con los años” (Bonilla & Rapso, 1997). Así cada persona va forjando su camino como vivencia individual, la cual nadie puede experimentar por él, recorremos el propio camino a través del ciclo vital, del
  • 31. 30 crecimiento de un Yo interior que avanza por experiencia y maduración, y que aspira a llegar a una vejez con integridad, en el sentido planteado por Erikson, donde la virtud a cultivar sea la sabiduría. Y llegar a la sabiduría implica que hemos recorrido personalmente un camino que nos ha ayudado a transformar y ampliar la propia visión del mundo y de la vida, pues como dice Savater (2003) cuando retoma el espíritu de Platón: “Una vida sin examen, es decir la vida de quien no sopesa las respuestas que se le ofrecen para las preguntas esenciales ni trata de responderlas personalmente, no merece la pena de vivirse”. Referencias Acosta Ocampo, C. (2011). El sentido de la vida humana en adultos mayores: enfoque socioeducativo. Colombia: Universidad Nacional de Educación a Distancia. Alandete, J. G. (septiembre de 2008). Sentido de la vida y desesperanza. Recuperado el 6 de Marzo de 2016, de http://www.redalyc.org/pdf/647/64712165013.pdf Alberoni, F. (1996). Te amo. Barcelona: GEDISA. Alberoni, F. (1998). Enamoramiento y Amor. Barcelona : GEDISA. Alfaro, N. D. (2006). Autopercepción de vida en adultos mayores con diabétes Mellitus tipo II. Investigación en Salud, 152-157. Aranibar, P. (2001). Acercamiento conceptual a la situacion del adulto mayor en América Latina. Santiago de Chile: Cepal. Arias, C. J. (2011). LA AMISTAD EN LA VEJEZ.FUNCIONES DE APOYO Y ATRIBUTOS DEL VÍNCULO. Recuperado el 19 de Abril de 2016, de http://www.aacademica.org/000-052/350.pdf Aristoteles. (2005). Ética a Nicómaco [LIBRO VIII]. Madrid: Alianza. Berger, P. L. (2011). La cosntrucción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu. Beuchot, M. (enero-abril de 2011). Sobre el sentido de la vida, desde una hermenéutica analógica. (U. d. Porto, Ed.) Notandum(25), 9-16. Biblia, L. (1995). Reina- Vlarea. Bonilla, F., & Rapso, M. (1997). Sentido de vida en personas mayores de 50. Reflexiones, 59(1).
  • 32. 31 Cardona, D., & Agudelo, H. (2005). Construcción cultural del concepto calidad de vida. Revista de la Facultad Nacional de Salud Pública, 79-90. Celis, C. (2012). Tardes de Lluvia. México: NORMA. Clemente, M. A. (2003). interdisciplinaria. Recuperado el noviembre de 2015, de http://www.redalyc.org/pdf/180/18020103.pdf Del Campo del paso, M. I. (2011). sentido de vida y éxito. Recuperado el 15 de mayo de 2016, de http://www.revistauaricha.umich.mx/Articulos/uaricha_0817_124-146.pdf Delval, J. (2008). El desarrollo humano. España: Siglo XXI. Dominguez, O. (1982). La vejez nueva edad social. chile: Andrés Bello. Erikson, E. H. (1986). La adultez. México : Fondo de cultura económica. Erikson, E. H. (2011). El ciclo vital completado. México: Paidós. Fernandez Ballesteros, R. (2009). Perspectivas europeas para un mundo que envejece. España: PIRAMIDE. Figueroa, J., González, E., & Solis, V. (1981). Una aproximación al problema del significado. Las redes semánticas. Revista Latinoamericana de Psicología, 13(3), 447-458. Filliozat, I. (2009). Los otros y yo. Barcelona: Kairós. Frankl, V. (1946). El hombre en busca de sentido. Barcelona: HERDER. Frankl, V. (1988). La presencia ignorada de Dios. Psicoterapia y religión. Barcelona: Herder. Frankl, V. (2004). El hombre en busca del sentido último. México: Paidós. Frankl, V. (2012). La voluntad de sentido. Conferencias escogidas. España: Herder. Frankl, V. (2012). La voluntad de sentido: conferencias escogidas sobre logoterapia. Barcelona: Herder. Frankl, V. E. (1988). La presencia ignorada de Dios . Barcelona: Herder. Frankl, V. E. (1991 ). El hombre en busca de sentido. Barcelona: Herder duodecima edición. Frankl, V. E. (2004). El hombre en busca del sentido último. México: Paidós. Fromm, E. (1947: 2006). El miedo a la libertad. Barcelona: Paidos. Fromm, E. (1959:2016). El arte de amar. México: Paidós. Fromm, E. (2007). El arte de amar. Barcelona : Paidós. Fromm, E. (2012). El arte de amar. México: PAIDOS. García, A. J. (agosto-septiembre de 2013). Escritos de psicología. Recuperado el noviembre de 2015, de http://scielo.isciii.es/scielo.php?pid=S1989- 38092013000200006&script=sci_arttext
  • 33. 32 Gervilla, Á. (2008). Familia y Educación Familiar: Conceptos Clave, Situación Actual y Valores. Madrid, España: Narcea. Gilbert, J. (1997). Introducción a la sociología . Santiago de Chile: Lom ediciones. Giner, J. C. (1995). La amistad como relación informal. En J. C. Giner, La amistad: perspectiva antropológica (págs. 47-61). España: Icaria. Gómez, G. d. (2011). Envejecimiento saludable. barcelona: s/d. Graubard, R. (1986). Prefacio del libro la adultez. En E. Erikson, La adultez (págs. 7-13). México: Fondo de Cultura Económica. Grondin, J. (2005). Del sentido de la vida. Un ensayo filosófico. Barcelona: Herder. Grondin, J. (Enero-Marzo de 2012). hablar del sentido de la vida. Utopía praxis latinoamericana, 17(56), 74. Hinojosa, G. (2008). El tratamiento estadístico de las redes semánticas naturales. Revista Internacional de Ciencias Sociales y Humanidades SOCIOTAM, 8(1), 133-154. Huerta, C. L. (Marzo-Abril de 2004). La influencia de la red social en la salud mental de la población anciana. Recuperado el Noviembre de 2015, de http://scielo.isciii.es/scielo.php?pid=502B- 91112004000200003&scriot=sci INEGI. (17 de DICIEMBRE de 2016). ESTADISTICAS A PROPOSITO DEL 14 DE FEBRERO, MATRIMONIOS Y DIVORCIOS EN MEXICO (ENADID 2014). Obtenido de INSTITUTO NACIONAL DE ESTADISTICA Y GEOGRAFIA: http://www.inegi.org.mx/saladeprensa/aproposito/2016/matrimonios2016_0.pdf Lahuerta, C. (marzo-abril de 2004). gaceta sanitaria. Recuperado el noviembre de 2015, de http://scielo.isciii.es/scielo.php?pid=S0213-91112004000200003&script=sci_arttext Längle, A. (s.f.). Cuestiones existenciales sobre el Adulto Mayor. Recuperado el 19 de Abril de 2016, de http://www.webaholics.at/userfile/doc/Adulto-mayor---cuestiones-existenciales.pdf Lukas, E. (2009). logoterapia -La busqy¿ueda de sentido (segunda edición ed.). México: Paidós. Madrid, A. d. (septiembre de 2008). Aislamiento social de personas mayores en el municipio de Madrid: Aspectos preventivos y asistenciales. Recuperado el 16 de mayo de 2016, de http://www.madrid.es/UnidadesDescentralizadas/Mayores/Publicaciones/Aislamiento%2 0social%20de%20mayores.pdf Maslow, A. (18 de DICIEMBRE de 2016). Obtenido de APORTACIONES A LA PSICOLOGIA: http://encina.pntic.mec.es/plop0023/psicologos/psicologos_maslow.pdf Mirabal, L. H. (2012). Pepsic. Recuperado el noviembre de 2015, de http://pepsic.bvsalud.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2220-90262012000200011 Montes de oca, V. (2006). Redes comunitarias, género y envejecimiento. instituto de investigaciones sociales UNAM.
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  • 35. 34 Ramm, M. d. (s.f.). Red adultos mayores. Recuperado el 21 de febrero de 2016, de El sentido de vida y el adulto mayor en el área metropolitana de Monterrey: http://www.redadultosmayores.com.ar/Material%202013/Nacionales%20Mexico/8%20El %20sentido%20de%20la%20voda%20y%20el%20AM%20en%20Area%20Metropol%20Mo nterrey.pdf Razo-González, A., Díaz-Castillo, R., Morales-Rossell, R., & Cerda-Bareló, R. (2014). Metaanálisis del concepto calidad de vida en América Latina. Una nueva propuesta: Sentido de vida. Revista CONAMED, 19(4), 149-156. Rodrigo, J. V. (2005). Estilos parentales, clima familiar y autoestima física en adolescente. Recuperado el 23 de Abril de 20016, de http://www.tesisenred.net/bitstream/handle/10803/10184/esteve.pdf?sequence=1 Rúa, F. D. (Junio-Julio de 2003). La dinámica de las redes de amistad. la elección de amigos en el programa Erasmus. Recuperado el 22 de febrero de 2016, de http//www.redalyc.org/articulo.oa?id Sánchez Herrera, L. Y. (Segundo trimenstre de 2006). Implicaciones de la psicoterapia existencial en la búsqueda del sentido en la vejez. Imformaciones Psiquiátricas(184), 199-246. Sánchez, G. J. (2012). Teorías del desarrollo III (1° ed.). Estado de México: Red tercer milenio. Savater, F. (2003). Las preguntas de la vida . México: Ariel. Segura, F. J. (Julio- Diciembre de 2004). Redalyc. Recuperado el 19 de Abril de 2016, de RASGOS DE SENTIDO DE VIDA DEL ENFOQUE DE RESILIENCIA EN PERSONAS MAYORES ENTRE LOS 65 Y 75 AÑOS: http://www.redalyc.org/pdf/447/44740205.pdf Simkin, H. (Noviembre de 2013). Redalyc. Recuperado el 6 de marzo de 2016, de El proceso de socialización: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=14529884005 Tolstoi, L. (2011). Ana Karenina. México: Purrúa "Sepan cuantos..." Núm. 205. Valdez-Medina, J. L. (1991). Las categorís semántica, usos y apicaciones en psicología social TESIS PARA OBTENER EL GRADO DE MAESTRÍA. (f. D. PSCOLOGÍA, Ed.) Mèxico: UNAM. Velarde-Jurado, E., & Ávila-Figueroa, C. (2002). Evaluación de la Calidad de Vida. Salud Pública de México(44), 349-361. Víctor Hugo. (2013). Los miserables. México: Purrúa "sepan cuantos..." Núm. 77. Villavicencio, I. J. (2011). Escuela académico profecional de Gerontología Universidad Alas Peruanas . Recuperado el noviembre de 2015, de file:///C:/Users/ElCochinitoVel%C3%B3z/Downloads/422-1402-1-PB.pdf WHO. (Nov de 1995). The World Health Organization Quality of Life assessment (WHOQOL): position paper from the World Health Organization. Soc Sci Med, 41(10), 1403-1409. Obtenido de http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/8560308
  • 36. 35 Wolf, E. R. (1990). Antropología social de las sociedades complejas. Recuperado el 2016 de Marzo de 2016, de http://www.ciesas.edu.mx/publicaciones/clasicos/00_CCA/Articulos_CCA/CCA_PDF/020_ WOLF_Relacionesdeparentesco.pdf Yubero, S. (1999). Envejecimiento, sociedad y salud. España: Universidad de castillla-La mancha. Yubero, S. (s.f.). Socialización y aprendizaje social. Recuperado el 23 de Abril de 2016, de http://www.ehu.eus/documents/1463215/1504276/Capitulo+XXIV.pdf Zanden, J. V. (1986). Manual de psicología social. México: Paidós. Zavala G., M. (diciembre de 2006). ciencia y enfermería. Recuperado el noviembre de 2015, de http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-95532006000200007 Zucal, J. G. (2007). Haciendo amigos a las piñas. Michigan: Prometeo.
  • 37. 36
  • 38. 37 El sentido de vida en la adultez joven: sembrando sentido para cosechar en la vejez Axel Alberto González Gallegos El ritmo de nuestra vida ha cambiado mucho desde la entrada del nuevo milenio, los avances tecnológicos y científicos avanzan a una velocidad vertiginosa, y en muchos aspectos los seres humanos parecemos más alienados que antes y parece ser que de pronto todo lo que envuelve nuestra vida tiene cierta sensación de urgencia, de hacer todo rápido, sin tiempo de detenerse a pensar en la dirección hacia la que nos dirigimos y en ocasiones damos mayor importancia a los bienes materiales que obtenemos y a los medios por los cuales los conseguimos, que a nuestra felicidad y plenitud. Sin embargo esto no quiere decir que la humanidad se encuentre sentenciada a un destino catastrófico, decía Albert Einstein “La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a las personas y a las naciones porque la crisis trae progreso” y ello quiere decir que quizá nos encontramos en el momento indiciado de revisar nuestros actos y la dirección que estamos tomando no solamente pensando en el colectivo, sino de forma individual. Las crisis existencialistas a veces nos ayudan, en principio con todos los cuestionamientos que nos planteamos, a encontrar las respuestas adecuadas y con ello crecer como personas. Es sabido que la vida del ser humano se ha clasificado por etapas desde distintas perspectivas con el objetivo de poder atender las necesidades específicas de cada una de ellas, y sí bien cada etapa está bien definida por características propias, no deja de ser un individuo único e irrepetible el que las atraviesa, y debemos entender
  • 39. 38 que las etapas aunque distintas las unas de las otras, conforman en conjunto el desarrollo entero a lo largo del ciclo vital del ser humano. El conjunto de experiencias a lo largo de nuestra vida estarán definiendo quienes somos y cómo nos comportamos, y cada paso que demos tendrá una repercusión en nuestra existencia, y por ello nuestros actos no deben estar resueltos al azar, debemos pensar en el rumbo al que nos dirigimos y planificar que es lo que necesitamos hacer para llegar hasta nuestro objetivo. Decía Sigmund Freud “Infancia es destino” y sí lo pensamos bien esta frase no solo se refiere a que las conductas y hábitos que se forman en las primeras etapas de la vida serán las que guíen nuestro futuro, sino que, como dicta una de las máximas de la física “a cada acción corresponde una reacción de igual magnitud pero en sentido contrario”. Entonces inevitablemente nuestras conductas y experiencias vividas en nuestro pasado forman parte de nuestro aprendizaje y conocimiento, y determinarán en mayor o menor medida la forma en que respondemos ante las exigencias de nuestra vida. Ahora, sí analizamos la perspectiva de Viktor Frankl con respecto al sentido de la vida como una experiencia totalmente personal de cada uno de nosotros y que la pregunta por la vida está enfocada en las respuestas que debemos darle a las circunstancias que se nos presentan y la manera en como enfrentamos la adversidad y significamos aquellos impulsos que nos permiten seguir adelante, debemos entender que el sentido de vida exige una reflexión profunda de nosotros mismos y de la etapa de vida e incluso de desarrollo en que nos encontramos, para poder entenderla mejor y no solo eso, sino que también tengamos la capacidad de tener un sentido de vida con una perspectiva más proyectiva y no solo de inmediatez. Podríamos hablar también de la perspectiva de Sartre (1985) con respecto al sentido de la vida, que por sí misma carece de uno. La vida antes de vivirla no
  • 40. 39 representa nada, por ello debemos darle un sentido. Y debemos construir un proyecto de vida que dé sentido a nuestra existencia. Al hablar de los jóvenes adultos nos referimos a la etapa del desarrollo humano de la teoría de “Las etapas Psicosociales del desarrollo” propuesta por Erick Erickson (1989), en la que comprende un parámetro etario de los 20 a los 30 años, en esta etapa, las personas comienzan a buscar una mayor estabilidad en sus vidas, desde el aspecto afectivo en el que se fortalecen los lazos en pareja o con algún par en otro ámbito de su vida y es en esta etapa en la que los individuos comienzan a plantearse metas y objetivos a cumplir y surge también la necesidad de tener un sentido de vida propio. Y también de acuerdo a la misma teoría de Erickson, sí no se cuenta con las herramientas necesarias para enfrentarse a la vida adulta, el individuo puede aislarse, y sí esto lo relacionamos con el sentido de vida, al no ser capaces de responder ante las exigencias de la vida misma, se podría decir que la persona se encuentra en a la deriva en una encrucijada existencialista que le impide avanzar, y la añoranza de los momentos más sencillos de la vida en las etapas anteriores puede provocar conductas regresivas en las que sienta la necesidad de no crecer, de detener el tiempo o inclusive de volver en él. La importancia de plantearse objetivos claros durante esta etapa radica en la planeación del futuro y de los actos presentes que nos guían para alcanzar a cumplirlo, además de contemplar las circunstancias actuales de la vida del individuo, su contexto y sus aptitudes. Sí bien para estos momentos, contextualmente hablando de la situación de los jóvenes mexicanos, la mayoría se encontrará laborando o estudiando, a veces pareciera haber cierta falta de reflexión sobre el sentido de la vida, y nuestro estilo de vida actual no contribuye mucho, constantemente nos encontramos realizando actividades por “cumplir” con lo socialmente establecido, con lo que se espera de
  • 41. 40 nosotros de acuerdo a nuestra edad, nuestro género e incluso a las costumbres familiares. Es bien sabido que hay muchos jóvenes universitarios que estudian ciertas carreras con el fin único de satisfacer a su familia, o seguir la trayectoria de sus figuras paternas. La voluntad y deseo de proponerse objetivos propios se ve sesgado desde etapas anteriores, y gobierna un sentido de complacencia para con los demás anteponiendo los logros socialmente impuestos, a la felicidad y plenitud propia. Sin embargo, esto no quiere decir que se trate de una norma, son muchas también las personas que, sin la necesidad de caer en actos de rebeldía, plantean sus propios objetivos a corto, mediano y largo plazo, que encuentran motivación para vivir no solo en los logros sino también en la adversidad e incluso en el sufrimiento como medios para fortalecerse, tanto espiritual como mentalmente. Todos estos factores pueden presentarse en distintos momentos de nuestra vida y sobre todo en esta etapa. No siempre seremos complacientes y tampoco alcanzaremos todas las metas propuestas, sin embargo debemos buscar un equilibrio, un punto medio que permita que nuestra vida sea satisfactoria, con retos, y momentos en los que debemos renunciar a ciertas cosas. El sacrificio es una constante de nuestra existencia, y debemos aprender a diferenciarlo de la rendición, con ello me refiero a que sí nosotros renunciamos a algo simplemente porque ya no nos es satisfactorio o porque nos vemos obligados a hacerlo, dejará cierto vacío en nosotros y tendríamos que vivir (de acuerdo a que tan apegados estábamos a la circunstancia, objeto o sujeto) un duelo por la pérdida del mismo, sin embargo en el sacrificio estamos renunciando a algo para poder obtener en el futuro un beneficio mayor. Uno de los caminos que menciona Frankl para dar respuesta a la pregunta por el sentido de la vida es el sufrimiento, que suele ser el más complicado de aceptar y
  • 42. 41 que a su vez es uno de los más profundos y reflexivos, y para ello debemos darle también su propio sentido, ya que sin eso, el sufrimiento se torna uno de los peores enemigos de la voluntad del ser humano. Tratamos de evitar el dolor porque no nos es placentero, pero sí le damos un valor, éste se convierte en aprendizaje y motivación. El cambio entre cada etapa de desarrollo representa, en mayor o menor medida de acuerdo a cada individuo, una pérdida. En este caso comenzamos a depender menos de nuestros padres, y tenemos un mayor número de responsabilidades, y con ello aumentan también el número de decisiones que debemos tomar por nosotros mismos, y se supondría que a su vez somos más conscientes de nuestros actos, y de cómo éstos afectan nuestra vida y la de los demás, exigiéndonos ser más reflexivos y analíticos para no tomar las cosas a la ligera. Otro camino que menciona Frankl es la aceptación de una donación de la existencia o el sentido del amor que corresponde a esta capacidad del ser humano no solo de maravillarse y anhelar a ciertos objetos y sujetos, sino también este sentido profundo de protección y de amar y ser amado. El sentido del amor constituye así uno de los impulsos más grandes para encontrar sentido a la vida. Y como habíamos mencionado con anterioridad en esta etapa de la adultez joven se comienza a decidir también sí se desea compartir esta vida con alguien y con quién se desea, no obstante el amor no necesariamente se refiere a la vida en pareja, sino que también a las actividades que realizamos y a uno mismo. Sin la necesidad de caer en el hedonismo debemos ser capaces de apreciar también aquellas experiencias que nos generan placer y bienestar, en reconocer tanto el proceso como el esfuerzo que requiere alcanzarlas, y durante la etapa de la adultez joven, serán constantes las situaciones en que esto suceda. Podríamos decir que de cierta forma seguimos respondiendo al conductismo psicológico de estímulo-respuesta, sin embargo, deja de ser un simple instinto
  • 43. 42 primitivo cuando comenzamos a involucrar nuestros sentimientos, emociones, deseos y pasiones, perseguimos algo más que el simple impulso de satisfacer nuestras necesidades básicas. Con ello me refiero a que también es una característica más racional del ser humano el deseo de trascender, y en esta etapa se puede observar con claridad, La mayoría de nuestros actos ya no están enfocadas solo a la supervivencia, sino al deseo de hacer algo con nuestras vidas, como dice una frase popular “cuando se es joven uno quiere comerse el mundo” anhelamos ser reconocidos por aquellas cosas que consideramos son nuestras mejores cualidades y atributos. Ahora hablemos de los estudiantes de la licenciatura en gerontología, y sé que parece un cambio radical de tema pero a continuación explicaré la importancia de abordarlo en este punto. En México existen alrededor de 10 055, 379 personas adultas mayores, lo que representa un 8.9% de la población. INEGI (2013). Este aumento de la población adulta mayor en el país llama a la pronta acción para poder hacer frente a los fenómenos que desencadena esta situación. Dentro de todas las acciones que se han tomado para atender las necesidades de la población adulta mayor, surge la profesionalización de la Gerontología en el país, con el objetivo de formar profesionales capaces de brindar una atención integral a las personas adultas mayores. Primero que nada al hablar de estudiantes de la licenciatura en gerontología me refiero específicamente a aquellos que la cursan en la Universidad Estatal del Valle de Ecatepec, en segundo lugar, la gerontología como estudio de la vejez, el proceso de envejecimiento y de la persona que envejece constituye un campo de conocimiento que busca de forma integral atender a las personas adultas mayores y todo lo que les rodea.
  • 44. 43 Hay que tener en claro que los jóvenes de hoy serán los viejos del mañana, y el hecho de que existan jóvenes estudiantes que estén enfocados en la atención de las personas adultas mayores, resulta de cierta forma ventajoso para ellos, puesto que la adquisición de conocimientos respecto al área y las experiencias académicas e incluso profesionales en algunos casos, les permite tener una perspectiva distinta de la vejez. Todas estas circunstancias supondrían una visión más cercana y consiente del propio envejecimiento, y digo supondría porque pueden existir sus excepciones y habrá inevitablemente quien a pesar de sus conocimientos vea como ajeno de sí mismo a la vejez y el envejecimiento. No quiero decir tampoco que solamente los jóvenes que estudian la licenciatura en gerontología son los únicos que piensan en su vejez y en su sentido de vida, pero sí cuentan con ciertas herramientas que se les han sido facilitadas dada la naturaleza de su formación académica, que les permite identificar no solo aquellos hábitos que mejorarán su estilo de vida y su salud, sino que también aquellas cosas que los hacen sentir plenos. Es decir el estudio de la vejez, el envejecimiento y la persona que envejece requiere abarcar distintas áreas de conocimiento para alcanzar a comprender esta etapa de la vida y todos sus procesos, y de ahí surge el interés por analizar la pregunta por la vida durante la vejez, y también de cómo el sentido de vida desde la perspectiva del desarrollo humano innegablemente puede guiar a los individuos al mejoramiento de su bienestar y a entender su propósito vital, para con ello alcanzar un estado consiente y responsable de su propia existencia. En este caso no solo de las personas que reciben la atención del Gerontólogo, sino que el mismo estudiante sea capaz de desarrollar a lo largo de su formación estas capacidades. Retomando el tema del sentido de vida, la formulación de un sentido en la adultez joven, independientemente de sí se trata de un individuo con una formación académica en gerontología, o inclusive sin educación universitaria, debería ser
  • 45. 44 necesaria, ya que, de no hacerse en este momento, al llegar a la vejez suele ser más complicado poder realizarlo, y surge entonces el arrepentimiento de no haber hecho, todas estas ideas de “hubiera dicho”, “hubiera hecho”, “me hubiera gustado”, y sí bien la vejez no es sinónimo de finitud y tampoco significa que seamos incapaces de hacer las cosas, resulta en la mayoría de los casos, más complicado el poder recuperar todo el tiempo perdido. Sí una persona que se encuentra entre los 20 y 30 años de su vida comienza a plantearse objetivos claros, racionales, e identifica con claridad todo aquello que en ese momento y hasta ahora ha constituido una razón para vivir, podrá descubrir en un futuro, de acuerdo a sus circunstancias y con las oportunidades que se le presentan, su sentido de vida. En repetidas ocasiones dentro de mi quehacer como gerontólogo he podido analizar este tipo de circunstancias, desde atender a aquellas personas que aún no han formulado su sentido de vida, hasta aquellas que parecen tenerlo resuelto y alcanzado la plenitud en su vida. En este sentido una de las grandes diferencias entre ambos grupos es la perspectiva que tuvieron de su vida durante su juventud, mientras que algunos hablan de cómo su vida estuvo llena de privaciones, de circunstancias adversas que les impidieron ser felices, y de cómo su situación actual carece de esperanza alguna de poder disfrutar la vida ya que “la economía no da para más” o porque los problemas de salud y las capacidades físicas ya no son lo que eran antes, para otros a pesar de todo ello, tuvieron siempre una sensación de esperanza, de que la adversidad y la dificultad no deben ser solo aceptadas como un facto vital, sino que también pueden ser superadas. La esperanza juega un papel importante para poder seguir adelante, pero ésta, no debe ser solo observada como una probabilidad de que las cosas mejoren, sino
  • 46. 45 como la posibilidad de ser nosotros mismos los protagonistas del cambio necesario para que nuestra vida sea mejor. Ahora bien, tampoco debe ser sentencia para aquellos que a lo largo de su vida no han podido encontrar esperanza el que en su vejez siga así su situación, por el contrario estos individuos necesitan también del apoyo de otros para poder salir adelante y encontrar su sentido de vida, pero ese sería otro tema también bastante interesante. Por otro lado, si podemos decir que aunque nadie tiene seguro amanecer al día siguiente, las personas que aún son adultos jóvenes, tienen en sus manos una preciosa oportunidad, una oportunidad que invita al cambio, a la reflexión, a decisiones consientes, a sacar lo mejor de uno para enfrentarse a las circunstancias de la vida, a encontrar en este momento el sentido de vida que conmueva en lo más profundo de su ser todo aquello que represente la esperanza en su futuro. Pero sobre todo tiene que ser una oportunidad y un llamado a la acción, a mantenernos con vida a pesar de la adversidad y el sufrimiento, una invitación plena al amor, y me refiero al amor como este sentimiento de protección. Para ello debemos también ser conscientes de que a lo largo de nuestra vida habrán todavía más perdidas, más problemas, que nuestro contexto actual y el que se avecina no lucen prometedores, que indudablemente habrán circunstancias poco agradables que no podremos cambiar y que tenemos que aceptarlas, aun cuando sean los tragos más amargos, debemos aprender a resistir todos estos aspectos y defender aquello en lo que creemos, que nos motiva a seguir vivos. Incluso sí cometemos errores, por ejemplo en los maravillosos textos del poema de Dante Alighieri “La divina comedia” en la que el personaje principal a pesar de no poder haber evitado el pecado como había prometido, fue capaz de cruzar el infierno y el purgatorio para rescatar a su amada, todo aquello que diera sentido a su
  • 47. 46 existencia era digno de ser rescatado a pesar de la condena atroz de su alma y de los largos tormentos que tuvo que atravesar. A veces al hablar del Sentido de Vida, pareciera que todas las visiones (desde la teoría y desde aspectos no teóricos) son siempre positivas. No obstante no podemos dejar de observar que el Sentido de Vida, no siempre se encuentra fundamentado en actos nobles, o en personas “buenas”, a veces el sentido de vida al ser una búsqueda totalmente personal, puede llegar en actos de egoísmo. Por poner un ejemplo en el cuento “El deseo de ser un hombre” de Villiers de L’Isle Adam de su libro “Cuentos Crueles” se relata la historia de un viejo actor de comedias que al pasear por las calles de noche en una ocasión al verse frente a un espejo se da cuenta de que ya es una persona vieja, y que esto representaba indudablemente un retiro absoluto de la escena y de sus actuaciones, y que para fortuna suya recordó que se le había nombrado para cuidar un viejo faro, por principio tomó esto como una salvación de su situación actual, y casi desesperado se pide a sí mismo conservar la calma enunciando lo siguiente “vamos, calma y… ¡sepamos ser hombre¡” ante esta última exclamación nuestro personaje hace una reflexión breve de su vida en la cual recuerda que como actor siempre había interpretado las pasiones de los hombres, pero no tiene memoria alguna de haber sido él mismo, por ello y para dar sentido a su nueva existencia como hombre decide cometer un acto atroz y provoca un incendio, ya que para él, el sentido último de su vida era pasar sus últimos días viviendo el remordimiento. Este texto de Villiers, sirve como referencia de que en esencia el sentido de vida de la persona nos motiva a existir, sin embargo no todos los actos que nos guían a responder a la vida misma son nobles o buenos. Al mismo tiempo podemos ver cómo la falta de reflexión con respecto al sentido de vida del personaje del cuento de Villiers en su juventud lo orillan a tomar de forma presurosa decisiones que le brinden esa estabilidad ante la crisis existencial que estaba viviendo, ya que no se preocupó con anterioridad el haber pensado y planificado lo que sería de su vejez.
  • 48. 47 Muchas veces como jóvenes no tenemos la pericia de planificar nuestra vejez, o ni siquiera somos capaces de vislumbrarnos como jóvenes, por lo general cuando somos niños y adolescentes existe la constante pregunta ¿qué vas a ser cuando seas grande?, y la visión que creamos no suele ir más allá de los 40 años, pensamos en aquellas cosas que haremos cuando trabajemos y cuando podamos decidir por nosotros mismos, sin embargo no pensamos en lo que haremos y deseamos para nosotros cuando dejemos de trabajar, cuando nuestra salud comience a deteriorarse igual que nuestro cuerpo. Y no porque la vejez sea sinónimo de enfermedad, sino porque sabemos que nuestras capacidades se verán disminuidas gracias a procesos naturales. Pero quizá no pensamos en ello porque la vejez es la última etapa de nuestra vida y por lo tanto la más cercana a la muerte, y aunque nuestra formación académica, los avances científicos, nuestras creencias y los medios, nos hablen de la muerte constantemente, y se tengan algunas respuestas con respecto a este tema, no podemos evitar este sentimiento de incertidumbre ante ella, debido a que la muerte de la que se habla es, casi siempre, la muerte de los otros o la Muerte como algo impersonal. Podríamos preguntarnos como ya lo han hecho muchas personas a lo largo de la historia de la humanidad ¿cuál es el sentido de vivir sí al final moriremos?, y aunque para muchos resulte algo abrupta esta pregunta, que a su vez deja claro que es cierto que al final todos alcanzaremos el mismo destino, no podemos permitirnos estar a la deriva y simplemente dejarnos morir, como se mencionaba con anterioridad de acuerdo con lo que dice Frankl, la muerte igual que el sufrimiento es inevitable, pero se convierten en veneno para la voluntad del ser humano sí no le damos un sentido, de otra forma serían solo absurdo, y el hecho de que muramos nos permite también apreciar más la vida, como un privilegio y oportunidad de trascender incluso más allá de nuestra propia muerte a través de la memoria de las personas con las que compartimos nuestra vida.
  • 49. 48 La construcción de un legado, del sentido de vida comienza en el presente y una de las etapas de la vida es en la adultez joven, cuando dejamos de pensar en todo aquello que nos gustaría ser o tener y comenzamos a actuar para alcanzar nuestros objetivos, cuando nuestra personalidad está más definida y nuestras capacidades cognitivas y funcionales se encuentran en su mejor momento. El sentido de vida en jóvenes adultos es la base de lo que vendrá para nosotros mismos cuando seamos viejos, es como hablar de una semilla, que debe sembrarse, que requiere de esfuerzo y constancia, de estar una y otra vez analizando la situación en la que se encuentra y que necesita para crecer hasta que comience a retoñar, una vez que tengamos una planta requerirá mayor atención, protegerla de la adversidad, de las plagas como el ocio, el desinterés, el dolor sin sentido, el conformismo, y poco a poco irá aumentando su tamaño, nos guiará a nuestra adultez en la que ya no solo seremos más conscientes de nosotros mismos, muy probablemente estaremos compartiendo el conocimiento con los demás, con aquellos que son más jóvenes que nosotros y estaremos educando a las futuras generaciones, ya sea de forma directa o indirecta, y todo aquello que hemos sembrado pronto se convertirá en un árbol, que tendremos que podar de vez en cuando, cuidar que sus ramas no se pudran, para encontrar en su sombra la paz que buscamos, quizá ya no se parezca a la pequeña planta que teníamos antes, sin embargo será el resultado de decisiones, de sacrificios, de caminos recorridos, personas que van y que vinieron. Es un arduo trabajo y una preocupación más que agregar a nuestra vida cotidiana, sin embargo prestar atención a nuestro sentido de vida como prioridad nos permitirá que cuando lleguemos a la vejez tengamos la oportunidad de voltear la vista atrás y sentir orgullo por haber logrado tantas cosas, aun cuando hayan algunas que no pudimos lograr valdrán más todas aquellas que se convirtieron en una realidad tangible.
  • 50. 49 En cierto punto y no necesariamente en la vejez, podremos cosechar algunos frutos de este largo proceso, comenzarán a aparecer de a poco los logros alcanzados y es importante seguir planteándose otros nuevos, algunos proyectos aún no estarán completamente maduros, otros tantos se habrán podrido y se convirtieron en abono, en conocimiento y experiencia, habrán nuevas situaciones que no se habían presentado con anterioridad, nuestra fuerza tal vez no sea la misma para algunas cosas, pero al final, llegada la vejez, habrán más frutos, aprenderemos a reconocer los mejores, los que nos motiven a mantenernos vivos, la experiencia que hemos adquirida junto a los nuevos conocimientos que tengan aquellos que nos rodean nos guiarán hacia el sentido último de nuestras vidas. Todo empieza con una semilla de sentido en la adultez joven para cosechar en la vejez. Bibliografía: Dante Alighieri (2011), La divina comedia, Editorial Océano Exprés. Erikson H. Erik (2011), El ciclo vital completado, Paidós. INEGI. (2013), Población, Hogares y Vivienda. Obtenido de Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Sartre J. P. (1985), El existencialismo es Humanismo, Ediciones del 80. Ulises Tomas (2011), Las ocho edades del Hombre – Erick Erickson, Revista digital El Psicoasesor, encontrado en http://elpsicoasesor.com/las-ocho-edades- del-hombre-erick-erickson/ Viktor Frankl (2004), El hombre en busca de sentido, Editorial Herder.
  • 51. 50
  • 52. 51 Espiritualidad como mecanismo del sentido de vida Ricardo Díaz-Castillo Introducción La espiritualidad se refiere al estado de bienestar y armonía, que involucra una sensación de paz y esperanza; puede ser alcanzado a través de una conexión inmaterial con la humanidad, la naturaleza, el universo y/o un ser superior o Dios, dicho estado implicaría un equilibrio o congruencia psicológica entre lo que se siente (emociones y sentimientos), lo que se piensa (pensamientos) y lo que se hace (conductas), brindando propósito y sentido a la vida. Ahora bien, durante mucho tiempo se nos ha hecho pensar que la espiritualidad solo puede ser alcanzada en términos y prácticas religiosas, es decir, pareciera exclusiva de la religión, la divinidad o lo sagrado, esta creencia hace suponer que la espiritualidad está limitada sólo los creyentes. En este contexto, es importante preguntarse ¿Qué sucede con las personas que no creen en Dios? Luego entonces, ¿No pueden alcanzar esa sensación de bienestar y armonía que los conecte con un significado o propósito de vida? El ejemplo claro que demuestra que se puede ser profundamente espiritual sin tener la creencia en una divinidad o Dios es el Budismo, que dicho sea de paso es una de las religiones más antiguas del mundo, y sí, representa la religión sin Dios y posiblemente una de las más espirituales. Una vez que hemos entrado a los terrenos de la religión, es imponte tomar en cuenta que en el mundo, la religión con mayor número de creyentes es la Cristiana, que representan el 32.8% de la población mundial, posteriormente le sigue la religión Musulmana o el Islam, cuyo porcentaje de creyentes es de 22.5% de la población,
  • 53. 52 en suma, esta dos religiones superan a la mitad (55.3%) de la población mundial (Association of Religion Data Archives [ARDA], 2010; Tabla 1). Es importante mencionar, que en la cifras anteriores se consideró a la religión Cristiana como una sola, sin embargo esto no es así, al respecto, se han identificado alrededor de 20 diferentes iglesias del cristianismo, entre éstas destaca la Iglesia Católica Apostólica y Romana como la que mayor cantidad de creyentes tienes (1.05 billones), seguida de la Iglesia Griega Ortodoxa (240 millones), la Iglesia Africana Iniciada (110 millones) y el Pentecostalismo (105 millones), en entre otras (Estadísticas sobre religiones, 2005; Tabla II). Tabla 1. Distribución de religiones en el mundo por cantidad de creyentes (ARDA, 2010). Posición Religión Cantidad de creyentes Porcentaje 1 Cristianos 2,262,586,422 32.8 2 Musulmanes 1,552,330,194 22.5 3 Hindúes 948,950,149 13.8 4 Agnósticos 676,535,484 9.8 5 Budistas 494,893,753 7.2 6 Universalistas chinos 434,575,782 6.3 7 Religiones autóctonas 242,515,807 3.5 8 Ateos 136,582,254 2.0 9 Nuevas religiones 63,005,203 0.9 10 Sijs 24,055,806 0.3 11 Judíos 13,954,269 0.2 12 Espiritistas 13,702,705 0.2 13 Taoístas 8,429,419 0.1 14 Confusionismo 8,131,078 0.1 15 Bahaísmo 7,305,110 0.1 16 Jainismo (oriente) 5,377,576 0.1 17 Sintoísmo (oriente) 2,760,928 0.0 18 Zoroastrianos 197,080 0.0 Tabla 2. Distribución de religiones en el mundo por cantidad de creyentes (Estadísticas sobre religiones, 2005).
  • 54. 53 Posición Iglesia Cristina Cantidad de creyentes 1 Iglesia Católica Romana 1.05 billones 2 Iglesia Griega Ortodoxa 240 millones 3 Iglesia Africana Iniciada 110 millones 4 Pentecostalismo 105 millones 5 Iglesia Reformada/Presbiteriana/Congregacional 75 millones 6 Iglesia Anglicana /Episcopal 73 millones 7 Iglesias Bautistas 70 millones 8 Iglesia Metodista 70 millones 9 Iglesia Luterana 64 millones 10 Testigos de Jehová 14.8 millones 11 Iglesia Mormona (de los Santos de los Últimos Días) 12.5 millones 12 Iglesia Adventista de Séptimo Día 12 millones 13 Iglesia Apostólica/Apostólica Nueva 10 millones 14 Iglesias surgidas del movimiento de restauración iniciado por Stone y Campbell (Iglesia de Cristo, Discípulos de Cristo) 5.4 millones 15 Pensamiento Nuevo ( Unity , Ciencia Cristiana) 1.5 millones 16 Hermanos 1.5 millones 17 Iglesia Menonita 1.25 millones 18 Cuáqueros/Amigos 300,000 Recientemente el Pew Research Center (PRC; 2015) señaló que aunque actualmente el número de cristianos sigue rebasando a otras religiones, el Islam es la religión de más rápido crecimiento, específicamente señaló que pasará de 1600 millones (en 2010) a 2760 millones en el 2050. Para entonces, los musulmanes representarán casi un tercio de la población mundial total proyectada aproximadamente en 9000 millones de personas, casi la misma cifra que alcanzará la religión Cristiana (N = 2920 millones; 31%). Además, el estudio del PRC (2015) pronostica otros datos interesantes sobre cómo se comportarán las religiones y sus fieles en 2050. De acuerdo con sus cifras, en Estados Unidos, los ateos, los agnósticos y personas no afiliadas a la religión aumentarán de 16% a 26%. Por su parte, la población de cristianos se reducirá, del 75% al 66% y los musulmanes superarán a los judíos como la religión no cristiana más numerosa. Específicamente respecto al Cristianismo, se pronosticó que 106 millones de personas lo abandonarán, aunque 46 millones se convertirán al mismo.
  • 55. 54 En México, en los últimos 16 años al igual que la población en general, el número de creyentes o fieles religiosos también se ha incrementado, por ejemplo, en 2000 el número de católicos fue de 74,612,373 mientras que para 2010 fue de 92,924,489, así también ha sucedido con protestantes y evangélicos, testigos de Jehová, adventistas, mormones, judíos e incluso musulmanes, así mismo, se ha visto un incremento en el número personas que declaran no tener creencia religiosa, en 2000 esta población fue de 3,982,929, mientras que en 2010 el dato se incrementó a 5,262,546 (Instituto Nacional de Estadística y Geografía [INEGI], 2000; 2010; Tabla 3). Aunque esta situación se entiende debido al incremento mismo de la población, hay que considerar que el crecimiento de católicos no es tan significativo como el caso de los protestantes y evangélicos o los musulmanes quienes incrementaron en alrededor del 100%, esto mismo se vio en el caso de las personas que se declararon como no creyentes, esto deja en evidencia la transición que existe entre las religiones o la no religión. Tabla 3. Incremento de fieles de la religiones y de los no creyentes (INEGI, 2000; 2010). Religión 2000 2010 Católica 74,612,373 92,924,489 Protestante y Evangélica 4,408,159 8,386,207 Testigos de Jehová 1,057,736 1,561,086 Adventista 488,945 661,878 Mormona 205,229 314,932 Judía 45,260 67,476 Islámica 1,780 3,760 No creyentes 2,982,929 5,262,546 Los datos anteriores fueron reportados por el INEGI como resultado de los censos de los años 2000 y 2010, al respecto, Masferrer (2013) considera que en dichos
  • 56. 55 censos hubieron condiciones que pudieron obstaculizar la recopilación de información, por ejemplo, la discriminación o que contesten otras personas en lugar de los encuestados, por ello, hizo una revisión de las estadísticas del INEGI en comparación con datos del Vaticano. Entre sus observaciones destacan que a lo largo del tiempo, de 1970 a 2010 el porcentaje de población católica ha descendido de 96.17% a 82.72%. Así mismo, señaló que en sentido estricto es decir, considerando los sacramentos católicos, el porcentaje disminuye aún más, ya que de total de nacidos sólo el 73.80% son bautizados como católicos. Así mismo, el porcentaje desciende conforme se avanza en las etapas de la vida y se llega el momento de otros sacramentos, por ejemplo, en 2008 de 2,636,110 niños nacidos, 73.69% fueron bautizados, 54.04% realizaron su primera comunión y 43.59% su confirmación, es decir sólo 4 de cada 10 católicos confirman su fe, a través de los sacramentos. Esto se replica en el caso de los matrimonios, de los cuales sólo uno de cada dos matrimonios católicos fue por iglesia. Considerando todos los datos, el autor señala que en realidad el número de personas que realmente son católicos, de tal manera que considerando los propios estatutos de la iglesia católica, el porcentaje de católico en México es mucho menor del reportado por el INEGI. Por lo anterior, el autor (Masferrer, 2013) establece un rango de entre 42.14% y 73.8% de la población católica y concluye señalando que menos de la mitad de los mexicanos podrían ser considerados católicos y que el resto optó por suscribirse a alguna de las múltiples disidencias religiosas, que van desde los evangélicos, pentecostales, protestantes y católicos convertidos al New Age, no creyentes y agnósticos, hasta las otras propuestas religiosas que se están consolidando en la sociedad mexicana. Estos datos explicarían porque el porcentaje de católicos ha aumentado tan poco con respecto a otras religiones o incluso a la no creencia religiosa. Estos cambios demográficos de la religión parecieran confirmar lo que Durkheim (1982) señaló como el riesgo más aterrador contra la institución religiosa, es decir, pareciera que las sociedades religiosas se disuelven, formándose entonces sociedades seculares, a través del proceso de secularización, según el autor, las