2. Vivir Para Servir:
La Historia de San Juan de Dios.
Para comprender la vida de San Juan de Dios solo hace falta conocer los motivos de
su muerte, ya que las acciones que provocaron la enfermedad que finalmente se lo
llevó de este mundo, lo describen íntegramente. Dejando en claro que su muerte fue
solo un paso más, en plenitud, de su misión en la vida: servir al prójimo.
La vida de Juan de Dios sirvió de guía. La hospitalidad por la que vivió se
transmitió por generaciones hasta el día de hoy, donde su ejemplo de vida es una
identidad cada vez más grande, repetida en el mundo entero con una clara
misión: ayudar al prójimo.
3. Juan Ciudad
La persona que se inmortalizó como Juan de Dios, nació en Portugal con el nombre
de Joao Cidade (“Juan Ciudad” en portugués). Su nacimiento tuvo lugar en un
pequeño pueblo llamado Montemor-o-Novo, ubicado a unos 100 kilómetros de
Lisboa, hacia el centro del país.
Cuando tenía menos de 10 años se trasladó a España. Este fue su primer gran
viaje, quizás inconscientemente estaba dando los primeros pasos de una vida en la
que recorrió muchos kilómetros, en un continuo peregrinaje que lo fue cultivando. Se
instaló en Torralba de Oropesa, municipio español de la provincia de Toledo (cercano
a Madrid). Allí comenzó su primera labor, la cual se transformaría en una de sus
etapas de mayor aprendizaje, trabajando como pastor al cuidado del ganado y en las
tareas del campo.
4. Juan El Guerrero
Los comienzos del Siglo XVI trajeron consigo infinidad de conflictos bélicos. Las
guerras e invasiones eran moneda corriente en aquella Europa convulsionada y en
permanente metamorfosis. El ejército fue la excusa que encontró Juan para poder
viajar y conocer otros horizontes, y con esa meta se enroló como soldado en las tropas
del conde de Oropesa, que servía al emperador español Carlos V.
Las batallas en las que Juan participó hicieron mella en el interior de Juan, ya que
vivió en primera persona el sufrimiento del ser humano y la amenaza constante
de la muerte. Vio las caras del dolor, soportó tanto el propio como el ajeno, para
terminar de comprender que la violencia era el peor enemigo del hombre. Todos estos
años en el frente de batalla desarrollaron, sin duda alguna, el carácter de Juan de Dios.
5. Juan El Peregrino
Finalizada su experiencia bélica, comenzó para Juan una nueva etapa de aprendizaje y mucho
andar. Este periodo fue un periplo constante, con una vida nómade en la que iba alternando oficios
y residencias. Todo comenzó con su vuelta al origen: Portugal. Su servicio en el ejército finalizó en
el puerto de La Coruña, y desde allí decidió tomar rumbo sur para llegar a su país y pueblo de
nacimiento, Montemor-o-Novo.
Su intención era reencontrarse con sus familiares y con todo lo que, de muy joven, había
dejado en esas tierras. Pero para su lamento no logró su principal propósito que era el de volver a
ver a sus padres, ya que su madre había fallecido y su padre estaba como interno en un convento.
Este duro golpe, en lugar de detenerlo, fortaleció su espíritu y sus pasos para continuar su camino.
Fue entonces que comenzó a variar destinos y profesiones: pastor en Sevilla; constructor de
murallas en Ceuta; vendedor de libros en Gibraltar y finalmente Granada, lugar que también pensó
como lugar de paso. Pero hubo algo de esta ciudad andaluza que lo cautivó y lo atrapó, y fue aquí
donde echó raíces para, más adelante, concretar su obra eterna.
6. La conversión de Juan
Fue tal su cambio, que lo llevó a destruir los libros que vendía y
comenzó a caminar por las calles gritando con alegría. Los que
conocían a Juan, lo respetaban como un librero serio y educado, y ante
su comportamiento extraño, pensaron que había enloquecido. Por ese
motivo fue internado en el Hospital Real de Granada. Durante esa
estadía, Juan pudo tomar nota de cómo se trataba a los pacientes y
comenzó a pensar en su nuevo proyecto: “Jesucristo me traiga tiempo
y me de gracia para que yo tenga un hospital, donde pueda recoger a
los pobres desamparados y faltos de juicio, y servirles como yo deseo.”
El 20 de enero de 1539, con 43 años, Juan comenzó su conversión a Juan de Dios. El
sermón de Juan de Ávila, durante la fiesta de San Sebastián, hizo eco en su mente y alma. El
predicador habló de misericordia, de injusticias y de la obligación de ayudar a los necesitados.
Juan sintió que las sagradas palabras eran dirigidas exclusivamente para él. Fue a partir de
ahí que la transformación interior comenzó en él, convencido de que su misión en la tierra era
obrar para el prójimo.
7. Convicción y una Meta Concreta
Del Hospital Real de Granada salió convencido de cual sería, de ahí en más, su propósito
en la vida: ayudar a los más necesitados. Su vocación hospitalaria se impuso a las
limitaciones con las que contaba (restricciones económicas y de espacio, sobre todo), y
buscando espejar su solidaridad, fue encontrando personas que apoyaron su causa.
Primero viajó al monasterio de Guadalupe, donde no solo recibió la bendición de la Virgen
sino que además aprendió mucho de un hospital de los Monjes Jerónimos que atendía en
ese municipio (actual comuna de Extremadura).
A partir de este aprendizaje, regresó más
preparado a Granada en donde dio el
primer paso hacia su propio hospital. Una
familia le cedió el zaguán de su casa y
allí Juan comenzó a acoger personas
necesitadas que encontraba en la calle
para atenderlos y alimentarlos.
8. Admiración y Guía
San Juan de Dios, su lucha y su obra, fueron un ejemplo a seguir para muchas
otras personas, y no tardó en contar con un sinfín de colaboradores, de
diferentes ámbitos y profesiones, que le brindaron su tiempo y servicio a
disposición de su misión. Se formó así una gran familia, que día a día trabajaba
con el objetivo de ayudar y atender a los más necesitados.
El circulo de la generosidad se retroalimentaba, y mientras la casa de Juan
más daba, más recibía: no solo se multiplicaban las personas necesitadas, sino
también los colaboradores.
9. Pionero de la Medicina Moderna
Juan de Dios fue un visionario, que contando con estudios básicos de enfermería,
introdujo cambios no solo en el modo de curar sino también en la gestión y
optimización de recursos. Su hospital funcionaba gracias a una diaria organización,
que se adaptaba a la cantidad de pacientes de cada jornada, incorporando criterios,
asignando prioridades de acuerdo a la gravedad de los enfermos e incluso
atendiendo según las patologías. Estaba viendo la luz uno de los pilares de la
Orden de San Juan de Dios: “Hacer el bien, bien hecho”.
Más allá de toda la ayuda recibida, los recursos para mantener el hospital activo
escaseaban. Apoyándose en sus Hermanos, que quedaron a cargo del lugar, Juan
inició una nueva recorrida en busca de apoyo económico. Anduvo por media
España: Castilla, Andalucía y Valladolid, entre otros lugares, pidiendo ayuda a
Duques y hasta a la Corte misma. Todos se brindaron a él, porque su generosidad
contagiaba.
10. El Milagro de Juan
Además de ser patrono de los hospitales y los enfermos, San Juan de Dios es
patrono de los Cuerpos de Bomberos Españoles. Esto se debe a una anécdota
que poco tiene que ver con la medicina, pero que es un capítulo más que
describe a Juan de Dios y a su enorme entrega para con el prójimo.
El 3 de junio de 1549 se produjo un gran incendio en el Hospital Real de
Granada, el mismo en donde él había estado ingresado por ser considerado
demente. Juan se dirigió al lugar y, sin pensarlo dos veces, se adentró en el
edificio en llamas en socorro de los enfermos que estaban dentro. Peleó contra
las llamas una y otra vez, hasta ayudar a todos los internos que estaban
atrapados. Juan de Dios demostraba que su amor por las otras personas lo
acompañaba siempre, exponiendo un coraje para salvarlos que evidencia que
su fuego interior de caridad ardía más que cualquier otro.
12. Paso a la Eternidad
Solo contaba con 55 años cuando falleció. La neumonía, producida por
intentar salvar a un muchacho que se estaba ahogando en el río Genil, fue
un padecimiento más de los muchos que su desvencijado cuerpo sufría.
Una vida sin descanso, en permanente peregrinaje, con pocas horas de
sueño y siempre al servicio de los demás, deterioró su salud.
El 8 de marzo de 1550 murió en
Granada, la ciudad que tomó como
propia y desde donde sembró las
bases de una misión que iba a superar
su muerte para prolongarse por los
siglos, atravesar los océanos y ser
cada vez más grande.
13. Paso a la Eternidad
Solo contaba con 55 años cuando falleció. La neumonía, producida por
intentar salvar a un muchacho que se estaba ahogando en el río Genil, fue
un padecimiento más de los muchos que su desvencijado cuerpo sufría.
Una vida sin descanso, en permanente peregrinaje, con pocas horas de
sueño y siempre al servicio de los demás, deterioró su salud.
El 8 de marzo de 1550 murió en
Granada, la ciudad que tomó como
propia y desde donde sembró las
bases de una misión que iba a superar
su muerte para prolongarse por los
siglos, atravesar los océanos y ser
cada vez más grande.
14. Material extraído del libro: Más que Historias
Clínicas, Historias. 75º Aniversario de Casa Hospital
San Juan de Dios