Jesús cuenta tres parábolas para justificar su cercanía con los pecadores: la parábola de la oveja perdida, en la que un pastor deja 99 ovejas para buscar a la que se perdió; la parábola de la moneda perdida, en la que una mujer barre su casa buscando la moneda que perdió; y la parábola del hijo pródigo, en la que un padre celebra el regreso de su hijo. Con estas historias, Jesús enseña que Dios se alegra más por la conversión de un solo pecador