Las minorías sociales en los reinos cristianos incluían a los mudéjares, musulmanes que optaron por permanecer bajo jurisdicción cristiana, y los moriscos, mudéjares convertidos al cristianismo. Los mudéjares vivían en barrios separados y mantenían sus costumbres, mientras que los moriscos experimentaron rebeliones, expulsiones y asimilación forzada a la cultura cristiana, culminando en su expulsión definitiva en 1609 por orden de Felipe III.