2. Fortalecidos con el don del Espíritu
El sacramento de la Confirmación.
Los efectos de la Confirmación
Los siete dones del Espíritu Santo
3. Fortalecidos con el don del Espíritu
Tras la Ascensión del
Señor a los cielos, los
Apóstoles recibieron la
fuerza del Espíritu Santo
para poder llevar a cabo la
misión que Jesús les había
encomendado de
evangelizar y de bautizar a
todas las gentes.
A los cincuenta días de
la Pascua, en la fiesta
de Pentecostés, el
Espíritu Santo
descendió sobre la
Virgen María, los
Apóstoles y los demás
discípulos reunidos en
el Cenáculo.
4. Testigos
Pedro y los demás Apóstoles
comenzaron a predicar el Evangelio
desde Jerusalén hasta los confines
del mundo conocido en aquel
entonces:
“El Dios de nuestros padres resucitó
a Jesús...Testigos de esto somos
nosotros y el Espíritu Santo, que
Dios da a los que le obedecen”
(Hch 5, 30-32).
Desde los primeros tiempos de la
Iglesia, los bautizados recibían
también el don del Espíritu:
“Enviaron a Pedro y a Juan; ellos
bajaron hasta allí y oraron por ellos,
para que recibieran el Espíritu Santo;
pues aún no había bajado sobre
ninguno, estaban sólo bautizados en
el nombre del Señor Jesús.
Entonces les imponían las manos y
recibían el Espíritu Santo”
(Hch 8, 14-17).
5. El sacramento de la Confirmación
• Constituyen los tres sacramentos de la iniciación cristiana.
La Confirmación, junto con el
Bautismo y la Eucaristía,
• La Confirmación, prolongación del Bautismo, nos da la
plenitud del don del Espíritu Santo y nos hace testigos de
Cristo
El Bautismo nos da la gracias
santificante, nos hace hijos de
Dios y nos introduce en la
Iglesia.
• Culminando así el proceso de incorporación a la Iglesia.
La Eucaristía nos hace
partícipes del cuerpo y de la
sangre de Cristo,
6. Renovar las promesas
En nuestros días, es
corriente recibir la
primera Comunión,
posponiendo la
Confirmación a la
adolescencia.
Quien va a recibir el
sacramento de la
Confirmación, renueva
ante el Obispo las
promesas que sus
padres y padrinos
hicieron por él en el día
de su Bautismo.
De una manera libre y
consciente el
confirmando renuncia a
todas las obras del
Maligno, afirma su fe en
Dios, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, y acepta
el compromiso de ser
testigo de Cristo en la
Iglesia y en el mundo.
Finalmente, el Obispo
impone las manos
sobre su cabeza e
invoca al Espíritu Santo.
Finalmente, el
confirmando es ungido
con el santo crisma en
su frente con las
palabras: “Recibe por
esta señal el don del
Espíritu Santo”.
7. Los efectos de la Confirmación
La Confirmación imprime en el alma un
carácter indeleble y otorga un
crecimiento de la gracia bautismal
• Arraiga más profundamente la filiación divina;
• Une más fuertemente con Cristo y con su Iglesia;
• Fortalece en el alma los dones del Espíritu Santo
• Y concede una fuerza especial para dar testimonio
de la fe cristiana.
La Confirmación es un afianzamiento de
la gracia que recibimos en el Bautismo
• Y tiene como consecuencia el compromiso de ser
testigos de Cristo en la Iglesia y en el mundo.
8. Los siete dones del Espíritu Santo
Sabiduría
Da al hombre un sentido de
familiaridad con las cosas
sagradas, que le hace ver todas
las cosas desde el punto de
vista de Dios.
Inteligencia
Es una gracia del Espíritu
Santo para comprender la
Palabra de Dios y
profundizar en las
verdades reveladas por él.
Consejo
Marca la orientación que
debemos seguir en nuestra
vida, para conocer lo que
Dios quiere de nosotros en
cada momento.
Fortaleza
Nos hace resistir las
pasiones internas y las
presiones del ambiente y
nos ayuda a sobrellevar las
contrariedades de la vida.
Ciencia
• Nos enseña a mirar las
cosas creadas de tal forma
que veamos en ellas la
huella de Dios, que pregona
su hermosura y su bondad.
Piedad
• Nos lleva a un afecto filial
hacia Dios, considerado
como Padre (Abbá), y a un
sentimiento de fraternidad
para con todos los hombres.
Temor de
Dios
• Nos hace descubrir nuestra
debilidad, haciéndonos
conscientes de nuestros
pecados, pero dentro de la
fe en la misericordia divina.
9. ORACIÓN
Oh Dios, que iluminas los
corazones de tus fieles con la
luz del Espíritu Santo; haznos
dóciles a sus inspiraciones, para
que gocemos siempre de sus
consuelos. Por N.S.J. Amén.