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Diap 1
Diap 2
Diap 2
CONTABA MI MADRE
(LA ESTIRPE DE ROCCO)
Rosalino Carigi
VERSIÓN MARZO 2015
MITOS, CUENTOS,
HISTORIAS, REALIDADES.
1789 – 2001
Diap 3
A todoslosquefueron,
a todoslosqueserán.
DEDICATORIA
Diap 3
Madre…
tras de ti, la sombra de Rocco…
Tras la de él,
la de Ruocco y la humanidad...
Tras la mía y la de mis hijos,
y tras la de los que vendrán...
tu sombra y la de tus ancestros...
aunque no la veamos,
estará.
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
Diap 4
ÍNDICE DE CAPÍTULOS
Para ir a un capítulo, cliquear sobre su nombre
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
No. Parte – Sección - Capítulo Diap
INICIO 1
DEDICATORIA 3
MADRE… 4
PRÓLOGO EL 2001 6
LA QUE CONTABA 8
NOTA INICIAL 9
01 1800 RUOCCO, UNA FÁBULA 12
02 1870 ROCCO, UNA LEYENDA 16
03 1871 ANA, LA SEÑORA 20
1871 – BRUNO Y URUAHÍ 25
1872 – ASUNTA, IPANÉ Y GUAZÚ 27
04 1873 SANTOS, UN GAUCHO 31
1873 – AÍDA Y LA CHARRÚA 37
1875 - AURELIO, PRIMER VARÓN 43
05 1875 TULIO, UNA HISTORIA 45
1876 ANITA, LA CUARTA 51
1877 VALENTÍN, Y LOS NONNOS 53
06 1878 AMÍLCAR, UN NEGRO 57
1880 ROQUITO Y ARGENTINO 59
1882 AUSONIA, Y LA FIEBRE 61
07 1883 INGRID, UNA ALEMANA 65
1885 LUIS, TERESITA Y AURELIO 2 69
1888 YBAYAÚ, Y MÁS GOLPES 73
08 1889 ROSA, LA PROMESA 81
1889 RAFAEL Y LA NARIZ 87
1890 ROQUITO 2º Y JOSEFA 91
Diap 5
No. Parte – Sección - Capítulo Diap
09 1891 CUARÓ, UN PAYADOR 96
1893 ROSINA Y EL ÑANDÚ 99
1896 AURELIO 3º Y LA DECISIÓN 103
10 1899 ROSARIO Y VALENTINO 2º. 109
1907 ÍTALO, LETIZIA, Y UN DOLOR 111
1917 LA PROFECÍA CUMPLIDA 119
11 1918 LA ESTIRPE Y EL TERREMOTO 123
1920 FORNACCI Y EL CERRO 127
1926 RETORNO A TOSCANA 133
12 1931 PABLO, UN DON 137
1931 MONTEVIDEO, LA LLEGADA 138
1974 UN HOMBRE COMÚN 140
13 1890 ROQUE, TÍO PECULIAR 147
1935 EL UNIFORME, UN DISFRAZ 151
1946 EL GRADO Y UNA VOZ 157
14 1935 VALENTÍN, TÍO ESPECIAL 155
1938 EL TALLER Y EL BAÑO 159
1939 UN RARO CUBO 163
15 1929 ROQUE DAVID, TAL VEZ... 167
1942 EL BAUZÁ Y EL 16 171
1957 VENEZUELA Y EL FINAL 174
ANEXO 176
GENEALOGÍAS ROCCO AQUILINI 177
FOTOGRAFIAS 179
FINAL 180
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
Diap 6
Diap Imagen Dimens
(2) Parto en el camino, 5,5 x 10,2
(4) Madre 65 años 6,2 x 5,2
(7) Tropa de Carreteras 3,5 x 10,5
(8) Leticia 65 años c. e. 4,2 x 3,2
(9) Terremoto en Garfag… 6,3 x 9,1
(11) Vista de Garfag… 2010 5,6 x 10,1
(15) Lagheto di Garf… 2010 5,8 x 9,1
(19) Partiendo para América 6,1 x 10,2
(22) Interior de pulpería 5,9 x 9,1
(26) Por esta cruz… 5,6 x 10,1
(30) Indio viejo en bote de t… 6,6 x 8,7
(36) La Payada 5,2 x 7,7
(38) La vuelta del Malón 4,6 x 8.9
(43) Baile en el campo 5,3 x 8,9
(46) Emigrantes bajando en… 4.5 x 9,2
(50) Amilcar (Basado en… ) 12,7 x 4,1
(53) Tulio y Marilú (Sup…) 8,7 x 8.9
(58) El lunero 4,6 x 8,5
(61) Cerca del río 5,8 x 8,6
(69) Ingrid y Amílcar 5,6 x 9,1
(72) Gramófono 5,6 x 4,5
(82) Familia Pieroni 6,1 x 8,1
(83) Rosa 18 años 5,1 x 4,1
Índice de Imágenes
Para ir a una imagen, cliquear sobre su nombre
Diap Imagen Dimens
(92) Rosa, Rocco y Roquito 6,8 x 4,9
(96) No pa´tuitos es el… 6,1 x 9,3
(101) Ñandú cuidando pich… 5,8 x 9,1
(107) Esq. Güemes y Pichincha 5,4 x 9,2
(111) Estación Norte - 1903 4,3 x 5,6
(113) El viejo Segundo 5,1 x 3,6
(119) Collemandina - Casa A… 4,2 x 5,9
(124) Papagallo 4,6 x 3,1
(127) Rosa y sus 3 hijos 9,1 x 9,1
(131) Taita de Arrabal 5,4 x 2,5
(140) Don Pablo – 71 años 3,2 x 2,3
(146) Biplano 1914 y Pan Am 2,1 x 9,8
(147) Rocco padre –Roque hijo 5,1 x 7,9
(151) Rsalino – año 1936 4,7 x 2,8
(153) Atavíos masón 3,3 x 3,3
(155) Vira – vira di bucarare 3,8 x 6,5
(162) Bañándose en el tanque 4,1 x 6,2
(165) Cubo 6 caras diferentes 3,8 x 4,1
(171) Tranvía 16 2,4 x 3,2
(172) Tranvía 16 (Imag. Gde.) 15,2 x 20,2
(175) El que lo escribió - 87 a 3,8 x 5,1
(179) Foto familia – año 1939 16,2 x 15,2
Para ir a una imagen, cliquear sobre su nombre
PRÓLOGO EN EL 2001
PRÓLOGO EN EL 2001
Diap 7
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
Carta de Ma. Leticia, mi hija mayor:
Desde hace algunos años trato de recordar
la historia de mi bisabuelo,
el padre de la nonna, pero no lo logro.
Cuando contabas de él me parecían cosas de
epopeya.
Todo resultaba fascinante: las carretas por
la pampa, la formación de ciudades y
naciones, las anécdotas,
los viajes entre Europa y Sudamérica de tus
abuelos y de tus padres.
Y pensé que, antes del olvido, podrías
escribir sobre su vida.
México, 13 de septiembre de 2000
::::
Pasó un año más para iniciar la cosecha de
recuerdos y compararlos con los hechos
históricos.
Ya no quedaba nadie de la generación de mi
madre, pero pude recurrir a la memoria de
primas mayores.
Necesité leer libros de historia. Tuve la suerte
de hallar, en cierta biblioteca, una enciclopedia
de principios del siglo XX.
Al ir avanzando en la lectura y toma de datos,
iban creciendo grandes emociones en mí.
Comprobaba que las leyendas están llenas de
cosas reales, y que la historia es un resumen de
leyendas.
Que los valores de los hechos y de las personas
en ellos, variaban con el tiempo, el lugar y el
historiador o cuentero.
Que mi abuelo Rocco, sus ancestros, los
míos, de mis hijos y de mis nietos... hombres y
mujeres, cada uno a su manera, fueron, son y
serán parte de la historia de la humanidad.
O... de sus leyendas.
Rosalino Carigi Aquilini
Septiembre de 2001
TROPA DE CARRETAS AL NORTE ARGENTINO – 1860
CUADRO de Jean Léon PALLIERE (1823-1887)
LA QUE CONTABA
Diap 8
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
Josefa Leticia Aquilini Pieroni,
fue conocida como Leticia,
ya que nunca usó el nombre
Josefa.
Era la última hija de Rocco
Aquilini y Rosa Pieroni
Hermana de Roque y Valentin Aquilini Pieroni
Esposa de Pablo Carigi Casagrande
Madre de Rosalino y de David Carigi Aquilini
Nacida el 13 de marzo de 1905, (pero inscrita
el 25 de marzo de 1905) en Rosario, Prov. de
Santa Fé, Rep. Argentina.
Vivió en Rosario hasta los dos años y medio,
Esto debido a que su padre en 1907 se retira
a Villa Collemandina, Garfagnana, Toscana;
Italia, donde ella pasa su niñez y juventud
Lugar donde teniendo ella 13 años, en 1918,
muere su padre, Rocco Aquilini.
Continúa viviendo allí con su madre hasta el
terremoto del 7 de septiembre de 1920, el cual
destruye totalmente la mansión que poseían.
Pasan a residenciar en la vecina localidad de
Castelnuovo di Garfagna.
Luego, en 1922, acompaña a su madre al
Uruguay donde viven aproximadamente 3 años.
En 1925, teniendo Leticia 20 años, retorna
con su madre a Fornacci di Barga, Italia.
En esa localidad industrial se casa con Pablo
Carigi en 1928.
Y allí, cerca de un año después, en marzo de
1929 muere su madre Rosa.
Y, a los pocos días, el 28 de marzo de 1929,
nace su hijo Rosalino.
En el año 1931 con su esposo e hijo retorna
al Uruguay.
Llegan a Montevideo el 13 de octubre de
1931, y van a vivir en la Villa del Cerro, calle
Barcelona, casa número 1815.
Donde luego, el 2 de noviembre de 1938 nace
su segundo hijo, David Roque.
Y donde en las noches de invierno contará
los cuentos o historias de este libro
En este país fallece ella el 11/04/1998, así
está escrito.
Pero, pareciendo cosas propias de Rocco,
quien inscribía sus hijos en fechas atrasadas, en
realidad murió el 11/03/1998.
LA QUE CONTABA
Diap 9
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
NOTA INICIAL
Comencé escribiendo en letra Itálica todo lo
que no era real o no podía ser comprobado. Era
difícil separar lo histórico de lo anecdótico y de
lo imaginado. Por tanto, quité esa diferencia.
Queda a criterio del lector lo que es la verdad
y lo que es la fantasía... que en el tiempo se
confunden.
El libro está compuesto de “Historias” que
corresponden a una persona o época específica.
Cuando las Historias eran extensas, se
separaron en secciones: las cuales, a su vez, se
dividieron. en capítulos.
Éstos últimos pueden considerarse cada uno
como un cuento o una leyenda.
Si se repite un suceso, una situación, o una
frase, es motivado a que los personajes y sus
vidas están interligados.
En los capítulos finales se adaptaron cuentos
de otros libros, en especial manera del libro
“Los Dones del Ayer”.
Don Pablo, Don Valentín, Don Roque, no
son leyendas, sino hechos reales y vividos junto
a ellos.
En cuanto a “Roque David, tal vez...” es el
resumen de mi propia vida.
Sólo el nombre es hipotético, o pudo ser...
NOTA INICIAL
Para facilitar la interpretación y ubicar a
cada personaje, se agregaron las Genealogías,
También se adjuntan cuadros y fotos de
lugares donde sucedieron los hechos, y copias
de cuadros de la época.
Foto de Villa Collemandina, sismo del 7 setiembre 1920, a
la hora 7:56, magnitud 6.48, epicentro Villa Collemandina.
INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
No se sabe cuando se originó el apellido Aquilini
ni cuando el primero se llamó Rocco.
Sólo se supo que eran italianos, de la región de
Toscana, y que pertenecían a la Garfañana.
Al citar Italia, lo primero es asociarla con
Roma o su Imperio. Pero, antes que apareciera
Rómulo y sus huestes, ya existían en la península
los italiotas, los sabinos y los etruscos.
Los italiotas fueron pueblos más primitivos, y
desaparecieron sin dejar nada de ellos.
Los sabinos, montañeses de raza similar a
Rémulo y Rómulo, pronto se mezclaron siendo
absorbidos.
Pero Etruria, lo que hoy se llama Toscana, era
una nación que llegaba hasta el Adriático,
rebasaba los Apeninos, tenía grandes ciudades
con habitantes cultos, civilizados, valientes.
Luchas sangrientas mantuvieron etruscos y
romanos en los primeros tiempos.
Romanos desconformes y conspiradores se
refugiaban en Etruria.
Y etruscos rebeldes o aventureros emigraban a
Roma aportando costumbres, ideas, sabiduría.
Aún no se sabe el origen de los etruscos. Sus
inscripciones se leen pero no se comprenden.
Contaba mi madre...
¡ah, los cuentos de mi madre!
Su tipo étnico se ve en las esculturas sobre los
sarcófagos, pero no sabemos su raza.
Los había de dos tipos: Uno era grueso, bajo y
macizo. El otro, delgado, alto, fino. Ambos tenían
en común su aguileña nariz, las grandes orejas y
las profundas cuencas de los ojos.
Finalmente los pueblos se unieron.
El quinto rey de Roma es un etrusco, comerciante
en Tarquinia.
Su nombre era Lúcumo, que los romanos
convirtieron en Lucio (616 a.C.)
Cuentan que yendo Lúcumo hacia Roma, un
águila le quitó la gorra con grandes chillidos.
Eso fue visto de buen augurio por su esposa,
con quien formó la dinastía de los Tarquinos.
El símbolo de las legiones romanas era el águila.
El apellido Aquilini significa “los aguiluchos o
aguileños”. Y Rocco deriva de roca, palabra de
origen etrusco.
Los etruscos fueron peculiares.
Daban a la mujer igualdad total en su sociedad.
Veían al acto sexual como algo natural y lo hacían
frente a los demás.
Eso era considerado costumbre inmoral por
los romanos. Y aún vivimos bajo esa hipocresía.
Diap 10
Diap 11
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
Triunfó Roma. Su historia ocupa más de cinco
siglos para llegar al esplendor, y luego más de
cinco para la decadencia.
Seguramente en esos siglos, y los siguientes,
hayan existido “aquilinus” y “rocus” pronunciados
en distintas formas.
Característica de Roma fue absorber a los que
conquistaba, pudiendo ellos o sus hijos llegar a
ser hasta emperadores.
Las leyes sobre el respeto a la persona son
etruscas, y los conceptos de integridad son romanos.
Eso ha sobrevivido siendo la base de nuestras
legislaciones. Y a pesar de fanáticos y tiranos.
En religión aceptaron el panteísmo de creencias
griegas, etruscas, romanas, asiáticas, africanas...
Y esa libertad sólo murió al imponerse una
religión intolerante monoteísta.
Corrupción y decadencia resquebrajó al
Imperio Romano en cientos de pequeños y
déspotas reyes, príncipes, duques, que hundieron
sus súbditos en la noche del feudo medieval.
Italia fue el pastel que se repartían los más
poderosos y el Papado.
Así se llegó al descubrimiento de América y a la
Revolución Francesa.
¡Catorce siglos de sumisión!
INTRODUCCIÓNINTRODUCCIÓN
Pero el pueblo, aun bajo la férula de los
autócratas y del oscurantismo religioso, mantenía
el deseo de ser una nación.
El Gran Ducado de Toscana fue el menos cruel
en la represión del liberalismo y del sentimiento
nacionalista.
Tal vez haya sido por sus ciudades llenas de
arte, sus valles fértiles, sus montañas donde los
revolucionarios guardaban la libertad, por la belleza
de sus paisajes... o por sus ancestros etruscos.
Italia fue y aún es llamada la cuna de la
cultura, Toscana el jardín de Italia, y la Garfañana
es el vergel de la Toscana.
Y cuentan que en Garfañana un Aquilini, que
llamaban Ruocco, hizo parte de una leyenda
perdida entre tantas.
VISTA DE GARFAGNANA - AÑO 2010
Contaba mi madre que... en Garfañana,
entre tantas, había una fábula sobre el hermano
de su bisabuelo.
Decían que en Castiglione, pueblo situado
junto a la ribera derecha del río Serchio, distrito
Castelnuovo, en el año 1800 nació un niño de la
familia Aquilini a quien llamaron Ruocco.
Así, con una u, ya que en ese entonces no se
era estricto en la forma de escribir, o lo
pronunciasen en el dialecto regional.
Respecto a la región, se encontró esta referencia:
“Garfañana es una región histórica e
importante de Italia, en la provincia de Lucca,
formada por el fértil valle superior del río Serchio
entre los montes Apuanos y los Apeninos.
Su capital es Castelnuovo, con 5.200
habitantes en 1916. Ciudad en la confluencia del
riachuelo Morita con el Serchio. Zona de
hermosos paisajes. Los habitantes hablan un
bello italiano muy puro. El dulce genio italiano ha
producido en este valle sus mejores canciones.”.
(Encicl. Sopena, 1924)
RUOCCO, UNA FÁBULA
¡Qué pocas palabras para describir los lugares
que llenaron la infancia de mi madre, formando
los recuerdos con que entretuvo mi niñez y se
mantuvieron hasta el final de su vida!.
Volviendo al primogénito Ruocco.
No se podría decir que cuando nació fuese
italiano, a lo máximo sería toscano.
Y aún dependería del momento, tanto la
Toscana como la Garfañana era repartidas y
dadas a uno u otro duque o rey.
La Revolución Francesa no sólo había difundido
las ideas de Igualdad, Libertad, Fraternidad.
También despertó el sentimiento de volver a
juntar Italia en una sola república.
La realidad era un mosaico de estados, reinos y
ducados bajo el dominio de franceses, austríacos, el
papado. Y se pagaban favores con tierras italianas.
La Garfañana pasó bajo el mando de
Napoleones, del ducado de Lucca, del de Toscana,
y con invasiones de los Austro-Húngaros.
Dos cosas de ese entonces se recordaban en
Castiglione:
La histórica es que en esos vaivenes, el duque
de Toscana les da una constitución basada en la
carta francesa de 1830.
Diap 12
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
Italia, Italia, barco sin timonel,
no lugar de consejo, sino burdel. (Dante)
01 - Año 1800
RUOCCO, UNA FÁBULA
La fábula es que Ruocco Aquilini, joven
admirador de las ideas de unidad de Silvio Péllico,
es detenido por los austríacos y condenado a la
cárcel del Castillo de Spielberg en Moravia.
Ser apresado y torturado significaba lo mismo.
Y las cárceles de Austria fueron famosas por su
dureza; aunque en los otros estados tampoco
podían tildarse de humanas o benévolas, inclusive
en los territorios de la Iglesia.
Así, Ruocco estuvo cerca de Péllico y otros
espíritus prisioneros.
Ya finalizaba la cuarta parte del siglo 19. Un
siglo que despertó con las revoluciones del intelecto
y la industria. Sin embargo, los representantes de la
política y la religión se aferraban a las tradiciones
anacrónicas y brutales.
Nada asusta más al ignorante que gobierna, que
enfrentarse al hombre que piensa. Y siempre
considerará delincuentes a los que reclaman lo que
él obtuvo injustamente.
Ya Fouché había dicho que los gobiernos
cambian pero la policía no. Y los torturadores y
carceleros mantienen sus cargos, más cuando los
detenidos son personas de intelecto.
“Las prisiones de Austria dejaron gran fama de
crueldad. A un prisionero incomunicado,
Maroncelli, le quitaron los lentes para que no
pudiera distraerse leyendo. A Silvio Pellico, el
carcelero le pasó una carta de su padre sólo con
dirección y firma, todo los demás había sido
tachado. A Bachiega, por orden real, se le quitó un
gorrión que había entrado en la celda y
acostumbrado a vivir con él” (Pijoan, 1961)
Ruocco fue parte de los compañeros de Pellico.
Sufrió con ellos las torturas mentales, y también
las medievales, pero ahora más refinadas con los
descubrimientos modernos.
Con todo, hubiese sido peor si los hubieran
apresados en Nápoles o los Estados Pontificios.
Allí los sicarios liquidaban a los sospechosos
antes de llegar a las cárceles.
El vapor, los ferrocarriles, el gas, el alumbrado y
otros inventos llegan iniciando el progreso actual...
Pero sigue la prisión y la opresión de los
poderosos sobre los humildes.
En 1826 le comunican a Ruocco que su
hermano Aurelio ha muerto con su esposa Aída y
el primogénito Valentino.
Diap 13
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
RUOCCO, UNA FÁBULARUOCCO, UNA FÁBULA
Diap 14
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
Esto para inducirlo al suicidio, algo común en
los prisioneros.
En 1828 hacen correr la voz que Pellico ha
fallecido, con el fin de hundir el sentimiento
nacionalista.
Pero la reacción del pueblo es tal que se agita
toda Italia, y lo desmienten.
Mientras, un joven revolucionario, de nombre
José Garibaldi, se une a los movimientos de
Mazzini que formarán la Nueva Italia.
Finalmente, en 1830, liberan algunos prisioneros.
Pellico va a Turín.
Se refugia como secretario de la marquesa de
Barolo, escribe, y en 1832 publica “Mis Prisiones”
Con este libro hace más por la independencia y
libertad de Italia que una batalla contra Austria.
Muere en 1854.
Fue amigo de Byron, Madame Stael y otros
poetas e intelectuales.
Hombre de alma pura, idealista, se apartó
amargado y ni siquiera aceptó las compensaciones.
Ruocco, igualmente destruido en lo físico y
espiritual, vuelve a Garfañana
Se aísla en Villa Collemandina.
Un caserío junto a un afluente del río Serchio,
situado a 5 km. de Castelnuovo, de apenas cien
habitantes y todos agricultores.
Le visitan sus sobrinos, y él les transmite el
intelecto y las ideas sociales y democráticas recibidas
a través de sus amigos en la cárcel de Moravia.
Y, como la mayoría de los que estuvieron
presos allí, no tiene hijos.
Incita a rebelarse a los campesinos por la
situación que viven.
Estos deben dar la mitad de la cosecha al
terrateniente.
Pero eso no es bastante, de lo magro que les
queda, están obligados a pagar impuestos y “dar
donativos” a la iglesia.
Pocos le escuchan.
El triunfo de los opresores se basa más en el
temor de los oprimidos que en la fuerza del opresor.
En cuanto aquellos que se sienten atraídos por
las ideas republicanas y de justicia, deben huir a la
región vecina de Romaña para engrosar las filas
de los rebeldes de allí
La enseñanza de Ruocco es revolucionaria,
antimilitar, contra reyes, nobles, terratenientes,
potentados. Y… anticlerical,
Sin embargo, mantiene gran fe en Dios.
RUOCCO, UNA FÁBULARUOCCO, UNA FÁBULA
Diap 15
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
Pero, como buen toscano, es a un Dios
abstracto, un principio de creación.
Quizás fue carbonario, lo más seguro que sus
principios eran masónicos.
Se halla reivindicado con Garibaldi y habla con
los sobrinos sobre las andanzas de éste en Sud
América, con lo cual aumenta más el mito de esas
tierras en ellos.
Y en 1848, cuando Garibaldi vuelve a Italia,
siente que ya está más cerca la unión de su patria,
que no fue inútil lo sufrido en Moravia y que él no
vivió en vano.
Tiene la satisfacción de conocerlo cuando pasa
por Toscana.
El general, ahora con sombrero y poncho de
gaucho, sigue al servicio de la libertad y la república.
Ruocco fallece en 1850, mirando las montañas,
sintiendo el murmullo del río.
Lo encuentra su sobrino Valentino.
Dos años después, en marzo de 1852, Valentino
pone Rocco como nombre a su segundo hijo.
Y en su infancia le contará de su tío abuelo,
siendo un preceptor de esas ideas
RUOCCO, UNA FÁBULARUOCCO, UNA FÁBULA
De Silvio Pellico narra la historia con detalles.
Su imagen aparece en los libros.
Fue escritor, poeta, héroe nacional.
Nada quedó de Ruocco.
No se sabe donde está sepultado.
No hay notas ni escritos de él.
Tal vez Pellico, romántico idealista, hubiese
deseado lo mismo para sí.
Aurelio y Valentino fueron seres sencillos.
Silvio Pellico pertenece a la historia.
Ruocco es una fábula perdida entre tantas.
Pero Rocco, su sobrino…
será una leyenda singular.
Lagheto di Villa Collemandina - Al fondo los Apeninos
- 2010
Contaba mi madre que... las anécdotas de
Rocco Aquilini comenzaban en Pieve Fosciana;l
villa al pie del monte Santo Pelegrino, cerca a un
lago, y que tenía 700 habitantes.
Aunque vivía con su familia en Castiglione,
pueblo al inicio del valle, era conocido en toda la
región. Su padre Valentino cultivaba una sencilla
heredad en Villa Collemandina.
Fines del año 1870. Rocco tenía 19 años.
Su juventud y niñez habían transcurrido bajo
la agitación de cambios y el paso de los soldados
rebeldes o de los ejércitos represores.
Los cuentos del abuelo Aurelio y la abuela Aída
sobre el tío abuelo Ruocco se mezclan con la
realidad de haber visto a su padre huir a la
Romaña para engrosar la División Toscana, con
la que Garibaldi derribó los muros del Papado.
Finalmente Italia se independiza y vuelve a ser
una nación gracias a la política de Cavour, la
fuerza revolucionaria de Garibaldi, el liderazgo
del Piamonte y el rey Víctor Manuel.
ROCCO, UNA LEYENDA
Rocco es un joven inquieto, curioso. Lo rodea
un mundo de cambios, y todo lo quiere aprender.
Su padre y su abuelo Aquilini pertenecen más a la
tierra, son más serenos.
El joven heredó el espíritu de su madre, Asunta
Pighini, oriunda de Castelnuovo, en cuya familia
hay médicos, boticarios, parteras... Y, ayudando a
todos, Rocco aprende.
Logicamente, es garibaldino. Y como su héroe:
atractivo, fogoso, aventurero, conquistador,
amiguero, impaciente. En su mente ebullen los
cuentos del general en Sudamérica.
Le resuenan nombres como Argentina, la
Pampa, Río de la Plata, el Paraná, Uruguay,
indios, gauchos, tierras sin límites, nuevas
ciudades, con futuro de libertad y riqueza.
Comenta sus ideas con Tulio, su hermano
mayor, quien lo oye y sonríe cauteloso. Éste ya
trabaja en la prefectura.
Los hermanos son distintos. Tulio es estilizado,
elegante, de cabellos ondulados. El etrusco alto.
Serio, engreído por ser el primogénito y saber que
le dicen “el príncipe”
Diap 16
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
América, América... tierra de emigrantes,
segundones, aventureros, soñadores.
02 Año 1870
ROCCO, UNA LEYENDA
Rocco es más bien bajo, fornido, de espaldas
anchas, pelo lacio. El etrusco bajo. De carácter
alegre, divertido, simpático, las muchachas lo
llaman, y con razón, “el birbo” (el pícaro).
En lo demás son iguales: nariz aguileña, ojeras
profundas, grandes orejas, voz grave. Y atractivo
sobre el sexo opuesto.
Sin embargo, mientras Rocco es natural y no
oculta sus romances; Tulio actúa de tal forma que
nadie sabe nada de él, manteniendo fama de
joven formal.
Ha pasado casi un año. En Villa Collemandina
el abuelo Aurelio escucha a Rocco. Le recuerda a
su hermano Ruocco. Es su nieto preferido, y
acaba de decirle que ha embarazado a una
muchacha del poblado de Castiglione.
–¡Ah... La vendimia... –añora el viejo– Subir al
tonel para pisar la uva, los calzones remangados,
viendo la blanca piel de las mujeres, su ropa
húmeda pegada a la carne, sudando, excitados. Ir
al río, bañarse, hacer el amor... ¿Quién piensa en
verano y se es joven?...
–Tengo que casarme, es mi culpa.
–Rocco, los dos son responsables. Lo hicieron
porque a los dos les gustó. Eso de la mujer
inocente es una bella fábula. Contaba Ruocco que
cuando Garibaldi estuvo en Londres, las mujeres
de la corte hacían cola en el hotel para subir a
acostarse con él. Fue tanto el escándalo, que la
reina Victoria les pidió a sus damas que tuviesen
más recato.
–Pero eran damas de la nobleza, –dijo, Rocco–
allí todo se oculta, se disimula. Y nosotros
vivimos en un pueblo.
–En los pueblos son más hipócritas. –
sentenció Aurelio.
Rocco quedó callado, era un joven con
responsabilidad. El abuelo, luego de reflexionar
un rato, indicó irónico:
–Casarse estando la novia encinta es una
característica de los latinos. ¿Quién es? ¿Lo sabe
la familia de ella?
–Ana Güelfi. No, no lo sabe. Pero, yo me
casaré.
Diap 17
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
ROCCO, UNA LEYENDAROCCO, UNA LEYENDA
–¡Cuidado! Los Güelfi son vengativos. Nos
desprecian. Siempre estuvieron a favor del Papa.
Tienen sicarios. Pueden mandarte matar, y a ella
encerrarla en un convento.
–Entonces tendré que huir. Ella está dispuesta
a fugarse.
–Caro Rocco, sé que sueñas con ir a
Sudamérica. Váyanse. Se pueden casar allá o en el
barco. Hay muchos paisanos en Argentina. Eres
inteligente, sabes tantas cosas. Triunfarás.
–Pero... no tengo ni para empezar el viaje.
–Ruocco me dio unas monedas para ti y Tulio,
eran de la compensación por que estuvo preso.
Váyanse. No necesitan nada. Lo importante es
que se lleven el uno al otro.
–Nonno... mi primer hijo se llamará Aurelio.
Eres de oro.
–¡Anda!... Quisiera tener tu edad. Habla con tu
amigo Giovanni Pieroni, él es de los nuestros. No
le dirá a nadie. Tiene un calesín y los llevará con
mucho gusto a Génova.
–Gracias, nonno. –Rocco volvía a ser
bromista– ¡Lo que dirán en Castiglione cuando se
enteren. ¡Qué escándalo!
–Mira, Rocco. –Aurelio sonría– Había un
pueblo roeado por un muro con una puerta en el
este y otra al oeste. Tenían limpias las casas, las
calles.. Todas las mañanas las señoras y señoritas
oían misa. El domingo, los señores se juntaban en
la plaza. Pero había una guarnición militar. Los
soldados pidieron al duque permiso para poner un
burdel.
–“¿Para qué quieren un burdel? –dijo el
duque– Con cerrar la puerta del este y la del oeste,
ya lo tienen.”
Y un par de carcajadas sonaron en el aire otoñal.
Rocco visitó a Giovanni, éste era cinco años
mayor que él, pero siempre había existido una
gran amistad entre ellos.
Se había casado con Filomena Rafaelli, bella
joven de Pieve Fosciana, quien a más de hermosa
era simpática y tenía el ansia de saber las cosas
nuevas, muy similar a Rocco. Ya tenían dos hijos y
estaban esperando el tercero.
El mundo comenzaba a moverse, y el calesín de
Pieroni era solicitado. Hasta ese entonces la gente
iba a pie entre los pueblos. A lo mucho se utilizaba
un mulo.
CONTABA MI MADRE
CONTABA MI MADRE
ROCCO, UNA LEYENDAROCCO, UNA LEYENDA
Diap 18
La abuela Aída y Filomena ayudaron a Ana en
su fuga. Poca ropa para que entrase en el pequeño
bolso de viaje, y suficiente para un viaje nupcial
de casi un mes en el océano.
Giovanni los llevaría la madrugada del sábado
a Génova. Excusas sobran a una muchacha para
desaparecer un día. Y ya Rocco tenía los pasajes
para el velero que salía el domingo.
Y allí estaban los confabulados, despidiéndose
en el frío amanecer otoñal.
Rocco, luego de abrazar a Filomena, acarició el
vientre de la embarazada diciéndole bromista:
–La que llevas allí, será para mí.
Todos rieron. Pero, el destino se reiría en el
futuro.
Cuando llegaron a Génova, la novedad del mar
no les dejó ver la sucia orilla y los bajos muelles
de madera.
Fragatas de tres y cuatro mástiles, con pértigas
llenas de velas, esperaban la carga humana.
Dos buques de ruedas a vapor, ensuciaban el
aire con el humo de las chimeneas.
La pareja subió al bote que los llevaría hasta el
velero.
Iban tras un sueño, iban junto a otros
emigrantes.
Partieron. Los jóvenes veían la costa italiana
desaparecer.
Ignoraban que tras los montes Apuanos, una
vieja Güelfi sonría.
Y el velero tomó rumbo al este, a América.
CONTABA MI MADRE
CONTABA MI MADRE
ROCCO, UNA LEYENDAROCCO, UNA LEYENDA
Diap 19
PARTIENDO PARA AMERICA - Dibujo al carboncillo
Año y Autor desconocido - Nótese el barco a vapor, pero de
paletas, y aun con velas.
Contaba mi madre que... la razón por la
cual Rocco decidió ir a Santa Fe de la Argentina,
fue algo que se llevó el viento.
Pero, a los pocos días de haber tocado tierra, él
y Ana, estaban en esa ciudad. Y a los pocos meses
tenían una pensión en un barrio cerca de la
desembocadura de un afluente con el Paraná.
Tal vez fueron las charlas con Bruno, utópico
compañero de viaje, que retornaba viejo y triste.
Éste, luego de años en América había vuelto a
Italia en busca de su amor... y la halló con hijos
de otro.
Y Bruno le vendió la pensión a Rocco.
O porqué esa ciudad fue más preponderante
que Buenos Aires. O, como el mapa de esa
provincia se parece al de Italia, allí iban muchos
compatriotas, y él puso ese negocio.
El viaje duró en mes. Los veleros costeaban
Francia y España, luego las islas Madeiras y
Canarias, se arrimaban a África y, al llegar a Cabo
Verde, se internaban en Atlántico.
ANA, LA SEÑORA
Era el tramo más temido, más de una semana
en el océano, sin ver costa.
Finalmente se llegaba a San Roque, en Brasil.
Esa punta de Sudamérica que casi siempre es
tormentosa.
De allí en adelante una sucesión de puertos:
Pernambuco, Bahía, Río de Janeiro, Santos,
Porto Alegre, Montevideo. Dejando en cada uno,
parte de la carga de emigrantes.
Y, Buenos Aires. A Rocco no le gustó.
En las calles los mercachifles ofrecían de todo.
Indios ceñudos y mestizos pobres acarreaban
mercaderías, en tanto los señores con aire
engreído trotaban sus caballos, mirando las
damas que paseaban vestidas al estilo francés.
Lo que más les molestó fue como los trataron
en el puerto. Bajando del barco les hicieron
entrar como ganado en unos galpones. Allí fueron
separados por sus conocimientos.
Los que tenían alguna profesión podían ir a las
ciudades. A los campesinos los hacían subir en
grandes carretas que los llevarían a la Pampa u
otras provincias con tierra virgen.
Diap 20
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
Cada vez que un indio me mira,
siento que debería pedirle perdón...
03 - Año 1871
ANA, LA SEÑORA
Les daban documentos acordes a la clasificación.
Quienes habían estado antes, podían volver a su
residencia. Gracias al amigo de viaje, Rocco y Ana
pasaron como sus familiares.
Con Bruno vieron la ciudad porteña. La mañana
siguiente tomaron la diligencia para Santa Fe.
Se asombraron al saber que recorrerían una
distancia mayor a media Italia.
El viejo rio, diciendo que Argentina era nueve
veces más grande.
El paisaje fue impresionante. No se veía una
montaña. Los kilómetros eran devorados por los
caballos y el terreno seguía plano hasta el
horizonte, un mar de pasto y trigo.
Cada vez que la carretera se arrimaba al río
Paraná, les asombraba su ancho superior a una
milla, y ver navegar en él a veleros y buques.
El Serchio ahora parecía un arroyuelo.
Otras veces, el camino cruzaba extensiones con
ganado imposible de contar.
En Garfañana, el que tenía una vaca debía
registrarla en el ayuntamiento... ¡y con nombre
propio!
La carretera de tierra, llena de baches y lodo,
entumecía los pasajeros.
ANA, LA SEÑORAANA, LA SEÑORA
A veces la diligencia quedaba en el barro; y los
hombres debían bajar para quitarla del atascadero.
Se detuvieron en el cambio de postas.
Los pasajeros fueron al monte. Luego a la
pulpería, mezcla de almacén y cantina. Al lado,
tenía un galpón con mesas y sillas para los clientes.
Una reja aislaba al pulpero de los parroquianos
apoyados en el mostrador.
Unos pocos indios estaban fuera del local.
Dentro, las chinas, criollas de pelo renegrido,
trenzas y largas polleras, se aprestaron en servir a
los pasajeros.
Los gauchos, parados junto al mostrador,
impactaban.
Unos con sombreros, otros con vincha, cabello
largo, pañuelo al cuello, camisa holgada, chalecos
adornados, calzones enormes o bombachos, botas
rústicas, chiripá, cinto de cuero tachonado de
monedas, que mantenía a la espalda el facón:
herramienta, arma, orgullo y honor de su dueño.
Pero, lo más impresionante eran sus rostros,
sus ojos, su forma de mirar. Una cara curtida de
viento y sol. Unos ojos serenos, fríos. Una mirada
segura, altanera, fuerte.
Eran hombres, sin más adjetivos.
Diap 21
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
Algunos llevaban boleadoras colgadas al cinto,
otros un rebenque.
Y cada uno, junto a él, el poncho: capa, abrigo,
tálamo... y escudo en un duelo.
Parcos, ceñudos, apenas pronunciaban palabras
Al ver a las pasajeras dejaron de absorber por la
bombilla de su enorme mate, esbozando un
mesurado y cortés saludo.
Luego, algunos se despidieron de forma similar.
Montaron en sus caballos...
¡Y hubo un cambio mítico!
Se convirtieron en centauros, jinetes y corceles
imponían respeto y poderío.
Rocco comprendió. América era una tierra
donde las fábulas se hacían realidad.
Reanudaron el viaje. De pronto, en medio de
aquella planicie de hierbas, se vislumbró un
penacho de humo. El viejo Bruno les explicó:
–Debe ser una locomotora. Están poniendo
ferrocarriles. Dentro de poco, las carretas y
diligencias serán cosas del pasado.
Unos kilómetros adelante encontraron una
caravana de carretas tiradas por vacas y bueyes.
Estaba detenida. Eran emigrantes. Sobre un cuero,
una mujer se hallaba acostada.
La diligencia se detuvo. Los carreteros dijeron
que iban a La Rioja, en el norte. Y que una
emigrante había empezado el parto, pero llevaba
ya mucho tiempo y la criatura no salía.
Rocco se hizo entender a través del viejo,
ofreciéndose auxiliar en la situación.
Él había ayudado algunas veces a una tía
partera... y a parir vacas, burras, ovejas. Bruno no
tradujo lo último.
Rocco parecía un doctor. Revisó la parturienta.
La criatura estaba en mala posición.
Rocco pidió aguardiente para lavarse. Se lo
dieron. Vio que era español. Introdujo la mano en
la mujer y colocó bien el feto.
Diap 22
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
ANA, LA SEÑORAANA, LA SEÑORA
Collage de un cuadro “Interior de pulpería”
de Jean León Palliere (1823 – 1887)
Luego la ayudó a pujar. Salió un niño de pelusa
oscura. El “partero” lo agarró de los pies dándole
una nalgada.
Y la inmensidad de aquella tierra se llenó con
un llanto humano.
Rocco tomó el cordón umbilical y lo estiró,
rompiéndolo. El flujo de sangre se detuvo. Hizo un
nudo cerca del vientre del niño. Varias viejas se
adelantaron a limpiar madre e hijo.
Se acercó un conductor de las carretas. En su
rostro indiado había aprobación. Y le entregó una
fina correa y unas hojas parecidas al laurel.
–Átelo con esto, es tripa e’gato. Secará antes el
ombligo. Y póngale encima estas hojitas de palán,
curan y evitan la pus.
Bruno necesitó hacerle de traductor, indicando:
–Los indios ya sabían curar mucho antes que
llegara Colón.
–Ustedes son débiles. –continuó el carretero–
Nuestras mujeres nos seguían a todas partes, aun
preñadas. Cuando iban a parir, se apartaban,
abrían las piernas y el indiecito salía. Si era
voluntad de Pachacámac, vivían... sinó, morían.
–Y ahora entierren la placenta, –finalizó– no la
vaya a comer un yaguareté y se acostumbre a la
carne humana.
Nuevamente tradujo el viejo italiano, agregando:
–La madre quiere ponerle tu nombre a su hijo.
Rocco se lo dijo, pero pidió que llevase también
el del padre. Por tanto, aún hoy, si en La Rioja
alguien se llama José Rocco, no debe extrañar.
Los carruajes retomaron el camino. La caravana
de carretas quedó atrás, hasta volverse un punto
en la planicie. La diligencia avanzaba al galope.
Ya de lejos, a Rocco le gustó Rosario. Se veía el
aire limpio, el cielo azul, sus casas blancas, sobre las
barrancas, junto al río Paraná, el cual parecía un
enorme remanso de ocho kilómetros de ancho.
Ana dijo que le recordaba Italia.
Lo comprendieron al llegar a la estafeta. Se oía
el italiano y en todos sus dialectos.
No se había detenido la diligencia cuando unos
jinetes a caballo, enjaezados con elegancia, se
pusieron a la par saludando a los pasajeros.
Efusivo fue un caballero de ojos azules y pelo
rubio. Bruno tenía la vista húmeda, y sacaba la
mano por la ventana para devolver el saludo.
–Es mi hermano Aldo... –explicó el viejo,
emocionado– Cuando vinimos, él se quedó aquí y
yo fui a Santa Fe. Él se casó con una gallega, yo
viví en una ilusión imposible.
–Usted cumplió, ella no. –dijo Rocco,.
–No... El estúpido fui yo. Ella hizo lo normal.
No se puede vivir de esperanzas por años y una
carta mal escrita cada mes. Ustedes dos hicieron
bien las cosas, vinieron juntos.
Diap 23
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
ANA, LA SEÑORAANA, LA SEÑORA
Los jóvenes se miraron con picardía. Rocco
pensó en los consejos de su abuelo Aurelio. Bruno
se lo hacía recordar.
Aldo los atendió esplendidamente. Hombre de
éxito, era dinámico. No les permitió seguir en la
diligencia. Los llevaría a Santa Fe en su charret
Les mostró la ciudad. También vieron unos
depósitos suyos para la exportación de trigo y
granos a Europa, cosa que crecía cada año. Y así
mismo traía vino y aceite de Italia y España.
Pernoctaron en su casa. Y, en medio de las
risas de Carmen, señora de Aldo, y sus rosarinos
hijos, Rocco practicó el poco español aprendido.
Si Rosario impresionó como ciudad del futuro,
Santa Fe lo hizo por lo contrario.
Mantenía un aspecto severo, augusto. Ese aire
señorial de las grandes ciudades castizas.
Su historia es de orgullo. Fue de las primeras
fundadas en la conquista, primera en importancia,
primera en tener Universidad, primera en las
luchas de independencia.
Y en ese momento, con 92.000 habitantes, era
el centro de emigración de los agricultores.
Alberdi había dicho antes: Gobernar es poblar.
Y Mitre, como Sarmiento, lo aplicaban.
Esos emigrantes, 60 por ciento eran italianos,
salían para Corrientes, Misiones, Córdoba,
Tucumán, Salta, Jujuy, Santiago del Estero.
Nombres que sonaban a leyenda.
Con razón, De Amicis llamaría a Santa Fe:
“La puerta vieja para un mundo nuevo”.
El negocio de Bruno quedaba próximo a una
barranca, en una esquina. Hacia el sur podía
verse el río Salado; y al oeste, el Paraná, tan
ancho que costaba distinguir la ribera opuesta.
Las calles eran empedradas. Cerca del local se
levantaban modestas casas bohemias.
Entrando al comercio había un local con
mostrador. Seguían dos habitaciones, y luego el
fondo con un gran patio y dos hileras de cuartos.
Durante el viaje, Aldo había insistido para que
Bruno dejase esa pensión y se fuera a vivir con él.
El viejo ponía muy poca resistencia. Ya no le
quedaban ilusiones.
Rocco miró el local, miró a Ana. Ella hizo un
gesto afirmativo... Sí, allí empezarían su futuro.
Y el joven se ofreció como socio del comercio,
siendo aceptado con gusto. Todos sonrieron.
Bruno no tardaría en irse a Rosario.
De un rincón del local surgió una china. Tan
silenciosa fue que nadie la había notado. Todos la
observaron.
La mirada de Aldo era severa. La de Ana,
envidiosa. La de Rocco, atónita y burlona.
Después de todo, el viejo no la había pasado
solo.
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CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
ANA, LA SEÑORAANA, LA SEÑORA
La mujer era de belleza extraordinaria, piel
aceitunada y suave, ojos mansos, cabellera negra,
cuerpo moldeado.
De toda ella emanaba una misteriosa
sensualidad, como si surgiese de la selva.
Saludó. Tenía una voz dulce, con cadencias de
agua entre las ramas. Pero, a la vez, de inmensa
melancolía.
Bruno, sonrojado, la presentó:
–Es Uruahí, significa: “la de pájaros pintados”.
Vive conmigo. Cuida la pensión. Es india
paraguaya, guaraní.
Y el viejo se sintió obligado a contar:
–Años atrás estuvo acollarada con un gaucho.
Tenían el rancho debajo un ombú, lejos. El
hombre se iba cada tanto, pero volvía. Al gaucho
no lo manean las polleras.
Bruno señaló una mesa a Uruahí. Ella sonrió
triste, y fue al mostrador. Volvió trayendo un
porrón de vino y vasos. Todos se sentaron...
menos ella, pero quedó cerca.
–Eran felices, tenían el infinito del cielo, de la
Pampa, y un gurí. Otra vez el hombre salía, era
época de domar en las estancias. Antes llevó a su
china, a Uruahí, hasta la pulpería que estaba a
varias leguas, para comprar tasajo, yerba...
Diap 25
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
ANA, LA SEÑORAANA, LA SEÑORA
BRUNO Y URUAHÍ
El viejo bebió como quisiera tragar algo amargo,
y siguió:
–Allí, estaban el comisario y los milicos.
Miraron al gaucho y Uruahí, quienes compraron y
volvieron al rancho. El gaucho se fue. En la tarde
vinieron los milicos. Borrachos. El peor fue el
comisario. Al gurí lo mataron a golpes, sólo era un
indio menos. A ella la dejaron desangrándose. Se
salvó porque sabía de yuyos, pero no podría tener
más hijos.
Aldo traducía en italiano. La india murmuró:
–Un día mi gaucho volvió. Me escuchó en
silencio. Me miró. Sus ojos decían mucho. Fue
donde estaba enterrado el gurí. Sacó el facón, le
besó la cruz, y dijo adiós... Se despedía para
siempre... Y, yo me fui también.
–El hombre se volvió matrero. –siguió Bruno–
Una noche encontró al comisario. Lo retó a duelo.
Le enterró el facón… hasta la cruz. Los milicos lo
buscaron como a un animal. Lo mataron a tiros, de
lejos, eran maulas para enfrentársele.
El silencio dominaba el local, el vino se secaba
en los bordes de los vasos.
Bruno dio un suspiro, terminando:
–Una día Uruahí entró. Pidió trabajo. Se lo di.
Se quedó.
Lamentablemente el general también “libró” la
Patagonia de indios salvajes. Una parte de la
historia que, por vergüenza, es mejor callar.
Rocco compró la pensión a los pocos meses.
Bruno se marchó a Rosario con el mismo baúl
de veinte años atrás.
Cuando fue a buscar a Uruahí, la india se había
ido.
“Por lo que esté” había dicho...
y él ya no estaría.
Diap 26
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
ANA, LA SEÑORAANA, LA SEÑORA
–Por lo que esté... –se oyó decir a la india.
–Eso fue lo que dijo entonces. Por el tiempo
que yo esté. Vigila el negocio, limpia la pensión.
Nunca protesta, me cuida. Ni abrió la boca cuando
dije porqué iba a Italia. Se fue a ese rincón... creo
que debe haber estado ahí hasta hoy.
–No. Había que limpiar la posada y dar comida
a los otros señores... Pero, cada noche volvía al
rincón, a recordar.
No quedaba más por contar.
Aldo se fue. La vida seguía.
Ana y Rocco tomaron una de las habitaciones
del frente.
Uruahí y Bruno dormían en uno de los cuartos
del fondo.
Rápido aprendió Rocco el español. Ana se puso
al frente de la pulpería.
Su esposo se encargó de la cocina. Fueron
mejorando la presentación del local.
En uno de los viajes de Rocco a Rosario, para
traer vino y especias, Aldo le presentó al coronel
Julio Argentino Roca quien extendería los
ferrocarriles. Se hicieron amigos.
POR ESTA CRUZ…
Collage sobre un cuadro “Idilio criollo”
de Jean León Palliere (1823 – 1887)
Cuando preguntaba a mi madre por los hijos de
Rocco con Ana, era difícil precisar.
A veces decía diez, otras seis; y en algunos
casos, ocho.
Las más citadas eran Asunta y Aída, primera y
segunda respectivamente, las cuales, cada una, a
su manera, llenaron luego un capítulo de novela en
esa época de romanticismo.
Le pusieron Asunta por su abuela, nació en
mayo de 1872, cuando Rocco, de 21 años; y Ana, de
20, vivían los primeros meses de América tratando
de aprender a llevar el negocio.
Quien la trajo al mundo fue su padre. Lo
sucedido en la carretera se corrió, siendo llamado
como partero en la vecindad.
Una vez cumplido con la asepsia primitiva,
Rocco besó a Ana disimulando la molestia que ella
no le hubiese dado un varón.
Se ignoraba que el sexo lo determina el padre.
Eran tiempos donde se cumplía la ley de la
naturaleza. Sobrevivían los fuertes.
Al día siguiente la madre ya estaba al frente del
local y Rocco en la cocina con un viejo gallego.
Sobraban emigrantes o indígenas que por techo
y comida trabajaban.
Para ayudar a Ana tomaron una india, que se
encariñó con Asunta y la mimaba en su dulce
idioma.
Junto a Ypané, nombre de la india, Asunta se
desarrolló comenzando a mostrar las profundas
ojeras características de su padre y los hermosos
ojos de su madre.
Además de niñera, Ypané fue ayudante de la
pensión y de la fonda.
Ya no era pulpería. Con los arreglos había
dejado de parecerse a eso y recordaba los locales
de Europa.
También se enriquecieron los conocimientos de
Rocco. El padre de la india era curandero.
Y el joven toscano, con su simpatía y ansias de
saber, fue asimilando del viejo indígena. Aprendía
guaraní... y mucho de la naturaleza.
Entrados en diciembre, una tarde que desde el
fondo de la pensión estaban mirando el encuentro
de los ríos.
Guazú, como le decían al padre de Ypané, le
comentó a Rocco:
Diap 27
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
ANA, LA SEÑORAANA, LA SEÑORA
1872 > ASUNTA, YPANÉ Y GUAZÚ
–En unas semanas tendremos el agua aquí
arriba, cerquita. Conviene que suba el gallinero y
el chancho más arriba. No vaya a perder esos
animales.
Algo que tipificó a Rocco, y sus descendientes,
es que oían a los simples, a la verdad que encierra
la experiencia.
Y así, sin más, subieron lo que el viejo había
dicho.
Pero, el tasajo de caballo, de vacuno y de
carpincho que se salaba en las piedras cerca de la
orilla, Rocco lo dejó.
El indio, burlón, le aconsejó:
–Si no quiere perder eso, usted va a correr
dentro poco,. El Paraná cuando crece, levanta sus
hijos. Y el Salado, o Ybirí para nosotros, le
obedece. No importa, yo le avisaré.
–¿Crece tanto? Aquí no hay montañas. –dudó
Rocco.
–Al Paraná, y a su hermano el Paraguay, los
alimentan la lejana sierra del Amanbaí, el Matto
Grosso y el Chaco. Cuando allí es temporada de
lluvia, el cielo se rompe. Eso es bueno para la que
vida se renueve. Ya verá que la tierra se raja, y
bajan islas flotantes llenas de animales y árboles.
–¡Cuánto sabés, Guazú! –y le interrogó– ¿Qué
significa tu nombre?... Nadie se llama como vos.
–Yo fui joven. Yo quería saber todo. –musitó el
viejo– En una crecida subí a una de esas islas.
Despacito fuimos hasta donde termina el río, lo
que llaman Delta del Tigre. Pero mi isla, que cada
vez se ponía más chica, no paró allí. Siguió hasta el
Paraná Guazú, el “río grande como mar”, el que
ustedes llaman Río de la Plata. Y unas olas saladas
la deshicieron.
–Nadé como el carpincho. –siguió el indio–.
Llegué a la costa. Y, remontando la orilla, volví. Vi
otros pueblos, otros lugares, otra gente... Desde
entonces me dicen Guazú.
–¿Aprendiste mucho? –Rocco se preguntaba sí
mismo.
–Mucho. Lo más importante fue... que nada es
diferente.
La crecida comenzó a principios de enero.
Tal como había dicho Guazú, el río creció casi
ocho metros y el ancho de cuatro kilómetros llegó
a veinte. No se veía la orilla contraria.
Por eso a Entre Ríos y Corrientes, provincias
situadas entre los ríos Paraná y Uruguay, le dicen
la Mesopotamia Argentina.
Diap 28
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
ANA, LA SEÑORAANA, LA SEÑORA
Rocco entendió para que servían las argollas
que estaban en las paredes de la pensión, sobre la
calle y el fondo. No eran sólo para atar las riendas
de los caballos de los clientes.
En esta circunstancia también servían para
amarrar las cuerdas de los botes y canoas de los
que venían por el río, y que la crecida los aislaba
en sus cultivos.
En pocos meses la pensión cobró fama por sus
vinos y comidas, como por las habilidades del
dueño.
Construyó un horno en el fondo y hacía a diario
pan italiano y campesino.
Empedró el patio y los cuartos, los fretachó de
yeso y pintó con cal. Cambió el techo de quinche,
fresco pero dado a bichos y culebras, por un cielo
raso de madera y tejas.
Puso tejas cocidas, igual que en Toscana. Estas
argentinas las hizo con material del lugar, como
todo lo demás.
Otros se deprimían añorando, él valoraba la
nueva tierra.
Una mañana se apareció Guazú con una canoa
extraña, era de cañas y forrado de cuero. Sereno,
explicó:
–Es de totora, me enseñó como hacerla un indio
del lago Titicaca. Flota sola. La revestí porque los
blancos creen que se hunde. ¿Viene conmigo a ver
las islas flotadoras? En la tarde estamos en
Rosario. Tomamos la diligencia y volvemos.
Rocco dudó, pero fue más fuerte el espíritu
aventurero.
Y dejando a Ana con rostro enojado, y al gallego
a cargo de la cocina, se embarcó.
Sólo llevaban un remo primitivo.
Fue una experiencia inolvidable.
Los grandes islotes, si no hubiese sido porque se
movían con el río, parecían tierra firme. En ellos
había una fauna y flora maravillosa, de la selva.
Tenían árboles frondosos llenos de lianas, flores
y pájaros de selva tropicales, en ellos se veían
carpinchos, vizcachas, iguanas, comadrejas, y
nutrias nadando.
En uno notaron un yaguareté. El hermoso gran
gato iba sentado, impávido, con la vista puesta en
la cima del follaje.
–Hay monos en las copas. –indicó Guazú– Sólo
debe esperar. Tarde o temprano un árbol caerá y él
tendrá comida. Si la isla encalla, mejor. Y si no, él
nada muy bien.
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CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
ANA, LA SEÑORAANA, LA SEÑORA
Rocco pensaba en su pequeña hija, viendo las
turbulentas aguas.
El indio guiaba la canoa. Notó la mirada y
murmuró:
–No tema. Este bote no se hunde. El único
peligro son los yacarés. Pero prefieren la orilla
mansa. Yo de niño jugaba con ellos en el agua
haciéndoles cosquillas en la barriga.
–Yo no jugaría con un cocodrilo. Son animales
que atacan ocultos. No me gustan los reptiles ni los
hombres ladinos.
–Por eso, usté en pocos meses se hizo respetar.
Y no diga que no le gusta el yacaré, aún no lo ha
probado. Se que es buen cocinero. Todo bicho que
camina va a parar al asador.
Rocco largó la risa. El indio comenzó a llevar la
barca de totora hacia la ribera. En el horizonte se
vislumbraba Rosario.
Guazú encontró uno de su misma etnia y le dio
el bote. No le dolió darlo. A él le sobraba totora,
cuero y... tiempo.
Fueron al depósito de Aldo. Rocco había vuelto
allí otras veces a buscar vinos y quesos de Italia.
Bruno no les dejó regresar esa noche, los invitó
a quedarse en lo de Aldo.
–Gracias... –dijo Guazú– Estaré con el otro
indio. Sólo llevo chiripá y cholas bajo el poncho.
No sirven para una reunión con damas de corset y
polizón, charlando con señores de jaquet, o de
pantalones y botas. Mañana volveré temprano.
Bruno los llevó en su sulky.
Ni quiso entrar en el local y se marchó.
O quizás... el viejo temió ver donde había vivido
con Uruahí.
Guazú decía que volver al pasado es gualicho.
...oo0oo....
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CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
ANA, LA SEÑORAANA, LA SEÑORA
Indio viejo en caballo (bote) de totora
Contaba mi madre que... Ana no hizo
ningún comentario. Sólo preguntó si esa era la
forma de cuidar a una esposa encinta.
La reacción de Rocco pasó del asombro a la
euforia.
Para que Ana estuviese más descansada, trajeron
una prima de Ana, de Castiglione.
Rocco atendía la cantina, y para ayudar al
cocinero tomó a Pina una genovesa.
Los cambios trajeron más parroquianos. Y los
beneficios, a las mejoras.
Ana quería lucirse con el familiar. Compraron
vasos de porcelana y cobre. Jarras y cántaros
elegantes.
Cambiaron las lámparas de velas por nuevos de
aceite. De lejos, en la noche, se veía la luz de la
pensión. Y pusieron un letrero sobre la puerta:
RESTORÁN PIEVE.
Sin embargo, los clientes habituales, los que
diariamente llenan el cajón con sus monedas,
seguían prefiriendo los jarros y botijos de
terracota. Decían que el vino sabía mejor.
Rocco era un hombre de ambiciones, le gustaba
vivir bien, pero no se preocupaba del dinero ni de
ahorrarlo ni de invertirlo.
Pero, todo fuese por el venidero varón deseado.
El futuro padre comenzaba a ser más aplomado.
Quizás era la responsabilidad, o tal vez el
espíritu introspectivo de la tierra nueva y de los
gauchos iba apoderando de él.
Ahora, para definir a alguien se usan términos
difíciles, entonces era suficiente un respetuoso
gesto en el rostro.
Rocco aprendió de todos y de todo.
Hoy sería: un “Ecléctico”.
Sabía tratar las personas.
Hoy: Tenía “Relaciones Públicas”.
Buen amigo, alegre, agradable.
Hoy: un “Hombre Sociable”.
Pensaba en lo mejor y decidía.
Hoysería: un “Ejecutivo”.
Pero, en esa época sólo fue...
Rocco, un hombre singular.
Y ese hombre fue a Buenos Aires a buscar la
prima de Ana.
Vio la muchacha bajar del velero acompañada
por un joven con aires de gran señor.
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CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
SANTOS, UN GAUCHO
Pa’ cantar, mi vigüela...
pa’ mi honor, el facón...
04 – Año 1873
SANTOS, UN GAUCHO
Sería un compañero de viaje, y el trayecto era
muy largo para estar sola.
Era un primo lejano de Ana Los italianos se
especializan en tener primos lejanos.
Éste se había invitado solo, y venía a lo de
Rocco porque en América todos se hacían ricos.
Caterina, la prima, resultó modesta y tímida.
Pero, Carlo, era petulante además de atrevido.
Mientras Caterina se asombraba de lo que veía,
Carlo sonreía cínicamente.
Rocco, molesto, ni les mostró la ciudad yendo a
la salida de diligencias de inmediato..
Durante el trayecto el joven se burló de la
apariencia de los gauchos y le pareció aburrido ese
país tan llano.
La muchacha se avergonzaba a cada frase de él.
Rocco no lo soportó má.
Le dijo que los Andes eran más altos que los
montes Apeninos, que Italia cabía nueve veces en
Argentina, y esos gauchos eran hombres que se
debían admirar.
Carlo no habló durante el resto del viaje.
No quería estar mal con ese pariente.
Lo recordaba como un muchacho alocado, pero
ahora era un señor que infundía respeto.
Al anochecer llegaron a la pensión.
Rocco dejó en una mesa los impresos de la
ciudad.
Los clientes fueron a verlos, muchos solamente
entendían los dibujos, no sabían leer.
Luego de la presentación del nuevo emigrante,
éste no gustaba ser llamado así, y que él y Caterina
transmitieran las novedades de la vieja patria, se
dirigieron a descansar.
La muchacha fue al cuarto donde estaba la hija
de Guazú, la india Ypané, con quien entabló rápida
amistad.
Rocco, por tirria de haber soportado la perorata
del joven, lo puso en el último, junto al gallego
cocinero.
Ana, al acostarse, le dijo que el primo había
venido de yapa.
Rocco sonrió.
Lo que viene de yapa no vale mucho.
América era para hombres...
Carlo ya lo vería.
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CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
SANTOS, UN GAUCHOSANTOS, UN GAUCHO
Ni atendiendo a los parroquianos era útil. A
todos les disgustaba su altanera forma de ser,
parecía un chulo.
Caterina, Ypané y Ana trataban de disimular la
falta de capacidad del joven, pero Rocco veía la
injusticia.
Éste había ampliado el negocio con otro galpón,
en él guardaban los barriles de vino, los embutidos
y el tasajo, más los hierbas medicinales y toda
clase de condimentos.
Era el lugar donde el “Brujo Guazú” y el
“Partero Rocco”, como los habían bautizados,
aprendían el uno del otro.
En los Andes, en Mendoza, Córdoba, Salta, los
viñedos de los emigrantes daban caldos tan
buenos como los europeos.
Rocco empezó a comprarlos. Luego él les daba
el “punto” con polvos y yuyos.
Y el sabor “propo italiano” agregándoles virutas
de viejos toneles curados.
Por algo tenía fama de arreglar el vino
“mareado” al cruzar el ecuador.
Encargó a Carlo para ir con los vinicultores y la
compra diaria de las verduras, como del mercado
fresco de la cocina.
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CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
SANTOS, UN GAUCHOSANTOS, UN GAUCHO
El verano de 1873 fue pasando. Y los emigrantes
seguían llegando. Las cartas mal escritas hacían
crecer el sueño.
Sarmiento, el presidente, además de llevar al
país a un gran progreso material e intelectual, era
maestro y escritor.
Acuñó una frase histórica: “Las cosas hay que
hacerlas, aunque sea mal pero hacerlas”. Carlo ni
la entendía.
El gallego cocinero se casó con su ayudante
Pina, la genovesa, y se fue a Rosario.
Quizás por que esa ciudad crecía, o tal vez por
no soportar más al joven.
El gallego dejó como recuerdo sus pucheros, los
deliciosos chorizos, y las empanadas que hacía con
los pescados del río.
Lo sustituyó un napolitano, de nombre Napoleone,
más paciente, más alegre y más dado a hacer
platos del sur de Italia.
Esto se unió a las habilidades de Caterina que
era buena repostera, sabía amasar, preparar pastas
finas y sabrosos minestrones.
Ana logró que pusieran su primo en el mostrador.
Y Caterina se repartía entre el local y el fogón.
Todo mejoraba, con excepción de Carlo.
–¿Qué querés tomar, Santos? Estás muy callado.
–Una caña paraguaya... y otra pa’ usté, si quiere
escuchar. Tengo algo en el garguero que me cuesta
desembuchar.
El tano trajo los vasos. El gaucho lo miró de
frente, con ojos fríos:
–¿Sabe, Rocco? Yo a usté lo respeto. Pero ese
primito suyo... –movió la cabeza con disgusto, y
siguió– como que le está arrastrando el ala a la
china. Va por el rancho cuando yo no estoy. Y le
lleva tasajo.
–Santos... –respondió, sopesando las palabras–
el primo es de mi señora, el tasajo es mío... y la
china es tuya.
–¡Hum!.. Tiene razón. Es que... en cuestión de
faldas, pocas veces la taba es suerte. Otra vez
tendré que enseñar.
–Sí, pero vos aún no me enseñaste a bailar
malambo. –dijo Rocco en broma y saliendo del
grave momento.
–Le enseñaré. Pero antes, alguien tiene que
aprender otra cosa.
Y tomó la caña de un solo trago, para irse. Quiso
pagar las dos bebidas. Rocco no aceptó. Eran por
cuenta de la casa.
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CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
SANTOS, UN GAUCHOSANTOS, UN GAUCHO
Lo hizo más que todo para sacarlo de la casa y
tenerlo lejos del cajón del dinero.
Así, Carlo tuvo jardinera y caballo a su
disposición. Los gauchos le miraban con sorna al
verlo montar con sus pantalones apretados y
casaca adornada.
Sin embargo, a las mujeres les caía bien. A veces
salía sin que hubiese necesidad.
Esa mañana, Guazú, al volver de buscar unos
yuyos en el galpón, le dijo a Rocco con sobriedad
vernácula:
–Patrón... el charqui va bajando.
–Guazú, vos no tenés patrón. –respondió–
Tenemos que ver si no hay algún aujero y esté
entrando algún bicho.
Disimuló, imaginando el origen de la falta. El
indio se fue.
Esa noche, junto al mostrador se hallaba
Santos, gaucho payador, bailador, ducho en faenar
y cuerear. Guapo, tenía en su haber muchos duelos
de payada... y de sangre.
Su única debilidad era una china algo coqueta
que vivía en su rancho, cerca del río Salado.
El hombre lo observó, y Rocco supo que quería
hablar
–¡No!... –interrumpió Guazú– Vamos a ponerle
los yuyos pa’ que no le duela. Y le diremos pa’ que
sirve cada uno.
–Ya ves, un indio es mejor que vos. –dijo Rocco.
Se limpió las manos con caña y le sacó el
pañuelo. La herida era profunda y le echó un
chorro de la bebida.
Carlo lanzó un alarido. Guazú le dio unas hojas,
diciendo que las masticara. Eran de coca, del Perú.
El joven sintió que se le dormía la boca.
El indio trajo un polvo blanco, explicando que
era amapola molida. Y con una espina impregnada
de él fue pinchando cerca de la herida. Desapareció
todo dolor.
Finalmente entregó a Rocco una crin negra,
indicándole:
–Cósalo con esta cola de caballo, sinó tendrá
dos bocas. Usted hace buenos puntos, lindos como
un bordado. Lo vi el otro día, cuando los hizo a la
vaca del tambo.
El “partero” vio el horror de Carlo y, burlón,
preguntó:
–¿Qué te gusta más... punto inglés o hilvanado?
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CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
SANTOS, UN GAUCHOSANTOS, UN GAUCHO
El día siguiente, Carlo, luego de pasar por el
galpón, salió en la tarde. Iba emperifollado, con
facón y chambergo.
Anocheciendo volvió a la pensión. Traía la cara
envuelta en un pañuelo ensangrentado. Le habían
hecho un barbijo en la mejilla derecha. Santos era
zurdo.
Guazú y Rocco no lo dejaron ver así por las
mujeres, llevándolo al galpón para curarlo.
–Tuviste suerte. –dijo el indio– Pudieron
degollarte. Se ve que quien lo hizo sólo te quiso
marcar.
–Acostate en esta mesa. –ordenó Rocco, luego
de limpiarla con aguardiente– Espero que, por lo
menos, hayas sido lo bastante varón como para
haber sacado el cuchillo.
–Sí... –farfulló Carlo– pero antes que pudiera
darme cuenta, tenía el tajo y estaba envuelto en el
poncho de ese payador de porquería.
–¡Callate! Porquería sos vos. Un hombre no
dice con quien tuvo un duelo. Debes aprender
mucho de América. Tendría que curarte así, a ver
si aguantas el dolor y no eres maula.
Bruno le envió a su compañero de viaje un
libro:
El “Martín Fierro”, de Hernández.
En las noches, criollos y extranjeros hacían
rueda en local mientras Rocco lo leía en voz alta.
Eso era América. Donde un emigrante narraba a
los gauchos una historia de ellos.
Eso era América. Donde un joven italiano y un
viejo indio compartían sus experiencias.
El primo se fue. Dijo que a Buenos Aires. Para la
capital. Todos sintieron alivio que se fuera.
Pero, no aprendió la lección dada por Santos.
Años después se supo que había muerto en una
pelea de caficios
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CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
SANTOS, UN GAUCHOSANTOS, UN GAUCHO
Esterilizó en caña la crin y la aguja, ésta era
igual a la usada por su esposa para coser los
colchones.
La herida quedó cerrada. El indio le echó otros
polvos amarillos:
–Esto se forma sobre las telarañas, no deja
formar la pus. Y pa’ terminar te ponemos una
hojas de palán. Un poquito de algodón. Un
pañuelo… y ya está. Parece que tuvieras dolor de
muela, no una cortada.
Carlo se levantó. Apagaron las lámparas de
aceite. Iban para la casa, cada uno en sus
pensamientos.
–Viejo... –dijo Rocco, mordaz– Creo que no va
a faltar más el charqui. Debe haber sido algún
pájaro rapiñero.
–Es que cerramos el hueco. –respondió con la
misma malicia el indio– El chimango tendrá que
volar para otro lado.
Al otro día, Santos apareció en la fonda. Sereno,
como si no hubiera pasado nada.
Cumplió con lo prometido. Le enseñó a Rocco a
bailar malambo, gato, y pericón.
Y con el tiempo, el “patrón” se hizo bailarín de
renombre.
“LA PAYADA”, cuadro de Enrique Mac Grech
( 1890 – 1969 )
El reciente padre sonrió. Con el indio siempre
aprendía.
–Vamos a tener que voltearle la pisada. –
aseveró el viejo– Nada cuesta probar. Todo es
cuestión de fe.
–No entiendo como vos, –dijo Rocco– que
hacés brujerías, el domingo vas con mi señora a
misa, y rezás... y comulgás.
–Aprendimos con los misioneros. –dijo Guazú–
Era mejor rezar que recibir latigazos, o ser
destrozados por los perros.
–¿Crees en ese dios de los misioneros o en los
tuyos?
–Dios es dios, con muchos nombres o uno solo.
Lo mismo está en cada árbol, río, montaña, que en
la hostia. Dicen que hay indios caníbales...y
ustedes nos hacen comer a su Dios.
Rocco volvió a reír. Y dijo, ya creyendo más:
–Vamos. Ojalá voltear la pisada ayude en lo que
quiero.
–Lo que queda de cada ser que camina en la
vida, hombre o animal, es su huella: la pisada.
Dice de donde viene y para donde va: Su destino.
Si la volteamos, cambiamos ese destino
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CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
SANTOS, UN GAUCHOSANTOS, UN GAUCHO
En la primavera de 1873, Ana dio a luz. Y Rocco
la atendió.
Un parto fácil, pero el padre mostró rostro
desconforme.
Era una bella niña... otra niña.
La llamaron Aída, como la abuela. Hubo fiesta
en la pensión y, dando gusto a Ana, se trajo al cura
para bautizar la criatura de Dios.
El sacerdote, viejo napolitano que vivía de
limosnas, pudo ese día comer mejor.
En cuanto ir al municipio, tardaría más. Todos
sus hijos fueron inscritos con fechas posteriores a
su nacimiento, Y no leía lo escrito, con lo cual su
apellido variaba en muchos.
Días después se hallaba en el fondo. La voz de
Guazú le sobresaltó, al indio nunca no se le oía los
pasos.
–A juro iba a ser nena. Doña Ana se mantuvo
bonita, la piel suave, la barriga redonda, comía
bien. Cuando es macho, la panza se pone
puntiaguda, el pellejo manchado, vomitan. Los
hombres ya desde dentro damos problemas.
1873 – AÍDA Y LA CHARRÚA
–Ahora entiendo porqué son cerrados, libres,
valientes, y odian a los milicos. Tuvieron que
hacerse a sí mismos...
–Y son guerreros, los montoneros de Güemes
dieron la libertad. –dijo Guazú– Malo cuando no
hay porqué luchar, y el soldado se vuelve milico pa’
vivir sin hacer nada.
–O pelean sin saber la razón, como lo hicieron
tres países contra tu patria.
–¿Cual patria? Usté como yo, nacimos en una
tierra... pero somos de donde estamos.
Y un joven toscano se sintió hermano de un
viejo indio.
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CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
SANTOS, UN GAUCHOSANTOS, UN GAUCHO
Fueron al río.
Guazú buscó barro casi seco. Hizo pisar en él a
Rocco. Sacó una palita de bronce. Recortó un
ladrillo con la pisada, lo puso boca abajo y en
sentido contrario.
Luego, con la mirada fija en el cielo, quedó
moviendo su cabeza, acompasadamente, orando...
Y, sin saber porqué, Rocco hizo lo mismo pidiendo
por un primogénito.
Venían de vuelta en silencio. Rocco preguntó:
–¿Había muchos indios antes que llegaran los
conquistadores?
–Muchos... y de muchas tribus: pampas, chanás,
charrúas payagüés, querandíes, quiloazas, caracarás,
tapes, timbúes, colastinés. En el sur los patagones.
Pelearon con el blanco por su independencia.
Todavía en la Pampa entran a los pueblos en
malones a matar hombres y llevarse las mujeres.
–¿De esa mezcla salieron los gauchos?
–De ambos lados. Los soldados atacan a las
tribus para vengarse, matan a los indios y violan a
las indias. Y… las dejan abandonadas, mientras los
indígenas cuidan a las blancas y al gurí mestizo.
¿Sabe por qué se llama gaucho? Viene de guacho,
que es huérfano en quechua.
“LA VUELTA DEL MALÓN”, 1892, parte del cuadro de
Ángel DellaValle (1855- 1903)
Y convertir exquisiteces sus quesos, chorizos,
longanizas, con lo aprendido del gallego y de
Napoleone.
Las carretas de los Andes, fueron las que
aumentaron sus viajes con esos productos.
Los más asiduos eran dos jóvenes:
Uno, Jesús Logróñez, cuñado de la mujer que
dio a luz en la carretera, traía de La Rioja un vino
dulce y quesos.
El otro, Martín de Langreo, un asturiano, venía
de Tucumán. Allí se daba un vino similar al
toscano montañés.
Casualmente llegaban juntos, traían las
carretas pequeñas, y siempre debían reparar algo
en Santa Fe.
Por tanto, tenían que hacer la “dormida” en lo
de Rocco.
Y casualmente, Ypané y Caterina era cuando
estaban mejor arregladas, y quedaban charlando
con los muchachos.
Una mañana, Ana, tuvo dolor de cabeza. De
nada sirvió el te con polvos de corteza de sauce. A
mediodía vomitó.
Guazú miró a Rocco. La “volteada” había tenido
efecto.
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CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
SANTOS, UN GAUCHOSANTOS, UN GAUCHO
Marzo de 1873. Otoño. Seis meses desde el
nacimiento de Aída.
La niña tenía la belleza de su madre, su
delgadez, pero las ojeras paternas.
Asunta era típica Aquilini, fuerte maciza, De
Ana heredó los ojos que enloquecieron al joven
toscano.
Ambas niñas vivían consentidas por la dulce
Ypané y la infatigable Caterina, y reían con los
juegos de Napoleone.
Durante ese tiempo llegaron noticias de Pasteur
y Líster, de medicinas y líquidos para limpiar
heridas.
Rocco leía, y por Aldo traía esos productos, más
especies y sabores.
Seguía progresando el negocio. Tenía más
pensionistas, construyó más habitaciones, y
agregó otro “tinajero o filtro”.
Era un armario con una piedra dentro, por ella
se filtraba el agua traída del pozo, que caía fresca y
pura en el bernegal. Pero, Rocco obligaba hervirla.
Sin embargo no subió la importación de vinos,
quesos y embutidos.
El “partero” tenía el don de volver europeos los
caldos de los vinicultores emigrantes.
–Encierre las niñas, pongan mosquiteros en las
ventanas. Haré una pomada que espanta esos
bichos. Si los pican chupen la picada y pónganle
caña. El río trae espuma babosa. Las babas,
mosquitos... y estos chupan la vida.
Ana miró las niñas, tenían unos pinchazos.
Guazú los chupó. Luego hizo un preparado grasoso
que olía a infierno y untó a las niñas. Rocco miró a
Ana, estaba picada.
–Mujer preñada con gurí no muere de fiebre. El
macho que lleva dentro la defiende. –indicó el
indio– Las gurisas son chicas, Dios o Pachacámac
las protege. No tema, patrón.
–Ya te dije que no soy tu patrón. Vos sos mi
maestro.
–Es patrón... siempre lo será, aunque no le
guste serlo.
Y así se llegó a la primavera de 1874. El año
1875 era esperado. En su inicio debía nacer el
niño. Rocco vería si la “volteada de pisada” surtía
efecto.
En tanto, Ana rogaba en misa por eso. Pueblos
distintos, supersticiones diferentes.
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CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
SANTOS, UN GAUCHOSANTOS, UN GAUCHO
Y los vómitos se hicieron habituales. Debía salir
en las horas que servían la comida, sólo el olor la
asqueaba.
Iba a la esquina de abajo, allí subía la brisa del
río. Un día llegó una india andrajosa, fea, hosca. Se
sentó en la tierra.
Ana notó que a la mujer le faltaban varios
dedos.
La india la veía con una mirada inexpresiva,
parecía muerta. Y así quedó.
Cuando la patrona volvió a la pensión le dijo a
Guazú quien, poniéndose más serio que nunca, le
explicó:
–Es charrúa. Las madres se cortan un dedo por
cada hijo muerto. –y, continuó– Tiene razón. Está
muerta aunque parezca viva. Todos las charrúas lo
están. Fue la tribu más belicosa, guerrera. No los
mataron los conquistadores. Fue un hermano del
Presidente Rivera, del Uruguay, salió con milicos a
pacificarlos... y los pacificó pa’ siempre.
–Me señaló el río y mi vientre. –recordó Ana.
Guazú se levantó, saliendo a ver. Volvió rápido,
diciendo:
Se miraban uno al otro. Por fin, Martín se
atrevió:
–Señor Rocco... queremos casarnos con Ypané y
Caterina.
–¿Los dos con las dos? –preguntó jaranero el
toscano– No creo que el cura ni el juez lo
permitan.
–No... –intervino Jesús Logróñez, con más
confianza– Yo estoy enamorado de Ypané, y
Martín de Caterina.
–¿Por qué me lo cuentan a mí? Yo no soy dueño
de ellas. Caterina es mayor, puede hacer lo que
quiere. Y el padre de Ypané es Guazú. Que digan
ellas y él.
No necesitó llamar a nadie. Todos estaban
confabulados.
Entraron de inmediato, más Ana y las niñas.
Rocco dijo al indio:
–Mirá, Guazú... este español quiere casarse con
tu hija.
–Mi tatita ya me dio la bendición. –cortó la
bella india– Pero usté es mi patrón y quiero su
permiso.
Diap 41
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
SANTOS, UN GAUCHOSANTOS, UN GAUCHO
Esa tarde la diligencia trajo impresos de
Europa, en ellos decían que Engels y el
revolucionario Marx propagaban ideas extremas, y
que el último vivía refugiado en Londres.
Pocos pensionistas prestaron atención, estaban
cansados de una jornada buscando como “hacer la
América”.
Así mismo, mostraban unas máquinas de coser
portátiles, con las cuales las mujeres podían hacer
cualquier ropa y se libraban de la tediosa
confección a mano.
Por lógica los dibujos atrajeran a las señoras y
muchachas, quienes por generaciones perdían la
vista sobre la costura.
También habían llegado Martín y Jesús con sus
carretas trayendo vinos, quesos y especies. Éstas,
cuyas semillas trajeron los emigrantes, eran
superiores a las originarias.
Extrañó que los jóvenes no dijeran que tenían
algo que hacer en Santa Fe para pasar otro día allí.
A las diez de la mañana, vestidos con
domingueras “pilchas”, se presentaron delante de
Rocco, nerviosos.
Querían acompañar a Ana unos meses luego del
parto.
Le pidieron a Rocco para ser padrino. Éste lo
apreció, sin embargo se excusó con una profunda
seriedad.
–Les agradezco el honor. Si quieren, voy de
testigo. Pero padrino, no. Sería hipócrita
representando algo que no siento. Mis hijo son
bautizados porque Ana es creyente, y se debe
respetar las ideas y sentimiento de los demás.
Orgullosa de su esposo, Ana sirvió una ronda de
vino dulce. Fueron al mostrador para brindar. Y el
“tano” dijo:
–Por ustedes, por nosotros, por los que
vendrán, por los que formarán América. Que
siempre serán como este vino, de cepas criollas y
sabor europeo.
Y, con su espíritu alegre característico,
completó:
–Y por Rocco... quien las prepara, y otros se las
llevan.
Volvieron a reír, pero había lágrimas en todos
los ojos.
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CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
SANTOS, UN GAUCHOSANTOS, UN GAUCHO
–No soy patrón de la gente. Sos india, tu raza es
libre, transmite esa libertad a los hijos que tengan.
Y la mujer es compañera, pelea junto al hombre,
pero no es su esclava.
–¡Ahijuna!... eso debería acompañarse con
guitarra, – Guazú exclamó– que el “tano” habla
lindo.
–Me gusta más lo de “tano” que lo de patrón. –y
se dirigió a Caterina– ¿Y vos, querés casarte con
este otro gallego?
La humilde muchacha se había vuelto valiente
con el amor. Sacó coraje para aclararle:
–No es gallego, es asturiano. Pero tú me trajiste,
te debo el estar aquí y... –se sonrojó– el haberlo
conocido a él.
–Nada debes. Has pagado tu viaje en demasía
cuidando las nenas y trabajando. Eres mayor, tú
decides tu vida. Estoy seguro que todos serán
felices. Ellos son hombres de la tierra, aunque
hablen con esas enrevesadas eses.
Todos rieron. Ambas muchachas lo abrazaron,
felices. Dijeron que estarían hasta el verano, se
casarían en marzo.
Más si el festejo se realiza en la pensión de un
hombre famoso por sus comidas, sus bebidas, y
querido por todo el barrio.
Se mantuvo la costumbre y, aún en ese formal
Santa Fe, los noveles desposados fueron a pie de la
iglesia hasta la fonda, bajo los gritos y flores
arrojadas por los emigrantes.
Todos pasaron la velada en la pensión.
Al día siguiente se marcharon en las carretas,
adornadas de pimpollos, con música de guitarras,
castañuelas y mandolina.
Diap 43
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
SANTOS, UN GAUCHOSANTOS, UN GAUCHO
Enero llegó rapidamente. Quizás fue empujado
por el deseo de casarse de las muchachas. O, por el
ansia de Rocco en ver su primer hijo.
Y ahí estaba, colgando de las manos de su padre
partero, lanzando ambos un grito de felicidad a la
vida.
Y fue festejado por toda la familia, por todos los
pensionistas, por todo el barrio.
Y antes de ser bautizado con agua bendita, lo
bautizaron los parroquianos con litros de vino
tomados en la posada.
Rocco cumplió con lo prometido. Se llamó
Aurelio, como su bisabuelo. Aquel viejo que le
aconsejó ir a Argentina.
Siendo varón, la criatura era más delicada, por
tanto el “tano” y el “curandero” necesitaron aplicar
sus experiencias.
Llegó marzo. Las muchachas se casaron el
mismo día. La fiesta fue en el restorán.
Las familias de Logróñez y de Langreo dejaron
unos días las tierras y vinieron. Y el “partero”
conoció al José Rocco traído en la carretera.
Inimaginable el jolgorio y bullicio en un doble
matrimonio donde se mezclen españoles, italianos,
gauchos e indios.
1875 – AURELIO, PRIMER VARÓN
FIESTA EN EL FONDO DE LA PENSIÓN basado en el cuadro
“BAILE EN EL CAMPO”, de Enrique Rapela (1911- 1978)
Y así se fueron las carretas, se fue Caterina, se
fue Ypané, se fue Guazú.
Se fue una parte de la vida de Rocco.
La pensión se llenó de huéspedes, el negocio
progresaba.
Ybayaú fue dulce y cariñosa como su hermana.
Y, muchas veces daba consejos como Guazú.
Tomaron una emigrante para que ayudara al
cocinero quien, como buen napolitano, en los
anocheceres cantaba añorando a las muchachas .
Martín de Langreo y Jesús Logróñez dejaron de
traer las carretas chicas y todas las semanas.
Ahora venían con las grandes una vez al mes,
con noticias de sus esposas más la carga de vinos y
quesos.
De vez en cuando le daban a Rocco una bolsita
con yuyos.
Ypané explicaba su uso en un papel, aprendió a
escribir y leer con el “patrón”.
El viejo curandero había encontrado otra
curación, y se la mandaba a su amigo del Paraná.
En América todo crecía. La niñez de Asunta, la
de Aída, la del varoncito Aurelio.
Para Rocco, la responsabilidad.
Diap 44
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
SANTOS, UN GAUCHOSANTOS, UN GAUCHO
Guazú se acercó a Rocco, venía con una india
poco mayor que Ypané. Era hermosa, pero tenía
algo de la tristeza de Uruahí.
Los indios, cuando sufren,se tornan introspectivos.
–Yo también me voy, patrón. –su voz era
ronca– Me voy con Ypané. Estaré más cerca del
Paraguay. Si Pachacámac me llama, mi espíritu
tardará menos en volver a su origen.
–¿Te vas? –el tono de Rocco dejó de ser jovial–
Todavía me falta tanto aprender de vos.
–Ya no me necesita, –sentenció el indio– lo que
yo sabía, usté lo tiene todo escrito en esa libretita,
con las hormiguitas muertas que son las letras. Lo
que aprendí de usté, yo lo llevo anotado con
hormigas vivas en mis recuerdos.
–Los extrañaré. Ypané fue una hija, y vos... un
amigo.
–Por eso mismo le traje a ella, a Ybayaú. –dijo
señalando la muchacha– Otra hija mía. Y también
media curandera.
–¿Otra hija? ¿Cuántas son? ¡Como que vos
tenés historia!
–A usté se la he contado. Caminé muchos
caminos. Muchos caminos, muchas mujeres.
Muchas mujeres, muchos hijos e... hijas.
El sábado llegaba Tulio, el restorán quedaría al
cuidado de Napoleone, el cocinero, y las criaturas
al de Ybayaú.
Ana se esmeró en lucir bien. Ya no era la
muchacha que se había “escapado” con Rocco.
Ahora era... ¡una señora!
Fueron con la jardinera. Se detuvieron en
Rosario para saludar a Bruno y Aldo.
Encontraron allí al general Roca, quien visitaba
a Rocco cuando pasaba por Santa Fe.
Al saber la causa del viaje no les dejaron seguir
así. Aldo le dio su landó con cochero.
Y el Gral. Roca escribió al capitán del puerto de
Buenos Aires para facilitar la entrada a Tulio.
Lo último no agradó a Rocco.
El único militar que le caía bien era Roca.
Pero, sabía que la otra cara del progreso es estar
relacionado con quienes dirigen el país.
Durmieron en la gran ciudad.
Como el barco atracaría a media mañana,
fueron temprano a hablar con el capitán.
Éste, al ver la carta se desvivió en atenderlos, y
llamó a un oficial que los llevó a la balaustrada
para personas distinguidas.
Diap 45
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
TULIO, UNA HISTORIA
Contaba mi madre que... en la primavera
de 1875, Tulio, el hermano mayor de Rocco,
escribió que iba a la Argentina y en clase primera.
Rocco sonrió irónico al leer esa palabra.
Vendría en un buque a vapor, aunque éstos aún
mantenían sus velámenes para aprovechar el
viento y economizar carbón.
Había otras noticias:
Avellaneda inauguraba el Ferrocarril del Norte.
Seguía la pugna entre centralistas burgueses y
federalistas hacendados.
Y, el progreso de la industria, de la ganadería y
de la agricultura en Argentina y Uruguay.
En Europa crecían los movimientos socialistas,
y el Ing. Carlos Tellier ensayaba el enfriamiento
por máquinas.
Lo otra, ya no era novedad, Ana estaba otra vez
encinta.
Su cuarto embarazo... la Argentina necesitaba
poblarse
Hay carreteros que son señores
y señores que son carreteros...
05 – Año 1875
TULIO, UNA HISTORIA
Atrás, otra joven de ropa sencillas, y un negro,
traían valijas y arcones.
La señorita elegante agitó su pañuelo y, cerca de
Ana, unos señores mayores respondieron el saludo.
El oficial militar les escoltó hasta el corredor. Le
entregó a Tulio sus documentos y se dirigió al
grupo, despidiéndose:
–Señor Aquilini, fue un placer servirle. Ruego
que transmita mis saludos al general Roca.
Distinguidas señoras, señorita Hecherra, señor
Javier Hecherra, siempre a sus órdenes.
Tulio y la señorita presentaron sus familiares.
María Luisa, la fina señorita, cariñosamente
llamada Marilú, dirigiéndose a Tulio con una
mirada dulce y apasionada, le preguntó:
–¿Por qué no dijo que su hermano era amigo
del general Roca? Mi padre lo aprecia, protege
nuestras estancias.
–Excelente militar. –completó el viejo– Nos
está librando de esos indios salvajes. Y cubrirá
Argentina de ferrocarriles. No me extrañaría verlo
pronto en la presidencia.
–Ni yo lo sabía, –dijo Tulio, fatuo– mi hermano
menor, Rocco, es muy modesto a pesar de lo que
ha progresado.
–“Cherí per”, el señor tiene “restaurante” en Santa
Fe de la Vera Cruz. –enfatizó Marilú– La histórica…
Diap 46
CONTABA MI MADRE
CONTABA MI MADRE
TULIO, UNA HISTORIATULIO, UNA HISTORIA
Cuando llegaron allí, Ana creyó desmayarse... lo
más fino y copetudo de la sociedad bonaerense los
rodeaba.
El barco arribó al muelle en medio de pitazos de
vapor que aturdían, y hasta el viejo cañón del
puerto le saludó.
Por una plancha bajaban los emigrantes.
Como siempre, sólo traían un atado de ropa y
viejas cajas de herramientas... y eran conducidos
cual ganado para los galpones.
Luego, por otra pasarela salieron los pasajeros
de primera. Aquello era un desfile de lo más novel
de la moda.
Y la galería se llenó de murmullos de admiración.
Rocco vio venir a Tulio con el capitán que habían
hablado, le acompañaba una señorita distinguida.
Emigrantes bajando en el puerto de Buenos Aires – 1890
¿Cuántos de ellos fueron los nonninos de muchos argentinos?
Era la representación característica del que hizo
fortuna en América y todo lo construye más
grande que los ricos de su tierra natal.
Marilú les acompañó al cuarto de huéspedes,
diciendo que el almuerzo sería servido enseguida,
así ellos podrían salir temprano para la provincia.
Luego de asearse, bajaron.
Les hicieron pasar de inmediato al comedor.
Marilú se había cambiado de vestido y peinado.
Parecía una joven de esas que aparecen dibujadas
bajo una pérgola de flores.
El mayordomo y las criadas comenzaron a servir.
Rocco y Ana no se asustaron por la cantidad de
cubiertos de plata y la cristalería de Bohemia, ellos
a su manera tenían mundo.
La bella Marilú, sentada frente a Tulio, no
dejaba de sonreírle.
El enamoramiento de ella era evidente.
En cuanto al del Tulio, solo él lo sabría.
El viejo Hecherra rompió la conversación:
–Disculpen que falten mis dos hijos mayores.
Están en sus estancias de la Pampa. Mañana no
reuniremos nosotros con ellos en la nuestra de la
provincia de Buenos Aires.
Diap 47
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
TULIO, UNA HISTORIATULIO, UNA HISTORIA
Yendo para los carruajes, la bella Marilú y el
elegante Tulio siguieron la conversación con términos
franceses,
La vieja señora al ver el landó donde habían
venido Rocco y Ana hizo un gesto de aprobación.
Los sirvientes se aprestaron a subir el equipaje.
Marilú susurró al oído de su padre.
Y éste se dirigió a Rocco:
–Señor Aquilini, le rogamos que nos acompañe
a almorzar. Sería un gusto tenerlos en nuestra casa.
El “tano” miró a Ana, quien no cabía en sí, y
aceptó a pesar que no le gustaban esa vieja fingida
y ese viejo autócrata.
Durante el recorrido, Tulio solo comentaba de la
señorita y el viaje. Para las noticias de Garfañana,
había que preguntar.
En el otro coche, Marilú también aturdía a sus
familiares hablando del joven acompañante desde
Marsella.
Rocco vio al negro sentado con los baúles, al
descubierto, a la intemperie.
Sintió rebeldía, y recordó a Garibaldi.
Al llegar a la mansión, quedaron pasmados.
Pocas habría igual en Madrid o Roma, ni en Viena.
El italiano no pudo menos que pensar en su
esposa Ana, diaramente cobrando tras el mostrador
de la pensión.
Al ver el rostro sarcástico de Rocco, el viejo se
dirigió a Tulio:
–Así que fue contador en la comuna de su
provincia. Eso es bueno. Administradores y
militares es lo que necesita esta tierra. Claro,
también emigrantes. Alguien tiene que trabajarla.
–bajó la voz– Los indios son haraganes... y los
negros igual, desde que le dieron la libertad.
–¡Ese Rivadavia, Mitre, Sarmiento y sus
reformas!... –acotó la vieja– No sé donde iremos.
Quieren que todos, hasta las sirvientas, aprendan a
leer y escribir. En los libros hay cosas malas. En mi
juventud una mujer honesta no leía ni escribía,
para eso estaba el padre, o los padres de la Iglesia.
–Sólo con Rosas hubo orden. –sentenció el
viejo Hecherra.
–Y en Italia con los austríacos. –volvió Rocco a
ironizar
No había más que comentar. Ni que comer.
Marilú y su padre dieron a Tulio unos sobres.
Los invitados se despidieron. Y se marcharon.
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CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
TULIO, UNA HISTORIATULIO, UNA HISTORIA
–También poseemos unas granjas en San Luis y
Mendoza. –siguió– Pero, cosa extraña, nunca tuve
tierras en Santa Fe.
–Será que el norte atrae más a los de Italia. –
dijo Rocco.
–Es posible. –el viejo sólo seguía sus ideas–
Como ahora, con eso de la industria y los
ferrocarriles, la ciudad está llena de franceses e
ingleses, Marilú quiso conocer París. Y a ella, la
menor, mi consentida, no le puedo negar nada.
–¡Esta juventud! –intervino la vieja– Con esas
novedades de la revolución, la democracia, los
inventos, vive enloquecida. Y ahora está de moda
ir solos a la Ciudad Luz.
–¡Sola no fue! –cortó el padre– Iba con Renata,
su dama de compañía. Y con Amílcar, el sirviente
negro que usted vio. Su padre fue el mejor capataz
que tuve. Naturalmente ellos no viajaban en primera.
Igualdad sí, entrevero no.
–Comprendo lo de la dama de compañía, pero...
¿cual era la finalidad de Amílcar? –se atrevió a
inquirir Rocco.
–Para cargar las cosas y pagar los gastos de
Marilú. Una dama nunca lleva dinero encima. Eso
se deja a otras clases.
–No pareces compatriota de Garibaldi, que
ayudó aquí a liberarse de los déspotas. –dijo
Rocco, siguiendo– “El tirano Juan Manuel de
Rosas se bañó en sangre, asesinó a sus propios
amigos, no tuvo piedad de nadie. Sus sicarios al
principio colgaban a sus víctimas y por eso los
llamaron la Masorca (de más horca). Después
mandó forjar unos cuchillos curvos y asesinaba los
opositores por degüello”.
–¡Hay, que espantoso! –musitó Ana.
Tulio oía impávido.
–Ese terror se mantuvo desde 1831 a 1853. –
siguió Rocco– Tu amigo don Hecherra dice que
hubo orden. Lo hubo. Los esbirros de la Masorca
recorrían las calles gritando: “¡Viva la Santa
Federación, mueran los salvajes unitarios”. Y el
que encontraban era degollado ahí mismo.
–Eres versado en historia de esta país. –se burló
Tulio.
Rocco recordó que en Garfañana a su hermano
le decían “el príncipe”, en cambio él sólo era “el
birbo”, y le espetó:
–A nuestra pensión llegan emigrantes, criollos,
gauchos, analfabetas, y letrados. A todos hay que
escuchar, siempre se aprende. Para conocer un
país se debe saber su historia.
Diap 49
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
TULIO, UNA HISTORIATULIO, UNA HISTORIA
Iban hacia Rosario. Tulio evaluaba la despedida
de Marilú. Llegaron a la pulpería de postas, Tulio
nada dijo cuando bajó, pero Rocco vio que su cara
era similar a la de Carlo.
Al reanudar el viaje sacó de su casaca las cartas
que el padre de Marilú le había dado.
Iban dirigidas al Obispo, al Gobernador y al
Decano de la Universidad de Santa Fe.
Las leyó en silencio y le asomó una sonrisa de
placer.
No se había equivocado al mirar esa “criolla”
que subió en Marsella.
Su entrada a Argentina sería por la puerta
grande.
–¿Quién fue ese Rosas que dijo don Hecherra?
–inquirió.
–Un caudillo de la provincia de Buenos Aires.
Después de la independencia, pocos tenían el
concepto de Rivadavia de un país unido. En las
provincias, los terratenientes no querían un
gobierno centralizado. Hicieron una revolución
pidiendo la confederación. Estaban acostumbrados a
hacer lo que se les antojaba en sus tierras. Uno de
esos fue Rosas.
–La gente está habituada a un patrón. –comentó
Tulio– Si en Italia no hubiese rey pasaría lo mismo.
Llegó diciembre. Tulio no vino para la Navidad.
En una carta dijo que la pasaría con los Hecherra.
A principios de enero de 1876 apareció en el
local un negro vestido de gaucho.
Diap 50
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
TULIO, UNA HISTORIATULIO, UNA HISTORIA
–Rocco... –ironizó Tulio– Sigues siendo el
romántico lleno de ideales. Acuérdate como murió
aquel Ruocco, solo y abandonado. Yo vine a hacer
la América... y la haré.
–Es seguro que sí. –la voz del hermano menor
era amarga.
En el anochecer se veían las luces de Rosario.
Aldo no los dejó seguir, los hizo dormir en su
casa, fue una cena agradable, de familia, sin clases.
En la mañana siguiente salieron con la jardinera
hacia Santa Fe, Tulio comenzaba a ver el mundo
de su hermano.
A los pocos días tenía trabajo en el Obispado,
las cartas surtieron efecto.
Sólo iba a la pensión a cenar y dormir. Los
sábados recibía una perfumada misiva de Marilú,
la cual él respondía, haciéndola antes corregir por
un escribiente español y... agregando palabras en
francés.
En diciembre, junto con la carta vino un sobre
de don Javier Hecherra. El viejo le ofrecía la
administración de una de sus estancias.
Tulio sonrió feliz... lo otro ya lo lograría.
Sólo se despidió del Obispo, del decano, del
Gobernador y del General de la Guarnición.
Nadie lo extrañó.
Era Amílcar
Serio, formal, se
enfrentó a Rocco:
–¿Me puede dar
pensión, patrón? Me han
prometido un trabajo,
pero aún no le puedo
pagar.
–Hay un cuarto para
vos. Un hombre que mira
de frente, no engaña.
Pero... ¿por qué no estás
en Buenos Aires?
–El viejo me echó.
Dijo que París me había
hecho mucho mal.
–¿No será que sabías
mucho… de más?
Y una sonora risa
morena resonó en el
local.
AMILCAR basado en un cuadro
de Rodolfo Ramos (1937 - )
Esa tarde estaban Rocco, Ybayaú y Amílcar en el
patio, bajo una higuera tomando mate.
–El viejo aquel dijo que tu padre había sido el
mejor capataz que tuvo. –recordó Rocco, por
hablar.
–¿Capataz?... Habrá querido decir esclavo.
–Los esclavos se acabaron hace tiempo. –acotó
el tano.
–Mi padre nació en 1810. Recién en 1813, las
Provincias Unidas decretaron la libertad de ellos.
Rivadavia quería la libertad de los esclavos, pero
los asambleístas pusieron la “libertad de vientres”.
O sea que los negros que naciesen después de esa
fecha serían libres. Pero los otros, hombres, viejos,
y niños anteriores, seguirían siendo esclavos. Y mi
padre murió llevando su marca de esclavo,
grabada a fuego.
–¡Qué brutalidad! –exclamó Rocco– Y todavía
decimos que nosotros somos civilizados y ustedes,
salvajes.
–La mayoría de los congresistas eran patrones,
no iban a perder peones baratos. –ironizó Amílcar.
Diap 51
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
TULIO, UNA HISTORIATULIO, UNA HISTORIA
Siguió pasando el tiempo. Y Santa Fe, creciendo.
De Tulio sólo se recibía una carta por mes. Y
cada vez era más escueta, solo hablaba de don
Javier y de Marilú.
Llegó mayo de 1976, Ana dio a luz una niña.
La llamaron Anita en honor a su madre... y a la
compañera de Garibaldi.
El negro Amílcar consiguió trabajo.
Fue el pensionista más formal respecto al pago,
porque en alegría sólo se necesitaba darle un
tambor y surgía enseguida su sangre africana.
En el mundo seguían los inventos.
Bell creó un aparato donde se hablaba y a través
de un cable oían a kilómetros de distancia.
Los antisépticos y las vacunas acababan con las
pestes.
Las máquinas de coser bajaron los precios de la
ropa.
En Buenos Aires atracó el primer barco
frigorífico para llevar carne fresca a Europa.
Era el inicio de una industria que cambiaría la
economía de Uruguay y Argentina.
1876 – ANITA, LA CUARTA
–¿Sabe como están limpiando la Patagonia de
indios? –dijo Amílcar– Los hacendados pagan un
patacón de oro por cada par de orejas, que son
muy grandes, de los patagones. Suerte que usté es
blanco y está en Santa Fe, si no con esas orejas...
–No me salvaba –rio el tano y siguió reflexivo–
A unos los arrancamos de África, a otros les
quitamos sus tierras, y a todos les impusimos
nuestros hábitos. ¿Algún día nos podrán
perdonar?
–¿Lo qué?... El hombre es así. ¿Acaso el indio y
el negro son mejores? A mis ancestros los vendían
otros negros, y los caciques indios aún adulan a los
comandantes blancos.
Llegó Napoleone con el mandolino, el negro
buscó una tambora, la india tocaba una flauta de
caña.
Era la otra parte de la mezcla que se hizo a
sangre y fuego en América.
Una mezcla de melancolía, ritmo, selva.
Y a Rocco, el mate no le supo tan amargo.
Diap 52
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
TULIO, UNA HISTORIATULIO, UNA HISTORIA
–Recuerde, don, –murmuró Ybayaú– que los
sacerdotes de Jesús discutían si los indios, y los
negros, teníamos alma.
–Ybayaú... Dios o Pachacámac es una cosa. Los
curas y los brujos son otra, éstos sólo responden a
intereses.
–¿Quiere oír algo escrito por Oviedo en la
conquista? Lo leí en París. –preguntó Amílcar, y lo
narró– “Así como en Europa se ceban los perros
dándole de comer las entrañas de los animales que
capturan, así en América se les enseña a destrozar
a los indios. Se sueltan los perros alanos contra el
indio condenado, los animales daban con él en
tierra, lo desollaban, destripaban y comían de él .”
–Cuando los blancos llegaron, –dijo Ybayaú– nos
mataron con las pestes. Después fue con trabajos
forzados. Al defendernos, usaron mosquetes y
cañones. Ahora, nos vamos muriendo de sífilis,
tuberculosis, Y la maldad no es sólo de ellos. A mí
me violaron por igual los soldados patriotas como
los atacantes. Todos eran iguales... perros cebados.
Cuando llegaron en el lujoso carruaje, la alegría
de Rocco se heló al ver que Tulio ni los había
acompañado.
Venían sólo con el cochero y una sirvienta, que
volvieron de inmediato a la ciudad bonaerense. Un
hilo de amargura se coló en el corazón del patrón.
Pero los viejos eran sanos y aún estaban
encandilados con el triunfo de Tulio.
Diap 53
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
TULIO, UNA HISTORIATULIO, UNA HISTORIA
En diciembre de 1876, Rocco y Ana recibieron
la tarjeta donde Tulio y Marilú participaban su
matrimonio.
La invitación llegaba el día de la boda, no
podrían ir jamás. Y el apellido de Tulio se había
afrancesado en Aquilene.
A Rocco le afloró una socarrona sonrisa.
Lo primero, le retribuyó con igual atención. Y
en cuanto al apellido, prefirió pensar que era un
error de interpretación.
Acompañaba una carta en la que su hermano
informaba que había mandado los pasajes a sus
padres. Éstos llegarían antes de Navidad, y
pensaba que debían pasar esa fiesta en Santa Fe.
Luego los llevaría a vivir con él en la estancia.
Agregaba que no se molestasen en ir a buscarlos
al puerto. Que él, Tulio, los recibiría y después
irían en su landó.
Rocco se alegró.
Pero sintió temor, terratenientes y campesinos
conviviendo sería difícil, eran dos formas de ser
diferentes.
Los días pasaron rápidos en la espera de ver a
Valentino y Asunta.
1877 – VALENTÍN Y LOS NONNOS
Gran felicidad fue ver
a sus nietos, el orgullo
de la abuela de conocer a
su homónima, quien
ipso facto fue Asuntina.
Valentino levantó en
sus brazos a Aurelio,
diciendo:
–Te llamas como mi
padre, un hombre que
amaba la tierra y la
libertad... Y tienes un
padre que siente igual.
Rocco olvidó lo de
Tulio.
En ese momento él
era más rico.
–Sí, es verdad. Porque debe demostrar que es
importante.
Los meses siguieron pasando.
Cada tanto recibían una carta de Tulio diciendo
que los padres estaban en el campo, en lo suyo,
que allí la pasaban contentos.
Como los viejos no sabían escribir, Rocco
aceptaba eso tranquilo pensando que, en esas
tierras pamperas, ellos se sentirían felices dando
su experiencia de Garfañana.
El embarazo de Ana avanzaba y por las
características sería varón, aunque esta vez no
había sido necesario “voltear la pisada”.
Posiblemente el efecto era cíclico.
Un día estaba atendiendo en el mostrador a un
viandante aventurero, de los que no se quedan
fijos en ninguna parte.
–Un grappa, patrón. –pidió– ¿Usté es Aquilino
o Aquilini?
–Aquilini, con i... pero mis amigos me mentan
Rocco.
–¡Hum!... Hace un mes conocí alguien de ese
apelativo. –siguió el viajero con un tono extraño.
Diap 54
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
TULIO, UNA HISTORIATULIO, UNA HISTORIA
Pasaron las festividades acompañados de
Ybayaú, Amílcar y unos pensionistas.
Otros tomaron las diligencias y carretas para ir
con familiares perdidos por las tierras de Argentina.
Recibieron las visitas de Ypané, Guazú, Caterina,
con sus familiares respectivos.
Recién el día de Reyes apareció Tulio. Venía en
su carruaje, con regalos y sin Marilú, su esposa. Al
día siguiente llevaría sus padres para la hacienda.
Y, diciendo que era para no molestar... ¡ se alojó
en el mejor hotel de Santa Fe!
Los viejos se despidieron con la efusividad
típica de los italianos, sobre todo de sus nietos, con
esa expresión que significa tanto:
Arrividerci (hasta volvernos ver).
Y felicitaron a su hijo emigrante por el nuevo
embarazo de Ana,
Tulio asomó una irónica mirada.
Cuando el coche se perdió por la calle, Amílcar
surgió de entre los árboles.
Movió pensativo la cabeza, diciendo:
–¿Sabe, don? Siempre el mayordomo es peor
que el patrón.
–Deben serlo... la viejita es parecida a usté. Esas
tierras son de Hecherra, un estanciero esclavizador.
Y cálmese. No importa lo que haya hecho... a un
hermano no se mata.
Cuando se despidió de Ana, ella estaba
temblorosa, con el corazón latiendo acelerado,
respirando entrecortada.
Él la acarició mientras le decía:
–Quedate tranquila. Volveré con ellos. Y no te
pongas así. Si por esto perdés la criatura, entonces
de verdad lo mato.
Ella sabía que Rocco podía ser la persona más
amorosa y agradable, pero también convertirse en
una fiera... por lo que se calmó.
Y se despidió de él, rogándole serenidad.
Unos días después estaban llegando a su
destino.
Antes de ir al bañado, el viandante paró en una
enorme granja donde pastoreaban ovejas.
Esa explotación no hacía mucho que había
empezado, pero ya rendía ganancias por las
textiles nacientes.
El guía dijo que eran de un vasco muy bueno, y
que sería mejor que éste los acompañara.
Diap 55
CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
TULIO, UNA HISTORIATULIO, UNA HISTORIA
Al patrón le corrió un frío por la espalda, y
preguntó:
–¡Ajá! ¿Por dónde? No es común ese apellido.
–Allá, por la Pampa de la Varita, cerca del río
Atuel, en Mendosa. Estaba en la pulpería contando
que usté era partero. Cuando dije su nombre
completo, me respondieron que había unos viejitos
llamados igual en una... –carraspeó– granja
próxima a los bañados. Y, de curioso, fui a verlos.
–Decime como eran... –la mirada de Rocco,
quemaba.
–Mire, Rocco... es mejor que se dé una vuelta
por ahí. Al decirles que yo lo conocía a usté, los
viejos se callaron y entraron en el rancho.
Pobrecitos, apenas hablan criollo.
–Mañana nos vamos en la jardinera... ¿Me
podés guiar? –más que un pedido era un ruego,
una orden.
–Con gusto. Pero es mejor ir en mi carreta. Es
más segura en esos caminos, aunque se tarde más.
Y lleve un trabuco, todavía andan indios matreros
de Calcufurá por allí.
–Si son mis padres... ¡por Dios que mato a mi
hermano!
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  • 2. Diap 2 Diap 2 CONTABA MI MADRE (LA ESTIRPE DE ROCCO) Rosalino Carigi VERSIÓN MARZO 2015 MITOS, CUENTOS, HISTORIAS, REALIDADES. 1789 – 2001
  • 3. Diap 3 A todoslosquefueron, a todoslosqueserán. DEDICATORIA Diap 3
  • 4. Madre… tras de ti, la sombra de Rocco… Tras la de él, la de Ruocco y la humanidad... Tras la mía y la de mis hijos, y tras la de los que vendrán... tu sombra y la de tus ancestros... aunque no la veamos, estará. CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE Diap 4
  • 5. ÍNDICE DE CAPÍTULOS Para ir a un capítulo, cliquear sobre su nombre CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE No. Parte – Sección - Capítulo Diap INICIO 1 DEDICATORIA 3 MADRE… 4 PRÓLOGO EL 2001 6 LA QUE CONTABA 8 NOTA INICIAL 9 01 1800 RUOCCO, UNA FÁBULA 12 02 1870 ROCCO, UNA LEYENDA 16 03 1871 ANA, LA SEÑORA 20 1871 – BRUNO Y URUAHÍ 25 1872 – ASUNTA, IPANÉ Y GUAZÚ 27 04 1873 SANTOS, UN GAUCHO 31 1873 – AÍDA Y LA CHARRÚA 37 1875 - AURELIO, PRIMER VARÓN 43 05 1875 TULIO, UNA HISTORIA 45 1876 ANITA, LA CUARTA 51 1877 VALENTÍN, Y LOS NONNOS 53 06 1878 AMÍLCAR, UN NEGRO 57 1880 ROQUITO Y ARGENTINO 59 1882 AUSONIA, Y LA FIEBRE 61 07 1883 INGRID, UNA ALEMANA 65 1885 LUIS, TERESITA Y AURELIO 2 69 1888 YBAYAÚ, Y MÁS GOLPES 73 08 1889 ROSA, LA PROMESA 81 1889 RAFAEL Y LA NARIZ 87 1890 ROQUITO 2º Y JOSEFA 91 Diap 5 No. Parte – Sección - Capítulo Diap 09 1891 CUARÓ, UN PAYADOR 96 1893 ROSINA Y EL ÑANDÚ 99 1896 AURELIO 3º Y LA DECISIÓN 103 10 1899 ROSARIO Y VALENTINO 2º. 109 1907 ÍTALO, LETIZIA, Y UN DOLOR 111 1917 LA PROFECÍA CUMPLIDA 119 11 1918 LA ESTIRPE Y EL TERREMOTO 123 1920 FORNACCI Y EL CERRO 127 1926 RETORNO A TOSCANA 133 12 1931 PABLO, UN DON 137 1931 MONTEVIDEO, LA LLEGADA 138 1974 UN HOMBRE COMÚN 140 13 1890 ROQUE, TÍO PECULIAR 147 1935 EL UNIFORME, UN DISFRAZ 151 1946 EL GRADO Y UNA VOZ 157 14 1935 VALENTÍN, TÍO ESPECIAL 155 1938 EL TALLER Y EL BAÑO 159 1939 UN RARO CUBO 163 15 1929 ROQUE DAVID, TAL VEZ... 167 1942 EL BAUZÁ Y EL 16 171 1957 VENEZUELA Y EL FINAL 174 ANEXO 176 GENEALOGÍAS ROCCO AQUILINI 177 FOTOGRAFIAS 179 FINAL 180
  • 6. CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE Diap 6 Diap Imagen Dimens (2) Parto en el camino, 5,5 x 10,2 (4) Madre 65 años 6,2 x 5,2 (7) Tropa de Carreteras 3,5 x 10,5 (8) Leticia 65 años c. e. 4,2 x 3,2 (9) Terremoto en Garfag… 6,3 x 9,1 (11) Vista de Garfag… 2010 5,6 x 10,1 (15) Lagheto di Garf… 2010 5,8 x 9,1 (19) Partiendo para América 6,1 x 10,2 (22) Interior de pulpería 5,9 x 9,1 (26) Por esta cruz… 5,6 x 10,1 (30) Indio viejo en bote de t… 6,6 x 8,7 (36) La Payada 5,2 x 7,7 (38) La vuelta del Malón 4,6 x 8.9 (43) Baile en el campo 5,3 x 8,9 (46) Emigrantes bajando en… 4.5 x 9,2 (50) Amilcar (Basado en… ) 12,7 x 4,1 (53) Tulio y Marilú (Sup…) 8,7 x 8.9 (58) El lunero 4,6 x 8,5 (61) Cerca del río 5,8 x 8,6 (69) Ingrid y Amílcar 5,6 x 9,1 (72) Gramófono 5,6 x 4,5 (82) Familia Pieroni 6,1 x 8,1 (83) Rosa 18 años 5,1 x 4,1 Índice de Imágenes Para ir a una imagen, cliquear sobre su nombre Diap Imagen Dimens (92) Rosa, Rocco y Roquito 6,8 x 4,9 (96) No pa´tuitos es el… 6,1 x 9,3 (101) Ñandú cuidando pich… 5,8 x 9,1 (107) Esq. Güemes y Pichincha 5,4 x 9,2 (111) Estación Norte - 1903 4,3 x 5,6 (113) El viejo Segundo 5,1 x 3,6 (119) Collemandina - Casa A… 4,2 x 5,9 (124) Papagallo 4,6 x 3,1 (127) Rosa y sus 3 hijos 9,1 x 9,1 (131) Taita de Arrabal 5,4 x 2,5 (140) Don Pablo – 71 años 3,2 x 2,3 (146) Biplano 1914 y Pan Am 2,1 x 9,8 (147) Rocco padre –Roque hijo 5,1 x 7,9 (151) Rsalino – año 1936 4,7 x 2,8 (153) Atavíos masón 3,3 x 3,3 (155) Vira – vira di bucarare 3,8 x 6,5 (162) Bañándose en el tanque 4,1 x 6,2 (165) Cubo 6 caras diferentes 3,8 x 4,1 (171) Tranvía 16 2,4 x 3,2 (172) Tranvía 16 (Imag. Gde.) 15,2 x 20,2 (175) El que lo escribió - 87 a 3,8 x 5,1 (179) Foto familia – año 1939 16,2 x 15,2 Para ir a una imagen, cliquear sobre su nombre
  • 7. PRÓLOGO EN EL 2001 PRÓLOGO EN EL 2001 Diap 7 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE Carta de Ma. Leticia, mi hija mayor: Desde hace algunos años trato de recordar la historia de mi bisabuelo, el padre de la nonna, pero no lo logro. Cuando contabas de él me parecían cosas de epopeya. Todo resultaba fascinante: las carretas por la pampa, la formación de ciudades y naciones, las anécdotas, los viajes entre Europa y Sudamérica de tus abuelos y de tus padres. Y pensé que, antes del olvido, podrías escribir sobre su vida. México, 13 de septiembre de 2000 :::: Pasó un año más para iniciar la cosecha de recuerdos y compararlos con los hechos históricos. Ya no quedaba nadie de la generación de mi madre, pero pude recurrir a la memoria de primas mayores. Necesité leer libros de historia. Tuve la suerte de hallar, en cierta biblioteca, una enciclopedia de principios del siglo XX. Al ir avanzando en la lectura y toma de datos, iban creciendo grandes emociones en mí. Comprobaba que las leyendas están llenas de cosas reales, y que la historia es un resumen de leyendas. Que los valores de los hechos y de las personas en ellos, variaban con el tiempo, el lugar y el historiador o cuentero. Que mi abuelo Rocco, sus ancestros, los míos, de mis hijos y de mis nietos... hombres y mujeres, cada uno a su manera, fueron, son y serán parte de la historia de la humanidad. O... de sus leyendas. Rosalino Carigi Aquilini Septiembre de 2001 TROPA DE CARRETAS AL NORTE ARGENTINO – 1860 CUADRO de Jean Léon PALLIERE (1823-1887)
  • 8. LA QUE CONTABA Diap 8 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE Josefa Leticia Aquilini Pieroni, fue conocida como Leticia, ya que nunca usó el nombre Josefa. Era la última hija de Rocco Aquilini y Rosa Pieroni Hermana de Roque y Valentin Aquilini Pieroni Esposa de Pablo Carigi Casagrande Madre de Rosalino y de David Carigi Aquilini Nacida el 13 de marzo de 1905, (pero inscrita el 25 de marzo de 1905) en Rosario, Prov. de Santa Fé, Rep. Argentina. Vivió en Rosario hasta los dos años y medio, Esto debido a que su padre en 1907 se retira a Villa Collemandina, Garfagnana, Toscana; Italia, donde ella pasa su niñez y juventud Lugar donde teniendo ella 13 años, en 1918, muere su padre, Rocco Aquilini. Continúa viviendo allí con su madre hasta el terremoto del 7 de septiembre de 1920, el cual destruye totalmente la mansión que poseían. Pasan a residenciar en la vecina localidad de Castelnuovo di Garfagna. Luego, en 1922, acompaña a su madre al Uruguay donde viven aproximadamente 3 años. En 1925, teniendo Leticia 20 años, retorna con su madre a Fornacci di Barga, Italia. En esa localidad industrial se casa con Pablo Carigi en 1928. Y allí, cerca de un año después, en marzo de 1929 muere su madre Rosa. Y, a los pocos días, el 28 de marzo de 1929, nace su hijo Rosalino. En el año 1931 con su esposo e hijo retorna al Uruguay. Llegan a Montevideo el 13 de octubre de 1931, y van a vivir en la Villa del Cerro, calle Barcelona, casa número 1815. Donde luego, el 2 de noviembre de 1938 nace su segundo hijo, David Roque. Y donde en las noches de invierno contará los cuentos o historias de este libro En este país fallece ella el 11/04/1998, así está escrito. Pero, pareciendo cosas propias de Rocco, quien inscribía sus hijos en fechas atrasadas, en realidad murió el 11/03/1998. LA QUE CONTABA
  • 9. Diap 9 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE NOTA INICIAL Comencé escribiendo en letra Itálica todo lo que no era real o no podía ser comprobado. Era difícil separar lo histórico de lo anecdótico y de lo imaginado. Por tanto, quité esa diferencia. Queda a criterio del lector lo que es la verdad y lo que es la fantasía... que en el tiempo se confunden. El libro está compuesto de “Historias” que corresponden a una persona o época específica. Cuando las Historias eran extensas, se separaron en secciones: las cuales, a su vez, se dividieron. en capítulos. Éstos últimos pueden considerarse cada uno como un cuento o una leyenda. Si se repite un suceso, una situación, o una frase, es motivado a que los personajes y sus vidas están interligados. En los capítulos finales se adaptaron cuentos de otros libros, en especial manera del libro “Los Dones del Ayer”. Don Pablo, Don Valentín, Don Roque, no son leyendas, sino hechos reales y vividos junto a ellos. En cuanto a “Roque David, tal vez...” es el resumen de mi propia vida. Sólo el nombre es hipotético, o pudo ser... NOTA INICIAL Para facilitar la interpretación y ubicar a cada personaje, se agregaron las Genealogías, También se adjuntan cuadros y fotos de lugares donde sucedieron los hechos, y copias de cuadros de la época. Foto de Villa Collemandina, sismo del 7 setiembre 1920, a la hora 7:56, magnitud 6.48, epicentro Villa Collemandina.
  • 10. INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE No se sabe cuando se originó el apellido Aquilini ni cuando el primero se llamó Rocco. Sólo se supo que eran italianos, de la región de Toscana, y que pertenecían a la Garfañana. Al citar Italia, lo primero es asociarla con Roma o su Imperio. Pero, antes que apareciera Rómulo y sus huestes, ya existían en la península los italiotas, los sabinos y los etruscos. Los italiotas fueron pueblos más primitivos, y desaparecieron sin dejar nada de ellos. Los sabinos, montañeses de raza similar a Rémulo y Rómulo, pronto se mezclaron siendo absorbidos. Pero Etruria, lo que hoy se llama Toscana, era una nación que llegaba hasta el Adriático, rebasaba los Apeninos, tenía grandes ciudades con habitantes cultos, civilizados, valientes. Luchas sangrientas mantuvieron etruscos y romanos en los primeros tiempos. Romanos desconformes y conspiradores se refugiaban en Etruria. Y etruscos rebeldes o aventureros emigraban a Roma aportando costumbres, ideas, sabiduría. Aún no se sabe el origen de los etruscos. Sus inscripciones se leen pero no se comprenden. Contaba mi madre... ¡ah, los cuentos de mi madre! Su tipo étnico se ve en las esculturas sobre los sarcófagos, pero no sabemos su raza. Los había de dos tipos: Uno era grueso, bajo y macizo. El otro, delgado, alto, fino. Ambos tenían en común su aguileña nariz, las grandes orejas y las profundas cuencas de los ojos. Finalmente los pueblos se unieron. El quinto rey de Roma es un etrusco, comerciante en Tarquinia. Su nombre era Lúcumo, que los romanos convirtieron en Lucio (616 a.C.) Cuentan que yendo Lúcumo hacia Roma, un águila le quitó la gorra con grandes chillidos. Eso fue visto de buen augurio por su esposa, con quien formó la dinastía de los Tarquinos. El símbolo de las legiones romanas era el águila. El apellido Aquilini significa “los aguiluchos o aguileños”. Y Rocco deriva de roca, palabra de origen etrusco. Los etruscos fueron peculiares. Daban a la mujer igualdad total en su sociedad. Veían al acto sexual como algo natural y lo hacían frente a los demás. Eso era considerado costumbre inmoral por los romanos. Y aún vivimos bajo esa hipocresía. Diap 10
  • 11. Diap 11 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE Triunfó Roma. Su historia ocupa más de cinco siglos para llegar al esplendor, y luego más de cinco para la decadencia. Seguramente en esos siglos, y los siguientes, hayan existido “aquilinus” y “rocus” pronunciados en distintas formas. Característica de Roma fue absorber a los que conquistaba, pudiendo ellos o sus hijos llegar a ser hasta emperadores. Las leyes sobre el respeto a la persona son etruscas, y los conceptos de integridad son romanos. Eso ha sobrevivido siendo la base de nuestras legislaciones. Y a pesar de fanáticos y tiranos. En religión aceptaron el panteísmo de creencias griegas, etruscas, romanas, asiáticas, africanas... Y esa libertad sólo murió al imponerse una religión intolerante monoteísta. Corrupción y decadencia resquebrajó al Imperio Romano en cientos de pequeños y déspotas reyes, príncipes, duques, que hundieron sus súbditos en la noche del feudo medieval. Italia fue el pastel que se repartían los más poderosos y el Papado. Así se llegó al descubrimiento de América y a la Revolución Francesa. ¡Catorce siglos de sumisión! INTRODUCCIÓNINTRODUCCIÓN Pero el pueblo, aun bajo la férula de los autócratas y del oscurantismo religioso, mantenía el deseo de ser una nación. El Gran Ducado de Toscana fue el menos cruel en la represión del liberalismo y del sentimiento nacionalista. Tal vez haya sido por sus ciudades llenas de arte, sus valles fértiles, sus montañas donde los revolucionarios guardaban la libertad, por la belleza de sus paisajes... o por sus ancestros etruscos. Italia fue y aún es llamada la cuna de la cultura, Toscana el jardín de Italia, y la Garfañana es el vergel de la Toscana. Y cuentan que en Garfañana un Aquilini, que llamaban Ruocco, hizo parte de una leyenda perdida entre tantas. VISTA DE GARFAGNANA - AÑO 2010
  • 12. Contaba mi madre que... en Garfañana, entre tantas, había una fábula sobre el hermano de su bisabuelo. Decían que en Castiglione, pueblo situado junto a la ribera derecha del río Serchio, distrito Castelnuovo, en el año 1800 nació un niño de la familia Aquilini a quien llamaron Ruocco. Así, con una u, ya que en ese entonces no se era estricto en la forma de escribir, o lo pronunciasen en el dialecto regional. Respecto a la región, se encontró esta referencia: “Garfañana es una región histórica e importante de Italia, en la provincia de Lucca, formada por el fértil valle superior del río Serchio entre los montes Apuanos y los Apeninos. Su capital es Castelnuovo, con 5.200 habitantes en 1916. Ciudad en la confluencia del riachuelo Morita con el Serchio. Zona de hermosos paisajes. Los habitantes hablan un bello italiano muy puro. El dulce genio italiano ha producido en este valle sus mejores canciones.”. (Encicl. Sopena, 1924) RUOCCO, UNA FÁBULA ¡Qué pocas palabras para describir los lugares que llenaron la infancia de mi madre, formando los recuerdos con que entretuvo mi niñez y se mantuvieron hasta el final de su vida!. Volviendo al primogénito Ruocco. No se podría decir que cuando nació fuese italiano, a lo máximo sería toscano. Y aún dependería del momento, tanto la Toscana como la Garfañana era repartidas y dadas a uno u otro duque o rey. La Revolución Francesa no sólo había difundido las ideas de Igualdad, Libertad, Fraternidad. También despertó el sentimiento de volver a juntar Italia en una sola república. La realidad era un mosaico de estados, reinos y ducados bajo el dominio de franceses, austríacos, el papado. Y se pagaban favores con tierras italianas. La Garfañana pasó bajo el mando de Napoleones, del ducado de Lucca, del de Toscana, y con invasiones de los Austro-Húngaros. Dos cosas de ese entonces se recordaban en Castiglione: La histórica es que en esos vaivenes, el duque de Toscana les da una constitución basada en la carta francesa de 1830. Diap 12 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE Italia, Italia, barco sin timonel, no lugar de consejo, sino burdel. (Dante) 01 - Año 1800 RUOCCO, UNA FÁBULA
  • 13. La fábula es que Ruocco Aquilini, joven admirador de las ideas de unidad de Silvio Péllico, es detenido por los austríacos y condenado a la cárcel del Castillo de Spielberg en Moravia. Ser apresado y torturado significaba lo mismo. Y las cárceles de Austria fueron famosas por su dureza; aunque en los otros estados tampoco podían tildarse de humanas o benévolas, inclusive en los territorios de la Iglesia. Así, Ruocco estuvo cerca de Péllico y otros espíritus prisioneros. Ya finalizaba la cuarta parte del siglo 19. Un siglo que despertó con las revoluciones del intelecto y la industria. Sin embargo, los representantes de la política y la religión se aferraban a las tradiciones anacrónicas y brutales. Nada asusta más al ignorante que gobierna, que enfrentarse al hombre que piensa. Y siempre considerará delincuentes a los que reclaman lo que él obtuvo injustamente. Ya Fouché había dicho que los gobiernos cambian pero la policía no. Y los torturadores y carceleros mantienen sus cargos, más cuando los detenidos son personas de intelecto. “Las prisiones de Austria dejaron gran fama de crueldad. A un prisionero incomunicado, Maroncelli, le quitaron los lentes para que no pudiera distraerse leyendo. A Silvio Pellico, el carcelero le pasó una carta de su padre sólo con dirección y firma, todo los demás había sido tachado. A Bachiega, por orden real, se le quitó un gorrión que había entrado en la celda y acostumbrado a vivir con él” (Pijoan, 1961) Ruocco fue parte de los compañeros de Pellico. Sufrió con ellos las torturas mentales, y también las medievales, pero ahora más refinadas con los descubrimientos modernos. Con todo, hubiese sido peor si los hubieran apresados en Nápoles o los Estados Pontificios. Allí los sicarios liquidaban a los sospechosos antes de llegar a las cárceles. El vapor, los ferrocarriles, el gas, el alumbrado y otros inventos llegan iniciando el progreso actual... Pero sigue la prisión y la opresión de los poderosos sobre los humildes. En 1826 le comunican a Ruocco que su hermano Aurelio ha muerto con su esposa Aída y el primogénito Valentino. Diap 13 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE RUOCCO, UNA FÁBULARUOCCO, UNA FÁBULA
  • 14. Diap 14 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE Esto para inducirlo al suicidio, algo común en los prisioneros. En 1828 hacen correr la voz que Pellico ha fallecido, con el fin de hundir el sentimiento nacionalista. Pero la reacción del pueblo es tal que se agita toda Italia, y lo desmienten. Mientras, un joven revolucionario, de nombre José Garibaldi, se une a los movimientos de Mazzini que formarán la Nueva Italia. Finalmente, en 1830, liberan algunos prisioneros. Pellico va a Turín. Se refugia como secretario de la marquesa de Barolo, escribe, y en 1832 publica “Mis Prisiones” Con este libro hace más por la independencia y libertad de Italia que una batalla contra Austria. Muere en 1854. Fue amigo de Byron, Madame Stael y otros poetas e intelectuales. Hombre de alma pura, idealista, se apartó amargado y ni siquiera aceptó las compensaciones. Ruocco, igualmente destruido en lo físico y espiritual, vuelve a Garfañana Se aísla en Villa Collemandina. Un caserío junto a un afluente del río Serchio, situado a 5 km. de Castelnuovo, de apenas cien habitantes y todos agricultores. Le visitan sus sobrinos, y él les transmite el intelecto y las ideas sociales y democráticas recibidas a través de sus amigos en la cárcel de Moravia. Y, como la mayoría de los que estuvieron presos allí, no tiene hijos. Incita a rebelarse a los campesinos por la situación que viven. Estos deben dar la mitad de la cosecha al terrateniente. Pero eso no es bastante, de lo magro que les queda, están obligados a pagar impuestos y “dar donativos” a la iglesia. Pocos le escuchan. El triunfo de los opresores se basa más en el temor de los oprimidos que en la fuerza del opresor. En cuanto aquellos que se sienten atraídos por las ideas republicanas y de justicia, deben huir a la región vecina de Romaña para engrosar las filas de los rebeldes de allí La enseñanza de Ruocco es revolucionaria, antimilitar, contra reyes, nobles, terratenientes, potentados. Y… anticlerical, Sin embargo, mantiene gran fe en Dios. RUOCCO, UNA FÁBULARUOCCO, UNA FÁBULA
  • 15. Diap 15 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE Pero, como buen toscano, es a un Dios abstracto, un principio de creación. Quizás fue carbonario, lo más seguro que sus principios eran masónicos. Se halla reivindicado con Garibaldi y habla con los sobrinos sobre las andanzas de éste en Sud América, con lo cual aumenta más el mito de esas tierras en ellos. Y en 1848, cuando Garibaldi vuelve a Italia, siente que ya está más cerca la unión de su patria, que no fue inútil lo sufrido en Moravia y que él no vivió en vano. Tiene la satisfacción de conocerlo cuando pasa por Toscana. El general, ahora con sombrero y poncho de gaucho, sigue al servicio de la libertad y la república. Ruocco fallece en 1850, mirando las montañas, sintiendo el murmullo del río. Lo encuentra su sobrino Valentino. Dos años después, en marzo de 1852, Valentino pone Rocco como nombre a su segundo hijo. Y en su infancia le contará de su tío abuelo, siendo un preceptor de esas ideas RUOCCO, UNA FÁBULARUOCCO, UNA FÁBULA De Silvio Pellico narra la historia con detalles. Su imagen aparece en los libros. Fue escritor, poeta, héroe nacional. Nada quedó de Ruocco. No se sabe donde está sepultado. No hay notas ni escritos de él. Tal vez Pellico, romántico idealista, hubiese deseado lo mismo para sí. Aurelio y Valentino fueron seres sencillos. Silvio Pellico pertenece a la historia. Ruocco es una fábula perdida entre tantas. Pero Rocco, su sobrino… será una leyenda singular. Lagheto di Villa Collemandina - Al fondo los Apeninos - 2010
  • 16. Contaba mi madre que... las anécdotas de Rocco Aquilini comenzaban en Pieve Fosciana;l villa al pie del monte Santo Pelegrino, cerca a un lago, y que tenía 700 habitantes. Aunque vivía con su familia en Castiglione, pueblo al inicio del valle, era conocido en toda la región. Su padre Valentino cultivaba una sencilla heredad en Villa Collemandina. Fines del año 1870. Rocco tenía 19 años. Su juventud y niñez habían transcurrido bajo la agitación de cambios y el paso de los soldados rebeldes o de los ejércitos represores. Los cuentos del abuelo Aurelio y la abuela Aída sobre el tío abuelo Ruocco se mezclan con la realidad de haber visto a su padre huir a la Romaña para engrosar la División Toscana, con la que Garibaldi derribó los muros del Papado. Finalmente Italia se independiza y vuelve a ser una nación gracias a la política de Cavour, la fuerza revolucionaria de Garibaldi, el liderazgo del Piamonte y el rey Víctor Manuel. ROCCO, UNA LEYENDA Rocco es un joven inquieto, curioso. Lo rodea un mundo de cambios, y todo lo quiere aprender. Su padre y su abuelo Aquilini pertenecen más a la tierra, son más serenos. El joven heredó el espíritu de su madre, Asunta Pighini, oriunda de Castelnuovo, en cuya familia hay médicos, boticarios, parteras... Y, ayudando a todos, Rocco aprende. Logicamente, es garibaldino. Y como su héroe: atractivo, fogoso, aventurero, conquistador, amiguero, impaciente. En su mente ebullen los cuentos del general en Sudamérica. Le resuenan nombres como Argentina, la Pampa, Río de la Plata, el Paraná, Uruguay, indios, gauchos, tierras sin límites, nuevas ciudades, con futuro de libertad y riqueza. Comenta sus ideas con Tulio, su hermano mayor, quien lo oye y sonríe cauteloso. Éste ya trabaja en la prefectura. Los hermanos son distintos. Tulio es estilizado, elegante, de cabellos ondulados. El etrusco alto. Serio, engreído por ser el primogénito y saber que le dicen “el príncipe” Diap 16 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE América, América... tierra de emigrantes, segundones, aventureros, soñadores. 02 Año 1870 ROCCO, UNA LEYENDA
  • 17. Rocco es más bien bajo, fornido, de espaldas anchas, pelo lacio. El etrusco bajo. De carácter alegre, divertido, simpático, las muchachas lo llaman, y con razón, “el birbo” (el pícaro). En lo demás son iguales: nariz aguileña, ojeras profundas, grandes orejas, voz grave. Y atractivo sobre el sexo opuesto. Sin embargo, mientras Rocco es natural y no oculta sus romances; Tulio actúa de tal forma que nadie sabe nada de él, manteniendo fama de joven formal. Ha pasado casi un año. En Villa Collemandina el abuelo Aurelio escucha a Rocco. Le recuerda a su hermano Ruocco. Es su nieto preferido, y acaba de decirle que ha embarazado a una muchacha del poblado de Castiglione. –¡Ah... La vendimia... –añora el viejo– Subir al tonel para pisar la uva, los calzones remangados, viendo la blanca piel de las mujeres, su ropa húmeda pegada a la carne, sudando, excitados. Ir al río, bañarse, hacer el amor... ¿Quién piensa en verano y se es joven?... –Tengo que casarme, es mi culpa. –Rocco, los dos son responsables. Lo hicieron porque a los dos les gustó. Eso de la mujer inocente es una bella fábula. Contaba Ruocco que cuando Garibaldi estuvo en Londres, las mujeres de la corte hacían cola en el hotel para subir a acostarse con él. Fue tanto el escándalo, que la reina Victoria les pidió a sus damas que tuviesen más recato. –Pero eran damas de la nobleza, –dijo, Rocco– allí todo se oculta, se disimula. Y nosotros vivimos en un pueblo. –En los pueblos son más hipócritas. – sentenció Aurelio. Rocco quedó callado, era un joven con responsabilidad. El abuelo, luego de reflexionar un rato, indicó irónico: –Casarse estando la novia encinta es una característica de los latinos. ¿Quién es? ¿Lo sabe la familia de ella? –Ana Güelfi. No, no lo sabe. Pero, yo me casaré. Diap 17 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE ROCCO, UNA LEYENDAROCCO, UNA LEYENDA
  • 18. –¡Cuidado! Los Güelfi son vengativos. Nos desprecian. Siempre estuvieron a favor del Papa. Tienen sicarios. Pueden mandarte matar, y a ella encerrarla en un convento. –Entonces tendré que huir. Ella está dispuesta a fugarse. –Caro Rocco, sé que sueñas con ir a Sudamérica. Váyanse. Se pueden casar allá o en el barco. Hay muchos paisanos en Argentina. Eres inteligente, sabes tantas cosas. Triunfarás. –Pero... no tengo ni para empezar el viaje. –Ruocco me dio unas monedas para ti y Tulio, eran de la compensación por que estuvo preso. Váyanse. No necesitan nada. Lo importante es que se lleven el uno al otro. –Nonno... mi primer hijo se llamará Aurelio. Eres de oro. –¡Anda!... Quisiera tener tu edad. Habla con tu amigo Giovanni Pieroni, él es de los nuestros. No le dirá a nadie. Tiene un calesín y los llevará con mucho gusto a Génova. –Gracias, nonno. –Rocco volvía a ser bromista– ¡Lo que dirán en Castiglione cuando se enteren. ¡Qué escándalo! –Mira, Rocco. –Aurelio sonría– Había un pueblo roeado por un muro con una puerta en el este y otra al oeste. Tenían limpias las casas, las calles.. Todas las mañanas las señoras y señoritas oían misa. El domingo, los señores se juntaban en la plaza. Pero había una guarnición militar. Los soldados pidieron al duque permiso para poner un burdel. –“¿Para qué quieren un burdel? –dijo el duque– Con cerrar la puerta del este y la del oeste, ya lo tienen.” Y un par de carcajadas sonaron en el aire otoñal. Rocco visitó a Giovanni, éste era cinco años mayor que él, pero siempre había existido una gran amistad entre ellos. Se había casado con Filomena Rafaelli, bella joven de Pieve Fosciana, quien a más de hermosa era simpática y tenía el ansia de saber las cosas nuevas, muy similar a Rocco. Ya tenían dos hijos y estaban esperando el tercero. El mundo comenzaba a moverse, y el calesín de Pieroni era solicitado. Hasta ese entonces la gente iba a pie entre los pueblos. A lo mucho se utilizaba un mulo. CONTABA MI MADRE CONTABA MI MADRE ROCCO, UNA LEYENDAROCCO, UNA LEYENDA Diap 18
  • 19. La abuela Aída y Filomena ayudaron a Ana en su fuga. Poca ropa para que entrase en el pequeño bolso de viaje, y suficiente para un viaje nupcial de casi un mes en el océano. Giovanni los llevaría la madrugada del sábado a Génova. Excusas sobran a una muchacha para desaparecer un día. Y ya Rocco tenía los pasajes para el velero que salía el domingo. Y allí estaban los confabulados, despidiéndose en el frío amanecer otoñal. Rocco, luego de abrazar a Filomena, acarició el vientre de la embarazada diciéndole bromista: –La que llevas allí, será para mí. Todos rieron. Pero, el destino se reiría en el futuro. Cuando llegaron a Génova, la novedad del mar no les dejó ver la sucia orilla y los bajos muelles de madera. Fragatas de tres y cuatro mástiles, con pértigas llenas de velas, esperaban la carga humana. Dos buques de ruedas a vapor, ensuciaban el aire con el humo de las chimeneas. La pareja subió al bote que los llevaría hasta el velero. Iban tras un sueño, iban junto a otros emigrantes. Partieron. Los jóvenes veían la costa italiana desaparecer. Ignoraban que tras los montes Apuanos, una vieja Güelfi sonría. Y el velero tomó rumbo al este, a América. CONTABA MI MADRE CONTABA MI MADRE ROCCO, UNA LEYENDAROCCO, UNA LEYENDA Diap 19 PARTIENDO PARA AMERICA - Dibujo al carboncillo Año y Autor desconocido - Nótese el barco a vapor, pero de paletas, y aun con velas.
  • 20. Contaba mi madre que... la razón por la cual Rocco decidió ir a Santa Fe de la Argentina, fue algo que se llevó el viento. Pero, a los pocos días de haber tocado tierra, él y Ana, estaban en esa ciudad. Y a los pocos meses tenían una pensión en un barrio cerca de la desembocadura de un afluente con el Paraná. Tal vez fueron las charlas con Bruno, utópico compañero de viaje, que retornaba viejo y triste. Éste, luego de años en América había vuelto a Italia en busca de su amor... y la halló con hijos de otro. Y Bruno le vendió la pensión a Rocco. O porqué esa ciudad fue más preponderante que Buenos Aires. O, como el mapa de esa provincia se parece al de Italia, allí iban muchos compatriotas, y él puso ese negocio. El viaje duró en mes. Los veleros costeaban Francia y España, luego las islas Madeiras y Canarias, se arrimaban a África y, al llegar a Cabo Verde, se internaban en Atlántico. ANA, LA SEÑORA Era el tramo más temido, más de una semana en el océano, sin ver costa. Finalmente se llegaba a San Roque, en Brasil. Esa punta de Sudamérica que casi siempre es tormentosa. De allí en adelante una sucesión de puertos: Pernambuco, Bahía, Río de Janeiro, Santos, Porto Alegre, Montevideo. Dejando en cada uno, parte de la carga de emigrantes. Y, Buenos Aires. A Rocco no le gustó. En las calles los mercachifles ofrecían de todo. Indios ceñudos y mestizos pobres acarreaban mercaderías, en tanto los señores con aire engreído trotaban sus caballos, mirando las damas que paseaban vestidas al estilo francés. Lo que más les molestó fue como los trataron en el puerto. Bajando del barco les hicieron entrar como ganado en unos galpones. Allí fueron separados por sus conocimientos. Los que tenían alguna profesión podían ir a las ciudades. A los campesinos los hacían subir en grandes carretas que los llevarían a la Pampa u otras provincias con tierra virgen. Diap 20 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE Cada vez que un indio me mira, siento que debería pedirle perdón... 03 - Año 1871 ANA, LA SEÑORA
  • 21. Les daban documentos acordes a la clasificación. Quienes habían estado antes, podían volver a su residencia. Gracias al amigo de viaje, Rocco y Ana pasaron como sus familiares. Con Bruno vieron la ciudad porteña. La mañana siguiente tomaron la diligencia para Santa Fe. Se asombraron al saber que recorrerían una distancia mayor a media Italia. El viejo rio, diciendo que Argentina era nueve veces más grande. El paisaje fue impresionante. No se veía una montaña. Los kilómetros eran devorados por los caballos y el terreno seguía plano hasta el horizonte, un mar de pasto y trigo. Cada vez que la carretera se arrimaba al río Paraná, les asombraba su ancho superior a una milla, y ver navegar en él a veleros y buques. El Serchio ahora parecía un arroyuelo. Otras veces, el camino cruzaba extensiones con ganado imposible de contar. En Garfañana, el que tenía una vaca debía registrarla en el ayuntamiento... ¡y con nombre propio! La carretera de tierra, llena de baches y lodo, entumecía los pasajeros. ANA, LA SEÑORAANA, LA SEÑORA A veces la diligencia quedaba en el barro; y los hombres debían bajar para quitarla del atascadero. Se detuvieron en el cambio de postas. Los pasajeros fueron al monte. Luego a la pulpería, mezcla de almacén y cantina. Al lado, tenía un galpón con mesas y sillas para los clientes. Una reja aislaba al pulpero de los parroquianos apoyados en el mostrador. Unos pocos indios estaban fuera del local. Dentro, las chinas, criollas de pelo renegrido, trenzas y largas polleras, se aprestaron en servir a los pasajeros. Los gauchos, parados junto al mostrador, impactaban. Unos con sombreros, otros con vincha, cabello largo, pañuelo al cuello, camisa holgada, chalecos adornados, calzones enormes o bombachos, botas rústicas, chiripá, cinto de cuero tachonado de monedas, que mantenía a la espalda el facón: herramienta, arma, orgullo y honor de su dueño. Pero, lo más impresionante eran sus rostros, sus ojos, su forma de mirar. Una cara curtida de viento y sol. Unos ojos serenos, fríos. Una mirada segura, altanera, fuerte. Eran hombres, sin más adjetivos. Diap 21 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE
  • 22. Algunos llevaban boleadoras colgadas al cinto, otros un rebenque. Y cada uno, junto a él, el poncho: capa, abrigo, tálamo... y escudo en un duelo. Parcos, ceñudos, apenas pronunciaban palabras Al ver a las pasajeras dejaron de absorber por la bombilla de su enorme mate, esbozando un mesurado y cortés saludo. Luego, algunos se despidieron de forma similar. Montaron en sus caballos... ¡Y hubo un cambio mítico! Se convirtieron en centauros, jinetes y corceles imponían respeto y poderío. Rocco comprendió. América era una tierra donde las fábulas se hacían realidad. Reanudaron el viaje. De pronto, en medio de aquella planicie de hierbas, se vislumbró un penacho de humo. El viejo Bruno les explicó: –Debe ser una locomotora. Están poniendo ferrocarriles. Dentro de poco, las carretas y diligencias serán cosas del pasado. Unos kilómetros adelante encontraron una caravana de carretas tiradas por vacas y bueyes. Estaba detenida. Eran emigrantes. Sobre un cuero, una mujer se hallaba acostada. La diligencia se detuvo. Los carreteros dijeron que iban a La Rioja, en el norte. Y que una emigrante había empezado el parto, pero llevaba ya mucho tiempo y la criatura no salía. Rocco se hizo entender a través del viejo, ofreciéndose auxiliar en la situación. Él había ayudado algunas veces a una tía partera... y a parir vacas, burras, ovejas. Bruno no tradujo lo último. Rocco parecía un doctor. Revisó la parturienta. La criatura estaba en mala posición. Rocco pidió aguardiente para lavarse. Se lo dieron. Vio que era español. Introdujo la mano en la mujer y colocó bien el feto. Diap 22 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE ANA, LA SEÑORAANA, LA SEÑORA Collage de un cuadro “Interior de pulpería” de Jean León Palliere (1823 – 1887)
  • 23. Luego la ayudó a pujar. Salió un niño de pelusa oscura. El “partero” lo agarró de los pies dándole una nalgada. Y la inmensidad de aquella tierra se llenó con un llanto humano. Rocco tomó el cordón umbilical y lo estiró, rompiéndolo. El flujo de sangre se detuvo. Hizo un nudo cerca del vientre del niño. Varias viejas se adelantaron a limpiar madre e hijo. Se acercó un conductor de las carretas. En su rostro indiado había aprobación. Y le entregó una fina correa y unas hojas parecidas al laurel. –Átelo con esto, es tripa e’gato. Secará antes el ombligo. Y póngale encima estas hojitas de palán, curan y evitan la pus. Bruno necesitó hacerle de traductor, indicando: –Los indios ya sabían curar mucho antes que llegara Colón. –Ustedes son débiles. –continuó el carretero– Nuestras mujeres nos seguían a todas partes, aun preñadas. Cuando iban a parir, se apartaban, abrían las piernas y el indiecito salía. Si era voluntad de Pachacámac, vivían... sinó, morían. –Y ahora entierren la placenta, –finalizó– no la vaya a comer un yaguareté y se acostumbre a la carne humana. Nuevamente tradujo el viejo italiano, agregando: –La madre quiere ponerle tu nombre a su hijo. Rocco se lo dijo, pero pidió que llevase también el del padre. Por tanto, aún hoy, si en La Rioja alguien se llama José Rocco, no debe extrañar. Los carruajes retomaron el camino. La caravana de carretas quedó atrás, hasta volverse un punto en la planicie. La diligencia avanzaba al galope. Ya de lejos, a Rocco le gustó Rosario. Se veía el aire limpio, el cielo azul, sus casas blancas, sobre las barrancas, junto al río Paraná, el cual parecía un enorme remanso de ocho kilómetros de ancho. Ana dijo que le recordaba Italia. Lo comprendieron al llegar a la estafeta. Se oía el italiano y en todos sus dialectos. No se había detenido la diligencia cuando unos jinetes a caballo, enjaezados con elegancia, se pusieron a la par saludando a los pasajeros. Efusivo fue un caballero de ojos azules y pelo rubio. Bruno tenía la vista húmeda, y sacaba la mano por la ventana para devolver el saludo. –Es mi hermano Aldo... –explicó el viejo, emocionado– Cuando vinimos, él se quedó aquí y yo fui a Santa Fe. Él se casó con una gallega, yo viví en una ilusión imposible. –Usted cumplió, ella no. –dijo Rocco,. –No... El estúpido fui yo. Ella hizo lo normal. No se puede vivir de esperanzas por años y una carta mal escrita cada mes. Ustedes dos hicieron bien las cosas, vinieron juntos. Diap 23 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE ANA, LA SEÑORAANA, LA SEÑORA
  • 24. Los jóvenes se miraron con picardía. Rocco pensó en los consejos de su abuelo Aurelio. Bruno se lo hacía recordar. Aldo los atendió esplendidamente. Hombre de éxito, era dinámico. No les permitió seguir en la diligencia. Los llevaría a Santa Fe en su charret Les mostró la ciudad. También vieron unos depósitos suyos para la exportación de trigo y granos a Europa, cosa que crecía cada año. Y así mismo traía vino y aceite de Italia y España. Pernoctaron en su casa. Y, en medio de las risas de Carmen, señora de Aldo, y sus rosarinos hijos, Rocco practicó el poco español aprendido. Si Rosario impresionó como ciudad del futuro, Santa Fe lo hizo por lo contrario. Mantenía un aspecto severo, augusto. Ese aire señorial de las grandes ciudades castizas. Su historia es de orgullo. Fue de las primeras fundadas en la conquista, primera en importancia, primera en tener Universidad, primera en las luchas de independencia. Y en ese momento, con 92.000 habitantes, era el centro de emigración de los agricultores. Alberdi había dicho antes: Gobernar es poblar. Y Mitre, como Sarmiento, lo aplicaban. Esos emigrantes, 60 por ciento eran italianos, salían para Corrientes, Misiones, Córdoba, Tucumán, Salta, Jujuy, Santiago del Estero. Nombres que sonaban a leyenda. Con razón, De Amicis llamaría a Santa Fe: “La puerta vieja para un mundo nuevo”. El negocio de Bruno quedaba próximo a una barranca, en una esquina. Hacia el sur podía verse el río Salado; y al oeste, el Paraná, tan ancho que costaba distinguir la ribera opuesta. Las calles eran empedradas. Cerca del local se levantaban modestas casas bohemias. Entrando al comercio había un local con mostrador. Seguían dos habitaciones, y luego el fondo con un gran patio y dos hileras de cuartos. Durante el viaje, Aldo había insistido para que Bruno dejase esa pensión y se fuera a vivir con él. El viejo ponía muy poca resistencia. Ya no le quedaban ilusiones. Rocco miró el local, miró a Ana. Ella hizo un gesto afirmativo... Sí, allí empezarían su futuro. Y el joven se ofreció como socio del comercio, siendo aceptado con gusto. Todos sonrieron. Bruno no tardaría en irse a Rosario. De un rincón del local surgió una china. Tan silenciosa fue que nadie la había notado. Todos la observaron. La mirada de Aldo era severa. La de Ana, envidiosa. La de Rocco, atónita y burlona. Después de todo, el viejo no la había pasado solo. Diap 24 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE ANA, LA SEÑORAANA, LA SEÑORA
  • 25. La mujer era de belleza extraordinaria, piel aceitunada y suave, ojos mansos, cabellera negra, cuerpo moldeado. De toda ella emanaba una misteriosa sensualidad, como si surgiese de la selva. Saludó. Tenía una voz dulce, con cadencias de agua entre las ramas. Pero, a la vez, de inmensa melancolía. Bruno, sonrojado, la presentó: –Es Uruahí, significa: “la de pájaros pintados”. Vive conmigo. Cuida la pensión. Es india paraguaya, guaraní. Y el viejo se sintió obligado a contar: –Años atrás estuvo acollarada con un gaucho. Tenían el rancho debajo un ombú, lejos. El hombre se iba cada tanto, pero volvía. Al gaucho no lo manean las polleras. Bruno señaló una mesa a Uruahí. Ella sonrió triste, y fue al mostrador. Volvió trayendo un porrón de vino y vasos. Todos se sentaron... menos ella, pero quedó cerca. –Eran felices, tenían el infinito del cielo, de la Pampa, y un gurí. Otra vez el hombre salía, era época de domar en las estancias. Antes llevó a su china, a Uruahí, hasta la pulpería que estaba a varias leguas, para comprar tasajo, yerba... Diap 25 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE ANA, LA SEÑORAANA, LA SEÑORA BRUNO Y URUAHÍ El viejo bebió como quisiera tragar algo amargo, y siguió: –Allí, estaban el comisario y los milicos. Miraron al gaucho y Uruahí, quienes compraron y volvieron al rancho. El gaucho se fue. En la tarde vinieron los milicos. Borrachos. El peor fue el comisario. Al gurí lo mataron a golpes, sólo era un indio menos. A ella la dejaron desangrándose. Se salvó porque sabía de yuyos, pero no podría tener más hijos. Aldo traducía en italiano. La india murmuró: –Un día mi gaucho volvió. Me escuchó en silencio. Me miró. Sus ojos decían mucho. Fue donde estaba enterrado el gurí. Sacó el facón, le besó la cruz, y dijo adiós... Se despedía para siempre... Y, yo me fui también. –El hombre se volvió matrero. –siguió Bruno– Una noche encontró al comisario. Lo retó a duelo. Le enterró el facón… hasta la cruz. Los milicos lo buscaron como a un animal. Lo mataron a tiros, de lejos, eran maulas para enfrentársele. El silencio dominaba el local, el vino se secaba en los bordes de los vasos. Bruno dio un suspiro, terminando: –Una día Uruahí entró. Pidió trabajo. Se lo di. Se quedó.
  • 26. Lamentablemente el general también “libró” la Patagonia de indios salvajes. Una parte de la historia que, por vergüenza, es mejor callar. Rocco compró la pensión a los pocos meses. Bruno se marchó a Rosario con el mismo baúl de veinte años atrás. Cuando fue a buscar a Uruahí, la india se había ido. “Por lo que esté” había dicho... y él ya no estaría. Diap 26 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE ANA, LA SEÑORAANA, LA SEÑORA –Por lo que esté... –se oyó decir a la india. –Eso fue lo que dijo entonces. Por el tiempo que yo esté. Vigila el negocio, limpia la pensión. Nunca protesta, me cuida. Ni abrió la boca cuando dije porqué iba a Italia. Se fue a ese rincón... creo que debe haber estado ahí hasta hoy. –No. Había que limpiar la posada y dar comida a los otros señores... Pero, cada noche volvía al rincón, a recordar. No quedaba más por contar. Aldo se fue. La vida seguía. Ana y Rocco tomaron una de las habitaciones del frente. Uruahí y Bruno dormían en uno de los cuartos del fondo. Rápido aprendió Rocco el español. Ana se puso al frente de la pulpería. Su esposo se encargó de la cocina. Fueron mejorando la presentación del local. En uno de los viajes de Rocco a Rosario, para traer vino y especias, Aldo le presentó al coronel Julio Argentino Roca quien extendería los ferrocarriles. Se hicieron amigos. POR ESTA CRUZ… Collage sobre un cuadro “Idilio criollo” de Jean León Palliere (1823 – 1887)
  • 27. Cuando preguntaba a mi madre por los hijos de Rocco con Ana, era difícil precisar. A veces decía diez, otras seis; y en algunos casos, ocho. Las más citadas eran Asunta y Aída, primera y segunda respectivamente, las cuales, cada una, a su manera, llenaron luego un capítulo de novela en esa época de romanticismo. Le pusieron Asunta por su abuela, nació en mayo de 1872, cuando Rocco, de 21 años; y Ana, de 20, vivían los primeros meses de América tratando de aprender a llevar el negocio. Quien la trajo al mundo fue su padre. Lo sucedido en la carretera se corrió, siendo llamado como partero en la vecindad. Una vez cumplido con la asepsia primitiva, Rocco besó a Ana disimulando la molestia que ella no le hubiese dado un varón. Se ignoraba que el sexo lo determina el padre. Eran tiempos donde se cumplía la ley de la naturaleza. Sobrevivían los fuertes. Al día siguiente la madre ya estaba al frente del local y Rocco en la cocina con un viejo gallego. Sobraban emigrantes o indígenas que por techo y comida trabajaban. Para ayudar a Ana tomaron una india, que se encariñó con Asunta y la mimaba en su dulce idioma. Junto a Ypané, nombre de la india, Asunta se desarrolló comenzando a mostrar las profundas ojeras características de su padre y los hermosos ojos de su madre. Además de niñera, Ypané fue ayudante de la pensión y de la fonda. Ya no era pulpería. Con los arreglos había dejado de parecerse a eso y recordaba los locales de Europa. También se enriquecieron los conocimientos de Rocco. El padre de la india era curandero. Y el joven toscano, con su simpatía y ansias de saber, fue asimilando del viejo indígena. Aprendía guaraní... y mucho de la naturaleza. Entrados en diciembre, una tarde que desde el fondo de la pensión estaban mirando el encuentro de los ríos. Guazú, como le decían al padre de Ypané, le comentó a Rocco: Diap 27 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE ANA, LA SEÑORAANA, LA SEÑORA 1872 > ASUNTA, YPANÉ Y GUAZÚ
  • 28. –En unas semanas tendremos el agua aquí arriba, cerquita. Conviene que suba el gallinero y el chancho más arriba. No vaya a perder esos animales. Algo que tipificó a Rocco, y sus descendientes, es que oían a los simples, a la verdad que encierra la experiencia. Y así, sin más, subieron lo que el viejo había dicho. Pero, el tasajo de caballo, de vacuno y de carpincho que se salaba en las piedras cerca de la orilla, Rocco lo dejó. El indio, burlón, le aconsejó: –Si no quiere perder eso, usted va a correr dentro poco,. El Paraná cuando crece, levanta sus hijos. Y el Salado, o Ybirí para nosotros, le obedece. No importa, yo le avisaré. –¿Crece tanto? Aquí no hay montañas. –dudó Rocco. –Al Paraná, y a su hermano el Paraguay, los alimentan la lejana sierra del Amanbaí, el Matto Grosso y el Chaco. Cuando allí es temporada de lluvia, el cielo se rompe. Eso es bueno para la que vida se renueve. Ya verá que la tierra se raja, y bajan islas flotantes llenas de animales y árboles. –¡Cuánto sabés, Guazú! –y le interrogó– ¿Qué significa tu nombre?... Nadie se llama como vos. –Yo fui joven. Yo quería saber todo. –musitó el viejo– En una crecida subí a una de esas islas. Despacito fuimos hasta donde termina el río, lo que llaman Delta del Tigre. Pero mi isla, que cada vez se ponía más chica, no paró allí. Siguió hasta el Paraná Guazú, el “río grande como mar”, el que ustedes llaman Río de la Plata. Y unas olas saladas la deshicieron. –Nadé como el carpincho. –siguió el indio–. Llegué a la costa. Y, remontando la orilla, volví. Vi otros pueblos, otros lugares, otra gente... Desde entonces me dicen Guazú. –¿Aprendiste mucho? –Rocco se preguntaba sí mismo. –Mucho. Lo más importante fue... que nada es diferente. La crecida comenzó a principios de enero. Tal como había dicho Guazú, el río creció casi ocho metros y el ancho de cuatro kilómetros llegó a veinte. No se veía la orilla contraria. Por eso a Entre Ríos y Corrientes, provincias situadas entre los ríos Paraná y Uruguay, le dicen la Mesopotamia Argentina. Diap 28 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE ANA, LA SEÑORAANA, LA SEÑORA
  • 29. Rocco entendió para que servían las argollas que estaban en las paredes de la pensión, sobre la calle y el fondo. No eran sólo para atar las riendas de los caballos de los clientes. En esta circunstancia también servían para amarrar las cuerdas de los botes y canoas de los que venían por el río, y que la crecida los aislaba en sus cultivos. En pocos meses la pensión cobró fama por sus vinos y comidas, como por las habilidades del dueño. Construyó un horno en el fondo y hacía a diario pan italiano y campesino. Empedró el patio y los cuartos, los fretachó de yeso y pintó con cal. Cambió el techo de quinche, fresco pero dado a bichos y culebras, por un cielo raso de madera y tejas. Puso tejas cocidas, igual que en Toscana. Estas argentinas las hizo con material del lugar, como todo lo demás. Otros se deprimían añorando, él valoraba la nueva tierra. Una mañana se apareció Guazú con una canoa extraña, era de cañas y forrado de cuero. Sereno, explicó: –Es de totora, me enseñó como hacerla un indio del lago Titicaca. Flota sola. La revestí porque los blancos creen que se hunde. ¿Viene conmigo a ver las islas flotadoras? En la tarde estamos en Rosario. Tomamos la diligencia y volvemos. Rocco dudó, pero fue más fuerte el espíritu aventurero. Y dejando a Ana con rostro enojado, y al gallego a cargo de la cocina, se embarcó. Sólo llevaban un remo primitivo. Fue una experiencia inolvidable. Los grandes islotes, si no hubiese sido porque se movían con el río, parecían tierra firme. En ellos había una fauna y flora maravillosa, de la selva. Tenían árboles frondosos llenos de lianas, flores y pájaros de selva tropicales, en ellos se veían carpinchos, vizcachas, iguanas, comadrejas, y nutrias nadando. En uno notaron un yaguareté. El hermoso gran gato iba sentado, impávido, con la vista puesta en la cima del follaje. –Hay monos en las copas. –indicó Guazú– Sólo debe esperar. Tarde o temprano un árbol caerá y él tendrá comida. Si la isla encalla, mejor. Y si no, él nada muy bien. Diap 29 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE ANA, LA SEÑORAANA, LA SEÑORA
  • 30. Rocco pensaba en su pequeña hija, viendo las turbulentas aguas. El indio guiaba la canoa. Notó la mirada y murmuró: –No tema. Este bote no se hunde. El único peligro son los yacarés. Pero prefieren la orilla mansa. Yo de niño jugaba con ellos en el agua haciéndoles cosquillas en la barriga. –Yo no jugaría con un cocodrilo. Son animales que atacan ocultos. No me gustan los reptiles ni los hombres ladinos. –Por eso, usté en pocos meses se hizo respetar. Y no diga que no le gusta el yacaré, aún no lo ha probado. Se que es buen cocinero. Todo bicho que camina va a parar al asador. Rocco largó la risa. El indio comenzó a llevar la barca de totora hacia la ribera. En el horizonte se vislumbraba Rosario. Guazú encontró uno de su misma etnia y le dio el bote. No le dolió darlo. A él le sobraba totora, cuero y... tiempo. Fueron al depósito de Aldo. Rocco había vuelto allí otras veces a buscar vinos y quesos de Italia. Bruno no les dejó regresar esa noche, los invitó a quedarse en lo de Aldo. –Gracias... –dijo Guazú– Estaré con el otro indio. Sólo llevo chiripá y cholas bajo el poncho. No sirven para una reunión con damas de corset y polizón, charlando con señores de jaquet, o de pantalones y botas. Mañana volveré temprano. Bruno los llevó en su sulky. Ni quiso entrar en el local y se marchó. O quizás... el viejo temió ver donde había vivido con Uruahí. Guazú decía que volver al pasado es gualicho. ...oo0oo.... Diap 30 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE ANA, LA SEÑORAANA, LA SEÑORA Indio viejo en caballo (bote) de totora
  • 31. Contaba mi madre que... Ana no hizo ningún comentario. Sólo preguntó si esa era la forma de cuidar a una esposa encinta. La reacción de Rocco pasó del asombro a la euforia. Para que Ana estuviese más descansada, trajeron una prima de Ana, de Castiglione. Rocco atendía la cantina, y para ayudar al cocinero tomó a Pina una genovesa. Los cambios trajeron más parroquianos. Y los beneficios, a las mejoras. Ana quería lucirse con el familiar. Compraron vasos de porcelana y cobre. Jarras y cántaros elegantes. Cambiaron las lámparas de velas por nuevos de aceite. De lejos, en la noche, se veía la luz de la pensión. Y pusieron un letrero sobre la puerta: RESTORÁN PIEVE. Sin embargo, los clientes habituales, los que diariamente llenan el cajón con sus monedas, seguían prefiriendo los jarros y botijos de terracota. Decían que el vino sabía mejor. Rocco era un hombre de ambiciones, le gustaba vivir bien, pero no se preocupaba del dinero ni de ahorrarlo ni de invertirlo. Pero, todo fuese por el venidero varón deseado. El futuro padre comenzaba a ser más aplomado. Quizás era la responsabilidad, o tal vez el espíritu introspectivo de la tierra nueva y de los gauchos iba apoderando de él. Ahora, para definir a alguien se usan términos difíciles, entonces era suficiente un respetuoso gesto en el rostro. Rocco aprendió de todos y de todo. Hoy sería: un “Ecléctico”. Sabía tratar las personas. Hoy: Tenía “Relaciones Públicas”. Buen amigo, alegre, agradable. Hoy: un “Hombre Sociable”. Pensaba en lo mejor y decidía. Hoysería: un “Ejecutivo”. Pero, en esa época sólo fue... Rocco, un hombre singular. Y ese hombre fue a Buenos Aires a buscar la prima de Ana. Vio la muchacha bajar del velero acompañada por un joven con aires de gran señor. Diap 31 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE SANTOS, UN GAUCHO Pa’ cantar, mi vigüela... pa’ mi honor, el facón... 04 – Año 1873 SANTOS, UN GAUCHO
  • 32. Sería un compañero de viaje, y el trayecto era muy largo para estar sola. Era un primo lejano de Ana Los italianos se especializan en tener primos lejanos. Éste se había invitado solo, y venía a lo de Rocco porque en América todos se hacían ricos. Caterina, la prima, resultó modesta y tímida. Pero, Carlo, era petulante además de atrevido. Mientras Caterina se asombraba de lo que veía, Carlo sonreía cínicamente. Rocco, molesto, ni les mostró la ciudad yendo a la salida de diligencias de inmediato.. Durante el trayecto el joven se burló de la apariencia de los gauchos y le pareció aburrido ese país tan llano. La muchacha se avergonzaba a cada frase de él. Rocco no lo soportó má. Le dijo que los Andes eran más altos que los montes Apeninos, que Italia cabía nueve veces en Argentina, y esos gauchos eran hombres que se debían admirar. Carlo no habló durante el resto del viaje. No quería estar mal con ese pariente. Lo recordaba como un muchacho alocado, pero ahora era un señor que infundía respeto. Al anochecer llegaron a la pensión. Rocco dejó en una mesa los impresos de la ciudad. Los clientes fueron a verlos, muchos solamente entendían los dibujos, no sabían leer. Luego de la presentación del nuevo emigrante, éste no gustaba ser llamado así, y que él y Caterina transmitieran las novedades de la vieja patria, se dirigieron a descansar. La muchacha fue al cuarto donde estaba la hija de Guazú, la india Ypané, con quien entabló rápida amistad. Rocco, por tirria de haber soportado la perorata del joven, lo puso en el último, junto al gallego cocinero. Ana, al acostarse, le dijo que el primo había venido de yapa. Rocco sonrió. Lo que viene de yapa no vale mucho. América era para hombres... Carlo ya lo vería. Diap 32 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE SANTOS, UN GAUCHOSANTOS, UN GAUCHO
  • 33. Ni atendiendo a los parroquianos era útil. A todos les disgustaba su altanera forma de ser, parecía un chulo. Caterina, Ypané y Ana trataban de disimular la falta de capacidad del joven, pero Rocco veía la injusticia. Éste había ampliado el negocio con otro galpón, en él guardaban los barriles de vino, los embutidos y el tasajo, más los hierbas medicinales y toda clase de condimentos. Era el lugar donde el “Brujo Guazú” y el “Partero Rocco”, como los habían bautizados, aprendían el uno del otro. En los Andes, en Mendoza, Córdoba, Salta, los viñedos de los emigrantes daban caldos tan buenos como los europeos. Rocco empezó a comprarlos. Luego él les daba el “punto” con polvos y yuyos. Y el sabor “propo italiano” agregándoles virutas de viejos toneles curados. Por algo tenía fama de arreglar el vino “mareado” al cruzar el ecuador. Encargó a Carlo para ir con los vinicultores y la compra diaria de las verduras, como del mercado fresco de la cocina. Diap 33 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE SANTOS, UN GAUCHOSANTOS, UN GAUCHO El verano de 1873 fue pasando. Y los emigrantes seguían llegando. Las cartas mal escritas hacían crecer el sueño. Sarmiento, el presidente, además de llevar al país a un gran progreso material e intelectual, era maestro y escritor. Acuñó una frase histórica: “Las cosas hay que hacerlas, aunque sea mal pero hacerlas”. Carlo ni la entendía. El gallego cocinero se casó con su ayudante Pina, la genovesa, y se fue a Rosario. Quizás por que esa ciudad crecía, o tal vez por no soportar más al joven. El gallego dejó como recuerdo sus pucheros, los deliciosos chorizos, y las empanadas que hacía con los pescados del río. Lo sustituyó un napolitano, de nombre Napoleone, más paciente, más alegre y más dado a hacer platos del sur de Italia. Esto se unió a las habilidades de Caterina que era buena repostera, sabía amasar, preparar pastas finas y sabrosos minestrones. Ana logró que pusieran su primo en el mostrador. Y Caterina se repartía entre el local y el fogón. Todo mejoraba, con excepción de Carlo.
  • 34. –¿Qué querés tomar, Santos? Estás muy callado. –Una caña paraguaya... y otra pa’ usté, si quiere escuchar. Tengo algo en el garguero que me cuesta desembuchar. El tano trajo los vasos. El gaucho lo miró de frente, con ojos fríos: –¿Sabe, Rocco? Yo a usté lo respeto. Pero ese primito suyo... –movió la cabeza con disgusto, y siguió– como que le está arrastrando el ala a la china. Va por el rancho cuando yo no estoy. Y le lleva tasajo. –Santos... –respondió, sopesando las palabras– el primo es de mi señora, el tasajo es mío... y la china es tuya. –¡Hum!.. Tiene razón. Es que... en cuestión de faldas, pocas veces la taba es suerte. Otra vez tendré que enseñar. –Sí, pero vos aún no me enseñaste a bailar malambo. –dijo Rocco en broma y saliendo del grave momento. –Le enseñaré. Pero antes, alguien tiene que aprender otra cosa. Y tomó la caña de un solo trago, para irse. Quiso pagar las dos bebidas. Rocco no aceptó. Eran por cuenta de la casa. Diap 34 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE SANTOS, UN GAUCHOSANTOS, UN GAUCHO Lo hizo más que todo para sacarlo de la casa y tenerlo lejos del cajón del dinero. Así, Carlo tuvo jardinera y caballo a su disposición. Los gauchos le miraban con sorna al verlo montar con sus pantalones apretados y casaca adornada. Sin embargo, a las mujeres les caía bien. A veces salía sin que hubiese necesidad. Esa mañana, Guazú, al volver de buscar unos yuyos en el galpón, le dijo a Rocco con sobriedad vernácula: –Patrón... el charqui va bajando. –Guazú, vos no tenés patrón. –respondió– Tenemos que ver si no hay algún aujero y esté entrando algún bicho. Disimuló, imaginando el origen de la falta. El indio se fue. Esa noche, junto al mostrador se hallaba Santos, gaucho payador, bailador, ducho en faenar y cuerear. Guapo, tenía en su haber muchos duelos de payada... y de sangre. Su única debilidad era una china algo coqueta que vivía en su rancho, cerca del río Salado. El hombre lo observó, y Rocco supo que quería hablar
  • 35. –¡No!... –interrumpió Guazú– Vamos a ponerle los yuyos pa’ que no le duela. Y le diremos pa’ que sirve cada uno. –Ya ves, un indio es mejor que vos. –dijo Rocco. Se limpió las manos con caña y le sacó el pañuelo. La herida era profunda y le echó un chorro de la bebida. Carlo lanzó un alarido. Guazú le dio unas hojas, diciendo que las masticara. Eran de coca, del Perú. El joven sintió que se le dormía la boca. El indio trajo un polvo blanco, explicando que era amapola molida. Y con una espina impregnada de él fue pinchando cerca de la herida. Desapareció todo dolor. Finalmente entregó a Rocco una crin negra, indicándole: –Cósalo con esta cola de caballo, sinó tendrá dos bocas. Usted hace buenos puntos, lindos como un bordado. Lo vi el otro día, cuando los hizo a la vaca del tambo. El “partero” vio el horror de Carlo y, burlón, preguntó: –¿Qué te gusta más... punto inglés o hilvanado? Diap 35 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE SANTOS, UN GAUCHOSANTOS, UN GAUCHO El día siguiente, Carlo, luego de pasar por el galpón, salió en la tarde. Iba emperifollado, con facón y chambergo. Anocheciendo volvió a la pensión. Traía la cara envuelta en un pañuelo ensangrentado. Le habían hecho un barbijo en la mejilla derecha. Santos era zurdo. Guazú y Rocco no lo dejaron ver así por las mujeres, llevándolo al galpón para curarlo. –Tuviste suerte. –dijo el indio– Pudieron degollarte. Se ve que quien lo hizo sólo te quiso marcar. –Acostate en esta mesa. –ordenó Rocco, luego de limpiarla con aguardiente– Espero que, por lo menos, hayas sido lo bastante varón como para haber sacado el cuchillo. –Sí... –farfulló Carlo– pero antes que pudiera darme cuenta, tenía el tajo y estaba envuelto en el poncho de ese payador de porquería. –¡Callate! Porquería sos vos. Un hombre no dice con quien tuvo un duelo. Debes aprender mucho de América. Tendría que curarte así, a ver si aguantas el dolor y no eres maula.
  • 36. Bruno le envió a su compañero de viaje un libro: El “Martín Fierro”, de Hernández. En las noches, criollos y extranjeros hacían rueda en local mientras Rocco lo leía en voz alta. Eso era América. Donde un emigrante narraba a los gauchos una historia de ellos. Eso era América. Donde un joven italiano y un viejo indio compartían sus experiencias. El primo se fue. Dijo que a Buenos Aires. Para la capital. Todos sintieron alivio que se fuera. Pero, no aprendió la lección dada por Santos. Años después se supo que había muerto en una pelea de caficios Diap 36 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE SANTOS, UN GAUCHOSANTOS, UN GAUCHO Esterilizó en caña la crin y la aguja, ésta era igual a la usada por su esposa para coser los colchones. La herida quedó cerrada. El indio le echó otros polvos amarillos: –Esto se forma sobre las telarañas, no deja formar la pus. Y pa’ terminar te ponemos una hojas de palán. Un poquito de algodón. Un pañuelo… y ya está. Parece que tuvieras dolor de muela, no una cortada. Carlo se levantó. Apagaron las lámparas de aceite. Iban para la casa, cada uno en sus pensamientos. –Viejo... –dijo Rocco, mordaz– Creo que no va a faltar más el charqui. Debe haber sido algún pájaro rapiñero. –Es que cerramos el hueco. –respondió con la misma malicia el indio– El chimango tendrá que volar para otro lado. Al otro día, Santos apareció en la fonda. Sereno, como si no hubiera pasado nada. Cumplió con lo prometido. Le enseñó a Rocco a bailar malambo, gato, y pericón. Y con el tiempo, el “patrón” se hizo bailarín de renombre. “LA PAYADA”, cuadro de Enrique Mac Grech ( 1890 – 1969 )
  • 37. El reciente padre sonrió. Con el indio siempre aprendía. –Vamos a tener que voltearle la pisada. – aseveró el viejo– Nada cuesta probar. Todo es cuestión de fe. –No entiendo como vos, –dijo Rocco– que hacés brujerías, el domingo vas con mi señora a misa, y rezás... y comulgás. –Aprendimos con los misioneros. –dijo Guazú– Era mejor rezar que recibir latigazos, o ser destrozados por los perros. –¿Crees en ese dios de los misioneros o en los tuyos? –Dios es dios, con muchos nombres o uno solo. Lo mismo está en cada árbol, río, montaña, que en la hostia. Dicen que hay indios caníbales...y ustedes nos hacen comer a su Dios. Rocco volvió a reír. Y dijo, ya creyendo más: –Vamos. Ojalá voltear la pisada ayude en lo que quiero. –Lo que queda de cada ser que camina en la vida, hombre o animal, es su huella: la pisada. Dice de donde viene y para donde va: Su destino. Si la volteamos, cambiamos ese destino Diap 37 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE SANTOS, UN GAUCHOSANTOS, UN GAUCHO En la primavera de 1873, Ana dio a luz. Y Rocco la atendió. Un parto fácil, pero el padre mostró rostro desconforme. Era una bella niña... otra niña. La llamaron Aída, como la abuela. Hubo fiesta en la pensión y, dando gusto a Ana, se trajo al cura para bautizar la criatura de Dios. El sacerdote, viejo napolitano que vivía de limosnas, pudo ese día comer mejor. En cuanto ir al municipio, tardaría más. Todos sus hijos fueron inscritos con fechas posteriores a su nacimiento, Y no leía lo escrito, con lo cual su apellido variaba en muchos. Días después se hallaba en el fondo. La voz de Guazú le sobresaltó, al indio nunca no se le oía los pasos. –A juro iba a ser nena. Doña Ana se mantuvo bonita, la piel suave, la barriga redonda, comía bien. Cuando es macho, la panza se pone puntiaguda, el pellejo manchado, vomitan. Los hombres ya desde dentro damos problemas. 1873 – AÍDA Y LA CHARRÚA
  • 38. –Ahora entiendo porqué son cerrados, libres, valientes, y odian a los milicos. Tuvieron que hacerse a sí mismos... –Y son guerreros, los montoneros de Güemes dieron la libertad. –dijo Guazú– Malo cuando no hay porqué luchar, y el soldado se vuelve milico pa’ vivir sin hacer nada. –O pelean sin saber la razón, como lo hicieron tres países contra tu patria. –¿Cual patria? Usté como yo, nacimos en una tierra... pero somos de donde estamos. Y un joven toscano se sintió hermano de un viejo indio. Diap 38 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE SANTOS, UN GAUCHOSANTOS, UN GAUCHO Fueron al río. Guazú buscó barro casi seco. Hizo pisar en él a Rocco. Sacó una palita de bronce. Recortó un ladrillo con la pisada, lo puso boca abajo y en sentido contrario. Luego, con la mirada fija en el cielo, quedó moviendo su cabeza, acompasadamente, orando... Y, sin saber porqué, Rocco hizo lo mismo pidiendo por un primogénito. Venían de vuelta en silencio. Rocco preguntó: –¿Había muchos indios antes que llegaran los conquistadores? –Muchos... y de muchas tribus: pampas, chanás, charrúas payagüés, querandíes, quiloazas, caracarás, tapes, timbúes, colastinés. En el sur los patagones. Pelearon con el blanco por su independencia. Todavía en la Pampa entran a los pueblos en malones a matar hombres y llevarse las mujeres. –¿De esa mezcla salieron los gauchos? –De ambos lados. Los soldados atacan a las tribus para vengarse, matan a los indios y violan a las indias. Y… las dejan abandonadas, mientras los indígenas cuidan a las blancas y al gurí mestizo. ¿Sabe por qué se llama gaucho? Viene de guacho, que es huérfano en quechua. “LA VUELTA DEL MALÓN”, 1892, parte del cuadro de Ángel DellaValle (1855- 1903)
  • 39. Y convertir exquisiteces sus quesos, chorizos, longanizas, con lo aprendido del gallego y de Napoleone. Las carretas de los Andes, fueron las que aumentaron sus viajes con esos productos. Los más asiduos eran dos jóvenes: Uno, Jesús Logróñez, cuñado de la mujer que dio a luz en la carretera, traía de La Rioja un vino dulce y quesos. El otro, Martín de Langreo, un asturiano, venía de Tucumán. Allí se daba un vino similar al toscano montañés. Casualmente llegaban juntos, traían las carretas pequeñas, y siempre debían reparar algo en Santa Fe. Por tanto, tenían que hacer la “dormida” en lo de Rocco. Y casualmente, Ypané y Caterina era cuando estaban mejor arregladas, y quedaban charlando con los muchachos. Una mañana, Ana, tuvo dolor de cabeza. De nada sirvió el te con polvos de corteza de sauce. A mediodía vomitó. Guazú miró a Rocco. La “volteada” había tenido efecto. Diap 39 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE SANTOS, UN GAUCHOSANTOS, UN GAUCHO Marzo de 1873. Otoño. Seis meses desde el nacimiento de Aída. La niña tenía la belleza de su madre, su delgadez, pero las ojeras paternas. Asunta era típica Aquilini, fuerte maciza, De Ana heredó los ojos que enloquecieron al joven toscano. Ambas niñas vivían consentidas por la dulce Ypané y la infatigable Caterina, y reían con los juegos de Napoleone. Durante ese tiempo llegaron noticias de Pasteur y Líster, de medicinas y líquidos para limpiar heridas. Rocco leía, y por Aldo traía esos productos, más especies y sabores. Seguía progresando el negocio. Tenía más pensionistas, construyó más habitaciones, y agregó otro “tinajero o filtro”. Era un armario con una piedra dentro, por ella se filtraba el agua traída del pozo, que caía fresca y pura en el bernegal. Pero, Rocco obligaba hervirla. Sin embargo no subió la importación de vinos, quesos y embutidos. El “partero” tenía el don de volver europeos los caldos de los vinicultores emigrantes.
  • 40. –Encierre las niñas, pongan mosquiteros en las ventanas. Haré una pomada que espanta esos bichos. Si los pican chupen la picada y pónganle caña. El río trae espuma babosa. Las babas, mosquitos... y estos chupan la vida. Ana miró las niñas, tenían unos pinchazos. Guazú los chupó. Luego hizo un preparado grasoso que olía a infierno y untó a las niñas. Rocco miró a Ana, estaba picada. –Mujer preñada con gurí no muere de fiebre. El macho que lleva dentro la defiende. –indicó el indio– Las gurisas son chicas, Dios o Pachacámac las protege. No tema, patrón. –Ya te dije que no soy tu patrón. Vos sos mi maestro. –Es patrón... siempre lo será, aunque no le guste serlo. Y así se llegó a la primavera de 1874. El año 1875 era esperado. En su inicio debía nacer el niño. Rocco vería si la “volteada de pisada” surtía efecto. En tanto, Ana rogaba en misa por eso. Pueblos distintos, supersticiones diferentes. Diap 40 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE SANTOS, UN GAUCHOSANTOS, UN GAUCHO Y los vómitos se hicieron habituales. Debía salir en las horas que servían la comida, sólo el olor la asqueaba. Iba a la esquina de abajo, allí subía la brisa del río. Un día llegó una india andrajosa, fea, hosca. Se sentó en la tierra. Ana notó que a la mujer le faltaban varios dedos. La india la veía con una mirada inexpresiva, parecía muerta. Y así quedó. Cuando la patrona volvió a la pensión le dijo a Guazú quien, poniéndose más serio que nunca, le explicó: –Es charrúa. Las madres se cortan un dedo por cada hijo muerto. –y, continuó– Tiene razón. Está muerta aunque parezca viva. Todos las charrúas lo están. Fue la tribu más belicosa, guerrera. No los mataron los conquistadores. Fue un hermano del Presidente Rivera, del Uruguay, salió con milicos a pacificarlos... y los pacificó pa’ siempre. –Me señaló el río y mi vientre. –recordó Ana. Guazú se levantó, saliendo a ver. Volvió rápido, diciendo:
  • 41. Se miraban uno al otro. Por fin, Martín se atrevió: –Señor Rocco... queremos casarnos con Ypané y Caterina. –¿Los dos con las dos? –preguntó jaranero el toscano– No creo que el cura ni el juez lo permitan. –No... –intervino Jesús Logróñez, con más confianza– Yo estoy enamorado de Ypané, y Martín de Caterina. –¿Por qué me lo cuentan a mí? Yo no soy dueño de ellas. Caterina es mayor, puede hacer lo que quiere. Y el padre de Ypané es Guazú. Que digan ellas y él. No necesitó llamar a nadie. Todos estaban confabulados. Entraron de inmediato, más Ana y las niñas. Rocco dijo al indio: –Mirá, Guazú... este español quiere casarse con tu hija. –Mi tatita ya me dio la bendición. –cortó la bella india– Pero usté es mi patrón y quiero su permiso. Diap 41 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE SANTOS, UN GAUCHOSANTOS, UN GAUCHO Esa tarde la diligencia trajo impresos de Europa, en ellos decían que Engels y el revolucionario Marx propagaban ideas extremas, y que el último vivía refugiado en Londres. Pocos pensionistas prestaron atención, estaban cansados de una jornada buscando como “hacer la América”. Así mismo, mostraban unas máquinas de coser portátiles, con las cuales las mujeres podían hacer cualquier ropa y se libraban de la tediosa confección a mano. Por lógica los dibujos atrajeran a las señoras y muchachas, quienes por generaciones perdían la vista sobre la costura. También habían llegado Martín y Jesús con sus carretas trayendo vinos, quesos y especies. Éstas, cuyas semillas trajeron los emigrantes, eran superiores a las originarias. Extrañó que los jóvenes no dijeran que tenían algo que hacer en Santa Fe para pasar otro día allí. A las diez de la mañana, vestidos con domingueras “pilchas”, se presentaron delante de Rocco, nerviosos.
  • 42. Querían acompañar a Ana unos meses luego del parto. Le pidieron a Rocco para ser padrino. Éste lo apreció, sin embargo se excusó con una profunda seriedad. –Les agradezco el honor. Si quieren, voy de testigo. Pero padrino, no. Sería hipócrita representando algo que no siento. Mis hijo son bautizados porque Ana es creyente, y se debe respetar las ideas y sentimiento de los demás. Orgullosa de su esposo, Ana sirvió una ronda de vino dulce. Fueron al mostrador para brindar. Y el “tano” dijo: –Por ustedes, por nosotros, por los que vendrán, por los que formarán América. Que siempre serán como este vino, de cepas criollas y sabor europeo. Y, con su espíritu alegre característico, completó: –Y por Rocco... quien las prepara, y otros se las llevan. Volvieron a reír, pero había lágrimas en todos los ojos. Diap 42 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE SANTOS, UN GAUCHOSANTOS, UN GAUCHO –No soy patrón de la gente. Sos india, tu raza es libre, transmite esa libertad a los hijos que tengan. Y la mujer es compañera, pelea junto al hombre, pero no es su esclava. –¡Ahijuna!... eso debería acompañarse con guitarra, – Guazú exclamó– que el “tano” habla lindo. –Me gusta más lo de “tano” que lo de patrón. –y se dirigió a Caterina– ¿Y vos, querés casarte con este otro gallego? La humilde muchacha se había vuelto valiente con el amor. Sacó coraje para aclararle: –No es gallego, es asturiano. Pero tú me trajiste, te debo el estar aquí y... –se sonrojó– el haberlo conocido a él. –Nada debes. Has pagado tu viaje en demasía cuidando las nenas y trabajando. Eres mayor, tú decides tu vida. Estoy seguro que todos serán felices. Ellos son hombres de la tierra, aunque hablen con esas enrevesadas eses. Todos rieron. Ambas muchachas lo abrazaron, felices. Dijeron que estarían hasta el verano, se casarían en marzo.
  • 43. Más si el festejo se realiza en la pensión de un hombre famoso por sus comidas, sus bebidas, y querido por todo el barrio. Se mantuvo la costumbre y, aún en ese formal Santa Fe, los noveles desposados fueron a pie de la iglesia hasta la fonda, bajo los gritos y flores arrojadas por los emigrantes. Todos pasaron la velada en la pensión. Al día siguiente se marcharon en las carretas, adornadas de pimpollos, con música de guitarras, castañuelas y mandolina. Diap 43 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE SANTOS, UN GAUCHOSANTOS, UN GAUCHO Enero llegó rapidamente. Quizás fue empujado por el deseo de casarse de las muchachas. O, por el ansia de Rocco en ver su primer hijo. Y ahí estaba, colgando de las manos de su padre partero, lanzando ambos un grito de felicidad a la vida. Y fue festejado por toda la familia, por todos los pensionistas, por todo el barrio. Y antes de ser bautizado con agua bendita, lo bautizaron los parroquianos con litros de vino tomados en la posada. Rocco cumplió con lo prometido. Se llamó Aurelio, como su bisabuelo. Aquel viejo que le aconsejó ir a Argentina. Siendo varón, la criatura era más delicada, por tanto el “tano” y el “curandero” necesitaron aplicar sus experiencias. Llegó marzo. Las muchachas se casaron el mismo día. La fiesta fue en el restorán. Las familias de Logróñez y de Langreo dejaron unos días las tierras y vinieron. Y el “partero” conoció al José Rocco traído en la carretera. Inimaginable el jolgorio y bullicio en un doble matrimonio donde se mezclen españoles, italianos, gauchos e indios. 1875 – AURELIO, PRIMER VARÓN FIESTA EN EL FONDO DE LA PENSIÓN basado en el cuadro “BAILE EN EL CAMPO”, de Enrique Rapela (1911- 1978)
  • 44. Y así se fueron las carretas, se fue Caterina, se fue Ypané, se fue Guazú. Se fue una parte de la vida de Rocco. La pensión se llenó de huéspedes, el negocio progresaba. Ybayaú fue dulce y cariñosa como su hermana. Y, muchas veces daba consejos como Guazú. Tomaron una emigrante para que ayudara al cocinero quien, como buen napolitano, en los anocheceres cantaba añorando a las muchachas . Martín de Langreo y Jesús Logróñez dejaron de traer las carretas chicas y todas las semanas. Ahora venían con las grandes una vez al mes, con noticias de sus esposas más la carga de vinos y quesos. De vez en cuando le daban a Rocco una bolsita con yuyos. Ypané explicaba su uso en un papel, aprendió a escribir y leer con el “patrón”. El viejo curandero había encontrado otra curación, y se la mandaba a su amigo del Paraná. En América todo crecía. La niñez de Asunta, la de Aída, la del varoncito Aurelio. Para Rocco, la responsabilidad. Diap 44 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE SANTOS, UN GAUCHOSANTOS, UN GAUCHO Guazú se acercó a Rocco, venía con una india poco mayor que Ypané. Era hermosa, pero tenía algo de la tristeza de Uruahí. Los indios, cuando sufren,se tornan introspectivos. –Yo también me voy, patrón. –su voz era ronca– Me voy con Ypané. Estaré más cerca del Paraguay. Si Pachacámac me llama, mi espíritu tardará menos en volver a su origen. –¿Te vas? –el tono de Rocco dejó de ser jovial– Todavía me falta tanto aprender de vos. –Ya no me necesita, –sentenció el indio– lo que yo sabía, usté lo tiene todo escrito en esa libretita, con las hormiguitas muertas que son las letras. Lo que aprendí de usté, yo lo llevo anotado con hormigas vivas en mis recuerdos. –Los extrañaré. Ypané fue una hija, y vos... un amigo. –Por eso mismo le traje a ella, a Ybayaú. –dijo señalando la muchacha– Otra hija mía. Y también media curandera. –¿Otra hija? ¿Cuántas son? ¡Como que vos tenés historia! –A usté se la he contado. Caminé muchos caminos. Muchos caminos, muchas mujeres. Muchas mujeres, muchos hijos e... hijas.
  • 45. El sábado llegaba Tulio, el restorán quedaría al cuidado de Napoleone, el cocinero, y las criaturas al de Ybayaú. Ana se esmeró en lucir bien. Ya no era la muchacha que se había “escapado” con Rocco. Ahora era... ¡una señora! Fueron con la jardinera. Se detuvieron en Rosario para saludar a Bruno y Aldo. Encontraron allí al general Roca, quien visitaba a Rocco cuando pasaba por Santa Fe. Al saber la causa del viaje no les dejaron seguir así. Aldo le dio su landó con cochero. Y el Gral. Roca escribió al capitán del puerto de Buenos Aires para facilitar la entrada a Tulio. Lo último no agradó a Rocco. El único militar que le caía bien era Roca. Pero, sabía que la otra cara del progreso es estar relacionado con quienes dirigen el país. Durmieron en la gran ciudad. Como el barco atracaría a media mañana, fueron temprano a hablar con el capitán. Éste, al ver la carta se desvivió en atenderlos, y llamó a un oficial que los llevó a la balaustrada para personas distinguidas. Diap 45 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE TULIO, UNA HISTORIA Contaba mi madre que... en la primavera de 1875, Tulio, el hermano mayor de Rocco, escribió que iba a la Argentina y en clase primera. Rocco sonrió irónico al leer esa palabra. Vendría en un buque a vapor, aunque éstos aún mantenían sus velámenes para aprovechar el viento y economizar carbón. Había otras noticias: Avellaneda inauguraba el Ferrocarril del Norte. Seguía la pugna entre centralistas burgueses y federalistas hacendados. Y, el progreso de la industria, de la ganadería y de la agricultura en Argentina y Uruguay. En Europa crecían los movimientos socialistas, y el Ing. Carlos Tellier ensayaba el enfriamiento por máquinas. Lo otra, ya no era novedad, Ana estaba otra vez encinta. Su cuarto embarazo... la Argentina necesitaba poblarse Hay carreteros que son señores y señores que son carreteros... 05 – Año 1875 TULIO, UNA HISTORIA
  • 46. Atrás, otra joven de ropa sencillas, y un negro, traían valijas y arcones. La señorita elegante agitó su pañuelo y, cerca de Ana, unos señores mayores respondieron el saludo. El oficial militar les escoltó hasta el corredor. Le entregó a Tulio sus documentos y se dirigió al grupo, despidiéndose: –Señor Aquilini, fue un placer servirle. Ruego que transmita mis saludos al general Roca. Distinguidas señoras, señorita Hecherra, señor Javier Hecherra, siempre a sus órdenes. Tulio y la señorita presentaron sus familiares. María Luisa, la fina señorita, cariñosamente llamada Marilú, dirigiéndose a Tulio con una mirada dulce y apasionada, le preguntó: –¿Por qué no dijo que su hermano era amigo del general Roca? Mi padre lo aprecia, protege nuestras estancias. –Excelente militar. –completó el viejo– Nos está librando de esos indios salvajes. Y cubrirá Argentina de ferrocarriles. No me extrañaría verlo pronto en la presidencia. –Ni yo lo sabía, –dijo Tulio, fatuo– mi hermano menor, Rocco, es muy modesto a pesar de lo que ha progresado. –“Cherí per”, el señor tiene “restaurante” en Santa Fe de la Vera Cruz. –enfatizó Marilú– La histórica… Diap 46 CONTABA MI MADRE CONTABA MI MADRE TULIO, UNA HISTORIATULIO, UNA HISTORIA Cuando llegaron allí, Ana creyó desmayarse... lo más fino y copetudo de la sociedad bonaerense los rodeaba. El barco arribó al muelle en medio de pitazos de vapor que aturdían, y hasta el viejo cañón del puerto le saludó. Por una plancha bajaban los emigrantes. Como siempre, sólo traían un atado de ropa y viejas cajas de herramientas... y eran conducidos cual ganado para los galpones. Luego, por otra pasarela salieron los pasajeros de primera. Aquello era un desfile de lo más novel de la moda. Y la galería se llenó de murmullos de admiración. Rocco vio venir a Tulio con el capitán que habían hablado, le acompañaba una señorita distinguida. Emigrantes bajando en el puerto de Buenos Aires – 1890 ¿Cuántos de ellos fueron los nonninos de muchos argentinos?
  • 47. Era la representación característica del que hizo fortuna en América y todo lo construye más grande que los ricos de su tierra natal. Marilú les acompañó al cuarto de huéspedes, diciendo que el almuerzo sería servido enseguida, así ellos podrían salir temprano para la provincia. Luego de asearse, bajaron. Les hicieron pasar de inmediato al comedor. Marilú se había cambiado de vestido y peinado. Parecía una joven de esas que aparecen dibujadas bajo una pérgola de flores. El mayordomo y las criadas comenzaron a servir. Rocco y Ana no se asustaron por la cantidad de cubiertos de plata y la cristalería de Bohemia, ellos a su manera tenían mundo. La bella Marilú, sentada frente a Tulio, no dejaba de sonreírle. El enamoramiento de ella era evidente. En cuanto al del Tulio, solo él lo sabría. El viejo Hecherra rompió la conversación: –Disculpen que falten mis dos hijos mayores. Están en sus estancias de la Pampa. Mañana no reuniremos nosotros con ellos en la nuestra de la provincia de Buenos Aires. Diap 47 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE TULIO, UNA HISTORIATULIO, UNA HISTORIA Yendo para los carruajes, la bella Marilú y el elegante Tulio siguieron la conversación con términos franceses, La vieja señora al ver el landó donde habían venido Rocco y Ana hizo un gesto de aprobación. Los sirvientes se aprestaron a subir el equipaje. Marilú susurró al oído de su padre. Y éste se dirigió a Rocco: –Señor Aquilini, le rogamos que nos acompañe a almorzar. Sería un gusto tenerlos en nuestra casa. El “tano” miró a Ana, quien no cabía en sí, y aceptó a pesar que no le gustaban esa vieja fingida y ese viejo autócrata. Durante el recorrido, Tulio solo comentaba de la señorita y el viaje. Para las noticias de Garfañana, había que preguntar. En el otro coche, Marilú también aturdía a sus familiares hablando del joven acompañante desde Marsella. Rocco vio al negro sentado con los baúles, al descubierto, a la intemperie. Sintió rebeldía, y recordó a Garibaldi. Al llegar a la mansión, quedaron pasmados. Pocas habría igual en Madrid o Roma, ni en Viena.
  • 48. El italiano no pudo menos que pensar en su esposa Ana, diaramente cobrando tras el mostrador de la pensión. Al ver el rostro sarcástico de Rocco, el viejo se dirigió a Tulio: –Así que fue contador en la comuna de su provincia. Eso es bueno. Administradores y militares es lo que necesita esta tierra. Claro, también emigrantes. Alguien tiene que trabajarla. –bajó la voz– Los indios son haraganes... y los negros igual, desde que le dieron la libertad. –¡Ese Rivadavia, Mitre, Sarmiento y sus reformas!... –acotó la vieja– No sé donde iremos. Quieren que todos, hasta las sirvientas, aprendan a leer y escribir. En los libros hay cosas malas. En mi juventud una mujer honesta no leía ni escribía, para eso estaba el padre, o los padres de la Iglesia. –Sólo con Rosas hubo orden. –sentenció el viejo Hecherra. –Y en Italia con los austríacos. –volvió Rocco a ironizar No había más que comentar. Ni que comer. Marilú y su padre dieron a Tulio unos sobres. Los invitados se despidieron. Y se marcharon. Diap 48 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE TULIO, UNA HISTORIATULIO, UNA HISTORIA –También poseemos unas granjas en San Luis y Mendoza. –siguió– Pero, cosa extraña, nunca tuve tierras en Santa Fe. –Será que el norte atrae más a los de Italia. – dijo Rocco. –Es posible. –el viejo sólo seguía sus ideas– Como ahora, con eso de la industria y los ferrocarriles, la ciudad está llena de franceses e ingleses, Marilú quiso conocer París. Y a ella, la menor, mi consentida, no le puedo negar nada. –¡Esta juventud! –intervino la vieja– Con esas novedades de la revolución, la democracia, los inventos, vive enloquecida. Y ahora está de moda ir solos a la Ciudad Luz. –¡Sola no fue! –cortó el padre– Iba con Renata, su dama de compañía. Y con Amílcar, el sirviente negro que usted vio. Su padre fue el mejor capataz que tuve. Naturalmente ellos no viajaban en primera. Igualdad sí, entrevero no. –Comprendo lo de la dama de compañía, pero... ¿cual era la finalidad de Amílcar? –se atrevió a inquirir Rocco. –Para cargar las cosas y pagar los gastos de Marilú. Una dama nunca lleva dinero encima. Eso se deja a otras clases.
  • 49. –No pareces compatriota de Garibaldi, que ayudó aquí a liberarse de los déspotas. –dijo Rocco, siguiendo– “El tirano Juan Manuel de Rosas se bañó en sangre, asesinó a sus propios amigos, no tuvo piedad de nadie. Sus sicarios al principio colgaban a sus víctimas y por eso los llamaron la Masorca (de más horca). Después mandó forjar unos cuchillos curvos y asesinaba los opositores por degüello”. –¡Hay, que espantoso! –musitó Ana. Tulio oía impávido. –Ese terror se mantuvo desde 1831 a 1853. – siguió Rocco– Tu amigo don Hecherra dice que hubo orden. Lo hubo. Los esbirros de la Masorca recorrían las calles gritando: “¡Viva la Santa Federación, mueran los salvajes unitarios”. Y el que encontraban era degollado ahí mismo. –Eres versado en historia de esta país. –se burló Tulio. Rocco recordó que en Garfañana a su hermano le decían “el príncipe”, en cambio él sólo era “el birbo”, y le espetó: –A nuestra pensión llegan emigrantes, criollos, gauchos, analfabetas, y letrados. A todos hay que escuchar, siempre se aprende. Para conocer un país se debe saber su historia. Diap 49 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE TULIO, UNA HISTORIATULIO, UNA HISTORIA Iban hacia Rosario. Tulio evaluaba la despedida de Marilú. Llegaron a la pulpería de postas, Tulio nada dijo cuando bajó, pero Rocco vio que su cara era similar a la de Carlo. Al reanudar el viaje sacó de su casaca las cartas que el padre de Marilú le había dado. Iban dirigidas al Obispo, al Gobernador y al Decano de la Universidad de Santa Fe. Las leyó en silencio y le asomó una sonrisa de placer. No se había equivocado al mirar esa “criolla” que subió en Marsella. Su entrada a Argentina sería por la puerta grande. –¿Quién fue ese Rosas que dijo don Hecherra? –inquirió. –Un caudillo de la provincia de Buenos Aires. Después de la independencia, pocos tenían el concepto de Rivadavia de un país unido. En las provincias, los terratenientes no querían un gobierno centralizado. Hicieron una revolución pidiendo la confederación. Estaban acostumbrados a hacer lo que se les antojaba en sus tierras. Uno de esos fue Rosas. –La gente está habituada a un patrón. –comentó Tulio– Si en Italia no hubiese rey pasaría lo mismo.
  • 50. Llegó diciembre. Tulio no vino para la Navidad. En una carta dijo que la pasaría con los Hecherra. A principios de enero de 1876 apareció en el local un negro vestido de gaucho. Diap 50 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE TULIO, UNA HISTORIATULIO, UNA HISTORIA –Rocco... –ironizó Tulio– Sigues siendo el romántico lleno de ideales. Acuérdate como murió aquel Ruocco, solo y abandonado. Yo vine a hacer la América... y la haré. –Es seguro que sí. –la voz del hermano menor era amarga. En el anochecer se veían las luces de Rosario. Aldo no los dejó seguir, los hizo dormir en su casa, fue una cena agradable, de familia, sin clases. En la mañana siguiente salieron con la jardinera hacia Santa Fe, Tulio comenzaba a ver el mundo de su hermano. A los pocos días tenía trabajo en el Obispado, las cartas surtieron efecto. Sólo iba a la pensión a cenar y dormir. Los sábados recibía una perfumada misiva de Marilú, la cual él respondía, haciéndola antes corregir por un escribiente español y... agregando palabras en francés. En diciembre, junto con la carta vino un sobre de don Javier Hecherra. El viejo le ofrecía la administración de una de sus estancias. Tulio sonrió feliz... lo otro ya lo lograría. Sólo se despidió del Obispo, del decano, del Gobernador y del General de la Guarnición. Nadie lo extrañó. Era Amílcar Serio, formal, se enfrentó a Rocco: –¿Me puede dar pensión, patrón? Me han prometido un trabajo, pero aún no le puedo pagar. –Hay un cuarto para vos. Un hombre que mira de frente, no engaña. Pero... ¿por qué no estás en Buenos Aires? –El viejo me echó. Dijo que París me había hecho mucho mal. –¿No será que sabías mucho… de más? Y una sonora risa morena resonó en el local. AMILCAR basado en un cuadro de Rodolfo Ramos (1937 - )
  • 51. Esa tarde estaban Rocco, Ybayaú y Amílcar en el patio, bajo una higuera tomando mate. –El viejo aquel dijo que tu padre había sido el mejor capataz que tuvo. –recordó Rocco, por hablar. –¿Capataz?... Habrá querido decir esclavo. –Los esclavos se acabaron hace tiempo. –acotó el tano. –Mi padre nació en 1810. Recién en 1813, las Provincias Unidas decretaron la libertad de ellos. Rivadavia quería la libertad de los esclavos, pero los asambleístas pusieron la “libertad de vientres”. O sea que los negros que naciesen después de esa fecha serían libres. Pero los otros, hombres, viejos, y niños anteriores, seguirían siendo esclavos. Y mi padre murió llevando su marca de esclavo, grabada a fuego. –¡Qué brutalidad! –exclamó Rocco– Y todavía decimos que nosotros somos civilizados y ustedes, salvajes. –La mayoría de los congresistas eran patrones, no iban a perder peones baratos. –ironizó Amílcar. Diap 51 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE TULIO, UNA HISTORIATULIO, UNA HISTORIA Siguió pasando el tiempo. Y Santa Fe, creciendo. De Tulio sólo se recibía una carta por mes. Y cada vez era más escueta, solo hablaba de don Javier y de Marilú. Llegó mayo de 1976, Ana dio a luz una niña. La llamaron Anita en honor a su madre... y a la compañera de Garibaldi. El negro Amílcar consiguió trabajo. Fue el pensionista más formal respecto al pago, porque en alegría sólo se necesitaba darle un tambor y surgía enseguida su sangre africana. En el mundo seguían los inventos. Bell creó un aparato donde se hablaba y a través de un cable oían a kilómetros de distancia. Los antisépticos y las vacunas acababan con las pestes. Las máquinas de coser bajaron los precios de la ropa. En Buenos Aires atracó el primer barco frigorífico para llevar carne fresca a Europa. Era el inicio de una industria que cambiaría la economía de Uruguay y Argentina. 1876 – ANITA, LA CUARTA
  • 52. –¿Sabe como están limpiando la Patagonia de indios? –dijo Amílcar– Los hacendados pagan un patacón de oro por cada par de orejas, que son muy grandes, de los patagones. Suerte que usté es blanco y está en Santa Fe, si no con esas orejas... –No me salvaba –rio el tano y siguió reflexivo– A unos los arrancamos de África, a otros les quitamos sus tierras, y a todos les impusimos nuestros hábitos. ¿Algún día nos podrán perdonar? –¿Lo qué?... El hombre es así. ¿Acaso el indio y el negro son mejores? A mis ancestros los vendían otros negros, y los caciques indios aún adulan a los comandantes blancos. Llegó Napoleone con el mandolino, el negro buscó una tambora, la india tocaba una flauta de caña. Era la otra parte de la mezcla que se hizo a sangre y fuego en América. Una mezcla de melancolía, ritmo, selva. Y a Rocco, el mate no le supo tan amargo. Diap 52 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE TULIO, UNA HISTORIATULIO, UNA HISTORIA –Recuerde, don, –murmuró Ybayaú– que los sacerdotes de Jesús discutían si los indios, y los negros, teníamos alma. –Ybayaú... Dios o Pachacámac es una cosa. Los curas y los brujos son otra, éstos sólo responden a intereses. –¿Quiere oír algo escrito por Oviedo en la conquista? Lo leí en París. –preguntó Amílcar, y lo narró– “Así como en Europa se ceban los perros dándole de comer las entrañas de los animales que capturan, así en América se les enseña a destrozar a los indios. Se sueltan los perros alanos contra el indio condenado, los animales daban con él en tierra, lo desollaban, destripaban y comían de él .” –Cuando los blancos llegaron, –dijo Ybayaú– nos mataron con las pestes. Después fue con trabajos forzados. Al defendernos, usaron mosquetes y cañones. Ahora, nos vamos muriendo de sífilis, tuberculosis, Y la maldad no es sólo de ellos. A mí me violaron por igual los soldados patriotas como los atacantes. Todos eran iguales... perros cebados.
  • 53. Cuando llegaron en el lujoso carruaje, la alegría de Rocco se heló al ver que Tulio ni los había acompañado. Venían sólo con el cochero y una sirvienta, que volvieron de inmediato a la ciudad bonaerense. Un hilo de amargura se coló en el corazón del patrón. Pero los viejos eran sanos y aún estaban encandilados con el triunfo de Tulio. Diap 53 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE TULIO, UNA HISTORIATULIO, UNA HISTORIA En diciembre de 1876, Rocco y Ana recibieron la tarjeta donde Tulio y Marilú participaban su matrimonio. La invitación llegaba el día de la boda, no podrían ir jamás. Y el apellido de Tulio se había afrancesado en Aquilene. A Rocco le afloró una socarrona sonrisa. Lo primero, le retribuyó con igual atención. Y en cuanto al apellido, prefirió pensar que era un error de interpretación. Acompañaba una carta en la que su hermano informaba que había mandado los pasajes a sus padres. Éstos llegarían antes de Navidad, y pensaba que debían pasar esa fiesta en Santa Fe. Luego los llevaría a vivir con él en la estancia. Agregaba que no se molestasen en ir a buscarlos al puerto. Que él, Tulio, los recibiría y después irían en su landó. Rocco se alegró. Pero sintió temor, terratenientes y campesinos conviviendo sería difícil, eran dos formas de ser diferentes. Los días pasaron rápidos en la espera de ver a Valentino y Asunta. 1877 – VALENTÍN Y LOS NONNOS Gran felicidad fue ver a sus nietos, el orgullo de la abuela de conocer a su homónima, quien ipso facto fue Asuntina. Valentino levantó en sus brazos a Aurelio, diciendo: –Te llamas como mi padre, un hombre que amaba la tierra y la libertad... Y tienes un padre que siente igual. Rocco olvidó lo de Tulio. En ese momento él era más rico.
  • 54. –Sí, es verdad. Porque debe demostrar que es importante. Los meses siguieron pasando. Cada tanto recibían una carta de Tulio diciendo que los padres estaban en el campo, en lo suyo, que allí la pasaban contentos. Como los viejos no sabían escribir, Rocco aceptaba eso tranquilo pensando que, en esas tierras pamperas, ellos se sentirían felices dando su experiencia de Garfañana. El embarazo de Ana avanzaba y por las características sería varón, aunque esta vez no había sido necesario “voltear la pisada”. Posiblemente el efecto era cíclico. Un día estaba atendiendo en el mostrador a un viandante aventurero, de los que no se quedan fijos en ninguna parte. –Un grappa, patrón. –pidió– ¿Usté es Aquilino o Aquilini? –Aquilini, con i... pero mis amigos me mentan Rocco. –¡Hum!... Hace un mes conocí alguien de ese apelativo. –siguió el viajero con un tono extraño. Diap 54 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE TULIO, UNA HISTORIATULIO, UNA HISTORIA Pasaron las festividades acompañados de Ybayaú, Amílcar y unos pensionistas. Otros tomaron las diligencias y carretas para ir con familiares perdidos por las tierras de Argentina. Recibieron las visitas de Ypané, Guazú, Caterina, con sus familiares respectivos. Recién el día de Reyes apareció Tulio. Venía en su carruaje, con regalos y sin Marilú, su esposa. Al día siguiente llevaría sus padres para la hacienda. Y, diciendo que era para no molestar... ¡ se alojó en el mejor hotel de Santa Fe! Los viejos se despidieron con la efusividad típica de los italianos, sobre todo de sus nietos, con esa expresión que significa tanto: Arrividerci (hasta volvernos ver). Y felicitaron a su hijo emigrante por el nuevo embarazo de Ana, Tulio asomó una irónica mirada. Cuando el coche se perdió por la calle, Amílcar surgió de entre los árboles. Movió pensativo la cabeza, diciendo: –¿Sabe, don? Siempre el mayordomo es peor que el patrón.
  • 55. –Deben serlo... la viejita es parecida a usté. Esas tierras son de Hecherra, un estanciero esclavizador. Y cálmese. No importa lo que haya hecho... a un hermano no se mata. Cuando se despidió de Ana, ella estaba temblorosa, con el corazón latiendo acelerado, respirando entrecortada. Él la acarició mientras le decía: –Quedate tranquila. Volveré con ellos. Y no te pongas así. Si por esto perdés la criatura, entonces de verdad lo mato. Ella sabía que Rocco podía ser la persona más amorosa y agradable, pero también convertirse en una fiera... por lo que se calmó. Y se despidió de él, rogándole serenidad. Unos días después estaban llegando a su destino. Antes de ir al bañado, el viandante paró en una enorme granja donde pastoreaban ovejas. Esa explotación no hacía mucho que había empezado, pero ya rendía ganancias por las textiles nacientes. El guía dijo que eran de un vasco muy bueno, y que sería mejor que éste los acompañara. Diap 55 CONTABA MI MADRECONTABA MI MADRE TULIO, UNA HISTORIATULIO, UNA HISTORIA Al patrón le corrió un frío por la espalda, y preguntó: –¡Ajá! ¿Por dónde? No es común ese apellido. –Allá, por la Pampa de la Varita, cerca del río Atuel, en Mendosa. Estaba en la pulpería contando que usté era partero. Cuando dije su nombre completo, me respondieron que había unos viejitos llamados igual en una... –carraspeó– granja próxima a los bañados. Y, de curioso, fui a verlos. –Decime como eran... –la mirada de Rocco, quemaba. –Mire, Rocco... es mejor que se dé una vuelta por ahí. Al decirles que yo lo conocía a usté, los viejos se callaron y entraron en el rancho. Pobrecitos, apenas hablan criollo. –Mañana nos vamos en la jardinera... ¿Me podés guiar? –más que un pedido era un ruego, una orden. –Con gusto. Pero es mejor ir en mi carreta. Es más segura en esos caminos, aunque se tarde más. Y lleve un trabuco, todavía andan indios matreros de Calcufurá por allí. –Si son mis padres... ¡por Dios que mato a mi hermano!