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9 de Octubre de 1820
Independencia de Guayaquil
26/12/2016
Casa Club los Pinos
Luis Pacheco Manya
El Militar lleva en su pecho el Honor, en su corazón el Valor, en su
brazo la Fuerza, henchido de nobles ideales, camina excelso en
Defensa de la Patria y su sacrificio en el campo de batalla o en el
hacer diario de su faena, se convierte en el adalid de los destinos
patrios y en el guía normativo del rumbo histórico.
Al señor Capitán de Navío Jorge Perez Paredes (+), quien me
enrumbo por los caminos de la Historia Marítima, al señor Capitán de
Navío (SP), Guido Alberto Enríquez Sánchez, por su ejemplo de
trabajo perseverante; y, al señor Capitán de Fragata (SP) Francisco
Serrano Jara, ejemplo de honestidad.
Luis Pacheco Manya Página 2
LA INDEPENDENCIA DE GUAYAQUIL - 1820
“En toda circunstancia y ante cualquier peligro, colocaos
en torno a la Patria conservando el valor y la disciplina;
caso contrario clavad nuestras bayonetas, para que
salven al estandarte de la unidad nacional”.- Mariscal
Sucre.
Luis PACHECO Manya
Ex Suboficial Primero – ARE
1.- ULTIMA SESION DEL CABILDO COLONIAL DE GUAYAQUIL
Tres días antes de la revolución emancipadora de Guayaquil de la Madre España, la
ciudad fundada por Francisco de Orellana en 1537, celebró su última sesión de Cabildo
Colonial, denominado Ayuntamiento Constitucional.
Dice así el acta: “Congregados en la Sala Consistorial para celebrar Cabildo Ordinario los
señores: Brigadier Jefe Político don José Pascual de Vivero y Salabarría, don Gabriel García
Gómez, Alcalde de segunda nominación y los Regidores doctor don José Joaquín de
Olmedo, don Pedro Santander, doctor don José María Maldonado, doctor don Bernabé
Cornejo, don Gerónimo Zerda, don José Ramón Menéndez, don Manuel Ignacio de Aguirre,
don Francisco Marcos y Síndico Procurador General, don José María Villamil, por ante mi
presente, se trató lo siguiente: Se recibieron dos oficios del señor Jefe Político; el primero a
participar sobre la libertad de los abastecedores en contestación al oficio que sobre el
particular se lo dirigió y el segundo igualmente en contestación al que se lo pasó para que
dispusiera la cesación de la Junta de Árbitros, y habiéndose opuesto a ello por el citado
oficio, se discutió el particular a su presencia y quedó convencido en que desde luego había
cesado en dicha Junta de Árbitros desde el momento, que se instaló el Ayuntamiento
Constitucional y que las funciones de aquella correspondía a ésta al que acudiría en sus
necesidades.
El mismo Jefe Político presentó en el acto una lista de los sujetos que debían pagar el último
empréstito arreglado por la Junta de Comercio, y acordó el cuerpo que no habiendo tenido
parte alguna en el repartimiento, tampoco debía tener en la recaudación y por lo tanto se lo
devolvió dicha lista para que dicho señor Jefe obrase según tenga por conveniente en un
punto que de antemano ha sido establecido.
Se leyó un escrito del señor Procurador Síndico electo, don Domingo Santisteban del
Ayuntamiento para examinar la legalidad de la excusa, decretó pasé al señor Jefe Político, a
quien le compete.
Luis Pacheco Manya Página 3
Se leyó igualmente un escrito de don José Mascote con el cual presenta el Título de
Teniente Protomédico de esta ciudad y su provincia y después de oído al señor Síndico
Procurador general, se puso el asunto de: “por presentado el título que se refiere, oído el
señor Sindico Procurador, y visto use, desde luego, esta parte de las atribuciones de
Teniente protomédico de esta ciudad y su provincia a cuyo efecto se le prestarán los auxilios
que necesite para su mejor desempeño, cuándo y por quien le corresponda. Tómese razón
en el libro respectivo, y presentándose a prestar el juramento de estilo, se tenga por
posesionado”.
Con lo cual y no habiéndose tratado otra cosa, firmaron esta acta los señores por ante mí el
presente Secretario.- José Pascual de Vivero y Salabarría, don Gabriel García Gómez,
doctor don José Joaquín de Olmedo, don Pedro Santander, doctor don José María
Maldonado, doctor don Bernabé Cornejo y Avilés, don Gerónimo Zerda, don José Ramón
Menéndez, don Manuel Ignacio de Aguirre, don Francisco Marcos y don José María Villamil,
José Ramón de Arrieta, Secretario.
2.- LA VISPERA DE LA EMANCIPACIÓN DE GUAYAQUIL DE LA MADRE ESPAÑA
El día Domingo 08 de Octubre de 1820, se dieron los últimos pasos de la
transformación política de la ciudad de Guayaquil, cuna del célebre naturalista Pedro Franco
Dávila, fundador del Museo de Historia Natural de Madrid, España, así como también del
fabulista doctor Rafael García Goyena que nombró a Guatemala su patria adoptiva.
Los patriotas trataron de acelerar el golpe revolucionario, porque se supo, a las tres de la
tarde que había sido hecha la denuncia al Gobernador, don Pascual Vivero, quien ordenó
mayores vigilancia a los cuarteles.
Era el segundo domingo de Octubre de 1820, día en que se celebraba en el templo de Santo
Domingo el octavario de las fiestas de la Virgen del Rosario. “Mientras se encontraban en la
procesión de ciudad vieja (a la que asistían las autoridades locales), se reunieron a las
cuatro de la tarde, en el domicilio de don José de Villamil (ubicada en el actual malecón,
entre el bulevar 9 de octubre y la calle General Elizalde), varios de los conjurados, entre
ellos: Escobedo, Febres Cordero, Lavayen, el Capitán Vargas, Luis Urdaneta, Vivero, Roca y
otros”.
Porqué se escogió la casa de Villamil para las postreras reuniones? Febres Cordero en su
conferencia con Villamil: “En ninguna parte como en su casa se podría celebrar esta última
junta, puesto que acaba usted de ser nombrado Procurador General; y esta circunstancia
nos presenta la ocasión para que los amigos de usted vayamos a felicitarlo, sin infundir la
menor sospecha. Usted convidará a comer en su casa a los que estamos en el secreto;
beberemos con estrépito a la salud del rey y hasta de la familia real; condenaremos a la
horca a Bolívar, a San Martín, a Cochrane y a cuantos insurgentes existentes, y si vinieran a
prendernos los del gobierno… los trataremos de calumniadores y asunto terminado”.
Preparados los planes de la revolución, salieron los conjurados a cumplirlos en la madrugada
del 09 de Octubre.
Doña Ana de Garaicoa, esposa de Villamil, invita a las patriotas damas de la ciudad a un
baile que se efectuaría en la noche del domingo primero de Octubre; el señor Villamil, por su
parte, invitó a los Oficiales del Batallón “Numancia” y el patriota José María de la Concepción
Antepara y Arenaza, futuro mártir del combate de Huachi, a los Oficiales del Batallón
“Granaderos de Reserva”.
Luis Pacheco Manya Página 4
La idea del baile fue anunciado por la señorita Isabel Morlás, de quien se había enamorado
el Capitán Febres Cordero.
Después siguieron reuniéndose secretamente los patriotas en la misma casa de Villamil,
hasta lograr acuerdos y nombrar comisiones para la causa libertaria.
En la sesión del día Sábado 7 de Octubre, uno de los insurgentes propuso que debía darse
inmediatamente el golpe, pues la situación se había presentado bastante peligrosa por la
citada denuncia al gobernador sobre la emancipación. Villamil replicó: “Que no se tenían
noticias de los éxitos del Libertador Bolívar en el Norte y San Martín en el Sur, y que era fatal
dar el golpe, porque no pudiendo Guayaquil ser auxiliada a tiempo, los millares de soldados
españoles que vendrían desde Lima y de Quito aplastarían fácilmente la revolución”.
Por su parte, León Febres Cordero expreso: “Yo pienso, señores que nuestra dignidad y
nuestro patriotismo exige que verifiquemos la revolución inmediatamente, pues, ¿cuál sería
el mérito de nuestra actitud así para asociarnos a la causa de la independencia, esperamos
el triunfo de los Generales Bolívar y San Martín? Nuestra posición es excepcional y debemos
obrar ahora que estamos comprometidos en el desenlace o nunca, pues el rol secundario
con la historia de la independencia americana es indigno de nosotros. Os repito, señores que
es absolutamente necesario que demos cuanto antes el golpe, porque de nosotros depende
el éxito de los Generales Bolívar y San Martín, tanto por el efecto moral que produciremos en
el ánimo de los españoles, cuanto porque con la libertad de Guayaquil le quitamos su
principal base de apoyo en esta parte del Pacífico. Estamos en manos de dos grandes
atletas. El del Norte nos enviará soldados acostumbrados a vencer, y nosotros en cambio
desde aquí le abriremos las puertas de Pasto, que es casi inaccesible por su lado; el del Sur
sabrá que en caso de un revés, tiene aquí un pueblo amigo y un puerto a sotavento que en
caso dado podemos convertir en un Gibraltar”.
Convencidos los complotados de las fogosas palabras de Febres Cordero, conciertan el
golpe y lo ejecutan en la madrugada del día lunes 09 de Octubre de 1820. Los soldados del
Batallón “Granaderos de Reserva” (ubicado en el malecón, calles: Sucre y 10 de Agosto),
estaban a favor de la revolución; y con 50 de ellos Febres Cordero toma el cuartel de
Artillería (ubicado en la esquina suroeste de la calle Pedro Carbo, intersección con la calle
Clemente Ballén), y Urdaneta con 25 soldados del Batallón “Daule” (ubicado en la casa de la
Tahona, en el extremo oriental de la avenida José Joaquín de Olmedo, vereda Norte).
Se encargó del gobierno de la plaza a don José Joaquín de Olmedo, quien a las ocho de la
mañana anunció la transformación y convocó al pueblo para que se reunieran a las diez de
la mañana del mismo día con el fin de de elegir a las autoridades civiles y militares.
En efecto, se reunió a la hora indicada y aclamaron a Febres Cordero, alma del movimiento,
para Jefe Supremo, pero no aceptó tan justa y merecida distinción
3.- LA EMANCIPACIÓN DE GUAYAQUIL DE LA MADRE PATRIA - ESPAÑA
Guayaquil, la ciudad fundada por el conquistador español Francisco de Orellana, al pie
del “Cerro de la Culata”, llamado también “Cerrito Verde” y actualmente “Cerro Santa Ana”, la
ciudad que fue el principal arsenal marítimo de la colonia española en el Pacífico y el primero
e importante puerto del gobierno español como lo es hoy de la República del Ecuador, se
emancipó para siempre de la Madre Patria, un día Lunes 09 de Octubre de 1820.
Luis Pacheco Manya Página 5
Para el primer centenario de la independencia de Guayaquil se escribió una obra sobre esta
ciudad, y que trata especialmente sobre los acontecimientos políticos y patrióticos del 09 de
Octubre de 1820, las consecuencias de Guayaquil independiente. La emancipación de
Guayaquil fue definitiva, fue la base de la independencia de lo que soy conocemos como
República del Ecuador.
Fueron tres los gritos de importancia trascendental histórica habidos en el Ecuador: El grito
inicial de la libertad en Quito, del 10 de Agosto de 1809, el de Guayaquil del 09 de Octubre
de 1820 que fue multiplicador; y, el de Cuenca del 03 de Noviembre de 1820.
Si bien es cierto que la primera nación en lograr su independencia en América, y que alcanzó
su emancipación de la colonia inglesa, fue la Gran República Americana, denominada
Estados Unidos de Norteamérica; el primer grito de independencia de la América española,
fue el de Quito, Luz de América, fue por su gran trascendencia histórica.
Tanto se ha escrito sobre la histórica fecha de Guayaquil, que haremos una relación breve y
compendiada de ella, teniendo a la vista algunas fuentes históricas. Hacía tiempo que los
guayaquileños venían preparándose para independizarse de España. Hasta que se presentó
la oportunidad, para su realización, con la llegada del mes de Septiembre, de tres Oficiales
del famoso Batallón “Numancia”, que venían de Lima con destino a Venezuela, ellos eran:
Mayor Miguel Letamendi, los Capitanes: León de Febres Cordero y Luis Urdaneta.
Uno de los históricos lugares del glorioso 9 de octubre fue la casa de José María Villamil,
sitio preferido por los patriotas de octubre, en cuyo lugar se ha levantado una nueva vivienda
que pertenecía al Capitán de Navío Leo Chambers Vivero, situada en el Malecón “Simón
Bolívar”, entre la avenida 9 de octubre y la calle General Elizalde.
Doña Ana de Garaicoa, esposa de Villamil, invita a las patriotas damas de la ciudad a un
baile que se efectuaría en la noche del domingo primero de Octubre; el señor Villamil, por su
parte, invitó a los Oficiales del Batallón “Numancia” y el patriota José de Antepara, futuro
mártir del combate de Huachi, a los Oficiales del Batallón “Granaderos”.
La idea del baile fue anunciado por la señorita Isabel Morlás, de quien se había enamorado
el Capitán Febres Cordero.
Después siguieron reuniéndose secretamente los patriotas en la misma casa de Villamil,
hasta lograr acuerdos y nombrar comisiones para la causa libertaria.
En la sesión del día Sábado 7 de Octubre, uno de los insurgentes propuso que debía darse
inmediatamente el golpe, pues la situación se había presentado bastante peligrosa por la
citada denuncia al gobernador sobre la emancipación. Villamil replicó: “Que no se tenían
noticias de los éxitos del Libertador Bolívar en el Norte y San Martín en el Sur, y que era fatal
dar el golpe, porque no pudiendo Guayaquil ser auxiliada a tiempo, los millares de soldados
españoles que vendrían desde Lima y de Quito aplastarían fácilmente la revolución”.
Por su parte, León Febres Cordero expreso: “Yo pienso, señores que nuestra dignidad y
nuestro patriotismo exige que verifiquemos la revolución inmediatamente, pues, ¿cuál sería
el mérito de nuestra actitud así para asociarnos a la causa de la independencia, esperamos
el triunfo de los Generales Bolívar y San Martín? Nuestra posición es excepcional y debemos
obrar ahora que estamos comprometidos en el desenlace o nunca, pues el rol secundario
con la historia de la independencia americana es indigno de nosotros. Os repito, señores que
Luis Pacheco Manya Página 6
es absolutamente necesario que demos cuanto antes el golpe, porque de nosotros depende
el éxito de los Generales Bolívar y San Martín, tanto por el efecto moral que produciremos en
el ánimo de los españoles, cuanto porque con la libertad de Guayaquil le quitamos su
principal base de apoyo en esta parte del Pacífico. Estamos en manos de dos grandes
atletas. El del Norte nos enviará soldados acostumbrados a vencer, y nosotros en cambio
desde aquí le abriremos las puertas de Pasto, que es casi inaccesible por su lado; el del Sur
sabrá que en caso de un revés, tiene aquí un pueblo amigo y un puerto a sotavento que en
caso dado podemos convertir en un Gibraltar”.
Convencidos los complotados de las fogosas palabras de Febres Cordero, conciertan el
golpe y lo ejecutan en la madrugada del día lunes 09 de Octubre de 1820. Los soldados del
Batallón “Granaderos de Reserva” (ubicado en el malecón, calles: Sucre y 10 de Agosto),
estaban a favor de la revolución; y con 50 de ellos Febres Cordero toma el cuartel de
Artillería (ubicado en la esquina suroeste de la calle Pedro Carbo, intersección con la calle
Clemente Ballén), y Urdaneta con 25 soldados del Batallón “Daule” (ubicado en la casa de la
Tahona, en el extremo oriental de la avenida José Joaquín de Olmedo, vereda Norte).
Se encargó del gobierno de la plaza a don José Joaquín de Olmedo, quien a las ocho de la
mañana anunció la transformación y convocó al pueblo para que se reunieran a las diez de
la mañana del mismo día con el fin de de elegir a las autoridades civiles y militares.
En efecto, se reunió a la hora indicada y aclamaron a Febres Cordero, alma del movimiento,
para Jefe Supremo, pero no aceptó tan justa y merecida distinción
4.- EL ACTA DE LA INDEPENDENCIA DE GUAYAQUIL
El mismo día de consumación de la revolución de Guayaquil, se celebró con la
solemnidad debida, el Cabildo Abierto convocado para las diez de la mañana, por intermedio
del Jefe Político Provisional, don José Joaquín de Olmedo. En esta trascendental e histórica
sesión, se dictó el Acta de Independencia de Guayaquil, la misma que la Ilustre
Municipalidad conserva el original del Libro de Actas No. 29 del Archivo Municipal, guardado
en una caja de madera de fino laurel, estuvo depositada desde muchos años atrás, en las
bóvedas del Banco Comercial y Agrícola de Guayaquil y desde el 02 de Julio de 1936, se
conserva en la bóveda de La Previsora (Banco Nacional de Crédito).
Se redactó en papel sellado de la época, que tenía esta leyenda, que la transcribo en la
ortografía original: “Sello cuarto. Sirve para el reinado de S.M. Fernando VII, en los años de
1820 y 1821”. En la citada acta consta la confirmación del nombramiento de Jefe Político de
la Provincia, en la persona de don José Joaquín de Olmedo; y el Jefe Militar, en el Coronel,
don Gregorio Escobedo (peruano).
Se acordó que sus antiguos empleados continúen en sus puestos. Prestaron el juramento
respectivo, de ser independientes y fieles a la patria, como de propender a la libertad de
América en el ejercicio de sus destinos, los siguientes señores: Don Pedro Morlás, tesorero,
padre de la señorita Isabel Morlás, futura esposa del Capitán León Febres Cordero y
anunciadora del baile histórico de aquel día domingo 1ro. de Octubre, don Gabriel Fernández
de Urbina, Ministro de Hacienda, don Juan Ferruzola y don José Joaquín Loboguerrero,
Administrador y Contador de Aduana Nacional, don Ángel Tola y don Carlos Calisto,
Administrador y Contador del ramo de tabacos, don Ramón Pacheco, Administrador de
Correos.
Luis Pacheco Manya Página 7
Consta en el acta la expedición de dos expresos a los Ayuntamientos de Quito y Cuenca,
comunicándoles la nueva forma de gobierno establecido en Guayaquil, “Exhortándoles a la
uniformidad de sentimientos y operaciones conducentes a la independencia general de la
América, y que esta providencia se extienda a todos los pueblos de esta jurisdicción, por el
señor Jefe Político”.
Los señores del Ayuntamiento concurrentes a esta sesión y que la conformaron, fueron: el
Jefe Político, don José Joaquín de Olmedo (Regidor del Ayuntamiento), los Alcaldes: don
Manuel José de Herrera y don Gabriel García Gómez; y los Regidores: don José Antonio
Espantoso, don Pedro Santander, don José María Maldonado, doctor Bernabé Cornejo, don
Gerónimo Zerda, don José Ramón Menéndez, don Manuel Ignacio de Aguirre, don Juan
José Casilari, doctor Francisco Marcos; el Procurador General, don José María Villamil y el
Secretario, don José Ramón de Arrieta.
El facsímil del original del acta de la independencia de Guayaquil y una copia impresa
auténtica de la misma, fueron publicadas en la Revista Municipal del 12 de Octubre de 1927,
órgano oficial del Ilustre Ayuntamiento de Guayaquil.
Copia impresa y fotográfica se encuentran en sitios preferenciales del Museo Municipal de
Guayaquil.
También se puede mirar el facsímil mencionado, en la revista guayaquileña La Ilustración,
No. 21, del 09 de Octubre de 1918, que dirigía el señor Alejo Matheus, cuya fotografía se
publicó por primera vez en el país en dicha revista.
De igual manera, se encuentra publicado el facsímil en la página 637 de la Revista quiteña
“El Ejército Nacional” No. 27, editada en 1925.
Nota.- El libro del Cabildo que contiene el Acta de la Independencia de Guayaquil; y la caja
de oro para rapé, de tapa esmaltada y con brillantes, valiosa joya histórica de apreciable
mérito artístico, que fuera obsequiada por el Rey Luis Felipe de Francia a Vicente
Rocafuerte, han permanecido depositadas en bóvedas bancarias y no en el Museo
Municipal.
5.- LA PRIMERA JUNTA DE GOBIERNO DE GUAYAQUIL
Efectuada la Revolución del 9 de octubre de 1820, el 08 de noviembre, el Colegio
Electoral de la Provincia; y, en ese mismo día quedó constituida definitivamente la Junta de
Gobierno, en la que fueron vocales los señores doctor José Joaquín Olmedo (Presidente),
Francisco María Roca y Teniente Coronel Rafael María Jimena y Arenaza; y, Secretario el
doctor Francisco Marcos.
Con esta Junta vino a tratar el Coronel Tomás Guido, comisionado del Protector San Martín.
No hablaré de las gestiones de Guido en orden a una pretendida e inoportuna incorporación
de la provincia del Guayas, ni de otros puntos relacionados con su actitud y manejo.
Pero si recordaré que la Junta, a pesar de las estrecheces económicas, tan angustiosas, que
padecía la provincia del Guayas, encontró los medios de proporcionar al General San Martín,
por intermedio del mismo Guido, primeramente, 10.000 pesos, y luego otra suma igual; y a
los que fueron a agregarse unos 14.000 pesos enviados por los patriotas de Cuenca, que se
Luis Pacheco Manya Página 8
habían pronunciado a favor de la independencia el 03 de Noviembre, para el pago del
armamento pedido al Sur.
Contingente fue éste nada despreciable y de tanto más alto valor, cuanto que, como lo
mencionó, la situación económica nuestra era de lo más angustiosa, y los pueblos estaban
abrumados de contribuciones, que eran indispensables para mantener la independencia
proclamada y subvenir a los gastos propios de la campaña militar; de manera que, por estas
consideraciones, no había quien no hiciera gustoso cuanto sacrificio fueran necesarios por la
causa de nuestra patria.
Y como esta causa era solidaria con la de toda América, el patriotismo guayaquileño no
reconocía diferencias, ni fronteras, ni límites en su acción; y allá iban esos recursos
ofrendados a la libertad del Continente Americano, con gusto, con satisfacción, puesto que
se dedicaban a la causa de la patria grande.
Guayaquil cumplía así, notablemente, con un alto deber de patriotismo. Defendía
heroicamente la independencia de su suelo; y, al mismo tiempo auxiliaba para la suya a un
pueblo hermano.
6.- GUAYAQUIL EN LA CAMPAÑA LIBERTADORA.
Desde 1822, Guayaquil había enviado y continuo enviando a cuantos de sus hijos
estaban en condiciones de tomar las armas.
Aunque no solo guayaquileños de nacimiento, si por adopción, por gratitud, lo eran los
entonces Coroneles Luis Urdaneta y León Febres Cordero. Y el primero de los citados fue, el
que mereció antes que algún otro, la designación del Libertador, para marchar a la campaña
del Perú. Allá le vemos incansable, enérgico, cumpliendo órdenes y comisiones ya como
Jefe de Estado Mayor divisionario, junto al Mariscal Sucre, agregando a sus glorias de
octubre, las glorias de los laureles del Pichincha y con los laureles de Ayacucho.
Y Febres Cordero, tan modesto como valeroso, el ilustre prócer que había previsto y
anunciado el glorioso epílogo de la Revolución de Octubre; se encuentra también en la
última y cruda campaña de la emancipación americana, al frente de su bizarro Batallón
“Vargas”, organizado por él en nuestras tierras, entre los pueblos que guardan su memoria
con veneración y gratitud.
Y he allí que el Libertador se fija en esa lucida unidad para confiarle las más delicadas, las
más arriesgadas empresas; y, marchó sólo a complementarlas, de manera brillante,
sufriendo desnudeces y hambres, que el Libertador, al fin alivia pidiendo a Guayaquil los
recursos que han menester esos resignados beneméritos de la Patria.
Y allá están también, entre nuestros próceres de Octubre, los guayaquileños Antonio y Juan
Francisco Elizalde, ascendidos a Tenientes Coroneles, figurando en el lúcido Estado Mayor
de la División del gran Mariscal Sucre, ganando buenas calificaciones en Ayacucho; y,
siendo Antonio, merecedor de la distinción de que se le designe para conducir las banderas
enemigas recogidas en ese campo de glorias inmortales.
Y ha marchado también el batallón “Vencedor” a cada instante citado con honrosas notas, a
cada día recomendado por su ejemplar valor; por su disciplina, por su heroísmo.
Luis Pacheco Manya Página 9
Y entre esos sobresalen el Comandante Juan Francisco Morán, los Capitanes Baltazar
García, Francisco Valverde, Guillermo Bodero, José Hilario Indaburo, Isidro Viteri, Agustín
Franco, José Manuel Quevedo, Fulgencio Rocha, Antonio Suárez y Antonio Bastinza, que
se hacen dignos de ascensos honrosos; los Tenientes Feliciano Ledesma, Manuel Salcedo,
Gaspar de Santistevan, Mariano Soto y los Subtenientes José López y Francisco Tejada;
todos, todos ellos, de entre los que figuraron en la campaña desde el 9 de Octubre de
1820.
Y este lúcido cuerpo es el que, en Ayacucho, entra al fuego desde el comienzo de la
acción; y, cuando se hallaba comprometida la División Lamar, la auxilia, la refuerza, la
sostiene bizarramente, de tal modo que esa División entra con más vigor al combate… Allí
muere, en ese primer encuentro, el heroico Teniente Sevilla, el bravo guayaquileño que
conduce su sección en tal brillante ataque sobre el enemigo.
Y luego se observa al “Vencedor”, al mando del valeroso primer jefe, el Coronel Luque, ya
herido, lanzarse heroicamente a una suprema embestida, desbaratar las filas enemigas,
entrándose por entre ellas, y consumando bravamente su derrota.
Resultaron heridos, entre otros, los Tenientes Landaeta y Rosales, admirables por su valor
abnegado.
Y Juan Francisco Morán, se va a paso de carga, con una sección sobre los realistas,
parece haber escuchado al intrépido Córdova cuando ordena: “Paso de vencedores” y con
sus “vencedores” se reúne al “bravo entre los bravos y hace prodigios, hasta que la victoria
más espléndida consagra para siempre la Libertad Americana.
Juan Francisco Morán, el benemérito guayaquileño que tanto había lucido desde la
Revolución de Octubre, es ascendido a Teniente Coronel sobre el Campo de Batalla…
Yo le habría hecho General, exclama Córdova al saber tal ascenso.
Fue el mayor elogio para ese valiente Córdova, el sin segunda en la intrepidez, lo había
visto batirse, le había admirado y ahora le consagraba como héroe con una sencilla frase,
que valía por todas las recomendaciones…
Y allí, en Ayacucho, vemos también al batallón “Guayaquil” y en filas a otros próceres de la
Revolución de Octubre; a Isidro Pavón, el Sargento que fue del “Daule”, luciendo ahora los
galones de Capitán; a Lorenzo de Garaicoa, a Francisco de Paula Lavayen, a Juan
Francisco Antepara, a Juan de Mendiburo, a Carlos de Acevedo y a Guillermo Merino;
todos Oficiales distinguidos que supieron portarse como buenos y mantener con brillo las
armas de la Patria.
Y terminada esa campaña, quedaron como si dijéramos en esqueleto esos lucidos cuerpos,
que regresaron a su suelo, a Guayaquil, dejando allá, en los campos de sus glorias, a tanto
y tantos compañeros que dieron su vida abnegadamente por la libertad de un pueblo
hermano y por la Emancipación Americana.
Ahora, si hemos dado los nombres de algunos de los jefes y Oficiales más distinguidos que
figuraron en las campañas del Sur y en la admirable jornada de Ayacucho, ¿no es de
justicia ofrecer también, en estas páginas, a la gratitud pública, los de algunos de los
Luis Pacheco Manya Página 10
modestos héroes que como “Clases” o “Soldados Rasos” combatieron en esa jornada
siempre memorable, con tanta abnegación como los otros?
La historia debió salvar del olvido, desde entonces, los nombres hasta del último, del más
humilde de esos luchadores; más, en la imposibilidad de rememorarlos en cuanto
deseáramos, no dejaremos de mencionar a los de los cuerpos de Guayaquil, que
derramaron su sangre en Ayacucho y regresaron a su Patria honrosamente inválidos, por
heridas que servían de testimonio elocuente de su heroísmo y abnegación.
Y entre tantos, he aquí los siguientes:
Soldados: Mariano Collantes, Francisco Romero, Casimiro Delgado, Pedro Colina, José
Casado, Aurelio Vásquez, Vicente Montalvo, Manuel Cornejo, Mariano Castelo, Pedro
Coello, José Aponte, Dionisio Arias, José Castillo, Camilo Flores, Joaquín Naranjo, José
Astorga, Carlos Peralta, Silverio Basabe, Sebastián Méndez, Esteban Zambrano y Marcos
Evangelista.
Cabos: Eusebio Baldeón, Hilario Sandoval, Marcelino Arreaga, Lucas Gamarra, Francisco
Velarde, Fidel Gálvez, Justo Ramírez.
Y todos éstos, ciertamente, trajeron el título de la condecoración de “Libertadores”, debido a
la justicia y la gratitud de una nación hermana, que quiso honrar así, a los que derramaron
su sangre generosa en la brillante empresa que terminó en Ayacucho.
Conservamos el título expedito al benemérito Teniente Ledesma del “Vencedor” y al cual
hemos hecho honrosa referencia. Como la generalidad de los contemporáneos no conocen
el texto de esos títulos históricos, insertamos aquí el que tenemos en nuestro poder, y dice:
“Don Andrés de Santa Cruz
Gran Mariscal, Presidente del Consejo de Gobierno y de la República del Perú”
“Deseoso el Consejo de Gobierno de llevar a efecto la soberana disposición del Congreso,
de 21 de Febrero de 1825, hizo abrir la medalla que en él se previene con el busto del
hombre clásico del Nuevo Mundo, del Padre Insigne de la Patria, Simón Bolívar. Esta
prenda de valor inestimable a los ojos de la libertad y de la justicia, al paso que acredita la
gratitud peruana, debe mirarse como el más honroso distintivo de los claros varones que,
reuniendo sus esfuerzos a los del primer campeón de la Independencia, contribuyeron con
su patriotismo y su denuedo a romper nuestras cadenas y establecer el imperio de la
voluntad general. Por tanto, conformándome con el espíritu del artículo 9° del mismo
Decreto, he dispuesto se conceda una de aquellas al Teniente del Batallón “Vencedor”
Feliciano Ledesma, para que lleno de un noble orgullo por la parte que le ha cabido en
empresa tan heroica, pueda transmitirla a sus descendientes, como un testimonio de
recompensa a sus virtudes y de reconocimiento al héroe, en cuyo honor es instituida.
Dado en el Palacio de Gobierno en Lima, á 26 de Octubre de 1826.
Por S. E.- José María Pando”
Luis Pacheco Manya Página 11
“Aún después del triunfo obtenido en Ayacucho, continuó pidiendo el Libertador nuevos
continentes de tropa; ya para llenar los numerosas bajas sufridas por los cuerpos
colombianos en la campaña, ya para reforzar el bloque del Callao”.
“Se aprestaba pues, en Guayaquil con tal objeto, una nueva División que presto había de
salir a su destino, a órdenes del General Valero. He aquí, entre otros, un documento que
explica la urgencia con que se pedía esas tropas: “República de Colombia.- División Auxiliar
del Perú.- Comandancia General.- Cuartel General en La Puná, a 12 de Enero de 1825”.
“Al señor General Comandante General de los Departamentos del Sur. En este momento
acabo de recibir una comunicación de S. E. el Libertador Presidente, con fecha 29 de
Diciembre próximo pasado, por el Ministerio de Guerra y Marina, la que transcribo a US. Y es
como sigue: Acompaño a US. copia de los oficios que le dirige el 22 y 23 del presente.-
Ahora dispone US. en virtud de dichos oficios; traiga US. igualmente, otro batallón
compuesto de mil plazas, de soldados, todos escogidos, veteranos si fuese posible. Es decir,
que US. debe venir con dos batallones de mil plazas cada uno, y con dos escuadrones de
caballería; todos estos cuerpos bien armados, vestidos y equipados”.
Dios guarde US.- M.A. Valero.
Todas esas fuerzas marcharon al Perú y formaron parte de los que sostenían el bloqueo del
Callo, al mando del benemérito General Bartolomé Salom.
Y así mismo, uno tras otro, salieron de Guayaquil los buques cargados de madera
incorruptible para la construcción de parapetos indispensables en las operaciones del
bloqueo de aquella plaza.
Todas las órdenes del Libertador eran cumplidas exactamente, y era en realidad maravilloso
que se sacaran todavía hombres, dinero y otros elementos cuando se daba por agotado ya
todo recurso.
El Libertador comprendía la magnitud de los esfuerzos que por acá se hacían para auxiliar
en todo; y, lo agradecía, animando y estimulando el patriotismo de todos.
En carta del 15 de Enero de 1825, decía el Intendente de este Departamento, por intermedio
de su Secretario General: “Exprese U., de manera muy especial, al señor don Pedro Morlás,
que S. E. el Libertador, aprecia en lo que valen los grandes servicios que presta mediante su
activa acción en la consecución de fondos para atender a tantos gastos de urgencia. S. E. el
Libertador Presidente aplaude con justicia tan patrióticos esfuerzos”.
En otra, del 24 de febrero, decía el Secretario General: “Es digno de todo elogio el
comportamiento de los señores Roca, Luzarraga, Decímavilla, Leaza y demás que han
contribuido hasta hoy con importantes donaciones para aumentar los fondos públicos en
circunstancias tan apremiantes. Y asimismo al señor Ferruzola por su empeño en proveer de
buques para el transporte. A todos los patriotas de Guayaquil, agradeceré US. A nombre de
S. E. el Libertador”.
Y así como estas, existen muchas otras comunicaciones honrosas para el patriotismo
guayaquileño.
Era el cumplimiento de su deber sagrado.
Luis Pacheco Manya Página 12
Guayaquil había enviado, al parecer, todos los hombres útiles a la Campaña del Sur, y sin
embargo, los tuvo todavía, en gran número para atender a otra necesidad imperiosa, a la
Campaña de Pasto. Por dos vías de dirección opuestas, salieron los contingentes de esta
provincia, a sostener la última lucha por la independencia.
Y Guayaquil entristecido, contempla cómo del contingente enviado para la guerra de Pasto,
perecen más de dos mil valientes, no en campo de batallas sino atacados por viruela al
entrar a la zona interandina.
Si, pues, caían llenos de gloria en los combates, sucumbían también, por otro lado, víctimas
de terribles epidemias.
Pero el milagro de la multiplicación se repetía, al surgir nuevos y combatientes que van a
rodear en el Callao, el último refugio en que se sostiene arrogante, el último también, el más
tenaz de los representantes del poder español, en nuestra América, el soberbio Rodil,
muestra acabada de la lealtad llevada hasta el fanatismo.
Era, repetimos, el cumplimiento del deber, el patriotismo elevado a culto supremo en el
corazón guayaquileño.
7.- JUNTA ELECTORAL DE LA PROVINCIA DE GUAYAQUIL - 1830
Conforme al artículo 23 del reglamento de elecciones se reunión en la Sala Consistorial
de esta capital el día 16 del corriente la Junta Electoral, la que instalada procedió al
nombramiento de diputados principales y suplentes como consta de la siguiente
ACTA
República de Colombia.- Estado del Sur.- Asamblea Electoral de la Provincia de Guayaquil,
en el Departamento de Guayaquil.- Rejistro de elecciones extraordinarias de diputados para
el Congreso Constituyente.
En la ciudad de Guayaquil capital de la provincia de Guayaquil, a diez y seis de julio de mil
ochocientos treinta, reunida la Asamblea Electoral compuesta de veinte y cuatro electores
que se hallan presentes y que completan el número de los señalados a esta Provincia por el
reglamento de elecciones para el Congreso Constituyente, después de haber sido instalada
legalmente, el señor Presidente nombró escrutadores al señor Ignacio Coello y José Antonio
Trejo y procedió a verificar en sesión pública y permanente, la elección de los cuatro
diputados principales que corresponden a esta provincia como arreglo a los artículos 24 25
26 27 28 y 29 del citado reglamento de elecciones y en esta forma:
El señor Lorenzo Garaicoa voto por el señor José Joaquín Olmedo,
El señor Javier Aguirre por……………………………………. id.
El señor José Garay por ….……………………………………. id.
El señor Ignacio Calderón por …….…………………………... id.
El señor doctor Mariano Aguirre por………………………….. id.
El señor José Baquerizo por ………….……………………….. id.
El señor Bernardino Berita por ………………………………… id.
El señor Juan Toribio González por …………………………… id.
El señor Hilario Jacobo Torres por ……………………….……. id.
Luis Pacheco Manya Página 13
El señor Antonio Rosales por …………………………….……. id.
El señor Lorenzo Tercio por ……………………………………. id.
El señor Silvestre Neira por ……………………………………. id.
El señor Miguel Rivera por …………….……………….………. id.
El señor Francisco Avilés y Vidal por …………………………. id.
El señor Manuel José Terán por ………………………………. id.
El señor Francisco Javier Escobar por ….……………………. id.
El señor Antonio Ramires por ………….………………………. id.
El señor Cristóbal Alarcón por …………………………………. id.
El señor Bernando Echevers por …………………………….... id.
El señor Manuel Antonio Luzarraga por………………………. id.
El señor Francisco Lavayén por ……………………………….. id.
El señor Nicolás Martínez por ………………………………….. id.
El señor Ignacio Coello por …………………………………….. id.
El señor José Antonio Trejo por ……………………………….. id.
Concluida esta primera votación en los términos expresados, se hizo el escrutinio por
regulación de los sufragios, y resultó el señor José Joaquín Olmedo electo canónicamente.
Enseguida se procedió a nueva votación para otro disputado, y resultando el señor General
León de Febres Cordero con el número de 23 votos, y el señor Coronel Juan Ignacio Pareja
con uno, se declaró electo el señor General Cordero.- Acto continuó se procedió a nombrar
otro diputado y habiendo resultado del escrutinio el señor doctor Francisco Marcos con 19
votos, el señor Coronel Manuel Antonio Luzárraga con tres, y el señor doctor Pablo Merino
con dos, quedó la mayoría por el señor doctor Francisco Marcos, que fue electo diputado.-
Luego se procedió a la última votación e identificado el escrutinio resultó el señor Vicente
Ramón Roca con 23 votos, y el señor doctor Pablo Merino con uno; y siendo la mayoría
favor del señor Roca, se declaró electo diputado.
Con lo cual y concluidas las elecciones de los diputados principales, se terminó el acto y se
concluyó este rejistro, firmándolo por duplicado los señores electores de que doy fe como
secretario.
Presidente Manuel Antonio Luzárraga, Escrutador Ignacio Coello, Escrutador José Antonio
Trejo.- Electores Lorenzo de Garaicoa, Francisco Javier de Aguirre, Cristóbal Alarcón y
Guamán.- Antonio Ramírez.- Francisco Javier Escobar.- José Baquerizo.- José Bernardino
Berita.- N. Antonio de Martínez.- Hilario Jacobo Torres.- Bernardo Antonio Echevers.- Ignacio
Calderón.- J. Garaicoa.- Manuel José Terán.- Miguel Antonio de Rivera.- Antonio Rosales.-
Lorenzo Trejo.- doctor Mariano Aguirre.- Francisco de Avilés y Vidal.- Silvestre Nira.-
Secretario, Francisco Lavayen.
Diputados principales
Señor José Joaquín Olmedo con 24 fotos.
Señor General León de Febres Cordero 23 votos.
Señor doctor Francisco Marcos 19 votos.
Señor Vicente Ramón Roca 23 votos.
Del mismo modo se procedió a nombrar a los suplentes y resultaron electos los señores:
doctor Pablo Merino con 22 votos.
General Juan Ignacio Pareja con 23 votos.
Doctor José María Maldonado 23 votos.
José Gorostiza va 21 votos.
Luis Pacheco Manya Página 14
8.- FUERZAS MILITARES DE LA REVOLUCION
Batallón de Granaderos de Reserva
Relación de los señores Jefes y Oficiales que estaban presentes en este cuerpo el día 9 de
Octubre de 1820, en que hallándose de guarnición en la Plaza y Puerto de Guayaquil,
ocurrió la sublevación e independencia de aquella Provincia.
Plana Mayor:
Clases Nombres
1er. Comandante D. Benito García del Barrio, español
Capitán ler. ayudante D. José Cepúlveda, español
Subteniente Abanderado D. Manuel Rodríguez, americano
Primera compañía:
Capitán: Tnte Coronel D. Juan de Dios Araujo, americano
Teniente D. Miguel Vargas, americano
Subteniente D. Justo Ribera, americano
Sargento lro. N. Chávez, americano
Segunda compañía:
Teniente Comandante: Cap. graduado D. Francisco Frías, español
Subteniente D. Manuel Solanes, americano
Sargento 1ro. D. N. Bustinza, americano
Tercera compañía:
Capitán Tnte Coronel D Gregorio Escobedo, americano
Teniente D. Ramón Martínez de Campos, español
Subteniente: Teniente graduado D. Rafael Samuento, americano
Subteniente: D.J. Manuel Quevedo, español
Sargento 1ro. N. Salazar, americano
Cuarta compañía:
Subteniente y Comandante D. N. Carrión, americano
Subteniente D. Rafael Frías, español
Sargento 1ro. Fulgencio Rocha, americano
Quinta compañía:
Teniente y comandante D. Antonio Farfán, americano
Sargento 1ro. D. Vicente Sardina, español
Compañía de Cazadores:
Capitán D. Bartolomé Salgado, americano
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Teniente D. Tomás de la Cerda, americano
Subteniente D. Hilario Álvarez, americano
Sargento 1ro. Juan Palomino, americano
Sargento 2do. Juan Payba, americano
En este Cuerpo no había cadetes; y los sargentos segundos, tambores, cabos y tropa eran
americanos.
Segovia y Mayo 24 de 1828.
Ramón Martínez de Campos.
Relación de la fuerza militar que existía en Santiago de Guayaquil, el día Lunes 9 de Octubre
de 1820, en el que se reveló y constituyó independiente aquella provincia.
Estado Mayor:
Gobernador Político y Militar Brigadier D. José Pascual de Vivero
2do. Jefe Teniente Coronel D. José de Elizalde
Sargento Mayor D. N. Campuzano
Agregado Teniente Coronel graduado D. Raimundo Sesé de
Berdebel
Capitán de Puerto Comandante Capitán de Fragata D. Ramón Villalba
de Marina
Comandante de Artillería Teniente Coronel D. Manuel Torres Valdivia
Fuerzas Veteranas Plazas
Granaderos de Reserva 350
Milicias Regladas:
Tres Compañías Auxiliares 320
Urbanas:
Dos Batallones con 1000
Dragones Montados de Daule 50
Milicianos de Artillería 140
TOTAL: 1.800
Escuadrilla:
Lanchas cañoneras tripuladas en guerra 8
Noticia de los H. Jefes y oficiales que por guardar fidelidad al Rey N.S. en la revolución de
Guayaquil, sufrieron la suerte de prisioneros:
Gobernador: D. José Pascual Vivero, tomó puerto en Lima
2do. Jefe D. José de Elizalde
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Se defendieron tres horas a vivo fuego: El 1er. Comandante de Granaderos D. Benito García
del Barrio y teniente de Id. D. Ramón Martínez de Campos
Todos ellos estuvieron cargados de grillos, navegando 30 días, hasta ser canjeados.
Quedaron prisioneros en Guayaquil y no tomaron partido:
El capitán del Puerto D. Ramón Villalba
Teniente de Infantería D. N. Vives
Noticia de los Jefes y oficiales que tomaron partido en la revolución según dicho de las
cabezas insurgentes Villamil y Letamendi
Del Estado Mayor: D. N. Campuzano, D. Raimundo Cesé de Berbedel y un hijo suyo, único
cadete que allí había, se cree que hoy es teniente de la Guardia Real.
D. Gregorio Escobedo: Primera Cabeza se hizo General en Jefe.
D. José Sepúlveda estuvo tres horas prisionero y renegó.
D. Miguel Vargas y D. Rafael Sarmiento.
Cabezas de 2do. Orden:
D. Manuel Solares
D. Hilano Álvarez
Del Batallón Granaderos D. N. Bustinza
D. N. Salazar
Los demás Oficiales, sargentos y tropas fueron forzados a servir y se pasaron al Ejército
Real de Quito habiéndose batido con los rebeldes:
D. Bartolomé Salgado
D. Tomás de la Cerda
D. José Manuel Quevedo
D. Rafael Frías
D. Justo Ribera y los sargentos1ros. restantes.
Fusilaron los enemigos a los señores Farfán y Rodríguez por ser fieles a Su Majestad.
De las tres compañías de Milicias Regladas, renunciaron a los empleos por no faltar a la
fidelidad, varios oficiales; y el Comandante de los Dragones de Daule, Capitán graduado de
Teniente Coronel D. Joaquín Magallar, murió heroicamente defendiéndose.
Las Milicias Urbanas fueron todas rebeldes y la fuerza principal de la revolución, dirigida en
lo político por D. Joaquín Olmedo, antiguo Diputado a Cortes, D. N. Villamil D. N. Indaburu y
en lo militar, por Escobedo, según queda dicho, y los oficiales del Numancia D. León
Cordero, D. Carlos Letamendi y D. N. Urdaneta
Segovia y mayo 24 de 1828.
Ramón Martínez de Campos
A petición del Teniente Coronel 1er. Comandante del Batallón de Granaderos de Reserva del
Ejército Real de Perú D. Benito García del Barrio y del Teniente de la Tercera Compañía del
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mismo Batallón D. Ramón Martínez, determinó el gobierno real del Perú se formase causa,
como se verificó en Lima donde ya canjeados, los que pedían justicia, dio Martínez del
Campo la siguiente:
DECLARACION
Preguntando previo el juramento de ordenanza, sobre su edad, Patria, Religión empleo, y
que diga cuanto sepa sobre el infausto acaecimiento de la revolución y pérdida de Santiago
de Guayaquil, quienes fueron sus motores y ejecutadores y demás circunstancias que le
conste en particular.
Dijo que sabe prepararon la revolución (porque estando prisionero a bordo de la goleta
Alcance, se les oyó decir a D. José Villamil y a D. Carlos Letamendi que fueron D. Vicente
Roca, D. Joaquín Olmedo, Diputado en la Corte de 1812, D. N. Indaburu, D. Manuel Lazo,
capitán de la otra goleta, y su segundo D. N. Luzurraga, con otros varios cuyos nombres no
tiene presente; y que entraron en la conjuración los subdelegados de los partidos
principalmente de Daule D. N. Elizalde y la ejecutaron poniéndose al frente los paisanos
Villamil e Indaburu; y militares D. Gregorio Escobedo, Capitán de la Real Compañía de
Granaderos de Reserva que por sus crímenes y mala versación, estaba separado del mando
del cual fue 1er. Jefe el Teniente Coronel D. N. García, conocido por el Franciscano que
estaba preso en Guayaquil por orden del señor Presidente de Quito; los Capitanes del
Numancia, Letamendi, Urdaneta y Cordero; los oficiales de Granaderos de Reserva, D.
Miguel Vargas, D. Rafael Sarmiento, D. Manuel Solares D. Hilario Álvarez, D. Justo Rivera, y
el agregado D. Antonio Elizalde; en masa las Milicias y Caballería de Daule, como también
los subalternos de Artillería, y que el hecho se verificó de este modo:
Predispuesto ya el ánimo de los facciosos con la llegada de los chilenos á Pisco, que se
supo á mediados de septiembre, dio el último impulso al proyecto. Persuadidos de que
seguramente serian invadidos y sujetos la ley del vencedor, quisiera evitar ésta anticipándole
seguros del hecho, y bien persuadidos que no había talento y energía en el señor
gobernador Vivero para impedirlo, confiados por otra parte en que podrían sacar partido del
resentimiento que tenían la mayor parte de los oficiales de Granaderos de Reserva; ya
porque sus representaciones habían sido desatendidas por el Gobierno; ya porque á pesar
de haber reclamado repetidas veces los títulos de sus empleos, no se les había librado, ni
menos los Reales despachos, (siendo así que otros posterior mente ascendidos en el
Ejército Real del Perú los obtuvieron), de donde sugerían ser imaginarios sus destinos, ya
porque no esperaban ventaja en su carrera pues veían que sin embargo del crecido número
de vacantes nunca se aprobaban las propuestas, ni se les ascendía, antes por contrario, se
observaba el perjudicial sistema, de ocupar las vacantes, particularmente en compañías
(batallones), cm capitanes de otros cuerpos que por su viciosísima conducta, incapacidad y
relajación habían desechados de los suyos y ya finalmente porque sentían el desprecio con
que los trataba el señor gobernador sin más fundamento que su capricho; como también por
el sumo abatimiento y miseria en que veían a los capitanes de Numancia, Letamendi,
Urdaneta, y Cordero, llenos de heroicas hazañas contra los rebeldes de Costa Firme,
quienes no podían seguirá su destino por no tener con que transportarse, pues el señor
gobernador les había negado este auxilio, al paso que á otros del mismo cuerpo les proveyó,
alimento y les dió lo que pidieron, como fue ron el teniente coronel Mayor D. Carlos Tolima y
al capitán Jiménez; llenando la paciencia de aquellos, pues al extremo de que después de
haber vendido para vivir sus armas y equipos, viéndose atendidos para no perecer de
hambre, a la caridad de sus compañeros, quienes determinaron valerse de estos medios
pero no ignoraban de cuanto es capaz el hombre resentido ultrajado en su honor y que se ve
por momentos perecer a manos de la indigencia.
Luis Pacheco Manya Página 18
El 8 de Octubre a las once de la mañana hallándose el que declara de visita en casa de las
señoras Ponce le dijeron haber oído que el día siguiente se alzaba el pueblo, que para evitar
las desgracias que sin duda podrían originarse, muchas familias se iban a las haciendas
fuera de la ciudad y que ellas pensaban hacer lo mismo. Por más medios que usó el
declarante para averiguar el fundamento sobre el cual se apoyaba la noticia llevando la
conversación a cosas indiferentes, y trayéndola con maña al asunto, nada pudo indagar. Le
parecía por un lado imposible porque aunque varios de los sujetos ya enunciados, eran en
su concepto, capaces de la empresa, les faltaba lo principal, dinero y gente, pues aquel
pueblo en lo general es trabajador y adicto al S. M. y no se necesitaba la de los Granaderos,
Milicias de Lima, Artillería y Pardos Libres, quienes tenían dadas reiteradas y relevantes
pruebas de fidelidad al soberano. En tal duda, fue á casa del comandante D. Benito García
del Barrio con quien vivía, y poniéndose á comer le participó el aviso, haciéndole de paso las
reflexiones que creyó oportunas para combinar lo posible o imposible del suceso. En aquel
momento un ordenanza trajo al comandante una esquela del gobernador en que le ordenaba
fuese al punto a su posada. Como efecto lo hizo, y volviendo á las 5 de la tarde, y reunidos al
toque de corneta los señores Oficiales en su casa, dijo; que el gobernador le había llamado
para preguntarle si sabía algo de revolución y que refiriéndole lo que el declarante deja
insinuado, le contesto el señor gobernador que le habían avisado estar complicados en ella
Letamendi, Urdaneta y Cordero; pero que la cosa no era de cuidado pues parece que se
reducía hacer alguno que otro robo de poca consideración, y que esto se remediaba con
poner, por si acaso, 3 guardias de Oficiales con 25 hombres en los tres puertos fortificados
del Cerro de Ciudad Vieja, y que por lo demás no había cuidado.
Preguntó el comandante Barrio a sus oficiales si sabían alguna cosa, y nadie dio noticia;
todos se manifestaron decididos, y enseguida fueron al cuartel para indagar entre la tropa.
Nada se supo, pero los soldados protestaron que en caso necesario se batirían hasta el
último suspiro en defensa del Rey y la Nación. Por la noche volvió el que declara a casa de
las Sras. Ponce, quienes le repitieron lo mismo que les habían dicho por la mañana, sin que
pudiese sacarlas más. Fuese a su casa, y a poco rato llego el comandante y le comunicó el
nuevo aviso.
Aquel le contestó que ya sabía hasta las señales de ataque que debían ser dos cohetes
disparados alternativamente en Ciudad Vieja y la Nueva; que un amigo suyo le había
descubierto todo de parte de un conjurado (l), para que avisándolo al señor gobernador se
pusiese remedio: Que lo hizo y lo indicó el medio, de prender al punto a las cabezas, dividir
las Milicias acuarteladas nuevamente; y colocarse al frente de ellas en la Plaza de la Ciudad
Vieja, mientras García Del Barrio se pondría con su batallón en otro punto para que si había
combinación (. . .) pero el buen señor gobernador no lo estimo conveniente dividirnos para
poder derrotar al pueblo; dividir la tropa, el dividir la tropas molestarle inútilmente, porque
tiempo vendría en que tuviesen que trabajar: Que si era revolución verdadera no había
remedio; y si solo robo bastaban las medidas tomadas en los Cerros Fortificados y los
cincuenta Dragones montados del Daule que había mandado prevenir; y que así
permaneciere la tropa en los cuarteles de los que no deberían salir, aunque tocasen á fuego,
para evitar sorpresa.
Oída esta relación dijo el que declara al comandante: pues que si así lo quiere la ignorancia,
no hay más remedio que obedecer, y dispongámonos a morir, pero sea vendiendo caras
nuestras vidas. El comandante salió a rondar, y dio orden en su cuartel que si se oían tiros
fuesen por distintos caminos a sus casa las compañía de Granaderos y la de los Pardos
Auxiliares tanto por defender los intereses que había de las tropas en la Caja Militar, como
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para obrar con ellas según conviniera, habiendo reforzado la guardia suya con un cabo y
cuatro hombres, dejando la puerta abierta y colocadas centinelas prevenidas.
Estaba la población en el más profundo silencio; no se percibía el menor rumor. A las once
de la noche en punto, sonaron los dos cohetes, pero no se advirtió movimiento. Vino a poco
rato el Comandante y se recostó para descansar. Viendo el declarante cumplida la primera
señal, previno sus pistolas y reencargó a la guardia toda vigilancia. Repitiéndose los cohetes
a las 3 de la mañana, y siguió un ruido sordo: Preguntó el centinela ¿QUIEN VIVE? una
descarga cerrada de cincuenta hombres a la pared de la habitación del declarante que por
ser de quincha (2) la pasaron de parte a parte con las balas y la voz de, LA PATRIA Y
AMÉRICA LIBRE. Fue la contestación. Inmediatamente tomó sus pistolas el que declara y
descargándolas sobre el grupo desde el balcón mandó a la guardia rompiese el fuego, a la
voz de VIVA EL REY, VIVA ESPANA, que era la contraseña dada al cabo. La guardia
compuesta de dos cabos 8 soldados 1 asistente y dos ordenanzas sostuvo tan bizarra y
decididamente el puesto que repelió a los invasores y les obligo a retirarse: El subteniente D.
Hilario Álvarez que mandaba los 50 soldados rebelados volvió reforzado al ataque, perdimos
dos muertos y tres heridos, pero se les rechazó: Viendo que no venían las compañías a
pesar del fuego, y que éramos atacados por oficiales del cuerpo, propuso el que declara, al
comandante Barrio, que se enviase un ordenanza al cuartel, por una callejuela libre que
estaba muy inmediata, a llamarla; volvió a poco rato diciendo que todo estaba perdido, que el
resto del batallón, (la mayor parte estaba empleada en el servicio exterior), Milicias, Artillería
y Caballería, se hallaban tendidos en Batalla en el Malecón gritando: VIVA LA PATRIA Y
AMÉRICA LIBRE; y que los oficiales que estaban con las tropas eran D. Gregorio Escobedo
Jefe principal, García el Tucumano, Urdaneta, Vargas, Sarmiento, Solares, Álvarez y todos
los de las Milicias y Caballería acuartelados hace pocos días para defensa de la Plaza.
En esto, por todas partes atacaron de nuevo la casa, Álvarez, Solares con Milicias, y
Urdaneta con toda la caballería; y después de que por otra parte apuramos el último
cartucho, y perdimos entre muertos y heridos la mitad de nuestra corta fuerza, no sin mayor
escarmiento de los tumultuarios, se rindiera el Comandante y el que declara a las 6
de la mañana; (pues ya no sería valor sino temeridad reprensible hacer más), se nos
desarmo y amarro juntos espalda con espalda, con mil vejaciones y tropelías, llevándonos al
cuartel de Artillería donde ya mandaba Cordero; y de allí nos conducían al Cuartel del
Aguardiente (que era el de su cuerpo situado en el Malecón y Desembarcadero), mas,
receloso el cobarde Escobedo juntamente de que la presencia de los presos alborotase y
volviese la tropa a su deber, pues aquella ignoraba el destierro de sus Taitas (3), ordenó
embarcarlos en la goleta Alcance, donde fueron puestos incomunicados, y enseguida
escoltados y vigilados por el subteniente Alvarez con 25 hombres de su Cuerpo de
Cazadores.
Solares quedo con una guardia en la casa del Comandante, para apoderarse así de la caja,
como del equipaje y pertenencias de ambos. A la lealtad del sargento 2do Juan Payba, y
algunos soldados, debieron se les permitiese pasar sobre cubierta, y como ya era día claro,
vieron puestos centinelas en casa de los españoles y mezclados con los rebeldes, espada
en mano a D. Raimundo Seré de Berbedel y su hijo el cadete (4). El sargento Payba y
soldados protestaron y juraron que nada habían sabido, y que la tropa y muchos oficiales del
batallón, no tenían parte en aquella traición; que a las dos de la mañana formó Escobedo la
tropa, diciendo que había embarcaciones enemigas en la Ría; y que el comandante,
Declarante, y oficiales que faltaban que estaban enfermos (5): Que viniera las Milicias, y que
como el batallón tenía sobre 200 hombres en servicio exterior, al corto resto lo interpelaron
cm aquellos, y que quedaron extáticos cuando oyeron el grito de VIVA LA PATRIA Y
Luis Pacheco Manya Página 20
AMÉRICA LIBRE, y que por fuerza hubiera de dejarse arrastrar por el torrente que no podían
reprimir: Que al amanecer vinieron al cuartel el capitán D. Bartolomé Salgado, y los tenientes
D. Antonio Farfán, D. Tomás de la Cerda y de D. Manuel Rodriguez, quienes visto el suceso,
afearon a Escobedo; los oficiales referidos y tropa, viendo la traición y despojándose de sus
uniformes y divisas dijeron que, ellos le servían al Rey y de ningún modo eran traidores. Que
hubieran de pasarlo mal, si Escobedo no hubiera recelado de cuanto los estimaba la tropa:
Que luego condujeron presos al cuartel al subteniente Quevedo de la 3ra. Compañia que
estaba de servicio exterior, al capitán Sepúlveda, al Sr. gobernador, al 2do Jefe de la Plaza
D. José de Elizalde; al Comandante de Artillería Torres Valdivia, y enseguida a todos los
vecinos españoles que pudieron hallar. Que al benemérito capitán de la Caballería, Teniente
Coronel graduado D. Joaquín Magallar le quitaron la vida defendiéndose en su alojamiento,
siendo Urdaneta el primero que de un pistoletazo, le partió el brazo izquierdo; y por último
que en el ataque hecho á nuestra casa perdieron de 15 a 16 hombres.
Todas estas noticias se comprobaron luego, por los mismos enemigos, Villamil y Letamendi
que le refirieron lo mismo al declarante, diciéndole no pensaban hacer mal a nadie ni tomar
las propiedades. Quedó de general, gobernador y Dictador Militar D. Gregorio Escobedo, y
de Legislador y Jefe Supremo en lo político, D. Joaquín Olmedo, y formaron un llamado
Senado de que eran miembros voluntarios los capitanes Letamendi, Urdaneta, y Cordero; y a
la fuerza cediendo a las circunstancias, con la idea de ser útiles al servicio de S. M. Araujo y
Salgado, quienes, en efecto desaprobaron é impidieron la sentencia de muerte, que sin
forma de juicio decretó Escobedo contra los prisioneros Militares; el cual viendo frustrados
sus designios, se fue a la casa donde habitaron el comandante y declarante, para saquearla,
con Vargas y Solares como lo verificó pudiendo apenas Araujo y Salgado, librar y enviarles a
bordo algún poco de ropa de esos. A poco rato venía de la Puná el capitán del Puerto D.
Ramón Villalba en su falucho, y lo hicieron prisionero, sin embargo de que habiendo
conocido el desorden, quiso regresar a donde tenía las lanchas para batir el Puerto y Pueblo;
pero Manuel Lazo capitán de la Alcance, viró sobre él y le amenazó echarlo á pique con la
goleta si no se rendía, a discreción; y enseguida le obligó a dar orden para que las
cañoneras se rindiesen y pasasen al muelle á jurar la Independencia. Como a las once del
día trajeron presos a bordo al Señor Gobernador, al 2do. Jefe D. José Elizalde, al capitán D.
José Sepúlveda, y al Rudo. Guardián de San Francisco Fray. Agustín Querejazu; y
poniéndolos a todos en bodega nos celaron fornidos grillos Igual suerte corrieron el (6) Sr.
Superintendente de Moneda de Bogotá D. Cipriano Mendoza oficial del Tribunal de Cuentas
de Santa Fe que se hallaban de pasajeros. Hicieron firmar orden al señor gobernador para
que el Fuerte general de Punta de Piedra que dista siete leguas y domina la boca del Puerto,
el que mandaban los dos hermanos D. Francisco y D. Rafael de Frías, se entregase a García
el Tucumano, como se verificó.
A poco tiempo de estar preso en la goleta, en el mismo día el capitán Sepúlveda, escribió al
Gobierno enemigo, quien al punto mandó la orden para que se pusiera en libertad, y pasara
á presentarse; D. los Sepúlveda a quien se le agraciaba con el empleo de teniente coronel.
(7)
Al día siguiente partió la goleta con los prisioneros que van referidos, y supo el declarante
que quedaban más presos en tierra los oficiales, Farfán y Rodríguez, porque visitaron y
socorrieron al Jefe Barrio y al Declarante.
Este oyó en la navegación repetidas veces a los cabezas Villamil y Letamendi, hacer cargos
al gobernador para que los manifestase, quien era el que ocho días antes lo había avisado
de la resolución y Sus pormenores y que siempre se excusó. No duda el Declarante que este
Luis Pacheco Manya Página 21
fue el capitán Araujo, quien al efecto ocho días antes lo reveló bajo confesión al citado Padre
Guardián prisionero, y que repitió el aviso en la noche del 8 al 9, y, seguramente el guardián
le avisó a su Señoría; pero éste o no dio crédito ó temió por su vida; ó se olvidó de las
medidas que debió tomar y que le había puesto el Jefe Barrio.
Que es cuanto sabe y puede decir y en ello se ratifica bajo su palabra de honor, etc.
Esta causa en que se recibieron varias declaraciones no llegó al estado de sentencia, pues
lo impidió la salida del Excelentísimo Sr, virrey con su ejército para el interior en julio de
1821, quedando el Declarante en el E.M.G. de la Plaza y Puerto del Callao, y entre tanto,
tomó partido con los enemigos el gobernador de Guayaquil D. José Pascual De Vivero en
Lima
Segovia y Mayo 24 de 1828
Ramón Martínez de Campos
• Se conserva la ortografía original
NOTAS
(1) Este Conjurado era el capitán Araujo, quien viendo frustrados los buenos medios propuestos al
gobernador para impedir la revolución se mezclo en ella con ideas de determinarla como trató de
hacerlo revelando al padre Guardia de San Francisco por dos veces, y otra bajo de mano comandante
Barrio, cuyo aviso despreció el Sr. Gobernador.
(2) Por ser de quincha: Llamase así a las paredes y tabiques de caña que solo tienen una ligera
cubierta de barro.
(3) De sus Taitas: Nombre que dan los indígenas del Perú a las personas que estiman y están
constituidos en mando. La tropa de Granaderos era de indios.
(4) Y su hijo el cadete: Este cadete con asombro de los fieles servidores de S. M. que le habían
conocido en América; se halla de teniente en uno de los Regimientos de Infantería de la Guardia Real.
(5) Que estaban enfermos: Con efecto, el Comandante Barrio, lo estaba hacia tiempos; el declarante
convaleciente de la fiebre amarilla; y mayor parte de los oficiales y tropa.
(6) El Superintendente de Bogotá: Hoy ocupa el mismo destino en la Casa de Monedas de Sevilla
(7) De teniente coronel: Esta divisa entre los rebeldes del Perú es gran charretera de Canelón, gruesa
a la derecha y capona a la izquierda. El que firma, ha visto con ella a Sepúlveda en Lima. cuando allí
estuvo como Capitulada en el Callao, ocupando la ciudad el rebelde San Martín, cuyo poder remitieron
sumariado en Octubre de 1821 los de Guayaquil a Sepúlveda.
Luis Pacheco Manya Página 22

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  • 1. 9 de Octubre de 1820 Independencia de Guayaquil 26/12/2016 Casa Club los Pinos Luis Pacheco Manya
  • 2. El Militar lleva en su pecho el Honor, en su corazón el Valor, en su brazo la Fuerza, henchido de nobles ideales, camina excelso en Defensa de la Patria y su sacrificio en el campo de batalla o en el hacer diario de su faena, se convierte en el adalid de los destinos patrios y en el guía normativo del rumbo histórico. Al señor Capitán de Navío Jorge Perez Paredes (+), quien me enrumbo por los caminos de la Historia Marítima, al señor Capitán de Navío (SP), Guido Alberto Enríquez Sánchez, por su ejemplo de trabajo perseverante; y, al señor Capitán de Fragata (SP) Francisco Serrano Jara, ejemplo de honestidad. Luis Pacheco Manya Página 2
  • 3. LA INDEPENDENCIA DE GUAYAQUIL - 1820 “En toda circunstancia y ante cualquier peligro, colocaos en torno a la Patria conservando el valor y la disciplina; caso contrario clavad nuestras bayonetas, para que salven al estandarte de la unidad nacional”.- Mariscal Sucre. Luis PACHECO Manya Ex Suboficial Primero – ARE 1.- ULTIMA SESION DEL CABILDO COLONIAL DE GUAYAQUIL Tres días antes de la revolución emancipadora de Guayaquil de la Madre España, la ciudad fundada por Francisco de Orellana en 1537, celebró su última sesión de Cabildo Colonial, denominado Ayuntamiento Constitucional. Dice así el acta: “Congregados en la Sala Consistorial para celebrar Cabildo Ordinario los señores: Brigadier Jefe Político don José Pascual de Vivero y Salabarría, don Gabriel García Gómez, Alcalde de segunda nominación y los Regidores doctor don José Joaquín de Olmedo, don Pedro Santander, doctor don José María Maldonado, doctor don Bernabé Cornejo, don Gerónimo Zerda, don José Ramón Menéndez, don Manuel Ignacio de Aguirre, don Francisco Marcos y Síndico Procurador General, don José María Villamil, por ante mi presente, se trató lo siguiente: Se recibieron dos oficios del señor Jefe Político; el primero a participar sobre la libertad de los abastecedores en contestación al oficio que sobre el particular se lo dirigió y el segundo igualmente en contestación al que se lo pasó para que dispusiera la cesación de la Junta de Árbitros, y habiéndose opuesto a ello por el citado oficio, se discutió el particular a su presencia y quedó convencido en que desde luego había cesado en dicha Junta de Árbitros desde el momento, que se instaló el Ayuntamiento Constitucional y que las funciones de aquella correspondía a ésta al que acudiría en sus necesidades. El mismo Jefe Político presentó en el acto una lista de los sujetos que debían pagar el último empréstito arreglado por la Junta de Comercio, y acordó el cuerpo que no habiendo tenido parte alguna en el repartimiento, tampoco debía tener en la recaudación y por lo tanto se lo devolvió dicha lista para que dicho señor Jefe obrase según tenga por conveniente en un punto que de antemano ha sido establecido. Se leyó un escrito del señor Procurador Síndico electo, don Domingo Santisteban del Ayuntamiento para examinar la legalidad de la excusa, decretó pasé al señor Jefe Político, a quien le compete. Luis Pacheco Manya Página 3
  • 4. Se leyó igualmente un escrito de don José Mascote con el cual presenta el Título de Teniente Protomédico de esta ciudad y su provincia y después de oído al señor Síndico Procurador general, se puso el asunto de: “por presentado el título que se refiere, oído el señor Sindico Procurador, y visto use, desde luego, esta parte de las atribuciones de Teniente protomédico de esta ciudad y su provincia a cuyo efecto se le prestarán los auxilios que necesite para su mejor desempeño, cuándo y por quien le corresponda. Tómese razón en el libro respectivo, y presentándose a prestar el juramento de estilo, se tenga por posesionado”. Con lo cual y no habiéndose tratado otra cosa, firmaron esta acta los señores por ante mí el presente Secretario.- José Pascual de Vivero y Salabarría, don Gabriel García Gómez, doctor don José Joaquín de Olmedo, don Pedro Santander, doctor don José María Maldonado, doctor don Bernabé Cornejo y Avilés, don Gerónimo Zerda, don José Ramón Menéndez, don Manuel Ignacio de Aguirre, don Francisco Marcos y don José María Villamil, José Ramón de Arrieta, Secretario. 2.- LA VISPERA DE LA EMANCIPACIÓN DE GUAYAQUIL DE LA MADRE ESPAÑA El día Domingo 08 de Octubre de 1820, se dieron los últimos pasos de la transformación política de la ciudad de Guayaquil, cuna del célebre naturalista Pedro Franco Dávila, fundador del Museo de Historia Natural de Madrid, España, así como también del fabulista doctor Rafael García Goyena que nombró a Guatemala su patria adoptiva. Los patriotas trataron de acelerar el golpe revolucionario, porque se supo, a las tres de la tarde que había sido hecha la denuncia al Gobernador, don Pascual Vivero, quien ordenó mayores vigilancia a los cuarteles. Era el segundo domingo de Octubre de 1820, día en que se celebraba en el templo de Santo Domingo el octavario de las fiestas de la Virgen del Rosario. “Mientras se encontraban en la procesión de ciudad vieja (a la que asistían las autoridades locales), se reunieron a las cuatro de la tarde, en el domicilio de don José de Villamil (ubicada en el actual malecón, entre el bulevar 9 de octubre y la calle General Elizalde), varios de los conjurados, entre ellos: Escobedo, Febres Cordero, Lavayen, el Capitán Vargas, Luis Urdaneta, Vivero, Roca y otros”. Porqué se escogió la casa de Villamil para las postreras reuniones? Febres Cordero en su conferencia con Villamil: “En ninguna parte como en su casa se podría celebrar esta última junta, puesto que acaba usted de ser nombrado Procurador General; y esta circunstancia nos presenta la ocasión para que los amigos de usted vayamos a felicitarlo, sin infundir la menor sospecha. Usted convidará a comer en su casa a los que estamos en el secreto; beberemos con estrépito a la salud del rey y hasta de la familia real; condenaremos a la horca a Bolívar, a San Martín, a Cochrane y a cuantos insurgentes existentes, y si vinieran a prendernos los del gobierno… los trataremos de calumniadores y asunto terminado”. Preparados los planes de la revolución, salieron los conjurados a cumplirlos en la madrugada del 09 de Octubre. Doña Ana de Garaicoa, esposa de Villamil, invita a las patriotas damas de la ciudad a un baile que se efectuaría en la noche del domingo primero de Octubre; el señor Villamil, por su parte, invitó a los Oficiales del Batallón “Numancia” y el patriota José María de la Concepción Antepara y Arenaza, futuro mártir del combate de Huachi, a los Oficiales del Batallón “Granaderos de Reserva”. Luis Pacheco Manya Página 4
  • 5. La idea del baile fue anunciado por la señorita Isabel Morlás, de quien se había enamorado el Capitán Febres Cordero. Después siguieron reuniéndose secretamente los patriotas en la misma casa de Villamil, hasta lograr acuerdos y nombrar comisiones para la causa libertaria. En la sesión del día Sábado 7 de Octubre, uno de los insurgentes propuso que debía darse inmediatamente el golpe, pues la situación se había presentado bastante peligrosa por la citada denuncia al gobernador sobre la emancipación. Villamil replicó: “Que no se tenían noticias de los éxitos del Libertador Bolívar en el Norte y San Martín en el Sur, y que era fatal dar el golpe, porque no pudiendo Guayaquil ser auxiliada a tiempo, los millares de soldados españoles que vendrían desde Lima y de Quito aplastarían fácilmente la revolución”. Por su parte, León Febres Cordero expreso: “Yo pienso, señores que nuestra dignidad y nuestro patriotismo exige que verifiquemos la revolución inmediatamente, pues, ¿cuál sería el mérito de nuestra actitud así para asociarnos a la causa de la independencia, esperamos el triunfo de los Generales Bolívar y San Martín? Nuestra posición es excepcional y debemos obrar ahora que estamos comprometidos en el desenlace o nunca, pues el rol secundario con la historia de la independencia americana es indigno de nosotros. Os repito, señores que es absolutamente necesario que demos cuanto antes el golpe, porque de nosotros depende el éxito de los Generales Bolívar y San Martín, tanto por el efecto moral que produciremos en el ánimo de los españoles, cuanto porque con la libertad de Guayaquil le quitamos su principal base de apoyo en esta parte del Pacífico. Estamos en manos de dos grandes atletas. El del Norte nos enviará soldados acostumbrados a vencer, y nosotros en cambio desde aquí le abriremos las puertas de Pasto, que es casi inaccesible por su lado; el del Sur sabrá que en caso de un revés, tiene aquí un pueblo amigo y un puerto a sotavento que en caso dado podemos convertir en un Gibraltar”. Convencidos los complotados de las fogosas palabras de Febres Cordero, conciertan el golpe y lo ejecutan en la madrugada del día lunes 09 de Octubre de 1820. Los soldados del Batallón “Granaderos de Reserva” (ubicado en el malecón, calles: Sucre y 10 de Agosto), estaban a favor de la revolución; y con 50 de ellos Febres Cordero toma el cuartel de Artillería (ubicado en la esquina suroeste de la calle Pedro Carbo, intersección con la calle Clemente Ballén), y Urdaneta con 25 soldados del Batallón “Daule” (ubicado en la casa de la Tahona, en el extremo oriental de la avenida José Joaquín de Olmedo, vereda Norte). Se encargó del gobierno de la plaza a don José Joaquín de Olmedo, quien a las ocho de la mañana anunció la transformación y convocó al pueblo para que se reunieran a las diez de la mañana del mismo día con el fin de de elegir a las autoridades civiles y militares. En efecto, se reunió a la hora indicada y aclamaron a Febres Cordero, alma del movimiento, para Jefe Supremo, pero no aceptó tan justa y merecida distinción 3.- LA EMANCIPACIÓN DE GUAYAQUIL DE LA MADRE PATRIA - ESPAÑA Guayaquil, la ciudad fundada por el conquistador español Francisco de Orellana, al pie del “Cerro de la Culata”, llamado también “Cerrito Verde” y actualmente “Cerro Santa Ana”, la ciudad que fue el principal arsenal marítimo de la colonia española en el Pacífico y el primero e importante puerto del gobierno español como lo es hoy de la República del Ecuador, se emancipó para siempre de la Madre Patria, un día Lunes 09 de Octubre de 1820. Luis Pacheco Manya Página 5
  • 6. Para el primer centenario de la independencia de Guayaquil se escribió una obra sobre esta ciudad, y que trata especialmente sobre los acontecimientos políticos y patrióticos del 09 de Octubre de 1820, las consecuencias de Guayaquil independiente. La emancipación de Guayaquil fue definitiva, fue la base de la independencia de lo que soy conocemos como República del Ecuador. Fueron tres los gritos de importancia trascendental histórica habidos en el Ecuador: El grito inicial de la libertad en Quito, del 10 de Agosto de 1809, el de Guayaquil del 09 de Octubre de 1820 que fue multiplicador; y, el de Cuenca del 03 de Noviembre de 1820. Si bien es cierto que la primera nación en lograr su independencia en América, y que alcanzó su emancipación de la colonia inglesa, fue la Gran República Americana, denominada Estados Unidos de Norteamérica; el primer grito de independencia de la América española, fue el de Quito, Luz de América, fue por su gran trascendencia histórica. Tanto se ha escrito sobre la histórica fecha de Guayaquil, que haremos una relación breve y compendiada de ella, teniendo a la vista algunas fuentes históricas. Hacía tiempo que los guayaquileños venían preparándose para independizarse de España. Hasta que se presentó la oportunidad, para su realización, con la llegada del mes de Septiembre, de tres Oficiales del famoso Batallón “Numancia”, que venían de Lima con destino a Venezuela, ellos eran: Mayor Miguel Letamendi, los Capitanes: León de Febres Cordero y Luis Urdaneta. Uno de los históricos lugares del glorioso 9 de octubre fue la casa de José María Villamil, sitio preferido por los patriotas de octubre, en cuyo lugar se ha levantado una nueva vivienda que pertenecía al Capitán de Navío Leo Chambers Vivero, situada en el Malecón “Simón Bolívar”, entre la avenida 9 de octubre y la calle General Elizalde. Doña Ana de Garaicoa, esposa de Villamil, invita a las patriotas damas de la ciudad a un baile que se efectuaría en la noche del domingo primero de Octubre; el señor Villamil, por su parte, invitó a los Oficiales del Batallón “Numancia” y el patriota José de Antepara, futuro mártir del combate de Huachi, a los Oficiales del Batallón “Granaderos”. La idea del baile fue anunciado por la señorita Isabel Morlás, de quien se había enamorado el Capitán Febres Cordero. Después siguieron reuniéndose secretamente los patriotas en la misma casa de Villamil, hasta lograr acuerdos y nombrar comisiones para la causa libertaria. En la sesión del día Sábado 7 de Octubre, uno de los insurgentes propuso que debía darse inmediatamente el golpe, pues la situación se había presentado bastante peligrosa por la citada denuncia al gobernador sobre la emancipación. Villamil replicó: “Que no se tenían noticias de los éxitos del Libertador Bolívar en el Norte y San Martín en el Sur, y que era fatal dar el golpe, porque no pudiendo Guayaquil ser auxiliada a tiempo, los millares de soldados españoles que vendrían desde Lima y de Quito aplastarían fácilmente la revolución”. Por su parte, León Febres Cordero expreso: “Yo pienso, señores que nuestra dignidad y nuestro patriotismo exige que verifiquemos la revolución inmediatamente, pues, ¿cuál sería el mérito de nuestra actitud así para asociarnos a la causa de la independencia, esperamos el triunfo de los Generales Bolívar y San Martín? Nuestra posición es excepcional y debemos obrar ahora que estamos comprometidos en el desenlace o nunca, pues el rol secundario con la historia de la independencia americana es indigno de nosotros. Os repito, señores que Luis Pacheco Manya Página 6
  • 7. es absolutamente necesario que demos cuanto antes el golpe, porque de nosotros depende el éxito de los Generales Bolívar y San Martín, tanto por el efecto moral que produciremos en el ánimo de los españoles, cuanto porque con la libertad de Guayaquil le quitamos su principal base de apoyo en esta parte del Pacífico. Estamos en manos de dos grandes atletas. El del Norte nos enviará soldados acostumbrados a vencer, y nosotros en cambio desde aquí le abriremos las puertas de Pasto, que es casi inaccesible por su lado; el del Sur sabrá que en caso de un revés, tiene aquí un pueblo amigo y un puerto a sotavento que en caso dado podemos convertir en un Gibraltar”. Convencidos los complotados de las fogosas palabras de Febres Cordero, conciertan el golpe y lo ejecutan en la madrugada del día lunes 09 de Octubre de 1820. Los soldados del Batallón “Granaderos de Reserva” (ubicado en el malecón, calles: Sucre y 10 de Agosto), estaban a favor de la revolución; y con 50 de ellos Febres Cordero toma el cuartel de Artillería (ubicado en la esquina suroeste de la calle Pedro Carbo, intersección con la calle Clemente Ballén), y Urdaneta con 25 soldados del Batallón “Daule” (ubicado en la casa de la Tahona, en el extremo oriental de la avenida José Joaquín de Olmedo, vereda Norte). Se encargó del gobierno de la plaza a don José Joaquín de Olmedo, quien a las ocho de la mañana anunció la transformación y convocó al pueblo para que se reunieran a las diez de la mañana del mismo día con el fin de de elegir a las autoridades civiles y militares. En efecto, se reunió a la hora indicada y aclamaron a Febres Cordero, alma del movimiento, para Jefe Supremo, pero no aceptó tan justa y merecida distinción 4.- EL ACTA DE LA INDEPENDENCIA DE GUAYAQUIL El mismo día de consumación de la revolución de Guayaquil, se celebró con la solemnidad debida, el Cabildo Abierto convocado para las diez de la mañana, por intermedio del Jefe Político Provisional, don José Joaquín de Olmedo. En esta trascendental e histórica sesión, se dictó el Acta de Independencia de Guayaquil, la misma que la Ilustre Municipalidad conserva el original del Libro de Actas No. 29 del Archivo Municipal, guardado en una caja de madera de fino laurel, estuvo depositada desde muchos años atrás, en las bóvedas del Banco Comercial y Agrícola de Guayaquil y desde el 02 de Julio de 1936, se conserva en la bóveda de La Previsora (Banco Nacional de Crédito). Se redactó en papel sellado de la época, que tenía esta leyenda, que la transcribo en la ortografía original: “Sello cuarto. Sirve para el reinado de S.M. Fernando VII, en los años de 1820 y 1821”. En la citada acta consta la confirmación del nombramiento de Jefe Político de la Provincia, en la persona de don José Joaquín de Olmedo; y el Jefe Militar, en el Coronel, don Gregorio Escobedo (peruano). Se acordó que sus antiguos empleados continúen en sus puestos. Prestaron el juramento respectivo, de ser independientes y fieles a la patria, como de propender a la libertad de América en el ejercicio de sus destinos, los siguientes señores: Don Pedro Morlás, tesorero, padre de la señorita Isabel Morlás, futura esposa del Capitán León Febres Cordero y anunciadora del baile histórico de aquel día domingo 1ro. de Octubre, don Gabriel Fernández de Urbina, Ministro de Hacienda, don Juan Ferruzola y don José Joaquín Loboguerrero, Administrador y Contador de Aduana Nacional, don Ángel Tola y don Carlos Calisto, Administrador y Contador del ramo de tabacos, don Ramón Pacheco, Administrador de Correos. Luis Pacheco Manya Página 7
  • 8. Consta en el acta la expedición de dos expresos a los Ayuntamientos de Quito y Cuenca, comunicándoles la nueva forma de gobierno establecido en Guayaquil, “Exhortándoles a la uniformidad de sentimientos y operaciones conducentes a la independencia general de la América, y que esta providencia se extienda a todos los pueblos de esta jurisdicción, por el señor Jefe Político”. Los señores del Ayuntamiento concurrentes a esta sesión y que la conformaron, fueron: el Jefe Político, don José Joaquín de Olmedo (Regidor del Ayuntamiento), los Alcaldes: don Manuel José de Herrera y don Gabriel García Gómez; y los Regidores: don José Antonio Espantoso, don Pedro Santander, don José María Maldonado, doctor Bernabé Cornejo, don Gerónimo Zerda, don José Ramón Menéndez, don Manuel Ignacio de Aguirre, don Juan José Casilari, doctor Francisco Marcos; el Procurador General, don José María Villamil y el Secretario, don José Ramón de Arrieta. El facsímil del original del acta de la independencia de Guayaquil y una copia impresa auténtica de la misma, fueron publicadas en la Revista Municipal del 12 de Octubre de 1927, órgano oficial del Ilustre Ayuntamiento de Guayaquil. Copia impresa y fotográfica se encuentran en sitios preferenciales del Museo Municipal de Guayaquil. También se puede mirar el facsímil mencionado, en la revista guayaquileña La Ilustración, No. 21, del 09 de Octubre de 1918, que dirigía el señor Alejo Matheus, cuya fotografía se publicó por primera vez en el país en dicha revista. De igual manera, se encuentra publicado el facsímil en la página 637 de la Revista quiteña “El Ejército Nacional” No. 27, editada en 1925. Nota.- El libro del Cabildo que contiene el Acta de la Independencia de Guayaquil; y la caja de oro para rapé, de tapa esmaltada y con brillantes, valiosa joya histórica de apreciable mérito artístico, que fuera obsequiada por el Rey Luis Felipe de Francia a Vicente Rocafuerte, han permanecido depositadas en bóvedas bancarias y no en el Museo Municipal. 5.- LA PRIMERA JUNTA DE GOBIERNO DE GUAYAQUIL Efectuada la Revolución del 9 de octubre de 1820, el 08 de noviembre, el Colegio Electoral de la Provincia; y, en ese mismo día quedó constituida definitivamente la Junta de Gobierno, en la que fueron vocales los señores doctor José Joaquín Olmedo (Presidente), Francisco María Roca y Teniente Coronel Rafael María Jimena y Arenaza; y, Secretario el doctor Francisco Marcos. Con esta Junta vino a tratar el Coronel Tomás Guido, comisionado del Protector San Martín. No hablaré de las gestiones de Guido en orden a una pretendida e inoportuna incorporación de la provincia del Guayas, ni de otros puntos relacionados con su actitud y manejo. Pero si recordaré que la Junta, a pesar de las estrecheces económicas, tan angustiosas, que padecía la provincia del Guayas, encontró los medios de proporcionar al General San Martín, por intermedio del mismo Guido, primeramente, 10.000 pesos, y luego otra suma igual; y a los que fueron a agregarse unos 14.000 pesos enviados por los patriotas de Cuenca, que se Luis Pacheco Manya Página 8
  • 9. habían pronunciado a favor de la independencia el 03 de Noviembre, para el pago del armamento pedido al Sur. Contingente fue éste nada despreciable y de tanto más alto valor, cuanto que, como lo mencionó, la situación económica nuestra era de lo más angustiosa, y los pueblos estaban abrumados de contribuciones, que eran indispensables para mantener la independencia proclamada y subvenir a los gastos propios de la campaña militar; de manera que, por estas consideraciones, no había quien no hiciera gustoso cuanto sacrificio fueran necesarios por la causa de nuestra patria. Y como esta causa era solidaria con la de toda América, el patriotismo guayaquileño no reconocía diferencias, ni fronteras, ni límites en su acción; y allá iban esos recursos ofrendados a la libertad del Continente Americano, con gusto, con satisfacción, puesto que se dedicaban a la causa de la patria grande. Guayaquil cumplía así, notablemente, con un alto deber de patriotismo. Defendía heroicamente la independencia de su suelo; y, al mismo tiempo auxiliaba para la suya a un pueblo hermano. 6.- GUAYAQUIL EN LA CAMPAÑA LIBERTADORA. Desde 1822, Guayaquil había enviado y continuo enviando a cuantos de sus hijos estaban en condiciones de tomar las armas. Aunque no solo guayaquileños de nacimiento, si por adopción, por gratitud, lo eran los entonces Coroneles Luis Urdaneta y León Febres Cordero. Y el primero de los citados fue, el que mereció antes que algún otro, la designación del Libertador, para marchar a la campaña del Perú. Allá le vemos incansable, enérgico, cumpliendo órdenes y comisiones ya como Jefe de Estado Mayor divisionario, junto al Mariscal Sucre, agregando a sus glorias de octubre, las glorias de los laureles del Pichincha y con los laureles de Ayacucho. Y Febres Cordero, tan modesto como valeroso, el ilustre prócer que había previsto y anunciado el glorioso epílogo de la Revolución de Octubre; se encuentra también en la última y cruda campaña de la emancipación americana, al frente de su bizarro Batallón “Vargas”, organizado por él en nuestras tierras, entre los pueblos que guardan su memoria con veneración y gratitud. Y he allí que el Libertador se fija en esa lucida unidad para confiarle las más delicadas, las más arriesgadas empresas; y, marchó sólo a complementarlas, de manera brillante, sufriendo desnudeces y hambres, que el Libertador, al fin alivia pidiendo a Guayaquil los recursos que han menester esos resignados beneméritos de la Patria. Y allá están también, entre nuestros próceres de Octubre, los guayaquileños Antonio y Juan Francisco Elizalde, ascendidos a Tenientes Coroneles, figurando en el lúcido Estado Mayor de la División del gran Mariscal Sucre, ganando buenas calificaciones en Ayacucho; y, siendo Antonio, merecedor de la distinción de que se le designe para conducir las banderas enemigas recogidas en ese campo de glorias inmortales. Y ha marchado también el batallón “Vencedor” a cada instante citado con honrosas notas, a cada día recomendado por su ejemplar valor; por su disciplina, por su heroísmo. Luis Pacheco Manya Página 9
  • 10. Y entre esos sobresalen el Comandante Juan Francisco Morán, los Capitanes Baltazar García, Francisco Valverde, Guillermo Bodero, José Hilario Indaburo, Isidro Viteri, Agustín Franco, José Manuel Quevedo, Fulgencio Rocha, Antonio Suárez y Antonio Bastinza, que se hacen dignos de ascensos honrosos; los Tenientes Feliciano Ledesma, Manuel Salcedo, Gaspar de Santistevan, Mariano Soto y los Subtenientes José López y Francisco Tejada; todos, todos ellos, de entre los que figuraron en la campaña desde el 9 de Octubre de 1820. Y este lúcido cuerpo es el que, en Ayacucho, entra al fuego desde el comienzo de la acción; y, cuando se hallaba comprometida la División Lamar, la auxilia, la refuerza, la sostiene bizarramente, de tal modo que esa División entra con más vigor al combate… Allí muere, en ese primer encuentro, el heroico Teniente Sevilla, el bravo guayaquileño que conduce su sección en tal brillante ataque sobre el enemigo. Y luego se observa al “Vencedor”, al mando del valeroso primer jefe, el Coronel Luque, ya herido, lanzarse heroicamente a una suprema embestida, desbaratar las filas enemigas, entrándose por entre ellas, y consumando bravamente su derrota. Resultaron heridos, entre otros, los Tenientes Landaeta y Rosales, admirables por su valor abnegado. Y Juan Francisco Morán, se va a paso de carga, con una sección sobre los realistas, parece haber escuchado al intrépido Córdova cuando ordena: “Paso de vencedores” y con sus “vencedores” se reúne al “bravo entre los bravos y hace prodigios, hasta que la victoria más espléndida consagra para siempre la Libertad Americana. Juan Francisco Morán, el benemérito guayaquileño que tanto había lucido desde la Revolución de Octubre, es ascendido a Teniente Coronel sobre el Campo de Batalla… Yo le habría hecho General, exclama Córdova al saber tal ascenso. Fue el mayor elogio para ese valiente Córdova, el sin segunda en la intrepidez, lo había visto batirse, le había admirado y ahora le consagraba como héroe con una sencilla frase, que valía por todas las recomendaciones… Y allí, en Ayacucho, vemos también al batallón “Guayaquil” y en filas a otros próceres de la Revolución de Octubre; a Isidro Pavón, el Sargento que fue del “Daule”, luciendo ahora los galones de Capitán; a Lorenzo de Garaicoa, a Francisco de Paula Lavayen, a Juan Francisco Antepara, a Juan de Mendiburo, a Carlos de Acevedo y a Guillermo Merino; todos Oficiales distinguidos que supieron portarse como buenos y mantener con brillo las armas de la Patria. Y terminada esa campaña, quedaron como si dijéramos en esqueleto esos lucidos cuerpos, que regresaron a su suelo, a Guayaquil, dejando allá, en los campos de sus glorias, a tanto y tantos compañeros que dieron su vida abnegadamente por la libertad de un pueblo hermano y por la Emancipación Americana. Ahora, si hemos dado los nombres de algunos de los jefes y Oficiales más distinguidos que figuraron en las campañas del Sur y en la admirable jornada de Ayacucho, ¿no es de justicia ofrecer también, en estas páginas, a la gratitud pública, los de algunos de los Luis Pacheco Manya Página 10
  • 11. modestos héroes que como “Clases” o “Soldados Rasos” combatieron en esa jornada siempre memorable, con tanta abnegación como los otros? La historia debió salvar del olvido, desde entonces, los nombres hasta del último, del más humilde de esos luchadores; más, en la imposibilidad de rememorarlos en cuanto deseáramos, no dejaremos de mencionar a los de los cuerpos de Guayaquil, que derramaron su sangre en Ayacucho y regresaron a su Patria honrosamente inválidos, por heridas que servían de testimonio elocuente de su heroísmo y abnegación. Y entre tantos, he aquí los siguientes: Soldados: Mariano Collantes, Francisco Romero, Casimiro Delgado, Pedro Colina, José Casado, Aurelio Vásquez, Vicente Montalvo, Manuel Cornejo, Mariano Castelo, Pedro Coello, José Aponte, Dionisio Arias, José Castillo, Camilo Flores, Joaquín Naranjo, José Astorga, Carlos Peralta, Silverio Basabe, Sebastián Méndez, Esteban Zambrano y Marcos Evangelista. Cabos: Eusebio Baldeón, Hilario Sandoval, Marcelino Arreaga, Lucas Gamarra, Francisco Velarde, Fidel Gálvez, Justo Ramírez. Y todos éstos, ciertamente, trajeron el título de la condecoración de “Libertadores”, debido a la justicia y la gratitud de una nación hermana, que quiso honrar así, a los que derramaron su sangre generosa en la brillante empresa que terminó en Ayacucho. Conservamos el título expedito al benemérito Teniente Ledesma del “Vencedor” y al cual hemos hecho honrosa referencia. Como la generalidad de los contemporáneos no conocen el texto de esos títulos históricos, insertamos aquí el que tenemos en nuestro poder, y dice: “Don Andrés de Santa Cruz Gran Mariscal, Presidente del Consejo de Gobierno y de la República del Perú” “Deseoso el Consejo de Gobierno de llevar a efecto la soberana disposición del Congreso, de 21 de Febrero de 1825, hizo abrir la medalla que en él se previene con el busto del hombre clásico del Nuevo Mundo, del Padre Insigne de la Patria, Simón Bolívar. Esta prenda de valor inestimable a los ojos de la libertad y de la justicia, al paso que acredita la gratitud peruana, debe mirarse como el más honroso distintivo de los claros varones que, reuniendo sus esfuerzos a los del primer campeón de la Independencia, contribuyeron con su patriotismo y su denuedo a romper nuestras cadenas y establecer el imperio de la voluntad general. Por tanto, conformándome con el espíritu del artículo 9° del mismo Decreto, he dispuesto se conceda una de aquellas al Teniente del Batallón “Vencedor” Feliciano Ledesma, para que lleno de un noble orgullo por la parte que le ha cabido en empresa tan heroica, pueda transmitirla a sus descendientes, como un testimonio de recompensa a sus virtudes y de reconocimiento al héroe, en cuyo honor es instituida. Dado en el Palacio de Gobierno en Lima, á 26 de Octubre de 1826. Por S. E.- José María Pando” Luis Pacheco Manya Página 11
  • 12. “Aún después del triunfo obtenido en Ayacucho, continuó pidiendo el Libertador nuevos continentes de tropa; ya para llenar los numerosas bajas sufridas por los cuerpos colombianos en la campaña, ya para reforzar el bloque del Callao”. “Se aprestaba pues, en Guayaquil con tal objeto, una nueva División que presto había de salir a su destino, a órdenes del General Valero. He aquí, entre otros, un documento que explica la urgencia con que se pedía esas tropas: “República de Colombia.- División Auxiliar del Perú.- Comandancia General.- Cuartel General en La Puná, a 12 de Enero de 1825”. “Al señor General Comandante General de los Departamentos del Sur. En este momento acabo de recibir una comunicación de S. E. el Libertador Presidente, con fecha 29 de Diciembre próximo pasado, por el Ministerio de Guerra y Marina, la que transcribo a US. Y es como sigue: Acompaño a US. copia de los oficios que le dirige el 22 y 23 del presente.- Ahora dispone US. en virtud de dichos oficios; traiga US. igualmente, otro batallón compuesto de mil plazas, de soldados, todos escogidos, veteranos si fuese posible. Es decir, que US. debe venir con dos batallones de mil plazas cada uno, y con dos escuadrones de caballería; todos estos cuerpos bien armados, vestidos y equipados”. Dios guarde US.- M.A. Valero. Todas esas fuerzas marcharon al Perú y formaron parte de los que sostenían el bloqueo del Callo, al mando del benemérito General Bartolomé Salom. Y así mismo, uno tras otro, salieron de Guayaquil los buques cargados de madera incorruptible para la construcción de parapetos indispensables en las operaciones del bloqueo de aquella plaza. Todas las órdenes del Libertador eran cumplidas exactamente, y era en realidad maravilloso que se sacaran todavía hombres, dinero y otros elementos cuando se daba por agotado ya todo recurso. El Libertador comprendía la magnitud de los esfuerzos que por acá se hacían para auxiliar en todo; y, lo agradecía, animando y estimulando el patriotismo de todos. En carta del 15 de Enero de 1825, decía el Intendente de este Departamento, por intermedio de su Secretario General: “Exprese U., de manera muy especial, al señor don Pedro Morlás, que S. E. el Libertador, aprecia en lo que valen los grandes servicios que presta mediante su activa acción en la consecución de fondos para atender a tantos gastos de urgencia. S. E. el Libertador Presidente aplaude con justicia tan patrióticos esfuerzos”. En otra, del 24 de febrero, decía el Secretario General: “Es digno de todo elogio el comportamiento de los señores Roca, Luzarraga, Decímavilla, Leaza y demás que han contribuido hasta hoy con importantes donaciones para aumentar los fondos públicos en circunstancias tan apremiantes. Y asimismo al señor Ferruzola por su empeño en proveer de buques para el transporte. A todos los patriotas de Guayaquil, agradeceré US. A nombre de S. E. el Libertador”. Y así como estas, existen muchas otras comunicaciones honrosas para el patriotismo guayaquileño. Era el cumplimiento de su deber sagrado. Luis Pacheco Manya Página 12
  • 13. Guayaquil había enviado, al parecer, todos los hombres útiles a la Campaña del Sur, y sin embargo, los tuvo todavía, en gran número para atender a otra necesidad imperiosa, a la Campaña de Pasto. Por dos vías de dirección opuestas, salieron los contingentes de esta provincia, a sostener la última lucha por la independencia. Y Guayaquil entristecido, contempla cómo del contingente enviado para la guerra de Pasto, perecen más de dos mil valientes, no en campo de batallas sino atacados por viruela al entrar a la zona interandina. Si, pues, caían llenos de gloria en los combates, sucumbían también, por otro lado, víctimas de terribles epidemias. Pero el milagro de la multiplicación se repetía, al surgir nuevos y combatientes que van a rodear en el Callao, el último refugio en que se sostiene arrogante, el último también, el más tenaz de los representantes del poder español, en nuestra América, el soberbio Rodil, muestra acabada de la lealtad llevada hasta el fanatismo. Era, repetimos, el cumplimiento del deber, el patriotismo elevado a culto supremo en el corazón guayaquileño. 7.- JUNTA ELECTORAL DE LA PROVINCIA DE GUAYAQUIL - 1830 Conforme al artículo 23 del reglamento de elecciones se reunión en la Sala Consistorial de esta capital el día 16 del corriente la Junta Electoral, la que instalada procedió al nombramiento de diputados principales y suplentes como consta de la siguiente ACTA República de Colombia.- Estado del Sur.- Asamblea Electoral de la Provincia de Guayaquil, en el Departamento de Guayaquil.- Rejistro de elecciones extraordinarias de diputados para el Congreso Constituyente. En la ciudad de Guayaquil capital de la provincia de Guayaquil, a diez y seis de julio de mil ochocientos treinta, reunida la Asamblea Electoral compuesta de veinte y cuatro electores que se hallan presentes y que completan el número de los señalados a esta Provincia por el reglamento de elecciones para el Congreso Constituyente, después de haber sido instalada legalmente, el señor Presidente nombró escrutadores al señor Ignacio Coello y José Antonio Trejo y procedió a verificar en sesión pública y permanente, la elección de los cuatro diputados principales que corresponden a esta provincia como arreglo a los artículos 24 25 26 27 28 y 29 del citado reglamento de elecciones y en esta forma: El señor Lorenzo Garaicoa voto por el señor José Joaquín Olmedo, El señor Javier Aguirre por……………………………………. id. El señor José Garay por ….……………………………………. id. El señor Ignacio Calderón por …….…………………………... id. El señor doctor Mariano Aguirre por………………………….. id. El señor José Baquerizo por ………….……………………….. id. El señor Bernardino Berita por ………………………………… id. El señor Juan Toribio González por …………………………… id. El señor Hilario Jacobo Torres por ……………………….……. id. Luis Pacheco Manya Página 13
  • 14. El señor Antonio Rosales por …………………………….……. id. El señor Lorenzo Tercio por ……………………………………. id. El señor Silvestre Neira por ……………………………………. id. El señor Miguel Rivera por …………….……………….………. id. El señor Francisco Avilés y Vidal por …………………………. id. El señor Manuel José Terán por ………………………………. id. El señor Francisco Javier Escobar por ….……………………. id. El señor Antonio Ramires por ………….………………………. id. El señor Cristóbal Alarcón por …………………………………. id. El señor Bernando Echevers por …………………………….... id. El señor Manuel Antonio Luzarraga por………………………. id. El señor Francisco Lavayén por ……………………………….. id. El señor Nicolás Martínez por ………………………………….. id. El señor Ignacio Coello por …………………………………….. id. El señor José Antonio Trejo por ……………………………….. id. Concluida esta primera votación en los términos expresados, se hizo el escrutinio por regulación de los sufragios, y resultó el señor José Joaquín Olmedo electo canónicamente. Enseguida se procedió a nueva votación para otro disputado, y resultando el señor General León de Febres Cordero con el número de 23 votos, y el señor Coronel Juan Ignacio Pareja con uno, se declaró electo el señor General Cordero.- Acto continuó se procedió a nombrar otro diputado y habiendo resultado del escrutinio el señor doctor Francisco Marcos con 19 votos, el señor Coronel Manuel Antonio Luzárraga con tres, y el señor doctor Pablo Merino con dos, quedó la mayoría por el señor doctor Francisco Marcos, que fue electo diputado.- Luego se procedió a la última votación e identificado el escrutinio resultó el señor Vicente Ramón Roca con 23 votos, y el señor doctor Pablo Merino con uno; y siendo la mayoría favor del señor Roca, se declaró electo diputado. Con lo cual y concluidas las elecciones de los diputados principales, se terminó el acto y se concluyó este rejistro, firmándolo por duplicado los señores electores de que doy fe como secretario. Presidente Manuel Antonio Luzárraga, Escrutador Ignacio Coello, Escrutador José Antonio Trejo.- Electores Lorenzo de Garaicoa, Francisco Javier de Aguirre, Cristóbal Alarcón y Guamán.- Antonio Ramírez.- Francisco Javier Escobar.- José Baquerizo.- José Bernardino Berita.- N. Antonio de Martínez.- Hilario Jacobo Torres.- Bernardo Antonio Echevers.- Ignacio Calderón.- J. Garaicoa.- Manuel José Terán.- Miguel Antonio de Rivera.- Antonio Rosales.- Lorenzo Trejo.- doctor Mariano Aguirre.- Francisco de Avilés y Vidal.- Silvestre Nira.- Secretario, Francisco Lavayen. Diputados principales Señor José Joaquín Olmedo con 24 fotos. Señor General León de Febres Cordero 23 votos. Señor doctor Francisco Marcos 19 votos. Señor Vicente Ramón Roca 23 votos. Del mismo modo se procedió a nombrar a los suplentes y resultaron electos los señores: doctor Pablo Merino con 22 votos. General Juan Ignacio Pareja con 23 votos. Doctor José María Maldonado 23 votos. José Gorostiza va 21 votos. Luis Pacheco Manya Página 14
  • 15. 8.- FUERZAS MILITARES DE LA REVOLUCION Batallón de Granaderos de Reserva Relación de los señores Jefes y Oficiales que estaban presentes en este cuerpo el día 9 de Octubre de 1820, en que hallándose de guarnición en la Plaza y Puerto de Guayaquil, ocurrió la sublevación e independencia de aquella Provincia. Plana Mayor: Clases Nombres 1er. Comandante D. Benito García del Barrio, español Capitán ler. ayudante D. José Cepúlveda, español Subteniente Abanderado D. Manuel Rodríguez, americano Primera compañía: Capitán: Tnte Coronel D. Juan de Dios Araujo, americano Teniente D. Miguel Vargas, americano Subteniente D. Justo Ribera, americano Sargento lro. N. Chávez, americano Segunda compañía: Teniente Comandante: Cap. graduado D. Francisco Frías, español Subteniente D. Manuel Solanes, americano Sargento 1ro. D. N. Bustinza, americano Tercera compañía: Capitán Tnte Coronel D Gregorio Escobedo, americano Teniente D. Ramón Martínez de Campos, español Subteniente: Teniente graduado D. Rafael Samuento, americano Subteniente: D.J. Manuel Quevedo, español Sargento 1ro. N. Salazar, americano Cuarta compañía: Subteniente y Comandante D. N. Carrión, americano Subteniente D. Rafael Frías, español Sargento 1ro. Fulgencio Rocha, americano Quinta compañía: Teniente y comandante D. Antonio Farfán, americano Sargento 1ro. D. Vicente Sardina, español Compañía de Cazadores: Capitán D. Bartolomé Salgado, americano Luis Pacheco Manya Página 15
  • 16. Teniente D. Tomás de la Cerda, americano Subteniente D. Hilario Álvarez, americano Sargento 1ro. Juan Palomino, americano Sargento 2do. Juan Payba, americano En este Cuerpo no había cadetes; y los sargentos segundos, tambores, cabos y tropa eran americanos. Segovia y Mayo 24 de 1828. Ramón Martínez de Campos. Relación de la fuerza militar que existía en Santiago de Guayaquil, el día Lunes 9 de Octubre de 1820, en el que se reveló y constituyó independiente aquella provincia. Estado Mayor: Gobernador Político y Militar Brigadier D. José Pascual de Vivero 2do. Jefe Teniente Coronel D. José de Elizalde Sargento Mayor D. N. Campuzano Agregado Teniente Coronel graduado D. Raimundo Sesé de Berdebel Capitán de Puerto Comandante Capitán de Fragata D. Ramón Villalba de Marina Comandante de Artillería Teniente Coronel D. Manuel Torres Valdivia Fuerzas Veteranas Plazas Granaderos de Reserva 350 Milicias Regladas: Tres Compañías Auxiliares 320 Urbanas: Dos Batallones con 1000 Dragones Montados de Daule 50 Milicianos de Artillería 140 TOTAL: 1.800 Escuadrilla: Lanchas cañoneras tripuladas en guerra 8 Noticia de los H. Jefes y oficiales que por guardar fidelidad al Rey N.S. en la revolución de Guayaquil, sufrieron la suerte de prisioneros: Gobernador: D. José Pascual Vivero, tomó puerto en Lima 2do. Jefe D. José de Elizalde Luis Pacheco Manya Página 16
  • 17. Se defendieron tres horas a vivo fuego: El 1er. Comandante de Granaderos D. Benito García del Barrio y teniente de Id. D. Ramón Martínez de Campos Todos ellos estuvieron cargados de grillos, navegando 30 días, hasta ser canjeados. Quedaron prisioneros en Guayaquil y no tomaron partido: El capitán del Puerto D. Ramón Villalba Teniente de Infantería D. N. Vives Noticia de los Jefes y oficiales que tomaron partido en la revolución según dicho de las cabezas insurgentes Villamil y Letamendi Del Estado Mayor: D. N. Campuzano, D. Raimundo Cesé de Berbedel y un hijo suyo, único cadete que allí había, se cree que hoy es teniente de la Guardia Real. D. Gregorio Escobedo: Primera Cabeza se hizo General en Jefe. D. José Sepúlveda estuvo tres horas prisionero y renegó. D. Miguel Vargas y D. Rafael Sarmiento. Cabezas de 2do. Orden: D. Manuel Solares D. Hilano Álvarez Del Batallón Granaderos D. N. Bustinza D. N. Salazar Los demás Oficiales, sargentos y tropas fueron forzados a servir y se pasaron al Ejército Real de Quito habiéndose batido con los rebeldes: D. Bartolomé Salgado D. Tomás de la Cerda D. José Manuel Quevedo D. Rafael Frías D. Justo Ribera y los sargentos1ros. restantes. Fusilaron los enemigos a los señores Farfán y Rodríguez por ser fieles a Su Majestad. De las tres compañías de Milicias Regladas, renunciaron a los empleos por no faltar a la fidelidad, varios oficiales; y el Comandante de los Dragones de Daule, Capitán graduado de Teniente Coronel D. Joaquín Magallar, murió heroicamente defendiéndose. Las Milicias Urbanas fueron todas rebeldes y la fuerza principal de la revolución, dirigida en lo político por D. Joaquín Olmedo, antiguo Diputado a Cortes, D. N. Villamil D. N. Indaburu y en lo militar, por Escobedo, según queda dicho, y los oficiales del Numancia D. León Cordero, D. Carlos Letamendi y D. N. Urdaneta Segovia y mayo 24 de 1828. Ramón Martínez de Campos A petición del Teniente Coronel 1er. Comandante del Batallón de Granaderos de Reserva del Ejército Real de Perú D. Benito García del Barrio y del Teniente de la Tercera Compañía del Luis Pacheco Manya Página 17
  • 18. mismo Batallón D. Ramón Martínez, determinó el gobierno real del Perú se formase causa, como se verificó en Lima donde ya canjeados, los que pedían justicia, dio Martínez del Campo la siguiente: DECLARACION Preguntando previo el juramento de ordenanza, sobre su edad, Patria, Religión empleo, y que diga cuanto sepa sobre el infausto acaecimiento de la revolución y pérdida de Santiago de Guayaquil, quienes fueron sus motores y ejecutadores y demás circunstancias que le conste en particular. Dijo que sabe prepararon la revolución (porque estando prisionero a bordo de la goleta Alcance, se les oyó decir a D. José Villamil y a D. Carlos Letamendi que fueron D. Vicente Roca, D. Joaquín Olmedo, Diputado en la Corte de 1812, D. N. Indaburu, D. Manuel Lazo, capitán de la otra goleta, y su segundo D. N. Luzurraga, con otros varios cuyos nombres no tiene presente; y que entraron en la conjuración los subdelegados de los partidos principalmente de Daule D. N. Elizalde y la ejecutaron poniéndose al frente los paisanos Villamil e Indaburu; y militares D. Gregorio Escobedo, Capitán de la Real Compañía de Granaderos de Reserva que por sus crímenes y mala versación, estaba separado del mando del cual fue 1er. Jefe el Teniente Coronel D. N. García, conocido por el Franciscano que estaba preso en Guayaquil por orden del señor Presidente de Quito; los Capitanes del Numancia, Letamendi, Urdaneta y Cordero; los oficiales de Granaderos de Reserva, D. Miguel Vargas, D. Rafael Sarmiento, D. Manuel Solares D. Hilario Álvarez, D. Justo Rivera, y el agregado D. Antonio Elizalde; en masa las Milicias y Caballería de Daule, como también los subalternos de Artillería, y que el hecho se verificó de este modo: Predispuesto ya el ánimo de los facciosos con la llegada de los chilenos á Pisco, que se supo á mediados de septiembre, dio el último impulso al proyecto. Persuadidos de que seguramente serian invadidos y sujetos la ley del vencedor, quisiera evitar ésta anticipándole seguros del hecho, y bien persuadidos que no había talento y energía en el señor gobernador Vivero para impedirlo, confiados por otra parte en que podrían sacar partido del resentimiento que tenían la mayor parte de los oficiales de Granaderos de Reserva; ya porque sus representaciones habían sido desatendidas por el Gobierno; ya porque á pesar de haber reclamado repetidas veces los títulos de sus empleos, no se les había librado, ni menos los Reales despachos, (siendo así que otros posterior mente ascendidos en el Ejército Real del Perú los obtuvieron), de donde sugerían ser imaginarios sus destinos, ya porque no esperaban ventaja en su carrera pues veían que sin embargo del crecido número de vacantes nunca se aprobaban las propuestas, ni se les ascendía, antes por contrario, se observaba el perjudicial sistema, de ocupar las vacantes, particularmente en compañías (batallones), cm capitanes de otros cuerpos que por su viciosísima conducta, incapacidad y relajación habían desechados de los suyos y ya finalmente porque sentían el desprecio con que los trataba el señor gobernador sin más fundamento que su capricho; como también por el sumo abatimiento y miseria en que veían a los capitanes de Numancia, Letamendi, Urdaneta, y Cordero, llenos de heroicas hazañas contra los rebeldes de Costa Firme, quienes no podían seguirá su destino por no tener con que transportarse, pues el señor gobernador les había negado este auxilio, al paso que á otros del mismo cuerpo les proveyó, alimento y les dió lo que pidieron, como fue ron el teniente coronel Mayor D. Carlos Tolima y al capitán Jiménez; llenando la paciencia de aquellos, pues al extremo de que después de haber vendido para vivir sus armas y equipos, viéndose atendidos para no perecer de hambre, a la caridad de sus compañeros, quienes determinaron valerse de estos medios pero no ignoraban de cuanto es capaz el hombre resentido ultrajado en su honor y que se ve por momentos perecer a manos de la indigencia. Luis Pacheco Manya Página 18
  • 19. El 8 de Octubre a las once de la mañana hallándose el que declara de visita en casa de las señoras Ponce le dijeron haber oído que el día siguiente se alzaba el pueblo, que para evitar las desgracias que sin duda podrían originarse, muchas familias se iban a las haciendas fuera de la ciudad y que ellas pensaban hacer lo mismo. Por más medios que usó el declarante para averiguar el fundamento sobre el cual se apoyaba la noticia llevando la conversación a cosas indiferentes, y trayéndola con maña al asunto, nada pudo indagar. Le parecía por un lado imposible porque aunque varios de los sujetos ya enunciados, eran en su concepto, capaces de la empresa, les faltaba lo principal, dinero y gente, pues aquel pueblo en lo general es trabajador y adicto al S. M. y no se necesitaba la de los Granaderos, Milicias de Lima, Artillería y Pardos Libres, quienes tenían dadas reiteradas y relevantes pruebas de fidelidad al soberano. En tal duda, fue á casa del comandante D. Benito García del Barrio con quien vivía, y poniéndose á comer le participó el aviso, haciéndole de paso las reflexiones que creyó oportunas para combinar lo posible o imposible del suceso. En aquel momento un ordenanza trajo al comandante una esquela del gobernador en que le ordenaba fuese al punto a su posada. Como efecto lo hizo, y volviendo á las 5 de la tarde, y reunidos al toque de corneta los señores Oficiales en su casa, dijo; que el gobernador le había llamado para preguntarle si sabía algo de revolución y que refiriéndole lo que el declarante deja insinuado, le contesto el señor gobernador que le habían avisado estar complicados en ella Letamendi, Urdaneta y Cordero; pero que la cosa no era de cuidado pues parece que se reducía hacer alguno que otro robo de poca consideración, y que esto se remediaba con poner, por si acaso, 3 guardias de Oficiales con 25 hombres en los tres puertos fortificados del Cerro de Ciudad Vieja, y que por lo demás no había cuidado. Preguntó el comandante Barrio a sus oficiales si sabían alguna cosa, y nadie dio noticia; todos se manifestaron decididos, y enseguida fueron al cuartel para indagar entre la tropa. Nada se supo, pero los soldados protestaron que en caso necesario se batirían hasta el último suspiro en defensa del Rey y la Nación. Por la noche volvió el que declara a casa de las Sras. Ponce, quienes le repitieron lo mismo que les habían dicho por la mañana, sin que pudiese sacarlas más. Fuese a su casa, y a poco rato llego el comandante y le comunicó el nuevo aviso. Aquel le contestó que ya sabía hasta las señales de ataque que debían ser dos cohetes disparados alternativamente en Ciudad Vieja y la Nueva; que un amigo suyo le había descubierto todo de parte de un conjurado (l), para que avisándolo al señor gobernador se pusiese remedio: Que lo hizo y lo indicó el medio, de prender al punto a las cabezas, dividir las Milicias acuarteladas nuevamente; y colocarse al frente de ellas en la Plaza de la Ciudad Vieja, mientras García Del Barrio se pondría con su batallón en otro punto para que si había combinación (. . .) pero el buen señor gobernador no lo estimo conveniente dividirnos para poder derrotar al pueblo; dividir la tropa, el dividir la tropas molestarle inútilmente, porque tiempo vendría en que tuviesen que trabajar: Que si era revolución verdadera no había remedio; y si solo robo bastaban las medidas tomadas en los Cerros Fortificados y los cincuenta Dragones montados del Daule que había mandado prevenir; y que así permaneciere la tropa en los cuarteles de los que no deberían salir, aunque tocasen á fuego, para evitar sorpresa. Oída esta relación dijo el que declara al comandante: pues que si así lo quiere la ignorancia, no hay más remedio que obedecer, y dispongámonos a morir, pero sea vendiendo caras nuestras vidas. El comandante salió a rondar, y dio orden en su cuartel que si se oían tiros fuesen por distintos caminos a sus casa las compañía de Granaderos y la de los Pardos Auxiliares tanto por defender los intereses que había de las tropas en la Caja Militar, como Luis Pacheco Manya Página 19
  • 20. para obrar con ellas según conviniera, habiendo reforzado la guardia suya con un cabo y cuatro hombres, dejando la puerta abierta y colocadas centinelas prevenidas. Estaba la población en el más profundo silencio; no se percibía el menor rumor. A las once de la noche en punto, sonaron los dos cohetes, pero no se advirtió movimiento. Vino a poco rato el Comandante y se recostó para descansar. Viendo el declarante cumplida la primera señal, previno sus pistolas y reencargó a la guardia toda vigilancia. Repitiéndose los cohetes a las 3 de la mañana, y siguió un ruido sordo: Preguntó el centinela ¿QUIEN VIVE? una descarga cerrada de cincuenta hombres a la pared de la habitación del declarante que por ser de quincha (2) la pasaron de parte a parte con las balas y la voz de, LA PATRIA Y AMÉRICA LIBRE. Fue la contestación. Inmediatamente tomó sus pistolas el que declara y descargándolas sobre el grupo desde el balcón mandó a la guardia rompiese el fuego, a la voz de VIVA EL REY, VIVA ESPANA, que era la contraseña dada al cabo. La guardia compuesta de dos cabos 8 soldados 1 asistente y dos ordenanzas sostuvo tan bizarra y decididamente el puesto que repelió a los invasores y les obligo a retirarse: El subteniente D. Hilario Álvarez que mandaba los 50 soldados rebelados volvió reforzado al ataque, perdimos dos muertos y tres heridos, pero se les rechazó: Viendo que no venían las compañías a pesar del fuego, y que éramos atacados por oficiales del cuerpo, propuso el que declara, al comandante Barrio, que se enviase un ordenanza al cuartel, por una callejuela libre que estaba muy inmediata, a llamarla; volvió a poco rato diciendo que todo estaba perdido, que el resto del batallón, (la mayor parte estaba empleada en el servicio exterior), Milicias, Artillería y Caballería, se hallaban tendidos en Batalla en el Malecón gritando: VIVA LA PATRIA Y AMÉRICA LIBRE; y que los oficiales que estaban con las tropas eran D. Gregorio Escobedo Jefe principal, García el Tucumano, Urdaneta, Vargas, Sarmiento, Solares, Álvarez y todos los de las Milicias y Caballería acuartelados hace pocos días para defensa de la Plaza. En esto, por todas partes atacaron de nuevo la casa, Álvarez, Solares con Milicias, y Urdaneta con toda la caballería; y después de que por otra parte apuramos el último cartucho, y perdimos entre muertos y heridos la mitad de nuestra corta fuerza, no sin mayor escarmiento de los tumultuarios, se rindiera el Comandante y el que declara a las 6 de la mañana; (pues ya no sería valor sino temeridad reprensible hacer más), se nos desarmo y amarro juntos espalda con espalda, con mil vejaciones y tropelías, llevándonos al cuartel de Artillería donde ya mandaba Cordero; y de allí nos conducían al Cuartel del Aguardiente (que era el de su cuerpo situado en el Malecón y Desembarcadero), mas, receloso el cobarde Escobedo juntamente de que la presencia de los presos alborotase y volviese la tropa a su deber, pues aquella ignoraba el destierro de sus Taitas (3), ordenó embarcarlos en la goleta Alcance, donde fueron puestos incomunicados, y enseguida escoltados y vigilados por el subteniente Alvarez con 25 hombres de su Cuerpo de Cazadores. Solares quedo con una guardia en la casa del Comandante, para apoderarse así de la caja, como del equipaje y pertenencias de ambos. A la lealtad del sargento 2do Juan Payba, y algunos soldados, debieron se les permitiese pasar sobre cubierta, y como ya era día claro, vieron puestos centinelas en casa de los españoles y mezclados con los rebeldes, espada en mano a D. Raimundo Seré de Berbedel y su hijo el cadete (4). El sargento Payba y soldados protestaron y juraron que nada habían sabido, y que la tropa y muchos oficiales del batallón, no tenían parte en aquella traición; que a las dos de la mañana formó Escobedo la tropa, diciendo que había embarcaciones enemigas en la Ría; y que el comandante, Declarante, y oficiales que faltaban que estaban enfermos (5): Que viniera las Milicias, y que como el batallón tenía sobre 200 hombres en servicio exterior, al corto resto lo interpelaron cm aquellos, y que quedaron extáticos cuando oyeron el grito de VIVA LA PATRIA Y Luis Pacheco Manya Página 20
  • 21. AMÉRICA LIBRE, y que por fuerza hubiera de dejarse arrastrar por el torrente que no podían reprimir: Que al amanecer vinieron al cuartel el capitán D. Bartolomé Salgado, y los tenientes D. Antonio Farfán, D. Tomás de la Cerda y de D. Manuel Rodriguez, quienes visto el suceso, afearon a Escobedo; los oficiales referidos y tropa, viendo la traición y despojándose de sus uniformes y divisas dijeron que, ellos le servían al Rey y de ningún modo eran traidores. Que hubieran de pasarlo mal, si Escobedo no hubiera recelado de cuanto los estimaba la tropa: Que luego condujeron presos al cuartel al subteniente Quevedo de la 3ra. Compañia que estaba de servicio exterior, al capitán Sepúlveda, al Sr. gobernador, al 2do Jefe de la Plaza D. José de Elizalde; al Comandante de Artillería Torres Valdivia, y enseguida a todos los vecinos españoles que pudieron hallar. Que al benemérito capitán de la Caballería, Teniente Coronel graduado D. Joaquín Magallar le quitaron la vida defendiéndose en su alojamiento, siendo Urdaneta el primero que de un pistoletazo, le partió el brazo izquierdo; y por último que en el ataque hecho á nuestra casa perdieron de 15 a 16 hombres. Todas estas noticias se comprobaron luego, por los mismos enemigos, Villamil y Letamendi que le refirieron lo mismo al declarante, diciéndole no pensaban hacer mal a nadie ni tomar las propiedades. Quedó de general, gobernador y Dictador Militar D. Gregorio Escobedo, y de Legislador y Jefe Supremo en lo político, D. Joaquín Olmedo, y formaron un llamado Senado de que eran miembros voluntarios los capitanes Letamendi, Urdaneta, y Cordero; y a la fuerza cediendo a las circunstancias, con la idea de ser útiles al servicio de S. M. Araujo y Salgado, quienes, en efecto desaprobaron é impidieron la sentencia de muerte, que sin forma de juicio decretó Escobedo contra los prisioneros Militares; el cual viendo frustrados sus designios, se fue a la casa donde habitaron el comandante y declarante, para saquearla, con Vargas y Solares como lo verificó pudiendo apenas Araujo y Salgado, librar y enviarles a bordo algún poco de ropa de esos. A poco rato venía de la Puná el capitán del Puerto D. Ramón Villalba en su falucho, y lo hicieron prisionero, sin embargo de que habiendo conocido el desorden, quiso regresar a donde tenía las lanchas para batir el Puerto y Pueblo; pero Manuel Lazo capitán de la Alcance, viró sobre él y le amenazó echarlo á pique con la goleta si no se rendía, a discreción; y enseguida le obligó a dar orden para que las cañoneras se rindiesen y pasasen al muelle á jurar la Independencia. Como a las once del día trajeron presos a bordo al Señor Gobernador, al 2do. Jefe D. José Elizalde, al capitán D. José Sepúlveda, y al Rudo. Guardián de San Francisco Fray. Agustín Querejazu; y poniéndolos a todos en bodega nos celaron fornidos grillos Igual suerte corrieron el (6) Sr. Superintendente de Moneda de Bogotá D. Cipriano Mendoza oficial del Tribunal de Cuentas de Santa Fe que se hallaban de pasajeros. Hicieron firmar orden al señor gobernador para que el Fuerte general de Punta de Piedra que dista siete leguas y domina la boca del Puerto, el que mandaban los dos hermanos D. Francisco y D. Rafael de Frías, se entregase a García el Tucumano, como se verificó. A poco tiempo de estar preso en la goleta, en el mismo día el capitán Sepúlveda, escribió al Gobierno enemigo, quien al punto mandó la orden para que se pusiera en libertad, y pasara á presentarse; D. los Sepúlveda a quien se le agraciaba con el empleo de teniente coronel. (7) Al día siguiente partió la goleta con los prisioneros que van referidos, y supo el declarante que quedaban más presos en tierra los oficiales, Farfán y Rodríguez, porque visitaron y socorrieron al Jefe Barrio y al Declarante. Este oyó en la navegación repetidas veces a los cabezas Villamil y Letamendi, hacer cargos al gobernador para que los manifestase, quien era el que ocho días antes lo había avisado de la resolución y Sus pormenores y que siempre se excusó. No duda el Declarante que este Luis Pacheco Manya Página 21
  • 22. fue el capitán Araujo, quien al efecto ocho días antes lo reveló bajo confesión al citado Padre Guardián prisionero, y que repitió el aviso en la noche del 8 al 9, y, seguramente el guardián le avisó a su Señoría; pero éste o no dio crédito ó temió por su vida; ó se olvidó de las medidas que debió tomar y que le había puesto el Jefe Barrio. Que es cuanto sabe y puede decir y en ello se ratifica bajo su palabra de honor, etc. Esta causa en que se recibieron varias declaraciones no llegó al estado de sentencia, pues lo impidió la salida del Excelentísimo Sr, virrey con su ejército para el interior en julio de 1821, quedando el Declarante en el E.M.G. de la Plaza y Puerto del Callao, y entre tanto, tomó partido con los enemigos el gobernador de Guayaquil D. José Pascual De Vivero en Lima Segovia y Mayo 24 de 1828 Ramón Martínez de Campos • Se conserva la ortografía original NOTAS (1) Este Conjurado era el capitán Araujo, quien viendo frustrados los buenos medios propuestos al gobernador para impedir la revolución se mezclo en ella con ideas de determinarla como trató de hacerlo revelando al padre Guardia de San Francisco por dos veces, y otra bajo de mano comandante Barrio, cuyo aviso despreció el Sr. Gobernador. (2) Por ser de quincha: Llamase así a las paredes y tabiques de caña que solo tienen una ligera cubierta de barro. (3) De sus Taitas: Nombre que dan los indígenas del Perú a las personas que estiman y están constituidos en mando. La tropa de Granaderos era de indios. (4) Y su hijo el cadete: Este cadete con asombro de los fieles servidores de S. M. que le habían conocido en América; se halla de teniente en uno de los Regimientos de Infantería de la Guardia Real. (5) Que estaban enfermos: Con efecto, el Comandante Barrio, lo estaba hacia tiempos; el declarante convaleciente de la fiebre amarilla; y mayor parte de los oficiales y tropa. (6) El Superintendente de Bogotá: Hoy ocupa el mismo destino en la Casa de Monedas de Sevilla (7) De teniente coronel: Esta divisa entre los rebeldes del Perú es gran charretera de Canelón, gruesa a la derecha y capona a la izquierda. El que firma, ha visto con ella a Sepúlveda en Lima. cuando allí estuvo como Capitulada en el Callao, ocupando la ciudad el rebelde San Martín, cuyo poder remitieron sumariado en Octubre de 1821 los de Guayaquil a Sepúlveda. Luis Pacheco Manya Página 22