1. Alexander Fleming (6 de agosto de 1881 – 11 de marzo de 1955)
En tiempos de la Primera Guerra Mundial, donde la mayoría de soldados terminaban
falleciendo por infecciones en sus heridas; un científico escocés tomó la determinación de
investigar los tratamientos para estas, logrando salvar varias vidas.
Alexander Fleming, fue un científico que trabajaba como microbiólogo en el Hospital St.
Mary de Londres, luego del estallido de la Primera Guerra Mundial, fue designado a un
hospital de Francia, donde se quedó asombrado por la cantidad de fallecidos a causa de los
restos de metralla. Cuando acabó la guerra, volvió al St. Mary y se propuso encontrar una
medicina que disminuyera la mortalidad a causa de las infecciones.
Fleming tuvo 2 grandes aportes a la medicina, que ayudaron a combatir varias enfermedades,
salvando miles de vidas. La primera fue lisozima; fue encontrada en unos cultivos
bacterianos, los cuales fueron contaminados con mucosidad proveniente de un estornudo;
después de unos días, Fleming se percató que habían bacterias descompuestas, en el lugar
donde cayeron los fluidos nasales.
Su segundo descubrimiento y el más importante, fue la Penicilina, la cual fue encontrada de
manera fortuita, cuando desechaba varias placas de Petri que tenía guardadas. En una de
ellas (que contenía Staphylococcus aureus) se percató que había brotado una colonia de
hongos (Penicillium notatum), la cual secretaba una sustancia que descomponía las
bacterias; a esta sustancia la llamó Penicilina.
Gracias a este descubrimiento, Alexander Fleming recibió el Premio Nobel, junto a los
científicos Ernst Boris Chain y Howard Walter Floré, los cuales encontraron la manera de
sintetizar la penicilina para distribuirla comercialmente y así lograr que las personas tengan
alcance a ella.