2. QUE COMO EL SOL SEA MI VERSO
“Que como el sol sea mi verso
más grande y dulce cuanto más viejo.”
Alicia León León
3. . La vida y la obra de Miguel Hernández son
inseparables, porque el hombre vive para la
poesía y sus grandes temas, enunciados por él
mismo en su poema “Llegó con tres heridas”
(incluido en su último poemario Cancionero y
Romancero de ausencias)
Su vida, desde muy joven, está marcada por la
literatura y por su entorno. Miguel soñaba con
ser poeta mientras su padre le imponía trabajar
con el ganado en el campo.
4. Así, sus poemas reflejan la influencia de sus primeras lecturas
(Góngora) y sus experiencias diarias en Orihuela. Esto lo podemos
ver en su primer poemario Perito en lunas y en poemas como los
siguientes:
EN CUCLILLAS, ORDEÑO
En cuclillas, ordeño
Una cabrita y un sueño
Glú, glú, glú,
hace la leche al caer
en el cubo. En el tisú
celeste va a amanecer.
Glú, glú, glú. Se infla la espuma,
que exhala
una finísima bruma.
(Me lame otra cabra y bala.)
En cuclillas, ordeño
una cabrita y un sueño.
5. Echa la luna, en pandos aguaceros,
vahos de luz, que los árboles azulan,
desde el éter goteado de luceros.
…En las eras, los grillos estridulan
Con perfumes armónicas, pululan
por las brisas por el campo
En los senderos
verdean los lagartos y se ondulan
y silban los reptiles traicioneros
oigo un rumor de pasos…
-¿quién se acerca?
¡Desnuda una mujer!
Su serenata
quiebra el grillo
El lagarto huye.
Se enrolla
el silbeante reptil.
Y en una alberca
-arcón donde la luna es tul de plata-
cae la Leda lunar como un joya.
6. Como podemos
observar, en sus
primeros poemas hay
vida, optimismo, hay
naturaleza, una
naturaleza rebosante
de vida; aquí todavía
no vemos muerte
aunque sí amor y
soledad, como en este
poema:
SOLEDAD
En esta siesta de otoño,
bajo este olmo colosal,
que ya sus redondas hojas
al viento comienzo a echar,
te me das, tú, plenamente,
dulce y sola Soledad.
Solamente un solo pájaro,
el mismo de todas las
siestas, teclea en el olmo
su trinado musical,
veloz, como si tuviera
mucha prisa en acabar.
¡Cuál te amo! ¿Cuál te
agradezco
este venírteme a dar
en esta siesta de otoño,
bajo este olmo colosal,
tan dulce, tan plenamente
y tan sola Soledad!
7. Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría
Y encontraba los días
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.
Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.
Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.
Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.
Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.
Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.
Toda gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.
Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y unos hombres de miel
Por el cinco de enero
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.
Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.
(Archivo de http://palabravirtual.com )
8. En estos primeros
versos, rinde
homenaje a la
naturaleza y tolo lo
vivo es bello (las
flores, los árboles, el
agua de la fuente…)
Lo natural es fuente
de experiencia:
GOTA DE AGUA
Gota: segundo de agua, desemboca,
de la cueva, llovida ya, en el viento:
Se reanuda en su origen por la roca,
Igual que una chumbera de momento.
Cojo la ubre fruncida, y a mi boca
Su vida, que otra mata aun muerta,
siento
venir, tras los renglones evasivos
de la lluvia, ya puntos suspensivos.
9. El amor llega con El rayo que no cesa donde el
rayo es la herida interior del poeta.
El poeta y el hombre llegan a un concepto del
amor como sufrimiento a raíz de distintas
experiencias vividas, posibles rechazos, tal vez
algún desengaño y de ahí que escriba poemas
llenos de símbolos que reflejan la herida que a
él le causaba el amor: el cuchillo, el rayo,
sentimientos como la tristeza, la angustia:
“¿Adónde iré que no vaya
mi perdición a buscar?”
10. ¿No cesará este rayo que me habita
el corazón de exasperadas fieras
y de fraguas coléricas y herreras
donde el metal más fresco se marchita?
¿No cesará esta terca estalactita
de cultivar sus duras cabelleras
como espadas y rígidas hogueras
hacia mi corazón que muge y grita?
Este rayo ni cesa ni se agota:
de mí mismo tomó su procedencia
y ejercita en mí mismo sus furores.
Esta obstinada piedra de mí brota
y sobre mí dirige la insistencia
de sus lluviosos rayos destructores.
11. Mi corazón no puede con la carga
de su amorosa y lóbrega tormenta
y hasta mi lengua eleva la sangrienta
especie clamorosa que lo embarga.
Ya es corazón mi lengua lenta y larga,
mi corazón ya es lengua larga y lenta…
¿Quieres contar sus penas? Anda y cuenta
los dulces granos de la arena amarga.
Mi corazón no puede más de triste:
con el flotante espectro de un ahogado
vuela en la sangre y se hunde sin apoyo.
Y ayer, dentro del tuyo, me escribiste
que de nostalgia tienes inclinado
medio cuerpo hacia mí, medio hacia el hoyo.
El rayo que no cesa
12. La herida del amor se encarna en la figura del
“toro” que representa, por un lado, la virilidad
del amante y por otro, el doloroso destino que
lo llevará hasta la muerte. Porque Miguel
entiende que, de algún modo, su destino ya
está escrito y asume que está predestinado, tal
vez sentenciado, a morir por amor. Porque el
amor le causa “pena”: “Umbrío por la pena,
casi bruno,/ porque la pena tizna cuando
estalla,/donde yo no me hallo no se halla/
hombre más apenado que ninguno”. (El rayo que
no cesa)
13. Como el luto he nacido para el luto
y el dolor, como el toro estoy marcado
por un hierro infernal en el costado
y por varón en la ingle con un fruto.
Como el toro lo encuentra diminuto
todo mi corazón desmesurado,
y del rostro del beso enamorado,
como el toro a tu amor se lo disputo.
Como el toro me crezco en el castigo,
la lengua en corazón tengo bañada
y llevo al cuello un vendaval sonoro.
Como el toro te sigo y te persigo,
y dejas mi deseo en una espada,
como el toro burlado, como el toro.
14. Tengo estos huesos hechos a las penas
y a las cavilaciones estas sienes:
penas que vas, cavilación que vienes
como el mar de la playa a las arenas.
Como el mar de la playa a las arenas,
voy en este naufragio de vaivenes,
por una noche oscura de sartenes
redondas, pobres, tristes y morenas.
Nadie me salvará de este naufragio
si no es tu amor, la tabla que procuro,
si no es tu voz, el norte que pretendo.
Eludiendo por eso el mal presagio
de que ni en ti siquiera habré seguro,
voy entre pena y pena sonriendo.
15. (En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha
muerto
como del rayo Ramón Sijé, con quien
tanto quería.)
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y
estercolas,
compañero del alma, tan
temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin
instrumento,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi
costado,
que por doler me duele hasta el
aliento.
Un manotazo duro, un golpe
helado,
un hachazo invisible homicida,
un empujón brutal te ha
derribado.
No hay extensión más grande que
mi herida,
lloro mi desventura y sus
conjuntos
y siento más tu muerte que mi
vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
16. Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a latiera ni a la nada,
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los
dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta
encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
volverás al arrullo se las rejas
de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras
espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas
cosas,
compañero del alma, compañero.
10 de enero de 1936 (de El rayo que no
cesa)
17. Miguel Hernández fue un poeta comprometido
con sus ideales y fruto de sus pensamientos y
de ese compromiso son dos de sus poemarios
más directos:
Viento del pueblo y
El hombre acecha.
En esta etapa su poesía está más marcada por el acecho
de la muerte, el amor a su mujer, a la que le dedica
un poema lleno de amor y de vida: “Menos tu
vientre”, adaptado para ser cantado por Joan
Manuel Serrat.
18. He poblado tu vientre de amor y sementera
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.
Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,
esposa de piel, gran trago de mi vida,
tus pechos locos crecen hacia mi dando saltos
de cierva concebida.
Ya me parece que eres un cristal delicado,
temo que te me rompas al mas leve tropiezo
y a reforzar tus penas con mi piel de soldado
fuera como el cerezo.
Espejo de mi carne, sustento de mis alas,
te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.
Mujer, mujer te quiero cercado por las balas,
ansiado por el plomo.
Sobre los ataúdes feroces en acecho,
sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa
te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho
hasta en el polvo, esposa.
19. Cuando junto a los campos de combate te piensa
mi frente que no enfría ni aplaca tu figura,
te acercas hacia mí como una loca inmensa
de hambrienta dentadura.
Escríbeme a la lucha, siénteme en la trinchera:
aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo,
y defiendo tu vientre de pobre que me espera,
y defiendo tu hijo.
Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado,
envuelto en un clamor de victoria y guitarras,
y dejaré a tu puerta mi vida de soldado
sin colmillos ni garra.
Es preciso matar para seguir viviendo.
Un dia iré a la sombra de tu pelo lejano,
y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo
cosida por tu mano.
Tus piernas implacables al parto van derechas,
y tu implacable boca de labios indomables,
y ante mi soledad de explosiones y de brechas
recorres un camino de besos implacables.
Para el hijo será la paz que estoy forjando.
Y al fin en océano de irremediables huesos
tu corazón y el mío naufragarán, quedando
una mujer y un hombre gastados por los besos.
VIENTO DEL PUEBLO
20. La vida se presenta como un camino hacia la
muerte y esto lo veremos más de cerca en su
segundo libro “de muerte”: El hombre acecha.
Vida y muerte configuran la imagen que
Miguel Hernández posee del mundo, sobre
todo, después de sus experiencias vividas
ayudando a alfabetizar a las gentes por los
pueblos en las Misiones Pedagógicas, después
de ir a Rusia y ver que fuera de España, el
mundo es ajeno a nuestra realidad y después
de ver cómo sus compañeros de lucha van
cayendo y se pierde la esperanza a cada paso.
21. Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.
Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.
MIGUEL HERNÁNDEZ, El hombre acecha, (1938-39)
22. Los cantos de lucha y libertad se tornan en
cantos de desánimo y “se retiran hasta los
campos al ver cómo el hombre se comporta
como una bestia, sin corazón, sin piedad por el
hombre”:
“Se ha retirado el campo
al ver abalanzarse
crispadamente al hombre.
¡Qué abismo entre el olivo
y el hombre se descubre!
23. El animal que canta:
el animal que puede
llorar y echar raíces,
rememoró sus garras.
Garras que revestía
de suavidad y flores,
pero que, al fin, desnuda
en toda su crueldad.
Crepitan en mis manos.
Aparta de ellas, hijo.
Estoy dispuesto a hundirlas,
Dispuesto a proyectarlas
Sobre tu carne leve.
He regresado al tigre.
Aparta o te destrozo.
Hoy el amor es muerte,
yel hombre acecha al hombre.
24. Su destino se cumple. Miguel Hernández ya
sabía que iba a morir, que como el toro, su
destino era morir. Pero no se rinde por nada y
desde su celda sigue aferrándose a la poca le
vida que le queda: su mujer y su segundo hijo,
ya que el primero había muerto de
desnutrición, le transmiten esas ganas de vivir
que él nunca perdió. Tampoco se rindió en su
lucha por sus ideales y, a pesar de que le
ofrecieron salir si renunciaba a ellos, él no
quiso. Murió en la cárcel de Alicante de 1942.
25. Versos a Miguel
Hernández
http://mhernandez-
palmeral.blogspot.co
m/
En este video
podemos escuchar la
carta que escribió
Miguel Hernández a
su querida Josefina.
Alicia León León