El anime comenzó en el siglo XX en Japón con cortometrajes animados similares a los de otros países. La primera animación japonesa data de 1907, mientras que la compañía Tenkatsu encargó la primera película animada en 1916. En la década de 1930, la animación se convirtió en un formato alternativo para contar historias debido a que permitía crear personajes y entornos sin la limitación de actores occidentales.