1. Dentro de la teoría del psicoanálisis, Sigmund Freud propuso que la personalidad de una
persona es el resultado de las relaciones existentes entre el Ello, Yo y Super Yo, el cual sería
su segunda tópica que tomaría el nombre del Aparato Psíquico.
El Ello es la parte comúnmente conocida por querer satisfacer los instintos más básicos del
sujeto y se guía por la búsqueda del placer instantáneo sin pensar en las consecuencias. A lo
que Freud diría que las investiduras de objetos parten del Ello, que siente las aspiraciones
eróticas como necesidades; caracterizándose así un objeto, el cual termina cargado de la
libido. También se encuentran enmarcados el eros, que representa los instintos más
primitivos por satisfacer los deseos libidinosos, los de hambre y los de sed, es decir, las
pulsiones de vida; y Tanatos, en donde se engloba los deseos por satisfacer los impulsos de
destrucción y agresividad, las pulsiones de muerte. Existe un contexto conde puede aflorar
el Ello sin un castigo social fuerte, este es cuando un sujeto se encuentra en una masa, LeBon
dice que es ahí es donde se convierte en un bárbaro, una criatura que actúa por instinto. Posee
la espontaneidad, la violencia, el salvajismo y también el entusiasmo y el heroísmo de los
seres primitivos.
El Super Yo se conoce como la parte de nuestra psique en donde se refugia las normas
morales y éticas de la sociedad en la que vivimos, las cuales nos son trasmitidas por nuestros
padres, maestros, líderes religiosos y demás entidades que ejerzan una influencia sobre
nosotros; se encarga de hacernos sentir culpables cuando mentimos, robamos o pensamos
algo inapropiado, pues está continuamente evaluándonos y reprochándonos cuando hacemos
algo inadecuado, ya que se estructura sobre el masoquismo moral, llevando al sujeto a
realizar elecciones forzadas en base a lo que el contexto nos ofrece. Aquí también entraría el
concepto de la función del “Nombre del Padre”, el cual fue introducido por Lacan
considerando la noción freudiana del edipo, desarrollándose como soporte de la actividad
simbólica de cada sujeto, la función paterna es “castradora” e instauradora de la ley. La
teorización lacaniana que lleva al concepto del "Nombre del Padre" supone un desarrollo más
precoz del edipo que el considerado por Freud, en esto Lacan se aproxima a Melanie
Klein para quien, a diferencia de Freud, la relación madre-lactante lejos de ser simbiótica ya
es conflictiva, el conflicto se da en la presencia o la ausencia de la madre (por ejemplo cuando
el lactante demanda el seno), esta primera relación conflictiva de ausencia/presencia es un
preanuncio de lo que luego será la sustitución del deseo de la madre por el “Nombre del
Padre”, que al final permite el acceso a la cultura para cada sujeto en falta.
El Yo es el intermediario del Ello y el Super Yo, placer y displacer, su trabajo es ser el punto
medio entre lo que la sociedad espera de nosotros y lo que nosotros realmente deseamos, de
este modo, el Yo buscará saciar en la medida de lo posible los instintos más básicos exigidos
por el Ello, pero dentro de las normas socialmente aceptadas que exige el Super Yo, ya que
si solo nos dejáramos llevar por nuestros instintos terminaríamos en la cárcel o muertos en
poco tiempo; por otro lado, si solo nos dedicáramos a cumplir el rol de perfección que la
sociedad nos impone, podríamos terminar con un alto nivel de frustración. Partiendo de esto,
el Yo siempre va a estar en un conflicto pulsional, lo cual es llamado por Freud neurosis
después realizar sus investigaciones sobre la histeria, en donde la mujer sentía el deseo
sexual, pero a su vez sentía el castigo por eso, caracterizada por manifestaciones de síntomas
2. sin razón alguna, algunos egosintónicos o egodistónicos, en su mayoría con tensiones en el
cuerpo que llamaría abreación. Freud dice que el carácter del Yo es una sedimentación de las
investiduras de objetos resignadas, contiene la historia de estas elecciones de objetos. Con
esto empezamos a hablar sobre la pulsión yoica, en la que se divide en autorrealización y
represión, donde es importante destacar la sublimación como la forma más sana de orientar
las fuerzas pulsionales sexuales hacia metas nuevas, desarrollando habilidades socialmente
aceptadas para este fin; a diferencia de la formación reactiva, que se esfuerza más por retener
las fuerzas pulsionales. Partiendo de la neurosis, Freud empieza a notar el malestar que el
sujeto presenta en la cultura, el empezar a resolver el placer de aceptación o el placer
individual, en donde cada elección representa una renuncia, es aquí donde entra en juego el
Yo ideal, que debe tener regulado el displacer y placer, teniendo como base el Super Yo, para
sí, después del malestar llegue la felicidad, como Freud dijo “La felicidad es resolver la
infelicidad”.
En conclusión, la tendencia del aparato psíquico es tratar de mantenerlo en 0, lo cual sería la
muerte del sujeto, es algo trágico pero reconfortante a la vez, ¿Ambivalencia?, ya que ese
displacer que sentimos a todo momento es lo que nos mueve, al tratar siempre se satisfacerlo
de una manera parcial o momentáneamente.
PABLO ANDRES BAUTISTA NARVAEZ. ESTUDIANTE DE PSICOLOGÍA.