Platón considera que el alma es lo más divino en el hombre y que posee la verdad desde siempre. El alma se divide en tres partes: la racional, ubicada en la cabeza; la irascible, en el corazón; y la apetitiva, en el estómago. Platón también propone un dualismo ontológico entre el mundo sensible y el inteligible. Explica que el alma sufre obstáculos que retrasan su destino y mantiene una relación forzosa con el cuerpo.
3. La espiritualidad del alma y su
destino
• Platón constituye lo que
podríamos llamar una
meta-psicología
• Declara que el alma es
luego de las divinidades,
lo que de mas divino hay
para el hombre y lo que
mas directamente le
interesa.
4. El alma posee desde
siempre la verdad; es el
principio de todo
movimiento; simple e
indivisible, y por tanto no
está compuesta, escapa por
fuerza a la
descomposición.
Por su idea de vida, se
encuentra investida de una
actividad eterna.
5. Conflicto Ontológico:
• Platón considera que la realidad se divide en
dos mundos, el mundo sensible y el inteligible,
a esta división le llama dualismo ontológico.
Alma
Cuerpo
Hombre
Prisión
de origen divino
castigo
6. El mito de la caverna.
Expresa el desapego
necesario de la simple
existencia y el
acercamiento de las
ideas eternas.
Platón creía que todo lo
que existe se sabe por la
razón, que en alguna
vida pasada ya lo
habíamos aprendido
Ámbito
sensible
Ámbito
Inteligible
imaginación
creencia
pensamiento
inteligencia
7. En esta vida se da un paso
decisivo, y la muerte podría
constituir una liberación para
el alma, que se sustentara a la
rueda de los nacimientos y
recuperara su verdadero
habitad.
8.
9. Una psico-fisiología finalista
Platón dice que el alma
sufre obstáculos que
retrasan la realización
de su destino y que, por
eso mismo, mantiene
forzosamente con el
cuerpo relaciones de un
cierto orden.
10. La psico-fisiológia finalista que explica “por qué”
las tres partes del alma ocupan ese lugar distinto
en el cuerpo.
La primera (la racional) está situada más cerca de la cabeza, entre el
diafragma y el cuello, para que pueda contribuir, en concierto con la
razón.
La racional, que podríamos situar en la cabeza o más precisamente en
el cerebro, es la que se encarga del conocimiento intelectual; razonar.
La segunda es la irascible, es la voluntad, a ella corresponde el
"querer". Sede de las pasiones nobles, como la fortaleza o el valor. Se
la puede situar en el corazón.
La tercera, el alma apetitiva o concupiscible es la encargada del
apetecer, la sede de las pasiones que nacen del cuerpo, sensibles. Se
ubica en el estómago.
11. Los trastornos psíquicos y los
factores incidentes
Es curiosa la actitud objetiva
de Platón al tratar los
trastornos psíquicos. Admite
que las enfermedades tienen
a menudo causas externas;
abusos de alimentación,
excesos sexuales,
desproporción entre los
gastos físicos y la
alimentación, dice que la
mayor parte de los reproches
que se hacen a la
intemperancia (abuso) en los
placeres, son reproches
injustos.
Que los reclamos que se
hacen a los abusos son
injustos, pues nadie es malo
porque quiere, llega a serlo
por su mala educación o “por
una mala disposición del
cuerpo” de la que el alma
padece a causa del cuerpo.
12. … cuando un hombre observa una conducta sobria y arreglada; cuando antes de entregarse al
sueño reanima la antorcha de su razón, alimentándola con reflexiones saludables, conversando
consigo mismo; cuando, sin saciar la parte animal, le concede lo que no puede rehusarse, para
que se tranquilice y no turbe…
la parte inteligente del alma…; cuando se acuesta tranquilo y sin resentimientos…; cuando todo
duerme en él, menos su razón, que se mantiene despierta…
… el espíritu ve más en claro la verdad, se íntima con ella y no se siente turbado por fantasmas
impuros y sueños criminales. … hay en cada uno de nosotros, incluyéndome a los que parecen
más dueños de sus pasiones, una especie de deseos crueles, brutales, sin freno, como prueban
los ensueños.
13. Referencias
Mueller, F-L. (2013) Historia de la Psicología.
De la antigüedad a nuestros días. V. La
psicología de Platón. Fondo de Cultura
económica. 2 ed. México. Pp.55-62