Atenas se convirtió en la ciudad más rica y poderosa del Mediterráneo en el siglo V a.C. gracias a las riquezas de la llanura del Ática, que proporcionaba alimentos, minas de plata y comercio. El ágora era la plaza central rodeada de edificios importantes como las stoas. La Acrópolis albergaba el Partenón y otros templos dedicados a Atenea, la diosa protectora de la ciudad.