Augusto el tigre estaba triste porque había perdido su sonrisa. Recorrió muchos lugares buscándola, incluyendo debajo de plantas, en los árboles, montañas, el mar y el desierto. Finalmente la encontró debajo de su nariz en un enorme charco azul plateado, dándose cuenta que su sonrisa estaría siempre con él cuando él estuviera contento.