La autoestima se forma principalmente durante la infancia y la adolescencia a través de las interacciones con la familia. La familia crea un ambiente único que influye en cómo los niños se ven a sí mismos. La autoestima incluye componentes cognitivos, afectivos y de comportamiento y puede verse afectada negativamente por complejos, la necesidad de aprobación, el miedo al fracaso y a los demás. Para mantener una autoestima saludable, es importante aceptarse a uno mismo, tomar decisiones propias y no compararse con los demás.