LA ECUACIÓN DEL NÚMERO PI EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS ...
Bloque 3. resumen
1. BLOQUE 3. LA FORMACIÓN DE LA MONARQUÍA HISPÁNICA Y SU EXPANSIÓN
MUNDIAL (1474-1700)
1. EL REINADO DE LOS REYES CATÓLICOS
1.1. LA UNIÓN DINÁSTICA DE CASTILLA Y ARAGÓN
En 1469 tuvo lugar el matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. Ambos
pertenecían a las familias reinantes en Castilla y Aragón, donde reinaban diferentes ramas de la
dinastía Trastámara. Enrique IV de Castilla había nombrado heredera a su hermana Isabel en el
Tratado de los Toros de Guisando (1468), con la condición de que se casara con Alfonso V de
Portugal. Pero cuando descubrió que había contraído matrimonio en secreto con Fernando, hijo
de Juan II de Aragón, la desheredó y nombró sucesora a su hija Juana, apodada "la Beltraneja",
pues se rumoreaba que era hija de Beltrán de la Cueva, hombre de confianza del rey. Tras morir
Enrique IV estalló la guerra civil en Castilla. Isabel de Castilla, que contaba con el apoyo de
Aragón, y la presunta hija, Juana "la Beltraneja", apoyada por Portugal, se enfrentaron en un
conflicto que culminó en la batalla de Toro en 1476 y la paz de Alcaçovas con Portugal en 1479.
Isabel I fue reconocida como reina de Castilla. Ese mismo año Fernando I era coronado rey de
Aragón. Culminaba la unión entre los dos reinos más poderosos de la península y los nuevos
reyes se aprestaron a conseguir la unión peninsular bajo su corona:
En enero de 1492 culminó la conquista del reino nazarí de Granada. Acababa así la Reconquista
y la presencia musulmana en la península. Con Portugal, los ya conocidos como Reyes Católicos,
intentaron infructuosamente la unión matrimonial. Finalmente, tras morir Isabel, Fernando el
Católico conquistó Navarra en 1512. En 1515 se declaró la unidad de Navarra a Castilla.
Anteriormente, con la firma del tratado de Barcelona en 1493, Aragón había recuperado de
Francia los territorios ultrapirenaicos del Rosellón y la Cerdaña, y, Castilla había concluido en
1496 la conquista de Canarias. Había concluido el proceso de unificación territorial.
Sin embargo, aunque Isabel y Fernando, después conocidos como los Reyes Católicos,
decidieron gobernar conjuntamente en todos sus territorios, según lo establecido en la
Concordia de Segovia, la unión de Castilla y Aragón fue meramente dinástica, ya que cada reino
conservó sus propias leyes e instituciones. Ni Isabel ni Fernando se plantearon la posibilidad de
crear una monarquía unitaria y centralizada. De hecho, a la muerte de Isabel ambas coronas se
separaron de nuevo durante un tiempo y solo el azar determinó que recayesen finalmente en un
mismo heredero: su nieto Carlos.
Aunque ambos monarcas gobernaron en régimen de igualdad en sus reinos, las diferencias entre
la Corona de Castilla y la de Aragón eran muy grandes:
- Castilla superaba a Aragón en extensión territorial, riqueza económica y población. - Castilla
crecía económicamente gracias a su potente comercio de exportación de lana, mientras que el
comercio catalán estaba en crisis.
- Castilla era un Estado unido, con un solo gobierno, Cortes únicas, moneda común y sin
aduanas internas, al contrario que Aragón, compuesto por tres entidades políticas (Aragón,
Cataluña y Valencia), cada una con leyes e instituciones propias.
- La monarquía castellana no estaba sometida al control de las Cortes, mientras que en la
Corona de Aragón el rey no podía modificar la legislación sin el consentimiento de las
Cortes.
En consecuencia, la monarquía de los Reyes Católicos se basó en la primacía de Castilla sobre
Aragón, debido a su mayor potencia y dinamismo.
2. 1
1.2. LA REORGANIZACIÓN DEL ESTADO
Bajo el reinado de los Reyes Católicos, tanto la Corona de Castilla como la de Aragón siguieron
convocando sus propias Cortes y mantuvieron sus instituciones propias: la unión dinástica no
supuso ni unidad política ni administrativa.
En Aragón, dado el carácter confederal de la Corona, cada región mantenía sus propias
instituciones, a la cabeza de las cuales se encontraban las Cortes del Reino de Aragón, las Cortes
del Reino de Valencia, y la Generalitat de Cataluña respectivamente, siendo también destacadas
la institución unipersonal aragonesa del Justicia Mayor de Aragón y las Cortes del Principado de
Cataluña.
En la Corona de Castilla, el autoritarismo regio supuso un mayor sometimiento de la nobleza y un
control más directo de las instituciones de gobierno por los Reyes Católicos. A la cabeza de estas
instituciones se encontraba el Consejo de Castilla, máximo órgano político y administrativo.
Además, se crearon varios consejos que les asesoraban en el gobierno (Indias, Inquisición…) y
se fortalecieron las Chancillerías, tribunales de justicia. Destacan también las Cortes del Reino
de Castilla, las Audiencias y el Tribunal de la Inquisición, en el que los reyes se basaron para
mantener la fe católica y la unidad social, y única institución común en ambas coronas. El orden
público estaba en manos del Tribunal de la Santa Hermandad, y la administración local estuvo a
cargo de los concejos o ayuntamientos, los Corregidores y diversos cargos menores. Sin
embargo, a partir de 1498, se suprimió la Santa Hermandad, aunque pervivieron las hermandades
locales con una función de policía rural.
Los Reyes Católicos redujeron el poder político de la nobleza, pero consolidaron su poder
económico y su preeminencia social. Apartaron a los nobles de los cargos superiores de la
administración, ocupados progresivamente por juristas y letrados de formación universitaria. A
raíz de esta exclusión, muchos miembros de la alta nobleza se retiraron a vivir a sus señoríos.
También controlaron a las Órdenes Militares castellanas para limitar su poder político y
beneficiarse de sus rentas. El rey Fernando fue nombrado gran maestre de cada una de ellas
(Calatrava, Alcántara y Santiago), y éste fue el primer paso para la incorporación de sus territorios
a la Corona.
1.3. LA POLÍTICA RELIGIOSA
Con los Reyes Católicos disminuyó notablemente la tolerancia religiosa. Este hecho fue común a
todas las monarquías autoritarias de la época, que utilizaban la religión como un instrumento de
control político y social.
La Inquisición o Tribunal del Santo Oficio era una institución creada por el papado en la Edad
Media para combatir las herejías en la Iglesia. En España, tras los pogromos del siglo XIV, había
aumentado el número de conversos (judíos convertidos al cristianismo), pero en muchos casos la
conversión estaba motivada sólo por el afán de ponerse a salvo de la hostilidad antisemita. Los
Reyes Católicos, a fin de perseguir a los falsos conversos, obtuvieron del Papa autorización para
establecer la Inquisición en Castilla (en Aragón ya existía), y el primer tribunal se constituyó en
Sevilla en 1480, al que siguieron otros en todo el país. La novedad consistía en que, siendo un
órgano eclesiástico y con un fin esencialmente religioso, quedó bajo la autoridad directa de la
Corona, a la que correspondía el nombramiento de los cargos y el control de sus finanzas. Por
eso, la legislación, que empezó persiguiendo a los falsos conversos, se convirtió en un
3. instrumento al servicio de la monarquía contra cualquier tipo de desviación religiosa o moral
(protestantismo, brujería, homosexualidad, etc.), pero también contra delitos políticos.
Esta política fue la que motivó la decisión de expulsar a los judíos en el decreto del 31 de
marzo de 1492, por el cual se les obligaba a convertirse al cristianismo o abandonar el país en el
plazo de cuatro meses. Las causas de esta expulsión son difíciles de comprender si tenemos en
cuenta la importancia económica de esta comunidad. Todo parece indicar que los reyes
confiaban en una conversión masiva, pero las consecuencias fueron muy negativas:
- Una pérdida cuantitativa de población (alrededor de 100.000 personas).
- Una pérdida cualitativa importante, pues la mayoría de los judíos se dedicaba a actividades y
servicios muy útiles: médicos, artesanos especializados, comerciantes…
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- Se generó entre la población una mentalidad antiburguesa de rechazo a las actividades
propias de los judíos.
Tras la conquista de Granada, ésta se convirtió en una nueva archidiócesis, y su primer arzobispo,
Hernando de Talavera, trató de atraer al cristianismo a su población musulmana por medio de la
persuasión, pero a partir de 1499, el cardenal Cisneros emprendió una política de conversiones
forzosas. El descontento de la población islámica produjo rebeliones en el barrio del Albaicín y la
región de las Alpujarras. Tras su represión, los musulmanes fueron obligados a partir de 1501 a
convertirse al cristianismo o a abandonar España, como se había hecho con los judíos en 1492.
La mayoría aceptó el bautismo, pero siguieron practicando la religión islámica en secreto. De este
modo surgieron los moriscos (musulmanes cristianizados), que provocaron otro gran problema
religioso que acabaría con su expulsión definitiva en 1610.
1.4. LA CONQUISTA DE GRANADA Y LA INCORPORACIÓN DE NAVARRA
Tras la batalla de Toro y la paz de Alcáçovas (1479) que ponen fin a la guerra civil por el trono
castellano, los Reyes Católicos, en el marco del ideal de unidad peninsular que condiciona toda
su política, reanudan la guerra contra el último territorio musulmán, el Reino Nazarí de Granada.
La guerra fue larga (1482-1492), destacando en ella la conquista de Málaga (1487) y la de Baza
(1489). La ocupación de la capital del reino supuso la construcción de la fortaleza de Santa Fe,
como base para las operaciones militares, a la vez que se establecieron conversaciones con
Boabdil el Chico, el rey granadino. Tras varios años de asedio, Granada fue definitivamente
ocupada a comienzos de 1492, tras las capitulaciones que Boabdil había firmado a finales del
año anterior. Su rendición puso fin al proceso histórico conocido como Reconquista.
Durante la mayor parte de la Baja Edad Media el Reino de Navarra estuvo vinculado a la dinastía
francesa; una vez finalizada la conquista de Granada, los Reyes Católicos deciden incorporarlo a
Castilla. Después de la muerte de la reina Isabel en 1504, y siendo Fernando regente de Castilla,
las tropas castellanas, al mando del duque de Alba, culminan la conquista de Navarra en 1512,
con la ocupación de Pamplona. Sin embargo, a pesar de su anexión, declarada finalmente en
1515, conservó sus propios fueros, es decir, su propio ordenamiento jurídico, sus instituciones y
su autonomía.
1.5. LA PROYECCIÓN EXTERIOR
La política exterior de los Reyes Católicos estuvo centrada en su enfrentamiento con Francia, para
lo cual establecieron una serie de alianzas matrimoniales: concertaron los matrimonios de sus
hijas Isabel, y a su muerte, María, con el rey Manuel el Afortunado de Portugal. Su hija Catalina
fue desposada con Enrique VIII de Inglaterra, y su hijo Juan se casó con la archiduquesa
Margarita de Austria. Por último, su hija Juana lo hizo con Felipe de Borgoña.
4. Uno de los principales centros de interés de la política exterior de los Reyes Católicos fue el área
mediterránea y la expansión territorial en el norte de África. En el Mediterráneo, Aragón se
enfrentó a Francia por los territorios italianos, situación que finalmente quedó en tablas ante el
dominio francés en Milán y el aragonés en Nápoles. La guerra en Italia (1495-1503) se desarrolló
en dos fases: Carlos VIII de Francia había entregado en 1493 a Fernando el Católico los condados
catalanes de Rosellón y Cerdaña, en un intento de hacerle olvidar sus aspiraciones italianas, pero
fue obligado a retirarse de Nápoles. Su sucesor, Luis XII pactó el reparto de este territorio con
Fernando, pero estalló una nueva guerra. Los tercios españoles, dirigidos por Gonzalo Fernández
de Córdoba (“el Gran Capitán”), derrotaron a los franceses en Ceriñola y Garillano en 1503,
conquistando la totalidad del reino de Nápoles.
Por su parte, la Corona de Castilla tenía un interés estratégico y comercial en el norte de África.
Tras la conquista de Granada (1492), el ideal de cruzada contra el infiel llevó a la expansión hacia
el Magreb. La ocupación española se redujo a las plazas fuertes de Melilla (1497), Orán, Bugía y
Trípoli, lo que hizo aumentar la piratería berberisca en la zona, debido al aumento del comercio
castellano y aragonés con los diversos territorios y países mediterráneos norteafricanos.
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1.6. LA INTEGRACIÓN DE CANARIAS Y LAS RELACIONES CON PORTUGAL
Durante la Baja Edad Media, tanto castellanos como portugueses buscan en el Atlántico rutas
comerciales alternativas al saturado comercio por el Mediterráneo, controlado por los Estados
ribereños. Por otra parte, los progresos en la navegación y en la construcción naval favorecieron
la expansión atlántica, por la que castellanos y portugueses buscaban en la costa africana y sus
islas, azúcar, pesquerías, oro y esclavos. Esta proyección ultramarina provocó diversos conflictos
y enfrentamientos entre Castilla y Portugal, que no obtuvieron solución hasta finales del siglo XV,
con la firma del Tratado de Tordesillas (1494), por el que se establecía una línea divisoria a 370
leguas al oeste de las islas de Cabo Verde entre los dominios de ambos reinos.
La navegación por el Atlántico perseguía asimismo otro objetivo: la búsqueda de una nueva ruta
hacia las Indias. Portugal, potencia marítima en la primera mitad del siglo XV, proyectó durante la
época de Enrique el Navegante, alcanzar las Indias rodeando África. Ante el dominio portugués,
Castilla comenzó la conquista y ocupación de las islas Canarias, que fue un proceso lento e
intermitente. Enrique III (1379-1406) encargó al explorador francés Jean de Bethercourt el inicio
del proyecto, que culminó con la ocupación de Lanzarote (1404), Fuerteventura y Hierro. Entre
1418 y 1477 los derechos de conquista de las islas estuvieron bajo el control de diversos nobles y
casas castellanas, iniciándose la ocupación de la isla de La Palma. Por último, a partir de 1477,
son los Reyes Católicos los que finalizan el proceso con la conquista y ocupación de Gran
Canaria (1478-1483), La Palma (1492-1493) y Tenerife (1494-1496), donde habían encontrado
gran resistencia por parte de la población aborigen. Finalmente, las islas Canarias quedaron bajo
el control de la Corona de Castilla.
1.7. EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA
El descubrimiento de América se inscribe en un proceso histórico protagonizado por Castilla y
Portugal a finales del siglo XV que tenía como objetivo hallar una ruta hacia Asia a través del
Atlántico para alcanzar Oriente, Catay (China) y Cipango (Japón), lo que llamaban “las Indias”, ya
que la ruta por el Mediterráneo estaba amenazada por los turcos. Los avances en la navegación y
la concepción ya aceptada de que la Tierra era redonda influyeron decisivamente en estos
descubrimientos.
En este contexto, el geógrafo y navegante Cristóbal Colón propuso llegar hasta ellas por
Occidente. Portugal no se interesó por la propuesta. En cambio, los Reyes Católicos, y
concretamente la reina Isabel, vieron en ella las posibilidades de dar salida a Castilla hacia el
5. Atlántico y al comercio directo con Oriente sin la mediación de las rutas islámicas, amenazadas
por los turcos.
Tras firmar un acuerdo con los Reyes (Capitulaciones de Santa Fe, abril de 1492), en el que se
establecían los compromisos y condiciones de ambas partes en la expedición, Colón partió del
puerto de Palos de la Frontera con tres naves (Pinta, Niña y Santa María) el día 3 de agosto. Se
dirigió primer a Canarias, de donde zarpó un mes más tarde. Después de varias semanas sin ver
tierra alcanzaron la costa el 12 de octubre de 1492. Colón creía haber llegado a Cipango (Japón),
pero la Tierra es mucho más grande de lo que él pensaba y en realidad había llegado a la isla de
Guanahaní (San Salvador), perteneciente a las Bahamas, a la que llamaron San Salvador. Más
tarde descubrieron Cuba y La Española (actuales República Dominicana y Haití). Colón realizó
tres viajes más y exploró buena parte del mar Caribe, las costas de Venezuela y Centroamérica.
En todo momento Colón pensó haber llegado a las Indias, pese a que realizó tres viajes más. En
1498 alcanzó por primera vez el Continente, que recibió el nombre de América en honor al
geógrafo Américo Vespuccio, que fue el que difundió la idea de que Colón no había llegado a las
Indias sino a un nuevo continente.
La rivalidad entre Castilla y Portugal llevó a los Reyes Católicos a acudir al papa para que
decidiera acerca de los derechos sobre las tierras que se iban descubriendo. Castilla y Portugal
firmaron en 1494 el Tratado de Tordesillas. En él se trazó un meridiano que dividía las zonas de
influencia de los dos reinos. De esta manera a Portugal le correspondían las tierras de África y
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Asia y también Brasil, que fue descubierto unos años después de la firma de este tratado. Para
Castilla quedaron la mayor parte de la tierras de América.
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