El documento presenta un bosquejo de una teoría biológica del juego infantil escrito en 1924. Argumenta que el juego es fundamental para entender la psicología y desarrollo del niño. También discute cómo las nuevas concepciones filosóficas de Rousseau allanaron el camino para ver al niño y su espontaneidad de una manera nueva, sentando las bases para comprender mejor el juego a la luz de las ciencias biológicas.