Las Buenas Prácticas de Manufactura (BPM) fueron implementadas por primera vez en 1969 en Estados Unidos y luego recomendadas por el Codex Alimentarius. Representan un elemento primordial para el aseguramiento de la calidad y constituyen un prerrequisito para la implementación del Análisis de Riesgo y Puntos Críticos de Control (HACCP). Sus objetivos incluyen reducir los riesgos de contaminación y establecer procedimientos de saneamiento.