El poema pide al Señor que calme sus pasos apresurados, desacelere su corazón y disminuya su ritmo, para que pueda encontrar tranquilidad y descanso en medio del ajetreo diario. También le pide que le enseñe a tomar pequeños descansos para contemplar la naturaleza, charlar con otros o leer, y que lo ayude a encontrar su presencia constante a través del sueño y la esperanza.