La Carta de Belgrado establece los objetivos y metas fundamentales para cualquier programa de educación ambiental, incluyendo la toma de conciencia, actitudes, aptitudes, participación, conocimiento y capacidad de evaluación ambiental, con el fin de mejorar las relaciones entre el hombre y la naturaleza y entre los propios hombres, y llegar a una población mundial consciente de los problemas ambientales que cuente con los conocimientos para prevenir futuros daños al medio ambiente a través de la educación formal e informal.