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Escrito
  en el
tiempo




Escritura y escrituras
    en la colecci ón
          colecció
               Cá
del Museo de Cáceres
Escrito
  en el
tiempo
Consejera de Cultura y Turismo:
Excma. Sra. Dña. Manuela Holgado Flores

Directora General de Patrimonio Cultural:
Ilma. Sra. Dña. Esperanza Díaz García

Director del Museo de Cá ceres:
                       Cá
D. Juan M. Valadés Sierra


EXPOSICIÓ
EXPOSICIÓN

Organizació
Organizaci ó n:
Museo de Cáceres

Transporte y montaje:
Exgoarte. Tomás Gómez Rivero

Colaboració
Colaboraci ó n;
José M. Bozas Aparicio
Alexandra Menard
Sara Pacheco Cantero


CATÁ
CAT Á LOGO

Edita:
Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Extremadura
C/ Almendralejo, 14. 06800 Mérida (Badajoz)

© Consejería de Cultura y Turismo. Museo de Cáceres

Texto:
Juan M. Valadés Sierra

Fichas de las piezas:
Ana García Martín                                      Agradecimientos:
José Miguel González Bornay                            Archivo Histórico Provincial de Cáceres
Ana Cristina Rojo Domínguez                            Miguel Alba Calzado
Juan M. Valadés Sierra                                 Arturo Domínguez García
                                                       José Antonio Estévez Morales
Fotografí
Fotograf ías:                                          Nuria María Franco Polo
Museo de Cáceres                                       Sophie Gilotte
                                                       María Paz de Hoz García-Bellido
Fotomecá
Fotomecá nica e impresión:
                impresió                               Guillermo Kurtz Schaefer
Copegraf S. L.                                         Fabián Lavado Rodríguez
Avda. Virgen de Guadalupe, 18                          José Maldonado Escribano
10001 Cáceres                                          María Antonia Martínez Núñez
E-mail: info@copegraf.es                               Montaña Paredes Pérez

Depó
Depósito Legal: CC-798-2011
I.S.B.N.:
I.S.B.N .: 978-84-9852-305-8

Cáceres, 2011
Escrito
     en el
   tiempo
Escritura y escrituras
    en la colección
del Museo de Cáceres




    Museo de Cáceres
  Mayo – Octubre de 2011
Afortunadamente, uno de los aspectos característicos de los museos extremeños es
la gran riqueza de sus colecciones; la visita a estas instituciones nos permite formarnos
una idea bastante aproximada del devenir histórico y cultural, y de las aportaciones
artísticas de nuestra región a lo largo del tiempo y hasta el presente. Gracias al trabajo de
varias generaciones de investigadores y museólogos que velaron y velan por el
engrandecimiento de los museos, es fácil encontrar en sus salas y almacenes una enorme
cantidad y variedad de objetos que encierran gran interés desde el punto de vista de la
información que nos aportan. Estas piezas no siempre pueden formar parte de la oferta
permanente de los museos extremeños debido a que éstos, como sucede en museos e
instituciones de todo el mundo, disponen de un espacio concreto y un discurso
museológico que normalmente impide mostrar la totalidad de la colección.

       Para superar esas limitaciones, los museos acostumbran a llevar a cabo acciones que
les permitan dar a conocer esos objetos interesantes pero menos expuestos a la vista del
público. El Museo de Cáceres, por ejemplo, lleva catorce años mostrando estas piezas a
través de su sección titulada La pieza del mes, al mismo tiempo que ha publicado varios
catálogos de sus colecciones, como la epigrafía romana y cristiana, los candiles, las
estampas, el conjunto orientalizante de Talavera la Vieja y otros, y por otro lado
acostumbra a ceder en préstamo objetos de su colección que son demandados por otras
entidades museísticas para exposiciones temporales de todo tipo. Pero no cabe duda de
que las muestras temporales organizadas por el propio museo son el mejor medio para que
el público y los investigadores conozcan estas piezas que en general se conservan en las
salas de reserva en unas condiciones que, ya es hora de decirlo para superar ideas
preconcebidas, responden a los mejores patrones de seguridad, conservación y cuidados
por parte del personal técnico de los centros.

       Por todo lo dicho, la iniciativa de ofrecer una interesante exposición temporal
formada mayoritariamente por objetos que habitualmente no están en ese selecto grupo
de la exposición permanente, es y debe ser algo habitual en cualquier museo. En esta




                                            5
ocasión, el Museo de Cáceres ha llevado a la práctica esta idea partiendo de una reflexión
acerca del valor de la escritura de todo tipo que puede encontrarse sobre multitud de
piezas de su colección, algo que por otra parte sucede seguramente en otros museos, pero
sobre lo que habitualmente no nos detenemos a pensar. Los textos plasmados sobre los
objetos del museo enriquecen sin duda la información que sobre ellos podemos tener, nos
cuentan algo sobre esas piezas, pueden decirnos cuándo se hicieron, quién las hizo o
encargó, a quién pertenecieron, dónde se fabricaron, incluso pueden transmitirnos un
mensaje o un consejo útil para nuestra propia vida, cientos de años después de haber sido
escritos.

       La exposición Escrito en el tiempo, trata, pues, de mostrar a los usuarios del museo
una parte fundamental de nuestro Patrimonio cultural, poniendo en valor piezas menos
conocidas de la colección del Museo de Cáceres y haciéndolo de una manera coherente,
ofreciendo una visión nueva y original sobre el valor de ese patrimonio y de los textos
escritos que contiene. Sin duda es una propuesta que va a interesar a muchas personas,
porque a través de ella sabrán más sobre las ideas, pensamientos, necesidades y
aspiraciones de quienes nos precedieron en el tiempo, y seguramente comprenderán mejor
cómo es y hacia dónde camina el mundo en que vivimos.



                                                                             Dí Garcí
                                                                 Esperanza Dí az Garcí a
                                                 Directora General de Patrimonio Cultural
                                                              de la Junta de Extremadura




                                             6
Escrito en el tiempo

       Los objetos que se conservan en los museos son el reflejo de lo que cada sociedad
considera que es su patrimonio cultural, y en un cierto sentido tales objetos encarnan lo
que podríamos llamar memoria histórica colectiva. Es decir, la sociedad se ve reflejada en
los objetos custodiados por los museos, ve en ellos el remanente físico de un pasado, de
una memoria como grupo que, lógicamente, es selectiva; ésta, la de la memoria selectiva,
es la razón última de que existan más museos de Bellas Artes o relacionados con la
agricultura y ganadería tradicionales, que, por ejemplo, museos sobre la esclavitud o los
movimientos migratorios.

       Los objetos de los museos son, pues, el eslabón que une materialmente a la
generación actual, y esperamos que a las futuras, con los antepasados, los que ya no están.
Cuando nos encontramos ante una azuela de piedra pulimentada neolítica, o ante un
candil artesanal de chapa de hierro, hemos de pensar que esos mismos objetos fueron
fabricados y utilizados por personas como nosotros, diez o cien generaciones atrás; esas
personas ya desaparecieron y generalmente no ha quedado más recuerdo de ellas que los
artefactos, éstos son el vínculo físico que nos une a ellas, son la herencia que nos han
dejado a todos, de ahí que les demos tanto valor como para conservarlos en los llamados
templos de las musas custodiados y expuestos para su disfrute colectivo.

       Ahora bien, numerosas sociedades humanas han incorporado a su corpus cultural la
técnica de la escritura, lo que nos da múltiples posibilidades, entre ellas quizá la más
importante es la de fijar la memoria, dejar un recuerdo duradero de las personas y los
hechos capaz de traspasar cientos de generaciones. La escritura, como vamos a ver, puede
adquirir diferentes formas, realizarse con distintas herramientas y sobre variados soportes,
pero el formato que históricamente ha adquirido una mayor importancia es el
documento, sobre un soporte convencional (arcilla, papiro, pergamino, papel, magnético)
y presentado de diferentes modos (tablillas, rollos, legajos, libros, digital); sin embargo, a




                                            7
veces encontramos la escritura, como expresión de esa voluntad de perpetuarse, sobre los
objetos mismos, como añadiendo a éstos una información que, por un lado, los
individualiza sobre el resto de objetos similares, y por otro los enriquece con un
testimonio exclusivo del que los demás carecen y que para nosotros a menudo resulta
precioso.

       Esta circunstancia, la de los textos de todo tipo visibles sobre objetos que forman
parte de la colección del Museo de Cáceres, como por otra parte sucede en museos de
todo el mundo, es la que nos llevó a reflexionar sobre el valor de tales textos y sobre el
interés que ahora tienen para que podamos saber más sobre esas piezas y, especialmente,
sobre quienes las fabricaron o utilizaron y sobre lo que pensaban aquellas personas. El
conocido aforismo -discutible, por otro lado- según el cual una imagen vale más que mil
palabras, podría parafrasearse diciendo que una imagen, con una sola palabra, ya vale mil
veces más que sin ella. En esta exposición tratamos de mostrar esa realidad a través de
objetos de nuestra colección que, salvo escasas excepciones que se muestran ahora desde
una nueva óptica, suelen estar fuera de la vista del público al no formar parte de la
exposición permanente, e intentamos hacerlo explicando los diferentes valores que la
escritura tiene en sus variadas formas y condiciones incluso desde antes de su propia
existencia.

        El título de la exposición, Escrito en el tiempo, hace referencia precisamente al valor
añadido que la escritura supone sobre la materialidad de un objeto a través del tiempo en
un espacio delimitado que son nuestras colecciones. Quienes dejaron sobre estas piezas los
testimonios escritos que vamos a ver, en realidad estaban escribiendo en el tiempo,
superando la dimensión temporal para fijar la memoria de su existencia muchos años, o
siglos, después de su desaparición física. Ese es el viaje que proponemos.

Escritura sin escritura

      En cualquier grupo, todo el comportamiento social y el desempeño de las personas
en la comunidad depende de la comprensión de los signos de todo tipo; ésta es
fundamental para una participación efectiva en toda sociedad, no sólo humana. Las



                                               8
hormigas, las abejas, los chimpancés o los perros de las praderas, y por supuesto los
humanos, emplean signos cuya interpretación es esencial para la supervivencia y el
desarrollo de la sociedad; la especie humana incorporó además el lenguaje, algo universal
en todas las culturas, que ha convivido siempre con signos de otro tipo, como el llamado
lenguaje corporal, como herramienta útil y decisiva para el intercambio de información.

       Prácticamente tan común como el lenguaje es el dibujo, una forma de representar
la realidad y por tanto de transmitir una información. La habilidad de dibujar revela
también la capacidad de representar mentalmente una situación y la facultad de plasmarla
convencionalmente en dos dimensiones; un dibujo puede servir para contar una historia o
para describir una experiencia o un acontecimiento, pero lo que le separa de la escritura es
que no está ligado directamente a las palabras del lenguaje hablado. Una palabra escrita
sólo puede leerse de una forma, aunque pueda tener varios significados, pero un dibujo
descriptivo puede ser interpretado y explicado de diferentes formas habladas.

       Muchos estudiosos han
observado      que      ciertos
sistemas de escritura se
originaron en el dibujo; de
hecho, el mecanismo inicial
de algunos de los sistemas
más antiguos parece que
consiste en la representación
de determinados objetos en
imágenes           dibujadas;
convertidos en pictogramas,
                                     Mano en negativo de la cueva de Maltravieso (Cáceres)
estos     dibujos      fueron
adquiriendo la condición de símbolo y asociándose a conceptos o ideas más abstractas que
no necesariamente tenían que ver con el objeto representado. Sin embargo, existen
manifestaciones gráficas anteriores a la irrupción de los sistemas de escritura, o a su
llegada a nuestro entorno geográfico, cuyo valor y significado todavía se nos escapa en
gran medida; los investigadores aún discuten sobre, por ejemplo, el significado del arte



                                           9
rupestre, tanto del Paleolítico como del esquemático de etapas posteriores en las que
incluso ya se conocía la escritura en otras latitudes. En la cueva de Maltravieso, los paneles
con manos impresas en negativo en rojo y blanco, o con puntos y trazos en negro, tienen
un significado que sólo podemos suponer, tal vez relacionado con algún ritual mágico,
con la creencia en el más allá, o quizá simplemente con la voluntad del artista paleolítico
de dejar huella de su paso por el mundo.

       Otro caso de dibujos cuyo significado desconocemos son las representaciones que
encontramos sobre estelas pétreas, ya sean antropomorfas, diademadas o de guerrero
desde la Edad del Bronce hasta la Edad del Hierro. En ellas aparecen a menudo figuras
humanas, algunas claramente femeninas, y otras representando guerreros con su panoplia
de armas e incluso carros de caballos; no sabemos si se trata de la imagen de personas y
objetos plasmada con una finalidad funeraria o como instrumento de delimitación de un
territorio, como creen los investigadores; en todo caso, estas representaciones responden a
un código que desconocemos.

       Estos dos casos son ejemplos de dibujos que sin duda expresan algo, pero lo hacen
de una manera ininteligible para nosotros, porque carecemos del código necesario para
descifrar esos signos; ¿se trata de una especie de escritura, en el sentido de signos trazados
para emitir un mensaje, sin escritura, en el sentido de representación gráfica del lenguaje
hablado?

       Hace ya tiempo que los antropólogos han señalado que diferentes signos utilizados
en algunas sociedades podían ser señales mnemotécnicas, marcas hechas para denotar la
posesión de un objeto o la delimitación de un territorio, al estilo de las estelas de guerrero
o las llamadas tablas de Tartaria. Esto, unido a la evidencia de que todas las culturas se
han valido de algún medio de comunicación gráfica, como hemos visto ya desde el
Paleolítico, ha hecho que cada vez tenga menos sentido la barrera conceptual que se había
trazado entre las sociedades dotadas de escritura y las llamadas “sociedades ágrafas”, con
toda la serie de ideas connotativas que acompañaban a la ausencia de escritura como signo
de un mayor atraso cultural o de un sistema cultural degradado.




                                               10
Escrituras

      Lo más probable es que la escritura surgiera de la necesidad de plasmar de alguna
manera la contabilidad de las operaciones comerciales y económicas en Mesopotamia,
primero en unas fichas de arcilla que representaban los bienes negociados, y más adelante
en una primera escritura protocuneiforme, que a finales del IV milenio a. C. ya se había
convertido en el cuneiforme que conocemos como la escritura más antigua del mundo,
una manifestación ideográfica de realidades concretas reproducidas por medio de
pictogramas, que terminarían por representar conceptos o ideas abstractas a través de
dibujos simbólicos.

       A partir de esa primera invención, encontramos una evolución y difusión de los
sistemas de escritura antiguos al mismo tiempo que, por lo menos, otra invención
independiente en América. Hacia el 3100 a. C. aparecen los jeroglíficos arcaicos egipcios,
y medio siglo después la escritura del Valle del Indo, de carácter todavía discutido; a
principios o mediados del II milenio a. C. se desarrolla en la isla de Creta una escritura
jeroglífica, de la que derivarían la escritura Lineal A y Lineal B. En China, las primeras
muestras de escritura son de hacia el 1600 a. C., pero sobre todo la irrupción del sistema
se encuentra en la Dinastía Shang sin que esté claro si es invención propia e
independiente del Próximo Oriente o hay una cierta difusión expresada en una grafía
totalmente distinta.

        Más tarde, hacia el siglo III a. C. y de manera completamente independiente, la
escritura fue inventada por los mayas en América Central, influyendo probablemente en
el sistema adoptado por los aztecas, aunque ninguna de las dos dio lugar a una forma
moderna de escritura.

       En la mayoría de las sociedades que se iban dotando de escritura, el sistema
resultaba muy complejo para el común de la población, su aprendizaje requería un
conocimiento elevado y se consideraba apto sólo para una minoría, que se preocupaba de
detentar el control y convertirse en una casta que poseía y transmitía el saber sólo a los
elegidos, incluso se prohibía el aprendizaje para los no iniciados en este sistema para



                                          11
mantener su contenido mágico-religioso. La gran aportación fue conseguir, con un
símbolo gráfico convencional, la representación del sonido de una palabra; de ese modo se
superaba una escritura que representaba objetos o ideas utilizando figuras, para que los
signos representasen las palabras tal como eran pronunciadas. A partir de ahí, los signos
son capaces de plasmar ideas abstractas, acciones o verbos, y mediante el uso de palabras
monosilábicas pasan a representar sílabas; algunos sistemas primitivos eran también
silabarios, los símbolos representaban sílabas en vez de palabras, al igual que aún sucede
en algunos grupos de la India o entre los japoneses.

       La creación del alfabeto fue una verdadera revolución, al conseguir reducir el
número de signos a menos de treinta y permitir un aprendizaje rápido y más sencillo,
combinando los signos para reflejar los sonidos que forman las palabras. Hacia el 1400 a.
C. se encuentra ya el alfabeto protocananeo, y en torno al siglo XI a. C. aparecen
inscripciones fenicias correspondientes a una escritura que ya era horizontal de derecha a
izquierda; cada letra tenía su posición en un alfabeto de veintidós letras. Sin duda estos
sistemas surgen, se desarrollan y se difunden en el contexto de las actividades comerciales
de estos pueblos en Asia y el Mediterráneo; al principio, los alfabetos semíticos sólo
reflejan sonidos consonánticos, habrá que esperar al alfabeto griego para encontrar uno
completo como hoy lo conocemos.

       En efecto, en el siglo VIII a. C. los griegos se habían apropiado del alfabeto fenicio,
seguramente a través de las relaciones comerciales existentes, introduciendo importantes
cambios, especialmente la invención de los símbolos de las vocales. La expansión del
alfabeto fue muy rápida en todos los ámbitos de la vida, se desarrolló la literatura y se
extendió la alfabetización a capas más amplias de la población. A través de los griegos, el
alfabeto se extiende por Europa, hacia occidente y hacia el interior del continente; en un
largo proceso de varios siglos de duración fue adoptado y adaptado por los romanos y los
pueblos de lengua germánica; los eslavos incorporan también la escritura cirílica, que
parece derivar del griego bizantino.

       En la Península Ibérica, la llegada de los fenicios dio probablemente lugar a una
versión autóctona de escritura que se documenta en el cuadrante suroeste peninsular, la



                                               12
llamada escritura del suroeste
que viene fechándose entre
los siglos VIII y VII a. C., la
cual         pudo        haber
evolucionado y, a través del
contacto con la escritura de
los       griegos     también
presentes en la península,
dar como resultado la
escritura ibérica, que sería
sustituida por la latina hacia
el siglo I a. C.                   Inscripción de escritura del suroeste en la estela de Cabezo de
                                            Almoroquí (Madroñera). Museo de Cáceres
       El alfabeto latino
deriva del griego, probablemente a través de las colonias de la Magna Grecia, de donde
sería adoptado por los etruscos; éstos tenían fluidas relaciones comerciales con los griegos
hacia el siglo VII a. C., y seguramente de las ciudades de Caere y Veies pasó a los latinos y
a otros grupos itálicos. En Roma, el alfabeto se normaliza, y de ahí se expande por toda la
península y, posteriormente, por el Occidente europeo; con el tiempo llega a ser la forma
universal de escritura en todo el mundo occidental, sirviendo de base para la escritura de
las lenguas romances y las anglosajonas.

       Mientras el alfabeto griego, y después el latino, se extendía por Occidente, se dio
un proceso similar de expansión de la escritura por el Próximo Oriente, donde los
sistemas indios beben de la fuente semítica. Igualmente, la escritura fenicia está en el
origen de la nabatea, que hacia el siglo IV d. C. da lugar a la actual escritura árabe, que
tiene en común con los sistemas semíticos la ausencia de signos para las vocales. Así pues,
puede decirse que la práctica totalidad de los sistemas de escritura actuales deriva en
última instancia de las escrituras semíticas o de la antigua escritura china.

Soportes para la escritura

       Desde el inicio de la escritura, las personas han utilizado una enorme variedad de

                                            13
soportes y técnicas para realizarla, prácticamente cualquier material, orgánico o
inorgánico, duro o blando, ha sido usado para soportar textos escritos, dando lugar a
numerosas técnicas y herramientas para escribir. Pero además, la propia evolución de la
escritura está relacionada con los materiales en que se aplica; ya sabemos que el tipo de
letra que se usa en una inscripción en piedra no es el mismo que la cursiva de un
documento escrito con tinta sobre papel, y esto es así desde las primeras muestras de
escritura.

       Los investigadores suelen distinguir dos procedimientos básicos de escritura
atendiendo a la forma de aplicarla, incisión o inscripción, y trazado. La incisión se aplica
grabando o haciendo un trazo con punzón, cincel o buril; el trazado utiliza la tinta o la
pintura aplicadas mediante pinceles, lápiz, pluma, bolígrafo, impresión, etc. también hay
distintas posibilidades formales como el dibujo, la pintura, la caligrafía o la impresión.
Los textos impresos, que encontramos desde la invención de la imprenta en el siglo XV, y
los mecanografiados, suelen englobarse en este segundo grupo, y lo mismo sucede con los
textos digitales sobre soportes magnéticos u ópticos.

       Las escrituras más antiguas que se conocen fueron incisas sobre arcilla, algo
propiciado por la invención de la alfarería; se trataba de placas sobre las que se marcaban
caracteres con punzones de madera, asta o metal, y que eran almacenadas generando las
primeras bibliotecas. Con posterioridad, la cerámica ha seguido siendo un soporte idóneo
para la escritura, no sólo incisa; la firma de Sófilos aparece pintada en los vasos de figuras
negras que creó entre el 580 y el 570 a. C., y a partir de ahí numerosos artistas a lo largo
de la Historia firman sus piezas, y la superficie de los vasos se utiliza para agregar textos de
todo tipo pintados, incisos, o incluso formados por pequeñas piedras como sucede en la
cerámica enchinada extremeña.

       Los materiales orgánicos son sin duda los más utilizados a lo largo del tiempo para
escribir; la madera ya la usaban los sumerios, y en Egipto su uso competía con ventaja con
el conocido papiro, ya que era más barata y fácil de preparar; los griegos y romanos la
convirtieron en uno de los soportes de escritura por excelencia. Generalmente, la madera
ha sido preparada para recibir la escritura, bien con una capa de cera o bien de estuco o



                                                14
yeso, pero posteriormente ha sido fácil encontrar instrumentos de todo tipo hechos en
madera con una gran variedad de inscripciones, que suelen hacerse por incisión o
pirograbado.

       La cera ha sido siempre un material fácil de trabajar y de borrar, siendo muy
utilizada para la escritura en forma de capa aplicada sobre tablillas de madera que se
encuadernaban en dípticos, trípticos o polípticos que se conservaban en los tablinia o
archivos; también de cera son numerosos sellos de documentos de época medieval. Otros
materiales orgánicos que se han utilizado con profusión son el bambú, el corcho y cortezas
de otros árboles, los caparazones de tortuga, el asta de bóvido, el marfil, la lana y el lino y,
por supuesto, el papiro, el pergamino y el papel, verdaderos soportes de la mayor parte de
las bibliotecas del mundo desde los egipcios hasta el presente. El papiro fue comenzado a
elaborar en el antiguo Egipto a partir del tallo de una planta acuática, mientras que el
pergamino empezó a fabricarse hacia el 1500 a. C. con piel ovicaprina y posteriormente
bovina; el papel, por su parte, aparece en China antes del cambio de era, y de allí se
expande a Japón, Asia Central y, por medio del mundo islámico, a España y resto de
Europa. Originalmente, el papel se elaboraba con residuos de seda, paja de arroz, cáñamo
o algodón; en Europa se fabricó tradicionalmente con lino, fibras procedentes de trapos
viejos, y posteriormente fibras vegetales ricas en celulosa.

       En cuanto a los materiales inorgánicos, la piedra de distintos tipos es el más
frecuente, y además duradero; no necesita preparación aunque no es fácil de inscribir. Es
el soporte por excelencia de la epigrafía desde la Grecia clásica, y el más apto para
inscripciones votivas, funerarias, triunfales, legislativas, etc. hasta el presente, siendo
necesario destacar su uso en la epigrafía romana, presente en todo el Imperio y por lo
tanto también en la colección de nuestro Museo. En general, el granito ha sido la piedra
más usada, siempre a cincel, pero también encontramos inscripciones en pizarra tanto
epigráficas como las conocidas placas de época visigoda conteniendo cuentas y mensajes
de distintos tipos, y, sobre todo, en mármol, la piedra más apreciada por su brillo y
belleza.

      No cabe duda de que el rey de los metales aptos para la escritura es el bronce; la



                                             15
dificultad para grabarlo, y por tanto para modificar o alterar el texto, y su menor
fragilidad con respecto al mármol, es sin duda la razón de que se eligiera para contener
documentos de valor jurídico, como leyes, pactos, tratados y decretos. El bronce se usó así
mismo para la fabricación de letras que eran fijadas en el mármol o el granito que iba a
sostener un texto. El plomo, más fácil de trabajar, era utilizado en la antigua Roma para
contener inscripciones de carácter privado, hechas con un punzón metálico, como las
tablillas imprecatorias donde se invocaba a las divinidades infernales. Así mismo, las
tuberías de plomo de numerosas ciudades romanas a menudo aparecían inscritas con el
nombre del artesano o taller que las fabricaba, y con posterioridad el plomo ha sido usado
con frecuencia para la fabricación de sellos para documentos, etiquetas y precintos de
distintos tipos con textos inscritos o en relieve.


                                                                        Mención         aparte
                                                                 merecen       los     graffiti,
                                                                 inscripciones de toda clase
                                                                 hechas en todas partes y en
                                                                 todas las épocas sobre
                                                                 muros, piedra en general,
                                                                 cerámica,        etc.        Se
                                                                 encuentran      desde       los
                                                                 realizados con carbones
                                                                 hasta los actuales que se
                                                                 trazan con aerosoles de
                                                                 pintura, pasando por los
                                                                 incisos en paredes de
   Deditio o texto de rendición del pueblo Seano. (Alcántara).   prisiones,           castillos,
                        Museo de Cáceres                         cuarteles, colegios, etc. Son
                                                                 bien       conocidos       los
ejemplares amorosos, obscenos o electorales de Pompeya, así como otros casos posteriores
como los descritos por Bernal Díaz del Castillo en su Historia verdadera de la conquista de
Nueva España, que registra una frase de Hernán Cortés proferida para defenderse de los



                                                  16
anónimos de protesta que
decoraban la fachada de su
casa en México: “pared
blanca, papel de necios”.

       Entre los muchos
materiales que son aptos
para la aplicación de textos
por distintos métodos está
también el vidrio, que
comenzó a utilizarse para
la impresión en el siglo          Graffiti recientemente identificado en el aljibe de la Casa de las
XIX con fines comerciales,         Veletas por los arqueólogos Víctor Gibello y Teresa Cabezas.
como es el caso de las                                   Museo de Cáceres

botellas y envases de bebidas y conservas.

Escritura para identificar

        No cabe duda de que una de las funciones fundamentales de la escritura es la
identificación; de hecho, en la raíz de la invención de la escritura se encuentra también la
voluntad de dar respuesta a la necesidad de distinguir unas cosas de otras, unos productos
de otros, unas personas de otras. El lenguaje es anterior a la escritura, e independiente de
ella; los objetos, las personas y las acciones tienen y reciben sus nombres tanto si existe la
escritura como si no, pero ésta contribuye a fijar la denominación de las cosas y las
personas de forma que sea evidente y objetivo para todo aquel que sea capaz de descifrar
el código, y además sirve para trascender en el tiempo las vidas de las personas.

      Uno de los campos en que resulta más útil esta función básica de la escritura es la
numismática, al distinguir sobre la propia pieza el valor de una moneda frente a otra; de
hecho, en la numismática moderna se ha venido utilizando el número a un tamaño
superior al de la letra para marcar las piezas, de forma que a través de él incluso las




                                             17
personas analfabetas pudieran identificar el valor de las monedas aparte del peso y tamaño
de las mismas. Algo semejante sucede con los sistemas de pesas y medidas; sobre todo a
partir de la adopción generalizada en el mundo europeo del Sistema Métrico Decimal, las
piezas usadas para fijar el peso o la medida de un producto o un bien comercial están
marcadas con el valor que tienen, de manera que su uso sea público y el comprador pueda
ver en todo momento que lo que está en la balanza pesa dos kilos, porque lo dice sobre la
pesa. De este modo se disipa la arbitrariedad a que estaban sujetos sistemas anteriores en
que la medida dependía en mayor grado de la pericia del vendedor y de una convención
aceptada por ambos participantes en la transacción, pero que invariablemente debía estar
respaldada por la existencia de un juego oficial de pesas y medidas en manos de la
administración municipal.

       Función identificadora tienen también los letreros de todo tipo que desde muy
antiguo se han utilizado para indicar la naturaleza de un lugar; en la antigua Roma se
usaban los signa, carteles de madera o metal colocados en la puerta de los establecimientos
para identificarlos y al mismo tiempo para atraer al público; muchos de ellos eran
solamente dibujos, no llevaban texto, y servían como referencia urbana. Así, Suetonio
cuenta que el emperador Domiciano había nacido “en la sexta región de Roma, cerca del
punto llamado la Granada, en una casa convertida más adelante por él en templo de la
familia Flavia”, y es que los romanos no acostumbraban a numerar las casas. Habrá que
esperar mucho tiempo para que aparezca un sistema de rotulación de las calles y la
numeración de las casas; en el siglo XVI las calles solían recibir nombres relacionados con
particularidades del paraje, edificaciones existentes, gremios que tenían allí su asiento o
personas que vivían o habían vivido en ellas, pero no era corriente que se rotularan,
porque generalmente no se consideraba necesario. En casi toda España comienza a
imponerse la rotulación de las calles con la invasión napoleónica, por orden del ejército
francés, y posteriormente diversas Reales Órdenes insisten en colocar números sobre las
puertas de las casas donde no los había (1858) y placas con los nombres de las vías
públicas, pero también de municipios, parroquias y edificios singulares (1860); estas
placas suelen ser de loza esmaltada, siendo muchas de ellas fabricadas en Talavera de la
Reina. En Cáceres había un buen número de placas talaveranas de este tipo que datan de
los siglos XVIII y XIX, y un segundo lote fue encargado ya a principios del siglo XX a la



                                             18
fábrica Ruiz de Luna; inexplicablemente, y sin que resultara necesario, en 2002 casi todas
ellas fueron bárbaramente arrancadas -y en algunos casos destrozadas- para sustituirlas por
otras nuevas de características estéticas bastante mejorables.

Escritura para ensalzar

       Prácticamente
desde su invención, la
escritura es utilizada
como         medio         de
propaganda por el poder;
ya en la dinastía V del
Antiguo       Egipto       se
compusieron los primeros
textos destinados a la
memoria o glorificación
de los faraones, la Piedra
                                        Placa de loza con la indicación de la villa de Guadalupe.
de Palermo y los Textos de                            Segunda mitad del siglo XIX
las Pirámides. En general,
estos textos no sólo sirven para ensalzar al monarca, sino que tienen también un
contenido religioso, tratan sobre el origen de la vida y se refieren al más allá, y es que esta
es otra de las características de la escritura en sus inicios, la íntima conexión con el mundo
de la organización religiosa. A lo largo del tiempo, hay varios casos de sistemas de
escritura asociados a lenguas vinculadas con grandes sistemas religiosos; el latín, por
ejemplo, aún conserva una importancia de primer orden en todo el mundo católico, a
pesar de ser considerada una lengua muerta; algo semejante sucede con el árabe en el
Islam, ya que es la lengua en que se reza y recita el Corán, con el hebreo y su papel en la
religión judaica, el sánscrito en las tradiciones religiosas de la India, y el chino vinculado
con el confucionismo y el taoísmo. Todos ellos ejemplifican cómo la tradición escrita
influye en el funcionamiento de una ideología y práctica religiosa, y explican, por
ejemplo, la inquina sufrida por los libros talmúdicos que acompañaban a la hoguera a sus
propietarios judaizantes condenados por la Inquisición española. Trasladando el



                                              19
razonamiento de la religión a la ideología, la escritura puede convertirse en arma
arrojadiza, y en culpable de delitos de pensamiento y opinión, como cuando, según se
dice, el antiguo guerrillero Espoz y Mina ordenó fusilar en 1814 un ejemplar de la
Constitución de Cádiz para congraciarse con el absolutista Fernando VII, o cuando los
nazis organizaban quemas públicas de libros y obras literarias consideradas degeneradas,
por encarnar posiciones ideológicas contrarias a las suyas.

       La moneda es un ámbito idóneo para la glorificación del soberano y del pueblo que
las emite y utiliza; ya las antiguas emisiones del siglo VI a. C. llevaban el emblema de la
casa real de Lidia, y en las primeras monedas griegas se presentaban los símbolos de las
ciudades que las emitían. En Roma se impone la costumbre de representar la efigie del
Emperador en la moneda y añadir su nombre, algo que se mantiene en el mundo cristiano
en la Edad Media, mientras que en el ámbito islámico sólo aparece el texto debido a la
prohibición de representar la figura humana. La moneda moderna repite en todo el
mundo este esquema y sigue siendo una de las vías más utilizadas para la fijación de
imágenes simbólicas del estado emisor.

       Un papel similar al de la moneda en el ámbito estatal lo desempeña la medallística
o la emblemática sobre diferentes soportes tanto en el mundo privado como en el de las
instituciones. Así mismo, la retratística oficial y la iconografía religiosa son soportes
idóneos para la glorificación y ensalzamiento de los poderes terrenal y celestial; el texto a
menudo acompaña a las imágenes para explicar aquello que al súbdito o al feligrés se le
escapa por causa de sus limitados conocimientos de la iconografía. De ahí a la inscripción
laudatoria o conmemorativa no hay más que un paso, y podemos encontrar pruebas de
ello en multitud de memorias en piedra o metal destinadas a perpetuar la memoria de un
soberano, obispo, gobernador o funcionario que edificó o restauró un monumento.

      Como es natural, este tipo de recuerdos o memorias a veces no son tan duraderos
como se pretende, y los vaivenes de la Historia y de la política llevan en ocasiones a
denigrar o borrar de la memoria a quien tiempo atrás se había ensalzado. El caso del
faraón Akhenatón es uno de los más señalados de esta damnatio memoriae que han sufrido
numerosos mandatarios; abolió la religión oficial e introdujo numerosos cambios en la



                                              20
política, el arte y la literatura, pero faraones posteriores restituyeron la anterior situación
borrando su reinado de los anales y picando materialmente su nombre en numerosas
inscripciones. Varios emperadores romanos sufrieron este mismo tratamiento,
derrocándose sus estatuas y eliminando su nombre de las inscripciones, como sucedió con
el emperador Domiciano que, tras ser asesinado, desapareció de las esculturas y de todo
tipo de memorias.

Escritura para dedicar

       Uno de los usos más frecuentes de la escritura es la dedicatoria, ya sea a una
divinidad o advocación religiosa, a un soberano, a los antepasados, a miembros de la
familia, a amigos, o a una colectividad. A través de la dedicatoria, el oferente trata de
ganar el favor del destinatario al que se dirige, de manera que el objeto sobre el que se
inscribe el voto es en realidad un mero vehículo para contener la expresión de ese deseo de
beneficiar a la persona o grupo al que se dedica el presente. En este caso la escritura no es
una circunstancia del objeto, sino al contrario, la verdadera importancia de éste reside en
la dedicatoria que refleja.

       Entre las manifestaciones más antiguas de la expresión escrita se encuentran
muestras de este tipo; los bronces rituales de la Dinastía Shang, en China, fechados entre
los siglos XVII y VIII a. C., llevaban ya inscripciones consistentes en cuestiones de
propiedad y dedicatorias; en Egipto, en el último cuarto del siglo XIII a. C. la dedicatoria
de la Gran Corte de Ramsés II en el templo de Luxor se expresa describiéndolo como
Monumento para su padre, Amón-Ra, rey de los dioses, de fina arenisca blanca, que el Hijo de
Ra, Ramsés, hizo para él. Este tipo de textos son corrientes en la Antigüedad,
distinguiéndose en época romana dos grandes grupos epigráficos, las inscripciones votivas
y las honorarias; las primeras suelen dedicarse a una divinidad, incluyendo por lo general
el nombre del dedicante, el motivo de la ofrenda y a veces otros datos como la fecha y el
lugar, acompañados de fórmulas convencionales como D. D. (Dedit, dedicavit, Dado,
dedicado), F. C. (Faciendum curavit, Se encargó de hacerlo) V. S. L. A. (Votum solvit
libens animo, Cumplió su promesa de buen ánimo), etc. Las honorarias suelen




                                             21
corresponder a estatuas o monumentos públicos dedicados a un personaje, y acostumbran
a llevar el nombre de la persona a la que se dedica precedido de la fórmula In Honorem
(En honor de), el del dedicante y los motivos de la dedicación, a veces acompañados de
los habituales Fecit (Lo hizo), Poni iussit (Lo hizo colocar), etc.

       A finales de la Edad Media y durante el Renacimiento se pone de moda la
costumbre de dedicar obras literarias de todo tipo a grandes personajes que generalmente
actuaban como protectores de los escritores; por citar sólo algunos ejemplos, Enrique de
Villena dedicó sus Doce Trabajos de Hércules a Mosén Pero Pardo, a quien le pide acetéys
la presente obra, acatando materia y fictión mía; Maquiavelo, por su parte y como es bien
sabido, ofrece su tratado El Príncipe a Lorenzo de Médicis, y el mismísimo Cervantes
dedica la primera parte del Quijote al Duque de Béjar esperando que poniendo los ojos la
prudencia de Vuestra Excelencia en mi buen deseo, fío que no desdeñará la cortedad de tan
humilde servicio.

      También las inscripciones funerarias tienen un cierto componente dedicatorio, ya
que no dejan de ser homenajes que se ofrecen a los difuntos en todas las épocas, al tiempo
que recuerdos que los deudos dedican al pariente fallecido. La epigrafía funeraria árabe
suele iniciar estas inscripciones con la fórmula conocida como basmala, una frase
introductoria que se usa en el inicio de las suras del Corán y, en general, en numerosos
documentos e incluso como motivo decorativo: En el nombre de Dios, el Clemente, el
Misericordioso.

       Pero en general, la dedicatoria aparece con abundancia en obras de arte que sus
autores ofrecieron a personas de su entorno y a las que dejaron evidencia de gratitud o
amistad mediante sencillos y breves textos dedicatorios. Goya dedicó a su discípulo
Asensio Juliá el retrato que le había hecho; a su vez, Vicente López dedicó a Goya su
retrato fechado en 1826, Federico Madrazo añadió una dedicatoria en el retrato de su
amigo el pintor Eduardo Rosales (1867). Estos son sólo algunos de los muchos ejemplos
en que los pintores del siglo XIX plasmaron textos con dedicatoria en sus obras, bien
dirigidos a otros artistas, o bien a los comitentes de las obras o a otras personas; la
costumbre continuó en el siglo XX, en que Sorolla regaló una de sus obras dedicada a José



                                             22
Benlliure, o Picasso ofreció uno de sus dibujos a Rafael Alberti con la curiosa dedicatoria
Del poeta Pablo Picasso al pintor Rafael Alberti.


                                                              También el Museo de
                                                       Cáceres posee algunas obras
                                                       dedicadas por sus autores, como el
                                                       retrato de la niña María Picón,
                                                       dedicado al padre de ésta por su
                                                       autor Emilio Sala, o los retratos de
                                                       un árabe y de una señora,
                                                       dedicados a Ramón Sanabria por
                                                       sus respectivos autores, Eduardo
                                                       Urquiola y Francisco de Asís
                                                       López.

                                                       Me fecit

                                                             Me fecit (Me hizo) y Ex. Off.
                                                      (ex officina, Del taller de) son las
                                                      frases latinas más corrientes que
    Emilio Sala: Retrato de María Picón. Museo de
         Cáceres (Depósito del Museo del Prado)
                                                      identifican al autor de una obra de
                                                      arte. Estas son fórmulas usuales
para perpetuar la memoria de los creadores, algo que se generaliza desde el Renacimiento,
pero que tiene importantes antecedentes históricos. Ya se ha señalado el papel de los
pintores y ceramistas griegos, que comienzan a firmar sus obras orgullosos de la belleza
que alcanzan; entre ellos se cuentan nombres bien conocidos como Sófilos, Clitias,
Ergótimos, Exequias o Andócides; en realidad, se conocen también los nombres de
grandes pintores murales o de caballete, como Zeuxis, Parrasio o Apeles, de los que no
nos ha quedado ninguna obra, y de afamados escultores, como Mirón, Fidias, Policleto o
Praxíteles, cuyas obras conocemos casi siempre a través de copias romanas. En la antigua
Roma las obras que se firman son de tipo más artesanal: lucernas, espejos, ánforas y otros
objetos muebles de menor tamaño, a menudo llevan la marca del fabricante precedida de



                                           23
la citada abreviatura Ex. Off. No faltan sin embargo grandes y bellos mosaicos que llevan
la orgullosa firma de su creador o creadores, e incluso tuberías de plomo, como la
conservada en el Museo de Cáceres, muestran la identificación del taller del que salieron.

        Los artistas comienzan a reclamar el protagonismo en sus creaciones, firmando con
su nombre las obras que elaboran, sobre todo a partir del Renacimiento, dentro de la
corriente de pensamiento que es el Humanismo. Para éste, es fundamental la importancia
del hombre, de su inteligencia como valor superior, y la fama es una virtud que favorece el
espíritu de superación, de ampliación del conocimiento y disfrute de los sentidos; por
ello, se considera que el deseo de gloria, prestigio y poder mejora al hombre. A partir de
ahí, nos son conocidos los nombres de los grandes creadores, Giotto, Botticelli, Leonardo,
Miguel Ángel y un largo etcétera de artistas, que experimentan un ascenso en la escala
social luciendo orgullosos sus méritos y títulos cuando los tienen: Zurbarán, por ejemplo,
firmaba como Philipi III(I) Regis Pictor en 1638, pese a que apenas trabajó
ocasionalmente para la Corona, y es bien conocido el ansia de Velázquez por ser
nombrado Caballero de la Orden de Santiago, algo que sólo logró en la última etapa de
su vida.

       No obstante, la costumbre de firmar las obras y darse a conocer se manifiesta en las
llamadas Artes mayores, pero tardará en aparecer en las consideradas menores o
industriales; casos como los de Benvenuto Cellini en Italia o los Arfe en España son
excepciones atribuibles a su enorme talento y a que también cultivaron otras artes tanto
en la práctica como en la teoría. Grandes creaciones artísticas de los siglos XVI y XVII en
campos como la loza esmaltada, la marroquinería, el mobiliario, la tapicería, la rejería o la
relojería, por ejemplo, quedan sin autor conocido por ser consideradas como creaciones
artesanales o de taller, si bien se conocen algunos nombres de entre los más valorados. En
la numismática, por ejemplo, aparecen marcadas en las monedas las iniciales de los
ensayadores y maestros de ceca, responsables de la ley o pureza del metal y de su peso, de
los que respondían con su prestigio personal y sus bienes.

     Sobre todo en los siglos XVIII y XIX, y muy especialmente con el inicio de la
producción industrial de numerosos objetos, muchos de ellos son firmados por sus



                                              24
creadores o por las fábricas que los producen, y sobre todo por éstas. La loza, las
herramientas y armamento de acero fundido, el cuero curtido, e incluso la cerámica
común en algunos casos, llevan el sello de la fábrica, contribuyendo a crear justa fama
mundial de ciertas ciudades o países por la manufactura de determinados productos: loza
de Worcester, Staffordshire, Sargadelos, Manises o Sevilla, porcelana de Sèvres, Meissen o
Capodimonte, acero de Solingen o Sheffield, cuero cordobés, lana inglesa, etc.

Escritura y propiedad

       Una de las grandes ventajas que Eurípides le veía a la escritura es que, gracias a ella,
las personas pueden consignar por escrito las disposiciones testamentarias que estimen
oportuno, evitando las disputas familiares que pueden darse si no existen tales últimas
voluntades escritas. Ya sabemos que, en no pocas ocasiones, incluso la existencia de un
testamento escrito y debidamente registrado tampoco evita las discusiones y hasta la
ruptura en muchas familias, pero por ello cabe preguntarse cómo se resolvería este tipo de
problemas si no existieran los registros escritos. Precisamente, uno de los más fecundos
campos de estudio histórico y antropológico son los registros notariales en que suelen
conservarse los testamentos redactados por generaciones de personas ya desaparecidas; en
ellos se pueden encontrar detallados inventarios de propiedades del testador, incluyendo
inmuebles y todo tipo de enseres de las casas, así como animales, derechos reales, censos,
capellanías, etc., la hijuela es un documento que solía incorporarse aclarando las
particiones y estableciendo la parte que correspondía a cada heredero.

       Pero la propiedad no sólo se expresa en los documentos ad hoc y con intención de
transmitirla a los herederos. Probablemente más antiguo que esto es el interés por
distinguir los objetos con una marca de propiedad inequívoca y a la vista de todo el
mundo que sirva para disuadir a otras personas de apropiárselos, que permita
identificarlos en caso de extravío y, sobre todo, que muestre bien a las claras a quién
pertenecen determinados bienes, especialmente los de prestigio, para transmitir una idea
de su capacidad adquisitiva.

      La marca de propiedad no se limita a los objetos, sino que se utiliza en bienes



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semovientes, como el ganado, marcado de diferentes maneras en las distintas culturas.
Parece que ya en el antiguo Egipto se marcaba el ganado con un hierro candente, siendo
usual en nuestra cultura también la marca con un código de cortes en las orejas para la
identificación de las reses. Pero esa costumbre de marcar a hierro a los animales se ha
extendido también a las personas; los griegos la aprendieron de los persas para marcar a
los prisioneros de guerra y esclavos, y en Roma se practicó con los soldados que eran
licenciados con deshonor y ocasionalmente con los esclavos (stigma). Después, la
costumbre continuó durante la Edad Media y fue exportada por los españoles a América;
ya en 1511 Ponce de León escribe al Rey Fernando el Católico que “Tengo en servicios
(...) lo de haber herrado con una F en la frente a los indios tomados en guerra,
haciéndolos esclavos, vendiéndolos al que más dio y separando el quinto para vos”;
después, llegarán numerosas órdenes reales para tratar de limitar la reducción a esclavitud
de miles de indios. En la Península, era frecuente que los esclavos moriscos se marcaran en
lugares visibles, preferentemente el rostro, con las letras, “S” e “I”, es decir, Sine Iure (Sin
derecho) que solían leerse “es-clavo”, señal inequívoca de la condición infrahumana que se
había aplicado a la persona que lo llevaba. El hierro con que se marcó a los miles de
esclavos africanos secuestrados de sus países y llevados a la fuerza a América y Europa se
llamó en España “carimbo”, voz portuguesa que denota la principal vía de exportación de
los esclavos, y no fue suprimido legalmente hasta 1784, aunque la esclavitud siguió siendo
legal en la Península hasta 1837, y hasta 1880 en Cuba.

       Así pues, la antigua y duradera voluntad de marcar los objetos con el nombre de
quien los posee o los ha adquirido, es ahora para el estudioso un excelente canal de
información sobre detalles del uso y datación de aquéllos. La expresión más usual para
denotar esta propiedad sobre los objetos es el conocido “Soy de…” que aparece en
multitud de piezas de todo tipo: espadas, cuchillos, zurrones, carteras, mantas, toallas,
fajas, medias, piezas de cerámica, joyas, etc. Como ejemplo, una de las espadas que
aparece en el catálogo de la Real Armería de Madrid con la leyenda “Soy de Andrés
Mateo de Maroçola y Aragón”, fechada ya en el siglo XV. Además de esta expresión es
corriente que aparezca el nombre de pila de la persona, a veces también los apellidos, y
ocasionalmente la fecha; también es muy frecuente que el nombre sea sustituido por las
iniciales o algún anagrama identificador de la persona. Quien ha marcado el objeto suele



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ser el propietario mismo cuando se trata de objetos que no requieren de un equipamiento
tecnológico complejo para su fabricación o individualización, es el caso de las piezas de
madera o asta, corcho o textiles. Pero en casos como la joyería, el cuero, los metales o la
loza decorada, es más corriente que la marca sea introducida por el artesano fabricante de
acuerdo con el encargo hecho por el cliente, tal es el caso de los priores del monasterio de
El Escorial, que desde finales del siglo XVII y hasta 1723 encargaron a alfares de Talavera
las vajillas monacales generando una riquísima colección que hoy se halla dispersa en
numerosas colecciones públicas y privadas.

       Dado que no siempre se disponía de los medios o posibilidades para marcar
personalmente las piezas, se generalizó en España una forma de denotar propiedad más
asequible y versátil, ya que los objetos eran más fácilmente transferibles cuando llevaban la
leyenda “Viva mi dueño”. La expresión aparece en multitud de objetos de diferentes
tipos, sobre todo en el siglo XIX; con mucha profusión la vemos en cuchillos y navajas,
donde adquiere casi infinitas variedades: “Que viva mi dueño que no es un guaja es un
mozo valiente con la navaja”, dice la hoja grabada de una navaja albaceteña
decimonónica, y aparece también en bordados de la indumentaria popular, generalmente
hechos por las mujeres sobre complementos del atuendo de sus novios o esposos: “Viva
mi dueño”, “Ni me presto ni me doy sólo de mi dueño soy”, o “viva el que baila y yo”,
puede leerse en prendas de antiguos trajes maragatos. La expresión alcanzó tal difusión en
su época que terminó dando título a la segunda pieza de la trilogía El Ruedo Ibérico, con
que Ramón María del Valle Inclán retrata el asfixiante ambiente del final del reinado de
Isabel II y su atmósfera de ignorancia y corrupción creada por los militares en el gobierno,
de quien dice que “todos tienen escrito en sus gloriosos aceros el viva mi dueño de las
cachicuernas”.

Escritura y mensaje

      Verba volant, scripta manent, dijo Cayo Tito, “las palabras vuelan, los escritos
permanecen”. Aunque se puede interpretar en dos sentidos, la frase incide sobre la
fugacidad o volatilidad de lo que se habla, frente a la permanencia en el tiempo de aquello
que queda fijado mediante la escritura, su significado pueden entenderlo todos los que



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conozcan el código utilizado al escribirlo incluso muchas generaciones después de que
haya desaparecido el autor. Esta cualidad es muy valorada durante la Edad Media, sobre
todo en el campo del Derecho, por eso Alfonso X el Sabio señala en la III Partida que “el
antigüedad de los tiempos, es cosa que faze a los omes olvidar los fechos pasados. E por
ende fue menester que fuese fallada Escritura, porque lo que antes fuera fecho non se
olvidasse, e supiessen los omes por ella las cosas que eran establecidas, bien como si de
nuevo fuessen fechas. E mayormente porque los pleytos e las posturas e las otras cosas que
fazen e ponen los omes cada dia entre si, los unos con los otros, non pudieren venir en
duda o fuessen guardadas en manera que fuessen puestas”.

       Sin duda, ésta es una de las principales utilidades de la escritura, más allá de servir
como canal de comunicación a larga distancia merced a los actuales soportes del
hipertexto en la red universal; es decir, el mensaje que se transmite mediante la escritura
tiene la virtud de quedar fijado en una forma estable para el futuro, si bien las nuevas
tecnologías están haciendo que incluso aquello que está escrito años atrás pueda seguir
aumentando, corrigiéndose o modificándose mediante su circulación en la red global que
es Internet.

       Sin perjuicio de todos los revolucionarios cambios que está propiciando la
sustitución del soporte papel por el soporte magnético u óptico, la escritura tiene como
misión la de emitir mensajes, la de trasladar información. Esto es importante, pero no es
lo mismo información que comunicación, la primera es transmitida de forma unilateral,
pero la segunda requiere la multilateralidad, la participación de varias personas; la
escritura ha sido siempre un medio de información, especialmente desde la invención de
la imprenta, pero el desarrollo tecnológico ha hecho que en la actualidad la escritura sea
enfocada desde la interactividad como uno más de los medios de información, y no
precisamente el más atractivo y usual, sobrepasado en el uso por la televisión, la radio, la
música o la propia Internet.

       Tradicionalmente, por medio de la escritura se ha transmitido todo tipo de
mensajes, ya hemos visto algunos de ellos, referidos a la identificación, la dedicatoria, la
autoría o la propiedad, pero hay muchas otras posibilidades, desde la carta de amor a la



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cita a través del mensaje de teléfono móvil, pasando por los asientos contables de todo
tipo. Las posibilidades son infinitas, y así quedan reflejadas en objetos tan sencillos como
el libro de modelos de un orive cacereño; en él, el artesano resume los conocimientos
técnicos que a su vez recibió de su padre o abuelo, que le precedieron en el oficio;
mediante el dibujo deja un registro permanente para sí mismo y para sus continuadores
(tal vez un hijo, un sobrino) de la manera de fabricar joyas estandarizadas y repetidas de
generación en generación, y el texto le sirve para explicar el peso de metal que debe
utilizarse, incluso el precio a que se debe cobrar la “hechura”. Es todo un compendio de la
profesión escrito para permanecer.

       Una intención en cierto modo similar se adivina en las placas visigodas de pizarra
que sirven para dejar constancia de cuentas cuyo significado se nos escapa, pero pudieron
servir en todo caso para fijar los resultados de alguna actividad fabril, comercial o
ganadera. Y mucho más lúdica es la utilización de la escritura sobre piezas como las jarras
que se exponen, dedicadas a la diversión y sociabilidad vinculada al consumo público de
bebidas alcohólicas; los lemas plasmados sobre las piezas, correspondientes a distintas
culturas, coinciden en incitar al disfrute de la vida por encima de las dificultades y
amarguras de la vida cotidiana. Este mensaje positivo, universal y atemporal, que no es
otro que el Carpe diem, resume en unas pocas frases toda una filosofía de vida para
tiempos difíciles que nuestros antepasados quisieron transmitirnos a través del tiempo, y
lo hicieron, como no podía ser menos, mediante la escritura. Lo dejaron escrito en el
tiempo.




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Catálogo
Escritura
   sin
escritura
Dibujo de la estela decorada de
               Cabañ
     Solana de Cabañ as
     Juan Cabré Aguiló (1882-1947)
     Plumilla sobre papel
     Alt.: 53,5 cm.; anch.: 29,5 cm. (huella)
     Nº Inv.: D8.185

     La estela de Solana de Cabañas, de la Edad del
     Bronce, fue depositada en el Museo
     Arqueológico Nacional por Mario Roso de Luna,
     y representa una figura humana con su lanza,
     espada, espejo, casco, escudo y carro.
     Su función podría ser funeraria o delimitadora de
     territorios. El autor del dibujo, Juan Cabré, está
     considerado como uno de los pioneros de la
     Arqueología española; sus descendientes donaron
     el diseño al Museo de Cáceres.
     (Bibl.: Cabré, 1923)




     Calco de panel pintado de la cueva de
     Maltravieso
     Carlos Callejo (1911-1993)
     Lápiz negro y rojo sobre papel vegetal
     Alt.: 46 cm.; anch.: 30 cm.
     Nº Inv.: 7.264

     Las pinturas paleolíticas de la cueva de
     Maltravieso fueron descubiertas por el
     conservador del Museo de Cáceres Carlos Callejo
     en 1956. Los calcos que de ellas realizó sirvieron
     para dar a conocer el conjunto a la comunidad
     científica a través de diversas publicaciones; los
     paneles, formados por improntas de manos,
     puntos y líneas son considerados hoy como la
     principal muestra del arte rupestre pleistoceno en
     la Meseta central.
     (Bibl.: Callejo, 1970: P. VII, 167)



35
Ídolo placa del dolmen de Trincones
     Alcántara, IV-II milenio a. C.
     Pizarra
     Alt.: 3,6 cm.; anch.: 4,7 cm.; gr.: 0,4 cm.
     Nº Inv.: D7.561

     Las placas decoradas, denominadas ídolos,
     aparecen en los ajuares funerarios de los
     dólmenes. Algunas de ellas no están decoradas,
     tal vez estuvieran pintadas; las decoradas
     reproducen nítidamente los rasgos humanos: la
     nariz, los ojos marcados y perforados, los brazos,
     las manos entrelazadas y motivos de lo que
     parece ser la vestimenta. Estas representaciones
     nos hablan del valor simbólico de lo humano
     para estas gentes.
     La placa apareció en las excavaciones de 1998.
     (Bibl: Bueno et al., 2000: 159).




     Placa grabada
     Cueva de El Conejar (Cáceres), X milenio a. C.
     Pizarra
     Alt.: 3,6 cm.; anch.: 4,7 cm.; gr.: 0,4 cm.
     Nº Inv.: 6.908

     Los cambios en la forma de vida y en la
     mentalidad de las gentes del Epipaleolítico se
     reflejan en las manifestaciones artísticas, que se
     hacen más escasas y se limitan fundamentalmente
     al arte mueble. Los objetos se decoran mediante
     grabados de tendencia rectilínea y geométrica,
     como la placa aparecida en la Cueva de El
     Conejar en las excavaciones de 1981, decorada
     mediante líneas grabadas paralelas que completan
     toda la superficie en ambas caras, reflejo de un
     arte más conceptual y racionalista.
     (Bibl.: Cerrillo, 1999: 116).



36
Sello basculante
     Talavera la Vieja (Bohonal de Ibor), finales del
     siglo VII o inicios del VI a. C.
     Bronce
     Alt.: 6,4 cm.; anch.: 3,8 cm.; gr.: 1,5 cm.
     Nº Inv.: D2.992

     Este sello es un objeto de importación,
     posiblemente fenicio o púnico, que recrea
     modelos de Egipto y representa en una de sus
     caras a un león tumbado, con las fauces abiertas,
     en actitud amenazante. El león representa la
     realeza y autoridad; usado por las aristocracias
     locales como símbolo de su prestigio, dejaría su
     impronta como emblema de propiedad y poder
     sobre superficies blandas a la vista de todos.
     Procede de un hallazgo casual de 1995.
     (Bib.: Jiménez, 2006: 92).




     Tésera zoomorfa
     Villasviejas del Tamuja, Botija, siglos II-I a. C.
     Bronce
     Alt.: 1,9 cm.; anch.: 5,3 cm.; gr.: 1 cm.
     Nº Inv.: 6.238

     La tésera es una tablilla de bronce o plata que
     expresa la hospitalidad entre pueblos o personas.
     Introducida por los romanos en la Península
     Ibérica, estas piezas tuvieron una amplia difusión
     y estaban escritas en lengua ibérica. Nuestra
     Tessera hospitalis representa la cabeza de un lobo
     o perro en relieve y el dorso liso sin inscripción.
     Posiblemente más comunes que las que ofrecen
     inscripción, hecho normal en una sociedad
     mayoritariamente analfabeta, la tenencia del
     objeto ya transmitía la idea sin necesidad de
     escritura.



37
Estela decorada o de guerrero
     Cabezo de Almoroquí, Madroñera, siglos X-VIII
     a. C.
     Cuarcita
     Alt.: 58 cm.; anch.: 40 cm.; gr.: 12 cm.
     Nº Inv.: 624

     La estela representa una figura humana, con las
     piernas decoradas por alguna vestimenta. Del
     tronco parte un escudo circular, y un brazo porta
     una lanza y otro objeto interpretado como una
     fíbula. Las estelas decoradas o de guerrero están
     ampliamente representadas en la geografía
     extremeña, sin conocerse su significado exacto, lo
     representado en todas constituía una forma de
     comunicación que las gentes del Bronce final
     sabrían interpretar sin necesidad de escritura.
     (Bibl.: Beltrán, 1973: 109).




38
Escrituras
Escarabeo egipcio
     Talavera la Vieja, siglos VII-VI a. C.
     Piedra cristalina (Anfibolita o Esteatita)
     Alt.: 1,2 cm.; anch.: 0,9 cm.; gr.: 0,7 cm.
     Nº Inv.: D2.994

     Los escarabeos egipcios son comunes en
     enterramientos del periodo orientalizante y
     llegaron a la Península Ibérica a través de
     comerciantes fenicios. Eran considerados objetos
     de prestigio pese a no comprender la escritura
     jeroglífica. Se representa una figura femenina,
     Isis, su hijo Horus, y debajo escrito “favorito de
     la dorada”, el propietario considera que la diosa
     le protege.
     Procede de un hallazgo casual de 1995.
     (Bibl.: López y Velázquez, 2006: 115).




     Fragmento de galbo con escritura
     celtibé
     celtib é rica
     Villasviejas del Tamuja, Botija, siglos V-IV a. C.
     Cerámica
     Alt.: 4,7 cm.; anch.: 4,3 cm.; gr.: 0,8 cm.
     Nº Inv.: 6.230

     La llegada de comerciantes fenicios de la ciudad
     de Tiro y de su colonia Cartago, supone la
     irrupción del alfabeto fenicio en la Península.
     Partiendo de él, los distintos pueblos hispánicos
     lo utilizarán para transcribir sus lenguas,
     adaptándolo a sus propios sonidos fonéticos, o
     bien ideando nuevas letras. Estas escrituras aún
     hoy en día nos son en gran parte desconocidas.
     El fragmento apareció en las excavaciones de
     1976.
     (Bibl.: Hernández, 1985: 221).



41
Moneda: unidad de Tamusia
     Ceca: Villasviejas del Tamuja (Botija), inicios del
     siglo I a. C.
     Bronce
     Ø: 2,3 cm.; peso: 6,67 gr.
     Nº Inv.: 7.176

     Las monedas de Tamusia presentan un anverso
     con cabeza masculina entre dos delfines y al
     reverso un jinete lancero y debajo en escritura
     celtibérica: TAMUSIA. Es la única ceca
     celtibérica fuera del núcleo del valle del Ebro;
     dado que los vetones, habitantes de la zona,
     nunca acuñaron moneda, esto confirmaría las
     palabras de Plinio sobre gentes de la Celtiberia en
     Lusitania. La emisión posterior de otra moneda
     con leyenda latina TAMUSIENSI y la evolución
     del topónimo hasta Tamuja, indica sin duda que
     se trata del mismo lugar.




     Moneda: didracma griego
     Ceca: Neapolis, Campania, ca. 380-280 a. C.
     Plata
     Ø: 2 cm.; peso: 6,92 gr.
     Nº Inv.: 7.269

     Hacia el siglo VIII a. C., los griegos adoptan y
     modifican el alfabeto fenicio, adaptándolo a su
     lengua, gracias a los contactos con comerciantes
     fenicios. Los griegos se expanden por todo el
     Mediterráneo fundando colonias y llevando su
     lengua; en el sur de la Península Itálica, en la
     Magna Grecia, fundan la ciudad de Neapolis, la
     actual Nápoles. En la moneda acuñada allí el
     anverso presenta una cabeza diademada de Ninfa,
     y el reverso un toro con cabeza de hombre siendo
     coronado por una Niké alada, en el exergo está
     escrito en griego NEOPOLITHS.
     (Bibl.: Callejo, 1957: 4).


42
Moneda: dracma griego
     Ceca de Magnesia, Reinos Helenísticos, 319-305
     a. C.
     Plata
     Ø: 1,8 cm.; peso: 4,17 gr.
     Nº Inv.: 7.268

     A la muerte de Alejandro III, más conocido
     como Magno, los generales macedonios
     dividieron el Imperio creando los reinos
     helenísticos, pero continuaron acuñando moneda
     a su nombre en distintas ciudades durante varias
     décadas.
     Presenta un anverso con la cabeza de Herakles
     con piel de león y en el reverso a Zeus
     entronizado, con delfín nadando en vertical y
     con la leyenda detrás de ALEXANDROU.




     Moneda: as de Obulco
     Castro de Valdecañas (Almaraz), siglo II a. C.
     Bronce
     Ø: 2,9 cm.; peso: 12,19 gr.
     Nº Inv.: D6.595

     Con la llegada de los romanos, aparece el latín a
     finales del siglo III a. C., que empezará a convivir
     con las escrituras prerromanas hasta imponerse.
     En esta moneda el anverso tiene la leyenda
     OBVLCO, delante de una cabeza femenina y en
     el anverso, entre un arado y una espiga, dos líneas
     de escritura ibérica meridional: URKAILTU y
     NESELTUKO. De amplia dispersión, estas
     monedas siguen el patrón púnico con su
     iconografía asociada hasta el siglo I a. C., en que
     asumen ya pesos y medidas romanas, así como la
     escritura latina.



43
Tabula funeraria
     El Palomar, Montánchez, siglos I-II d. C.
     Mármol
     Alt.: 41 cm.; anch.: 71 cm.; gr.: 5,5 cm.
     Nº Inv.: 5.748

     La tabula, que cubría una sepultura, dice: [ .]
     Marcius L(uci) · l(ibertus) · Baccinus
     an (norum) · LV · h(ic) .s(itus) · e(st) · Kania ·w
     (mulier) · l(iberta) ·Phirallis uxor · pos(t)
     mor(tem) faciendum curavit, cuya traducción es
     “...Marcio Baccino, liberto de Lucio, de 55 años,
     aquí yace. Su esposa Kania Phirallis, liberta de
     mujer, tras su muerte, procuró hacerlo”.
     Con la llegada de los romanos el latín terminará
     imponiéndose sobre las lenguas vernáculas del
     Mediterráneo Occidental, evolucionando con
     posterioridad en las distintas lenguas romances.
     (Bibl.: Esteban y Salas, 2003: 94).




     Fragmento de galbo con inscripción
                            inscripció
     Santa Lucía del Trampal (Alcuéscar), siglos VIII-
     IX d. C.
     Cerámica
     Alt.: 3,4 cm.; anch.: 3,8 cm.; gr.: 0,5 cm.
     Nº Inv.: D7.157

     De los escasos testimonios de escritura árabe en la
     provincia de Cáceres, este es el único aparecido
     sobre una cerámica. Lo breve del texto, sólo
     conserva dos signos árabes, parece que se refiere a
     una basmala sencilla, es decir bi-s[m Allah] “En
     el nombre de Dios” que iría seguido de la
     fórmula “el Clemente, el Misericordioso”
     habituales en esta clase de textos, o bien podría
     tratarse del inicio de un nombre propio, tal vez
     Yusuf o Yisuf, escrito en forma dialectal.
     (Bibl.: Barceló, 1999: 209).



44
Fragmento de plato
     Talavera de la Reina (Toledo), siglo XVI
     Loza esmaltada
     Alt.: 11,4 cm.; anch.: 7 cm.; gr.: 0,7 cm.
     Nº Inv.: D6.336

     Fragmento del fondo de un plato perteneciente a
     la serie blanca dedicada, dentro del grupo de la
     inscripción IHS, abreviatura del nombre de Jesús
     en letras griegas mayúsculas. Ésta suele aparecer
     en letra gótica exenta o en el interior de un
     escudo en el centro de la superficie decorada de
     las piezas. Suele fecharse en la primera mitad del
     siglo XVI.
     El fragmento procede de las excavaciones
     arqueológicas llevadas a cabo en el Monasterio de
     Yuste en 1999.




     Inscripción funeraria islámica
     Inscripció            islá
     Trujillo o Cáceres, año 475 de la Hégira, 1082
     Granito
     Alt.: 38 cm.; anch.: 32 cm.; gr.: 16 cm.
     Nº Inv.: 7.182

     La inscripción dice: “Bn 'Amrun apiádese de él /
     Dios, murió el día / primero de sa'aban / del año
     cinco setenta y cuatrocientos”. Se trata de una
     lápida sepulcral con un trabajo muy tosco; el
     profundo trazado inciso de las letras está
     realizado en un cúfico muy simple e incompleto,
     faltando el encabezamiento con la basmala.
     La fecha está incompleta y es de difícil lectura,
     pero debe corresponder al año 475 / 1082,
     pertenecería a la época de los Reinos de Taifas.
     (Bibl.: Pavón, 1970: 199-201).




45
Soportes
 para la
escritura
Torrejoncillana”
     Botella de gaseosa “La Torrejoncillana”
     Torrejoncillo, siglo XX
     Vidrio, acero y cerámica
     Alt.: 31,5 cm.; Ø base: 8 cm.
     Nº Inv.: D7.629

     La fábrica de “La Torrejoncillana” debió
     comenzar a funcionar a finales del siglo XIX o
     inicios del XX; se trató de un negocio familiar
     que pasó del fundador a sus hijas y
     posteriormente al nieto, Domingo González
     Moreno, quien se hizo cargo de la fabricación
     hacia 1964, manteniéndola en funcionamiento
     hasta 2008. Además de la gaseosa, vendía bebidas
     refrescantes de distintos sabores y licor sin
     alcohol por todas las poblaciones de los
     alrededores de Torrejoncillo.




     Luminaria de cementerio
     Villanueva de la Serena (Badajoz)
     Vidrio y latón
     Alt.: 47,5 cm.; Ø máx. 20 cm.
     Nº Inv.: D8.207

     La abreviatura D. E. P. (Descanse en Paz) es la
     fórmula que en el mundo hispano sustituyó al
     conocido R. I. P., (Requiescat in Pace) que se
     utilizó y sigue usándose en todo el orbe cristiano.
     Fórmulas similares se vienen usando desde la
     Antigüedad para desear el descanso de los
     difuntos (S. T. T. L., Sit tibi terra levis, Que la
     tierra te sea leve, ó H. S. E., Hic situs est, Aquí
     yace). El anagrama D. E. P. pintado sobre el
     vidrio revela el uso funerario de esta lámpara en
     la que ardería un cirio por el ánima del difunto.
     Fue donada por Dña. Milagros Bornay en 2010.



49
Jarro
                                                     Montehermoso
                                                     Cerámica enchinada
                                                     Alt.: 29 cm.; Ø máx.: 21 cm.; Ø base 10,3 cm.
                                                     Nº Inv.: 2.799

                                                     La técnica del enchinado permite incluir textos
                                                     sobre la cerámica, ya sea de uso cotidiano o para
                                                     ocasiones especiales. Para ello, el cuerpo de la
                                                     vasija se decora con dibujos realizados con
                                                     pequeñas piedras de cuarzo blanco adheridas al
                                                     barro aún fresco y antes del horneado, simulando
                                                     motivos vegetales y, en este caso, un texto.
                                                     En el pasado la técnica fue usual en Zarza la
                                                     Mayor, Montehermoso, Plasencia, Arroyo de la
                                                     Luz, etc. Hoy solamente se mantiene en Ceclavín
                                                     y en Nisa (Portugal).
                                                     (Bibl.: González, 1976: 199)




Cucharó
Cucharó n
Provincia de Cáceres                                piezas del ajuar doméstico lleven diferentes textos.
Madera                                              Este rudo cucharón colgadero, con pala en forma
Alt.: 40 cm.; anch.: 7,5 cm. ; gr.: 2,7 cm.         triangular y grueso mango, es un ejemplo de ello;
Nº Inv.: D1.748                                     presenta un corazón inciso y las iniciales C.M.V. y
                                                    en el extremo, la letra J, seguramente iniciales de
La facilidad de escribir sobre la madera por        su propietaria.
medio de la incisión hace que multitud de           (Bibl.: González, 1976: 303).




                                               50
Polvorí
     Polvorín
     Provincia de Cáceres
     Asta de bóvido
     Alt.: 29,5 cm.; anch. máx.: 8,2 cm..
     Nº Inv.: D1.751

     Contenedor de pólvora usado para la caza,
     presenta una profusa decoración incisa con
     distintos temas, como una sirena rodeada de
     peces, un mayoral a caballo, una vaca y un toro,
     un perdigón y una perdiz, un oso tocando el
     cuerno y escenas taurinas, de pastoreo y de caza.
     No falta una inscripción con el nombre,
     probablemente del autor, "ANDRÉS
     SÁNCHEZ".
     (Bibl.: González, 1976: 304).




     Vaciados con impronta de moneda
     Museo Británico (Londres, Reino Unido), 1969
     Yeso
     Ø: 2 cm.; gr.: 0,4 cm.
     Nº Inv.: 7.261 y 7.262

     Los vaciados de monedas en yeso, práctica hoy en
     desuso, se utilizaron para completar colecciones.
     Este vaciado se solicitó al Museo Británico que
     cuenta con un ejemplar de un tremis visigodo
     acuñado por el rey Chintila (636-639), en el cual
     puede leerse en el anverso +CHINTIL·A·RE, y
     en el reverso + VALEN / T / IAPIUVS.
     La moneda se acuñó en la ceca de Valencia; el
     estilo lusitano, algo tosco, llevó a situar la ceca en
     Valencia de Alcántara, pero hoy sabemos que se
     trata de la ciudad levantina.




51
Teja curva
     Barrio de San Antonio (Cáceres), 1674
     Cerámica
     Alt.: 43 cm.; anch.: 19 cm.; gr.: 1 cm.
     Nº Inv.: 7.258

     La inscripción de la teja dice “Martin san / chez
     monrroi me / izo en los fornos / tejeros ano de
     1674 / años aiudauale alo / nso garzia maiorga /
     vezino suio y uiuian / en el uariio de san anto /
     nio &a / En Cazeres”, es decir, “Martín Sánchez
     Monroy me hizo en los hornos tejeros, año de
     1674 años. Ayudábale Alonso García Mayorga
     vecino suyo, y vivían en el barrio de San
     Antonio, etc. en Cáceres”.
     Es un caso excepcional de firma y fecha de los
     autores en un elemento tan sencillo y humilde
     como una teja.




     Cuchillo de mesa
     Solingen (Alemania)
     Acero y Plata
     Alt.: 24,5 cm.; anch.: 2,1 cm.; gr.: 1,4 cm.
     Nº Inv.: D2.828

     Parte de una cubertería de familia burguesa, el
     cuchillo lleva varias marcas acuñadas que
     identifican el fabricante y la calidad de la plata
     que envuelve el mango. Por éstas sabemos que
     fue fabricado por la Casa Weyersberg de
     Solingen, fundada en 1883 pero con una
     tradición familiar de manufactura de armas
     blancas para el ejército que se remonta a la Edad
     Media, de ahí el logotipo de la corneta que
     identifica la marca.
     Fue donado al Museo por D. Fabriciano Valiente
     Blas en 1993.



52
Sello pendiente
     Granadilla, Edad Media
     Cera tintada
     Ø: 9 cm.; gr.: 0,3 cm.
     Nº Inv.: 2.347

     El sello de cera alcanza una gran difusión en la
     Edad Media; pese a que en la corona de Castilla
     se utilizaba en su color, éste está tintado en rojo.
     Se unía a los documentos mediante tiras de
     cuero, seda, cáñamo o pergamino.
     El anverso representa un león rampante a la
     izquierda, y en la orla la leyenda: (SIGILVM
     D)E: CONCILII (una granada) DE
     GRANA(DA); en el reverso un granado con sus
     frutos y en la orla +SIGILVM ..CO(NCILII)
     ...DE GRANADA (una granada)
     Es donación de J. Castell y G. Llabrés.




     Moneda: un escudo
     Juana y Carlos, ceca de Segovia, 1543-1556
     Oro
     Ø: 2,1 cm.; peso: 3,14 gr.
     Nº Inv.: 7.177

     La gran afluencia de oro hacia España en el siglo
     XVI hizo necesaria una política monetaria para
     protegerlo frente al oro francés e italiano. El
     sistema bimetalista español de Carlos I (V de
     Alemania), impuso la onza de oro y el real de a
     ocho de plata como sistema universal de
     comercio de todos los estados que comerciaban
     en el Mediterráneo y América, perviviendo hasta
     el siglo XIX.
     En el anverso leemos “IOANA ET KAROLVS
     DEI”, en el reverso “HISPANIARVM REGES
     (SICIL)”.



53
Azulejo
     Padrón (A Coruña), 1408-1445
     Cerámica esmaltada
     Alt.: 17,3 cm.; anch.: 17 cm.; gr.: 2 cm.
     Nº Inv.: 2.648, 2.649 y 2.651

     La resistencia que aporta el vidriado a los azulejos
     hizo de éstos un soporte muy duradero y
     relativamente económico para la escritura. Este
     ejemplar procede del castillo de la Rocha Blanca;
     decorado en azul cobalto sobre fondo
     estannífero, al centro representa el sombrero de
     peregrino sobre el que se disponen tres veneras
     formando un triángulo. El marco que rodea la
     composición se decora con roleos vegetales a los
     lados y la leyenda "SENTHIAGO“ arriba y
     abajo respectivamente.
     (Bib.: Franco, 2006: 92, 93 y 95).




     Cartilla “Rayas”
               Rayas”
     Editada en Serradilla, 1964
     Papel impreso
     Alt.: 19,5 cm.; anch.: 13,3 cm.
     Nº Inv.: D7.603

     El método Rayas de lectura y escritura fue creado
     por el maestro natural de Serradilla (Cáceres)
     Ángel Rodríguez Álvarez (1877-1962); supuso
     una auténtica revolución pedagógica al abordar a
     la vez el aprendizaje de la lectura y de la escritura.
     Publicado desde 1904, el método se comenzó a
     imprimir en Serradilla y después en Plasencia
     hasta 1975, vendiendo 40 millones de ejemplares
     en España y América.
     Este ejemplar es de la Cartilla Segunda,
     distribuido por la Librería Papelería “San
     Miguel” de Garrovillas.



54
Escarcela
     Provincia de Cáceres
     Lana de colores
     Alt.: 27,5 cm.; anch.: 7,5 cm..
     Nº Inv.: D1.869

     La escarcela es una especie de bolsa que pendía
     de la cintura en la que los hombres llevaban
     monedas u otros pequeños objetos, y su nombre
     deriva de una pieza de la armadura que cubría
     esta parte del cuerpo.
     Adornada con una colorista decoración
     geométrica a punto de media en azul, rosa y
     amarillo, lleva tejidas las letras que identifican al
     propietario, “Jesús Pérez”.
     (Bibl.: González, 1976: 190)




     Sello con la leyenda “Aceite”
                           Aceite”
     Salvatierra de Santiago
     Corcho
     Alt.: 3,5 cm.; anch.: 3,8 cm.
     Nº Inv.: D8.147

     El corcho es un material muy fácil de trabajar y
     bastante resistente al paso del tiempo; además, su
     permeabilidad lo hace idóneo para la fabricación
     de sellos como el que se presenta.
     Es un sello de impronta redonda cuyo mango
     tiene forma pseudocónica paras facilitar el agarre;
     su leyenda “ACEITE” debió servir para la marca
     de productos controlados por el Ayuntamiento
     de Salvatierra de Santiago, de donde procede.
     Aún conserva restos de la tinta azul usada para
     estampar la palabra.
     Fue donado por D. Marcelino Moreno Morales.



55
Precinto
     Barcelona, encontrado en Trujillo, siglo XX
     Plomo
     Ø: 2,1 cm.; gr.: 0,3 cm.
     Nº Inv.: D7.999

     El plomo, por su maleabilidad, fue usado como
     sello en privilegios y concesiones de carácter
     permanente, debido a su mayor durabilidad
     frente a la cera. El sello de plomo, denominado
     bula, fue característico de la cancillería pontificia.
     Con el correr de los tiempos estos sellos
     perdieron su importancia y dejaron de usarse.
     Este perteneció a algún tejido, la inscripción en
     relieve dice: FABRICA DE TEJIDOS DE
     PUNTO, en el reverso GOMEZ.
     BARCELONA. Hoy en día aún se usan para
     precintar instalaciones eléctricas.




     Laja de piedra con grabados rupestres
     Cañaveral, siglo XX
     Pizarra
     Alt.: 57 cm.; anch.: 100 cm.; gr.: 6 cm.
     Nº Inv.: D8.203

     La escasa dureza de la pizarra y su abundancia la
     han convertido en un material idóneo en el cual
     escribir, desde los grabados paleolíticos hasta
     nuestros días. En esta laja, varios pastores de la
     zona de Cañaveral, plasmaron sus inquietudes en
     las largas jornadas mientras cuidaban del ganado.
     Tomás Ollero, El Lugareño, decoró ésta y muchas
     otras pizarras que han sido salvadas de la
     destrucción por las obras del futuro tren AVE a
     su paso por la localidad altoextremeña.
     (Dibujo: Arturo Domínguez).
     (Bibl.: Domínguez, 2011: 61-66).



56
Escritura
   para
identificar
Albarelo o tarro de farmacia
     Talavera de la Reina (Toledo), siglo XVIII
     Loza esmaltada
     Alt.: 22,7 cm.; Ø máx.: 11,9 cm.; Ø base: 9,9
     cm.
     Nº Inv.: 2.640

     Tarro decorado con colores azul y naranja, con
     cuerpo limitado por una suave ondulación en la
     zona de cuello y base, anillo solero marcado y
     esmalte blanco brillante. Se decora con un
     emblema de la Orden Carmelita inserto en un
     águila bicéfala timbrada por corona real y una
     cartela que identifica el contenido: S. CUMINI
     (Syzgium cumini: jambul). Es de la serie heráldica
     barroca azul, fechable a mediados del siglo XVIII,
     y fue donado en 1908 por Enrique Steva.
     (Bibl.: González, 1976: 248)




     Pesa
     Talavera la Vieja, siglo II d. C.
     Bronce
     Alt.: 10 cm.; anch.: 17 cm.; gr.: 14 cm.
     Nº Inv.: D6.718

     Este pondus o pesa ha llegado hasta nuestros días
     incompleto, sólo conservamos la caja de bronce,
     faltando la base, el interior que sería de plomo y
     el asa.
     En la pesa está marcado su valor con una incisión
     de cinco líneas verticales atravesada por una línea
     horizontal, lo que podría indicar un peso de 10
     libras, 3,275 kg., pudiéndose tratar de un
     decempondio. La marca de valor en el exterior
     servía para limitar los abusos y oficializar las
     medidas garantizando una mayor equidad en las
     transacciones.



59
nú
     Azulejo con n ú mero de casa
     Talavera de la Reina (Toledo), siglos XVIII-XIX
     Loza esmaltada
     Alt.: 21 cm.; anch.: 21 cm.; gr.: 2,5 cm.
     Nº Inv.: 7.274

     La identificación de algo tan importante como el
     número de la casa en cada calle es algo que se
     viene utilizando desde antiguo, aunque no se
     conservan muchos ejemplares de este tipo de
     placas.
     En Cáceres solían encargarse a alfares de Talavera
     hasta el siglo XIX, al igual que sucedía con las
     placas que llevan el nombre de las calles, que son
     del mismo tipo. Posteriormente comenzaron a
     encargarse a fábricas sevillanas, conservándose un
     buen número de ejemplos de ellas por todo el
     casco histórico de la ciudad.




     Azulejo de la Ermita de San Antonio
     Abad
     Cáceres, 1803
     Loza esmaltada
     Alt.: 42 cm.; anch.: 42 cm.; gr.: 2 cm.
     Nº Inv.: 718

     La loza esmaltada es un soporte óptimo para la
     escritura, por su resistencia a las inclemencias del
     clima y su bajo precio en comparación con la
     piedra. Este azulejo estuvo sobre la puerta de la
     desaparecida ermita de San Antonio Abad,
     ubicada en la calle de San Antón de Cáceres.
     Representa al santo titular rodeado de animales y
     la leyenda “REAL HERMITA DE SAN
     ANTONIO ABAD AÑO DE 1803”.
     Fue donado por D. Pedro Vidal en 1920.




60
Reproducció
     Reproducció n de ponderal
     Finales del siglo XIX
     Bronce
     Alt.: 7,5 cm.; anch.: 7,6 cm.; gr.: 0,3 cm.;
     peso: 71,9 gr.
     Nº Inv.: 573

     Esta reproducción de una pesa romana en bronce
     lleva una inscripción en alfabeto griego en ambos
     lados, que dice: “Año 14, en el consulado de
     T(itus) Iul(ius) Claudio Severo, ejerciendo el
     cargo de agoránomo Menestheus Chrestos,
     bilibra itálica”.
     La autoridad y el peso de la pieza, 655 gramos,
     están identificados en el original de plomo, hoy
     desaparecido, que se halló al sur de Roma antes
     del siglo XVIII.
     (Bibl.: Beltrán, 1982: 88).




     Pesa de 2 Kilogramos
     Provincia de Cáceres
     Hierro
     Alt.: 4,5 cm.; Ø base: 9,5 cm.
     Nº Inv.: D2.458

     El Sistema Métrico Decimal fue impuesto
     legalmente en España en 1849, para terminar
     con las diferencias que se apreciaban entre las
     distintas regiones y países en las unidades
     tradicionales que se utilizaban, si bien su uso no
     se generalizó en nuestro país hasta la década de
     1880.
     Esta típica pesa de forma circular con su argolla
     para colgar lleva en relieve la identificación de su
     medida, “2 KILOG.”




61
Pesas de ¼ de adarme
     Siglo XVIII
     Hierro
     Alt.: 1,4 cm.; anch.: 1,4 cm.; gr.: 0,1 cm. en
     ambas; peso: 0,4 y 0,6 gr. respectivamente
     Nº Inv.: 2.499 y 2.500

     El adarme es una unidad de medida castellana
     que equivale a una dieciseisava parte de la onza,
     equivalente a 1,79 gramos. Usado en orfebrería,
     en objetos de poco peso, ha terminado por
     desparecer.
     Estas dos pesas de un cuarto de adarme tienen
     marcas de verificación que le otorgaban validez a
     la medida. Una de ellas tiene un águila coronada
     y las letras I·E coronadas, en otra aparece
     TRV(¿JILLO?) y CAVALERO, posiblemente
     nombres de los propietarios o la autoridad.




     Ficha para el suministro de agua
     Cáceres, ca. 1920
     Cobre
     Ø: 2 cm.
     Nº Inv.: D8.218

     Entre 1899 y 1959 el suministro público de agua
     en Cáceres corrió a cargo de la Compañía de
     Aguas Potables de Cáceres, de titularidad
     privada. El agua era extraída del pozo de la Mina
     Esmeralda y canalizada hasta las fuentes ubicadas
     en distintos puntos de la ciudad, siendo vendida
     mediante estas fichas. La última de estas fuentes
     que funcionó parece que estuvo en la Plaza de la
     Audiencia.
     La ficha, que debe ser de hacia 1920, fue donada
     en 2011 por D. Gaspar Sierra Fernández.




62
Virgen del Carmen
     Establecimiento litográfico de Francisco Mitjana
     (Málaga)
     Piedra litográfica; lápiz litográfico
     Alt.: 30 cm.; anch. 21 cm. (huella)
     Nº Inv.: D1.295

     Entre la importante producción litográfica
     malagueña en la segunda mitad del siglo XIX
     destaca la fábrica de Francisco Mitjana, que toma
     el control del negocio familiar en 1852 y se
     mantiene activo hasta el final de la década de los
     setenta.
     Esta típica estampa devocional incluye la
     identificación de la advocación “Ntra. Sra. DEL
     CARMEN”.
     (Bibl.: Carrete, 2005: 93)




     Moneda: 30 sous
     Ceca de Mallorca, 1821
     Plata
     Ø: 4,2 cm.; peso: 26,70 gr.
     Nº Inv.: 7.271

     En 1821 una epidemia de fiebre amarilla
     despobló la isla de Mallorca y aniquiló gran parte
     de la población; ante el desastre y la ruina del
     consistorio, el Ayuntamiento de Palma se vio
     obligado a reabrir la ceca y acuñar moneda
     fundiendo plata de las iglesias de la isla.
     Esta moneda de necesidad presenta en el anverso
     un campo vacío con cuatro marcas: 1821, FRº,
     VII y el valor de 30.SOUS, 30 sueldos; al
     reverso, en el campo vacío, el escudo de Mallorca
     y la leyenda SALUS POPULI, expresando el
     motivo de esta acuñación, salud del pueblo.



63
Azulejo con nombre de calle
                     Talavera de la Reina (Toledo), siglos XVIII-XIX
                     Loza esmaltada
                     Alt.: 29,1 cm.; anch.: 29,5 cm.; gr.: 2,8 cm..
                     Nº Inv.: D2.936

                     Seguramente, cuando la calle de la Zapatería
                     Vieja de Cáceres cambió su nombre por el de
                     Gabriel y Galán, la placa fue retirada y
                     depositada en el Museo, lo que la salvó de la
                     destrucción.
                     Gracias a ello, tenemos un ejemplo de cómo
                     fueron estas placas, muchas de ellas del siglo XIX,
                     que se podían ver por toda la Ciudad
                     Monumental hasta 2002, en que casi todas
                     fueron inexplicablemente sustituidas por otras
                     nuevas.
                     (Bibl.: Alma, 1998: 44).




                     “Tajo”
                      Tajo”
                     Hilario Bravo (Cáceres, 1955)
                     Serigrafía a cuatro tintas
                     Alt.: 49,7 cm.; anch.: 22,7 cm.
                     Nº Inv.: D7.153
  Imagen
                     En 2007, Hilario Bravo produjo un conjunto de
 disponible          tres serigrafías titulado Dríada, la ninfa sedienta,
                     en alusión a la ninfa de los bosques cuya vida
en la versión        duraba tanto como la del árbol al que se la
                     suponía unida. La carpeta está formada por
  impresa            estampas dedicadas al Parque de Monfragüe y a
                     los ríos Tajo y Guadiana. El artista representa a
                     una ninfa tímida y esquiva, y juega, en este caso,
                     con el nombre del río en los idiomas español y
                     portugués.
                     Fue donada por la Asociación “Adaegina”
                     Amigos del Museo de Cáceres.



                64
Fama”
                     “Fama”
                     Guillermo Pérez Villalta (Tarifa, Cádiz, 1948)
                     Zinc; aguafuerte y aguatinta
                     Alt.: 56,6 cm.; anch.: 40,1 cm. (huella)
                     Nº Inv.: D3.076
  Imagen
                     Villalta es un pintor que no ha descuidado su
 disponible          intervención en todo tipo de soportes artísticos:
                     escenografías para teatro, cerámicas, muebles,
en la versión        tapices, estatuillas de bronce, aguafuertes y
                     litografías. Este grabado, fechado en 1985,
  impresa            representa de forma onírica elementos tomados
                     de la realidad, elevando lo cotidiano mediante la
                     pintura considerada como una de las Bellas Artes.
                     Destacan los efectos de luz, los contrastes y las
                     sombras que los objetos proyectan, y la palabra
                     que le da título, “FAMA”.
                     (Bibl.: Guía, 2001: 143).




                     Stille! (Silêncio)
                     Stille! (Silêncio)
                              Silêncio
                     Avelino Sá (Santa Maria da Feira, Portugal,
                     1961)
                     Fotografía, madera, vidrio y vinilo
                     Alt.: 51 cm.; anch.: 60 cm.; gr.: 21 cm.
                     Nº Inv.: D3.067

                     Pertenece a la serie “Pinturas para Paul Celan”
                     La trayectoria de este artista se ha formado a
                     través de referentes en su obra en que tienen
                     especial importancia referentes como los autores
                     Paul Celan, Robert Walser o los clásicos de
                     Occidente y Oriente.
                     La escritura está presente en su obra,
                     caracterizada por la búsqueda, el paso y la
                     pérdida.
                     (Bibl.: Guía, 2001: 145).




                65
Escritura
  para
ensalzar
Moneda: denario de Augusto
     Ceca desconocida en Italia, 29-32 d. C.
     Plata
     Ø: 2 cm.; peso: 3,9 gr.
     Nº Inv.: 1.572

     En la Antigüedad las monedas eran un medio
     ideal para transmitir ideas y sobre todo
     propaganda política. Augusto creó todo un
     programa ideológico que se representaba en las
     monedas y monumentos, adoptando símbolos de
     la República y presentándose como protector de
     los ciudadanos. En el anverso, cabeza diademada
     de Venus a derecha, cornucopia detrás y ramo
     delante; en reverso, “CAESAR - DIVI F”,
     Augusto con atuendo militar avanza a derecha
     con una lanza en su hombro.




     Moneda: tremis de É gica
     Ceca de Tarragona (687-702)
     Oro
     Ø: 2 cm.; peso: 1,36 gr.
     Nº Inv.: 7.260

     Las primeras acuñaciones visigodas mantienen el
     estilo de las bizantinas, herederas de Roma,
     acuñándose incluso a nombre de Constantinopla
     y de emperadores ya desaparecidos.
     Posteriormente, la amonedación visigoda
     evoluciona hasta tipos propios; en este caso el
     anverso continúa la tradición romana con: busto
     a derecha, “+I·P·N·N·/E/GICAPX”, in dei
     nomina rex Egica, y en el reverso se abandona la
     imagen de la Victoria y se introduce la cruz sobre
     tres peldaños, “+TARRACOI:ST”, Tarraco ivstvs.
     (Bibl.: Callejo, 1962: 247).



69
Moneda: dirham
     Trujillo (Almería, año 404 de la Hégira, 1013)
     Plata
     Ø: 2,4 cm.; peso: 4,48 gr.
     Nº Inv.: 5.497

     Las monedas andalusíes no reproducían
     imágenes, limitándose los textos a leyendas
     religiosas, el nombre de la autoridad que la
     emitía, directamente o por sus delegados, y la
     ciudad donde se acuñaban. Este ejemplar fue
     acuñado por el eslavo Jayram a nombre de
     Hisam II, en la ceca de Al-Mariyya, Almería,
     quien pretendía restaurar el califato tras su huida
     de Córdoba.
     Este dirham supone la primera emisión de un
     reino taifa y a nombre de una ceca que no es al-
     Andalus o Al-Zahra.
     (Bibl.: Navascués, 1957: 7-8).




     Moneda: salut d’ or
     Ceca de Saint-Lô, 1425-1432
     Oro
     Ø: 2,8 cm.; peso: 3,27 gr.
     Nº Inv.: 7.240

     La moneda corresponde a Enrique VI, último
     monarca que reinó sobre Francia e Inglaterra en
     su efímera unión, finalizada con la revuelta de
     Juana de Arco.
     En el anverso, la Virgen recibe una tabla con la
     inscripción AVE del arcángel San Gabriel , la
     leyenda HENRICVS: DEI: GRA: FRACORVM:
     Z: AGLIE: REX.”, “Enrique, por la gracia de
     Dios rey de los franceses y de los ingleses”, y los
     escudos de ambos reinos. Al reverso, XPC
     VINCIT XPC REGNAT XPC PERAT, “Cristo
     vence, Cristo reina, Cristo impera”, cruz latina
     con flor de lis y león pasante.


70
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  • 1. Escrito en el tiempo Escritura y escrituras en la colecci ón colecció Cá del Museo de Cáceres
  • 2.
  • 3. Escrito en el tiempo
  • 4. Consejera de Cultura y Turismo: Excma. Sra. Dña. Manuela Holgado Flores Directora General de Patrimonio Cultural: Ilma. Sra. Dña. Esperanza Díaz García Director del Museo de Cá ceres: Cá D. Juan M. Valadés Sierra EXPOSICIÓ EXPOSICIÓN Organizació Organizaci ó n: Museo de Cáceres Transporte y montaje: Exgoarte. Tomás Gómez Rivero Colaboració Colaboraci ó n; José M. Bozas Aparicio Alexandra Menard Sara Pacheco Cantero CATÁ CAT Á LOGO Edita: Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Extremadura C/ Almendralejo, 14. 06800 Mérida (Badajoz) © Consejería de Cultura y Turismo. Museo de Cáceres Texto: Juan M. Valadés Sierra Fichas de las piezas: Ana García Martín Agradecimientos: José Miguel González Bornay Archivo Histórico Provincial de Cáceres Ana Cristina Rojo Domínguez Miguel Alba Calzado Juan M. Valadés Sierra Arturo Domínguez García José Antonio Estévez Morales Fotografí Fotograf ías: Nuria María Franco Polo Museo de Cáceres Sophie Gilotte María Paz de Hoz García-Bellido Fotomecá Fotomecá nica e impresión: impresió Guillermo Kurtz Schaefer Copegraf S. L. Fabián Lavado Rodríguez Avda. Virgen de Guadalupe, 18 José Maldonado Escribano 10001 Cáceres María Antonia Martínez Núñez E-mail: info@copegraf.es Montaña Paredes Pérez Depó Depósito Legal: CC-798-2011 I.S.B.N.: I.S.B.N .: 978-84-9852-305-8 Cáceres, 2011
  • 5. Escrito en el tiempo Escritura y escrituras en la colección del Museo de Cáceres Museo de Cáceres Mayo – Octubre de 2011
  • 6.
  • 7. Afortunadamente, uno de los aspectos característicos de los museos extremeños es la gran riqueza de sus colecciones; la visita a estas instituciones nos permite formarnos una idea bastante aproximada del devenir histórico y cultural, y de las aportaciones artísticas de nuestra región a lo largo del tiempo y hasta el presente. Gracias al trabajo de varias generaciones de investigadores y museólogos que velaron y velan por el engrandecimiento de los museos, es fácil encontrar en sus salas y almacenes una enorme cantidad y variedad de objetos que encierran gran interés desde el punto de vista de la información que nos aportan. Estas piezas no siempre pueden formar parte de la oferta permanente de los museos extremeños debido a que éstos, como sucede en museos e instituciones de todo el mundo, disponen de un espacio concreto y un discurso museológico que normalmente impide mostrar la totalidad de la colección. Para superar esas limitaciones, los museos acostumbran a llevar a cabo acciones que les permitan dar a conocer esos objetos interesantes pero menos expuestos a la vista del público. El Museo de Cáceres, por ejemplo, lleva catorce años mostrando estas piezas a través de su sección titulada La pieza del mes, al mismo tiempo que ha publicado varios catálogos de sus colecciones, como la epigrafía romana y cristiana, los candiles, las estampas, el conjunto orientalizante de Talavera la Vieja y otros, y por otro lado acostumbra a ceder en préstamo objetos de su colección que son demandados por otras entidades museísticas para exposiciones temporales de todo tipo. Pero no cabe duda de que las muestras temporales organizadas por el propio museo son el mejor medio para que el público y los investigadores conozcan estas piezas que en general se conservan en las salas de reserva en unas condiciones que, ya es hora de decirlo para superar ideas preconcebidas, responden a los mejores patrones de seguridad, conservación y cuidados por parte del personal técnico de los centros. Por todo lo dicho, la iniciativa de ofrecer una interesante exposición temporal formada mayoritariamente por objetos que habitualmente no están en ese selecto grupo de la exposición permanente, es y debe ser algo habitual en cualquier museo. En esta 5
  • 8. ocasión, el Museo de Cáceres ha llevado a la práctica esta idea partiendo de una reflexión acerca del valor de la escritura de todo tipo que puede encontrarse sobre multitud de piezas de su colección, algo que por otra parte sucede seguramente en otros museos, pero sobre lo que habitualmente no nos detenemos a pensar. Los textos plasmados sobre los objetos del museo enriquecen sin duda la información que sobre ellos podemos tener, nos cuentan algo sobre esas piezas, pueden decirnos cuándo se hicieron, quién las hizo o encargó, a quién pertenecieron, dónde se fabricaron, incluso pueden transmitirnos un mensaje o un consejo útil para nuestra propia vida, cientos de años después de haber sido escritos. La exposición Escrito en el tiempo, trata, pues, de mostrar a los usuarios del museo una parte fundamental de nuestro Patrimonio cultural, poniendo en valor piezas menos conocidas de la colección del Museo de Cáceres y haciéndolo de una manera coherente, ofreciendo una visión nueva y original sobre el valor de ese patrimonio y de los textos escritos que contiene. Sin duda es una propuesta que va a interesar a muchas personas, porque a través de ella sabrán más sobre las ideas, pensamientos, necesidades y aspiraciones de quienes nos precedieron en el tiempo, y seguramente comprenderán mejor cómo es y hacia dónde camina el mundo en que vivimos. Dí Garcí Esperanza Dí az Garcí a Directora General de Patrimonio Cultural de la Junta de Extremadura 6
  • 9. Escrito en el tiempo Los objetos que se conservan en los museos son el reflejo de lo que cada sociedad considera que es su patrimonio cultural, y en un cierto sentido tales objetos encarnan lo que podríamos llamar memoria histórica colectiva. Es decir, la sociedad se ve reflejada en los objetos custodiados por los museos, ve en ellos el remanente físico de un pasado, de una memoria como grupo que, lógicamente, es selectiva; ésta, la de la memoria selectiva, es la razón última de que existan más museos de Bellas Artes o relacionados con la agricultura y ganadería tradicionales, que, por ejemplo, museos sobre la esclavitud o los movimientos migratorios. Los objetos de los museos son, pues, el eslabón que une materialmente a la generación actual, y esperamos que a las futuras, con los antepasados, los que ya no están. Cuando nos encontramos ante una azuela de piedra pulimentada neolítica, o ante un candil artesanal de chapa de hierro, hemos de pensar que esos mismos objetos fueron fabricados y utilizados por personas como nosotros, diez o cien generaciones atrás; esas personas ya desaparecieron y generalmente no ha quedado más recuerdo de ellas que los artefactos, éstos son el vínculo físico que nos une a ellas, son la herencia que nos han dejado a todos, de ahí que les demos tanto valor como para conservarlos en los llamados templos de las musas custodiados y expuestos para su disfrute colectivo. Ahora bien, numerosas sociedades humanas han incorporado a su corpus cultural la técnica de la escritura, lo que nos da múltiples posibilidades, entre ellas quizá la más importante es la de fijar la memoria, dejar un recuerdo duradero de las personas y los hechos capaz de traspasar cientos de generaciones. La escritura, como vamos a ver, puede adquirir diferentes formas, realizarse con distintas herramientas y sobre variados soportes, pero el formato que históricamente ha adquirido una mayor importancia es el documento, sobre un soporte convencional (arcilla, papiro, pergamino, papel, magnético) y presentado de diferentes modos (tablillas, rollos, legajos, libros, digital); sin embargo, a 7
  • 10. veces encontramos la escritura, como expresión de esa voluntad de perpetuarse, sobre los objetos mismos, como añadiendo a éstos una información que, por un lado, los individualiza sobre el resto de objetos similares, y por otro los enriquece con un testimonio exclusivo del que los demás carecen y que para nosotros a menudo resulta precioso. Esta circunstancia, la de los textos de todo tipo visibles sobre objetos que forman parte de la colección del Museo de Cáceres, como por otra parte sucede en museos de todo el mundo, es la que nos llevó a reflexionar sobre el valor de tales textos y sobre el interés que ahora tienen para que podamos saber más sobre esas piezas y, especialmente, sobre quienes las fabricaron o utilizaron y sobre lo que pensaban aquellas personas. El conocido aforismo -discutible, por otro lado- según el cual una imagen vale más que mil palabras, podría parafrasearse diciendo que una imagen, con una sola palabra, ya vale mil veces más que sin ella. En esta exposición tratamos de mostrar esa realidad a través de objetos de nuestra colección que, salvo escasas excepciones que se muestran ahora desde una nueva óptica, suelen estar fuera de la vista del público al no formar parte de la exposición permanente, e intentamos hacerlo explicando los diferentes valores que la escritura tiene en sus variadas formas y condiciones incluso desde antes de su propia existencia. El título de la exposición, Escrito en el tiempo, hace referencia precisamente al valor añadido que la escritura supone sobre la materialidad de un objeto a través del tiempo en un espacio delimitado que son nuestras colecciones. Quienes dejaron sobre estas piezas los testimonios escritos que vamos a ver, en realidad estaban escribiendo en el tiempo, superando la dimensión temporal para fijar la memoria de su existencia muchos años, o siglos, después de su desaparición física. Ese es el viaje que proponemos. Escritura sin escritura En cualquier grupo, todo el comportamiento social y el desempeño de las personas en la comunidad depende de la comprensión de los signos de todo tipo; ésta es fundamental para una participación efectiva en toda sociedad, no sólo humana. Las 8
  • 11. hormigas, las abejas, los chimpancés o los perros de las praderas, y por supuesto los humanos, emplean signos cuya interpretación es esencial para la supervivencia y el desarrollo de la sociedad; la especie humana incorporó además el lenguaje, algo universal en todas las culturas, que ha convivido siempre con signos de otro tipo, como el llamado lenguaje corporal, como herramienta útil y decisiva para el intercambio de información. Prácticamente tan común como el lenguaje es el dibujo, una forma de representar la realidad y por tanto de transmitir una información. La habilidad de dibujar revela también la capacidad de representar mentalmente una situación y la facultad de plasmarla convencionalmente en dos dimensiones; un dibujo puede servir para contar una historia o para describir una experiencia o un acontecimiento, pero lo que le separa de la escritura es que no está ligado directamente a las palabras del lenguaje hablado. Una palabra escrita sólo puede leerse de una forma, aunque pueda tener varios significados, pero un dibujo descriptivo puede ser interpretado y explicado de diferentes formas habladas. Muchos estudiosos han observado que ciertos sistemas de escritura se originaron en el dibujo; de hecho, el mecanismo inicial de algunos de los sistemas más antiguos parece que consiste en la representación de determinados objetos en imágenes dibujadas; convertidos en pictogramas, Mano en negativo de la cueva de Maltravieso (Cáceres) estos dibujos fueron adquiriendo la condición de símbolo y asociándose a conceptos o ideas más abstractas que no necesariamente tenían que ver con el objeto representado. Sin embargo, existen manifestaciones gráficas anteriores a la irrupción de los sistemas de escritura, o a su llegada a nuestro entorno geográfico, cuyo valor y significado todavía se nos escapa en gran medida; los investigadores aún discuten sobre, por ejemplo, el significado del arte 9
  • 12. rupestre, tanto del Paleolítico como del esquemático de etapas posteriores en las que incluso ya se conocía la escritura en otras latitudes. En la cueva de Maltravieso, los paneles con manos impresas en negativo en rojo y blanco, o con puntos y trazos en negro, tienen un significado que sólo podemos suponer, tal vez relacionado con algún ritual mágico, con la creencia en el más allá, o quizá simplemente con la voluntad del artista paleolítico de dejar huella de su paso por el mundo. Otro caso de dibujos cuyo significado desconocemos son las representaciones que encontramos sobre estelas pétreas, ya sean antropomorfas, diademadas o de guerrero desde la Edad del Bronce hasta la Edad del Hierro. En ellas aparecen a menudo figuras humanas, algunas claramente femeninas, y otras representando guerreros con su panoplia de armas e incluso carros de caballos; no sabemos si se trata de la imagen de personas y objetos plasmada con una finalidad funeraria o como instrumento de delimitación de un territorio, como creen los investigadores; en todo caso, estas representaciones responden a un código que desconocemos. Estos dos casos son ejemplos de dibujos que sin duda expresan algo, pero lo hacen de una manera ininteligible para nosotros, porque carecemos del código necesario para descifrar esos signos; ¿se trata de una especie de escritura, en el sentido de signos trazados para emitir un mensaje, sin escritura, en el sentido de representación gráfica del lenguaje hablado? Hace ya tiempo que los antropólogos han señalado que diferentes signos utilizados en algunas sociedades podían ser señales mnemotécnicas, marcas hechas para denotar la posesión de un objeto o la delimitación de un territorio, al estilo de las estelas de guerrero o las llamadas tablas de Tartaria. Esto, unido a la evidencia de que todas las culturas se han valido de algún medio de comunicación gráfica, como hemos visto ya desde el Paleolítico, ha hecho que cada vez tenga menos sentido la barrera conceptual que se había trazado entre las sociedades dotadas de escritura y las llamadas “sociedades ágrafas”, con toda la serie de ideas connotativas que acompañaban a la ausencia de escritura como signo de un mayor atraso cultural o de un sistema cultural degradado. 10
  • 13. Escrituras Lo más probable es que la escritura surgiera de la necesidad de plasmar de alguna manera la contabilidad de las operaciones comerciales y económicas en Mesopotamia, primero en unas fichas de arcilla que representaban los bienes negociados, y más adelante en una primera escritura protocuneiforme, que a finales del IV milenio a. C. ya se había convertido en el cuneiforme que conocemos como la escritura más antigua del mundo, una manifestación ideográfica de realidades concretas reproducidas por medio de pictogramas, que terminarían por representar conceptos o ideas abstractas a través de dibujos simbólicos. A partir de esa primera invención, encontramos una evolución y difusión de los sistemas de escritura antiguos al mismo tiempo que, por lo menos, otra invención independiente en América. Hacia el 3100 a. C. aparecen los jeroglíficos arcaicos egipcios, y medio siglo después la escritura del Valle del Indo, de carácter todavía discutido; a principios o mediados del II milenio a. C. se desarrolla en la isla de Creta una escritura jeroglífica, de la que derivarían la escritura Lineal A y Lineal B. En China, las primeras muestras de escritura son de hacia el 1600 a. C., pero sobre todo la irrupción del sistema se encuentra en la Dinastía Shang sin que esté claro si es invención propia e independiente del Próximo Oriente o hay una cierta difusión expresada en una grafía totalmente distinta. Más tarde, hacia el siglo III a. C. y de manera completamente independiente, la escritura fue inventada por los mayas en América Central, influyendo probablemente en el sistema adoptado por los aztecas, aunque ninguna de las dos dio lugar a una forma moderna de escritura. En la mayoría de las sociedades que se iban dotando de escritura, el sistema resultaba muy complejo para el común de la población, su aprendizaje requería un conocimiento elevado y se consideraba apto sólo para una minoría, que se preocupaba de detentar el control y convertirse en una casta que poseía y transmitía el saber sólo a los elegidos, incluso se prohibía el aprendizaje para los no iniciados en este sistema para 11
  • 14. mantener su contenido mágico-religioso. La gran aportación fue conseguir, con un símbolo gráfico convencional, la representación del sonido de una palabra; de ese modo se superaba una escritura que representaba objetos o ideas utilizando figuras, para que los signos representasen las palabras tal como eran pronunciadas. A partir de ahí, los signos son capaces de plasmar ideas abstractas, acciones o verbos, y mediante el uso de palabras monosilábicas pasan a representar sílabas; algunos sistemas primitivos eran también silabarios, los símbolos representaban sílabas en vez de palabras, al igual que aún sucede en algunos grupos de la India o entre los japoneses. La creación del alfabeto fue una verdadera revolución, al conseguir reducir el número de signos a menos de treinta y permitir un aprendizaje rápido y más sencillo, combinando los signos para reflejar los sonidos que forman las palabras. Hacia el 1400 a. C. se encuentra ya el alfabeto protocananeo, y en torno al siglo XI a. C. aparecen inscripciones fenicias correspondientes a una escritura que ya era horizontal de derecha a izquierda; cada letra tenía su posición en un alfabeto de veintidós letras. Sin duda estos sistemas surgen, se desarrollan y se difunden en el contexto de las actividades comerciales de estos pueblos en Asia y el Mediterráneo; al principio, los alfabetos semíticos sólo reflejan sonidos consonánticos, habrá que esperar al alfabeto griego para encontrar uno completo como hoy lo conocemos. En efecto, en el siglo VIII a. C. los griegos se habían apropiado del alfabeto fenicio, seguramente a través de las relaciones comerciales existentes, introduciendo importantes cambios, especialmente la invención de los símbolos de las vocales. La expansión del alfabeto fue muy rápida en todos los ámbitos de la vida, se desarrolló la literatura y se extendió la alfabetización a capas más amplias de la población. A través de los griegos, el alfabeto se extiende por Europa, hacia occidente y hacia el interior del continente; en un largo proceso de varios siglos de duración fue adoptado y adaptado por los romanos y los pueblos de lengua germánica; los eslavos incorporan también la escritura cirílica, que parece derivar del griego bizantino. En la Península Ibérica, la llegada de los fenicios dio probablemente lugar a una versión autóctona de escritura que se documenta en el cuadrante suroeste peninsular, la 12
  • 15. llamada escritura del suroeste que viene fechándose entre los siglos VIII y VII a. C., la cual pudo haber evolucionado y, a través del contacto con la escritura de los griegos también presentes en la península, dar como resultado la escritura ibérica, que sería sustituida por la latina hacia el siglo I a. C. Inscripción de escritura del suroeste en la estela de Cabezo de Almoroquí (Madroñera). Museo de Cáceres El alfabeto latino deriva del griego, probablemente a través de las colonias de la Magna Grecia, de donde sería adoptado por los etruscos; éstos tenían fluidas relaciones comerciales con los griegos hacia el siglo VII a. C., y seguramente de las ciudades de Caere y Veies pasó a los latinos y a otros grupos itálicos. En Roma, el alfabeto se normaliza, y de ahí se expande por toda la península y, posteriormente, por el Occidente europeo; con el tiempo llega a ser la forma universal de escritura en todo el mundo occidental, sirviendo de base para la escritura de las lenguas romances y las anglosajonas. Mientras el alfabeto griego, y después el latino, se extendía por Occidente, se dio un proceso similar de expansión de la escritura por el Próximo Oriente, donde los sistemas indios beben de la fuente semítica. Igualmente, la escritura fenicia está en el origen de la nabatea, que hacia el siglo IV d. C. da lugar a la actual escritura árabe, que tiene en común con los sistemas semíticos la ausencia de signos para las vocales. Así pues, puede decirse que la práctica totalidad de los sistemas de escritura actuales deriva en última instancia de las escrituras semíticas o de la antigua escritura china. Soportes para la escritura Desde el inicio de la escritura, las personas han utilizado una enorme variedad de 13
  • 16. soportes y técnicas para realizarla, prácticamente cualquier material, orgánico o inorgánico, duro o blando, ha sido usado para soportar textos escritos, dando lugar a numerosas técnicas y herramientas para escribir. Pero además, la propia evolución de la escritura está relacionada con los materiales en que se aplica; ya sabemos que el tipo de letra que se usa en una inscripción en piedra no es el mismo que la cursiva de un documento escrito con tinta sobre papel, y esto es así desde las primeras muestras de escritura. Los investigadores suelen distinguir dos procedimientos básicos de escritura atendiendo a la forma de aplicarla, incisión o inscripción, y trazado. La incisión se aplica grabando o haciendo un trazo con punzón, cincel o buril; el trazado utiliza la tinta o la pintura aplicadas mediante pinceles, lápiz, pluma, bolígrafo, impresión, etc. también hay distintas posibilidades formales como el dibujo, la pintura, la caligrafía o la impresión. Los textos impresos, que encontramos desde la invención de la imprenta en el siglo XV, y los mecanografiados, suelen englobarse en este segundo grupo, y lo mismo sucede con los textos digitales sobre soportes magnéticos u ópticos. Las escrituras más antiguas que se conocen fueron incisas sobre arcilla, algo propiciado por la invención de la alfarería; se trataba de placas sobre las que se marcaban caracteres con punzones de madera, asta o metal, y que eran almacenadas generando las primeras bibliotecas. Con posterioridad, la cerámica ha seguido siendo un soporte idóneo para la escritura, no sólo incisa; la firma de Sófilos aparece pintada en los vasos de figuras negras que creó entre el 580 y el 570 a. C., y a partir de ahí numerosos artistas a lo largo de la Historia firman sus piezas, y la superficie de los vasos se utiliza para agregar textos de todo tipo pintados, incisos, o incluso formados por pequeñas piedras como sucede en la cerámica enchinada extremeña. Los materiales orgánicos son sin duda los más utilizados a lo largo del tiempo para escribir; la madera ya la usaban los sumerios, y en Egipto su uso competía con ventaja con el conocido papiro, ya que era más barata y fácil de preparar; los griegos y romanos la convirtieron en uno de los soportes de escritura por excelencia. Generalmente, la madera ha sido preparada para recibir la escritura, bien con una capa de cera o bien de estuco o 14
  • 17. yeso, pero posteriormente ha sido fácil encontrar instrumentos de todo tipo hechos en madera con una gran variedad de inscripciones, que suelen hacerse por incisión o pirograbado. La cera ha sido siempre un material fácil de trabajar y de borrar, siendo muy utilizada para la escritura en forma de capa aplicada sobre tablillas de madera que se encuadernaban en dípticos, trípticos o polípticos que se conservaban en los tablinia o archivos; también de cera son numerosos sellos de documentos de época medieval. Otros materiales orgánicos que se han utilizado con profusión son el bambú, el corcho y cortezas de otros árboles, los caparazones de tortuga, el asta de bóvido, el marfil, la lana y el lino y, por supuesto, el papiro, el pergamino y el papel, verdaderos soportes de la mayor parte de las bibliotecas del mundo desde los egipcios hasta el presente. El papiro fue comenzado a elaborar en el antiguo Egipto a partir del tallo de una planta acuática, mientras que el pergamino empezó a fabricarse hacia el 1500 a. C. con piel ovicaprina y posteriormente bovina; el papel, por su parte, aparece en China antes del cambio de era, y de allí se expande a Japón, Asia Central y, por medio del mundo islámico, a España y resto de Europa. Originalmente, el papel se elaboraba con residuos de seda, paja de arroz, cáñamo o algodón; en Europa se fabricó tradicionalmente con lino, fibras procedentes de trapos viejos, y posteriormente fibras vegetales ricas en celulosa. En cuanto a los materiales inorgánicos, la piedra de distintos tipos es el más frecuente, y además duradero; no necesita preparación aunque no es fácil de inscribir. Es el soporte por excelencia de la epigrafía desde la Grecia clásica, y el más apto para inscripciones votivas, funerarias, triunfales, legislativas, etc. hasta el presente, siendo necesario destacar su uso en la epigrafía romana, presente en todo el Imperio y por lo tanto también en la colección de nuestro Museo. En general, el granito ha sido la piedra más usada, siempre a cincel, pero también encontramos inscripciones en pizarra tanto epigráficas como las conocidas placas de época visigoda conteniendo cuentas y mensajes de distintos tipos, y, sobre todo, en mármol, la piedra más apreciada por su brillo y belleza. No cabe duda de que el rey de los metales aptos para la escritura es el bronce; la 15
  • 18. dificultad para grabarlo, y por tanto para modificar o alterar el texto, y su menor fragilidad con respecto al mármol, es sin duda la razón de que se eligiera para contener documentos de valor jurídico, como leyes, pactos, tratados y decretos. El bronce se usó así mismo para la fabricación de letras que eran fijadas en el mármol o el granito que iba a sostener un texto. El plomo, más fácil de trabajar, era utilizado en la antigua Roma para contener inscripciones de carácter privado, hechas con un punzón metálico, como las tablillas imprecatorias donde se invocaba a las divinidades infernales. Así mismo, las tuberías de plomo de numerosas ciudades romanas a menudo aparecían inscritas con el nombre del artesano o taller que las fabricaba, y con posterioridad el plomo ha sido usado con frecuencia para la fabricación de sellos para documentos, etiquetas y precintos de distintos tipos con textos inscritos o en relieve. Mención aparte merecen los graffiti, inscripciones de toda clase hechas en todas partes y en todas las épocas sobre muros, piedra en general, cerámica, etc. Se encuentran desde los realizados con carbones hasta los actuales que se trazan con aerosoles de pintura, pasando por los incisos en paredes de Deditio o texto de rendición del pueblo Seano. (Alcántara). prisiones, castillos, Museo de Cáceres cuarteles, colegios, etc. Son bien conocidos los ejemplares amorosos, obscenos o electorales de Pompeya, así como otros casos posteriores como los descritos por Bernal Díaz del Castillo en su Historia verdadera de la conquista de Nueva España, que registra una frase de Hernán Cortés proferida para defenderse de los 16
  • 19. anónimos de protesta que decoraban la fachada de su casa en México: “pared blanca, papel de necios”. Entre los muchos materiales que son aptos para la aplicación de textos por distintos métodos está también el vidrio, que comenzó a utilizarse para la impresión en el siglo Graffiti recientemente identificado en el aljibe de la Casa de las XIX con fines comerciales, Veletas por los arqueólogos Víctor Gibello y Teresa Cabezas. como es el caso de las Museo de Cáceres botellas y envases de bebidas y conservas. Escritura para identificar No cabe duda de que una de las funciones fundamentales de la escritura es la identificación; de hecho, en la raíz de la invención de la escritura se encuentra también la voluntad de dar respuesta a la necesidad de distinguir unas cosas de otras, unos productos de otros, unas personas de otras. El lenguaje es anterior a la escritura, e independiente de ella; los objetos, las personas y las acciones tienen y reciben sus nombres tanto si existe la escritura como si no, pero ésta contribuye a fijar la denominación de las cosas y las personas de forma que sea evidente y objetivo para todo aquel que sea capaz de descifrar el código, y además sirve para trascender en el tiempo las vidas de las personas. Uno de los campos en que resulta más útil esta función básica de la escritura es la numismática, al distinguir sobre la propia pieza el valor de una moneda frente a otra; de hecho, en la numismática moderna se ha venido utilizando el número a un tamaño superior al de la letra para marcar las piezas, de forma que a través de él incluso las 17
  • 20. personas analfabetas pudieran identificar el valor de las monedas aparte del peso y tamaño de las mismas. Algo semejante sucede con los sistemas de pesas y medidas; sobre todo a partir de la adopción generalizada en el mundo europeo del Sistema Métrico Decimal, las piezas usadas para fijar el peso o la medida de un producto o un bien comercial están marcadas con el valor que tienen, de manera que su uso sea público y el comprador pueda ver en todo momento que lo que está en la balanza pesa dos kilos, porque lo dice sobre la pesa. De este modo se disipa la arbitrariedad a que estaban sujetos sistemas anteriores en que la medida dependía en mayor grado de la pericia del vendedor y de una convención aceptada por ambos participantes en la transacción, pero que invariablemente debía estar respaldada por la existencia de un juego oficial de pesas y medidas en manos de la administración municipal. Función identificadora tienen también los letreros de todo tipo que desde muy antiguo se han utilizado para indicar la naturaleza de un lugar; en la antigua Roma se usaban los signa, carteles de madera o metal colocados en la puerta de los establecimientos para identificarlos y al mismo tiempo para atraer al público; muchos de ellos eran solamente dibujos, no llevaban texto, y servían como referencia urbana. Así, Suetonio cuenta que el emperador Domiciano había nacido “en la sexta región de Roma, cerca del punto llamado la Granada, en una casa convertida más adelante por él en templo de la familia Flavia”, y es que los romanos no acostumbraban a numerar las casas. Habrá que esperar mucho tiempo para que aparezca un sistema de rotulación de las calles y la numeración de las casas; en el siglo XVI las calles solían recibir nombres relacionados con particularidades del paraje, edificaciones existentes, gremios que tenían allí su asiento o personas que vivían o habían vivido en ellas, pero no era corriente que se rotularan, porque generalmente no se consideraba necesario. En casi toda España comienza a imponerse la rotulación de las calles con la invasión napoleónica, por orden del ejército francés, y posteriormente diversas Reales Órdenes insisten en colocar números sobre las puertas de las casas donde no los había (1858) y placas con los nombres de las vías públicas, pero también de municipios, parroquias y edificios singulares (1860); estas placas suelen ser de loza esmaltada, siendo muchas de ellas fabricadas en Talavera de la Reina. En Cáceres había un buen número de placas talaveranas de este tipo que datan de los siglos XVIII y XIX, y un segundo lote fue encargado ya a principios del siglo XX a la 18
  • 21. fábrica Ruiz de Luna; inexplicablemente, y sin que resultara necesario, en 2002 casi todas ellas fueron bárbaramente arrancadas -y en algunos casos destrozadas- para sustituirlas por otras nuevas de características estéticas bastante mejorables. Escritura para ensalzar Prácticamente desde su invención, la escritura es utilizada como medio de propaganda por el poder; ya en la dinastía V del Antiguo Egipto se compusieron los primeros textos destinados a la memoria o glorificación de los faraones, la Piedra Placa de loza con la indicación de la villa de Guadalupe. de Palermo y los Textos de Segunda mitad del siglo XIX las Pirámides. En general, estos textos no sólo sirven para ensalzar al monarca, sino que tienen también un contenido religioso, tratan sobre el origen de la vida y se refieren al más allá, y es que esta es otra de las características de la escritura en sus inicios, la íntima conexión con el mundo de la organización religiosa. A lo largo del tiempo, hay varios casos de sistemas de escritura asociados a lenguas vinculadas con grandes sistemas religiosos; el latín, por ejemplo, aún conserva una importancia de primer orden en todo el mundo católico, a pesar de ser considerada una lengua muerta; algo semejante sucede con el árabe en el Islam, ya que es la lengua en que se reza y recita el Corán, con el hebreo y su papel en la religión judaica, el sánscrito en las tradiciones religiosas de la India, y el chino vinculado con el confucionismo y el taoísmo. Todos ellos ejemplifican cómo la tradición escrita influye en el funcionamiento de una ideología y práctica religiosa, y explican, por ejemplo, la inquina sufrida por los libros talmúdicos que acompañaban a la hoguera a sus propietarios judaizantes condenados por la Inquisición española. Trasladando el 19
  • 22. razonamiento de la religión a la ideología, la escritura puede convertirse en arma arrojadiza, y en culpable de delitos de pensamiento y opinión, como cuando, según se dice, el antiguo guerrillero Espoz y Mina ordenó fusilar en 1814 un ejemplar de la Constitución de Cádiz para congraciarse con el absolutista Fernando VII, o cuando los nazis organizaban quemas públicas de libros y obras literarias consideradas degeneradas, por encarnar posiciones ideológicas contrarias a las suyas. La moneda es un ámbito idóneo para la glorificación del soberano y del pueblo que las emite y utiliza; ya las antiguas emisiones del siglo VI a. C. llevaban el emblema de la casa real de Lidia, y en las primeras monedas griegas se presentaban los símbolos de las ciudades que las emitían. En Roma se impone la costumbre de representar la efigie del Emperador en la moneda y añadir su nombre, algo que se mantiene en el mundo cristiano en la Edad Media, mientras que en el ámbito islámico sólo aparece el texto debido a la prohibición de representar la figura humana. La moneda moderna repite en todo el mundo este esquema y sigue siendo una de las vías más utilizadas para la fijación de imágenes simbólicas del estado emisor. Un papel similar al de la moneda en el ámbito estatal lo desempeña la medallística o la emblemática sobre diferentes soportes tanto en el mundo privado como en el de las instituciones. Así mismo, la retratística oficial y la iconografía religiosa son soportes idóneos para la glorificación y ensalzamiento de los poderes terrenal y celestial; el texto a menudo acompaña a las imágenes para explicar aquello que al súbdito o al feligrés se le escapa por causa de sus limitados conocimientos de la iconografía. De ahí a la inscripción laudatoria o conmemorativa no hay más que un paso, y podemos encontrar pruebas de ello en multitud de memorias en piedra o metal destinadas a perpetuar la memoria de un soberano, obispo, gobernador o funcionario que edificó o restauró un monumento. Como es natural, este tipo de recuerdos o memorias a veces no son tan duraderos como se pretende, y los vaivenes de la Historia y de la política llevan en ocasiones a denigrar o borrar de la memoria a quien tiempo atrás se había ensalzado. El caso del faraón Akhenatón es uno de los más señalados de esta damnatio memoriae que han sufrido numerosos mandatarios; abolió la religión oficial e introdujo numerosos cambios en la 20
  • 23. política, el arte y la literatura, pero faraones posteriores restituyeron la anterior situación borrando su reinado de los anales y picando materialmente su nombre en numerosas inscripciones. Varios emperadores romanos sufrieron este mismo tratamiento, derrocándose sus estatuas y eliminando su nombre de las inscripciones, como sucedió con el emperador Domiciano que, tras ser asesinado, desapareció de las esculturas y de todo tipo de memorias. Escritura para dedicar Uno de los usos más frecuentes de la escritura es la dedicatoria, ya sea a una divinidad o advocación religiosa, a un soberano, a los antepasados, a miembros de la familia, a amigos, o a una colectividad. A través de la dedicatoria, el oferente trata de ganar el favor del destinatario al que se dirige, de manera que el objeto sobre el que se inscribe el voto es en realidad un mero vehículo para contener la expresión de ese deseo de beneficiar a la persona o grupo al que se dedica el presente. En este caso la escritura no es una circunstancia del objeto, sino al contrario, la verdadera importancia de éste reside en la dedicatoria que refleja. Entre las manifestaciones más antiguas de la expresión escrita se encuentran muestras de este tipo; los bronces rituales de la Dinastía Shang, en China, fechados entre los siglos XVII y VIII a. C., llevaban ya inscripciones consistentes en cuestiones de propiedad y dedicatorias; en Egipto, en el último cuarto del siglo XIII a. C. la dedicatoria de la Gran Corte de Ramsés II en el templo de Luxor se expresa describiéndolo como Monumento para su padre, Amón-Ra, rey de los dioses, de fina arenisca blanca, que el Hijo de Ra, Ramsés, hizo para él. Este tipo de textos son corrientes en la Antigüedad, distinguiéndose en época romana dos grandes grupos epigráficos, las inscripciones votivas y las honorarias; las primeras suelen dedicarse a una divinidad, incluyendo por lo general el nombre del dedicante, el motivo de la ofrenda y a veces otros datos como la fecha y el lugar, acompañados de fórmulas convencionales como D. D. (Dedit, dedicavit, Dado, dedicado), F. C. (Faciendum curavit, Se encargó de hacerlo) V. S. L. A. (Votum solvit libens animo, Cumplió su promesa de buen ánimo), etc. Las honorarias suelen 21
  • 24. corresponder a estatuas o monumentos públicos dedicados a un personaje, y acostumbran a llevar el nombre de la persona a la que se dedica precedido de la fórmula In Honorem (En honor de), el del dedicante y los motivos de la dedicación, a veces acompañados de los habituales Fecit (Lo hizo), Poni iussit (Lo hizo colocar), etc. A finales de la Edad Media y durante el Renacimiento se pone de moda la costumbre de dedicar obras literarias de todo tipo a grandes personajes que generalmente actuaban como protectores de los escritores; por citar sólo algunos ejemplos, Enrique de Villena dedicó sus Doce Trabajos de Hércules a Mosén Pero Pardo, a quien le pide acetéys la presente obra, acatando materia y fictión mía; Maquiavelo, por su parte y como es bien sabido, ofrece su tratado El Príncipe a Lorenzo de Médicis, y el mismísimo Cervantes dedica la primera parte del Quijote al Duque de Béjar esperando que poniendo los ojos la prudencia de Vuestra Excelencia en mi buen deseo, fío que no desdeñará la cortedad de tan humilde servicio. También las inscripciones funerarias tienen un cierto componente dedicatorio, ya que no dejan de ser homenajes que se ofrecen a los difuntos en todas las épocas, al tiempo que recuerdos que los deudos dedican al pariente fallecido. La epigrafía funeraria árabe suele iniciar estas inscripciones con la fórmula conocida como basmala, una frase introductoria que se usa en el inicio de las suras del Corán y, en general, en numerosos documentos e incluso como motivo decorativo: En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso. Pero en general, la dedicatoria aparece con abundancia en obras de arte que sus autores ofrecieron a personas de su entorno y a las que dejaron evidencia de gratitud o amistad mediante sencillos y breves textos dedicatorios. Goya dedicó a su discípulo Asensio Juliá el retrato que le había hecho; a su vez, Vicente López dedicó a Goya su retrato fechado en 1826, Federico Madrazo añadió una dedicatoria en el retrato de su amigo el pintor Eduardo Rosales (1867). Estos son sólo algunos de los muchos ejemplos en que los pintores del siglo XIX plasmaron textos con dedicatoria en sus obras, bien dirigidos a otros artistas, o bien a los comitentes de las obras o a otras personas; la costumbre continuó en el siglo XX, en que Sorolla regaló una de sus obras dedicada a José 22
  • 25. Benlliure, o Picasso ofreció uno de sus dibujos a Rafael Alberti con la curiosa dedicatoria Del poeta Pablo Picasso al pintor Rafael Alberti. También el Museo de Cáceres posee algunas obras dedicadas por sus autores, como el retrato de la niña María Picón, dedicado al padre de ésta por su autor Emilio Sala, o los retratos de un árabe y de una señora, dedicados a Ramón Sanabria por sus respectivos autores, Eduardo Urquiola y Francisco de Asís López. Me fecit Me fecit (Me hizo) y Ex. Off. (ex officina, Del taller de) son las frases latinas más corrientes que Emilio Sala: Retrato de María Picón. Museo de Cáceres (Depósito del Museo del Prado) identifican al autor de una obra de arte. Estas son fórmulas usuales para perpetuar la memoria de los creadores, algo que se generaliza desde el Renacimiento, pero que tiene importantes antecedentes históricos. Ya se ha señalado el papel de los pintores y ceramistas griegos, que comienzan a firmar sus obras orgullosos de la belleza que alcanzan; entre ellos se cuentan nombres bien conocidos como Sófilos, Clitias, Ergótimos, Exequias o Andócides; en realidad, se conocen también los nombres de grandes pintores murales o de caballete, como Zeuxis, Parrasio o Apeles, de los que no nos ha quedado ninguna obra, y de afamados escultores, como Mirón, Fidias, Policleto o Praxíteles, cuyas obras conocemos casi siempre a través de copias romanas. En la antigua Roma las obras que se firman son de tipo más artesanal: lucernas, espejos, ánforas y otros objetos muebles de menor tamaño, a menudo llevan la marca del fabricante precedida de 23
  • 26. la citada abreviatura Ex. Off. No faltan sin embargo grandes y bellos mosaicos que llevan la orgullosa firma de su creador o creadores, e incluso tuberías de plomo, como la conservada en el Museo de Cáceres, muestran la identificación del taller del que salieron. Los artistas comienzan a reclamar el protagonismo en sus creaciones, firmando con su nombre las obras que elaboran, sobre todo a partir del Renacimiento, dentro de la corriente de pensamiento que es el Humanismo. Para éste, es fundamental la importancia del hombre, de su inteligencia como valor superior, y la fama es una virtud que favorece el espíritu de superación, de ampliación del conocimiento y disfrute de los sentidos; por ello, se considera que el deseo de gloria, prestigio y poder mejora al hombre. A partir de ahí, nos son conocidos los nombres de los grandes creadores, Giotto, Botticelli, Leonardo, Miguel Ángel y un largo etcétera de artistas, que experimentan un ascenso en la escala social luciendo orgullosos sus méritos y títulos cuando los tienen: Zurbarán, por ejemplo, firmaba como Philipi III(I) Regis Pictor en 1638, pese a que apenas trabajó ocasionalmente para la Corona, y es bien conocido el ansia de Velázquez por ser nombrado Caballero de la Orden de Santiago, algo que sólo logró en la última etapa de su vida. No obstante, la costumbre de firmar las obras y darse a conocer se manifiesta en las llamadas Artes mayores, pero tardará en aparecer en las consideradas menores o industriales; casos como los de Benvenuto Cellini en Italia o los Arfe en España son excepciones atribuibles a su enorme talento y a que también cultivaron otras artes tanto en la práctica como en la teoría. Grandes creaciones artísticas de los siglos XVI y XVII en campos como la loza esmaltada, la marroquinería, el mobiliario, la tapicería, la rejería o la relojería, por ejemplo, quedan sin autor conocido por ser consideradas como creaciones artesanales o de taller, si bien se conocen algunos nombres de entre los más valorados. En la numismática, por ejemplo, aparecen marcadas en las monedas las iniciales de los ensayadores y maestros de ceca, responsables de la ley o pureza del metal y de su peso, de los que respondían con su prestigio personal y sus bienes. Sobre todo en los siglos XVIII y XIX, y muy especialmente con el inicio de la producción industrial de numerosos objetos, muchos de ellos son firmados por sus 24
  • 27. creadores o por las fábricas que los producen, y sobre todo por éstas. La loza, las herramientas y armamento de acero fundido, el cuero curtido, e incluso la cerámica común en algunos casos, llevan el sello de la fábrica, contribuyendo a crear justa fama mundial de ciertas ciudades o países por la manufactura de determinados productos: loza de Worcester, Staffordshire, Sargadelos, Manises o Sevilla, porcelana de Sèvres, Meissen o Capodimonte, acero de Solingen o Sheffield, cuero cordobés, lana inglesa, etc. Escritura y propiedad Una de las grandes ventajas que Eurípides le veía a la escritura es que, gracias a ella, las personas pueden consignar por escrito las disposiciones testamentarias que estimen oportuno, evitando las disputas familiares que pueden darse si no existen tales últimas voluntades escritas. Ya sabemos que, en no pocas ocasiones, incluso la existencia de un testamento escrito y debidamente registrado tampoco evita las discusiones y hasta la ruptura en muchas familias, pero por ello cabe preguntarse cómo se resolvería este tipo de problemas si no existieran los registros escritos. Precisamente, uno de los más fecundos campos de estudio histórico y antropológico son los registros notariales en que suelen conservarse los testamentos redactados por generaciones de personas ya desaparecidas; en ellos se pueden encontrar detallados inventarios de propiedades del testador, incluyendo inmuebles y todo tipo de enseres de las casas, así como animales, derechos reales, censos, capellanías, etc., la hijuela es un documento que solía incorporarse aclarando las particiones y estableciendo la parte que correspondía a cada heredero. Pero la propiedad no sólo se expresa en los documentos ad hoc y con intención de transmitirla a los herederos. Probablemente más antiguo que esto es el interés por distinguir los objetos con una marca de propiedad inequívoca y a la vista de todo el mundo que sirva para disuadir a otras personas de apropiárselos, que permita identificarlos en caso de extravío y, sobre todo, que muestre bien a las claras a quién pertenecen determinados bienes, especialmente los de prestigio, para transmitir una idea de su capacidad adquisitiva. La marca de propiedad no se limita a los objetos, sino que se utiliza en bienes 25
  • 28. semovientes, como el ganado, marcado de diferentes maneras en las distintas culturas. Parece que ya en el antiguo Egipto se marcaba el ganado con un hierro candente, siendo usual en nuestra cultura también la marca con un código de cortes en las orejas para la identificación de las reses. Pero esa costumbre de marcar a hierro a los animales se ha extendido también a las personas; los griegos la aprendieron de los persas para marcar a los prisioneros de guerra y esclavos, y en Roma se practicó con los soldados que eran licenciados con deshonor y ocasionalmente con los esclavos (stigma). Después, la costumbre continuó durante la Edad Media y fue exportada por los españoles a América; ya en 1511 Ponce de León escribe al Rey Fernando el Católico que “Tengo en servicios (...) lo de haber herrado con una F en la frente a los indios tomados en guerra, haciéndolos esclavos, vendiéndolos al que más dio y separando el quinto para vos”; después, llegarán numerosas órdenes reales para tratar de limitar la reducción a esclavitud de miles de indios. En la Península, era frecuente que los esclavos moriscos se marcaran en lugares visibles, preferentemente el rostro, con las letras, “S” e “I”, es decir, Sine Iure (Sin derecho) que solían leerse “es-clavo”, señal inequívoca de la condición infrahumana que se había aplicado a la persona que lo llevaba. El hierro con que se marcó a los miles de esclavos africanos secuestrados de sus países y llevados a la fuerza a América y Europa se llamó en España “carimbo”, voz portuguesa que denota la principal vía de exportación de los esclavos, y no fue suprimido legalmente hasta 1784, aunque la esclavitud siguió siendo legal en la Península hasta 1837, y hasta 1880 en Cuba. Así pues, la antigua y duradera voluntad de marcar los objetos con el nombre de quien los posee o los ha adquirido, es ahora para el estudioso un excelente canal de información sobre detalles del uso y datación de aquéllos. La expresión más usual para denotar esta propiedad sobre los objetos es el conocido “Soy de…” que aparece en multitud de piezas de todo tipo: espadas, cuchillos, zurrones, carteras, mantas, toallas, fajas, medias, piezas de cerámica, joyas, etc. Como ejemplo, una de las espadas que aparece en el catálogo de la Real Armería de Madrid con la leyenda “Soy de Andrés Mateo de Maroçola y Aragón”, fechada ya en el siglo XV. Además de esta expresión es corriente que aparezca el nombre de pila de la persona, a veces también los apellidos, y ocasionalmente la fecha; también es muy frecuente que el nombre sea sustituido por las iniciales o algún anagrama identificador de la persona. Quien ha marcado el objeto suele 26
  • 29. ser el propietario mismo cuando se trata de objetos que no requieren de un equipamiento tecnológico complejo para su fabricación o individualización, es el caso de las piezas de madera o asta, corcho o textiles. Pero en casos como la joyería, el cuero, los metales o la loza decorada, es más corriente que la marca sea introducida por el artesano fabricante de acuerdo con el encargo hecho por el cliente, tal es el caso de los priores del monasterio de El Escorial, que desde finales del siglo XVII y hasta 1723 encargaron a alfares de Talavera las vajillas monacales generando una riquísima colección que hoy se halla dispersa en numerosas colecciones públicas y privadas. Dado que no siempre se disponía de los medios o posibilidades para marcar personalmente las piezas, se generalizó en España una forma de denotar propiedad más asequible y versátil, ya que los objetos eran más fácilmente transferibles cuando llevaban la leyenda “Viva mi dueño”. La expresión aparece en multitud de objetos de diferentes tipos, sobre todo en el siglo XIX; con mucha profusión la vemos en cuchillos y navajas, donde adquiere casi infinitas variedades: “Que viva mi dueño que no es un guaja es un mozo valiente con la navaja”, dice la hoja grabada de una navaja albaceteña decimonónica, y aparece también en bordados de la indumentaria popular, generalmente hechos por las mujeres sobre complementos del atuendo de sus novios o esposos: “Viva mi dueño”, “Ni me presto ni me doy sólo de mi dueño soy”, o “viva el que baila y yo”, puede leerse en prendas de antiguos trajes maragatos. La expresión alcanzó tal difusión en su época que terminó dando título a la segunda pieza de la trilogía El Ruedo Ibérico, con que Ramón María del Valle Inclán retrata el asfixiante ambiente del final del reinado de Isabel II y su atmósfera de ignorancia y corrupción creada por los militares en el gobierno, de quien dice que “todos tienen escrito en sus gloriosos aceros el viva mi dueño de las cachicuernas”. Escritura y mensaje Verba volant, scripta manent, dijo Cayo Tito, “las palabras vuelan, los escritos permanecen”. Aunque se puede interpretar en dos sentidos, la frase incide sobre la fugacidad o volatilidad de lo que se habla, frente a la permanencia en el tiempo de aquello que queda fijado mediante la escritura, su significado pueden entenderlo todos los que 27
  • 30. conozcan el código utilizado al escribirlo incluso muchas generaciones después de que haya desaparecido el autor. Esta cualidad es muy valorada durante la Edad Media, sobre todo en el campo del Derecho, por eso Alfonso X el Sabio señala en la III Partida que “el antigüedad de los tiempos, es cosa que faze a los omes olvidar los fechos pasados. E por ende fue menester que fuese fallada Escritura, porque lo que antes fuera fecho non se olvidasse, e supiessen los omes por ella las cosas que eran establecidas, bien como si de nuevo fuessen fechas. E mayormente porque los pleytos e las posturas e las otras cosas que fazen e ponen los omes cada dia entre si, los unos con los otros, non pudieren venir en duda o fuessen guardadas en manera que fuessen puestas”. Sin duda, ésta es una de las principales utilidades de la escritura, más allá de servir como canal de comunicación a larga distancia merced a los actuales soportes del hipertexto en la red universal; es decir, el mensaje que se transmite mediante la escritura tiene la virtud de quedar fijado en una forma estable para el futuro, si bien las nuevas tecnologías están haciendo que incluso aquello que está escrito años atrás pueda seguir aumentando, corrigiéndose o modificándose mediante su circulación en la red global que es Internet. Sin perjuicio de todos los revolucionarios cambios que está propiciando la sustitución del soporte papel por el soporte magnético u óptico, la escritura tiene como misión la de emitir mensajes, la de trasladar información. Esto es importante, pero no es lo mismo información que comunicación, la primera es transmitida de forma unilateral, pero la segunda requiere la multilateralidad, la participación de varias personas; la escritura ha sido siempre un medio de información, especialmente desde la invención de la imprenta, pero el desarrollo tecnológico ha hecho que en la actualidad la escritura sea enfocada desde la interactividad como uno más de los medios de información, y no precisamente el más atractivo y usual, sobrepasado en el uso por la televisión, la radio, la música o la propia Internet. Tradicionalmente, por medio de la escritura se ha transmitido todo tipo de mensajes, ya hemos visto algunos de ellos, referidos a la identificación, la dedicatoria, la autoría o la propiedad, pero hay muchas otras posibilidades, desde la carta de amor a la 28
  • 31. cita a través del mensaje de teléfono móvil, pasando por los asientos contables de todo tipo. Las posibilidades son infinitas, y así quedan reflejadas en objetos tan sencillos como el libro de modelos de un orive cacereño; en él, el artesano resume los conocimientos técnicos que a su vez recibió de su padre o abuelo, que le precedieron en el oficio; mediante el dibujo deja un registro permanente para sí mismo y para sus continuadores (tal vez un hijo, un sobrino) de la manera de fabricar joyas estandarizadas y repetidas de generación en generación, y el texto le sirve para explicar el peso de metal que debe utilizarse, incluso el precio a que se debe cobrar la “hechura”. Es todo un compendio de la profesión escrito para permanecer. Una intención en cierto modo similar se adivina en las placas visigodas de pizarra que sirven para dejar constancia de cuentas cuyo significado se nos escapa, pero pudieron servir en todo caso para fijar los resultados de alguna actividad fabril, comercial o ganadera. Y mucho más lúdica es la utilización de la escritura sobre piezas como las jarras que se exponen, dedicadas a la diversión y sociabilidad vinculada al consumo público de bebidas alcohólicas; los lemas plasmados sobre las piezas, correspondientes a distintas culturas, coinciden en incitar al disfrute de la vida por encima de las dificultades y amarguras de la vida cotidiana. Este mensaje positivo, universal y atemporal, que no es otro que el Carpe diem, resume en unas pocas frases toda una filosofía de vida para tiempos difíciles que nuestros antepasados quisieron transmitirnos a través del tiempo, y lo hicieron, como no podía ser menos, mediante la escritura. Lo dejaron escrito en el tiempo. 29
  • 32.
  • 34.
  • 35. Escritura sin escritura
  • 36.
  • 37. Dibujo de la estela decorada de Cabañ Solana de Cabañ as Juan Cabré Aguiló (1882-1947) Plumilla sobre papel Alt.: 53,5 cm.; anch.: 29,5 cm. (huella) Nº Inv.: D8.185 La estela de Solana de Cabañas, de la Edad del Bronce, fue depositada en el Museo Arqueológico Nacional por Mario Roso de Luna, y representa una figura humana con su lanza, espada, espejo, casco, escudo y carro. Su función podría ser funeraria o delimitadora de territorios. El autor del dibujo, Juan Cabré, está considerado como uno de los pioneros de la Arqueología española; sus descendientes donaron el diseño al Museo de Cáceres. (Bibl.: Cabré, 1923) Calco de panel pintado de la cueva de Maltravieso Carlos Callejo (1911-1993) Lápiz negro y rojo sobre papel vegetal Alt.: 46 cm.; anch.: 30 cm. Nº Inv.: 7.264 Las pinturas paleolíticas de la cueva de Maltravieso fueron descubiertas por el conservador del Museo de Cáceres Carlos Callejo en 1956. Los calcos que de ellas realizó sirvieron para dar a conocer el conjunto a la comunidad científica a través de diversas publicaciones; los paneles, formados por improntas de manos, puntos y líneas son considerados hoy como la principal muestra del arte rupestre pleistoceno en la Meseta central. (Bibl.: Callejo, 1970: P. VII, 167) 35
  • 38. Ídolo placa del dolmen de Trincones Alcántara, IV-II milenio a. C. Pizarra Alt.: 3,6 cm.; anch.: 4,7 cm.; gr.: 0,4 cm. Nº Inv.: D7.561 Las placas decoradas, denominadas ídolos, aparecen en los ajuares funerarios de los dólmenes. Algunas de ellas no están decoradas, tal vez estuvieran pintadas; las decoradas reproducen nítidamente los rasgos humanos: la nariz, los ojos marcados y perforados, los brazos, las manos entrelazadas y motivos de lo que parece ser la vestimenta. Estas representaciones nos hablan del valor simbólico de lo humano para estas gentes. La placa apareció en las excavaciones de 1998. (Bibl: Bueno et al., 2000: 159). Placa grabada Cueva de El Conejar (Cáceres), X milenio a. C. Pizarra Alt.: 3,6 cm.; anch.: 4,7 cm.; gr.: 0,4 cm. Nº Inv.: 6.908 Los cambios en la forma de vida y en la mentalidad de las gentes del Epipaleolítico se reflejan en las manifestaciones artísticas, que se hacen más escasas y se limitan fundamentalmente al arte mueble. Los objetos se decoran mediante grabados de tendencia rectilínea y geométrica, como la placa aparecida en la Cueva de El Conejar en las excavaciones de 1981, decorada mediante líneas grabadas paralelas que completan toda la superficie en ambas caras, reflejo de un arte más conceptual y racionalista. (Bibl.: Cerrillo, 1999: 116). 36
  • 39. Sello basculante Talavera la Vieja (Bohonal de Ibor), finales del siglo VII o inicios del VI a. C. Bronce Alt.: 6,4 cm.; anch.: 3,8 cm.; gr.: 1,5 cm. Nº Inv.: D2.992 Este sello es un objeto de importación, posiblemente fenicio o púnico, que recrea modelos de Egipto y representa en una de sus caras a un león tumbado, con las fauces abiertas, en actitud amenazante. El león representa la realeza y autoridad; usado por las aristocracias locales como símbolo de su prestigio, dejaría su impronta como emblema de propiedad y poder sobre superficies blandas a la vista de todos. Procede de un hallazgo casual de 1995. (Bib.: Jiménez, 2006: 92). Tésera zoomorfa Villasviejas del Tamuja, Botija, siglos II-I a. C. Bronce Alt.: 1,9 cm.; anch.: 5,3 cm.; gr.: 1 cm. Nº Inv.: 6.238 La tésera es una tablilla de bronce o plata que expresa la hospitalidad entre pueblos o personas. Introducida por los romanos en la Península Ibérica, estas piezas tuvieron una amplia difusión y estaban escritas en lengua ibérica. Nuestra Tessera hospitalis representa la cabeza de un lobo o perro en relieve y el dorso liso sin inscripción. Posiblemente más comunes que las que ofrecen inscripción, hecho normal en una sociedad mayoritariamente analfabeta, la tenencia del objeto ya transmitía la idea sin necesidad de escritura. 37
  • 40. Estela decorada o de guerrero Cabezo de Almoroquí, Madroñera, siglos X-VIII a. C. Cuarcita Alt.: 58 cm.; anch.: 40 cm.; gr.: 12 cm. Nº Inv.: 624 La estela representa una figura humana, con las piernas decoradas por alguna vestimenta. Del tronco parte un escudo circular, y un brazo porta una lanza y otro objeto interpretado como una fíbula. Las estelas decoradas o de guerrero están ampliamente representadas en la geografía extremeña, sin conocerse su significado exacto, lo representado en todas constituía una forma de comunicación que las gentes del Bronce final sabrían interpretar sin necesidad de escritura. (Bibl.: Beltrán, 1973: 109). 38
  • 42.
  • 43. Escarabeo egipcio Talavera la Vieja, siglos VII-VI a. C. Piedra cristalina (Anfibolita o Esteatita) Alt.: 1,2 cm.; anch.: 0,9 cm.; gr.: 0,7 cm. Nº Inv.: D2.994 Los escarabeos egipcios son comunes en enterramientos del periodo orientalizante y llegaron a la Península Ibérica a través de comerciantes fenicios. Eran considerados objetos de prestigio pese a no comprender la escritura jeroglífica. Se representa una figura femenina, Isis, su hijo Horus, y debajo escrito “favorito de la dorada”, el propietario considera que la diosa le protege. Procede de un hallazgo casual de 1995. (Bibl.: López y Velázquez, 2006: 115). Fragmento de galbo con escritura celtibé celtib é rica Villasviejas del Tamuja, Botija, siglos V-IV a. C. Cerámica Alt.: 4,7 cm.; anch.: 4,3 cm.; gr.: 0,8 cm. Nº Inv.: 6.230 La llegada de comerciantes fenicios de la ciudad de Tiro y de su colonia Cartago, supone la irrupción del alfabeto fenicio en la Península. Partiendo de él, los distintos pueblos hispánicos lo utilizarán para transcribir sus lenguas, adaptándolo a sus propios sonidos fonéticos, o bien ideando nuevas letras. Estas escrituras aún hoy en día nos son en gran parte desconocidas. El fragmento apareció en las excavaciones de 1976. (Bibl.: Hernández, 1985: 221). 41
  • 44. Moneda: unidad de Tamusia Ceca: Villasviejas del Tamuja (Botija), inicios del siglo I a. C. Bronce Ø: 2,3 cm.; peso: 6,67 gr. Nº Inv.: 7.176 Las monedas de Tamusia presentan un anverso con cabeza masculina entre dos delfines y al reverso un jinete lancero y debajo en escritura celtibérica: TAMUSIA. Es la única ceca celtibérica fuera del núcleo del valle del Ebro; dado que los vetones, habitantes de la zona, nunca acuñaron moneda, esto confirmaría las palabras de Plinio sobre gentes de la Celtiberia en Lusitania. La emisión posterior de otra moneda con leyenda latina TAMUSIENSI y la evolución del topónimo hasta Tamuja, indica sin duda que se trata del mismo lugar. Moneda: didracma griego Ceca: Neapolis, Campania, ca. 380-280 a. C. Plata Ø: 2 cm.; peso: 6,92 gr. Nº Inv.: 7.269 Hacia el siglo VIII a. C., los griegos adoptan y modifican el alfabeto fenicio, adaptándolo a su lengua, gracias a los contactos con comerciantes fenicios. Los griegos se expanden por todo el Mediterráneo fundando colonias y llevando su lengua; en el sur de la Península Itálica, en la Magna Grecia, fundan la ciudad de Neapolis, la actual Nápoles. En la moneda acuñada allí el anverso presenta una cabeza diademada de Ninfa, y el reverso un toro con cabeza de hombre siendo coronado por una Niké alada, en el exergo está escrito en griego NEOPOLITHS. (Bibl.: Callejo, 1957: 4). 42
  • 45. Moneda: dracma griego Ceca de Magnesia, Reinos Helenísticos, 319-305 a. C. Plata Ø: 1,8 cm.; peso: 4,17 gr. Nº Inv.: 7.268 A la muerte de Alejandro III, más conocido como Magno, los generales macedonios dividieron el Imperio creando los reinos helenísticos, pero continuaron acuñando moneda a su nombre en distintas ciudades durante varias décadas. Presenta un anverso con la cabeza de Herakles con piel de león y en el reverso a Zeus entronizado, con delfín nadando en vertical y con la leyenda detrás de ALEXANDROU. Moneda: as de Obulco Castro de Valdecañas (Almaraz), siglo II a. C. Bronce Ø: 2,9 cm.; peso: 12,19 gr. Nº Inv.: D6.595 Con la llegada de los romanos, aparece el latín a finales del siglo III a. C., que empezará a convivir con las escrituras prerromanas hasta imponerse. En esta moneda el anverso tiene la leyenda OBVLCO, delante de una cabeza femenina y en el anverso, entre un arado y una espiga, dos líneas de escritura ibérica meridional: URKAILTU y NESELTUKO. De amplia dispersión, estas monedas siguen el patrón púnico con su iconografía asociada hasta el siglo I a. C., en que asumen ya pesos y medidas romanas, así como la escritura latina. 43
  • 46. Tabula funeraria El Palomar, Montánchez, siglos I-II d. C. Mármol Alt.: 41 cm.; anch.: 71 cm.; gr.: 5,5 cm. Nº Inv.: 5.748 La tabula, que cubría una sepultura, dice: [ .] Marcius L(uci) · l(ibertus) · Baccinus an (norum) · LV · h(ic) .s(itus) · e(st) · Kania ·w (mulier) · l(iberta) ·Phirallis uxor · pos(t) mor(tem) faciendum curavit, cuya traducción es “...Marcio Baccino, liberto de Lucio, de 55 años, aquí yace. Su esposa Kania Phirallis, liberta de mujer, tras su muerte, procuró hacerlo”. Con la llegada de los romanos el latín terminará imponiéndose sobre las lenguas vernáculas del Mediterráneo Occidental, evolucionando con posterioridad en las distintas lenguas romances. (Bibl.: Esteban y Salas, 2003: 94). Fragmento de galbo con inscripción inscripció Santa Lucía del Trampal (Alcuéscar), siglos VIII- IX d. C. Cerámica Alt.: 3,4 cm.; anch.: 3,8 cm.; gr.: 0,5 cm. Nº Inv.: D7.157 De los escasos testimonios de escritura árabe en la provincia de Cáceres, este es el único aparecido sobre una cerámica. Lo breve del texto, sólo conserva dos signos árabes, parece que se refiere a una basmala sencilla, es decir bi-s[m Allah] “En el nombre de Dios” que iría seguido de la fórmula “el Clemente, el Misericordioso” habituales en esta clase de textos, o bien podría tratarse del inicio de un nombre propio, tal vez Yusuf o Yisuf, escrito en forma dialectal. (Bibl.: Barceló, 1999: 209). 44
  • 47. Fragmento de plato Talavera de la Reina (Toledo), siglo XVI Loza esmaltada Alt.: 11,4 cm.; anch.: 7 cm.; gr.: 0,7 cm. Nº Inv.: D6.336 Fragmento del fondo de un plato perteneciente a la serie blanca dedicada, dentro del grupo de la inscripción IHS, abreviatura del nombre de Jesús en letras griegas mayúsculas. Ésta suele aparecer en letra gótica exenta o en el interior de un escudo en el centro de la superficie decorada de las piezas. Suele fecharse en la primera mitad del siglo XVI. El fragmento procede de las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en el Monasterio de Yuste en 1999. Inscripción funeraria islámica Inscripció islá Trujillo o Cáceres, año 475 de la Hégira, 1082 Granito Alt.: 38 cm.; anch.: 32 cm.; gr.: 16 cm. Nº Inv.: 7.182 La inscripción dice: “Bn 'Amrun apiádese de él / Dios, murió el día / primero de sa'aban / del año cinco setenta y cuatrocientos”. Se trata de una lápida sepulcral con un trabajo muy tosco; el profundo trazado inciso de las letras está realizado en un cúfico muy simple e incompleto, faltando el encabezamiento con la basmala. La fecha está incompleta y es de difícil lectura, pero debe corresponder al año 475 / 1082, pertenecería a la época de los Reinos de Taifas. (Bibl.: Pavón, 1970: 199-201). 45
  • 48.
  • 50.
  • 51. Torrejoncillana” Botella de gaseosa “La Torrejoncillana” Torrejoncillo, siglo XX Vidrio, acero y cerámica Alt.: 31,5 cm.; Ø base: 8 cm. Nº Inv.: D7.629 La fábrica de “La Torrejoncillana” debió comenzar a funcionar a finales del siglo XIX o inicios del XX; se trató de un negocio familiar que pasó del fundador a sus hijas y posteriormente al nieto, Domingo González Moreno, quien se hizo cargo de la fabricación hacia 1964, manteniéndola en funcionamiento hasta 2008. Además de la gaseosa, vendía bebidas refrescantes de distintos sabores y licor sin alcohol por todas las poblaciones de los alrededores de Torrejoncillo. Luminaria de cementerio Villanueva de la Serena (Badajoz) Vidrio y latón Alt.: 47,5 cm.; Ø máx. 20 cm. Nº Inv.: D8.207 La abreviatura D. E. P. (Descanse en Paz) es la fórmula que en el mundo hispano sustituyó al conocido R. I. P., (Requiescat in Pace) que se utilizó y sigue usándose en todo el orbe cristiano. Fórmulas similares se vienen usando desde la Antigüedad para desear el descanso de los difuntos (S. T. T. L., Sit tibi terra levis, Que la tierra te sea leve, ó H. S. E., Hic situs est, Aquí yace). El anagrama D. E. P. pintado sobre el vidrio revela el uso funerario de esta lámpara en la que ardería un cirio por el ánima del difunto. Fue donada por Dña. Milagros Bornay en 2010. 49
  • 52. Jarro Montehermoso Cerámica enchinada Alt.: 29 cm.; Ø máx.: 21 cm.; Ø base 10,3 cm. Nº Inv.: 2.799 La técnica del enchinado permite incluir textos sobre la cerámica, ya sea de uso cotidiano o para ocasiones especiales. Para ello, el cuerpo de la vasija se decora con dibujos realizados con pequeñas piedras de cuarzo blanco adheridas al barro aún fresco y antes del horneado, simulando motivos vegetales y, en este caso, un texto. En el pasado la técnica fue usual en Zarza la Mayor, Montehermoso, Plasencia, Arroyo de la Luz, etc. Hoy solamente se mantiene en Ceclavín y en Nisa (Portugal). (Bibl.: González, 1976: 199) Cucharó Cucharó n Provincia de Cáceres piezas del ajuar doméstico lleven diferentes textos. Madera Este rudo cucharón colgadero, con pala en forma Alt.: 40 cm.; anch.: 7,5 cm. ; gr.: 2,7 cm. triangular y grueso mango, es un ejemplo de ello; Nº Inv.: D1.748 presenta un corazón inciso y las iniciales C.M.V. y en el extremo, la letra J, seguramente iniciales de La facilidad de escribir sobre la madera por su propietaria. medio de la incisión hace que multitud de (Bibl.: González, 1976: 303). 50
  • 53. Polvorí Polvorín Provincia de Cáceres Asta de bóvido Alt.: 29,5 cm.; anch. máx.: 8,2 cm.. Nº Inv.: D1.751 Contenedor de pólvora usado para la caza, presenta una profusa decoración incisa con distintos temas, como una sirena rodeada de peces, un mayoral a caballo, una vaca y un toro, un perdigón y una perdiz, un oso tocando el cuerno y escenas taurinas, de pastoreo y de caza. No falta una inscripción con el nombre, probablemente del autor, "ANDRÉS SÁNCHEZ". (Bibl.: González, 1976: 304). Vaciados con impronta de moneda Museo Británico (Londres, Reino Unido), 1969 Yeso Ø: 2 cm.; gr.: 0,4 cm. Nº Inv.: 7.261 y 7.262 Los vaciados de monedas en yeso, práctica hoy en desuso, se utilizaron para completar colecciones. Este vaciado se solicitó al Museo Británico que cuenta con un ejemplar de un tremis visigodo acuñado por el rey Chintila (636-639), en el cual puede leerse en el anverso +CHINTIL·A·RE, y en el reverso + VALEN / T / IAPIUVS. La moneda se acuñó en la ceca de Valencia; el estilo lusitano, algo tosco, llevó a situar la ceca en Valencia de Alcántara, pero hoy sabemos que se trata de la ciudad levantina. 51
  • 54. Teja curva Barrio de San Antonio (Cáceres), 1674 Cerámica Alt.: 43 cm.; anch.: 19 cm.; gr.: 1 cm. Nº Inv.: 7.258 La inscripción de la teja dice “Martin san / chez monrroi me / izo en los fornos / tejeros ano de 1674 / años aiudauale alo / nso garzia maiorga / vezino suio y uiuian / en el uariio de san anto / nio &a / En Cazeres”, es decir, “Martín Sánchez Monroy me hizo en los hornos tejeros, año de 1674 años. Ayudábale Alonso García Mayorga vecino suyo, y vivían en el barrio de San Antonio, etc. en Cáceres”. Es un caso excepcional de firma y fecha de los autores en un elemento tan sencillo y humilde como una teja. Cuchillo de mesa Solingen (Alemania) Acero y Plata Alt.: 24,5 cm.; anch.: 2,1 cm.; gr.: 1,4 cm. Nº Inv.: D2.828 Parte de una cubertería de familia burguesa, el cuchillo lleva varias marcas acuñadas que identifican el fabricante y la calidad de la plata que envuelve el mango. Por éstas sabemos que fue fabricado por la Casa Weyersberg de Solingen, fundada en 1883 pero con una tradición familiar de manufactura de armas blancas para el ejército que se remonta a la Edad Media, de ahí el logotipo de la corneta que identifica la marca. Fue donado al Museo por D. Fabriciano Valiente Blas en 1993. 52
  • 55. Sello pendiente Granadilla, Edad Media Cera tintada Ø: 9 cm.; gr.: 0,3 cm. Nº Inv.: 2.347 El sello de cera alcanza una gran difusión en la Edad Media; pese a que en la corona de Castilla se utilizaba en su color, éste está tintado en rojo. Se unía a los documentos mediante tiras de cuero, seda, cáñamo o pergamino. El anverso representa un león rampante a la izquierda, y en la orla la leyenda: (SIGILVM D)E: CONCILII (una granada) DE GRANA(DA); en el reverso un granado con sus frutos y en la orla +SIGILVM ..CO(NCILII) ...DE GRANADA (una granada) Es donación de J. Castell y G. Llabrés. Moneda: un escudo Juana y Carlos, ceca de Segovia, 1543-1556 Oro Ø: 2,1 cm.; peso: 3,14 gr. Nº Inv.: 7.177 La gran afluencia de oro hacia España en el siglo XVI hizo necesaria una política monetaria para protegerlo frente al oro francés e italiano. El sistema bimetalista español de Carlos I (V de Alemania), impuso la onza de oro y el real de a ocho de plata como sistema universal de comercio de todos los estados que comerciaban en el Mediterráneo y América, perviviendo hasta el siglo XIX. En el anverso leemos “IOANA ET KAROLVS DEI”, en el reverso “HISPANIARVM REGES (SICIL)”. 53
  • 56. Azulejo Padrón (A Coruña), 1408-1445 Cerámica esmaltada Alt.: 17,3 cm.; anch.: 17 cm.; gr.: 2 cm. Nº Inv.: 2.648, 2.649 y 2.651 La resistencia que aporta el vidriado a los azulejos hizo de éstos un soporte muy duradero y relativamente económico para la escritura. Este ejemplar procede del castillo de la Rocha Blanca; decorado en azul cobalto sobre fondo estannífero, al centro representa el sombrero de peregrino sobre el que se disponen tres veneras formando un triángulo. El marco que rodea la composición se decora con roleos vegetales a los lados y la leyenda "SENTHIAGO“ arriba y abajo respectivamente. (Bib.: Franco, 2006: 92, 93 y 95). Cartilla “Rayas” Rayas” Editada en Serradilla, 1964 Papel impreso Alt.: 19,5 cm.; anch.: 13,3 cm. Nº Inv.: D7.603 El método Rayas de lectura y escritura fue creado por el maestro natural de Serradilla (Cáceres) Ángel Rodríguez Álvarez (1877-1962); supuso una auténtica revolución pedagógica al abordar a la vez el aprendizaje de la lectura y de la escritura. Publicado desde 1904, el método se comenzó a imprimir en Serradilla y después en Plasencia hasta 1975, vendiendo 40 millones de ejemplares en España y América. Este ejemplar es de la Cartilla Segunda, distribuido por la Librería Papelería “San Miguel” de Garrovillas. 54
  • 57. Escarcela Provincia de Cáceres Lana de colores Alt.: 27,5 cm.; anch.: 7,5 cm.. Nº Inv.: D1.869 La escarcela es una especie de bolsa que pendía de la cintura en la que los hombres llevaban monedas u otros pequeños objetos, y su nombre deriva de una pieza de la armadura que cubría esta parte del cuerpo. Adornada con una colorista decoración geométrica a punto de media en azul, rosa y amarillo, lleva tejidas las letras que identifican al propietario, “Jesús Pérez”. (Bibl.: González, 1976: 190) Sello con la leyenda “Aceite” Aceite” Salvatierra de Santiago Corcho Alt.: 3,5 cm.; anch.: 3,8 cm. Nº Inv.: D8.147 El corcho es un material muy fácil de trabajar y bastante resistente al paso del tiempo; además, su permeabilidad lo hace idóneo para la fabricación de sellos como el que se presenta. Es un sello de impronta redonda cuyo mango tiene forma pseudocónica paras facilitar el agarre; su leyenda “ACEITE” debió servir para la marca de productos controlados por el Ayuntamiento de Salvatierra de Santiago, de donde procede. Aún conserva restos de la tinta azul usada para estampar la palabra. Fue donado por D. Marcelino Moreno Morales. 55
  • 58. Precinto Barcelona, encontrado en Trujillo, siglo XX Plomo Ø: 2,1 cm.; gr.: 0,3 cm. Nº Inv.: D7.999 El plomo, por su maleabilidad, fue usado como sello en privilegios y concesiones de carácter permanente, debido a su mayor durabilidad frente a la cera. El sello de plomo, denominado bula, fue característico de la cancillería pontificia. Con el correr de los tiempos estos sellos perdieron su importancia y dejaron de usarse. Este perteneció a algún tejido, la inscripción en relieve dice: FABRICA DE TEJIDOS DE PUNTO, en el reverso GOMEZ. BARCELONA. Hoy en día aún se usan para precintar instalaciones eléctricas. Laja de piedra con grabados rupestres Cañaveral, siglo XX Pizarra Alt.: 57 cm.; anch.: 100 cm.; gr.: 6 cm. Nº Inv.: D8.203 La escasa dureza de la pizarra y su abundancia la han convertido en un material idóneo en el cual escribir, desde los grabados paleolíticos hasta nuestros días. En esta laja, varios pastores de la zona de Cañaveral, plasmaron sus inquietudes en las largas jornadas mientras cuidaban del ganado. Tomás Ollero, El Lugareño, decoró ésta y muchas otras pizarras que han sido salvadas de la destrucción por las obras del futuro tren AVE a su paso por la localidad altoextremeña. (Dibujo: Arturo Domínguez). (Bibl.: Domínguez, 2011: 61-66). 56
  • 59. Escritura para identificar
  • 60.
  • 61. Albarelo o tarro de farmacia Talavera de la Reina (Toledo), siglo XVIII Loza esmaltada Alt.: 22,7 cm.; Ø máx.: 11,9 cm.; Ø base: 9,9 cm. Nº Inv.: 2.640 Tarro decorado con colores azul y naranja, con cuerpo limitado por una suave ondulación en la zona de cuello y base, anillo solero marcado y esmalte blanco brillante. Se decora con un emblema de la Orden Carmelita inserto en un águila bicéfala timbrada por corona real y una cartela que identifica el contenido: S. CUMINI (Syzgium cumini: jambul). Es de la serie heráldica barroca azul, fechable a mediados del siglo XVIII, y fue donado en 1908 por Enrique Steva. (Bibl.: González, 1976: 248) Pesa Talavera la Vieja, siglo II d. C. Bronce Alt.: 10 cm.; anch.: 17 cm.; gr.: 14 cm. Nº Inv.: D6.718 Este pondus o pesa ha llegado hasta nuestros días incompleto, sólo conservamos la caja de bronce, faltando la base, el interior que sería de plomo y el asa. En la pesa está marcado su valor con una incisión de cinco líneas verticales atravesada por una línea horizontal, lo que podría indicar un peso de 10 libras, 3,275 kg., pudiéndose tratar de un decempondio. La marca de valor en el exterior servía para limitar los abusos y oficializar las medidas garantizando una mayor equidad en las transacciones. 59
  • 62. Azulejo con n ú mero de casa Talavera de la Reina (Toledo), siglos XVIII-XIX Loza esmaltada Alt.: 21 cm.; anch.: 21 cm.; gr.: 2,5 cm. Nº Inv.: 7.274 La identificación de algo tan importante como el número de la casa en cada calle es algo que se viene utilizando desde antiguo, aunque no se conservan muchos ejemplares de este tipo de placas. En Cáceres solían encargarse a alfares de Talavera hasta el siglo XIX, al igual que sucedía con las placas que llevan el nombre de las calles, que son del mismo tipo. Posteriormente comenzaron a encargarse a fábricas sevillanas, conservándose un buen número de ejemplos de ellas por todo el casco histórico de la ciudad. Azulejo de la Ermita de San Antonio Abad Cáceres, 1803 Loza esmaltada Alt.: 42 cm.; anch.: 42 cm.; gr.: 2 cm. Nº Inv.: 718 La loza esmaltada es un soporte óptimo para la escritura, por su resistencia a las inclemencias del clima y su bajo precio en comparación con la piedra. Este azulejo estuvo sobre la puerta de la desaparecida ermita de San Antonio Abad, ubicada en la calle de San Antón de Cáceres. Representa al santo titular rodeado de animales y la leyenda “REAL HERMITA DE SAN ANTONIO ABAD AÑO DE 1803”. Fue donado por D. Pedro Vidal en 1920. 60
  • 63. Reproducció Reproducció n de ponderal Finales del siglo XIX Bronce Alt.: 7,5 cm.; anch.: 7,6 cm.; gr.: 0,3 cm.; peso: 71,9 gr. Nº Inv.: 573 Esta reproducción de una pesa romana en bronce lleva una inscripción en alfabeto griego en ambos lados, que dice: “Año 14, en el consulado de T(itus) Iul(ius) Claudio Severo, ejerciendo el cargo de agoránomo Menestheus Chrestos, bilibra itálica”. La autoridad y el peso de la pieza, 655 gramos, están identificados en el original de plomo, hoy desaparecido, que se halló al sur de Roma antes del siglo XVIII. (Bibl.: Beltrán, 1982: 88). Pesa de 2 Kilogramos Provincia de Cáceres Hierro Alt.: 4,5 cm.; Ø base: 9,5 cm. Nº Inv.: D2.458 El Sistema Métrico Decimal fue impuesto legalmente en España en 1849, para terminar con las diferencias que se apreciaban entre las distintas regiones y países en las unidades tradicionales que se utilizaban, si bien su uso no se generalizó en nuestro país hasta la década de 1880. Esta típica pesa de forma circular con su argolla para colgar lleva en relieve la identificación de su medida, “2 KILOG.” 61
  • 64. Pesas de ¼ de adarme Siglo XVIII Hierro Alt.: 1,4 cm.; anch.: 1,4 cm.; gr.: 0,1 cm. en ambas; peso: 0,4 y 0,6 gr. respectivamente Nº Inv.: 2.499 y 2.500 El adarme es una unidad de medida castellana que equivale a una dieciseisava parte de la onza, equivalente a 1,79 gramos. Usado en orfebrería, en objetos de poco peso, ha terminado por desparecer. Estas dos pesas de un cuarto de adarme tienen marcas de verificación que le otorgaban validez a la medida. Una de ellas tiene un águila coronada y las letras I·E coronadas, en otra aparece TRV(¿JILLO?) y CAVALERO, posiblemente nombres de los propietarios o la autoridad. Ficha para el suministro de agua Cáceres, ca. 1920 Cobre Ø: 2 cm. Nº Inv.: D8.218 Entre 1899 y 1959 el suministro público de agua en Cáceres corrió a cargo de la Compañía de Aguas Potables de Cáceres, de titularidad privada. El agua era extraída del pozo de la Mina Esmeralda y canalizada hasta las fuentes ubicadas en distintos puntos de la ciudad, siendo vendida mediante estas fichas. La última de estas fuentes que funcionó parece que estuvo en la Plaza de la Audiencia. La ficha, que debe ser de hacia 1920, fue donada en 2011 por D. Gaspar Sierra Fernández. 62
  • 65. Virgen del Carmen Establecimiento litográfico de Francisco Mitjana (Málaga) Piedra litográfica; lápiz litográfico Alt.: 30 cm.; anch. 21 cm. (huella) Nº Inv.: D1.295 Entre la importante producción litográfica malagueña en la segunda mitad del siglo XIX destaca la fábrica de Francisco Mitjana, que toma el control del negocio familiar en 1852 y se mantiene activo hasta el final de la década de los setenta. Esta típica estampa devocional incluye la identificación de la advocación “Ntra. Sra. DEL CARMEN”. (Bibl.: Carrete, 2005: 93) Moneda: 30 sous Ceca de Mallorca, 1821 Plata Ø: 4,2 cm.; peso: 26,70 gr. Nº Inv.: 7.271 En 1821 una epidemia de fiebre amarilla despobló la isla de Mallorca y aniquiló gran parte de la población; ante el desastre y la ruina del consistorio, el Ayuntamiento de Palma se vio obligado a reabrir la ceca y acuñar moneda fundiendo plata de las iglesias de la isla. Esta moneda de necesidad presenta en el anverso un campo vacío con cuatro marcas: 1821, FRº, VII y el valor de 30.SOUS, 30 sueldos; al reverso, en el campo vacío, el escudo de Mallorca y la leyenda SALUS POPULI, expresando el motivo de esta acuñación, salud del pueblo. 63
  • 66. Azulejo con nombre de calle Talavera de la Reina (Toledo), siglos XVIII-XIX Loza esmaltada Alt.: 29,1 cm.; anch.: 29,5 cm.; gr.: 2,8 cm.. Nº Inv.: D2.936 Seguramente, cuando la calle de la Zapatería Vieja de Cáceres cambió su nombre por el de Gabriel y Galán, la placa fue retirada y depositada en el Museo, lo que la salvó de la destrucción. Gracias a ello, tenemos un ejemplo de cómo fueron estas placas, muchas de ellas del siglo XIX, que se podían ver por toda la Ciudad Monumental hasta 2002, en que casi todas fueron inexplicablemente sustituidas por otras nuevas. (Bibl.: Alma, 1998: 44). “Tajo” Tajo” Hilario Bravo (Cáceres, 1955) Serigrafía a cuatro tintas Alt.: 49,7 cm.; anch.: 22,7 cm. Nº Inv.: D7.153 Imagen En 2007, Hilario Bravo produjo un conjunto de disponible tres serigrafías titulado Dríada, la ninfa sedienta, en alusión a la ninfa de los bosques cuya vida en la versión duraba tanto como la del árbol al que se la suponía unida. La carpeta está formada por impresa estampas dedicadas al Parque de Monfragüe y a los ríos Tajo y Guadiana. El artista representa a una ninfa tímida y esquiva, y juega, en este caso, con el nombre del río en los idiomas español y portugués. Fue donada por la Asociación “Adaegina” Amigos del Museo de Cáceres. 64
  • 67. Fama” “Fama” Guillermo Pérez Villalta (Tarifa, Cádiz, 1948) Zinc; aguafuerte y aguatinta Alt.: 56,6 cm.; anch.: 40,1 cm. (huella) Nº Inv.: D3.076 Imagen Villalta es un pintor que no ha descuidado su disponible intervención en todo tipo de soportes artísticos: escenografías para teatro, cerámicas, muebles, en la versión tapices, estatuillas de bronce, aguafuertes y litografías. Este grabado, fechado en 1985, impresa representa de forma onírica elementos tomados de la realidad, elevando lo cotidiano mediante la pintura considerada como una de las Bellas Artes. Destacan los efectos de luz, los contrastes y las sombras que los objetos proyectan, y la palabra que le da título, “FAMA”. (Bibl.: Guía, 2001: 143). Stille! (Silêncio) Stille! (Silêncio) Silêncio Avelino Sá (Santa Maria da Feira, Portugal, 1961) Fotografía, madera, vidrio y vinilo Alt.: 51 cm.; anch.: 60 cm.; gr.: 21 cm. Nº Inv.: D3.067 Pertenece a la serie “Pinturas para Paul Celan” La trayectoria de este artista se ha formado a través de referentes en su obra en que tienen especial importancia referentes como los autores Paul Celan, Robert Walser o los clásicos de Occidente y Oriente. La escritura está presente en su obra, caracterizada por la búsqueda, el paso y la pérdida. (Bibl.: Guía, 2001: 145). 65
  • 68.
  • 70.
  • 71. Moneda: denario de Augusto Ceca desconocida en Italia, 29-32 d. C. Plata Ø: 2 cm.; peso: 3,9 gr. Nº Inv.: 1.572 En la Antigüedad las monedas eran un medio ideal para transmitir ideas y sobre todo propaganda política. Augusto creó todo un programa ideológico que se representaba en las monedas y monumentos, adoptando símbolos de la República y presentándose como protector de los ciudadanos. En el anverso, cabeza diademada de Venus a derecha, cornucopia detrás y ramo delante; en reverso, “CAESAR - DIVI F”, Augusto con atuendo militar avanza a derecha con una lanza en su hombro. Moneda: tremis de É gica Ceca de Tarragona (687-702) Oro Ø: 2 cm.; peso: 1,36 gr. Nº Inv.: 7.260 Las primeras acuñaciones visigodas mantienen el estilo de las bizantinas, herederas de Roma, acuñándose incluso a nombre de Constantinopla y de emperadores ya desaparecidos. Posteriormente, la amonedación visigoda evoluciona hasta tipos propios; en este caso el anverso continúa la tradición romana con: busto a derecha, “+I·P·N·N·/E/GICAPX”, in dei nomina rex Egica, y en el reverso se abandona la imagen de la Victoria y se introduce la cruz sobre tres peldaños, “+TARRACOI:ST”, Tarraco ivstvs. (Bibl.: Callejo, 1962: 247). 69
  • 72. Moneda: dirham Trujillo (Almería, año 404 de la Hégira, 1013) Plata Ø: 2,4 cm.; peso: 4,48 gr. Nº Inv.: 5.497 Las monedas andalusíes no reproducían imágenes, limitándose los textos a leyendas religiosas, el nombre de la autoridad que la emitía, directamente o por sus delegados, y la ciudad donde se acuñaban. Este ejemplar fue acuñado por el eslavo Jayram a nombre de Hisam II, en la ceca de Al-Mariyya, Almería, quien pretendía restaurar el califato tras su huida de Córdoba. Este dirham supone la primera emisión de un reino taifa y a nombre de una ceca que no es al- Andalus o Al-Zahra. (Bibl.: Navascués, 1957: 7-8). Moneda: salut d’ or Ceca de Saint-Lô, 1425-1432 Oro Ø: 2,8 cm.; peso: 3,27 gr. Nº Inv.: 7.240 La moneda corresponde a Enrique VI, último monarca que reinó sobre Francia e Inglaterra en su efímera unión, finalizada con la revuelta de Juana de Arco. En el anverso, la Virgen recibe una tabla con la inscripción AVE del arcángel San Gabriel , la leyenda HENRICVS: DEI: GRA: FRACORVM: Z: AGLIE: REX.”, “Enrique, por la gracia de Dios rey de los franceses y de los ingleses”, y los escudos de ambos reinos. Al reverso, XPC VINCIT XPC REGNAT XPC PERAT, “Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera”, cruz latina con flor de lis y león pasante. 70