Este poema describe a La Chorrera de Sandona, una cascada en Ecuador. Antes, la cascada era colosal y hermosa, inspirando ilusión, paz y esperanza. Ahora, su belleza se ha visto herida, ya no riega con la misma fuerza, y la ambición ha borrado parte de su encanto original. Aun así, la cascada sigue siendo un orgullo para la región y una fuente de inspiración poética.