El documento habla sobre cómo los cristianos son ciudadanos del cielo y extranjeros en la tierra. Aunque se adapten a la cultura de su país, deben mantener sus costumbres cristianas y no seguir las costumbres mundanas. La Biblia dice que deben defender su fe, cuidar su salvación, no amar el mundo y amarse unos a otros. Deben hablar de Dios, obedecerle y actuar como su pueblo especial.