Este documento discute las clases bíblicas en la iglesia. Explica que las clases bíblicas están autorizadas por mandamientos bíblicos como enseñar la Palabra de Dios. También responde a algunas objeciones comunes a las clases bíblicas, como que dividen la asamblea o que las mujeres no deben enseñar. El documento concluye alentando a mejorar las clases bíblicas a través de la preparación, la participación y el apoyo de los padres.