La Tierra es un planeta dinámico cuyo interior y atmósfera están en continuo movimiento. Su energía interna provoca el ascenso de materiales en el manto, lo que produce la expansión del fondo oceánico y el movimiento de placas tectónicas, generando nueva corteza oceánica que luego es destruida en zonas de subducción, dando forma al relieve terrestre a través de la formación de montañas. La energía solar también dinamiza la atmósfera y los ciclos del agua, responsables de la