Cómo identificar el conocimiento crítico de una organización - HISTORIA
1. EXPOELEARNING 2009: Viernes 20 de marzo
EXPOELEARNING 2009
Congreso & Salón Profesional
Taller: “CÓMO IDENTIFICAR EL CONOCIMIENTO CRÍTICO DE UNA ORGANIZACIÓN”
Impartido por: D. Javier Martínez Aldanondo
Gerente División Gestión del Conocimiento CATENARIA - Chile
Aquella mañana de viernes, Juan salió de su casa con un nudo en la garganta. Tenía la profunda
convicción que jamás olvidaría ese día en particular. No dejaba de sorprenderse sobre lo sencillo
que había resultado solucionar lo que pocas semanas antes parecía un problema inabordable.
Mientras manejaba su auto por las todavía tranquilas calles de Barcelona, era consciente de que
en efecto, se dirigía al trabajo pero no a SU trabajo.
Alberto, sin embargo, sabía que no iba a resistir la tentación de compartir con su mujer el plan
que había trazado con Juan.
Todo comenzó de forma accidental cuando se encontró con Juan en la fiesta de cumpleaños de
un amigo común. Además de haber sido compañeros en el colegio, Juan y Alberto habían
coincidido hacía 2 años en un Master y desde que lo terminaron no habían tenido la oportunidad
de charlar. El Master fue un requisito que el jefe de Alberto le había puesto como condición para
que accediese a su nuevo cargo como Director de Operaciones. Su empresa, EMN,
especializada en el desarrollo de proyectos de ingeniería para el sector de la energía nuclear,
estaba considerada como una de las más rentables e innovadoras de su rubro.
Juan, sin embargo, había optado por volver a la universidad porque sentía que le faltaban
herramientas para desempeñar adecuadamente su puesto de Director de Logística en Walton &
Reyes, multinacional de servicios de alimentación y catering.
No habían transcurrido ni 5 minutos cuando Alberto ya confesaba abiertamente a Juan la
preocupación que desde hacía tiempo le estaba robando el sueño. Aunque los resultados del
negocio llevaban varios años superando las expectativas, persistía un sentimiento entre los
empleados de que la máxima dirección no valoraba adecuadamente sus esfuerzos y desconocía
sistemáticamente todas las peticiones de mejoras salariales, más y mejor formación y planes de
desarrollo de carrera atractivos. Lo peor de todo es que, haciendo caso omiso de esa tensa
realidad, la Dirección de la empresa había decidido postular al ranking del Best Place to Work,
algo inédito entre las empresas del área de las “ciencias duras”. En las reuniones de dirección,
Alberto se encontraba entre 2 fuegos, tratando de que su liderazgo de la Dirección fuese
convergente con los intereses de la empresa. Pero hasta ese instante, todos sus esfuerzos por
mejorar las condiciones de los integrantes de su equipo habían sido un completo fracaso.
Además, con la crisis financiera venían tiempos de incertidumbre y Alberto observaba, con
preocupación cómo surgían las primeras voces que pedían ir a la huelga entre los 455
profesionales de la empresa.
Juan no pudo reprimir una carcajada, para inmediatamente pedir disculpas y explicar el motivo
de la misma: el grupo de colaboradores de Walton & Reyes lo formaban 455 personas. ¡¡Qué
coincidencia!!. En su caso, también el ambiente estaba enrarecido aunque por motivos distintos.
Su empresa había absorbido a la principal empresa nacional del rubro y durante el proceso
habían sido despedido varios de los trabajadores con más experiencia cuyo conocimiento se
demostró imprescindible lo que rápidamente se evidenció como una decisión fatal. La integración
de 2 culturas tan distintas había resultado muy desgastante y por si fuera poco, se decidió
aprovechar la instancia para implementar un nuevo sistema informático que resultó un dolor de
cabeza para todos. Después de casi 2 años, las relaciones entre la Dirección y los empleados
estaban bastante deterioradas pero la empresa, siguiendo directrices de la casa matriz en New
York, ya había dado instrucciones de que para el próximo año, y debido a las condiciones
internacionales, “había que apretarse el cinturón”.
2. EXPOELEARNING 2009: Viernes 20 de marzo
_ “Que increíble, somos 455 profesionales que sabemos hacer muy bien nuestra labor y no nos
reconocen nuestros meritos”
_ “Así es, nosotros conocemos a los clientes, dominamos las metodologías, manejamos los
sistemas, elaboramos los productos, nos hemos preocupado permanentemente por estar en la
vanguardia … ¡¡¡resulta desolador que nadie valore lo que hacemos!!! Creen que es fácil
reemplazarnos. A veces me dan ganas de pedirles a los miembros de mi equipo que un día, en
lugar de venir a trabajar, envíen a su hijo o a su hermana para comprobar el despelote que
quedaría”.
Juan reflexionó unos instantes y un rayo de malicia brilló en sus ojos:
_ “¿Y qué te parecería si hacemos una jugadita?…Se me acaba de ocurrir que podríamos hacer
que todos nuestros subordinados, los 455, sean reemplazados por otros que no sepan como se
hace el trabajo. ¡¡¡Sería fantástico!!!, Podríamos cambiarnos de oficina. Las 455 personas de tu
equipo trabajan en lugar de las 455 del mío”.
Alberto enmudeció ante lo descabellado que le pareció el planteamiento de Juan pero antes de
que pudiese manifestar su oposición, Juan prosiguió diseñando su plan con firmeza:
_ “No será fácil. Convencerlos de que por unas horas pasen a formar parte de una empresa y un
negocio que desconocen no será un hándicap porque están verdaderamente frustrados con la
empresa. Sin embargo, habrá que pensar en los múltiples detalles logísticos a tener en cuenta y,
sobre todo, mantener en riguroso secreto la operación porque todo se podría ir al traste si se
hace público lo que estamos tramando”.
A medida que iban profundizando en la idea, Alberto se iba convenciendo de que tal vez no
fuese una locura sino una estrategia expeditiva para demostrar el verdadero valor que tenían las
personas que trabajaban con él. A fin de cuentas, estaba plenamente convencido de que eran
insustituibles y que la supervivencia de la empresa dependía casi exclusivamente de lo que los
miembros de esta sabían hacer. Quizás esta fuese la manera de zanjar definitivamente la herida
que permanecía abierta.
Durante 2 semanas, Juan y Alberto dedicaron varias reuniones a planificar la operación hasta el
mínimo detalle sin descuidar ningún aspecto por irrelevante que pareciese. Empezaron por
dibujar un plano de sus respectivas oficinas con información que incluía desde los
estacionamientos, los puestos de trabajo, las salas de reuniones, las máquinas de café e incluso
los baños. Se intercambiaron información sobre las principales tareas que desempeñaban los
empleados de ambas organizaciones, los clientes, los servicios que vendían y los proyectos en
marcha. Acordaron cómo manejar las difíciles situaciones que necesariamente iban a tener lugar
cuando los clientes empezasen a quejarse de que los servicios contratados no estaban
funcionando. Decidieron no entregar los login y passwords de los ordenadores por razones de
seguridad sino que todos los empleados dejarían sus ordenadores encendidos pero con la
pantalla apagada la tarde anterior, cuando abandonasen las oficinas.
Aunque los viernes el tráfico era algo más denso y no conocía del todo bien el camino, Juan no
tuvo problemas en llegar hasta el despacho de Alberto ya que había tenido la precaución de
hacerle una visita días antes para familiarizarse con el entorno que iba a ocupar durante unas
horas. Cuando se hubo acomodado, llamó al movil de Alberto:
_ “Debo confesar que me gusta tu despacho. Siento como si hubiese trabajado aquí toda la vida.
Lo único que me incomoda es sentir cómo la foto de Juan Pablo II clava sus ojos en mi como
censurándome por lo que vamos a hacer”.
Desde el despacho acristalado de Juan, Alberto no podía dejar de pensar qué cara pondría el
Director General de Walton & Reyes cuando comprobase que la persona que ocupaba el
despacho del Gerente de Logística no era precisamente Juan.
1 hora antes del horario habitual, las 455 personas de cada empresa ocupaban ya sus lugares
respectivos. El proceso había transcurrido sin inconvenientes a excepción de un nuevo
empleado que fruto de un una noche de jueves “agitada”, había olvidado que ese día era el
elegido para llevar a cabo, el “intercambio” de empresas.