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Conductas desafiantes
en personas con
discapacidad
intelectual
"Conductas desafiantes en personas con discapacidad intelectual" por FADEMGA Plena inclusión Galicia se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-
SinDerivar 4.0 Internacional.
Permisos que vayan más allá de lo cubierto por esta licencia pueden encontrarse en www.fademga.org.
Las alteraciones de conducta, además de que
pueden ser un peligro para la propia persona o
para su entorno, generan dificultades y barreras
para que la persona consiga una calidad de vida
aceptable, por eso es necesario abordar con éxito
estas situaciones. Sin embargo los profesionales
pueden tener que afrontar conductas en las que
se sientan inseguros o confusos, y puede que no
sepan como actuar.
Ante determinados problemas de conducta los
profesionales tienen que tomar decisiones en
cuestión de segundos, y las cosas no siempre
salen bien.
FADEMGA Plena inclusión Galicia (Federación
Gallega de asociaciones en favor de las personas
con discapacidad intelectual o del desarrollo) y
las diferentes asociaciones federadas,
trabajamos de forma continua para mejorar la
calidad de vida de las personas con discapacidad
intelectual y la de sus familias, sin excepción
alguna.
Todas aquellas personas que trabajan directamente con las personas con discapacidad
intelectual con problemas de conducta (cuidadores/as, psicólogos/as, fisioterapeutas/
logopedas...) necesitan apoyo.
Esta guía pretende ayudar a los profesionales a entender qué son y a qué responden las
conductas desafiantes (función que tienen y objetivos que persiguen) y conocer las
herramientas y estrategias que nos permitirán actuar para mejorar esta situación y
orientar mejor a las familias y a las personas de su entorno, para que la intervención en el
domicilio sea acorde al trabajo en la entidad. El objetivo fundamental de la intervención
no es reducir estas conductas, sino mejorar la calidad de vida de las personas.
No todas las estrategias que se recogen son válidas. En todos los casos, su idoneidad
depende de la persona, del contexto, de las circunstancias y del tipo de conducta. En cada
caso deberemos recurrir a aquellas que mejor se adecúen a la cada persona y situación.
4
5
Las conductas desafiantes o problemáticas son aquellas que por su intensidad, frecuencia o duración pueden implicar que la
seguridad de la persona o la de los demás corra peligro o limite sus oportunidades de participación en la comunidad.
Las conductas desafiantes no son un aspecto vinculado sin
remedio a la persona. La persona realiza una conducta,
desajustada o dañina para sí misma o para otros, no como
alguien culpable, sino como alguien que necesita el apoyo
del contexto para ajustar esas conductas.
Es responsabilidad de los profesionales y de los servicios
ofrecer respuestas que permitan minimizar estas
conductas en favor de conductas idóneas.
Las conductas desafiantes no se refieren solo a conductas
agresivas u ofensivas, (que quizás sean a las que nos
referimos habitualmente porque son las más visibles y
molestas) sino también a otras más discretas, de
aislamiento, falta de atención, etc.
Para entender mejor a qué nos referimos, vamos a
enumerar los diferentes tipos de conductas que podemos
etiquetar como conductas desafiantes o problemáticas.
¿De qué estamos hablando?
- Conductas graves, que se dan con cierta frecuencia y que
suponen un riesgo para la propia persona o para otras:
darse cabezazos contra la pared hasta hacerse sangre,
lanzar objetos, ...
- Conductas que condicionan demasiado la participación de
la persona en actividades o recursos de la comunidad:
desnudarse en público, tendencia a abrazar en exceso,
intimidar, ...
RECUERDA: Una conducta desafiante no es aquella que se da de forma puntual. Debemos tener en cuenta conductas menos visibles como aislamiento o falta de atención
Heteroagresiones, nombre
con el que denominamos a
aquellas conductas con las
que la persona causa daño a
otros, como por ejemplo, dar
patadas, morder o golpear
con algún objeto.
Autolesiones, es decir,
aquellas conductas en las
que la persona se causa
daño a si misma, como por
ejemplo, morderse, darse
cabezazos, golpearse contra
la pared...
Destrucción de objetos, es
decir, aquellas conductas a
través de las que la persona,
de forma intencionada,
rompe, o destruye objetos,
como por ejemplo, romper
muebles o destrozar la ropa a
mordiscos.
Conductas sociales ofensivas,
son conductas que ofenden a
otras personas, como por
ejemplo, amenazar, escupir,
blasfemar o desnudarse en
lugares públicos.
Conductas disruptivas,
término que hace referencia a
aquellas conductas con las que
la persona interfiere en las
actividades de otros, por
ejemplo, interrumpir gritando,
llorar sin motivo aparente,
buscar pelea....
Conductas no colaboradoras,
tal y como el nombre indica,
son aquellas en las que la
persona no colabora, tales
como, no respetar las reglas,
engañar o robar.
Retraimiento o falta de
atención, alude a problemas
de falta de relacción con
otros o de no prestar
atención, como por ejemplo,
mantenerse lejos de outras
personas.
Hábitos atípicos y repetitivos,
se refiere a conductas poco
habituales, que se repiten una
y otra vez, como por
ejemplo, balancearse, comer
tierra u otros objetos.
6
7
RECUERDA: La conducta tiene una función/finalidad para la persona, que debemos tratar de identificar.
Toda conducta tiene un propósito, una clara utilidad para la persona que la presenta.
La conducta puede tener como objetivo huir o escapar de algo, por ejemplo, una persona puede
comenzar a darse cabezazos contra la mesa para conseguir un descanso en la realización de una tarea
que le resulta difícil. Una misma conducta puede servir para diferentes funciones, porque puede tener
diferentes consecuencias según el contexto en el que se de, es decir, que una persona lance los objetos
que están a su alcance cuando se encuentra en el comedor, puede servir para conseguir que lo saquen
de allí y no tener que comer algo que no le gusta (huir o escapar de algo) o para lograr la atención de los
profesionales (obtener atención de otra persona). La clave es conocer la función que cumple la
conducta, pero es algo complejo que depende de múltiples factores, no puede ser totalmente
predecible.
La conducta puede ser una forma de comunicarse, porque no aprendieron formas alternativas para expresar sus necesidades, deseos y preferencias. Por
ejemplo, una persona con grandes dificultades de comunicación puede comenzar a dar golpes en la mesa cada vez que quiere beber.
La conducta puede estar dirigida a comunicarse para:
- Obtener la atención de otra
persona, por ejemplo, una persona
que siente que se le presta poca
atención puede agredir a los compa-
ñeros como una forma de conseguir
la atención de los profesionales.
- Conseguir algún objeto o participar en algo que
resulte de su interés, es decir, una persona a la que
le gusta hacer sopas de letras puede destrozar el
mobiliario cuando está en el tiempo de descanso
como una forma para que los profesionales la
aparten del resto del grupo, lo que le permitirá estar
sola y hacer las sopas de letras.
- Lograr estimulación visual, sensorial,
táctil, etc. como por ejemplo una persona
que tiende a molestar chillando o llorando
durante una actividad para que le permitan
abandonar la sala y estar en su habitación
para chuparse las manos.
El primer paso para realizar un análisis de la conducta es identificar la conducta y los
entornos o situaciones en la que se produce.
Para identificar la conducta es necesario evitar generalizaciones, describir la conducta
detallándola el máximo posible y de forma que se pueda observar y medir, para garantizar que
todos los profesionales que intervienen en la evaluación sepan reconocerla sin ninguna duda.
En lugar de describir la conducta cómo “se muestra agresivo”, debemos detallar a qué nos
referimos con “agresividad” y describir la conducta realizada (por ejemplo: dar golpes en la
mesa con la palma de la mano abierta), porque no todos entendemos lo mismo; además
podremos identificar el número de veces que da golpes (medir).
Es frecuente que las personas con discapacidad intelectual presenten más de una conducta
desafiante o problemática, por lo que será necesario establecer un orden de prioridad entre
ellas. Por lo general tienden a considerarse conductas que requieren la intervención inmediata
aquellas que ponen en riesgo o causan daño a la propia persona o a otros.
A continuación debemos realizar una recogida de información sobre las conductas
identificadas, lo que nos va a permitir determinar la funcionalidad de las mismas (hipótesis), en
base a lo que seleccionaremos las estrategias que debemos emplear para ayudar a la persona a
cubrir sus necesidades y desarrollarse de forma idónea en su entorno.
Cuando surge una conducta desafiante
queremos eliminarla o reducirla rápidamente
(hay que hacer algo, tenemos que detener
esta conducta lo antes posible...), sin embargo
para responder con garantías de éxito a la
necesidad de eliminar o reducir la conducta es
necesario saber: ¿por qué la persona presenta
esa conducta?, ¿qué factores presentes en el
contexto pueden influír en esa conducta?,
¿qué situaciones o factores pueden favorecer-
la?, ¿qué factores o actividades pueden evitar
que ocurra?, etc.
Para dar respuesta a todas estas cuestiones es
necesario realizar un análisis de la conducta y
un análisis motivacional.
ANÁLISIS DE LA CONDUCTA
8
9
Además de centrarnos en la propia conducta, es importante
identificar las preferencias de la persona, gustos, actividades
estimulantes, etc., (reforzadores), que podremos emplear para
incrementar conductas idóneas al tiempo que disminuyen las
conductas desafiantes o problemáticas. Para ello podemos pregun-
tarle a la familia, observar qué hace en el tiempo libre, darle dife-
rentes actividades o cosas a escoger para observar que prefiere...
No todo lo que le gusta la persona es un reforzador. Por ejemplo:
una persona del centro ocupacional tiende a llegar tarde al taller
después del descanso. Analizando sus intereses y preferencias
observamos que le gusta estar con dos compañeros del taller, por lo
que empleamos esto como reforzador, es decir, cada vez que llega a
la hora, le permitimos sentarse junto a estas personas. Si observa-
mos que esto hace que la persona tienda a llegar puntual será un
reforzador, pero si esta conducta no mejora, no será un reforzador
a pesar de ser algo que le agrada.
Cada persona tiene sus reforzadores, nuestro trabajo será tratar
de encontrarlos, porque nos serán de gran ayuda.
Qué aspectos debemos observar y registrar (debemos registrar, no hacer
interpretaciones de cuales pueden ser las causas de la conducta):
Tenemos que prestar mucha atención a todo lo que pasa antes de que
suceda la conducta, porque nos va a permitir identificar qué factores
favorecen la aparición de la conducta (desencadenante).
Debemos analizar qué sucede inmediatamente después de que se produzca
la conducta, porque dependiendo de cómo sean las consecuencias, pode-
mos estar manteniendo o modificando la conducta.
Trataremos de analizar en qué situaciones o horas concretas ocurre la
conducta y las personas que están presentes, porque nos ayudará a
identificar factores que podrían estar influyendo en la conducta
También puede resultar de ayuda identificar contextos y horas en los que la
conducta no sucede, porque nos puede ayudar a determinar razones por las
que la conducta no se produce.
Es necesario recoger información durante un período prolongado y que lo
hagan diferentes personas.
RECUERDA: EL primer paso para eliminar o reducir una conducta es realizar un análisis de la misma e identificar las preferencias de la persona, que emplearemos como reforzadores.
ANÁLISIS MOTIVACIONAL
10
LUNES MARTES MIÉRCOLES JUEVES VIERNES SÁBADO DOMINGO
09.00-09.30
09.30-10.00
10.00-10.30
10.30-11.00
11.00-11.30
11.30-12.00
12.00-12.30
12.30-14.00
14.00-14.30
14.30-15.00
15.00-15.30
15.30-16.00
16.00-16.30
16.30-17.00
17.00-17.30
17.30.18.00
18.00-18.30
18.30-19.00
SCATTER PLOT
Nombre y apellidos:________
Fecha de inicio:___________
Conducta a registrar:
11
REVISAR DATOS DEL EPISODIO
Tipo de conducta observada.
Fecha del episodio.
Hora de finalización.
¿En qué lugar sucedió el episodio?
¿Quién estaba trabajando con la
persona en el momento en el que
sucedió el episodio?
¿Dónde estaba el personal en el
momento en el que sucedió el
episodio?
¿Quién estaba cerca de la persona
cuando sucedió el episodio?
¿Cual era el ambiente general (nivel de
ruido, otros cabreos, actitud del
personal) en la situación en la que
sucedió el episodio?
¿Qué estaba haciendo la persona en el
momento en el que sucedió el
episodio? Describir la actividad, tarea,
suceso o interacción que se daba en
ese momento.
ANÁLISIS FUNCIONAL-ECOLÓGICO DE LA CONDUCTA
ANTECEDENTES-CONDUCTA-CONSECUENCIAS
(A-B-C)
DESCRIPCIÓN DEL EPISODIO
¿Qué sucedió inmediatamente antes del
episodio? Describir las demandas, cambio e las
actividades, transición entre actividades,
interacciones con el personal u otros
compañeros, peticiones, etc.
Describir qué hizo la persona durante el
episodio.
Describir la gravedad del episodio (daños a
otros, a si mismo, destrucciones, etc.)
Describir a quién o contra quién iba dirigido el
episodio.
Describir como reaccionaron el personal y los
compañeros ante esta conducta.
Describir qué acciones se tomaron para reducir
o redirigir la conducta (conductuales: escucha
activa, reflexión, contención física etc.
farmacológicos: tipo de fármaco administrado)
ALGUNAS ESTRATEGIAS:
 Cuando la persona tiene que hacer una tarea que le
resulta difícil o desagradable y que no es posible
modificar, por ejemplo, la higiene, intercalarla con
otras tareas más fáciles o que le gusten.
 Añadir nuevas situaciones en su rutina diaria que
estimulen conductas positivas, porque es menos
probable que una persona presente conductas
problemáticas cuando está realizando las actividades
con las que disfruta. En este caso, realizar una
introducción progresiva, manteniendo siempre a la
persona informada y explicándole las actividades que
se van a realizar, entregar tablas o calendarios
visuales, etc.
 Proporcionar espacios cálidos, agradables y
estimulantes, evitando que sean rutinarios y
aburridos.
 Facilitar espacios en los que se permita a las
personas que lo deseen, disponer de un tiempo de
privacidad.
La intervención ante una conducta desafiante no consiste
solo en qué hacer cuando la conducta sucede o cómo
actuar cuando está sucediendo, sino en eliminar e
introducir cambios en los entornos en los que la persona
vive, trabaja o realiza actividades, de forma que la
conducta sea menos probable (prevención).
El ambiente que nos rodea es mucho más que el espacio
físico, lo primero que debemos hacer es revisar el
ambiente del usuario/a.
Debemos fijarnos en varios aspectos: ambiente físico (luz,
ruido...), ambiente personal y de relación (número de
personas, conducta de estas, oportunidades de
interacción, posibilidad de elección,...) y ambiente
contextual (actividades que se realizan, dificultad,
novedad e interés de las mismas, ...).
Debemos analizar qué cosas debemos mantener y qué
cosas debemos cambiar.
12
Anticipar futuras fases de transición y de cambio con
tiempo suficiente, hablar de los cambios que se van a
producir y tranquilizarla las veces que resulte necesa-
rio. Esta estrategia se llevará a cabo segun las
necesidades y capacidades de la persona, porque en
algunos casos la anticipación puede provocar
alteración e intranquilidad. Realizar tareas de tiempos
cortos.
Generar oportunidades para que la persona asuma
responsabilidades en su vida diaria, tanto en el centro
como fuera de él.
Algunas veces la persona con discapacidad
intelectual o del desarrollo deberá enfrentarse a
situaciones que le resulten problemáticas, pero
que no puede evitar, por eso será necesario
enseñarle cómo afrontarlas y tolerarlas, es decir,
enseñarle habilidades de autocontrol (relajación,
resolución de problemas, etc.).
Proporcionar actividades
reales de interacción social.
Proponerle una actividad que a la persona le resulte
muy estimulante, entre dos actividades de baja
estimulación.
Hacer uso de recursos como pictogramas,
fotografías, etc., para hacer las actividades más
predecibles y más comprensibles para la
persona (anticipar lo que pasará)
Emplear diferentes canales de comunicación,
tipos de lenguaje (verbal y no verbal) y uso de
sistemas alternativos de comunicación que
permitan a la persona hacerse entender.
Enseñar a los compañeros y los profesionales a
entender el sistema de comunicación de la
persona.
Ofrecerle diferentes cosas para escoger, entre
las que estén presentes cosas que le gustan. En
el día a día, muchas veces por falta de tiempo,
nos resulta difícil ofrecer oportunidades de
elección, pero debemos hacer todo lo posible.
Identificar actividades, acontecimientos o
interacciones que le gustan de verdad a la
persona pero a las que no suele tener
acceso, y buscar las formas para incrementar
el acceso a estas cosas e incorporarlas como
objetivos para la persona.
Proporcionar límites claros, para que cada persona
sepa lo que puede hacer y lo que se espera de ella en
cada momento.
13
RECUERDA: El mejor momento para tratar una conducta es cuando no se da.
Podemos pensar que la conducta aparece de repente, sin embargo si analizamos las situaciones, nos daremos cuenta de que la persona
muestra una serie de aspectos que nos indican que algo no va bien antes de que suceda la conducta problemática, aspectos que son
distintos en cada persona y pueden manifestarse a través de signos observables, tales cómo mirar fijamente, comenzar a andar de
un lado a otro de forma continuada, repetir la misma palabra o frase.
Identificar y definir las conductas que actúan como signos de alerta de que se va a producir una conducta problemática, nos ayudará a
detectarla y poder llevar a cabo estrategias para evitar que la situación vaya a más.
ALGUNAS ESTRATEGIAS PARA EVITAR QUE LA CONDUCTA EMPEORE
Ignorar la conducta, siempre que no
produzca daños, ni a la propia persona, ni
a otras, sean profesionales o usuarios/as.
Esta estrategia consiste en ignorar la
conducta, en ningún caso ignorar a la
persona, porque si le prestamos atención,
aunque sea para reñirle, podemos estar
reforzando sin darnos cuenta.
Escuchar a la persona el tiempo que necesite hasta
que se calme, permitiendo que la persona hable del
problema que tiene, y hacerle ver que comprendemos
lo que siente (aunque la forma de expresarlo no sea
adecuada, su enfado, miedo, tristeza o frustración son
lícitos.) No debemos criticar a la persona, juzgarla, darle
consejos, darle órdenes, intentar distraerla o darle la
razón para que se calle.
Recordarle exactamente cuál es la
conducta apropiada que se espera
de ella para conseguir la atención u
objeto que tanto le gusta, por
ejemplo, "recuerda que si no moles-
tas a tus compañeros podrás
escuchar la música que te gusta".
14
15
RECUERDA: Identificar correctamente las señales de aviso de que se va a
producir la conducta es fundamental para evitar que una situación vaya a más.
En algunos casos aproximarse a la persona cuando
se muestra nerviosa puede ser suficiente para
evitar una conducta o disminuir la gravedad de la
misma: colocar la mano sobre el hombro de la
persona, sentarse al lado en la mesa o acercarse a
ella cuando está en un grupo, etc.
Si la persona, a pesar de presentar conductas
problemáticas, tiende a obedecer las instruccio-
nes, podemos utilizar instrucciones (verbales,
escritas o con gestos) para orientar a la persona
hacia actividades más apropiadas o para que
abandone la actividad que está realizando, como
por ejemplo, pedirle a la persona que se está
golpeando que pare.
Si la persona se muestra nerviosa, antes de que
presente conductas autolesivas o destructivas,
puede resultar útil ayudarle a relajarse. Tratar de
redirigir a la persona a una zona más tranquila,
donde le resulte más sencillo relajarse, decirle que
se tranquilice y ayudarle a calmarse pidiéndole
que respire profundamente y enseñándole a
relajar las diferentes partes de su cuerpo.
Muchas personas presentan dificultades para
expresar sus deseos, sentimientos, etc., por lo que
ayudarles a expresarse puede evitar la aparición
de conductas desafiantes o puede evitar que la
conducta se agrave. Para ello podemos emplear
diferentes recursos: fotografías, pictogramas, etc.
Dirigir a la persona hacia otra actividad
que tengamos a mano y que la distraiga
de la conducta problemática, por
ejemplo, que nos ayude a tirar la basura,
poner la mesa, etc.
Mantenerse ligeramente de lado y
nunca frente a la persona, porque no se
sentirá enfrentada y el profesional estará
más protegido y seguro ante una posible
agresión.
A veces la persona puede mostrarse
triste o irritable antes de presentar una
conducta, por lo que podemos tratar de
animarla haciéndole bromas, cosquillas,
etc. Hay que ser prudentes para evitar
que la persona piense que nos estamos
burlando de ella.
Tratar de reducir las situaciones de
estrés y las situaciones que le
resultan irritantes a la persona.
Enseñar a la persona conductas
apropiadas, que le sirvan para la
misma función que la conducta
problemática (habilidad de sustitu-
ción). Por ejemplo, enseñar a la
persona con discapacidad a pedir
ayuda para reemplazar la conducta de
golpearse en la cabeza cuando tiene
que realizar una tarea difícil.
Asegurarse de que la habilidad
alternativa tenga el mismo resultado y
en el mismo tiempo que la conducta
no deseada, que resulte fácil de
aprender por la persona y que se
pueda emplear y sea apropiada en
diferentes situaciones/contextos.
Controlar el volumen de la voz,
evitando que sea demasiado alto
porque puede provocar ansiedad.
Intentar eliminar o limitar demandas del
entorno y reducir las presiones
innecesarias que puedan causar
ansiedad a la persona.
Reducir el número de actividades a
realizar cuándo se observa que la
persona está agitada o nerviosa.
Evitar exponer a la persona a tiempos
de espera excesivamente largos y a
contextos o estímulos que pueden
generarle ansiedad (lugares donde hay
demasiada gente o demasiado ruido).
Si no fue posible evitar la aparición de la conducta y la persona ya se encuentra fuera de control y supone un peligro para sí misma e incluso para
los demás, es necesario recurrir a otras estrategias. Algunas de estas estrategias son más restrictivas que otras, es decir, van de menor a mayor
gravedad, y en cada momento debemos valorar cual emplear, intentando emplear siempre la menos restrictiva posible.
ALGUNAS ESTRATEGIAS
Introducir un elemento totalmente nuevo, que
“sorprenda” y que de alguna manera desactive
la conducta (empezar a cantar, a bailar, etc.)
Es importante tener en cuenta que si esta
estrategia se emplea de forma reiterada es
ineficaz, porque pierde la capacidad de
sorprender a la persona.
Emplear el entorno inmediato para minimizar o
eliminar las consecuencias de la conducta, por
ejemplo, si la persona tiende a abalanzarse sobre
el personal con los brazos levantados como si
fuera a pegarle, podemos colocarnos detrás de
una mesa o una silla a modo de protección,
mientras le hablamos o escuchamos.
Impedir que la persona mueva libremente las
extremidades y/o el cuerpo, por un período de
tiempo limitado, con el uso de dispositivos o
prendas homologadas.
Por ejemplo, el uso de cascos protectores en
caso de que la conducta de la persona tienda a
golpearse la cabeza con los puños o contra la
pared.
Emplear la propia fuerza física para limitar o
restringir el movimiento de la persona momen-
táneamente. Por ejemplo sujetarle las manos
para impedir que se golpee o arrinconarla para
impedir que agreda a otra persona.
16
17
El uso de contención física siempre presenta algún peligro para las personas, por eso debe ser siempre el último recurso.
En los casos en los que tengamos que recurrir a este tipo de intervención es necesario:
Elaborar un protocolo en el que se describa de forma detallada la
intervención/contención: descripción de la conducta que la requiere,
tipo de intervención/contención, personal necesario, duración, cómo
tratar a la persona después, tipo de registro y notificación.
Realizar una valoración de los posibles beneficios y riesgos de la
aplicación o no de la contención en relación a la propia persona, a los
compañeros, a los profesionales y al contorno.
Evaluar y revisar periodicamente su aplicación, intentanto
buscar alternativas para eliminarla y, si no fuese posible, limitarlas a
lo estrictamente necesario en cada caso y momento.
Solicitar el consentimento informado de la propia persona o del
familiar o tutor.
Poner en conocimiento de la autoridad judicial competente en esta
materia y solicitar la autorización oportuna.
RECUERDA: Siempre debe aplicarse la estrategia menos restrictiva posible. No todas las estrategias son válidas en todos los casos, dependerá de la persona, del
contexto, de las circunstancias y del tipo de conducta.
 Ramón Novell (coord.), Peret Rueda, Luis Salvador (2003).
Salud mental y alteraciones de la conducta en las personas
con discapacidad intelectual. Guía práctica para técnicos y
cuidadores. (Col. FEAPS, nº4).
 Mª José Goñi, AA.VV. (2007). Apoyo conductual positivo:
algunas herramientas para afrontar las conductas difíciles.
Cuadernos de Buenas Prácticas, nº10. Ed. FEAPS.
 FUNDACIÓN ULIAZPI (2003). Protocolo de actuación ante
conductas desafiantes graves y uso de intervenciones físicas.
(Cuadernos de Buenas Prácticas, nº2). Ed. FEAPS.
 Centro de psicología aplicada de la Universidad Autónoma de
Madrid, Pfizer, y FEAPS (2009). CLAVES PARA SOLICITAR EL
CONSENTIMIENTO INFORMADO A UNA PERSONA CON
DISCAPACIDAD INTELECTUAL. Guía para profesionales.
 Centro de psicología aplicada de la Universidad Autónoma de
Madrid, Pfizer, y FEAPS (2009). CONSENTIMIENTO INFORMA-
DO. Guía para personas con discapacidad intelectual.
 Centro de Documentación y Estudios SIIS Dokumentazio eta
Ikerketa Zentroa. Fundación Eguía-Careaga Fundazioa
(2011) Buenas prácticas en la atención a personas con
discapacidad. Vivir mejor. Evaluación funcional de las
conductas problemáticas. Apoyo conductual positivo.
Estrategias reactivas.
Editado por: Diputación Foral de Álava.
 Canal Bedia, R. y Martín Guilleros, Mª. V. (coord.)(2002)
Manuales de trabajo en centros de atención a personas
con discapacidad de la Junta de Castilla y León. Apoyo
Conductual Positivo.
 Página web de FADEMGA Plena inclusión Galicia
(www.fademga.org)
 Página web de Plena inclusión (www.plenainclusion.org)
19
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  • 1. Conductas desafiantes en personas con discapacidad intelectual
  • 2. "Conductas desafiantes en personas con discapacidad intelectual" por FADEMGA Plena inclusión Galicia se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial- SinDerivar 4.0 Internacional. Permisos que vayan más allá de lo cubierto por esta licencia pueden encontrarse en www.fademga.org.
  • 3.
  • 4. Las alteraciones de conducta, además de que pueden ser un peligro para la propia persona o para su entorno, generan dificultades y barreras para que la persona consiga una calidad de vida aceptable, por eso es necesario abordar con éxito estas situaciones. Sin embargo los profesionales pueden tener que afrontar conductas en las que se sientan inseguros o confusos, y puede que no sepan como actuar. Ante determinados problemas de conducta los profesionales tienen que tomar decisiones en cuestión de segundos, y las cosas no siempre salen bien. FADEMGA Plena inclusión Galicia (Federación Gallega de asociaciones en favor de las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo) y las diferentes asociaciones federadas, trabajamos de forma continua para mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual y la de sus familias, sin excepción alguna. Todas aquellas personas que trabajan directamente con las personas con discapacidad intelectual con problemas de conducta (cuidadores/as, psicólogos/as, fisioterapeutas/ logopedas...) necesitan apoyo. Esta guía pretende ayudar a los profesionales a entender qué son y a qué responden las conductas desafiantes (función que tienen y objetivos que persiguen) y conocer las herramientas y estrategias que nos permitirán actuar para mejorar esta situación y orientar mejor a las familias y a las personas de su entorno, para que la intervención en el domicilio sea acorde al trabajo en la entidad. El objetivo fundamental de la intervención no es reducir estas conductas, sino mejorar la calidad de vida de las personas. No todas las estrategias que se recogen son válidas. En todos los casos, su idoneidad depende de la persona, del contexto, de las circunstancias y del tipo de conducta. En cada caso deberemos recurrir a aquellas que mejor se adecúen a la cada persona y situación. 4
  • 5. 5 Las conductas desafiantes o problemáticas son aquellas que por su intensidad, frecuencia o duración pueden implicar que la seguridad de la persona o la de los demás corra peligro o limite sus oportunidades de participación en la comunidad. Las conductas desafiantes no son un aspecto vinculado sin remedio a la persona. La persona realiza una conducta, desajustada o dañina para sí misma o para otros, no como alguien culpable, sino como alguien que necesita el apoyo del contexto para ajustar esas conductas. Es responsabilidad de los profesionales y de los servicios ofrecer respuestas que permitan minimizar estas conductas en favor de conductas idóneas. Las conductas desafiantes no se refieren solo a conductas agresivas u ofensivas, (que quizás sean a las que nos referimos habitualmente porque son las más visibles y molestas) sino también a otras más discretas, de aislamiento, falta de atención, etc. Para entender mejor a qué nos referimos, vamos a enumerar los diferentes tipos de conductas que podemos etiquetar como conductas desafiantes o problemáticas. ¿De qué estamos hablando? - Conductas graves, que se dan con cierta frecuencia y que suponen un riesgo para la propia persona o para otras: darse cabezazos contra la pared hasta hacerse sangre, lanzar objetos, ... - Conductas que condicionan demasiado la participación de la persona en actividades o recursos de la comunidad: desnudarse en público, tendencia a abrazar en exceso, intimidar, ... RECUERDA: Una conducta desafiante no es aquella que se da de forma puntual. Debemos tener en cuenta conductas menos visibles como aislamiento o falta de atención
  • 6. Heteroagresiones, nombre con el que denominamos a aquellas conductas con las que la persona causa daño a otros, como por ejemplo, dar patadas, morder o golpear con algún objeto. Autolesiones, es decir, aquellas conductas en las que la persona se causa daño a si misma, como por ejemplo, morderse, darse cabezazos, golpearse contra la pared... Destrucción de objetos, es decir, aquellas conductas a través de las que la persona, de forma intencionada, rompe, o destruye objetos, como por ejemplo, romper muebles o destrozar la ropa a mordiscos. Conductas sociales ofensivas, son conductas que ofenden a otras personas, como por ejemplo, amenazar, escupir, blasfemar o desnudarse en lugares públicos. Conductas disruptivas, término que hace referencia a aquellas conductas con las que la persona interfiere en las actividades de otros, por ejemplo, interrumpir gritando, llorar sin motivo aparente, buscar pelea.... Conductas no colaboradoras, tal y como el nombre indica, son aquellas en las que la persona no colabora, tales como, no respetar las reglas, engañar o robar. Retraimiento o falta de atención, alude a problemas de falta de relacción con otros o de no prestar atención, como por ejemplo, mantenerse lejos de outras personas. Hábitos atípicos y repetitivos, se refiere a conductas poco habituales, que se repiten una y otra vez, como por ejemplo, balancearse, comer tierra u otros objetos. 6
  • 7. 7 RECUERDA: La conducta tiene una función/finalidad para la persona, que debemos tratar de identificar. Toda conducta tiene un propósito, una clara utilidad para la persona que la presenta. La conducta puede tener como objetivo huir o escapar de algo, por ejemplo, una persona puede comenzar a darse cabezazos contra la mesa para conseguir un descanso en la realización de una tarea que le resulta difícil. Una misma conducta puede servir para diferentes funciones, porque puede tener diferentes consecuencias según el contexto en el que se de, es decir, que una persona lance los objetos que están a su alcance cuando se encuentra en el comedor, puede servir para conseguir que lo saquen de allí y no tener que comer algo que no le gusta (huir o escapar de algo) o para lograr la atención de los profesionales (obtener atención de otra persona). La clave es conocer la función que cumple la conducta, pero es algo complejo que depende de múltiples factores, no puede ser totalmente predecible. La conducta puede ser una forma de comunicarse, porque no aprendieron formas alternativas para expresar sus necesidades, deseos y preferencias. Por ejemplo, una persona con grandes dificultades de comunicación puede comenzar a dar golpes en la mesa cada vez que quiere beber. La conducta puede estar dirigida a comunicarse para: - Obtener la atención de otra persona, por ejemplo, una persona que siente que se le presta poca atención puede agredir a los compa- ñeros como una forma de conseguir la atención de los profesionales. - Conseguir algún objeto o participar en algo que resulte de su interés, es decir, una persona a la que le gusta hacer sopas de letras puede destrozar el mobiliario cuando está en el tiempo de descanso como una forma para que los profesionales la aparten del resto del grupo, lo que le permitirá estar sola y hacer las sopas de letras. - Lograr estimulación visual, sensorial, táctil, etc. como por ejemplo una persona que tiende a molestar chillando o llorando durante una actividad para que le permitan abandonar la sala y estar en su habitación para chuparse las manos.
  • 8. El primer paso para realizar un análisis de la conducta es identificar la conducta y los entornos o situaciones en la que se produce. Para identificar la conducta es necesario evitar generalizaciones, describir la conducta detallándola el máximo posible y de forma que se pueda observar y medir, para garantizar que todos los profesionales que intervienen en la evaluación sepan reconocerla sin ninguna duda. En lugar de describir la conducta cómo “se muestra agresivo”, debemos detallar a qué nos referimos con “agresividad” y describir la conducta realizada (por ejemplo: dar golpes en la mesa con la palma de la mano abierta), porque no todos entendemos lo mismo; además podremos identificar el número de veces que da golpes (medir). Es frecuente que las personas con discapacidad intelectual presenten más de una conducta desafiante o problemática, por lo que será necesario establecer un orden de prioridad entre ellas. Por lo general tienden a considerarse conductas que requieren la intervención inmediata aquellas que ponen en riesgo o causan daño a la propia persona o a otros. A continuación debemos realizar una recogida de información sobre las conductas identificadas, lo que nos va a permitir determinar la funcionalidad de las mismas (hipótesis), en base a lo que seleccionaremos las estrategias que debemos emplear para ayudar a la persona a cubrir sus necesidades y desarrollarse de forma idónea en su entorno. Cuando surge una conducta desafiante queremos eliminarla o reducirla rápidamente (hay que hacer algo, tenemos que detener esta conducta lo antes posible...), sin embargo para responder con garantías de éxito a la necesidad de eliminar o reducir la conducta es necesario saber: ¿por qué la persona presenta esa conducta?, ¿qué factores presentes en el contexto pueden influír en esa conducta?, ¿qué situaciones o factores pueden favorecer- la?, ¿qué factores o actividades pueden evitar que ocurra?, etc. Para dar respuesta a todas estas cuestiones es necesario realizar un análisis de la conducta y un análisis motivacional. ANÁLISIS DE LA CONDUCTA 8
  • 9. 9 Además de centrarnos en la propia conducta, es importante identificar las preferencias de la persona, gustos, actividades estimulantes, etc., (reforzadores), que podremos emplear para incrementar conductas idóneas al tiempo que disminuyen las conductas desafiantes o problemáticas. Para ello podemos pregun- tarle a la familia, observar qué hace en el tiempo libre, darle dife- rentes actividades o cosas a escoger para observar que prefiere... No todo lo que le gusta la persona es un reforzador. Por ejemplo: una persona del centro ocupacional tiende a llegar tarde al taller después del descanso. Analizando sus intereses y preferencias observamos que le gusta estar con dos compañeros del taller, por lo que empleamos esto como reforzador, es decir, cada vez que llega a la hora, le permitimos sentarse junto a estas personas. Si observa- mos que esto hace que la persona tienda a llegar puntual será un reforzador, pero si esta conducta no mejora, no será un reforzador a pesar de ser algo que le agrada. Cada persona tiene sus reforzadores, nuestro trabajo será tratar de encontrarlos, porque nos serán de gran ayuda. Qué aspectos debemos observar y registrar (debemos registrar, no hacer interpretaciones de cuales pueden ser las causas de la conducta): Tenemos que prestar mucha atención a todo lo que pasa antes de que suceda la conducta, porque nos va a permitir identificar qué factores favorecen la aparición de la conducta (desencadenante). Debemos analizar qué sucede inmediatamente después de que se produzca la conducta, porque dependiendo de cómo sean las consecuencias, pode- mos estar manteniendo o modificando la conducta. Trataremos de analizar en qué situaciones o horas concretas ocurre la conducta y las personas que están presentes, porque nos ayudará a identificar factores que podrían estar influyendo en la conducta También puede resultar de ayuda identificar contextos y horas en los que la conducta no sucede, porque nos puede ayudar a determinar razones por las que la conducta no se produce. Es necesario recoger información durante un período prolongado y que lo hagan diferentes personas. RECUERDA: EL primer paso para eliminar o reducir una conducta es realizar un análisis de la misma e identificar las preferencias de la persona, que emplearemos como reforzadores. ANÁLISIS MOTIVACIONAL
  • 10. 10 LUNES MARTES MIÉRCOLES JUEVES VIERNES SÁBADO DOMINGO 09.00-09.30 09.30-10.00 10.00-10.30 10.30-11.00 11.00-11.30 11.30-12.00 12.00-12.30 12.30-14.00 14.00-14.30 14.30-15.00 15.00-15.30 15.30-16.00 16.00-16.30 16.30-17.00 17.00-17.30 17.30.18.00 18.00-18.30 18.30-19.00 SCATTER PLOT Nombre y apellidos:________ Fecha de inicio:___________ Conducta a registrar:
  • 11. 11 REVISAR DATOS DEL EPISODIO Tipo de conducta observada. Fecha del episodio. Hora de finalización. ¿En qué lugar sucedió el episodio? ¿Quién estaba trabajando con la persona en el momento en el que sucedió el episodio? ¿Dónde estaba el personal en el momento en el que sucedió el episodio? ¿Quién estaba cerca de la persona cuando sucedió el episodio? ¿Cual era el ambiente general (nivel de ruido, otros cabreos, actitud del personal) en la situación en la que sucedió el episodio? ¿Qué estaba haciendo la persona en el momento en el que sucedió el episodio? Describir la actividad, tarea, suceso o interacción que se daba en ese momento. ANÁLISIS FUNCIONAL-ECOLÓGICO DE LA CONDUCTA ANTECEDENTES-CONDUCTA-CONSECUENCIAS (A-B-C) DESCRIPCIÓN DEL EPISODIO ¿Qué sucedió inmediatamente antes del episodio? Describir las demandas, cambio e las actividades, transición entre actividades, interacciones con el personal u otros compañeros, peticiones, etc. Describir qué hizo la persona durante el episodio. Describir la gravedad del episodio (daños a otros, a si mismo, destrucciones, etc.) Describir a quién o contra quién iba dirigido el episodio. Describir como reaccionaron el personal y los compañeros ante esta conducta. Describir qué acciones se tomaron para reducir o redirigir la conducta (conductuales: escucha activa, reflexión, contención física etc. farmacológicos: tipo de fármaco administrado)
  • 12. ALGUNAS ESTRATEGIAS:  Cuando la persona tiene que hacer una tarea que le resulta difícil o desagradable y que no es posible modificar, por ejemplo, la higiene, intercalarla con otras tareas más fáciles o que le gusten.  Añadir nuevas situaciones en su rutina diaria que estimulen conductas positivas, porque es menos probable que una persona presente conductas problemáticas cuando está realizando las actividades con las que disfruta. En este caso, realizar una introducción progresiva, manteniendo siempre a la persona informada y explicándole las actividades que se van a realizar, entregar tablas o calendarios visuales, etc.  Proporcionar espacios cálidos, agradables y estimulantes, evitando que sean rutinarios y aburridos.  Facilitar espacios en los que se permita a las personas que lo deseen, disponer de un tiempo de privacidad. La intervención ante una conducta desafiante no consiste solo en qué hacer cuando la conducta sucede o cómo actuar cuando está sucediendo, sino en eliminar e introducir cambios en los entornos en los que la persona vive, trabaja o realiza actividades, de forma que la conducta sea menos probable (prevención). El ambiente que nos rodea es mucho más que el espacio físico, lo primero que debemos hacer es revisar el ambiente del usuario/a. Debemos fijarnos en varios aspectos: ambiente físico (luz, ruido...), ambiente personal y de relación (número de personas, conducta de estas, oportunidades de interacción, posibilidad de elección,...) y ambiente contextual (actividades que se realizan, dificultad, novedad e interés de las mismas, ...). Debemos analizar qué cosas debemos mantener y qué cosas debemos cambiar. 12
  • 13. Anticipar futuras fases de transición y de cambio con tiempo suficiente, hablar de los cambios que se van a producir y tranquilizarla las veces que resulte necesa- rio. Esta estrategia se llevará a cabo segun las necesidades y capacidades de la persona, porque en algunos casos la anticipación puede provocar alteración e intranquilidad. Realizar tareas de tiempos cortos. Generar oportunidades para que la persona asuma responsabilidades en su vida diaria, tanto en el centro como fuera de él. Algunas veces la persona con discapacidad intelectual o del desarrollo deberá enfrentarse a situaciones que le resulten problemáticas, pero que no puede evitar, por eso será necesario enseñarle cómo afrontarlas y tolerarlas, es decir, enseñarle habilidades de autocontrol (relajación, resolución de problemas, etc.). Proporcionar actividades reales de interacción social. Proponerle una actividad que a la persona le resulte muy estimulante, entre dos actividades de baja estimulación. Hacer uso de recursos como pictogramas, fotografías, etc., para hacer las actividades más predecibles y más comprensibles para la persona (anticipar lo que pasará) Emplear diferentes canales de comunicación, tipos de lenguaje (verbal y no verbal) y uso de sistemas alternativos de comunicación que permitan a la persona hacerse entender. Enseñar a los compañeros y los profesionales a entender el sistema de comunicación de la persona. Ofrecerle diferentes cosas para escoger, entre las que estén presentes cosas que le gustan. En el día a día, muchas veces por falta de tiempo, nos resulta difícil ofrecer oportunidades de elección, pero debemos hacer todo lo posible. Identificar actividades, acontecimientos o interacciones que le gustan de verdad a la persona pero a las que no suele tener acceso, y buscar las formas para incrementar el acceso a estas cosas e incorporarlas como objetivos para la persona. Proporcionar límites claros, para que cada persona sepa lo que puede hacer y lo que se espera de ella en cada momento. 13 RECUERDA: El mejor momento para tratar una conducta es cuando no se da.
  • 14. Podemos pensar que la conducta aparece de repente, sin embargo si analizamos las situaciones, nos daremos cuenta de que la persona muestra una serie de aspectos que nos indican que algo no va bien antes de que suceda la conducta problemática, aspectos que son distintos en cada persona y pueden manifestarse a través de signos observables, tales cómo mirar fijamente, comenzar a andar de un lado a otro de forma continuada, repetir la misma palabra o frase. Identificar y definir las conductas que actúan como signos de alerta de que se va a producir una conducta problemática, nos ayudará a detectarla y poder llevar a cabo estrategias para evitar que la situación vaya a más. ALGUNAS ESTRATEGIAS PARA EVITAR QUE LA CONDUCTA EMPEORE Ignorar la conducta, siempre que no produzca daños, ni a la propia persona, ni a otras, sean profesionales o usuarios/as. Esta estrategia consiste en ignorar la conducta, en ningún caso ignorar a la persona, porque si le prestamos atención, aunque sea para reñirle, podemos estar reforzando sin darnos cuenta. Escuchar a la persona el tiempo que necesite hasta que se calme, permitiendo que la persona hable del problema que tiene, y hacerle ver que comprendemos lo que siente (aunque la forma de expresarlo no sea adecuada, su enfado, miedo, tristeza o frustración son lícitos.) No debemos criticar a la persona, juzgarla, darle consejos, darle órdenes, intentar distraerla o darle la razón para que se calle. Recordarle exactamente cuál es la conducta apropiada que se espera de ella para conseguir la atención u objeto que tanto le gusta, por ejemplo, "recuerda que si no moles- tas a tus compañeros podrás escuchar la música que te gusta". 14
  • 15. 15 RECUERDA: Identificar correctamente las señales de aviso de que se va a producir la conducta es fundamental para evitar que una situación vaya a más. En algunos casos aproximarse a la persona cuando se muestra nerviosa puede ser suficiente para evitar una conducta o disminuir la gravedad de la misma: colocar la mano sobre el hombro de la persona, sentarse al lado en la mesa o acercarse a ella cuando está en un grupo, etc. Si la persona, a pesar de presentar conductas problemáticas, tiende a obedecer las instruccio- nes, podemos utilizar instrucciones (verbales, escritas o con gestos) para orientar a la persona hacia actividades más apropiadas o para que abandone la actividad que está realizando, como por ejemplo, pedirle a la persona que se está golpeando que pare. Si la persona se muestra nerviosa, antes de que presente conductas autolesivas o destructivas, puede resultar útil ayudarle a relajarse. Tratar de redirigir a la persona a una zona más tranquila, donde le resulte más sencillo relajarse, decirle que se tranquilice y ayudarle a calmarse pidiéndole que respire profundamente y enseñándole a relajar las diferentes partes de su cuerpo. Muchas personas presentan dificultades para expresar sus deseos, sentimientos, etc., por lo que ayudarles a expresarse puede evitar la aparición de conductas desafiantes o puede evitar que la conducta se agrave. Para ello podemos emplear diferentes recursos: fotografías, pictogramas, etc. Dirigir a la persona hacia otra actividad que tengamos a mano y que la distraiga de la conducta problemática, por ejemplo, que nos ayude a tirar la basura, poner la mesa, etc. Mantenerse ligeramente de lado y nunca frente a la persona, porque no se sentirá enfrentada y el profesional estará más protegido y seguro ante una posible agresión. A veces la persona puede mostrarse triste o irritable antes de presentar una conducta, por lo que podemos tratar de animarla haciéndole bromas, cosquillas, etc. Hay que ser prudentes para evitar que la persona piense que nos estamos burlando de ella. Tratar de reducir las situaciones de estrés y las situaciones que le resultan irritantes a la persona. Enseñar a la persona conductas apropiadas, que le sirvan para la misma función que la conducta problemática (habilidad de sustitu- ción). Por ejemplo, enseñar a la persona con discapacidad a pedir ayuda para reemplazar la conducta de golpearse en la cabeza cuando tiene que realizar una tarea difícil. Asegurarse de que la habilidad alternativa tenga el mismo resultado y en el mismo tiempo que la conducta no deseada, que resulte fácil de aprender por la persona y que se pueda emplear y sea apropiada en diferentes situaciones/contextos. Controlar el volumen de la voz, evitando que sea demasiado alto porque puede provocar ansiedad. Intentar eliminar o limitar demandas del entorno y reducir las presiones innecesarias que puedan causar ansiedad a la persona. Reducir el número de actividades a realizar cuándo se observa que la persona está agitada o nerviosa. Evitar exponer a la persona a tiempos de espera excesivamente largos y a contextos o estímulos que pueden generarle ansiedad (lugares donde hay demasiada gente o demasiado ruido).
  • 16. Si no fue posible evitar la aparición de la conducta y la persona ya se encuentra fuera de control y supone un peligro para sí misma e incluso para los demás, es necesario recurrir a otras estrategias. Algunas de estas estrategias son más restrictivas que otras, es decir, van de menor a mayor gravedad, y en cada momento debemos valorar cual emplear, intentando emplear siempre la menos restrictiva posible. ALGUNAS ESTRATEGIAS Introducir un elemento totalmente nuevo, que “sorprenda” y que de alguna manera desactive la conducta (empezar a cantar, a bailar, etc.) Es importante tener en cuenta que si esta estrategia se emplea de forma reiterada es ineficaz, porque pierde la capacidad de sorprender a la persona. Emplear el entorno inmediato para minimizar o eliminar las consecuencias de la conducta, por ejemplo, si la persona tiende a abalanzarse sobre el personal con los brazos levantados como si fuera a pegarle, podemos colocarnos detrás de una mesa o una silla a modo de protección, mientras le hablamos o escuchamos. Impedir que la persona mueva libremente las extremidades y/o el cuerpo, por un período de tiempo limitado, con el uso de dispositivos o prendas homologadas. Por ejemplo, el uso de cascos protectores en caso de que la conducta de la persona tienda a golpearse la cabeza con los puños o contra la pared. Emplear la propia fuerza física para limitar o restringir el movimiento de la persona momen- táneamente. Por ejemplo sujetarle las manos para impedir que se golpee o arrinconarla para impedir que agreda a otra persona. 16
  • 17. 17 El uso de contención física siempre presenta algún peligro para las personas, por eso debe ser siempre el último recurso. En los casos en los que tengamos que recurrir a este tipo de intervención es necesario: Elaborar un protocolo en el que se describa de forma detallada la intervención/contención: descripción de la conducta que la requiere, tipo de intervención/contención, personal necesario, duración, cómo tratar a la persona después, tipo de registro y notificación. Realizar una valoración de los posibles beneficios y riesgos de la aplicación o no de la contención en relación a la propia persona, a los compañeros, a los profesionales y al contorno. Evaluar y revisar periodicamente su aplicación, intentanto buscar alternativas para eliminarla y, si no fuese posible, limitarlas a lo estrictamente necesario en cada caso y momento. Solicitar el consentimento informado de la propia persona o del familiar o tutor. Poner en conocimiento de la autoridad judicial competente en esta materia y solicitar la autorización oportuna. RECUERDA: Siempre debe aplicarse la estrategia menos restrictiva posible. No todas las estrategias son válidas en todos los casos, dependerá de la persona, del contexto, de las circunstancias y del tipo de conducta.
  • 18.  Ramón Novell (coord.), Peret Rueda, Luis Salvador (2003). Salud mental y alteraciones de la conducta en las personas con discapacidad intelectual. Guía práctica para técnicos y cuidadores. (Col. FEAPS, nº4).  Mª José Goñi, AA.VV. (2007). Apoyo conductual positivo: algunas herramientas para afrontar las conductas difíciles. Cuadernos de Buenas Prácticas, nº10. Ed. FEAPS.  FUNDACIÓN ULIAZPI (2003). Protocolo de actuación ante conductas desafiantes graves y uso de intervenciones físicas. (Cuadernos de Buenas Prácticas, nº2). Ed. FEAPS.  Centro de psicología aplicada de la Universidad Autónoma de Madrid, Pfizer, y FEAPS (2009). CLAVES PARA SOLICITAR EL CONSENTIMIENTO INFORMADO A UNA PERSONA CON DISCAPACIDAD INTELECTUAL. Guía para profesionales.  Centro de psicología aplicada de la Universidad Autónoma de Madrid, Pfizer, y FEAPS (2009). CONSENTIMIENTO INFORMA- DO. Guía para personas con discapacidad intelectual.  Centro de Documentación y Estudios SIIS Dokumentazio eta Ikerketa Zentroa. Fundación Eguía-Careaga Fundazioa (2011) Buenas prácticas en la atención a personas con discapacidad. Vivir mejor. Evaluación funcional de las conductas problemáticas. Apoyo conductual positivo. Estrategias reactivas. Editado por: Diputación Foral de Álava.  Canal Bedia, R. y Martín Guilleros, Mª. V. (coord.)(2002) Manuales de trabajo en centros de atención a personas con discapacidad de la Junta de Castilla y León. Apoyo Conductual Positivo.  Página web de FADEMGA Plena inclusión Galicia (www.fademga.org)  Página web de Plena inclusión (www.plenainclusion.org)
  • 19. 19