"Lo que tú quieras", biografía ilustrada de Montse Grases.
Consagración servicio—mariaal servicio
1. En la Virgen maría, encontramos que su Consagración
es un servicio
El servicio, a la luz de la alianza antigua y nueva, es una vida
consagrada a Dios. María, Sierva del Señor, es disponible para
entrar plenamente en la voluntad de Dios y cumplir su misión.
Esta actitud de servicio aparece en la anunciación (Lc.1,26-38)
y la visitación de María (Lc.1,39-56). María enriquecida por el
dinamismo del Espíritu, de evangelizada se vuelve en
evangelizadora; la anunciada será la anunciadora de la gozosa
noticia de salvación, la que proclama el reino y las maravillas
del Señor ( magnificat). Su saludo (Lc.1,40), como los futuros
discípulos del Señor (Lc.10,5), es vehículo dispensador de la
fuerza del Espíritu y de la bendición divina: saludo que
provoca la exultación mesiánica de Juan Bautista y la efusión
del Espíritu en Isabel (Lc.1,41). María en su visitación no sólo
lleva una noticia gozosa, sino el Verbo encarnado en su seno.
En ese viaje misionero-mesiánico, María vive con anticipación
la misión de la iglesia pentecostal, que recibirá el don del
Espíritu para anunciar el evangelio y testimoniarlo con la vida.
El culto mariano introduce en una espiritualidad de servicio
(MC, 22). La Virgen María que sobresale entre los humildes y
pobres del Señor (LG, 55) nos introduce en esta mentalidad de
servicio. En la Sierva del Señor confluyen los elementos más
importantes del servicio: la elección, la misión, y la respuesta.
María es escogida de Dios por iniciativa de su amor. La
maternidad divina no impide que María se defina "sierva del
Señor."
Siguiendo el ejemplo del Divino Maestro que no ha venido a
ser servido, sino servir (Mt. 20, 28) y de María, humilde Sierva
del Señor (Lc.1, 38), la Iglesia expresa su misión como
diaconía y coinonía ( servicio y comunión).
María indica a los fieles la espiritualidad del servicio, cuyas
características son:
2. disponibilidad,
pobreza radical,
humildad,
obediencia,
sufrimiento,
colaboración para la edificación del reino.
La maternidad divina de María ciertamente es un privilegio,
pero también es un don para el servicio del reino y de la
Iglesia.
La Marialis Cultus observa que la Iglesia traduce las múltiples
relaciones que la une a María, y entre las actitudes cultuales
sobresale también " el servicio de amor cuando descubre en la
humilde Sierva del Señor a la Reina de la misericordia y a la
Madre de la gracia" (22).