Siempre hay tiempo para escribir, no hay excusa que valga. Siempre hay tiempo para hacer lo que nos gusta. Aquellos que dicen “cuando termine la carrera, voy a escribir”, es mentira: al que realmente le gusta escribir se busca el tiempo para hacerlo. Lo que siempre buscamos es una motivación o un incentivo a la hora de escribir. Aquí les dejo algunos consejos que pueden resultar útiles.
1. Consejos de escritura
Siempre hay tiempo para escribir, no hay excusa que valga. Siempre hay tiempo para
hacer lo que nos gusta. Aquellos que dicen “cuando termine la carrera, voy a escribir”,
es mentira: al que realmente le gusta escribir se busca el tiempo para hacerlo. Lo que
siempre buscamos es una motivación o un incentivo a la hora de escribir.
Si esquematizamos el proceso de escritura de una forma muy simple y acotada,
podemos decir que se divide en tres etapas: escritura, reescritura y corrección. La
escritura es el primer paso y, quizás, el más difícil; es superar el cansancio, la
desmotivación, la falta de ideas o de modos de expresarlas. Todo eso se puede trabajar.
El segundo paso es revisar, y tachar, o sobrescribir; darle una nueva dirección a lo que
escribimos, encontrar el camino correcto, u otro: agregar o sacar elementos. Este
segundo paso, puede repetirse más de una vez; no es una ciencia exacta. El último paso
es la corrección, que también puede repetirse más de una vez, aunque no es
conveniente. Hay que aprender también a desprenderse de lo que uno produce, y seguir,
hacia algo nuevo, distinto. De esta manera, podemos pensar en algunos consejos que
nos resultarán útiles en cada una de las etapas que hemos mencionado:
Escritura
• Comprometernos: escribir es un trabajo como cualquier otro. Para ser prolíferos,
debemos ser constantes. Las mejores ideas llegan cuando uno no las está buscando;
por eso, es mejor estar preparado y tener siempre el lápiz afilado.
• Tener paciencia: escribir a nuestro tiempo. A veces queremos terminar una historia
nada más que para calmar nuestra ansiedad, pero siempre conviene no apresurarnos.
Dicen que “se escribe con la cicatriz, no con la herida”. Todos los procesos llevan su
tiempo. Sin darnos cuenta, inconscientemente, siempre estamos escribiendo,
pensando qué escribir. Las ideas decantan por sí mismas en nuestro consciente, y
nosotros debemos respetar eso.
• Ser curioso, y lector: para escribir bien, es conveniente leer a los que escriben bien,
tanto a los clásicos como a los contemporáneos, para sacar ideas, recursos y para
2. motivarnos. La inspiración no viene y casi todo escritor empezó copiando a alguien.
Como decía Picasso: “Los buenos artistas copian, los genios roban”.
• Olvidar la autocensura: Escribir es rescribir. Todo lo que se nos venga a la cabeza,
debemos escribirlo. No debemos dejar nada de lado. Es preferible olvidar una idea,
una historia porque queremos y no porque no la escribimos a tiempo. Primero,
nuestra tarea es escribir; después, habrá tiempo para organizar lo escrito.
• Compartir: nuestros allegados siempre son nuestros primeros lectores y ellos
seguramente pueden darnos consejos válidos. Es cuestión de animarse, y de
escucharlos.
Reescritura
• El lector ideal: lo primero que debemos hacer, es pensar quién leería lo que
escribimos, aunque sea hipotéticamente. Esto nos dará un marco, un objetivo, un
perfil, un estilo. De allí, podremos deducir, cómo estructurar nuestro escrito, qué
registro utilizar, etc.
• Símbolos: el lenguaje es un sistema de símbolos. Y de símbolos vivimos rodeados.
Debemos entender que una cadena completa de ideas podemos encontrarla en
cualquier lado, entre las palabras, entre alguna imagen visual, en nuestra casa, en un
bar o en el colectivo. Siempre es bueno estar atentos a cualquier estímulo.
• Recursividad: debemos también entender que la idea de la que parte lo que
escribimos puede tomar diferentes formas y rumbos, incluso uno totalmente
contrario. Una vez que tenemos un primer manuscrito, debemos revisarlo y
contemplar la posibilidad de que pueden ocurrírsenos nuevas ideas que lo
modifiquen en parte o completamente. Si esto implica, desechar ideas anteriores o
ya escritas, bienvenido sea.
3. Corrección
• Asombrarnos: es importante aprender a crear giros inesperados para el lector.
Dejarnos sorprender, y sorprender a los demás. Como decía Borges: “Vivimos no de
la costumbre, sino del asombro”.
• Observar: las historias y personajes que creemos deberán ser particulares y
verosímiles, ya que estos son los que más se recuerdan. La literatura está hecha de
detalles. Para identificar a un personaje es importante oírlo (su lenguaje lo define) o
ver cómo se mueve.
• Economizar: escribir es elegir. No debemos ponerlo todo, tenemos que aprender
que menos es más y lograr que el lector reponga e imagine lo que falta.
• Dejar descansar el texto: tratemos de alejarnos del texto al menos por unas horas o
días; después, podremos releerlo con cierta distancia.
• Confiar: antes de corregir nuestro propio escrito, debemos confiar en nuestras
propias capacidades y conocimientos.
• Dar lo mejor: debemos comprender, por último, que nunca estaremos plenamente
satisfechos con lo que hacemos, por lo menos no a largo plazo. De lo único que
debemos estar seguros, es que dimos lo mejor de nosotros en ese momento.