Sara y sus amigos salieron de fiesta y tomaron el tren para volver a casa. A medida que pasaban las estaciones, el vagón se fue vaciando hasta que sólo quedaron ellos. Se quedaron dormidos y al despertar descubrieron que la estación y la calle estaban desiertas y cubiertas por niebla. Caminando por las calles escucharon gritos de un anciano loco e ignoraron sus advertencias. Al subir una empinada cuesta, vieron una gran luz brillante que luego desapareció y fue reemplazada por una luz verde