El documento describe una noche en la vida de un hombre mayor que sale a caminar por las calles de su ciudad natal. Recorre bares ruidosos y bulliciosos hasta que escucha una pelea. Luego regresa a su hogar donde su esposa lo espera, sabiendo que le gusta dar paseos nocturnos para sentirse cerca del lugar donde creció. Aunque ya no puede viajar como antes, estos paseos son su forma de aventura y viaje personal.
EL PIANO
I
Desnudo, ansioso, hoy te aguarda el piano,
un cajón antiguo de cedro oscuro y raso blanco
cárcava seria, robusta, altiva y arrogante.
Pégale sobre sus infaustas teclas dolientes
ponle encima tus rojas manos, recórrelo todo.
II
Que brote de él su creadora alma prisionera.
Tócalo con tu amor ágilmente, con firmeza
repica las vibraciones de su celeste arpa.
Lentamente en el vaivén de sus blancas olas
siente el escalofrió de mi alma agónica en ti.
III
Acarícialo despacio y sin temores, ábrelo
que él resuma hoy nuestra trágica historia.
En el concierto de las teclas que lloran
complacidas al sentir tus tibias falanges.
Y te embriaguen con todos los sonidos
de sus cuerdas y de sus tímidos martillos.
IV
Entre piezas negras y blancas, recibirás
en regalo, una comparsa de tristes llantos.
Hoy viste el mejor de tus trajes negros
en medio del viejo salón de paños dorados.
V
Allí te espera amado, impaciente el teclado
por el resto de su vida para ti inmolado.
A pesar de que las horas negras lo visiten
en el umbral del sueño del tiempo infinito.
VI
Cuando el blanco polvo de los años se acueste
en la tétrica playa de la ingratitud y el olvido.
Toca amor sobre él ácidas y tristes melodías
una tras otra sin aplazamiento extírpaselas,
saca del corazón las alicaídas notas sangrientas
al compás de estremecedores besos nocturnos.
VII
Que la canción melancólica aleje de ti la risa
y retumben millones de tristezas adoloridas.
El glorioso concierto de la muerte llene el salón
de las estrellas cautivas y las hadas muertas.
VIII
Que los faunos bailen desnudos y descalzos
sobre su fastuosa y sacrílega cola antigua.
Desclava toda su calida madera, hiérrelo
vibradle furioso hasta el último acorde gris.
IX
Pasea tus manos en la luz y en la penumbra
con pasión filarmónica de excitación y goce.
Desentierra los milenarios acordes de la cueva
del precioso teclado cadencioso omnipotente.
X
Haz que su alma se pronuncie con lisuras
dentro de la oscura caja musical de la muerte.
Mostrándole todos los sufrimientos y quejidos
de la vida que llevan los dolores y las congojas.
XI
Se alcen sus notas por la circunferencia finita
y se quiebren los cristales de toda ventana.
Las brujas huyan al final de las horas sombrías
y que la noche llore torrentes de horrenda sangre
XII
El magistral piano negro va derramando su alma
en cada nota que al salir se cristaliza en llama.
Entre las viejas partituras de grandiosas obras
se refinan y aminoran los conciertos de tristezas
de un contenido que él condenado piano solloza
XIII
Tierna serenata de un ataúd que implora y llora
al sentir tus manos sobre su triste teclado.
Una voz se asfixia dentro de negra caja sonora
y el aire entero se llena de notas de oro y plata.
XIV
Sinfonía de inmensa tristeza que entre sollozos
te dice: sufro dolor de oscuridad y de muerte.
callado, inerte, sombrío mi paso al helado paso
al infierno que se debate entre el amor y olvido.
XV.
Toca la tumba, mi sagrado aposento negro
¡Amado! que desde todos los tiempos ansío
que mi cuerpo ennegrecido por los deseos
sea por tus dedos surcado y profanado.
JEM WONG
11.02.2005
“En asuntos de amor los locos son los que tienen más experiencia. De amor no preguntes nunca a los cuerdos; los cuerdos aman cuerdamente, que es como no haber amado nunca”.
Jacinto Benavente
(Jemwong)
Se trata de un homenaje a los encantos de la joven mujer peruana de hoy. Imágenes tomadas de la red ilustran versos escritos por Rodolfo Sánchez Garrafa.
EL PIANO
I
Desnudo, ansioso, hoy te aguarda el piano,
un cajón antiguo de cedro oscuro y raso blanco
cárcava seria, robusta, altiva y arrogante.
Pégale sobre sus infaustas teclas dolientes
ponle encima tus rojas manos, recórrelo todo.
II
Que brote de él su creadora alma prisionera.
Tócalo con tu amor ágilmente, con firmeza
repica las vibraciones de su celeste arpa.
Lentamente en el vaivén de sus blancas olas
siente el escalofrió de mi alma agónica en ti.
III
Acarícialo despacio y sin temores, ábrelo
que él resuma hoy nuestra trágica historia.
En el concierto de las teclas que lloran
complacidas al sentir tus tibias falanges.
Y te embriaguen con todos los sonidos
de sus cuerdas y de sus tímidos martillos.
IV
Entre piezas negras y blancas, recibirás
en regalo, una comparsa de tristes llantos.
Hoy viste el mejor de tus trajes negros
en medio del viejo salón de paños dorados.
V
Allí te espera amado, impaciente el teclado
por el resto de su vida para ti inmolado.
A pesar de que las horas negras lo visiten
en el umbral del sueño del tiempo infinito.
VI
Cuando el blanco polvo de los años se acueste
en la tétrica playa de la ingratitud y el olvido.
Toca amor sobre él ácidas y tristes melodías
una tras otra sin aplazamiento extírpaselas,
saca del corazón las alicaídas notas sangrientas
al compás de estremecedores besos nocturnos.
VII
Que la canción melancólica aleje de ti la risa
y retumben millones de tristezas adoloridas.
El glorioso concierto de la muerte llene el salón
de las estrellas cautivas y las hadas muertas.
VIII
Que los faunos bailen desnudos y descalzos
sobre su fastuosa y sacrílega cola antigua.
Desclava toda su calida madera, hiérrelo
vibradle furioso hasta el último acorde gris.
IX
Pasea tus manos en la luz y en la penumbra
con pasión filarmónica de excitación y goce.
Desentierra los milenarios acordes de la cueva
del precioso teclado cadencioso omnipotente.
X
Haz que su alma se pronuncie con lisuras
dentro de la oscura caja musical de la muerte.
Mostrándole todos los sufrimientos y quejidos
de la vida que llevan los dolores y las congojas.
XI
Se alcen sus notas por la circunferencia finita
y se quiebren los cristales de toda ventana.
Las brujas huyan al final de las horas sombrías
y que la noche llore torrentes de horrenda sangre
XII
El magistral piano negro va derramando su alma
en cada nota que al salir se cristaliza en llama.
Entre las viejas partituras de grandiosas obras
se refinan y aminoran los conciertos de tristezas
de un contenido que él condenado piano solloza
XIII
Tierna serenata de un ataúd que implora y llora
al sentir tus manos sobre su triste teclado.
Una voz se asfixia dentro de negra caja sonora
y el aire entero se llena de notas de oro y plata.
XIV
Sinfonía de inmensa tristeza que entre sollozos
te dice: sufro dolor de oscuridad y de muerte.
callado, inerte, sombrío mi paso al helado paso
al infierno que se debate entre el amor y olvido.
XV.
Toca la tumba, mi sagrado aposento negro
¡Amado! que desde todos los tiempos ansío
que mi cuerpo ennegrecido por los deseos
sea por tus dedos surcado y profanado.
JEM WONG
11.02.2005
“En asuntos de amor los locos son los que tienen más experiencia. De amor no preguntes nunca a los cuerdos; los cuerdos aman cuerdamente, que es como no haber amado nunca”.
Jacinto Benavente
(Jemwong)
Se trata de un homenaje a los encantos de la joven mujer peruana de hoy. Imágenes tomadas de la red ilustran versos escritos por Rodolfo Sánchez Garrafa.
Directores de orquesta por Preciada Azancot (i de iii)Antonio Galvez
Preciada Azancot comparte sus retratos escritos de grandes directores de orquesta: Zubin Mehta, Leonard Bernstein, Daniel Barenboim, Sir Georg Solti, Herbert Von Karajan.
Agótense, desesperados
los ahogados cantos…
Golpeen, las blancas sedas,
desgárrense una a una, todas…
No resuenen, no vibren…
No sientan, no nada…no nada…
Conviértanse tan solo
en sumatoria de puntos negros,
imprecisos, inertes…
ciegas heridas,
sin precio, ni desprecio…
La intención de esta obra es la de expresar en palabras lo que los artistas han expresado en sus cuadros por medio del color y la forma
Sostengo que todas las artes están ligadas entre sí
He traído seis cuadros de otros tantos pintores impresionistas
Cada uno tiene dos páginas para sí
La Primera, para anticipar en el Poema la magia del cuadro
La Segunda, para mostrar el cuadro en cada caso
¡Cuánto quisiera que el lector sienta al ver cada una de esas páginas, la emoción que yo sentí cuando las diseñé y la que siento cada vez que las leo!
EL ALMA DEL ARPA
I
Llora el arpa dorada y ardiente
las melodías de hondas tristezas.
Los lamentos de la pobre alma
detrás de un espejo quemado.
La carga en sus notas grises
de todo el dolor del misterio,
una falsa tentativa de alejarse
de las sombras y de los llantos,
de las alas grises de la muerte
que la acarician ya sin límites.
II
Desbarata los paisajes insípidos
que sus tensas cuerdas ahora
dibujan en sus oníricas nubes
llorando arpa dorada, truena fuerte
que él está dormido y no escucha,
no siente, no se inmuta, no nada.
en la constelación, vibraciones
angustiosas y frías de la muerte.
toca hoy toda tu fúnebre música
entre fuegos y ritos milenarios.
III
¿Que te quema y qué te arrastra?
Es un solo de notas quebrantadas
comparte con él ausencia y la nada
llorando arpa de ensueño y de hadas
todo el canto hecho hiel fermentada.
Gime arpa lenta, suena pesada
los mares muertos de su olvido.
Haz que de tus cuerdas escapen
el crepitar de tus hilos muertos
y de todas tus notas adoloridas.
IV
Sujétate esta noche fría en hebras
sobre su cadera, sin inocencia.
Apóyate al hombro muy suavemente,
con pulsaciones que te exijan
poner en él tu sueño, tu ansía consagrada.
Que cada cuerda sea apagada
antes de excitarte en la siguiente.
crea entre sus manos el poema
y suene él entre agudos y graves.
regálale las notas del amor que nace.
V
Que sus uñas ágiles saquen de ti
la belleza de tu voz y de tu timbre.
En ríos de melodía líquida y alba
muere coagulada, ahí desgárrate.
Rompe el silencio del que ya yace
entre las sabanas como dormido.
llora en la melodía del arpa de oro
todas las piezas de sus espejos
que idos formaron los caídos sueños
en los campos de los vencidos.
VI
Desnuda las notas hoy patéticas,
ofrécele los acordes a tu amado
el mejor de todos los conciertos
haz que tu vibrar mueva las hojas
entre los escombros de su cuerpo.
Adormécele las aguas, la tierra,
el polvo, las rocas… y el viento.
Llorando en el firmamento esta noche
la armonía de todos tus versos
en ausencia de su cuerpo ardiente.
VII
Seca las fuentes de miel naciente
los vientos de los mares, las olas
con poderosa furia de espuma roja
que todas las ciudades de la muerte
y sus fantasmas ¡despierten ahora!
como en un principio las nubes alzadas
reinen solas y grises en las tinieblas.
Sumérgete en onírico mundo pasmado
inhóspito , frío, sin los colores de la vida
sin amor esperando el camino de nada.
VIII
Llora arpa mutilada por arte de Apolo,
que el firmamento sea un lienzo oscuro
en donde se esconda la risa que fornica
en las estrellas y las orgías de la luna.
Vibra sonora para que tu amado sienta
como tú lo incitas al amor, quebrándole
de placer hasta el último de sus huesos
Apodérate de su desnudo y dulce cetro
el concierto de las verdades ignoradas
flagrante canto de amor que ensordece.
IX
El sonido de un corazón grita herido
la etérea melodía de un arpa de amor
que se encuentra entre las roja llama
en la tristeza de un fugaz romance
que corto asesino sus alas doradas.
Vibra fuerte en la eternidad del tiempo
desgasta las aguas que lloran los montes
en torrentes de sangre hasta sus faldas
Que el amante dormido sienta su fuerza
y sepa que vives preñada de tristezas.
X
Arpa de oro, fúndete entre las flamas
navega entre las nubes del infierno
suena fuerte, envuélvelo en humo hasta
que tus cuerdas de celos, revienten.
Haz sonar tus gemidos, en ágil concierto
del celo de una hambrienta loba herida
y en el vaso ceremonial del desesperado
él absorba la última gota de tus fluidos
relamiendo el amor entre tus cuerdas
que alzan sus notas floridas al viento.
XI
Suena arpa de los ensueños celestes
rompe los silencios detrás del espejo
quémalo, y él se despierte sabiéndolo
como rey y dueño de todos tus sueños.
¿Que te condena a vivir entre
Directores de orquesta por Preciada Azancot (i de iii)Antonio Galvez
Preciada Azancot comparte sus retratos escritos de grandes directores de orquesta: Zubin Mehta, Leonard Bernstein, Daniel Barenboim, Sir Georg Solti, Herbert Von Karajan.
Agótense, desesperados
los ahogados cantos…
Golpeen, las blancas sedas,
desgárrense una a una, todas…
No resuenen, no vibren…
No sientan, no nada…no nada…
Conviértanse tan solo
en sumatoria de puntos negros,
imprecisos, inertes…
ciegas heridas,
sin precio, ni desprecio…
La intención de esta obra es la de expresar en palabras lo que los artistas han expresado en sus cuadros por medio del color y la forma
Sostengo que todas las artes están ligadas entre sí
He traído seis cuadros de otros tantos pintores impresionistas
Cada uno tiene dos páginas para sí
La Primera, para anticipar en el Poema la magia del cuadro
La Segunda, para mostrar el cuadro en cada caso
¡Cuánto quisiera que el lector sienta al ver cada una de esas páginas, la emoción que yo sentí cuando las diseñé y la que siento cada vez que las leo!
EL ALMA DEL ARPA
I
Llora el arpa dorada y ardiente
las melodías de hondas tristezas.
Los lamentos de la pobre alma
detrás de un espejo quemado.
La carga en sus notas grises
de todo el dolor del misterio,
una falsa tentativa de alejarse
de las sombras y de los llantos,
de las alas grises de la muerte
que la acarician ya sin límites.
II
Desbarata los paisajes insípidos
que sus tensas cuerdas ahora
dibujan en sus oníricas nubes
llorando arpa dorada, truena fuerte
que él está dormido y no escucha,
no siente, no se inmuta, no nada.
en la constelación, vibraciones
angustiosas y frías de la muerte.
toca hoy toda tu fúnebre música
entre fuegos y ritos milenarios.
III
¿Que te quema y qué te arrastra?
Es un solo de notas quebrantadas
comparte con él ausencia y la nada
llorando arpa de ensueño y de hadas
todo el canto hecho hiel fermentada.
Gime arpa lenta, suena pesada
los mares muertos de su olvido.
Haz que de tus cuerdas escapen
el crepitar de tus hilos muertos
y de todas tus notas adoloridas.
IV
Sujétate esta noche fría en hebras
sobre su cadera, sin inocencia.
Apóyate al hombro muy suavemente,
con pulsaciones que te exijan
poner en él tu sueño, tu ansía consagrada.
Que cada cuerda sea apagada
antes de excitarte en la siguiente.
crea entre sus manos el poema
y suene él entre agudos y graves.
regálale las notas del amor que nace.
V
Que sus uñas ágiles saquen de ti
la belleza de tu voz y de tu timbre.
En ríos de melodía líquida y alba
muere coagulada, ahí desgárrate.
Rompe el silencio del que ya yace
entre las sabanas como dormido.
llora en la melodía del arpa de oro
todas las piezas de sus espejos
que idos formaron los caídos sueños
en los campos de los vencidos.
VI
Desnuda las notas hoy patéticas,
ofrécele los acordes a tu amado
el mejor de todos los conciertos
haz que tu vibrar mueva las hojas
entre los escombros de su cuerpo.
Adormécele las aguas, la tierra,
el polvo, las rocas… y el viento.
Llorando en el firmamento esta noche
la armonía de todos tus versos
en ausencia de su cuerpo ardiente.
VII
Seca las fuentes de miel naciente
los vientos de los mares, las olas
con poderosa furia de espuma roja
que todas las ciudades de la muerte
y sus fantasmas ¡despierten ahora!
como en un principio las nubes alzadas
reinen solas y grises en las tinieblas.
Sumérgete en onírico mundo pasmado
inhóspito , frío, sin los colores de la vida
sin amor esperando el camino de nada.
VIII
Llora arpa mutilada por arte de Apolo,
que el firmamento sea un lienzo oscuro
en donde se esconda la risa que fornica
en las estrellas y las orgías de la luna.
Vibra sonora para que tu amado sienta
como tú lo incitas al amor, quebrándole
de placer hasta el último de sus huesos
Apodérate de su desnudo y dulce cetro
el concierto de las verdades ignoradas
flagrante canto de amor que ensordece.
IX
El sonido de un corazón grita herido
la etérea melodía de un arpa de amor
que se encuentra entre las roja llama
en la tristeza de un fugaz romance
que corto asesino sus alas doradas.
Vibra fuerte en la eternidad del tiempo
desgasta las aguas que lloran los montes
en torrentes de sangre hasta sus faldas
Que el amante dormido sienta su fuerza
y sepa que vives preñada de tristezas.
X
Arpa de oro, fúndete entre las flamas
navega entre las nubes del infierno
suena fuerte, envuélvelo en humo hasta
que tus cuerdas de celos, revienten.
Haz sonar tus gemidos, en ágil concierto
del celo de una hambrienta loba herida
y en el vaso ceremonial del desesperado
él absorba la última gota de tus fluidos
relamiendo el amor entre tus cuerdas
que alzan sus notas floridas al viento.
XI
Suena arpa de los ensueños celestes
rompe los silencios detrás del espejo
quémalo, y él se despierte sabiéndolo
como rey y dueño de todos tus sueños.
¿Que te condena a vivir entre
Poemas de Néstor Osvaldo Perlongher .
Fue un poeta, escritor, periodista, sociólogo y militante LGBT argentino, radicado en Brasil desde 1982.1 Fue uno de los fundadores y referente principal del Frente de Liberación Homosexual en Argentina, una de las primeras organizaciones LGBT del mundo.1
Zonda del Fuego, cuento realizado para el I Encuentro de Editorial, y reelaborado para el VII Expocom que se realizó en el marco de la X enacom, donde obtuvo la primer mención.
El cuento te invita a viajar entre lo subjetivo y objetivo, entre lo terrenal y onírico.
Los párrafos narrativos son aquellos que cuentan una sucesión de hechos o de acciones de manera cronológica. Suelen estar en distintos textos narrativos, como cuentos, novelas, leyendas, mitos, crónicas, biografías y noticias.
ROMPECABEZAS DE ECUACIONES DE PRIMER GRADO OLIMPIADA DE PARÍS 2024. Por JAVIE...JAVIER SOLIS NOYOLA
El Mtro. JAVIER SOLIS NOYOLA crea y desarrolla el “ROMPECABEZAS DE ECUACIONES DE 1ER. GRADO OLIMPIADA DE PARÍS 2024”. Esta actividad de aprendizaje propone retos de cálculo algebraico mediante ecuaciones de 1er. grado, y viso-espacialidad, lo cual dará la oportunidad de formar un rompecabezas. La intención didáctica de esta actividad de aprendizaje es, promover los pensamientos lógicos (convergente) y creativo (divergente o lateral), mediante modelos mentales de: atención, memoria, imaginación, percepción (Geométrica y conceptual), perspicacia, inferencia, viso-espacialidad. Esta actividad de aprendizaje es de enfoques lúdico y transversal, ya que integra diversas áreas del conocimiento, entre ellas: matemático, artístico, lenguaje, historia, y las neurociencias.
2. La noche tiene nombre de calle en cualquier lugar del mundo, y, en aquella ciudad, una tenue sombra alargada hacía las veces de guía, entre un laberinto de misterios presentidos. De sus años de navegación, había aprendido a mantener tenso el resorte que envuelve los recuerdos y, ahora, se sentía capaz de pulsar el hilo invisible que los aviva. Fue, tal vez, por eso, tal vez, por el rastro inconfundible que el salitre proveniente del puerto dejó a su paso por lo que penetró en la atmósfera calma de la calle, un río de luces que ascendía, con sus orillas salpicadas de locales nocturnos, ávidos de otra dosis más de bullicio. La música de los bares salía al encuentro, para invitar al instante, sin apenas transeúntes; se podía distinguir del espectáculo solo por la cadencia o lo estridente del ruido. Aventuró sus pasos tras la cortina de humo, que daba la bienvenida entre sones del trópico, orquestados y rítmicos, y ocupó el lugar donde la barra se curvaba, esquivando una columna para observar mejor la pista de baile. Un tumulto de cuerpos seguía el compás –danzar era imposible– con movimientos sinuosos y, en las mesas bajas, las parejas solazaban sus conversaciones de besos y abrazos fundidos.
3. Por segundos, se caldeaba el ambiente y, a los pocos minutos, no podía evitarse formar parte de aquella vorágine, frugal y embaucadora, de atractivas promesas, a cual más tentadora. Bellas mujeres paseaban su estilizada figura en busca del galán perdido; otras esperaban y, mientras, soñaban con lo que hablar, incluso con bailar. Ellos, en grupo, apostando atrevimientos sin conseguir desafiar su naturalidad, porque era su fiesta de alcohol, otra de tantas: voces, griterío, salto, contorsión... En la esquina, una guapa muchacha lloraba el asedio, corrida la pintura de sus ojos, hasta que una amiga llegó al rescate y ambas huyeron hacia el aseo, con el gesto acostumbrado de la diversión maltratada. No tardaron en acercarse, no pudo observar si salieron del mismo nudo del tumulto o si, a modo de espejismo calculado, coordinaron su cómplice estrategia, pero, enseguida supo que venían hacia él... Tampoco le pasó desapercibido el aroma de sus hermosos cuerpos, mientras coqueteaban con el acicalado joven que tenía al lado, junto al mostrador, algo amanerado, quizás o, al menos, eso le pareció a él.
4. Ante la dificultad para escucharse, los tres optaron por alejarse de los altavoces, hacia el fondo, al amparo de la penumbra. Luego, cuando parecía que la melodía iba a reemplazar el halo embriagador impuesto por el ritmo, le distrajo el forcejeo dentro de la pista. Un par de mozos de seguridad se abrieron paso hasta el lugar de la pelea: gritos, chillidos, alguno histérico, y puños en alto que ensanchaban más aún el escenario del incidente, casi anunciando el final obligado de la velada. En la calle, le pareció vislumbrar el rostro de alguien conocido, pero, al fijarse con más detenimiento, comprobó el desliz de su intuición. En otros viajes, aquel sexto sentido le había servido de gran utilidad para conocer nuevas gentes y vivir originales experiencias, inusuales y arriesgadas, incluso, pero, ahora, era un veterano que no buscaba nada, casi se conformaba tan sólo con vagar y respirar, junto al deleite mismo de la aventura. Todo en aquella empinada cuesta le resultaba demasiado familiar, y encaró las escalerillas que, por una transversal, abandonaban la iluminación de la calle. Cada peldaño, cada rincón, cada paso que daba era el mismo camino de siempre; cada fachada, cada balcón, parecían hablarle, contarle secretas confidencias de otro tiempo...
5. Él también reconoció el portal, la madera arañada del pasamanos en el rellano de la escalera, los marmóreos escalones con bordes desgastados, de tantas idas y venidas, las macetas descoloridas del descansillo y el olor a vegetal, denso. Giró despacio la manecilla al abrir, y entró en silencio, intentando evitar el tablón flojo del pasillo que rechinaba. Pasó de puntillas delante de la habitación de los niños, como si todavía durmiesen ahí, como si no tuvieran su propia casa. Antes de entrar al dormitorio, se acercó al despacho y posó la chaqueta doblada sobre la silla y, durante breves instantes, contempló la foto de su jubilación y la placa que le regalaron en la despedida... Luego, entró al cuarto donde dormía su esposa, se desvistió y, sentado en la cama, se descalzó para acostarse con cuidado, para no despertarla, aunque ella ya le había oído llegar. Ella sabía que después de tanto trabajar le gustaba darse un garbeo y, sobre todo ahora, después de toda una vida de viajes, se conformaba con sentirse cerca del lugar que amaba. Ella sabía que le gustaba acercarse a visitar la calle donde nació. Era su viaje de media distancia, el único que le quedaba.