Este documento habla sobre cómo cultivar un huerto espiritual fructífero. Explica que debemos esforzarnos por mantenernos conectados a Dios y combatir las "malezas" que nos alejan de Él, como siguiendo el Espíritu Santo y dejando que nos guíe. También destaca la importancia de producir "frutos" internos como el amor, la paz y la bondad, lo que requiere tiempo y crecimiento constante en nuestra relación con Cristo.